IATR: EDICIONES DIGITALES 2: 2021: "NORBERTO GONZÁLEZ: PATRIOTA" por Roberto Ramos-Perea

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ROBERTO RAMOS PEREA NORBERTOPATRIOTAGONZÁLEZ: 5 de abril de 2022 Biblioteca Lázaro UPR – Río Piedras, Puerto Rico Instituto Alejandro Tapia y Rivera Conferencias 2 San Juan de Puerto Rico © Roberto Ramos-Perea 2022

la Casa Editorial y la librería CASA NORBERTO en Plazade las Américas. La noticia conmocionó al país, y sobre todo al mundo de las letras nacionales.

Fue elfundador de la LIBRERÍA NORBERTO GONZÁLEZ en Río Piedras, y junto a sus hermanos, fundó

El EditorNORBERTO GONZÁLEZ falleció el día11 deoctubrede 2021, a los 70 años de edad, de un repentino padecimiento cardiaco.

PUBLICACIONES GAVIOTA

¡HERMANAZO!

Acostumbrado a levantarme lo más tarde que pueda, me despierto soñoliento aver docenas de mensajes en mi celular. Y todos gritando de dolor por la muerte del que ha sido uno de mis mejores amigos en los últimos años.

Su otro fráter, mi hermano Cheo, elde CasaNorberto, hombre de Dios y de palabra siempre optimista, compartía conmigo la preocupación porla salud de Norbert para el que siempre invocaba el consuelo divino. “Norbert está bien, siempre con sus cositas, pero él es fuerte…”

y Norberto que entra en

No hace dos días, Anita su hermana, me dijo que estaba mejorando después del primer infarto, que todo ibabien, y mis palabras de seguro consuelo, “tranquila Anita, que Norbert es un toro, es un burro de trabajo, él sabe…pero tiene que bajarle a ese ritmo y todo va a estar bien”.

Había que obligarlo a que le bajara la velocidada ese tren… Norbert, el hombre que más sabía del negocio de libros en este país, para mantener su negocio trabaja el doble de lo que cualquier gerente de un comercio trabajaría. Subía y bajaba las escaleras crujientes de su librería como si tuviera 20 años. Hacíasurcos en elpiso con su ir y venir de un anaquel a otro, día tras día, tras día…

NorbertoGonzález, mi hermano, mi amigo, mi editor, y mi socio en todo lo que han tenido que ver mis ediciones en los últimos 20 años.

Estoy devastado. Sin habla, en medio de todo el Huracán de mensajes no logro concentrarme para concebirel tamaño de la pérdida.

Así fue conmigo. Así lo recordaré siempre.

ese instante con su sonrisa eterna que cargaba la única definición que he conocido de decencia en el mundo editorial. ¡Un editor decente! Los hermanos González dieron y

Con Norbert la vida de un buen escritor siempre era un nuevo proyecto: “escríbeme el prólogo de este libro”, “¿cuándo me traes el manuscrito?”, “¿Vale la pena publicar este?, aconséjame”, “te voy a imprimir más copias de este por que se está vendiendo bien, ven a buscar el cheque”.

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¿Y cómo olvidar sus fiestas de Navidad, sus cínicas y hasta decepcionadas quejas del país, aquella sonrisa que siempre me miraba con cariño paternal: “¿Estás pelao?, dile a Anita que te cuadre.”

Y ahora, el broder se nos fue. Se me llevó la tierna y generosa sonrisa de su esperanza. Y a la literatura nacional se le

O, “Norbert, necesito este libro”

Todos los autores de

… y en medio segundo, “¡llévatelo!”.

¡Un editor que pagaba, que respetaba! En un mundo con muy pocas excepciones-, que está lleno de ladrones y usurpadores de derechos de autor, Norberto era el mesías.

Gaviota tenemos que estar de luto mucho rato.

Abrazar a Anita y a Cheo y en el silencio de nuestros gritos decirle cuánto le respetamos, cuánto le quisimos, y cuánta falta nos hará ese que fue una de las más puras definiciones de bondad.

ha detenido el corazón. Y el mío.

dan cátedra de decencia, de sensibilidad y respeto a los pocos que hemos sido “los autores de Norberto”, los Gavioteros, los autores que estos tres hermanos seleccionaron para dar prestigio al mejor editorial del que goza Puerto Rico en estos instantes.

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La bondad es algo que un corazón apasionado nunca olvida. Estoy llorando. No solo porque se me ha muerto “como del rayo” mi editor y mi amigo.

Estoy llorando porque a la literatura nacional se le ha muerto su más sólida esperanza. Anita y Cheo la recogerán. Estoy seguro.

Porque si hay algo que nunca se deja sucumbir es eso, la esperanza.

¡HASTA SIEMPRE, Y GRACIAS MIL VECES, ¡HERMANAZO!

Norberto González, José“Cheo” González, Ramos-Perea, AnitaGonzález. Publicaciones Gaviota. Foto de 2018.

Nos conocemos desdelas ferias,de aquellas fiestas de navidad en este mismo estacionamiento que daba por sus autores y sugente de este barrio, de mis transmisiones de radio, y de las dudas y preguntasy hasta dehablar chistosamente de la política. Pero más nos conocemos de la mutua admiración y de la familiaridad con que trabajamos junto con Anita en tantos proyectos editoriales en los que hablábamos tanto de tantas cosas.

Hoy la dicha de esta amistad es una herida honda. La amistad ante la ausencia que provoca el inesperado fogonazo que hoy nos atraviesa el pecho.

Cuestaentender la “justicia” del tiempo, enfrentar las debilidades de la salud, asumir la responsabilidad de un negocio tan necesario, y la obligación suprema de hacer feliz a los

El CORAZÓN de todos. MI

DESPEDIDA DE DUELO

Cuando Anita me llamó ayer para pedirme queme dirigiera alos amigos de Norberto en su despedida, me recordó que yo fui de los primeros escritores que Gaviota publicó en su editorial.Me dijo: “Tú inauguraste con nosotros esta librería y nadie mejor que tú para decirle adiós a Norbert”. Así fue. Ya no recuerdo los años, que deben haber sido muchos, desde que Norberto se hizomi amigo, y yo me hice su amigo. Y desde queAnita y Cheo y los hijos de Norbertse hicieron mis amigos de chanza en los pasillos de la librería, esa amistad creció desprendida y alegre.

A NORBERTO GONZÁLEZ, 12 de octubre de 2021.

Incluso cuando alguien le decía por lo bajo que buscara segundas opiniones sobre la calidad de un manuscrito, él decía

Y hoy Norbert se despide y a mi me da

“yo solo quiero ayudar a la gente, que la gente se sienta bien”.

que contara conmigo hoy, y siempre, como contó conmigo ayer y siempre. Me aprecio de abrazar a Cheo desde que la librería andaba por Cayey, hace años también. De alguna manera modesta e indefinible, me siento parte de esta familia.

Y siempre me contestaba diciendo:

“no importa, yo quiero ayudar al autor”, y entonces uno se encogía de hombros y pensaba: es que a la bondad no se le ponen condiciones. Norbert quería sostener la literatura nacional. Respetar a sus autores. Sobre todo, a los excluidos de las farándulas literarias de la capital. Y de la mano de esa bondad, venía la

Le dije a Anita

10 suyos no importa si nos toma 20 horas al día cargando cajas de libros…. y encima de todo eso, construir una Patria. La Patria del libro.

En las despedidas de duelo siempre se habla de bondades. Yo no podría cambiar esa tradición por más que quisiera que estas palabras fueran diferentes a las que ya dije; o a las que siempre le decía a él para sonrojarlo y hacerlo reír de medio lado, diciéndole: “después de mi padre y mi hermano de sangre; eres el hombre más decente que he conocido”.

mucho trabajo entender esta muerte, que como un rayo cae cuando menos se le espera, y devasta todos nuestros corazones. Es una inhalación de asombro repentina, en la que el aire no nos llega.

esa calidad remontaba en el volar de la gaviota.

Los escritores puertorriqueños perdemos demasiado tiempo en rencillas estériles, en peleas de egos y en chismes de Facebook. Norbert nos había ofrecido a todos el mejor campo de batalla para probar si de verdad éramos tan bravos…, nos había ofrecido una casa editorial en la que había que ganarse el trofeo de la calidad. Y

su humildad hacían brillar de alegría a las letras patrias. Gaviota se convirtió en muy poco tiempo, en el mejor editorial de Puerto Rico. Es mi opinión y los títulos publicados me sostienen. Ahí están los ilustres nombres de Néstor Duprey, de Antonio Quiñones Calderón, de Ché Paraliticci, de Juan Angel Silén, de Vivian Auffant, de Julio Muriente, de Pancho Moscoso, de Víctor Federico Torres, el mío que se pasea por ahí… más todos los clásicos que reimprimía con prólogos nuevos, como los de Tapia, Paco Arriví, Méndez Ballester, Hostos… y todos los que se quedaron en nuestros planes y que ahora Anita y Cheo retomarán con esperanza en nombre de su hermano.

Hoy el alma de esa Gaviota, modesta, bondadosa, humilde, remonta el vuelo hasta todos nuestros corazones. Y si el suyo, por una trampa del cuerpo físico no pudo seguir adelante, la Gaviota se repartió en nosotros en una enorme lección de humanidad y benevolencia.

¿Que Norbert era un hombre generoso? Sí, todos los que le quisimos lo disfrutamos.

11 sabiduría de decir, “fulano me ha traído un libro que es del nivel de Gaviota”. Y Anita sonreía. Porque estos seres tan iluminados por

¿Que era un hombre humilde? Estaba marcado por esa luz que a tantos le falta.

¿Cuándo pregonó alguna cualidad de la que careciera? Nunca.

¿Cuándo dejó de cumplir con alguna factura o alguna deuda? Nunca. Responsable, generoso, sencillo, humilde en la verdadera definición del término. Fue amigo en las malas, que es cuando se debe ser amigo.

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Por todas estas cosas, y por muchas más que viví sentado con él en su atiborrada oficina y que la tristeza no me dejaría recordar, digo que Norberto González era un patriota.

¿Cuándo lo vimos hablando mal de alguien? “Eso de hablar mal de la gente que lo hagan los escritores, no yo”, decía.

En un país donde cualquiera es patriota si vocifera y ofende, Norberto con su silencio, y su desprendimiento sin límites, nos enseñó que la patria es… lo que se hace por los demás. Y cada vez que se hable de grandes libros puertorriqueños, de respetuosos editores, del arduo trabajo de publicar y

¿Cuándo lo vimos ostentando la riqueza de su sabiduría? Nunca.

¿Cuándo lo vimos negando a un autor el respeto merecido? Nunca.

¿Cuándo lo vimos aceptando algo que no fuera justo? Nunca.

¿Cuándo dejó de demostrar su decencia y su generosidad? Nunca.

13 distribuirse, de libros para abrir montañas, de publicar libros como si se sembraran soles, de encender libros para redimir el alma… entonces el corazón de Norberto González volverá a latir.

¡GRACIAS HERMANO NORBERTO GONZÁLEZ, PATRIOTA!

Un aplauso no solo celebra una gran actuación. En el mundo del teatro de donde vengo, también celebra una generosa vida. Nuestro más cerrado aplauso para quien es todo corazón.

NORBERTO GONZÁLEZ y una amorosa definición de patriotismo

“La jefa”, como le decía Norberto a su hermana, fue mucho más que una socia o una administradora. Anita era el sano arbitro de

Por el Prof. Roberto Ramos Perea del Instituto Alejandro Tapia y Rivera SEMANA DE LA BIBLIOTECA. 4 de abril de 2022

BIBLIOTECA JOSÉ M. LÁZARO. UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO Me causa una pena inmensa, volver a mi memoria lo que viví y lo que honré y lo que sufrí de la vida y la muerte física de quien fuera mi gran amigo y mi editor Norberto González. Y hoy que se le dedica, merecidísimamente, esta Semana de la Biblioteca en la Universidad de Puerto Rico, la más importante Semana de todas las que esta Universidad celebra, no me es menos doloroso el volver a

abrir mi corazón a una nueva reflexión sobre el legado del entrañable amigo a quién consideré un hermano. Podemos recordar sus datos biográficos, consolar y acompañar el aún herido sentimiento de su bien amada esposa y sus queridos hijos, y sobre todo su hermana Anita, sin la que Norberto, y él mismo lo decía, su labor no podía llevarse a cabo.

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sus dudas, de sus arriesgadas decisiones y sobre todo su consejera que se dedicó, junto a su otro hermano, el querido Cheo González, a levantar una empresa que era muchísimo más que un mero comercio de libros. Publicaciones Gaviota es hoy un verdadero apostolado para el crecimiento y desarrollo de nuestra literatura nacional.

Anita entregó su vida a la obra de su hermano. No debo repetir aquí lo que ya dije en la despedida de duelo, que Anita y Cheo me pidieron hiciera aquel soleado día que lo velamos en el estacionamiento de la librería. Ya hemos dado espacio a la pena para que se asiente y ahora debemos reflexionar, en esta semana de la Biblioteca, el legado que nos deja, el valor de su obra, y lo que significó el acto patriótico de haber fundado Publicaciones Gaviota. Ese día de su última despedida Norberto dejó sembrado un propósito y una nueva definición, muy puertorriqueña, y no por eso menos necesaria, de lo que es un editor. El día de esa siembra, ese nuevo fruto lo recibió el cariño de su numerosa familia y de los cientos de amigos que cosechó en vida, desde los más linajudos intelectuales hasta los deambulantes de Río Piedras, a los que trataba con el respeto y aprecio que se trata a un familiar. Empecemos por recordar varias cosas, de esas que uno mismo no se acuerda si no exprime la memoria. Y recuerdo siempre con gran cariño, a un hombre relativamente joven, 40 y pico, en el pasillo de su nueva Librería de Río Piedras por allá en

16 el 1995, librería que había fundado un año antes, y ante un vacío, casi abismo editorial que sufría el país entonces, Norbert estaba decidiendo la posibilidad de publicar libros y me decía: “Ya tengo suficientes líos con venderlos y ahora me da con publicarlos”. Para él no fue una decisión fácil. Había trabajado duramente, tanto física como emocionalmente bajo las órdenes de Alberto Sánchez Verloso y con Norberto Lugo del Editorial Edil. Y sabía de sobra los riesgos o los triunfos que publicar libros podía ocasionarle. Como librero ya venía con la experiencia de su arrinconada librería universitaria en Cayey, que fue cuando lo conocí a través del librero mayagüezano, hoy ya desaparecido, Miguel Santiago Meléndez y entre ambos discutían la posibilidad de publicar y distribuir una segunda edición de mi obra Malasangre que se estudiaba en el básico de español en la UPR y el negocio se aspectaba bueno para los tres. Y yo allí, en medio de aquellos titanes del mundo del libro, oyendo hablar de un pago por derechos de autor, que jamás en mi vida había considerado y menos para un escritor, joven como era yo entonces. Aquel negocio, bueno para todos, se sumó a sus dudas y afirmaciones y recuerdo estar sentados los tres y hablar por largo rato del negocio de publicar y de fundar un sello editorial propio. Luego de varios días, regresé a la Librería y Norbert me dijo: “empecé la editorial y quiero hacerlo con una obra tuya. Dame la obra esa que tienes de los presos.” Se refería a Módulo 104, y poco después, salió mi primer libro con su editorial, que no se llamaba Gaviota entonces, sino “Librería Norberto

17 González”. Poco tiempo después el libro tuvo su venta y Norberto, con los consensos de Anita y Cheo, le pusieron por nombre al Departamento Editorial de la Librería: “Publicaciones Gaviota”.

Esto lo recuerdo con gran agradecimiento por el generoso desprendimiento de Norbert para con mi obra, que bueno o flojo negocio, lo comprometía con un dramaturgo puertorriqueño joven a quien abrió las puertas de su editorial, y me honró con ser de los dos primeros autores, (el primero, fue Juan Angel Silén), que fuera publicado por Publicaciones Gaviota.

A partir de aquel momento, las pícaras charlas con Juan Ángel Silén en su oficina, se convirtieron en una tribuna y tertulia inacabable de experiencias con las que Norbert iba rodeándose de un círculo de autores que respetaba, que consideraba amigos y clientes, en las buenas y las malas, y miradas en la distancia, hacía fuerte la tradición de Río Piedras como centro de peñas literarias, de discusiones fuera del aula universitaria y de una fraternidad nueva y liberada de las naturales envidias de la farandulería que viven algunos escritores nacionales. En aquella época todavía nos considerábamos herederos de la fortuna de la esperanza. La habíamos heredado de los años 70, y ellos a su vez de quién sabe que tradición antigua del mundo editorial riopedrense. Y yo allí, con aquel loco y divino anarquista que era Silén y la pasividad explosiva de Norbert estrechamos una amistad más allá del comercio. No sé si Silén lo dejó empaquetado con la

pobre venta de algunos de sus muchos títulos, pero a la hora de pasar la factura, el estar un par de horas echando chistes sobre las amantes de Romero Barceló, y mezclar aquellas discusiones con los asuntos más serios del país, convocaba también a otros escritores que poco a poco se fueron acercando a aquellos pequeños cónclaves del ánimo que tanto disfrutábamos los primeros autores de Gaviota.

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En aquellas fiestas donde los empleados de Norberto (aquella pandilla noble que se habían fugado de la Editorial de la UPR y con la que hacíamos las fiestas en las ferias de Carvajal), acompañados también por sus queridos hijos, se trataba de freír pavos enteros, y donde la cerveza y el lechón frito, fueron borrando esas líneas de castas -libreros, intelectuales, empleadospara convertirnos a todos en amigos al calor de la risa y la alegría de Norbert. Con los amigos, siempre lo vi alegre. Con sus hermanos de oficio como con Arnaldo González de La Mágica y con Alfredo Torres de La Tertulia, siempre lo vi solidario. Estuviera el negocio mal o hubiese problemas de salud o de familia, Norbert siempre ponía su mejor cara. No quiere decir esto que sus preocupaciones no fueran la nuestras. Muchas fueron las veces en que su

Así, poco a poco y con más autores, se fueron formando las fiestas de navidad en el estacionamiento trasero de la librería, patio trasero donde se concretaron muchos de los mejores negocios editoriales del país. Sin corbatas, ni contratos, ni abogados o editores colmilludos, ni mesas redondas, ni burocracias.

Frente a aquellos estantes pasábamos largo tiempo hablando de política y él para fastidiarnos a la buena a dos o tres, decía que estaba completamente a favor de las barbaridades del Gobierno. Que nosotros, como éramos “un chorro de comunistas” no reconocíamos las bondades de hombres como Luis Fortuño y los otros

corruptos. Lo hacía solo para cucarnos el ánimo, y cuando nos veía

treparnos en nuestra ira, se soltaba una carcajada que tiraba todo el coraje al piso. Yo no sé de qué partido era Norbert. Nunca se lo pregunté porque nunca me interesó. Él sí sabía de las filiaciones de sus autores, y en más de una ocasión me contaron cómo me defendía a brazo partido, a mi, que todo el mundo sabe lo que yo pienso-, de los ataques de otras personas que, en aquel entonces, cuando yo era analista de WKAQ, tenían pánico de juntarse conmigo, y que llegaron a advertirle a Norbert, “que tuviese cuidado con el Perea ese”. Y él les contestaba diciendo: “Ramos-Perea es uno de mis autores, y a mi no me importa lo que él sea”. Esa era la clase de ser humano que honramos hoy.

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hacíamos más que reunirnos dos o tres escritores en los pasillos de librería, y allí llegaba Norbert y todo cambiaba para la esperanza porque este hombre era demasiado fuerte para dejarse vencer. Norbert ostentaba como una armadura, una nueva definición de la palabra constancia. Era consistente. A su manera, organizado, sabía lo que quería y como lo quería y para los proyectos de futuro podía enfrentar atrasos, pero nunca dudas.

salud y algunos incidentes que no viene al caso recordar, lo hayan entristecido por algún tiempo. Pero no

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Dejemos descansar la memoria del hermano por un momento y hablemos de su obra. Se nos ha corregido y se ha discutido tras la muerte de Norbert las diversas definiciones de lo que él hacía, como líder del mundo del libro en Río Piedras. Que si era editor, que si no lo era, que si era solo un librero, que si es esto o aquello que se conoce con este nombre o con aquel.

A esto puedo contribuir, sin ánimo de tratar de convencer, que las labores del editor, el impresor, el distribuidor, o simplemente el que decide publicar un libro y arriesgar su capital como inversionista, no están descritas en ningún lugar sagrado.

Norberto publicó libros a mucha gente. Como editor, arriesgaba su capital para publicar libros que él consideraba importantes y necesarios, y por supuesto que tuvieran buena venta, porque después de todo, Norbert y su familia, no viven del aire. Aquellos autores que Gaviota publicó y publica a lo largo de casi treinta años, dieron y dan, prestigio a un sello editorial que es hoy honra y honor de esta nación. Libros de Antonio Quiñones Calderón, Néstor Duprey, Ché Paraliticci, Víctor Federico Torres, Vivian Auffant, ¡tantos geniales autores nuestros! Libros que son indiscutibles sellos de calidad porque en ellos se reúnen lo mejor del país.

Mucho menos en Puerto Rico. No son definiciones petrificadas que tengamos que respetar y utilizarlas para marginar o reclasificar el trabajo y la contribución de seres humanos únicos como Norberto González.

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Desde la invención de la imprenta misma, la selección de publicar un libro obedece a tantos criterios dispares y diferentes, que no creo que haya alguien en su sano juicio que pretenda que todos los que publican libros se llamen de una u otra forma. Las palabras mismas rompen sus propios límites con las acciones de los ejercen sus significados.

Norbert, además de venderlos, publicaba libros. Libros que llegaban a sus manos o a sus oídos y a los que les veía el fuerte y sólido potencial de venta necesario para sostener su negocio. Pero también publicó algunos libros de pocos méritos para ayudar a un autor, para complacerle la necesidad de ver sus pensamientos impresos en papel fresco. Como él decía cuando se lo reprochábamos: “Lo hice por ayudarlo”. Y uno se rascaba la cabeza porque no entendía tamaño desprendimiento: “Pero Norbert, ¿ayudarlo a qué?” y él con una sonrisa infinita contestaba: “A que se sienta bien consigo mismo”. Amistad, filantropía, decencia, honradez, yo no sé. Póngale el nombre que usted quiera. Pero estas acciones daban a la palabra “editor”, una nueva definición. Cuando publicaba más de dos o tres libros del mismo autor como fue mi caso, lo hacía por otras muchas razones. Tal vez uno de los libros no haya “pegado” como se dice ahora, pero el sabueso que era Norbert sabía que si este no se vende bien, el próximo sí. Norberto asumió los riesgos inherentes a un negocio tan frágil como es el de publicar libros. A mi y a Silén nos publicó más de una docena de libros, y con el tiempo hizo igual con otros

de editores, de libreros, de comerciantes, de impresores, -¡póngale el título que usted quiera!pero esos sí saben lo que cuesta y lo que vale eso que aún podemos llamar y atesorar como “un libro”. No creo que tras haber publicado más de 400 títulos, alguien pueda regatearle el título de “editor”. ¿Quién define lo que

22 autores excelentes. Muchos de ellos tuvieron éxito, uno que otro no, pero con los míos, y esto lo digo con conocimiento de causa, Gaviota abrió dos colecciones que son únicas en la historia editorial comercial de la nación, la “Colección de Teatro Gaviota” y la “Colección Tapiana” de ediciones críticas. De teatro se ha publicado poco, lo hace el gobierno mayormente, y de Tapia, solo se han reimpreso sus obras más conocidas, y todas esas ediciones han estado carentes de un prólogo que las contextualicen. Por eso, cuando Norbert me lanzaba el título de una obra de Tapia y me daba aquella orden casi mística: “escríbele el prólogo, hazte una edición crítica que sea accesible, porque nadie sabe de este hombre más que tú”, estaba determinando una labor muy especifica a nivel editorial que pocos realizan o realizan a

tropezones. Saber quién sabe mucho de algo, exigir que cada reimpresión de un clásico lleve un prólogo que explique y contextualice, hacer accesible a estudiantes y a legos la importancia de escritores como

Tapia, Hostos o Nemesio Canales, dar trabajo continuo a diseñadores y artistas gráficos de suprema calidad como lo son los Muriente-Pastrana, imprimir ediciones accesibles al bolsillo de estudiantes y profesores, difundir una obra poco conocida de un autor puertorriqueño clásico, conocer mejor que nadie el mercado, la distribución y la necesidad de la industria, son todas ellas tareas

23 es eso, y qué labor ha hecho -aparte de corregir galeras, arreglar sintaxis y dar una opinión aquí o allá? Y todo esto lo digo con algo de minúsculo resentimiento, porque me parece que nadie debe andar por ahí apropiándose del significado de las palabras, para repartir “carnets” de esto o aquello como si hubiese que pedirle permiso a alguien para llamar o nombrarse de tal o cual manera. Y dije minúsculo resentimiento, porque me importa muy poco lo que dicen los que no hacen. Para mi Norbert fue un editor en toda la extensión de lo que podamos adjudicar de esa palabra. No fue solamente un simple “librero”, palabra que también se le ha adjudicado a mi amigo, y que podría definirse únicamente como aquel que simplemente “vende libros”, como el que vende aguacates. Ni tampoco creo que haya sido estrictamente un impresor, ni mucho menos un “mercader”. Hay en nuestro país una aristocracia editorial escondida que reparte “carnets de pureza editorial”, que más que honrar el oficio, lo avergüenza. “Editores ” o “impresores”, del gobierno como privados, publican libros tan costosos, tan “bonitos”, pero totalmente inaccesibles, que a la larga enajenan a los lectores al convertir a un libro, no en un portador de avanzadas ideas humanas, sino en objetos de lujo, de adorno o de colección. Y eso es lo menos que debería ser un libro, porque nos guste o no, los libros son personas. Y quien respeta a las personas, no les importa de que partido son, a qué iglesia van, cómo visten, cómo se peinan o con quién hacen el amor.

Y sé que no lo hizo conmigo solamente. Por tanto, si él no podía emitir un juicio sobre la calidad de un libro, lo entregaba a quien sí lo tuviera y confiaba en su palabra. Ahora me pregunto yo, si

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Es cierto que Norbert no leía minuciosamente todo lo que publicaba. Para eso tenía amigos. Esa Junta Editora invisible, que hacía sus cónclaves informales en su atiborrada oficina, ante la mirada resignada de Anita -que a la larga era ella la que tenía que lidiar con los entuertos burocráticos de publicar-. Muchas veces Norbert me daba manuscritos de autores y me decía, “léelo, a ver si vale la pena”.

el señor Mcgraw y el señor Hill leyeron o leen todos los libros de ciencias, matemáticas, y biología que publican. Para eso tienen gente que sabe. Pero nadie dice que Mcgraw o Hill no sean editores. Pero, acostumbrados a llamar las cosas como las llaman los estadounidenses, reconocemos muy poco la valía de los que las hacemos aquí, con nuestras limitaciones y nuestros afectos. Un editor debe ante todo ser una persona integral. Integra, además. No solo conocer el laberinto y la turbidez del mercado, sino pasearse entre ellas con la mirada fija y alta y hacer la diferencia. Y esa diferencia de calidad, honradez y decencia con la que Norberto, Anita y Cheo González, atraviesan el mundo editorial puertorriqueño, tiene todo que ver con lo que es el patriotismo. Despedí el duelo de este ser humano con una frase que en aquel momento me salió del alma y que hoy repito. Norberto González era un patriota. Porque patriotismo es aquello que se

Norberto tenía algo que en la academia escasea. Un sentido profundamente patriótico de auxilio a la comunidad a la que sirve.

25 hace por los demás. Se es patriota, no por lo que se hace por un partido o una idea, se es patriota cuando haces por y para los demás, que son los que son tu verdadera patria. Y al patriotismo no le importa tu partido. Al patriotismo le importa lo humano, lo verdadero, lo más hondo de la emoción y de la necesidad humana.

Norberto fue siempre respetuoso con lo humano. Que a veces su diálogo era algo tosco, tal vez. Pero no necesitaba doctorados autorizados por una academia, ni credenciales guiadas por la fama o los diplomas. Lo guiaban los méritos humanos.

En este sentido, me complace mucho que la Universidad de Puerto Rico le haya reconocido su ingente tarea, y que hayan propuesto el cambio de nombre de este tramo de avenida, al nombre de un hombre de la calidad humana, de la temperancia, de la humildad y honradez y sobre todo del patriotismo que nos enseñó Norberto González.

En estos actos patrióticos de llevar a imprenta los más importantes clásicos de nuestra literatura, o de publicar y distribuir libros de autores que se lanzan por primera vez al ruedo intelectual, y más aún, la publicación de trabajos de investigación de una calidad y seriedad invaluable de la pluma de los mejores autores de nuestro país, si eso no es patriotismo, no sé qué será entonces.

A todo lo que la Patria hace por prevalecer. A todo lo que la Patria es de afectuosa, desinteresada, limpia y honesta. Muchos de los mejores pensamientos de la Patria quedaron y quedan en papel, gracias al patriotismo de seres humanos como Norberto González. No tendríamos Patria sino fuera por los libros que guardan la memoria de lo que somos.

26 Termino. Honrar a Norberto González es honrar la Patria.

Sin ellos tendríamos que estarla reinventando a cada momento y siempre viviríamos intentando en lo incierto. Hoy, que aún el mundo digital y el mundo impreso no encuentran puntos de avenencia, debe ser el momento en que las Bibliotecas del mundo, y especialmente las de nuestro país, dejen de ser los sepulcros de toda la inteligencia humana. El desprecio por la inteligencia en nuestra época es tal, que labores como la de Norbert podrían disolverse en la poca memoria que tenemos de nosotros mismos. Por eso tenemos que seguirla construyendo. Tenemos que seguir publicando, en papel, la historia de cada uno como si fueran antorchas en la noche oscura de los olvidos.

es hoy una frase hueca y todos lo sabemos, aunque la repitamos como un necesario estribillo. Lo que debemos exigir es que la lectura, el desarrollo del conocimiento y la inteligencia para el bien comunitario, sea la verdadera razón de nuestros actos más patrióticos, de aquellos actos que hacemos por los demás.

La labor editorial puertorriqueña necesita, además de su interés comercial, necesita de una fuerte dosis de patriotismo. Exigir “el fomento de la lectura”

Aquí todos, o casi todos, nos jactamos de un patriotismo que se afilia a pasajeras condiciones económicas o ideológicas. En cada marcha sacamos un patriotismo raquítico a pasear, pero el patriotismo robusto, el que no cede a partidos, estatus, o a las

Pero me alegra que aún nos queden las imágenes del patriotismo verdadero, -ese que da todo a los demás-, en el rostro sonriente y afectuoso de quién fuera el patriota puertorriqueño Norberto González. Mi amigo, mi hermanazo, mi editor.

Muchas gracias.

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malditas divisiones con las que por cualquier razón nos separamos de nuestros hermanos, ese patriotismo está perdido y hoy hacemos muy poco para encontrarlo.

Es el biógrafo de Alejandro Tapia y Rivera, Román Baldorioty de Castro, Clara Lair, Francisco Arriví, y los intelectuales puertorriqueños negros del siglo XIX sobre los que ha publicado varios libros y sus obras completas.

EsDramaturgo,guionista,directordeteatro ycine,historiador,crítico y

Entre numerosos premios, es el Ganadordel Premio Tirso de Molina de España 1992, que es el más alto y significativo premio que se le da a un dramaturgo de habla hispana en el mundo.

•CONFERENCIAS 2 -Norberto González: Patriota por Roberto Ramos-Perea. 2022.

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sociólogo dela literatura dramática yel cinepuertorriqueño. Es Presidentedel InstitutoAlejandroTapiayRiveradedicadoalapreservación, investigaciónydifusión deldrama, elcine nacionaly laintelectualidadnegra.

EsDirectoryguionistade10 largometrajespuertorriqueños,entre ellos Revolución en el Infierno sobrela MasacredePonce, La llamarada, Iraq en mi, ysumásrecientepelícula, Vejigantes sobrela obra deFranciscoArriví.

ROBERTO RAMOS-PEREA

INSTITUTO ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA IATR.PR@GMAIL.COM

Es Autor de más de 100 obras teatrales estrenadas y publicadas en Puerto Rico y países como Japón, Latinoamérica, Europa y Estados Unidos y ha sido traducido a una docena de idiomas.

RobertoRamosPerea.NacióenMayagüez,PuertoRicoenelaño1959.

Hapublicadomásde60librosdeteatro,ensayoehistoria,variosdeellos conel SelloEditorial dePublicaciones Gaviota.

•CONFERENCIAS 1- El Renacimiento Negro Puertorriqueño: De Eleuterio Derkes al 'Hamilton' de Lin Manuel Miranda por Roberto Ramos-Perea. 2019.

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