Los espías estadounidenses de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico por Roberto Ramos-Perea
20 de junio de 1998
Publicado en: El 98: Controversias Históricas, Ateneo Puertorriqueño, Editorial LEA, San Juan, Puerto Rico 1999.
Aclaración:
El tema escogido de este escrito, para ser estudiado con la amplitud que merece, requeriría mucho más tiempo del que disponemos en esta conferencia. Y digo más, lo que se ha encontrado en documentos de la época, relatos de corresponsales, prensa y otras fuentes primarias, harían de esta parte de la guerra un enjundioso libro de muchas páginas y amplia bibliografía. Este relato que haré es apenas una muy mínima introducción al tema de la “pre-guerra en Puerto Rico”.
Introducción:
Los sucesos que ocupan nuestra reflexión durante todo este año, relativos a la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, nos imponen conclusiones diversas.
Y estas conclusiones, -tomando en justa cuenta la singular importancia de los hechos de batalla o las curiosidades de guerra-, creo yo que debemos enmarcarlas en el aura trágica de las conocidas consecuencias de la invasión y ocupación militar de nuestra nación.
Los hechos de batalla o las curiosidades de guerra, debidamente estudiadas en la mejor calidad posible de fuentes, revelarán datos, intenciones y discursos que nos prueban que la preparación, ejecución y consecuente éxito de la invasión a Puerto Rico por las fuerzas del General Miles, estuvieron orquestadas tras el efectivo servicio de una “inteligencia” militar y una abundante servicio de información provisto por espías militares, corresponsales de prensa, delatores o informantes civiles.
Los espías son siempre fuente de extrema curiosidad.
Familiarizados con la aventurera vida de James Bond o la de los chicos de “Misión Imposible”, la palabra espía tiene, en cualquiera que la oye, algo de fascinación combinada con algo de sucia traición. Para entrar de lleno en el tema propuesto, será imperioso ofrecer algunas definiciones y delimitar alcances.
Tal vez la más acertada y no condicionada definición de la palabra espionaje sería “la obtención de cualquier información militar, política, comercial o cualquier información considerada “secreta”, mediante el uso de la agresión y la ilegalidad”.1
La palabra “Inteligencia”, en el contexto de las operaciones gubernamentales se ha definido como “cualquier información evaluada o analizada sobre la fuerza, actividad o posible curso de acción de alguna nación, persona o grupos de personas que son, aunque no necesariamente, adversarios, y que dicha información es útil para combatirlo o tratar con él.”2 .
Así vemos establecida de entrada la diferencia entre “inteligencia” y “espionaje”. La primera es el fin, la segunda uno de sus medios.
La inteligencia, en este contexto histórico del 98 por su parte, no se obtiene sólo de “espías”, sino también de personas informantes y/o personas delatoras, sino también de instituciones como la prensa, o cualquier tipo de publicación o medio emisor de información.
Establezcamos de antemano que el “espía” trabaja para alguien y es pagado por su servicio. Incluso el espía está entrenado para su trabajo por alguna agencia de gobierno del país a quien sirve. En la mayoría de las ocasiones, y sobretodo en la que nos compete en este trabajo, el espía pertenece a alguna rama del Ejército y las acciones que lleva a cabo se consideran “acciones militares”.
El informante por su parte “ofrece información” casi siempre voluntariamente sobre determinado asunto y es remunerado por ello. Casi siempre, en el informante hay el deseo de colaborar a cambio de algo, dinero o participación. Hay en él un interés personal en la materia de la que informa. Recordemos cómo la política con respecto a los informantes que salió a relucir en las Vistas del Cerro Maravilla, trataba de exaltar las fascinación de los jóvenes informantes de la Polícia de Puerto Rico, estimulándoles su sentido de “aventura” además de ser remunerados económicamente por la información ofrecida.
1 TheNewEnciclopediaBritannica, Volume 4, Chicago, 15th edition, 1993, p. 561
2 O’Toole, G. J. A. HonorableTreachery.AhistoryofUSInteligence,espionageandcovertactionfrom theamericanrevolutiontotheCIA, New York ,The Atlantic Monthly Press, 1991, p. 1. e Ibid. Volume 6, p. 338.
El “delator” por su parte, revela información sobre algo a alguna autoridad, siempre voluntariamente, pero no interesa formar parte del asunto. En ocasiones es motivado por variados intereses entre los que se encuentran la venganza personal, la promesa de un pago inmediato que resuelva alguna urgencia y bien la mera malicia o la más rampante ingenuidad.
Ha quedado establecido cómo desde entrenados espías como el teniente Henry Howard Whitney, hasta el más ingenuo jíbaro que en el fragor de la batalla servía de delator a las tropas estadounidenses, ayudaron a que éstas tuvieran tan fácil victoria sobre las tropas españolas en Puerto Rico. Es necesario establecer estas sutilezas a la hora de analizar los hechos y adjudicar si es que queremos y de algo nos sirve, alguna responsibilidad.
David Trask, destacado investigador de la Guerra Hispanoamericana ha definido varias preguntas claves sobre este asunto, veamos las que nos atañen:
•Los efectos de la “inteligencia” antes de la guerra. ¿Cómo la inteligencia recopilada afectó los planes de la invasión?
•Los efectos de la “inteligencia” durante las operaciones de la Marina y del Ejército.3
En vista del alcance de estas claves que asumimos en relación con el caso de la invasión militar de Puerto Rico, tenemos que limitar nuestro trabajo, por temor a una extrema extensión solamente a los espías estadounidenses en territorio nacional.
Quedarán fuera de este trabajo los espías, delatores e informantes puertorriqueños y españoles, cuya investigación de motivos, estrategias y logros excedería por mucho lo propuesto en esta conferencia.
Lo espías del ejército estadounidense:
No olvidemos que el servicio secreto en Estados Unidos nace y se desarrolla bajo el mando del General George Washington durante las guerras de independencia. Es Washington el primer gran “Spymaster” estadounidense, pues es él quien desarrolla y financia toda una red de espionaje que recopiló la información necesaria para su victoria descolonizadora. A consecuencia de ello, “la segunda profesión más vieja de la tierra”, se desarrolló de manera firme y entusiasta en los sótanos de las guarniciones de la milicia. Así llegamos al excelente servicio secreto
3 Trask, David F., American Intelligence during the war, en Bradford, James C., ed.; Crucible of Empire: The Spanish-American War & its Aftermath, Annapolis, Maryland: United States Naval Institute Press, 1993, 375p., p.24-25.
desarrollado por los confederados y los norteños durante la Guerra Civil estadounidense, quien dió pie a la formación de grupos de inteligencia en los diferentes departamentos de la fuerzas armadas.
El Buró de Información Militar, creado por el Norte, fue la primera agencia de inteligencia profesional creada en Estados Unidos durante la Guerra Civil. Hasta este momento, el espionaje estaba en manos de militares que no estaban atados a ningún departamento en particular, o de grupos o redes de espías militares o civiles que actuaban a voluntad.4
Durante la Guerra Civil los miembros de esta pequeña agencia desarrollaron utilísima tecnología para el intercambio de información, así como instrumentos y personal adiestrado en el desciframiento de códigos, reconocimiento aéreo mediante globos, criptología, operaciones encubiertas en territorio enemigo así como interrogatorios y torturas.5 Fue común durante la Guerra Civil, la utilización de mujeres “espías”.
Ambos ejércitos, Norte y Confederado, tenían diferentes secciones en sus ejércitos para organizar sus espías. Pero el Buró de Información Militar del ejército del Norte prevaleció luego de finalizada la Guerra Civil, como la primera agencia profesional de espionaje que sentó las bases para la creación de dos importantísimas agencias el ejército dedicadas a la compilación y análisis de toda la inteligencia adquirida tanto en tiempos de paz como de guerra:
1) ...la Oficina Naval de Inteligencia: ONI (Office of Naval Inteligence), creada por la Marina en 1882 y la...
2) División de Información Militar o MID (Military Information Division), creada por el Ejército en 1885 como parte del Adjuntant General Office o Oficina del General Adjunto.
La Oficina de Inteligencia Naval tenía dos funciones principales, recopilar información sobre las fuerzas navales del extranjero y la adquisición de la información necesaria para desarrollar la propia Marina estadounidense. Mientras la División de Información Militar hacia lo propio, pero enfatizando en la potencias europeas, especialmente Alemania y España quienes eran los potenciales enemigos de Estados Unidos en ese fin de siglo.
El levantamiento de mapas y cartas topográficas, fue la misión más importante para la que eran entrenados los militares de rango asignados al MID.
Paralelo al ONI, el Buró de Navegación creó el Colegio de Guerra Naval en 1884, que inscribió en él a los mejores estrategas del ejército para
4 Markle, Donald E., Spies and spymasters of the civil war, New York, Hipocrene Books, 1994, p.1-3.
5 O’toole, Op.cit., p. 169-173.
desarrollar ejercicios de estrategia naval. Es en esta escuela donde encuentran tierra fértil las ideas expansionistas de los teóricos del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe. La misma Escuela en la que Alfred T. Mahan investiga, desarrolla y expone sus teorías sobre la importancia del poderío naval y el control por parte de Estados Unidos de todas las aguas de occidente. El expansionismo imperial estadounidense encontró en Mahan y en los demás académicos y estudiantes del Colegio de Guerra Naval sus más acérrimos propulsores. Su radio de operación incluía hasta la posible invasión de las Islas Canarias.6
Pero para sus juegos de guerra era necesario acumular la mayor cantidad de información sobre los posibles enfrentamientos. Los juegos de estrategia que jugaban estos soldados sobre mesas con pequeñas piezas parecidas al ajedrez, no se daban en el vacío. Eran juegos tan serios, que de esta misma escuela se escogerán los oficiales que asesorarán al Presidente Mckinley en sus preparativos de la Guerra contra España, a finales de 1897.
Ante el deseo de expandir el territorio estadounidense, los estrategas de este Colegio ponen en práctica, en 1896, el juego de dominio sobre las colonias de España. Es por todos sabido y debe quedar meridianamente claro, que el interés de Estados Unidos por las colonias españolas era manifiesto desde mucho antes de la década del 90, o como ya se ha probado en otros escritos, desde los albores del siglo XIX7 . Por lo que el súbito interés no era del todo ni virgen ni ingenuo. Lo que el Colegio de Guerra Naval hace es colocar estas ambiciones en el terreno de lo militar y dar al vulgar expansionismo imperial un aire de épica y gloria que antes no tenía. La situación de la Guerra Cubana de 1895, oportunidad pintada calva para los estadounidenses, dispararon las ambiciones de expasionismo y el ONI ordena, ya entrado el 1896, la inflitración de agentes estadounidenses en Hawaii, en Cuba y en Puerto Rico. Lugares denominados por el Colegio como de “valor incalculable” en una guerra con España.8
Debemos dejar claro también que el interés de Estados Unidos por una guerra en Cuba no era del todo “humanitario” como se ha querido hacer ver por la prensa amarilla del momento y por la ingenuidad de algunos historiadores. Estados Unidos interesaba Cuba como un territorio
6 Op.cit. Trask, p.26 y ver también Estades Font, María Eugenia. LapresenciamilitardeEstadosUnidos en Puerto Rico 1898-1918, Intereses económicos y dominación colonial. Río Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracán, 1988, 245p., cap.2 y 3 passim.
7 Azize, Yamila, “¿Interesaban los Estados Unidos a Puerto Rico antes de 1898?” Homines, Vol. 8 Núm 1. enero-junio 1984: p.77-81.
8 Ibid, Otoole, p.185-187.
que podría rendir grandes beneficios al expansionismo imperial y a las demandantes empresas azucareras que presionaban al gobierno estadounidense por aumentar las zonas y mejorar las condiciones de su mercadeo. 9
Mientras la Marina recopilaba información para decretar el inmediato bloqueo de las aguas del Caribe y el Pacífico, la División de Información Militar del Ejército, tambien había despachado sus agentes. Se sabe que desde 1893 hay agentes del ejército estadounidense infiltrados en territorio cubano. El primero de ellos fue George Scriven, encargado de informar sobre la creciente rebelión.
Estas infiltraciones aumentaron paulatinamente durante las campañas de Martí de 1895 y a finales del 97 y principios del 98, otros agentes, con igual propósito, fueron despachados a Madrid, a Manila, a La Habana y a Puerto Rico.
Antes de entrar en estos detalles debemos hablar un poco de las condiciones del espionaje militar entre España y Estados Unidos una vez declarada la guerra el 25 de abril de 1898.
El espionaje norteamericano no se limitó a obtener información estrictamente “militar”. Información de primera mano era ofrecida por los corresponsales de todos los periódicos estadounidense que a partir de enero de ese mismo año, comenzaron su conocida guerra de prensa amarilla contra España.
La prensa resultó ser una fuente de información gratuita y en ocasiones rentable sobre las fuerzas del poderío español. Recordemos que las noticias reales e inventadas de periódicos como The Herald y The Journal, ambos de Nueva York y pertenecientes a Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst, fueron el gatillo de la guerra. De hecho, se cree que ellos fueron los que obligaron a iniciar la guerra antes de lo que el Ejército, la Marina y su Presidente tenían previsto. La barbarie de los generales españoles Weyler y Martínez Campos era reportada con lujo de detalles en los periódicos estadounidenses, y el famoso dibujo de los agentes españoles registrando a una dama desnuda, no sólo inflamó la opinión pública a favor de una intervención, sino que hizo que la prensa se convirtiera en el proveedeor de información inmediata más confiable que tenía el ejército estadounidense. La prensa estadounidense no tenía entonces ninguna necesidad ni ningún motivo para ser objetiva. Su misión
9 En una interesante escena de la miniserie televisiva “The Rough Riders”, (TNT, 1997) basada en las memorias militares de Theodore Roosevelt, un soldado le pregunta a éste último si toda esta guerra en Cuba no era para aumentar las riquezas de los ricos mercaderes del azúcar. Y Roosevelt contesta, “nuestro sacrificio no valdría nada si fuera así”.
era vender periódicos para satisfacer las cuentas de los magnates y eufemizar e incitar la intención expansionista con una fársica preocupación humanitaria. Esta periodística inflamación de ánimos bélicos fue conocida como “jingoísmo”.
Recordemos que tanto Cuba como Filipinas, y más tarde Puerto Rico, estarían forrados de corresponsales, que proveían fotos, planos, e inteligencia inmediata sobre las posiciones españolas. Son muy conocidas las operaciones conjuntas entre agentes del MID y el ONI, con periodistas estadounidenses, como el famoso caso de la liberación de la joven cubana Evangelina Cisneros.
Por otro lado, las oficinas de telégrafo de la Habana y de San Thomas, sirvieron de trampolín para información que fluía hasta el escritorio mismo del Departamento de Guerra. Conocido es el caso del telegrafista que informaba desde el Telégrafo de la Habana a Cayo Hueso en Florida sobre los movimientos de la Flota de Cervera. Fue este telégrafo quien ofrece al Departamento de Guerra la localización exacta de la flota, pieza de información que dió la segunda sonada victoria al ejército estadounidense en la Bahía de Santiago de Cuba el 3 de julio, poco después de que el 1ero de mayo el Comodoro George Dewey venciera a almirante Patricio Montojo en la Bahía de Manila, gracias también a la información recopilada por un agente del ONI infiltrado en Manila.
Otros países sirvieron de suministro de información de inteligencia al Ejército de Estados Unidos, como la República Dominicana, en la que la tiranía de Lilí dió cobijo a corresponsales y personal militar durante la guerra, por debajo de su venteada neutralidad en el conflicto.10
Por su parte los españoles habían instalado una discreta, pero eficiente red de espionaje en territorio canadiense, comandanda por el Teniente Ramón Carranza. Desde la inteligencia desarrollada por espías españoles en Washington, Carranza recibía partes de estrategias y movimientos de flotas que reportaba directamente al Ministro de Guerra español. Una indiscreción suya da al traste con su red y la agencia es desmantelada y apresados algunos de sus espías. Suceso que amenazó con romper de una vez y para siempre las ya malas relaciones entre Estados Unidos y Canadá. (Es por esto que no podemos seguir llamando “norteamericana” a la invasión, pues Canadá también sentía la amenaza del
10 Boletín Mercantil, 24 de mayo de 1898 y passim. Durante el mes de mayo, varias noticias de este periódico censuran y cuestionan la supuesta imparcialidad del Presidente Hereaux quien incluso dio cobijo y recursos, así como banquetes y recepciones a corresponsales estadounidenses.
irracional expasionismo estadounidense.)11
Y aunque esta intrahistoria de la Guerra Hispanoamericana nos parezca realmente intrigante, concentrémonos entonces en Puerto Rico y los primeros “espionajes” conocidos, y abundemos en algunos detalles adicionales a los que el Capitán Angel Rivero ha reportado en su imprescindible Crónica.. 12
Algunos historiadores estadounidenses han establecido la dificultad de encontrar fuentes primarias o relatos fidedignos de la labor de los espías durante la Guerra, precisamente por la secretividad misma del oficio y el hecho de que ningún Ejército asume responsabilidad por los fracasos o éxitos del trabajo de sus servicios secretos. El espionaje y su violencia es algo de lo que ningún país se vanagloria. Es por tal razón que el acopio de materiales depende en gran parte de fuentes secundarias, relatos incorroborables de los mismos espías, medias verdades de la prensa o eufemísticos documentos oficiales.
Lo espías militares en Puerto Rico:
La decisión de invadir Puerto Rico, por razón de su excelente localización estratégica, estaba planteada en el Colegio de Guerra Naval desde 1896, como parte del estudiado bloqueo a las colonias españolas en el Caribe.
Así la justificación inmediata para la invasión a Puerto Rico queda clara desde ese entonces:
•en primer lugar, los proyectados Canales en Nicaragua y Panamá, una vez en manos estadounidenses, necesitaban un punto estratégico para su defensa, explotación y expansión;
•en segundo lugar, Puerto Rico se convertiría en una de las más importantes fuentes de abastecimiento de carbón para las flotas estadounidenses destacadas en el Caribe y en el Atlántico;
•tercero, porque era el punto más lejano de América y el más cercano de Europa, punto considerado de valor estratégico mayor en una posible guerra con Alemania.13
•cuarto, Puerto Rico sería la indemnización perfecta para los gastos de guerra. Se sacaría a un país europeo “enemigo” del Caribe y se
11 Wilkie, John E., The Secret Service in the War, en The American-Spanish War: a history by the war leaders, Norwich, Conn: Chas C. Haskell & Son, 1899, 607p; p423-436. De este artículo se desprenden datos interesantes de la estructura de trabajo de los espías españoles y el papel que jugó Puerto Rico en dicho esquema.
12 Rivero Angel, Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, Madrid, España: Imprenta de los sucesores de Rivadeneyra (S. A.). MCMXXII. 688p.
13 Estades, cap. 3 y 4, passim y Trask, op.cit., p.38.
mantendría absoluto control económico y estratégico de esta parte del mundo. Esas, entre muchas otras de mayor o menor conveniencia, hacían de Puerto Rico el objetivo número 2 para el Departamento de Guerra. Para el General Nelson Appleton Miles, Comandante en Jefe del Ejército de los Estados Unidos, era el Objetivo número 1.14
Para Miles, la conquista de Puerto Rico no sólo serviría a esos propósitos nombrados que él consideraba valiosos como primer hombre del Ejército, sino que también eran valiosos en su deseo personal de ser Presidente de los Estados Unidos. Puerto Rico representaba una conquista necesaria para su maltrecha reputación por sus malas relaciones con Rusell Alger, Secretario de Guerra y el propio Presidente William Mckinley a causa de su irrefrenable boca de protestón y buscapleitos. Son innumerables las confrontaciones entre Miles y Alger sobre el hecho de que Puerto Rico fuera el Objetivo #1 de la guerra y no Cuba. Miles opinaba, basado en la inteligencia adquirida, que Puerto Rico era el centro mayor de abastecimiento que tenía la flota española, y que conquistando esta posición como primer objetivo, la flota del Almirante Cervera no tendría punto de apoyo y quedaría a merced del bloqueo cubano. Pero Alger y Mckinley -que no confiaban ni en la sonrisa de Miles ni en sus peregrinas ideas militares-, sentían una irrefrenable paranoia por la flota española. La Inteligencia Naval no había podído decirles cuán fuerte era o cuán preparada estaba para la lucha, aunque más tarde se enterara que la mencionada flota española era sólo un saco de despojos al lado de Sampson. Así que las intenciones de Miles sobre Puerto Rico tuvieron que ser pospuestas. Esta posposición sirvió para engordar la “inteligencia” que había sobre nuestro País.15
Es de suponer -pues se desprende de los escritos de Miles- que en los planes del Ejército, un expediente sobre Puerto Rico arrojaba datos sobre las invasiones Inglesas y Holandesas a Puerto Rico y cuáles habían sido las defensas españolas en ambos casos16 . El conocimiento histórico que el General Miles adquiere de la Isla cuando le es encomendada la invasión fluye en primera instancia de esta carpeta.
Ante los requerimientos de más información sobre Puerto Rico por parte de Miles y los generales del Alto Mando, es que Alger determina el envío de “espías” a Puerto Rico. De inmediato hace requisición de
14 Wooster, Robert. NelsonA.MilesandthetwilightoftheFrontierArmy. Lincoln and London: University of Nebraska Press, 1993. 391 p.; Cap. 15, “The Spanish American War”.
15 Loc.cit.
16 Miles, Nelson A., “The War with Spain”, North American Review Vol. 168. Mayo 1899: p.513-529. Ver también Miles, Nelson A., TheWorkoftheArmyasaWhole, en TheAmerican-SpanishWar:a history by the war leaders, Norwich, Conn: Chas C. Haskell & Son, 1899, 607p; p509-540.
personal adiestrado para el servicio secreto al Major Arthur Wagner, Jefe de Operaciones de la División de Información Militar del Ejército y a su oficina omóloga de la Marina. Se determina que serán utilizados dos agentes para levantar planos y realizar un amplio reconocimiento del terreno y de la situación general de las fuerzas españolas en Puerto Rico. Se seleccionan dos de los mejores “espías” en ese entonces, el Teniente Henry Howard Whitney del MID y el insignia Henry H. Ward del ONI.17 El nombre de Whitney como veremos, estará asociado de manera directa a los acontecimientos de nuestra historia en el 98. Tan directa, que veremos cómo nace de él una de las principales estrategias de campaña utilizadas durante la invasión.
El Teniente Henry Howard Whitney (1866-1949):
Se conoce bastante de la vida de militar de Whitney durante la Guerra hispanoamericana, aunque dichos datos estén muy dispersos en libros de la época.18 Pero comencemos por apuntar que era graduado de la prestigiosa academia militar de Westpoint, de donde obtuvo sus primeros rangos en 1892. Luego deviene Segundo Teniente del 4ºto Cuerpo de Artillería al momento en que decide ofrecerse voluntariamente para trabajar como agente del servicio secreto, ingresando al MID en 1896.19 Por referencias secundarias sabemos que Whitney fue un soldado con gran iniciativa, dispuesto y entregado a la voluntad de sus superiores.
17 O´toole, Op.citp. 194-195.
18 Se gestionó copia del expediente militar en el National Archives de la Biblioteca del Congreso, pero al momento de escribir este trabajo, la misma no había sido entregada. Se tiene conocimiento que la Dra. Milagros Flores Román ha tenido acceso a documentos relativos a su carrera militar en la Academia Westpoint y es autora de un trabajo titulado “Un espía llamado Whitney”, al que no hemos tenido acceso pues no ha sido publicado. Luego de terminado este trabajo, se publicó en la prensa un artículo de la periodista Stella Soto, titulado “Descubierto un espía de 1898” (El Vocero, 26 de mayo de 1998 , p. E22-23) donde entrevista a la historiadora Dra. Milagros Flores Román, custodia de los Archivos Históricos (y Federales) del Fuerte San Cristóbal. En dicha entrevista, la Dra. Flores comenta sus hallazgos sobre la figura de Whitney y habla sobre su escrito enfantizando en los mapas que este soldado preparó para dirigir la invasión. La Dra. Flores Román es la custodia y curadora de los mismos, que se encuentan en el Fuerte San Cristóbal de San Juan. La periodista da a su noticia un aire de “descubrimiento” que se aparta de la realidad del conocimiento que se tiene sobre Whitney desde la publicación de la Crónica de Angel Rivero y que como hemos dicho, está disperso en un sin número de libros y artículos de la época y contemporáneos. En esta entrevista periodística La Dra. Flores Román aporta datos y fotografías adicionales relevantes a la persona de Whitney, algunos desconocidos y otros que se confiman con datos dispersos en otras fuentes. Un artículo dicional de la Dra. Milagro Flores Román se titula: .”Documentación sobre espionaje nortemaericano en Puerto Rico previo a la ocupación, existente en el Archivo Militar del Castillo San Cristóbal” (ponencia del 26 de abril de 1995, Universidad de Puerto Rico, ms. inédito, 4 p.) donde se explica muy brevemente la naturaleza de los mapas que custodia el Fuerte San Cristóbal.
19 Dyal, Donald H. Historicaldictionaryofthespanishamericanwar, Westport, Connecticut: Greenwood Press, 1996, 378; p.350-351.
G.J.A. O’toole, historiador especilizado en temas del Servico Secreto lo calificó como “un hombre de gran modestia y circunspección”.20
Cuando le toma la guerra, era recién casado, joven (apenas 32 años), blanco, de ojos claros y de atractiva apariencia. Sabía hablar varios idiomas, entre ellos el español, aunque con marcado acento y tenía talento para la actuación y los disfraces.
Hay breves referencias sobre el hecho de que Whitney estuviese en Europa y en Cuba antes de 1896. Whitney conoce a Miles en algún momento del año 1897, y por razones que no conocemos, tal vez por la misma iniciativa a la que nos referimos, Miles lo acoge casi como un “protegé” a quien confía personalísimas y delicadas misiones.
La primera misión de Whitney para Miles es la de entregar varias cartas al General Máximo Gómez, en abril de 1898. La misión consistía en ingresar de incógnito en Cuba en compañía del agente Rowan, agente con una larga hoja de servicios para el MID y ofrecer a Gómez varias alternativas de ayuda en la Campaña que Estados Unidos iniciaría en Cuba. La historia de Whitney en Cuba aunque es breve, es materia para una larga nota al calce. 21
Algunos documentos sugieren que la salida de Whitney a Puerto Rio era la segunda parte de una misión más ambicosa en cuya primera parte Whiney debía intentar de nuevo llegar hasta Gómez, pero que por razón de una confusión de nombres con respecto al puerto de Desembarco, su llegada a Cuba se hace imposible y prosigue destino, -no fortuitamente como sugieren algunos documentos- hacia su segundo y más importante objetivo: Puerto Rico.22
20 O’toole, G.J.A. TheSpanishAmericanWar:anamericanepic1898, New York: N.W. Norton and Co., 1984, 447p; .354.
21 Aunque se desconoce el contenido de las cartas, los historiadores suponen que estas eran de coordinación de esfuerzo y planes de batalla en las que ambas fuerzas debían coincidir para tomar acción una vez llegase el momento de la Invasión a Cuba. Debemos recordar aquí que Estados Unidos realizó innumerables gestiones con los revolucionarios cubanos a fin de garantizar un seguro triunfo. Triunfo que logra el general Schafter pero del que se excluye a la revolución cubana y los ejércitos de Gómez de manera trapera y planificada. (Ver: Acosta Matos, Elíades. El98:laguerraquenocesa. San Juan, Puerto Rico, Cuadernos del 98, Ateneo Puertorriqueño, 1998, 450p.)
Hay contradicción de varias fuentes sobre si Whitney completó o no la misión que le fue encomendada por Miles. Unas fuentes señalan que dicha mision no fue completada y que Whitney se quedó varado en Cayo Hueso esperando órdenes para entrar por Santa Clara en la búsqueda de Gómez y que al no lograrlo, continúa su misión de Puerto Rico. (Ver Milton, Joyce, TheYellowKids:Foreign Correspondents in the heyday of yellow journalism, New York: Harper Perennial, Harper Collins, 1990, 412p.; p.259-262) Otras fuentes señalan que en efecto sí entró y entregó las mencionadas cartas al General. (Ver Rankin Young, James. Reminiscences and Thrilling Stories of the war byreturned heroes. Chicago, Illinois: Providence Publishing Co, 1899, 766p.; O’toole (1984), p.354.
22 Emerson, Edwin Jr. “Alone in Puerto Rico”, The Century Magazine Vol. 56, (September 1898): 6676.
Por varias crónicas de los hechos, nos enteramos que Whitney estaba en plena disposición del General Miles. Cercano a los prinicipios de mayo es Whitney quien recibirá a Julio Henna y Roberto H. Todd y quien recopilara los datos de estos dos conocidos delatores puertorriqueños. Es Whitney quien prepara la famosa carpeta de Puerto Rico que Miles estudiará tanto antes de la invasión.
Un vez recibida la información, Miles ordenará a Whitney el reconocimiento de la Isla para confirmar los datos recibidos, por los informantes. El Departamento de Guerra estaba necesitado de dicha información, sobre todo de mapas y planos de la ciudad de San Juan, inteligencia con la que no contaban. Pero es por todos conocido que aún cuando Whitney caminó por los manglares alrededor de San Juan, la mayor cantidad de tiempo que pasó, fue en el sur de la Isla.
Es a Rivero a quien Whitney, en una carta de 192123 , le cuenta las interesantes peripecias de su entrada estadía y salida de Puerto Rico. Este relato de su puño y letra, está escrito en tercera persona, dato curioso que sostiene el sentimiento de exculpación por la “agresividad” y “violencia” de su trabajo de espionaje.
En esa carta Whitey señala que embarcó de Cayo Hueso el 5 de mayo de 1898 a bordo del acorazado Indiana. A través del relato de su historia nos encontraremos, dichos de su boca, una relación de hechos tan aventureros como algunos que pueden hasta sonar improbables. Whitney se hace pasar por corresponsal periódistico, y ante el conocimiento de que se efectuaría un bombardeo en San Juan el día 12 de mayo, pide ser trasladado al barco de prensa Anita, desde donde observa el bombardeo. Aunque no lo cuenta a Rivero, allí conoce a otro espía militar disfrazado de corrsponsal con camino a Puerto Rico: Edwin Emerson Jr., de quien hablaremos más adelante.
Más tarde Whitney llega a Carlota Amalia, Centro de Operaciones telegráficas. Se mueve entonces a San Thomas, donde se reúne con el Cónsul norteamericano en Puerto Rico, Phillip Hanna, quien era uno de los principales proveedores de información sobre Puerto Rico al General Adjunto del Ejército.
Copiosos son los partes, repletos de detalles valiosísimos los que este cónsul ofrece en su calidad de informante de su gobierno. El análisis de la contribución consular al servicio secreto ya ha sido hecho por Arcadio Díaz Quiñones 24 y nos hallanamos a sus conlusiones, destacando de ellas el
23 Rivero, Op.cit, p. 501-506.
24 “Strangers in Paradise? Puerto Rico en la Correspondencia de los cónsules norteamericanos (1869-1900)”, Revista Op.cit. Numero 9, 1997, p.27-56.
potencial no sólo militar sino ecónomico que Hanna puntualiza en cada uno de los partes donde urge a la invasión militar.
Continuando con el relato del propio Whitney, tenemos a un espía militar, reunido con un informante. El segundo provee al primero nombres, lugares, posibles contactos de ayuda una vez entre en Puerto Rico, así como varias claves que serán salvoconductos para los que auxilien a Whitney. Una de estas claves ofrecidas a Whitney son los nombres de familias influyentes y los nombres y direcciones de cónsules ingleses en los pueblos de Ponce, Arroyo y San Juan.
Whitney tenía muy clara las partes de su misión entonces: 1) estudiar la topografía más adecuada para un desembarco, 2) el poderío de las tropas y su acumulación, y 3) el estado de ánimo de los puertorriqueños ante la eventual invasión.
En suma, Whitney tenía que identificar “recursos” y confirmar información. Este último punto será importante para la decisión de Miles sobre su lugar de desembarco.
Luego de algunas tretas peliculescas en las que se hace pasar por cocinero del barco mercante Andarose, despachando al verdadero cocinero en una yolita, Whitney logra que el capitán acepte su posición y se falsican unos papeles para hacer ver que el señor “Henry Elías”, como se hizo llamar, pertenecía a la tripulación,mucho antes de esta haber zarpado de Carlota Amalia.
En esta Isla, funcionarios de aduana españoles se dan cuenta de que falta uno de los “periodistas” registrados en el Anita, y suponen rapidamente que es Whitney y que va de camino a Puerto Rico, por lo que se disparan de inmediato varios cables a Ponce y San Juan indicando la presencia del espía en Puerto Rico.
Sumemos a esta sospecha fundada que la misión de Whitney es delatada por la prensa newyorkina en un extraño exceso de patriotismo y sin cautela aguna. Por ello, su vida puesta en peligro. Escuchemos las reflexiones de Rusell Alger sobre esta delación:
“...con desinterés criminal por su seguridad personal, por no decir además de los planes del Gobierno, tan pronto como Whitney zarpó, se tomaron la molestia de publicar con lujo de detalles, no sólo la confirmación de su viaje, sino su propósito.
El resultado fue, que el barco mercante, con Whitney abordo, fue interceptado al llegar a Puerto Rico, donde lo esparaban los oficiales
españoles”. 25
Numerosos grupos de soldados españoles son destacados a buscar al espía a la llegada del Andarosse al Puerto de Ponce. Whitney, confundiéndose con un marino, se pinta la cara de carbón y burla su posible arresto. Luego se adentra de lleno en el pueblo de Ponce.
Como todo buen James Bond, encontrará rapidamente a su dama de compañía, que para nosotros los puertorriqueños sería una suerte de Malinche moderna, la señorita María Vall Spinosa, que lo llevará durante algunos días ante la presencia de cónsules y gente influyente en Ponce, Maunabo y Arroyo y lo ayuda y previene de su posible captura. Escuchemos la voz del propio Whitney sobre este asunto26 : “En Maunabo los Rickehoff lo festejaron esplédidamente y le dieron valiosa información... fue durante este paseo (por las montañas) que María Vall Spinosa, una de las señoritas que había vistado el Andarose cuando se encontraba encallado en el puerto de Ponce, advirtió a Whitney del carácter feroz y suspicaz del Alcalde local, a quien encontraron al retorno, por la tarde, en la hacienda Rickehoff. Con esta linda muchacha, la cual fue educada en los Estados Unidos, vino a bordo del Andarose, en Ponce...”
Durante estos primeros días, Whitney va a Guánica, y haciéndose pasar por pescador, levanta una primitiva carta de profundidad de la Bahía, dato importantísimo para el calado de los barcos del Ejército.
En algún momento de su estadía, tomará la carretera central -dato este que será de mucha importancia en la campaña, y llega a San Juan, donde realiza dos mapas de la costa de la Isleta. Luego, va de regreso al puerto de Arroyo desde donde parte el 1 de junio, aproximadamente para presentarse ante el Presidente Mckinley y Rusell Alger y hacer un primer relato de su experiencia ante ellos el día 8 de junio. Dicho relato se hace en presencia de Miles, quien escucha con intenso interés todo lo relacionado al área sur.
Alger por su parte, propio de su carácter suspicaz, previene a Miles que el punto de desembarco ya está decidido, y este será Puerto Cabezas en Fajardo, al este. Miles insiste en ver al Presidente, pero Alger ni Mckinley interesaban las teorías del General.
25 Citado en O’toole (1984), Op.cit., p.354.
26 Un historiador no debe permitirse la especulación festinada, pero los escritores de ficción han relacionado amorosamente a esta mujer con el Teniente Whitney. Aunque no he leído La invasión de las Aguilas Azules de Manuel Muñoz, conozco que algo de ello se trata allí. Por otra parte y representando otras circunstancias políticas y amatorias muy diferentes, esta hipotética, aunque posible relación, es fundamento estructural de la obra teatral: Miles: la otra historia del 98 (Estrenada el 14 de mayo de 1998 en el Teatro Tapia) del que este artículo suscribe, donde la relación del Teniente Whitney y la periodista puertorriqueña Fidela Mariani se utiliza como metáfora de nuestra violenta relación política en el contexto de la invasión del 98. (Ramos-Perea, Roberto. Miles: la otra historia del 98, San Juan de Puerto Rico: Cuadernos del Ateneo #5, Ateneo Puertorriqueño, 1998.
Whitney, a órdenes de Alger escribe y publica en tirada mínima para uso del Ejército, un opúsculo titulado “Military notes on Puerto Rico”.27
Este opúsculo publicado por el MID y la Oficina del general Adjunto contiene mapas y relaciones de la condiciones topográficas y de carreteras para el transporte de armamento y acondicionmiento de las tropas durante la invasión.
Miles y Whitney, no autorizados a nada que no hubiese decidido el Ministro de guerra, desarrollan una segunda discusión, esta vez en específico sobre Guánica y la posibilidades del Puerto en la que Whitney ofrece detalles amplios, de primera mano, sobre la excelente topografía del sur, en oposición a la pantanosa del norte.
El legislador nortamericano Warner P. Sutton, en su interesante artículo “In Porto Rico with General Miles”, nos relata la intervencion de Whitney en estos momentos de la Campaña:
Después de un estudio cuidadoso de este hombre y sus documentos -(se refiere el legislador a Antonio Mattei Lluveras, otro puertorriqueño que sirvió de informante a las tropas norteamericanas)- yo le aseguré una entrevista con el General Miles. El general escuchó con mucho interés y me pidió que presentara a Mattei al Capitán H. H. Whitney, un miembro de su familia militar, para otras consultas.
Junto al Capitán Whitney, estudiamos mapas de la Isla, planos de puertos y ciudades, comparamos datos de las fuerzas españolas, fortificaciones, caminos y bahías, y la disposición del pueblo para recibir y asistir a nuestro ejército.
Finalmente dejamos descansar nuestra tensión sobre el argumento de que el mejor sitio para comenzar nuestras operaciones era Guánica, cerca del lado oeste de la costa sur.
El General Miles es un gran oyente, y aunque tratamos, no tuvimos señas de sus opiniones o intenciones. Pero una tarde de julio, en Santiago, llamó aparte al Capitán Whitney y le dijo: “Ahora cuéntame ese asunto de Guánica otra vez”.
Entonces Whitney le enseñó nuestro mapa y le habló de la bahía, de los recursos de esa sección de la Isla y de los caminos que salen de Guánica hacia Yauco y Ponce. El urgió sobre el asunto de que la Isla estaba sin
27 S.A. Military Notes on Puerto Rico. 1898, 75 p. Una copia microfichada de este folleto se encuentra en la Biblioteca Pública de Nueva York. Dicho folleto estaba lleno de incorreciones sobre lugares y topografías, pero sirvió de manera efectiva en los primeros momentos de la Invasión. El propio Whitney excusa las incorreciones “por las condiciones en que fue preparado”. Volvemos a encontrar una indicación del deseo de Whitney de no aparecer como espía cuando le comunica a un corresponsal de guerra que el folleto debe usarse con mucho cuidado por la cantidad de deficiencias que tiene, por lo que su “nombre no aparece como autor del mismo”. Para más detalles ver: White, Trumbull. Our New Possesions, Four books in one. Greater America Publishing Co. , 1898, 676 p; p.311-313. Igual misión tuvo el agente Rowan, al publicar para consumo del ejército unicamente el opúsculo “Military notes on Cuba”.
defensas, y que el pueblo se levantaría a ayudarnos como un solo hombre. El Capitán Whitney había estado en Ponce entre mayo y junio y había escuchado todo sobre Guánica. El se tomó mucho cuidado en hablar mientras el General escuchaba y cuestionaba. Después de dos horas, el General cerró su conferencia, se levantó de la silla y le dijo: “da la orden para cambiar de ruta. Nos reuniremos en Guánica”.28 (Traducción y subrayado míos.)
Esta es la segunda vez que Whitney le explica -con urgente iniciativaa Miles las ventajas del sur sobre el oeste. El mismo Whitney confiesa que “persuadió” a Miles para que tomase tierra en Guánica como ardid para engañar a los españoles.29
Miles que siempre había abogado por los avances indirectos, queda convencido esta vez de que la iniciativa y la labor de Whitney le proporcionaba lo que él necesitaba para su campaña: seguridad y salud para sus tropas, la menor sangre posible y una resonante victoria: tres cosas que el General Schafter no había tenido en Cuba, y que le servirían para su propósito público de conquistar la gracia militar de la prensa. Tres posibilidades que Whitney le había proporcionado con su insistencia de que se atacase primero por el sur, donde no habría defensa y donde él aseguraba que el pueblo se levantaría “como un solo hombre” en favor de Estados Unidos. Desde ese momento Whitney se convierte en el principal estratega de la invasión a Puerto Rico y en el hombre de confianza de Miles. Entre la autoridad de Miles y la de Alger, Whitney había señalado sus lealtades hace tiempo.
Una vez en alta Mar, Miles se reúne con el Capitán Higginson para indicarle amablemente que los barcos de la Marina deberán cambiar la ruta fijada por Alger y el Secretario de la Marina John D. Long, hacia Puerto Cabezas en Fajardo, punto de invasión que había sido decidido con bastante anterioridad y del que incluso la prensa de Nueva York y toda la red de cables utramarinos tenía conocimiento. La astucia de Miles, incluso sus potentes argumentos encuentran un muro en el Capitán Higginson quien en alta mar y sin posibilidad de consultar con sus superiores de la Marina, se niega en primera instancia a cambiar el rumbo. Miles insiste en el cambio, haciendo más tensas las relaciones entre la Marina y el Ejército, y esta insistencia ocultaba un propósito persona: que la Marina no robara su triunfo sobre Puerto Rico y que fuera su ejército quien dominara el teatro de la Guerra aquí. Miles empuja su rango y le ofrece a Higginson que
28 Sutton, W.P. “In Porto Rico with General Miles” Cosmopolitan Magazine, N.Y., Nov.1898, Vol. 26, 13-14.
29 Rivero, Op.cit. p.506.
transporte a Whitney a su barco, puesto que él ya había estado en la Bahía y conocía la zona. Higginson se ayana a Miles y Whitney guía el Massachusetts hasta la boca de la Bahía de Guánica, la madrugada del 25 de julio de 1898.
Una vez vencida la pequeña guarnición del teniente Méndez en el Puerto de Guánica por los blue jackets del Teniente Huse, Miles pisa suelo puertorriqueño y es Whitney, quien acompañado de otros militares de menor rango, quien alza la primera bandera norteamericana en suelo puertorriqueño, tal vez como un gesto triunfal, que a forma de pago, Miles le concede.
Whitney permanece como un muy cercano “Aid du camp” y miembro del Estado Mayor del General Miles durante su estadía en Ponce. Registra minuciosamente los incidentes de la Campaña30 y participa activamente en todas las actividades en las que el General se involucra, incluso en el suntuoso baile del Casino la noche del 21 de agosto, en que la ciudad de Ponce despide al General “benefactor del Pueblo de Puerto Rico”.
A su regreso a Estados Unidos, Miles recomienda con altísimos méritos que se le conceda a Whitney el rango de Capitán. Su carrera militar siguió en ascenso pues estuvo involucrado en la Primera Mundial, donde ostentó el rango de Brigadier General y murió en 1949 a los 83 años.
Sin duda alguna la contribución de Whitney en los preparativos de la invasión fue no solo fundamental, sino decisoria. Miles mismo la llamó “eminentemente satisfactoria” y la calificó como “la misión más peligrosa que un oficial del Ejército puede realizar”.31
Henry Ward.
Pasemos ahora a relatar brevemente la participación de otros espías estadounidenses en Puerto Rico.
En un informe de las actividades del servicio secreto de la Marina al Office of Naval War Board, entre cuyos miembros estaban los ya conocidos estrategas y expansionistas Mahan y Roosevelt, se describe brevemente la participación del agente del servicio secreto del ONI, el Insignia Henry H. Ward.
Henry Ward (1871-196), un graduado de la Academia Militar de Anápolis (1889) trabajó como decodificador de mensajes secretos en el acorazado Maine. Se señala que la explosión de este barcó dejó en Ward un
30 Whitney, Henry H. Capt. “Miles Campaign in Puerto Rico”, en The American-Spanish War: a history by the war leaders, Norwich, Conn: Chas C. Haskell & Son, 1899, 607p; p199-218. En esta relación de hechos de la campaña de Puerto Rico, Whitney vuelve a esconder su participación en el espionaje anterior a la guerra.
31 Miles, Nelson A. “The work of the army as a whole”, op.cit, p.520
amargo sentimiento de venganza.32
Ward quien se ofreció de espía “voluntario”, fue despachado junto a otro agente secreto de la Marina de nombre William Buck, el 30 de abril hacia Inglaterra. Haciéndose pasar por ingleses, navegaron desde Liverpool hasta Gibraltar y el Puerto de Cádiz con la estricta misión de observar la composión y estado de la Marina española y tomar nota de su tráfico marítimo. Cuando por un descuido vieron arriesgar su misión, los dos agentes se separaron y Ward tomó rumbo al Caribe.33
Ward llega a nuestras aguas alrededor de los últimos días de junio. Pero a poco de llegar es arrestado por el Ejército Español y puesto bajo custodia hasta que la intervención del Cónsul Inglés convence a las autoridades de que Ward no es un espía sino un mercader inglés, lo que le permite continuar su misión por un tiempo más. Luego de lograr su salida, llega a las Islas Vírgenes donde cablegrafía sus despachos de lo poco que pudo observar y de lo mucho que pudo colegir -y esto se verá como una constante en la labor de espionaje- de su estadía en San Juan. 34
Aunque se han publicado despachos del Servicio Secreto de la Marina, estos se refieren particularmente al armamento de los barcos de guerra, lo que servirá a Sampson para su gran victoria el 3 de julio en la bahía de Santiago.
De Ward no hemos averiguado mucho más.
Edwin Emerson, Jr.
Otro singlar personaje, miembro temporero y voluntario del servicio secreto del ejército bajo las órdenes de Theodore Roosevelt lo es, Edwin Emerson Jr. , que luego de la guerra escribió extensa memoria de sus aventuras en prestigiosas revistas como Century, Leslie’s y Review of Reviews, así como en otros celebrados escritos biográficos y de ficción a los que Emerson se dedicó. La lectura desapasionada de estas crónicas dan la impresión de que Emerson era sólo un inocente corresponsal, al servicio de la prensa. En su curioso artículo titulado “Alone in Puerto Rico”35 se hace una detallada relación de hechos tan fántásticos como reveladores.
Por más fuentes que busquemos, en especial la prensa de la época,
32 Dyal, Op. cit, p. 344
33 Trask, Op.cit, p.37.
34 “Transactions of the Naval Board and the Secret Service”, p. 33-34 en The abridgment. Message from the President of the United States to the two Houses of Congress at the beggining of the third session of the fifty-fifth congress with reports of the heads of Departments and selections from acompanying documents. Vol. 4, Washington: Goverment printing Office, 1899. 740 p.
35 Emerson, Op cit. Es preciso hacer notar que este artículo se publicó por entregas en Leslie’s durante el mes de junio. Ver también Brown, Charles M. The correspondent’s War, Journalist in the Spanish American War. New York: Charles Scribner’s Sons, 1967. 479 p.
será difiícil comprobar cada uno de los hechos que narra y de las peripecias en las que se envuelve haciéndose pasar como corresponsal de un periódico alemán de Leipzig. Pero no hay duda de que la publicación de su historia crea un inusitado interés en la prensa norteamericana de la que recibe grandes “encomios”. 36
Veamos un resumen de su relato:
•A finales de febrero, Emerson es ordenado por la revista newyorkina Leslie’s a salir de inmediato al primer frente de guerra que encontrase. El mismo escoge, sin explicar por qué, salir hacia Puerto Rico. Antes de hacerlo se reúne con Theodore Roosevelt en Washigton para pedirle consejo sobre su misión a Puerto Rico. Roosevelt le comenta que el primer golpe de guerra no será aquí. Emerson está decidido como quiera y sale de Cayo Hueso hacia Cuba donde presencia la retirada de los consules y el personal norteamericano. Poco después se declara la guerra. Y de nuevo nos relata su salida en el buque de prensa -el Anita37 - que seguía la avanzada militar de bloqueo con destino a Puerto Rico.
• En medio de la travesía y de problemas con el carbón. Un barco militar -el Indiana- se acerca al barco de prensa y pide dejar un pasajero militar: el Teniente Henry Howard Whitney38 , que se identifica de inmediato con Emerson y le relata la confusión sobre su punto de desembarco para el encuentro con Gómez. Ambos presencian el Bombardeo a San Juan y luego prosiguen hasta Islas Vírgenes donde en un restaurante de Carlota Amalia, ambos se comunican -Emerson lo hace ver como su fuese una ocurrencia de ese momento- su intención de llegar a Puerto Rico. Evaluán la dificultad de enviar cables con información. Breves dificultades hacen a ambos acelerar su plan y Emerson lleva en un bote a Whitney hasta el Andarose, donde se hará pasar por marinero y comprará su incógnito. Aquí Emerson se despide y pierde el rastro a Whitney, dejándonos saber que Whitney iría por el sur, mientras él iría por el norte, directamente hacia San Juan. Evalúa la posibilidad de un reencuentro, pero descarta la idea por peligrosa.
•Emerson llega a Puerto Rico haciéndose pasar por corresponsal alemán. Recordemos que Alemania era aliada de España en esta guerra y Puerto Rico estaba “invadido” de técnicos militares, asesores y periodistas alemanes. Al llegar pide hablar con el cónsul alemán, pero el funcionario de aduanas lo lleva directamente a ver al General Macías, Gobernador Militar
36 S. A., “Emerson’s adventures”, Review of Reviews, Vol 18. July, 1898, p.13.
37 Emerson lo identifica como Bucaneer. Hay contradicción.
38 Por razones obvias de seguridad militar, Emerson no menciona su nombre en el artículo, pero posteriores fuentes y el mismo relato de Whitney sobran como confirmación. Es interesante hacer notar que Whitney no menciona a Emerson en niguno de sus relatos.
de Puerto Rico, con quien sostiene una interesante conversación en la que confirmamos el dato de que Macías ya sabía de la entrada de Whitney a Ponce y celebra que Emerson pueda ser un corresponsal imparcial que pueda corregir todas las “falsedades inescrupulosas” que dicen los periódicos americanos e ingleses sobre el Gobierno de España en Puerto Rico.
•Garantizada su permanencia en la Isla Emerson recorre la ciudad de San Juan y hace un recuento detallado sobre los efectos del Bombardeo y sobre el miedo de la población de San Juan a una próxima invasión. Describe con detalles los “embriscamientos” o huidas del pueblo hacia zonas del interior y las pésimas condiciones de vida en la capital. Hace un interesante descripción de la paranoia capitalina por los espías, narrando este incidente de interés. Dice Emerson:
El día que llegué, presencié el arresto de un pobre “crucian darky” (sic. difícil traducción), que se llamaba John Farrill, cuyo único crimen había sido el de haber trepado por las ruinas de un edifico de tres pisos en la Calle Fortaleza, que había sido destrozado por dos bombas americanas durante el ataque.
De pronto alguien gritó “un espía” y una turba desordenada de pequeños hombres de color, se les fue encima a él y la mujer de color que estaba con él. Algunos voluntarios con sus machetes corrieron hacia ellos y los condujeron hasta la guarnición cercana donde fueron puestos bajo vigilancia y luego llevados a prisión. (Traducción mía)
•Emerson toma el tren con ruta San Juan-Dorado-Arecibo. Se reitera en la imprudencia de ir a Ponce a encontrarse con Whitney. El tren se detiene en Cataño, el baja por un momento y el tren se va sin él. Compra un caballo y entre admiración y descripción del paisaje llega a Bayamón, al que llama “the loveliest spot on earth”. Luego de varias peripecias de menor importancia llega a la entrada de Caguas, donde es arrestado por el alcalde al ver que sus papeles no había sido marcados en la entrada de cada pueblo que visitaba. Encerrado en la Cárcel decide que no debe esperar porque el cónsul alemán le sacase de allí y soborna al guardia con comida. Logra salir del pueblo -no sin antes afeitarse su rubia barba en una barbería cercana- se roba un caballo y emprende veloz carrera sin destino.
•Un jíbaro le indica que va camino a San Lorenzo. Logra salir de una conversación comprometedora con éste y sigue camino por veredas y valles. Aquí Emerson se detiene en su contemplación bucólica del paisaje, habla de cotorras y frutas como si fuese un turista en el paraíso. Se
encuentra con un peón que cazaba “venados o cabras montañesas” en los montes de Caguas y conversa con este sobre unas pequeñas bestias salvajes a las que identifica como “agutís o armadillos”, según él “naturales de Puerto Rico”. Conversa con el cazador sobre su familia y sobre las tres esposas de éste, que según le cuenta, una murió y las otra dos “se quieren mucho entre sí y viven como hermanas” y que entre todas le han dado 18 hijos. Emerson le acepta una invitación de ir a su casa y comer pan de maíz.
En este punto nos preguntamos ¿por qué estos detalles -si ciertoseran tan importantes para él?
•Al macharse da una mirada asombrada al Yunque y luego se dirige al sur. Cerca de “Mauñabo” se encuentra con un jovencito a quien para despitarle le dice que busca a un hacendado alemán y para salir del aprieto le da un nombre que escuchó en algún lugar, (posiblemente el conocido apellido Rickehoff que pudo haberle mencionado Whitney) ; de inmediato el niñito señala que ese a quien busca ¡es su padre!. Para salir de tal aprieto, Emerson le dice que le verá después. Y cambiando la conversación logra que el muchachito le dibuje un mapa de Puerto Rico puesto que él había perdido el suyo. Luego de hacerle entrega del mapa, el muchachito -que hablaba alemán- lo lleva hasta donde un terrateniente al que se dirige en alemán y en ese mismo idioma le contesta.
•Tras alguna breve conversación, Emerson le confiesa que está en problemas y el Terrateniente le brinda su confianza revelándole con toda franqueza que espera que la ocupación americana llegue pronto porque esta sería una bendición. Emerson señala que la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos significará mucho progreso para los exportadores y los terratenientes. El terrateniente opinó que “en el Nuevo Mundo había crecido un sentimiento de que América debía ser para los americanos”.
•En este punto de la conversación se revelan datos de gran interés: Emerson le pregunta al terrateniente si los “portorriqueños” darán la pelea. A lo que éste contesta y cito por la complejidad de lo narrado:
“Los soldados españoles y la Guardia civil pelean bien. San Juan aguantará hasta lo último. Usted sabe que los capitalinos piensan que su ciudad es impenetrable. Nuestros jíbaros negros y campesinos se sostendrán y se lanzarán sobre el conquistador, no importa quién sea.
Muchos de los terratenientes aquí en el este, darán la bienvenida a los americanos como si fueran salvadores y entregarán todos los planes de nuestra Junta Revolucionaria con tal de que sus tierras estén protegidas de los destrozos que causará esa partida de merodeadores que se llaman así
mismos insurrectos. Es mejor hasta la guerra, que este sistema de doble chantaje que vivimos ahora. Nosotros no sabemos que es peor, si los impuestos de España o los incesantes subisidios para el Comité Revolucionario que nos sacan constantemente bajo amenaza de incendiar las haciendas o de sublevar a los negros”. (Traducción mía)
•El relato de Emerson agarra vuelo al pedirle al terrateniente que lo lleve a ver a los insurrectos. Lo que se concreta al otro día luego de este dormir apaciblemente en una hamaca. Emerson describe una brigada de siete insurrectos como provenientes de la fuerza de trabajo de las plantaciones, montados en buenos caballos pero con pobre armamento; fusiles viejos, machetes y largos cuchillos. El terrateniente le señala que los insurrectos le tratarán bien y que le llevarán a ver a un tal “Don Pepito”, el jefe de los insurrectos. Para armar a Emerson, los insurrectos le dan a escoger entre un machete y un mosquete y Emerson decide por la pólvora. Poco tiempo después divisan a dos soldados españoles a caballo y de inmediato los “insurrectos de Don Pepito” se lanzan a la carga. Emerson se une a ellos apuntándole el mosquete a las dos figuras que huyen. Emerson dispara pero no alcanza a ninguno. Los demás “insurrectos que disparan” tampoco alcanzan a los militares españoles. Tras algunas maldiciones, el jefe de los insurrectos le pregunta a Emerson que qué quiere hacer, a lo que él le pide que lo lleven a la costa donde pueda tomar un barco y salir de Puerto Rico lo más pronto posible “para contarle al mundo que ellos eran tan bravos como sus hermanos en Cuba”. Los insurrectos le preguntan cuándo vendrá el ejército americano y si él vendrá con ellos para esperarle, a lo que Emerson contesta: “todos esos asuntos serán tratados a su debido tiempo con Don Pepito”.
•Emerson compra un espacio de salida en un buque mercante español que pasaría por Santa Cruz. Pero el dinero no era suficiente para que el capitán soportase la amargura de un pasajero sospechoso y le dice a Emerson que lo hace porque es “amigo de Don Pepito”. Emerson duerme un poco y es despertado por un escándalo en cubierta. El monitor español El Terror se aproxima al barco mercante, se bajan unos marinos y conversan con el capitán... esto después de que éste -literalmente- le pide de rodillas a Dios, que no descubran a Emerson que se ha escondido. Luego de irse El Terror, Emerson respira hondamente mientras la línea del horizonte se lleva a Puerto Rico.
•Finalmente otra crónica nos completa la historia y nos dice que a finales del mes de junio, el propio Emerson hizo este relato con otros detalles de carácter militar y comercial ante el Departamento de Guerra, y
el presidente Mckinley le recibió a él y a su esposa, para felicitarlo personalmente por la arriesgada aventura. Emerson jura como soldado el 10 de Julio ante su “padrino” Theodore Roosevelt e ingresa como raso en los “Rough Riders”. Semanas después es Emerson quien ytendrá el infame deshonor de apuntar una pistola a la cabeza del General Revolucionario Cubano Calixto García para impedirle su entrada a la ceremonia de capitulación de Santiago de Cuba.39
Un segundo artículo de Emerson, titulado “Puerto Rico as seen last month”40 es sumamente detallado en las posibilidades comerciales de Puerto Rico, la fertilidad de su tierra, su flora y fauna, la comodidad de su topografía y recursos naturales. Enfatiza en las condiciones del terreno ante la inminente guerra y del tipo de batalla que deberá pelearse, parecida a la guerra de guerrilla de Cuba. Recalca el chantaje de los “insurrectos” a los terratenientes, pero demuestra gran fe en que Puerto Rico pueda librarse de la tiranía española con la ayuda yanqui.
Los relatos de Emerson levantan demasiadas preguntas que hasta ese momento no tienen respuesta. Pero si hay que detacar varias cosas:
•Revistas como Leslie’s, Century, Review of Reviews, y muchas otras, eran revistas semanales que no acometían las noticias de guerra con la voracidad jingoísta de periódicos como The World, The Journal ,The Tribune y el NYTimes.. Es decir que para competir con ellos necesitaban material realmente fresco. Es lógico suponer que Emerson contribuyera literariamente a su relato para aumentar las ventas.
•Hay cosas que si bien no merecen gran credibilidad, al menos merecen el beneficio de la duda. ¿Quién es el tal Don Pepito?¿Existió un líder insurrecto en Puerto Rico de apodo “Pepito”? ¿Será esta una referencia a José Maldonado Román, apodado “Pepe” y “Aguila Blanca”, acaso?41
•¿La tal Junta Revolucionaria sostenía sus acciones armadas contra España con sólo siete macheteros mal armados? ¿Era esta Junta la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano? ¿Sabía “Don Pepito” quien era Emerson para que le tratasen tan bien? ¿Por qué ninguna de ests escaramuzas contra la Guardia Civil se ventilaba en la prensa local?
39 Brown, Op.cit. , p.250 y Milton, Op.cit., 347-348.
40 Emerson, Edwin, “Puerto Rico as seen last month”, Review of Reviews, Vol. 18, July 1898, p. 42-44.
41 Está probado que Aguila Blanca no estaba en Puerto Rico en junio de l898. Pero “Aguila Azul”, nombre de guerra de Juan Rivera Rosado fue apresado por hurto en julio de ese año. A José Maldonado le apodaban “Pepe”, y este apodo también se aplica a los nombrados “Juan”. Las zonas de combate de ambos era Ponce, Peñuelas y las zonas de suroeste donde se desarrolla en relato de Emerson. Ver Delgado, Juan Manuel, “Aguila Blanca y la ética de investigar I” Claridad , del 9 al 13 de julio de 1993 y subsiguientes partes II, III, y IV en el mismo periódico hasta septiembre de 1993. Ver también Picó Fernando, “Aguila Blanca, ¿patriota o bandolero social?” en Acosta, Ivonne, editora. Controversias Históricas. San Juan de Puerto Rico: Cuadernos del Ateneo, Serie de Historia, número 2., 1995, 100 p; p. 33-60.
•El escabroso relato del doble chantaje a los terratenientes nos obliga a replantearnos una vez más la veracidad de este texto. ¿Existía tal junta revolucionaria en la zona de Maunabo, que extorsionase a los terratenientes para subsidiar una revolución? Hasta donde sabemos tal hecho no ha sido documentado, y si era una invención de Emerson, ¿cuál era su propósito? Era obvio que el relato pinta de justificaciones la inminente invasión, como se hizo con Cuba con los terrores de los reconcentrados y las supuestas “atrocidades” de los insurrectos de Gómez y García. Incluso lanza severas sospechas el que Emerson invalide cualquier posición insurrecta, como hicieron los estadounidenses invasores con la revolución cubana, a quienes ni dieron participación ni crédito en la guerra. Creemos que Emerson buscaba invalidar cualquier legitimidad de cualquier tipo de movimiento armado en Puerto Rico pues ello sugeriría una negociación que Estados Unidos no estaba dispuesta a hacer una vez España cediese la Isla. ¿El incidente de la pistola con el General García no sería una excelente metáfora de esta actitud?
•Perseguía Emerson crear ante la opinión de sus lectores la idea de que Puerto Rico necesitaba ser invadido antes de que reinase la anarquía?
¿No fueron los artículos de estos periodistas y espías estadounidenses los catalíticos de la invasión “civilizadora”42 ?
•Un detalle final sobre Emerson y Whitney. Emerson concentra su relato en hechos ocurridos en la zona de Maunabo, y de igual forma, Whitney en su carta a Rivero comenta que fue en Maunabo donde se reunió con la familia Rieckehoff, claro apellido alemán. ¿Podemos pensar en que pudieron haberse encontrado ambos, o quizá que el tal Rieckehoff de Maunabo sirvió de enlace en la misión de espionaje que ambos realizaron al mismo tiempo en las mismas zonas y en muy parecidas circunstancias?
Los periodistas espías.
Pasemos rápidamente a describir la labor de los periodistas espías y cuáles se destacaron en Puerto Rico.
Cada corresponsalía estadounidense desarrollada en Puerto Rico antes de l 25 de julio de 1898 imponía la necesidad de la secretividad. Cada corresponsal tenía una tarea pública -para su medio- y la secreta que engrosaba los expedientes de inteligencia del Ejército. Por esta última no recibía paga, que sepamos hasta ahora, excepto la gratitud de su patria y algo de fama como la que ostentaba Richard Harding Davis y el propio
42 Un análisis del discurso “civilizador” en la Proclama del General Miles del 28 de julio de 1898 en Ponce, así como del uso de esta palabra en innumerables artículos y libros de la época - de Emerson inclusive- se haría imperioso para descubrir la visión que el invasor del nuestro país.
novelista Stephen Crane, “conquistador de Juana Díaz”.43
Pero los que llegaron posterior a la invasión no nos interesan por ahora. Los que llegaron antes abrieron un camino y colaboraron estrechamente con el ejército estadounidense.
George Bronson Rea (1869-1936):
Uno de los más arriesgados lo fue George Bronson Rea.
Rea, quien era ingeniero de profesión y periodista por accidente, trabajaba como corresponsal del New York Herald y lejos de disfrutar de la comodidad de un Hotel de Prensa en Tampa, se dió a la tarea de adentrarse en Cuba desde las campañas mismas de Martí. Viajó con los insurgentes, conoció y admiró a Maceo y como muchos otros reporteros trató de buscar a Gómez en la sierra cubana. Lo encontró y terminó peleándose con él. Molesto por las exageraciones que se publicaba en la prensa norteamericana sobre la sitación cubana, Rea escribe un libro titulado Facts and fakes about Cuba, en el que critica abiertamente el sensacionalismo de la prensa norteamericana y veladamente se convierte en un reportero antiimperialista, desenmascarando mucha de la falsa información dada tanto por el gobierno como por la prensa jingoísta. 44
Rea llega a Puerto Rico, como corresponsal del World (renunció al Herald) en los primeros días de abril, junto a otro corresponsal del que hablaremos más adelante, Freeman Halstead.
Rea llega de incógnito en un barco francés, el Rodríguez. Su misión era fotografiar las fortificaciones de la capital y estudiar la bahía. Sus despachos eran publicados con prontitud. Pero Rea es descubierto por el cónsul español en San Thomas y manda a detener el Rodríguez para arrestar al “espía”, pero gracias a la firmeza del capitán y al miedo de España de entrar en incidentes internacionales, su arresto no se consuma. Rea obtuvo las fotos tanto desde su barco como de su entrada sigilosa en la capital. En uno de sus despachos reportó que la ciudad era un torbellino por la falta de comida y los altos precios. Comentó además que los periódicos puertorriqueños “estaban publicando muchas noticias de los linchamientos de negros en el sur, para convencer a los negros nativos de cómo serían tratados bajo la dominación americana”.45
El arresto de Freeman Halstead pone bajo aviso a Rea, quien trata, lo más rápido posible de obtener toda la información requerida sobre las
43 Harding Davis, Richard, “How Stephen Crane took Juana Días”, en Stallman, R.W y Hagemann, E.R. editores. The war dispatches of Stephen Crane, New York: New York University Press, 1964, 341 p; p. 196-197.
44 Dyal, Op.cit, p. 274.
45 Brown, Op.cit, p. 138 y 239.
fortificaciones de San Juan46 . Su telegrama críptico del día 11 de abril dice algo como esto:
“Llegué Puerto Rico caliente imposible cable verdad desde sus fortificaciones mensaje policía vigilando eludí vigilancia medianoche bicicleta carruaje, “schooner” barco de contrabando aquí todo satisfactorio.”
Rea, en un despacho al World del 6 de abril, es el primero que da la noticia del arresto de Halstead en Estados Unidos, puesto que su periódico no quiso reconocer el hecho. En el despacho dijo que la acusación de espionaje lucía “negra”.
La importancia de Rea como espía, es que es este corresponsal quien a través de sus despachos y la publicación de las fotos da una mirada amplia a la ciudad antes del Bombardeo del 12 de mayo. Esytas fotos fueron publicadas a media página en el World.
Freeman Halstead:
Como hemos dicho, el corresponsal candiense Freeman Halstead llegó con Rea a San Juan muy temprano en abril. Venía de Cuba, donde había presenciado la explosión del Maine. Su historia, publicada en detalles amplios por el Capitán Rivero47 , nos recuerda algo del ánimo aventurero de los corresponsales del momento. Su misión, al igual que la de Rea era la de obtener datos y fotografías sobre la fortificaciones de San Juan para ayudar a Sampson durante su bombardeo o para una eventual invasión directa a la capital.
Pero la entrada de Halstead a San Juan fue detectada de inmediato y la policía le siguió por muchos días y hasta entraba y salía de su cuarto de hotel. Como todos sabemos, fue arrestado y encerrado en San Cristóbal donde padeció en carne propia los efectos del bombardeo. Fue juzgado y condenado a nueve años de prisión y una vez terminada la guerra fue anulada su sentencia. Asuntos legales que según Rivero, Halstead tomó de muy buen ánimo pues sabía que la invasión estaba próxima.
Es interesante la manera en que Halstead, a través de cajas de fósforos y de la colaboración del espía puertorriqueño Manuel del Valle Atiles, pudo pasar varios despachos a su periódico.
Un corresponsal encarcelado no sirve mucho a la guerra, además de ser una verguenza para su periódico, por tal razón, se supo poco del encarcelamiento de Freeman en Estados Unidos y fue literalmente abandonado a su suerte hasta qure fue indultado luego de la invasión.
46 Ibid.
47 Rivero, Op.cit. pp.20-35. y ver también, La Democracia, 11 de abril de 1898, p.3 y “Espionaje” en Boletín Mercantil, 16 de julio de 1898, p.3.
Halstead escribe ‘un artículo donde narra las peripecias de su aventura en Puerto Rico, sin contradecir con ello lo reportado en su libro por el Capitán Rivero.48 En realidad la efectividad como espía de Halstead, si alguna, deberá ser estudiada más a fondo.
Los espías comerciales:
Muchos supuestos corresponsales de guerra eran en realidad espías “comerciales”. La misión de estos era informar sobre las capacidades de explotación de la Isla.
Armados de cámaras y de una buena dosis de entusiasmo descriptivo, fotógrafos y periodistas como James D. Dewell, y Frederick A. Ober, entre otros, recorrieron la Isla durante los meses de mayo y junio, fotografiando los campos y tomando notas de la abundancia de recursos naturales.
James Dewel, por ejemplo, entró a Puerto Rico a pincipios del mes de enero del 98 con su Kodak. Fue recibido de inmediato por el Consul estadounidense en San Juan, Philip C. Hanna y fotografió extensamente la zona sur así como puntos claves de la zona norte. Nos despierta gran curiosidad por su obvia intención militar la foto de la suntuosa mansión del Cónsul General Alemán en Ponce y cerca de una dozena de muy buenas fotos de caminos y carreteras que cruzan la Isla de un lado al otro. El libro titulado Down in Puerto Rico with a Kodak49 , que viene con un detallado y suntuoso mapa a colores de la Isla, salió de imprenta en el mes de junio, apenas un mes antes de la invasión. Un apéndice firmado en septiembre da las gracias a Mckinley pues Puerto Rico será “la nueva estrella del sur”.
Frederick Ober, quien también había entrado a nuestra Isla como corresponsal en julio del 98 (había estado en San Juan en 1886 también), realizó un detallado artículo para la revista Century sobre los recursos naturales de nuestro país y sus capacidades para la explotación. En dicho artículo demuestra conocer con profundidad, mucho de nuestra historia colonial, la economía del mercado y hasta la idiosincracia de nuestras mujeres. Estos estudios fueron los fundamentos de su libro Puerto Rico and its resources50 que salió de imprenta en 1898. Todos sus trabajos presentan a Puerto Rico como un paraíso necesario al interés de Estados Unidos de
48 Halstead, N. F. “Imprisonment of W. F. H.” Illustrated American, Aug. 12, 1898, Vol. 24: 105.
49 Dewell, Down in Puerto Rico with a Kodak. New Haven: The record Publishing Co., 1898. 102 p.
50 Ober, Frederick A. “The Island of Puerto Rico”, Century, Vol. 56, August 1898. p. 546 y Puerto Rico and its Resources. New York: D. Appleton and Company, 1899. 282 p.
expandirse en el Caribe.51
¿Quienes pagaban a estos “espías comerciales”? ¿Quienes financiaron sus libros y su distribución? ¿Quién se ocupó de que estos escritos difundieran las posibilidades de explotación económicas de Puerto Rico y entusiasmaran a las empresas norteamericanas?
Este tipo de espionaje merece aún un estudio más profundo que el tiempo no nos ha permitido hacer.
Conclusiones:
Como conclusión primaria tenemos que allanarnos a Trask y ubicarnos en el contexto de que la apabullante victoria militar de Estados Unidos sobre España en el teatro de Guerra puertorriqueño estaba fundamentada en una concienzuda labor de inteligencia en la que colaboraron no sólo los agentes del servicio secreto militar, sino los supuestos corresponsales de prensa, quienes sirvieron fielmente al Departamento de Guerra y a funcionarios como Miles, Roosevelt, Sampson y el propio presidente Mckinley en la toma de trascendentales decisiones. Sin este “servicio secreto” las estrageias de campaña hubiesen adolido de improvisaciones y decisiones erradas, que aunque las hubo, no fueron estas tantas como para poner el peligro el éxito militar de la invasión. Sin el conocimiento adquirido, la insistencia y persuasión de Whitney, Miles no hubiese obtenido ni la mitad de lo que logró en términos militares.
Esta “inteligencia” no sólo justificó sino que estimuló al gobierno de Estados Unidos a tomar a Puerto Rico, no sólo como punto estratégico, sino un punto de explotación que podría rendir grandes beneficios. No es disimulada la avaricia en los textos de estos despachos periodísticos, militares o comerciales. La fiebre de expansión no era privilegio militar, sino de una nación entera que aunque apoyaba su discurso imperial sobre corrompidas bases morales y políticas, se encontraba en pleno despertar industrial y comercial.
Lo espías comerciales por su parte, ponían el punto de la ambición en la ganacia económica. El eufemismo de la liberación humanitaria lo creyó muy poca gente.
Legisladores, políticos, empresarios comerciales y militares expresaron sin ambaje alguno que era necesaria la conquista de Puerto Rico a sus intereses nacionales. Los espías sólo prepararon el camino para esta
51 Un interesante artículo sobre Ober lo es: Hulme, Peter. “El encuentro con Anacaona: Frederick Albion Ober y el Caribe autóctono, creadores de historia y progreso”. Revista Op.cit. Numero 9, 1997, p.75-109. Curiosamente este artículo no habla en absoluto del libro Puerto Rico and its resorces y solo enfoca los trabajos literarios y etnológicos de este autor.
“toma hostil” o “hostile take over” como se dice ahora en el mundo de las finanzas..
Finalmente, es el propio General Miles quien pone precio a nuestra cabeza al decir que “sólo la Isla de Puerto Rico, que ahora será parte del territorio de los Estados Unidos, es valorizada en más millones que el costo entero de la guerra con España”.
Whitney, citando al senador Taylor como cierre de su más importante escrito, deja para la historia que “en resumidas cuentas, la guerra sólo nos costó directamente unos $165,000,000 y como compensación de guerra nos hemos apropiado de Puerto Rico, que sin dificultad, puede valorarse en mucho menos que el doble de esa suma”.#
Queda por estudiar ahora la participación de los delatores, informantes y espías puertorriqueños y las intenciones de estos al renegar de la autonomía de su suelo en aras del sueño americano.
Esta historia y mucho más datos que los que acabo de exponerles, nos dará el cuadro completo del pequeño negocio que se cerró entre espías y ladrones, mucho antes de que se iniciara ese ventajoso negocio que fue para los estadounidenses la invasión de Puerto Rico.
En el Ateneo Puertorriqueño, el 26 de mayo de 1998.