IATR: BIBLIOTECA TAPIANA: ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA por ROBERTO FERNÁNDEZ VALLEDOR 2023

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ROBERTO FERNÁNDEZ VALLEDOR ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA, SUS IDEAS Y LA SOCIEDAD DE ENTONCES INSITITUTO ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA Biblioteca Tapiana Ediciones Digitales 2023

ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA:

SUS IDEAS Y LA SOCIEDAD DE ENTONCES por ROBERTO FERNÁNDEZ VALLEDOR 2023.

Prohibida su reproducción impresa sin permiso del Instituto Alejandro Tapia y Rivera.

© ROBERTO FERNÁNDEZ VALLEDOR 2014 © INSTITUTO ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA 2023.

Derechos cedidos por su autor al Instituto Alejandro Tapia y Rivera para su edición digital descargable.

Es la reunión de los ensayos de interpretación de la obra tapiana más completa hasta la fecha. Su autor, destacado académico de la Universidad de Puerto Rico, ha dedicado mucho de su vida al estudio de las obras del Padre de Nuestras Letras Nacionales, sus contextos y fuentes de origen. El presente libro incluye una docena de ensayos que abarcan todos los géneros cultivados y las ideas filosóficas, espirituales, estéticas y literarias del puertorriqueño que enseñó a pensar a su nación.

Puede descargarlo en nuestra página https://issuu.com/iatr/docs/libro_definitivo_de_tapia

y visitar nuestra página seguir nuestras publicaciones en https://www.institutoalejandrotapia.org

ÍNDICE

AL LECTOR

DE NUEVO AL LECTOR

PRÓLOGO: Una alabanza al Maestro Tapia Roberto Ramos Perea

EL HOMBRE Y SUS IDEAS

Alejandro Tapia y Rivera de cuerpo entero: Escolios a la biografía de Tapia de Ramos Perea Tres ideas claves en el pensamiento social de Tapia

El pensamiento religioso de Tapia en La Sataniada

EL ENSAYISTA

Intrahistoria puertorriqueña en la revista La Azucena de Tapia Tapia en sus Memorias

EL NOVELISTA

La palma del cacique, leyenda indianista de Tapia Abordaje a la novela Cofresí de Tapia Póstumo, ¿una diatriba contra el espiritismo? Una aproximación al pensamiento religioso de Tapia

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Enardo y Rosael o un elogio al amor y la belleza

Ideología y recursos novelescos en Póstumo el transmigrado de Tapia

EL POETA

Comentarios a tres poemas de Tapia

Unas vidas modelos en la lírica tapiana

Censura, censores y La Sataniada

EL DRAMATURGO

Agonía y éxtasis de un drama: Roberto Devereux de Tapia

La sociedad cubana del XIX y los males de Puerto Rico en La Cuarterona

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AL LECTOR

Don Alejandro Tapia y Rivera es una de las figuras más relevantes de la cultura puertorriqueña, no sólo por su valiosa aportación literaria, al punto de ser considerado el Padre de Nuestras Letras, sino por su denodado esfuerzo en la forja de la conciencia nacional puertorriqueña. Su extensa y valiosa obra poligráfica retrata los males que aquejaban a la sociedad decimonónica y, mediante unas directrices culturales, busca la edificación de su concepto de país para su querido Puerto Rico.

Su importante aportación cultural, social y literaria resulta imprescindible para que sirva de orientación en el presente y en la edificación del futuro de nuestro pueblo. Estudiar la vida y la obra de nuestros clásicos, entre los cuales Tapia tiene un prominente lugar, significa conocernos mejor y valorar nuestra herencia cultural y social. Esto nos permitirá edificar una sociedad fundamentada sólidamente en los principios que siempre nos han caracterizado.

En las clases de literatura puertorriqueña con doña Angelina Morfi descubrí al auténtico Tapia. Lo enseñé durante mucho tiempo a mis estudiantes, tanto de escuela superior como de la universidad. A través de mis años de docencia fui escribiendo diversos trabajos que realmente nacieron en el salón de clases, unos fueron publicados, otros permanecían inéditos. Al reunirlos, ahora, veo que ofrecen una visión general sobre las ideas y la obra de este destacado escritor; asimismo, sobre la sociedad puertorriqueña de ese tiempo

Ante la insistencia del destacado dramaturgo y buen amigo tapiano, Roberto Ramos Perea, de que los publique, he decidido hacerlo, como una forma de testimoniar la valía de don Alejandro, un puertorriqueño que llevaba su patria en el corazón y le dolían las injusticias que en ella se realizaban. Asimismo, le agradezco al amigo que haya prologado este trabajo y me haya facilitado las fotos que aparecen en esta obra. Estos ensayos fueron escritos en diversos momentos y en circunstancias muy particulares, por eso el lector apreciará la repetición de algunas ideas, sólo han tenido pequeños cambios de estilo y aclaración de conceptos

Moca, Puerto Rico

22 de marzo de 2014

Día de la Abolición de la esclavitud en Puerto Rico

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Las personas que han contribuido con su vida y sus ideas a la forja de la conciencia nacional y el desarrollo literario y cultural de un país hay que estudiarlas; es más, hay que emularlas, porque tenemos el deber de recordar a quienes han sido nuestro Norte. Desafortunadamente, tenemos muy poca memoria histórica y tendemos a olvidar nuestros orígenes y nuestros avatares históricos.

Don Enrique A. Laguerre, quien amó entrañablemente a Puerto Rico, entendía que uno de los problemas más graves entre nosotros era el presentismo. Ese vivir el presente, adorándolo como si fuera nuestra única realidad histórica y social. Ese desdén por el pasado nos ha costado repetir innumerables errores en el presente. Mucha razón tenía Sartre cuando analizaba la existencia humana y llegaba a la conclusión: “No tenemos pasado, somos nuestro pasado”. Esta realidad podemos extrapolarla a Puerto Rico, así descubriríamos lo que, en el siglo XII, uno de los discípulos de Bernardo de Chartres recogió de labios de su maestro: “[…] somo como enanos en hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura”.

Tapia fue un denodado promotor de la educación sin distinción de sexos, porque entendía que era el vehículo más idóneo para lograr ciudadanos libres, ya que esto le permitiría sortear los escollos que impedían su desarrollo. Creo que, de esta forma, parafraseando un versículo del Evangelio, lograríamos alcanzar la libertad que se desprende de la búsqueda de la verdad.

Cada vez me convenzo más de la actualidad que tiene Alejandro Tapia y Rivera. La relectura de su obra, en hombros de este gigante puertorriqueño, nos permite otear más claramente el horizonte. Por esta realidad, aún continúo analizando su obra. En el presente volumen he añadido unos trabajos recientes; asimismo, he revisado y ampliado los anteriores con el fin de estimular la lectura y estudio de sus obras a las presentes y futuras generaciones. Mis consideraciones no pretenden dictar pautas, simplemente son mis reflexiones personales sobre la obra de este insigne escritor puertorriqueño.

Moca, Puerto Rico, 22 de junio de 2022 en los 250 años de la fundación de Moca, Puerto Rico

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DE NUEVO AL LECTOR

UNA ALABANZA AL MAESTRO TAPIA

Insisto ante el amigo, varias veces.

Y lo seguiré haciendo porque su inteligencia es aire limpio y fresco. Y este libro es la verde montaña donde ese aire se respira.

Antes de que este tomo saliera, reunía los trabajos tapianos de Roberto Fernández Valledor sobre mi pequeño escritorio, los leía una y otra vez, le buscaba los secretos, me intrigaban esas fuentes que a nadie se le había ocurrido consultar, me fascinaba esa perspicacia, esa astucia, esa vivificante sospecha con las que este intelectual de hoy asediaba la letra del más importante intelectual de nuestro siglo 19. Aquellos trabajos dispersos, como trincheras torcidas de un vasto mapa de batallas, urgían de un espacio de lucha coherente.

Insisto. Finalmente, el querido amigo me hace caso y reúne en un breve tomo sus trabajos sobre el maestro y los da la luz como quien hace una ofrenda gentil. Y yo me siento un tanto vengado de amor, finalmente.

El silencio y la indiferencia con que la Academia ha tratado los estudios tapianos, léase, los estudios sobre EL PADRE de las LETRAS NACIONALES, es tan despreciable como estruendoso. Ha sido el INSTITUTO TAPIA, que me honro en dirigir, el que recientemente ha propulsado tanto la continuidad como la insistencia en que la obra del Maestro sea estudiada y difundida. En ello, reconocemos la ayuda del Ateneo Puertorriqueño, mano cerrada que a regañadientes se tendió para honrar a su fundador. (Pero es historia para otro día).

Un breve estado de la cuestión tapiana arrojará de inmediato el nombre de Roberto Fernández Valledor en el primer lugar de citas y fuentes, en lo que a estudios tapianos se refiere en Puerto Rico.

Ahora, consolida en este libro esa inmensa aportación, la que se suma a las Actas de los Congresos Tapianos de 1997 y de 2010, así como los trabajos biográficos del que esto suscribe, la edición crítica de Mis Memorias de Eduardo Forastieri Braschi, la reimpresión de la Revista La Azucena que realizó el Instituto de Literatura Puertorriqueña en el 2013 y la digitalización y puesta en línea de una pequeña parte de su obra por la Dra. Marisol Ramos de la Universidad de Connecticut, entre otros muchos proyectos que van sumando gloria a la obra del patricio.

Pero este tomo en particular es la siembra de aquellos frutos. Nadie como Fernández Valledor para ir entresacando del oscuro pasado, las fuentes de la memoria y la

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imaginación misma de Tapia. Su poder de deducción, de asociación, de armar ambiente, influencias, contextos y con ello precisar, con más seguridad y aplomo que nadie, el origen social de una imagen poética, de una línea de narración, o de una escena dramática.

Las indagaciones que aquí publica, y que generosamente divide por los géneros literarios que cultivó el Bardo de Guamaní, (superando la obra de sus predecesores Miguel García Díaz y Elsa Castro Pérez), ofrecen una de las más agudas perspectivas de su creación, pues en primer lugar trascienden su alcance nacional y lo llevan hasta los linderos de Cuba, lares conocidos en sangre por nuestro crítico, y que el propio Tapia respiró por nueve años de su corta vida. Antillas en su máxima bocanada de vida.

Especial agrado son sus indagaciones en los contextos de lucha de clases en su ensayo sobre La Cuarterona. Me considero especialista en esa obra por los muchos años que le dediqué a ella, estudiándola, llevándola a escena varias veces, metiéndomela en el alma como el primer drama esclavista de toda América. Pero al leer el ensayo de Valledor, ¡qué millonada de nuevas perspectivas se abren ante los ojos del más cauto! Fernández Valledor navega con proa de hierro en ambos contextos sociológicos: Cuba, Puerto Rico… la lucha de las clases (no olvidemos el envolvimiento de Tapia con el despertar socialista en Cuba), la compra de títulos, la esclavitud… es sin duda el mejor de los trabajos de este tomo que debe revisitarse una y otra vez para entender a cabalidad las honduras de este drama escrito sobre la sangre derramada por el más infame de los eventos humanos.

El estudio profundo de La Sataniada no deja que desear, pues como estudio de la censura, asombra siempre y perpleja al más avezado tapiano, sobre esa bipolaridad entre el bien y mal en la que Tapia desangró su Obra Maestra.

Aplauso atronador para su ensayo en el que revela las fuentes originales del drama Roberto D’evreux y las temerarias conclusiones, que no por temerarias sean desacertadas, en la búsqueda de los orígenes creativos de este drama censurado. Si bien el que esto suscribe pudo hallar las causas políticas de la censura (Calumnia que algo queda, el expediente criminal de Alejandro Tapia y Rivera. TAPIANA I, Ateneo Puertorriqueño, 2012), Fernández Valledor aporta el texto definitivo sobre los orígenes, contradicciones y críticas de este drama desconocido, con el que el romanticismo puertorriqueño comienza su mayoría de edad.

La polémica aún no resuelta sobre la naturaleza espiritista de las novelas de Póstumo, se cuece nuevamente en sus ensayos sobre la genial y más excelsa novela puertorriqueña de nuestro siglo 19. Recuerdo cuando al filmar nuestro documental sobre la vida y obra del Maestro (Tapia, el primer puertorriqueño, DVD, 2011) en el que Fernández Valledor es unos de los principales recursos, la pregunta se me saltó de los labios, ¿era o no espiritista, Alejandro Tapia y Rivera? ... y Fernández Valledor, ferviente católico y respetuoso de todo lo más serio y sagrado del alma, luego de varios interesantes

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rodeos filosóficos, contestó lo que todos sabemos, pero nadie dice, y así pudimos concluir que “si no lo era, se le parecía mucho”.

Los restantes ensayos del tomo son granos de oro de este vivificante afluente.

Roberto Fernández Valledor respeta con solemnidad al Maestro Tapia y le ve como faro de inmensa y necesaria luz en el camino de continuo cambio y desarrollo y tropiezos que es la forja de la identidad puertorriqueña. Como acucioso catedrático y académico de nuestra Universidad de Puerto Rico, ha hecho del nombre de Tapia en sus aulas, una devoción.

Hay en este crítico un saludo perpetuo a la grandeza de Tapia, una insobornable alianza con su genialidad, una entusiasta curiosidad por los misterios de su palabra, y de sus imaginarios.

Pocos tapianos en Puerto Rico, (y somos muy pocos, menos de una docena), habrán dedicado tanta pasión académica a estudiar al hombre que nos enseñó a pensar, y a pensar “en puertorriqueño”.

Me felicito por haber provocado este libro. Me arrepiento y me siento culpable de que no saliera antes esperando por este desacertado prólogo, al lado de tanta brillante certeza. Pero aquí está el libro, y es necesario.

Para el Instituto Alejandro Tapia y Rivera es una medalla de oro.

Para mi será un libro de cabecera, algo así como un texto sagrado.

Para Tapia será un homenaje fogoso. Un recuerdo perpetuo a la admiración póstuma que tanto anhelaba.

Para Puerto Rico es una alabanza.

Roberto Ramos-Perea Instituto Tapia San Juan de Puerto Rico, 2014-2023

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EL HOMBRE Y SU PENSAMIENTO

Alejandro Tapia y Rivera es uno de los máximos representantes de la cultura puertorriqueña del siglo pasado. Su vida fue rica de amarguras […] Padre de las letras puertorriqueñas, fundador de nuestro teatro, piedra angular de nuestro Ateneo […], insobornable e impertérrito periodista, cuya pluma fue siempre alada mensajera de la voz viviente y de fecunda cátedra.

En medio de las amarguras decepciones y de las desgracias de su agitada existencia, lejos de quebrantarse su espíritu, adquiría nuevas fuerzas y aumentaba su febril entusiasmo por las Letras y veían la luz pública con rapidez extraordinaria las producciones de su fecunda y brillante inteligencia.

[…] voy a considerar a Tapia como espíritu fuerte, dispuesto para luchar de continuo con la adversidad; a Tapia como hombre de arraigadas convicciones y amante fiel de los salvadores principios que regeneran a los pueblos, cuando éstos se desvían de la senda de la verdad.

Alejandro Tapia, ¡LOS GENIOS COMO TÚ NO MUEREN!

Luis Muñoz Rivera

Tapia consolida en su vida y su obra, un todo, no disperso ni infrecuente, del resurgir de una Nación letrada. ¡Tapia, el primer puertorriqueño!

Roberto Ramos-Perea

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ALEJANDRO TAPIA Y RIVERA DE CUERPO ENTERO: ESCOLIOS A LA BIOGRAFÍA DE TAPIA DE RAMOS PEREA

[…] los autores y actores, acaso por incapacidad, y los gacetilleros por irreflexión o por seguir a los demás, o por otra cosa, le han dicho o dicen que el público es un juez infalible, que lo trágico es malo, y lo bueno… cualquier cosa.

En una sociedad como la nuestra, donde los intereses económicos y los políticos prácticamente rigen el comportamiento cívico de los ciudadanos, tenemos que aplaudir la aparición de libros que presenten y defiendan nuestros valores culturales y resalten a las figuras que han forjado nuestra conciencia nacional, para que sirvan de ilustración al pueblo en general. Con su libro Tapia, el primer puertorriqueño. Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1836-1882), Roberto Ramos-Perea no sólo contribuye a enriquecer nuestro acervo cultural, sino que reivindica a una figura destacada de las letras y la cultura puertorriqueñas.

Además de ser una minuciosa biografía, elaborada con múltiples fuentes primarias, resulta un estudio crítico de nuestra literatura decimonónica y, en particular, sobre la obra de Tapia. El autor desentraña los contextos sociales, culturales y políticos para reconstruir documentalmente la vida y el pensamiento del biografiado, lo cual le sirve para la exégesis de toda su producción literaria. Y, en esencia, esta debe ser la misión de quien escribe una biografía, comprender, a base de fuentes confiables, el vínculo existente entre el individuo y el ambiente donde está inmerso, además de observarlo cómo se desarrolla en ese medio. En otras palabras, hay que vincular los contextos con la vida del biografiado para desentrañar su visión del mundo.1

Acertadamente esto lo ha hecho Ramos-Perea con esta importante biografía y nos ha dado a un Tapia de cuerpo entero, sorteando el panegírico y la detracción, donde comúnmente se mueve la biografía; como advierte el prologuista, Edgar H. Quiles, se da “[…] a conocer un nuevo Alejandro Tapia y Rivera” 2 Estamos, por consiguiente, ante la vida

1 La biografía está muy vinculada a la historia y a la literatura. Por esa razón Alfonso Reyes advierte: “La biografía es un género anómalo, sólo relativamente histórico. Algunos llegan a decir que es extrahistórico por definición convencional de la historia. El que quiera considerarlo virtualmente incorporado en la historia, no por eso invalidará la conclusión a que aspiramos.” El deslinde. Prolegómenos a la teoría literaria (Fondo de Cultura Económica: México, 1844) 71.

2 Edgar H. Quiles Ferrer. “Prólogo”. Roberto Ramos-Perea. Tapia, el primer puertorriqueño. Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882)

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de una persona que, como cualquier otro ser humano, tiene virtudes y defectos. No es una biografía encomiástica, sino la de un hombre de carne y hueso que lucha por su ideal. Ya nos había advertido sobre el particular el insigne José Martí, cuando les decía a los niños en La Edad de Oro: “Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”.3

Resulta increíble cómo el autor ha podido establecer el itinerario de la vida de Tapia y su quehacer literario no sólo año por año, sino en múltiples casos por meses y días. A modo de ejemplo: “No se registra texto suyo [de Tapia] en el semestre que va de julio a diciembre de 1871” (pág. 425, nota 157). “El agosto caluroso de 1873, toma a Rosario su cuarto mes de gestación y aún es la hora que Alejandro no tiene trabajo” (pág. 481). “Jacinto Aquenza, el funcionario a quien sustituía [Tapia], regresa de su licencia y Alejandro es declarado cesante del puesto interino en la primera semana de enero de 1877” (pág. 581).

A veces, destaca detalles minuciosos. Por ejemplo, sobre la gira teatral de Astol en 1877, que no fue respaldada por el público debido a la poca concurrencia, evidencia “[…] que la compañía de zarzuela que había estado antes en el teatro, comenzó a cambiar el gusto general de ese momento” Pero lo significativo de esta cita es lo que se indica a continuación “Súmele [a esto] una estacionaria vaguada que mermó con continuos aguaceros muchas de las funciones del mes de enero” (pág. 583). Entenderemos, entonces, por qué el prologuista califica esta obra como “monumental” y como una especie de “enciclopedia tapiana”.

Al leerla, no podía dejar de pensar en los textos fundacionales de historia y de las biografías sobre los próceres de la independencia de los pueblos latinoamericanos que se escribieron luego de su emancipación de la metrópoli. Los autores tenían la necesidad de explicarle al pueblo cómo se había forjado la Patria. Esto lo resalta muy bien Ramos-Perea en ese cuestionamiento de Tapia en el que constantemente se está planteando lo puertorriqueño.

Son muy importantes las fuentes primarias en las que se basan los hechos históricos. No obstante, en determinados momentos, pese a la rigurosidad historiográfica de los acontecimientos, aflora el alma dramática de Ramos Perea. Por ejemplo, un

(Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2015) xviii. En adelante cuando cite esta obra aparecerá en el texto. Dice el profesor Quiles Ferrer que se presenta a un Tapia: “[…] más rebelde, agresivo, ya dijimos más revolucionario, más humano: contradictorio y doloroso, enamorado, desesperado, cometiendo errores, a veces súper violento, a veces súper pacífico, otras veces súper reflexivo, otras súper pasional y lleno de una fuerza tan avasalladora que lo dejaba al borde del abismo, incluyendo sus ideas políticas, sociales y religiosas.” xvii-xviii.

3 José Martí. “Tres Héroes”. La Edad de Oro (Vol. I, No. 1, julio 1889).

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testimonio de José Julián Acosta le sirve para dramatizar líricamente la escena en la cual Tapia y Rosario leen en alta voz algunos parlamentos de La Cuarterona. Veamos:

Entre parlamento y parlamento, la mirada de Alejandro se levanta a la mirada de cielo de una mujer muy joven, pequeñita de tamaño, de ojos ardientemente azules y vivos, de rojizos labios y blanquísima piel mediterránea, incluso algo rolliza de mejillas que dan tierna figura a una perfilada nariz. Pequeña de cuerpo, sí, pero proporcionada y ágil de gesto, sobre todo ese acariciarse su larga trenza negra que se descarga fatigada sobre el hombro hasta el pequeñito pero redondo seno que palpita de emoción. Y está llorando suave y dulcemente… sobre todo en ese parlamento en que el enamorado Carlos le pide la fuga a la cuarterona Julia, la feliz fuga a un mundo donde no existen las mezquinas diferencias raciales y las preocupaciones coloniales que los separan… (pág. 311).

El biógrafo describe a una Rosario según los retratos existentes y se imagina aquel momento, poetizándolo. Armoniza, pues, historia y poesía, lo cual está permitido y se ha utilizado con excelentes resultados. Me viene a la mente la poética biografía de José Martí escrita por Jorge Mañach en la que hace esto para describir los amores del Apóstol con María García Granados, la desdichada “Niña de Guatemala”. El autor conjuga el poema martiano con los datos históricos. Esto crea un respiro o especie de pausa en medio de la lectura de un libro sobre historia y crítica, como el que se presenta, donde se están ofreciendo datos, comentando obras, analizando ideas… y sirve de distensión o descanso al lector.

Esos pequeños oasis a la lectura se repiten; entre otros momentos, en el encuentro de Tapia con la actriz cubana Adela Robreño, quien interpreta magistralmente el monólogo Hero y Leandro (pág. 380-381). En la escena en que Rosario le comunica a Tapia que está embarazada de su tercera hija, Eva Cándida, y el nombre que ésta llevaría (pág. 626). Asimismo, cuando la poeta y escritora Fidela Matheu, la eterna amante de Gautier Benítez, se presenta en el Ateneo, ante el féretro de su amor, nuestro más ilustre lírico posromántico, para despedirse (pág. 690). Este rasgo ya se lo advierte al lector el prologuista: “Atrae mucho la atención el caudal anecdótico que Roberto inserta y describe con lujoso detallismo y su particular estilo de presentar los mismos” (pág. xvi).

La presente obra clarifica múltiples aspectos de nuestra historia literaria. Entre otros, menciono sólo algunos. No cabe duda de que uno de los mejores textos para estudiar La Sataniada es el de José Luis Martín. Como la primera publicación de esta obra carecía de fecha, este destacado crítico señala que debió ser en el año 1870 o 1874.4 Sin embargo,

4 José Luis Martín. Análisis estilístico de La Sataniada de Tapia (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1958) 3, 156-158.

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fundamentándose en la carta que Tapia le envía a Labra para su impresión en Madrid, Roberto rectifica que fue en 1878 (pág. 623, nota 214).

Gerardo Hernández Aponte en su historia sobre el espiritismo en Puerto Rico, basándose en Pedreira, don Cesáreo y Lillian Quiles, afirma que Tapia, en La Guirnalda Puertorriqueña, con el seudónimo “Yo”, cataloga la moda de consultar a los muertos mediante una mesa, siguiendo las prácticas espiritualistas, como “un juego de tontos” (20 de junio de 1856); también “que su moda pronto pasaría, llevando a los crédulos a reírse de ellos” (30 de septiembre de 1856).5 Sin embargo, la identidad de este hablante, explica Ramos-Perea, se le ha adjudicado tanto a Tapia como a Ignacio Guasp, pero demuestra por qué el mismo no puede ser de Tapia (pág. 188-189). Esto no le impide al crítico colegir que el análisis de una “Crónica de Ponce” aparecida en El Progreso el 5 de abril de 1871 con el seudónimo “Yo” sea de Tapia (419).

Esta biografía constituye un tratado sobre la prensa periódica decimonónica y una valoración de nuestra literatura de ese tiempo. El análisis de la prensa sirve para entender el antagonismo político e ideológico que se debate en ese momento, así como la situación cultural de la Isla en el siglo XIX. Diferentes autores habían valorizado la importancia de la prensa en el desarrollo de nuestra literatura, al punto que Josefina Rivera de Álvarez la llamó “la nodriza de nuestras letras” (pág. 45), porque en este medio aparecieron nuestras primeras manifestaciones literarias. Esto le sirve al investigador para bucear en ella textos y autores con el fin de analizar su contenido, teniendo en cuenta, de manera muy particular, nuestra identidad como pueblo. Ante la tesis de nuestro tardío romanticismo y la significativa pervivencia del neoclasicismo en él,6 Ramos-Perea no cree “que el romanticismo puertorriqueño fue tardío” (pág. 64), porque en el Boletín Mercantil ya estaba presente, según indicara también doña Josefina.7 Por tal razón, se detiene en el análisis de esta importante publicación y resalta su valor para nuestras letras. Y ante la tesis de Otto Olivera8 de la “reafirmación neoclásica” de la Guirnalda, el estudio de Roberto evidencia que más bien esta publicación fue “una ratificación del romanticismo puertorriqueño” (pág. 189).

Asimismo, estudiando el momento cultural en que se desenvuelve Tapia, plantea nuevos enfoques a las letras insulares. Por ejemplo, sobre el Aguinaldo puertorriqueño, al que desentraña ideológicamente (pág. 67-74), considera que “no era tan puertorriqueño

5 Gerardo Alberto Hernández Aponte. El espiritismo en Puerto Rico (1860-1907) (Academia Puertorriqueña de la Historia: San Juan de Puerto Rico, 2015) 121, 129.

6 Véase Manuel García Díaz. “Los neoclásicos en Puerto Rico” y Cesáreo Rosa-Nieves. “El romanticismo en la literatura puertorriqueña”, 21 Conferencias (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1960) 85-117, 121-148.

7 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo (Ediciones Partenón S. A.: Madrid, 1983) 129.

8 Otto Olivera. La literatura en periódicos y revistas de Puerto Rico, siglo XIX (Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, 1987) 134-135, 144-149.

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como se pudo haber esperado. Es más, el libro pudo haberse titulado Aguinaldo Romántico y nada se perdería con ello” (pág. 72). Entiende, además, que “[…] el Álbum Puertorriqueño es el primer libro de nuestra literatura que contesta la pregunta [¿cuál era la ‘patria’ de los puertorriqueños?] afirmándose que ‘lo puertorriqueño’ nace de la añoranza de Puerto Rico como patria Madre, desde el corazón cultural de lo que ya se concebía como un Imperio” (pág. 80).

La crítica ha considerado la poesía lírica lo menos afortunado de la obra tapiana. Roberto estudia la misma y entiende que ese hecho se debe a que su creación poética “[…] brota en sus momentos de ocio, estableciéndola como una suerte de divertimiento liviano –afiliado al romanticismo más ortodoxo- que no alcanza alturas ni filosóficas ni espirituales, aunque posee un sustancial valor emocional, creativo y biográfico” (pág. 247). A través del método histórico crítico, el autor realiza un análisis social e ideológico de los autores que estudia, valiéndose para ello, tanto de sus obras como del ambiente literario y político de la época. Esto da como resultado un importante tratado cultural del siglo XIX puertorriqueño.

Recordemos que el análisis literario debe hacerse a base de criterios estéticos, nunca por gustos personales ni por amistades o personalismos. Así lo entiende Tapia, quien, en respuesta a un artículo de El Agente, del 2 de abril de 1877, les da la bienvenida a más críticas artísticas con el fin de ilustrar: “[…] pero lo que más conviene, es que nazca la verdadera crítica, para que todos aprendamos, sustituyéndose aquella a las apreciaciones hiperbólicas y bombísticas que más que enseñar pervierten” (La Azucena, 15 de junio de 1877). Por esa razón, cuando Ramos-Perea analiza la valoración de Bonafoux al drama de Tapia, La parte del león, no le merece seriedad ni valor alguno, y aprovecha para opinar sobre el tipo de crítica que desarrolló dicho autor:

Luis Bonafoux, en un derroche de diletantismo y farándula, renegó del análisis estético literario y dramático, y eligió el chisme, el escándalo, la humillación, el cinismo, el zoilismo y la sorna para hacerse un nombre temido en el mundo de las letras. Era de los que pensaban que siendo temido no tenía que explicar sus caprichosas y nada profundas opiniones –que no criterios- estético-literarios (pág. 750).

También desmiente Roberto la leyenda de que la noche antes de su muerte, Tapia había dado punto final a Póstumo envirginiado; por el contrario, afirma que “comenzó a escribirla cuando terminó la primera parte en 1878, y ya en 1880 estaba terminada” (pág. 770, nota 304).

Mediante el análisis de la obra de Tapia y de la crítica sobre la misma, el autor va desentrañando lo biográfico del Padre de las letras puertorriqueñas en sus relatos; o sea: “[…] la pasión autobiográfica que Tapia nos cuela en sencillos códigos a través de los

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personajes de sus novelas […]” (pág. 100, nota 41). El autor va rastreando esto en las obras y nos advierte que, incluso, en algunos casos, “[…] los personajes llevan los nombres de sus amigos” (pág. 259). Esto nos facilita una lectura ideológica, además de biográfica, a la producción tapiana.

No faltan críticos que consideren como “escapismo romántico” la ubicación de algunos escritos de Tapia, cuyas tramas se desarrollan en otras latitudes geográficas y no en Puerto Rico. En la valoración de Roberto, se hace patente que nuestro autor tenía en cuenta la Isla cuando escribía sus obras. Por ejemplo, la metáfora sobre la crudeza colonial puertorriqueña que se percibe en el drama Vasco Núñez de Balboa. Piensa el crítico: “Imaginemos si los censores hubiesen sido inteligentes y hubiesen entendido lo que Vasco metaforiza de la realidad colonial” (pág. 461).

Asimismo, su novela más voluminosa, La antigua sirena, cuya alegoría nos lleva, según el biógrafo, “[…] a la situación política antillana, en donde Cuba y Puerto Rico, en su ansia de ser una Nación, se ven reprimidos por el caprichoso poder oligarca de un Imperio castrador de identidades, tal como le pasó a Venecia” (pág. 266). Resulta muy interesante su análisis sobre esta novela, la cual explica que se concibió y fue escrita en un principio como obra de teatro, pero luego se convirtió en relato y, para demostrarlo, va analizando una serie de detalles que sostienen su tesis (pág. 265).

Llama la atención el hecho de que, a veces, una frase por sí sola sirve para resaltar determinado rasgo de la obra. Por ejemplo, a El Bardo de Guamaní lo califica como “un libro monolítico” (pág. 271) o un “proyecto de ilusión concebido en la vanidad” (pág. 272), ya que con el mismo “[…] se satisface una pesarosa urgencia de un reconocimiento que Alejandro en su soledad; y ante la indiferencia del medio literario cubano, anhelaba desesperadamente” (pág. 267). Entiende, además, que “[…] el prólogo de El Bardo, unido al prólogo del Aguinaldo del 1861 se convierten en los primeros dos textos de nuestra historia literaria que dejan estipulado el lugar de las letras [de Puerto Rico] ante las metrópolis latinoamericanas” (pág. 272).

A veces la ecuanimidad del historiador y el crítico cede al fogoso espíritu del autor, ya que esta obra no está exenta de juicios enérgicos, especialmente cuando se trata de figuras que han alcanzado renombre histórico y entiende que no se han portado a la altura de su misión en la sociedad puertorriqueña. Por ejemplo, a Pérez Moris, Díaz Caneja y Alcalá del Olmo los llama “tres caníbales del conservadurismo” (pág. 564). Considera que el papel de censor de Francisco Vasallo Forés, “el Buen Viejo” y su apología a la política española, le impidió ser un defensor de lo puertorriqueño tal como se le ha adjudicado. A Elzaburu lo llama “cínico” (pág. 804), porque demuestra esta actitud en sus comportamientos con Tapia.

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Toda la producción tapiana tiene un fin primordial, presentar la aspiración de país que él anhelaba para Puerto Rico. Su crítica literaria, que fundamentalmente se desarrolló en la prensa y en sus conferencias, tiene como objetivo el quehacer artístico para educar al pueblo. Pueden ser discutibles sus puntos de vista estéticos, sus comentarios a obras o sus conferencias, lo cual es muy normal, según sea la escuela que se siga, pero el fin que persigue de acentuar la realidad puertorriqueña, no es discutible. Tapia utilizó la tríada hegeliana del arte: la belleza, la bondad y la verdad, porque entendía que era cónsona con su concepción de identidad y de país. A fin de cuentas, con el arte se expresan las contradicciones de la materia y la idea, lo cual le sirve de apoyo para los puntos que plantea.9

Considero que uno de los mayores aciertos del presente libro son las valoraciones críticas, las observaciones y los comentarios a las conferencias sobre estética y literatura de Tapia.10 Con dichas conferencias, Tapia se convirtió no sólo en uno de los primeros puertorriqueños en teorizar sobre el arte y la creación literaria, sino también de Latinoamérica. Debido a los cambios estéticos que se estaban observando en las nuevas generaciones, Ramos-Perea explica que, al final de la tercera conferencia, ya “[…] muestran al Tapia que habíamos vislumbrado a sus 50 años como intolerante, duro, implacable y hasta agresivo en la expresión de sus ideas” (pág. 580).

Se puede decir que Tapia fue por muchos años la conciencia crítica del teatro en Puerto Rico con sus constantes comentarios sobre las obras que se presentaban en la Isla. Hojeando sus comentarios dramáticos en La Azucena apreciamos que se fija básicamente en cuatro elementos: Analizar la significación artística de la obra, en aquello en lo que reside su valor y la consistencia de la tesis que expone. Darle mucha importancia a los caracteres de los personajes en la lucha que libran, pero éstos deben ser consecuentes en mantener esa lucha que, en el fondo, son las grandes pasiones humanas. Insistir en que los efectos dramáticos no deben ser lo descollante en la presentación para evitar el “efectismo”. El dramaturgo debe saber combinar los contrastes que él llama los “tonos fuertes” y los “tonos blandos”, ya que, la persistencia de sólo uno de ellos, da monotonía a la obra. Mención aparte deben ser sus comentarios sobre la escenificación de la obra, en la cual se fija desde la iluminación hasta la dicción de los actores. Tapia considera que los autores, los artistas y la crítica ilustrada “[…] han ayudado y desarrollado el instinto, el

9 Analizando el drama de Echegaray En el puño de la espada, explica Tapia: El arte “[…] a fuer de completo, reclama la participación de lo ideal y lo real como fondo y forma, como alma y cuerpo, como elementos armónicamente imprescindibles de la belleza idealizada en la esfera del espíritu y objetivada o realizada en la esfera del arte.” (La Azucena, 15 de marzo de 1877).

10 Véase en el libro de Ramos Perea: Primera conferencia, 568-571; Segunda, 572-574; Tercera, 577581; Cuarta, 609-611; Quinta, 700-703; Sexta, 79-793.

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sentimiento artístico y poético que existe, con mayor o menor intensidad en el alma de la muchedumbre.”11

Ante las variaciones que se están dando en los gustos del público y a los cuales las compañías dramáticas están atentas para beneficiarse económicamente, explica RamosPerea que Tapia: “Ataca la visión de que al teatro se va a divertirse y a reír como era la exigencia de las clases altas sanjuaneras, y defiende el ‘romanticismo’ que practicó y que ha sostenido las grandes pasiones y los grandes crímenes, contrario al teatro de ahora, que los ha frivolizado” (pág. 591). Se hacen patentes los cambios literarios que se van dando en el biografiado. Por esa razón, viendo los ensayos de La parte del león, Tapia estaba insatisfecho. Roberto explica la razón:

La obra proponía otro estilo de actuar y decir parlamentos que en la obra tapiana era radicalmente nueva, y él, aunque no gozaba de admitirlo, lo sabía. Algo había cambiado en su manera de escribir teatro. Estilo, inteligencia, expresión, naturaleza del diálogo… sí, ni él mismo sabía cuánto había cambiado con esta obra realista (pág. 708-709).

Esta biografía concluye con la proyección de la obra de Tapia en los siglos XX y XXI y una extensa bibliografía. No queda duda alguna sobre la admiración de Roberto por su biografiado, de lo contrario no le hubiera dedicado diez años de estudio (pág. xv, xxiii) ni el ingente trabajo de investigación y crítica que hay detrás de este libro. Se constata que es una admiración por la trayectoria existencial de Tapia que se va desgranando en cada uno de los quince capítulos que la integran. Considero, pues, que esta biografía tapiana, escrita por Roberto Ramos-Perea, que esta noche se presenta en esta benemérita institución, constituye un texto importante sobre historia, literatura, política y cultura puertorriqueñas del siglo XIX en torno a la figura de Alejandro Tapia y Rivera, “el primer puertorriqueño”.

Ateneo Puertorriqueño, 30 de mayo de 2016

11 Véase, La Azucena, edición facsimilar (Instituto de Literatura Puertorriqueña, Ediciones Puerto: San Juan de Puerto Rico, 2013) Entre otras páginas 95, 129, 153, 250, 258, 428, 589, 605, 616 y 622.

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TRES IDEAS CLAVES

DEL PENSAMIENTO SOCIAL DE TAPIA

He creído siempre que el verdadero límite del amor a sí mismo, a la familia, a la patria y aun a la humanidad es la verdad y la justicia. Estas deben ser el primer amor del hombre […] Seré siempre veraz y destituido de saña como quien va a encontrarse ante la justicia eterna.

Alejandro Tapia y Rivera

Alejandro Tapia y Rivera muere la noche del 19 de junio de 1882 durante una reunión de la Sociedad Protectora de la Inteligencia que se celebraba en el Ateneo Puertorriqueño.12 De más está señalar la conmoción que esto tuvo en la opinión pública. Los periódicos lamentaron el fatal deceso y no escatimaron elogios a su figura. Como bien destaca Roberto Ramos Perea, las palabras de Manuel Fernández Juncos constituyen el mejor de los panegíricos publicados en esos días.13 A continuación entresaco algunas de sus ideas, las cuales aparecieron el 23 de julio de 1882 en El Buscapié:

El ilustre decano de los literatos puerto-riqueños (sic), el fundador de nuestro Teatro, el apóstol incansable de la ilustración y del Arte en esta Antilla, ha muerto.

Aquella prodigiosa actividad que por espacio de cincuenta años se consagró casi exclusivamente a la propagación de los conceptos literarios y de las reglas filosóficas del buen gusto, y la defensa de toda idea generosa en pro de la enseñanza y del progreso, se ha perdido para siempre.

El número y variedad de sus obras es verdaderamente notable, si se atiende a las condiciones especiales en que la escribió, siempre en lucha con las necesidades en que la escribió, siempre en lucha con las necesidades materiales de la vida y con la escasez, cuando no carencia absoluta, de elementos literarios.

Impulsado constantemente por una vocación irresistible, fue durante su vida el alma de casi todas las sociedades tendentes al desarrollo intelectual y

12 Para una detallada descripción de dicha reunión, véase Roberto Ramos-Perea. Tapia, el primer puertorriqueño. Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882) (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2015) 805-813.

13 Este estudioso de la vida y la obra de Tapia recoge testimonios periodísticos de este momento. Ibid., 815-822. Asimismo, en Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 187-252.

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artístico de esta Antilla, y donde quiera que halló ocasión predicó los preceptos del buen gusto y explicó las reglas fundamentalmente del Arte, combatió los extravíos de la ignorancia y del error. Bajo este punto de vista, es incalculable la influencia que ha ejercido en el progreso de la literatura y las bellas artes en Puerto-Rico.14

Acertadamente, Fernández Juncos ha resumido el quehacer cultural y literario de Tapia. El Padre de las letras puertorriqueñas vivió para la literatura, no de la literatura. Por eso su panegirista se lamenta: “Las letras acaban de perder el defensor más entusiasta que han tenido jamás en Puerto-Rico”. Y creo que la mayor alabanza a su carácter y al desinterés de su quehacer artístico, lo cual signó toda su vida, es cuando afirma: “Y murió pobre, extremadamente pobre”.

Tapia se considera un puertorriqueño español, pero no un asimilista incondicional, tampoco partidario de la independencia de la Isla. En política es un liberal reformista y aunque sus ideas no atentan contra la estabilidad gubernamental, discrepan de los estatutos sociales establecidos.15 Para José Luis González “[…] se desenvolvió en el sector más moderado del reformismo insular, o sea el asimilista” 16 A su vez, José Juan Beauchamp considera que: “No trascendió el liberalismo reformista y asimilista de ese momento histórico en Puerto Rico, aunque jamás hizo migas con el incondicionalismo” 17 RamosPerea nos describe a un Tapia que, desde su juventud se mostraba:

[…] enfrentándose al despotismo, a la calumnia y al deshonor; […] en fogoso reclamo de su ser y su libertad, y eso hoy para nosotros es prueba más que suficiente de una identidad individual reclamada en la contradicción que urgía de una ratificación. Ratificación que consolidará en el exilio, con el nombre de “puertorriqueñidad” 18

En todos los géneros literarios abrió y trazó caminos, por lo cual se le ha reconocido, con razón, Padre de nuestra literatura. Asimismo, fue un adelantado de la cultura y uno de los forjadores de la identidad puertorriqueña. Su obra y su pensamiento estuvieron puestos en Puerto Rico y luchó con gran denuedo por las reformas culturales, sociales y políticas. Esto último es lo menos conocido de él. Por esa razón, deseo resaltar tres de sus ideas sociales, para mí fundamentales, por las cuales luchó para transformar la sociedad puertorriqueña de su tiempo: la educación de la mujer, la supresión de los expedientes de

14 Véase, Roberto Ramos-Perea, op. cit., 821-822.

15 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 103-105, 173-174.

16 José Luis González. Literatura y sociedad en Puerto Rico (Fondo de Cultura Económica: México, 1976) 119.

17 José Juan Beauchamp. Imagen del puertorriqueño en la novela (Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, 1976) 7.

18 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 131.

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limpieza de sangre y la abolición de la esclavitud. Cuando estuvo en Madrid durante los años 1850-1852, indica que se reunía todos los domingos con un grupo de puertorriqueños para discutir sobre las necesidades de la Isla: “En aquellas reuniones convinimos en que las cuestiones principales de Puerto Rico eran la Abolición de la Esclavitud y la extinción de los expedientes sobre limpieza de sangre”.19

Para ilustrar el planteamiento de estas ideas sólo me fijaré en cuatro obras tapianas: la revista La Azucena, Mis Memorias, La Sataniada y La Cuarterona, ya que esta visión social está presente también en diversos textos de su extensa obra literaria. Además, no es mi propósito agotar el tema en cuestión, sino ejemplificarlo para el propósito de esta presentación.

La educación de la mujer

Las luchas antiesclavistas en el siglo XIX estuvieron muy vinculadas a las luchas que se libraban por los derechos de las mujeres.20 Me parece que la lectura de la carta de Sab, el mulato y esclavo, a la bella Carlota, personajes de la novela Sab, de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, con suma plasticidad presenta las desgracias, tanto de las mujeres como de los esclavos, se apreciará muy bien, por qué ambas luchas estaban unidas. Es más, se resalta que las mujeres estaban bajo una esclavitud peor:

¡Oh, las mujeres!, ¡pobres y ciegas víctimas! Como los esclavos, ellas arrastran pacientemente sus cadenas y bajan la cabeza bajo el yugo de las leyes humanas. Sin otra guía que su corazón ignorante y crédulo eligen un dueño para toda la vida. El esclavo, al menos, puede cambiar de amo, puede esperar que juntando oro comprará algún día su libertad; pero la mujer, cuando levanta sus manos enflaquecidas y su frente ultrajada, para pedir libertad oye el monstruo de voz sepulcral que le grita en la tumba.21

No podemos olvidar que los esfuerzos de la emancipación femenina comienzan con la lucha por la educación de la mujer y más tarde por el sufragismo. De aquí que Tapia en La Azucena insista en la educación de las mujeres y, a la vez, ilustre a los hombres con mentalidad patriarcal sobre el papel de la mujer en la sociedad. Para Ramos-Perea esto se realiza:

Con simples lecciones de claros propósitos, Alejandro iniciará la tarea a la que dedicará gran parte de su vida: la educación de la mujer como vital

19 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 175. Para detalles de su estancia en España y dichas reuniones, véase: Roberto Ramos-Perea, op. cit., 137-156.

20 Roberto Fernández Valledor. “Sab y la novela antiesclavista”. Cuba en su literatura (Editorial Aymaco: Aguada, 2009) 34-45.

21 Gertrudis Gómez de Avellaneda. Sab (Editorial Arte y Literatura: La Habana, 1976) 280-281.

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sostén de la civilización. Estos escritos se apartaban del tono riguroso, severo y regañón de las columnas de “Educación de la mujer” escritas por Zeugma, y la frivolidad con pretensiones educativas de “YO”. Alejandro Tapia, de maneras creativas, certeras y penetrantes, utilizaba la condición femenina de la natural “curiosidad” para satisfacerla con la pasión por el conocimiento.22

La revista está dedicada especialmente a las mujeres y su propósito, ilustrarlas. Por esa razón, en ella no se hablaría de bailes, sino rara vez, y de modas, nunca, pues lo que se pretende es “[…] que [ellas] rían menos y piensen más […]” (30 de noviembre de 1870). Se le dará preferencia a “[…] lo que vale más que los más pomposos miriñaques y la belleza que dan los postizos y los cosméticos: La cultura del espíritu y la belleza del alma” (31 de agosto de 1874).23 Al Tapia mudarse a San Juan, en 1874, la revista se traslada con él. En su primer número capitalino, acentúa la línea feminista de la revista, lo cual era la misma que siempre había mantenido. Les advierte a sus lectoras:

No imaginéis que pienso adularos: que no entiendo yo de este modo de galantería; antes bien, estoy persuadido de que cumplo mejor con ella contradiciéndoos algunas veces, nunca por capricho. Creo que no debe tratárseos como a muñecas, a las que se viste y enmoña solo por el buen parecer, ni como a los locos a quienes se concede la razón por lo mismo que no la tiene. Os trataré, pues, como a personas capaces de oír la verdad que no son muchos en el sexo barbón [que tiene barbas; o sea, el sexo masculino] los que tienen el valor de oírla […] (15 de agosto de 1874).

Aparte de los trabajos sobre las mujeres, Tapia utiliza el intercambio epistolar de tres personajes femeninos para ilustrar a sus lectoras sobre la realidad social de ellas y sobre diversos temas de cultura en general. Julia vive en San Germán y se interesa por la historia; Isaura, en Ponce y estudia matemáticas; Graciela, en San Juan y aprende alemán. Según se puede considerar, son mujeres preocupadas por instruirse, las cuales, en sus respectivas cartas, irán presentando diferentes temas, entre otros, sobre arte, literatura, historia, crítica literaria y problemas sociales. De igual manera, irán argumentando contra la postura de quienes se oponen a que la mujer se instruya.

Isaura habla de un tal don Cosme, un señor miope que, para colmo, no usa espejuelos. Él desea ver a las mujeres “[…] consagradas tan solo a la escoba y la costura […]” Nos percatamos, por consiguiente, que se trata de una persona que carece de visión, quien encarna la tesis machista de que las mujeres son para las faenas del hogar, según el antiguo refrán español: “La mujer honrada, la pierna quebrada y en casa.” Isaura analiza

22 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 191.

23 Todos los textos de La Azucena están tomados de la edición facsimilar de dicha revista, edición del Instituto de Literatura Puertorriqueña, Ediciones Puerto, San Juan de Puerto Rico, 2013.

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esta posición y considera que no está mal el hacer las faenas domésticas, pero eso no está reñido con el estudio. En su argumentación, se vale de la figura del sabio por excelencia de ese entonces, Alejandro de Humboldt: “Y en efecto, ¿qué tendría de extraño que el sabio Humboldt supiese coser a sus vestidos un botón o barrer su casa a no tener quien le prestara este servicio?” (20 de marzo de 1870).

Por su parte, Julia menciona a una tal Agustina Microvista, quien tenazmente se opone a que la mujer estudie. El apellido ya nos dice que padece del mismo mal de don Cosme Téngase en cuenta que el prefijo micro tiene el significado de “pequeño o pequeñísimo”, su vista o punto de vista, pues, es sumamente limitada:

Esta señora, que sin duda alcanzó aquellos tiempos en que no se enseñaba a escribir a las jóvenes para que no pudiesen cartearse con los novios, es la mayor enemiga que puede tener la instrucción de la mujer en lo tocante a estudios serios y la que más censura nuestras relaciones instructivas y por nuestro amor a los libros, es decir a las ciencias (10 de diciembre de 1870).

Años más tarde, volverá a insistir en esta idea, que tal parece prevaleció entre las familias acomodadas, porque las mujeres de escasos recursos debían ponerse a trabajar desde niñas y carecían de tiempo para estudiar. Isaura expone: “Pasó afortunadamente aquella preocupación, por la cual nuestros abuelos se negaban a que sus hijas aprendiesen a escribir, para evitar, según decían, que se carteasen con los hombres” (15 de agosto de 1875).

Julia habla sobre la educación de “simple ornato”, que se les daban a las mujeres, lo cual se traducía en una ilustración, tan superficial, que, según ella, impedía distinguir lo blanco de lo negro. Tapia, por voz de este personaje, está insistiendo en que lo fundamental de la educación es enseñar a pensar al educando y, a la vez, describe el resultado de la enseñanza en cuestión: “Merced a esta instrucción de simple ornato, juzgan que la lectura debe ser tan solo materia de solaz y pasatiempo, y eso, cuando no hay otra cosa en qué emplear su desocupado espíritu. Entonces prefieren la lectura que escita curiosidad, y su conversación se resiente como es natural, de falta de fondo y de substancia” (10 de diciembre de 1870). Contrapone, pues, lo que debe ser una mujer ilustrada con lo que resulta ser una mujer frívola.

Insiste en que algunas mujeres estudian sólo por adquirir un conocimiento trivial de aquello que está de moda, pero no para instruirse de verdad. Reitera la necesidad de estudiar y aclara que muchos padres desean que sus hijas lo hagan, pero en la práctica no hacen nada para ello. Pone, además, el ejemplo de algunas madres que prefieren para sus hijas “[…] las joyas de oro a las joyas de la inteligencia; siendo más pródigas del dinero en punto a dotarlas de las primeras a las segundas”. Entiende que el fin que se persigue con

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ello es relegar a las mujeres a que sean siempre: “[…] buenas esposas y madres de familia” (15 de agosto de 1875).

En fin, Julia resume la posición de los hombres y las mujeres de su tiempo que se oponían a la ilustración de las mujeres con la visión de los personajes antes citados: “[…] Don Cosme dirá, por ejemplo, que la instrucción y la lectura enloquece a las jóvenes, y por lo tanto es perjudicial, y Doña Agustina, afirmará que la instrucción de las mujeres debe ser puramente amena, con el fin de que sirvan, como las flores, de adorno en un estrado” (10 de diciembre de 1870). En otras palabras, ella considera que lo más importante no es la belleza, sino la cultura de la inteligencia, o sea el intelecto de la mujer: “Lo que vale es lo que cuesta, y la belleza, aunque estimable, no puede envanecer a quien ningún esfuerzo ha empleado en adquirirla. La casualidad no es obra de nadie, y cada cual debe apreciar más sus buenas obras, mientras mayor suma de esfuerzo le hayan costado” (10 de diciembre de 1870).

Me parece que la defensa mayor que les hace Tapia está en su ensayo “El aprecio de la mujer es barómetro de civilización”. Luego de hacer un recuento histórico sobre el papel que ellas han desempeñado en distintas culturas, concluye: “La mujer ha pasado por la esfera de las esclavas y de las libertas, ha ocupado el trono de las diosas; ese no es su fin, ese no es su camino; la mujer se eleva más, camina mejor hacia su estado natural haciéndose ciudadana; he aquí uno de los problemas que tiene que resolver el siglo XIX” (30 de noviembre de 1870). Le he dado énfasis a la palabra “ciudadana”, porque un ciudadano es aquél que tiene todos los derechos y la mujer en ese tiempo no los tenía. Tapia, por su parte, subraya la frase estado natural para recalcar esa misma idea.

En el poema La Sataniada (1874), una mujer, Eva, es quien comanda las huestes que combaten al demonio para liberar al Cristo encadenado. No perdamos de vista que, en la tradición judeocristiana, por ella vino el pecado al mundo. Ahora, Tapia presenta a esa misma mujer reivindicado la figura femenina, al ser ella quien comande el ejército que libera al Redentor de la humanidad. No debe pasar inadvertido el hecho de que ella ciña en sus cienes el casco de Minerva, pues en la mitología romana es la diosa de la sabiduría, de las artes y de las técnicas de la guerra. Representa, por consiguiente, a una mujer instruida. Satán, por su parte, se vanagloria de mantener ignorantes a las mujeres. Debo resaltar el hecho de que es el propio demonio quien desea mantener en la ignorancia a las mujeres:

Valiéndome con maña del recato impido a la mujer verdad y ciencia; con su ignorancia mi poder dilato desde la cuna al fin de la existencia.

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(Canto decimotercero, XXII)24

Eva reafirma lo dicho por el demonio y se compromete a liberar a las mujeres del poder satánico que éste ejerce en la tierra a través de los hombres. Insisto, téngase en cuenta la fuerte carga que tiene dicha afirmación, ya que está vinculando una idea teológica a su visión social:

[…El demonio] hizo que el hombre a la mujer adverso dictase contra ella ley tirana de servidumbre vil, por el que ejerzo entre vosotras como madre, hermana, soberano poder, juro guiaros del satánico imperio libertaros.

(Canto decimoquinto, XXIII)

Estoy consciente de que no he agotado el tema en cuestión, sirva lo expuesto hasta aquí como ejemplo.

Los expedientes de limpieza de sangre

Los expedientes de limpieza de sangre se originan en España a mediados del siglo XV. Aunque al parecer tenían visos de fe religiosa, en mi opinión, se debió más a un prurito de honor y prejuicio. En el año 1449 estalló en Toledo una violenta revuelta de los llamados “cristianos viejos” contra los judíos conversos al cristianismo, a quienes llamaban “cristianos nuevos”. Pedro Sarmiento, miembro del Consejo Real y Alcalde Mayor, el 5 de junio de 1449 emite la llamada Sentencia-Estatuto mediante la cual se impide que los judeoconversos ocupen cualquier cargo u oficio públicos en la ciudad de Toledo: “[…] no pueden haber ni oficio ni beneficio públicos ni privados tales por donde pueden facer injurias, agravios e malos tratamientos a los christianos viejos lindos, ni pueden valer por testigo contra ellos […]” La razón de esto, según dicho documento, estribaba en “[…] que de poco tiempo acá los dichos conversos en esta cibdad se levantaron ayuntaron a todos, e se armaron e pusieron en obra y efecto, como es público y notorio, con intención e propósito e destruir todos los christianos viejos […]”25

Es muy oportuno destacar que esta revuelta no era contra los judíos en general, sino sólo contra los cristianos que procedían del judaísmo. Esto explica por qué el papa Nicolás V, quien rigió la Iglesia de 1447 al 1455, mediante la bula Humani generis inimicus, del 24 de septiembre de 1449, anulara todas las disposiciones tomadas contra estos conversos.

24 Alejandro Tapia y Rivera. La Sataniada (Editorial Edil: Río Piedras, 1975). 25 Véase Eloy Benito Ruano. “La Sentencia-Estatuto de Pero Sarmiento”, Los orígenes del problema converso (El Albir: Barcelona, 1976) 85-92.

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Asimismo, condena la división entre cristianos viejos y nuevos, también a las limitaciones impuestas a los judeoconversos para el acceso a cargos públicos y dignidades eclesiásticas.

Existen numerosos expedientes, hasta bien entrado el siglo XIX, tanto de individuos como de familias que debieron probar su ascendencia cristiana. Según explican los estudiosos, esto comenzó como un asunto religioso y paulatinamente se transformó en una cuestión social. Lo peor fue que se inició en Toledo con los judíos, luego se incluyó a los moriscos, a los protestantes y a los acusados por la inquisición; además, se extendió a toda la Península.

En América la probanza de sangre prácticamente perdió el concepto religioso, ya que las leyes vedaban embarcarse a los antes mencionados.26 Aquí se centró, con una clara visión racista, en el negro esclavo por su color y, en poquísimos casos, por su fe musulmana, ya que la inmensa mayoría de ellos era animista. Por consiguiente, esto tuvo en el Nuevo Mundo una mayor connotación de castas sociales, lo cual trajo consigo una férrea estratificación de la sociedad española en América. Para ocupar cualquier cargo eclesiástico, militar o público se requería levantar un expediente de Probanza de sangre. En dichos expedientes, los interesados debían documentar tres generaciones de ascendentes con limpieza de sangre; además, destacar la honorabilidad y nacimiento legítimo, lo cual se debía juramentar y firmar ante un escribano, todo esto certificado por unos testigos que sustentaran lo declarado.27

Esto se extiende, a su vez, a los estudios. Me parece muy significativo la probanza de sangre que debió hacer el prócer cubano José Martí, cuando se lo exigen para poder cursar estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Un documento de 27 de agosto de 1866 indica que se presentaron tres testigos, quienes “[…] dijeron que lo conocían [,] saben y les consta que es hijo legítimo de D. Mariano [Martí] y Da. Leonor

26 Véase la Real Cédula del 20 de febrero de 1528 al licenciado De la Gama sobre la acusación que se hace contra Blas y Juan Villasante por ser nietos de herejes quemados por lo cual no pueden pasar ni tener posesiones en las Indias. Documentos históricos de Puerto Rico, 1528-1544. III (Instituto de Cultura Puertorriqueña, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe: San Juan de Puerto Rico, 2009) 19-21.

La Corona deseaba preservar a los naturales de América de cualquier contaminación religiosa, por eso era muy celosa de quienes embarcaban al Nuevo Mundo. En carta al Rey, don Juan de Zumárraga, primer obispo de México, le pide al Monarca que, incluso, los religiosos que viniesen a estas tierras fueran personas virtuosas: “Y ésta es que los eclesiásticos todos que acá pasaren, de qualquiera (sic) orden y religión que sean, y en estas tierras ovieren (sic) de bivir (sic), sean virtuosos y religiosos y adornados de buenas costumbres, porque estas gentes naturales destas (sic) tierras miran mucho a las obras que los cristianos (sic) hazen (sic), y señaladamente a los ministros de la Yglesia (sic).” Marcel Bataillon. La América colonial en su historia y literatura I (Pontificia Universidad Católica del Perú: Lima, 1998) 9.

27 Véase el expediente de limpieza de sangre de Violante Correa promovido por su esposo Fernando Casado y Rodero, iniciado en Puerto Rico el 23 de febrero de 1795. Pedro Gil-Loyzaga. Cuatro siglos en Puerto Rico (Editorial Visión Net: Madrid, 2007) 223-236.

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[Pérez,] personas blancas y sin mezcla de mala raza”. He subrayado la última frase para que se aprecie mejor el desprecio por el negro.28

En el drama La Cuarterona (1867), la cuestión sobre los títulos nobiliarios en la obra constituye un sarcasmo a la ridícula ostentación de la llamada limpieza de sangre que durante siglos se mantuvo en España y sus territorios. Realmente la lucha que se libra en la obra se debe a la presencia de sangre africana en Julia, una cuarterona, y a su condición de esclava, dos aspectos sociales que se interrelacionaban. Tapia escenifica la acción en Cuba, porque allí se dio un fenómeno muy particular. Era tal la riqueza que amasaban los esclavistas con el tabaco y la caña que no solo gastaban gran parte su fortuna comprando costosas obras de arte y construyendo palacetes, sino que ¡hasta compraban títulos nobiliarios!

Los primeros títulos nobiliarios que se otorgan en Cuba datan de 1708 y se conceden como premio a funcionarios que desempeñaban sus cargos con eficacia. Esta nobleza titulada cubana, por razón de su origen, se conoció como “nobleza de pergamino”. O sea, se era noble no por nacimiento, sino mediante un papel. Esta concesión de hidalguía, en esencia, tenía el propósito de aumentar los ingresos de la Real Hacienda, ya que los titulares debían pagar determinada cantidad de dinero por el título y luego ciertos impuestos por ello. Leví Marrero cita un caso en el cual se debió abonar 14,500 pesos fuertes por el mismo. Aunque en España existían ciertos requisitos para que se concediera el título, en América prácticamente fueron sólo dos: El dinero, ya que la renta anual del poseedor de un título de Castilla no podía ser inferior a los 6,000 ducados; el otro, tener el expediente de limpieza de sangre, lo cual ya el residente había presentado antes de embarcarse. En otras palabras, bastaba hacer dinero en las Indias.29 De esta forma se entenderá lo que pretendía don Críspulo, el hacendado enriquecido de La Cuarterona.

Este señor, en palabras de otro personaje, “[…] tiene más dinero que un demonio, y más vegas en Vuelta-abajo que no sé quién”.30 Sin embargo, la Condesa le había hecho ver que: “[…] con todo su dinero es [un] Don Nadie, si no une su oro a lo que vale: la nobleza” (pág. 76). Ella, por su parte, quiere que su hijo se case con Emilia, la hija única de este acaudalado español, porque la familia está arruinada y perderían el título por eso. Además, este ricacho es uno de sus principales acreedores. Le explica a su hijo Carlos: “A fuerza de ostentar nobleza, el villano enriquecido se deslumbra y consiente en preferirte a muchos para yerno” (pág. 75-76).

28 Revista del Archivo Nacional de Cuba, “El Archivo Nacional en la Conmemoración del Centenario del Natalicio de José Martí Pérez 1853-1953 (La Habana, 1953) 4.

29 Véase Leví Marrero. Cuba: economía y sociedad 13 (Editorial Playor, S.A.: Madrid, 1987) 35-58; María Dolores González-Ripoll. Cuba la isla de los ensayos, cultura y sociedad (1790-1815) (Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Madrid, 1999) 131-138; Hugh Thomas. Cuba, la lucha por la libertad 1762-1909 (Ediciones Grijalbo, S.A.: Barcelona, México, 1973) 192-193.

30 Alejandro Tapia y Rivera. La Cuarterona (Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1993) 57. Citaré por esta edición en el texto.

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La Condesa le había hecho ver a este terrateniente que la nobleza comprada –o sea, la de los títulos nobiliarios nuevos- no valía nada comparada con la de abolengo, o la de los títulos nobiliarios viejos.31 En otras palabras, el título nobiliario que ella ostenta tiene mayor valor que esos nuevos que se estaban comprando. De esta forma, muy hábilmente Tapia presenta el enfrentamiento de ambos títulos, los viejos y los nuevos, igual que en el Toledo del siglo XV se dio el enfrentamiento entre los cristianos viejos y los nuevos, lo que originaría los expedientes de limpieza de sangre. Dice la Condesa:

Sí, Don Críspulo, estoy con usted en lo que me cuenta: esos nobles de ayer [o sea, los nuevos] son insufribles, al paso que la gente de cuño viejo [los títulos nobiliarios viejos] es más tratable [es más respetada]. Ya se ve: en éstos es natural [se nace con ello] lo que en los otros es artificio [cualquiera los compra]. Sobre todos los alias de que ya hemos hablado… Sí, porque más bien parecen apodos que títulos (pág. 104-105).32

Don Críspulo y su hija, Emilia, sostienen un diálogo sobre los ancestros que muestra la preocupación de este nuevo rico por dotarse de una ascendencia de prosapia. Se aprecia, además, que la Condesa ha influido mucho en la visión que éste sustenta sobre los títulos nobiliarios antiguos y los nuevos:

Críspulo: La Condesa me dijo el otro día que tiene qué se yo cuántos abuelos.

Emilia: ¡Toma! Abuelos los tiene todo el mundo.

Críspulo: Pero no conocidos. ¿Sé yo por ventura quiénes fueron los primeros de mi apellido que hubo en el mundo?

Emilia: ¿Y qué falta hace eso? Llamarse condesa es algo, pero lo de adquirir genealogías, usted mismo me ha dicho que es muy fácil.

Críspulo: No, señora. El mundo burlón distingue las legítimas de las supuestas, y por lo tanto aquéllas son preferibles.

Al final, don Críspulo le manifiesta a su hija la verdadera razón de su afán por un título nobiliario: borrar una mancha de su pasado: “Yo tengo que encondarme o enmarquesarme para que olviden que vine a América como polizón” (pág. 90-91). O sea, vino sin el expediente de limpieza de sangre y ahora desea resarcir esto. El drama concluye cuando el esclavo Jorge le dice a don Críspulo que Julia, la esclava cuarterona, es su hija; y a Emilia, que ella es su hermana. Con esto se desmorona la banalidad de todo el andamiaje por “hacerse” con una genealogía sin mácula alguna, con el fin de ostentar su riqueza y ocultar su origen.

31 Véanse las páginas 92-95, 102.

32 Don Críspulo se refiere a los títulos nuevos: “En cuanto a mí, pudiera hacerme conde de Bemba o marqués de la Macagua, pero son solares muy nuevos y hasta oscuros […]” pág. 92.

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La Revolución Septembrina de 1868 significó un nuevo enfoque en la historia de la política española, ya que se extendieron los derechos de la Península a las posesiones de Ultramar.33 El 20 de marzo de 1870 se abolió la información de limpieza de sangre en los territorios ultramarinos. En la exposición de motivos, se explica que en la Península eso se había realizado en el campo castrense el año 1865. Ese mismo año, se declara que el ser hijo natural no era impedimento para obtener el grado de bachiller en cánones y, al año siguiente, se suprime para los estudios de segunda enseñanza. El Ministro de Ultramar, Manuel Becerra, firma el único artículo con el que se derogan dichos expedientes:

En todos los territorios españoles de Ultramar, sin excepción quedan derogadas para siempre cuantas disposiciones y prácticas hacen necesaria la llamada información de limpieza de sangre en los diferentes casos, y para distintos objetos, tanto respecto el desempeño de cargos públicos y ejercicio de profesiones, como por todo lo que comprende la legislación civil vigente.34

La esclavitud

Tapia fue un denodado defensor de los esclavos. Combatió la ominosa esclavitud a través de la literatura y con su acción, apoyando las gestiones de los diputados puertorriqueños ante las Cortes españolas y las sociedades abolicionistas.35 Hacerlo en ese tiempo no era nada fácil, ya que las autoridades gubernamentales identificaban el abolicionismo con el separatismo, de aquí que, en Puerto Rico, por orden del General Sanz, estaba prohibido terminantemente discutir la esclavitud.36 En sus Memorias, Tapia deja constancia de su oposición a la servidumbre obligada del ser humano. De hecho, considera que tanto la esclavitud africana como el sistema colonial absolutista en Puerto Rico

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El Teniente General, don José Laureano Sanz y Posee, declara en la Gaceta (Núm. I, Año 1869) que: “[…] de las ventajas y beneficios de la revolución han de gozar también estas Provincias de Ultramar [Cuba, Puerto Rico y Filipinas], que forman parte de la gran familia española y que tienen derecho a intervenir con su influencia y su voluntad en las arduas cuestiones que tanto interesan a su porvenir.” Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico (siglo XIX) II, primera parte (Editorial Universitaria: San Juan de Puerto Rico, 1957) 4.

34 La democracia en el Ministerio de Ultramar, 1869-1870. Colección de leyes, decretos, órdenes y otros documentos emanados del Ministerio de Ultramar durante la administración del Excmo. Sr. D. Manuel Becerra (Tipografía de Gregorio Estrada: Madrid, 1870) 103-106.

35 Roberto Ramos-Perea explica: “Las actividades abolicionistas de Tapia fueron sólidas y consecuentes, pues compartió con Ruiz Belvis, Acosta y el propio Betances, entre muchos otros que mantenían una activa y constante discusión sobre el tema de limpieza de sangre, manumintiendo y libertando esclavos y escribiendo valientemente sobre las abominaciones de este sistema.” Op. cit., 292. 36 Fernando Picó. Historia general de Puerto Rico (Ediciones Huracán, Inc.: Río Piedras, 1986) 166. El 3 de enero de 1869, el General Sanz promulgó una circular sobre la prensa en la que se indicaba: “[…] la prohibición terminante de discutir la esclavitud”. Y el Ministro de Ultramar, Manuel Becerra Bermúdez, en el proyecto de Constitución para Puerto Rico que presenta a las Cortes el 1º de diciembre de 1869, especifica que: “El derecho de libertad de imprenta estaba limitado por la prohibición de discutir la esclavitud mientras ésta subsistiera en la Isla; la integridad del territorio y la independencia de Puerto Rico.” Lidio Cruz Monclova, op. cit., 7, 79.

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impidieron el progreso en la Isla.37 Advierte que la esclavitud envilece el trabajo y las artes, ya que los hombres libres no quieren hacer esto, para que no los confundan con los esclavos.38 Leví Marrero explica las consecuencias que tuvo esta forma de pensar:

A la concepción hidalga de la vida, que rechazaría el trabajo mecánico como oficio vil, transferida por el colonizador, se sumaría en la América caribeña española el baldón de la esclavitud africana. El trabajo físico sería identificado, sí, como doblemente indigno. No sería fácil desterrar tal estigma, cuya evidencia más lamentable sería el fomento de la vagancia urbana.39

Según Tapia, la esclavitud autorizaba la crueldad, ya que el amo tenía la potestad de castigar al esclavo, amparado por la ley. Asimismo, lo podía vender “cual si fuere bestia o cosa”; además, su trabajo es “fuente de propiedad” para el amo, no para quien lo realiza. En fin, que el esclavo está sometido “a la arbitraria e interesada autocracia” de quien lo posee. Si bien se dictaron distintos bandos para proteger a los esclavos de los maltratos de los amos, muchos de éstos hacían caso omiso de los mismos. Tapia refiere algunos de los castigos que se les infligían.40 Era tan cruel la vida que llevaban, expone Tapia, que en cierta ocasión dos esclavos convinieron en que uno matara al otro, para que el que quedase vivo fuera condenado al garrote vil. Por esa razón, de cada cien reos que morían en el patíbulo: “[…] dos terceras partes eran esclavos por delitos propios de su estado y la desesperación en que vivían.”

Continúa su argumentación, añadiendo que la esclavitud destruye a la familia, ya que el amo puede vender a los esclavos a su antojo. Todo esto trae el quebranto moral de la educación a las jóvenes: “[…] viendo la procreación de los esclavos fuera de la legitimidad del matrimonio”. Asimismo, que los castigos van contra la caridad cristiana y la dignidad humana: “¿Qué amor a la libertad, qué horror a la tiranía podrá engendrar en una sociedad en donde los más sagrados derechos de la libre entidad humana estaban de tal modo conculcados…?”

37 Véase Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 94-103.

38 Cita dos refranes de ese tiempo: “El trabajo, para los esclavos”. “Yo no trabajo más, pues no soy esclavo”.

39 Leví Marrero, op. cit., 142.

40 Menciona la muerte de una joven esclava a quien el amo la hacía caminar descalza, igual a otros esclavos, sobre puntas de guijarros o arena, luego de apalearle las plantas de los pies. Para azotarla, como estaba embarazada, se hacía un hoyo en el suelo para acomodarle la barriga con el fin de que no se malograra la criatura. Otro hacendado mandó sacarle los dientes a un esclavo porque se comía las cañas. Y ordenó darle 25 azotes a una esclava cocinera porque no le sirvió el arroz blanco con “pegao”. Uno emparedó a un esclavo y otro le dio a comer excremento humano. Cierto amo, a un niño esclavo de 8 años que se dormía mientras velaba la molienda, mandó que le cortaran las pestañas. No pudo dormir más, porque las raíces se le introducían en los ojos, éstos se inflamaron y murió. Mis memorias, op, cit., 99-101.

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En La Cuarterona, dramatiza aún más los efectos nocivos de la esclavitud. Esta obra es un enérgico alegato contra la abominable servidumbre obligada. De aquí que RamosPerea señale que: “Tapia será pionero en el uso de la abolición de la esclavitud como discurso literario y teatral en América”. Por su parte, el historiador del teatro cubano, Rine Leal, destaca que este drama: “Será antecedente de la primera obra cubana que trata el asunto de la esclavitud de manera dramática”.41

Las novelas antiesclavistas coinciden en tres puntos fundamentales en sus alegatos contra la esclavitud: Describen la vida desgraciada de los esclavos; presentan escenas sentimentales, a fin de conmover al lector, y plantean el fundamento teológico de la igualdad del ser humano.42 La cuarterona, Julia, mostrará la vida desgraciada del esclavo, lo cual conmoverá al espectador de la obra. Carlos, por su parte, esgrimirá argumentos racionales y religiosos. Razón y sentimiento, por consiguiente, se funden para resaltar las ideas abolicionistas tapianas. Veamos esto brevemente.

Julia siempre tiene presente su doble situación de esclava y de llevar sangre africana. Por eso, el esclavo, Julio, explica que a ella “[…] la hacía sufrir su triste condición.”43 En su interior libra una intensa lucha, pues ama a Carlos y es correspondida, pero esa unión no puede lograrse debido a las diferencias raciales y sociales. Para paliar su dolor, se refugia en las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”.44 Este pensamiento es su único consuelo “en esta soledad de mi existencia” (pág. 87). La clave fundamental de todo esto reside en las palabras que ella le dice a Carlos, y subrayo la última frase: “No puedo ser de usted jamás; ya he dicho que no me pertenezco” (pág. 83).

Considero que quien mejor puede explicar esto es Juan Francisco Manzano, el destacado poeta y esclavo cubano, en su carta a Domingo del Monte, fechada el 25 de junio de 1835, en la cual sintetiza la raíz de todas las desgracias de estos seres humanos sometidos a sus amos: “[…] el esclavo es un ser muerto ante su señor […]” Resulta innecesario detenerme a explicar todo lo que encierra esta frase lapidaria. Baste decir que el esclavo se consideraba un objeto, no una persona, una mera mercancía, según señalara Tapia.

Julia comprende que la mancha de la esclavitud ha marcado su vida, pero lo peor de todo es que no tiene salvación. Obsérvese cómo se vinculan los conceptos teológicos con la realidad social: Esta mancha “[…] la tuve desde mi primer instante, nací con ella… ¡ah! ¡Si

41

42

Véase Roberto Ramos-Perea, op. cit., 292, 293.

Véase Roberto Fernández Valledor, op. cit., 34-35.

43 Alejandro Tapia y Rivera. La Cuarterona, op. cit., 45. Citaré en el texto por esta edición.

44 Se refiere a las bienaventuranzas del Sermón del Monte (Mateo 5, 3-12).

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pudiera borrarla! […] Ella es mi pecado original, ¡pero sin redención, sin redención!...” (pág. 138).

Carlos es quien con más vehemencia presenta la dignidad del esclavo como persona: “Dios quiere la fraternidad entre sus hijos. Él no ha criado las preocupaciones sociales. Él las combate con sus leyes de amor” (pág. 109). Pone mayor énfasis en la igualdad entre las personas y, refiriéndose a Julia: “Si no es igual a mí por la cuna, está tal vez más alta que yo por su corazón; más alta, sí, porque yo he podido mostrar la voluntad de un hombre, y sólo he mostrado la debilidad de un niño […] Que no es igual a mí… pobre sarcasmo” (pág. 130). Sin embargo, la Condesa no puede aceptar la igualdad entre las personas, menos entre una esclava y su hijo, ya que Julia es una mera mercancía:

¡Igual a ti! ¡Llaneza incomprensible! ¡Es decir, que eres igual a la hija de la esclava María! El padre de esa muchacha, que era su dueño, vendió a otro la madre con ella en su seno, avergonzándose del fruto que iba a resultar de su extravío. ¿Eres, pues, igual a esa muchacha que su mismo padre negó antes de nacer y que negaría hoy si la conociese? (pág. 130).

Carlos reconoce que para la sociedad es una mercancía, pero no para las leyes divinas. Insiste en que ella es igual a él, lo cual resultaba una afirmación muy atrevida en ese tiempo. Aludiendo al padre de Julia, indica: “[…] la vendió antes de nacer, sí el mundo la convirtió en mercancía cuando aún pertenecía a Dios […]” (pág. 131).

Por fin se declara la abolición de la esclavitud en Puerto Rico el 22 de marzo de 1873.45 Sin embargo, aún quedaba la mácula en los libertos, tanto de ser negros como de haber sido esclavos. En sus Memorias, Tapia alude a sus derechos, entre éstos el de poder votar. Expone: “[…] la ley electoral no excluye a la gente de color; y esto de tener derechos políticos y carecer de la debida igualdad en los civiles, siendo éstos primordiales respecto de aquéllos y ya comunes en todos los países civilizados, es contrasentido”.46

Y tenía razón, ya que en la contestación número 10 a la pregunta del Interrogatorio Político de los Comisionados de Puerto Rico respecto al derecho electoral se indica que pueden ejercerlo: 1.- Los nacidos libres en Puerto Rico que paguen por lo menos 25 pesos de contribución directa. 2.- Los libres cuando justifiquen haber gozado de cinco años de libertad y paguen por lo menos 25 pesos de contribución directa. 3.- Los que, aunque no paguen contribución directa, obtengan el título de Profesor de primera o segunda

45 Véase el proceso en Luis M. Díaz Soler. Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico (Editorial Universitaria, UPR: Río Piedras, 1965) 315-348.

46 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 146.

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enseñanza, de Licenciado o Doctor en cualquier Facultad, ejerzan alguna profesión científica, literaria o de Bellas Artes.47

Consideraciones finales

En sus Memorias, Tapia habla sobre el hecho de la supresión de los expedientes de sangre: “[…] porque me halaga haber tomado parte, aunque indirecta, en este punto de trascendencia […]”48 Cuando fallece, dichos expedientes y la esclavitud habían sido abolidos. En su obra literaria dejó constancia y combatió esas atrocidades sociales que los seres humanos consentimos. No logró ver a la mujer en el estado natural como ciudadana, como él soñaba, porque eso tardaría muchos años más, lo cual le dio la razón a la Avellaneda, de que las mujeres sufrían una esclavitud peor. Pero en el capítulo XXVI de Póstumo envirginiado, que para José Julián Acosta constituye un “verdadero testamento literario” de Tapia, no pudo ser más clara la posición del Padre de las Letras puertorriqueñas sobre los derechos de la mujer.

Me parece que en el Puerto Rico de hoy aún nos queda mucho por hacer, pues seguimos manteniendo otros expedientes de limpieza de sangre, la ignominiosa esclavitud y la ignorancia, mediante los nocivos prejuicios que nos impiden aceptar que todos los ciudadanos, no empece, el sexo, la raza, la posición social, la religión o su manera de pensar, tienen los mismos derechos. Debemos fijarnos más en nuestra historia para no cometer los mismos errores y con nuestro esfuerzo personal laborar para construir un Puerto Rico mejor, donde exista, por lo menos, mayor respeto por la dignidad del ser humano, si no podemos reconocer el sentido de nuestra hermandad, no sea que caigamos en el cainismo bíblico. Considero que, a través del Carlos de La Cuarterona, Tapia expone la base fundamental de donde emana todo esto: “Dios quiere la fraternidad entre sus hijos. Él no ha criado las preocupaciones sociales. Él las combate con sus leyes de amor.” Transformemos, por lo tanto, la filosofía que considera al hombre, un lobo para el otro hombre del Leviatán, por la idea de los versos de Corretjer: “¡La patria de todas las manos que trabajan!”

Conferencia, Casa Paoli, Ponce, 4 de mayo de 2017

47 Información sobre reformas en Cuba y Puerto Rico Tomo II: “Cuestión Política” (Imprenta de Hallet y Breen: Nueva York, 1867) 143-145.

48 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 147.

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EL PENSAMIENTO RELIGIOSO DE TAPIA EN LA SATANIADA

Del hombre triste la mortal caída, la de su yugo redención felice, canten otros en tónica escogida que del arpa las cuerdas divinice; yo contaré una historia no sabida que de pasmo y terror el vello erice. Lejos de mí la lira; suene el cuerno, pues canto a Satanás, canto el Infierno.

Alejandro Tapia y Rivera

Determinar el pensamiento religioso de un autor basándonos en una obra literaria siempre resulta arriesgado. El problema estriba en que son los personajes quienes plantean las ideas y, aun cuando alguno pueda ser su alter-ego, es el propio personaje quien piensa y actúa. Sin embargo, podemos colegir a través de la obra ciertos elementos que nos permiten asociar al autor con diversas corrientes filosóficas, políticas o religiosas. Pero hay que ser cuidadoso con ello, porque más de uno ha fallado en eso. Por ejemplo, gran parte de la crítica ha interpretado erróneamente las novelas de Póstumo al considerar que ellas perseguían criticar ciertas prácticas espiritistas o seudoespiritistas. Confundieron el medio con el fin, porque en la obra Tapia utilizó el espiritismo como un medio para fustigar la política y la sociedad colonial del Puerto Rico de su tiempo, no era su intención ridiculizarlo ni criticarlo.

En un trabajo anterior hice un acercamiento al pensamiento religioso de Tapia en Póstumo. 49 Allí señalé que esa novela no era el mejor texto para indagar su visión religiosa, ya que para eso debíamos fijarnos en Enardo y Rosael50 y A orillas del Rhin, además, en sus Memorias y en La Sataniada. Desconozco si existe algún texto o documento en el cual Tapia haya dejado constancia de que profesara determinada concepción religiosa. Intentaré, pues, un acercamiento a su pensamiento religioso en La Sataniada, lo cual no será fácil, no sólo por lo anteriormente expuesto, sino porque este extenso poema, plagado de simbolismos, resulta ser una obra camaleónica. Si leemos el “Proemio escrito por un lepropolitano” ingenuamente pensamos que estamos ante una obra religiosa con mucha carga filosófica. Sin embargo, en el “Post Scriptum” la entrelínea nos dice que constituye

49 Roberto Fernández Valledor. “Póstumo, ¿una diatriba contra el espiritismo?: una aproximación al pensamiento religioso de Tapia”. Actas del primer congreso de lengua y literatura: Manuel Álvarez Nazario (Centro de Publicaciones Académicas: UPR, Recinto Universitario de Mayagüez, 2007) 359-374.

50 Véase Roberto Fernández Valledor. Enardo y Rosael o un elogio al amor y la belleza (2015).

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una obra de corte social y político. Existe, por consiguiente, un juego con el lector que se deberá tener en cuenta.51

El destacado crítico tapiano José Luis Martín concluye que el poema: “Es la sátira de una poesía hondamente religiosa en el fondo”.52 Roberto Ramos-Perea, a su vez, explica que el planteamiento de Tapia en esta obra se manifiesta mediante un esoterismo cristiano: “Y en ese esoterismo cristiano cimbrea claramente una poética espírita. Una inspiración ‘espírita’, es decir, un dictado espiritual, una orden espiritual de redención combinado con la magia de la creatividad, léase, la ‘santa ironía’ de lo eterno, contra lo fatuo del mal” 53 En mi opinión, la visión de La Sataniada es más social y política, aunque tiene, sin duda alguna, un importante trasfondo religioso. Propiamente plantea la lucha interior del individuo ante el bien y el mal, que constituye una constante en el pensamiento filosófico y religioso del ser humano de todos los tiempos. Al identificar el infierno con el vivir cotidiano, Tapia no hace otra cosa que resaltar las condiciones del hombre universal y acentuar la realidad social y política que se vivía en el Puerto Rico de su tiempo. En sus versos encontramos cuatro puntos esenciales que nos permiten asociar su pensamiento religioso a las ideas espiritualistas de Allan Kardec. O si se quiere, esta obra admite una lectura a la luz de dichas ideas espíritas.

Fe y razón

En el poema, la redención del ser humano se realizará a través de Sócrates y Jesús, simbolizando ambos la razón y la fe juntas en la búsqueda de la verdad. En el Proemio advierte Tapia: “Cristo y Sócrates, el mártir del amor y el mártir de la razón, los dos mártires de la verdad” 54 Explica: “La Humanidad, esclava de su propia imperfección, lidia por regenerarse. Sócrates y el Cristo, Atenas y Jerusalén, los dos martirios, la luz y la cruz, la razón y la fe, la síntesis de la libertad y el amor, o sea, Dios en la humanidad, acabarán por vencer o dominar el mal en la misma, o sea el satanismo” (pág. 8). Se resalta en el poema:

Hablé yo a la razón; al sentimiento habló Cristo a su vez, y hame vencido; y cual por la razón con noble aliento un Sócrates murió, su fuero honrando, Él del amor el fuero alzó espirando (Canto XV, pág. 8).

51 Véase Roberto Fernández Valledor. “Censura, censores y La Sataniada”, La Revista del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (Número 18, enero-junio 1994) 69-76

52 José Luis Martín. Análisis estilístico de La Sataniada de Tapia (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1958) 176.

53 Roberto Ramos-Perea. Tapia, el primer puertorriqueño: Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882) (Publicaciones Gaviota: Río Piedras, 2015). 655.

54 Alejandro Tapia y Rivera. La Sataniada (Editorial Edil: Río Piedras, 1975) 17. En adelante citaré por esta edición en el texto.

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Ligados con cadenas preventivas Sócrates y Platón y tu hijo el Cristo (Canto XXX, pág. 37).

La razón tiene una gran importancia en la liberación de la humanidad para llevarla a la luz, que simboliza o representa la verdad y la libertad del ser humano:

¡Ciencia sin Religión! Absurda vía. ¿Hacer dos absolutos?¡Qué consorcio! ¿Partir el alma en dos? ¡Triste divorcio! (Canto XXVI, 18).

La Fe, Jerusalén, es la alianza, Atenas la Razón, luz y belleza […] (Canto XXVI, pág. 19).

Sócrates y Jesús ¡ah! Se allegaron y entrambos con dulzura sonrieron, en presencia de todos se abrazaron y el ósculo de paz ambos se dieron (Canto XVIII, p. 34).

Satán no quiere que la razón y la fe se unan, porque, en sus palabras: ambas discordes, a mi gusto impero (Canto XXIV, pág. 24). En sus conferencias, Tapia considera que de esta forma se combate la intolerancia: “[…] la iniciación de un período armónico de Fe, de Ciencia y de Belleza, en que la Fe se armoniza con la Tolerancia, la Ciencia con sus aplicaciones y el Arte con la Filosofía”.55 Satán es más explícito sobre el particular:

A la Fe religiosa, el sentimiento, la Razón impidiera el fanatismo; sin la Fe, la Razón, el pensamiento camina a negación, a escepticismo. Yo gano de las dos en detrimento, su consorcio matara mi diablismo. Si Fe y Razón se ven armonizadas, adiós mis despotismos y mis tajadas (Canto XXVIII, 25).

En el pensamiento teológico del siglo XIII se desarrolló el llamado “averroísmo latino” que sostenía la teoría de la “doble verdad”. O sea, había una verdad para la teología y otra para la filosofía, independientes una de la otra. Dicha teoría surge de la posición del filósofo y médico andalusí, Averroes, quien para no ser perseguido por las autoridades coránicas estableció la posibilidad de una triple interpretación del Corán: la vulgar, la filosófica y la teológica. De acuerdo con ella, algo podía ser falso en teología y verdadero en filosofía o viceversa y así sucesivamente. Santo Tomás de Aquino refutó esta posición e insiste en la existencia de una única verdad que puede ser conocida desde la razón y desde

55

35
Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias sobre estética y literatura (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 37.

la fe. Ya san Agustín había defendido que la verdad es única, pues sólo existe una verdad: la del cristianismo.

La teología actual sostiene la tesis tomista y no acepta la doble verdad. El teólogo alemán Josef Trütsch explica sobre el particular: “Llamamos razón a la facultad cognoscitiva del hombre; la fe, si quiere ser un acto del hombre –y tiene que serlo, con el auxilio de la gracia divina, que es trascendente al hombre- no puede ser ajena a la razón” 56 Tapia, por consiguiente, está planteando una cuestión muy discutida, tanto en filosofía como en teología. Según las ideas expuestas, como el simbolismo que encierran los personajes, nuestro autor insiste en la unión de la fe y la razón. De aquí que José Luis Martín sostenga: “Tapia aclara que La Sataniada representa la perfecta unión de la ciencia con la religión”.57 En El Evangelio según el espiritismo, Allan Kardec insiste en esta misma idea:

La ciencia y la religión son las dos palancas de la inteligencia humana, la una revela las leyes del mundo material, la otra las leyes del mundo moral; pero teniendo “las unas y las otras el mismo principio que es Dios”, no pueden contradecirse; si una es la negación de la otra, la una tiene necesariamente razón, y la otra no, porque Dios no puede destruir su propia obra.58

No en vano en La Sataniada aparecen Sócrates y Platón encarnando el concepto de la razón, ya que Kardec considera a ambas figuras los “[…] precursores de la idea cristiana y del espíritu.”59 Le dice Luzbel al doctor Fausto:

Con la eterna verdad, única Ciencia, confundir esa loca algarabía hermanando el pensar con la creencia ¡qué empresa para vos, y qué victoria! (Canto XXVI, pág. 13).

Fundamentalmente, la búsqueda de la verdad tiene como fin la búsqueda del bien, según la máxima socrática: “El hombre sabio es virtuoso”. Cristo y Sócrates: “Entrambos vencedores de la muerte / Enseñan por el Bien a dar la vida” (Canto XV, pág. 9). “La hueste de Leprópolis mandaba / el Cristo con su cruz, y con la tea / Sócrates la falange de la Idea.” (Canto XVIII, pág. 7). Por eso, la fe y la razón se unen para hacer mejor al ser humano. Explica Tapia: “El bien se presenta, ya como ciencia en Platón o Sócrates, ya como fe en Jesucristo, ya como belleza en Beatriz” (Sataniada, pág. 18). Nuestro autor añadió al

56 Josef Trüysch. “Fe y conocimiento”, Panorama de la Teología actual (Ediciones Guadarrama: Madrid, 1961) 88-89.

57 José Luis Martín. Análisis estilístico de La Sataniada de Tapia, op. cit., 125.

58 Allan Kardec. El Evangelio según el espiritismo: La explicación de las máximas morales de Cristo, su concordancia con el espiritismo y su aplicación a las diversas posiciones de la vida (Editorial Barcelona B.A., Edición electrónica) 41.

59 Ibid., 26-35.

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binomio “razón y fe” el de la belleza, simbolizando la literatura: “la fe, la ciencia y la poesía, o sea, lo bueno, lo verdadero y lo bello” (Sataniada, pág 17).

[…] Soy Beatriz: la unión dichosa de la Fe con la Ciencia y la Poesía. Del alma soy la trinidad gloriosa, amor, luz y belleza en armonía, númen celeste inspirador del Arte: tres entes en un ser, todo sin parte (Canto XXI, pág. 8).

La figura de Cristo

En el poema, la figura de Cristo no se percibe en su dimensión divina, sólo se expresa en su humanidad. La cristología cristiana que profesan las Iglesias Católica, Ortodoxa y Protestante concibe a la persona de Cristo con una naturaleza humana y otra divina, tal como defendían los Padres Apostólicos y los Padres de la Iglesia, pero especialmente el Concilio de Nicea que definió la consustancialidad del Verbo con el Padre contra los arrianos (año 325); el de Éfeso que define la unión hipostática de Cristo y la maternidad divina de María contra los nestorianos (año 431); y el de Calcedonia que definió la dualidad de naturalezas en Jesucristo, contra los monofisistas (año 451).60 En La Sataniada, resulta un Cristo concebido racionalmente, sólo en su dimensión humana. El propio Tapia explica que la redención se logrará cuando “[…] el género humano llegue a ser libre en el sentido de la razón y cristiano en el de la sensibilidad” (Sataniada, pág. 8). Su redención, pues, no es sobrenatural, sino racional:

Mi misión es morir por daros vida, pues es la esclavitud vida con muerte. Por la humana razón esclarecida con Sócrates morí. Yo el Justo fuerte del Platonismo fui. Cuando homicida el hombre en mártir a otro ser convierte, yo muero con el mártir; en Judea mil martirios sufrí: vive mi idea (Canto XXVI, pág. 6).

Tengamos en cuenta que La vida de Jesús de Ernesto Renán tuvo gran ascendencia en nuestro autor,61 y también mucha aceptación entre los intelectuales de su tiempo. En ella se presenta a Cristo como un hombre extraordinario, pero exclusivamente humano; viene a ser una concepción racionalista de su figura. En La Sataniada, se identifica a Cristo con los seres humanos: “Cristo son los que sufren, los que lloran, / y por su amor al bien son combatidos, […] Cristo es la Humanidad cuando inocente / padece cual si fuera delincuente” (Canto XV, pág. 25). “Cristo es la Humanidad encadenada, […] Cristo es la

60 Véase Ángel Fábrega y Grau. Historia de los Concilios Ecuménicos (Editorial Balmes: Barcelona, 1960) 37-51, 60-90.

61 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 52.

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Humanidad crucificada” (Canto XV, pág. 26). Por consiguiente, lo hace en el sentido que pide Jesús: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mateo 25, 40).

Me parece que la actitud de Tapia ante la Semana Santa nos permite adentrarnos algo en su visión cristológica. Al Jueves y al Viernes Santos los consideraba: “¡poesía para mi alma!” El rosario que las Cofradías rezaban por las calles la noche del Jueves Santo: “[…] causaba tal hechizo a mi fantasía, que aún no se ha borrado del todo”.62 Nos deja ver que este ambiente religioso, así como las distintas devociones, le ayudaban a identificarse con Cristo, pues al terminar las actividades de esos días santos quedaba nostálgico. Y confiesa que se debía a su admiración por la figura de Jesús: “[…] máxime, si deja contristado nuestro ánimo la catástrofe de los seres con cuya vida y suerte nos habíamos identificado”.63 Estas ideas surgían, según cuenta, de las conversaciones con su madre y de sus lecturas bíblicas.64 El drama del Calvario lo consideraba una “sublime acción” y “el más interesante drama de la humanidad”.65 Para Tapia esta época era un recuerdo de su “venturosa época de fe”.66

Dicha actitud, según se puede apreciar, nos muestra a un Tapia romántico que mira la Semana Santa desde una fe folclórica o tradicional, que valora ese tiempo pasado por los agradables sentimientos o recuerdos de entonces. Pero ahora estos hechos los percibe racionalmente, semejante a una minoría que así lo hace: “La edad moderna es la edad del escepticismo. La fe en las religiones positivas existe para pocos espíritus cultivados. La mayoría de éstos es racionalista, así como la mayoría de los demás es indiferente y supersticiosa” (Sataniada, pág. 55).

Entre los principios fundamentales del espiritismo, para Néstor Rodríguez Escudero, está: “Que el Espiritismo no es hostil ni indiferente a la figura de Cristo, al contrario, lo considera un espíritu de inmensa evolución, y siente por Él gran veneración y respeto y aconseja seguir su doctrina de amor”.67 A su vez, Allan Kardec explica: “Es Jesús para el hombre el arquetipo de la perfección moral a que puede aspirar la humanidad en la Tierra. Dios nos lo ofrece como el modelo más perfecto, y la doctrina que ha enseñado es la más pura expresión de su ley, porque estaba animado del Espíritu divino y fue el Ser más

62 Ibid., 50, 51.

63 Ibid., 51. 64 Ibid., 52. 65 Ibid., 52, 55. 66 Ibid., 55.

67 Néstor Rodríguez Escudero. Historia del espiritismo en Puerto Rico (Imprenta San Rafael: Quebradillas, 1991) 6.

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puro que haya aparecido en la Tierra”.68 En otras palabras, sólo se mira desde la óptica humana o racionalista.

Constantemente, nuestro autor nos advierte en el poema, que Cristo está encadenado.69 Esto le sirve a Tapia para ilustrar que el cristianismo se había falsificado mediante el fariseísmo, el fanatismo y el despotismo. Las actitudes de quienes profesaban ser cristianos y el maridaje entre gobierno e iglesia contribuían a ello. Obsérvese que, prácticamente, todo el canto XXVI de La Sataniada es una diatriba contra el fariseísmo que daña el cristianismo. Lo vuelve a reiterar en sus Memorias: “El fariseo es también otro tipo que vive en todas las religiones, hipócrita formalista que se adapta a todas las canchas y en la religión judaica movíase más que holgadamente”.70

Asimismo, el fanatismo y el despotismo impiden que se viva realmente el cristianismo, ya que coartan la libertad interior del ser humano para alcanzar la verdad y el bien. Varias estrofas aluden a este grave problema. Véase el detalle de escribir esos vocablos en mayúscula, con el fin de acentuarlos:

Brotando sin cesar de enorme peña que llamaban allí del Fanatismo, en la estéril llanura se despeña sumiéndose después en negro abismo que el cicerone al caminante enseña con su nombre terrible, el Despotismo. Llena de humanos restos la comarca, llamábase Pradera de la Parca (Canto X, pág. 3).

Saliendo de la peña Fanatismo los cráneos a millares se contaban […] (Canto X, pág. 7).

No en balde, el propio Luzbel se declara “Dios del Fanatismo” (Canto XXIII, pág. 12). En el poema, se libera a Cristo, pero al final, de nuevo es encadenado, porque Satán ha logrado falsificar el cristianismo. Según nuestro autor: “Si Satán falsificó el cristianismo, sabemos hoy que el verdadero Cristo no está muerto, sino encerrado, y que algún día quebrará sus prisiones para siempre, cuando la humanidad que lo personifica, sea digna de

68 Allan Kardec. Libro de los Espíritus, según la enseñanza impartida por los Espíritus superiores, con ayuda de diversos médiums. Recopilados y ordenados por Allan Kardec. Nueva traducción del francés por Alberto Giordano (Editora Argentina 18 de abril y Editora Espírita Española, Edición electrónica) Parágrafo 625.

69 Según explica José Luis Martín las estrofas 2 y 3 del canto XVI describen o se basan en la pintura “Jésus prie pour l’humanité” de Claudius Joseph Ciappori-Puche (1822-1887) de la cual el litógrafo, pintor e ilustrador Archille Louis Joseph Sirouy (1834-1904) hace una litografía que se reproduce en la edición de La Sataniada del año 1945. Op. cit., 19-21.

70 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 50.

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ver glorificado sus sacrificios.” Y a continuación añade: “Esto es lo que he tratado de patentizar en mi poema La Sataniada” . 71

El principio ético del espiritismo es el amor al prójimo, según lo explica Allan Kardec: “El Espiritismo ha venido a completar en este punto, como en muchos otros, la enseñanza de Cristo, cuando los hombres han estado en disposición de comprender la verdad” 72 Asimismo, resalta que: “Así como Cristo dijo ‘No vengo a destruir la ley, sino a cumplirla’, el espiritismo dice también: ‘No vengo a destruir la ley cristiana, sino a cumplirla.’ No enseña nada contrario a lo que enseñó Cristo […]”73 Al concebir a Jesús sólo en su dimensión humana, el individuo se convierte en su propio redentor, a través de las sucesivas reencarnaciones por las que pasa para perfeccionarse. Se propugna, por consiguiente, una redención exclusivamente humana sin elementos sobrenaturales.

La reencarnación

En el poema, Tapia expone su idea de una evolución de la humanidad, que paulatinamente va perfeccionándose a través de la trasmigración de las almas: “El venga a nos tu reino queda cimentado para que a su vez la Humanidad, terminada su ley de evoluciones de perfección relativa, se torne al reino de lo absoluto de donde salió como idea palingenésica, y a donde debe volver cumplidamente realizada” (Sataniada, pág. 9). Más adelante, señala que el ser humano es un ser infeliz, “[…] pero destinado a una lucha perfeccionadora”, ya que tanto su cuerpo como su alma pasan “por una serie de transmigraciones” (Sataniada, pág. 13).

En una de sus importantes conferencias en el Ateneo, considera ilógica la visión india de la transmigración, por considerarla estática sin viso de una perfección constante: “La transmigración desordenada o caprichosa y grosera, muy distante en racionalidad de la espiritualidad y armónicamente progresiva que podría concebirse en estos tiempos […]”74 Prácticamente le faltó decir tal como se concibe en el espiritismo. Dicha corriente filosóficoreligiosa afirma la reencarnación de las almas, pero una reencarnación en la que el alma va perfeccionándose, no reencarnándose en seres inferiores.75 No acepta, por consiguiente, la metempsícosis, según se desprende de El Libro de los espíritus: “La reencarnación es la encarnación de un espíritu en otro superior. La metempsícosis sería verdadera si se entendiese con esa palabra la progresión del alma de un estado inferior a uno superior”.76

El infierno y satanás

71 Ibid., 50

72 Allan Kardec. El Evangelio según el espiritismo, op. cit., 48-49. 73 Ibid., 41, 74 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias, op. cit., 256.

75 Allan Kardec. Libro de los espíritus, op. cit., parágrafos 14-16. 76 Ibid., parágrafos 612-613.

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Es muy importante el concepto que tiene Tapia sobre el infierno. Resalta que el de Dante “es puramente teológico” (Sataniada, pág. 7), mientras que el presentado en el poema es material. Viene a ser el infierno que el ser humano vive diariamente en la tierra. Explica: “Es un infierno más filosófico que teológico, infierno inmaterial que vive la humanidad de todos los tiempos” (Sataniada, pág. 7). Por eso habla de “mundo-infierno o infierno-mundo” (Sataniada, pág. 9). El infierno, pues, está en la tierra: “Tal es el hombre y tal es vuestro mundo / que os negáis a llamar también infierno […]” (Canto IV, pág. 20).

El concepto infierno nos remite al demonio, pero nuestro autor deja entrever su duda de que el mismo exista. Expone: “Ahora bien: que Satán cayera del cielo como dice el cristianismo, [no es él quien lo dice] o que sea una creación mítica de la Humanidad [los seres humanos lo han inventado], de todos modos, cayó, o se le supone en un infierno muy parecido a la lucha interior o exterior del hombre […] Satán es, pues, la genuina representación del mal en el mundo” (Sataniada, pág. 12). El demonio, en fin, “representa al género humano” (Sataniada, pág. 11). Ambas ideas están acordes con los “principios fundamentales del espiritismo”. Según Rodríguez Escudero: “El Espiritismo no cree ni en el diablo ni en el infierno, considerando ambas creencias mitos religiosos y una negación de la suprema bondad de Dios” 77

En su libro El cielo y el infierno, Allan Kardec niega que exista tanto el demonio como el infierno. El espiritista, según esta obra, no le tiene miedo a la muerte porque “[…] la vida futura no es más que la continuación de la vida presente en mejores condiciones, y la esperan con la misma confianza con la que esperan la salida del sol después de una noche tempestuosa”.78 Explica que la creencia en los demonios se debe a que los pueblos siempre han creído en el bien y el mal y han hecho del mal una figura real. Para quienes profesan este pensamiento filosófico-religioso, por consiguiente, el demonio no existe, sino representa una “personificación alegórica del mal”.79

Si es la vida expiación, ¿qué expías? ¡Aprisionarte con feroz cadena, ligarte a una existencia de agonías ignorando el porqué de tu condena! (Canto I, pág. 36).

A modo de conclusión

La Sataniada no es más que la reflexión de Tapia sobre la historia de la humanidad, pero fijándose en las motivaciones particulares del ser humano, en aquello que lo mueve a buscar sus verdaderos objetivos. Analiza cómo éste va tergiversando las enseñanzas de Cristo a través del tiempo y cómo acomoda sus enseñanzas a sus ocultas intenciones. En el

77 Néstor Rodríguez Escudero, op. cit., 8

78 Allan Kardec. El cielo y el infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo (Edición electrónica) 13. A continuación niega la existencia del infierno, páginas 21-32.

79 Ibid., 61-69.

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fondo, resulta un análisis sobre la naturaleza del individuo. Asimismo, resalta la importancia que han tenido las enseñanzas de Jesús en las personas y armoniza la fe y la razón en la vivencia del cristianismo.

Pareciera que Puerto Rico está ausente de ese marco histórico que se describe. Sin embargo, basta leer el Proemio y el Post Scriptum para ver que tenía muy presente a su querida Isla en este extenso poema. Reitero mi idea de que presenta una de las críticas más fuertes que se haya hecho a las autoridades españolas del siglo XIX. Me parece que RamosPerea ha sintetizado con acierto la importancia de esta obra para desentrañar el pensamiento de Tapia y la dificultad que esto presenta: “Pero insistimos: La Sataniada es la noble autobiografía de una lucha espiritual, existencial, que hay que ir armando y decodificando para comprender la complejidad del carácter de este genio de las letras”.80

Para finalizar, deseo comentar una afirmación de José Luis Martín, quien dice que La Sataniada es un poema de tendencia anticlerical.81 El Diccionario define el vocablo anticlerical: “Contrario al clero” y anticlericalismo: “Animosidad contra todo lo que se relaciona con el clero”. Debemos tener en cuenta que Tapia no escribe en una sociedad pluralista, sino monolítica, en la que el Estado y la Iglesia estaban unidos. En muchas ocasiones, el gobierno se valía de la Iglesia para alcanzar sus propósitos y, en no pocos casos, la Iglesia lo permitió. Esto es lo que critica Tapia y creo que lo ilustra muy bien en sus Memorias, cuando una compañía de vapores ingleses pidió que se le permitiera fijar estación en el puerto de San Juan. Para negárselo, adujeron “consideraciones de religión y política” 82 Explica Tapia:

Así vemos que, por intolerancia religiosa, por suspicacia y por no renunciar al espionaje político, se denegó lo que hoy todos convienen en que era altamente ventajoso para Puerto Rico. ¡Siempre Torquemada y Maquiavelo! ¡Siempre el siglo XVI! ¡Pobre país, a qué gente estaba encomendado…!83

Precisamente, esto constituye el “anticlericalismo” que se fustiga en el poema. En forma irónica, Lope de Vega lo ejemplifica en el Canto X, pág. 35 de La Sataniada, cuando dice: “[…] y yo en tanto en mis obras halagaba / al Trono y Religión, siempre en la horma / de mi zapato […]”

Como explica Fernando Picó, el dicho puertorriqueño: “Éste todavía no se ha encontrado con el cura de su pueblo”, se refiere a muchos párrocos de aquel entonces que “también participaban de los problemas de sus feligreses” y menciona algunos nombres y

80 Roberto Ramos-Perea. Tapia, el primer puertorriqueño, op. cit., 655.

81 José Luis Martín, op. cit., 63-65.

82 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 33.

83 Ibid., 35.

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ejemplos.84 El propio Tapia tiene elogios para algunos sacerdotes. A don Rufo Fernández lo llama “sacerdote evangélico”, al padre Báez “apreciado arcediano”, al padre Giménez “digno de recuerdo, venerable y docto”, al padre Bobadilla “docto dominicano”, a fray Ángel de la Concepción Vázquez “memorable por sus afanosos desvelos en pro de la enseñanza”, al Obispo Gutiérrez de Cos “benefactor de Puerto Rico”85 y no digamos de su amigo de Yauco, el padre José Antonio Pieretti, a quien inmortaliza en la novela Cofresí. 86

Alejandro Tapia y Rivera tiene arraigados unos principios cristianos, pero no se identifica con iglesia alguna, aunque influye en él, por tradición, el catolicismo. Según se desprende de sus Memorias, su “venturosa época de fe” o “la religión de sus recuerdos”, con el pasar de los años, se transforman y se desarrolla el actual “filósofo racionalista”,87 con unas ideas muy afines al pensamiento espiritualista de Allan Kardec.

Ateneo, Encuentro Tapiano, 12 de noviembre de 2016

84 Fernando Picó. Historia de Puerto Rico (Ediciones Huracán: Río Piedras, 1986) 165.

85 Véase, Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 68, 69, 70, 71, 106, 114, 176.

86 En la revista La Azucena del 15 de octubre de 1875, habla Tapia sobre las fiestas patronales de ese año en Yauco y la organización de las mismas por el padre Pieretti: “[…] el celo de este buen párroco, tan bien quisto aquí de todo el mundo […]”

87 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 54, 55.

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EL ENSAYISTA

Cuando apenas entraba Puerto Rico en su infancia literaria, Alejandro Tapia ocupaba la cátedra del Ateneo para dictar una serie de conferencias sobre estética. La historia de nuestro Ateneo no ha podido escribirse sin asignar a este humano vivero de iniciativas un puesto de vanguardia […] Tapia fue su más destacado inspirador.

Antonio S. Pedreira

Tapia y Rivera fue un literato casi profesional, cosa rara en la historia de nuestras letras. Polígrafo: equipado de una seria versatilidad estética, este poeta cultivó el drama, el ensayo, la conferencia, la novela, el cuento, el artículo periodístico, el libreto de ópera y el verso.

Cesáreo Rosa-Nieves

Tapia fue un hombre de letras realmente heroico, dadas las limitaciones del medio en que vivía… Escribía con notable espontaneidad. Era una personalidad vigorosa y dinámica.

Eugenio Astol

La prosa de este escritor sigue cauces de sencilla elegancia y cristalina exposición, sin concesiones indebidas al verbalismo retoricista.

Josefina Rivera de Álvarez

La asombrosa vitalidad intelectual de Tapia y su férrea voluntad de escritor nos dejan atónitos cuando seguimos el ritmo de su voluminosa producción, habida cuenta de todas las limitaciones que confrontó este gran conquistador del intelecto isleño.

Francisco Manrique Cabrera

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INTRAHISTORIA PUERTORRIQUEÑA EN LA REVISTA LA AZUCENA DE TAPIA

La prensa periódica del país, a lo largo del siglo XX, ha sido “sino la madre, que ésa lo fue la literatura española, la nodriza amorosa de la literatura puertorriqueña”.

A mi querida sobrina Maray con admiración y cariño

Esta noche tengo el privilegio de presentar, en edición facsímil, la colección completa de la revista La Azucena, fundada y alentada por don Alejandro Tapia y Rivera. Esto me causa una inmensa alegría, porque con este acto estamos reconociendo la contribución del Padre de las Letras Puertorriqueñas a nuestra cultura. Asimismo, porque esta revista resulta imprescindible no sólo para estudiar el pensamiento tapiano, sino para desentrañar nuestra intrahistoria, profundizar en el quehacer intelectual y artístico puertorriqueño del siglo XIX y comprender mejor la consolidación de nuestra identidad nacional.

Como bien ha señalado Ramón Luis Acevedo: “[…] el conocimiento de la literatura está incompleto si no se conocen ni estudian las revistas […]”88 Este tipo de publicación junto con los periódicos han recogido las primicias de nuestras letras, por eso Fernández Juncos califica la prensa periódica como una “nodriza amorosa”, ya que ellas se erigen en un auténtico pretexto literario. Nuestra literatura decimonónica prácticamente nació y se fortaleció en nuestros periódicos y revistas; por consiguiente, podría decirse que, en numerosos casos, primero fue la revista y luego el libro.

Acertadamente Tapia dedica esta revista a las mujeres. Ante la necesidad de instruir al pueblo y, a falta de medios para hacerlo, qué mejor que estas publicaciones para reflexionar sobre el arte, la sociedad y la vida. Siendo la mujer el centro del hogar, ella se encargaría de transmitir las enseñanzas a sus hijos. Este objetivo queda bien claro en las páginas de La Azucena. Tiempo después, Salvador Brau reafirmaría el pensamiento del Maestro al decir: “La educación de las mujeres es más importante que la de los hombres”. Y se debe a que: “Educando al hombre educamos al individuo; educando a la mujer, esto es a la madre, se educa a toda una generación.”89

88 Ramón Luis Acevedo. “La Azucena: Una revista fundacional”. La Azucena, edición facsimilar (Instituto de Literatura y Ediciones Puerto: San Juan, 2013) 9. Este destacado crítico considera que en el siglo XIX “[…] las revistas fueron sumamente importantes, incluso, mucho más que en la actualidad”. Loc. cit. 89 Salvador Brau. “La campesina”. Ensayos, Disquisiciones sociológicas (Editorial Edil: Río Piedras, 1971) 112, 113.

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Si bien, según advierte Dalia Nieves Albert: “Los artículos dedicados a la mujer no son los que más abundan”, en ellos se expone muy claramente “[…] la desventaja de la mujer frente al hombre” 90 Constituye un vehículo de ilustración a la mujer y, a la vez, de reflexión para los hombres que viven en una sociedad con mentalidad patriarcal. La Azucena representa, pues, un medio muy eficaz para defender la cultura y servir de orientación social. El objetivo de Tapia no es sólo ilustrar, o sea, dar a conocer los valores literarios, resaltar la importancia de la historia,91 conocer sobre las ciencias y las matemáticas, la música, la pintura…, sino enseñar a pensar, que debe ser el propósito fundamental de cualquier educación. En síntesis, pretende que las mujeres “[…] se rían menos y piensen más” (20 de noviembre de 1870, pág. 49).

Ante la banalización de la mujer, Tapia propugna el cultivo de su intelecto. Recordemos uno de los conceptos misóginos más comunes de la Europa del siglo XIX, que hasta algún eminente filósofo hizo suyo: “La mujer tiene la cabeza sólo para peinarse”. Por ello en La Azucena se insiste en que no se hablará de modas, peinados ni bailes, porque la mujer no es una muñeca que se viste a gusto de quien juega con ella. En la primera carta de Isaura les indica a Julia y Graciela: “Para nosotras, condenadas a la frivolidad por el atraso y preocupaciones de los hombres, el mundo se convierte en un teatrillo de muñecas […]” (20 de noviembre de 1870, pág 39). Julia no se explica cómo las mujeres pueden vivir sin ilustrarse “[…] se saturan de la atmósfera anémico-intelectual en que respiran, y enmoheciéndose más y más cada día los tornillos del aparato intelectual, vienen a quedarse como si no le tuvieran” (15 de agosto de 1875, pág. 306). Y se queja de que, por regla general, las madres “[…] prefieren para sus hijas las joyas de oro a las joyas de la inteligencia; siendo más pródigas del dinero en presto a dotarlas de las primeras que de las segundas” (pág. 305).

No perdamos de vista que la educación de la mujer hasta entrado el siglo XX era enseñarla a coser, a cocinar, a lavar y a planchar. Si tenía la suerte de casarse con un hombre pudiente, para que lo atendiera y les enseñara a las sirvientas cómo hacer los menesteres caseros. De lo contrario, para que pudiera trabajar y así ganarse la vida.92 Según opina doña Micaela: “[…] no daña que aprendan a leer y escribir, coser y bordar; antes bien, todo esto puede servirlas para ser luego amas de su casa” (10 de diciembre de 1870, pág. 55). Por eso Julia habla de una “instrucción de simple ornato”, que las madres les

90 Dalia Nieves Albert. “La Azucena y la mujer puertorriqueña”. La Azucena, op. cit., 30. En adelante citaré por esta edición en el texto.

91 La visión histórica que se desprende de la revista concuerda con los principios clásicos latinos: “Historia, magistra vitae”. “Historia per exempla docet”. Véase los comentarios de Julia sobre el desconocimiento de la historia de fray Íñigo Abbad “[…] sabia y copiosamente anotada después por el distinguido Puerto-Riqueño D. José Julián Acosta.” La Azucena (10 de diciembre de 1870, pág. 55).

92 Advierte Julia que doña Agustina Microvista “[…] sin duda alcanzó aquellos tiempos en que no se enseñaba a escribir a las jóvenes para que no pudiesen cartearse con los novios […]” (10 de diciembre de 1870, pág. 55).

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dan a sus hijas como simple pasatiempo (pág. 56). “En resumen, -añade- según dice Don Ciriaco, basta con que sepamos ser buenas esposas y madres de familia” (15 de agosto de 1875, pág. 306).

No podemos desvincular La Azucena de las revistas que en Latinoamérica se les dedicaron a las mujeres. Dichas revistas contribuyeron a edificar y desarrollar la literatura del país, así como a consolidar la identidad nacional. Recordemos que, en nuestro continente, era muy precaria la educación y nuestros grandes hombres buscaron en la pedagogía el medio más eficaz para la forja de la conciencia nacional. Y este tipo de publicación tenía esto en mente, ya que se instruía a la mujer como la forjadora de patriotas. Había que educarlas, pues, para que transmitieran esos conceptos a sus hijos y con ello consolidar la nación. Desde este punto de vista, La Azucena cumpliría una importante función en el permanente proceso de construcción del concepto de nación, de literatura, de historia; en fin, de la forja de la idiosincrasia nacional.

Considero que aún está por estudiarse la ascendencia que ha tenido esta revista en la opinión pública del Puerto Rico del siglo XIX y en la consolidación de la identidad puertorriqueña. Asimismo, su repercusión como guía del gusto literario y artístico decimonónico. Para Otto Olivera: “[…] La Azucena señala un momento de renovación en la cultura puertorriqueña” 93 Y Josefina Rivera de Álvarez la califica de “[…] verdadero heraldo de la cultura, en cuyas páginas daría Tapia amplias muestras de su pasmosa fecundidad de escritor”.94

Tapia está consciente del atraso intelectual en la sociedad puertorriqueña, no sólo entre las mujeres, sino también entre los hombres. Los primeros nueve números están dedicados “al bello sexo puertorriqueño”, los setenta y cuatro restantes “a los amantes de las letras, ciencias y artes, y especialmente al bello sexo”. Sin embargo, en todos ellos se tiene presente a los hombres, tal como se desprende del primer número: “[…] la utilidad de una publicación semejante [para mujeres], lejos de ser esclusiva (sic) para un sexo, puede serlo en general para toda la provincia […]” (20 de noviembre de 1870, pág. 39). Por tal razón, constantemente se insiste en sus páginas no sólo sobre la necesidad de saber leer, sino también de leer (15 de octubre de 1874, pág. 146).

En el “Prospecto” del 20 de octubre de 1870 que anuncia la aparición de La Azucena (pág. 35-36), Tapia utiliza un feliz pensamiento de Mariano José de Larra: “¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee?” Y más adelante el Pobrecito Hablador vuelve a insistir en ello: “La mitad de las gentes no leen porque la otra

93 Otto Olivera. La literatura en periódicos y revistas de Puerto Rico, siglo XIX (Editorial de la Universidad: Río Piedras, 1987) 184.

94 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña: Su proceso en el tiempo (Ediciones Partenón: Madrid, 1983) 144.

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mitad no escribe, y ésta no escribe porque aquélla no lee”.95 Isaura refiere esta situación en los siguientes términos: “Una biblioteca posee esta ciudad con algunos buenos libros; pero en ella brillan los lectores por su absoluta ausencia [...]” Y más adelante: “En cuanto a librerías, se hallan aquí las de Acosta, González, Escayola y alguna más; pero en todas ellas, si hay libros en blanco se venden con suma preferencia. ¿Si será que nos indigesta la lectura?” (15 de octubre de 1874, pág. 146). No debe pasar inadvertida la mordaz frase: libros en blancos. El ensayo “La afición a la lectura” está escrito expresamente para los hombres (15 de octubre de 1875, pág. 343-344), ya que, meses atrás, Julia se había cuestionado: “Pero ¿a qué hablar de si las mujeres leen o no entre nosotros? ¿Y los hombres?” (15 de agosto de 1875, pág. 306).

Según explica Otto Olivera, la época en que aparece La Azucena era sumamente convulsa, tanto en la Isla como en la Península, y entiende que para ese tiempo “[…] la colonia vive la más ignominiosa opresión […]”, pero “[…] nada se evidencia en sus páginas de los acontecimientos políticos contemporáneos”.96 No podemos olvidar que Tapia sufrió en carne propia los efectos de la censura y los desafueros de los gobernadores con facultades omnímodas. Y se cuidó de ello en esta publicación, aunque no faltan artículos que los denuncien

Una lectura de toda la revista se aprecia que, a través de ella, según propugna el primer número, Tapia presentará los “numerosos defectos” de la sociedad puertorriqueña, los cuales “irán corrigiéndose con la cultura” (20 de noviembre de 1870, pág. 39).97 En sus páginas se deduce la aspiración de pueblo que quiere para Puerto Rico. Sin embargo, en sendos artículos muy ingeniosamente, tal como lo hizo en Póstumo y en La Sataniada, formula una crítica más directa: “Puerto Rico visto sin espejuelos por un cegato” y “El loco de Sanjuanópolis”. En el primero se presenta a un Puerto Rico con un imponente desarrollo cultural, urbano, mercantil…, al punto de ser “un paraíso de abundancia y bienestar” muy alejado de la realidad, pero resulta que un “cegato” con unos espejuelos sin lentes es quien lee eso (31 de enero de 1876, pág. 393-395). Ramón Luis Acevedo explica que, en ese trabajo, Tapia: “[…] evade ingeniosamente la censura para presentar su proyecto de país ideal y criticar el real”.98 En el otro, en forma más irónica aún, fustiga la inacción, tanto de las autoridades como de los vecinos ante las necesidades de Puerto Rico. Todo el mundo estaba de acuerdo en que el loco don Venancio tenía razón en lo que decía, pero como ellos

95 Mariano José de Larra. “Carta a Andrés escrita desde las Batuecas (11 de septiembre de 1832). Esa misma expresión la utilizarán los signatarios de la “Moción que hacen varios suscritores (sic) a esta revista sobre la conveniencia de extender el círculo de sus lectores” (15 de marzo de 1876, pág. 417).

96 Otto Olivera, op. cit., 151-152.

97 Cayetano Coll y Toste índice que Tapia: “[…] deseaba redimir a su pueblo principalmente mediante la instrucción, porque sabía que mientras los pueblos son ignorantes no pueden ser ricos, virtuosos, libres y felices.” “Biografía de Tapia”, Índice, 13 de febrero de 1930 (Edición facsimilar, Editorial Universitaria: San Juan de Puerto Rico, 1979) 167.

98 Ramón Luis Acevedo, op. cit., 12.

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no hacían nada para resolver los problemas, lo encierran en un manicomio para que no les repita más las verdades. El loco, como el Licenciado vidriera cervantino, es quien tiene la razón. El ensayo concluye: “El infeliz, tal vez hubiera recobrado la cordura, si da en vivir un siglo o algunos siglos más, y llega a ver realizada su manía. ¿Pero quién va a ser eterno? Más vale morirse” (15 de febrero de 1876, pág. 401-402). Resulta muy obvia la fuerte carga satírica que encierra esta última oración.

No cabe la menor duda del valor que tiene La Azucena para la literatura, la representación escénica, el urbanismo, la educación y la sociología, entre otros campos. En todos los trabajos, Tapia deja su impronta, bien con sus sagaces disquisiciones culturales o con su agudeza crítica, todo lo cual lo hacen un auténtico polígrafo. Me llama mucho la atención cómo se fija hasta en detalles que para muchos pasarían inadvertidos. Por ejemplo, en sus consideraciones sobre teatro, lo que merecería un trabajo aparte, no sólo comenta la obra, sino critica, entre otras cosas, la escenografía (30 de abril de 1877, pág 637), los efectos escénicos (31 de octubre de 1874, pág. 153) y hasta la dicción (15 de noviembre de 1876, pág. 549). No tiene miedo de decir las verdades al momento de señalarles a los productores y espectadores su “[…] preferencia por lo frívolo y simplemente divertido” (15 de julio de 1876, pág. 482).99 En fin, que el ir al teatro lo habían convertido en una usanza sin trascendencia alguna: “Nada de esto debía sorprendernos: razones sobradas tenemos para decir que la generalidad, la inmensa mayoría de los Sres. y principalmente las damas que van, así al teatro como a los demás espectáculos, concurren por pura moda” (31 de enero de 1877, pág. 588). Sin embargo, además de todo lo expuesto, La Azucena nos permite recrear parte de la intrahistoria puertorriqueña. Gradualmente, van apareciendo en sus páginas distintos aspectos de ese vivir cotidiano que nuestro autor aprovecha para rectificar con “la educación”. Veamos brevemente parte de esa cotidianidad nuestra.

El 19 de diciembre de 1870 desde Ponce, escribe Isaura sobre las fiestas patronales,100 que en ese tiempo duraban diez días101 en los cuales mucha gente dejaba de trabajar:

99 Sobre un error de dicción en una presentación escribe Tapia; “La época no es bufa, por más que se diga, aunque abunden los bufos dentro y fuera del teatro. La bufonería es tan antigua como este y como el mundo, sólo que, si siempre ha tenido encomieadores, ahora los tiene innumerables” (15 de noviembre de 1876, p. 549).

100 Sin duda escribe sobre las fiestas patronales de Ponce, pues el 12 de diciembre es la festividad de Nuestra señora de Guadalupe, Patrona de esa ciudad.

101 Brau sin mencionar a Cabo Rojo, cuyo patrón es san Miguel Arcángel y su festividad se celebra el 29 de septiembre, indica que las fiestas duraron treinta días: “Pueblo conocimos en el que, señalado el santoral eclesiástico el día 29 para conmemorar su patrono, empezaron los festejos el día 1° del mes, y aún hubo que extenderlos hasta el día 30, por no haberse agotado el fervor de los devotos” “La herencia devota”, op. cit., 129. Resulta clave la última frase: “por no haberse agotado el fervor de los devotos”.

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Los dueños de café se quejan de que en esos días no hay mozos; a mi prima Luisa se le marchó una criada porque no la dejó una noche ir a ver los fuegos de artificio, que sea dicho de paso, han estado aceptables;102 en la hacienda de un apreciable amigo mío, de veinte jornaleros reputados como puntuadísimos (sic), la mayor parte habían (sic) faltado en aquellos días, con pretesto (sic) de las fiestas, y por doquiera no se han visto en las calles más que hombres, hechos y derechos, que, en este país, en donde debe combatirse la vagancia por todos los medios posibles, pasaban con dados u otro juguete, el tiempo que debieron consagrar a ocupación más honrosa y útil (20 de diciembre de 1870, pág. 63).

Esta situación resultaba tan problemática para Puerto Rico que nueve años después, el gobernador don Eulogio Despujol, el 3 de enero de 1879 envía una circular a todos los alcaldes en la cual les ordena limitar las fiestas patronales a tan sólo tres días. Pero parece que estos funcionarios no hicieron mucho caso a esta directriz, porque, cinco años más tarde, el entonces gobernador, don Ramón Fajardo, el 13 de octubre de 1884, insiste en que se cumpla.103 Tapia tiene comentarios parecidos que buscan bien realzar o bien modificar las costumbres en las siguientes festividades: Los Rosarios de la Cruz de Mayo (15 de marzo de 1875, pág. 225), las fiestas de San Juan (30 de junio de 1875, pág. 281), el Carnaval y las fiestas de Santiago Apóstol (31 de julio de 1875, pág. 297-297) y las fiestas públicas (15 de febrero de 1876, pág. 403).

No debe pasar inadvertido su pensamiento sobre la vagancia y el juego en la isla. Subrayo las palabras anteriores de Isaura: hombres, hechos y derechos, que, en este país, en donde debe combatirse la vagancia por todos los medios posibles, pasaban con dados u otro juguete, el tiempo que debieron consagrar a ocupación más honrosa y útil. Tapia propugna para los puertorriqueños una filosofía del trabajo en sendos artículos titulados “Trabajar es orar”, que doña Josefina califica de “balada en prosa”.104 En ellos resalta la dignidad del trabajo, al punto de considerarlo un beneficio espiritual para el ser humano. No cabe duda de que tiene en mente el sentido de la dignificación del trabajo, tal como lo concebía san Benito, quien educaba a sus monjes bajo el lema Ora et labora. En el primero establece una comparación entre el hombre trabajador y el ocioso (10 de diciembre de 1870, pág. 56-57); en el segundo, sobre el trabajo físico y el intelectual (15 de abril de 1876, pág. 433-434). En ambos escritos destaca la importancia que tiene el trabajar, tanto para el país como para las

102 Lo subrayado es mío para destacar que Tapia aprovecha para intercalar su opinión.

103 Salvador Brau. “La herencia devota”, op. cit., 129.

104 Explica esta estudiosa de las letras insulares que “[…] la emoción que permea la palabra lírica queda convenientemente frenada por la precisión del pensamiento.” Josefina Rivera de Álvarez, op. cit., 150.

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personas.105 En una “Conversación con mis lectoras” habla sobre la introducción en Puerto Rico de la máquina de coser y el valor que ésta tiene para la mujer, especialmente para la madre que mantiene a su familia con la costura (31 de agosto de 1874, pág. 122). Se entenderá mejor esto con el ensayo sobre las fiestas patronales de su pueblo del historiador aguadillano, Herman Reichard, quien explica que, durante las mismas, se rifaban máquinas de coser entre las señoritas pobres, ya que:

El entrar al servicio en “casa grande” o dedicarse a la prostitución, eran las opciones más corrientes para las infelices desheredadas de la fortuna. Pero las jóvenes que aspiraban a salir de la pobreza siguiendo la senda de la virtud y el trabajo diestro, veían en la máquina de coser el mágico artefacto, la tabla de salvación que les aseguraría la independencia económica, el sostenimiento de numerosa familia, de los ancianos padres, o del marido postrado por la tuberculosis.106

Se combate el alcoholismo mediante un artículo “traducido libremente” del francés, escrito por Mr. A. Dastre (31 de agosto de 1874, pág. 127-128; 15 de septiembre de 1874, pág. 135-136). Realmente lo que hace es tomar algunas ideas de dicho autor y aplicarlas a la realidad de Puerto Rico. Esto se debe a que, según Tapia: “[…] el abuso de las bebidas espiritosas es hoy muy general. No solo existe en la masa del pueblo, sino también en muchas personas dedicadas a los empleos públicos, a la industria y al comercio y aun se extiende hasta las clases más acomodadas” (pág. 127). Utiliza las estadísticas de importación de cervezas, vino, aguardiente, coñac y brandi en los años 1871 y 1872, a las que añade: “[…] el ron (cañete), anisado y demás bebidas que se fabrican en los alambiques del país” (pág. 128). En conclusión, según él, se bebe demasiado en Puerto Rico.

Se destacan diversos aspectos urbanísticos. Entre ellos, el estado de las calles: “El último tramo de la calle de San Sebastián, no cuenta con aceras ni empedrado. Esto ofrece sus inconvenientes, sobre todo en los días de lluvia, para los vecinos y transeúntes: no hay zaguán que pueda estar limpio” (31 de diciembre de 1874, pág. 185). Por carta de Isaura, sabemos que en Ponce “[…] cada vecino o propietario construye respectivamente la acera que toca al frente de su casa: sistema atrasado que lleva contra sí la desigualdad en el material” (15 de septiembre de 1874, pág. 137). Y en las calles de esa ciudad no se utiliza el adoquín como en San Juan, sino “chinos” –piedras de ríos-, lo cual dañaba los coches que las transitaban. Esto le hace decir a un señor: “Vea U. ¡pagar mi coche a la calle, por lo que la descompone; cuando debería ésta pagar a mi coche por lo mucho que le daña con sus

105 Salvador Brau advierte que los defectos que suelen señalarse “inherentes al carácter del proletario puertorriqueño [son]: el concubinato, el juego y la vagancia”. Y más adelante añade: “no solo los obreros son los que juegan”. “La campesina”, op. cit., 29, 33.

106 Herman Reichard Esteves. “Las últimas fiestas patronales del siglo pasado en Aguadilla”. De historia y literatura puertorriqueñas (Editorial Datum: Aguadilla, 1992) 39.

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chinos!” (pág. 137). Existía entonces el verbo enchinar, o sea, cubrir las calles de tierra con “chinos”. Y para señalar que las piedras no debieran estar meramente tiradas en las calles sin afirmarlas, habla de enchinar de firme (pág. 353).

En el año 1856 se estrenó en San Juan la ópera en tres actos titulada Guarionex, libreto de Tapia y música del maestro don Felipe Gutiérrez y Espinosa. Esto le ganó a Tapia el mote de “indiofilismo” y al Maestro Gutiérrez la pérdida de su empleo.107 En La Azucena se resaltan las dotes musicales de este notable maestro y, a su vez, se desprende la importancia de las festividades religiosas en la, entonces, Catedral de todo Puerto Rico porque a la sazón la Isla era un solo obispado- durante los distintos tiempos litúrgicos. En mayo de 1875, resalta el estreno de la misa del Maestro Gutiérrez para la fiesta de la Ascensión del Señor (15 de mayo de 1875, pág. 258). En abril de 1876, comenta la misa que éste compuso para la Pascua de Resurrección (30 de abril de 1876, pág. 441) y, en mayo de 1877, aparecen sus observaciones sobre la misa de este Maestro para la fiesta de Pentecostés (31 de mayo de 1877, pág. 653).

No se olvida Tapia de la salud, por eso defiende la lactancia en los infantes (15 de enero de 1876, pág. 385-387) y la vacunación contra la viruela (15 de noviembre de 1875, pág. 354). La tuberculosis era, entonces, la enfermedad del siglo, entre otras causas por la poca higiene, la malnutrición y las pésimas condiciones de trabajo. Numerosos campesinos y obreros la contraían, aunque la gente pudiente no estaba exenta. Don Gabriel Ferrer ilustra sobre esta enfermedad y resalta que es curable (15 de octubre de 1874, pág. 147149). En el año 1906, se confirmó que el dengue se transmitía por el mosquito. Esta epidemia en nuestros países acabó, y está acabando aún, con innumerables vidas. Resulta muy curioso apreciar en la revista la percepción que se tenía en ese tiempo de que era producto de la intensidad del viento. Explica que el dengue:

[…] en otro tiempo se llamó trancazo, porque no otra cosa parece, dado el dolor de huesos que suele acompañar a este catarro general, epidémico, sostenido por la tenacidad de los vientos nordestes que se olvidan que estamos en abril y andan jugando al palo con los pobres moradores de esta ciudad y sus contornos (15 de abril de 1875, pág. 241).

Por La Azucena sabemos sobre la sequía de junio de 1875 en San Juan (15 de junio de 1875, pág. 276-278), las retretas de esta ciudad (28 de febrero de 1875, pág. 216), la construcción del tranvía en Mayagüez (15 de marzo de 1875, pág. 225) y otros acontecimientos similares. Siempre tiene Tapia un comentario en cada caso. Por ejemplo, sobre el tranvía en la Sultana del Oeste se lamenta que se haya decidido por uno tirado por caballos, en vez del que utiliza vapor. Esto le da pie para exponer la necesidad de un tranvía que una San Juan con Río Piedras. Podría seguir enumerando múltiples detalles cotidianos

107 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 214.

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que se desprenden de los trabajos aparecidos en la revista, de los cuales entresaco como ejemplos la necesidad de un acueducto y puente en Mayagüez, así como la extensión del de San Juan hacia Bayamón y Río Piedras (15 de marzo de 1875, pág. 225).

Los comentarios que se desprenden de la “amistosa correspondencia” entre Graciela, Julia e Isaura, quienes buscan una “instrucción mutua” son ensayos en forma muy agradable en los que se reflexiona sobre distintos aspectos del arte, la literatura, las ciencias y la vida. Dalia Nieves Albert considera que: “El medio epistolar que utiliza en la revista facilita la lectura haciendo más amena la lección que cada carta encerraba” 108 Uno echa de menos dichas cartas en los últimos números en los cuales privan más el desenvolvimiento y las discusiones ateneístas.

Para Otto Olivera, la revista La Azucena “[…] es sin duda la primera de su clase en Puerto Rico y una de las mejores del siglo”.109 Y Dalia Nieves Albert afirma que: “[…] tuvo su razón de ser, explorando terrenos en el campo de la literatura y la defensa de la mujer que hasta donde sepamos, no se había hecho con anterioridad” (pág. 31). Esta revista se convirtió en un paradigma cultural, porque Tapia vivió los hechos que quedaron plasmados con el ardor y el sentimiento que latía en su inquieto ánimo. Gracias a las palabras que se consignaron en sus páginas, entre otras cosas, hoy podemos conocer mucho de aquel siglo XIX puertorriqueño.

Ahora se nos brinda la oportunidad de estudiar la colección completa. Tenemos que agradecer a quienes tuvieron esta feliz iniciativa que, según me indicara el amigo Roberto Ramos Perea, era una deuda que el Instituto de Literatura tenía con don Enrique A. Laguerre.110 Debo resaltar que Ediciones Puerto ha realizado un excelente trabajo de impresión, por lo cual felicitamos a don José Carvajal, editor. Gracias a este esfuerzo hoy tenemos todos los números,111 así se podrá investigar más a fondo la corriente de pensamiento del siglo XIX puertorriqueño y la obra de don Alejandro.

Don Enrique ha señalado que uno de los graves males del Puerto Rico de nuestro tiempo es el “presentismo” que vivimos en todos los órdenes sociales, políticos y culturales. Sólo nos interesa el presente, lo cual nos impide ir más allá. Considero que vienen muy al caso las palabras de don Manuel Elzaburu sobre el Ateneo que aparecieran en la revista del 30 de abril de 1877: “[…] no basta edificar, es necesario conservar; no es lo más difícil echar el fundamento de una cosa y levantarla, sino antes bien requiere más trabajo sostenerla […]” (pág. 638). Este es el pan nuestro de cada día en todos los órdenes. Días atrás leía un

108

Dalia Nieves Albert, op. cit., 22

109 Otto Olivera, op. cit., 155.

110

El destacado dramaturgo Roberto Ramos-Perea señala que, en el año 1990, don Enrique era representante del Instituto de Cultura Puertorriqueña ante la Junta del Instituto de Literatura y le propuso a la Junta la publicación de esta revista en facsímil.

111 Ramos-Perea me indica que no se pudo conseguir una página, por eso la 161 es igual que la 177.

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artículo en el que su autor se quejaba de que nosotros sabemos muy bien cuáles son las causas de los males que nos agobian, pero nos detenemos en “estudios exhaustivos” porque realmente nos falta la voluntad para resolverlos y ahí nos quedamos parados. San Agustín decía: “No te detengas en el camino, no te desvíes de tu intento, lucha siempre, camina siempre, avanza siempre, porque en el momento en que te pares retrocedes”.

Don Alejandro Tapia y Rivera tenía visión de futuro, se había impuesto la encomienda de una forja cultural permanente, de la edificación y consolidación de un país y su identidad nacional. ¿Qué mayor demostración de ello que este acto? Después de casi siglo y medio de fundada La Azucena, hoy estamos presentándola en su totalidad porque constituye una necesidad urgente para nuestra cultura y para Puerto Rico. Esto es evidencia de la fuerza de la palabra que se mantiene viva y de la huella del pasado que se nos hace presente. Por eso he dicho al principio, que esta noche me embarga una inmensa alegría.

Conferencia Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 7 de noviembre de 2013

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TAPIA EN SUS MEMORIAS

La ciencia histórica nos deja en la incertidumbre en lo que al individuo se refiere. Tan sólo nos revela aquellos puntos que le relacionan con los hechos y acciones de orden general.

Al colega y amigo William Mejías López

Las memorias

Entre los géneros historiográficos, posiblemente las memorias están entre los de menor grado de objetividad, pues, aunque el autor haya sido testigo de los hechos, los detalla según los percibió. La subjetividad de éste, por consiguiente, permea el análisis científico que debe caracterizar a la historia. De manera que todo el escrito está matizado por el “yo” de quien escribe. Sin duda alguna, el diario resulta más subjetivo aún que las memorias, pero el mismo pertenece más a la literatura que propiamente a la ciencia histórica. El diario invita a la intimidad, a la introspección. Si bien aparecen los sucesos o hechos históricos vividos, éstos manifiestan los efectos en la persona que escribe, porque en dicha escritura se enfatizan los efectos, no las causas como en las memorias.

El historiador, por su parte, aunque no haya presenciado los acontecimientos, los analiza según el método historiográfico. De aquí que los constantes verbos del Padre de la historia sean interrogar, inquirir e investigar. La no vivencia de los hechos, por consiguiente, no le impiden al historiador penetrar en la verdad. La norma para escribirla, indicaba Tácito era: sine ira et studio y Tucídedes recalcaba la importancia de esto, porque con ello se pretendía “una verdad para siempre”.

Sin embargo, considero que la subjetividad de las memorias, en cierto sentido, nos resulta beneficiosa, porque los acontecimientos se presentan de forma vivencial. Lo que se pierde en objetividad se gana con creces existencialmente. Esto es muy importante para apreciar otro lado de la realidad histórica: la vivencia de los hechos, lo cual nos permite adentrarnos mejor en la sicología humana del momento. Las memorias, por consiguiente, se encuentran entre la autobiografía y la crónica. Su autor no enfatiza tanto la vida, como hace la primera, sino en los sucesos según se presenta en la segunda, pero en relación con la persona. Me parece que en las memorias se logra una síntesis de ambos géneros. Nos gusta ver al individuo personal y conocerlo de cerca en su vida privada como en la autobiografía, pero también los eventos que sucedieron y cómo lo afectaron, según las crónicas.

Al lector no sólo le interesa el acontecer histórico, político o social que aparece en las memorias, sino atisbar en los perfiles personales de su autor algún reflejo del yo

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interior del propio lector. En definitiva, esto es parte de esa tendencia que todos tenemos de querer penetrar en los intersticios anímicos del ser humano. En esta introspección sicológica buscamos descubrir los secretos que todos llevamos dentro. Desde tiempos inmemoriales, las letras universales se han enriquecido con múltiples testimonios personales de escritores, políticos, religiosos y hasta de gente sencilla que, en sus memorias, consignaron, junto a sus experiencias de vida, la huella del momento histórico que vivieron.

Desde la aparición del género en las letras puertorriqueñas en el año 1582 con la Memoria de Melgarejo, posiblemente las de Alejandro Tapia y Rivera sean las más célebres entre nosotros, especialmente por su independencia de criterios. Ya que, según advierte Pedreira: “[…] todas las memorias históricas, desde la colonización hasta la obra de Iñigo Abbad y aun la de Tomás de Córdoba, fueron redactadas con un criterio oficial, respondiendo en su mayoría a cuestionarios sometidos por el gobierno español, sin tener en cuenta las causas y consecuencias de los hechos y sin analizar ni interpretar con imparcialidad los acontecimientos allí amontonados” 112

Las memorias de Tapia nos muestran la visión del siglo XIX insular que tuvo este destacado escritor, cuya vida abarca los años 1826 al 1882. Considero oportuno enfatizar que este convulso período histórico será decisivo en la determinación ontológica del puertorriqueño. Anteriormente Tapia se había preocupado por nuestra historiografía, compilando documentos importantes para que sus conciudadanos cobraran conciencia de lo que era su patria.113 Con este fin, se publica la Biblioteca histórica de Puerto Rico, en el año 1854. Ante la ausencia de datos para conocer el desarrollo histórico puertorriqueño, nuestro autor, con otros compatriotas, se dio a la tarea de indagar datos históricos y documentos en los archivos españoles. Estimo importante resaltar este detalle, porque muestra la preocupación de Tapia por divulgar el pasado, a fin de entender el presente.

Sus memorias aparecieron primero en el periódico La Democracia en el 1927 y al año siguiente como libro. O sea, cuarenta y cinco años después de haber fallecido. Heródoto en el primer párrafo de Los nueve libros de la historia explica las razones de su obra que se reducen a tres: Para que con el tiempo no se olviden los hechos, para que no queden sin gloria los hechos grandiosos, tanto de los griegos como de los bárbaros, y para que se conozcan las causas de la guerra. Tapia también tiene en mente esta preocupación del Padre de la historiografía, e imbuido por el concepto clásico de este género como vehículo pedagógico para los pueblos, escribe sus memorias. Su intención es darle a conocer a las

112 Antonio S. Pedreira. Insularismo (Biblioteca de Autores Puertorriqueños: San Juan, 1957) 86.

113 Entre 1850 y 1852 permaneció en Madrid donde trabajó en bibliotecas públicas y en la de la Academia de la Historia recopilando documentos sobre la historia de Puerto Rico. Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias o Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 174-175. En adelante citaré por esta edición en el texto.

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nuevas generaciones una visión del Puerto Rico del ayer para que éstas cobren conciencia de su pertenencia a la trayectoria histórica de la Isla y para que valoren el presente. Explica: “Todas estas cosas, que son rasgos de pinturas odiosas, conviene que no sean olvidadas por las generaciones sucesivas, para que contemplen por donde han pasado las anteriores generaciones y sepan apreciar el progreso y lo que vale, así como lo mucho que deben, a las que ayudaron con sus sufrimientos y trabajos la venida de los mejores tiempos que han alcanzado” (pág. 123-124).

Sin embargo, es importante destacar que él persigue con ese conocimiento del pasado, y aquí prevalece la intención didáctica, estimular a sus compatriotas a que laboren por el engrandecimiento de Puerto Rico, ya que cada generación tiene un deber que cumplir con la patria. En cierto sentido se vincula a Tácito, cuyos Anales perseguían un fin moral, pero en Tapia la moralidad o el compromiso moral del puertorriqueño debería ser su responsabilidad histórica. Por eso advierte: “También comprendan [las generaciones futuras] con esto que las generaciones deben afanarse por mejorar lo que encontraron; aunque sólo sea con la protesta constante, ya que no tengan los elementos de representación nacional y leyes liberales con que cuentan hoy […]” (pág. 124).

Esta intención universaliza las memorias de Tapia, porque con ellas les pide a sus contemporáneos que se vinculen al devenir histórico puertorriqueño y que trabajen para lograr una sociedad mejor. Es interesante apreciar las costumbres de antaño, los desafueros gubernamentales, los errores del pasado…, pero más importante aún aprender de todo esto para mejorar el presente. Nosotros corremos el peligro de caer en los mismos desatinos que han vivido generaciones pasadas. Si bien es cierto que el hecho histórico es irrepetible, no es menos cierto que muchas veces hacemos históricamente lo mismo que le hemos criticado a otras épocas. Si hay algo notable en este libro, es el amor que Tapia le tiene a Puerto Rico, con el cual se identifica plenamente. De hecho, lo expone al inicio de la obra:

Existe un motivo poderoso para que yo asocie mis Memorias a la tierra en que nací; aquéllas son mi vida y ésta me la dio. Desde entonces, el vínculo de amor que a ella me liga, […] parece obra de una imperiosa fatalidad.

[…] todo en esa tierra me habla al corazón. No parece sino que nací para amarla con pasión de enamorado; y como enamorado que sigue amando, a pesar de haber hallado feo y vacío y mentiroso el corazón de la mujer querida (pág. 13).114

114 Adapta a la idea unos versos que aparecen en el "cuento considerativo", El hombre sin mujer de Miguel de los Santos Álvarez: "¡[...] Que halló feo y vacío y mentiroso, / el corazón de una mujer querida!"

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No es como Gautier Benítez, para quien la amada y la patria se funden en un mismo amor, sino que Tapia la quiere como si fuera la madre. Más adelante lo enfatiza: “[…] el amor a la localidad en que se ha nacido es como el amor a la madre. Yo no quiero a Puerto Rico por lo que vale, antes bien, mientras más necesita de sus buenos hijos, por lo mismo que vale poco y en ella todo está por hacer, más la quiero. Mientras más derrotada y desvalida la veo, más en débito me creo con ella” (pág. 93).115 En el fondo, es un romántico enamorado profundamente de su tierra.

Tapia murió el 19 de julio de 1882 sin concluir las memorias. En su vejez, las fue escribiendo en pequeños fragmentos o especie de cuadros temáticos que suman cincuenta y cinco. A veces adelanta acontecimientos futuros, o vuelve al pasado para aclarar ideas. Como redacta esta obra desde otra perspectiva temporal, en ocasiones consigna la fecha presente para que los lectores tengan una idea de “cómo era” y de “cómo es”.116 La última fecha que registran estas memorias es la del año 1854, lo cual indica que desafortunadamente le faltaron unas tres décadas por reseñar. ¡Es una lástima que no las haya consignado! Está consciente de que las mismas se publicarían póstumamente, cuando escribe: “He pasado por un mundo al que ya no perteneceré cuando esto se lea, y debo decir lo que de él pienso, acaso con la mira de ser infructuoso para los que habrán de sobrevivirme” (pág. 93).

Sus memorias recogen unos temas claves: la política insular de entonces, particularmente los desafueros de los gobernadores y militares; la prensa y la censura; la educación y la filosofía educativa de aquel tiempo; el reformismo político; la vida religiosa; la esclavitud con sus crueldades; las lecturas de ese momento y el teatro, así como una serie de elementos folclóricos, tales como la Semana Santa, las fiestas de San Juan y Santiago, las fiestas de la Cruz de Mayo, los bailes, los juguetes de los niños, las carreras de caballos, las trullas, las octavas y las octavitas… Según se puede apreciar, nos deja un testimonio valioso del vivir cotidiano decimonónico.

Como es tan abarcador el cuadro que pinta del XIX puertorriqueño, me fijaré tan sólo en las lecturas y las representaciones dramáticas que comenta. A la vez que comprendemos el ambiente educativo y cultural de entonces, nos permite conocer parte de las lecturas realizadas por Tapia, las cuales contribuirían a conformar la visión del mundo de este célebre escritor. Es lamentable que hasta ahora las ediciones adolezcan de tantas incorrecciones. Siempre tuve en mente una con anotaciones para que los lectores las

115 Cuando estaba en Madrid en el año 1867 escribe el poema “Mi patria y mi madre” que luego aparece en La Azucena, el 10 de diciembre de 1870. Reproduzco la última estrofa: “Desde entonces amo más aquella patria / con mi madre viviente confundida, / porque guarda la sombra más querida. / ¡Patria! ¡Madre! ¡Sois una en mi ilusión!”

116 Véase, entre otras páginas: 18, 21, 30, 31, 38, 43, 45, 61, 71, 85, 119. Según estas referencias, Tapia las escribe entre 1880-1882.

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entendieran mejor, especialmente nuestros estudiantes de escuela superior. Este trabajo, en parte, responde a esa preocupación pedagógica que he tenido.

Lecturas

Se queja nuestro autor de que en ese tiempo: “Leíase poco: aunque ahora, con infinitamente mayores pretensiones, no podemos decir que se lee mucho” (pág. 27-28). En las escasas librerías se encontraba: algunos Catones (sic), con San Casiano a la cabeza, el Fleury y el Ripalda… (pág. 28). Se le llamaba catón a cualquier libro de lecturas elementales, a base de frases y oraciones cortas para enseñar y ejercitarse en la lectura. Generalmente, eran lecturas que tenían un fin moralizador. El Diccionario de la Real Academia define este vocablo: “Libro compuesto de frases y períodos cortos y graduados para ejercitar en la lectura a los principiantes”.

En aquella época, los maestros hacían que sus alumnos primero se aprendieran las letras del alfabeto, luego a combinarlas en sílabas, valiéndose para ello de las cartillas. 117 Luego proseguían con los silabarios en los cuales aparecían palabras sueltas y palabras divididas en sílabas. Finalmente, cuando dominaban estas destrezas, se ejercitaban en la lectura de los catones.

El origen de este nombre se remonta a la obra del gramático latino del siglo III, Dionisio Catón, quien compiló unas sentencias morales con 174 máximas en verso y 56 preceptos en prosa. Algunos autores erróneamente han atribuido el vocablo a Marco Porcio Catón, apodado el Viejo o el Censor, quien también escribiera una colección de proverbios y unas máximas para sus hijos. El Catón tuvo gran difusión en la Europa medieval, donde se utilizó para la educación de los jóvenes y la ejercitación en la lectura. Con el tiempo, vino a llamársele catón a todo libro que se empleara para enseñar, lo mismo a leer y escribir, que como texto de urbanidad. En el caso específico de la obra de Dionisio Catón, con el transcurso del tiempo, fue “cristianizándose”, al quitarle e incorporarle distintos pensamientos y conceptos. Se le llamó entonces el Catón cristiano. 118 A estos catones solían añadírsele un catecismo y un tratado de urbanidad.

Entre los catones había uno dedicado “al glorioso San Casiano Obispo”. De aquí la mención particular que hace Tapia del mismo. San Casiano era un maestro cristiano del siglo IV, -ignoro por qué se le llama “obispo” en dicho opúsculo, porque según el martirologio romano ni era sacerdote- que enseñaba a los niños de Imola a leer y a escribir.

117 Dice Tapia sobre el particular: “[…] lo de atender a la cartilla, que es adormidera para la infancia, se convertía para mí en lo que para todos: en hastío y tortura” (pág. 46).

118 Entre otros títulos he conseguido: Catón censorino [Este título se refiere a Catón el Viejo o Censor] Catón cristiano con ejemplos para uso de las escuelas, añadido con un nuevo método de escribir por siglas, una nueva colección de muestras caligráficas y cinco modelos de ayudar a misa. Catón cristiano y catecismo de la doctrina cristiana dedicado al glorioso San Casiano Obispo, maestro de la niñez.

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Como se negara a sacrificar a los dioses paganos, el juez determinó que sus propios discípulos lo martirizaran con los estilos o plumas de acero que se utilizaban entonces para escribir.119 Su fiesta se celebra el 13 de agosto. De aquí que se le asocie con la enseñanza elemental.

El padre jesuita Jerónimo de Ripalda publicó en el año 1616 el Catecismo y exposición breve de la doctrina cristiana, el cual tuvo profusa edición no sólo en España, sino en toda Hispanoamérica, al punto de convertirse en el catecismo más popular de su tiempo. De muchacho recuerdo haberlo leído. Este catecismo también se utilizaba para practicar la lectura y la escritura. El Abate Fleury escribió otro catecismo que tenía, además, un compendio de historia sagrada. Solía estudiarse primero el Ripalda y luego el Fleury.

Siendo adolescente, Tapia y su amigo Pancho Márquez, después de jugar en el lavadero con sus “barquichuelos”, subían al mirador y allí pasaban más de una hora leyendo en alta voz: “[ ] algunos de mis libros; y no eran éstos cualquier cosa, sino el Quijote, Gil Blas, Larra y Fray Gerundio, etc., sin olvidar a Zorrilla y Espronceda, en aquella época tan en boga allá y acá [España y Puerto Rico]” (pág. 57).

Además de Don Quijote, las lecturas juveniles de Tapia eran, en este caso, los clásicos. Gil Blas de Santillana, la novela picaresca francesa de René Lesage, que algunos críticos señalan que el autor les robó el tema a los españoles. Más adelante indicará que El Doncel de Don Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra, era uno de sus libros preferidos. Fray Gerundio de Campaza, alias Zote, la deliciosa y divertida obra del padre José Francisco de Isla. José de Zorrilla y José de Espronceda sin duda alguna eran los autores más populares de entonces, según él confirma.

Librerías

119 En su Cancionero, don Miguel de Unamuno escribió el 12 de agosto de 1930 el siguiente poema dedicado a este santo maestro: 1523

Preguntad por el estilo a San Casiano, ¡pobre maestro!

¡Sé que supo lo que es estro! ¡Qué maestro soberano!

Muriose el notario a pinchazos de estilo, ¡y por estar tan tranquilo!

Los alumnos, los muchachos, ¡ay qué avispas de literatura! que le estilan al maestro echando chispas -son chispas de mano-, Estilación, estilación sin cura.

¡San Casiano!, pobre maestro, ¡San Casiano!

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Entre las obras que se podían conseguir en las librerías de Felipe Hecht y la de don Juan Martí estaban: Las tardes de la granja, Veladas de la Quinta, Año cristiano, Devocionarios, Bartoldo (sic), Los doce pares de Francia, El Quijote, Gil Blas, Robinson, Viaje de Enrique Vanton (sic) al país de las monas… (pág. 28). Tapia consigna aquí las siguientes obras: la novela moral de Francois Guillaume Ducray-Dumnil, Las tardes de la granja o lecciones morales e instructivas de un padre a sus hijos, en seis volúmenes, traducida por Vicente Rodríguez de Arellano, e impresa en la Imprenta de Don Mateo Repullés en el año 1803. De Stéphanie Felicité du Crest, Condesa de Genlis, Veladas de la quinta: historia y narraciones morales e instructivas para que las madres y familias puedan entender a sus hijas, editada por Saturnino Callejas. Esta escritora fue muy famosa, particularmente por sus Memorias.

Del padre jesuita Juan Croisset, Año cristiano o ejercicios devotos para todos los días del año, traducido del francés por el padre Francisco Isla, en el año 1804. Libro de mucha divulgación que yo recuerdo haber leído parcialmente en mi juventud, pues la edición constaba de varios tomos. Los devocionarios, aún en la actualidad, son muy numerosos y divulgan ejercicios piadosos diversos; unos propagan determinadas devociones, otros se concentran en espiritualidades específicas. Téngase en cuenta que ellos se publicaban para mantener la devoción de los creyentes. El traductor del devocionario que escribiera el famoso obispo francés Bossuet escribe, en el prólogo, cómo dichas obras habían proliferado, lo subrayado es mío: “Entre la muchedumbre de libros grandes [extensos], y pequeños [breves] que hay escritos para que los Fieles empleen santamente alguna parte del día en ejercicios de devoción, se hallan muy poco que encierran únicamente aquellos santos exercicios […]”120

El libro de Giullo Cesare della Croce, Historia de la vida, hechos y astucias sutilísimas del rústico Bertoldo, la de Bertolduro, su hijo y la de Cacaseno, su nieto. Obra de gran diversión… Fue traducido del toscano por Juan Bartholomé y se publicó en Barcelona por Francisco Surià y Bergada en el año 1788. Lo componen tres tratados, el primero: “Historia de la vida, hechos y astucias sutilísimas del rústico Bertoldo”. El segundo: “Ridículas simplezas de Bertoldino, hijo del sutil y astuto Bertoldo y las agudas respuestas de Marcolfa, su madre”. Y el tercero: “Historia de Cascaseno, hijo del simple Bertoldino. Obra muy gustosa y divertida abundante de refranes sentenciosos, con muchas y agudas respuestas.”

La novela de caballería, Historia del emperador Carlomagno en la qual (sic) se trata de las grandes proezas y hazañas de los doce pares de Francia, y de cómo fueron vencidos por el traidor Ganalón; y de la cruda batalla que hubo Oliveros con Fierabrás, Rey de Alexandría,

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Jacobo Benigno Bosuet. Devocionario perfecto, […] (Por D. Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.: Madrid, 1773) 3.

fue traducida del francés al castellano por Nicolás Piamonte e impresa en Madrid en el año 1806 por la viuda de Barco López en la Calle de la Cruz. El escritor dominicano Juan Bosch confiesa que la leyó y disfrutó mucho en su juventud.

Además, nombra Don Quijote de Cervantes, la novela picaresca, Gil Blas de Santillana de René Lesage y, la novela para jóvenes, Robinson Crusoe de Daniel Defoe. También menciona la novela imaginaria, Viajes de Enrique Wanton a las tierras incógnitas australes y al país de las monas; en donde se expresan las costumbres, carácter, ciencias, y policías de estos extraordinarios habitantes, traducida del idioma inglés al italiano, y de éste al español por don Joaquín de Guzmán y Manrique, impresa en cuatro tomos –dos tomos más que el original italiano- en Madrid, por Antonio de Sancha, 1778-1781. Se da como autor a Henry Wanton, pero en realidad es del Conde italiano Zacarías de Seriman, quien la publica en Venecia el año 1749, Viaggi di Enrico Wanton alle terre incognite australi, ed al paese delle scimmie… Wanton realmente no existe y el viaje que realiza es imaginario; según el relato va a Australia, a Scimie y a Cinocefali. Se vale de esto para criticar a la sociedad de su tiempo.

Continúa Tapia su enumeración: …y gracias si algunas novelas de Walter Scott, Mme de Genlis, Mme. Cottin, Ana Macliffe (sic), Arlincourt (sic) y Châteaubriand, etc. (pág. 28) Walter Scott fue muy leído en esa época y sus novelas fueron modelos entre los novelistas románticos españoles. Fue traducido al español, particularmente por los emigrados liberales. La aceptación de estas traducciones despertó gran entusiasmo en España, al punto de constituirse una sociedad llamada el Gabinete Literario cuyo propósito era traducir la obra del escritor escocés.121 Mme. Cottin, Sophie Cottin, de soltera Ristaud, se conoció principalmente por sus relatos, Elizabeth o los exilios de Siberia y Catherine Mansfield. Su novela, Matilde, fue muy popular en España; de hecho, el Duque de Rivas se inspiró en ella para su tragedia Malek-Adel (1818). Ana Radcliffe, cuyo nombre real es Ann Ward, se considera una de los creadores de los relatos terroríficos o novela gótica de terror. En sus obras, suele aparecer una inocente joven confinada a un ambiente tétrico por un hombre desalmado. Logró inmensa popularidad en su tiempo, particularmente entre las jóvenes que se veían identificadas con las heroínas. Su obra más reconocida fue Los misterios de Udolfo ((1794); entre sus obras, también están El romance siciliano (1790), Aventuras en el bosque (1791) y El Italiano (1796). Charles Víctor Prévot, vizconde d’Arlencourt es un novelista, dramaturgo y poeta francés. Su novela Le Solitaire (1821) causó gran conmoción en su época. Se cataloga como novela gótica romántica por los cuadros tétricos que presenta. Las novelas y poemas de François René Châteaubriand

121 Este autor se imitó hasta el servilismo, al punto que en múltiples ocasiones se copiaban párrafos de sus obras principales. Véase como ejemplo la novela Los bandos de Castilla o el Caballero del Cisne (1830) de Ramón López Soler, la cual Mesonero Romanos llamó “Ivanhoe disfrazado” por su dependencia con la célebre novela de Walter Scott. Véase mi estudio sobre el particular en Temas de las letras españolas (Impresora Lulu, 2011) 117-120.

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también se leyeron mucho. Según Tapia, además de las obras citadas: algunas comedias españolas venían a enriquecer o amenizar tales catálogos (pág. 28).

Prosigue la relación: En cuanto a obras morales El Eusebio, El hombre feliz, de Almeida y la Guía de casados, del padre Osuna, etc. (pág. 28). Se refiere a la novela educativa de Pedro Montengón y Paret, El Eusebio, que tuvo notable éxito; fue escrita a imitación del Emilio de Rousseau. Sus cuatro tomos aparecieron entre 1786 y 1787, pero al ser prohibida por la Inquisición, publicó una edición expurgada en 1808. De Teodoro de Almeida, El hombre feliz independiente del mundo y de la fortuna o Arte de vivir contento en cualquier trabajo de la vida, es una obra que pretende el desarrollo de una espiritualidad cristiana en los lectores. Desde que se publicó en 1785 hasta la primera mitad del siglo XIX, tuvo muchas ediciones, lo cual testimonia la fama que gozó. Por último, fray Francisco de Osuna con su Guía de casados, que presenta consejos útiles para los matrimonios cristianos.

Según se puede apreciar, todos estos títulos reflejan obras religiosas, educativas, morales o de crítica social. A lo cual añade Tapia: “Por eso eran felices aquellos tiempos, dirán algunos, porque no pululaba tanto libro pernicioso” (pág. 28). Añade que, si bien no se encontraban en las librerías “porque aquéllas no debían llamarse tales”, sí se encontraban en las bibliotecas particulares. Confiesa que en su juventud leyó a los enciclopedistas franceses y otras obras “[…] de mayor trascendencia que las que se vendían públicamente” (pág. 28). Tocante a libros obscenos indica que antes se encontraban con más frecuencia, no en las librerías, sino en las bibliotecas particulares. En sus palabras: “Puedo asegurar que de veinte años acá, no he visto ninguno ni casualmente de lo que me felicito” (pág. 28-29). Explica que al desaparecer la censura y extenderse el comercio de libros, han desaparecido los libros obscenos y concluye: Lo cual prueba que “[…] la censura de nada sirve” (pág. 29).

Entre los nombres de los libros que aparecen en estas memorias hay que distinguir tres grupos. El mayor está integrado por los títulos de las lecturas hechas por Tapia, el otro por los títulos que aparecen en las librerías de entonces y el tercero por las obras dramáticas que se presentaban. Se podría añadir, además, un cuarto grupo por las referencias a obras que cita para ilustrar algún dato, como en el siguiente caso: En los inicios de este texto, Tapia alude a la novela Nuestra Señora de París de Víctor Hugo: “A veces he creído que mi amor a ese pedazo de tierra [Puerto Rico] tenía algo de fatídico y misterioso como el de Quasimodo a la campana grande de Notre Dame de París, cuando abrazado a ella parecían hombre y campana convertirse en una cosa misma, en un solo cuerpo con dos almas o en alma con dos cuerpos” (pág. 13).

De niño, se impresionó al ver desde el balcón de su casa la iluminación de la Casa Consistorial, para celebrar el nacimiento de Isabel II. Este hecho le recuerda los cuentos de Las mil y una noches. Indica Tapia: “Aquella noche fue para mí, una de las mil y una de los

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cuentos árabes” (pág. 37). En uno de sus viajes por barco, tuvo múltiples contratiempos, esto le sirve para recurrir a sus lecturas. Señala que esperaba partir en el místico122 “Leal”: “No lo intentara nunca, como dice Edipo en la tragedia de este nombre” (pág. 167). En abierta alusión al viaje que este personaje realizara desde Corinto, huyendo de su terrible destino, hasta Tebas.

Adolescente enamorado

Cuando tenía diecisiete años se enamoró de una joven, cuatro o cinco años mayor que él, de apellido Salomé, pero ella lo ignoraba. Entonces, el adolescente despechado juega a comparar sus amores con los protagonistas de sus lecturas. Elvira por la de Macías (el Doncel de Larra era uno de mis encantos). Macías, el poeta español del siglo XI, llamado el Enamorado, es célebre en las letras por sus amores desgraciados. Larra, en la novela antes mencionada, se inspira en él, y la misma resulta ser la versión narrativa de su drama Macías, ambas del año 1834. Otros autores también lo habían hecho, posiblemente el más destacado sea Lope de Vega en su drama Porfiar hasta morir.

En otras ocasiones, era Isabel, por la de Segura (sic). Según una tradición del siglo XIII, en Teruel vivían Juan Diego Martínez de Mansilla e Isabel de Segura. Desde niños se conocían y llegaron a amarse. Cuando él le pidió la mano a Pedro Segura, el padre de Isabel, éste lo rechazó por su poca fortuna. El joven enamorado pidió un plazo de cinco años y marchó a la guerra. Combatió en la famosa batalla de Las Navas de Tolosa (1212). A pesar de que el padre insistía en que Isabel aceptara a otros pretendientes, ella se mantuvo fiel a la palabra dada. Al vencer el tiempo, el padre no espera más y concierta la boda con un vecino de Teruel. Después de la boda regresa Juan lleno de honores y riqueza, pero la encuentra casada. Él le pide tan solo un beso para alejarse, pero ella se lo niega por pudor y Juan muere. Durante los servicios religiosos del funeral una dama embozada y vestida toda de negro se acerca al túmulo y le da un beso, era Isabel. Ambos enamorados, entonces, se enterraron juntos. Según los datos, esto ocurrió en el año 1217, siendo juez de Teruel don Domingo Celadas.

Otras veces era Leonor por la del Trovador. Se refiere a Antonio García Gutiérrez y su notable drama romántico, El Trovador, que causó gran furor desde su representación en 1836. Prosigue Tapia: a veces era Catalina Hovard y yo Ethelwood, ambos personajes de la obra de Alejandro Dumas, Catalina Howard, que tuvo gran aceptación en España, al punto de representarse siete veces el año 1836, cuando se estrenó en Madrid. 123 Continúa: ya

122 Se refiere a un barco que el Diccionario define: “Embarcación costanera de tres palos y algunas veces de dos, con velas latinas, que se usa en el Mediterráneo”.

123 El 23 de marzo de 1836, Mariano José de Larra escribe en El Español una crítica a esta obra: “Catalina Howard es una creación singular. Su objeto es pintar una pasión, pasión terrible cuando se arraiga, sobre todo en una mujer, y doblemente terrible si los principios religiosos y morales han sido descuidados en ella por la educación.” Esta obra se estrenó en Puerto Rico en el año 1846. Véase Emilio

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Ofelia y yo Hamlet, aludiendo a esta obra de Shakespeare. Añade: y hasta recuerdo haberla convertido en Lady McBeth (sic) o Desdémona (pág. 57-50), en referencia a las tragedias Macbeth y Otelo del dramaturgo inglés.

El adolescente enamorado prosigue su juego literario como un alivio para paliar su despecho: Con frecuencia le asignaba el de alguna novela de Eugenio Sué. Recordemos que esta novelista, Marie Joseph, estuvo muy de boga, especialmente con El judío errante, Los misterios de París y Los siete pecados capitales. Agrega Tapia: o de Walter Scott, muy del gusto general en tales tiempos; autor éste último que vino a reemplazar en mis lecturas a Châteaubriand y a D’Arlincourt. Por cierto, que muchas novelas de éste, me habían decomisado los profesores del Colegio “Museo de la Juventud”, por haberme sorprendido leyéndolas en las horas de estudio, ocultándolas mal bajo el Herrans o el Vallejo, por los cuales cursaba la ciencia de los números y figuras (pág. 58). Eran éstos los autores más reconocidos, entonces, en la pedagogía de las matemáticas. Diego Narciso Herrans y Quiroz escribió en 1790 Aritmética pura y comercial, la edición de 1818 la llama Aritmética universal pura, testamentaria, eclesiástica y comercial. También es conocido por sus Elementos de gramática castellana para uso de los niños que concurren a las escuelas: dispuestos en forma de diálogo. José Mariano Vallejo publica en 1806 Aritmética para niños, “escrito para uso de las escuelas del Reyno”, Geometría de niños (1815) como complemento a la anterior y Aritmética de niños (1836).

Cuando su enamorada Salomé se casó, al verla, expresa: De buena gana, convertido en Edgardo de Ravenwood, la hubiera maldecido, echándole en cara sus ingratitudes (pág. 59).124 Se refiere al personaje de la ópera de Donizette, Lucía di Lammermoor. 125 Más adelante, refiere otro de sus amores. Esta vez el de una joven dama viuda sin hijos, a quien sus padres envían al campo para impedir la relación con Tapia, quien confiesa: “Y no era únicamente lo enamorado que estaba, lo que como tal hacía, sino para que mis amigos dijesen admirados del poeta: ahí va otro Marsilla (pág. 155), en referencia a la obra de Juan Eugenio Hartzembusch, Los Amantes de Teruel,126 inspirada en un suceso acaecido en el siglo XIII sobre los infortunados amores de Diego Marsilla e Isabel de Segura que ya he relatado.

Semana Santa o poética

J. Pasarell. Orígenes y desarrollo de la afición teatral en Puerto Rico (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1951) 356.

124 A la edad de ocho años viajó a Cádiz con su madre y su hermana. Cuando ve las costas de Portugal le causa tal impresión en su imaginación infantil que escribió: “Había allí uno como a manera de convento, y cuando más tarde he leído en Walter Scott la pintura de aquellos torreones, monasterios y castillos sobre rocas como el de Edgardo de Ravenwood, el desdichado amante de Lucía de Lamermour, en medio de brumosos celajes y salpicadas por las espumantes olas […]” (pág. 79-80).

125 El 29 de septiembre de 1842 se estrenó esta ópera en Puerto Rico. Ibid., 371.

126 Esta obra se estrenó en Puerto Rico en el año 1846. Ibid., 351.

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Al describir, o recordar, la Semana Santa de su juventud, asocia esta festividad religiosa con una serie de sus lecturas: “[…] las melodías hebreicas (sic) de Lord Byron, y sus tiernísimos ecos vinieron a poetizar más mi situación en aquellas noches en que he sentido el poema “asveras” de Quinet, he oído hablar el desierto y todas aquellas comarcas, cuya aridez, han embellecido con sus pinturas y recuerdos Châteaubriand y Lamartine. Por último, Renán ha venido a revivirlas para mí con todo el encanto que debieron tener cuando eran teatro de tan grandiosos hechos” (pág. 52).

Menciona en este párrafo a cinco autores que, en diversos géneros, se inspiraron, tanto en la figura de Cristo como en la tierra de la Biblia. En las Melodías hebraicas (1815), Lord Byron recurre al Antiguo Testamento para expresar el amor y el destino humanos. Unos poemas remedan el lirismo del Cantar de los Cantares, mientras otros lo sentencioso de la literatura sapiencial bíblica y, en todos ellos, se resaltan las bellezas de esa región y la añoranza por estos lugares que poseen una carga religiosa milenaria

El “Ahasverus” (1833) del escritor e historiador francés, Edgar Quinet, es un poema en prosa sobre este personaje de la tradición cristiana. Al mismo se le considera su gran obra. Resulta la épica de una de las muchas leyendas sobre el popular personaje del “Judío Errante”, la cual relata que este Ahasverus o Ausero era un zapatero judío que echó a Jesús de la puerta de su casa, cuando iba cargando la cruz camino del Calvario. Por este hecho, Cristo lo condenó a errar por el mundo hasta su retorno.127

Francisco René Châteaubriand había publicado en el año 1802, El genio del cristianismo, para combatir el prejuicio religioso y despertar un catolicismo sentimental que tuvo gran aceptación en su tiempo. Intercaló sus novelas Atala y René con el fin de ejemplificar las pasiones humanas en la primera y la armonía entre el cristianismo con la naturaleza y el corazón en la segunda. Parece que dos años más tarde concibe su obra Los Mártires, porque en 1806 va de París a Tierra Santa para conocer de primera mano el escenario de dicha obra. Producto de este viaje es el libro De París a Jerusalén y de Jerusalén a París yendo por Grecia y volviendo por Egipto, Berbería y España. En 1809, aparece Los Mártires o el triunfo de la religión cristiana. Es un extenso poema de veinticinco cantos que relata los amores de Eudore, joven griego cristiano, y Cymodocée, joven griega pagana. Convertida ésta al cristianismo, son condenados a morir en el circo, devorados por un tigre durante una de las persecuciones. Éste resultó ser uno de los libros predilectos de Tapia: “Recuerdo que uno de mis libros favoritos en ellas [las lecturas] era el libro o poema de Châteaubriand, Los Mártires. Gozábame inspirado mi ánimo por su bella lectura, en la

127 A esta figura le han atribuido múltiples nombres, también se han multiplicado las circunstancias de su condena de vagar por el mundo. Fray Benito Jerónimo Feijoo los detalla en su carta XXV del tomo segundo de sus Cartas eruditas y curiosas. Catafilo, Samer, Ausero… son algunos de los nombres del supuesto judío. Para unos era un zapatero, para otros era portero en la casa de Pilatos. Según el ilustrado fraile, no se le puede dar ninguna fe a este personaje, porque la noticia más antigua que se halla en los historiadores es del año 1229, fecha “muy reciente para un hecho tan antiguo”.

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contemplación de aquellas costas, que me llevaban a pensar en los mares de Grecia, sus lugares tan poéticamente descritos en la obra” (pág. 168).

Alphonse Marie Louise Prat de Lamartine publica en el 1830, Las armonías poéticas y religiosas, donde muestra su gratitud a Dios, pero desvinculado de cualquier aspecto dogmático o doctrinal. Cinco años más tarde, aparece, Viaje al Oriente, en el cual recrea la geografía y el ambiente de esta región. José Ernesto Renán, tras abandonar los estudios sacerdotales, desarrolló lo que podría llamarse la religión de la ciencia. Durante muchos años trabajó en su Historia de los orígenes del cristianismo, integrado por siete volúmenes que aparecen entre 1863 y 1883. El primero de ellos es al que Tapia se refiere, Vida de Jesús, que es lo más conocido de este autor. El libro causó gran conmoción en los círculos religiosos, porque presenta la vida de Cristo sólo desde la perspectiva humana, empleando el método positivista. Tuvo gran influencia entre los intelectuales de su tiempo hasta principios del siglo XX. Este párrafo nos muestra a un Tapia romántico que mira la Semana Santa desde una perspectiva pintoresca, no religiosa. Ahora se entenderá por qué la llama Semana poética “sin prejuicio” del adjetivo santa (pág. 55).

Teatro

En 1848 escribió su primer ensayo dramático Roberto D’Evreux, inspirado en las lecturas que sobre este tema había realizado. En sus palabras: “Uno de mis libros predilectos en aquellos días, no sé por qué, sin duda porque vale más caer en gracia, etc.,128 era uno como a manera de novela, pero con fondo histórico y curiosísimo titulado La Torre de Londres, en el cual Harrison su autor, refería detallada y verídicamente la historia de aquel célebre edificio” (pág. 152). Nuestro autor habla del novelista británico William Harrison Ainsworth, quien en 1840 publicó La Torre de Londres. Este edificio tuvo varios usos, desde fortaleza y casa real hasta cadalso para prisioneros distinguidos. En el prefacio, explica que le interesa presentar la Torre como palacio, prisión y fortaleza. Para algunos, escribió la obra con el propósito de motivar a los ingleses en los hechos históricos de esta edificación; para otros, es un simple relato. No obstante, Tapia considera que está escrito en forma novelesca, aunque no es propiamente una novela.

Prosigue su relación: “Por otra parte, conocía yo los dramas de Dumas y Víctor Hugo, Cristina de Suecia y María Tudor; ambas reinas hacen matar por celos a sus amantes” (pág. 152). Alejandro Dumas, padre, publicó una trilogía dramática dedicada a la vida de la reina Cristina de Suecia del siglo XVII, quien abdicó al trono al convertirse al catolicismo. Dicha trilogía está integrada por Estocolmo, Fontainebleau y Roma. Por su parte, Víctor Hugo escribió María Tudor (1833), drama en tres jornadas traducido por P. José González de Velasco.

128 Alude al refrán: Más vale caer en gracia que ser gracioso.

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No cabe la menor duda de que el teatro fue la gran pasión de nuestro autor y así lo confiesa: “[…] siempre he sido amantísimo del teatro” (pág. 106). De niño, cuando estaba en Málaga, construyó un “teatrito” en el cual “trataba de reproducir por el día lo que veía por las noches” (pág. 82). En el año 1837, estudiaba en el Liceo de San Juan bajo la dirección de los Padres Escolapios. De vez en cuando, los alumnos asistían a representaciones dramáticas y él confiesa: “El castigo que más me dolía no era el calabozo, ni los ayunos forzados (a veces almorcé a las nueve de la noche, sistema de castigo contrario a la higiene en la infancia), sino la privación del teatro a que solían condenarme por mis travesuras” (pág. 115).129

Años después, al concluir sus estudios en el Seminario San Idelfonso, como no podía proseguir la carrera literaria por falta de universidad en la Isla, comenzó a estudiar contabilidad. Las clases eran de noche y en días alternados, lo cual le agradaba sobremanera ya que por las noches asistía a “[…] los ensayos y las funciones de la primera compañía italiana que por ser la primera que había oído en mi vida, me parecía la mejor” (pág. 132). Aun de niño mostró gran madurez con la apreciación de las representaciones dramáticas. Explica: “No me hacían reír en el teatro las situaciones patéticas y trágicas, como acontece a muchos que, sin ser ya niños por los años, lo son por la puerilidad de su carácter; antes bien, lloraba a lágrima viva, en todos aquellos pasajes, propensión que me ha quedado” (pág. 82-83). Su otra gran pasión era la lectura, debido a lo cual, durante ese tiempo, por el día leía dramas y novelas (pág. 132). Luego, cuando trabajaba de escribiente en la Real Hacienda Pública, tiene como jefe inmediato a don José Guillermety, quien le solía prestar “[…] libros de su entonces escogida biblioteca” (pág. 160).

Estas lecturas lo aficionaron al drama histórico romántico por “[…] sus grandes contrastes y sombrías pasiones” (pág. 152-153). Como Tapia no dominaba muy bien el inglés y ansiaba leer a Byron y Shakespeare “en su propio idioma” se tenía que conformar con versiones en francés, aunque algunas veces las leía con el auxilio de dos diccionarios: el de Newman & Baretti, revisado por Seoare (1831) y el de Webster Noah (1828), (pág. 153). Éste último un lexicógrafo norteamericano a quien se le debe el primer diccionario de lengua inglesa escrito en América.

Consigna que en 1837 se juró la Constitución del año 1812 en Puerto Rico. “El día de la dicha jura hubo teatro por la noche. Se puso en escena las Cortes de Castilla y el día después la tragedia de Martínez de la Rosa, titulada La Viuda de Padilla o los Comuneros” (pág. 106)130. Advierte que: “Era la compañía de Duclos (sic) y la Pelufo (sic), quien la puso

129 Confiesa que en cierta ocasión perdió por esto “[…] una representación de Edipo, que Duclos (sic) hacía admirablemente” (pág. 115).

130 La compañía dramática de la actriz Doña Rosa Peluffo y el galán D. Gregorio Duclós tuvo a su cargo escenificar en esa ocasión Las Cortes de Castilla y al día siguiente La Viuda de Padilla. E. J. Pasarell, op. cit., 77-78.

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en escena, una de las más numerosas, buenas y completas que ha visitado estas regiones” (pág. 106). La primera es una tragedia sobre Juana I de Castilla, apodada la Loca. Nombrada heredera de la Corona, asciende al trono en 1504 cuando muere Isabel la Católica. Las Cortes de Castilla le juran fidelidad a la nueva soberana, pero tras la muerte del esposo, Felipe I, Fernando convoca al Tribunal para acusar de loca a Juana y reclamar para sí el derecho a gobernar. El Tribunal falla a favor de Fernando y éste la encierra.131 La Viuda de Padilla se representó por vez primera en el año 1812. Don Juan de Padilla es el héroe más señalado en la historia de los Comuneros, quien muere defendiendo los fueros de Castilla y su viuda se mata antes de entregarse a sus enemigos. Recoge esta obra las luchas de los Comuneros contra el rey Carlos V. Entre las demandas que éstos pedían estaban no ser gobernados por extranjeros, ante el numeroso séquito flamenco del joven rey, y que éste no se ausentase de España, por Carlos ser, además, rey de Alemania.

Durante el período constitucional, señala Tapia, se representaron en San Juan: “[…] obras, piezas y sainetes contra los carlistas, los frailes, la inquisición, la esclavitud africana, etc.” (pág. 106). En España, ostentaban el poder los progresistas y, con el fin de acabar con la agitación revolucionaria, quieren atraer a los moderados con la Constitución de 1837, de la cual habla Tapia. La misma resulta una especie de llamada al orden; no obstante, fue rechazada, tanto por los moderados como por los revolucionarios. Las divisiones en el partido progresista facilitan la ascensión de los moderados al poder. A partir del año 1843, comienza la llamada “década moderada”, lo que se traduce en diez años de “mano dura”. Para asegurar esto se crea la Guardia Civil y el principal sostén del gobierno será el ejército.132

Según Pasarell, en la época progresista que menciona Tapia, se representan en Puerto Rico las siguientes obras: [1837] La Viuda de Padilla de Martínez de la Rosa; Las Cortes de Castilla, Los pilluelos de París de Bayard y Bandebuck; Un ramillete, una carta y unas equivocaciones de Duret133; Un hijo en cuestión. [1838] El asesino de su familia, El día más feliz de mi vida, Fray Lucas o El Monje deshecho, Gracioso criado en apuros por dos

131 Esta figura fue muy atractiva para el romanticismo por todas las circunstancias que tiene su vida. La historia de esta reina parece más ficción que realidad. En 1504 las Cortes declaran reyes a Juana I y Felipe I; en 1506 muere Felipe y al año siguiente Juana le cedió todos los poderes a Fernando, su padre, y él, temeroso de un levantamiento del pueblo y de los nobles, la encerró en Tordesillas. Cuando muere Fernando, estaba estipulado que Juana reinaría, pero el Cardenal Cisneros funge como Regente de la Corona, la deja en su encierro y manda a buscar al príncipe Carlos que estaba en Flandes para que reinara. La reina permaneció encerrada hasta el año 1555 en que muere.

132 María Asunción García Ochoa. La política española en Puerto Rico durante el siglo XIX (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1982) 13-14.

133 Comenta Tapia que en esta comedia “con arreglo de Olona, si no estoy trascordado”, el censor tachó algunas partes y, a continuación, narra los acontecimientos (pág. 107). Aunque Pasarell afirma que esta obra es de Duret, Tapia señala que el autor es Scribe.

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horas, Gastrónomo sin dinero, Blanca Montcasin de Arnauld.134 [1841] El Clásico y el Romántico, Cada cual con su razón de Zorrilla; La familia del Boticario de Bretón de los Herreros; La mancha de sangre de Belza135; Pablo el Marino de Dumas; Reconciliación por la locura o Un paseo a Bedlan de Bretón de los Herreros. [1842] A un cobarde, otro mayor, El abuelo (traducción de Isidoro Gil); Aventuras de una noche, Belisario de Donizetti; Beatrice di Tendo de Bellini; El charco del mantón, Don Crisanto o La Político-Manía de Manuel Rancés e Hidalgo; La escalera de la mano de Bretón de los Herreros; Gemma di Vergy de Donizetti; Gutimbas y Mucibarrenas de Ramón de la Cruz; La honra de mi madre de Ecosura; Lucía de Lammermoor y Lucrecia Borgia de Donizetti; Lealtad a una mujer de Zorrilla; Marino Faliero de Donizetti; El marido de dos mujeres de Eugène Scribe; El médico poeta, Una noche de máscara de Juan Francisco Díaz; Norma de Bellini; Las pelucas de las damas de Comella y [1843] El triunfo de las mujeres.136

En alusión al problema que se planteó con la censura por su primer ensayo dramático, Tapia cita las palabras del personaje Sancho Ortiz: “El rey no puede mentir; no, que es imagen de Dios”, para contrastar la figura de Isabel de Inglaterra que aparecía en el drama de Tapia (pág. 153-154). Alude, con ello a la tragedia Sancho Ortiz de las Roelas de don Cándido María Trigueros, la cual se valió de la comedia de Lope de Vega, La Estrella de Sevilla.

Tapia presenció en Cádiz la primera comedia: “El viejo y la niña, de Moratín, autor que entonces alcanzaba la popularidad y boga; prueba de que el buen gusto existía aún en el público” (pág. 82). Sigue enumerando otras obras dramáticas que estaban en boga para esos tiempos: “Quitábame el sueño Romeo y Julieta, Otelo, Blanca y Moncasi (sic) o Moncasín (sic), Catalina Howard, etc., sin excluir Roma libre, ni Los Bandidos de la Calabria (pág. 83). Ésta última como ejemplo del teatro declamado y Roma libre del escritor, poeta y dramaturgo italiano Vittorio Amadeo Alfieri, cuyas obras resaltan una rebeldía que se traduce en un canto a la libertad. Más adelante añade: “Recuerdo el ciego de la zarzuela Luz y sombra quejándose de que le hubieran vuelto la vista” (pág. 142). La letra de la misma es de Narciso Serra y la música de Manuel Fernández Caballero, la cual se estrenó en Puerto Rico en el año 1870.137

De las funciones dramáticas que se ofrecían en 1836 y 1837, explica: “Su repertorio componíase en escasa parte de nuestro teatro antiguo y los de Moratín y Goroitiza (sic),

134 El 29 de noviembre de 1838 la compañía dramática de Francisco Xavier Armenta puso en escena la tragedia de cinco actos Blanca y Montcasin de Arnauld, con intermedio de bailes nacionales y la pieza de un acto Gastrónomo sin dinero de Ventura de la Vega. Véase J. Pasarell, op. cit., 78.

135 Cesáreo Rosa Nieves dice que esta obra es de Alejandro Dumas, padre y que fue traducida por Antonio García Gutiérrez. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 233.

136 E. J. Pasarell, op. cit., 351, 354, 356, 361, 364, 365, 367, 368, 371, 373, 376, 378, 382, 386, 387.

137 Ibid., 187-188, 371.

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completándolo algunas o muchas producciones resto del gusto de Comellas” (pág. 113). Leandro Fernández de Moratín estuvo muy de moda hasta la irrupción del teatro romántico, al punto de poder calificarse como el dramaturgo más popular de su tiempo. Manuel Eduardo de Gorostiza escribió múltiples comedias de costumbres de corte neoclásico. De hecho, se le considera un seguidor de Moratín. Su obra más sobresaliente es Contigo, pan y cebolla (1833). Luciano Francisco Comella es uno de los dramaturgos más prolíferos del siglo XVIII, al que se le atribuyen más de doscientas obras. Escribió comedias y sainetes, zarzuelas, melodramas, óperas y operetas. Su teatro gozó de gran popularidad a finales del XVIII y principios del XIX. Prosigue Tapia comentando sobre las dramatizaciones de los años aludidos:

En cuanto a los sainetes, entre los famosos de don Ramón de la Cruz, no faltaban los más extravagantes, colándose alguno que otro de asunto local. Por el título de uno, debido a la pluma o plumaje de Cándamo138 (un actor gracioso, andaluz). Podrá juzgarse la estética de nuestro público en aquel tiempo. Denominábase así: Velorio en Bayajá y pendencia en Culo Prieto”139 (pág. 113).

Otros géneros

Resalta la figura de Jacinto de Salas y Quiroga, dramaturgo, cuentista, poeta, historiador y ensayista gallego que recorrió Suramérica en misión diplomática; residió unos cinco meses en Puerto Rico y luego en La Habana. Para nuestro autor, su estancia aquí “[…] equivalía a un destierro político debido a sus ideas liberales” (pág. 23). En el Boletín Mercantil aparecieron algunos poemas suyos y reproduce en las memorias una redondilla dedicada a una bella señorita quinceañera a quien el adolescente Tapia encontraba encantadora. Los versos de este intelectual gallego despertaron en él la ilusión por la poesía.

En 1839, Salas escribió un opúsculo titulado Un entreacto de mi vida en Puerto Rico, que Tapia no llegó a leer, pero sus amigos mayores le indicaron que en síntesis exponía: “Puerto Rico es el cadáver de una sociedad que no ha nacido” (pág. 25). De Puerto Rico fue a Cuba y en 1840 publica Viaje a la isla de Cuba. Según Tapia: “El libro como era natural, fue prohibido, y no era consiguiente que aquel peninsular medrase en América, en donde veía la justicia con tal claridad” (pág. 25). En el prólogo de este libro, firmado en Madrid en junio de ese año, expresa que se propone publicar, en una serie de tomos, la relación de sus viajes realizados por América, para “[…] dar a conocer los usos y las costumbres, las leyes y

138 Santiago Cándamo, actor andaluz, había estado en Cuba como actor, director y constructor de teatros, donde se puso en contacto con el teatro bufo cubano. No dudo que la obra aludida sea una imitación de este tipo de teatro.

139 Tapia refiere que el arrabal Culo Prieto era un “barrio de casuchas de madera y bohíos de yaguas” (pág. 65).

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gobiernos, la naturaleza y el arte de los pueblos visitados”. Realmente el título de este libro es Viajes y el primer tomo correspondía a la Isla de Cuba. La edición estuvo a cargo de Boix, impresor y librero de la Calle de Carretas, número 8. Al año siguiente publicó una segunda edición dedicada a Don Francisco Chacón y Calvo. Hasta donde he podido averiguar, no escribió ningún otro tomo. Asimismo, Tapia menciona de este autor un compendio de la historia de Inglaterra y otro sobre la historia de Francia, que: “Se propuso escribirlos sin duda para generalidad, que no quiere obras largas, y para las escuelas a cuya enseñanza se prestaba por su claridad y mérito” (pág. 26).

Para ilustrar el ambiente urbanístico de San Juan en el año 1833, se vale del célebre soneto que aparece en la Carta-relación a Juan Díez de la Calle de Fray Damián López de Haro (1644). Advierte que: “Este soneto puede leerse íntegro en la Biblioteca Histórica que tengo publicada, Memoria del Canónigo Torres Vargas” (pág. 43). Dicho soneto y la Cartarelación han suscitado gran revuelo entre los estudiosos, ya que para algunos ofrece una visión peyorativa de la Isla. Pío Medrano acaba de publicar el documento original con un estudio sobre el mismo, ya que las versiones existentes hasta ahora tenían múltiples inexactitudes.140

En sus comentarios sobre la Semana Santa, cita un fragmento de la oda “En la Ascensión” de fray Luis de León, que le hace confesar: “¡Oh!, qué sentimiento tan verdadero el del sublime lírico” (pág. 54). Estos versos traducen muy bien el estado de soledad, luego del fervor religioso y poético, que sentía Tapia tras los servicios religiosos de la Semana Mayor, lo cual canalizaba leyendo vidas de los santos: “Dábame, entonces, a leer la vida de Santos, porque estas biografías, la de los mártires, sobre todo, eran otros tantos episodios o mejor dicho constituían el interesante epílogo de aquel grandioso poema141 y en ella veía pintados mis sentimientos” (pág. 55).

Reflexionando sobre el paso de los años que deja atrás, una juventud que no se recupera, cita las palabras del “Infierno” de la Divina Comedia, (III, 9): “Lasciate ogni esperanza” [Dejad toda esperanza, vosotros que entráis]. Esto le hace exclamar: “¡Qué imbécil, amostazarse uno porque le llamen niño!” (pág. 60). Asimismo, menciona un opúsculo sobre la vida del hoy, Siervo de Dios, Rafael Cordero: “En una biografía de aquel benemérito maestro escrita a poco de su muerte, ocurrida en 1868…” (pág. 72). Se refiere a

140 Véase: Damián López de Haro. Carta-relación a Juan Díez de la Calle, edición de Pío Medrano (Universidad Interamericana: San Juan de Puerto Rico, 2005). Este autor tiene, además, otros trabajos valiosos sobre dicho documento, entre los cuales están: Don Damián López de Haro y don Diego de Torres y Vargas: dos figuras del Puerto Rico barroco (Editorial Plaza Mayor: San Juan de Puerto Rico, 1999) y Damián López de Haro en la historiografía puertorriqueña (Secretariado General Trinitario: Roma, 2004).

141 Se refiere a la pasión, muerte y resurrección de Cristo, lo cual él llama “el más interesante drama de la humanidad” (55).

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Lorenzo Puente Acosta, poeta, ensayista y periodista, quien fuera discípulo del Maestro Cordero y su primer biógrafo, ese mismo año.

Ya he indicado que Tapia profesa un gran amor por su tierra y su familia, idea que recalca en varios lugares. Expone: “Como decía Larra; las teorías se explican, los sentimientos se sienten. ¿Por qué queremos a nuestra madre, a nuestros hijos? Porque obedecemos a una ley de nuestra naturaleza. Lo mismo pasa con la tierra en que nacimos” (pág. 94). Tapia está citando un artículo periodístico de Mariano José de Larra, el cual apareció en El Español, el 22 de enero de 1837, para sostener su idea. Recordemos que, entre 1828 y 1837, dicho autor suscribe una columna periodística en la que censura al gobierno y deja testimonio de la España contemporánea de su tiempo. En este caso particular, se refiere a una columna sobre Los Amantes de Teruel, después de su estreno en Madrid. Considera Larra que la obra de Hartzenbusch está muy lograda, a pesar de que la historia de Isabel de Segura y Diego Mansilla es harto conocida, lo cual para algunos resultaba imposible hacer con ella un buen drama. Afirma que la trivialidad del asunto no ha sido obstáculo, porque está escrita con pasión, fuerza y verdad. Termina el trabajo con las siguientes palabras: “Las teorías, las doctrinas, los sistemas se explican; los sentimientos se sienten”

Más adelante, cita de nuevo a este escritor cuando habla sobre la censura a su primer ensayo dramático: “Pretender tratar estos asuntos como se hacía en Francia, después de regicidas revoluciones y sustituciones dinásticas, era insigne locura; esto era comer los postres antes de la sopa, como decía Larra, en su crítico (sic) de Antony” (154).

En El Español aparecieron sendos artículos de Larra, el 23 y 25 de junio de 1836, en los cuales formula su juicio sobre el drama Antony de Alejandro Dumas. En los mismos, plantea que la situación política y el ambiente cultural de España eran muy diferentes a lo que se vivía en Francia. Sus palabras sintetizan el juicio de Larra sobre la sociedad española de ese tiempo: “[…] no somos aún una sociedad siquiera, sino un campo de batalla donde se chocan los elementos opuestos que han de constituir una sociedad […]”

Otro de los temas que plantea nuestro autor en sus Memorias es el de la esclavitud. Sobre el particular comenta una obra muy curiosa: “Un juez, que poco tiempo después fue magistrado de esta audiencia, don F. de O., suscribió un folleto que publicó para probar, que puesto que el ingenio o hacienda era peor que el presidio para el esclavo, debía hacerse que cuando uno de estos (sic) fuese condenado a presidio extinguiese la condena en el ingenio para que el amo no fuese castigado, privándole de sus servicios” (pág. 100).

Se refiere Tapia a don Florencio de Ormaechea, quien llegara a ser presidente de la Real Audiencia de Puerto Rico. Éste publicó en Madrid el año 1850 el folleto Memoria sobre los tribunales y la legislación de la isla de Puerto Rico con la indicación de los medios más conducentes y apropiados de mejorarlos. Entre otros puntos, este magistrado sostenía que,

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si el tribunal le imponía a un esclavo “una multa de cien duros o treinta días de cárcel”, a quien realmente estaba castigando era al amo, porque, además de éste pagar la multa por el siervo carecer de bienes, debía pagar “su carcelaje” y durante el encerramiento se le privaba de su trabajo. Al final, cuando el esclavo terminaba la condena, se tenía a “un hombre holgazán por haberse habituado a no hacer nada” durante el encierro. Por consiguiente, se debía reformar el sistema judicial en la Isla, ya que tal como estaban las leyes se estimularía a los esclavos a delinquir por estar mejor tratados en las cárceles”. Pedía este autor que se olvidara “la política ilusoria de igualdad” porque se trataba sólo de esclavos.

Constantemente, Tapia alude a la censura “[…] tan meticulosa y ridícula como siempre ha sido, y aquí más […]” (pág. 106), ya que vivió sus consecuencias. Entre otras, cuando quiere publicar, de La elegía de Varones Ilustres de Indias, de Juan de Castellanos, la sexta, que le dedica a Juan Ponce de León y constituye la primera descripción poética de Puerto Rico. El censor permite publicarla si se suprime la octava diecisiete del canto segundo, porque, según este funcionario, se denostaba a los conquistadores. Tapia insiste en que “no publicaba el poema por bello, sino como documento histórico” y la ficción poética de dicha octava no podía interpretarse como una visión peyorativa de los españoles. Lo ridículo de esta situación era que, en uno de los tomos de la Biblioteca de Autores Españoles, editado por Rivadeneyra, aparecía íntegra dicha elegía (pág. 108-110).

En el precario ambiente cultural de la Isla, la aparición del primer “libro enteramente indígena”, el Aguinaldo puertorriqueño (1843), constituye un acontecimiento importante (pág. 140). Al año siguiente, aparece en Barcelona el Álbum puertorriqueño y en 1846 se publican el Aguinaldo puertorriqueño y el Cancionero de Borinquen. En estas obras se dieron a conocer nuestros jóvenes escritores y sirvió de estímulo a la actividad literaria en la Isla. Se suscitaron una serie de publicaciones similares que se prolongarían hasta principios del siglo XX, en algunos de los cuales Tapia colaboró. Entre otras, también están: Almanaque Aguinaldo (1857-1880), Almanaque del Buen Humor Puertorriqueño (18751876), Almanaque de las Damas (1884-1887), Almanaque Literario del Boletín Mercantil (1881), Almanaque Literario de Puerto Rico (1877-1888), Almanaque de la Isla de Puerto Rico (1879), Almanaque Masónico (1901)…142 Este hecho se refleja en los comentarios que hace: “Libros [alude a dichas publicaciones] que tenían más que el mérito literario para la crítica, el aprecio que esta (sic) debe conceder a los primeros ensayos o vagidos de la musa puertorriqueña, en correspondencia con los Aguinaldos que se publicaban en el país” (pág. 140). También menciona el Gíbaro (1849) de Manuel Alonso, quien edita una segunda edición aumentada el año 1883 (pág. 64, 145). Sin duda alguna, esta obra constituye un libro clave en las letras puertorriqueñas.

142 Véase Cesáreo Rosa Nieves, op. cit., 318-319.

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El 17 de noviembre de 1849, el Gobernador Pezuela destierra a Tapia. En las memorias queda consignado el viaje y ya cerca de su destino escribe: “Llevaba nuestra polcra cargamento de cacao, aquel fruto, “Urna de coral en que se cuaja la almendra que en la espumante jícara rebosa”, según la feliz expresión del insigne poeta caraqueño” (pág. 165). Nuestro autor cita aquí dos versos de la segunda estrofa del poema con aliento continental, “Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida” escrito por Andrés Bello: “[…] tú, en urnas de coral, cuajas la almendra / que en la espumante jícara rebosa; […]”

Cuando visita Málaga, reflexiona sobre las oportunidades de estudio que ha perdido al permanecer en la Isla: “Difícil es, pues, calcular lo que uno habría sido con distinto medio social y aun con distinto clima, por poca que sea la importancia que a esto último quiera darse…” (pág. 90). Comentando sobre los males de Puerto Rico vuelve a insistir en la importancia que tiene el clima en los seres humanos: “El clima no es todo lo que dijo Montesquieu, pero ¿qué se ha hecho para anular su influencia que alguna tiene?” (pág. 145). Charles Louis Montesquieu publicó Del espíritu de las leyes (1874), entre cuyas ideas sobresale que el clima contribuye de forma muy directa en la estructura social. Según él, las sociedades se moldean por la actuación del hombre y ésta, a su vez, por agentes externos entre los que están el clima y la extensión geográfica de los países. La influencia que sobre los seres humanos ejerce el calor y el frío contribuirá a la configuración social y política de los países. De esto se desprende que los países de climas fríos incitan a la superioridad política, mientras los de climas cálidos a la relajación.

No pierde oportunidad para criticar a los gobernadores, especialmente a Pezuela. Sin embargo, resulta muy ecuánime en el siguiente comentario a este gobernante: “Pezuela, deseoso de tener que hacer oír su traducción del Tasso (que en justicia debo decir que me ha parecido excelente) fundó una que llamó Academia de Buenas Letras” (pág. 151). Se refiere al poeta italiano Torcuato Tasso y su extenso143 poema épico “Jerusalén liberada” que recrea el asedio a esta ciudad durante la primera cruzada.

Tapia se burla de los gobernantes de la Isla y se vale de alusiones literarias para ello: “Poseer el rayo del Tonante y sobre todo la ciencia del gobierno les ha sido infusa; y cate usted al pobre puertorriqueño pasándose la vida en estudiar La guía de forasteros para adivinar qué general será el llamado a venir con el tiempo a hacer la felicidad de sus paisanos” (pág. 135). Los gobernadores españoles tenían una visión muy distorsionada sobre la realidad política de Puerto Rico.144 Ellos se consideraban pequeños reyes

143 El poema consta de veinte cantos en octavas reales. Lo concluyó en 1575, pero no se publicaría hasta cuatro años después sin autorización del autor.

144 Dice Tapia: “Lo único que suelen saber de América, es que España la poseyó casi toda y se perdió no por la intolerancia, porque los autores que han leído no conceden nunca que fueron desoídas con frecuencia sus aspiraciones, ni gobernadas con despotismo; sino por la libertad que imprudentemente se les concedió por las debilidades de los gobernantes y las complacencias de la Metrópoli, véase qué absurdo” (134-135).

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absolutos, por eso los compara con Júpiter, que cuando monta en cólera lanza sus rayos. Uno de los epítetos de este dios es Tonante, de “tonar”, lo cual significa “que truena”, porque tiene en sus manos el rayo destructor. Luego, con mucha ironía, expone dos ideas: que los funcionarios tienen “ciencia infusa” para gobernar y que “hacen felices” a los súbditos. Como son tan arbitrarios en sus decisiones, hay que leer La guía de forasteros para “adivinar” cuál será la próxima arbitrariedad del que viene a gobernar. Alude a la obra de Antonio Liñán y Verdugo, Avisos y guía de forasteros que vienen a la Corte, historia de mucha diversión, gusto y entretenimiento, donde verán lo que les sucedió a unos recién venidos, publicada en Madrid el año 1620. Integran este libro cuentos y anécdotas, tipo bocaciano, con un fin moralizador, ya que advierte sobre los peligros que se pueden encontrar en la Corte.145

Su visita "a la ciudad morisca, último baluarte del islamismo en España" (pág. 171) le hace recordar el extenso poema oriental de José Zorrilla, "Granada": Granada, Alá te ha hecho la reina de las flores, / tu vega, un chal morisco bordado de colores [...]" Antes de regresar de su exilio español, gracias al perdón del gobernador Norzagaray (pág. 177), visita a su padre en Málaga, pero trae el recuerdo de Madrid con el verso: castillo famoso que del rey moro alivió el miedo (pág. 178), de las quintillas "Fiestas de toro en Madrid" de Nicolás Fernández de Moratín: Madrid, castillo famoso / que al rey moro alivia el miedo, / arde en fiestas en su coso, / por ser el natal dichoso.

Durante la travesía, alimentaron su nostalgia dos poemas de Carolina Coronado Romero Tejada, que una señorita de Málaga le copió (pág. 178-180). Una es: "Adiós, España, adiós", en la que se resalta el sentimiento de la voz poética por dejar España para ir a América. La otra, "Se va mi sombra, pero yo me quedo", que la autora dedica a sus amigos de Madrid y describe su estado de ánimo al dejarlos. Ambos poemas expresan la angustia de Tapia, no empece la inmensa alegría de regresar a Puerto Rico y abrazar a su "madre idolatrada" (pág. 179).

Consideraciones finales

Tapia es, sin duda alguna, una de las figuras más representativas de la cultura puertorriqueña del siglo XIX. No en vano se le considera el Padre de nuestras letras y el fundador de nuestro teatro. Su prolífera obra, que abarca diversos géneros, testimonia el anhelo de una transformación política, social y cultural en su querida patria. Con ella abrió caminos y dictó pautas valiosas a las nuevas hornadas de nuestros escritores.

En este trabajo, se ha podido apreciar, por una parte, el ambiente cultural de Puerto Rico en ese siglo y, por otra, la vasta cultura de nuestro autor. Tapia no pudo estudiar en la universidad, pero sus lecturas e ingenio suplieron con creces este hecho. En él se hace

145 Estas guías luego se pusieron muy de moda, tanto en España como en Hispanoamérica.

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realidad lo que alguien dijo: “La verdadera universidad hoy día son los libros.” Lector voraz, se nutrió del espíritu romántico de su época, que lo mantuvo al tanto de las corrientes literarias y filosóficas de entonces. Sus célebres Conferencias sobre estética y literatura lo ejemplifican, pues en ellas sigue los postulados de Schilling y principalmente de Hegel, autores que en ese tiempo dictaban las pautas en el arte y las ideas, ya que según él: “[…] en Estética o Filosofía del Arte no han sido sobrepujados hasta ahora”.

He resaltado que sus Memorias son más profundas de lo que aparentan ser; en ellas descubrimos el mundo social, cultural y político del Puerto Rico de su tiempo. La literatura está tan arraigada en el corazón inquieto de nuestro autor que constantemente aflora en esta obra y, sobre todo, su gran pasión, el teatro. Me parece que Tapia no es lo suficientemente conocido, pese a excelentes trabajos sobre su vida y su obra. Creo que es necesario divulgar más su pensamiento. Se hace necesario, por consiguiente, una revalorización de la producción literaria de este polígrafo de las letras puertorriqueñas para beneficio de las presentes y las futuras generaciones.

Focus, Universidad Interamericana, Recinto de Bayamón, Año VII, Núm. 1, 2008.

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EL NOVELISTA

En el campo de la novela Tapia y Rivera fue también la figura cumbre de nuestra hora romántica.

Francisco Manrique Cabrera

Fue Alejandro Tapia la más grande figura de la naciente literatura puertorriqueña del XIX y uno de los escritores más fecundos en toda la historia de nuestra cultura. En las letras de su tiempo [fue] la figura de mayor relieve en el cultivo de los géneros narrativos.

Josefina Rivera de Álvarez

Uno de los géneros literarios en que más fecundo se mostró [Tapia] fue en el de la novela.

Manuel García Díaz

Es innegable que a Tapia le corresponde la gloria de haber sido el iniciador de la literatura en Puerto Rico.

José S. Belaval

Rafael del Valle

Manuel Zeno Gandía

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LA PALMA DEL CACIQUE, LEYENDA INDIANISTA DE TAPIA

Al tratar el tema indio he intentado hacerlo de manera distinta a mis muchos ilustres predecesores. No narro. No evoco. Intento actualizar. Aplico al tema un tratamiento casi reminiscente, en el sentido platónico del vocablo.

Juan Antonio Corretjer

Guarina fue a curarlo, con lágrimas lo ungía; pero el ver que el bizarro sangrando se moría, se enterró con su amado en un gesto de amor.

Cesáreo Rosa-Nieves

Lo indígena es utilizado por Tapia para desarrollar una mitología autóctona y reafirmar lo americano.

R.F.V.

A mis hijos, Roberto Carlos y Raúl Eduardo de quienes vivo orgulloso

La literatura aborigen careció de arraigo en las letras puertorriqueñas, a pesar de que el romanticismo hispanoamericano encontró en ella un motivo de autoctonía literaria y rebeldía política, pues como expone Anita Arroyo: "Todos los países nuestros buscan afirmarse en lo indígena".146 Concha Meléndez lo atribuye a que: "[...] los pueblos recién emancipados buscaban expresarse por las vías que les trazó la nueva escuela [romántica]".147 Los románticos criollos emplearon la exaltación del aborigen para desarrollar una forma de expresión propia que, en realidad, consistía en una afirmación de su identidad. Asimismo, se valieron de ella para acentuar las desavenencias con la antigua metrópoli, ya que el continente estaba enfrascado en consolidar su independencia y las Antillas en lograrla. Sin duda, el mejor vehículo literario para testimoniar esto era mostrar la etapa en que nuestros aborígenes se enfrentaban al conquistador español.

En nuestras letras, Alejandro Tapia y Rivera es quien primero recurre al indígena como tema autóctono de las letras insulares148 con su leyenda La palma del cacique que

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Anita Arroyo. América en su literatura (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1967) 489-490.

Concha Meléndez. La novela indianista en Hispanoamérica, 1832-1889 (Editorial Cordillera: San Juan, 1970) 12.

148 Concha Meléndez indica: "Más pobreza aún de la literatura indianista encontramos en Puerto Rico. En la época romántica sólo hay una obra de algún interés, La palma del cacique, por Alejandro Tapia y Rivera". Y concluye que entre los puertorriqueños "[...] no tuvo en la literatura el bello destino que tuviera

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publica en Madrid el año 1852 y los romances "El último borincano" y "Las lágrimas de Loísa".149 En diciembre de 1849, Tapia es expulsado de Puerto Rico por el gobernador Juan de la Pezuela, debido a un duelo con cierto oficial español150 y permanece en España hasta finales de 1852. Allí, con los, entonces, estudiantes puertorriqueños, José Julián Acosta y Ramón Baldorioty de Castro, se da a la tarea de recolectar documentos historiográficos sobre la Isla que luego se publicarían en la Biblioteca histórica de Puerto Rico.151 El indagar en el pasado histórico de la patria y la lejanía de ella acrecientan su nostalgia, la cual canaliza con la escritura de una leyenda de tema aborigen: "Esto me dio entusiasmo ya que pensaba en mi Puerto Rico, para escribir y publicar mi leyenda La palma del cacique, cuyo trabajo me haría vivir en mi tierra natal con el espíritu mientras lo escribía".152

En sus Memorias, Tapia consigna un hecho que tiene suma importancia, tanto para la escritura como para la interpretación de su leyenda borincana, su encuentro con el venezolano-cubano, Domingo del Monte. Me parece que aún está por estudiarse este hecho. Escribe Tapia: “El grandioso y erudito escritor y excelente literato americano don Domingo Delmonte, hombre de gusto exquisito, quien desterrado por Trueva153 de Cuba, por abolicionista, residía en Madrid cultivando el trato de los mejores escritores y literatos, me alentó con lisonjeras frases y cariñosos consejos” 154 Las tertulias en la casa de Domingo del Monte fueron el centro más importante de las actividades culturales que hubo en la Cuba de ese tiempo. En ellas participaban, desde escritores consagrados hasta los principiantes. Realmente, fue una escuela, porque en ella se hablaba de todo el quehacer cultural y social; además de conocerse allí las nuevas corrientes de pensamiento. Esta importante figura en la vida política y cultural cubana fue un orientador en todo el sentido de la palabra. Para Max Henríquez Ureña: "[...] elevó a doctrina literaria el criollismo y fue por ello, uno de los

[entre los dominicanos]". Ibid., 149. Por su parte, Josefina Rivera de Álvarez advierte que Tapia se revela "[...] como el primero de los escritores insulares en remontarse al pasado indígena y al período inicial de la colonización cristiana de Puerto Rico." Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo (Ediciones Partenón: Madrid, 1983) 148.

149 En distintos trabajos he analizado estas obras: “Indianismo antillano en el siglo XIX: Acercamiento a tres autores representativos”, Islas abrazadas: sociedad y literatura en las Antillas hispánicas (Editorial Aymaco: Aguada, 2008); “Irascema y La palma del cacique, dos obras indianistas”, Letras Iberoamericanas (Editorial Aymaco: Aguada, 2010); “Incidencias testimoniales en dos textos antillanos de tema aborigen”, La identidad de la palabra: Un acercamiento a la literatura testimonial (Universidad de Puerto Rico en Aguadilla, 2001).

150 Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 156-157.

151 Esta obra se publicó el año 1854 con parte “[…] del producto que me fue entregado por la leyendita La palma del cacique.” Ibid., 180.

152 Ibid., 176.

153 Por su Amistad con Domingo del Monte, Tapia debió conocer de primera mano todo lo referente al destierro. En su autoacusación, firmada el 23 de junio de 1844, el poeta Plácido, a instancias del fiscal Pedro Salazar, con la promesa de un indulto, compromete a del Monte y a otras figuras, con la revuelta de los esclavos bautizada “La Conspiración de la Escalera”. Posiblemente Trueva fuera el nombre del fiscal o funcionario que lleva a cabo el proceso, el cual debió ser refrendado por el entonces Capitán General de Cuba, Leopoldo O’Donnell y Jorís.

154 Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias, op. cit., 176.

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primeros voceros del americanismo literario [...]"155 Martí lo llamó: “[…] el más real y útil de los cubanos de su tiempo.”156

Tapia creía en una autonomía para la Isla; era un reformista liberal, para quien el mal de Puerto Rico residía en las arbitrariedades y el absolutismo del gobierno español. A lo cual debía añadirse, el que los puertorriqueños carecían de los derechos fundamentales, como consecuencia de unas leyes desacertadas y el arbitrario parecer de los omnímodos gobernadores peninsulares.157

Esas inquietudes reformistas ya aparecen en esta "leyenda indianista de origen histórico-taíno". Cesáreo Rosa-Nieves lo plantea muy bien al advertir que nuestro autor mezcla dos asuntos importantes: el conflicto amoroso, Loarina-Sotomayor-Guarionex, y el político, la lucha entre españoles e indios por la posesión de Boriquén.158 Manrique Cabrera, por su parte, pone el énfasis de la obra en la lucha política: "De mayor interés por sus resonancias históricas resulta para nosotros otra ‘leyenda’ centrada en el período de la conquista isleña y en la cual presenciamos el episodio de aquellos violentos días en que indígenas y españoles se batían por el dominio de la tierra".159 Sin embargo, para José Juan Beauchamp, el motivo central son los amores y celos entre Loarina, Sotomayor y Guarionex: “El breve relato se inspira en la conquista y colonización de la isla y refleja la pugna entre el indio y el español. Pone especial interés en la rebelión indígena, pero el motivo central es la historia de amor entre la india Loarina y el español Cristóbal Sotomayor y los celos del cacique Guarionex quien estaba enamorado de la india”.160

Tapia mitifica la historia para desarrollar su leyenda. Según las crónicas, el cacique Agüeybaná estaba encomendado a Cristóbal Sotomayor y aquél había organizado un areyto para matarlo. Brau, por su parte, indica que el cacique Tenía “[…] hondas antipatías contra Sotomayor, no suavizadas por la preferencia que éste concediera a una de sus hermanas, por manceba tenida allá en el hato de Guánica, residencia habitual del linajudo gallego”.161 Indica el cronista que ella “[…] le avisó y le dixo: ‘Señor, vete de aquí: que este mi hermano

155 Véase Max Henríquez Ureña. Panorama histórico de la literatura cubana I (Ediciones Mirador: Puerto Rico, 1963) 151-161.

156 José Martí. Patria (New York, 22 de julio de 1893).

157 Véase, Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 120-122, 133-135.

158 Cesáreo Rosa-Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña, 1589-1959 I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 395.

159 Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña (Editorial Cultural: Río Piedras, 1965) 113.

160 José Juan Beauchamp. Imagen del puertorriqueño en la novela (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1977) 11.

161 Salvador Brau. La colonización de Puerto Rico (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1966) 143.

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es bellaco y te quiere matar’.”162 Sostiene Brau que: “No ha conservado la historia el nombre de la manceba de Sotomayor […]”163 Guarionex era el encargado de capitanear la revuelta contra este encomendero, pero Tapia lo utiliza como rival de amores del español para añadir el tema amoroso al simbolismo que se recrea en la narración.

Se pueden apreciar dos etapas fundamentales en los catorce cuadros que integran la obra. Primero fueron los caribes, indios extranjeros, quienes perturban la paz en Borinquen. Son ellos quienes raptan a la esposa del cacique Mayagoex, pero Guarionex cree que es la bella Loarina, quien simboliza la isla de Puerto Rico, y él, símbolo del puertorriqueño, la salva.164 Precisamente en el romance "El último borincano" (pág. 78-81) establece una plena identificación de lo taíno con lo puertorriqueño. En la segunda etapa de la leyenda es un europeo quien irrumpe en la apacible vida de Loarina y Guarionex, o sea, entre Puerto Rico y los puertorriqueños. Resulta muy significativo el que Sotomayor aparezca como un caballero de altos ideales, a quien "[…] no era la sed de oro lo que le llevaba tan lejos de su patria" (pág. 47-48). Con esta idea del drama clásico, de que los antagonistas deben ser dignos entre sí, pretende no desmerecer al español, ya que nuestro autor se considera un puertorriqueño orgulloso de la tradición hispánica.165

Tapia establece un enfrentamiento del poder. Los españoles se quedan con Puerto Rico por el desánimo de las huestes aborígenes al sucumbir ante su poderío, según lo expresa en el romance antes citado: “De la anhelada victoria / perdida ya la esperanza / podrá tan sólo la muerte / aliviar nuestra desgracia. / Al fuego de los cristianos / es la resistencia vana, / y todo cede ante el filo / de sus cortantes espadas” (pág. 78). Guarionex es la figura central en la obra, símbolo de la resistencia indígena al dominio español, a quien le mueve su profundo amor a Loarina-Borinquen, amor que le disputa el invasor. Los celos sirven para destacar la desconfianza del cacique-puertorriqueño ante el soldadoespañol A la postre, el cacique sucumbe cuando la bella Loarina-Borinquen ama a un hombre de la raza opresora que finalmente se queda con ella.

El interés de Tapia por presentar la lucha del indio con el español por la libertad y la posesión de Borinquen es para resaltar la situación imperante en la Isla. La dramatiza con la derrota de las huestes de Agüeybaná y Guarionex; por esa razón, éste último le canta a Puerto Rico, perdidas ya las esperanzas de un cambio: “[…] adiós Borinquen preciosa, / dulce tierra de mi amor […] / Sepúltala ¡oh mar inmenso! / Adiós Borinquen, adiós” Acto seguido se suicida despeñándose por un barranco. El simbolismo adquiere mayor fuerza

162 Gonzalo Fernández de Oviedo. Historia general y natural de las Indias, en Eugenio Fernández Méndez. Crónicas de Puerto Rico (1493-1797) I (Ediciones del Gobierno: San Juan de Puerto Rico, 1957) 48

163

Salvador Brau, op. cit., 143.

164 Alejandro Tapia y Rivera. La palma del cacique y poesías, La leyenda de los veinte años, A orillas del Rhin (Editorial Orión: México, 1963) 59-65. En adelante citaré por esta edición en el texto.

165 Véase Mis memorias, op. cit., 14, 123, 158-159, 165.

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aún con las circunstancias que acompañan este hecho: una noche muy oscura y en víspera de una tempestad (pág. 72-74).

Según explica Tapia, esta obra tuvo muy buena acogida en Puerto Rico: "[...] la leyenda La palma del cacique, que acaso por la novedad cayó muy bien en el país [...]"166 Sin embargo, sería bueno indagar si esa aceptación se debió a "la novedad" temática o por una identificación del asunto con la situación política que se estaba viviendo en la Isla. Señalo esto, porque el poeta cubano, José Fornaris, escribió una serie de poemas inspirados en los primitivos indios siboneyes que habitaban Cuba, los cuales tuvieron gran acogida, al punto de que el poemario Cantos del siboney (1855), escrito en 1850, alcanzó cinco ediciones sucesivas. El pueblo proyectó en los siboneyes poéticos la personificación de las anheladas reformas y la libertad política, ya que, para la gente, los indios representaban a los cubanos oprimidos, mientras los caribes a los opresores españoles.167 Sirva de ejemplo uno de los poemas, "Ana Luisa", que narra los amores de dos aborígenes, Yarayó y Ana Luisa, entre los cuales se interpone el "caribe indolente", que la amada maldice por inmiscuirse en sus vidas. Los amantes siboneyes logran escapar a un mundo idílico, pero allí aparece el caribe para vengar su despecho amoroso y los mata. El pueblo interpretó con esta sencilla y manida historia de amor que el caribe (España) mató o esclavizó a Ana Luisa (Cuba) y a Yarayó (los cubanos).

En el romance tapiano "Las lágrimas de Loísa" (pág. 81-86), que publica en el Bardo de Guamaní el año 1862, en La Habana, admite una interpretación muy parecida. En él se narra el bautismo de la cacica Loísa y sus nupcias con el mulato Pedro Mexía. Indica Brau que el mulato “[…] habíase enamorado de la viuda de un cacique a la que no se conoce por su nombre indígena, pues los cronistas la designan solamente por el de doña Luisa que recibiera al bautizarse”.168 Durante un ataque de los indios caribes, muere Mexía y tres días más tarde la cacica, a consecuencia de las heridas recibidas169, hecho que aprovecha el poeta para que llore la muerte del amado: “La desposada llorosa / sentada en una peña vecina / las aguas, ¡ay! de sus ojos / mezcló con las claras linfas. / Vistiose paños de luto / y mirando en triste guisa / la corriente, de allí a luego / fuese al mar con su Mexía”

Esta boda entre el mulato español y la taína puede interpretarse como símbolo de nuestro mestizaje racial y cultural, según los versos: “Fue ciertamente el placer / el que reinó en las campiñas / cuando ante el ara se unieron / el Cristiano y la Cacica: / Él demostraba arrogancia, / ella inspiraba caricias, / y entrambos felices eran / cuanto es posible en la vida” Se recrea, pues, un mundo idílico de esa unión racial que es perturbado

166 Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias, op. cit., 180-181.

167 Véase: Juan J. Remos y Rubio. Historia de la literatura cubana II (Reprinted by Mnemosyne Publishing Co., Inc.: Miami, Florida, 1969) 276-283.

168 Salvador Brau, op. cit., 233-234.

169 Ibid., 235-237.

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por el caribe invasor que mata al esposo mulato español y deja viuda a la cacica. Esto tiene una significación particular, ya que las arbitrariedades del gobierno perturban el cotidiano vivir a todos los habitantes de la Isla. No perdamos de vista que Tapia residió en La Habana desde 1857 al 1866 y debió conocer la interpretación que los cubanos le dieron a la corriente siboneísta, ya que durante esos años estaba en todo su apogeo. Asimismo, del Monte debió hablarle, como se hacía en las tertulias de su casa, sobre la realidad que existía en Cuba y cómo, a través de la literatura, se combatía el régimen despótico, especialmente con la novela antiesclavista.

Tapia fue un acervo crítico de la esclavitud, lo cual ya está presente en esta leyenda. Los encomenderos les exigían demasiado a los indios, esclavizados en las minas, con trabajos infrahumanos, sin darles la alimentación requerida ni enseñarles la doctrina cristiana, tal como sucedería con la esclavitud africana. Algunos historiadores sostienen que los encomenderos fueron más crueles con los indios que los amos con los negros esclavos. El látigo y los gritos del mayoral, para que trabajasen, contrastan con el sufrimiento y la profunda resignación de los indios que laboran, al punto de que algunos mueran ante la indiferencia de los amos. Esto hará que se rebelen y comiencen la lucha por su libertad, capitaneados por Guarionex (pág. 19-30).

Debemos considerar que ésta es una obra primeriza, el autor está abriendo surcos y trazando derroteros, por eso al leerla debemos tenerlo en cuenta. Percibimos a un indio ambivalente en el sentido de que por momentos su habla y comportamiento es el de un español y en otros habla y se conduce como aborigen. Bauchamp considera que “el tratamiento de la historia y del indio es exótica”.170 Sin embargo, como indica Rosa-Nieves en ella recoge la técnica que seguirán los románticos puertorriqueños:

Esta leyenda nativista incorpora una serie de características románticas que van a ser continuadas en los demás autores de esta filiación estética: el recurso sentimental de la naturaleza subjetiva [...], el menosprecio del blanco y alabanza del hombre natural a lo Rousseau, la intercalación de romances alusivos al tema general de la prosa y la terminación en acontecimientos sombríos y tremebundos.171

Manrique Cabrera, por su parte, indica que La palma del cacique "[...] aún hoy seduce a nuestros adolescentes y aun a los mayores [...]"172 Recuerdo que, por años, enseñé esta leyenda en el noveno grado y tenía gran aceptación entre mis estudiantes. De hecho, la

170 José Juan Beauchamp, op. cit., 11.

171 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 395. Josefina Rivera de Álvarez, por su parte, añade que: “La tendencia frecuente a lo medieval europeo, a tono con [… el romanticismo], encontrará manifestación adicional en cierto asiduo manejo de la leyenda, visto como fusión de sustancias realistas e históricas, teñidas muchas veces de vaguedad y ensueños líricos.” Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo (Ediciones Partenón: Madrid, 1983) 147.

172 Francisco Manrique Cabrera, op. cit., 113.

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edición que cito en este trabajo es la que entonces empleaba en mis clases. Sin embargo, en la actualidad, desafortunadamente en la gran mayoría de nuestras escuelas no se lee, por eso nuestros estudiantes la desconocen.

Me parece que esta leyenda resulta un excelente vehículo para estimular a nuestros jóvenes a conocer el pasado histórico puertorriqueño, porque Tapia salpica en ella múltiples hechos historiográficos que los maestros pueden aprovechar. Recordemos que conocer el pasado nos ayuda a entender el presente y proyectarnos al futuro. Asimismo, esta obra sirve para fomentar el gusto por la buena lectura, porque no es una obra difícil, sino de lectura amena. Todo esto ayudaría a nuestra juventud a desarrollar un sentido de pertenencia y crecimiento cultural.

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ABORDAJE A LA NOVELA COFRESÍ DE TAPIA

Tanto D. Ramón Power, como Cofresí, se destacaron como figuras del Siglo. Power, es el estadista; Cofresí, es el romántico y aventurero pirata. El primero muere de fiebre amarilla en Cádiz; el segundo en patíbulo público, por la vía del fusilamiento. Los dos, como tenemos dicho, fueron de ilustre linaje.

Enrique Ramírez Brau

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

José de Espronceda

A mi querida esposa Ana, con cariño

La literatura universal ha recogido la tradición de unos pueblos que ennoblece al bandido generoso y le canta sus hazañas. Para ellos, son héroes que han impartido la justicia ante los desmanes de los poderosos y la opresión del gobierno, de esta forma se convierten en unas figuras paradigmáticas. El romanticismo se nutrió de estos personajes que aparecen como protagonistas, no sólo en múltiples novelas, sino también en diversos géneros literarios. La voz narradora del Cofresí de Tapia explica este hecho: “Semejante fenómeno [el bandolero] no es nada extraño en el Mediodía de Europa; y estos casos que se explican en ciertos bandoleros, por la imaginación, alucinada a consecuencia de la iliterata narración de fechorías, que la mente popular casi siempre tan propensa a lo maravilloso, suele convertir en envidiables y seductoras hazañas […]”173

Para escribir su novela, Tapia se vale de la leyenda oral que, a pesar del tiempo, aún perdura en nuestro pueblo, sobre el pirata puertorriqueño Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano. Suele parecer que el único objetivo de nuestro Padre de las Letras era escribir un relato de aventuras. Sin embargo, en la narración subyacen unas ideas que nos permiten entender la sociedad de Puerto Rico del siglo XIX. No cabe duda de que le interesa dar a conocer la vida de Cofresí, un héroe popular, pero también describir la vida sufrida de nuestro campesino. A través de la narración. se aprecia su religiosidad, sus supersticiones, sus juegos de azar, su lengua, sus refranes, sus cantares, sus necesidades… En otras palabras, su manera de ser y de pensar. Resulta fundamental, por consiguiente, desentrañar el porqué escogió una novela tipo folletinesca y qué nos dice sobre la realidad de la Isla en ese tiempo.

173 Alejandro Tapia y Rivera. Cofresí (Editorial Edil: Río Piedras, 1975) 17. En adelante citaré por esta edición en el texto.

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El novelista

Tapia dejó una serie de narraciones, tanto de temas nacionales como del extranjero, que muestran su paulatino desarrollo en el arte de novelar. Josefina Rivera de Álvarez explica: “[…] que el trabajo narrativo de Tapia correspondiente a una primera época consta de relatos más cortos que largos, a través de cuyas páginas se puede apreciar que el futuro novelista en sazón se encuentra todavía en proceso de ensayo y desarrollo” 174 En dichos relatos, no sólo recoge el espíritu romántico, al punto que Manrique Cabrera lo considera “[…] la figura cumbre de nuestra hora romántica”,175 sino que ya abre los cauces naturalistas. Según Cesáreo Rosa-Nieves, en Cofresí: “El aguafuerte de La Charrasca y el gato negro constituye uno de los pasajes naturalistas de más calor y fuerza que hemos leído en la novelística de Alejandro Tapia y Rivera”.176 Para José Juan Beauchamp: “Hay expresiones realistas y naturalistas en Cofresí que no deben pasarse por alto, pues comprueban que Tapia es el iniciador del naturalismo en Puerto Rico y uno entre los iniciadores de este movimiento en América”.177 Para mí, la acertada descripción física y anímica de los jugadores en la leonera o garito y el ambiente truhanesco que allí reina, también lo acerca mucho a dicho movimiento.178

La producción novelesca de Tapia se recoge en los siguientes títulos: El heliotropo, escrito en 1848 y publicado en 1860; La palma del cacique (1852); La antigua sirena (1862); Póstumo, primera parte (1872); La leyenda de los veinte años (1874); Cofresí (1876); Enardo y Rosael o El amor a través de los siglos (1880); A orillas del Rhin (1880) y Póstumo, segunda parte (1882).

Cofresí, pues, es la cuarta novela de Tapia en orden cronológico y posiblemente una de las suyas más conocidas. Está muy bien estructurada, según el propósito que persigue. Los tres rasgos románticos que predominan en ella son: exaltado sentimentalismo, tenaz espíritu de libertad y un marcado contraste entre la bondad de la naturaleza y la maldad humana. Como bien advierte Ramón Luis Acevedo, es “[…] una de las principales novelas de Tapia”.179 Aunque no le faltan críticas adversas.180 Está escrita según las tradiciones que

174 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña; su proceso en el tiempo (Ediciones Partenón, S.A.: Madrid, 1983) 147-148

175 Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña (Editorial Cultural: Río Piedras, 1965) 112.

176 Cesáreo Rosa-Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña, 1589-1950 I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 405.

177 José Juan Beauchamp. Imagen del puertorriqueño en la novela (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1977) 15

178 Véase todo el capítulo quinto (35-45).

179 Ramón Luis Acevedo. “La Azucena: Una revista fundacional”. La Azucena (Edición facsimilar, Instituto de Literatura Puertorriqueña: Hato Rey, 2013) 12.

180 Entre otros: Edna Coll la califica de “novela floja”. Índice informativo de la novela hispanoamericana: Las Antillas I (Editorial de la Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, 1974) 151; Para Luis Alberto

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recuerda sobre el pirata caborrojeño y los pocos hechos históricos de la narración están tomados de las Memorias de Pedro Tomás de Córdova.

Historia del texto

Tapia es el primer escritor que inmortaliza la figura de Cofresí en una novela, pues sabemos que ya existía una tradición oral recogida en narraciones y poemas. De hecho, en el primer capítulo menciona el fragmento de uno de dichos poemas: Ya se murió Cofresí, / se acabaron sus hazañas… (pág. 3). Resulta muy significativo el que estos versos populares hablen de “hazañas” y no de “fechorías”, lo cual demuestra una simpatía por la figura. Sabemos, por la dedicatoria a su amigo y deudo, don José Géigel y Zenón, firmada en Yauco el 11 de octubre de 1875,181 que para esa fecha había terminado la leyenda sobre este pirata, o por lo menos le faltaba muy poco, porque el 31 de octubre del mismo año sale el primer capítulo en la revista La Azucena. En sucesivos números de dicha revista, hasta el 62 que salió el 28 de febrero de 1877, aparecerán los treinta capítulos de la misma y el apéndice, aun cuando se realizara la primera edición del libro en el año 1876 por la Tipografía González de San Juan.182

¿Historia o leyenda?

Para don Cesáreo, la novela “[…] se acerca bastante a los hechos biográficos del personaje central: Cofresí”.183 Por su parte, Manrique la tilda de “seudohistórica”.184 Sin embargo, a Tapia realmente no le interesaba escribir una novela histórica. Catorce años antes de que apareciera esta obra, en “Una carta que puede servir de prólogo” a La antigua sirena, escribe: “Una novela para Jacobo,185 me decía ¿novela histórica? Están ya tan manoseados sus más interesantes episodios […]”186 Resulta muy curioso que Tapia, quien se había preocupado por desentrañar y dar a conocer la historia de Puerto Rico y en cuya producción literaria varios textos los había fundamentado en la historia, no se inclinase por

Sánchez es “un flojo relato”. Proceso y contenido de la novela Hispano-americana (Editorial Gredos: Madrid, 1968) 325.

181 Alejandro Tapia y Rivera. “Cofresí”. La Azucena (Núm. 30, 31 de octubre de 1875).

182 El periódico El Mundo fue publicando alrededor de tres capítulos a la semana, desde el 7 de enero de 1943 hasta el 18 de marzo del mismo año. La segunda edición de la novela aparece en diciembre de 1943, editada por la Imprenta Venezuela. Pueblos Hispanos comenzó a publicarla en el número correspondiente al 15 de abril de 1944, pero después de aparecidos los primeros diecinueve capítulos, se suspendió la edición del periódico el 7 de octubre de 1944. El semanario cultural Alma Latina la divulgó en los números comprendidos entre las fechas del 24 de febrero de 1945 al 12 de marzo del mismo año. Posteriormente, han aparecido diversas ediciones.

183 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 405.

184 Explica: “Poco tiene de realmente histórico la trama, pues la vida del pirata que la inspira, discrepa casi intoto de lo que allí cuenta” Francisco Manrique Cabrera, op. cit., 114.

185 Jacobo es su amigo, el poeta Francisco Pastrana. Véase Roberto Ramos Perea. “Cronología mínima de la vida y la obra de Alejandro Tapia y Rivera”. La Azucena, edición facsimilar, op. cit., 18.

186 Alejandro Tapia y Rivera. “La antigua sirena”. Obras completas I (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1968) 270-271.

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una narración de corte histórico. Amén de que el romanticismo encontró en la historiografía una cantera inagotable de argumentos novelescos.187 En la época de nuestro autor, la novela histórica romántica estaba en decadencia debido, entre otras razones, a la imitación servil al modelo scotiano, pero esencialmente porque se estaba dando paso a un nuevo tipo de novela histórica con la obra de Benito Pérez Galdós.188

En el primer capítulo de la narración, Tapia puntualiza por qué prefiere la leyenda en vez de la historia del pirata caborrojeño. Explica: “Cofresí tiene también su leyenda. El personaje no es edificante, pero su leyenda lo es […] Pocos en Puerto Rico, no habrán oído hablar de este famoso pirata” (pág. 3). Y más adelante indica que, en los convulsos hechos históricos de aquellos tiempos y la “romancesca” sed de aventuras que poseen algunas personas, se pueden encontrar “[…] los móviles o resortes de un Cofresí, tal como debió ser y como fue, según la tradición que intentamos recordar” (pág. 4-5). Y añade más adelante: “Este matiz que diferenciaba a Roberto de los piratas feroces como Caín [un personaje del relato], sin que intentemos ni con mucho justificar lo que sólo pretendemos explicarnos, constituye su condición novelable, si así puede decirse, siguiendo un vocablo del buen Cervantes […]” (pág. 129-130).

Sin duda, la leyenda de Cofresí es mucho más rica que su propia historia, porque hasta el día de hoy perdura en el pueblo. Es tal la admiración por el personaje que la gente lo considera un héroe nacional, al punto de erigirle un monumento en Cabo Rojo. La historia, por su parte, que se fundamenta en los documentos conservados, lo califica de bandido desalmado. Pero no perdamos de vista que dichos documentos proceden de las autoridades que lo apresaron, encarcelaron, juzgaron y ejecutaron. Hasta nuestros días, la leyenda ha opacado la historia y ha mantenida viva la aureola mítica de este personaje popular.189

La parte histórica, según he indicado, está tomada de las Memorias de Pedro Tomás de Córdova, que Tapia adapta al relato.190 En La última página del libro, inserta esta nota: “Los pocos hechos o circunstancias que acotamos como históricos en nuestra narración, pueden verse en las citadas Memorias, del Secretario que fue del Gobierno de esta Isla don Pedro Tomás de Córdova, tomo IV, como ya lo hemos expresado al pie del texto de nuestra novela, en algunos de dichos detalles” (pág. 262). Y en otra nota de la página 216,

187 Véase Roberto Fernández Valledor. “La novela romántica española de tema histórico durante la primera mitad del siglo XIX”, Temas de las letras españolas (Editorial Aymaco: Aguada, 2011) 101-142.

188 En el número 44 de La Azucena (31 de mayo de 1876), se anuncia: “En breve se publicará en Madrid el 14° tomo de los Episodios nacionales del reputado escritor Pérez Galdós. Se titulará el “Grande Oriente” y se refiere al memorable período del 20 al 23”.

189 Véase, Roberto Fernández Valledor. El mito de Cofresí en la narrativa antillana (Editorial de la Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, 1978) y El pirata Cofresí mitificado por la tradición oral puertorriqueña (Casa Paoli: Ponce, 2006).

190 Pedro Tomás de Córdova. Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico IV (Edición facsimilar, Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan, 1968) 339-356.

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transcribe un parte militar aclarando lo siguiente: “Comunicación oficial de don Tomás de Renovales, Comandante militar de Ponce al Excmo. Sr. Capitán General de la Isla don Miguel de la Torre –Puede verse esta comunicación y más detalles sobre la captura de Cofresí, en las Memorias de Córdova, tomo IV, Cap. IV, págs. 339 y siguiente.”191

La trama de la obra comienza a fines de febrero192 del año 1825 y concluye con el fusilamiento de Cofresí y su gente el 29 de marzo de ese año. Por consiguiente, abarca un mes. Se desarrolla en el área sur de Puerto Rico, lugar donde merodeó el pirata, después de escaparse de Santo Domingo, donde estuvo encarcelado. Así lo deja ver el propio personaje en la novela: “[…] en aquel tiempo no llevaba yo más que el bote, que en Macorís compré con el Campechano al fugarnos de la prisión en Santo Domingo” (pág. 85). Lo confirma Pedro Tomás de Córdova: “Allí fue aprehendido [en Santo Domingo] y condenado a presidio con su compañero [Campechano] por seis años: logró fugarse con otro preso nombrado Portalatín y con otro que se les reunió nombrado Manuel, compraron un bote en Macorie […]”193

El relato se estructura a base de dos acciones, las cuales sientan sus bases en los primeros seis capítulos: las aventuras del pirata y los amores del segundo a bordo, Ricardo, con la campesina Rosa. Don Cesáreo así lo ha expuesto: La novela “[…] se mueve entre dos acciones: la vida aventurera del pirata por los mares del Caribe y los trágicos amores pasionales de Rosa y el amigo íntimo del protagonista, Ricardo.”194 Esta doble acción responde al patrón novelesco que desarrollará: una acción ficticia en un pasado histórico. Cofresí era una figura harto conocida por el pueblo, necesitaba, entonces, a un personaje no histórico para urdir bien la trama y estos amores le sirvieron para ello.

Walter Scott recomendaba que los personajes principales de una novela histórica fueran imaginarios, en tanto que los históricos y los hechos reales constituyan el elemento secundario. De esta forma, el novelista tendría mayor libertad en el desarrollo de la trama.195 En esencia, se desenvuelve de la siguiente forma.

191 En notas a las páginas 239, 241 y 255 aparece: Histórico. Y en nota de la página 253 escribe: “El nombre, edad y procedencia de los diez compañeros de Cofresí, fusilados con él, tras (sic) del Convento Dominico, en la mañana del 29 de marzo de 1825, se encuentran publicados en el ya referido tomo IV de las Memorias de Córdova.”

192 En la página 133 se indica: “era a fines de febrero”. Y más adelante en la 159: “A pesar de hallarse todavía el mes de febrero frisando con el siguiente […]”

193 Pedro Tomás de Córdova, op. cit., 347.

194 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 404.

195 Gabriel García Márquez escribió una novela que se basa en el último viaje de Simón Bolívar por el río Magdalena. No le resultaba fácil novelar a una figura harto conocida, pero esto no era un grave problema ya que, según él, “[…] los fundamentos históricos me preocupaban poco, pues el último viaje por el río es el tiempo menos documentado de la vida de Bolívar.” El general en su laberinto (Oveja Negra: Bogotá, 1989) 269.

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Cofresí está interesado en la goleta La Anguila del corso, Juan Bautista Pieretti.196 Ese interés será la causa de su futura captura por las autoridades, ya que dicha goleta serviría de señuelo para ello. A su vez, los amores de Ricardo y Rosa se verán perturbados por el infame Juancho. Esta última acción se plantea ingeniosamente de las tres formas que presento a continuación. Los amantes, reunidos en la ceiba de Guánica, escuchan “un antiguo cantar mirado como fatídico en la comarca”, lo cual se convierte en un signo de indicio: Nunca anides, palomita, / allá en la ceiba de Guánica, / porque oculto el guaraguao / vela palomas incautas. Esta copla se hace realidad en plena noche cuando un guaraguao mata una paloma (pág. 17-18), lo cual resultará en un aviso de lo que ocurrirá en el capítulo siguiente, precisamente titulado: “La paloma y el guaraguao”, cuando el malvado Juancho rapta a la infeliz Rosa.

La marina estadounidense estaba en el Caribe combatiendo la piratería y, de manera muy especial, buscando atrapar a Cofresí. Según Pedro Tomás de Córdova, el barco de Juan Bautista Pieretti San José y las Ánimas sirvió de señuelo para capturar al pirata puertorriqueño. De hecho, el coronel retirado, Don Ramón González, certifica que Pieretti “ayudó en la captura de Cofresí”.197

Tapia ficcionaliza la historia. Se vale de un hecho histórico y lo recrea libremente; esto concuerda con su concepción sobre el género. Explica: “[…] en la novela histórica puede y debe campear la ficción, siempre que no desnaturalice ni altere el fondo de la historia […]”198 Sirva el siguiente episodio para ilustrar lo dicho. Córdova explica que Cofresí robó la balandra Ana, la cual se acababa de construir en Fajardo, propiedad de Tomás Centeno, y la armó con un “cañón de a 6” que robó en Humacao.199 En la novela se indica que Centeno se iba a casar y dicha balandra la utilizaría para viajar con la esposa. Roberto y su gente la roban fingiendo ser empleados del novio. El timonel añade lo del robo del cañón: “Y eso que no habláis del diente que le faltaba y que le pusimos luego en Humacao” (pág. 83-84).

El juicio y el fusilamiento siguen lo expuesto por el Secretario de la Gobernación. Resulta muy curiosa la figura del sacerdote que asiste espiritualmente a Cofresí antes del fusilamiento, el padre José Antonio. En la novela, este sacerdote era párroco de Yauco y a él acude Roberto para que vele por un niño cuyos padres fueron asesinados por Caín y Juancho (capítulo XX). Sin duda alguna, se ha inspirado en la figura del apreciado

196 La voz narradora dice que los ojos de Pieretti “tenían la viva expresión de las razas del mediodía de Europa” y por su apellido “daba a conocer su cuna o su origen italiano” (50). Más adelante Pieretti le dice a Cofresí: “Lo juro por Córcega, mi patria” (52). Otto Sievens Irizarry documenta que Juan Bautista Pieretti (1788-1844) era natural de la comuna del Seseo en la Isla de Córcega. “El Padre José Antonio Pieretti (1830-1903): Un liberal puertorriqueño”. Simposio: Iglesia, estado y sociedad: Ruptura y continuidad 1800-1868 (Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico: Ponce, 2012) 143.

197 Otto Sievens Irizarry, op. cit., 143.

198 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias, op. cit., 266.

199 Pedro Tomás de Córdova, op. cit., 343.

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presbítero puertorriqueño Juan Antonio Pieretti, quien era hijo de Juan Bautista, el patrón de la balandra San José y las Ánimas. Otto Sievens explica: “Aunque el Padre Pieretti nació en Ponce, si algún pueblo puede reclamarlo como hijo suyo es Yauco. En este pueblo vivió gran parte de su vida dedicado a la cura de almas”.200 Es, a no dudarlo, un homenaje de Tapia a este apreciado sacerdote puertorriqueño que era su amigo.

En la voz de Cofresí, opina Tapia sobre el padre Pieretti: “[…] gozaba de la mejor fama en el contorno; y por regla general ninguno se apartaba de su presencia sin llevar en los labios la alabanza. Decimos en general, porque nadie puede juzgarse exento de enemigos” (pág. 168). En La Azucena del 15 de octubre de 1875, hablando sobre las fiestas patronales de Yauco, dice Tapia sobre el padre Pieretti: “[…] a cuya animación no ha dejado de contribuir mucho en la parte religiosa el celo de este buen párroco, tan bien quisto aquí de todo el mundo.” Y luego añade en la novela: “Yo me alegro de haber conocido personalmente al Padre José Antonio. Veo con satisfacción que no me engañaron y que los hombres hacen justicia alguna vez” (pág. 171). Sievens Irrizarry, por su parte, concluye: “El Presbítero don José Antonio Pieretti mantuvo su dación al prójimo, por la cual lo recordamos como un hombre comprometido con las causas sociales de Puerto Rico.”201

Ideas

Tal parecería que Tapia sólo está interesado en mitificar a la figura de Cofresí. Si bien tiene el propósito de recrear su leyenda, aprovecha la narración para analizar la situación política y económica de la Isla. Esto lo intuye Beauchamp cuando escribe que la novela “[…] narra las hazañas de Roberto Cofresí […] El resto del cañamazo de la narración lo compone el idilio de Rosa y Ricardo y el drama de miseria moral y espiritual del cual es protagonista el pueblo puertorriqueño y, en particular el pálido y terroso campesino de nuestros campos del litoral.”202 Y Rosa-Nieves añade que la novela tiene “[…] una marcada intención de ética social”.203

En el primer capítulo pasa revista al convulso mar antillano, escenario de las invasiones y depredaciones de caribes, corsarios, piratas, bucaneros y filibusteros, sin olvidar las actividades de los contrabandistas que merodearon durante siglos por nuestras costas. Por eso concluye: “Desde el siglo que siguió al descubrimiento del continente americano, hasta la época en que figuró el personaje referido (segunda década del siglo XIX) no había dejado de ser el Mar de las Antillas un verdadero campo de Agramante” (pág. 3). 200 Otto Sievens Irizarry, op. cit., 152.

201 Ibid., 153.

202 José Juan Beauchamp, op. cit., 14.

203 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 406.

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La tesis fundamental se basa en que Cofresí es producto de la caótica situación que existía en la Isla: “Natural es que tan azarosos tiempos dejasen en estas regiones marítimas la huella de su desorden, y que la afición al pirateo surgiese de la ley de la fuerza que se había hecho costumbre […]” (pág. 4). Los hombres se amoldaron a esta vida, en vez de “[…] buscar el lucro en el paciente trabajo […] la costumbre a la ordenada vida de la industria […]” (pág. 5). Insiste en que el personaje es un efecto del momento histórico y social puertorriqueño: “Era [Cofresí] una energía extraviada, explicable por la ignorancia de su tiempo y la educación propia de un estado social anti-industrioso y deficiente […]” (pág. 251). Camino al patíbulo, el padre José Antonio asiste espiritualmente a Roberto. La conversación que sostienen resulta clave, porque en ella comentan sobre las injusticias existentes. El sacerdote habla sobre la justicia divina, mientras el pirata sobre las injusticias humanas. Al final, vencen las ideas del sacerdote: “Cofresí guardaba silencio, y en sus ojos se veía la reflexión que trabaja por iluminar el alma” (pág. 258), por eso, antes de que lo fusilen, exclama: “¡Creo en Dios, y Él me perdone!” (pág. 259). No debe pasar inadvertido la defensa de la vida que proclama nuestro novelista. Él condena la pena de muerte y en su lugar propugna la rehabilitación del delincuente. El siguiente párrafo no requiere comentario alguno:

Los delitos existían, la ley justa los condenaba, e iba a cumplirse; pero ya comenzaban a preguntarse los hombres, si la pena, a par de castigo, debe ser corrección, y si la muerte corregiría a aquellos criminales. Aún no había llegado al criterio común, la teoría, de que la pena, a más de expiatoria, puede considerarse como un derecho del delincuente a ser corregido, y como un deber de la sociedad, que a fuer de racional y cristiana, no es justo que mire con negligencia el mejoramiento de los culpables (pág. 256).

A través de la novela percibimos el estado de abandono del campesino puertorriqueño. Se presentan dos ejemplos, el de Rosa y el de la Charrasca. Rosa y su hermano Lucas vivían con la abuela, quien les sirvió de madre (pág. 13). Con este solo hecho se puede intuir el cuadro de esa familia jíbara. Dejemos que el lector haga volar su imaginación: los padres murieron jóvenes por las condiciones de trabajo o de salud, o quizás debieron emigrar a otros pueblos buscando trabajo, o quién sabe si los encargaron a la abuela, porque carecían de medios para sustentarlos. Lo cierto es que Lucas era “mudador de oficio”, trabajaba en la ceba de novillos en los hatos y era el sostén de la familia. Ellos vivían como arrimados o agregados, ya que el dueño de la finca les permitió construir el bohío y cultivar una tala para el sustento diario (pág. 30-31).

La Charrasca también vivía en un mísero bohío. Era la curiosa o curandera de la región. Por esos contornos no había médicos y ella se encargaba de la salud de los vecinos, mediante oraciones y ensalmos (pág. 72-73). Como en la novela, a veces se le llama “bruja” (pág. 173), algunos suelen identificarla como un ser despreciable. Por ejemplo, Luis Alberto

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Sánchez la tilda de “una bruja espantable”.204 Sin embargo, la voz narradora le advierte al lector: “ella no era verdaderamente mala” (pág. 73). Tapia detalla con suma minucia los escasos muebles y utensilios empleados por nuestros jíbaros, lo cual permite recrear su círculo de miseria.

Entre 1815 a 1825 la producción azucarera se incrementó y durante los tres lustros siguientes aumentó aún más.205 Esto lo resalta el relato cuando indica: “Muchos de estos hatos había en el país, aunque iban demoliéndose poco a poco para convertirse en haciendas de caña” (pág. 30). En tiempos de Tapia, seguía aumentando la cañaveralización de la Isla. Explica el narrador, que el contorno de la ceiba de Guánica era una especie de bosque que, en algunos lugares, se convertía en una selva, pero “[…] parte de la llanura [es] hoy toda cañaveral extenso y despejado […]” (pág. 17). De esta forma nos deja el cuadro económico de la época.

Los personajes

En la obra se contrasta la caballerosidad y valentía, tanto de Cofresí como de Ricardo, frente a la maldad y cobardía de Caín y Juancho. En el fondo, es un enfrentamiento entre el bien y el mal; además cada uno lucha interiormente con esto. Se contrapone, asimismo, según he indicado, la belleza y bondad de la naturaleza con la maldad del ser humano.206 Debido a lo cual reflexiona la voz narradora: “Si el mal no triunfase en la tierra con mayor frecuencia que el bien ¿habría necesidad del cielo?” (pág. 113).

Se debe tener en consideración el estrecho vínculo que existe entre la descripción física del personaje con su carácter. Los románticos, y más los naturalistas, utilizaron las ideas de la frenología, que vincula la determinación del carácter y los rasgos de la personalidad del individuo, así como las tendencias criminales, con la forma del cráneo, la cabeza y las facciones. Veamos sólo a dos personajes.

Caín tenía la mirada torva, su nariz era corta y remangada, su cara con cierta cuadratura más bien que óvalo y unos ojos entre garzo y pálido azul lo asemejaban a un gato montés o un tigre. “Nació homicida, como se nace deforme sólo que en él estaba adornada tan horrible tendencia, con el concurso de la ira que le cegaba, la codicia que era su apetito y la envidia que era su médula” (pág. 42-43). Cofresí, por su parte, era un hombre de regular estatura, de vida corporal activa y fatigosa. Su rostro estaba más quemado por el sol que moreno por naturaleza; ojos azules, de mirada viva y penetrante, bajo una frente espaciosa, según se podía apreciar por la estructura y óvalo del rostro. La forma aquilina de

204 Luis Alberto Sánchez, op. cit., 325.

205 James L. Dietz. Historia económica de Puerto Rico (Ediciones Huracán: Río Piedras, 1997) 35-38; Francisco A. Scarano. “Azúcar y esclavitud en Puerto Rico: La formación de la economía de hacienda en Ponce, 1815-1849”. Azúcar y esclavitud (Tipografía y Montaje Come-Set Type: San Juan, 1982) 17.

206 Véanse los capítulos IX y XXI.

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la nariz revelaba energía moral y unos labios finos que en momentos de impaciencia se sumían bajo los dientes (pág. 6). El físico, por consiguiente, demuestra lo interior humano o moral. Pero esta descripción denota que está describiendo a una persona con temperamento sanguíneo, que es propio de la juventud.207 Explica Tapia en sus Conferencias: “Hasta el temperamento sanguíneo-nervioso, como el más activo, entra por algo o influye más o menos en las operaciones intelectuales.”208

De igual manera, la desnutrición de Rosa, reflejo de la pobreza campesina, la propende a la tuberculosis y al desvarío, recordemos a la Silvina de Zeno Gandía. Por esa razón, concluye el narrador: “En vista, pues, de lo que acabamos de expresar, podríamos invertir respecto de esta doncella, el aforismo de mente sana en cuerpo sano en este otro negativo: mente enferma en cuerpo enfermo” (pág. 13).

Elementos del folletín decimonónico

Rosa-Nieves advierte que Tapia utiliza “[…] una técnica episódica de fábula y descripción, avecinándose a la novela por entregas.”209 Luis Alberto Sánchez, por su parte, añade que: “[…] todo un ambiente folletinesco rodea la vida y el fusilamiento […] de Cofresí.”210 El que este relato se haya publicado por entregas en La Azucena no necesariamente lo convierte en folletín, ya que esta característica no es exclusiva de dicho género, pues múltiples novelas, tanto europeas como hispanoamericanas, aparecieron por capítulos en periódicos y revistas.

En La Azucena, Tapia mantuvo la atención del lector con algunas de sus obras211 y otras de distintos autores, entre los que sobresalen Goethe, Alejandro Dumas y Edgar Allan Poe. En su Cofresí, se vale del género folletinesco para acrecentar el interés de los lectores por la revista. Recordemos que este género se utilizó sobremanera con ese fin, porque era un medio para que los curiosos por saber el desenlace del capítulo anterior, comprasen el próximo ejemplar. Cofresí es una novela de acción e intrigas, muy del gusto folletinesco. De hecho, Otto Olivera considera que: “La aventura es en ella más importante que la escasa

207 Don Narciso González Font disertó en el Ateneo sobre la fisiología humana y expuso sobre el particular: “En la juventud, en el temperamento sanguíneo y en los países montañosos y fríos hay predominio de la sangre. En la vejez, en el temperamento linfático, en invierno, y en los países poco elevados y húmedos, hay predominio de la pituita o flema. En la edad madura, en el temperamento bilioso, en verano y en los países cálidos, hay predominio de bilis.” La Azucena (30 de septiembre de 1876) 527.

208 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias sobre estética y literatura (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 57.

209 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 406.

210 Luis Alberto Sánchez, op. cit., 325.

211 Enardo y Rosael o el amor a través de los siglos (15 de agosto de 1874 a 30 de septiembre de 1874), A orillas del Rhin (15 de octubre de 1874 a 30 de noviembre de 1874) y Hero, monólogo trágico (31 de diciembre de 1874).

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caracterización o la ínfima descripción insular.”212 Sin duda alguna, constituye un recurso literario para que se comprara la revista. Entre los rasgos del llamado folletín decimonónico resalto los que aparecen en esta novela tapiana. Téngase en cuenta que el propósito de todos ellos realmente era mantener una comunicación con los lectores.213

Constante diálogo con el lector: El narrador continuamente dialoga y reflexiona con los lectores sobre lo acaecido. De esta forma, se establece un vínculo estrecho entre ambos. Este acercamiento rompe, en cierta medida, el aislamiento que el género novela le impone al lector. Además, la informalidad le permite al novelista interrumpir la acción en cualquier momento o con cualquier pretexto. Basten algunos ejemplos: Sin duda el lector […] (pág. 7). Encaminamos al amigo lector […] (pág. 9). No pretendemos que los lectores de nuestro tiempo lo tomen como él […] (pág. 27). Perdónenos el lector si llamamos su atención hacia otro punto […] (pág. 137).

Títulos sugestivos: Los títulos deben captar la atención antes de leerlos, ya que es una forma de suscitar la curiosidad para leer el capítulo. Recordemos que, en algunos casos, había mediado cierto tiempo entre la publicación de ese número y el anterior; en otras palabras, unos diez o quince días. Sólo algunos títulos, como ejemplo: “Sombras y fantasmas”. “Dos y uno tres”. “Tres menos uno dos”. “La caza y algo más”. “Deus exmachina”

Fondo dualista: Generalmente, se aborda en este género la lucha del bien contra el mal, lo cual es un planteamiento constante en las letras universales y en el ser humano. Los buenos luchan contra los malos, no existen claroscuros. Los personajes son buenos, como el padre José Antonio, Cofresí y Ricardo; o malos, como Caín y Juancho. Para Tapia, su canon sobre la obra literaria es que, al final, el bien triunfe.214 Por ejemplo, cuando se describe a Ricardo se plantea esta lucha: “El espíritu más corrompido que el corazón; aquél capaz de odios y éste capaz de amor; lucha de un ángel y un demonio, en que se procede, ya conforme al uno, ya conforme al otro, según la aficción (sic) de cada momento” (pág. 17).

Suspenso: El interrumpir la acción en determinado momento tiene la función de crear suspenso, con lo cual se aumenta la ansiedad de los lectores por conocer el desenlace. Es otra forma de mantener su atención. Este suspenso no sólo aparece al final de cada

212 Otto Olivera. La literatura en periódicos y revistas de Puerto Rico, Siglo XIX (Editorial de la Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, 1987) 163.

213 Para una visión más amplia sobre el folletín, véase Roberto Fernández Valledor. “El folletín en la nueva novela hispanoamericana”, El Cuervo (enero-junio 1990); “Elementos folletinescos en la novela El Escándalo de Alarcón”, Carolina: Humanismo y Tecnología (noviembre-diciembre, 1982); “Presencia del folletín en la narrativa hispanoamericana: La tía Julia y el escribidor”, Atenea (diciembre 1981).

214 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias, op. cit., 53-98. Don Cesáreo indica que “[…] lo bueno siempre triunfa en las obras de este autor [Tapia].” Cesáreo Rosa-Nieves. “El romanticismo en la literatura puertorriqueña”. 21 Conferencias (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1960) 145.

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capítulo, sino también en momentos claves. Sirva de ejemplo la batalla que se libra por la captura del buque en los primeros capítulos.215 También, las llamadas al lector revelan esto. Entre otras: Antes de proseguir la narración que hemos emprendido, no estará de sobra recordar a los que lean […] (pág. 35). Comenzaremos recordando a los lectores, por si lo han olvidado en medio de tantos accidentes ocurridos […] (pág. 111).

Párrafo breve: Una mirada superficial a los párrafos de la novela se comprueba que son más breves que largos, aunque haya algunos largos. Esto facilita su lectura y no cansa al lector. A lo cual se le une también el que los capítulos sean cortos. Los más cortos de esta obra tienen seis páginas y el más largo, trece.216

Caracterización directa: Como los personajes se mueven en un ambiente blanco y negro, la caracterización directa contribuye a delimitarlos mejor. Así, desde un principio, sabemos quiénes son los buenos y quiénes los malos.

Misterio: No faltan hechos misteriosos que contribuyen al suspenso del relato. Ilustra esto, entre otros, el capítulo II en el que Juancho interrumpe el idilio entre Ricardo y Rosa. Los capítulos VII y VIII en los cuales Caín persigue a quienes ganaron la partida en el garito de juegos.

Casualidades inverosímiles: En determinados momentos aparecen o se encuentran personas y pasan cosas que se acomodan a lo que está sucediendo o sucederá. Por ejemplo, la paloma que, en plena noche, es capturada por el guaraguao; la presencia de Cofresí en medio del duelo entre Ricardo y Lucas, el hermano de Rosa; Ricardo y Cofresí encuentran moribundo a Juancho en medio del campo a plena noche… El solo título del capítulo XVIII confirma lo que indico: “Deus ex-machina”.

Falsa acusación del inocente: En este género suele cargarle culpas a algún inocente y el mismo siempre resulta ser uno de los protagonistas buenos. En la novela, el hermano y la abuela de Rosa están plenamente convencidos de que Ricardo ha sido el causante de la desgracia de esta doncella. No valen las palabras de ella que acusan a Juancho ni las de Ricardo negando tal infamia.

Uso de signos interrogativos y admirativos: Estos signos sirven para exteriorizar emociones. El mayor uso de los mismos se da en los diálogos entre los personajes y Tapia utiliza más los de admiración que los de interrogación, ya que este último es más expresivo.

Moraleja: Los hechos sirven para moralizar; o por lo menos para reflexionar sobre los avatares de la vida.

215 Véanse los capítulos del X al XV.

216 La novela tiene seis capítulos de 6 páginas; cinco de 7 páginas; siete de 8 páginas; seis de 9 páginas; dos de 10 páginas; una de 11 páginas; dos de 12 páginas y una de 13 páginas.

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Recapitulación

Tapia conjuga en esta novela elementos históricos con tradiciones orales, de esta forma les pinta a los lectores la figura del pirata Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano. Según la leyenda que recoge, se hace pirata no por malas inclinaciones, sino por venganza, ya que un buque extranjero le hundió su balandro El Santo Cristo (pág. 51). Pero en el fondo, era que amaba la libertad de esta vida. Recordemos que esta idea era producto de una exaltación romántica, tal como lo canta Espronceda en su “Canción del pirata”. Roberto no era una persona avara que enterrara sus tesoros (pág. 50), sino los repartía entre su gente (capítulo XV). Se condolía del desvalido (capítulo XX) y ayudaba a los necesitados (pág. 129, 232). Era valiente y enfrentaba al enemigo, no tenía miedo ni asesinaba como Juancho y Caín (pág. 108-109). Éste es el cuadro del Cofresí romántico, cuya figura aparece ennoblecida. Los datos históricos de la trama están tomados, según se ha indicado, de las Memorias de Córdova, además de algunas tradiciones populares.

Debo rectificar un dato importante que Tapia ofrece como histórico. Dice que “según la historia”, Cofresí murió de veintiséis años (pág. 81). Realmente tenía treinta y cuatro al ser fusilado. En los libros sacramentales de la Iglesia San Miguel de Cabo Rojo, su partida de bautismos señala que fue bautizado a los quince días de nacido, el 27 de junio de 1791217 y en la partida de defunción de la Catedral de San Juan aparece enterrado el 29 de marzo de 1825.218

Este héroe popular le sirve al novelista para reflexionar sobre la época. En realidad, considera que Cofresí es producto del momento de violencia que se vivía en el Puerto Rico de ese tiempo y efecto de un sistema antindustrioso y deficiente en el cual se desarrollaba la juventud. A su vez, describe la pobreza e indefensión del jíbaro puertorriqueño. De esta forma recrea un momento determinado en el desarrollo histórico de Puerto Rico y presenta la realidad social de ese entonces. A través de una novela de aventuras suscita una reflexión sobre la situación de la Isla, más allá de una simple recreación de la vida y aventuras del más famoso pirata puertorriqueño.

217 Libro 4° de Bautismos de Cabo Rojo, folio 31.

218 Libro 25° de Defunciones, Santa Catedral Metropolitana de San Juan de Puerto Rico, folio 86 vto.

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PÓSTUMO, ¿UNA DIATRIBA CONTRA EL ESPIRITISMO?: UNA APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO RELIGIOSO DE TAPIA

En esto percibiéronse los gritos que daba Torquemada alborozado, trayendo a la región de los precitos a un moderno escritor encadenado. “

¡Un monstruo aquí tenéis, seres benditos! -clamó el inquisidor-. Este malvado se permite negarnos el derecho de inquirir y quemar cual lo hemos hecho.”

La Sataniada, canto tercero: XVII

Al padre José Dimas Soberal apreciado amigo

La publicación de las dos partes de la novela Póstumo (1872-1882) representó un significativo hito en el desarrollo de la narrativa puertorriqueña. Esta obra constituye uno de los mejores relatos de su época y formula denuncias muy enérgicas a los graves problemas sociales de la Isla, al punto de erigirse en uno de los textos decimonónicos que con mayor vigor acusa los desmanes del gobierno. Debido a que ya había tenido problemas con la censura imperante, Alejandro Tapia y Rivera recurre al subterfugio para presentar sus críticas sociales y políticas.

Según su ideario reformista,219 este autor pretendía que se corrigieran los desafueros de los gobernadores insulares, siguiendo la legislación establecida. De aquí que su ataque se dirigiera a los males del sistema, no a España, pues su pensamiento era liberal no separatista.220 En palabras de José Luis González: “La participación de Tapia en la vida política de Puerto Rico fue más bien incidental y se desenvolvió dentro del sector más moderado del reformismo insular, o sea el asimilista.”221

Estamos, por consiguiente, ante un texto de gran relevancia no sólo en lo formal literario, sino en lo ideológico. Sin embargo, gran parte de la crítica ha considerado o confundido el medio utilizado con el fin, pues entiende que el novelista pretendía criticar ciertas prácticas espiritistas, cuando lo que realmente hace es utilizar el espiritismo222 para denunciar la realidad socio-política puertorriqueña de su tiempo.

219 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 103-105.

220 Ibid., 92, 102-103, 122, 173-174.

221 José Luis González. Literatura y sociedad en Puerto Rico (Fondo de Cultura Económica: México, 1976) 119.

222 El Diccionario de la Real Academia define el espiritismo: “Doctrina de los que suponen que, por medio del magnetismo animal, o de otros modos, pueden ser evocados los espíritus de los muertos para conversar con ellos.” A su vez, Rosendo Matienzo Cintrón, notable espiritista puertorriqueño, lo concibe de la siguiente forma: “¿Qué es espiritismo? La doctrina revelada por los espíritus. Y los espíritus ¿qué

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Entre otros trabajos, encontramos los siguientes juicios sobre Póstumo: Elsa Castro Pérez expresa: “Con gracia y humorismo oportuno se burla Tapia de las prácticas del espiritismo que a la sazón estaban de moda en Puerto Rico.”223 Mientras Félix Matos Bernier escribe: “[...] no es otra cosa sino la sátira sangrienta y a un tiempo bien intencionada contra ciertas prácticas del espiritismo, cuyas doctrinas se han interpretado de un modo especial en nuestra época, por las clases ignorantes.”224 A su vez, Carmen Gómez Tejera considera que: “[...] el autor con espíritu crítico trata de satirizar lo censurable en ciertas prácticas comunes en muchos supuestos espiritistas.”225 Para Edna Coll: “[...] satiriza y se burla del espiritismo [...]”226 Manuel García Díaz, por su parte, afirma: “Las escenas en que se practica el espiritismo con sus engaños y falsedades son severas críticas a los pseudo-espiritistas que desacreditaban las más puras teorías espiritualistas.”227 Según Cesáreo Rosa-Nieves: “[...] intenta hacer una crítica fuerte a los espiritistas, que se dedican a vivir de estos juegos malabares amparándose en la ignorancia científica y filosófica de la gente”. Y más adelante añade: “Tapia y Rivera trata el tema de los espíritus y sus avatares en forma de burla burlando, mientras que Manuel Corchado Juarbe [en Historias de ultratumba], predica esa filosofía religiosa como dogma seguro de sus creencias”.228

Según se puede apreciar, unos señalan que es una diatriba contra el espiritismo en general, mientras otros, a determinadas prácticas y falsos espiritistas. Sin embargo, lo que persigue Tapia es censurar a la sociedad de entonces y recurre al espiritismo porque le sirve de vehículo para la exposición de sus ideas. No pretende el escritor formular juicio religioso alguno, ya que esta novela no es religiosa, y si critica ciertos aspectos formales religiosos, se debe a que son parte de la sociedad que analiza. Tengamos en cuenta que, en la narración, lo natural y lo sobrenatural se dan en el mismo plano, lo cual no sólo despista a los censores, sino que permite establecer un código de lectura para que lo interpreten los lectores “advertidos”. En el presente trabajo no deseo analizar esta novela, sino ver qué función tiene el espiritismo en la visión del mundo de Tapia.

son? Son almas de los hombres desencarnados, siendo la desencarnación el fenómeno que experimenta el espíritu al separarse del cuerpo. Desencarnación es el resultado de la muerte.” Citado por Néstor A. Rodríguez Escudero, Historia del espiritismo en Puerto Rico (Imprenta San Rafael: Quebradillas, 1991) 11-12.

223 Elsa Castro Pérez. Tapia, señalador de caminos (Editorial Coquí: San Juan, 1964) 138.

224 Félix Matos Bernier. Isla de arte (Imprenta La Primavera: San Juan, 1907) 18.

225 Carmen Gómez Tejera. La novela en Puerto Rico (Imprenta Venezuela: San Juan, 1947) 43.

226 Edna Coll. Índice informativo de la novela hispanoamericana: Las Antillas I (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1974) 152.

227 Manuel García Díaz. Alejandro Tapia y Rivera, su vida y su obra (Editorial Coquí: San Juan, 1964) 124.

228 Cesáreo Rosa-Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 401, 413.

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Pero, antes debo señalar que en la Guirnalda Puerto-riqueña (sic),229 aparecieron sendos artículos bajo el seudónimo de YO en los cuales se criticaba acerbamente el espiritismo. Algunos han señalado que se trataba de Tapia. Sin embargo, el estudioso de la vida y la obra de nuestro dramaturgo, Roberto Ramos Perea, aclara este hecho. Analizando las 30 columnas sociales firmadas con dicho seudónimo, en la mencionada publicación, el autor, “escudándose en su fe católica”, lo califica como una tontería que está de moda y su autor, Federico Asenjo y Arteaga, jamás podría ser Tapia debido a: “La frivolidad y el vitriólico sarcasmo con que se trata la conducta de las mujeres en los bailes, la vida pretensiosa y en algunos casos patética de pollos y pollas, (jóvenes que van a bailes) y el destino de tales románticas pretensiones, así como lo aburrido y emocionalmente violento del matrimonio, son temas que Tapia no hubiese tocado en esta etapa de su vida”.230

Aunque comúnmente se califica el espiritismo como una religión, quienes profesan esta creencia la consideran más como un movimiento científico y filosófico. Allan Kardec, su fundador, en el prólogo de su obra ¿Qué es el espiritismo?, lo considera “[…] una ciencia de observación y una doctrina filosófica” y lo define como “[…] la ciencia que trata la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal.” Fundado a mediados del siglo XIX, tuvo gran arraigo entre intelectuales europeos que la divulgaron, pese a las restricciones religiosas imperantes, no sólo en el Viejo Continente, sino también en América.

En Puerto Rico, ha tenido múltiples adeptos, sobre todo en las clases populares, aunque no han faltado figuras prominentes entre las que sobresalen, entre otros, Rosendo Matienzo Cintrón, Manuel Corchado Juarbe, Luisa Capetillo, José Elías Levis, Federico Degetau, Ana Roqué de Duprey y José Agustín Aponte. No pretendo trazar la trayectoria histórica de esta corriente filosófico-religiosa, sino resaltar sus principios para entender el pensamiento religioso de Tapia. Me parece que Néstor A. Rodríguez Escudero recoge muy bien, en nueve puntos, los principios fundamentales del espiritismo: “[1] Dios es una inteligencia superior, infinita e indefinible. [2] El alma es inmortal. [3] El espíritu es proyección de Dios [4] El alma transmigra para evolucionar y algún día lograr la perfección. [5] El mal se paga mediante la pluralidad de vidas; el bien se premia facilitando el camino [6] Existen otros mundos habitados en el universo [7] Cristo es un espíritu de inmensa evolución, al que se respeta y venera. [8] El demonio no existe, tampoco el infierno [9] Hay que practicar el bien y el amor al prójimo.”231

229 Del 20 de junio de 1856 y el 30 de septiembre de 1856.

230 Roberto Ramos Perea. Tapia, el primer puertorriqueño (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2015) 188.

231 Néstor Rodríguez Escudero, op. cit., 6, 13, 18-19. Dichas ideas están tomadas del folleto ¿Qué es el espiritismo?, cuyo autor es el escritor y orador puertorriqueño Julio Machuca.

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Rodríguez Escudero entiende que Tapia conocía el espiritismo, lo cual queda plenamente atestiguado en la dos partes de Póstumo, pero piensa que no era creyente del mismo como lo fuera Corchado Juarbe, de lo contrario “[…] no hubiera bregado con estas ideas en el estilo y manera como con ellas trabajó en la confección de sus referidas novelas.”232 Por su parte, Marcelino Menéndez y Pelayo afirma que las transmigraciones en el relato de Tapia no eran meros recursos narrativos, sino que el novelista creía en ellas, pues “[…] tuvo dejos de místico y de iluminado, y aun barruntos de pitagórico y espiritista.”233 García Díaz, a su vez, está convencido de que nuestro escritor era fiel creyente de estas ideas esotéricas. Advierte: “¿Trató Tapia de burlarse de las teorías espiritualistas? No, ya sabemos que gustaba de ellas y las respetaba. Su fina sensibilidad las comprendía y no permitía que fuesen manchadas por la ignorancia y la superstición. No queriendo hacer una defensa abierta de teorías que consideraba demasiado adelantadas para su época y país, utilizó la forma de la novela satírica para criticar a aquéllos que las mal interpretaban (sic)”.234 Sin embargo, ni Menéndez y Pelayo ni García Díaz presentan datos objetivos para sustentar su punto de vista. Asimismo, Francisco Manrique Cabrera tiene sus dudas sobre el particular, pero se inclina más a considerar que el novelista no profesaba esta corriente de pensamiento religioso: “Creyera Tapia o no en esa concepción oriental del trasmundo y a veces sus últimas novelas en ciertos momentos nos dejan dudando que así fuera [...]”235

No puedo afirmar que Tapia fuera un espiritista práctico, o sea que participara de sesiones o algo por el estilo, pero sí está claro que tenía ideas muy afines con los principios fundamentales del espiritismo. En Póstumo demuestra que lo conoce, pero no necesariamente que comulgue con dichos principios. Las ideas religiosas debemos analizarlas en otras obras suyas, no en esta novela. En sus Memorias, por ejemplo, apreciamos la visión romántica de la religiosidad del autor, cuando comenta sobre la Semana Santa y las Navidades, ya que mira estas festividades con ojos de “filósofo racionalista”, a través de lecturas de románticos europeos. Por tal razón denomina la Semana Santa “[...] sin prejuicio de aquel adjetivo [santa], Semana poética.”236

Según explica Cruz Monclova: “Algunos periódicos daban cabida en sus columnas a artículos sueltos de propaganda espiritista, como La Azucena, publicada en San Juan por Don Alejandro Tapia y Rivera […]”237 En sus célebres Conferencias sobre estética y

232 Néstor Rodríguez Escudero, op. cit., 243-244.

233 Marcelino Menéndez y Pelayo. Historia de la poesía Hispano-Americana I (Aldus: Santander, 1948) 339.

234 Manuel García Díaz, op. cit., 124.

235 Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña (Editorial Cultural: Río Piedras, 1965) 114-115.

236 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, 48-56.

237 Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico II, segunda parte (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1959) 856.

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literatura, puntualiza más su pensamiento religioso, pero sin lugar a dudas en La Sataniada recoge en forma más coherente y completa su credo religioso.

Tapia tiene unos principios cristianos, pero no aparece identificado con una iglesia, aunque influya en él, por tradición, el catolicismo, al que critica, debido a determinadas actitudes de la jerarquía y la posición oficialista gubernamental de ésta, no por sus sacerdotes ni sus fieles.238 Para don Cesáreo: “Tanto en religión como en política, Alejandro Tapia y Rivera fue un libre pensador frente a la iglesia y un liberal reformista dentro de las ideas políticas de su época.”239 A lo cual añade José Luis Martín: “Este subtema anticlericalista indudablemente atraerá disputas por parte de toda filosofía exageradamente ortodoxa. La Sataniada es un poema de tendencia anticlerical, pero no anti-religiosa […]”240

Considera Tapia que al cristianismo lo han desvirtuado: “Si Satán falsificó el cristianismo, sabemos hoy que el verdadero Cristo no está muerto, sino encerrado, y que algún día quebrará sus prisiones para siempre, cuando la humanidad que lo personifica, sea digna de ver glorificados sus sacrificios.”241 Constantemente La Sataniada hace alusión a un Cristo encadenado y en prisión para dramatizar la falsificación de sus enseñanzas y su doctrina. El demonio:

A la reja llegó del calabozo, y al Cristo encadenado vio con gozo. (Canto séptimo: L)

Si conviene a Satán, Jesús exista; Mas, prisionero con cadena dura. (Canto duodécimo: XXIX)242

Y ante el asombro de Crisófilo, porque encontró un crucifijo de madera presidiendo la alcoba del demonio, exclama:

Dije yo para mí: “¿Dos redentores? Si el demonio la da de buen cristiano, hay dos Cristos o el Cristo es sueño vano.” (Canto séptimo: LI)

En el canto vigesimotercero: XXIII, deja ver cómo Lucifer se escondía tras el Cristo. Precisamente por esta falsificación a los principios evangélicos fustiga al cristianismo,

238

Entre otras, véase: Mis Memorias, 29, 33-34, 49-50, 56, 98.

239 Cesáreo Rosa-Nieves. “El Romanticismo en la literatura puertorriqueña (1843-1880)”, 21 Conferencias (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1960) 141.

240 José Luis Martín. Análisis estilístico de “La Sataniada” de Tapia (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1958) 63-68.

241 Ibid., 53. A continuación indica, además: “Esto es lo que he tratado de patentizar en mi poema La Sataniada.”

242 La idea del Cristo encadenado se repite en numerosos pasajes, entre otros, véase: Alejandro Tapia. La Sataniada (Editorial Edil: Río Piedras, 1975) 189-190, 312, 322. Esta es la edición que cito en el texto.

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como institución eclesiástica. Crisófilo aparece en casa de Fausto donde Don Satán pretende convertir en fariseo al doctor racionalista. Leamos el siguiente diálogo entre Crisófilo y el demonio en el que se afirma lo antes expuesto:

Y yo dije a Satán: -“Según se muestra, os place Racional filosofía menos que Religión, y en la palestra preferís la de Roma. ¿La herejía no os debe placer más?” –“Tu mente adiestra -repuso Lucifer-. Mi diabología fomenta en religión el Tartufismo para encubrir mejor el Satanismo.-

“Respeto, gran Señor, tan docta ciencia; mas dejar tanta Iglesia protestante y dar a la de Roma preferencia...”

Y el Diablo replicó: -“Por más brillante en culto y por política influencia y en ritos y prebendas abundante; si en todas caben falsos Cirineos, con mayor práctica, más fariseos.”

(Canto vigesimosexto: XXV, XXVI)

El Cristo que concibe Tapia está identificado con el Evangelio, se fundamenta en las bienaventuranzas y el amor al prójimo, tal como lo describe el personaje Eva. En su inigualable Sermón del Monte, que Ghandi consideró las más bellas palabras que se hayan pronunciado en el mundo, Jesús promulga sus bienaventuranzas para que las vivan, los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz y los perseguidos por causa de la justicia (Mateo 5, 1-12):

El Cristo es mi pendón; pero no el Cristo que inicuos siervos de Satán forjaron, y que alzado en altares habéis visto por los mismos que un tiempo maltrataron al Cristo, hijo de Dios, por quien existo. Cual Cristo son los que la muerte hallaron queriendo que verdad el Cristo sea, el Cristo es como Dios, de amor la idea. Cristo son los que sufren, los que lloran,

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y por su amor al bien son combatidos, lo son los que a Satán jamás adoran y son, por no adorarle, perseguidos; los que aman la verdad, y los que moran por no vender el alma, desvalidos; Cristo es la Humanidad cuando inocente padece cual si fuera delincuente.

(Canto decimocuarto: XXIV-XXV)

A Cristo lo identifica con las necesidades, las injusticias y el sufrimiento del ser humano, pues el cristianismo se fundamenta en el amor al prójimo (Mateo 22, 34-40):

Cristo es la Humanidad encadenada, Cristo es el ideal sobre la Tierra. Es él la Humanidad cuando azotada serena y firme a su verdugo aterra. Cristo es la Humanidad crucificada, es la tumba del mártir do se encierra

la libertad, que resucita un día y postra de Satán la tiranía.

(Canto decimocuarto: XXVI)

Tiene la esperanza de que un día el ser humano y el Cristo encadenado lograrán su liberación. Así como el Cristo resucitó, llegará el día en que la humanidad viva los principios evangélicos. Es oportuno señalar que el principio ético de los espiritistas es el amor al prójimo. Entre los puntos relevantes que he señalado, dentro de la creencia espírita, la mayoría de ellos los comparte con otras religiones. Sin embargo, hay tres aspectos claves que la distinguen de diferentes movimientos religiosos, particularmente del cristianismo en general, y me parece que son importantes para sostener nuestra tesis: la concepción filosófico-religiosa del espiritismo, la transmigración del alma según la actuación correcta o no del ser humano en la tierra y la inexistencia del demonio y el infierno.

Unión de ciencia y fe

Los espiritistas conciben sus creencias como una filosofía en la cual subsiste la fe.243 De hecho, ellos hablan de una “fe racional”. Para Tapia, la humanidad o el ser humano libra una batalla entre el bien y el mal, batalla que triunfará con la fe y la razón: “Sócrates y el

243 Allan Kardec señala que como ciencia investiga, analiza y experimenta; como filosofía plantea el anhelo de mejoramiento ético del individuo.

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Cristo, Atenas y Jerusalén los dos martirios, la luz y la cruz, la razón y la fe, la síntesis de la libertad y el amor [...]”244 También afirma que: “[...] la luz y la cruz, la ciencia y la religión, se funden para producir la transfusión del cielo en el Mundo, en la Humanidad.”245 Este pensamiento lo sintetiza nuestro escritor cuando afirma que se considera “discípulo de la ciencia”.246

El ejército que combate al demonio y sus secuaces para liberar al Cristo encadenado, está comandado por Eva247 quien ciñe el casco de Minerva. Recordemos que en la mitología greco-romana era la diosa de la inteligencia, el arte y la ciencia. Con esto quiere destacar la importancia de la razón para llevar a la humanidad hacia la luz a fin de librarla del imperio satánico.248 El demonio se burla de la “fe racional” que propugnan las huestes libertadoras de la humanidad, por eso exclama:

¡La Fe con la Razón en armonía!

¡Fuera como fundir noche con día! (Canto vigesimoctavo: XXII)

244 La Sataniada, 8. 245 Ibid., 9. Sócrates y Jesús simbolizan la razón y la fe, lo cual se repite constante-mente (véase: 220221, 304-305), al punto de que:

La hueste de Leprópolis mandaba El Cristo con su cruz, y con la tea Sócrates la falange de la Idea. (Canto decimoctavo: VII)

246 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias sobre estética y literatura (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 42.

247

Precisamente el que sea Eva quien comande este ejército es una forma de reivindicación a la mujer, pues según la tradición judeo-cristiana, por la mujer vino el pecado al mundo. Ahora Tapia la presenta como libertadora; todo lo cual está acorde con las ideas feministas de este autor. De hecho, en varios pasajes de la obra afloran estas ideas. Por ejemplo, en una parte se identifica el satanismo con la opresión femenina. Dice Satán: Valiéndome con maña del recato impido a la mujer verdad y ciencia; con su ignorancia mi poder dilato desde la cuna al fin de la existencia. (Canto decimotercio: XXII)

En otra, Eva reafirma lo dicho por el demonio y, por tal razón, busca eliminar la división entre las personas por el género de las mismas. Advierte: Y yo os conduciré; que si el perverso, a fin de dividir la grey humana, hizo que el hombre a la mujer adverso dictase contra ella ley Tirana de servidumbre vil, por el que ejerzo entre vosotros como madre, hermana, soberano poder, juro guiaros, del satánico imperio libertaros. (Canto decimoquinto: XXIII)

248 La Sataniada, Canto decimoquinto: XXVII-XLII.

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Para Tapia, los tres elementos “ineludibles y constitutivos de la armonía del alma humana” son: la religión, la ciencia y el arte.249 De hecho, Beatriz encarna en el poema estos principios fundamentales para el ser humano:

[...] –“Soy Beatriz: la unión dichosa de la Fe con la Ciencia y la Poesía. Del alma soy la trinidad gloriosa, amor, luz y belleza en armonía, numen Celeste inspirador del Arte: tres entes en un ser, todo sin parte.”-

(Canto vigesimoprimero: VIII)

Por consiguiente, el poeta busca “[...] la iniciación de un período armónico de Fe, de Ciencia y de Belleza, en que la Fe se armoniza con la Tolerancia, la Ciencia con sus aplicaciones, y el Arte con la Filosofía.”250 No obstante, el demonio quiere desvincular la fe de la razón:

La Fe con la razón en paz no quiero: ambas discordes, a mi gusto impero.

(Canto vigesimoctavo: XXIV)

Y a continuación explica el porqué de su actitud:

A la Fe religiosa, al sentimiento, la Razón impidiera el fanatismo; sin la Fe, la Razón, el pensamiento camina a negación, a escepticismo. Yo gano de las dos en detrimento, Su consorcio matara mi diablismo. Si Fe y Razón se ven armonizadas, Adiós mi despotismo y mis tajadas.

(Canto vigesimoctavo: XXV)

Rodríguez Escudero insiste en destacar la importancia de la ciencia para las ideas espíritas, a fin de sustentar la “fe racional” de los creyentes. Expone: “Encontrará el investigador que en las religiones el adepto tiene que creer por fe. Mientras que en el Espiritismo encontrará que se le ofrece la evidencia directa de los postulados que defiende. Encontrará también que el verdadero espiritismo está sujeto a estudio, crítica y análisis

249 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias de estética y literatura, 34. Véase, además, las páginas 133, 186.

250 Ibid., 37.

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[...]”251 Julio Machuca, otro espiritista puertorriqueño, advierte sobre el particular y añade que existe una derivación ética de dichas creencias: “El espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones.”252

Transmigración de las almas

Una de las leyes fundamentales del espiritismo es la de la transmigración o reencarnación de las almas.253 A través de estas reencarnaciones el alma evoluciona, progresa o se purifica en vidas sucesivas hasta alcanzar ser un espíritu puro, como los ángeles, y finalmente vuelve a Dios. Todos los espíritus se perfeccionarán, “aunque con lentitud”.254 Sin embargo, los espíritus no pueden retroceder o “degenerar en su perfección”.255 Esto es una forma de superar las limitaciones humanas o imperfecciones. Explica Tapia: “El venga a nos tu reino queda cimentado para que a su vez la Humanidad, terminada su ley de evoluciones de perfección relativa, se torne al seno de lo absoluto, de donde salió como idea palingenésica, y a donde debe volver cumplidamente realizada” 256

Más adelante reafirma la realidad de dicha transmigración. Indica que cuando el ser humano despertó en la tierra debió parecerle un infierno: “[...] pues, aunque hubiese provenido aquél [el ser humano] de la selección, no sólo en su organismo, sino hasta en su alma, por una serie de transmigraciones, lo que por ser mediato o inmediato no prueba que no viniese de Dios, como todas las cosas [...]”257

Entre los postulados de Allan Kardec, se concibe a Dios como un ser inmanente En el Libro de los espíritus, explica: “Dios es eterno e inmutable, inmaterial y único, todopoderoso y soberanamente justo y bueno”. Asimismo, en dicha obra se refuta el panteísmo. Por eso en la primera de sus conferencias, Tapia concibe a Dios como un ente aparte del mundo: “Existiendo, pues, fuera de Dios y de nosotros, nuestro gran objetivo que es el mundo, claro está que en él deben encontrárselas fuentes de lo bello, reflejo de lo divino [...]”258

251 Néstor Rodríguez Escudero, op. cit., 3.

252 Citado por Rodríguez Escudero. Ibid., 13.

253 Creen que el espíritu asume una personalidad distinta en cada encarnación y como el alma es asexual en cada una de ellas puede ser de cualquier sexo. El aprovechar o no para mejorarse dependerá de la libertad de cada cual, pero a medida que el alma evoluciona hará mejor uso de su libre albedrío. Se reencarna tantas veces como el espíritu lo necesite. Para ellos, esto explica mejor la justicia divina.

254 Libro de los espíritus, Cap. I, X, 116

255 Ibid., Cap. I, X, 118.

256 La Sataniada, 9.

257 Ibid., 13.

258 Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias sobre estética y literatura, 31.

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Cuando explica la literatura y la concepción religiosa de la India, según se desprende de los poemas, el Ramayana y el Mahabarata, Tapia establece una distinción entre la metempsícosis, tal como la conciben los indios, según la cual, al reencarnar el alma, puede adelantar o atrasarse espiritualmente, contrario a como lo percibe el espiritismo, que la reencarnación siempre es progresiva. Hay que fijarse en la entrelínea y los conceptos que la destacan, por esa razón los acentúo: “[...] la transmigración desordenada o caprichosa y grosera, muy distante de la racionalidad de la espiritualidad armónicamente progresiva que podría concebirse en estos tiempos: un estado social compuesto de divisiones fatales e injustas, y la inmovilidad que es consiguiente; máxime si aquel reconoce por base el poder sacerdotal que pretende ser inmutable; es lo que pone de manifiesto aquellos poemas”.259

Obsérvese que califica la transmigración anímica india como desordenada, caprichosa y grosera, porque se basa en un progreso que puede interrumpirse al retroceder espiritualmente, lo cual lleva a un constante adelanto y atraso; además, de estar fundamentada, dicha sociedad, en castas, a las que llama “fatales e injustas”. En contraposición, considera más racional la forma “progresiva” en la que las almas se van purificando paulatinamente, en una constante perfección, que es la idea espírita.260 Recurre, también, con cierta ironía, a la reencarnación para expresar la situación social puertorriqueña de entonces, a la vez que muestra cierta insatisfacción existencial por su nacimiento. Comenta:

Por lo pronto, ni sé ni he logrado saber nunca de dónde vengo. Si he vivido en otro u otros mundos, bebí sin duda las aguas del Leteo, puesto que nada hago memoria.

Los espiritistas dicen que ellos son los únicos que pueden dar en este punto razón satisfactoria [el venir al mundo]; puesto que se explica la venida a este mundo como un bien u ocasión de perfeccionarse que se ofrece a un espíritu.

En cuanto a mí, quizás nada diría sobre esta materia, si ya que no se me consultó, se me hubiera escogido mejor lote para sobrellevar esta peregrinación o encarnadura.

Por ejemplo, ya que vine a este mísero planeta; en vez de haber ido a otro superior, o menos esclavo de las necesidades materiales, hubiera preferido nacer en un país con menos contras que éste [...]261

Estas palabras, si bien no constituyen una profesión de fe en la transmigración anímica, tampoco la niegan. Manifiestan un anhelo de mejoramiento en todos los órdenes, según entienden los espiritistas. Manuel García Díaz señala que las preocupaciones

259 Ibid., 256.

260 Libro de los espíritus, Cap. XI, III, 611-613.

261 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, 15.

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tapianas, tanto filosóficas como espirituales, aparecen en la novela A orillas del Rhin:262 “Son las teorías espiritualistas que surgieron del concepto cósmico del siglo XVIII y que estuvieron tan en boga en el siglo XIX. Espiritualismo y no espiritismo.”263 Estas ideas quedan muy bien expresadas en el diálogo entre Miguel Y Teresa. Ésta le dice:

La perspectiva de la muerte sería horrible sin la esperanza de renacer; y la vida, sin otra posterior, sería una burla cruel, indigna del más justo de los seres. Por eso creo que la vida es lo permanente, y que el morir no es otra cosa que una leve interrupción, o mejor dicho, una ilusión como la que nos lleva a creer que ese sol muere, cuando lo que hace es ausentarse de nosotros por algunas horas.” Miguel le responde: “Así lo creo; en cuyo caso la muerte no viene a ser para el hombre sino un punto de reposo o de examen de conciencia, quizá ocasión de premio o castigo. ¡Oh! Es muy dulce imaginar que el ser es lo natural, y aunque el no ser le sea idéntico la vida es lo permanente, lo universal, lo positivo y lo absoluto.264

Hasta aquí apreciamos el concepto espiritualista que le atribuye García Díaz a esta novela, que él niega sea espiritismo. Sin embargo, los siguientes parlamentos se avienen muy bien a la idea de Allan Kardec, en El libro de los espíritus, sobre la reencarnación ad infinitum hasta que las almas de las personas muertas, sin haber llegado al estado de perfección, se posesionen de nuevos cuerpos humanos hasta que el espíritu llegue a la perfección y a la dicha suprema, a “ser espíritu puro”.

Advierte Teresa: “Me parece que ciertas almas ganan con semejante interrupción, porque dejando en este mundo lo que éste las ha prestado temporalmente, se llevan lo que se ha identificado con ellas, para sobrevivir con su inmortal esencia, personificadas con la misma. Yo casi me atrevería a asegurar que he vivido antes, y que mi alma conserva recuerdos de la vida anterior, como habré de conservarlos de ésta en otra futura.” A lo cual responde Miguel: “Yo diré más: creo que la he conocido a Ud. En otra parte, en otra existencia. ¿Cómo, si no, explicarme lo que siento al ver a Ud. lo que sentí al verla por primera vez?”265

262

Esta novela está inspirada en el vals para piano, Op. 83, “A orillas del Rhin pienso en ti”, escrito en 1869 por Béla Kéler (1820-1882). En La Azucena del 15 de noviembre de 1874, Julia le escribe a Graciela: “A propósito de La Azucena! ¿Te gusta la novela que allí se publica bajo el título A orillas del Rhin? No es ciertamente un mito el Wals (sic) que figura en la dicha novela, puesto que le he comprado en la Librería de González, en donde se vende, para piano, á (sic) 25 centavos [la] copia.” También en su novela Enardo y Rosael aparecen conceptos espiritistas, como la transmigración.

263 “Prólogo”, La palma del cacique y poesías, La leyenda de los veinte años y A orillas del Rhin (Editorial Orión: México, D.F., 1963) 19-20.

264 Alejandro Tapia y Rivera. La palma del cacique y poesías…, op cit., 214-215. 265 Ibid., 215.

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Hasta aquí se puede interpretar que son dos personajes que sólo brindan su punto de vista. Pero más adelante la voz narradora expone: “Nosotros, a fuer de filósofos que pretendemos ser añadiremos a los asertos anteriores, que la perfección relativa de aquel ser estaba cumplida aquí y que Dios, por la ley de su lógica, se la llevó en busca de otra armonía superior y más perfecta.266

El demonio y el infierno

La doctrina espírita no cree que el demonio ni el infierno existan, así lo expresa su fundador en El libro de los espíritus (Cap. IV, IX, 1011-1011ª; Cap. I, XI, 131). El mal es producto de los espíritus ignorantes.267 Aunque en La Sataniada se haga referencia a ellos, simbolizan más bien la existencia del mal. Según Tapia, el infierno que recorre Crisófilo no es el teológico de Dante, sino un infierno filosófico: “[...] infierno inmaterial que vive en la humanidad de todos los tiempos, porque ésta lo lleva en su espíritu colectivo, como el individuo dentro de sí propio, en forma de lucha y sufrimiento de ideas y de pasiones [...]”268 Tapia supone el infierno, no lo presenta como una realidad.

El demonio, por su parte, resulta más bien un personaje literario ideal que se presta para su elaboración. Explica: “Ahora bien: que Satán cayera del cielo como dice el cristianismo, o que sea una creación mítica de la Humanidad, de todos modos cayó [...]”269 Por tal razón, afirma que el protagonista de su obra es Satán, “[...] y el poema no es otra cosa que una de las mencionadas evoluciones del Satanismo. Terminada ésta concluye el otro, no sin dejar entrever que las dichas evoluciones habrán de reproducirse hasta que el mundo logre sustraerse de semejante dominio.”270

Para rebatir el concepto clásico de que lo bueno se identifica con la belleza, y explicar que el arte no está reñido con la moral, Tapia recurre al demonio para así destacar la importancia que tiene la caracterización en la literatura. Explica: “Pero para probarnos, en fin, que la Belleza Moral, esto es: La conformidad del objeto con las leyes del Bien, o sea lo Bueno, no es siempre la belleza del Arte, ni que ésta deja de ser substantiva y completa por no ser aquélla, os preguntaré, si Satán, que es la perfección, el Ideal de lo Malo, porque es la significación absoluta de este principio, no es acaso la figura más artística de la

266

267

Ibid., 235.

Ellos afirman la existencia de tres tipos de espíritus o almas: de luz o puros, buenos e imperfectos o ignorantes. Los dos primeros contribuyen al desarrollo personal porque se orientan a hacer el bien. Por el contrario, los imperfectos, debido a su influencia negativa, prefieren hacer el mal.

268

La Sataniada, 13. De hecho, Tapia explica lo siguiente en la página 7: “Crisófilo no nos lleva al Infierno, sino que percibe el infierno en el mundo, o funde ambas cosas, dentro y fuera de lo infinito, prescindiendo de lugares y cronologías: fusión de lo temporal y de lo eterno […]”

269 Ibid., 12.

270 Ibid., 18-19.

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Creación, tal como nos lo pinta Milton en su Paraíso Perdido para el hombre, y que yo llamaría ganado para el Arte” . 271

Según él, en el mundo existe una constante lucha entre el bien y el mal. En estos momentos triunfa el mal, pero llegará el día en que será vencido por el bien. “Mientras tanto, éste [el demonio] falsea la obra de Dios, triunfa y gobierna el mundo [...] hasta que el género humano llegue a ser libre en el sentido de la razón y cristiano en el de la sensibilidad [...]”272 No debe extrañarnos esta visión, pues es muy común en la literatura. Recordemos que, por ejemplo, no empece el ateísmo que propugna Sartre en su extenso ensayo L’être et le néant, cuya tesis reside en que Dios representa una proyección de lo que el hombre ansía ser, en su obra teatral Huis-clos los personajes están en el infierno, pero no es un infierno teológico sino sicológico o social. Debo confesar que también existe la posibilidad de que las ideas de Tapia sean producto de sus lecturas, ya que fue un lector voraz.273

Conclusión

El escritor asume determinada actitud frente a las circunstancias que le han tocado vivir. Cuando su entorno lo percibe impropio, se rebela conmocionado por la realidad que palpa. El artista, por consiguiente, plasma en su obra esa inconformidad y deja testimonio de su visión del mundo, en la cual puede jugar un importante papel su pensamiento religioso. Tapia fue educado bajo el catolicismo y éste tuvo gran efecto en su vida, pero se modificó no sólo por sus múltiples lecturas, sino por la oficialidad religiosa de la Iglesia y las actitudes de algunos jerarcas. De hecho, en La Sataniada critica tanto al poder gubernamental como al eclesiástico, a la censura gubernamental y a la eclesiástica.

No puedo presentar un documento que determine la completa adhesión de Tapia a las ideas espiritistas, pero sí puedo afirmar que su pensamiento religioso tiene importantes puntos afines con esta corriente filosófico-religiosa. Póstumo no rebate la idea de un Tapia espiritista ni la de un Tapia que escriba una diatriba contra el espiritismo, porque ésta no es una novela religiosa, como ya se ha indicado, sino de crítica a los problemas sociopolíticos del Puerto Rico de su tiempo. Sin embargo, otros textos de este importante escritor puertorriqueño nos arrojan luz sobre el particular, según he demostrado. Sin duda alguna, aún quedan elementos dispersos sobre el pensamiento religioso de Tapia que sería bueno indagar más.

271Alejandro Tapia y Rivera. Conferencias sobre estética y literatura, 74.

272 La Sataniada, 8.

273 Véase sobre el particular: Mis Memorias, 13, 28, 49, 52, 54, 57-59, 60, 80, 82-83, 106, 115, 152-153, 168.

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Actas del primer Congreso de Lengua y Literatura Manuel Álvarez Nazario (Centro de Publicaciones Académicas UPR-RUM: Mayagüez, 2007).

ENARDO Y ROSAEL O UN ELOGIO AL AMOR Y LA BELLEZA

Todo es ahora bello, todo es grande y feliz en este planeta en que sólo yo no lo soy, porque no encuentra mi alma lo que busca: todo es bello, todo es grande y feliz en este mundo; pero el amor, mi amor, ¡mi Helena!

Enardo

En el relato Enardo y Rosael o el amor a través de los siglos, Tapia manifiesta un elogioso canto al amor y la belleza mediante la relación que se da entre estos dos personajes. Resulta muy lamentable el poco interés crítico que ha suscitado esta breve obra, a mi entender, de importancia ideológica y crítica. No debe extrañarnos la apasionada vivencia del amor en ambas figuras del relato, si tenemos en cuenta que nuestro autor suele plasmar en algunos personajes su vida personal. Esta obra se escribe escasamente a tres años de haberse casado con su eterno amor, Rosario Díaz Espiau. Por esa razón, Roberto Ramos-Perea afirma que “Enardo y Rosael son Alejandro y Rosario”. Entiende el crítico que el relato constituye “una metaforización” de la vida de Tapia con su esposa. Explica este destacado dramaturgo:

Al parecer esta alegoría los perseguirá por mucho tiempo, porque será el eterno conflicto de ambos como pareja. Por un lado, Alejandro como poeta tentándose continuamente al riesgo, a la herejía y al misterio, mientras, por otro lado, Rosario como estricta católica, buscando sentir el orden divino de las cosas.”274

La narración se estructura en tres partes: Una introducción (parágrafo I)275 que nos recuerda los dos primeros capítulos del libro de Job, cuando Satán se presenta ante Yahvhé, luego de su recorrido por el mundo, y le pide permiso para tentar a Job, ese hombre temeroso de Dios. De igual forma, Rosael se presenta ante el Omnipotente y le pide autorización para ir a la tierra a salvar al efebo Enardo, porque “Luzbel en humana forma y

274 Roberto Ramos Perea. Tapia, el primer puertorriqueño. Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882) (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2015) 445.

275 Citaré por esta edición: Alejandro Tapia y Rivera. Ebardo y Rosael. Vida del pintor puertorriqueño José Campeche. Noticia histórica de Ramón Power (Editorial Edil, Inc.: Río Piedras, 1975). Indicaré el parágrafo o capítulo y cuando sea necesario la página en el texto.

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con hechiceras seducciones, quiere hundirle”, por eso le suplica: “dejadme ir a salvároslo” (I).

El desarrollo abarca tres épocas y lugares diferentes: la Grecia clásica (II-IV), la Edad Media “no ya [en] Grecia sino en Occidente” (V-IX) y el presente, o sea, el siglo XIX (X-XIV). Finaliza con el triunfo del amor al lograr la redención de los amantes (XV), tema eminentemente del Romanticismo que nos recuerda el Fausto y el Don Juan Tenorio Resulta muy significativo que la voz relatora suponga un desenlace, por eso escribe: “No sabemos”, “Quizá”, “si fue así”, “podrá”, con lo cual deja un final abierto a la imaginación del lector.

En cierta medida, este relato se sitúa entre La Sataniada y Póstumo, no porque fuera escrito cronológicamente entre ambas obras, sino por el contenido y el tono. Del poema presenta la existencia de Luzbel, quien no actúa directamente, sino a través de Júpiter y de Venus. En el parágrafo V se queja Júpiter: “[…] gozábame en ser dios de la Tierra; pero el Hombre de dolores rompió en la cruz las cadenas con que yo sujetaba a la humanidad bajo la forma de Prometheo, y todo terminó para mí”.276 Asimismo, este dios se lamenta de la encarnación del Verbo: “Desde que vino en mala hora el Hombre de la Cruz, el mundo huyó de mí, y el Olimpo no puede estar más triste”.

Cuando Rosael está en un convento a punto de pronunciar sus votos religiosos, la voz relatora explica: “Creemos que ésta [Rosael] (bajo la influencia de Venus, que era allí una de los tres enemigos del alma)277 acabó por abandonarse a los impulsos de su corazón” (VIII). Y más adelante: “Así como antes Venus se encarnaba cual diablo tentador en Rosael, ésta se encarnaba ahora como ángel en Venus celificándola” (XIV).

Tiene lo lúdico de Póstumo, ya que, en determinados momentos apreciamos una especie de humor o juego novelesco. Por ejemplo, en el parágrafo XI, Júpiter, en figura de Apolo, y Venus se encuentran atrapados en sendas estatuas erigidas para honrarlos. Le dice aquél a la diosa: “Los aires que corren en estos malditos tiempos, petrifican al más pintado, y el que a estatua se mete, se queda estatua.”278 El dios Tonante, dolido, se lamenta con su hija: “¡Verme yo aquí! ¡Si supieses cómo! No soy Apolo, sino Júpiter petrificado bajo su forma, y si hablo de las mujeres de este siglo, es porque caras me cuestan mis femeniles aficiones”. Y termina consolándose: “Resignémonos, hija mía, ya que no me es dado disponer de mis antiguos rayos”. Venus, por su parte, se siente complacida de estar en la escultura: “[…] me place [que] me admiren y contemplen, híceme petrificar en este trozo de

276 Recuérdese la constante alusión al Cristo encadenado en La Sataniada.

277 Recordemos que los tres enemigos del alma, según el catecismo, son: mundo, demonio y carne. Por consiguiente, Venus hacía allí la función del demonio.

278 Juega aquí con el dicho puertorriqueño: “El que a mono se mete, mono se queda”.

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Carrara. Conozco también, como te dije del mío, los achaques de tu sexo. ¡Y cuántos, para mi gozo, so pretexto del arte, no habrán de deleitarse contemplando mis formas!”

San Pedro en su Segunda Carta (2, 4) habla del pecado de los ángeles, pero san Juan en el Apocalipsis (12, 7-12) es más explícito cuando narra la batalla que sostuvo el arcángel san Miguel y sus legiones angelicales contra Satanás y sus secuaces.279 Los exégetas entienden que los ángeles no gozaban aún de la visión de Dios “cara a cara”. Esta dicha tenían que merecerla por un acto de libre obediencia. No se sabe a ciencia cierta cuál fue la prueba, lo cierto es que el principal móvil de su pecado fue el orgullo. Se cree que Dios reveló a los ángeles la futura encarnación del Verbo y exigió a éstos que lo adorasen (cf Hebreos 1, 6). Entonces estalló la rebelión debido a la soberbia angelical. La Iglesia considera la soberbia entre los pecados capitales y san Agustín, en uno de sus sermones,280 la identifica con el pecado: “¿Cuál es el inicio del pecado? Preguntemos a la escritura ‘El principio de todo pecado, dijo, es la soberbia’ (Eclesiástico 10, 13,15); y si la soberbia es el principio del pecado, la soberbia es la puerta del infierno.”

Tapia conocía todo esto, porque alude a dicha creencia cuando Rosael le indica al Omnipotente: “Anunciado está que os haréis carne para librar de Luzbel al hombre […]” (I). De esta forma inicia el relato: “Luzbel cayó por el pecado de la soberbia. Su caída nos dice que ni los ángeles están exentos de flaquezas semejantes a las humanas” (I) y a continuación novela la rebeldía angelical.281 En La Sataniada ya había descrito este hecho:

[…] La soberbia asaltó su pensamiento, niega el poder que a definir no alcanza, y se dijo: soy Dios. -Con vista plena su obra examinó, creyóla buena.

Mas creyendo vencer, quedó vencido por las siempre infecundas negaciones. El ángel en Satán fue convertido

279 La Biblia no ofrece muchos detalles sobre la rebelión de los ángeles. Según la opinión más común entre los Padres de la Iglesia, Luzbel era el mejor o uno de los mejores ángeles y los superaba a todos “como el lucero supera a las demás estrellas en claridad”. Antes de admitirlos a la plena visión beatífica de Dios, los sometió a una prueba. Se desconoce dicha prueba, la teoría más aceptada es que les revela la encarnación del Hijo y les hace saber que al Dios hecho hombre debían adorarlo. Luzbel, ofuscado por la soberbia, no aceptó el mandato divino y se convirtió así en adversario de Dios. En hebreo, śāţān significa “adversario”. San Juan Damasceno en De fide ortodoxa explica que: “No hay arrepentimiento para ellos [los ángeles] después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte.” El Catecismo de la Iglesia Católica (391-392) habla sobre la caída de los ángeles.

280 En la colección de sus sermones, el número 346B. En otro sermón titulado “El Sermón del Monte” vuelve a insistir en esta misma idea: “En efecto, el principio de la sabiduría es el temor del Señor (Eclesiástico 1:16; Salmo 111: 10), puesto que, por el contrario, está escrito que el principio de todo pecado es la soberbia (Eclesiástico 10: 13, 15)”.

281 El Libro de Henoc (VI-VIII), uno de los apócrifos del Antiguo Testamento, indica que el pecado de ellos se debió a la unión carnal de los ángeles con las “hijas bellas y bonitas que nacieron en aquellos días. De su unión nacieron los nefilim o gigantes.”

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la soberbia ejerciendo altas funciones en su mente servil. Y enardecido, arcángel y Satán en sus acciones, desde entonces a combate encarnizado con el mundo moral fue condenado (Canto 7º, XXVIII-XXIX).

Advierte Tapia que la soberbia del ángel caído se debía a la envidia por la belleza de Rosael que era “[…] uno de los ángeles más bellos del Edén divino” (I). Explica: “Cuando Luzbel se rebeló creyéndose el más hermoso, el Señor le presentó a Rosael para mostrarle, que quien podía envidiar no tenía razón en ser soberbio.” Más adelante señala: “Y cuando el arcángel Miguel venció a Satán en una de sus intentonas contra el Cielo, Satán creyó, deslumbrado, que Miguel era Rosael” (III). Concluye Tapia: […] los ángeles, a excepción de Satán, no son envidiosos, y acostumbrados a la belleza, la aman y la aplauden […]” (IV).

Este sencillo relato fue calificado por Cesáreo Rosa-Nieves como “novela simbólica”, porque en ella se mezclan elementos bíblicos y teológicos cristianos con la mitología grecoromana.282 Francisco Manrique Cabrera, a su vez, afirma que en los personajes “[…] asoma una tendencia de espiritualidad depurada […] al extremo que sus idilios casi son puros sueños.”283 Y tiene razón, pues hasta el texto señala que Rosael era “una ilusión irrealizable” (XIII). Lo que persigue el relato es resaltar la importancia del amor en la vida humana y enaltecer la perennidad del mismo. Para la voz narradora, los ángeles, como los seres humanos, son “inteligentes y libres”,284 lo cual es fundamental para poder amar, porque no existe amor donde no existe libertad. Apreciamos un estrecho simbolismo o correspondencia entre el cielo y la tierra. Ya no es el infierno-mundo de La Sataniada, porque en la relación cielo-tierra encontramos el amor. Recordemos que Dante, en su Comedia, cuando presenta el noveno círculo del infierno, donde reside el demonio, está pavimentado con durísimo hielo, pues allí se carece de amor. Por eso en la novela se plantea la “celificación” del amor en la tierra, en la simbólica celificación de la estatua de Venus.

Nuestro autor presenta los celos como el infierno del amor: “Los celos amorosos nacen, de que por ser todo tan frágil en la Tierra, casi no es natural vivir sin desconfianza, [ya que] los celos suelen ver por donde quiera el ángel malo” (II). Sin embargo, “Enardo halló para el infierno del amor terrestre una ráfaga del cielo” (III). Se acentúa la importancia del amor en la vida del ser humano a través de este personaje:

282 Cesáreo Rosa-Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 399.

283 Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña (Editorial Cultural: Río Piedras, 1965) 114.

284 Esto lo indica santo Tomás de Aquino en la primera parte de la Summa theologica

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He oído decir que el amor es el rey del Universo, que bajó del Olimpo, pero si los seres irracionales sienten el amor como el instinto que les impide parecer, en el hombre, más que instinto es condición estética que embellece su vivir. El poeta, el artista sin amor, serían como la Lira sin sonido y el Mármol sin la forma. La Lira suena por amor, y por él se anima el Mármol. El hombre es el único ser poeta y artista, porque es el único que ama […] (IV).

Enardo es discípulo de Sócrates y de Homero, pero ni la filosofía ni el arte le satisfacen (I), porque busca la belleza paradigmática, debido a lo cual siempre soñaba con Helena, quien simboliza el ideal de la belleza femenina. Cuando ve a Rosael, considera que es Helena y como “el alma no tiene sexo” (XI)285, el ángel Rosael tiene la figura de una mujer más bella aún que Venus. Para entender la grandeza del amor, el Omnipotente le dice a este bello ángel: “El Luzbel de la soberbia quiso dominar el Cielo y no volverá a él; tú, el Luzbel del amor terrestre, no dejarás la Tierra, sino cuando el amor sea digno del Cielo” (I), idea que también reiterará al final del relato (XIV). Se entenderá, entonces, el sentido de celificar el amor, ya que “Acaso hallaba que el amor en la Tierra se parece a la felicidad del cielo […]” (IV)286. Asimismo, “[…] el Paraíso del Amor es un Paraíso Terrenal” (III). El amor entre el cielo y la tierra, por consiguiente, persiste a través de los siglos, lo cual es la tesis del relato. Explica Rosael: “Enardo, jamás pudiste dudar de este amor que ha sobrevivido tantas veces; pues bien dejaría de amarte si olvidara mi misión sobre la tierra. Desdichado el amor que reniega de su origen. Bastante nos alejamos antes del cielo, y por eso vagamos aún en el mundo, región de sufrimientos” (XIII). Ya en La Sataniada, Tapia había planteado que la tierra es el infierno (Canto IV, 20) y que la vida es una expiación (Canto I, 36).

Nuestro autor no establece un canon ni una filosofía de la belleza, sino que la representa mediante el amor de estos amantes, al punto de que Venus, la diosa emblemática de la misma, celosa de la hermosura de Rosael, ajusta cuenta con dichos amantes: “Entonces Venus resolvió vengarse por sí propia: de la aljaba de su hijo tomó un dardo, que emponzoñó cuanto pudo en el dulce veneno de sus ojos, y arrojólo hacia Rosael y Enardo, hiriendo a uno y a otro en el corazón” (III).

Josefina Rivera de Álvarez considera que esta obra “carece en general de fuerza creadora original y artística”.287 Debemos entender que la misma sustenta la tesis de la

285 Los Padres de la Iglesia han insistido en que los ángeles no tienen sexo por ser “criaturas puramente espirituales”. San Agustín en sus “Comentarios al Salmo 103” explica: “El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”. Según Allan Kardec, los espíritus carecen de sexo, por eso en las sucesivas reencarnaciones un mismo espíritu puede haberse encarnado bien en un hombre o en una mujer. Véase Libro de los espíritus, Libro 2º, capítulo IV, Núm. 200-202.

286 No se puede perder de vista que el Evangelista define a Dios como el Amor (1Juan 4, 8) y los teólogos definen el cielo como la eterna vivencia del amor.

287 Josefina Rivera de Álvarez. Diccionario de literatura puertorriqueña II-2 (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1974) 1493.

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fuerza del amor y la perennidad del mismo en el corazón humano. Insisto, no es un relato que desarrolle un tratado amoroso ni una filosofía sobre el amor y la libertad, sino una narración que desea demostrar cómo el amor a través de la historia de la humanidad es una fuerza creadora y de eminente valor existencial.

Esta novelita apareció en los primeros cuatro números de La Azucena el año 1874 (el 15 y 31 de agosto y el 15 y 30 de septiembre). Luego se publicó completa en su libro Misceláneas (1880). Analicemos la importancia ideológica que, a mi entender, tiene este breve relato. Desde el punto de vista estético, Tapia ya plantea la tríada hegeliana de la belleza, la bondad y la verdad. Tengamos en cuenta que Enardo era discípulo de Sócrates y Homero, o sea, de la belleza y del pensamiento, pues era “[…] un poeta que soñaba con la belleza” (II). En otras palabras, de “[…] la armonía de lo Ideal y lo Sensible, que es el ensueño del poeta” (pág. 13). Está planteando que, a través del arte, se supera el abismo existente entre la materia y las ideas, con lo cual se plasma el mundo conceptual del artista.

Atisbamos ya su concepción filosófica de la vida a través de la visión espírita propugnada por Allan Kardec. Dice Enardo: “[…] me encuentro vagando contigo de época en época, sin saber de dónde vine ni a dónde voy” (pág 33). Este vagar se sobreentiende que es de purificación: “[…] por eso vagamos aún en el Mundo, región de sufrimientos…” (pág. 35) 288 Más importante aún es el pensamiento de Rosael: “Comprendo, al cabo, que mi misión durará lo que el mundo: celificar en la Tierra el amor. Ahora comprendo las palabras del Supremo Padre: ‘Lucifer289 del amor terrestre, no dejarás la Tierra, cuando el amor sea digno del cielo’” (pág. 37). La tesis que se desprende es que el amor será digno del cielo cuando el alma haya vivido según el mismo. El relato plantea, pues, la reencarnación de las almas como una purificación, idea clave en el pensamiento espírita 290 No se debe pasar por alto que se escribe después del decreto de libertad de cultos del año 1869.291

Se ha hablado mucho sobre las ideas espiritistas de Tapia, negándolas unos y afirmándolas otros. En múltiples ocasiones conversé sobre el particular con mis siempre queridos y recordados maestros y amigos, don Manuel Álvarez Nazario y doña Josefina Rivera de Álvarez. Ellos consideraban, sin lugar a dudas, la filiación de Tapia a dichas ideas; yo sostenía que algunas de sus obras guardaban una estrecha relación con esta corriente de pensamiento, pero que esto era más de tipo conceptual que práctico. Para Ramos Perea, en esta novela Tapia profesa sus ideas espiritualistas:

288 El fin de la encarnación, según la doctrina espírita, es alcanzar la perfección y para lograrla se “deben sufrir todas las vicisitudes de la existencia corporal”. Libro de los espíritus, Libro 2º, Capítulo II, Núm. 132.

289 Llama Lucifer a Rosael porque es portador de la luz; quien, cual otro Prometeo, es portador del fuego o la luz del amor.

290 Véase El libro de los espíritus, Libro 2º, Capítulo II, Núm. 171.

291 La Constitución de 1869 dictaba la libertad de culto, lo cual fue ratificado por el artículo 13 de la Constitución de 1876. Sin embargo, hay que destacar que en gran medida fue letra muerta, porque los Gobernadores hacían cumplir lo que ellos querían.

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Lo que sí nos sorprende y es sin duda una evidencia para conocer al Alejandro espírita, es la reflexión seria, compleja y entramada del asunto de la trasmigración de las almas que en este texto adquiere dimensiones altamente poéticas. Si en Póstumo, como ya sabemos, la reencarnación es utilizada como mero recurso de estructuración normativa y ficcional, en Enardo y Rosael se da una discusión sobre bases filosóficas trascendentales, esenciales.292

Y concluye este estudioso tapiano que la novela evidencia: “[…] la filiación del autor [Tapia] como creyente en la reencarnación […]”293

La obra finaliza con la redención a través del amor, cuando el Cristo les dice a los amantes: “Venid, venid hacia mi cielo, porque habéis sufrido y amado mucho.” Esto es muy importante, porque dichas palabras son una paráfrasis de lo que Jesús le dijo al fariseo Simeón, cuando éste juzga al Maestro, porque una pecadora enjuga con sus lágrimas los pies de Cristo y los seca con sus cabellos y luego le perfuma su cabeza (cf Lucas 7, 36-50). El Señor le dice: “Le son perdonados sus muchos pecados porque ha amado mucho”. Esta es la mejor forma de concluir el relato, ya que esta sentencia encierra todo un himno a la grandeza del amor y la belleza del ser humano. El individuo queda transformado y, de la belleza física, se pasa a resaltar cómo el amor embellece el alma. Porque: “Aquello era más que la belleza antigua: era un espíritu, semejante al de una Teresa de Jesús, encarnada en la esposa del rey de Esparta” (XIV). Por esta razón, don Cesáreo considera que: “En la trabazón de la obra triunfa la creencia cristiana sobre el erotismo de Venus. La estatua helénica es celificada y queda salvado lo que no se debe perder por el pecado: el amor.”294

Esta pequeña novela, considerada como un texto sin mucha trascendencia en la extensa producción tapiana, nos permite apreciar no sólo el valor artístico del quehacer literario de Tapia y Rivera, sino atisbamos que ya están presentes su pensamiento estético y la filosofía de la vida que irá desarrollando a través de toda su obra.

Moca, Puerto Rico, noviembre de 2015

292

Roberto Ramos Perea, op. cit., 445-446.

293 Ibid., 447.

294 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 400.

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IDEOLOGÍA Y RECURSOS NOVELESCOS EN

PÓSTUMO EL TRANSMIGRADO DE TAPIA

Lo cómico en un objeto suele consistir en que se desvía de su ideal o en la exageración de algunas de sus proporciones respecto de las otras, o bien, de todas, respecto de lo que debieran ser.

A Roberto Aldarondo Badillo, hermano y entrañable amigo

Alfredo Collado Martell se quejaba en el año 1930 que la novela era “el género menos atendido y cultivado” en Puerto Rico, y entendía que, salvo la excepción de Zeno Gandía, la literatura puertorriqueña había estado huérfana de novelistas. Con estas palabras no sólo soslayaba a Tapia como narrador, sino que no lo considera como tal, pues entiende que “no alcanzó en sus ensayos el verdadero acento de la novela”.295 No es mi intención hablar de la narrativa de Tapia anterior a Póstumo, pero considero que las palabras de Collado resultan un juicio muy severo, sobre todo si nos atenemos al canon novelesco de principios de siglo.

Debemos ubicarnos en el momento histórico y literario en que el autor escribe para analizar su obra, y la novela es un género que requiere una novelística, como acertadamente lo ha explicado Alejo Carpentier,296 para que se produzcan textos sobresalientes. Antes de Tapia sólo teníamos novelas aisladas en la Isla, se carecía, por consiguiente, de una auténtica tradición novelesca. Él resulta ser un hacedor de caminos y con razón se ha dicho que es uno de los iniciadores de nuestra narrativa, porque debió desbrozar senderos hasta lograr una obra madura.

Deseo analizar cómo Póstumo constituye una de las mejores novelas del siglo XIX y que aún conserva su frescura, tanto por la vigencia de sus ideas como por los recursos

295 Alfredo Collado Martell. “Tapia, ¿novelista?”, Índice, Mensuario de Cultura (San Juan de Puerto Rico, 13 de febrero de 1930) 170. Lo subrayado es mío. Concluye su ensayo con la siguiente opinión: “Tapia, pues, no es un gran novelista; su esfuerzo no alcanzó a dominar el género difícil y complicadísimo de la novela, pero sí, consiguió elevarse considerablemente sobre los hombres de su tiempo.” Sin embargo, Carmen L. Torres-Robles entiende que “[…] con su novela Póstumo [Tapia] se adelanta a Manuel Zeno Gandía en el arte de novelar en Puerto Rico […]” “Hacia una revalorización de Póstumo el Transmigrado de Alejandro Tapia y Rivera”. Plural (enero-diciembre 1984) 101.

296 Dice este novelista y crítico cubano: “[…] un solo poema […] basta para dotar un país de una poesía propia; pero para que un país tenga novela, hay que asistir a la labor de varios novelistas, en distinto escalafón de edades, empeñados en una labor paralela, semejante o antagónica, con un esfuerzo continuado y una constante experimentación de la técnica.” Y más adelante: “[…] no basta una novela aislada, […] para constituir un movimiento novelístico, para crear una tradición de la novela […] Una tradición de la novela existe cuando, no lo olvidemos, cuando hay un movimiento de la novela, una escuela de la novela, una evolución de la novela.” Alejo Carpentier. Tientos y diferencias (ARCA: Montevideo, 1967) 10, 124.

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utilizados. A la luz de la nueva concepción de lo que es este género, apreciamos que en su técnica el autor juega con unos elementos muy utilizados en la moderna narrativa. Indirectamente Collado Martell reconoce en Póstumo un relato logrado al afirmar: “[...] cuando [Tapia] ensayó la ironía y la sátira [...] superó la novela.”297 La crítica, a su vez, admite que esta obra es la mejor novela del Padre de las Letras Puertorriqueñas.

La primera edición de Póstumo el Transmigrado se imprimió en Madrid en los talleres de Juan Aguado, el año 1872. Agotada ésta, diez años más tarde se publica de nuevo con la segunda parte, Póstumo envirginiado, cuando ya Tapia había fallecido. Don Eusebio Hernández inició una suscripción para costear los cuatro mil ejemplares de la tirada y regalársela a su viuda e hijos, la cual se edita en San Juan de Puerto Rico en el taller de González Font en diciembre de 1882.298

Ideología

La atención de gran parte de la crítica literaria al texto se ha centrado en que el autor se burla de las prácticas espiritistas.299 Esto ha dado pie a que se considere lo esencial de la obra, lo cual desvía la atención a la ideología que sustenta, al punto que Néstor Rodríguez Escudero, notable escritor aguadillano y fiel creyente de esta doctrina, entiende: “[…] que si Tapia hubiese sido un creyente como Corchado, no hubiera bregado con estas ideas [espiritistas] en el estilo y manera como con ellas trabajó en la confección de sus

297

Alfredo Collado Martell, op. cit., 170.

298 En una “Advertencia” al lector, explicaba el editor: “Pocos momentos antes de morir, trazaba Tapia los últimos renglones de esa Segunda parte de su obra, que proyectaba publicar completa, toda vez que la edición de la primera parte quedó agotada hace mucho tiempo. Manos bondadosas recogieron ese manuscrito, al que no había tenido tiempo de dar todavía la última corrección el autor […]”. Manuel García Díaz. Alejandro Tapia y Rivera, su vida y su obra (Editorial Coquí: San Juan, 1964) 38; Marcelino Menéndez y Pelayo. Historia de la poesía Hispano-Americana I (Aldus: Santander, 1948) 336-337, nota 1; Cesáreo Rosa Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 401.

299 Entre otros autores, opinan los siguientes: “Con gracia y humorismo oportuno se burla Tapia de las prácticas del espiritismo que a la sazón estaban de moda en Puerto Rico.” Elsa Castro Pérez. Tapia, señalador de caminos (Editorial Coquí: San Juan, 1964) 138; “[…] no es otra cosa sino la sátira sangrienta y a un tiempo bien intencionada contra ciertas prácticas del espiritismo, cuyas doctrinas se han interpretado de un modo especial en nuestra época, por las clases ignorantes.” Félix Matos Bernier. Isla de arte (Imprenta La Primavera: San Juan, 1907) 18; “[…] el autor con espíritu crítico trata de satirizar lo censurable en ciertas prácticas comunes en muchos supuestos espiritistas.” Carmen Gómez Tejera. La novela en Puerto Rico (Imprenta Venezuela: San Juan, 1947) 43; “[…] satiriza y se burla del espiritismo […]” Edna Coll. Índice informativo de la novela hispanoamericana: Las Antillas I (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1974) 152; “Las escenas en que se practica el espiritismo con sus engaños y falsedades, son severas críticas a los pseudo-espiritistas que desacreditaban las más puras teorías espiritualistas.” Manuel García Díaz. Alejandro Tapia y Rivera, su vida y su obra, 124; “El nudo de tensiones es aquí [en Póstumo] el espiritismo, es decir la falta de religiosidad. Satiriza las falsas creencias, la superchería [...]” Iris Zavala. “Puerto Rico siglo XIX: Literatura y sociedad”. Sin Nombre 8 (abril-junio 1977) 18-19.

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referidas novelas [las dos partes de Póstumo].”300 Pero una cuidadosa lectura a sus Conferencias y La Sataniada, nos dejan entrever que ciertamente creía en un tipo de espiritismo y así lo insinúa Menéndez y Pelayo: “Esto de las transmigraciones no era en Tapia mero recurso artístico [...] el poeta puertoriqueño (sic) no se redujo a satirizar sobre el idealismo filosófico, sino que tuvo dejos de místico y de iluminado, y aun barruntos de pitagórico y espiritista.”301 Sin embargo, el análisis adverso que plantea Tapia en el relato no va dirigido tanto a esta creencia religiosa cuanto a la sociedad de su tiempo.302

En esta narración, se formula uno de los juicios más severos al régimen de gobierno imperante en el Puerto Rico decimonónico. Como su autor había tenido problemas con las autoridades gubernamentales, principalmente con la censura, debió recurrir al subterfugio para realizar sus señalamientos políticos y sociales. No perdamos de vista que Tapia fue un liberal reformista, no un separatista, vivamente interesado en que se subsanasen los errores de la política insular.303 En sus Memorias, confiesa su adhesión política a España, lo cual no le impide criticar el régimen de gobierno imperante.304 Los Gobernadores y Capitanes Generales ejercían sus funciones con facultades omnímodas y muchos de ellos lo hicieron despóticamente, hasta en hechos tan baladíes como el prohibir usar bigotes a quienes no fueran militares. Tapia nos deja saber que en aquel tiempo:

Criticar o murmurar de las operaciones del Gobierno era la fórmula de acusación para recibir algunas pelucas [regaños] y amenazas. Éstas solían ser de prisión, de destierro, y no raras veces de fusilar. Frase esto de fusilar, que ha durado en boca de todos los mandarines coloniales y hasta Sanz, que con frecuencia las unía al insulto.305

300 Néstor A. Rodríguez Escudero. Historia del espiritismo en Puerto Rico (Imprenta San Rafael: Quebradillas, 1991) 244.

301 Marcelino Menéndez y Pelayo. Historia de la poesía Hispano-Americana, 339. Manuel García Díaz, a su vez, considera que Tapia es un creyente de esta corriente filosófico-religiosa: “¿Trató Tapia de burlarse de las teorías espiritualistas? No, ya sabemos que gustaba de ellas y las respetaba. Su fina sensibilidad las comprendía y no permitía que fuesen manchadas por la ignorancia y la superstición. No queriendo hacer una defensa abierta de teorías que consideraba demasiado adelantadas para su época y país, utilizó la forma de la novela satírica para criticar a aquéllos que las mal interpretaban.” Alejandro Tapia y Rivera, su vida y su obra, 124.

302 Una lectura atenta a Póstumo nos deja ver que a Tapia realmente no le interesaba tocar el aspecto religioso. Eso ya lo había hecho en La Sataniada, y como advierte Marta Aponte Alsina: “[...] aunque Póstumo transmigra, su historia dista de ser una defensa a la doctrina de la transmigración.” “Póstumo interrogado: relectura de Tapia”. Tapia ayer y hoy: Edición conmemorativa 1882-1982 (Universidad del Sagrado Corazón: Santurce, 1982) 45.

303 Nos explica Tapia: “El Reformismo fue providencial para Puerto Rico. Antes de él llegó a haber muchos que desesperados de obtener nada liberal de la Metrópoli, y cansados del vacío, que hacía en tono de toda aspiración de progreso moral y de derechos, el sistema colonial, soñaron con aquella solución […] Y más adelante: “El mal no estaba en el hombre [el Gobernador], sino en la serie de abusos inveterados, en vez de leyes, cuya responsabilidad recaía en el gran poder discrecional que aquéllas [las Facultades Omnímodas] le confiaban.” Mis Memorias (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 103, 133.

304 Véase, entre otros, Ibid., 92, 102-103, 122, 158, 173-174.

305 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 134.

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En Póstumo se realiza un fuerte ataque a los males del sistema, no a España, sino al mundo de la política, y el vehículo expresivo sirvió de disfraz a las ideas, pues como ya se ha visto, la mera crítica podía costarle muy caro a quien la hiciera. Pedreira explica que los escritores eludían la férrea censura mediante determinadas estratagemas para que no les confiscaran lo escrito, los multaran, los desterraran o los enviaran a la cárcel. En sus palabras, ellos debían: “Aguzar el ingenio, cultivar la perífrasis, usar el disimulo y la cautela, manejar el guiño y la reticencia, utilizar la alegoría, el disfraz, la entrelínea alusiva y todos los recursos que la habilidad exigía.”306 El propio Tapia advierte que la censura se burlaba a través de la ironía, recurso que él supo aprovechar con acierto en Póstumo. 307

No obstante, Carmen L. Torres-Robles sostiene que esta obra no es un texto comprometido con la realidad socio-política puertorriqueña, según los principios de Arnold Kettle, sino “[…] una novela filosófica que cae dentro de la vertiente cosmopolita de Tapia.”308 Pero si nos fijamos, algunos de los postulados de este teórico marxista resultan muy discutibles; y, sin lugar a dudas, la crítica social aparece muy claramente en la narración. Y como explica Marta Aponte: “[...] en Tapia predomina la dimensión críticosocial, aunque lo vierta en los moldes del realismo novelesco.”309 No perdamos de vista que la literatura antillana, especialmente la de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, se ha caracterizado por recoger las preocupaciones sociales y políticas de nuestros pueblos.

Casi al inicio de la novela, se describe una escena que resultará fundamental para la interpretación del texto. El guardián del cementerio, tras la fuga del cadáver-vivo de Póstumo, “[…] evocó el espíritu de un polizonte afamado en Madrid por el olfato de sabueso y la índole pesquisidora que le caracterizaban.”310 Éste apareció y recibe la encomienda de atrapar al muerto-vivo, pero el espíritu-policía se desilusiona ya que, en sus palabras: “Perseguir malhechores es empresa ruin; mi fuerte es la política; husmear motines y pillar sospechosos” (pág. 18).

Observemos que el espíritu-policía está más interesado en la política, lo cual es su especialidad, que en atrapar a Póstumo; pero se resigna y recurre a tres antiguos subalternos para que le ayuden en la encomienda. Entre ellos se entabla una discusión sobre la jurisdicción del caso: si le compete a la policía espiritual o a la terrenal, ya que ésta última, integrada por los viejos secuaces, está molesta por la forma en que el espíritu-

306

307

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Antonio S. Pedreira. El periodismo en Puerto Rico (Editorial Edil: Río Piedras, 1969) 187.

Alejandro Tapia, op. cit., 106-111.

Carmen L. Torres-Robles, op. cit., 106.

309

Marta Aponte Alsina, op. cit., 60. Véase también Ángel Rivera Torres. Las ideas sociales de Alejandro Tapia y Rivera en “Póstumo el Transmigrado” (Tesis inédita, Recinto Universitario de Mayagüez, 1987).

310

Alejandro Tapia y Rivera. Póstumo el Transmigrado. Historia de un hombre que resucitó en el cuerpo de su enemigo (Editorial Edil: Río Piedras, 1975) 17. En adelante citaré por esta edición en el texto.

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policía le demuestra los atropellos que cometen contra los ciudadanos. Es muy importante la advertencia que le hacen:

-Cuidado con murmurar de nuestras instituciones, 311 señor Lobizorro [así llaman al espíritu-policía]; que aun cuando haya sido usted mi jefe y tenga que respetarle, primero es mi deber. Está usted murmurando de nuestra conducta y atacando el sagrado principio de autoridad que represento. No puedo permitir esa crítica. Nosotros procedemos siempre con nuestras razones.

A lo cual replica el espíritu-policía: “Esas son precisamente a las que me refiero. Y ¿cómo harías para realizar en mí vuestras amenazas en caso de que mi crítica continuase?” (pág. 20). Tenemos, pues, a un polizonte-espíritu especializado en política que recurre a unos policías-rufianes para perseguir al “delincuente” Póstumo. Pero aquél se indispone con sus antiguos amigos porque murmura contra las instituciones, pero insiste en murmurar, porque ahora muerto no le podrán hacer nada. Este episodio es un signo de indicio de lo que sucederá en la novela: Se criticará el funcionamiento del gobierno. Una vez prenden a Póstumo, el espíritu-policía desaparece, pero ya el lector está advertido de lo que acontece en el relato.

Esta idea se refuerza más adelante, cuando Elisa comprende que es cierto que el espíritu de Póstumo ha encarnado en el cuerpo de Sisebuto “[…] cosa que no [le] extrañaba, pues, como espiritista, encontraba posible tales fenómenos; […]” (pág. 93). Y luego, en su diálogo con Perpetuo éste le indica: “Si es usted espiritista, convendrá en que la cosa es posible; por portentosa que parezca” (pág. 109). Si nos fijamos, el autor está ofreciendo al lector sagaz, o sea al lector espiritista -por eso subrayé el vocablo- una especie de clave para la interpretación del texto que presenta. En otras palabras, indica que se narra la realidad. Por tal razón, Aponte Alsina califica esta novela de texto complejo que requiere una “descodificación no ya a dos niveles, [...] sino en niveles múltiples y entrecruzados [...]” Y más adelante explica: “El código esotérico se asume, en esta lectura, como una máscara encubridora del mensaje social progresivo. De ese modo la comunicación entre iniciados se hace posible a pesar de la interferencia del censor.”312 Me parece que lo espiritista remite más al lector de Puerto Rico que al de España y que su intención es hablar de lo que sucede en la Isla, no tanto allende los mares.313

311 Todo lo subrayado es mío.

312 Marta Aponte Alsina, op. cit., 45, 51.

313 No obstante, según indica Menéndez y Pelayo, esta corriente espiritualista fue muy popular entre 1868 y 1878, pues en tiempo señalado se publicaron 36 libros y opúsculos sobre ella, sin contar las copiosas traducciones de Allan Kardec, Camille Flammarion y otros autores. “Generales republicanos y poetas, mujeres de sociedad y hombres de negocios, se dejaban cautivar por una doctrina de pretensiones científicas a la que apenas se había permitido manifestarse a raíz de la Revolución Septembrina”. Marta Aponte Alsina, op. cit, 43.

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Se critica la parcialidad de la Justicia en el hecho de que llevan a Póstumo ante el juez porque corría desnudo por las calles y éste lo juzga por las apariencias. Debido a lo cual el imputado le reprocha al magistrado: “[…] No dejo de conocer que está Vuestra señoría fallando respecto a mí antes de haber evacuado citas, antes de cerrar el sumario, y sin que haya nombrado defensor” (pág. 58).

Más adelante, añade: “El examen de los hechos y las pruebas deben preceder al fallo” (pág. 59). El juez, no obstante, lo envía a la cárcel porque debió haber cometido algún delito ya que corría desnudo. Entonces: “Grande era la agonía y sobresalto de nuestro amigo [Póstumo] al verse tratar de aquel modo. Sabía lo que eran expedientes, y comprendía que iba, como suele decirse, a pudrirse en la cárcel” (pág. 60) En este pasaje también se percibe una censura a la compleja burocracia judicial que más adelante en la historia novelesca se extenderá a lo gubernamental.314 Recordemos que Tapia se desempeñó como funcionario burocrático, pero la razón fundamental de su ataque a esta realidad administrativa estriba en sus ideas políticas, como acertadamente lo advierte Marta Aponte: “[...] la imagen satírica de la burocracia gravita hacia una honda frustración, no sólo por las limitaciones con que los estatutos ahogaban al sector productivo sino también por el reconocimiento de que los burócratas no poseían las formas de saber necesarias para impulsar el programa liberal de desarrollo.”315

Los Gobernadores y Capitanes Generales administraban la Isla a su antojo.316 Tapia indica en sus Memorias que: “Alguno de ellos decía cada vez que se invocaba el nombre de doña Isabel II, “la Reina manda allá y yo mando aquí...”317 Una clara alusión a estas palabras se muestra en la escena en la cual Póstumo conversa en el cielo con el Ángel Custodio y le

314 En el siguiente pasaje, Tapia se refiere a la burocracia gubernamental: “En cuanto a nuestro héroe, ¿qué hubiera sido de sus pretensiones oficinócratas sin la recomen-dación de Paquidermo? ¡Cuántos sinsabores y antesalas antes de ser introducido!” (118-119) Obsérvese el adjetivo oficinócratas con el que se designa el papeleo y la dilación de los procesos. Más adelante en forma muy irónica señala: “Pero al fin llegó el día, que también ha de llegar el del Juicio y fin del mundo: sonó la hora en que debía oírsele, y fue introducido en la lujosísima sala […] Aún esperó allí […]”119. Se resalta, pues, que hasta el más allá está sumido en una asfixiante burocracia.

315 Marta Aponte Alsina, op. cit., 54.

316 Tapia dramatiza en forma muy clara la situación de Puerto Rico en relación con la Metrópoli. Considera que las leyes especiales no eran sino una manifestación del Absolutismo que rigió a España hasta el año 1812, del 1814 al 1820 y del 1823 hasta la muerte de Fernando VII. Sin embargo, la actitud de los Gobernadores era peor porque invocaban las facultades omnímodas. Mis Memorias, 120-121.

317 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, 135. También refiere que: “Otro Gobernador decía, que las reales órdenes no eran reales hasta que llegaban a la Boca del Morro, refiriéndose, a que nada eran sin el Cúmplase que él les ponía.” Y que el General Prim, a pesar de ser un liberal, cuando un Concejal de Mayagüez le pide que aplicara un Reglamento Municipal de la Península a Puerto Rico, aquél le contesta: “que no había que hablarle de la Península, que aquello era otra cosa y se gobernaba de otro modo y que nunca debía tratarse aquí de lo que allí pasaba.” Asimismo indica, según se contaba del Gobernador Meléndez que “al hacerle alguno ciertas observaciones, en junta de autoridades, acerca de lo que el Rey pensaría sobre las facultades que él como Gobernador se tomaba [contestó] Me c... en el Rey”. Ibid.,, 135, 136.

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dice: “Supongo […] que aquí no habrá aquella fórmula de ‘se acata, pero no se cumple’, que se usa en la tierra de la Tierra” (pág. 47).

No perdamos de vista que se consideraba a Puerto Rico, gracias a su estratégica posición geográfica, como Antemural de las Indias y Plaza Fuerte, parte importante del sistema defensivo español en las Américas. Y por tal razón, jugó un papel protagónico en la lucha que sostuviera España para recuperar los países hispanoamericanos que habían logrado su independencia. La presencia militar, por consiguiente, era notable. Se entenderá mejor, entonces, el asombro de nuestro personaje novelesco, cuando llega al paraíso y no ve policías por ningún lado “acostumbrado a ver en su tierra la guardia por todas partes.” Y más adelante: “En las puertas del cielo no veía centinelas, lo que le sorprendió, tratándose del palacio más augusto, y del monarca que está sobre los mundos” (pág. 43). El novelista confiesa que no simpatizaba mucho con los militares, pese a que su padre lo era: “En cuanto uniformes y charreteras, condecoraciones y sables, les soy opuesto en absoluto.”318

En la actualidad, tenemos a muchas personas que dicen trabajar por el bien de su país desinteresadamente. No obstante, la situación no ha cambiado mucho desde la época de la novela que comento a nuestros días. Reiteradamente, el texto indica que Póstumo había sido un empleado de la Administración con un sueldo de 30,000 reales al año.319 O sea, era “hijo del presupuesto” (pág. 23), “miembro desangrador del estado con un sueldo de 30,000 chupadas por año” (pág. 44). El muerto-vivo quería trabajar, pero no para el provecho del pueblo, sino para su beneficio personal; por tal razón, con sarcasmo afirma la voz narradora: “Nuestro Don Póstumo era buen patriota y ardía en deseos de servir a la nación; por eso buscaba empleo. El caso era conseguirlo, [como] tantos que anhelaban igualmente prestar sus servicios a la patria.” (pág. 96) Y más adelante, Póstumo asistió a una sesión en el Palacio de las Cortes, pues: “Esto me orientará –se dijo- en la marcha de las cosas, ya que pienso dedicarme al servicio de la patria por medio de algún empleo lucrativo. Todo empleado cesante o activo, o todo pretendiente, debe hallarse bien orientado en el movimiento de la política, que es madre entre nosotros de todo medro personal” (pág. 102). Resalto esta última oración porque quiero recalcar que el autor está denunciando en ella a los funcionarios públicos que desangran el erario con su interés por enriquecerse.320

A través de un diálogo entre nuestro personaje y don Cósmico, se traza el perfil del político en el capítulo XXIV. El título resulta muy sugestivo: “Un gran camaleón recibe en audiencia a nuestro amigo”. En él se aprecia que una cosa es lo que piensa el funcionario y

318 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, 36.

319 Véanse las páginas 18, 46, 53, 57, 68,76, 99.

320 También denuncia a quienes buscan prebendas a costa de otros. Véase: “¡Juzgue usted [al lector] por apariencias! ¿Cuántos no habrá por ahí solicitando con méritos o antecedentes de cuerpo ajeno?” (97). Éste hecho lo sintetiza muy bien el refrán puertorriqueño: Ganar indulgencias con escapulario ajeno.

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otra lo que dice; una lo que dice y otra lo que hace; una lo que aparenta ser y otra lo que es. En otras palabras, según sean las circunstancias, se acomoda camaleónicamente a ellas. Póstumo, irónico, le indica al paradigmático funcionario: “Perdóneme Vuestra Excelencia, pero yo creía que el hombre debía ser siempre uno mismo: el público y el privado. Es esa una dualidad que pretende dividir lo indivisible; el individuo” (pág. 121).

Los políticos ostentan tan gran poder que pueden hacer y deshacer a su antojo, ya que no le rinden cuentas a nadie. Recordemos que la Isla se regía por leyes especiales y sus gobernantes tenían facultades omnímodas.321 En forma cínica le increpa don Cósmico a Elisa: “¿Olvida usted que un Ministro es un Creador en pequeño?” (pág. 89). Parece que Tapia no se atrevió a escribir un dios y empleó el vocablo creador que he destacado. Resulta muy irónico el contraste entre las oficinas celestiales y las del ministerio, ya que a Póstumo: “Ni en el paraíso le costó tanto penetrar [...]” (pág. 119), como en éstas.

Quienes ocupan puestos públicos no saben nada de los problemas de su pueblo o desconocen las verdaderas necesidades de éste.322 En otras palabras, viven desconectados de la realidad, porque su mayor preocupación es conservar sus puestos, no trabajar por el bienestar colectivo. Véase el siguiente diálogo:

ELISA. -Yo creía que debía usted estar bastante informado CÓSMICO. -¿Qué quiere usted? Un Ministro no puede estarlo. Harto tiene que hacer con sostenerse (pág. 87).

Aquéllos que ejercen cargos gubernamentales prefieren seguidores y servidores que no piensen, sino acaten. Elisa le pide a Cósmico que restituya en el empleo a Póstumo, pero cuando insiste en dilatar su deseo hasta que éste recobre el juicio, aquél le replica: “¿Para qué se necesita eso? ¿Usted no ha leído en algunos periódicos todos los días, que la Razón no vale cosa mayor, y que suele extraviar al género humano? Además, sin ella se puede servir bien al Estado; la intención es lo que vale. La obediencia pasiva es el principio del deber. No; yo no quiero empleados que tengan más Razón que la de sus jefes. El que manda, manda; y cartucheras en el cañón” (pág. 90).323 Obsérvese que singulariza el vocablo Razón

321 Explica Tapia: “En Madrid se elige para gobernador de cada una de las Antillas, un gobernador entre los militares […] Pues bien, cuando se elige el gobernador, por todo un consejo de ministros, se supone que habrá debido elegirse para aquel cargo a algún general, que por excepción tuviese algunas condiciones, no de mando, sino de gobierno. Esto no es más que suposición, porque generalmente se obedece para nombrarlos a influencia y compensación de partido.” Mis Memorias, 177.

322 Sobre los gobernadores que vienen a Puerto Rico advierte Tapia que: “[…] aprenden por lo que oyen a sus muchos aduladores, todo el valor de su posición y a mirar con desdén lo que se manda desde Madrid, cual si fuese hecho por gentes que por no haber estado en Ultramar no saben lo que pescan. Materia en donde, según afirman con cierta jactanciosa pedantería, sabe más cualquiera que haya estado en estos países, o tenga en ellos algunos intereses, etcétera.” Mis Memorias, 135.

323 Todo lo subrayado es mío.

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al escribirlo con mayúscula, en contraposición al principio que se quiere de los subalternos: “la obediencia pasiva”, lo cual significa no pensar, sino obedecer.

Este parlamento tiene su explicación en la siguiente anécdota de sus Memorias Según Tapia, el Gobernador Juan de la Pezuela afirmaba: “[…] que la instrucción había perdido las Américas, [...] que los que quisiesen estudiar fuesen a España.” Pero cuando se le indicó que la mayoría no podía hacerlo porque eran pobres, replicó: “[…] que los pobres tenían bastante con aprender a leer, escribir, bastante doctrina cristiana y un oficio, pues la Metrópoli quería sus colonias para su gloria y no para su perdición.”324

La vida pública tiene muchos vaivenes, ya que constantemente está expuesta a tener el cargo hoy y perderlo mañana. Por eso refiere el texto: “La política, para ciertas personas y en ciertos tiempos y lugares, es simple y fácil conjugación. Se dormía ministro y se despertaba ex; realizando aquel adagio de que el camarón que se duerme, se lo lleva la corriente” (pág. 105). Es un signo de indicio de lo que pasará, Cósmico pierde su posición. Sin embargo, existe un gran contraste en sus ejecutorias, pues mientras era ministro creía fielmente en la ley y el orden, pero cuando no lo es, cualquier medio resulta bueno para recuperarlo. La voz relatora explica el cambio que se opera: “El ex ministro [Cósmico] defensor dos días antes del principio de autoridad, campeón severo del orden desde el banco azul, se había pasado con toda severidad, no sólo a la oposición, sino a la revolución armada” (pág. 111).

Los políticos ofrecen prebendas a sus seguidores sin empacho alguno, así lo confiesa Cósmico: “No estamos para despreciar vacante de un empleo, ni los pretendientes bien recomendados, aguardan a saber si se murió a medias o del todo. ¡Hay tantos compromisos!…” (pág. 89). En otras palabras, existe mucha gente esperando puestos o recompensas. Exactamente, como le pasó a Póstumo cuando fue herido mientras luchaba a favor del gobierno: Estaba “[…] resuelto más que nunca a pretender la gratitud de la patria; es decir, un empleo oficial […]” (pág. 116). Debido a esa actitud, algunas personas cambian su manera de pensar y, como explica el protagonista, son individuos: “[...] a lo cajón de sastre, llenos de retazos de los distintos trajes que han llevado: verdaderos mosaicos políticos; así conozco a muchos” (pág. 30). Este juicio aún está vigente, ya que todavía abundan quienes cambian de ideología o de partido político, según sus conveniencias e intereses personales.

Cómo se distancia del texto

Hábilmente, Tapia recurre a una forma ingeniosa para distanciarse de la narración: 1.- La historia se desarrolla en Madrid, no en Puerto Rico, recordemos que eso mismo hace en La cuarterona, la cual se escenifica en La Habana, no en la Isla. 2.- Un espíritu le revela la

324 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, 141.

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historia de Póstumo, a través de unas crónicas. 3.- El tal Póstumo murió, pero reencarnó. 4.Están en pleno carnaval. 5.- Deben invocar a los espíritus para saber la verdad. 6.- A Póstumo lo tildan de loco, pero ciertamente dice la verdad (pág. 57-58).325 Esta es la gran paradoja, pues quienes mienten son los otros.

¿Quién, por lo tanto, tomará en serio esta historia? Sin embargo, el mensaje está ahí y el lector deberá descifrarlo, como he indicado anteriormente. En determinados momentos del relato, se insiste en la veracidad de los hechos. Por ejemplo, el capítulo XIX lleva por título: “Póstumo entabla conocimiento con un personaje ya mencionado en esta verdadera narración”.326 Wilfredo Ruiz en su novela Desnudador de ladrones327 recurre también al espiritismo como técnica para denunciar una realidad puertorriqueña muy concreta de nuestros días: la corrupción. No porque quiera esconderse, crea o deje de creer en esta doctrina, quiera criticarla o no, sino como un mero recurso en función de la ideología novelesca

Estamos, pues, ante un texto estrechamente emparentado con la picaresca. No en vano Elsa Castro lo sitúa “entre la vieja picaresca y la moderna satírica”.328 Póstumo, cual otro Lazarillo, recorre juzgados, ministerios, tabernas, casa de orates, estación de policía... Se codea con taberneros, desempleados, locos, gente de pueblo, políticos... para ofrecernos un cuadro de la sociedad de su tiempo. Elisa Doble Anzuelo, cual otra Doña Flor y sus dos maridos, pues el alma de Póstumo está en el cuerpo de Sisebuto, completa el cuadro picaresco con los subterfugios a los que recurre para lograr sus propósitos. Y, por supuesto, Don Cósmico, Horóscopo y Perpetuo amplían el círculo de este relato sobre pícaros.

Se describe un ambiente de carnaval, donde todos andan disfrazados, representando determinado papel. Se aparenta, porque realmente no se “ es”. En la novela se concibe la sociedad como un teatro donde se escenifica una representación; pero no es el teatro teológico de Calderón, sino el picaresco de la apariencia. Este mundo carnavalesco tiene como finalidad burlarse de todo. No perdamos de vista que el carnaval posee gran importancia porque muestra a las personas tales cuales son, pero esencialmente porque, como ha indicado Bajtin: “Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval.”329 En la narración todos se comportan como en el carnaval, o si se quiere la vida

325 Estamos ante un Licenciado Vidriera que en su locura habla como cuerdo porque expresa la realidad. Elisa se refiere a Póstumo en los siguientes términos para indicar que se molesta por nada: “¡Él que es tan vidrioso!” (110). Esta expresión también nos remite al personaje cervantino.

326 Lo subrayado es mío.

327 Wilfredo Ruiz. Desnudador de ladrones (Editorial Cultural: Río Piedras, 2000). Esta obra tiene mucho en común con Póstumo por los elementos picarescos y mediumínicos que se emplean para denunciar la corrupción gubernamental.

328 Elsa Castro Pérez, op. cit., 136

329 Mijail Bajtin. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Françoise Rabelais (Barral Editores: Barcelona, 1974) 13. Lo subrayado es del autor. En su estudio, destaca la

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se ha tornado un carnaval. Esta es la sociedad hipócrita donde vive Póstumo y, por ende, donde vive Tapia.

Técnicas narrativas

Las técnicas narrativas utilizadas por Tapia resultan importantes para la presentación de las ideas. Aparte del humor, la ironía y la sátira del discurso, apreciamos una serie de recursos que serán explotadas por la nueva narrativa. De hecho, Carmen Torres afirma que Tapia se adelantó a la vanguardia novelística en Póstumo con las técnicas empleadas.330 Podemos destacar, entre otras:

Mezcla géneros (novela-teatro)331: En numerosos pasajes, mediante el diálogo dramático, los personajes se desenvuelven como si estuvieran en una obra de teatro. Véanse las páginas: 56-57, 71-74, 85-91, 93-95, 100-101, 108, 113, 116-118, 123, 124-127, 133-135.

Estructura ensayística: En determinados momentos, por ejemplo, en el capítulo VII, se plantean las ideas más en forma de ensayo que como narración.

Crítica literaria dentro de la literatura: Aprovecha la acción novelesca para realizar crítica literaria, ya que como explica Marta Aponte “[…] el mismo autor reconoce la intertextualidad evidente respecto al Diablo mundo de Espronceda.”332 En el siguiente pasaje comenta sobre el parecido y la influencia de distintas obras:

Allí estaba quizá la mujer del regidor de que habla el Diablo Mundo, pero, ¡eran tantas a quienes podría decirse, oh incansable virtud de la matrona!

No es pecadillo nuestro si da en parecerse tanto en este punto la inaudita historia que narramos al poema, por desgracia no acabado, de Espronceda. Siempre que se trate de algún rejuvenecido o de algún resucitado en cuerpo ajeno habrá de acontecer lo propio. Tal podría decirse también de la novela de Soulié, ¡Si la jeunesse savait!, cuyo protagonista es exacta-mente el viejo hecho joven del Diablo Mundo. Uno de los dos ha plagiado al otro, o ambos han plagiado a Goethe (pág. 55).

importancia que este momento tenía en pueblo, porque podían ser ellos y se rompía todas las distinciones jerárquicas. 10, 11, 15.

330 Indica esta autora: “especialmente [con] el humor, la ironía, el perspectivismo y la creación de un personaje andrógino.” Carmen L. Torres-Robles, op. cit., 101, 107.

331 Marta Aponte Alsina califica este hecho como “hibridismo genérico” o un “tipo de eclecticismo”. “Póstumo interrogado: relectura de Tapia”, 50. Ángel Rivera, a su vez, sostiene que en la novela “[…] convergen diferentes técnicas propias de otros géneros: el ensayo, el drama, la novela, etc. […, pero] abundan más las técnicas o elementos propios del género teatral.” Ibid., 167.

332 Marta Aponte Alsina, op. cit., 48.

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Paralelismo narrativo o simultaneidad de acción: En el capítulo XI, por ejemplo, existe un paralelismo narrativo. Se indica lo que sucede fuera del muerto y lo que pasa en su interior, todo estrechamente relacionado y el lector será quien deba descubrirlo. Obsérvese el siguiente texto en el cual aparece Sisebuto muerto sobre la mesa de disección y el doctor, acompañado de sus discípulos, a punto de hacerle la autopsia:

-Señor Custodio –exclamó Dupuytren333 desde dentro-, llame usted a ese caballero que se ha metido en un rincón del occipucio y no quiere salir.

El Ángel comprendió lo que pasaba, y comenzó a evocar a Sisebuto limbicamente y con empeño.

-¡Pronto! Venga dentro el nuevo espíritu –gritó Dupuytren, que voy a poner en movimiento la vida de relación. Ya están en juego los hornillos pulmonares y el corazón va a entrar en juego inmediatamente.

-¡Y va calentándose¡ -repuso el doctor de San Carlos lleno de admiración-. ¡Es singular!... ¡Creo que está vivo!

-¡Es verdad! –exclamaron los discípulos estupefactos.

-¿Por dónde me meto? –preguntó Póstumo con ansiedad.

-Por la boca, por la nariz, por un poro cualquiera; por el conducto más próximo y expedito.

-Señores, ¿qué es esto? –dijo el doctor vivo-. Este cadáver tiene dentro a más de uno, porque hace rato que estoy oyendo más de una voz: un diálogo, o mejor dicho, un altercado perfecto. Los pulmones del muerto se mueven; el corazón se agita: ¡está vivo!

-No me iré –exclamaba Sisebuto ya fuera del cuerpo en que se removía su rival. (pág. 52)

Historia dentro de la historia: El capítulo VII narra la vida de Cósmico, el VIII la de Perpetuo, el IX la de Horóscopo y en el Epílogo la de otros espíritus.

Perspectivismo: Se presentan dos puntos de vista para que uno saque sus propias conclusiones. Sirva de ejemplo el capítulo XIX, cuando Póstumo y Horóscopo discuten sobre su percepción sobre Elisa, para que cada lector formule su juicio.

Recurso de la crónica: El relator se vale de unas crónicas para detallar los incidentes. De forma tal que la historia no la inventa Tapia, sino que un espíritu se la narra a través de ciertos escritos:

-Lo haré lo mejor posible –dijo Póstumo y quedose en el vestíbulo, sentado o de pie, puesto que las crónicas no dicen cómo (pág. 42).

333 Dupuytren es el espíritu cirujano soldador que abría y cerraba los orificios por donde entraban y salían los espíritus al momento de encarnarse.

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Pasaron dos meses o más, que en la precisión de este tiempo no andan ajustadas las crónicas que consultó el Espíritu revelador de estas historias (pág. 127).

Técnicas del folletín: Recurre a los recursos utilizados por los narradores de folletines.334 Con este juicio no pretendo desmerecer esta novela, ya que el folletín ha sido calificado por algunos como subliteratura y a sus cultivadores como narradores mediocres. No obstante, grandes novelistas también escribieron folletines.335 Me parece ver en esto que Tapia busca acercarla más a los lectores y dar la impresión que sigue una modalidad popular, pues el folletín fue una de las manifestaciones literarias más típicas del siglo XIX.336 Veamos algunos recursos:

Simplificación narrativa o descriptiva: Prácticamente no existe descripción, esto le imprime un ritmo más ágil a la historia. Así lo reconoce Josefina Rivera de Álvarez al calificarla de: “acción muy ágil”337 y Cesáreo Rosa Nieves la considera: “novela dinámicamente dramática, movida [...] estilo ligero y puntiagudo.”338

Diálogo escueto y párrafos breves: Esto contribuye a darle agilidad al relato.

Capítulos cortos y ágiles: La novela se divide en treinta capítulos, si se considera como tal el epílogo; cada uno de ellos oscila entre dos páginas el que menos y ocho el que más. Prevalecen los capítulos de tres y cuatro páginas.

Familiaridad con el lector: Habla con el lector anticipándole o comentándole sobre algún aspecto del relato; de esta forma lo sensibiliza sobre determinado aspecto.339 En los

334 Este género fue muy popular en todo el mundo hispánico, incluyendo a Puerto Rico y como señala Iris Zavala, Tapia lo había empleado en su novela Cofresí. Véase “Puerto Rico siglo XIX: Literatura y sociedad”. Sin Nombre 7 (enero-marzo 1977) 9, 22, 24; 8 (abril-junio 1977) 17-18. Marta Aponte Alsina indica al respecto: “La influencia de un subgénero novelesco, el folletín, parece innegable: he ahí los capítulos brevísimos, lo parco de las descripciones y de los elementos de caracterización individualizadora; la preponderancia del factor diálogo es también típica del folletín. Sin embargo, la complejidad de los textos rebasa ampliamente este formato.” Op. cit., 57.

335 Recordemos que importantes autores también escribieron folletines, entre otros Dickens, Balzac, Baroja, Pérez Galdós, Blasco Ibáñez y Valle Inclán. Véase Ezequiel González Más. “Pío Baroja y la novela de folletín”. El retrato literario y otros motivos (Cuadernos de Artes y Ciencias: Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, 1973) 91-99.

336 Roberto Fernández. “Presencia del folletín en la nueva narrativa hispanoamericana: La tía Julia y el escribidor. Atenea (diciembre 1981) 49-62.

337 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña: Su proceso en el tiempo (Editorial Partenón: Madrid, 1983) 148.

338 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 401-402.

339 Algunos folletinistas mantienen una continua conversación con el lector. Por ejemplo, Enrique Pérez Escrich, sin lugar a dudas el más popular de los españoles, “[…] dialoga constantemente con el lector, reclama su atención pide su compasión y sus lágrimas […]” para los personajes novelescos. Mariano Baquero Goyanes. “La novela española en la Segunda mitad del siglo XIX”. Historia general de las literaturas hispánicas V (Editorial Barna: Barcelona, 1958) 58-59.

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siguientes pasajes resalto esto: “De buena gana llevaríamos al lector hasta el trono del Altísimo [...] Confórmese, por ahora, el lector [...]” (pág. 44-45). Cuando el asendereado Póstumo volvió en sí, se halló en la enfermería y, a su lado, compasiva afectuosa... “ ¿Quién, lectores?... Su Elisa [...]” (pág. 85). “El lector observará que la bella [...]” (pág. 93). “Sírvase el lector dar un breve salto a la Eternidad [...]” (pág. 128). Este interlocutorio con los lectores busca romper la barrera de la lectura para que se establezca una empatía entre narradorlector.

Títulos sugestivos de los capítulos: Son muy peculiares los nombres que se utilizan para designar los capítulos. A modo de ejemplo: “Curiosa serie de preguntas resueltas con estupendas revelaciones”, “Gran mojiconada ocurrida por haberse alojado un alma proba en la carne de un tramposo”, “Desencantos y circunstancias que pusieron a Póstumo entre las garras de Elisa”, “La señora de Doble Anzuelo tiende su caña”, “Póstumo trata de orientarse en los asuntos políticos y ve cómo un ministro, en un cerrar y abrir de ojos, se encuentra ex”.

Fondo dualista: El mundo se divide entre buenos y malos. La parodia lleva a presentar estos dos tipos como un recurso para acentuar lo que se quiere criticar.

Estructura episódica: El texto se fundamenta más a base de episodios que en darle profundidad a la caracterización de los personajes.

Suspenso: El relato se corta abruptamente en algún momento clave para crear suspenso o ansiedad en el lector por saber el desenlace. Véase el siguiente ejemplo tomado al final del capítulo XXIII: “Aún esperó allí [Póstumo], al cabo de algún tiempo se presentó don Cósmico, y pasó entre ellos lo que se dirá en el capítulo siguiente” (pág. 119).

Anticipa desenlaces: Con ello estimula la lectura para ver cómo sucede. Por ejemplo, Horóscopo le advierte a Póstumo que Elisa le será infiel (pág. 101).

Recapitulación

Tapia describe los males de la colonia con desenfadado humor e incisiva ironía. Denuncia la realidad social y gubernamental de su tiempo y con ello realiza una de las críticas más severas que se hiciera en el siglo XIX, pese a la censura imperante. A su vez, con gran intuición y maestría, nos deja en Póstumo nuestra primera gran novela, no sólo por las ideas que sustenta sino por los recursos utilizados con los cuales se adelanta a su tiempo. Resulta ser su principal aportación a la novelística puertorriqueña, que en la actualidad se ha convertido en uno de los géneros más atendido y cultivado en la Isla.

Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña (Año 3, Núm. 6 (segunda serie) juliodiciembre de 2002).

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EL POETA

En el género de la poesía, Tapia y Rivera fue un romántico con aspiraciones hacia un arte comprometido de tipo aristotélico, en aquello de enseñar deleitando.

El poema que más revela el amor de tapia y Rivera a su patria es “Borinquen donde nací”, poema en donde el liróforo destaca el paisaje blando y voluptuoso de nuestros lares en un cromo edénico.

Cesáreo Rosa-Nieves

Cuantos se han acercado a la obra de Tapia observan unánimemente que no fue nunca la poesía lírica su fuerte. Sin embargo, abordó también dicho género a instancias de las múltiples inquietudes que siempre le asediaron.

Francisco Manrique Cabrera

No fue afortunado [Tapia] en la poesía… Sus mejores versos se encuentran en el poema épico-simbólico “La Sataniada”.

Josefina Rivera de Álvarez

“La Sataniada” es un poema que llena por sí solo un profundo vacío en la historia de la epopeya simbólico-filosófica de América […] El poeta se consagró, con la creación estética de su poema, como uno de los mejores cultores de la octava real en el nuevo continente […]

Cesáreo Rosa-Nieves

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COMENTARIOS A TRES POEMAS DE TAPIA

Al publicarla y hacer por este medio su presentación formal [de El Bardo de Guamaní, el autor] no ha dejado de ocurrírsele que acaso le hubiera convenido encabezar el libro con un prólogo apadrinador según costumbre […] y ha decidido presentarse absoluta-mente solo; esto no es orgullo ciertamente; es…. soledad.

El Bardo de Guamaní

Durante el período colonial español, gracias a la censura, y en los tiempos de la independencia republicana del XIX, debido a los regímenes despóticos, la literatura tuvo una valiosa utilidad política y social. Por esa razón, muchas veces pasaba inadvertido el significado primordial que encerraba un poema, un drama o una simple canción. Todos los géneros literarios sirvieron de vehículo para expresar los males de la colonia y de las nacientes repúblicas, así como para construir la patria y afianzar la identidad nacional.

Mientras se conspiraba y se luchaba por una independencia política, los intelectuales aclamaban una emancipación literaria. Como señala Pedro Henríquez Ureña, antes de alcanzar la independencia política, en medio de las guerras de independencia, Andrés Bello proclamaba la independencia espiritual de América.340 En la primera de sus Silvas americanas, la “Alocución a la Poesía” de 1823, le pide a ésta que abandone a Europa y le cante a la América:

Divina poesía […]

tiempo es que dejes ya la culta Europa, que tu nativa rustiquez desama, y dirijas el vuelo donde te abre el mundo de Colón su grande escena […]

Tres años más tarde, en plena independencia, escribe la silva “A la agricultura de la Zona Tórrida”, en la cual está latente la visión escatológica del Profeta: “Forjarán de sus espadas arados y de sus lanzas podaderas” (Isaías 2, 4). En su exaltación a las frutas americanas pide a los ciudadanos de las nuevas repúblicas que dejen las armas y tomen el arado para construir la nación: […] Ciudadano el soldado, / deponga de la guerra la librea; […] / vuelve alentado el hombre a la faena, […]

Alejandro Tapia y Rivera publica en La Habana el año 1862 su voluminosa obra El Bardo de Guamaní, que incluye diversos géneros, de aquí el subtítulo ensayos literarios. Roberto Ramos-Perea explica que con ello busca recoger tanto sus trabajos publicados como los inéditos hasta ese momento, sin importar “[…] su calidad, su extensión o unidad temática.” Asimismo, demostrar la valía de la literatura puertorriqueña, tal como lo resalta

340 Pedro Henríquez Ureña. Ensayos en busca de nuestra expresión (Editorial Raigal: Buenos Aires, 1952) 37.

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en el prólogo, además de que “[…] su consolidación como escritor quedase certificada.”341 En esta abultada publicación aparecen veintisiete poemas líricos,342 de los cuales me interesan resaltar tres de ellos: “A Goyita enviándole una piña”, “A la Virgen de la Providencia” y “A mi madre”, los cuales ocupan el séptimo, octavo y noveno lugar respectivamente.343 No perdamos de vista el hecho de que la ubicación de una composición poética en cualquier texto no es tan irrelevante como pudiera parecer, ya que eso tiene su importancia, pues alguna razón tendría el autor para hacerlo.

Aunque el tono y el tema de ellos son muy disímiles, festivo uno, religioso otro y nostálgico el tercero, considero que guardan una estrecha relación por las ideas que el autor quiere resaltar, ya que en ellos subyacen dos de sus grandes amores. Tapia está ausente de su patria y alejado de su madre, y dichos poemas recogen muy bien su estado anímico, a la vez que señalan a Puerto Rico como su patria y ponen de manifiesto el amor a su madre, con lo cual plantea la afirmación de su identidad personal y la identidad nacional.

A Goyita enviándole una piña

Las seguidillas “A Goyita enviándole una piña” no tienen fecha de composición, pero en la reedición de 1903 que aparece en Recuerdos de Puerto Rico de José Antonio Daubón, están fechadas el año 1857.344 Don Cesáreo Rosa-Nieves las considera “[…] de fugaz deleite estético”.345 Y en su Historia añade: “[…] es un poema de gracia anacreóntica, en seguidillas salerosas".346 Ramos-Perea advierte que: “Su mejor verso de este poema resalta un romanticismo delicado y erótico”.347 Estoy consciente de que este tipo de estrofa generalmente se emplea más en temas festivos o jocosos y que resulta muy popular en los cantares pueblerinos; sin embargo, eso no le quita que oculte otra finalidad que trasciende la temática, porque existen múltiples ejemplos en nuestras letras que lo corroboran.

Este festivo poema habla sobre una joven llamada Gregoria, a quien le demuestra gran afecto, ya que utiliza el hipocorístico de dicho nombre, Goyita, y exalta, a su vez, la piña o ananás. El poema tiene diez estrofas y setenta versos; en el mismo se pueden apreciar cuatro partes. Las dos primeras estrofas hablan sobre Goyita. La tercera y la cuarta

341 Roberto Ramos-Perea. Tapia, el primer puertorriqueño. Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882) (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2015) 272.

342 Alejandro Tapia y Rivera. El Bardo de Guamaní, ensayos literarios (Imprenta del Tiempo: La Habana, 1862) 550-575.

343 Ibid., 555-558.

344 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 203, nota 119.

345 Cesáreo Rosa-Nieves. La poesía en Puerto Rico: Historia de los temas poéticos en la literatura puertorriqueña (Editorial Campos, San Juan de Puerto Rico, 1958) 66.

346 Cesáreo Rosa-Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 321.

347 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 203.

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son de transición. De la quinta a la séptima se exalta la piña. Finalmente, de la octava a la décima se identifica a Goyita con la fruta que describe.

En las dos primeras estrofas, la voz poética expresa el dolor que siente por la ausencia de Goyita. Utilizando una hipérbole, muy del gusto romántico, identifica esa ausencia de la amiga, o la amada, con la muerte. Es tal la desazón que experimenta que preferiría morir a permanecer en ese estado anímico de tristeza, debido a la ausencia:

Que para mí más grata ella [la muerte] sería, que lo es de ti ausente la vida mía.

La tercera estrofa es de transición, porque le sirve al poeta para introducir la fruta. Son muy importantes los tres últimos versos, porque si Goyita no está presente no hay vida en la “pradera” de la voz poética, lo cual puede tener un doble significado. “Mi pradera” pudiera entenderse como el corazón del poeta, también la tierra o llanura donde se siembra la piña. Considero que eso es fundamental, porque existe una identificación de la tierra, o la patria, con el corazón o el sentimiento de la voz poética, que se dirige a la amigaamante:

[…] que en mi pradera todo muere, Goyita, si tú estás fuera.

A su vez, se podría identificar la tierra, o la patria, con la amada, idea muy presente entre los líricos románticos puertorriqueños. No perdamos de vista que en los dos últimos versos la voz poética quiere comerse la piña en la boca de la amada que es Goyita, lo que indirectamente las une a ambas.

La siguiente estrofa también es de transición, porque en ella se establece la unificación de la amiga-amante con la fruta. La piña le hace pensar en ella: porque es de tu memoria, / retrato vivo. La fruta es verde y lozana, ya que la voz poética se ocupa en cuidarla y la riega tarde y mañana. Es una forma de señalar que siempre la tiene presente, pero ya no son dos seres o conceptos apreciados, sino uno solo en la visión del poeta.

En las tres estrofas que siguen se describe la piña, a la que está unida la idea del recuerdo de la amiga o amada. Se vale principalmente de dos imágenes sensoriales, una olfativa y otra visual. Lo primero que resalta es la dulzura de esta fruta, la cual hiperboliza considerándola más dulce que la miel: Su jugo es más dulce / que miel de abeja. Es curioso que Andrés Bello en su silva resalte esta misma característica del fruto: […] y el ananás sazona su ambrosía; […] En la quinta estrofa destaca las imágenes sensoriales señaladas: su

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sabor almibarado: Es una fruta dulce / la que te envío, […], para luego subrayar su color verde y amarillo: Su verdor y dorado […]

La fruta le ha servido para hablar sobre Goyita, porque lo dulce de la piña se asemeja a las lamentaciones amorosas de la amiga-amada, las cuales perfuman el ambiente cuando las comunica:

[…] y en lo dulce parece de amor tus quejas, tu grato aliento remeda su perfume que aroma el viento.

Es una forma de describir el carácter apacible de la amiga-amada, cuyas quejas no hieren a la voz poética. Recordemos que los lamentos buscan la compasión y puede significar, además, el deseo de estar con la persona querida. Ahora compara el color verde y amarillo de la piña con los labios de su amiga-amada. De nuevo tiende a exagerar, al expresar que el color de los labios de Goyita es más inestimable que los colores de dicha fruta, la cual precisamente sobresale por su brillantez:

Su verdor y dorado no es tan precioso, como el carmín que luce tu labio hermoso; […]

Concluye esta parte con un superlativo absoluto a la piña, la cual cataloga como la fruta más sabrosa de todas las que se cultivan en Puerto Rico. Resulta muy significativo que llame a esta fruta “nuestra”, porque no es una fruta cualquiera, sino una fruta propia de aquí, y la que sobresale por su dulzura y sabor:

[…] y en la campiña no hay fruta más sabrosa que nuestra piña.

En las tres últimas estrofas acude al recuerdo de la piña y la amada. Son las más sensuales y eróticas del poema. Resalta la insistencia de que tomó el pedacito y el cachito en la boca de Goyita; es muy revelador el uso del diminutivo que implica afectividad, así como la voz popular “cachito”. Y en la última estrofa concluye: ¡Ay! ¡Si pudiera / comérmela en tus labios […] Realmente, de lo que está hablando es de un beso a Goyita. Tapia ha utilizado la piña como figura para retratar a esta joven y en su mente ambas se fusionan. Pudiera ser que se tratara de alguna amiga o algún ligero romance con cierta joven. No podemos ignorar el significado erótico del vocablo “comer” que la voz popular le da a esa palabra. Según la fecha de la composición que aparece en la edición de Daubón, correspondería a su estancia en Cuba que fue de 1857 a 1866.

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Ahora bien, ¿por qué Tapia le regala una piña y no otra fruta? Él debió conocer la oda “A la piña” del poeta cubano Manuel Zequeira y Arango (1764-1846), ya que era muy popular en La Habana. Este poema, lleno de elementos de la mitología clásica, exalta esta fruta, al punto de ser allí el alimento de los dioses. Para mí lo más significativo de esto son dos ideas claves: Primera, según indica Juan J. Remos y Rubio: Con el poema de Zequeira surge “[…] la poesía nativista, porque por vez primera busca el poeta inspiración en nuestra propia naturaleza, porque es algo nuestro lo que le brinda el motivo del canto”.348 De esta forma, nuestra lírica va forjando la identidad nacional, porque el poeta se identifica con el entorno en el cual se desenvuelve el cubano. La segunda idea la considero más importante aún, porque, como explica Cintio Vitier: “Zequeira escribe una especie de apoteosis mitológica de la piña, erigiendo a la fruta barroca y deliciosa en símbolo de la isla.”349 O sea, se identifica este fruto con la cubanidad:

Y así la aurora con divino aliento brotando perlas que en tu seno cuajas, conserve tu esplendor, para que seas la pompa de mi patria.

Pedro Henríquez Ureña hace una importante advertencia sobre el quehacer artístico y literario de la mayor y la menor de las Antillas que no podemos pasar por alto: “En Cuba y en Puerto Rico, donde no se había logrado la independencia, toda literatura, y aun toda manifestación de cultura, era una especie, a veces muy sutil de rebeldía” 350 Recordemos que la piña o ananá es una fruta originaria de la América del Sur, de aquí fue a conquistar a Europa. Estamos, pues, ante el elogio de una fruta autóctona, con lo cual se está resaltando lo nuestro. Me parece significativo el hecho de que, de los veintisiete poemas líricos de El bardo de Guamaní, sólo tres lleven el subtítulo de “trova puertorriqueña” y este poema es uno de ellos.

Ramos-Perea explica: “La creación poética de Alejandro Tapia se brota en momentos de ocio, estableciéndola como una suerte de divertimiento liviano, -afiliado al romanticismo más ortodoxo- que no alcanza alturas ni filosóficas ni espirituales, aunque posee un sustancial valor emocional, creativo y biográfico”.351 Si bien es cierto que no es un poema profundo ni muy elaborado estéticamente, no podemos ignorar la forma en que está concebido. Ha identificado a esta joven con una fruta propia de aquí. Ha resaltado algo nuestro y, aunque se le pueda considerar de temática frívola, queda consignado en el

348 Juan J. Remos y Rubio. Historia de la literatura cubana I (Reprinted by Mnemosyne Publishing Co., Inc.: Miami, Florida (1945) 1969) 125.

349 Cintio Vitier. Lo cubano en la poesía (Instituto del Libro: La Habana, 1970) 47.

350 Pedro Henríquez Ureña. Las corrientes literarias de la América Hispánica (Fondo de Cultura Económica: México, 1949) 114.

351 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 247.

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poema algo muy de Puerto Rico, con lo cual se está afirmando indirectamente la identidad nacional.

A la Virgen de la Providencia

La devoción a Nuestra Señora de la Providencia es muy antigua, ya que nació en Italia durante el siglo XIII. Posteriormente pasa a España y en Tarragona, Cataluña, se levantó un santuario en honor a esta advocación mariana. Monseñor Gil Esteve y Tomás, quien rigió el obispado de Puerto Rico entre los años 1848 al 1854, siendo seminarista, se hizo su devoto y la trajo a Puerto Rico. Esta devoción siempre le acompañó en su ministerio sacerdotal y episcopal, pues como indica el historiador Álvaro Huerga, luego de irse de aquí: “Nuestra Señora de la Providencia fue también el manto y la estrella de don Gil en los años que pastoreó la diócesis de Tarazona (1854-1857) y la de Tortosa (1858)”.352

Este Prelado mandó a tallar en Barcelona una imagen de ropaje, o talar, de Nuestra Señora que se colocó en la Catedral el 2 de enero de 1853. Según Huerga, el 12 de octubre de 1851, don Gil acordó poner la Catedral y la Diócesis bajo su patrocinio.353 Como la imagen se entronizara en la Catedral en dicha fecha, decretó que su fiesta se celebrase ese día. En el año 1920, el entonces obispo, monseñor William A. Jones, OSA, sustituye dicha imagen por una nueva de talla completa, y no de vestir, que actualmente está en un camerino de la Catedral.354

Tapia escribe un “Himno-salve a la Virgen de la Providencia”. Este poema lo integran 36 versos distribuidos en cinco estrofas. La primera es una copla que introduce el tema, las restantes son octavillas agudas en las que desarrolla la temática. No perdamos de vista que este tipo de estrofa se presta para relatos breves. Podemos resumir que el mismo se fundamenta en la primera parte de la oración del Ave María (Lucas 1, 26-42) y el título mariano de la Providencia. Los primeros versos de las cuatro primeras estrofas resumen dicha oración:

352 Vicente Murga-Álvaro Huerga. Episcopologio de Puerto Rico VI (Pontificia Universidad católica de Puerto Rico: Ponce, 1994) 148.

Ibid., 148, nota 71,

A petición del cardenal Luis Aponte Martínez, el papa Pablo VI, mediante bula del 19 de noviembre de 1969, declara canónicamente a la Virgen de la Providencia, “Patrona Principal” de Puerto Rico; también el que su fiesta fuera el 19 de noviembre y no el 2 de enero.

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Dios te saluda, oh María […] … … … … … … … … … … … Llena estás de eterna gracia […] … … … … … … … … … … … El Señor está contigo […] Y bendito ha sido el fruto […]
353
354

Es un poema muy sencillo, lleno de unción religiosa, fe devota y devoción mariana, ya que resalta la virginidad y la maternidad divina de María. Para Ramos-Perea “[…] es un himno mariano de sencilla versificación, de limpio y generoso númen místico y confirma la devoción de Alejandro por la Madre de su Dios”.355 No podemos olvidar que Tapia fue discípulo del venerable Maestro Rafael Cordero, actualmente en proceso de beatificación.356

El poema comienza con una paráfrasis del saludo angelical (cf Lucas 1, 28): Dios te saluda, oh María, lo cual no debe pasar inadvertido. Nuestra traducción española del Ave María es del original latín: Ave, que era el saludo común en ese idioma. Pero en la versión al español se ha traducido por “salve”, vocablo que puede remitirnos al concepto teológico de “salvación”, sin embargo, como acertadamente indica Tapia, sólo expresa un saludo: Dios te saluda […] Me parece que ha influido en ello la versión francesa de esta oración que Comienza: Je vous salue, Marie, […] [Yo te saludo María].

El segundo verso de la copla, trajiste a la tierra amor, puede tener dos significados. María trajo al mundo a Jesús que es el amor verdadero; también que ella, como madre, vela por sus hijos amorosamente. Por eso concluye la copla: y al hombre en su desamparo / ‘Providencia’ te llamó. De esta forma se configura el poema con el sentido de la popular oración mariana y la advocación de la Providencia a la Virgen.

Percibimos la presencia de las letanías lauretanas en la segunda y tercera estrofas, porque llama a María flor preciosa / y amorosa / que el eterno cultivó, pues las letanías la describen como “Rosa Mística”, ya que la rosa es la flor más bella y de mayor perfume. Concluye la idea de que cuando la Virgen vino a la tierra, ésta quedó perfumada / para siempre. En las invocaciones litánicas se llama a María “Estrella de la Mañana”, porque al amanecer hay una estrella que anuncia el sol, el cual se asocia a Jesús como “Sol de justicia”. En el poema se le llama estrella, pero no es cualquier estrella, sino la que es luz y norte celestial; o sea, una guía en la vida.

La cuarta estrofa se centra en Jesús como Salvador de la humanidad, porque mediante su muerte en la cruz, nos redimió de Luzbel y con su mensaje ilumina a todo el mundo. Asimismo, se resalta la maternidad divina de María. La última estrofa es una mirada a la Virgen como madre de todos los mortales y nos recuerda la oración del siglo XII, Dios te salve, reina y madre de misericordia…, ya que insiste en el sentido del destierro en esta vida y el consuelo maternal de ella. Concluye el poema insistiendo en la idea de la Virgen como una madre, a la que uno le pide la bendición: Danos, pues, tu bendición.

355 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 254.

356 Véase, Círculo Maestro Rafael Cordero. Vida y obra del maestro Rafael, Apóstol de la Educación (Panamericana Formas e Impresos, S.A.: Colombia, 2010).

142 … … … … … … … … … … …

No cabe la menor duda del sentido religioso que posee este poema. Sin embargo, detrás de ello me parece ver una afirmación de la puertorriqueñidad, ya que está hablando de la Patrona de la Isla. Tapia está en Cuba y siente nostalgia por Puerto Rico. Él ha palpado la devoción del pueblo cubano a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre y cómo dicha devoción los cubanos la han asociado con una afirmación de la cubanidad.

No podemos pasar por alto el que la religiosidad tiene un papel clave en el desarrollo de la identidad y la cultura de los pueblos. En la idiosincrasia de los cubanos, la Virgen de la Caridad se asocia con la nacionalidad, hasta el punto de considerar que los tres marinos, los tres Juanes, encarnan la mezcla racial de Cuba. El cubano asocia esta advocación mariana como parte fundamental de su cultura, lo cual ha sido muy bien estudiado por Olga Portuondo quien, en el prefacio de su obra, señala:

¿Qué cubano no ha oído hablar alguna vez de la virgen de la Caridad del Cobre? No es preciso tener creencias religiosas para interpretarla como un símbolo de la cubanidad. Un aspecto insoslayable en cualquier estudio referido a la formación de nuestra conciencia nacional, ha de ser el origen y evolución del culto popular a la misma.”

Y concluye: “Escribir sobre esta advocación mariana quiere decir escudriñar en las entrañas mismas del criollo de ayer y del cubano de hoy, en su sentido de la vida, en su utopía de realización”.357

Tapia, sin lugar a dudas, al recordar a Nuestra Señora de la Providencia no sólo está manifestando su devoción mariana, sino que está recordando a la Patrona de Puerto Rico. Su fe está arraigada a su cultura y la Virgen constituye un símbolo nacional de la identidad colectiva de su pueblo. Esto no debe extrañarnos, pues muchos pueblos asocian la identidad nacional con determinada advocación mariana, pensemos en los mexicanos y la Virgen de Guadalupe, por citar sólo un ejemplo.

A mi madre

El 7 de junio de 1857, Tapia le escribe a su madre, Catalina, a quien llama “Queridísima mamá de mi vida”, una emotiva y angustiosa carta desde La Habana, en la cual le expresa el profundo dolor que anida en su alma por la separación, en busca de nuevos horizontes económicos. El siguiente fragmento es ejemplo palpable de lo doloroso de ese distanciamiento físico del hijo y la madre:

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Olga Portuondo Zúñiga. La Virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía (Editorial Oriente: Santiago de Cuba, 1995) 19-21.

¡Qué falta me hacen V.V.! De continuo estoy pensando en VV. Y su retrato, mi querida mamá no se aparta un solo instante de mí. Si me hubiera venido sin él no hubiera podido soportar el disgusto, pero él me consuela y me alienta en la senda que he emprendido –mi solo anhelo es que no les falte nada, que V. esté contenta, que se cuide mucho para que yo pueda verla algún día con mayor suerte de la que he tenido hasta ahora […]358

Esta carta explica, con suma elocuencia, el origen del poema “A mi madre”, en el cual se aprecia la angustia y el dolor que dicha separación le ha causado debido a la necesidad de mejorar las finanzas familiares. Como indica Ramos-Perea, en el poema “dejará constancia de su nostalgia” y concluye el mismo “[…] en desgarradoras declaraciones de amor puro y de sacrificio”.359 La composición lírica aparece escrita en La Habana, el 24 de junio de 1857, la componen 17 serventesios y un total de 68 versos.

Según las ideas, el poema tiene cuatro partes y una conclusión o despedida. La primera está integrada por las cinco estrofas iniciales que expresan el dolor de la ausencia. La segunda, con las siguientes cinco estrofas, expone la causa: buscar nuevos derroteros económicos para el sustento de la familia. Desde la estrofa 11 hasta la 14 comprende la tercera parte, la cual manifiesta los desvelos maternales y la infancia de la voz poética junto a la madre. La cuarta abarca las siguientes dos estrofas y sostienen que el autor logrará obtener el dinero necesario para ayudar a la familia. La última estrofa concluye el poema, pidiéndole a la madre que rece por él.

No queda duda alguna del dolor que Tapia siente por el alejamiento de la madre, ya que en la primera parte se aprecia el sufrimiento debido a la ausencia, cuando confiesa: mi alma entristecida, cada son es la gota de este llanto. La tercera estrofa es la más plañidera, porque, utilizando una hipérbole, expone que el llanto por el sufrimiento que vive se anegaría en mares de dolor:

Si lleno de pesar mi triste pecho su llanto no vertiera en este día a mis penas el alma cauce estrecho en mares de dolor se anegaría.

A la voz poética le duele la situación económica por la que atraviesa su familia, a lo cual se le añade, ahora, el dolor de la ausencia. Concluye esta parte, en cierta medida, echándose la culpa por no haber logrado alcanzar una estabilidad económica: Tu delito fue darle la existencia / fue tu delito tu materno amor.

La segunda parte es prácticamente un análisis social de la realidad económica de Puerto Rico, ya que sus hijos deben emigrar si desean mejorar económicamente. Es más

358 Roberto Ramos-Perea, op. cit., 217-218. 359 Ibid., 219.

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explícito sobre el particular en el soneto, de El Bardo, dedicado “Al digno y sabio Intendente, Don Alejandro Ramírez: Triste la hermosa Borinquen gemía / arrastrando la mísera pobreza, […]360 Le echa la culpa al dinero con el que se compra todo en la vida y explica el desasosiego en que viven muchas personas por carecer del mismo. El propio Tapia ha experimentado eso, porque su familia también ha sido víctima de esa realidad, ya que el oro es el que trueca en desorden la armonía / y la paz ahuyentó de este suelo. Estos breves versos resumen la situación precaria de la Isla y la lucha de sus habitantes por satisfacer sus necesidades apremiantes.

De aquí que, en la estrofa séptima, califique el oro de mercenario, porque con él se compra lo que se quiere; pero, no obstante, ese calificativo, el dinero resulta necesario aun para quienes no lo interesan. Además de ser una queja en el plano personal, constituye una fuerte admonición de lo que sucedía aquí. La siguiente estrofa expresa mejor el sentido de su ausencia de Puerto Rico, lejos de su familia, porque en el extranjero conseguirá el dinero suficiente para que: […] la ventura / a vivir con nosotros volverá. Sin embargo, está consciente de que el dinero divide a los seres humanos, pero que con su familia eso no sucedería, ya que entre ellos: los vínculos de amor no romperá, pues lo que busca con el dinero es el bienestar familiar. Por esa razón, le dice que esos dineros: van con destinos, madre, a tu sustento.

Tapia analiza lo que compran las riquezas, mientras a él sólo le interesa poder sostenerse para vivir, a lo que llama fines celestiales; lo otro, por consiguiente, serían fines puramente personales o egolátricos. La riqueza que pretende, por consiguiente, no es para vanidad, ni grandeza, ni codicias, su propósito es loable y así lo jura para recalcarlo: mis fines son, lo juro, celestiales. De esta forma concluye esta segunda parte.

La tercera la comprenden las siguientes cuatro estrofas, en las que se recrea el hogar de su infancia. Resalta que en su familia se vivió con amor. Es importante señalar que menciona dos veces la palabra corazón en la estrofa once, para enfatizar la paz y el bien que no es individual, sino familiar, porque se vive en familia, donde no debe existir el egoísmo, ya que todo se comparte con amor.

La estrofa doce describe la imagen de un ave que lleva comida a sus polluelos. Con ella presenta el anhelo de la voz poética de poder llevarle a la madre un abrazo y se infiere que también el sustento, ante la distancia que los separa. Por tal razón, la próxima estrofa justifica el sudor del trabajo que realiza, pues la madre le dio vida y sustento: en la risueña edad de mi lactancia. Ahora, él se lo retribuirá con su trabajo.

Considero que esta última parte, junto con la estrofa conclusiva, es la más emotiva, ya que describe mejor la estrecha relación que tiene con su madre; obsérvese que habla del

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360 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 559.

momento de su despedida, cuando ella lo bendice y él le pide al cielo que escuche las oraciones maternales. Por consiguiente, resulta una estrofa muy tierna:

Y aún yacen en mi pecho enrojecidos por fuerza de virtud, las bendiciones que me diste al partir, no desoídas se pierdan tus maternales oraciones.

La cuarta parte, o sea las estrofas 15 y 16, señala la importancia de alcanzar la holgura económica, pero se insiste en que la fuerza del amor es más fuerte e importante que la del oro. El amor de la madre se puede entender como la mayor riqueza, por eso busca el cariño maternal:

[…] ¿qué importan los dones que recibas si en pos de tus caricias no me lanzo?

Insiste en que a la madre hay que amarla, no darle únicamente el sustento económico. En la estrofa que cierra el poema, predominan dos ideas claves: las plegarias de la madre por él y la esperanza de volver a reunirse.

Es un poema muy afectivo dedicado a la madre, por eso la voz poética constantemente se dirige a ella. Es notorio que esté constituido a base de sustantivos y verbos, me resulta curioso que haya pocos adjetivos. Consta de 99 sustantivos que contribuyen a describir y explicar el cuadro que presenta, insiste fundamentalmente en señalar el amor maternal y las circunstancias de la separación; no abunda la adjetivación como indiqué, pues sólo se emplean 26 adjetivos. En el poema aparecen 51 verbos que le dan esencialidad y le imprimen movilidad al mismo.

Comentarios

Podemos apreciar que en la poesía lírica de Tapia la preocupación reside en las ideas; tiene escasa ornamentación y el ritmo a veces se pierde. Puede decirse que es una poesía que se basa más en las ideas que en el sentimiento, aunque éste no está exento. Estos poemas resaltan indirectamente el aprecio de Tapia por Puerto Rico y expresamente el amor por su madre. En los dos primeros está presente la patria y con ella su identidad. No puede pasar inadvertido el hecho de que, en la portada de El Bardo, debajo de su nombre, escriba “(de Puerto-Rico)”, enfatizando de esta manera su lugar de origen. Si bien es cierto que no son unos poemas en los cuales se profundice sobre el tema del amor patrio como en el poema “Borinquen donde nací”, escritos en Madrid en julio de 1868, no deja por

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ello destacar a su Isla. En este último poema la voz poética les dice a unos amigos361 que partían para Puerto Rico:

Recordad que sin consuelo y enfermo de mal de ausencia, quedo ansiando por el suelo que más amo mi existencia: por Borinquen do nací.

Tapia queda nostálgico en Madrid, mientras sus amigos viajarán a la Isla y desea que ellos le hagan saber a su entrañable patria cuánto la ama:

Saludad con gozo ardiente aquella tierra querida en nombre del triste ausente: decidla que estoy sin vida por Borinquen do nací.

En el poema “A mi madre” no deja duda alguna de la veneración que sentía por ella. Cinco años después de aparecido El Bardo de Guamaní escribirá en Madrid el poema “Mi patria y mi madre” en el cual aúna el amor maternal con el amor a la patria:

Yo a Borinquen adoro, porque en ella la Maga de mis sueños virginales con sus formas y encantos celestiales hechicera a mis ojos ofreció.

En estas doce cuartetas asonantadas tiranas podemos apreciar el inmenso amor que profesa, tanto a su progenitora como a la isla de Puerto Rico. Es un poema lleno de unción religiosa a dichos amores. Fijémonos en los vocablos que tienen una connotación religiosa: adoro, encantos celestiales, idolatro, ara, ardiente fe, deidades…, los cuales nos remiten a un amor más profundo.

Yo idolatro también aquella Tierra, porque en el ara que la alzé (sic) querida vi otra imagen con ella confundida imagen digna de mi ardiente fe.

La madre se funde con la patria-madre y se hacen una en el corazón de la voz poética, porque ambas contribuyeron a darle su existencia y a forjar la esencialidad o identidad de Tapia:

361 El poema está dedicado “A mis amigos G.Y G. al partir para Pto Rico”. La Azucena (Año II, Núm. 35, 15 de enero de 1876). Roberto Ramos-Perea indica que se trata de Gustavo Cabrera y su hermano menor Guillermo. Op. cit., 367.

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Y al ver que ambas deidades fulguraban en el ara también de mi memoria a un tiempo mismo, cual mi misma historia Patria! Madre! Sois una, yo exclamé.

En la estrofa final, ese sentimiento amoroso cobra mayor fuerza aún, cuando la madre muere y la patria la recibe en su seno. Entonces resulta un amor más profundo, porque el amor a la madre se hace viviente en el amor patrio, ya que ambos son una sola cosa:

Desde entonces amo más aquella patria con mi madre viviente confundida, porque guarda la sombra más querida…. Patria! Madre! Sois una en mi ilusión.

Los tres poemas comentados son un anticipo de “Mi patria y mi madre”, los dos amores que configuran la esencialidad e identidad de Tapia. Asimismo, resulta muy significativo que la madre y la patria se hagan una sola cosa en el sentimiento de Tapia, con lo cual está insistiendo, tanto en la identidad personal como en la identidad nacional puertorriqueña.

Moca, Puerto Rico, enero de 2017

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UNAS VIDAS A IMITAR EN LA LÍRICA TAPIANA

Sea, pues, nuestra misión la de alentar a los que sobreviven en la senda difícil del merecimiento […]

Alejandro Tapia y Rivera

La historiografía se ha caracterizado por resaltar a unas figuras que han sobresalido en lo político, lo social, lo militar o lo artístico; también, a otras que por sus ejecutorias merecen el repudio. En muchas ocasiones, el interés reside no sólo en informar sobre determinados acontecimientos, sino presentar unos modelos que sirvan de ejemplo al pueblo o, bien, unas conductas impropias que no se deben imitar. En el mundo clásico, la historia tuvo una finalidad pragmática desde que Tucídides escribió su Historia de la guerra del Peloponeso con el fin de mostrar a los griegos que los hechos del pasado pueden enseñar a los hombres del presente. Asimismo, Plutarco, en sus Vidas paralelas, incita al lector a que se compare él mismo con estas eximias figuras del pasado. Desde entonces, la historia se convierte en una forma de enseñanza, sobre todo para los políticos, idea que recoge Cicerón con su axioma: Historia magistra vitae. Suetonio en De vita Caesarum y De viris illustribus, o Nepote en De viris illustribus o De excellentibus ducibus terarum gentium son ejemplos de lo dicho. Alejandro Tapia y Rivera explica sobre el particular: “El impulso que movió a Plutarco, a Carmelo Népote y a otros en la antigüedad a escribir la vida de los varones que lograron hacerse famosos por sus virtudes, desgracias o crímenes, ha actuado también en los modernos hasta el punto de no darse manos para trazar las de aquéllos, cuyas obras e influencias han continuado hasta nuestros días la historia de la humanidad.”362

Una lectura superficial al Antiguo Testamento nos deja ver que se le presenta al hombre común del pueblo de Israel los ejemplos de Abraham, Moisés, David y Salomón, entre otras figuras, como personas sobresalientes en la fe, la legislación, la monarquía y la sabiduría para que imiten su ejemplo. La hagiografía cristiana en su las Actas de los mártires y el Flos sanctorum o las historias eclesiásticas, como las de Eusebio de Cesarea o la de Orosio, destacan a unos hombres y mujeres que vivieron intensamente su fe cristiana. De hecho, san Jerónimo confiesa que se inspiró en la obra de Suetonio cuando escribe, en el año 392, De viris illustribus363 para resaltar a unos escritores cristianos que dejaron testimonios escritos sobre la fe y la Iglesia.

362 Alejandro Tapia y Rivera. Vida del pintor puertorriqueño José Campeche (Editorial Edil, Inc.: Río Piedras, 1975) 49.

363 No debe extrañarnos la proliferación de obras con este mismo título, al punto que algunos consideran que constituyen un género en sí. Entre otros autores cristianos que también escribieron De viris

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Recordemos que, mediante la historia, los pueblos hispanoamericanos presentaron a unos personajes paradigmáticos que lucharon por el bienestar de la nación, tanto en lo cultural como en lo político o lo económico, con el fin de acentuar la identidad nacional y consolidar la independencia. Con ello se pretendía presentar unos modelos que el pueblo emulara, para trabajar por el bienestar del país. Miguel Rojas Mix explica que, en Latinoamérica: “Otro cauce a través del cual se manifiesta la identidad nacional es la labor historiográfica. Las repúblicas nacientes necesitan hacerse rápidamente un pasado”.364 Esto nos permite apreciar la visión que tuvo Tapia al desentrañar nuestra historia y la importancia de presentar unos modelos históricos; por eso expone: “El deseo de medir las verdaderas proporciones de tales colosos, […] o acaso el de presentarlos (idea más plausible aún) como ejemplo de virtudes o como padrón de crímenes, ha concurrido a dar la forma biográfica el espacio que en la historia moral de los pueblos le estaba designada”.365

No puede pasar inadvertido el hecho de que la Biblioteca histórica de Puerto Rico, en la cual se recopilan documentos referentes a la historiografía de la Isla, tiene el fin de ilustrar a la juventud sobre los acontecimientos acaecidos: “[…] ofrezco a la juventud estudiosa, es de bastante interés para la nación y la provincia, porque abre nuevos caminos a nuevas investigaciones, que acaben de ilustrar en todos sus puntos la historia de Puerto Rico”.366 En el fondo, busca estimular a la juventud para que se interese por el país, fundamentándose en unos hechos históricos. Era una forma de presentar aquellas personas que laboraron por el desarrollo de Puerto Rico y así la juventud tratara de emularlos. En su libro El bardo de Guamaní, Tapia les dedica dos elogios poéticos a las figuras del Intendente don Alejandro Ramírez y al Obispo Bernardo de Balbuena.367

Don Alejandro Ramírez

Tapia escribe el soneto “Al digno y sabio intendente Don Alejandro Ramírez”, que resulta ser una síntesis histórica, en forma poética, de lo que él escribiera en la Noticia histórica de Ramón Power. El primer cuarteto presenta el estado de pobreza de Puerto Rico y el segundo plantea que se vislumbra una esperanza o remedio para esta desgracia. El primer terceto indica la acción de Ramón Power para solucionar dicho problema, mientras el último terceto señala el remedio a los males con la designación de Alejandro Ramírez

illustribus están: Genadio de Marsella en el año 480, Isidoro de Sevilla entre 615 y 618 e Idelfonso de Toledo a mediados del siglo VII.

364 Miguel Rojas Mix. “La cultura hispanoamericana del siglo XIX”. Historia de la literatura hispanoamericana: Del neoclasicismo al Modernismo. II (Ediciones Cátedra: Madrid, 1987) 66. Este autor, analizando a las figuras de Bolívar y Martí, concluye: “La labor de escritor, de historiador y de político se confunden.” Ibid., 56

365 Alejandro Tapia y Rivera. La vida del pintor puertorriqueño José Campeche, op. cit., 49.

366 Biblioteca histórica de Puerto Rico (Imprenta de Márquez: Puerto-Rico, 1854) 6.

367 Alejandro Tapia y Rivera. El bardo de Guamaní, ensayos literarios (Imprenta del Tiempo: La Habana, 1862) 559, 561-562.

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como intendente. Según requiere la estructura de un soneto, el último verso resume el planteamiento poético, exaltando a este patricio.

El primer verso presenta la situación de penuria de la Isla: Triste la hermosa Borinquen gemía / arrastrando la mísera pobreza. El 15 de julio de 1765, don Alejandro O’Reylly escribía en su Memoria sobre la Isla de Puerto Rico que “[…] los vasallos de esta Isla son hoy los más pobres que hay en América […]” y añadía que, como consecuencia de esto, Puerto Rico sería “[…] una carga perpetua y pesada al Real Erario […]”368 Fray Íñigo Abbad, por su parte, expone el atraso y las dificultades que existían aquí, tanto en la agricultura como en el comercio.369 Este estado de estrechez económica se debía, esencialmente, a una administración indeficiente y a una casi total dependencia del situado mexicano.

Sin embargo, Tapia reconoce la riqueza que tiene Puerto Rico, sólo falta explotarla: ella [la Isla] que el don de perenal riqueza / en sus campos feraces contenía. No perdamos de vista el significado del adjetivo “perenal” que es sinónimo de “continuo” e “incesante”. Los cronistas insisten en la fertilidad del terreno puertorriqueño y el buen clima para las cosechas. O’Reylly exalta la bondad climatológica y lo fértil de la tierra puertorriqueña, al punto que da “[…] hasta tres cosechas al año, que se puede regular que todo lo que se siembra da ochenta por uno […]”370 Mientras Fernando Miyares sostiene que todos “[…] publican incuestionablemente la fertilidad y amenas producciones de esta isla […]”371 Asimismo, cuando fray Íñigo describe el estado de la agricultura en Puerto Rico, también insiste en la fertilidad de su tierra.372

El segundo cuarteto es de transición, pues sirve para introducir lo que sería la solución al problema planteado. Alude a la Providencia divina que no permitirá que Puerto Rico siga en esa indefensión, ya que no se lo merece. El primer terceto describe cómo la Providencia escuchó la plegaria del pueblo, que pidió un cambio, a través de la acción de don Ramón Power.

Mediante la llamada Ley Power, se separó la Intendencia de la Isla, creada en 1784, del gobierno como una entidad independiente.373 A instancias del propio Power, se designó para dirigirla a don Alejandro Ramírez, quien toma posesión de la misma el 12 de febrero

368 Eugenio Fernández Méndez. Crónicas de Puerto Rico (1493-1797) I (Ediciones del Gobierno: San Juan de Puerto Rico, 1957) 248.

369 Fray Íñigo Abbad y Lassierra. Historia geográfica, civil y natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1979) 159-171.

370 Eugenio Fernández Méndez, op. cit., 240.

371 Fernando Miyares González. Noticias particulares de la isla y Plaza de San Juan de Puerto Rico (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1954) 305.

372 Fray Íñigo Abbad y Lassierra, op. cit., 159-164.

373 Expone Tapia: “[…] desde la separación de la Intendencia que obtuvo [Power], proponiendo y logrando que se nombrase para ella al sabio y honrado hacendista don Alejandro Ramírez, regenerador económico de Puerto Rico […]” Noticia histórica de Ramón Power (Editorial Edil, Inc.: Río Piedras, 1975) 104.

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de 1813. Explica Tapia sobre este hecho: “Esta lamentable pobreza de un pueblo, apenas sin comercio ni agricultura, y sólo pastor o ganadero, comenzó a desaparecer en 1813 con la venida del primer Intendente, el ilustre Ramírez, indicado en la Corte para este empleo por el insigne patriota don Ramón Power, nuestro diputado doceañista, con el fin de que organizase las administración, y crease, por decirlo así, la base de la riqueza.”374 El gobernador, brigadier Salvador Meléndez, quien gobernó de 1809 a 1820, no ocultaba su desagrado al perder sus poderes sobre dicha entidad y luchó contra esta separación, que algunos gobernadores aprovechaban para lucrarse.375

El último terceto indica cómo la gestión del Intendente trae “rico bienestar” a la Isla. Cruz Monclova expone que las rentas de la hacienda pública de Puerto Rico recaudaron ocho veces más que al principio, gracias a las mejoras introducidas por Ramírez.376 Entre otros beneficios, además, se puede señalar la eliminación del papel moneda y la fundación del Diario Económico y la Sociedad Económica de Amigos de País. No empecé, el escaso tiempo que duró su gestión, Tapia advierte el alcance de su trabajo: “Y esto que su administración duró pocos años, pues lleváronsele para Cuba, no sin que dejase hecho bastante y mucho iniciado: pudiendo decirse que raro habrá sido el proyecto de que se haya tratado después, que no se pueda encontrarse por Ramírez” 377 De aquí que Tapia recalque: “[…] desde la administración de Ramírez que llegó a esta isla en 1813, data su riqueza o prosperidad […] que trocaron el hato de Puerto Rico en país de agricultores y comerciantes, dejando vestido de seda y paño, según la expresión de un benemérito patricio,378 el pueblo que encontró, vistiendo coleta […]”379

En el soneto, los nombres de nuestro Diputado y del Intendente aparecen estrechamente vinculados. El motivo de esto lo explica el propio Tapia: “[…] en adelante no podrá hablarse de prosperidad en Puerto Rico, sin nombrar a Ramírez ni podrá mentarse a éste sin que asome a los labios el nombre de Power.”380

374

Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 62-63.

375 Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico (siglo XIX) I (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1965) 48, 54, 87-88.

376 Ibid., 65.

377

Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias, op. cit., 63.

378 Se refiere a Nicolás Aguayo y Aldea (1808-1878) que lo expresa en un discurso en la Real Sociedad de Amigos del País el 25 de febrero de 1841, pidiendo que se coloque un óleo de este patricio en la sala de sesiones de dicha sociedad. En una nota a este hecho, don Cayetano Coll y Toste en sus notas a las Memorias de Tapia indica que: “El retrato de don Alejandro Ramírez, que pertenecía a la Real Sociedad Económica de Hijos del país, se conserva en el Ateneo.” Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias, op, cit., 63, nota 2.

379 Alejandro Tapia y Rivera. Noticia histórica de Ramón Power, op. cit., 104. En sus Memorias, página 63, escribe Tapia: “Esta Isla debe una estatua a tan gran bienhechor, por gratitud y como noble ejemplo; puesto que, según la expresión del excelente patricio, don Nicolás Aguayo, de digna recordación, Ramírez nos encontró vistiendo coleta y nos dejó vistiendo de seda.”

380 Alejandro Tapia y Rivera. Noticia histórica de Ramón Power, op. cit., 104.

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El contenido temático de esta composición poética consiste en señalar unos hechos históricos y económicos que sirven para exaltar la figura del Intendente. De aquí que se utilicen veinte sustantivos que desempeñan la función de presentar la historia que se describe. Sin embargo, resulta curioso que en un poema de exaltación haya sólo quince adjetivos. La razón de esto estriba en que, cuando se hace el panegírico de una persona, resulta fundamental ser parcos y saber utilizar la adjetivación. Al sobreabundar, a la postre pudiera desmerecer a la figura, ya que podría parecer algo hiperbólico y, por consiguiente, ficticio. Si nos fijamos, el poema es de poca movilidad, porque su objetivo es el planteamiento histórico, por eso sólo hay diez verbos que siguen el orden ideológico o temático establecido, ya que denotan: desgracia como gemir, sufrir; petición como querer, poder, escuchar; hasta lograr lo deseado como ordenar, ser, grabar.

Con estos versos, Tapia ha inmortalizado las figuras de don Ramón Power y don Alejandro Ramírez. Asimismo, los presenta como dignos ejemplos de personas que se interesaron por el bienestar de Puerto Rico. Lo que nuestro autor siempre deseaba era transformar su Patria para beneficio de los puertorriqueños y con estos modelos desea estimular a sus compatriotas para que laboren por ella.

Doctor Don Bernardo de Balbuena

Don Bernardo de Balbuena rigió la diócesis de Puerto Rico durante los años 1619 a 1627. En ese tiempo, el obispado comprendía también los anexos: Islas de la Margarita y la Trinidad, la provincia de Cumaná y la Guayana. Este ilustre prelado es reconocido como una de las figuras del Siglo de Oro español, por eso Josefina Rivera de Álvarez indica que su presencia en la Isla: “[…] ilumina con algunos fugaces destellos de la literatura áurea española el pobre y árido ambiente cultural de nuestro país en aquellos tiempos”.381 Añade que: “La presencia de Balbuena en nuestro medio habrá de significar, durante el breve tiempo que dura su episcopado, la manifestación acentuada, al menos dentro del ambiente eclesiástico, de un cierto empeño y preocupación por las cuestiones relativas al enriquecimiento cultural”.382

Balbuena publicó la epístola en tercetos endecasílabos Grandeza mejicana (1604), la novela pastoril El siglo de oro en las selvas de Erífile (1608) y el poema heroico El Bernardo. Sobre esta última obra dice don Cesáreo que la empezó en 1595 y la publica en 1624, “[…] se sabe que en los pocos ratos de remanso que le deparó este largo paréntesis, lo dedicó el poeta a mejorar las octavas, y por eso logró seria perfección”.383 Menéndez y Pelayo, por su parte, explica que en Puerto Rico “[…] retocó el Bernardo y escribió su Prólogo, enlazando

381 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña, su proceso en el tiempo (Ediciones Partenón: Madrid, 1983) 45.

382 Ibid., 45-46.

383 Cesáreo Rosa-Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 147.

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así en cierto modo la gloria de su nombre con la de la isla, y haciéndola sonar por todos los países donde se habla o entiende la lengua castellana”.384 En el poema que Tapia le dedica en el Bardo de Guamaní, inserta la siguiente nota:

Don Manuel José Quintana, trae en su Tesoro del Parnaso español, los datos siguientes acerca de Balbuena: “nació en Valdepeñas en 1568: fue abad de la Jamaica y Obispo de Puerto-Rico, y murió en esta isla en 1627. Publicó la Grandeza mejicana, el Bernardo, poema épico, y el Siglo de Oro: las demás obras suyas se han perdido”. Puede verse la crítica imparcial y justa de las composiciones de Balbuena en la traducción a la Musa épica española del mismo Quintana. El curioso encontrará también más noticias sobre Balbuena en la página 468 de la Biblioteca histórica de Puerto-Rico385 publicada en 1854, por el autor de esta composición.386

En septiembre de 1625 los holandeses, comandados por Balduino Enrico (Boudewijn Hendricksz), saquean la Iglesia Catedral y queman la Casa Episcopal,387 con lo cual destruye la valiosa biblioteca del Obispo. En la “Edición corregida por la Academia Española”, el año 1821, de El siglo de oro se indica: “Dejó Valbuena (sic) escritas varias obras, de las cuales se han perdido algunas que sin duda no salieron a la luz.” Se mencionan: Cosmografía universal, el divino Cristiados, quizás un poema semejante a la Cristiada de Ojeda, Alteza de Laura y el Arte nuevo de Poesía. Se añade “[…] cuyos manuscritos robarían acaso los holandeses en la invasión de Puerto-Rico acaecida por aquellos años, pues consta que saquearon el palacio episcopal” 388

Su amigo, el destacado poeta de las letras españolas, Lope de Vega, inmortaliza este hecho, así como el valor de la obra de Balbuena, en la siguiente silva:

Y siempre tu dulce memoria sea, Generoso Prelado

Doctísimo Bernardo de Balbuena, Tenías tú el cayado

De Puerto Rico, quando el fiero Enrique,

384 Marcelino Menéndez y Pelayo. Historia de la poesía hispano-americana I (Librería Victoriano Suárez: Madrid, 1911) 332.

385 Se refiere a la Descripción de la Isla y ciudad de Puerto Rico escrita por el canónigo don Diego de Torres Vargas.

386 Alejandro Tapia y Rivera. El Bardo de Guamaní, op. cit., 561.

387 Véase la relación detallada que Balbuena le hace al Rey el 12 de febrero de 1626 en Vicente MurgaÁlvaro Huerga. Episcopologio de Puerto Rico (1611-1695) III (Universidad Católica de Puerto Rico: Ponce, 1989) 258-260.

388 Bernardo de Balbuena. El Siglo de oro en las selvas de Erífile (Por Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.: Madrid, 1821) v.

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Olandés rebelado

Robó tu librería; Pero tu ingenio no, que no podía, Aunque las fuerças del olvido aplique. Qué bien cantaste al Español, Bernardo, Qué bien al Siglo de oro, Tú fuiste su Prelado, y su tesoro, Y tesoro tan rico en Puerto Rico, Que nunca Puerto Rico fue tan rico.389

El reconocimiento a su obra literaria ha opacado se ministerio episcopal, según advierten, acertadamente, los historiadores Murga-Huerga: “[…] a los investigadores les interesa más el poeta que el obispo. Porque fue un gran poeta, amén de obispo”.390 A su llegada, encontró una Iglesia pobre con mucha necesidad espiritual. Tengamos en cuenta que en el siglo XVII, “[…] la diócesis puertorriqueña no vio pastor por espacio de cuarenta años, o sea la mitad casi de toda la centuria” 391 Por esa razón, el 21 de junio de 1623, le escribe al Rey: “[…] salí para esta iglesia [Puerto Rico], donde con precisa necesidad se deseaba mi venida; y así, por no perder tiempo, luego que tomé puesto en la isla, entré visitando sus iglesias y lugares, y administrarles el sacramento de la confirmación, de que tenían mucha necesidad por haber algunos años que carecían de él”.392

En carta al Monarca, el 22 de noviembre de 1623, Balbuena hace una elogiosa descripción de la gente, las autoridades y las costumbres en la Isla,393 por ello Cuesta Mendoza considera que: “[…] Puerto Rico le debe gratitud por sus juicios tan favorables y laudatorios” 394 Según el acta de defunción, falleció en San Juan el 11 de octubre de 1627, alrededor de las cinco de la tarde.395 Sus restos yacen en una urna colocada en la nave izquierda de la Iglesia Catedral de San Juan. Y precisamente el tema central del poema que Tapia le dedica en su honor resalta esto último: “Al insigne poeta bucólico Bernardo de Balbuena, enterrado en la ciudad de Puerto-Rico.”

El poema está concebido según el género bucólico. En el mismo, alternan el pastor Rosanio y la zagala Belisa con el Bardo, con lo cual se remeda la novela pastoril de Balbuena, El siglo de oro. De hecho, el pastor y la zagala que intervienen son personajes de dicha obra. Además, aparecen otras alusiones al texto de Balbuena. Por ejemplo, en la égloga sexta, Beraldo manifiesta la belleza de los ojos de Belisa con la siguiente silva: Si hay

389 Lope Félix de Vega Carpio. Laurel de Apolo con otras rimas (Por Iuan Gonçález en Madrid, 1630) 13 vto.

390 Vicente Murga-Álvaro Huerga, op. cit., 39.

391 Antonio Cuesta Mendoza. Los dominicos en el Puerto Rico colonial 1521-1821 (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2014) 212.

392 Vicente Murga-Álvaro Huerga, op. cit., 243.

393 Ibid., 244-247.

394 Antonio Cuesta Mendoza. Historia eclesiástica del Puerto Rico colonial. Volumen I: 1508-1700 (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2012) 117.

395 Vicente Murga-Álvaro Huerga, op. cit., 264

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dos arcos de gloria en solo un cielo, / Serán, pastora mía, / Las dos arcas triunfales de tus ojos, / Con que amor tira al suelo / Saetas de alegría, / Y le siguen mil almas por despojos: / Dichosos arcos y dichosa vira, / Y más dichoso el blanco que a quien se tira.396 Por esa razón, Tapia escribe en su poema: […] y en tus ojos, Belisa, cariñosos / dos versos de los suyos / de amor tierno arrullos, / dulcísimos y suaves y ardorosos.

En estrofas sáficas, Rosanio se dirige a Belisa, indagando el paradero de Balbuena: Do yace aquel pastor, cara Belisa. El hecho de que llame “pastor” al Obispo tiene un doble significado, ya que representa, tanto el ambiente pastoril, que Balbuena había recreado, como su ministerio episcopal, ya que, en el lenguaje eclesiástico, a los obispos se les llama “pastores” y a su atención espiritual a los fieles, “pasto espiritual”. Además, entre los símbolos episcopales está el báculo, que remeda el cayado de los pastores.

La voz poética, en Tapia, elogia el mundo bucólico al que este obispo supo cantarle con tanto acierto y al […] que con ardor amaba. Y para acentuar las bellas descripciones que lograría captar de ese mundo señala que, con los sones de su flauta, Balbuena: […] cantó con tono que pasmó a la brisa […] Por eso, pastores y zagalas […] su sien ornaron de laurel y flores. Esto nos recuerda los tercetos de Aristeo en la égloga séptima de la citada novela:

Tiempo fue ya, pastor, si es bien decillo, Que pudiera dar gusto y alegría Mi canto al más penado con oillo; Y sin cesar de noche ni de día, aquestos collados y praderas Siempre oyeras sonar la flauta mía; […]397

La zagala responde que ya no existe. No dice que ha muerto, sino que está dormido: su cuerpo duerme en la tranquila fosa, con lo cual se indica que su palabra aún permanece, no se ha extinguido con la muerte. Pero contrasta el hecho de que su expresión poética, la cual le había cantado al campesino y elogiado ese mundo campestre, ahora esté callada, en La tumba silenciosa. Por consiguiente, su voz, que había alegrado la naturaleza, se ha silenciado, porque: sus flautas zalameras / que alegraron valles y riberas / yacen colgadas […] Constituye eso un lamento al silencio de su voz, por eso el céfiro que llevó su música, ahora está “quejoso”. Es que aún persisten sus versos en el mundo agreste, tal como indicara Aristeo en la novela respecto a los cantos: Pregunta a aquellos álamos que fueron / Fieles testigos de mis penas vanas, / Los versos que le di, ¿qué los hicieron? […]398

La tercera estrofa insiste en que, el pastor a quien se alude, es Balbuena. Rosanio increpa a la pastora: Respóndeme, Belisa; tú que fuiste / su amable confidenta. Ella contesta

396 Bernardo de Balbuena, op. cit., 128.

397 Ibid., 152.

398 Ibid., 153.

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que el Obispo ha muerto, pero su cuerpo duerme en la tranquila fosa / de católico templo. Se lamenta que ya no se escuche la voz de este obispo letrado que tanto había exaltado al campesino y la naturaleza. No puede pasar inadvertido el tercer verso de la primera estrofa, porque destaca que las ejecutorias de Balbuena han sido un modelo de vida, las cuales están: […] sirviendo de alto ejemplo.

El Bardo es quien se encarga de hacer el panegírico de esta figura eclesiástica. Llora, desconsolado, su muerte con el siguiente símil e hipérbole: […] mis lágrimas cual ríos / de mis ojos cayeron […] Sin embargo, lleva un mensaje de consuelo, pues no ha muerto, porque: aún suena el eco de sus flautas de oro. Quedan, por consiguiente, sus palabras para la posteridad, porque todos: recuerdan sus cantares. La voz poética señala el amor que le tuvo a Puerto Rico: Borinquen le inspiró; de sus acentos / de sus nobles y gratos pensamientos / júzgase acreedora. El poeta insiste, además, en que no solo le cantó a la Isla, sino que también le entregó su cuerpo. Él pudo haber nacido en Valdepeñas, pero nuestra tierra, ahora, lo conserva para siempre: Si Balbuena querido, en Castilla nacido […], Puerto Rico guarda el tesoro de sus restos, porque dio: […] a Borinquen su tumba generosa. Así concluye el poema, que, según expresamente indica el autor, se insiste en que está enterrado en la Catedral de San Juan.

Tapia puertorriqueñiza el ambiente bucólico, porque menciona frutos nuestros como el mamey, los bananos y los palmares, también aves nuestras como las tórtolas y las calandrias. Considero que en el poema sobresalen tres cosas importantes: Imita la poesía bucólica para recrear el estilo y el mundo literario de Balbuena; de hecho, son los propios pastores y el Bardo quienes lo hacen. Exalta nuestra campiña al presentar lo propio de aquí, que es una forma de hablar sobre Puerto Rico. Presenta a esta figura que descolló en las letras y el ministerio episcopal, como un ejemplo a seguir.

Resumen

Tapia tuvo una gran preocupación por mejorar a Puerto Rico, tanto en lo político como en lo social. Testimonio de lo cual es su obra literaria y sus ejecutorias. No oculta los problemas ni los males; si los indica, es para mejorar la realidad social y política de Puerto Rico. En sus palabras: “[…] me ha tocado en suerte nacer en esta ínsula desgraciada, en donde sobran defectos y faltan virtudes cívicas, cosa que se explica por la educación, hija del sistema político pernicioso, que ha reinado hasta ayer, y que, si por fortuna ha desaparecido en mucho, aún quedan de él algunos vestigios […] si los que amamos sinceramente no tratamos de hacer porque mejore y cure de aquellos males […]”399

Una de las vías para lograr esto fue mediante la historia. Cuando publica la Biblioteca histórica quiere desentrañar el desarrollo de su país desde sus orígenes y, a

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399 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias (Ediciones Rumbo: Barcelona, 1968) 93.

través de los hechos históricos, mostrar los aciertos y fracasos, las costumbres que lo distinguen y la forma de ser de sus habitantes. De esta manera el pueblo aprenderá del pasado. La visión historiográfica de Tapia es la misma que la de los clásicos: hay que aprender de la historia, porque ella nos enseña los errores y los aciertos. Así lo deja ver: “Todas estas cosas, que son rasgos de pinturas odiosas, conviene que no sean olvidadas por las generaciones sucesivas, para que contemplen por donde han pasado las anteriores y sepan apreciar el progreso y lo que vale, así como lo mucho que deben a los que ayudaron con sufrimientos y trabajos la venida de los mejores tiempos que han alcanzado.”400

Estos poemas ejemplifican lo que Roberto Ramos-Perea expone sobre su poesía: “Para Alejandro, a juzgar por todos los poemas escritos hasta 1861, la poesía debe insistir en la individualidad romántica, es decir, el poema como desnudez del alma que revela emociones sencillas, biográficas, gentiles, elogiosas y generosas, y por demás bellas.”401 En ambas composiciones poéticas, Tapia destaca las ejecutorias del intendente Alejandro Ramírez y el interés que Ramón Power tuvo por la Isla, además, muestra a Balbuena como un hombre de letras que desarrolló su ministerio episcopal en Puerto Rico y aún permanece con nosotros. Por consiguiente, describe a tres figuras del campo político, literario y religioso, que él ennoblece para que sus compatriotas se animen a luchar por el bienestar de la patria.

Moca, Puerto Rico, 24 de junio de 2017, en la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista

400 Ibid., 123-124.

401 Roberto Ramos Perea. Tapia, el primer puertorriqueño. Tratado biográfico sobre el dramaturgo y escritor puertorriqueño Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882) (Publicaciones Gaviota: San Juan de Puerto Rico, 2015) 247

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CENSURA, CENSORES Y LA SATANIADA

Lejos de evitar la lectura, la prohibición influyó para hacer más buscada y más leída y mejor comprendida la obra perseguida [La peregrinación de Bayoán], y a ella debo en gran parte la autoridad de mi palabra en mi país; […]

Eugenio María de Hostos

A la memoria de Manolo y Josefina Álvarez, entrañables maestros y amigos

Alejandro Tapia y Rivera es uno de los grandes escritores del siglo XIX, no sólo de Puerto Rico, sino de la América hispana, al punto de ganarse el elogio de don Marcelino Menéndez y Pelayo.402 Su obra poligráfica constituye una significativa aportación a nuestras letras. Su pensamiento político-reformista, sin ser separatista, tuvo una importante repercusión entre sus coetáneos y le valió el enfrentamiento con el gobierno colonial. La crítica lo reconoce como primerísimo escritor,403 al punto que Josefina Rivera de Álvarez lo califica: “La más grande figura de la naciente literatura puertorriqueña del siglo XIX y uno de los escritores más fecundos en toda la historia de nuestra cultura. Sus biógrafos y críticos lo han llamado con razón padre y patriarca de las letras insulares”.404

Cuando analizamos cuidadosamente su producción literaria, en particular La Sataniada, las novelas de Póstumo, sus Conferencias sobre estética y literatura y la revista La Azucena, comprendemos que fue un adelantado de su tiempo. En sus célebres conferencias divulga en nuestro precario ambiente intelectual la filosofía y estética de Hegel, lo cual resalta su conocimiento de las ideas en boga. La novela Póstumo el envirginado y sus artículos en La Azucena lo muestran como un denodado defensor de los derechos de la mujer por lograr su igualdad social con el hombre. Considero que en Póstumo el transmigrado y en su extenso poema La Sataniada, Tapia formula una de las críticas más fuertes que se hayan hecho a las autoridades del siglo XIX. Es asombroso ver cómo este escritor, pese a la censura imperante, denuncia el abuso de poder de los gobernantes de turno.

402 Marcelino Menéndez y Pelayo. Historia de la poesía hispanoamericana I (Aldus: Santander, 1948) 325-329.

403 Véase Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña (Editorial Cultural: Río Piedras, 1965) 112; José Luis González. Literatura y sociedad en Puerto Rico (Fondo de Cultura Económica: México, 1976) 112.

404 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña: Su proceso en el tiempo (Editorial Partenón: Madrid, 1983) 144.

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Durante su vida tuvo fuertes encontronazos con la censura gubernamental, su voz tiene la autoridad de quien vivió los atropellos que denuncia, por esta razón pudo decir: “Yo también puedo hablar como víctima de la censura”.405 Me parece que dos ejemplos ilustran muy bien su queja. Cuando en 1853 trataba de publicar su Biblioteca histórica de Puerto Rico, el censor Antonio Caparrós, secretario del Ayuntamiento, prohibió en ella la octava diecisiete del canto segundo de la Elegía de varones ilustres de Indias escrita por Juan de Castellanos en el siglo XVI porque en ella, según el censor: “[…] se trata a los conquistadores con dicterios insultantes”.406 Situación ridícula, porque la elegía completa aparecía publicada en la Biblioteca de Autores Españoles y circulaba en la Isla con licencia de la censura.

En el año 1848, escribió su primera obra dramática Roberto D’Evereux, inspirada en los amores de la reina Isabel de Inglaterra. Este inicial ensayo dramático, como lo llama el autor, se prohibió imprimir y representar. La excusa del censor, en palabras del propio Tapia, fue: “Que en estas provincias de América no debía permitirse la impresión ni representación de obras en que como pasaba con la mía, se humanizase a los reyes; y que yo pintaba a una reina frenéticamente enamorada, hasta el punto de hacer morir por celos a su amante” 407 Resulta evidente que Tapia, mientras la escribía, no tuvo en cuenta la censura. Sin embargo, más tarde debió ajustar el drama a la misma, para que ocho años después se pudiera representar y en 1857 se publicase. Toda esta descabellada situación la cataloga de “ridícula”.408

En el presente trabajo resaltaré exclusivamente la elusión irónica de La Sataniada que utiliza Tapia para criticar a las autoridades gubernamentales e ironizar a la censura y a los censores. No entraré, por consiguiente, en consideraciones exegéticas, lo cual dejo para otra oportunidad.

La censura en el siglo XIX

405 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias o Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1968) 108.

406 Ibid., 108-111.

407 ibid., 152-154. Tapia no fue el único que tuvo problemas con la censura, entre otros muchos, se puede destacar los casos de Manuel Alonso con el Álbum puertorriqueño de 1844 y el Gíbaro. El de Eugenio María de Hostos, a quien el gobierno de turno le confiscó la primera edición de su novela La peregrinación de Bayoán en 1863. También fue muy sonado el caso del poeta Daniel Rivera, quien publicó en el semanario El Ponceño el 22 de julio de 1854 el poema épico “Agueynaba el Bravo”, donde el cacique borincano arengaba a sus huestes indígenas para que lucharan contra el invasor español. Las autoridades enjuiciaron y encarcelaron al poeta por esta retórica poética, y el periódico se suprimió, la imprenta fue incautada y vendida por las autoridades. Lo irónico del caso es que en la segunda parte del poema resulta que, a la larga, todo él era un elogio a la monarquía española. Véase Cesáreo Rosa Nieves. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 211-214, 258-262, 411, nota 1, 428, nota 1; José Luis González, op. cit., 92-93.

408 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 106-108.

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El siglo XIX fue época de grandes agitaciones y vaivenes políticos en España, ya que se alternaban períodos constitucionales,409 revoluciones y gobiernos absolutistas. Esta inestabilidad habrá de repercutir en las colonias americanas, las cuales comienzan a independizarse de la Metrópoli. Como consecuencia de lo anterior, se otorgan facultades omnímodas a los gobernadores de Cuba y Puerto Rico para que pudieran reprimir cualquier conato de rebeldía. El gobierno asume un férreo control sobre la vida y la hacienda de los ciudadanos, para sofocar cualquier actividad separatista.410

Hasta el año 1837, las colonias americanas se regían por la misma legislación que en España, pero a partir de entonces las leyes especiales y las facultades omnímodas son una constante política en Cuba y Puerto Rico, donde se gobernará mediante Reales Decretos.411 De esta forma ambas Islas quedan “[…] al solo arbitrio de los Capitanes Generales nombrados por la Corona”.412 Lo ilustra acertadamente Tapia con el caso del Gobernador Jacobo de la Pezuela, quien se jactaba de su poder diciendo: “La reina manda allá [en España] y yo mando aquí [en Puerto Rico]”.413

En la Constitución del año 1837 se decretaba que las provincias de Ultramar se gobernarían por leyes especiales, lo cual era un dictamen muy positivo y sabio el que se gobernase estos territorios según las necesidades particulares de los mismos.414 Sin embargo, estas posesiones ultramarinas quedaron bajo el capricho de los Gobernadores y Capitanes Generales, quienes se abrogaban todas las facultades y gobernaron con mano rígida, salvo muy raras excepciones.

Los gobernadores impusieron una férrea censura, pues considera-ban que de esta forma podían gobernar en paz. La censura quedó a merced del gobernante de turno y, en muchas ocasiones, se aplicaba hasta en la vida familiar. Por ejemplo, al establecerse el absolutismo de Fernando VII, el Mariscal don Miguel de la Torre, mediante proclama del 4 de diciembre de 1823 prohibía hablar de la abolida Constitución de 1812, contra el Rey y las Autoridades gubernamentales. Indicaba expresamente, además, que en las conversaciones “aun las de carácter doméstico” se empleasen en darle gracias a Dios por la restauración del absolutismo.415

409 Hasta el año 1876 se promulgaron cuatro constituciones en España. Véase María Asunción García Ochoa. La política española en Puerto Rico durante el siglo XIX (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1982) 2-18.

410 Ibid., 36.

411 Ibid., 84-87, 129-131, 134, 138-147.

412 Germán Delgado Pasapera. Puerto Rico: Sus luchas emancipadoras (1850-1898) (Editorial Cultural: Río Piedras, 1984) 1.

413 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 135.

414 María A. García Ochoa, op. cit., 13014, 40-41. Específicamente se indicaba: “Que estas leyes sean acomodadas a ilustración de la época y respeten los derechos de sus habitantes que tienen títulos muy sagrados para exigirla”.

415 Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico (Siglo XIX) I (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1965)

75. Hay que destacar, sin embargo, que durante los períodos constitucionales en los cuales se gozaba

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Para que se tenga una idea de lo restrictivo y arbitrario de la censura oficial, el General Méndez Vigo promulgó una orden el 4 de febrero de 1841 que prohibía, con la única excepción de los militares, que “[…] ningún individuo usara bigote ni pera” Y al año siguiente, mediante otra circular, se impedía que los capitanes, patronos de buques, tripulantes o pasajeros entregaran “[…] a la mano periódicos y cartas de toda procedencia” 416

En el año 1848, el General de la Pezuela reforzó aún más la represión vigente impuesta a la correspondencia y los periódicos, pues circulaban rumores de la conspiración del General Narciso López para liberar a Cuba y Puerto Rico. Lo mismo hizo don Fernando de Nozagaray, porque se incautaron en la Isla varios ejemplares de La Verdad, periódico separatista de los revolucionarios cubanos de Nueva York.417 Este régimen de censura, según algunos historiadores, limitó en gran medida el desarrollo del periodismo en Puerto Rico,418 y se puede añadir que también el literario.

Desde 1834, existía un Real Decreto relacionado con la impresión y circulación de libros, mediante el cual se regirían por la censura, tanto los libros como los periódicos.419 La censura se extendía también a obras literarias sin ningún contenido político. Entre otros casos, en 1862 se prohibió la importación y circulación de la última novela de Víctor Hugo, Los Miserables. El presbítero Juan Manuel Echevarría escribió un artículo en el que la calificaba de: “[…] impía, disolvente y contraria a las buenas costumbres”. Al año siguiente se condenaban y prohibían obras de Eugenio Sue, Alejandro Dumas, George Sand, Eugenio Scribe y Federico Soulie, entre otras.420 El régimen imperante en la Isla era nefasto. Así lo califica el ilustre diputado don Rafael María de Labra:

Allí priva algo más que el absolutismo […] Allí rige un sistema monstruoso y absurdo […] Hoy en Puerto Rico el Capitán General, por exceso de celo cuando no por capricho, puede acordar todo género de violencias, puede sostener la previa censura, puede deportar a quien bien le parezca por meras sospechas, puede impedir la reunión de personas pacíficas, puede

de libertad de prensa, el Gobernador no podía imponer su voluntad. Por ejemplo, el Gobernador de la Torre formuló causa contra el periódico El Eco por un artículo del 1 de enero de 1823, pero el fallo del jurado fue adverso al Gobernador y el editor fue absuelto. Véase José S. Alegría. “El periodismo puertorriqueño desde su aparición hasta los comienzos del siglo XIX”. 21 Conferencias de literatura puertorriqueña (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1960) 519.

416 Lidio Cruz Monclova, op. cit., 257-258.

417 Ibid., 291, 299.

418 Otto Olivera. La literatura en periódicos y revistas de Puerto Rico, siglo XIX (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1987) 39; José S. Alegría, op. cit., 523, 527.

419 José A. Romeu. Panorama del periodismo puertorriqueño (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1987) 39; José S. Alegría, op. cit., 523, 527.

420 Lidio Cruz Monclova, op. cit., 492-493.

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entremeterse entre la vida privada de aquellos ciudadanos, puede abrir la correspondencia, etc., etc.421

Y lo peor de todo esto, según Labra, es que el Capitán General obraba dentro de la ley que lo protegía. Por tal razón, este distinguido diputado sometió un proyecto de ley para que se aplicaran a Puerto Rico todas las instituciones democráticas. Pero el General José Laureano Sanz se opuso al mismo, ya que, según él, fomentaría la disidencia, pues: “El clérigo en el confesionario disimulará la desobediencia y la independencia de los fieles, cuando no la recomiende desde el púlpito. Los escritores corromperán la opinión a favor de su idea […]”422

Analizando los altibajos que tiene la libertad de expresión y la férrea coacción de la censura durante este siglo,423 nos damos cuenta de que los decretos y leyes eran tan vagos, y los dictámenes de los gobernadores insulares resultaban tan excesivamente arbitrarios que todo quedaba al capricho exclusivo de los gobernadores. De hecho, en el año 1871, el propio General don Eulogio Despujol Dussay, quien recién ocupaba la gobernación de la Isla, se queja de esto y le escribe al Ministro de Ultramar sobre el gobierno despótico imperante en Puerto Rico. En particular sobre la censura, explica que los decretos existentes “[…] ahogaban la libertad de expresión [tanto que] puede decirse que la vida de la persona se halla completamente a merced de la voluntad del Gobernador” 424 Advierte, además, que la censura impuesta en Puerto Rico era más férrea que la existente en Cuba:

Esta situación es más anómala, más injusta, hasta más irritante para estos habitantes, y, por consiguiente, más insostenible, cuanto que en España y en la vecina Cuba, sobre todo, goza la prensa de una libertad que indudablemente contrasta con las restricciones que aquí continúa sujeta, sin que lo justifiquen las circunstancias.425

Advierte el Gobernador en su misiva que, cuando llega el vapor correo, tiene un “verdadero conflicto”, pues si cumple la vigente legislación de censura no puede permitir que circulen en la Isla impresos autorizados en la vecina Antilla y la Península.426 Domingo

421 Ibid., II, 86-87.

422

Lidio Cruz Monclova, op. cit., II, 103.

423 Véase: Ibid., I, 75, 176; II, 7, 50-51, 76, 79-80, 92-93, 194-196, 288-290, 381-383, 416-417.

424

El periódico El Agente en el año 1878 expresa que: “Hoy la situación se hace, en verdad más espinosa, y difícil para que el escritor pueda, no ya sujetarse a las prescripciones de la Ley, sino lo que es peor, ni siquiera conoce cuál sea la que se halla vigente.” Y se queja de lo difícil que resulta cumplir la ley de expresión pública: “Nosotros, escritores de buena fe, que queremos estar siempre sometidos a la Ley, no podemos menos de confesar que nos encontramos perplejos ante semejante variación de lo que hasta ahora hemos considerado la legalidad vigente”. El propio Boletín Mercantil, representante de la prensa conservadora en la Isla, afirma que “[…] era difícil escribir sin infringir algunas de las numerosas prohibiciones de la legislación de imprenta”. Ibid., II, 480, 526.

425 Ibid., 471.

426 Ibid., 471.

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del Monte describe el siguiente cuadro sobre la censura en Cuba y lo irónico de esto, según indicaba el propio Gobernador español de Puerto Rico, es que en dicha Isla la censura era más condescendiente que la de Puerto Rico:

El escritor, al tomar la pluma, tiene aquí [en Cuba] que contemporizar, primero, con el censor regio, después con el sota-censor, que es un oficial militar de palacio, especie de visir revisor, y por último con el capitán general; de manera que es imposible que tras este triple filtro de las ideas escape ninguna que valga algo, si puede ofender, no ya al espíritu de las instituciones despóticas de la Colonia, pero ni aun la opinión privada de cada uno de estos individuos, por mezquina y ruin que sea.427

Todo lo indicado anteriormente muestra lo desatinado de la censura que imperaba por obra y gracia de los Capitanes Generales.

Los censores

Durante el siglo XIX se pusieron en vigor numerosas leyes sobre la libertad de expresión, pero fueron aún más los decretos promulgados para enmendarlas. Sin embargo, lo peor de todo era la caprichosa y arbitraria interpretación de dichas leyes, amén del rigor de los censores y fiscales de imprenta. Lo que permitía un censor en determinado pueblo, no lo toleraba otro. Más aún, a veces se autorizaba una publicación en cierto periódico o imprenta y se prohibía en otros. Por ejemplo, el Censor de Imprenta en Mayagüez impidió que el periódico La Prensa publicara el artículo 13 del título I de la Constitución Española de 1876, entonces vigente en Puerto Rico, porque hablaba explícitamente sobre la libertad de expresión. No obstante, el periódico El Agente de dicha ciudad publicó íntegra la referida constitución que, por supuesto, incluía el artículo en cuestión con la anuencia del censor.428

La censura gubernamental abarcaba tanto lo político como lo religioso, pues esto último se consideraba de interés del estado. Por esa razón, no resultaba extraño que se encontrase en la primera Junta Provincial de Censura, ordenada por las Cortes de 1810, junto a funcionarios públicos, a varios sacerdotes.429 Pero la delicada función de la censura no recaía siempre en personas capacitadas, generalmente la ocupaba un ayudante del Gobernador o algún oficial de la secretaría de Gobierno y actuaba tan arbitrariamente por el “[…] temor a las reprimendas del Superior, o de perder semejante empleo, que no tenía mal sueldo”.430 En el prólogo a la segunda edición de La peregrinación de Bayoán, en junio de 1873, Hostos refiere lo que le aconteció con la censura. Llevó al censor el manuscrito de dicha novela y cuando lo leyó, éste: “[…] unas veces me rayaba frases que mejor expresaban

427

Domingo del Monte. Escritos I (Editorial Cultural: La Habana, 1929) 103.

428 Antonio S. Pedreira. El periodismo en Puerto Rico (Editorial Edil: Río Piedras, 1969) 180, 183.

429 Ibid., 52.

430 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 106-107.

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mi pensamiento; otras veces atentaba al sentido intencional de algún vocablo”. Sorprendido por ello, le pidió que le explicara el porqué de esa arbitrariedad. El Fiscal de novelas le contesta que no había sido él, sino un subalterno quien la había leído.431

Sin embargo, eran peores los censores extraoficiales, o sea los contertulios del Gobernador quienes chismeaban sobre lo poquísimo que, entonces, se escribía en la Isla. Se escandalizaban farisaicamente de que se permitieran publicar determinados escritos, lo cual considera Tapia: “Celo oficioso, en que competían para acreditar su penetración y patriotismo, más funesto al pobre censor, que por temor a estas delaciones o acusaciones de su imprevisión o tibieza, borraban a más y mejor, a la más ligera duda que le ocurría.”432

Hubo momentos en los cuales, al censurar artículos, párrafos u oraciones, aparecían los espacios en blanco o con puntos suspensivos. Sin embargo, en otras ocasiones no se permitía que hubiera ningún espacio en blanco u otro indicio de que el artículo referido se había desaprobado en parte. Esto hacía que los directores del periódico se vieran en graves apuros para rellenar los espacios censurados. A veces se reproducía un texto autorizado en España sin ninguna traba, pero en Puerto Rico el censor multaba al periódico por el mismo.433

Los censores y fiscales de libros eran muy mal vistos por los intelectuales y, cuando tenían la oportunidad, los criticaban y ridiculizaban. Por ejemplo, Juan F. Torreforte quiso burlarse de la censura y, el 7 de septiembre de 1871, publicó en el semanario El Eco del Pueblo una nota, en forma de esquela mortuoria, donde se comunicaba que: “Había fallecido doña Severísima Apasionada Censura [… y que] su hermana y una pariente doña Conserva Statuquo Monopolio” invitaban al sepelio. De más está decir que fue arrestado.434 El sobrino de don Manuel Fernández Juncos relata que cierto día, exasperado por la censura, su tío le dijo al Regente de Imprenta que rellenara determinado espacio debido al texto que la censura había suprimido con clisés de herraduras de caballo y escribiera: “Por aquí pasó el censor.”435

Ante esta situación tan ridícula y opresiva, los escritores buscaban eludir la censura y el vehículo que empleaban, como resalta Pedreira, era: “Aguzar el ingenio, cultivar la perífrasis, usar el disimulo y la cautela, manejar el guiño y la reticencia, utilizar la alegoría, el disfraz, la entrelínea alusiva y todos los recursos que la habilidad exigía”.436 Tapia

431 Eugenio María de Hostos. La peregrinación de Bayoán (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1970) 33-34.

432 Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 107. En el año 1866, el General don José María Marchessi “[…] relevó a los comandantes militares e las funciones de la censura de imprenta, encargando de las mismas a los Corregidores y Alcaldes.” Lidio Cruz Monclova, op. cit., I, 438.

433 Antonio S. Pedreira, op. cit., 77, 103, 182, 184-185.

434 José A. Romeu, op. cit., 44-45.

435 Antonio S. Pedreira, op. cit., 185.

436 Ibid., 187.

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coincide con esto, porque refiriéndose cómo se burlaba la censura, expresamente indica que mediante la ironía.437 Recurso que él supo aprovechar en su obra luego de sus experiencias negativas con los censores.

La Sataniada

Tapia se considera un puertorriqueño español y en política un liberal reformista y aunque sus ideas no atentan contra la estabilidad gubernamental, discrepan de los estatutos sociales establecidos.438 José Luis González afirma que su participación en la vida política de la Isla era “[…] incidental y se desenvolvió dentro del sector más moderado del reformismo insular, o sea el asimilista” 439

La verdad y la justicia representaban para Tapia dos principios fundamentales del ser humano, al punto de llamarlas su “primer amor”. Refiere que este fundamento “siempre y en todas partes” lo había llevado “[…] a ponerme de parte de los que sufren y a interesarme por el progreso y la justicia, que siempre he amado como verdaderos y únicos ideales de la humanidad”.440 De aquí nace su posición de crítica a la sociedad puertorriqueña de ese tiempo, ya que, entre otras cosas, aboga por la abolición de la esclavitud, es un precursor de los derechos femeninos y denuncia los desmanes del gobierno que coartan las libertades del ser humano. Su ideología, por consiguiente, contraviene a la censura impuesta por el gobierno.

Me parece que el estudioso de La Sataniada, José Luis Martín, tiene mucha razón cuando afirma que este poema es “[…] su más afilada arma contra el régimen imperante, ya fuere tiranía política absolutista, ya dogmatismo religioso aliado a ese absolutismo”.441 Tapia fustiga los desafueros totalitarios del gobierno,442 y en su crítica no se salva ni la jerarquía eclesiástica vinculada al gobierno oficialista. En otras palabras, los dos poderes de entonces: el temporal y el espiritual.

El poema puede parecer una censura al cristianismo o a la misma Iglesia, pero en realidad lo que critica es la actuación de una jerarquía eclesiástica comprometida

437

Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 110.

438 Ibid., 14, 92, 102-105, 122, 173-174.

439

José Luis González, op. cit., 119. Para José Juan Beauchamp, Tapia: “No tras-cendió el liberalismo reformista y asimilista de ese momento histórico en Puerto Rico, aunque jamás hizo migas con el incondicionalismo. Proveniente de una familia vinculada a la burguesía en desarrollo de la Capital, Tapia no superó, como lo hacen otros, su situación de clase. Como se sabe era hijo de militar español. Ello explica, en parte, su antiseparatismo y su actitud antirrevolucionaria […]” Imagen del puertorri-queño en la novela (Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, 1976) 7.

440

441

Alejandro Tapia y Rivera, op. cit., 74-75, 90.

José Luis Martín. Análisis estilísticos de La Sataniada de Tapia (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1958) 2, nota 1.

442 Resulta muy interesante observar los epítetos que utiliza Tapia para calificar la gestión administrativa de algunos gobernadores en Mis Memorias, op. cit., 63, 100, 135, 162.

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oficialmente con el gobierno. Recordemos que, durante el dominio español, la Iglesia estaba estrechamente vinculada al mismo. Tapia es una persona creyente, de hecho, tiene palabras fuertes contra el fariseísmo religioso y también por la falta de religiosidad en el hogar, no atado a dogmatismo religioso alguno,443 asimismo, solidario con los problemas del ser humano. Condenó la institución de la esclavitud y defendió el hecho de que los negros pudiesen votar, entre otras realidades sociales de entonces.444 El poema tiene una profunda visión religiosa y de compromiso cristiano con la situación social. El fin del poema, según lo refiere el propio autor, es presentar un cristianismo libre, pues: “Si Satán falsificó el cristianismo, sabemos hoy que el verdadero Cristo no está muerto, sino encerrado, y que algún día quebrará sus prisiones para siempre, cuando la humanidad que lo personifica, sea digna de ver glorificados sus sacrificios”.445

En forma irónica, Tapia realiza su crítica política y social, recurre a tres maneras distintas para eludir la censura: el seudónimo, el sueño y la exégesis oficial del académico. Las mismas le sirven para establecer una distancia entre las ideas que se promulga en el texto y su persona. De esta manera, logra formular la crítica sin vincularse a ella.

Para poder entender la obra es muy importante conocer sus partes. Ahora me interesa destacar tan solo dos. El proemio escrito por un “lepropolitano”, en el cual se realiza la interpretación filosófica del texto y se dan las claves de las alegorías. Asimismo, el post scriptum que lleva el subtítulo “lo que pasó con este poema, y lo que fue de su autor”. Esta parte resulta una clave al lector para establecer la crítica política y social al poder establecido. De hecho, tiene una nota muy significativa con la que salvaguarda su responsabilidad y resalta la rebeldía del poeta, quien está pobre debido a que no lo beneficia el gobierno:

El Editor dio con este papel en casa de un especiero, quien sin duda lo destinaba a la envoltura de sus artículos comerciales. Dicho especiero añade que lo hubo por compra, con algunos libros viejos, a cierta persona de raído traje y hambrienta cara, al parecer, poeta no favorecido por la situación oficial.

Primero: Tapia establece un distanciamiento al no asumir la responsabilidad de la obra, sino la de ser un mero editor. El autor es un tal Crisófilo Sardanápalo, personaje imaginario, cuyo nombre explica etimológicamente: Criso (oro) y filo (amor), y Sardanápalo, un monarca babilonio que es la personificación del sibaritismo y la tiranía.446

443 Ibid., 50.

444 Ibid., 49-56, 94-103, 146-147, 175.

445 Ibid., 53.

446

Alejandro Tapia y Rivera. La Sataniada (Ediciones Rumbos: Barcelona, 1967) 18. Assurbanipal es un rey legendario de Nínive en Asiria (669-627 aC), conocido también como Sardanápalo en las fuentes históricas griegas. Fue uno de los pocos gobernantes cultos del antiguo Oriente Próximo. Sin embargo,

167

Por consiguiente, según el nombre, el autor es una persona ambiciosa que ama el oro, le gusta ostentar y oprimir a los demás. Con dicha descripción muy bien puede estar aludiendo a las figuras que critica y ostentan la hegemonía.

Con ese nombre ficticio aparece el fragmento de La Sataniada que incluye en El bardo de Guamaní publicado en 1862. Entre 1870 y 1874, se publica secretamente una edición de tan sólo diez ejemplares, no destinados a la venta, bajo el mismo nombre. La primera impresión oficial en el año 1878, en Madrid, también aparece con igual seudónimo. Si bien es cierto que en la literatura universal la publicación bajo nombres fingidos es muy antigua y muy común, Tapia recurre a ello no por mera ficción literaria, ya que como indica José Luis Martín: “Un ligero estudio de las condiciones políticas y religiosas del Puerto Rico de mediados del siglo XIX, nos hará comprender que Tapia no usó ese seudónimo […] por puro capricho, sino obedeciendo a una necesidad de salvar las barreras de aquellas condiciones” 447

Segundo: El poema resulta ser un sueño del personaje, lo cual constituye otro recurso más para alejarse del texto y una manera de manifestar su descontento. El sueño tiene un carácter ambivalente: por un lado, el poeta logra evadir una realidad intolerable y, por otro, alcanza la libertad del yo, tan esencial para el poeta romántico en la búsqueda de su aspiración. Es obvio que el autor no comulga con la realidad social ni política existente en Puerto Rico, quiere evadirla y busca, mediante el sueño y la crítica, una modificación de esa circunstancia.

En el sueño, la realidad se presenta por el demonio quien es el rey y el infierno, su reino. Pero en el momento en que se disponen a quemar en la hoguera, tanto el poema como a su autor, éste despierta de la “pesadilla”. Sin embargo, la desilusión, lo irónico y atrevido de la alegoría que ha desarrollado es que ella se identifica con la realidad que se vive en el país, debido a los desafueros que se cometen. Precisamente, esta oración establece el hilo interpretativo Para el lector: “¡Y cuán semejante es al mundo cuanto he visto!”448 Tapia expone que es un sueño, pero ese soñar no es como el de Segismundo, quien confunde sueño y realidad, sino que en el poema queda claramente establecida la semejanza entre lo onírico y lo real.

Tercero: La interpretación del poema no la realiza el editor ni el autor, la hace quien tiene la “autoridad literaria” para hacerlo, la Academia. Con este simple detalle establece una doble burla a la censura, ya que con ella critica tanto al gobierno como a los censores.

ha quedado desdibujado y se ha visto como un hombre disoluto, rodeado de lujos excesivos, vida lujuriosa y amante de todos los placeres. Lord Byron escribió la tragedia Sardanápalo en la cual rehabilita a este personaje.

447 José L. Martín, op. cit., 1-2.

448 Alejandro Tapia y Rivera, La Sataniada, 317.

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Recordemos que Pezuela fundó una Academia de Buenas Letras a la cual pertenecían, según Tapia, con excepción de alguna que otra, personas desconocidas como escritores y quienes, a “puertas cerradas”, se premiaban entre sí, mientras el público ignoraba cuáles eran las obras premiadas. Precisamente, un miembro de dicha Academia y funcionario del Ayuntamiento fue el censor que prohibió publicar la octava de la mencionada Elegía de Varones Ilustres de Indias de Castellanos.

Refiriéndose a los censores, los cuales aparecen como “académicos”, dice en La Sataniada: “Pero asunto es este que hemos encomendado a los dómines de la Academia, quienes andaban muy a placer con eso de cazar letras, sílabas y palabras”.449 La ridiculez de los censores estriba en que buscan afanosamente la forma de censurar las obras por nimiedades. Obsérvese que no se fijan en las ideas, sino en meras palabras, sílabas o letras.

Quien interpreta y censura La Sataniada viene a ser, nada más y nada menos, que la “respetable” Corporación Académica del Non Plus Ultra. Este nombre, como el título del poema, posee una fuerte carga irónica, ya que non plus ultra es una expresión latina que significa lo más excelso o sobresaliente; además, forma parte del escudo real español. Se podría interpretar, por consiguiente, que estas ridiculeces las realizan, tanto el gobierno como los “pseudointelectuales” censores. La Academia declara “nemine discrepante” [por unanimidad] que La Sataniada “[…] es un centón de herejías y atentados, pues comienza por llamar Diablo a S. M. Imperial e Infierno a sus dominios de la Tierra […]”

Más adelante indica y recalco la afirmación “sin duda” con lo que establece una forma absoluta de interpretar: “Como tal obra de arte, el autor ha pretendido sin duda mostrar en lo de Cristo y el Diablo, cuyo papel tiene la osadía a V. M., la confusión y trastueque del oropel con oro, y viceversa […]”450 En otras palabras, lo que soñaba resulta ahora que es el “infierno” que se vive estos reinos y el demonio se identifica, nada más y nada menos, que con el gobernante. Pero esta interpretación, mediante la cual se condena por hereje al autor y al libro, la formula una “respetable Corporación” con autoridad para hacerlo; en ningún momento la hace el autor ni el editor.

De esta forma Tapia establece un triple juego: Un autor desconocido escribe una obra que los críticos o censores oficiales del gobierno la interpretan en forma absoluta, pero que el autor para distanciarse aún más del símbolo, la presenta como una irrealidad, porque está soñando. No obstante, lo irónico es que al despertar, sueño y realidad se asemejan.

Consideraciones finales

449 Ibid., 315. 450 Ibid., 315-316.

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El escritor en el Puerto Rico del siglo XIX debió recurrir al lenguaje figurado para salvaguardar su libertad de expresión sin ser castigado por el poder represivo. El gobierno, preocupado u obsesionado por la situación política existente, consideró que la aplicación de una severa censura era la forma más idónea para mantener el dominio de la Isla. Desde nuestra perspectiva temporal de casi siglo y medio, vemos no sólo lo ineficaz del método, sino las ridiculeces en que se incurría para mantener el orden establecido.

La libertad de los autores no se puede coartar con meros decretos o sanciones, porque siempre encontrarán la forma de manifestar la osadía y emancipación de su pensamiento. El escritor, particularmente el escritor romántico, siempre ha sido un amante de la libertad sin cortapisas y el texto literario resulta la expresión de esa ansia.

Tapia debió sortear los cercos opresivos de la censura y las nimiedades de los censores para desarrollar una obra crítica a las condiciones socio-política de entonces. La Sataniada es, sin duda alguna, la obra con la cual formula su sátira más coherente y audaz. Esta vez sí tuvo en mente la censura y, con sumo cuidado, elabora un texto en el cual, de forma muy simple y astuta, elude al censor al establecer una triple distancia del incisivo texto que, con hábil maestría, fustiga los desafueros del poder hegemónico.

La Revista del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (Número 18, enerojunio de 1994).

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Las obras dramáticas de buena ley han ejercido siempre y están llamadas a ejercer una influencia provechosa en la cultura de los pueblos.

José Julián Acosta

Porque después de la revolución […] el teatro es la única forma de justicia.

Manuel Alonso Pizarro

El autor que con mayores entusiasmos estéticos representa el teatro romántico histórico y de tendencia ético-social en Puerto Rico es […] Alejandro Tapia y Rivera.

Cesáreo Rosa-Nieves

Tapia es sin duda, la figura más alta en la dramaturgia puertorriqueña […] El imperativo dramático fue en él muy poderoso desde la infancia.

Antonia Sáez

Nadie ha influido hasta ahora tan eficazmente como él [Tapia] en el desarrollo de la literatura puertorriqueña.

Manuel Fernández Juncos

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EL DRAMATURGO

AGONÍA Y ÉXTASIS DE UN DRAMA: ROBERTO DEVEREUX DE TAPIA

La censura acosó a Tapia desde su inicio y tuvo que proteger sus facultades distanciando su obra en otros climas.

Antonio S. Pedreira

In Memoriam

José Juan Arrom, recordado amigo

El teatro es un género complejo, cuya irrupción en el escenario literario requiere gran madurez cultural. En la literatura puertorriqueña, por ejemplo, tan fértil en la poesía, la narrativa y la ensayística, advertimos una diferencia esencial con relación al drama, que va a la zaga, por más que tengamos títulos y autores sobresalientes. No en balde la estudiosa de nuestras letras, Josefina Rivera de Álvarez lo llama: “La cenicienta de nuestros géneros literarios.”

Alejandro Tapia y Rivera fue un hacedor de caminos y marcó derroteros en nuestra producción literaria, particularmente en nuestro teatro. Siendo muy joven, escribió su primera pieza teatral, Roberto Devereux, la cual se convirtió en una auténtica agonía para su autor, debido al precario ambiente político y cultural existente en la Isla, en particular, como señala Manuel García Díaz, porque “no existía una tradición dramática”. No obstante, resultó el inicio de su consagración teatral, al punto de considerarse el dramaturgo más importante del siglo XIX. Para José Julián Acosta, esta pieza representa “[…] la primera obra original escrita en el país que se ha puesto en escena desde que en 1830 se inauguró el teatro de esta ciudad […]”

Confiesa Tapia que la elección del tema se debió al ensueño causado por una de sus lecturas: “Una crónica de aquel tiempo en que se pintaba a Roberto D’Evereux con colores sobrado interesantes hirió mi imaginación, harto juvenil […]” En sus Memorias explica más concretamente las circunstancias de dicha elección: “Uno de mis libros predilectos en aquellos días, no sé por qué […] era uno como a manera de novela pero con fondo histórico y curiosísimo titulado La Torre de Londres, en el cual [William] Harrison su autor, refería detallada y verídicamente la historia de aquel célebre edificio”. De hecho, su drama se desarrolla en dicha Torre. Al iniciarse el acto segundo, uno de los personajes reflexiona sobre ese lugar: “¡Gentío inmenso el que vaga por las Salas espaciosas; acuden tantos a estos bailes de la reina! ¡Cuánta alegría en los salones y cuánta tristeza en los calabozos! Imagen fiel del mundo, esta Torre de Londres encierra en su recinto, cuasi mezclados, la alegría y el dolor, la luz y las tinieblas” (pág. 39). Su mente juvenil concibió una exaltación

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al amor centrado en unos personajes históricos, para lo cual se documentó sobre ellos y la época.

La obra

Primero escribió una versión que sus amigos leyeron complacidos. Sin embargo, la consideró defectuosa, porque no estaba satisfecho con “[…] la viveza de su diálogo y algunas escenas y rasgos interesantes […]” Tapia reconoce sus limitaciones literarias, porque en el prefacio refiere que era “[…] un provinciano ultramarino sin estudios ni experiencia […]” Recordemos que nuestro autor se formó intelectualmente a través de sus lecturas. Varios años después, redacta la versión definitiva que califica “muy diferente” de la anterior, aunque se lamenta, ya que la concepción del personaje tiene mucho en común con la primera.

Se excusa de que la figura central resulte ser un héroe a medias, en la realidad histórica. Si uno se atiene a ello, tiene razón, pues su única acción heroica fue en Cádiz; por el contrario, en la corte sobresalió por sus amoríos y su carácter altanero. Devereux no es el rebelde que se enfrenta a la autoridad con toda la pasión de quien ama la libertad, tampoco demuestra que sus sentimientos y emociones constituyan lo más auténtico de su personalidad, rasgos fundamentales que deben caracterizar al héroe romántico. De hecho, José Julián Acosta comenta que: “El Roberto Devereux de la historia con su medianía no presta campo bastante para uno de esos dramas de grande efecto”. Tapia se justifica, aduciendo que, entonces, se consideraba un incipiente escritor, por eso no supo elaborar mejor al personaje: “Siento no poder presentar al público en Roberto D’Evereux un gran carácter que lo fascine con su propio brillo, o una figura interesante por sus virtudes o por sus desgracias menos nacidas de culpabilidad, pero debido a la inexperiencia que me llevó a este argumento, el que después de estudiado me fue duro abandonar” El problema reside en que nuestro dramaturgo se apegó demasiado a la historiografía, al personaje histórico, en vez de desarrollar más al personaje dramático.

La obra fue representada por vez primera en el teatro de San Juan por los actores aficionados de la Sociedad Conservadora, la noche del 19 de septiembre de 1856. La primera edición salió al año siguiente; la segunda aparece en El Bardo de Guamaní, publicado en La Habana, el año 1862. La tercera reimpresión se terminó el 6 de noviembre de 1944 en los Talleres Tipográficos de la Imprenta Venezuela en San Juan, edición que utilizo y cito en este trabajo.

El drama quedó estructurado de la siguiente forma. Entre la Reina y su Favorito se interponen dos fuerzas: la política y el amor, encarnadas en dos personajes: el Conde de Nottingham, caballero de la corte, y Margarita, dama de la soberana. El primero representa el problema político que aparece muy vinculado al religioso. La reina lo atestigua: “Más que

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al trono, a la religión del país, que, como sabéis, es y ha sido siempre el objeto de mis cuidados” (pág. 22). Esto se debe a que el papa Paulo IV, mediante bula, condenara el hecho de que Isabel ascendiese al trono inglés por ser ella de nacimiento ilegítimo. Este vínculo político y religioso queda confirmado por Nottingham cuando advierte: “[…] hoy que la religión es la política […]” (pág. 23).

Devereux tiene aspiraciones políticas, por eso apoya la causa de Jacobo VI, rey de Escocia, quien sucederá a Isabel el año 1603 en el trono de Inglaterra. Roberto resulta ser un personaje conflictivo, pues confiesa: “A mí no me guía otra gloria que la del Dios de mi niñez, ni otro amor que el de la patria […]” (pág. 42). Sin embargo, apoya al rey católico hijo de María Estuardo para que ocupe el trono inglés; lucha contra España, y se destaca de tal forma que opaca a Nottingham, en el ataque a Cádiz el año 1596, cuando Felipe II preparaba la, mal llamada, Armada Invencible. El Barón de Brístol nos revela la causa del odio de aquél contra nuestro héroe: “Essex dejó atrás en Cádiz la vanguardia de Nottingham […]” (pág. 92). Es que Roberto aspiraba a algo más. De hecho, la Reina se lo hace saber: “Ved mi corona y decid si no os deslumbra…” (pág. 30). Él no oculta sus aspiraciones: “La ambición arde en mi pecho […]” (pág. 43). Todo lo cual choca con las pretensiones de Nottingham. Por eso nuestro héroe confiesa: “El Conde es sin duda mi enemigo… jamás podrá olvidar su alma que lastimé su ambición… Esto ya lo ves, no se perdona fácilmente” (pág. 45).

Margarita es sólo un personaje dramático muy bien logrado que representa el amor llevado a su grado más alto. Según Acosta, resulta el “más hermoso” por la ternura de su carácter. En sus palabras: “El amor de Margarita es el episodio más bello del drama”. Esta obra no acentúa el amor o la pasión entre Isabel y Roberto, aunque el favorito se lo recuerde a la Reina (pág. 31-34), sino el de esta inocente dama. Por consiguiente, en la trama sobresale el amor de ella, más que el de Essex.

Realmente, el poder político y el amor son los temas claves de la obra, como ya indiqué. Se lucha por ambos, pero al final prevalece lo político, vence la responsabilidad a la pasión. En la primera versión del drama, según advirtió su autor, privaba en la reina el amor o la pasión, ahora será el deber o el poder político porque ella actuará por el bien del reino.

Lecturas

Tapia detalla minuciosamente las obras históricas y dramáticas que leyó antes de escribir su drama. Confiesa que sabía, pero no había leído “[…] las tragedias de La Calprenade (sic) y del abate Boyer […]” Se refiere a Le Comte d’Essex de Gautier de Coste de La Caprenènede, publicada en París el año 1639 y a la tragedia en cinco actos, Le Comte d’Essex de Claude Boyer, también editada en París. el año 1678. Asimismo, destaca que

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conocía “[…] la tragedia de Tomás Corneille, titulada el Conde de Essex y una comedia con formas del teatro antiguo español, que se atribuye a Felipe IV con ayuda de los poetas de (sic) Buen Retiro”. La primera es una tragedia que se estrena en París, el 7 de enero de 1678, y ese mismo año aparece impresa. La otra lleva por título El Conde de Essex o Dar la vida por su dama, escrita en 1638 por Antonio Coello y Ochoa, dramaturgo del Siglo de Oro Español. Se cree que Felipe IV colaboró en algunas de las escenas.

Tras el estreno de Roberto Devereux, José Julián Acosta escribe sendos artículos en los números 103 y 104 de El Boletín Mercantil, en diciembre de 1856. En el primero de ellos analiza los dos dramas leídos por Tapia, para concluir, en el segundo trabajo. que sólo tienen en común con el de nuestro autor la muerte del protagonista: “En la obra del escritor puertorriqueño son muy distintos el plan, los episodios y los resortes dramáticos […]” Tapia insiste en que dichos autores no son fieles a los hechos históricos, mientras su drama lo es.

Respecto al libreto de la ópera de Gaetano Donizetti sobre este mismo personaje, refiere Tapia que, sin duda, el mismo está “[…] tomado de alguna de las muchas versiones que se han dado al asunto […]” Este notable músico compuso la Trilogía Tudor, integrada por tres óperas Anna Bolena (1830), María Stuarda (1835) y Roberto Devereux (1837). Sin embargo, Tapia no asevera que la haya presenciado ni leído el libreto.

Más adelante, intercala una cita del escritor francés Françoise Auguste Marie Alexis Mignet, tomada de su libro Antonio Pérez y Felipe Segundo, el cual fue traducido y anotado por Jacinto de Luna y publicado en Madrid por Don Juan Oliveres en el año 1845. Casi al final del Prefacio, Tapia alude al comentario de un historiador norteamericano sobre la reina: “[…] Isabel, nunca piadosa, según Prescott […]” Esto indica que conocía de William Hickling Prescott, The History of Phillip II, que aparece en tres tomos, los dos primeros de 1855 y el tercero de 1858. Existe una edición en español tan temprano como el año 1856.

En una nota, se lamenta que Marie-Nicolas Bouillet “[…] autor de un distinguido Diccionario histórico se haya puesto de parte de Nottingham siguiendo a los parciales de éste [...]” Tapia habla del Dictionnaire universel d’histoire et de géographie, publicado en París el año 1842. Esta obra consta de cuatro partes: historia, biografía universal, mitología y geografía antigua y moderna; la misma, se dio a conocer en España por una sociedad de literatos. Esta apostilla nos deja ver claramente que nuestro autor toma partido a favor de su héroe dramático.

Para resaltar que está bien documentado sobre el tema, a fin de corroborarle al lector ciertos datos históricos, escribe la siguiente nota: “Véase la vida de Isabel escrita por Agnes Strickland, Lives of the Queens of England, Philadelphia, Lea and Blanchard, 1849”. Esta poeta e historiadora inglesa publicó entre 1851 y 1859 los ocho volúmenes de sus

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Lives of the Quenns of Scotland and English Princesses connected with the Regal Succession of Great Britain. Tapia añade, además, en sus Memorias otras lecturas sobre el tema, “[…] conocía yo los dramas de Dumas y Víctor Hugo, Cristina de Suecia y María Tudor; ambas reinas hacen matar por celos a sus amantes. Las lecturas de estas obras, me hizo tomar suma afición al drama histórico romántico […]” No queda la menor duda de que nuestro dramaturgo estudió muy bien, tanto a los personajes históricos como la época, lo cual le hizo aficionarse al asunto de tal manera que, cuando escribe la segunda versión, según confiesa, cambia muy poco al personaje central.

El drama histórico

El Romanticismo desarrolló un gusto desmedido por los temas históricos, principalmente los de la Edad Media. El gran propulsor y modelo de esta corriente fue el novelista Walter Scott, quien acudió a leyendas y tradiciones, así como acontecimientos y personajes de la historia, para asunto de sus novelas. El gusto se extendió, tanto en la narrativa como en el teatro. No obstante, es oportuno resaltar que, desde el Siglo de Oro, el teatro español tuvo notable preferencia por los temas históricos.

En algunas obras dramáticas o narrativas, la historia sólo tiene un valor pintoresco o decorativo, lo cual se resume acertadamente en un comentario atribuido a Alejandro Dumas de que, en ellas: “La historia es sólo el clavo donde se cuelga el cuadro”. En otras, por el contrario, se pretende que exista la misma exactitud que debe caracterizar a la historiografía. Esto le plantea un auténtico dilema al autor frente al personaje literario y al propiamente histórico. ¿Qué hacer, seguir la imaginación artística o la realidad? Walter Scott sorteó muy bien esta disyuntiva, porque convirtió a los personajes propiamente históricos en figuras secundarias y con ello no violenta la realidad. Los héroes principales son ficticios con lo cual se recrea la imaginación artística. Asimismo, selecciona episodios desconocidos en la vida de las figuras reales para desarrollarlos literariamente; pero la ambientación siempre será histórica. Por tal razón, en el Prefacio, nuestro autor presenta una relación sobre la vida de Roberto Devereux para que el lector esté consciente de que los hechos dramáticos son verídicos. En realidad, éste fue un recurso muy empleado por los escritores románticos para demostrar la veracidad del asunto. En algunos casos se recurrió hasta anotaciones y comentarios para advertírselo al lector. No en balde José Julián Acosta asevera: “[…] no es extraño que los personajes históricos estén conformes con lo que de ellos dicen los documentos de la época.”

Tapia recurrió a la historia prácticamente en toda su obra literaria, pero de manera especial en su teatro –el cual Menéndez y Pelayo considera más para leer que para ser representado-, aunque en su mejor obra, La Cuarterona, se aparte de ello. La norma que sigue en sus dramas para lograr la fidelidad historiográfica la explica Tapia en el Prefacio aludido: “El autor si bien debe respetar el fondo de los caracteres y hechos importantes,

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está autorizado para realizar algunos cambios sin alterar la trascendencia histórica para embellecer y hacer más interesante la obra”.

La censura

Las figuras de la reina Isabel y la de su favorito, Roberto Devereux, habían sido protagonistas de numerosos dramas y novelas, tanto de Europa como de España. No obstante, cuando Tapia presenta su primer ensayo dramático, la censura en Puerto Rico se lo prohíbe. Él comenta irónicamente: “[…] olvidé que era hijo de una colonia española en la España monárquica de 1848 […]”

No perdamos de vista que esta reina fue el principal enemigo de la España de Felipe II. Además, si nos atenemos a la historia, la pugna con esta nación fue el punto sobre el cual giró prácticamente la vida política, económica y religiosa de Inglaterra durante el reinado de Isabel. Cualquier situación dramática, por consiguiente, que desmereciera a esta reina significaría exaltar, en cierto sentido, a la corona española de aquella época. Sin embargo, la censura, tan quisquillosa y siempre tan atenta al más nimio detalle, le puso reparos al drama de Tapia. Veamos la razón.

La reina que Tapia presentaba en su primera versión, según él explica: “[…] amaba desenfrenadamente a Roberto d’Evereux [… y era] como de mediana edad [cuando en la realidad histórica era] ya vieja en la época a que éste se refería […]” Recordemos que Isabel era unos cuarenta años mayor que su favorito. Caracterizar a una monarca entrada en años y rendida en amores no se aviene con la realidad sicológica de dicha edad. Precisamente, este fue el defecto que Voltaire le criticó a la obra de Tomás Corneille, el cual José Julián Acosta cita: “[…] pintar en una tragedia a Isabel de Tudor perdidamente enamorada y celosa a los sesenta y pico de años”. En la versión definitiva del puertorriqueño, la reina aún ama a Roberto, pero como ella indica, lo considera parte de una evocación. Al confiársele apaciguar una rebelión en Ulster y no poder lograrla, al punto de tener que pactar con Tyron, el cabecilla, nuestra figura regresa de Irlanda a la corte, todo esto sin el consentimiento real. Roberto se presenta ante Isabel, quien lo perdona, no sin antes reclamarle sus faltas, en atención a su anterior desempeño militar y al afecto que le profesa. Ella nos descubre sus sentimientos por él: “¡Corazón ardiente que la nieve de los años no ha podido apagar, guarda en tu seno, como en un sepulcro, las reliquias de las muertas esperanzas!... ¡Bien lo has dicho, Roberto, es tan sólo un recuerdo! ¡Grato como la ilusión, tierno como el sentimiento, triste… como un recuerdo!” (pág. 34).

Sin embargo, ante la soberana pesará más la traición del Conde de Essex que el amor que ella le profesa. El siguiente parlamento muestra el conflicto de Isabel, a mi entender, una de las partes más logradas del drama, si debe o no firmar la sentencia de muerte del amado, debido a su deslealtad. Apreciamos que en ella prevalece lo político sobre lo

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pasional: “(Se pasea con alguna agitación.) Roberto D’Evereux va a morir. Sí, debe morir… fué (sic) un traidor… la reina debe ahogar la voz de la mujer; pero quisiera verle… entonces… le perdonaría… ¡Oh, la seguridad de mi trono, su altivez insoportable… no, que perezca!” (pág. 81).

Recordemos que Tapia era un joven enamorado y había puesto en la obra la vehemencia que sentía un joven de veintiún años. En ese tiempo, él sostenía amores con una hermosa viuda, muy joven, pero mayor que él. Entonces su imaginación pone en el personaje de la reina la pasión que le gustaría tuviera su amada, según lo explica en sus Memorias: “Ella gustaba de mis amores tales como los había pintado en mi drama, y mi idealismo me lo representaba no menos ardiente” Precisamente, ese furor en la monarca inglesa es lo que el censor prohíbe en la primera versión, porque aparecía en el drama “[…] una reina frenéticamente enamorada [… y no era bueno que] se humanizase a los reyes”. Era necesario mantener a las figuras regias alejadas del pueblo, sin los defectos humanos comunes, envueltas en cierto halo de misterio para mantener el aura mística que la gente sencilla suele atribuirles a estas figuras.

Años más tarde, escribirá el drama definitivo en el cual transforma a la reina. Aunque aparece enamorada de Roberto, privará en ella el aspecto político sobre el amoroso, según antes he indicado.

La crítica de Acosta

José Julián Acosta escribe el análisis más abarcador que hasta el presente se haya realizado sobre la obra. La calificó como “un ensayo feliz que abre nuestro corazón a la esperanza”, porque, según él, no es fácil el arte dramático, pero que Tapia muestra una capacidad natural que deberá seguir cultivando. Tan sólo le señaló dos defectos que contravienen la veracidad dramática. El primero de ellos, que la Condesa de Nottingham, desde el comienzo, aparece como enemiga de Roberto, sin embargo, al final quiere salvarlo de la muerte, lo cual le “[…] parece un carácter inconsecuente que se opone al principio dramático sibi constet”. Esta expresión latina “Ser consecuente consigo mismo” responde a una cita de Horacio en su célebre Epístola a los Pisones, la cual se considera su Arte poética y dice: “Siempre que lleves a la escena un asunto desconocido y te atrevas a crear un nuevo personaje, haz que guarde hasta el fin el carácter que reveló al principio y que no se desmienta jamás.”

Tapia le incluyó un apéndice al drama, en su primera edición, con el título “Al Público”, en el que le agradece a Acosta su crítica y les responde a las observaciones hechas. La primera respuesta es la más extensa. Sobre la Condesa de Nottingham, Acosta había escrito “[…] que el arrepentimiento no era para el teatro, o al menos que debe economizarse mucho […]” Tapia replica que, si bien en el corazón humano existen “odios

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inflexibles, irreconciliables”, hay más personas con “[…] odios atenuables, extinguibles ante cualquier inesperada o terrible circunstancia que venga como a despertar a favor de la víctima […]” Razona nuestro dramaturgo que si hay en la sociedad este tipo de personas, y son las más, se desprende que en el teatro también puede haberlas. Concluye, pues, que no es ilógico este cambio en el personaje, porque la Condesa odia a Roberto debido a la rivalidad de éste con su esposo, mientras el Conde de Nottingham lo odia por envidias políticas. Veamos esto.

En el segundo acto, durante un baile de máscaras, la Condesa disfrazada sostiene un diálogo con Roberto, sin éste saber que era ella; en el mismo, el favorito real le revela sus sentimientos sobre el matrimonio del conde. Manifiesta el odio que siente por Nottinghman, pero destaca que no le tiene aversión a la esposa: “[…] que me aborrece quizá tanto como él y a quien, sin embargo, no profeso rencor alguno.” A continuación, afirma desconocer la razón de tal odio. Advierte que suele preguntarse al respecto “[…] porque a la verdad, lo ignoro […]” (pág. 45). Roberto odia al marido, pero no tiene nada contra la esposa. Este detalle, al conocerlo la Condesa, pudiera haber influido en su ánimo, porque al final ella expresa:

Roberto D’Evereux está para morir en el cadalso y mi corazón dá (sic) tregua a sus rencores. Inspirada por el odio que le profesa […] mi esposo, fuí (sic) la mujer cuya vanidad se complacía en mortificar al hombre soberbio y engreído; […] pero mi ira se convierte en compasión al encontrar a su enemigo junto al cadalso. La mujer debe seguir a su marido en sus amores y no en sus odios que se cubren de sangre (pág. 78).

El segundo punto que plantea Acosta es que el personaje de Margarita, en el segundo acto, ponga al tanto a Roberto sobre una conversación entre la Reina y Nottingham en la cual éste acusa de conspirador al Conde de Essex. Considera el crítico: “[…] poco justificado que una dama de palacio, logre informarse, oculta entre los tapices, de una conferencia de su Soberana con el primer ministro”. Tapia, por su parte, califica “de poca monta” esta observación y la explica de la siguiente manera. Si Margarita estaba interesada en la suerte de Roberto y sospecha que en dicha reunión se hablaría de su amado, no era de extrañarse que se ocultase entre las cortinas, máxime si ella “[…] estaba de servicio aquel día como camarera y que su deber la llevaba a las cámaras reales y cerca de las personas de su Reina”. En realidad, no le dedica mucho espacio a esta refutación. El hecho sucedió de la siguiente forma. Al enterarse del próximo arribo de Roberto a la corte, Margarita lo esperaba observando desde una ventana de la Torre. Al verlo descender de la embarcación, corrió a la sala real para espiarlo a escondidas entre los tapices y, cuando él deja el salón, entra Nottingham para indisponerlo con la reina (pág. 51-53). De esta forma escucha la conversación.

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No empece, éstas y otras fallas que se le han señalado, ante el limitado escenario literario existente en la Isla, esta obra tiene el grandísimo acierto de ser pionera en el desarrollo de nuestra dramaturgia.

Consideraciones finales

La obra concluye con una reflexión didáctica del Barón de Brístol, muy del gusto del teatro neoclásico. Éste indica que nuestro héroe se luce en Cádiz donde se gana un laurel y cierra la obra con la frase lapidaria: “¡Un laurel cuesta a veces un cadalso!” Esto ha inclinado a algunos a considerar erróneamente que el centro del drama sea un fin moralizador.

Toda obra literaria tiene dos aspectos fundamentales: la génesis de su creación y su trascendencia en el tiempo. Para comprender lo que influyó en el ánimo del autor se precisa reconstruir el ambiente social y cultural en el que nació la obra. Tapia teorizó y comentó sobre muchos de sus escritos y muy en particular en éste. Por esta razón, lo primero se aprecia muy bien en el Prólogo al drama y en sus Memorias. Nos damos cuenta por ellos que Roberto Devereux constituyó una auténtica agonía, para su autor, el escribirlo, presentarlo y publicarlo. Si bien el mismo no alcanzó la trascendencia que lograron otras de sus obras, no es menos cierto que significó para la posteridad ser el inicio de su coronación como dramaturgo, al punto de considerarse a Alejandro Tapia y Rivera la figura más sobresaliente del teatro romántico puertorriqueño.

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LA SOCIEDAD CUBANA DEL XIX Y LOS MALES DE PUERTO RICO

EN LA CUARTERONA

El esclavo está fuera de las leyes comunes y sometido a la arbitraria e interesada autocracia de un hombre, que se llama su dueño y que es juez y parte, ¡y qué parte!

Al amigo Luis Soto en testimonio de una vieja amistad

Alejandro Tapia y Rivera es una de las figuras más relevantes en la vida literaria de Puerto Rico. Su militancia en las filas del liberalismo contribuirá positivamente al desarrollo general puertorriqueño y en su extensa obra plasmó nuestro desenvolvimiento social y cultural decimonónico. Durante los años 1857 al 1866, residió en La Habana, esto le permite compenetrarse con la sociedad cubana de entonces y consigna parte de sus experiencias en el drama La cuarterona. Sin lugar a dudas era un agudo observador de la realidad que le circundaba y a través de esta pieza teatral, que la crítica considera entre lo mejor de su dramaturgia, presenta un retrato fiel de esa época al describir minuciosamente la vida económica y social de la que en ese tiempo era la colonia más rica de España. Sin embargo, esto será un pretexto para denunciar los males existentes en Puerto Rico.

Esta pieza dramática en tres actos y en prosa se estrenó en San Juan el 17 de agosto de 1878 en el Teatro Moratín. La primera edición se publica en Madrid por la Tipografía Fontanet el año 1867.451 Según Salvador Brau, estuvo prohibida por la censura oficial de la época “[…] porque su argumento tocaba en lo más vivo la médula social de la colonia […]”452 Francisco Manrique Cabrera afirma que el autor: “[…] plantea por debajo del enredo romántico, un gran problema social tan americano como es el prejuicio racial con toda su secuela de amargas injusticias”.453 Josefina Rivera de Álvarez, Cesáreo Rosa-Nieves y otros

451 La segunda edición aparece en San Juan de Puerto Rico el año 1944. Cesáreo Rosa Nieves indica que: “En 1869, Tapia contrae matrimonio en Madrid con la señorita María del Rosario Díez y Espiau, a quien, unos pocos años antes, había conocido en una reunión social literaria, al leer el autor su drama La cuarterona”. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (1589-1959) I (Editorial Campos: San Juan de Puerto Rico, 1963) 431, nota 3.

452 Salvador Brau. Hojas caídas (Tipografía “La Democracia”: San Juan de Puerto Rico, 1909) 326. El 10 de mayo de 1867 Eugenio María de Hostos expone que: “El drama […] desenvuelve un pensamiento social de trascendencia”. Obras completas Vol. I, tomo III (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1994) 239. 453 Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña (Editorial Cultural: Río Piedras, 1965) 112. Angelina Morfi entiende que Tapia: “Dirige ahora su atención a un problema propio del ámbito americano, como es el mestizaje […] El tema del prejuicio racial que imposibilita la realización del amor se desenvuelve en un argumento que destaca también los egoísmos de clase.” Historia crítica de un siglo de teatro puertorriqueño (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1980) 60.

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críticos sostienen esta misma tesis.454 Emilio J. Pasarell considera que la concibió con propósitos abolicionistas: “[…] quizás como [el] mejor recurso para la propagación de las ideas antiesclavistas […]”455

Esclavitud y racismo

Cuando Tapia escribe este drama, aún existía la esclavitud en Cuba y en Puerto Rico. Este hecho social no sólo le sirve como elemento dramático, sino que en la obra quedará patente su ignominia. El esclavo contribuyó con su trabajo al desarrollo económico de la Isla y desempeñó, además, los quehaceres de la casa del amo. El tipo de trabajo marcará una enorme diferencia en el trato hacia él, ya que el esclavo doméstico convivía con la familia del amo y después de años quedaba integrado a ella, hecho que se atestigua en el drama, por la confianza del viejo esclavo Jorge con el niño Carlos.

Generalmente, los hijos blancos crecían jugando con los niños negros, quienes se convertían en unas especies de meninas para aquéllos. Carlos se cría con la cuarterona Julia y se lo recuerda: “Sólo contaba yo dos o tres años más que tú y parecíamos gemelos en nuestro carácter y aficiones inocentes”.456 Estos esclavos tenían toda la consideración de los amos. La Condesa, madre de Carlos, se lo recalca a Julia al formularle una petición: “[…] nacida tú en esta casa, has sido tratada siempre con cariño y educada con [el] esmero de una señorita” (pág. 68).

Sin embargo, si alguno de ellos osaba quebrantar cualquier norma se le castigaba enviándolo al ingenio donde la vida era un auténtico infierno, porque además del excesivo trabajo se vivía en condiciones infrahumanas.457 Si el amo carecía de propiedades en el

454 Josefina Rivera de Álvarez. Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo (Editorial Partenón: Madrid, 1983) 146; Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 431-432; “El romanticismo en la literatura puertorriqueña (1843-1880)”, 21 conferencias de literatura puertorriqueña (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1960) 142. En una nota, Antonia Sáez advierte que: “La cuarterona es una obra en que el autor expresa su propio sentir con relación a uno de los problemas sociales de América y sostiene la idea de que toda preocupación social es injusta, que el hombre vale por sus dotes espirituales.” El teatro en Puerto Rico (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1972) 25, nota 1. A su vez, Manuel García Díaz indica: “En su drama nos quiere enseñar Tapia que los prejuicios raciales son infundados e injustos y que el verdadero valor del hombre está en sus actos y en su alma”. Alejandro Tapia y Rivera, su vida y su obra (Editorial Coquí: San Juan de Puerto Rico, 1964) 142.

455 Emilio J. Pasarell. “Panorama teatral de Puerto Rico”, 21 conferencias, op. cit., 76. Por su parte, Edgar Quiles piensa que: “Algo también debió tener en mente el escritor (aparte, por supuesto, de evadir la censura oficial), cuando decidió situar la acción de la pieza en la ciudad de La Habana-Cuba […] Y es que allí, como en nuestra patria, se sufría la repulsiva y mísera actividad económica del esclavismo.” “Prólogo”, Alejandro Tapia y Rivera. La cuarterona (Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan de Puerto Rico, 1993) 19.

456 Alejandro Tapia y Rivera. La cuarterona, op. cit., 62. Véanse, además las páginas 46-47. En adelante citaré por esta edición en el texto cuando sea necesario.

457 Hugh Thomas explica que: “Tanto en el siglo XIX como en el XVIII, los esclavos de la ciudad disfrutaban de una vida mucho más agradable que la de los del campo.” Cuba: la lucha por la libertad (1762-1909) I (Ediciones Grijalbo: México, 1973) 240-241.

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campo y deseaba castigarlo, existía un lugar en La Habana, donde lo azotaban.458 Pero Tapia no se limita a señalar solamente la triste condición de los esclavos, sino que manifiesta su desdén por la explotación humana, al punto de que esta obra, más que una denuncia a los prejuicios raciales, es un auténtico alegato contra esta nefasta institución y puede figurar entre la literatura antiesclavista de ese tiempo.459

Estos seres humanos no eran dueños de sí, ya el poeta esclavo Juan Manzano lo advertía en una carta a Domingo Del Monte, el 25 de junio de 1835, con una frase lapidaria: “[…] el esclavo es un ser muerto a su señor […]” Entenderemos, entonces, la actitud de Julia cuando Carlos le pide que le corresponda a su amor. Ella, aunque lo ama, no lo puede aceptar porque debe hacer la voluntad de su señora: “Por lo que hace a mí, no sería justo que trastornase los proyectos de mi bienhechora […]” (pág. 81). Sin embargo, él le insta a que rompa la norma social: “¿Qué importa lo que piense de nosotros una sociedad que ya te denigra, a ti, que te debiera considerar por tus bellas prendas, y que eres para mí de más precio que una reina?” (pág. 81). Ante la vehemencia del joven enamorado, Julia le recalca: “No puedo ser de usted jamás; ya le he dicho que no me pertenezco” (pág. 83). Según Lola Aponte: “Desde el inicio nos topamos con [una] Julia entristecida, pues toda la realidad que la rodea, su abanico de posibilidades y el marco de expectativas que se levantaban sobre ella están medidas por su raza”.460

En esta ocasión, el dramaturgo ha recurrido a un argumento muy empleado por la literatura antiesclavista cubana: la igualdad del ser humano.461 Defendiendo esta idea, Carlos se enfrenta a la Condesa y, ante el argumento de que la cuarterona es un ser inferior, él se exalta: “Si no es igual a mí por la cuna está tal vez más alta que yo por su corazón; más alta sí, porque yo he podido mostrar la voluntad de un hombre, y sólo he mostrado la debilidad de un niño […] ¡Que no es igual a mí… pobre sarcasmo!” (pág. 130). La madre se escandaliza de que su hijo considere a una esclava semejante a él:

¡Igual a ti! ¡Llaneza incomprensible! ¡Es decir, que eres igual a la hija de la esclava María! El padre de esa muchacha, que era su dueño, vendió a otro la

458 Sobre el particular expone Tapia: “Semejante institución [esclavitud] autoriza también la crueldad del amo, por la facultad que le reviste para el castigo y porque deja a discreción de su carácter e intereses, el tratamiento, la suerte y hasta la vida del esclavo. Y esto no siempre de manera indirecta sino por ley expresa, como el bando que dio el general Prim, Gobernador de la Isla [Puerto Rico] de 1847 a 1849. En este bando se justificaba la muerte por el amo y la mutilación por el verdugo, en casos que sólo podrían originarse de la esclavitud.” Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias (Editorial Rumbos: Madrid, 1968) 94-95.

459 En sus Memorias, Tapia denuncia también la infamia de la esclavitud. Ibid., 94-103.

460 Lola Aponte Ramos. “Geografía discursiva del límite de color: los textos de Alejandro Tapia y Rivera ante la Raza”. Actas del Congreso Alejandro Tapia y Rivera (Ateneo Puertorriqueño: San Juan de Puerto Rico, 2004) 81-82.

461 Véase, Roberto Fernández Valledor. “Cuba: esclavitud y narrativa”. Revista/Review Interamericana, San Germán, Vol. XX, Núms. 3-4, otoño/invierno, 1990, 48-58; “Sab y la novela antiesclavista”, Faro, Universidad de Puerto Rico en Aguadilla, Vol. I, Núm. 1, septiembre 1979, 35-41.

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madre con ella en su seno, avergonzándose del fruto que iba a resultar de su extravío. ¿Eres, pues, igual a esa muchacha que su mismo padre negó antes de nacer y que negaría hoy si la conociese? (pág. 130).

Obsérvese que Carlos ha insistido dos veces en la igualdad entre él y Julia, mientras la Condesa le reitera en tres ocasiones, en forma irónica, el adjetivo igual para significar lo contrario. Entonces Carlos, con gran exaltación, le recalca a su madre la dignidad social que existe entre él, un hombre blanco y libre, y ella, una cuarterona y esclava. En un extenso parlamento, el hijo refuta las palabras de su progenitora:

Si ella es infeliz desde la cuna, ya que la cuna es un delito para ciertos seres; si un padre inicuo, por evitar que saliese a su rostro la prueba de un censurable descarrío o por el vil interés de su codicia (cosa no muy rara entre nosotros) la vendió antes de nacer; si el mundo la convirtió en mercancía cuando aún pertenecía exclusivamente a Dios, […] soy quien debo indemnizarla de los males que le ha causado el mundo […] (pág. 131-132).

Y, dirigiéndose a Dios, proclama la dignidad de las personas ante el Creador: “Señor, tú la creaste tuya, y los hombres te la han robado. Ella que es tu hija, ha sido vendida como Tú también lo fuiste, por uno de los seres que venden su sangre, por uno de los Judas que existen en el mundo para cambiar las almas por dinero […]” (pág. 131).

No empece, los argumentos de su hijo, la Condesa, irritada, quiere echar de la casa a Julia. Carlos pretende impedírselo, pero cuando la madre le pregunta: “¿Por qué medios?”, él titubea. Su respuesta resulta muy elocuente, porque permite apreciar la norma de entonces: “La ley…, digo mal: la justicia…” (pág. 132). Cuando dice “la ley” cae en cuenta de que, en realidad, la legislación existente no protege a Julia, porque en definitiva el amo es dueño y señor del esclavo y éste es meramente un bien con el cual se puede realizar cualquier tipo de operación mercantil.462 Si bien es cierto que la monarquía promulgó diversos decretos para atenuar los excesos del trato hacia ellos, esto resultó casi siempre en letra muerta. Por esta razón Carlos apela a “la justicia”, o sea, a la dignidad que le correspondería a un ser humano.

Al final del drama, en su delirio, Julia pone de manifiesto lo injusto de la sociedad esclavista, ya que no se vislumbra ninguna salvación para los esclavos, y esta idea la repite dos veces: “Esta mancha […] Y sin embargo, esta mancha no es la del crimen: la tuve desde mi primer instante, nací con ella… ¡ah! ¡Si pudiese borrarla! […] Ella es mi pecado original, ¡pero sin redención, sin redención! […]” (pág. 138). Jorge le pide que: “[…] por Dios, por tu

462 El amo podía disponer del esclavo “[…] desde dejarlo en libertad a venderlo, alquilarlo, hipotecarlo, establecer sobre él un censo, darlo como colateral, cambiarlo y dejarlo, finalmente, en herencia.” Leví Marrero. Cuba: economía y sociedad II (Editorial Playor: Madrid, 1974) 358-359.

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madre: vuelve a tu cuarto”. Pero ella prosigue proclamando las injusticias de la sociedad y, en uno de los momentos de mayor dramatismo, dice: “Mi madre, dices que mi madre… ¡Yo no tengo madre! ¿Dónde está? No lo recuerdo […] ¿No es verdad que era esclava? ¡Qué horror! ¡Debió morir sin duda de pesadumbre, al ver que me ponía en el mundo para ser tan desgraciada!” (pág. 139).

Al inicio del drama, apreciamos que Julia está consciente de su situación, pero se resigna a ello: “En general los de mi clase, la niegan o disimulan; yo no la publico, pero Dios me ha dado una compensación; la conformidad, y por eso manifiesto mi condición sin humillarme” (pág. 64-65). Hasta ahora el autor ha presentado unos elementos racionales y emotivos para plantear el oprobio de la esclavitud, Julia y Carlos le añaden al drama la visión teológica. Ella busca la resignación en los principios religiosos, por eso en el acto segundo se consuela leyendo el “Sermón del Monte” (Mateo 5, 1-11): “‘Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados’

¡Ah! ¡quién tuviera en el alma la serenidad con que el divino profeta de Nazareth emitía estas palabras! “¡Los que lloran serán consolados!” Quizás no soy digna de consuelo, pues en vano le busco. ¡Libro afectuoso, mi único amigo en esta soledad de mi existencia! Tus dulces palabras serían bálsamo eficaz para mi alma, si su herida no fuese incurable (pág. 87).

Por su parte, Carlos manifiesta la igualdad del ser humano ante Dios, aunque la sociedad busque diferenciarlos: “¡Dios, Dios! Él nos ha puesto juntos en la misma senda. Los hombres, son los hombres los que pretenden separarnos. Dios quiere la fraternidad ante sus hijos. Él no ha creado las preocupaciones sociales. Él las combate con sus leyes de amor” (pág. 108-109). Este personaje, por lo tanto, proclama la hermandad de todos bajo el evangelio.

La cuantiosa cantidad de esclavos existente en Cuba patentiza el incremento económico de esa Isla debido al desarrollo azucarero y cafetalero, que con el tabaco constituían la trilogía agrícola preponderante de ese tiempo. Es de todos conocida la preocupación que generó en la sociedad el desbalance existente entre la población negra y la blanca, ya que “[…] el rápido desarrollo azucarero había hecho crecer dramáticamente la población esclava […]”463 A pesar de la necesidad e importancia del negro, entre los miembros de la oligarquía azucarera prevalecía el racismo, lo cual advierte Leví Marrero: “[…] debemos recordar el carácter racista de todo el proceso colonial, en el cual prevaleció en las Indias el requisito de la pureza de sangre […]”464 463 Leví Marrero. Cuba: economía

464 Ibid., 158.

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y sociedad IX (Editorial Playor: Madrid, 1983) 151.

Con el fin de contrarrestar la preponderancia racial negra, se propuso el envío de canarios a Cuba. Sin embargo, esto añadió un nuevo elemento, porque se suscitaron consideraciones de índole social y racista sobre el envilecimiento del trabajo rural. En un Informe Reservado del Capitán General Gerónimo Valdés al Primer Secretario de Estado, fechado el 3 de noviembre de 1841, le plantea esta preocupación: “Choca con las ideas recibidas en este país ver al blanco encorvado bajo el peso de los trabajos del campo al lado de los esclavos […]”465 Precisamente, en sus Memorias, Tapia explica que la esclavitud impedía la incorporación de la juventud al trabajo: “La esclavitud envilece el trabajo y las artes, pues al ver el uno y las otras en manos esclavas, los libres huyen por lo general, de su ejercicio para no confundirse con el siervo. De aquí nacieron estos dichos fatales: ‘El trabajo para los esclavos’; ‘yo no trabajo más, pues no soy esclavo’.”466

La actitud de desprecio al esclavo prevaleciente en ese tiempo la encarnan en el drama la Condesa, Críspulo y, de manera muy particular, Emilia. En una conversación entre padre e hija, en la que Críspulo aprecia los atributos de Julia, Emilia le increpa: “¿Graciosa dice usted, papá? En su clase no diré que no; aunque pretende vestir y darse el tono y maneras de señorita, siempre se trasluce su condición” (pág. 89). Sin embargo, el padre le hace ver que la belleza, el porte y las cualidades de la cuarterona son tales que, entre la gente, pudiera considerarse “bien nacida”. A su vez, Emilia añade que en esa misma sociedad algunos ocultan su ascendencia, buscando acomodarse en ella: “En eso no estamos de acuerdo: es casi blanca o lo parece, es bonita, fina y elegante; si no supiéramos que es hija de una mulata esclava, según se dice, tal vez la admitiríamos como a otros que tratan de disimular su origen ante las personas bien nacidas” (pág. 89).

Resulta tal la aversión y racismo de Emilia hacia el esclavo, que ésta se escandaliza cuando visita la mansión de la Condesa y Julia la recibe: “Creo que [se] hubiese atrevido a darme la mano”. Y afirma categóricamente: “No transijo con mulatos” (pág. 89). Más adelante, conversa con Luis y acentúa los rasgos raciales de la cuarterona, aunque reconoce que en la sociedad hay muchas personas que los ocultan, pero las excusa porque ya han sido aceptadas: “Obsérvela usted bien cuando la vea de cerca; la mezcla de sangre tiene señales infalibles. Usted me dirá, que por qué soy tan severo con ella, cuando hay tantos y tantas de su estofa en nuestra buena sociedad, que pasan por lo que son; pero usted comprenderá que los tales, por lo menos, ya están admitidos” (pág. 104).

465 Ibid., 160.

466

Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 94. Resulta oportuno destacar que algunos Capitanes Generales, entre ellos Gerónimo Valdés y Leopoldo O’Donell veían “[…] en el predominio numérico de la raza negra un freno a las tendencias independentistas.” El primero de éstos consideraba que, ante las conspiraciones descubiertas en pro de la independencia, esta aspiración de los criollos “[…] no tiene más que un freno que es la raza negra y de color, principal elemento de esta población.” Leví Marrero, op. cit., 151, 156.

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Es la segunda ocasión en que Tapia sostiene la idea de que en la sociedad hay muchos con sangre negra que la ocultan.467 En un aparte, Luis resalta esta ridícula posición de Emilia. Sus palabras no están exentas de sarcasmo y se pueden considerar un signo de indicio sobre el desenlace de la obra: “(Cualquiera diría que esta Emilia no tiene nada que echarse en cara en la materia; pero eso, ¿quién lo sabe? No será ella por cierto quien lo revele.)” (pág. 104).

Más adelante, apreciamos a una Emilia muy ofendida y escandalizada, porque ha visto a Carlos tomarle la mano a Julia. Críspulo trata de apaciguarla, pero ella le responde: “¡Sí, eso es; calle usted, papá, y deje que se me rivalice con una… mulata!” (pág. 113). Al final del acto segundo, la actitud de Carlos impide que se materialice la boda entre él y Emilia, entonces Críspulo: “(Yéndose del brazo con Emilia.) [Exclama] ¡Y todo ello por una cuarterona!” (pág. 114).

En el desenlace de la obra, conoceremos que Emilia resulta ser hermana de Julia, con ello Tapia ridiculiza la actitud racista de esta joven al proclamar la hermandad de ambos personajes.468 En otras palabras, está diciendo que blancos y negros integran una sola familia. Precisamente en el monólogo de la escena sexta del último acto, ante la nueva iniciativa de casarlo con Emilia, Carlos manifiesta su intención de escapar con Julia “[…] a otros países donde no influyan estas mezquinas preocupaciones coloniales” (pág. 126).

La sociedad y la mujer

En la sociedad cubana que presenta La cuarterona existía una rigurosa pirámide social en la que los individuos pugnaban por ascender. Según el historiador Leví Marrero: “El paso de los años iría profundizando las brechas que separaban las castas distinguibles de la población”.469 Jacobo de la Pezuela, en 1865, precisó la situación social cubana de ese tiempo cuando habla de tres pueblos mezclados: los blancos, los negros esclavos, y los mulatos y negros libertos: “Los derechos del pueblo blanco de Cuba, sin atentar contra su legítima y natural supremacía sobre las otras clases de la población, nunca podrían hacerse extensivos a los negros y mulatos procedentes u originarios de África”.470 Esta aseveración del funcionario gubernamental se palpa en la actitud de Emilia hacia Julia, que muestra el desprecio de los blancos, tanto a los esclavos como a quienes poseen ascendencia esclava en la sociedad habanera.

467 La cultura popular cubana criticó esta pretensión de limpieza de sangre con el refrán: “De San Antonio a Maisí, el que no tiene de congo tiene de carabalí”. Equivalente al puertorriqueño: “De Fajardo a Cabo Rojo, pasando por Manatí, el que no tiene de congo tiene de carabalí”.

468 Manuel García Díaz explica la incongruencia de esta actitud: “Y la tragedia de la vida de estos seres [los esclavos] estaba precisamente en el hecho de que muchas veces ellos tenían mayor nobleza de alma que aquéllos que los despreciaban; éste es el caso de Julia, la cuarterona. Los prejuicios sociales eran causa de su desgracia.” Op. cit., 141-142.

469 Leví Marrero, op. cit., 1.

470 Leví Marrero. Cuba: economía y sociedad XIII (Editorial Playor: Madrid, 1986) 2.

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Carlos está consciente de que su amor por Julia constituye un grave desatino debido a la diferencia social entre ambos, según exigía la norma de ese tiempo. En sus palabras: “Es un disparate, una locura […]” porque la Condesa “[…] no veía más que un abismo entre los dos […]” Concluye, pues, que su madre no accederá, ya que: “[…] al tratarse de quebrantar ciertas barreras, recordará que es la condesa, la señora altiva; y que la otra una pobre mestiza […]” (pág. 48-49). No obstante, le manifiesta su amor a Julia, pero ésta le recuerda: “Carlos, es imposible unir lo que el destino separó”. Más adelante le hace ver que el amor entre ellos “[…] sería una locura, y ambos debemos tener juicio” (pág. 61-62). Luego le reitera al enamorado Carlos que la condición social de ambos resulta un grave impedimento para su amor, porque ella es “[…] una mujer cuya condición abre un abismo entre los dos” (pág. 63).

En el drama, Carlos encarna la pasión, mientras Julia, la razón. Él insiste en un amor que rompa las barreras sociales, ella presenta la realidad social que se vive en el país (pág. 63-65). En distintos momentos persiste en su empeño, pero ella lo rechaza siempre, pese a que está enamorada de él. Le explica: “[…] la esposa que le preparan se halla en otro caso, pues su condición social es muy distinta, y ofrece garantías que un enlace desigual no podría brindar a usted” (pág. 80). Carlos le vuelve a insistir, pero Julia está consciente de su desventajosa condición social: “No, tal felicidad sería un remordimiento para mí. Y luego, acaso algún día, su familia odiándome por haber amado a usted, viéndome como la mancha de su nombre… sufrir su desprecio […]” (pág. 109). Sin importarle su negativa, Carlos le reitera su amor: “Yo adoro a Dios en ti, porque eres tú su ángel más hermoso. Háblanme de distancias sociales; las desprecio y te adoro” (pág. 110). García Díaz no duda en ver retratado a Tapia en la actitud de este personaje.471

La Condesa no puede convencer a Carlos del abismo social existente entre él y Julia; recurre, entonces, a otro subterfugio muy utilizado en el romanticismo: los lazos de sangre entre los amantes. Ella le miente, haciéndole creer que ambos son hermanos: “Debo curarte de un amor imposible, y evitar criminales consecuencias… Entre Julia y tú, hay un abismo. Aun cuando ella fuese de tu propia condición, aun cuando tuviese todo el oro y todos los atractivos del mundo no podría ser tu esposa” (pág. 134).

El desnivel social no sólo está planteado en lo racial, sino que incluye lo económico y lo profesional. Carlos es hijo de familia de abolengo y acaba de graduarse como médico en Francia. En el primer tercio del siglo XVIII, algunos jóvenes criollos de Cuba iban a México donde se graduaban de bachiller en medicina. En Cuba existía una gran necesidad de médicos, por esta razón cuando se funda la Universidad San Jerónimo de La Habana, el 5 de enero de 1728, la Cátedra de Prima de Medicina se creó mucho antes que la de Cánones,

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471 Manuel García Díaz, op. cit., 142.

Leyes y Teología.472 Sin embargo, algunos hijos de ciudadanos pudientes estudiaban en las universidades de España y París. Recordemos que Francia tuvo gran atractivo para los hispanoamericanos ya que se consideraba el país de la cultura, la ciencia y el arte.

Precisamente, Carlos y Luis estudiaron medicina allí. El primero hacía sólo un mes que había retornado a La Habana (pág. 47). Su amigo también acababa de regresar, pero como sucedió con muchos jóvenes que fueron a estudiar allá, en vez de asistir a clases, se dedicó a la vida bohemia y gastó en ello el dinero que sus parientes le enviaban para sufragar los estudios (pág. 51-53). Este joven muestra una excesiva admiración por dicha ciudad, en sus palabras: “¡Es mucho París el que hemos dejado!” (pág. 49). Ambas figuras encarnan dos visiones o dos posiciones totalmente opuestas que se tenía sobre Francia, lo cual explica Carlos:

Cualquiera pensaría a primera vista, que tu entusiasmo por la capital de Francia era inspirado por el amor a las ciencias y a las artes, de que es un centro; pero a poco de oírte, se convencería de que no se trata del París intelectual, sino del que, como a ti, enloquece a tantos de nuestros jóvenes y no jóvenes; el París de los espectáculos y las loretas (pág. 50).

A su vez, Luis le reprocha a Carlos su excesivo interés por los estudios, emulando a los destacados facultativos franceses de ese tiempo en el campo de la medicina: “Nelatón, Bernard y Dupuytren” (pág. 51).473 Este personaje le recrimina al amigo que estuvo en París sólo para “[…] sumirse en el barrio latino entre libros y bibliotecas.” Y concluye: “¡Vaya diversión!” (pág. 50). Esta actitud demuestra a un individuo desarraigado que sólo pretende una vida fácil (pág. 50-51). Carlos, por el contrario, está consciente de la importancia que tiene, tanto para él y su familia como para su país, el haber concluido sus estudios: “Sin duda causo lástima. En cambio, he adquirido en París una profesión […] y tú que fuiste a ello, has gastado a tus parientes una fortuna y has vuelto como fuiste […]” (pág. 51). Esta realidad Tapia la expresará también en sus Memorias: “Esto de enviar los jovencitos a estudiar a Madrid es perjudicial en la mayor parte de los casos. De ellos se hacen vagos y quedan sin carrera cuando menos la mitad.”474 Esta admiración por París

472 Leví Marrero. Cuba: economía y sociedad VIII (Editorial Playor: Madrid, 1980) 178-179. De hecho, Francisco González de Álamo comenzó a ofrecer clases de medicina en el Convento de Santo Domingo el 18 de diciembre de 1727, anticipándose a la fundación de la Universidad, ya que el Papa Inocencio III expidió un Breve el 12 de septiembre de 1721 mediante el cual se autorizaba a los dominicos de Letrán a conferir grados en las ciencias y facultades que enseñasen y leyesen en su convento. Ibid., 202.

473 Auguste Nelatón (1807-1873) era uno de los mejores cirujanos de Francia, Betances fue discípulo suyo; Claude Bernard (1813-1878) fue un famoso biólogo y fisiólogo francés; Guillaume Dupuytren (1777-1835) se distinguió como un notable anatomista y cirujano francés.

474 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 129. En la Revista Hispanoamericana de Madrid, el 15 de enero de 1867, Tapia denunciará el que no exista una universidad en Puerto Rico que contribuya al progreso de la Isla: “Siendo pocos los que vuelven a Puerto Rico con una carrera o facultad, la monopolizan, contentándose, salvo contadas y honrosas excepciones, con su medianía intelectual favorecida por un título que explotan sin esfuerzo ni competencia, con menoscabo de todo adelanto para

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hace que Luis menosprecie La Habana, a tal punto que su amigo le reprocha: “[…] pareces un extranjero en tu patria” (pág. 49). Más adelante le vuelve a insistir que su actitud será negativa para el desarrollo de Cuba: “¡Lucida está contigo la patria! ¡Qué porvenir tan hermoso!” (pág. 50).

Tapia se destacó como un fervoroso defensor de los derechos femeninos, no es de extrañarse, entonces, que presente la visión que la sociedad tenía sobre la mujer para criticar dicha actitud. Carlos y Luis conversan sobre diversos temas y éste le indica que buscará no sólo a una “mujer rica” para casarse, sino “frívola”, ya que la mayoría de ellas lo son: “Me parece que mi personal, es decir, precisamente no tener otro crédito mayor, me pone en aptitud de ganar el corazón de alguna mujer frívola… y como es lo que busco, y aquéllas son las más…” (pág. 54). Lo que le interesa es casarse para acomodarse, aunque después se descubran sus verdaderas intenciones, porque “[…] como la ley protege el matrimonio […]” (pág. 54).

Críspulo le hace ver a su hija la desventaja de ser mujer, aun cuando ésta tenga dinero (pág. 92-93). Emilia es la clásica joven rica sin responsabilidades que sólo le interesa la adulación de sus pretendientes. Sin embargo, el padre le advierte: “Te adulan porque quieren tu dinero, y éste puede perderse”. Ella considera que el padre está siendo muy sincero o muy cruel al decirle eso, pero éste le responde: “La verdad en medio de todo”. Ella le replica: “Pues yo no quiero que me la digan. No puedo sufrirla, no quiero” (pág. 94-95).

Emilia no desea contraer matrimonio, porque su padre siempre la ha complacido en todo y le ha dejado hacer lo que quiera (pág. 120), pero al casarse deberá estar sometida al marido. Por esta razón, le indica a la Condesa: “Esto, como usted comprenderá, es natural que me inspire alguna desconfianza, y que el casamiento se mire por una joven como yo, con cierta prevención desfavorable.” A lo cual su interlocutora le responde que Carlos no será un tirano con ella: “En tal caso, Emilia, puede estar usted satisfecha. Mi hijo es sobrado leal y generoso para tiranizar a la que lleve su nombre […]” (pág. 97). Más adelante, la Condesa le reprocha a Críspulo el hecho de que su hija no quiera casarse. El siguiente parlamento destaca una idea muy importante de ese tiempo: que en la educación de la mujer hay que enseñarla a obedecer. Debido a esto, la Condesa le recrimina al padre: “Una joven bien educada por usted debe ser sumisa y obediente” (pág. 119).

Los títulos nobiliarios

la inteligencia y el saber, a cuyo incremento no osan o no atienden a llegar, perjudicando, como es consiguiente, el progreso general del país. Es decir, que mientras no haya universidad en Puerto Rico adonde pueda concurrir la gran masa de la población, habrá un intolerable monopolio en la adquisición de las luces y en el ejercicio de las profesiones.”

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Las condiciones naturales de Cuba, la legislación sobre la industria agrícola y la visión del dinámico sector empresarial de la Isla la hicieron la primera productora mundial de azúcar, desde el primer tercio del siglo XIX, al punto de convertirse en la más rica colonia de plantaciones del mundo.475 La Corona tomaba préstamos en las casas europeas, garantizados por las rentas que se recibirían de Cuba, ya que, por ejemplo, en el año 1860 la recaudación en impuestos superaba los veinte millones de pesos.476 En la Isla se construyeron grandes mansiones y edificios, se modernizaron los ingenios azucareros y, entre otros aspectos, se tuvo el ferrocarril477 y la transportación a vapor478 antes que en España.

Era tal la riqueza que los propietarios se dieron a la tarea de adquirir títulos nobiliarios. La nobleza cubana se calificó de “pergamino” ya que éstos se concedían mediante compra, no por herencia de sangre. Los nobles castellanos llamaban, en forma despectiva, a estos títulos “nobles de azúcar”. La decadencia de la sociedad aristocrática española permitió que personas y familias enteras obtuvieran estas dignidades. En Cuba la riqueza del tabaco en el siglo XVIII hizo a los primeros nobles habaneros; posteriormente la riqueza azucarera permitió que múltiples hacendados obtuvieran títulos castellanos. Según Leví Marrero, “[…] los títulos de Castilla otorgados a vecinos de Cuba entre 1708 y 1866 sumarían 34 marqueses y 39 condes.”479 Una vez obtenido el título, el noble estaba obligado de por vida, junto con sus herederos, excepto en casos muy especiales, a contribuir a la Real Hacienda con el pago anual del llamado “derecho de lanzas”. Se dio el caso de nobles que perdieron sus títulos por no poderlo pagar, ya que Hacienda era muy rígida en el cobro a los nobles.480

475 Véase Leví Marrero, op. cit., IX, 1. 476 “En 1759-60 los impuestos recaudados en Cuba sumaban 160,000 dólares; en 1777 ascendieron a un millón; hacia 1825 Cuba […] dio beneficios al rey: 8,000,000 de pesos era lo que, más o menos, se recaudaba anualmente” Hugh Thomas, op. cit., 155. Añade este historiador inglés: “Indudablemente, los ingresos procedentes de Cuba constituían la única garantía segura que podía ofrecer el gobierno de España a sus acreedores potenciales, por ejemplo, los Rostchild u otros banqueros londinenses.” Ibid., 259.

477 En el año 1838 se inauguró el ferrocarril en Cuba. Diez años más tarde, el 28 de octubre de 1848 se inauguraba en España el primer tramo de 29 Kms. entre Barcelona y Mataró. Para esa fecha ya había en Cuba 618 Kms. de vías férreas y, doce años más tarde, eran 1,860 Kms. Véase Leví Marrero, op. cit., XI, 159; Hugh Thomas, op. cit., 169-171; Julio Le Riverend. Historia económica de Cuba (Editorial de Ciencias Sociales: La Habana, 1985) 395-401.

478 Debido a los altos costos del transporte, el vapor llegó a Cuba muchos años antes que España. En 1819 había un barco a vapor en Cuba y cuatro años después, tres viajes unían a varios pueblos de la Isla. Hugh Thomas, op. cit., 168. Véase Julio Le Riverend, op. cit., 401-404.

479 Leví Marrero, op. cit., XIII, 35-36. Para obtener estos títulos se debía presentar prueba de hidalguía y limpieza de sangre, caudal y bienes suficientes para sostener el honor solicitado, así como méritos personales. En 1805 Carlos III concedió la Grandeza de España al habanero Clemente Núñez del Castillo y Molino, Marqués de San Felipe y Santiago. Sin embargo, el Gobernador de Cuba advirtió a la Corona sobre esta dignidad allende los mares porque estaban por encima del gobernador. Según Marrero esta dignidad sólo se otorgó al mencionado habanero y a otro indiano. Ibid., 37, 52. Aunque según Thomas, entre la nobleza cubana había tres que eran grandes de España. Op. cit., 192-193.

480 Leví Marrero, op. cit., XIII, 51.

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A la Condesa le preocupa que su hijo no quiera casarse con Emilia, porque este hecho la llevaría a la ruina económica y con ello perdería el título. Le dice a Carlos en forma trágica y manipuladora: “Pues bien: renunciaré a mi título, el nombre de una antigua familia. No seré yo quien lleve un título sin rentas. ¡Y ser en mí en quien deba morir un nombre benemérito! Daré gusto a mi hijo aun a costa de mi sonrojo. ¡Todo sea por Dios… sea lo que quieras, hijo mío!” (pág. 85).

En el año 1859, el corresponsal en La Habana de una publicación norteamericana calculaba que a los aristócratas habaneros les había costado su título entre 20,000 y 50,000 pesos fuertes.481 Para que se tenga una idea sobre la nobleza cubana, entre los años 1642 y 1868, 56 cubanos ostentaron el título de Caballero de Santiago, 28 de la Orden de Calatrava, 16 de la Orden Militar de Alcántara y 16 de Orden de Montesa. En 1860, había casi un centenar honrados con la Orden de Carlos III y en la década de 1860 eran 211 los que poseían la Real Orden Americana de Isabel la Católica.482 Esta proliferación de títulos nobiliarios hizo que Francisco de Arango y Parreño dijera: “Si los reyes podían hacer nobles, sólo Dios podía hacer caballeros.”483

Los hacendados cubanos amasaron enormes riquezas; sin embargo, muchos de ellos perdieron sus propiedades debido a deudas con los refaccionistas españoles. Unas veces como consecuencia de la muerte del padre de familia y la indiferencia de las esposas e hijos por el funcionamiento de la hacienda. Otras veces, porque los dueños dilapidaron las rentas en una vida bohemia. Raúl Cepero Bonilla detalla esta realidad:

Los hacendados nunca formaron una clase que gozó de prosperidad, aunque algunos de ellos levantaron fabulosas fortunas con el negocio azucarero. Fue una clase impotente para capitalizar. El valor de sus producciones lo absorbía, en gran parte, la amortización del capital refaccionario y el pago de sus crecidos intereses. El comerciante refaccionista dominaba al hacendado. Se calculaba en 1863, que menos del cinco por ciento de las fincas rurales estaban libres de gravámenes hipotecarios.484

481 Algunos historiadores consideran que la posesión de estos títulos, más que por vanidad, tenía un propósito de protección o seguridad, debido a la política personalista y déspota de la mayoría de los gobernantes peninsulares en las colonias. Recuérdese que tanto en Cuba como en Puerto Rico se gobernaba bajo facultades omnímodas.

482 Leví Marrero, op. cit., XIII, 53-57.

483 Ibid., IX, 69.

484 Raúl Cepero Bonilla. Azúcar y abolición (Grupo Editorial Grijalbo: Barcelona, 1976) 31. Véase, además, Manuel Moreno Fraginals. La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones (Editorial Crítica: Barcelona, 1983) 74-76.

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En otras palabras: “Los intereses de las dos clases dominantes de la sociedad cubana colonial (los comerciantes españoles y los hacendados cubanos) no eran coincidentes, sino antagónicos, excepto en lo que se relacionaba con la convocación de la esclavitud.”485

Por esta razón, los hacendados no veían con buenos ojos a los comerciantes españoles. Precisamente, éste es el caso de la Condesa, quien le indica a su hijo: “Estamos casi arruinados; los restos de nuestros bienes, un día cuantiosos, están próximos al embargo. El padre de Emilia es uno de nuestros principales acreedores” (pág. 75). De hecho, le advierte que está próxima: “La ejecución de nuestro mejor ingenio; lo único libre que nos quedaba” (pág. 85). Debido a esta situación, le nace la única preocupación del casamiento de Carlos con Emilia, ya que se trasluce el desdén de ella por el comerciante. Por eso le explica al: “A fuerza de ostentar ante sus ojos nuestra nobleza, el villano enriquecido se deslumbra y consiente en preferirte a muchos para yerno” (pág. 75-76).

Sobre esta realidad se vale Tapia para criticar en el drama este desmedido anhelo de títulos nobiliarios. La Condesa posee uno, pero carece del dinero para ostentarlo; a su vez, Críspulo tiene el dinero y ansía el título. Sin embargo, desea uno antiguo, no uno nuevo que a la postre podría resultar ridículo. Se lo explica detalladamente a su hija Emilia:

En cuanto a mí, pudiera hacerme conde de Bemba o marqués de la Macagua, pero son solares muy nuevos y hasta oscuros, y como todos en La Habana me conocen por don Críspulo, sucedería que, al llamarme conde de Bemba, por ejemplo, ¿quién es él? Preguntarán. Hombre, ¿quién va a ser? Don Críspulo; teniendo al fin que firmar para ser reconocido: El conde Bemba (alias) Don Críspulo. ¡Buena armonía entonces en el muelle y en otros puntos de la ciudad donde soy tan conocido! Luego tú al llamarte por herencia la condesita de Bemba… (pág. 92-93).

Emilia le interrumpe: “¡Uf! ¡Qué título!” Él está consciente de la importancia que tienen los títulos antiguos, por eso recalca: “No, hija mía; quiero dejar de ser el villano enriquecido, quisiera ser llamado Conde de la Edad Media, o qué se yo, como dice la Condesa tu futura suegra” (pág. 93).486

Muy astutamente, la Condesa ha convencido a Críspulo de que los títulos son más importantes aún que el dinero. Se lo explica a Carlos: “A pesar de que no ignora el mal estado de nuestros intereses, hele hecho conocer que, con todo su dinero es Don Nadie, si no une su oro a lo que el oro vale: la nobleza” (pág. 76). Y recalca la importancia de alardear

485 Raúl Cepero Bonilla, op. cit., 48. 486 Este afán por la adquisición de títulos nobiliarios que aparece en el drama hace que algunos críticos lo consideren lo esencial de la obra. Elsa Castro Pérez sostiene que: “El tema de esta pieza es la lucha entre los aristócratas de cuna y la de méritos.” Tapia, señalador de caminos (Editorial Coquí: San Juan de Puerto Rico, 1964) 101

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con títulos antiguos: “Sí, Don Críspulo, estoy con usted en lo que me cuenta: esos nobles de ayer son insufribles, al paso que la gente de cuño viejo es más tratable. Ya se ve: en éstos es natural lo que en otros es artificio. Sobre todos los alias de que ya hemos hablado… Sí, porque más bien parecen apodos que títulos” (pág. 104-105).

El nuevo rico pretende convencer a su hija de la trascendencia que tendrá el vincular su apellido con el de Carlos. Y muy orgulloso, le explica el hecho “[…] de que tus hijos puedan ser parientes del rey que rabió […]” A lo cual Emilia responde admirada: “¡Vaya!” (pág. 90). Este pasaje, no exento de humor y sarcasmo, resulta una sátira muy velada al prurito de los nuevos ricos por adquirir títulos nobiliarios. De paso, muestra la ignorancia de este villano enriquecido, ya que el tal rey nunca existió, sino que es parte del folclor castellano. De hecho, Góngora lo menciona en una de sus “Letrillas”: Del rey que rabió me cuente. / Y ríase la gente. También la emplea Quevedo en el “Sueño de la Muerte” y en su poesía festiva.487

Este comerciante vino a América como polizón y aquí se enriqueció. Por eso busca, en sus palabras: “encondarme o enmarquesarme” (pág. 91). No quiere que le hagan genealogías, porque éstas se consiguen fácilmente si se paga a un escribano. Él comprende muy bien esto, porque: “El mundo burlón distingue las legítimas de las supuestas, y por lo tanto aquéllas son preferibles” (pág. 91).

Finalidad de Tapia

Hasta ahora hemos apreciado un minucioso retrato de la sociedad cubana de los años sesenta del siglo XIX. Rosa-Nieves refiere que el comentarista teatral de la revista Las Antillas escribió en esa publicación el 18 de mayo de 1867: “Aunque la escena se desarrolla en La Habana, hubiera podido ser en cualquiera de las Antillas, o en Perú o en Venezuela o en Estados Unidos”.488

Aparentemente nuestro dramaturgo se ha alejado de su isla natal. Sin embargo, el drama está concebido con Puerto Rico en mente. A principios del siglo XIX, las colonias americanas se regían por las mismas leyes que las de la Península, pero a partir de 1837 se hará mediante leyes especiales y los gobernantes ejercerán su cargo con facultades omnímodas. Éstos impusieron una férrea censura que prohibía cualquier discusión abierta sobre los problemas existentes en el país, entre los cuales estaba el de la esclavitud. Incluso, durante los breves períodos en que hubo libertad de prensa, estaba prohibido “terminantemente” discutir sobre la esclavitud mientras ella estuviera vigente en Puerto

487 Ruperto Chapí escribió una zarzuela o juguete lírico sobre este personaje popular titulada El Rey que rabió, la cual se estrenó en el año 1891.

488 Cesáreo Rosa-Nieves, op. cit., 432. A su vez, Angelina Morfi considera que: “La obra se desarrolla en Cuba, pero los conflictos eran propios de la Isla y de América en general.” Op. cit., 60.

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Rico.489 Tapia expone que, en ese tiempo, se tenía miedo de combatir esta institución, porque el abolicionismo era sinónimo de separatismo.490 No debe extrañarnos, entonces, que nuestro dramaturgo haya ubicado la acción en Cuba y toda la referencia social sea sobre esa Isla.

En la década de 1850, Tapia consideraba que los dos problemas más graves de la Isla eran la esclavitud y la vigencia de los expedientes sobre limpieza de sangre. En sus palabras: “En aquellas reuniones convenimos en que las cuestiones principales de Puerto Rico eran la Abolición de la Esclavitud y la extinción de los expedientes sobre limpieza de sangre”.491 Por esta razón, La cuarterona plantea la ignominia de la esclavitud y proclama la igualdad del ser humano. Mediante el triángulo Julia-Carlos-Emilia se hace patente la tesis del autor. Utilizando argumentos racionales y religiosos, así como situaciones emotivas, Tapia manifiesta su alegato en la dignidad humana y los derechos de la persona.

Asimismo, toda la cuestión sobre los títulos nobiliarios en la obra constituye un sarcasmo a la ridícula ostentación de la llamada limpieza de sangre que por siglos se mantuvo en América y España. Primero fue una aversión hacia los de sangre judía y árabe, más tarde será a los de sangre africana. Precisamente, la lucha que se libra en el drama se debe a la presencia de sangre africana en Julia y su condición de esclava. Tapia proclama una dignidad igual para todos, y ante la omnipotencia y tiranía del dinero, proclama la libertad del amor. En un gesto muy romántico, Carlos exclama: “Prefiero mil veces el celibato. ¡[A] Casarme sin amor!” (pág. 58). Porque: “La belleza del alma es preferible” (pág. 73).

El 24 de marzo de 1870, publicado en Puerto Rico el 13 de abril de dicho año, mediante un decreto del entonces Ministro de Ultramar, don Antonio Becerra Bermúdez, se derogaba “[…] cuantas disposiciones y prácticas hacían necesaria la llamada información de limpieza de sangre para el desempeño de cargos públicos, el ejercicio de profesiones y todo lo comprendido por la legislación civil.”492 Se hacía realidad el anhelo de Tapia, hecho que consigna en sus Memorias:

[…] esto lo refiero porque me halaga haber tomado parte aunque indirecta, en este punto de trascendencia, allá por el 1870 me ocurrió cierto día escribir a mi amigo José Julián Acosta, residente a la sazón en Madrid, recordándole el asunto [de limpieza de sangre…] A los dos correos siguientes vino resuelto el asunto favorablemente, con lo que Puerto Rico dio un paso inmenso en la

489 Véase Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico, siglo XIX, II, primera parte (Editorial Universitaria: Río Piedras, 1957) 7, 79, 93.

490 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 102.

491 Ibid., 175.

492 Lidio Cruz Monclova, op. cit., 112.

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marcha de la Civilización, aboliendo aquellos expedientes ridículos y vergonzosos y que entrababan el progreso social.493

Tres años más tarde, el 22 de marzo de 1873, quedó abolida la esclavitud. Cuando Tapia muere, el 19 de julio de 1882, la sociedad puertorriqueña estaría libre de ambas máculas sociales, gracias al trabajo de un puñado de hombres dignos, entre los cuales estuvo nuestro dramaturgo, porque puso su arte y su empeño para sacudir las dormidas conciencias de sus conciudadanos en beneficio del país. Aún tienen vigencia las palabras de Salvador Brau: Tapia es “[…] obrero incansable del progreso, apóstol de cultura, en quien ayer como hoy, mañana como ayer, podrá mostrarse a las generaciones juveniles un modelo de provechosa ejemplaridad.”494

II Congreso Tapiano, Ateneo Puertorriqueño, 4 de abril de 2009.

493 Alejandro Tapia y Rivera. Mis Memorias, op. cit., 147. 494 Ibid., 327.

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