IATR: 1934. TU MUJER NO ENGAÑA del Luis Rechani Agrait

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COlECCION A08ERTORAM08-PEREA

TU MUJE·R NO TE ENGAÑA

.Juguete c{J>Jmfoo en tres actc;i,s por LUIS RlECHANI

AGRAIT

P�RSONAJBS:

Julia

Rosita

Elvira

Doro(ea

Francisco

Miguel

Policarpo

.. � 30 aiios

. 30 años

20 allOS

20-35 años

5ü UllOS

35 años

30.pños

(Epoc� actual. Acción ep cualquier parte donde se lJermita el divorcio. El primer y tercer actos en la :::-ala delacasa de Miguel y el segundo en el despacho de Francisco.)

PRIMER ACTO

,Sala en casa del Dr. Miguel Guzmán, médico acaudala<!º• A la derecTia una puerta; a la izquierda una puerta y una ventana; en el foro una, puerta. Elvira, niña romántica, mira por la ventana y hace s,eñas a alguien que está eJt la calle.) ,,

ELVIRA.-(Llamandc,•). ¡Berenice! ¡BerenlceJ..•.. ¡Zaidee! ¡Zilma Ibette! No viene. !Berenice! ¡Qué -horror! Tendré que llamarla por su nombr?. ¡Dorotea! (Dorotea, la _ sirvienta, a.parece por ez foro.)

DOROTEA.---S�ñorita Elvira...

ELVIRA.-¿Por qué no venías?

DOROTE ,A.-¡He volado, señorita! No ha heoho más que decir Dorotea y aquí está Dorotea.

ELVIRA.-Calla.No me repitas ese adefesio de nombre. Míe duele en loo oídos. ¡Soy tan romántica! Como•oigas aquí un nombre elegante, sonoro, romántico -¡oh los nombres de la Nov,ela Rosa!-esa eres tú.

DOROTEA.-Conffa en mí, señorita. Pero tal vez, si usted me llamal'a por mi segundo nombre...

ELVIRA.-Sí, si. ¿Cuál?

DOROTEA.-Robust:dana.

ELVIRA.-(Se tapa _los oídos). ¡Oh! (Recuperándose trata de lle11arla a la ventana.) ¿Ves aquel cahallero que está. allí?

DOROTEA.-(Sin mirar). Lo veo. En la puerta de la barberia. (Elvira la mira eztrañadi:Í.) Quiero decir, lo he vist.o.Espejuelos... bigote... pelo rublo... bastón... chaleco a cuadros...

LUIS RE CHA NI AGRAIT

ELVIRA.-Es abogado. Trabaja con el Ledo. Francisco del Rlo. ¡Ay, Berenice!

DOROTEA.-¿Eh?

ELvmA.-¡EI es....él! ¿Entiendes bien? ¡El! ¡Romeo!

DOROTEA.-Ro.... Ro.... Señorita, ¿no sería. mejor llamarlo Berenicio?

ELVIRA.-Neceslto que venga, hablarle, escucharlo, soñar cou él, muy juntos. Estuvo-ausente hasta el miércoles. La sorpresa. que debe de haber� lleva:do al saber que estoy pasándome ma par de semanas aqui, con tío llt.l!lgtrel. Se lo he escrito -una cartita en clave; por clave nos comunicamos nosotros- y desde ayer tarde me ronda. ¡Bien amado! (Se acerca a la venta·na y hace señas de que aguarde.)

DOROTEA.-Con invitarlo...

ELVIRA.-No. Yo anhelo que venga a m[ bajo el velo del misterio.

DOROTEA.-¡En una sesión espiritista!

ELVIRA.-Verlo secretamente. ¿De qué vale el amor si no es a media luz, Nitza? El reside aqui cerca, en la Avenida de los Robles. Me ha ido a ver infinidad de veces a mi pueblo. Y nadie se ha enterado. ¡Oh, el misterio, la incertidumbre! El, flauta que pregunta; yo, flauta que contesta.

DOROTEA.-Y yo, ¿qué pito toco? •

ELV:ERA.-Tú nos avisas si viene alguien. (Hace señas en la ventana de que venga.)

DOROTEA.-¡Con lo celoso que es su tio don Miguel! Si encuentra unhombre aquí es oapaz de un crimen.Mienos mal que no está doña Julia en la casa, que usted sabe que la mujer propia es la que siempre paga el pato. Pero aún así, señorita Elvira, si hay pantalones aqui adentro, usted no va a querer cargar con la falta. ¡Usted se escurre de los pantalones!

ELVIRA.-¡Si querrás callar! Tú vete al comedor y vigila. Apresúrate, que ahí viene Paolo.

DOROTEA.-¿Pero no era el de los espejuelos, el bastón... Ro.... Ro.... Boronicio?

ELVIRA.-Romeo, Paolo, Don Juan...

DOROTEA.-(Yéndose.) ¡Dale! Y son tres. (Apenas ha salido Dorotea, por el foro, aparece por ahi mismo Policarpo Rivera, abogado 10ven, .espejuelos, bigote, pelo rubio impresionante, chaleco a cuadros, impresionante también, bastón.)

POLICARPO.-¡Elvira 1

ELVIRA.-No, como la última vez que nos vimos.

POLICARPO.-¡Oh, Elvira, oh dolar;· lágrimas núasl

ELVIRA.-¡Qué feliz me haces, »;pronceda!

POLIOARPO.-Mira, chica, yo te llamo a ti como tú quieras, pero tú a mí llámame como me puso mamá: Polica.rpo. ;.,:--

ELVIRA.-¡Poll Polimnelus! ,

'POLIOARAPO.-¿Y eso?

ELVIRA.-Debe ser un Dios romano.

POLICARPO.-¿Está. lejos? (Enciende un cigarrUlo.)

ELVIRA.-¿EI Dios?

POLIOARPO.-TU tío. Es hombre dP.6Confiad<_> y violento.

ELVIRA.-No sospechará ..•

POLIOARPO.-Sospecha,

ELVIRA.-No puede creer ..•

POLICARPO.-Cree.

ELVliRJA.-Estciy perdida. i.o'·ha, descubierto todc

POLIOARJPO.-¿Qué es lo que ha descubierto?

ELVIRA.-¿No dices que lo has notado receloso?

POLICARPO.-Yo no, el barbero Yo.~ siquiera sé quién,es tu tfo.

ELVIRA.-'Pero sospecha, cree que tú Y yo •••

POLIOAlWO.-'Iü y yo nada; su mujer y yo. Sospecha de toda el mundo con su mujer. ¡Y yo que ni siquiera la he vis~! ¡Que no los he visto a ninguno de los dos! ,.,

ELVIRA.-Poli sentia. el temor de que un obstáculo inSuperable .se hubiese levantado entre nosotros. ••

POLIOARPO.-Nada, Elvira, absolutamente nada (trata~ trabajosamente en vano de quitar el sillón que l~ queda en medio) no& separo.

EI.,VI.RA.-¿Tú quieres ser feliz?

POI..'IOARPO.-¿Y tú me lo preguntas?

ELVlRA.-¿Ansia.s que se vuelvan realidad tus sueños más dorados?

POLIOAIR!PO.-¿Y tú me lo ~tas?

ELVIRA.-Pues bien. Todo está a tu alcance.

POLICA:RPO.-¿A mi alcance?

ELVIRA.-En tus manos.

POLICARPO.-¿Qué es lo que está en mis manos?

ELVIRA.-Yo.

RECHANI

AGRAIT

POLICARPO.-¿ Qué quieres decir?

ELVIRA.-¿Y tú me lo preguntas? Te he llamado para que me·raptes, para que me robes ...

POLICARPO.-¡Mi piadre) ¡No! Me niego a robar. Yo soy abogado.

ELVIRA.-¿Me rechazas? ¿Hay ,otra mujer en tu vida? Una de- dos; O me raptas,!) me'dejo·caer por .esa. ventana. Dime sl,~a,.y otr~:,

POtICARPO.-Yo no veo más que esa.

ELVIRA'..--Sl .ha-y otra mujer en tu vida; si he caldo ...

POLICA:RPO.-Aun no te has tirado.

ELVIRA..-:Si be caído del trono de tu corazón; si ya ... Si, es cierto. amas a otra, déjame lanzarme

POLIO ARPO.-( Sujetánaola). Espera. . . Te juro .... por San Policarpo yo te digo. . . Elvira ...

(Entra Dorotea por el foro.)

ELVIRA.-Qui-ero morir, nadie puede detenerme.

DOROTEA.-¡Don Miguel! ¡Ahí viene el doctor!

ELVLRA.-¡Tio ~guel! Sálva.rnle, Polica11>0,

POLICARPO.-¿Pero a nú quién me salva?

DOROTEA.-Pronto. que viene doblando la esquina.

ELVIRA.-¡Ay, Dorotea! ... ¡Be1·enioe, digo! ¿Crees que -debo desmayarme?

DOROTEA.-¿No se _lo dije, que dejara los pantalones en la calle? (A Policarpo} 'Vamos, ,pronto. Escóndase allí (Pu·erta de la derecha) si no quiere que ·11onMiguel. . . .

ELVIRA.-No, ahí no. Esa es la habitación de tio Miguel y Julia.

DORi(?TEA.-P11es. aquí, (Puerta izq_u.ferda.)ligero.

POLICARPO.-¿Tiene llave por dentro? (Entra).

ELVIM,--:-,(Abru.madfi.) ¡Vn hombre en mi cuarto! (Cambiando de tono.) ¡Penélo~I ¡Mle ha visto la camisa húmeda! • -1" •

DOROTEA.-¿Qué? ¿Cómo? ¿Dól!cle?

ELVIRA,:-"En mi cuarto; la que lavaste y se estab¡;i. secándb en mi cuarto. , f;,, ~.,. •

DOROTEA .......;Huyausted ahora, .señorita. Está pálida, demacrada. Don M.fguel sospe<lhaxá si la ve. Ya le siento las pisadas en la escalera.

ELVIRA.-¿Dónde? (De un sitio a otro.)' Ahí no. Aquí no. Aquí. ..

DOROTEA.-En su cuarto, señorita. Ahí (Tocando.) Don Policarpo, ábrase el cuarto, ábrase la puerta, ábrase una hoja. ábrase ábrase

POLICARPO.-( Abriendo.) ¡ Abrase la tierra!

ELVIRA.-¡Mi Poll!

(~ntra el doctor Miguel GUZ1114npor .el foro. Policarpo tiene tiempo para retirarse, pero no así Elvira. Guzmán es hombre de ademanes violentos y palabra imperiosa.) •

MIIGUEL.- ¿Y Julia?

DORJOTEA.-(Turbada.) ¿Qué Jull.a?

MIGUEL.-¿Gómo que qué Julia?

DOROTEA.-( A Elvira.) Pregunta por doña Julia.

ELVmA..-¿JU]ia, tu esposa?

MIGUEL.-¿Cuántas Julias hay aqui para que vacilen tanto? ( A El1;ira.) Ven acá, te noto ...

DOROTEA.-Eso le decla yo; que la notaba hecha un pimpollo, un capullo de rosa, (bajo la mirada de acero de Miguel, va deteniendo su desmandado impulso elogiador) casi tan ·saludable como otras veces, con el color no tan malo, bastante demacrada, muy mal, si, esa es la palabra exacta, mal, muy mal.

MIGUEL.-( A Elvira.) ¿Por qué te mu~as de color?

ELVIRA.-Yo no me mudo.

DOROTEA.-(Pensando que va a ser despedido.) (La que se muda soy yo,)

MIGUEL.-(Prosiguiendo con Elvira.) ¿Dónde está mi mujer?

DOROTEA:---<Usted verá, ella

MIGUEL.-Tú, a. la cocina.

DOROTEA.-Gomo usted preguntó ... Yo quería poner un poco dP. lu:a, ..

MIGUEL.-La luz .póntela en el fogón.

DORIOTEA.-Me estoy yendo. Pero la verdad ...

MIGUEL.-¿CUál es la verdad?

DOROTEA.-Que ·el fogón lo tengo ya caliente. (Mutis.)

MIGUEL.-¿Pero por qué no la he achocado? Me 'destroza los nervios, 'me destroza la paciencia, me destroza el estómago (Se oye un -ruido fenomenal en la cocina.) Me destroza la vajilla. Y tú, vamos, canta.

ELVIRA.-Tia- Julia está en casa de

MIGUEL.-(Interrumpiendo.J No sigas,

ELVIRA..-Tia JU]ia está de visita en casa. de

MIGUEL.-No sigas, he dicho. Sé que me vas a mentir. Quiero avi-

,,

sa.rte que me tienes que decir la verdad. Porque yo. , . yo lo sé todo. Tus secretos los conozco mejor fll.le m1s recetas. ,._

ELVIR.A..--¿Secretoo mios?

MIGUEL.-¿No me he fijado yo en la barbería de en frente? ¿No he visto todas las maniobras de ese tiPo?

ELVIRA.-¡Tio! (¡Se ha. enterado de mi secreto!)

MIGUEL.-(Con furor contenido.) El de los espejuelos ..

ELVIRA.-(Encantada de que conozca a su nOVio.) Chaleco a cuadros, pelo nibfo ...

M!IGUEL.-(¡Pero cómo ha. podido Julia serme fll!fiel con esa aben-ación de la na.turalem.!)

ELVIRA..-¡Ay, tiol ¿Lo conoces ?

MIGUEL.-Lo he visto mh"ando desde ahí aba.jo para. arriba, a esa ventana ...

ELVIRA.-Si, si. .. Tan amorooo .•.

~GUEI..-¡Ah, y no me lo habías dicho! ¡Y te lo habías gUardado en secreto! ¿Te olvidas de que soy tu tío?

ELVIRA.-¡Es tan romántico callar! Te lo voy a. confesar todo ahora.: Una tierna historia de amor.

MJ:GUEL.--Aca!la, nó• me achicbaITeS" mis la. sangre.

ELvmA.---811.bris perdonar el engaño. ¿No te -está simpátfoo?

MIGUEL.-¿Sfmpátlco? ¿El del chalecO? ¿Pero, qué .pregunf.as ·son esas? Donde quiera. que lo encuentre, le doy éter y lo descuartw,,

ELVIRA.-¿A él?

MIGUEL.-A los dos. Ese secretillo tuyo y de mi mujer -¡de mi mujer! lo conozco. Ese hombre ya huele a. fenol. Lo -mat.o. Le echo mano por el cuello ... lo cojo esi ... (En su furor la 114agarrallo a ella.)

EI.VIRA.-¡Ay, a.y, suelta! ¡me a:hogas!. (Se dama:ya.)

MIGtm...--e(Llama.ndo.) ¡Doroliea., un vaso de agua,! ¡Un vaso! ¡No contesta. la. maldita! (Lla:m.a.ndo.) ¡Dorotea.l Si no lo busco yo, el w.so no aparece. Lo que debiera. da!l"lees un caldo microbiano. (Sale a buscar el agua.)

(Entra Poliec.rpo.J

POLICA.RIPO.-¡Elvira! ¡Elviral (Si la. ha matado me luzco dedicándole un poema..) ¡Elvirital ¡Amor mío! ...

EL,;:IR.A.-(Voltriendo en si.) ¡Tú! ¡Huy~. si te encu~tra. aqui te mata. Dime dónde paras ...

POLIOARAPO.-Ye ahora. no paro en buen tiempo.

ELVIRA.-¿Dónde pUEdo verte?

POLICARPO.-En el depósito de cadáveres quizás.

ELVIRA.-Llama.rte por teléfono, por lo menos.

POLICARPO.-Lo primero es salir.

ELVIRA.-Bales

POLICARPO.-(En ~Ita voz.) Dorntea, las sales. (Demasiado bajo, ~emiendo haber sido oído por Mdguel.) Dorotea, las sales.

ELVIRA.-----Quetú sales de aquí. ¿Dónde puedo ·llamarte por teléfono?

POLICAR.PO.-SI salgo, a las seis en punto en casa de mi compañero, el Ledo. Francisco del Rio. Ahí vienb.

ELVIRA.-¿Del Río?

POLICARPO.-¡El Niagara! (Corre a esconderse.)

ELVIRA.-Ahi no, no, alli, aquí, (Policarpo confundidv, se mete e11 el cuarto de la derecha.) ¡En el d~ tia Julia!

(Entra Miguel, con el vas.o de agua.)

MIGUEL.-Ah, ¿no te moriste después de todo? Vamos, hab1a, ¿dónde está. mi costilla ... falsa? (Más enfurecido aun.) !Mi mujer, mi mujer! ,,Dónde está?

ELVIRA.-Tfa Julia está en casa de las Núfü:z, óándole el pésanie a doña Engracia

MIGUEL.-¿Dos meses después del difunto en el hoyo? ¡Mi mujer en casa de doña Engracla! Tiene gracia. Y el del chaleco, ¿en casa de ~uién? Respóndeme €so; contesta.

ELVIRA.-En casa,

MIGUEL.-¿En oasa de quién?

ELVIRA.-En casa en casa

MIGUEL.-¡En casa dél demonio!

ELVIRA.-Si tú lo dices ... 11

MIGUEL.-Mucha casualidad que los dos se hayan desaparecido al mismo tiempo.

EL VJJRA..-Déjame explicarte la verdad

MIGUEL.-Es inútil. Lo mato de todos modos. ¿Estas segura de que ese mamarracho no está ,en' e~e cuarto? (El de JuUa.)

ELVIRA.-¡El pobre!

MIGUEL.-¿Cómo el ¡:obre?

ElLVIRA.-{Aclarando.) ¡El pobre tío Miguel!

MIGUEL.-Tienes la voz entrecorta-da, vacilante.

ELVIRA.- No, tío. Fíjate tú: (Gritando,) ¡Tio Miguel! ¿Ves qué

clara tengo la vo¡i? (G;ritándole a Policarpo.) ¡Coge alas, Polímnelus! ¿Ves qué segura?

MIGUEL.-¿Qué es e.so de "coge alas, Polimnelus?" ( Entra Dorotea.)

DOROTEA.-¿Mie llamaba, señorita?

ELVIRA.-¿Yo?

DORCYrEA.-Oí un nombre romántico.

MiIGUEL.-Decididamente, todas están locas. ¿Qué es eso de Polimnelus?

ELVLRA.-Una linea de Virgilio, tío. ( A Dorotea.) ¿Verdad que t1a Julia no está ahi?

DOROTEA.-(Segura de que Policarpo está en la otra habitación.) c,.,n entrar a ver se sale de dudas. (Va a abrir.)

ELVIRA.-( Avanzando a detenerla,) No, ,eso lo puedo hacer yo también, abrir una puerta. Contesta mi pregunta.

DOROTEA.-Lo más fácil (En voz baja,) La puerta peligrosa rs ,a otra.

ELVIRA.-Al revés....

MIGUEL.-¿Qué es lo que es al revés?

ELVIRA.-Le digo que al revés, que lo más fácil es contestar.

MIGUEL.-¿Pero está mi mujer, como de costumbre. o al revés?

DOROI'EA.-(Que medio ha comprendido.) Al revés, en casa de doña Engracia.

MIGUEL.-Pues óiganlo bien las dos: a casa ct,e doña Engracia me ·:oy, pero como mi mujer no esté allí, tú te vuelves a tu pueblo y tú te •;uelves...

DOROTEA,-¿Adónde_?

MIGUEL.-Polvo. • (Mutis por el, foro.)

DOROTEA.~¡Ay, señorita Elvira! Yo se lo dije, que me iba a fastidiar. Porque a lo mejor doña Julia se fué .. , a ... a ...

ELVIRA..-¿A otra parte?

DOROTEA.-Ahora cualquier otra parte es ma·1a parte. ¡Por culpa de ese rubiales!

ELV:ERA.-Rubiales no, Evrilda; se llama Pollcarpo.

DOROI'EA.-Nada, que tengo mala pata con los Polical1l)OS.Así se ilama mi novio: Policarpo, el fotógrafo, el que trabaja ahi a 111,vuelta de la esquina. ¡Y bi-en mal que se está portando conmigo!

ELVIRA.-Calla, alguien viene. ¿Será tío Miguel otra vez? vete. No conviene que nos vea en conclliábuio.

DOROTEA.-¡Que ni:) pierda yo mi colocación, por favor! (¡Maldita sean todos los Polica:rpos!) Ah{ viene. (Sale por el foro, haciendo aspavientos.) (Policarpo se asoma tímido y luego sale orondo a escena. Elvira en su terror no acierta a encontrar palabras para avisarle, conformándose con hacerle señas, que Pollcarpo al fin comprende súbitamente, par io que otra vez se esconde.)

(Entra Julia, 30 años, elegante, contenta, y sigue. derecha Jiacia su .habitación. pero Elvíra se le interpone.)

ELVIRA.-(Hallando respiración.) ¡Julial ¡Desdichada! ¿Te encontraste con tío Miguel?

JULIA.---Nos cruz.amos, pero no me ha visto. Ibade prisa, pareceque muy prao:mpado, dando manotazos en el aire. (Va a seguir para la habitación, pero Elvira la detiene.)

ELVIRA.-¿Estuviste en casa de las Núñez?

JULIA.�No.

ELVIRA.-¿No?

JULIA.-Me quedé en casa de cristina. (Otra vez la detiene Elvira.J ¿Qué es lo que ocurre?

ELVmA.-(Cada vez más horrorizada.) Tfo M.lgUel ha ido a buscarte a casade las Núñez, ciego de celos.

JULIA.-¿Miguel otra vez dúdando de mi? Acabará por despresti¡¡darme ant,e los ojos de todo el mundo. ¿De quién sospecha ahora?

ELVIRA.-¡Menos mal ahora! Es un tipo ideal. Un hombre encan1:ador y culto. Porte elegante, labios sensuales, ojos... a lo cantador de tanges.

JULIA.-Me sigue los pasos, me abre las cartas, me aohaca amantes imaginarios, me cela hasta del aire. ¿De qué vale a una mujer ser honrada si su marido al fin y al cabo va a deshonrarla?

(Entra Rosita, 30 años, frivola y chic.)

ROSITA,-¡Hola! ¿Qué tal todo el mundo?

JULIA.-¡Rosita! ¡Tanto tiem'J)O que no te veía!

ROSITA.-Desde antes de mi divorcio. Y ahora sólo he subido un minuto a hacerte una pl'egunta. ¿Pero no me presentas�

JULIA,-Esta es Elvra, la sobrina de Miguel. (Presentando.) Rosita !garavídez, esposa del Ledo. Francisco del Río.

ROSITA.- Desde hace cinco meses, explica. Antes de eso la mujer de Otelo.

JULIA,-Siéntate.

RiOSITA.-Imposible. Voy para casa de Cristina, que se mudó por aqui cerca. P.ero, tú conoces mi memoria. Por el camino se me ha olvidado ~l número de la casa. ¿Lo sabes tú?

JULIA.-El 81. De allá vengo precisa.mente. ¡Y ojalá no te cueste la visita lo que a mi 1

ROSITA.-Me intrugas.

JULIA.-Miguel duda de mf, Rooita.

ROSITA.-Adán fué el único marido que no dudó de su mujer.

JULIA.-Sospecha, me 02la, me acosa. Me adjudica amantes. ¡Y yo ::.oyuna mujer honesta!

ROSITA.-¿A tu edad?

JULIA.-Qulero que me des un consejo.

ROSITA.-Por menos me divorcié yo del muy ilustre Segismundo del Monte.

JULIA.-¿Crees que yo puedo?

ROSITA.-El divorcio es lo más fácil del matrimonio. Lo dificil es casarse.

ELVIRA.-(Con un suspiro,} ¡Ay! (A Rosita y Julia que han suspen-' dido la conversación para mirarla.) ¡Oh, nada, nada!

JULITA.-Pero la sociedad ...

ROSITA.-¡Quién hace caso de lo que dicen cuatro viejas! La soci~dad es una palabra que carga el acento en la edad. Mi marido mismo ouede arreglarte el asunto.-

JULIA~Pero yo amo a Miguel.

ROSITA.-¡Bahl El amor es una carrera que la gana el que tiene el mejor automóvil. ¿Dónde hay un teléfono? Pronto.

JULIA.~Ahí en m1 cuarto. ¿Vas a llamar a tu marido?

ROSITA-~í, a Francisco, que venga acá Inmediatamente ... a preparar tu demanda. . . (Caminando hacia la habitación.) ¿Ahí?

ELVIRA.-( Alarmada.) No. No. Quiero decir. parece que estaba ayer medio descompuesto ...

JULIA.-Esta mañana lo arreglaron.

ELVIRA.-Pero parece que En la biblioteca hay otro.

JULIA.-Déjala. Ese está más cerca. Junto a la cabecera de mi cama, Hosita.

ELVIRA.-(¡Qué escándalo! Yo me voy.) ( A Rosita,) Es cierto. No había caído. Ahl junto a la oabacera. (¿Cómo me desaparezco yo de aqui?) (Buscando una salida ve el vaso que trajo MigU.el.) ¡Oh, alguien se dejó iln vaso con agua. Me lo llevaré a su sitio. No, no llames. Yo misma voy

en un momento. (Ya en la puerta del cuarto de Julia.) Este le llamQ--yo el camino del· Mlonte. ¡Como yo me divorcié de Segismund:ó ·ct,~lidemi°. .. Pero hay también -¡Oh Julia, si tú qul.sieras seguirlo!- el camino,. del Rio. •. • .,

JU1LIA.-¿Del Río? ., ,

ROSITA.-¡Cómo aho1·a soy la espooa d-el.Ledo., ~anci~ del Rio! Tú sabes que los martdos cometen clon nosotras toda clase de abusoo. No nos llevan al teatro la noche que queremos ir. Nos achacan el derroche de su dinero. Chupan :la sopa. Tienen caspa. Sudan.

JULIA.-Miguel ronca.

ROSITA.-Pues bien: diente por diente. Por cada falta de Francisco, yo me cobro.

JULIA.-¿Y (lUé dice él?

R03ITA.-¿El? El no se ha enterado, por supuest.~. Comprende, oh\ca, comprende. ¡El caminlto del Rio!

JULIA.-Tú te atrevés a ... es ·decir, tµ... .•

ROSITA.-Y hasta se ilas cobro por adelantado. ;,pomo que ·-:fº-comencé a cobrar antes de la primera de las suyas! 1

JULIA.-No, no me hapl,es de eso a µ1f.. Te Juegas la vida.

ROSITA.-¡Si supieras! Fi:anc!sco me ha sorprendido un re.trafu.

JULIA.-¿Lo ves? Yo no quiero pell¡µ-os. Yo .no quier.o sobr~sa\tos. Rosita, yo quiero n tu marido ...

ROSITA.-¡Pues a llamar! ¡A divorciarte! ¡Al camino del Monte! No falta nunca -en el monte e.Iguna fuente crista.lipa.

(Entra al cuarto d'e Julia.}

JULIA.-¡Sí Miguel supiera! ¿No le estará muy mal? Estoy temblando.

(Elvira entra por el foro.}

ELVffiA.-¿No ha. salido 2ún?

JULIA.-Está hablando por teléfono.

ELVIRA,-,¿No ha gritado?

JULIA.-¿Gritar?

ELVIRA.-Como ese teléfono estaba defectuosc;>,·habia que _gritar por él. (¿La habrá estrangulado?) ¿No has s~11tido ningún ruido, algo así como una lucha? ...

JULIA.-¿Dónde?'

ELVIRA.-Cuando llevaba -el vaso sentí como una lucha, como de un hombre tratando de amordazar a una mujer.

JULIA.-'-¿Aquf?

ELVIRA.-No, no; aqui no. Ahi. Quiero decir, ahí abajo, en la c~lle. Tal vez un automóvil. Si, debe de haber sido un automóvil.,. (Sale Ro~ sita.) (¡Ay, yo me desmayo! ¡Qu(tale el habla, Dios mío!).

ROSITA.-La. virtud, la. acri.soTada honradez Hoy pintan a la honestidad con pelo rubio, espejuelos, chaleco a cuadros ...

ELVIRA,-(Yo me pongo mala.} (Se deja caer en una süla.)

;n:r.LIA,-¿Qué dices?

ROSITA.-Pudiera ser que esté hablando en elave.

EJ;,~--<•Ha.sta de mi carta en clave sa ha enterado.)

JULIA.-Explicate con amplitud, habla en idioma oorr1',mte.

ELV]R!A.-,A, :prapósi.to a propósito de corriente Ustedes perdonen, pero ahora qu,e me acuerdo tengo que correr. . . que correr a ha~ cer una llama:da telefónica.

JULIA.-Entra ahi: Usa. ese teléfono.

ElLVlRA.-¿Ah? Si, eso es. (Toda confundida.) Ahi; voy. (Con risa nerviosa.) ¿Pero -el número? En la biblioteca tengo el número ... tres ... echo siete Ooho siete tres ¿El número? (Mutis por el foro.)

ROSITA.-(¡Hwn! Esta está enterada.)

JULIA~Mie decías tú, Rosita ...

ROSITA.-Solamente una pregtmta.: ¿Tú estás segura de que no quieres -el camino <hl Rio?

JULIA.---,11,fi,honradez es la cruz a que me abrazo.

ROSITA.-Entonces, ¿llamo a mi marido?

JULIA.--¿No io has llama.do aún?

ROSITA.-Le estuve explicando, pero quedé en hablarle d,e nuevo en caso que tú te d•~idieras de.finitivawante. ¡En vista de las circunstancias! Lo llamaré en seguida. (San Antonio, dame ese disimulo.) (Entra al cuarto ele Ju!.ia.)

JTJLIA.-(Llamando.) ¡Dorotea! ¡Doroteal ¿Estará sorda? ¡Doroteal Tengo que iponerla a vigllanne a M;igUel. ¡El pobre Miguel! ¡Tan bueno qu,e 'ha sido siemJpre en otras cosas! ¡ QUé horror si ,encontrase aquí a Francisco!

(Sale Rosita.)

RiOSITA.-Ya está. Francisco viene inmediatamente.

JULIA.-(Llamando.) ¡Dorotea! La llamo para. ponerla a vigHar. Temo que Miguel se encuentre aqui con tu marido ...

ROSITA.-¿Con mi marido? (¡San Antonio, ,por favor, esa virtud!) Si. reaiimente be haoe falta Dorotea a la ventana. (¡Como' que yo me voy ll.lltes de que ocurra un crimen!)

JULIA.-(Llamamw.) ¡DoTotea! Dlspénsa-me un momento en lo que la busco.

ROSITA.-Yo me voy ya.

JULIA.-Un segundo. (Mutis por el foro.)

ROSITA.-Y me deja aquf la Lmy hipócrita. Menudo chasco se va a llevar cuando venga Francisco. Se lo he contado todo por teléfono.

( Acercándose a la puerta ele la derecha.) Hasta siempre, señor Landrú. (Sale Policarpo.)

POlilCARIFO.-Rosita, déjame que t.e explique. Yo te aseguro, yo te jl\ro

ROSITA.-No me jures nada. ¡Cogerte. in fragánti después que me compmmeto por ti, que arriésgo mi vida! ¡Después que me han descubierto tu retra.ol

PILOCARPO.-¿El de la dedicatoria. en clave? ¿La ha. descifrado? ¿Lo sabe to:lo? ¿Qué te ha dicho?

ROSlTA.--Si qui1;res, ,puedes seguir hablando. Bero te advierto que siento pasos.

POLIOARPO.-¡Es-to es insoportable! ¡De cueva.en cueva! Ni All Batá. (Por el cuarto de Julia al cual iba a entrar de nuevo.) Np, a n:> m~ co6en más ahí. En éste otro no hay -teléfono. A.brete, sésamo. (Entra al cuarto de Elvira.)

.(Entra Julia.)

JULIA.-( Por Dorotea.) Se ha desaiparecldo.

ROSITA--{Por Policarpo.) Si, ahora mismo.

JULIA.-La he buscado pór toda la casa y no la he encontrado. Usaré a Elvka( Llamando.) ¡Elviral {A Rosita) Tú esperarás aqui a tu marido.

ROSITA-No, yo hace un siglo que debiera estar en casa de Cristina. ¿El 86 dijiste?

Jm.IA.-El 84 .. .

R03ITA.-¡Mi memoria es tan mala! Tan mala que lo que acabo de ver en un cuarto privado, mañana se me ha borrado ya por completo de la mente. Policarpo lo sabe.

JULIA.-¿Cuál Pollcarpo?

ROSITA.-(Pidiendo al cielo.) (¡San Antonio!) Pollcarpo Rivera, el co.npaflero de bufete de mi marido. Simpático, ¿eh?

JULIA.-No lo conozco. •

ROSITA.-¿Eh? (Pues ahora lo vas a conocer, hipócrita.) (Con la intención efe darle celos.) Es el muchacho cuyo retrato me sorprendió .Prancisco. Nos queremos a ra-blar.

JULIA.-¿Sí?

ROSITA,-Oyelo bien, nos queremos a rabiar.

JULIA.-¿No me digas?

ROSITA.-(Perpleja.) ¿Pero te quedas tan tranquila? ¿No "dices nada? ¿No haces nada? (Con exagerad.a ironía.) ¡No, pero si es cierto! No lo conoces. ¡Eres tan recatada! Hasta luego, hasta luego. Consérvate, hijita. (En la puerta se encuentra con Elvira que entra.) Hasta luego. { A Julia.) ¡Te ves tan angelical! (1Mtutts.J

ELVIRA.-(A Rosita.) ¡Hasta luego! (A Julia.) ¿Me llamabas?

JULIA.-Dentro de un momento vendrá el Ledo. del Rio. ¿Querrías estll.1" pendiente de ~iguel.?

ELVIRA.-Me apostaré en la Tentana del comedor.

JULIA~Pues en segUida. Yo voy a arreglarme un poco ll mi habitación.

ELVIRA.-¿A tu habitación?

JULIA.-Un momento nada mé.s. (Entra, a su habitación.)

ELVIRA.-¡Ay, Apolo, auxmamel (Cierra los ojos y se tapa los oídos.) Se ha. quedado adentro. ¡No ha ocurrido nada! ¿Qué es lo que sucede que nada sucede? (Se va. acercando a la puerta en wntillas.)

(Por el Yoro'llega Miguel.)

MIGUEL.-¡Elviral ¿Dónde está Julia?

ELVIRA,-Tio, tu mujer es un ángel.

• MIGUEL.-¿Pues dónde ha volado?

ELVIRA.-Yo Yo realmente no sé bien me parece

MIGUEL.-¿Dónde está el rubdo del chaleco? ¿Dónde están los dos? Responde o no respondo. Quiero decir, yo no respondo si no respondes. ¡Peor aún! Responde.

ELVIRA.-No puedo, tfo; no puedo. <Lo mejor es enfermarse.)

MiIGUEL.-¿Que no puedes?

ELV!RA.-Un frío en loo.pies que me sube ... Un calor en la f-r-ente que me baja un -calofrío

MIGUEL.-¿Dónde?

ELVIRA~Pierdo la cabezia. M:e caigo

M!IGUEL~(Agarrándola.) ¿Qué es esto?

ELVIRA.-Lo que vulgarmente llaman la rabadilla. Llévame a mi cu.arto ligero... -

MIGUEL.-Tienes que cantar antes que te mueras. (Casi la va cargando.)

ELVIRA.-(Reprochándolo.) ¡Me quieres cisne!

MIGUEL.-¡Canario! ¡Que me .destrozas 'tas espiñillas!

ELVIRJA.-(Ya junto a la puer(a.J Abre.

,MIGUiFIL.-(Emp11,jando la puerta: que no abre.} f?iént¡;,te en esa silla para darle una patada. ,,

ELVIRA.-M-ejor llévame lejos de todo esto. A la biblioteca.

MIGUEL.-¿Por qué?

ELVIRA.-Aqui voy a morir asfixiada. Aire es lo que necesito, tío. Aire. ¡En la biblioteca! Avanza ... me muero ...

MIGUEL.-(Si ésta se muere sin decirme la verdad, ooy capa21 de echarles el cadáver a ~os médicos de autopsia.) (Salen.)

( Apenas han salido entran Dorotea y Francisco. Francisco e$ un hombre de 50 años, gastado, metódico, pulido.)

DOROI'EA.-Licenciado, puede Usted santarse en lo que busco a la -1señora.. ¿Djce usted que ella lo espera?

FRANCISCO.-Se me ha llamado para que le corte el lazo ...

DOROTEA.-;Ahorcadal

P.RIANCISCO.-El lazo matrimonial, para que le arregle su divorcio. El pequeño desliz ése... '

DOROTEA.-¿Desliz?

FRA:NCISCO.-Con el abogado. Mi mujer pte lo ha explicado brevemente por teléfono. El marido que sospecha, el amante enclerrado en el cuarto, la espo.sa que prefiere divorciarse antes de que corra la sangre ...

DOROI'EA.-M.ás fieles que doña Julia no se crian.

FRANCISCO.-¡ Oh, ya sabemos que la mortalidad infantil es elevada! El punto es que no <iebe guardar reservas conmigo, que estoy llevando el caso.

DOROI'EA.-És que don Pollcarpo está aqui detrás de otra. mujer que no es doña Julia.

PRA.NCISCO.-¿Me va a engañar a mi?

DOROI'EA.-Yo le juro por mi madre (que en gloria esté la pobre) Yo le juro por mi honor

FRANCISOO.-•¡Varnos, júreme por cosas que no estén en el otro mundo! . ,

DOROTEA-Yo le juro que don Pol_icarpo a quien quiere es a otra. Y JªY Dios mío! ¡Que no-lo descutira. don Miguel! ;Yo ... yo soy la oulpable! ¡Yo, que no debí permitir que entrara aqui!

FRANCISCO.-(]Pollcarpo y ésta!) ¡Qué barbari<iad! ¿Usted se confiesa culpable?

DOROI'EA.-.:.¡Ay, licenciado, yo tengo la culpa de que no me supe oponer con más fuerza. ¡Si yo hubiese cerrado la puerta! Pero cedi muy pronto. Usted com.prenderá. Una pobre sirvienta no puede ser muy terca. Tiene que dejarse llevar. . . Tiene que obedecer ...

FRA:NCISCO.-¡Ah, Policarpo, qué desvergonzado eres! Abusar asi <te una pobre mujer indefensa.

DOROTEA.-Sin experiencia de la vida.

FRANCISCO.-Bueno, tanto como sin ,,experiencia ...

DOROTEA--Yo le juro a usted que sin experiencia, licenciado, inocente <:ornoun ángel. Un poco romántica, eso es todo. Pero algo hemos de tener las mujeres. Todos los hombres taml>ién tienen algo.

FRANCISOO.-Basta. Llame a la señora.

DOROTEA~(¿Será. posible que doña Julia esté ahí con él?) (Llamando a la puerta.) ¡Doña Julia! (Apuesto a que no está.)

JULIA.-(Desde adentro.) En seguida voy.

DOROTEA.-¡Los dos aihi juntos! ¡Madre santa!

:

"'

FRANCISCO.-Entonces Policarpo y Julia;... por más que usted me ·te, niegue

; ~t••

DOROTEA.-Es el primer día que se ven. Es el primer eñcuentro que tienen. Es el.primer ... es el primero ... ¡Pero no! ¡Imposible! (A Julia.) Sefiora:, el Licenciado del Río la aguarda .

.. (Entra Julia.) .

JULIA-Encantada de lo rápido, Del Río. ( A Dorotea.) Vete a le. ventana de Je. cocina.y avísanos si viene mi marido.

FRANCISCO.-( A Dorotea.) Vaya. usted a verme. Lo arreglaremos en ei secreto de mi despacho.

JULIA.-¿Se puede saber de qué se trata?

DOROTEA---'YO mi empleo estas cuestiones de amor especialmente habiendo venido él aquí. . . Si don ·Mdguel se enterase ele que yo no me opuse sino a medias. . . ( A Francisco.) Riealmente yo no me atrevo •atratar estos asuntos. Expllqueselo usted, licenciado. ( Sale.)

JULIA.-¿Qué dice esta mujer?

FRANCISCO.-Amlga mia, usted sabe lo fácilmente que se enamoran estas pobres mujeres. Basta que vean a uno una sola ve21pa.l_"a que comprueben mi vieja teoria de que el amor es de dos clases: el 'que no tiene límites y ef'que no tiene limitaciones máxime cuando uno puede ofuscarlas oon un titulo de abogado.

JULIA.-Voy cayendo pero él, ¿quién es él?

FRANCISCO.--Sobrado bien lo conoce usted.

JULIA:-¿•Es posible? •

FRANCIBCO.-¡Oh, no preterida. hacerse la ingenua, am1ga. m!al ¡El. .. pues él ... el que está a.qui. .. y con eso se lo he dicho todo.

·•mr.IA.-¿En est!t. casa? (¿Será él mismo?)

~CISCO.-Si quiere le puedo señ.alar er sitio exacto.

JULIA.-¿Aqui?

·F'RANCISCO.-Usted acaba de dirigirle la palabra.

JULIA,-¡Ahl (¡Con que éste y mi sirvienta se entienden!) ¿Y que piensa hacer usted con Dorotea?

FRANCISCO.--Cualquier cosa menos abandonarla a su propia suerte. Soy de los que creen que si dos se sienten felices juntos, nada imparta una pequeña. diferencia de posición. Ya le he dicho que vaya a mi despacho. Allá lo arreglaremos. Una vez terminado esto, no habrá. necesidad de su divorcio.

JULIA.-(Extrañada.) ¿No?

FlRANCISCO.--Como,su marido de quien sospecha es de

JULIA.-De un !hombre culto, encantador, ojos a. lo cantador de tangos, según descripción ·ajena.

FRA:NCISC0.-1\,fás especüicamente, del amante de su sirvienta.-.

:JULIA.-(Midiéndolo de arriba a abajo.) ¿Encantador? ¿Ojos a lo ... ? Oiga.me, ¿usted cree en esa descripción?

FRANCISCO.-¡Oh, todavia· la enC'llentro pálida!

JULIA.-(¿Pero MigueI cree que yo pue-cto serle infiel con este vejestorio idiota? (Casi llorando de -rabia.) Usted me divorcia lo más antes posible.

FRANCISCO.-Slendo así, bl.15Caremos una causa. Ml compañero de buf.ete se ocupará del asunto en seguida. Usted lo conoce naturalmente ...

JULIA.-Nunca lo he visto.

FRANCISCO.-ffiosita me ha dicho que usted lo lo conocia.

JULIA.-Por referencias de ella.

FRANCISCO.-(Nada, ae ha empeñado en probarme la paciencia.) Hay gent~ a quienes se· conoce por completo, a otros solamente en la mitad de lo que son •y hay a quien se le conoce en un cuarto ...

JULIA.-¿A dónde va a parar?

FRANCISCO.-(¡Qué t~stigo estrella haría esta mujer!) Lo decfa por Policarpo. Ya oue no lo ha visto, puedo presentárselo, El está aqui.

JULIA.-¿Aqui?

:, F'RANCISCO.-(Viendo a Policarpo que se asoma por· la puerta izquierda, se da cuenta de que no estaba con Julia. Esta queda de espalda a Policarpo.J ¡Oh! Quiero decir ... (Refiriéndose vagamente al cuarto en que está Policarpo:J ¿Pero no era en el otro que estaba?

JULIA.-¿Qué otro? ¿Qué dice usted?

FRANCISCO.-Quiero decir ... (Por Policarpa, que le 1Lace seño.s de que se calle.) ¿Que me calle?

JULIA.-No, no, que hab!e. Decia que aquí había un hombre ...

FRANCISCO.-Sí, aquí. (Obedeciendo señas de Policarpo.) No, no, aquí no. (No era con ella que estaba ese pícaro.) No, aqui no. ( A Polica.rpo) N.ll~va a hacer turbar.

JULIA.-¿Yo?

FRANCISCO:-Aquél. (Señalando a Palicarpo.)

JULIA.-¿ Quién?

F!R.ANCISCO.-(Seiialando al cielo.) Aquél, el de arriba, el Señor.

JULIA.-Usted me dijo que aquí.

FRANCISCO.::...(A Policarpo.) Por Dios, deje usted las muecas.

JULIA.-Es que estoy un poco impaciente. Usted dice que aquí ...

FRANCISCO,-No, aquí no. (Cambiando súbitamente.) Sí, aquí, hombre, aquí. (Policarpo está frenético.} ¡En el otro!

JULIA.-¿Aqui?

FRANCISCO.-Aqui, sí, aquI. . . en· mi bolsillo, en el otro bolsillo. Tengo un retrato suyo en el bolsillo. (Policarpo se retira asustadq.) Mirelo

( Se lo enseña.) (Era con la sirvienta, no ha.y duda. Rosita me informó fl'róneamente.)

JULIA.-(Viendo el retrato.)-¡ Qué espejuelos! ¡Qué bigote!

FRANCISCO.-(¡Qué metida de pata!) n; un joven de gran talento. Hemos de entrevistarnos con él para que usted le dé posibles fundamentos para la demanda.

JULIA.-Alhora mismo si usted quiere. ¿Dónde?

FRANCISCO.-En mi despacho. A las 6. ¿Tiene usted dónde apuntar nuestra nu~va dirección? ¿Algún papel? ... No, no se moleste. Tenga. usted mi pluma. Apúntela usted misma. -detrás del retrato.

JULIA.-No es necesario. Yo recuerdo.

FRANCISC0.-114 experiencia con Rosita es fatal. Me ha hecho desconfiar de la memoria de todas las mujeres. Apunte. Francia 37. A las 6. ¿Está? El retrato me lo lleva de paso, Lo intereso mucho.

(Entra Dorotea).

DOROTEA.-( Alarmada.) ¡Don Miguel!

JULIA,-¿Dónde?

'DOROTEA.-tEn la blbl!oteda!

FRANCISCO.--Siernpre le gustó la lectura.

DOROTEA.-Tiene que haber entrado por arte de magia. Si no es llorque la señorita Elvira me llama, no hubiera sabido que esfaba en la casa.

JULIA.-Pronto, acompañe a Del Rio. Yo me encierro en mi cuarto.

DOROTEA.--Señora, acuérdese que alú... (Señalctndo el cuarto.)

JULIA.-Calle, calle usted, ocúpese de (señalando a Francisco) lo que se debe ocupar. Juntoo están ustedes mejor ...

DORCY.l'EA.-Yo a la verdad ...

JULIA.-calle, calle ... (Entra a su cuarto.)

FIM:NCISCO.-¿Qué que:re decir?

DOROTEA.-¿No lo oye? Que lo saque a la calle ... Vamos.

FRANCISCO.-Esta es la primera ve21que veo tanta excitación porque un ·hombre esté en una biblioteca.

(Mutis los dos. Sale Policarpo.)

POLICAIRPO.---Nadie al fin. ¡Al fin salvado!

(Sale Elvira por el foro.)

ELVIRA.~¡Jul!a! ¡Julia! (Viendo a Policarpo) ¡Poli! Hlllye. Por aht. que viene mi tío. ¿Y Julia?

POLIOARPO.-Au revoir, Ohede. (Sale.)

(Entra Miguel buscando a Elvira.J

MIGUEL.- En resumidas cuentas, y ahora que puedes hasta, correr por la casa, ¿dónde está mi mujer?

EL VIRA,----,Mu.

./J(·:J:m?~~-;-(V~. ": puerta se_detiene.) iAh!•, ¡Ah! Aquí está• la prueba. 'Ya no podrá, negarlo:.Mlrala;,·(Recogerfu,;c9Zill~:,-deZ ciga_rrillo de Policarpp.) -,,,,, •1 , r- , ·.¡lt • .ty lf • f • 1, t r.i ,'.A''X~-___;~o,J:U~ás decir.,. . •• 1.~ ., 1 , •••, .,. ,,., , _

MIGUEL.-Sí, lci·quiero·decir; • ' • ,..:•i1.1; ,, , •••. ,.,!,.. .. ,

ELVIRA.-No sabes lo que yo iba a decir. f 4 , ' • ·~ tt t • • ., . l\UQUEL .......;Es·qúe ahora-:10 ereó todo. Aquí está.. Laimisma.:-lllarca. De los que fumaba ·él del chalec0; Yo me· f.Uo•enr to~o, 1 :ffa estado. aquf. ¿Hay más evidencia? (Busca) ¡Ah! (Recoge pelo.)

ELVlRA.-Ti~, te ,equívocas. ,.; .,,..,, ,,, ,·..::.~.:, '/

MIG'UEL.-¡Qli.é•'me voy a.:equ\vocai:t ¿Y.M!'Ste.pilo rubio-? Contéstame eso, ¿y este 1?~~?ru:~l~? No me·•{iirá6,-qu~,,_i~~ {~~Áia~h~n~~--~VIRA.'--La·verdad, tfo, .la .ver.dad _yo te la,yg~ a ,.

MIGUEL.~Esta 1 ·es la verdad'. (Recoge --el ,retrqto,~de I Íg. ·~sa.)'

ELVIRA 'Dé...~.. . ' 1 .......,_ •Ell • •• • •, ' .. •-::1 Jame ver. ,.,,..e. t • ·, ,,., ·•.:?

.M!IGUEL.~'íií 'iisesirió: •(Leyen.do.).,Franc!a. .;n ,lf>,,*c:ribil}q.a bii_lazos. (Leyendo.) A las 6 P. M. ¡Una cita! ¡Le,-exti~Ill.d'o,una r~ta! Y aquí, 1quées esto! (t.,'éyen'do.) I ni équfi pelot go pu yugi."'1Quites esto?-' -' l

ÉLVIR.A:.:....(¡Ntiestra clave!) Deja, deja ver. ¡.!\Y;•ífo! . íQUé lengañador ! ¡qué tr.l.idor! Debe morir. . :· _-··•,,.,, '· ' '•,.-, ..,J ' ~. ·~-- • 1·,~··•t••·

MIGUEL ..:_Déséuida ¿P.ero qué es •~Q.,de Lni. J~qufi :1·

ELVIRA •A!h •-~¡ 11 • A;\-,, inh • ., •••,.,• ••• ,·; /~{.,.•. ,J .-J , llU. e• ¡.n.:u 1 umano.. •:.!'•.•¡-"~•- J\":i-,f'i' ,. .M¡IGUEL.-I ni équfi I ni équfi. ¿Qué es .-~*to?· ·, 1

ELVIRA..-1!:so quiere dedr,: "A la única mujer dé'"fhi vída'." ·( • O

MIGUEL.-Banfüdo, ladrón. ¿Cómo sabes .tú que .. , . ·: .

ELVIRA:.~Es la misma clave que usaban en una novela que he leido. ¡Conque ·a la. úniéa!· ,

MIGUEL.-Elvlra, yo voy a matar a ese hombre. ';:En_'·dos·minutos me planto 'i'rariteá SU· casa. . . •• • ' .,.

ELVlRA..-¿Dos minutos nada más?

MIGUEL.-B~eno, pues me planto en treinta. P,ero n{e, planto.'' ·Me planto frente a la casa: Francia 37. Y ten por seguro que hoy muere alguien en Francia. Ahí en el -botiquíri -hay un frasco chato, hijito, c'on un polvo ·blanco: veneno. Si regreso sin matar a. ese canalla, échame el veneno en la sopa. o dáselo a Dorotea. para que me lo eche.

ELVIRA.-¡Qué horror!

MIGUEL.-¡I ni équfi! Eso nos.a lo dejo yo decir a mi mujer sin un asesinato. ( Sale llevándose el retrato.)

(Entra Julia.)

ELVIRA.---Julla, tfo Miguel ha salido a matarlo.

JULIA.-¿Ma.tar?

ELVIRA.-Al hombre que te ha ci-ta.do -para Franela 3'Z a las 6, JULIA.-Por una consulta solamente ...

iE~tra Dorotea.)

DOR0TEA.-¡Señora_! ¡Señorita! Don Miguel ha salido a. matarlo. Le he. visto el revólver.

JULIA..-cSllencio, que ya sé que lo que le interesa a usted no es preclsafüente salvar a mi marid'o del pre~dio. Usted tendrá la ·éu-Ipa de lo que pase.

DOROTEA.-¿Yo? ¿Qué iba a ha_ge~yo? ... Ya se lo dije al Ucencjado, que yo soy débil. .. ¡Que una sirvienta no puede oponerse a ciertas ,oosas!

JULIA.--<Está de1$~lda.

ELVIR.A-Pero si eija·10 único que ·hizo fué obedeoer mis órdenes.

JULIA.-,-,¿Tú la oblÍgaste a eso?

DOR.OI'EA.-¡Dios es· testlgo de que yo protestaba!

JULIA.-Usted está despedida.Y tú, Elvira, encárgate de la casa. Yo vr,y a ·avisar a ese pobre -hombre q~e .se ponga a salvo.

ELVIRA-¿Conque V!J-S, eh? (~.}ps ~os debiera matarlos mi tlo.> ¿Y por qué no usas· el teléfono? .,, ,,.

...JULIA.-Porque se entera. la humanidad de este escándalo. ¡Mi sombrero! ( A Dorotea.) No¡ no vaya, no quiero nada de usted. Lo buscaré yo. ( Entra a su cuarto· _a buscarlo.)

ELVIRA,-¡Ay Cberie, Cherle! ¡Qué impúdica, Cherle, y era ver.dad!

DOROTEA.-¿Verda.d qué? .. .

ELvm.A.~Ella y Pollcarpo .. .

DOROTEA.-¡Ah! Con estos ojos los \Ti juntos en el cuarto. ( Entra Ju.da.) •

JULIA.-( A Dorotea.) Usted, fuera.

DORCYI'EA-¡Está. bien, señora! (Lo que es esto se lo cuento yo a don Mliguel.) (Mutis.)

JULI4.-No la qulero aqul ni ~- momento. ¡Una mujer· que se entiende con del Río! (Mutis.)

ELvmA.-¡Con del Rfol ¿Cherte? ¡Ay,_ qué siglo el XX tan romántico!

SEGUNDO ACTO

(Media lwra después. Despacho en casa del Ledo. Francisco del Bto. Puertas: Una al joro, una a la derecha. y dos a la izquierda. Teléfono .i:obre el. escritorio. Francisco se pasea de un lado a otro.)

FlRANCISCO.-Tiene que ser. excepcional. Sl no es un brindis excepcional ·no sirve. Para decir cuatro sandeces mejor no v_oy.¿Qué eigo? ¿No

ir al banquete de esta noche, en honor del juez Rondón? ¡No faltaba. más! Aunque lo comprendo: A aosbanquetes sólo se va hacer dos cosas: a no comer y a no oir a los or~dores, pero ese maldito caso de he-rencl.a pendiente de fallo, No se me ocurre nada. Urge algo que ilusione, que Impresiones, que sugestione, que gestione ... (corrigiéndose) que con gesLi. cularlo debidamente arranque un aplauso nutrido. ¡Nutrido! Siendo de sobremesa.. . Algo que despierte la simpatía. que despierte el entusiasmo, que despierte ... eso, que despierte. (Se va, al escritorio y toma notas. adoptando un tono aratorio a mecUda que hablando.) P,~emos empezar por un retrato del Juez, remontándonos hasta su. ,P.rosapia., esa ilustre sangre que ha. heredado, preclara herencia, herencia sagrada que en los momentos solemnes de su vida no puede fallarle ... l"allarle eri favor del demandante ... Se me va la herencia, (corrigiéndose) se· me va el pensamiento

(Entra Rosita por la lateral izquierda.)

ROSITA.-¡No trabajes tanto, por Dios[ Descansa.

FRANCLSCO.-Ahora; no puede ser. Estoy defendiendo un pletto.

ROSITA.-Es el caso ...

PRANCISCO.-De la herencia.

ROSITA.~Es el caso que necesitas paz y tranquilidad, conservar mejor tus energías para la noche. Si vas a ese banquete, tienes que descansar, afeitarte, vestirte, comer. ¡Que te pones viejo demasiado pronto con tanto trabajo!

FRANCISCO.-Es cierto, Rosita, envejezco de dia y de noche.

ROSITA.-Especialm:ente de noche, querido.

FRANCISCO.-Sin embargo, este brindis ...

ROSITA.-M'¡ejor lo improvisas. Ahora debes descansar media hors. Acostllláo se te ocurren los mejores pensa,núentos.

FRANCISCQ.-JAntes que nada necesito dejar res11elto lo del retrato.

IRiOSITA.-(¡Listo, salió lo del retrato de ;E"olicarpo!)

FRANCISCO.-'Para comenzar mi discurso retrataré al juez. Lo describiré de cuerpo entero. Porque hay dos clases de retratos. .Hay un retrato. . . (Entra Policarpc por el foro y se quecfa de una pieza: al oír hablar de retratos.) ¡Hola, pollo! Ya lo estaba esperando. Discutimos aqui un retrato.

POLICA:RPO.-Yo Yo Bueno Es decir Usted significa.

FRANCISCO.-( Rebuscando los papeles de susnotas.) Que me va usted a dar la clave para este retrato ... Usted es un hombre de letras ...

POLICA:RPO.-Yo Rosita es deck

FRANOISCO,-(Con las notas en la mano.) Esto lo pondremos en seguida en limpio.

POLICARPO.-'Le. verdad ... compañero ... la culpa ...

FRANCISCO.-¿Paro qué es esto?

ROSrrA.-¡Nadal ¡Nada! Es que Policarpo parece que v1en:'! nervioso.

FRJANCISCO.-Conio que viene de cierta habitación de casa de Julla ... ¡-Lástima me da esa pobre mUjer! La infeliz que lo tenia a usted o<\ult-o.

J;'OLICARPO.-,No veo por qué le coge usted pena

ROSITA.-Nl yo; es una cínica.

POLICARPO.-(Esta lo que-tiene es celos.)

ROSITA.-Una hipócrita. (Remeddndola.) ¡Oh, mi honradez es la. cruz a que me abrazo!

POLIOARPO.-U,n poco. 1'.0mántica -m'.eramente,·unpoco exaltada

ROSITA.-¡Pero ~ra, hancisco, éomo ·1a:<1eflende!'Dile que se va:ya con ella y no vuelva donde nú.

RRANCISCO~¿Qué es esto? . ·.

POLICARIPO-(¡El apocalipsis!)'•·

IR.OSrrA.-(Fuera de sí, a Policarpo.) Sa ha terminado to:io lo que babia entre nosotros. , ,.._ '"~ 'i'•t'"i' ..,

FRANCISCO.-¡RayÓS y'·demonios! ¿Qué mees? Conque tú y éste ... .r ~ft•/ • z,s,:; ·• '· l• 1

ROSIT:&.~(,Volvienao én sí.) Yo y éste éste 'y' ·yo ' bueno, nosotros ... Si, nuestra amistad·· está rota; tú comprenderás qüe '.11lnaPinujer honrada comQ.,Yo~q, puede recibir en. ~!-1..casa a un seductor 'dél-mujeres, a un hombre con fama indesea.ble. Francisco, lo hago velando· por tu honor. Que no pise más nuestra casa, que no se siente más a núestra mesa, que no se acueste m'ás en nuestra cama ...

FRANCISCO.-¡ Qué!

ROSITA~¿No te acuerdas die la. tarde que se nos enfe~ó-'aqiü? ; Sácalo de tu bufete! El trabajo •que él h~ía puede hacerlo cualquiera otro. (Mutis later~l izquierdo.)

P~CARPO.-( A .Rosita que ya sale.) No con tanta pericia. ( A Francisco.} Permitame, compañero, tratar de convencerla, porque yo no puedo•a.dmitir que nadie tenga esa opinión de mí por un mero error de apreciación.

FRANCISCO.-No embrome, amigo. E.sa pobre muchacha me lo ha confesado todb. Vendrá aquí.

POLIOARPO.-Un pequeño flirteo sin consecuencias: ..

FRANCISCO.-Por lo pronto la han echado de la casa. Actualmente esté. sin albergue.

POLIOARPO.-¿Qué me cuenta usted? ¡Una muchacüa inocen~e. cuyo único defecto es ser demasiado soñadora! ¡Echarla a la calle! ¡Por nú culpa! Tenemos que arreglar esto. Yo soy capaz de cualquier sacrificio. ¡Hasta el matrimonio!

FRANCISCO.-Es Justo. (CUando se le quita la honra a una. mujer h1¡,y_·que. darle la; ·oportunidad de desquitar.se ... ) Pero .~ovaya tan ·apri·sa, Pollcarpo. -<• ' •

POLICARPO.-I,,o he dicho y lo sostengo: hasta el matrimonio.

FRANCISCO.-Nunca sospeché que us!ed llegara a tanto:'-' (Si 106 demás hombres lo imitaran, se acabaria ei servicio doméstico.) '.Ande, ande usted a -darle la grata nueva a mi mujer.

POLIC.AiRlPO.-(Todavfa es capaz de brindar 'POI' nuet.tra reconciliación.)

FRAiNCISCO.-Vaya a reconciliarse con Rosita. Yo me quedaré aqui para preparar el brindis.

POLICARPO.-¿Eh?

FRANCISCO.-Un brindis excepcional, pues no es todos los dias que se obsequia asi a un amigo. ,·, ..

POLICAR.PO.-(¿Pero que dice este hombre?)

'F'RANCISCO.-El juez es un hombre que realmente vale.

POLICARPO.-¿Qué juez?

F'RANCISCO.--Ronoón. ¿Pero de quién estamos hablando si no?

POLICARPO.-Rondón ... Si, seguro, el juez ... Hablábamos de Rondón el jue:11. . . Precisamente le traía la noticia d_e·que .se ha acordado transnútir todos los discursos del banquete por radio. "

FRANOISCO.-Ah, vaya, vaya allá; déjeme preparar este brindis. No me interrumpan en media hora.

POLICARPO.-¿Media hora? La reconciliación va a 'ser completa. rJU"u~islateral izquierda.)

FRANCISCO.-¡Y·no le he hablado d3 lo de Julia! Ni del caso de la herencia. Nada, mi inemoria se está contagiando con la de Rosíta. ¡Afl, y lo del retrato con dedicatoria en clave! Sí. T-ango que prégUntarle eso. (Va a salir 1Jregresa.) No. El brindis primero. La.~ cosas por su ·orden. Hablábamos de una descripción del juez, la cual se puede poner al prirrcipio del discurso, o se puede poner al final. ¿Al final? (Por el Joro asoma Dorotea tímidamente. Francisco prosigue ·hablando consigo mismo.) Si, se puede. (Dor2tea, entra.) No, no se puede. (Dorotea se retira asustada.) Bueno. viénd.olo -bien, se puede ... si, se puede ...

DOROTEA.-¿Se pueoe o no se puede? (Francisco la mira sorprendido.) Usteo dispense, licenciado, pero como la puerta estaba de par en par

F'RA!NCISCO.-¡Encerrarse en el dormitorio es lo que hay que hacer!

DOROTEA.-Licenc!ado, considere que si nos vieran en el dormitorio ... encerrados ...

FRA.NCISCO.-¡Por Dios, mujer! ¡Por Dios! Pero ya que me ha interrumpido, su asunto va. a. quedar arreglado llJhora mismo, porque sepa il.sted que su hombre está IM\.~~_

DcmoTEA.-¡Mll hombre!

•• PRANCISCO.-iNo pretenderá usted que yo lo llame su á~l guardián. Ni que ;ntremos en los detalles del caso: el amor que nace a primera vista', la puerta que se empuJa., su debilidad par~ opon~rse, él que insiste, él que avanza, él que la. abraza, él que la besa, él que la ...

DOROTEA.-¡Deténgase!

0 FRANCISCO.-En fin, usted tiene un amante, ¿s[ o no?

DOROTEA.-Ay, licenciado

FRANCISOO.-¡Por el código de Manúl Policarpo, para más señas.

DOROTEA.-Polfcarpo, el -de los retratos.

FRANCISCO.-El del retrato.

DOROTEA.-El de los retratos.

PRANOISCO.-Uno o muchos, lo mismo da. Ese es un asunto aparte, que ya lo arreglaremos taml>ién.

DORCYl'EA..-<E,lmío es un amor muy grande. Lo tengo aquí, (señalándose el corazón) en todo esto, oreciéndome ... creciéndome .. , y me ha echado rafees, licenciado.

PIMNeISCO.-Las raíces eran de ·esperarse.

DOROTEA..-Fulm.os felices al principio, pero hace como un mes FRANCISCO.-<Vinleron las rafees.

UOROTEA.-No, vinieron las alas. Voló. Y por más que yo he estado rogándol~ y pidiéndole y llorándole, nada, Yo le suplico y nada; yo le escribo y nada, yo me hago la indiferente y nada ...

MI!31mL.-Náda, que tiene usted un campeón de natación. Pero no llore. Yo le voy a dar tm. gran cambio a su Vida. Yo le ofrereo a usted el mattimoni:i.

DOROTEA.-Eso mlsmo me ofrecía él al principio. Todos dicen lo mismo.

FRANCISCO.-Yo, se lo ofrezco tras una serla consulta. Será. usted una de las pocas mujeres que ha sido sirvienta antes de casarse. Las demás pasan a serlo despué:i.

DOROTEA.-¿Y su sefiora?

FRANCISCO.-Mi señora debe de estar contentísima con esto.

DOROTEA.-No puedo creer que usted se quiera casar conmigo.

F!RANCIBCO.-¿Yo? ¡Pero qué acémila! El de ... las rafees. ¡Pollcarpo!

DOROTEA.-¡E-se bandido! ¡Ay, licenciado, que me hace llorar de alegria.

FRANCISCO.-El me ha. autorizado para. ·filue le notifique que está dlspu~to a casarse.

DOROTEA.-¿OUándo?

FRANCISCO,:..:...~ fecha tengo que consuitársela. Lo llamaré en seguida.

DOI«:>TEA.-(Chillando.) ¡No! H.áblele usted solo. ¡Yo no quiero u~ varme un desengaño más frente a él! Es capaz dé arrepentirse.

FRANCISOO.-Venga acá. Por lo menos agUarde ahí a.dentro. Haolaré otra vez con él, y la llamaré J)lll"a. echarla en sus t?razos. ¿Cuál es ru nombre?

DOROTEA.-¡Tántosl El último, Oherle.

FRANCISCO.-¡Bonitol Ya la llamaré. Entre usted.

DOROTEA.-¿Meterme así en una casa ajena?

FRiA.N.CISCO.-Es cierto. BUscaremos un sitio para que agUarde. Yo la llevo; y tranqullicese, hija mía. (La acompaña a lateral derecha, ~tras que por ei foro entra Julia que c,ye ez resto cleZdiálogo.) Yo no "soy hombre que engañe a ningUna mujer. OUando yo le ofrezco matrimonio, significo matrimonio.

DOROTEA.-¿Por lo civil?

FRIANOISCO.-Por lo católico, Oherle. (Mutis los dOs por la derecha.)

JULIA.-¡En su propia casa! Casi me dan ganas de no avisarle el pellgro en que se encuentra. Si no fuera porque se trata de Miguel ... (Entra Policarpo por la iZfJuierda.)

POLIOARPO.-(Creyendo que Francisca está en el bufete.) Ya está todo arreglado, (Al notar a Julia.) ¡Oh, dispense! ¡Muy buenas tardes!

JULIA.-(¡El del retrato!) ¡Tanto gUStot Vine precisamente para co-:.. nocerle. Espero que se interesará. vivamente en mi caso.

POLIOARPO.-(Extrañado.) ¿Usted sabe con quién habla.?

JUILIA.-Naturalmente. Se presta usted muy bien ,para. la fotografla.

POLICARPO.-(¿Me estará flirteando?)

JULIA.-Yo sé que usted se interesará por mi. ¡Soy tan desgraciada! Mi marido es un ogro.

POLICARPO.-(El tipo clásico de la incomprendida.)

JULIA.-Usted tiene que defenderme contra mi marido.

POLICARPO.-(Esta mujer es un tren expreso.)

JULIA.-¿Se negará. a proteger a una pobre mujer Indefensa?

POLICA!RiPO.-¡ Qué voy a negarme! La tomo a usted inmediatamente. . . bajo mi protección.

(Entra FranciSca por Za derecha.)

FRANCISCO.-¡Amiga m!al Un momento. Déjeme avisar a. Rosita.

JUI..iI.A.-(Sorprendida.) ¿Rooita está?

FRANOISOO.-¡Oh, sil ... Déjeme avisarle. (Sale lateral izquierda,)

JULIA..-(Casi consigo misma.) ·¡Qué cosa rara es el amor! ¡Romper asi un matrlmonio respetable para arrojar a ·uno de los cónyuges a l"·vérrlgo de una aventura, local '-·

POLICARPO.-(Es la -tercera que se me declara en esta forma:>

JULIA,-¡Si yo P.Udiera evitarlo!

POLIOARPO.-No lo evite, hermosa, no lo evite. Al amor no le nacen alas más que una vez. {Porque tan pronto le nacen alza el vuelo.)

.JULIA.-(¿Se me ira a declarar?>

POLICARIPO.-!Le sucede al p.mor, lo que a la maripooa, que si no tiene alas es meramente gusano .Y si ahora nosotros podemos volar

JULIA.-¿Nosotros? ¿Dioe usted nosotros?

POLIOARPO.-,Juntos, altos, solos, contentos, trasatlánticamente ...

Jm;,IA. Oiga, mire, usted ...

.

(Entran Rosita y Francisco par la izquierda.)

JULIA.-( A Rosita.) Tengo que hablar en seguida contigo, Rosita.

ROSITA.-<Empieza. (Me va a dar el segundo capitulo de las honestidades.)

JULIA.-Escucha. (Llevándola a un lado.) Mi marido viene a matar el tuyo.

ROSrrA.-(Chillando.) ¡Virgen santislmal

FRANCISCO.- (Acudiendo.) ¿Qué pasa?

POLICMWO.-¿Qué pasa?

JULIA.-Nada, ya se 10/ dirá ella después. Déjenme que a.cabe de explicarle.

POLICARiPO.-(Retirándose con Francisco.) (A lo mejor le ha soplado lo del vuelo,) _

JULIA.-( A Rosita aparte.) Lo he visto yo misma, alú ab&jo, esperando que salga· tu marido para matarlo.

ROSITA.-¿Por qué? ¿Qué le ha hecho?

JULIA..-'Me cela de él.

ROSITA.-Si mi marido es incapaz ...

JULIA.-Tanto como inca.paz ¡Si tú hubieras visto .lo que yo hace un momento! Aqui mismo. ¡Un idilio!

FRANCISCO.-(lnterrumptendo.) Seria bueno ponemos de acuerdo rnbre el divorcio primero, y luego podrán ustedes charlar a sus anchas.

ROSITA.-No, va a ihablar primero conmigo. Tiene cosas muy importantes que decirme. Vente. Y tú, no salgas de este cuarto.

mANCISCO.-¿Cómo que no salga.?

ROSITA.-Te he dicho que no salgas de este cuarto por nada del mundo.

FRANCISCO.-¡Si no voy a salir, Rooital

iRJOOITA.-( A Julia.) Vente para que me lo cuentes todo.

JULIA.-¿Lo del mimen? - 29

ROSITA.-No, lo otro, que es lo interesante. (Salen lateri:iz izquierda.)

FRANCISCO.-¡ Oh, mujeres! Las mujeres son de dos clases, Pollearpo.

POLICARPd-Ya lo sé. Las propias y ·•las' que nos gustan:

FRANCISCO.-Pues hablemos de la. propia. . . de usted.. . E&tá aqui en esta casa. A~da que fijemos la fecha ~- .el..mat,lim~nio, que debe 1 -·, ser lo más pronto posfble. Usted comprenderá que en la situación en que está ella ...

POLICARP9.-~.1~ dice,en µ?]-tono~.. t J ¡ 1,.:nt;· •.

F1RANOI6cp.~p.;-,~!> hay-que.~~tr..~~e. Lo& amores son de dos-clases: los_que se quedan en las flores y los que echan raíces, y por su propio prestigio, por el buen nombre de ~lla, su hijo t~ene ·que ser 1).Il lµjo legitimo. ;,¡, ,

POLICA¡tPQ.~-:rU:n,hUo!. ,.-• 1---~ -

FIRANCISOO.--Si nac~n gemelos serán p.o.s, :tv-:

POLIC~O.-¡Imp~blel Yo le •.f.u.roque es iJ;n'P()I.U!Ji.e.

FRANCIBCO.-Lla?Ifémosla a ,el.l.a:

POLICARPO.-¿A !:1}a?,:~L.ver~. A otro que 1~ rapte. No, ¡Si la, veo soy capaz de desarraigarle el 1romanticlsmo para el resto de S\l vic;J,a..

FRANCISCO.-¡Cherle! ¡Ch~e!- . _

POLICARPO~Ni verla, he dicho. .,• .

FRANCISCO.-Venga acá, no- se -vro,a-. Su hijo hay que legitimarlo. ( Llamando.) ¡ Oheriel

POLICARPO.-A otro faldero con ese htiesó, amigo. (Mutis por el foro.)

PRIANCIBCO.-¡Qué infamia! ¡Se va! ( Entra Dorotea por la derecha.)

'DOROO'EA.-¿Me llamaba. usted?

FRANCISCO.--Se nos ha huido ·el•·pe.dre;

DOROTEA.-¿M:a.ndó tan pronto por el cura?

FRANCISOO.-Su novio. Se ha fugado ·pó.r-'ho·vérle,.

DOROTEA.-(Echándose a llorar.) Yo se ·10dije, que él ~.odia. ¡OJalá se mate! .. •

FRANCISCO.--Si, ojalá lo ~arro~ un camión. ¿Para cuá_ndo dejas tus rast~gos, Seí;?-;-t

(Se escucha una ct.etonación y gra1}-Ms gritos en la calle.J....

DOR~.-¡Licenclado, lo oyeron .en el cielol ~OISCO ...!...¡En el infierno! ¡Qué grlteria! No ha.y duda, lo ha matado un camión! ¡Buen pleito! Espere· aqui. Déjeme ver. (Sale P.Drel Joro.)

(Entran por la izquierda Rosita y Julia alarmadas.)

ROSPl'A.-¿Qué gritería. es esa, Franci500? ¿Y Francisco? ¿Dónde está Franclsco? Pero, ¿y usted, qué hace usted aqui?

JULIA.-&ta es ella. .

ROSITA.-¿La. que me dijiste? salga inmedilitaÍítente. Lárguese.

DOROTEA.---8i, yo vine aqui porque el licenciado me dijo ...

ROSITA.-Ya sé 10·que le dijo. Fuera.

OOROTEA.-Ya. me voy, señora. Pero cuando venga. el licenciado dlgale que el casa.miento que él me prometió ...

ROSlTA.-¡Fu.era.! ¡Fuera! (Dorotea va a decir algo pero se lo calla 11ac~ de salir por el /oro.)

JUiLIA.-¿Lo habrá. matado, ·&oo1ta?-·

RÓSlTA:-¡Franclsco muerto! ¡Con tan ma.l que me cae a. mi el luto! ¡•e~, qué hoJ:TOr!Recomiéndame una. buena. costurera. ¡Viuda, Julia.! 1,A quién engafio yo e.sora?

JULIA..-(Cast hablando consigo misma.) Lo vi ahi a.bajo. Pálido, fellno. Es?.l!ll'Blldo.que saliera Iasicthµa. por la ·puerta de esta ca.-,a.

ROSlTA.-iEstas segura. de que no era a Policarpo al que querJa µia,tar?

JULIA.-A tu nuui~o. Me -lo dijo el I)li.SmoFrancisco, que Miguel me celabá. deél.

ROSlTA.-¡.Ay, Julia!

JULI/i.-(Mu¡., _ne,:vipsa.) ¡Calma!

ROSlTA.-Es que se· ní.am:hará. todo esto eón la sangre. ¡U.na alfom'bra nueva! • ' •

• ) ~-Valor .. : vaIOr...

RlOSITA.-¿VG:lor? Cien pesos. ' (Entra Francisco por el foro.)

:FlRANCISCO.-¡Lo mató! ¡Lo mató!

JULIA.-¡Vivo!

FRANCISCO.-¿P.ero·cónío 1i; vi. a matar. vivo? -

·JULIA.-¡Quiero decir, usted:; usted vivo! ¿Y quién ha muerto, quién? Digamelo ligero, ·por favor. ¿QU{én, qulén?

FRANCISCO.-.Un hombre descónocido. Lo traen aquf. Lo mejor será que usted no lo vea, porque está. usted demasiado nerviosa.

JULIA.-No siendo mi marido ...

FRANOISCO.-Naturalmente. Retirese ahora, que ya lo suben.

JULIA.-( A Rosita.) ¿V.lenes?

:.ROSITA.-En seguida, déjame verlo.

JULIA.-Te aguar.do en la sala. (Mutis iiquierda.)

FRAN<:::JSCO-¡La pobre( Es su marido. A1?3-bade arrollarlo un Packard placa: (Sacand-0 unos apuntes) 8353. Propiedad de .-. ¡Con esto pleiteamos un afio! Ah! lo traen.

(Entra Policarpo cargando a Miguel, que viene inconsctente.)

POLICA:Em'O.-(llesde el foro a los que ie supane vienen con éZ.J·Gra.clas, ya. P.Uedoseguir solo. Pueden ustedes retirarse. Gracias. ( A Franc,f$co.) ¿Dónde lo ponemos? ..•

RiOSITA.-Aqui, aqu{. (Entre los tres lo acueitan en -el sofá.)

POLICA!RtPO.-Estaba en la acera de erúrente y no hace más que verme, cuando se lanza a cruzar la ca.lle con dirección a mf, completammite a.jeno al peligro de los vehículos. Lo atrapó el primer carro.

ROSITA.-¿Y la detonaelón?

POLICARJPO.-Una goma del a.utomóvll que estalló con la frena.da violenta-.·Gracias-a los buenoo-frenoo-de· ese•carro; no,-tlene-má.s- ·que--·1evesN• cóntuslones.

ROSITA.-Debe de ser que lo confundió a, usted con Francisco. ( A Francisco.) Este hombre venfa a matarte.

FRANCISCO.-¡ Cielos!

ROSITA.-A asesinarle ...

POLICARPO.-Esa era la cara que trafa.

:RIOSITA,..:...,Yu11a,.vino a a.v1sA:rm.elo.Que no ,salieras ... Que estaba apostado alú en frente.

FRANCISCO.-¿ Y abara? ¡Con ese criminal a.qui adentro! ¿Pero por qué lo subió? Ha debido dejar que se lo llevaran.

POLICARPO.-Usted fué quien me informó que se trataba de un amigo.

ROSITA.-{Gritancto.) ¡Ay!

PRANCISCO.-¿Qué?

ROSITA.-'Lo he visto moverse.

POLICA:RPO.-Ya vuelve en m.Déjeme darle un poco de agµa.

FRANCISCO.-i¡Nol ¡Que no despierte!

POLICARPO.- U&ted dirá. qué ·hacemos.

F!RlANCISCO.-¿Qué hacemos? Tírelo por la ventana antes que despierte.

ROSITA.-(Chillando.) ¡Ay!

FRAINCISCO.-Por amor de Dios ...

ROSITA.-Escóndete. Vete. Ha movido un brazo. Vete, ligero. Usted, Pollca.rpo, quédese con él. Convénzalo de que debe irse. Que yo no deseo enviudar ahora. Convénzalo

(Mutis izquierda con· Francisco.)

POLIC_;ARPO.-¡Y se van stn decirme quién es! Ni por qUé querla matarlo. Ni por qué lo cotúundió oonmigo. (A Miguel sacudiéndolo.} ¡Ea! Vuelva usted en sf, hombre. ¡No es para tanto! No le han dado más que un revolcón. (Para sí.) ¿Y qué le <ligo yo cuando despierte? ¡El pobre! Le molestará. mucho ~ste golpe en la: naJiz. (Sacudiéndole los pantalones.} Se le ha llenado de polvo el traje; ¡Attemeterle a• un auto de cuarenta caballos do fuerza!

-:-;~

M.IGUEL.-(Volviendo en sf lentamente.) ¿Dónde está. ese granuja? ¡Ay, esta pierna le. debo ele t.ener rota!

POiiI.CA:R:PO.-(Ha quedado a la espalda de Miguel, por lo cual éste no puede verlo, aunque de cuando en cuando hace esfuerzos para ello.) Se ha. marchado, amigo mfo;•ha hufdo. Déjeme ponerle este cojín para ·que-esté más cómodo ... As1. .. - ¿Eh? Muy bien. Arremetió usted contra fuerza superior: cuarenta ca:ballos.

!MIGUEL.~f. estoy molido' a patadas.

POLICARPO.-se ha ensucia.do usteil-1os pantalones·: maUEL~'fPalpañdose.; ¿ElÍ?

POLICAR.PO.-I.e. cosa.:fué tan tremenda que hiís'tá-.se"'oYóuna detona.clón. ¿No nota una molestia en la nariz? ,.

MIGUEL.- ( Aspirando profundamente.) Narcisos negros.

POLICARPO.-¿No tiene contusión ninguna.?

l\.llGUEL.:C.:.EIcorazón;Jel1triñón, el "pUlmón, el esternón~ algún que otro chichón .... ( Acordánd:oile.J Lo nm.to,lo mato y lo mato. (Que1á1ic1osede una pierna.) ¡Ay! Está rota. A mi no me engaña ningún badulaque.

POLIC.A!RiPO.- Ah, ¿conque 'Jo engafia?

MIGUEL.--Con mi mujer.

POLICARPO.-Hace bien.

,~G~.-¿C~Il_l;O que h;tce bien? , POLIOÁRPO--Ha.oe usted bien. Cómale la asaqwa.

MIOUEL.-Me estallan- los sesos cuando· pienso en ello.' Enamorarse d,e ese tipo imposible ml mujer;-!Joven, hermosa, •simpática, ·elegante.~.

POLICARPO.-Si· usbed mé" qtüsiera:: ruir su nombre y áireécióh...

MIOUEL.-¡Ay, qué piernas! .

POLICARPO.-Me las imagino, deben de ser colosales. ••• • ,. ·"' .

MIGUEL_-Estns, hombre, éstas, Que 19,S,te~go~h~cihas harJila, Pero como yo coja a ese saltea4or de hoga:i:_es,e. .ese ladrón de la felicidad doméstica ... ¡Ay, el estómago! ...

POLICARPO.-¿Ta.mbién le duele el estómago?

MIOUEL.-¡Ay, el estómago se lo coso a tiros!

POLIOAR.PO.-Olvide eso.

MIOUEL.-¡Imposiblef ¿Cómo voy a olvidar una ·cooa. que l'a.'llevo constantemente en la frente?

POLICARPO.-Yo le ayudaré entonées a btl8Car a tlpo, para que se le despeje la :frente. • • 11,fiOOEL.-¡Amigo mio! Déjeme que lo .llame mi amigo.

POLICARPO.-¿Decia usbed que su mujer es muY,hermosa? MIGUEL.-Hermosísima.

POLICARPO.---Si, seremos muy buenos amigos. -

MIGUEL.-Usted me ha auxiliado; me ha recogido inconsciente del suelo ... Permitame estrecihar su mano ... (Policarpo satisfecho~se seca las manos con su pañuelo para ir a saludarlo.) Rermítame estreCJharla con esta ma.¡o que ha de romperle la tráquea a ese infame ....

POLICARPO.-( Aplau,Uendo.) ¡Muy bien!

MIGUEL.-A ese canalla del bigotito ... de los espejuelos ... del pelo rubio

POLICARPO.-¿Cómo?

M:IGUEL.-¡ Cuánto gozaría yo destrozando ese cha:leco a cuaarosl

POLICARPO.-(¡Mi madre! ¿Qué es esto?) Dice usted que bigotito, espejuelos, pelo rubio, chaleco

MIGUEL.-Hasta que no los vea adornando un cadáver no estoy conforme.

POLICARPO.-¿Bastón .también?

MIGUEL.-¡Ah, usted lo conoce! Venga acá, dé la vuelta, déjeme estrecharlo en mis brazos. . . Quiero retener .por siempre los rasgos dP 8U rostro en mi memoria.

POLICARPO.-Pe ... pe ... pero ... pe ...

MIGUEL.-¿Tiembla usted?

POLICARPO.-De rabia ... de rabia contra ese granuja.

MIGUEL.-¡Oh, usted va a gozar cuando yo le eche el guante al cuello! ...

POLICARPO.-Pe ... pe ... Pero una cosa ... Usted ... usted esta seguro seguro de quién es que quiere ma. matar?

MIGUEL.-¡Cómo no voy a estar seguro, demonios! A ese mamarracho del chaleco, el \del pelo rubio, el amante de mi mujer. Hágame usted el favor. Ayúdeme a levantarme. Menos mal, aquí tengo el revólvier todavía Lo mato porque lo mato. Hágame usted el favor, deme el brazo ... Primero levanto est.a pierna y después la otra ... y luego la otra ... y andando... andando ... que la Virgen lo va ayudando... (Policq,rpo, que había estado tan confuso que no sabía qué hacer, se ha desaparecÍ(U) en puntillas por la puerta de la izquierda, ca.mbiando el paso a compás con las últimas palabras de Miguel.) Há,,orune usted el favor, ayúdeme ... Esta pierna ... (Consigue al fin incorporarse un poco 11volverse.) ¡Se ha ldo! ¡Eh, amigo! ¡Rayos! ¿Por qué me deja Solo? (Gritando.) ¡Eh! ¡Eh! (Rosita asoma la cabeza por lateral izquierda.) ¡S1 ro.e costará entrar a tiros aquí para que me oigan! ¡Eh!

(Entra Rosita por la izquierda.)

ROSITA.-¡Querido Miguel! (A éste lo mareo yo.) ¡Quertdísimo amigo! ¿No ha sido nada, verdad? Un ligero acdidente sin consecuencias. Tte,

ne usted una constitución tan fuerte, tan varonil. (Se le -sienta al lado.) ;JesúS, con esos músculos, debe de dar usted unos abrazos!

MIGUEL,-¿Dónde está ése? El que estaba aqui conmigo hace un momento. ¿Y !dónde está. el otro, el amante de mi mujer?

ROSITA.-Usted y yo estamos ... solos, Solitos en la casa. No sabe usted ei susto que me ha dado su acoidente. Cuénteme las pulsaciones ... (Trata de acercarle la cabeza al corazón.)

MIGUEL.-Yo ahora tengo la mente en otra parte, amiga mia.

ROSITA.-Póngala usted aqui un momento. (Reclina la cabeza de él sobre su pecho.) Antes que todo, usted es méJ:iico. (¡Ay, pero esto no ~s medico nada! ;se ha puesto a contar de veras!) ¡Me da unos saltos el corazón! Tengo un movimiento irregular ~n él, ¿verdad? Con toda franqueza, doctor: ¿A usted le gusta mi movimiento?

MIGUEL.-No me parece mal.

ROSITA.-(Más acaramelada aún.) Doctor, ¿usted no sabe si hay algún remaclio para el corazón?

MIGUEL.-¡Ayl

ROSITA.-¿Cuál?"

MIGUEL-La derecha. La tengo triturada.

:RIOSITA.-Yo le ofreuo llevarlo a mi cama.

:M;IGUEL.-No tendría fuerzas para tanto.

ROSITA.-Usted debiera estar acostado. Nadie lo molestará.. Esta:i.nos solos. Vea: estos pantalones hay que arreglarlos, llmp!arlos, plan:iharlos. Ha roda.do ust.éd: ppr la calle. Se los quita y yo se los arreglo, Y coino mientras tanto estaremos· solos (A éste le quito yo el revólver de alguna. manera..)

MIGUEL.-Su.s atenciones merecen. . . merecen que yo en su obsequio ...

ROSITA.-Dejémoµos de obsequios ahora. Yo lo nevo a usted ;1 la· cama.

l.\llGUEL.-Realmente, una cama me vendría d-e perlas

RÓSITA.-¡Miiguel! No me ttente hablándome de obsequios ... y de perlas

'.MIGUEL:-¡Huml <Esta..·mujer le anda buscando cinco ples al gato.) IAcordánd-Ose cte pronto.) ¡Lo mato! ¡Lo estrangulo!

ROSITA.-¡Qué encantador es-un hombre celoso! Si yo encontrara uno as[, le pondría mi coraron a sus pies.

MIGUEL-(Pensando en su venganza.) Lo pateo. ( Aclarando.) Al del chaleco.

ROSITA.-¡No piensa usted más que en ese hombre! Piense un rato en ... Vamos ... ( Ac~cánaose.) En cosas más a la mano: .. el calor del vivir ,en las venas el temblor de la emoción en el pecho ...

MiIGtmL.-Tem ... tem ... temblor, si. .. temblor ... (Esta mujer me tiene hecho un seismógra!o.)

R.OSITA.-(Casi ofreciéndole la boca.) Piense usted en la copa de la dicha .en los la:bios

.M¡IGUEL.-(¡Nalda, ésta le va a. encontrar ocho ples al gato!)

ROSITA.-( Ayuddndolo o levantarse,) Venga usted. Reclinese sobre mf. Asi. Usted se acuesta mientras yo le arreglo los pantalones. ¿Se los quita.? •

MIGUEL.-No hay •hombre tan poco complaciente. Pero está usted segura de que estaremos solos, ¿verdad? (En la puerta ya.) (¡Lo juro, cien ples le salen 1) ( Mutis los dos por la derecha.)

(Por el foro entra Efvira, sofocada y compungida.)

ELVIRA.-¿Dónde estará el cadáver de tio M¡lguel? (Gritando fuerte por lateral izquierda.) ¿Dónde han colocado los restos? ¡Tate, tia Julia.J ( Acude J'Ul.ia por lateral i;:quierda.)

JULIA.-¿Qué haces aqui, muchacha?

ELVIRA.-¿Dónde han P.Uestoel cadáver?

JULIA.-Parece que ya, se lo llevaron.

ELVIRA..-Pero tú ... ¿Tú te _quedas tan tranquila? ¡Pobre tia!

JULIA.-¿Cómo pobre tio?

ELVIRA..-Jul!a, la conciencia me atormenta. ¡,Si yo lo hubiese dete" nido a tiempo no hubiese ocurrido esta catáStrofel Corrí como una gacela, pero en vano. En la calle me lo han contado todo. ¡Muerto, Julia, muerto!

JU'LIA.-¿Qulén? Sospecho algo horrible. ¿Quién?

ELVIRA.-¿Ah, tú no lo sabes? Los huesos se le hicieron alfileres.

JULIA.-Si, pero ... ¿quién? ¿Quién es la victima?

ELVIRA.-Los ojos se le saltaron de las órbit.as.

JULIA.-Por Dios, dime, dime quién. es la victima, pronto, dtme.

ELVIRA.-Oyelo, acércate; sobre los hombros le caía la masa encefálica ensangrenta/da.

JULIA.-¡Oh, qué horrorl-Dime, por favor, quién, quién es la victima. ¿Quién?

ELVIRA.-¿Quién :va a ser, desdichada? ¡Tío Miguel!

JULIA,-(Desmayánd.ose.) ¡Aire! Me desmayo, Elvira. Sujétame. ¡Aire!

ELVIRA.-(Llamando.) ¡Eh, socorro! ¡Auxilio! _¡Que se ha desmaya.id.o! ¡Buena la ha hecho ésta. ¡Yo que me pensaba desmayar ahora! (Francisco se asoma por la izquierda con el mayor de los cuidados.) ¡S'ociotrro! (Entra Francisco.) •

FRANOISCO.-{Por Miguel.) ¿Qué, voló?

ELVIRA.-(Por JuUa.) Aterrizar es lo que quiere, ayúdeme.

mANCISCO.-¡Un sincope! (Comenzando a desnudarla.) Qultémos-

le todo .este exceso de trapos, (Suspendiendo su labor.) Mejor sería qu.e usted. . . Allá en la. habitación. Vamos, por aqui, al cuarto de la derecha. Lo que necesita es fresco.

ELVIRA.-¡Fresco! (!Mutis cargando a Julia por la primera puerta de la izquierda, que no se había usado aún.)

FRANCISCO.-Bueno, y esta ohiquilla:, ¿quién es? Porque me ha dicho fresco de un modo. ¿Y dónde ha ido a parar M;lguel? Porque es_ capa~ de soltarle un balazo a cualquiera:. ¿Se habrá escond:ido para cogerme de sorpresa.? (Policarpo, qUe ha entrado con el mayor de los cuidados, le toca en el hombro.) {Francisco, tembloroso, se persigna, sin atre1!er a volverse. Nuevo toque de Policarpo con igual resultado.)

POLICARPO.-(Muy bajo). Soy yo.

FRANOIBCO.-(Volvíéndose al fin.) ¡Por las barbas de Solón! ¡Haberlo dicho ante!

POLICARPO.-(Tembloroso.) ¿Dónde está?

FRANCISCO.-Ya estoy cansadp de porfiarle que no es a ust.ed al que busca, sino a mi.

POLICARPO.-No, no, le !digo que a mí. Me lo ha dicho él.

F.RlANCISCO.-¡Qué sabe él, hombre! Se lo ha dicho jncon.sciente.

POLICARPO.-Xo me voy.

FlRANCISCO.-No; hasta que 110 se ac~are esto, no.

POLICARPO.-Se ... (Le hace señas de que viene alguien.) Se ... (Le sigue naciendo señas de que oye pasos, mientras se retira de espaldas describí~ndo un gran circulo, pero Francisco no comprende) se acerca ;alguien! (Mutis por la izquierda.)

FRANCISCO.-(Horrorfzado.) ¿Eh?

ELVIRA.-(Entranl!o.) No puedo, en realidad no puedo ...

PRANCISCO.-¡Ah, vamos! Era usted. Pues yo le voy a demostrar que yo puedo. Yo la acuesto. Yo la desabrocho. Yo la desnudo. . . Yo la ...

ELVIRA.-¡Fréne&e!

FRANCISCO.-Yo le doy adre, yo le doy agua ...

ELVIRA.-Dele también -gasolina y el servicio está completo_. Pero 110 hace falta. La he dejado sin ropa.

FRANCISCO.-Como ust.ed ldlce que no ,puede

ELVIRA.-Que no puedo.soportar esta pena tan grande ...

(Entra Rosita por la derecha con los pantalones de Miguel en za. mano.)

ROSITA.-(Blandiendo los pantalones.) ¡Aqui está! (Viendo a Elvira,) ¡Oh, usted en nuestra casal

ELVIRA.-Qulse evitar un homicidio.

ROSITA.-Ya no ha.y que evitar muda. (Por los pantalones.) ¡Aqui está!

ELVIRA.-¡Los de tio Miguell

ROSITA.-Un hombre sin pantalones, es un león sin garras,

ELVIRA.-¿Cómo lo inhuman? ¿Envuelto en la bandera?

ROSITA.-¡Qué va.! Ahí está encerrado. Vivito, ;pero sin garras.

F'RANCISCO.-(A Rosita.) Trae, trae. ¿Está ahiel revólver? SI, aqU1. fLo saca y se lo pone en su bolsillo.) Espera. Déjame ver si hay alguna bomba. ¿Qué es esto? ¡Un, retrato! ¡El retrato! ¡Ah, el retrato!

ROSITA.-(¡A!hora sí que la hice buena! ¡Yo que me había olvidado!)

ELV]RA.-(¡El retrato de Policarpo!)

FRANCISOO.-(Llamanda.) ¡Policarpol ¡Policarpo!

ROSITA.-Más bajito, por Dios, que te puede ofr.

FRANCISCO.-Para eso lo hago, para que me oiga.

RJOSITA.-¡Que te puede oír M!iguel!

F'RANCISCO.-¡Sh! ¡Shl No escandalices. (Llamando muy bajito.) ¡Policarpol

ROSITA.-Asi no te oye un tísico. (Llamando.) ¡Policarpo! (Policarpo entra por la izquierda con mil precauciones.)

POLIOARPO.-(Por Miguel) ¿Dónde e~tá?

FRANOISCO.-(Por el retrato.) Aqui está.

POLICA:RPO,-(,M¡e salé. ¡El retrato!) (Viendo a Elvira.) (Me acabé de salar, la niña inocente.)

ELVIRA.-( A Francisco.) ¿Se puede saber por qué le interesa a usted tanto ,ese retrato?

FRANCISCO.-¿Que por qué me interesa? ¿Es usted inocente o qué.? Yo quiero saber por qué, para qué, con qué, tras qué, en qué, entre qué, sin qué, y sobre qué, le envió Policarpo ese retrato a mi esposa.

ROSITA.-¡Que te oye! ¡No grites tan duro! ¡Pedal suave!

FRANCISCO.-Pues vamos al comedor, que es lo que más lejas queda. Allf lo arreglaremos.

ELVIRA.-Yo necesito vez. y voto en este asunto.

FRANOISCO.-(Comenzando a objetarle.) Señora o señorita ...

EL VIRA.-( Interrumpiéndole.) Ambas cosas.

FRANCISCO.-(¡Qué fenómeno!)

ELVIRA.-Ambas cosas, voz y voto. Yo tengo mucho que decir.

POLICARPO.-Usted a quien tiene que decirle Riucho es a sus padres. ¡Y usted sabe muy bien por qué se lo digo!

ELVIRA.-¡Lo que me faltaba por oír!

POLIOARPO.-Y quieró advertirle que yo no tengo ningún hijo, ni ninguna hija, ni sobrinos, ni parientes ...

ROSITA.-Ni madre.

POLIOARPO.-Si, soy hasta huérfano. ( A Elvira.) Conque a otro que se trague el anzuelo ..

ELVIRA~¡Polimnelus!

FRANCISCO.-¡Pedal! ¡Ptedal suave!

38 - LUIS RECHANI AGRAIT

POLICARPO.-(¡Si se habrá creído que vamos en bicicleta!)

FRANOISCO.-¡ Al comedor! Que todo el que quiera gritar pueda hacerlo a .gusto. Por ese pasillo. Pase ... Pase ... Y no te dejes los pantalones, RoBita.

ROSITA.-Aquí van los cuernos del búfalo.

FRANCISCO.-¿CUernos? ¿Dónde?

ROSITA.-(Por los pantalones.) Aqui, hombre, aquí. (Mutis todos por la izquierda.) ( Julia asoma la cabeza, luego de haber quedado la escena un momento sola.)

JULIA.-(Llamando muy bajo.) ¡Rosita! ¡Pst! ¡Rosita! ¡Elvira! !Surgiendo temerosa, vestida con una pijama de Rosita.) ¡Nadie! ¡Si me habrán dejadG>sola y sin ropa! (Llamando con miedo descte Zas puertas.) ¡Rosita! ¡Eiviral ¡Sola! Se han olvidado de mi. ¡Seguramente estarán en el entierro! ¡Pobre M'.iguel! ¡Si desde ultratumb¡i, me pudiera ver a mi asi con una pijama de •Rosita, en una casa ajena! tY todo por culpa mia! Porque si yo no hubiese intentado divorciarme, él no hubiera tal vez tratado de matar a Francisco. Que Miguel me perdone el pensamiento, pero, ¿por qué no seguiria yo el calll410 del rio? (Se enjuga una lágrima. Llama por teléfono.) M'e da la compañia de los Taxis Azules ... ¿Los Taxis? -Hágame el favor de enviar uno en seguida a casa de del Rio. (Levantándose.) Y ahora a busciar qué echarme encima para salir. Esta casa. me trastorna, me parece como si fuera a ver el espíritu del pobre'Miguel, caminando por ella. (Mutis primera lateral iZquierda. Apenas ha salido, entra Miguel con una pijama de Francisco.)

MIGUEL.--.¿Dónde rayos ha ido a. parar esta sirena con mis panta!ones? ¡Ni que los estuviera haciendo de nuevo! Gracias a este hallazgo, (por la pijama) que realmente oscila entre París y Broadway... (Suena el timbre det teléfono. Contestando.) ¿Qué. hay? ¿Qué hay? ¿Qué hay? ¡Demonios! ¿Se fueron? ¿Quién llama? Nadie. ¡Maldita sea! (Cuelga.) ¿Y mis pantalones? (Llamando.) ¡·Rosita! (Suena el teléfono otra vei.) No. Ahora a coger a otro. (Llamando cariñoso.) ¡Rosita! (Mutis por la puert~ del f<Yro.)

(Suena el teléfono, y entra Julia a contestar.)

JULIA.-Si. Si.-¿La Compañia de los Taxis? Si. ¿Que han llamado a tres partes? Oh, perdonen si les he hecho llamar a tres del Rio para averiguarlo. Les quise decir Frana!sco del Rfo, en Francia. 37. Estaba muy nerviosa. Envien el carro pronto. (Mutis derecha.} ( Apenas ella ha sala<to entra Miguel.)

MIGUEL.-(Señalando el teléfono.) Si hay algo que se equivoque más que un médico, ahi lo .tenemos. (Suena el teléfono.) Allá. vuelve. Lo que no vuelve son mis pantalones.

(Entra Rosita.)

ROSITA.-Usted e.qui y ¿no atiende el teléfono?

M:IGUEL.-¡Oh, no se ocupe! Es una majadería. ¿Seguimos solos?

ROSITA.-(\Mielosa.) ¡Jesús, qué preguntas tiene usted!

MIGU:EJL.-Si usted se quisiera sentar un momento conmigo, le iba a hacer otras la mar de interesantes,

ROSITA.-(En menudo lío me he metido yo ahora.) (Se sienta en el :;ofá con él.) ¿No serla mejor que volviese allá, al cuarto en lo que termino con su ropa?

M¡IOU:I<JL.-¿Aque no sabe de qué color tiene usted los ojos?

ROSITA.-(¡Nos salvamos! ¡Amor oculista]) Mire, Miguel, supóngase que mi marido y su esposa. nos vieran aquí en esta forma. . . ( Suena el teléfono.)

MIOUEL.--<Deje. No conteste. Estamos solos. Complekmente solos. (Entra Julia a contestar el teléfono 11 se queda de una pieza al verlos amartelados.) ¡Se respira.aquí un aire de soledad tan embriagador! (¡ Qué cara pondría mi mujer si nos sorpr,endieral) ¿No siente usted cuando está. junto a mí u~ voz intima, muy íntima, una voz cordial.

JULIA--¡M.lguel !

ROSITA.-(¡La voz!)

MIOUEL.-¡Túl

ROSITA.-(¡Si llega a esperar lo que yo iba a contestarle!)

JULIA.-(¡Y no es espíritu! ¡Un espíritu no anda en pijama.si)

M!IGUEL.-¿Y esa pijama? ¿Qué clase de casa es ésta? ¡Rayos! ,:Dónde están mis pantalones? ¿A quién tengo que matar? ¡Ligero! ¿A quién? ¡Pronto! ¡Lo hagQ viruta! ¿Dónde? (A Julia.) No, pero si a ti es que yo debo beberte la hemoglobina. (Se abalanza sobre Julia pero en el camino se lastima la pierna.) ¡Ay!

iRlOSITA.-¡Socorrol ¡Socorro, que la mata!

MIGUEL.-(Por la pierna.) ¡Ay! ¡Ay! J~l"o maldita sea mi suerte! ¡La mato, la estrangulo!

(Entran Francisco, Poltcarpo .Y Elvira-)

FRANCISCO.-¡La fiera suelta!

POLICARPO.-¡Sujételo, licenciado!

ELVIRA.-¡Tío!

MIGUEL.-(Viendo a Poltcarpo.) ¡Tú! ¡El del bigote! ¡Ah, bandido! ¡Tú fuiste el que la trajiste! ¡Date por muerto! (Avarzza. hacia él.)

POLICARPO.-¡Licenciado, sujételo!

FRANCISCO.--lBJos!ta, sujétalo.

MIGUEL.-( A Policarpo.)-:-H'asta que no te patee el esófago no estoy coruorme.

FRANCISCO.-Puedes soltarlo, Rosita. No era a mi.

ROSITA.-(Sujetando a :Miguel.) Conténgase, amigo.

MIGUEL.-No me contiene un dique holandés.

FRANCISCO.-Yo apelo a su ca:ballero.sidad, yo apelo a su sereni" dad, yo apelo ...

POLIONRPO.-El abogado apela.

MIGUEL.-( A Rqsita,) Déjeme patearlo.

ROSITA.--'Lo mejor es que usted le pegue un tiro. Péguele una bala -al corazón ...

POLICARPO.-(A Francisco.) ¡Por Dios, que veo que nos la pega!

ROSITA.-( A Miguel.) Vamos a buscar el revólvier.

FIR/ANCISCO.-(Con el revólver en el bolsillo.) Sí, llévalo a buscarlo.

MIGUEL.-¡Mi revólver! ¿Dónde están mis pantalones?

JU.LIA.~(A Francisco.) ¡Presente la <lemanda en seguida! No se ol" vide. (A Polícarpo.) ¿Y usted tendrfa la bondad de acompañarme a casa? ·Un taxi debe estar esperándome abajo. p-saré alguna ropa tuya, Ro" &ita, algún abrigo.

MIGUEL.-¡A casa! ¡Los mato a los dos! ( A Rosita.) ¡Déjeme.

POLICARPO.-¡Vamos, señora! •

JULIA.-¿Vienes, Elvira?

POLICARPO.~No, ella tiene que contestarle a su tío algo muy impar" tante ... (:Mrutis por Za izquierda con Julia,)

ELVIRA.-¡Dios mío! ¡Cómo me injuria! (Se echa a llorar.)

MIGUEL.-¡Suélteme! ¡Lo mato! ¡Le extraigo el hipocondrio!

ROSITA.-¡Los coge allá jtmtos! P.?ro estése quieto ahora. Vistase primero.

MIGUEL.-Es cierto. ¡En m1 propia casa! ¿Dónde están m1s pantalones?

ROSITA.-Véngase, cojea usted. Déjeme acompañarlo primero al cuarto. (Mutis los dos por la derecha.)

FRIANCISCO.-Vamos, señorita, no llore más.

ELvmA.-¡Policarpo insultarme a mi! ¡Ingrato, lo odio!

FRANCISCO.-Si es asr, tradw.came el I Ni Equfi. . . Usted dijo ahi adentro que sabia lo que significaba,

ELvmA.--JEso quiere decir: ¡A la única mujer de mi vida!

FRANCISco.:-¡Bandolero! ¡Al fin tengo la evidencia! ¡Yo soy quién lo voy a matar! ¡Y ahora mismo! (Mutis por la izquierda, revólver en mano.)

(Entra Rosita confundida, buscando los pantalones.}

ROSITA,-.¿Qué se me han hecho esos pantalones? ¿Dónde los habré puesto que no me acuerdo? (Llamando.) ¡Francisco!

ELVIRA.-¡Acaba de salir como un energúmeno!

!ROSITA.-¿Qué? ¿AlgUna factura mta?

ELVIRA.-Va a. .matar al amante <le "la única muJer de mi vida."

ROSITA.-¿Eh?

(Entra Miguel.)

MIGUÉL.~i Mis paiitalq~~s! .iP.f· ~ioi, ..mis• iaµhlí9~¡s{~}f --~~~t~.:. que corre por el Joro.) ¿Los va a buscar uste_!f? . .~;..-: .•.. , ., • .ROSITA.----'¿Yo? Yo voy a. llevar a mi niariá.o"a.1 JiÓ.spitál'._-¡Po'rque seguro que P·ollca:rpolo de~cuader~! _(Mutis.'pÓr ;el.f<:1'.'!) ,r,-,,.:::····· 1

MIGUIDL.-¿Y yo? ¿Y yo? ' • .;•.·•

,ELVIRA.-¡Tio, no te pongas así! ¿Te doy un ".as!) d,e_.agua?.¿~ué te puedo dar?

MlGUEL.~Dame los pantalones. ....

ElLVIRA.-¡ Tfo_l ,• . •:· .... . ; ,

MIGUEL.-(Chillando exasperado.) ¡Mis pantalones! ¡~ pan-. talones!

(La misma decoración del primer acto, media hora despµés. P.olicarpo está solo, esperando i111.paoienteque Julia se c(Lmbie la ropa. con que vino de casa de Rosita.) • • • • '

POLICAR.PO.-Es que me ciego. Es que me aturdp. Basta. qµe una mujer me sonría, para que no sepa lo que hago. ¡Dejarme meter en esta madriguera! Y la muy indiferente no se da prfsa. La Ílamá!é. •('Se acere<aa la puerta del cuarto de Julia y cuando va a llamarla se arrepiente.) No, creerá que tengo miedo-de que su marido me pille aqui mi~ntras ella rn cambia la pijama con que ha venido. ¡Qué troglodita tiene esta mu~er por marido! Necesito hablar con del Ria en seguida, para qúe :él le explique todo a este hombre. Ahora que Julia mé ha contado el ·Jío que él se trae con Dorotea, lo ... lo ... ¿Eh? (Se: calla al v'er entrar a lJordtea.J

DOROI'EA.-¡Don PÓiicarpo! ¿Usted aquf todavia? • • ' •

POLICA!RJPO.-He venido en un taxi con la señora. • •

DOROTEA.-Yo vine a buscar mi ropa. Y hubiera ll!!gado antes si no es porque en el camíno ·me han detenido.

POLICARPO.-Descuide, yo la sacaré absuelta.

DOROI'EA.-¡Oh, no es eso! Me pararon él me paró nos paramas ...

POLICARPO-La Gran Parada completa.

DOROTEA.-:Mie paró mi novio en la calle y tuvimos una conversación. ¡Tan .buena! (¡Como qu.e quería que siguiera con él ·verlo revelar unas placas!) Don Pollcarpo ... Don Policarpo.:. •.¡me. caso·! • . .. '

POLICARPO.-Ya me habían contadq. t •• -:.-

DOROTEA.--'¡Ave Maria, cómo se corren. las :goticias! . , i

POLICARPO.-Dorotea, ese hombre con quien usted ha hablado hace un rato no le conviene. Ese hombre la engaña. ••• •

DOROTEA.-Eso crefa yo antes, P.Cl'O después de hablar con don Pranclaco, me encontré ... con que la verdad era otra.

POLICARPO---No ~e deje lleva.r por las palabras.

DOROTEA.-tte h!nklo pnlebas de que me qUiere; casi me ha llorado. No quiere nada más que casarse. Mire, me alcanza en la. calle, me p&l'8 y me dice

POLICA:RPO.-{Remedando a Francisco.) Palomita timlda: tienes dos encantos distintos: el primero ...

DOROTEA.-Déjere de bromas, don Polica.rpo. Lo que no me explico ilB,por qué el licenciado me engañó. Me habló de matrimonio y no era verdad.•

POLICARIPO.--,Eso me parecía. a mf.

DOROTEA.-Y después me dijo que todo se habfa. descompuesto, que ya no babia. casamienro, y tampooo era verdad.

POLICARPO.-La. verdad, enronces, ¿cuál es?

DOROTEA.-La de la calle. Alli fué la verdadera palabra de matrimonio. Nos casamos esta noche.

POLICA:RPO,___.:¿Estamisma noche?

DOROTEA~Dentro de unas horas.

POLICARPO.-¡Con usted! ¡Esta noche! (Apre;tá.ndola de amoa abajo.) (¡Y el m~y _hlperbóllco decfa. que estaba de banquete!) (Entra Julia.)

JULIA.-¿Tardé mucho en cambiarme?

POLICARPO.-Cuatro siglos. . . con las ganas que yo tenia de verla • .TULIA.-{Vfendo, a Dorotea.J ¿Y usted, qué hace a.qui?

DOROTEA.-Vine por m1 baúl.

POLICA:RPO.~ casa.

JTJLIA.-Yo fui quien se lo cont.é a usted.

POLICAIRPO.-Pero va de veras. Se casan dentro de unas horas.

JULIA.-¿Dentro de urut; horas? ¿Usted se atreve?

DOROTEA.-¡.Ay, señora, la; que más y la que menos se atreve!

JULIA.-Mlre, váyase a recoger sus cooas.

POLI~.ARPO. Una. pregunta: ¿después que le P.ropuso el matrimonio, no le dijo nada. más?

DOROTEA.----Después quería. que fuese a su cuarto obscuro. . . para que viera cómo es que se revela en le. obscuridad. Porque a la luz del dia no puede revelarse.

POLIOARPO.-¡Se gasta una cé.marn. secreta!

DOROTEA.-¡Oh, no es secreta! ¡No hay sirvienta de este barrio que no la conooca de arriba: abajot Bueno; que no las conozca, porque son dos. La de la. derecha. generalmente la usa. para los trabajos de busto oada más. Pero las dos son. magnificas para la reproducción. (Mutis por el /oro.j

POLICARPO.-¡ Cómo se quieren 1 ¿Serla. usted ca.paz de amarme a mi en esa forma?

JULIA.-¿Se olvida. de ?wt¡l.guel?

POLICARIPO.-Yo tengo que hacerme amigo de su marido. Siendo usted su mujer. me hago intimo de un gorila.. Para acercármele tengo ya una idea maravillosa.

JULIA.-¿Culll?

POLIC.MWO.-¡.Mara.villosa.I Mara ... ma ... ¡mamá! ... (Haciéndose seña de que alguien viene.) ¡Su marido! Yo me coloco detrás de ese sillón; ust.ed se lo lleva para el cuarto, y yo ... yo me escurro. (Se oculta tras un sillón.)

(Revólver en mano entra Francisco, que queda de espaldas a donde está Polfcar:¡ro.)

FRANOISCO.-¡Lo mato! ¡Lo mato! ¿Dónde está ese bandido, ese degenerado, ese pillo?

JULIA.-Mi marido está. fuera.

( Polfca.rpo sale de su escondite al ver que sólo se trata de Francisco, que sigue de espaldas a él.)

mANCISCO.-¡Pollcarpol ¿Dónde está? Sepa. usted, señora, que ese criminal y mi mujer ,se se entienden.

JULIA.-¿Si?

FRANCISCO.-Y aqui, en esta misma casa, ha estado haciendo sus conquistas.

JULIA.-¿Cómo se atreve usted a insinuar?

FRANCISOO.-¡Insinuar! Vamos, usted es capaz de creer que una gallina cuando está cacareando insinúa. que ha puesto un huevo. Le voy a revelar el caso en su plenitud.

POLiqMtPO.-(Se le acerca. y le pone el indice en. la espalda.) Manos arriba, o disparo.

P.EtANCISC0.-1Mlserlcordia! (Se le cae el revólver y levanta los brazos.)

POLICARPO.-(Recogiendo el revólver.) ¡SI es una broma, hombre!

PRANCISOO.-¡Ah, bandido! ¡Ah, bandole 1 Oiga, tenga. la amabilidad de retirar esa. arma.

• JULIA.-Antes que nada, usted me debe una. explicación. ¿Qué me iba a. decir? POlicarpo, exijo que le pel'lllita hablar libremente.

FR.A:NCISCO.-Que Elvira. . . ( A Policarpo por el revólver.) Para el otro lado, por fa.vor... Que Elvira.... Que ... que supóngase que usted va a una tienda con un peso. Usted puede gastarlo en tela en alfileres... en cinta ¿eh? en cinta ¿comprendido?

JULIA.- Perfectamente. (Francisco respira satisfecho.) Y luego, ¿qué !hago con la cinta?

FR.A:NCISCO.-(Esto es horrible, ni que fuera yo el que estuviera en el trance.) Mire, éste y Elvira

POLICARPO.-Muere... (Susto mayúsculo de Francisco.) Muere todo vestigio de verdad en sus labios. Va a decir usted una.falsedad ..

JULIA.-¡Ah, al fin caigo! (A Policarpo.) No quiero verlo más.

POLICARPO.-Un momento, déjeme expUcarle.

JULIA.-No quiero verlo más. No quiero ver a natlle. (Entra a su cuarto.)

POLICARPO.-( A Francisco.) ¡Por culpa suya! Fíjese qué desp¡ecio. A.si. .. inesperadamente ... ¡a boca de jarro! (Nuevo .susto de Francisco.)

FRANCISCO.--Sepa usted que y'o he venido a matarlo. (Ve el revólver con el cual juega Policarpo.) Quiero decir ...

POLICARPO.-Usted es el que está. pasado de la guillotina. Usted, que no vacila en cometer un delito castigado severamente p,;¡r el código. Rosita es una mujer buena; honrada, amante de su hogar, hermosa, joven, simpática ... ¡Y qué manera de besar! ¡Es un Stradivarius del ósculo!

FRANCISCO.-¡Lo mato! (Se contiene ante el revólver.)

POLICARPO.-¡Qué manera de besarlo a usted, debe de tener! ¡Y la abandona.·por casarse con la sirvienta de esta casa!

FRANCISCO.-Que yo

POLICA!RJPO.-No finja, hombre, no finja.

FRANCISCO.-(¡ Canalla 1)

POLICARPO.-Allá. ust€d. Ya que le ha llorado a Dorotea én plena calle ... allá. usted:. Yo me evaporo. (Mutis por la puerta del faro.)

FRANCISCO.---Oiga oiga ¡Se fué de veras! ¡Qué canalla! Ahora quiere adjudicarme la. sirvienta a mi, luego que él. ¡qué monstruo! ¿Pero para qué quiero yo estos puños? (.Para sí.) Ya debe estar lejos. ( E'(l. plan de guerra otra ve;z.) E.spérame, bandido, no huyas. ( Al ir a salir, se encuentra en la puerta del foro con Rosita, que entra.) ¡Tú! ¡Ah, con razón vLenes nerviosa! ¡Se te nota la respiración alterada!

ROSITA .....:.(Sentándose.) Es que he _caminado cuatro bloques a pie. Se me le acabó la gasolina al auto frente a "La Sevillana." Ya vi salk a Policarpo ... ileso ...

FRANCISCO.-¡Su sent!mcla d:e muerte está. firmada!

ROSITA.-Como tú me pongas en ridiculo ¿Te parece justo que la gente crea que por mi han matado a nadie que por lo menos no sea un banquero?

FRANCISCO.-Hby yo extermino, yo asuelo, yo aniquilo. ¡Yo soy Nerón!

ROSITA.-Anda, vete échamele gasolina al carro.

FRANCISCO.-(Con el r·abo entre las piernas.) En seguida, Rosita.

ROSITA.-Y tráemelo en lo que le doy una explicación a Julia.. ¿Dónde está. Julia.?

FRANCISCO.-Ahi adentro, pero no quiere ver a nadie

ROSITA.-¿A nadie? Pues que se vaya a dictar una con!erencla al Ateneo. (Entra al cuarto de Julia.)

FRANCISCO.-Hay dos soluciones. dos( Entra Dorotea.J ,

DOROTEA.-¿Y doña Julia, en su cuarto?

FRANOISCO-{Para sí.) ¿Lo mato o no lo mato?

DOROTEA.-Para irme sólo falta ya que me pagu.en. Pero la casa se va a quedar en ayunas. ¿Qué cree usted, hago la. comida o no?

P'RA:NOISCO.-( Abstraído.) Lo primero. . . lo primero es lo primero ...

DOR.OTEA.-¿Le parece bien que ?

FRANCISCO-No fastidie más. ¿O es que quiere que yo le disponga el menú1

DOROTEA.-81 usted lo cree bien ....

FRANCISCO.- ( Abstrafdo.) Debo hacerlo fricasé.

DOROTEA.-¿Qué dice?

FRA:NCISCO.-Fricasé, eso, fricasé, papilla ... darle plomo ... -

DOROTEA.-Fricasé, papa majada, garbanws, siga

FRANOISCO.-¡Lo matoi Mato a ese granuja que la ha engañado a usted.

DOROTEA.-¡A mi novio¡ ¡Ahora que me voy a casarl

FRA.NCISOO.-¡Qué va a. casar eso! • ... •

DOR:OT-EA--Me lo ha jurado. Me ha prometido que esta .rnoche estaremos bajo el mismo techo.

FRANOISCO.-Pues habrá que ordenar una tumba de dos plav.as. (Mutis.)

DOROTEA.-(Llorosa.) ¡Qué prisa! ¿Por qué no lo dejará. para mañana?

(Entra Elvira.J

ELvmA.-¡Ay, Friné! ¡Ay, Genoveva de Brabante)

DOROTEA.-¿ Qué le ocurre, señorita?

ELVIRA.-Anhelo fenecer.

DOROTE.Al.-¡otra.! (Yo no -hago ninguna comida. y me voy.)

ELVIRA.-Asp!ro que expire.

DOROT,EA.-Me apura su apuro. Pero espero que espere. •

ELVIRA.-No es puro. Es espúreo. Su carifio es espúreo.

DOROTEA.-Como siga. con esos términos, de aqu[ salgo yo para el manicomio o para. la universidad.

ELVIRA.-(En son ele que,Ja.J ¡Polimnelus!

DOROTEA.-¿Señorita, qué es lo que pasa?

ELVIRA..-(Por Policarpo.) ¡Qué cruel eres, cómo te gozas en torturarme, cómo me desprecias, cómo has podido creer que yo .sea c~paz de esa culpa. infanda 1

D<;)ROTE.&.-:-Señorita, yo .le juro a usted por los huesos de ini madre, que yo no soy nada de eso que usted dice,

EI,~.-No te lo digo a ti, sino a él.

DOROTEÁ.-~¿Pé'ro dónde está.él? ¿Quién es él?~

ELVIRA!.-Déjame en mi ~litaria soledad. Déjame soñar e'n la Parca. ¡Mi PolU (Se mete en su habitación.)

DOROTEA.-No, sl después de todo, mejor hubiera sido que yo me largara cuando me botaron, porque esto se ~tá poniendo que no lo entiende ni ~l que inventó las arepas.

(Entra MigueÍ ciego de ira, sin poder expresarse.)

MIGÚEL.-¿Dónde?

DÓR.CYI'EA ..:_(Inefablemente.J ¿Dónde qué?

MIGUEL.-¿Dónde está?

DOROTEA.-¿Dónde está quién?

.MÍ.GUJfil.1.-(Éstallan<µ,.J ¡Por la lanceta de Hipócrates! ¿Es que te ha.s propuest.o jugar conmigo, o que quieres que t~ trepane el cráneo? Dime ligero dónde está

DOROTEA.-(Lo dicho, yo me voy a preparar mi maleta.)

.MIGUEL.-Ven acá, dí, habla ligero, que te aplasto.

DOROTEA.-Si, si, sf. (Aquí hablo yo cualqulei; cooa.) En ese cuarto, don Miguel.

:MIG'UmJL.-(Avanzando amenazador.) Conque aquf, pot fin ...

DOROTEA.-En ese cuart.o está la señorita Elvira;.

MIGUEL._:¡Por Belcebú! ¿Te he preguntado yo por Elvira?

DOROTEA.-1Ah, bueno! Entonces, ahf... (Señalando el otra cuartoJ •

MIGUEL-( Avllmando dispuesto a un asesinato.) ¡En el cuarto de mi mujer! ¡Granuja!

DORCYI'EA.-Ahf, don Miguel, está doña Julia.

MIGUEL.-¡Pero pedazo de zoología! ¿Dónde demonio es que está ese. abogadillo?

DOROTEA.-¡Ah, don Policarpol Lo Vi salir hace un rato. En la puerta me pidió que le dijese a doña Julia que volvería dentro de un cuarto de hora, con su idea maravillosa.

MIGUEL. -(Súbitamente.) ¿Por qué me miras asi? Dí, ¿por qué me miras? (¿Estará esta bruja pensando en el veneno que mandé que me dieran en·la sopa?)

DOROTEA~ noto pálido. ¿No le sentaría. biex:i una sopita?

MIGUEL.-¡Brujal ¡Envenenadora!

DORDTEA~¡Don Miguel, si yo lo que quiero es darle un caldito ...

MIOUEL.-¡Asesina! ¡Asesina! ¡Quitatem~ de. delante!

DOROTEA.-(Llorando).-No me trate así, don M!guel; que se me rompe la fuente de las Íá.grimas... (,M,ii.tis por el foro.)

MIGUEL.-¡La única fuente que no se Ié había roto desde

que está en esta. casa.!.. ¡JUlia. se me va con otro, Dorotea me quiere envenenar, Rosita me esconde loo pantalones, que Dios y su ayuda. me ha costado encontrarlos! Ya lo escribió Schopenha.uer: La mujer es un animal de conciencia corta y ufias largas. Elvira. es 1a.única. que no me crea ningún problema. ...

(Entra Elvira.)

ELVIRA.-¡Tíol

MIGu.EJL.-Hija mfa... Eres tü la única que no me das disgitStos aquí.

ELVIRA.-¡Tio!

MIGUEL~¡Nada, pokei; de ases! i\

ELVIRA.-¡Tio! Mi honradez ... Que dicen que yo... ¡Un mal paso!.

MIGUEL.-¡Túl ¡Lo que me faltaba! ¿Quién es él? ¡El nombre! Dame el nombre.

ELVIRA.-Policarpo es el que dice ...

MIGUEL.-¿El que dice, o el que dicen?

ELVIRAI.--JDiceél que yo y tio, yo quiero morir reposar en el profundo seno obscuro del sepulcro silencioso ... (Marcando el mutis.) Me voy al recinto de los Inmortales.

MIGUEL.-( Asustado.) ¡Agnardal ¿Dónde vas?

ELVIBlA.-A la biblioteca. (Mutis.)

MIG1JEL.-Es sobrina mía, pero como cursi, es un álbum de autógrafos completo.

(Entra Rosita.)

ROSITA.-(Despidiéndose en la puerta, de Julia, que está adentro.) No te. olvides. Le dices que cogí el tranvía, cansada de esperarlo. Hasta. pronto. (Volviéndose.) ¡Usted aquí! ¡Y con P,antalonesl

WGUEL.-(¿Cómo qúerria esta mujer que yo estuviera.? ¿Hecho un escocés?)

ROSITA.-(Insinuante.) Amigo mio, yo quiero decirle ahora que estamos solos, un secreto, pero júreme que no lo sabrá. mi marld01.

M!IGUEL.-( Austero.) Señora, permitame advertirle que mi única debilidad es la medicina.

ROSITA.-¡Por Dios, no tome ese .aire antártico, Miguel! ¡Que en vez de P,alabras lo que le sale por la. boca es hielo pic.ado!

MIGUEL.-Lo que debiera salirme son sapos y cuiebras.

ROSITA.-Quiero decirle algo intimo, algo que me compromete.

MIGUEL.-No siga. A ese ratón' con chaleco, Je extraigo yo las visceras.

ROSIT.A:.-Miguel, ese retrato de Policarpo MIGUEL.-Es exacto. Es un ratón.

L Uf S R E C H ,A N I A G

R A I T

ROSITA.-Quiero decir que ese retrato de Pollcarpo no era para Julia, sino para mi. Me lo envió a mí

MIGU:En,.-!¿A usted?

ROSITA.-Yo tenía por él un amor incontenible, insensato, loco ...

:MIGUEL.-Yo quiero la prueba.

ROSITA.-(Coqueta.) ¡Mliguel! Si le doy la prueba, se chuparia los dedos.

:MIGUEL.-(Rªbiando,) ¡La comprobación!

ROSITA.-¡Ahl Si. Sí. ¿Qué más prueba que el comprometerme confesándoselo? M:i marido encontró el retrato, lo trajo aquí y lo dejó en manos de su esposa para que ella conociera a]. abogado que iba a trabajar <,n el caso de su divorcio ...

:MIGUEI.i-¡Divorcio! ¡Jullta divorciarse!

ROSITA.--ll..Jamó a mi marido para qua la divorciara porque ya no puede soportar los ,celos de usted. Pregúntele a Francisco, que fué quien trajo el retrato.

:MIGUEL.-¡Si es lo que he venido diciendo todo el tiempo, que es imposible que Julia- me engafiara con ese truhán! Bigotito, bastoncito, espejuelitos, chalequito ... ¿Puede un hombre así interesar a ninguna mujer?

ROSITA.-¡Ay, Miguel, si usted supiera! ...

l\HGUEL.-¡Qué voy yo a saber, por Dios, qué voy yo a saber! (Ent7'.a Dorotea por el foro.)

DOROTEA.-Un señor desea verlo, doctor.

MIGUEL.-¿Quién es?

DOROTEA.-Yo juraria que es don Policarpo, pero él asegura que no.

:MIGUEL.- Dile que pase.

DOROTEA.-(¿Es don Pollcarpo o yo tengo tracoma. ¿Será ésta. la idea maravillosa?)

(Mutis por el foro.)

M:IGUEL.-( Di$gustado.) ¡ Tan oportuno como una mosca en la sopa 1 (Entra Polfcarpo sin espejuelos, sin bigote. sin ch,aleco, sin bastón y con un traje diferente. De am'ba abajo se le nota que se está muriendo de miedo.)

POLICAIR'PO.-(Procurando tener la puerta franca para una retira.da.) Buenas tardes.

:MIGUEL-(¡Ta.te, Policarpo!)

ROSITA.-(¡Policarpo! ¿Qué habrá venido a hacer aquf?)

POLICARPO.-Vengo de P.9-rte del Ledo. Polica.rpo Rivera.

ROSITA.-(¡El pobre! ¡Loco! Bien le decfa yo que no leyera los poeJas de vanguardia!)

POLICARPO.-( A Miguel que se le acerca.) Mi amigo Pollcarpo- me ha pedido ... (Se retira a medida que el otro se .srrima.) que vea.al doctor Miguel Guzmán ...

MIGUEL.-Servidor. CAéste lo saco yo a mojicones.>

POLICARPO.-(Presentánaose.) Pascual Hernández ... para servirle agente de seguros

MIGUEL.-(Una. póliza sobre las mandfbulas debiera ir sacándose.)

POLICARPO.-Seguro ... seguro de vida ... y contra incendio.:. He de ser muy breve. . . su amigo Policarpo me ha pedido ¡;¡_uelo vea a usted para que le expllque que. . . que no hay base para que usted suponga ...

ROSITA.-Policarpo

POLICARPO.-(Dando un salto.) ¡Señora!

R:OSITA.-¿PoMcarpo, no me conoces?

POLICARPO.-¡Señora! .... No tengo el gusto ... Bueno, en e!ec,to... Policarpo y yo nos parecemos un poco ... Somos medio primos ...

ROSITA.-Policarpo ... Fijate bien ... ¿Tú no me conoces?

POLICA:RPO.--Señora, yo ...

ROSITA.-¡Y yo que acababa de decirle a Miguel que la fotograffa era para mi! ¡Ahora que ya usted (a Miguel} creia en la inocencia de Ju_lla! ¡No me conoce! Nada, ya una no puede fiarse ni de su. mejor amigo.

POLICARPO.-Bueno, bueno, tapto conÍo no conocerla .. ·. si, me parece que alguna vez

ROSITA.~¡Alguna vez! ¡Si se lo he conta4o todo! ¡Lo sabe todo! SI • insistes ien que no me conoces, me vas a hacer quedar romo una mujer ,honrad!\·· •

MIGUEL.-Mire, simpático. Usted podrá suprimirse el bigote, el1m1lll!,rsé los espejuelos, omitirse el chaleco, guardarse el be..stón, y hacer otras economfas plausibles en. su físico, pero mientras tenga por cara eM torta, lo conoce hasta la détectlve. •

POLICARPO.--,,¿Entonces ustedes me conocen?

MIGUEL.-Hasta ahora sf, pero cuando yo acabe con usted no lo va & conocer ni su abuela.

ROSITA.-¿Qué farsa es ésta? Estás más en :ridfculo que una flor en e~ ojal. Ya Mliguel<noduda de Julia.

MIGUEL.-Si es imposible que Julia con esto (por Policarpo).

POLICARPO.-Sí, sí, eso he venido a decirle yo precisamente. No sabe lo que mJ al~ro áe -su reconclllación conyugal. Así no habrá más que un divorcio, (A Rosita.) El suyo.

ROSITA.-¡Oh, no! M'l!jor marido que Francisco no lo consigo ni en el Asilo de Ciegos. Ya sé lo de Dorotea, pero ¡bah! ¡mentirillas blancas 1. ¿Qué otra cosa puede él ofrecerle a; una mujer més que la bencilclón del cura? ¡Y luego Dorotea, que parece que· no rompe un plato! {Se oye ruido de platos rotos.)

MIGUEL.-Los rompe.

POLICAIRJPO.-Usted está muy equivocada. Se casan esta mi'sme. noche.

ROSITA.-¡Cóíno! ¿Está usted seguro?

POLIOARPO.-Absolutamente. Dentro de unas horas figurará ust-ed en un caso de bigamia.

ROSITA.-¡Qué horror! Polica.rpo, yo estoy indignada. Miguel, yo qutero llorar.

MIGUEL.-( Atrayéndola suavemente.) Venga, Rosita, reclínese •en mi hombro; mój,eme con s4s lágrimas. Me bañaré en agua de rosa. (Casi la ha abrC12lldo.)

ROSITA.-(Llamando.) ¡Julia!

MIGUEL.-No, por Dios, no le diga ...

ROSITA.-Se lo diré a Julia

MIGUEL.-Se lo pido de rodillas, no

ROSITA.-S<! lo digo. (Llamando.) ¡Julia!

MIGUEL.-(Arrodillándose.) ¡Por favor!

ROSITA.-¿Pero qué se imagina usted que yo le voy a decir á Julia? Voy a decirle lo que me -pasa. ¡Qué horror! ¡Con una sirvienta! ¿Pero por qué no habrá sido con una de la "high life", que son má.s fáciles? ( Mutis al cuarto de Julia.)

POLIOARPO.-No teniendo usted ya ninguna duda, lo mejor será que yo. L~ (haciendo un ademán de retirarse.)

:MJIGUEL.-Un momento.

POLIO.ARPO.-( Asustado.) ¿Eh?

MIGUEL--Todavfa hay un pelo de d'\:lda... quiero decir, la duda de un pelo. Escrutando esta sala, además de su retrato, encontré aqtú un pelo, .. Un pelo inconfundiblemente suyo ... éste... (Lo saca del papel en que lo llew envuelto.)

POLIOARPO.-No me tome el pelo

MIGUEL.:--¿Qué?

POLIOARPO.-De evidencia. Usted no va a permitir que el pelo se le suba a la cabeza.

MIGUEL.-Y además está el asunto de Elvira.

POLICARPO.-Al pelo.

MIGUEL.-E1vlra me dice ...

POLICARPO.-Sobre eso lo mejor es que usted se entienda con del Rfo. Ella para mi era un ejemplo de virtud, pero después de su visita a. la oficina de del Río ...

MIGUEL~¡Basta! Ese viejo tiene una alternativa. Divorciarse de Ro.sita~ dejar a.·oorotea y casarse con Elvira o pasar por una funera~ ria a escoger su ataúd.

(Entra Dorotea.)

DOROTEA.-¡Don !Máguel! ¡Pronto! Elvlra está. muy mala ... aprisa, doctor

MIGUEL.-¿Qué- sucede ahora?

DOROTEA.-Nada, que esa muchacha ... que si dicen ... que si no

dicen Que si patatin, que si patatán y pacatán, un patatús

MIGUEL.-Vamos.

POLICARlPO.-Entonces yo... (Haciendo ademán de irse.)

l\,filGUEL.-Usted me espera aquI.

POLICARPO.-¡Bero si este asunto está. resuelto! Del Riio se casa con ella

.MIGUEL.-¿Y el pelo? No pierda de vista el pelo. ( A Dorotea.) Va-mos. (Mutis por el foro con Dorotea.J

POLICARPO.-¡Todavía se quejan los calvos! ¡Y hay quien se gasta su dinero en tónicos de quina! Pero no y no. Allá del Río, con este torrente! ¿Quién lo mete a decirme que Elvlra estaba en vías de aparecer en la crónica social? (Suena una bocina y entra Julia, que va a asomarse a la ventana sin ver a Policarpo.)

JULIA.-( A Rosita, que está adentro.) Déjame ver si es el tuyo. (En la ventana.) No, no es el auto de Rosita. Seguro que tarda. (Cuando va a retirarse repara en Policarpo.) ¿Usted aqui todavia? (¡Qué bien se ve así!)

POLICAIRJPO.-Julia, déjeme explicarle. Lo de Elvrra es obra de el.el Río.

JULIA~¿Del Río, usted se atreve a acusarlo?

POLICARIPO.-No, yo no; su marido quiere hacerlo casar con su i:;obrina.

JULIA.-¿Entonces ... usted ... es inocente?

POLICARPO.-¿Cómo podía usted sospechar? Mi corazón, Julia, mi corazón es ... -suyo, ..

DOROTEA.-Curva peligrosa. Reduzca la velocidad.

POLICARPO.---Con las mujeres suoede como con los aeroplanos. El que va desmasiado despacio, se estrella. ¿La espero mafiana a las tres en la esquina de "La Esmeralda"?

JULIA,-¡Policarpo!

P0LICARPO.-Por favor, baje la voz. Venga acá, siéntese aquí. Ni una palabra de protesta ... escuche ...

( Entra Rosita mientras ellos se acomodan el uno junto al otro sin notar su presencia.)

ROSITA,-(Deteniéndose al verlos.) (¡No en balde! ¡Esperando noticias de mi automóvil me podia. haber quedado sentada!)

JULIA.-¿Me va a hablar de esa cita?

POLICARPO.-No, d-e... "En Flandes se ha Puesto el Sol."

ROSITA.-(¡El sistema que yo le enseñé! Tendré que modificarlo.)

POLICARlPO.-Basta que usted diga que el sol se pone para que yo sepa que accede. Es para evitar que vaya algUien a oir lo que no le importa. -

ROSITA.-(JQué insoportables! ¡Y pensar que yo he pasado por la

misma escenita! ¿Qué necesidad tiene de divorciarse esta muchacha?) (Tose y avanza.)

JULIA.-¡Rosita!

POLICARPO.-¿Desde cuándo está usted ahi?

ROSITA.-Desde que amaneció en Flandes. ¿Y mi auto? {Entra Francisco.)

PRANCISCO.-El automóvil está a la puerta... (Viendo a Po�icarpo.} ¡Ah, tú ,aquil Ahora mismo me la pagas. (Avanza hacia él.}

ROSITA.-¡Franclsco! (Este se detiene.} Quien merece achicharrarse en una hoguera eres tú.

FllMNCISCO.-¿Qué he hecho yo?

JtJLIA.-Usted ha cometido un crimen horrendo, dos crimenes hoITendos.

POLIOARPO.-(A Julia.} No se inmiscuya usted, Julia-. Déjelos a ellos dos solos, salgamos de esta sala. No vale la pena que.le dirija la ) palabra a ese tipo cuando (amoroso) se puede emplear mucho mejor el tiemPo. (Salen por el foro.)

FRANCISCO.-Me lo como.

ROSITA.-¡Francisco! Aqui. Ven aquJ. Siéntate, Alza la cabeza. M1rame. Ahora, ¿qué es lo que te traes con Dorotea?

PRANCISCO.-(Sin acertar a comprender.} ¿Dorotea? ¿Quién es Dorotea?

ROSITA.-La sirvienta de esta casa.

FRANCISCO.-¡Ah, Cherle!

ROSITA.-¡SI, Cherie; como tú le dices e!} tus raptos ·amor0110s! La mismR. Vamos aver, ¿por qué tequieres casar con Dorotea?

FRANCISCO--(Dando un salto.) ¡Qué! ¿Estás loca tú también?

ROSITA.-¿Por qué quieres meterte en presidio como blgamo?

FRANCISCO.-Rosita, yo te juro... apuesto que fué ese energúmeno. Lo frio en pólvora. •

ROSITA.-(Reconviniéndole.} ¡Francisco! ¡Quieto!·Di, ,¿por qué no te antojaste de una mujer de cartel, como por ejemI>_lo de una de las Revilla, dela Ayala, de Teresa Valdepinos, queson gente dela mejor sociedad, y te descarrías en esa forma? No quiero imaginarme los comentarios qµe harán todas nuestras amigas, ¡Parece increiblel El plato del dia se los ofrece mañanauna cocinera:.

PRlANCISCO.-El culpable es Policarpo, que quiere escudarse d,e al-· guna manera... Déjame que lo traiga aqui para hacerlo confesar....

ROSITA.-¡Cómomientes!

FRANCISCO-Tejuroqueéleselque dicequese casa-eón Cherie... Me lo ha dichoella... que es la victima engañada... .l

ROSITA.-Tráelo aqui·entonces.

FRANCISCO.-Lab!a se le sobra para engañar hasta a una niña de quince años de las de hoy. (Mutis por el foro.)

R0SITA.-¡Cuánta razón tienen los que consideran el divorcio un mal social! ¿Para qué necesita. una mujer divorciarse? (Entra Julia.)

JULIA.-¡Rosita, si supieras la situación en que me encuentro!

R0SITA.-Supongo que ya es la hora del crepúsculo en Flandes.

JULIA.-Dame un consejo.

R0SITA.-Mis consejos t.e los di hace tiempo. La honradez, hija núa, es como la: leche, si la pasteurizan demasiado pierde las vitaminas,

JULIA.-¿ Y si Miguel sospecha?

R0SIT..A(.-¡Qué inexperta eres, chiquilla! cuando el marido duda, sólo hay una mujer que se cmúunda y sufra más que una mujer culpa.ble: una mujer inocente.

(Entran Francisco 'JI Policarpo discutiendo.)

FRANCISC0~¡Que nol

P0LICARP0.-¡ Que sil

FR.ANCISC0.-( A Policarpo.) Usted no es más que un pobre diablo sin rabo y sin cuernos.

P0LICARP0.-Qulsiera poder decir lo mismo de usted.

FRANCISC0.-¿Eh?

!ROSITA.-Francisco, ¿no ves que me destruyes los nervios? No SP.as ínhwnano. No seas cavernario. No seas dentista.

F!RAN.CISC0.-Es. que le trato de demostrar a este .zopenco, que él Y Dorotea ...

JULIA..-( A Francisco.) Y usted y Elvlra

FRANCISC0.-¡Elviral Usted sueña

R0SITA.-¿Dioes tú que Elvira?

JULIA.-Si, va a tener un hijo de tu marido.

R0SITA.-No puede ser.

JULIA-Es verdad.

ROSITA.-Yo sé lo que digo. No puede ser .. (Entra Miguel.)

MIGUEIJ,-¡Ahl ¡Todos aqui! Excelente. Ahora vamos a aclarar quién es el .canalla que tiene a mi sobrina Elvira t.endlda ~i en la ·biblioteca en un sofá..

ROSITA.-Primero el asunto de- Dorotea.

P0LICARIP0.-Llamémosla. Que venga aquí para que le quite la careta. a ese platónico.

FRANCISC0.-¡Que venga! ¡Para que usted le cumpla su palabra de casamiento!

Jur.;IA.-(Llamando) ¡Dorotea! ¡Dorotea!

ROSITA.-(Llamando.) ¡Dorotea!

MIGUEL.-¡Maldita mujer, nunca contesta! (Llamando.) ¡Dorotea!

POLICARPO.-( A Francisco.) Hombre, llámela usted a ver si tiene más suerte.

FR.ANCISCO.-¡Cherie! (Sensación general 11 hasta a.Zguna seña, mientras Francisco sigue llamando.) t.Oherie ! ¡ Cherie ! (Ruido de trastes rotds ·e1i'la, cocina.)

MIGUEL.-¡Lo oyó! (A Francisco que va a llamar de nuevo.) No, no la llame más; que me va uejar sin vajillru.

(Entra Dorotea.)

DOROTEA.- ¡Señor!

MIGUEL.~¿Quién te ha hablado aqui de matrimoqio? (Por Fran1!tsco.) Por más que la pregUnta ya casi es académica.

DOROTEA.-Hombre, el Ledo. del Río

POLICARPO.-¿Lo ven ustedes?

DOROTEA.-Y el Lcdc>. Policarpo ...

FRANCISCO.-¡Ah!

MJIGUEL, JUILIA, ROSITA.-( A un mismo tiempo.) ¡Cómo!

DOROTEA~Los dos me han hablado del asunto. Yo les he dicho que me caso.

•· ROSITA.-¿Con quién?

DOROTEA.-Con Policarpo, el de los ,retratos.

FRANCISCO.-¡Ahi está! Yo no miento.

POLICARPO.-¿Conµiigo?

DOROTEA.-Con el de los retratos, el fotógrafo de la esquina, ¡Si se lo vengo -diciendo hace dos horas!

MIGUEL.-¡Qué bilis! (VolViéndose súbitamente.) ¿Y mi sobrina? ,:Quién responde por mi sobrina?

DOROTEA.-Don Miguel, ¿me puedo ir ya otra vez donde su sobrina?

MIGUEL.-¿Y no te has largado aún? No me interrumpas.

DOROTEA.-(Con un.a señal de que está loco.) (Lo mejor serla que yo llame a la policía.) (Mutis por el foro.)

MIGUEL.-( A Francisco.) Me parece que ha sido usted.

POLIOARP0.-(..4_ Francisco.) Usted m.e informó que ella ... <iue un hijo ...

FRA:NOISOO.-¡ Qué absurdo!

ROSITA.-¿No lo dije?

FRANCISCO.-Me refería exclusivamente a. Dorotea

POLICARiPO.-¡Ah! entonc~s ... no ha sucedido nada. Yo era no. vio ocultamente de Elvira ...

MIGUEL.-¿Novios ustedes? ¡Compr~ndido perfectamente! Entonces

el pelo ... usted seguramente entró aquí a verla ... ¡Haya pa2r, señor~. iodo sea una balsa de aceite!

(Entra Dorotea.)

DOROTEA.-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Se envenenó! ¡La señorita Elvira se tomó un veneno! Un frasco del botiqufn.

MIGUEIJ.-¡Mi veneno! (Mutis corriendo por el Joro seguido de Dorotea.)

POLICARPO.-¡M;uerta la pobre! (Mutis cbrriendo por el foro.)

JULIA.-¡Qué tragedia, Dios mfo, esto no podía parar bien!

IRiOSITA.-Resignaclón, hija, resignación.

(Entran Policarpo y Miguel trayendo en bra20s a Elvira. Les sigue Doro tea.)

MIGUEL.-Llevémosla a su cuarto.

POLICARPO.-( A los demás./ Aun hay -esP,eranzas. Todavía vive.

ELVIRA~(Desde ultratumba.) ¡Pollmnelusl ¡Anhelo fenecer por tu amor!

POLICARPO.-¡Vida mía!

DOROTEA.-M)iren, éste es el frasco, se lo tomó entero.

MIGUEL.-¿Ese?

DOROTEA.-¡Enterol

MIGUEL.-Pero si ése es el bicarbonato. (Sueltan a Elv_ira, que cae al suelo, para coger el frasco.) ¡Seguro, éste es el bicarbonato!

ELVIRA--(Levantándose.) Yo anhelo ...

POLIC.AiHJPO.-Nada. Ya todo se arregló.

FRANOISCO.-No, ¿y lo del retrato?

POLICARPO.-EI retrato era para Elvira;·pero lo puse en un sobre equivocado. (Se acerca a Elvira que está extrañada con su transformación.)

JULia.-Todo se arregla ... todo ... mientras en Flandes se pone el Sol.

ROSITA.-¿ Qué?

JULIA--El Nilo, el Misi.sipi El Danubio Azul ¡El Camino del Río, Rosita!

tM)IGUEL.-¡Yo demando una explicación!

POLICARPO.-¿No escarmienta todavía? ¿Vuelve a las andadas?

FRA:NOISCO.-No, Mig11el,s_umujer no lo engaña.

MIGUEL.-Si, si, es verdad, tengo fe en ella. De ahora en adelante cerraré los ojos.

JUiLIA.-Seguro,.Miguel, tu mujer no te engafia (A Policarpo.) Se puso el Sol. ( A Miguel.) Maridlto, tu muje: no te engaña.

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