AL LECTOR.
Hoy que en el torbellino de las ideas fisiólogo-psicológicas se agitan elementos discor Jantes, al extremo de poder decir que parece que la Razón anda extraviada por el vasto campo de las investigaciones, difícil es distinguir de qué lado está la verdad y mucho más conocer la razón razonada de las diversas opiniones; pues, generalmente, los que las preconizan y sostienen son acaso los que más carecen de ella; y entonces no es de extrañarse que aparezca un desrazonado más á exponer hechos, sin pretensiones litf'rarias de ningún genero, y sólo guiado por el deseo vehemente de contribuir con su óbolo á la obra histórica del Espiritismo en Puerto Rico: Al trasladar al papel los hechos más importantes de mi vida de mvestigación y propaganda espírita me parece que cumplo con un deber, ya que de ese modo contribuyo, aunque en formas deficientes, á desenvolver en la historia ·el proceso del Espiritismo en nuestro País, consignando los hechos tal cual han sucedido.
No hallará, pues, el lector en estas páginas la expresión de una inteligencia esclarecida; pero tampoco encontrará nada que no tenga un fundamento y que no le invite á pensar en alcanzar la verdad por el estudio severo de los hechos.
La caída de una manzana reveló él Newton el mecanismo del Universo; y si fenómeno tan sencillo y natural se hubiera visto con indeferencia, jamás Keplero hubiera llegado á establecer sus célebres leyes.
La verdad no es patrimonio de una gene ración; que ella es tanto más bella y más hermo sa cuanto más grande es la capacidad intelectual de la especie humana.
INTRODUCCION.
1 LA Razón es el regulador de la Ínter>& S ¡· · d 11 l · C>J 1genCia e 10m u re, no es menos cterto que también por una indelerminación de f § las cosas, la precipita á las más absuru¿; .'!' .r S 1>' d · P d d · s s s g<J as concepCiones. ue e eCirse que vamos por un vasto desierto, donde tropezamos á cada momento y sin poder encontrar una brújula que nos conduzca al oasis deseado, donde refrescar el ardor de nuestras mfÍ!aciones. Comunmente, cuando se nos manifiesta la existencia de un hecho superior á nuestros alcances, decimos: eso es sobre ó cuando nó, un absurdo; pero me fijaré en esta última conclusión; pues no siendo así, tcdo juicio es aventurado, lb gue da lugar á complicar más el asunto. El absurdo no puede determinarse mientras no se pruebe la falta de sentido entre lo verdaderamt.nte existente, lo real. No puede negarse que en pos de la verdad el movimiento es general; to::los la solicitan, todos la buscan; más eada cual desde su punto de vista, y con el sello de
una supPrioridad r¡ue lo alucina. LJ r¡ue ha dade lugar á una excesiva divergencia de opiniones, al extremo de dar por resultado dificultar más las cuestiones, y ser mayor la confusión.
No negaremos hasta cierto punto esa influencia; pero tampoco tememos sea un despropósito sentar que: "nada se puede concebir si en realidad no existe." Y si bien dichos señores niegan, porque no pueden "tocar con sus propias manos," no deja de ser extraño el que haya quienes admitiendo esos principios, nieguen ciertas conclusiones que la lógica sanciona y la razón no rechaza.
En prueba, pues, de que el hombre no debe limitar la Naturaleza, aduciremos algunas razones, que podrán considerarse. Ningm10 podrá negar que en la antigüedad hubo hombres eminentemente sabios, capaces de resolver los más intrincados problemas, y en algunos conoCimientos f!Uizá aventajar á los nuestros. ¿Y cuál ha :sido, pues, la razón de que no pudieran consumar los grandes adelantos que los modernos han hecho? Sin duda que no h:tbrá sido por la poca sulicieneta, pues que el Egipto y la Grecia pueden dar un testimonio de su mucha sabiduría, sino porque no era llegado aún el momento de consumar dichos hechos. Y bien (no es verdad que si á esos mismos sabios algunos les hubiera dicho que en la Naturaleza existían medios, que aplicados de tal ó cual modo, pondrían instantáneamente en comunicación los extremos opuestos
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del mundo, hubieran reído de la preposiCIÓn y hasta impugnándola c0mo utópica, llamando también loco ó visionario al que considerara realizable tal Seguramente que sí; pues para ellos la consumación de ese hecho hubiera sido algo más que evidenciar á un ateo la existencia de Dios.
¿Y no lo hemos visto nosotros? Aunque no nos cause, por el estado de adelanto en que nos hallamos, la admiración que debiera, nadie podrá negar sea un hecho eminentemente maravilloso.
La demostración del movimiento de la tierra por Galileo, en el siglo décimo sexto, no tan sólo es famosa por la revolución que causó en el dominio de la ciencia, haciendo dar un gran paso á la Astronomía; sino porque probó terminantemente la falibilidad del hombre en sus juicios. Sabido es lo que se opinaba del sistema del Universo; cuya opinión respetaban las tradiciones dogmáticas como un depósito ¡¡agrado, y hombres eminentes apoyaban en el con vencimiento de ser una veidad inconcusa.
¿No causó pues una decepción á tantos sabios doctoreú
Si ese hecho, y otros más que la Histmia registra, son suficientes testimonios para no circunscribir el poder de Dios, (por qué se quiere juzgar en absoluto?
¿Quién nos podrá asegurar, no obstante la ilustración del presente siglo, que las generacio-
que nos h:m de suct>cler, no teng:m motivos p:ua lamentarse de nuestras mejores teocías, y al contemplar con lástima nuestros grandes adelantos, exclamen con asombro: ¡¡"que atrazados" . . . !! Pero !oh venturosa veneración! que nacida bajo mejores auspicios"' serás feliz que nosotros pues que comprendereis meJor que nosotros la misión del hombre sobre este Planeta, y el fin para que le rAugo al Creador dotarle de una inteligencia superior á las demás criaturas.
Sí; vosotros sereis más felices p'm¡ue ya habrá_ la de armonía, que a humamdad su regeneración; por lo que el eg01smo, causa de todos los males, avergonzad;) de su ignominiosa conducta, huirá á en los abismos del olvido, para dar cab1da á la fraternal unión de los hombres sobre la tierra.
¿Pero á qué adelantar hechos? volvamos ¡Í nuestra tésis.
l-Iasta la invención del microscopio se ignodi el que hubiesen séres infinitamente pcqut>ños que, según los modernos naturalistas, l1 superficie de un centímetro cuadrado puede contener más de diez millones; y sin embargo, cada uno de estos animálculos, constituye un individuo con sus •:Írganos á las funciones que desempeña.
Es :vidente, pues, que una porción dada de mre, donde pulularan á millares, la vista
aguda no podría ver nada, ni menos distlnguu!o,, s1endo así que sería un grandísimo error el negar su existencia, por esa causa. aparente-· mente verdadera en el progreso durante con el adelanto adquirido.
Hoy podemos asegurarlo, merced á la amplificación de nuestro objetivo por las combinaciones ópticas que nos ha dado á conocer el mundo de lo infinitamente pequeño; cuya existencia no hubieramos podido adivinar.
Todo se imposibita, cuando no se tienen los medios; pero, dados éstos, desaparece la di-ficultad.
La ciencia no podrá vanagloriarse de haber llegado á la suma sabi.duría; pues siendo la na turaleza infinita en sus manifestaciones, siempre tendrá algo que estudiar. Por lo que vemos que cuando el hombre; en su delirio cienUhco, se cree dominarlo todo, un nuevo fenómeno viene á sorprender su t'"Xperíencia, para probarle que aún le falta m:is; dejándole así otro mayor motivo donde l?oder acrecentar sus ra así admnar más y más y contemplar más de cerca las maravillas de la creación.
Ahora, réstame manifestar, que para no interrumpir el orden narrativo de este pobre trabajo, hijo de una buena voluntad y no de otra pretensión, he colocado al final del texto, el resultado de mi mediumnidad ( 1); y, con prueba de no ser una alucinación de mis sentidos, nas otras comunicaciones de otros mediums.
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T el Gemmi, (persona que nu he podido saber quein es) con motivo del artículo que publiqué y las cartas que se sucedieran sobre la misma cuestión publicadas en "El Eco del Pueblo." Cerrando el todo con una fantasía debida á un momento de exaltación. Pudiendo así formar dos cuerpos por separado.. <;:o m o se comprenderá, he tenido que de la de estos escritos, para armomzarlos me¡or por orden respectivo.
IVIemorias de un l'v1aniálico. CAPfTUf_.O l9
"DUDAR DENTRO LA VERDAD".
ERA el 21 de julio del año 1872: mi madre, ese pedazo del corazón que sólo el afecto de un buen hijo puede y sabe apreciar, se hallaba en el lecho del dolor esperando por momentos entregar su alma al Altísimo. . Pero, ¡oh lector benigno! permitidme aquí un paréntesis, para dedicarlo á la que fué mi guía, mi providencia; modelo de virtud y la mejor de las madres, rogando al Todopoderoso por su felicidad.
¡Sr. de todo lo creado!: Grande es vuestra bondad y sabiduría. V os, que lo mismo dailii animación al insecto que al hombre; al invisible átomo que se oculta en el mundo de lo infinitamente pequeño, que al gigantesco globo que gira en las regiones estelarias; que sois la fuerza creatriz de todo lo que existe, y que sin V os naJa habría: tened misericordia de ese pobre ritu atrasado: que si bien no será digno, por su inferioridad, de ocupar un puesto en la gerarquía de los adelantados, yo me atrevo aseguraros, Señor, que no es perverso.
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Ahora volvamos á nuestra narración.
Mi pobre madre, como llevo dicho, se hallaba en ese instante supremo en que el espíritu abandona la frágil envoltura que ha servido para su depuración, y vuelve, por gracia del Eterno, al mundo de la erraticidad á estudiar los medios que sean propicios á su adelanto, para más tarde empezar otra nueva tarea y concluir lo que le falta.
Una cruel y penosa enfermedad había destruído las pocas fuerzas que le quedaban; y sólo de vez en cuando se le oía murmurar algunas frases entrecortadas; pero en las que se distinguían claramente los nombres de sus hijos. Y o, como era. natural, no podía presenciar tan triste situación, y sumamente enternecido por su estado, me retiré á mis quehaceres, no sin antes suplicar me llamasen á lo más m:nimo que ocurriese.
Serían próximamente las diez de la mai'iana, cuando vinieron á noticiarme, que un momento más, y no la vería espirar .... En efecto; cuando llegué ya era tarde .... había espirado.
Decir lo que me pasó es imposible. Lo dejo á la consideración de los que como yo hayan perdido una madre amante y cariñosa, cuyo único desvelo fuera el bienestar de sus hijos ....
Tres días habían transcurrido de Laber dado sepultura á ese sér tan querido, cuando necesidades perentorias me obligaron salir á la calle. Después de haber practicado algunas diligencias, me dirigí á un establecimiento de
mercería en solicitud de la Vicia de ]csLÍs, por Renan. El dependiente, joven galá'1 y cortés; á quien conocía de vista, me significó lo poco edificante, que en su concepto era la lectura de esa obra, puesto de que todo en ella se explicaba bajo un punto de vista puramente material, y diciéndome: ((voy á dar á usted otra cosa mejor,11 entró en su dormitorio regresando con el ((Libro de los Espíritus,Jl por Allan Kardec; el cual puso en mis manos. Al ver tan fantástico epígrafe, no me causó niguna sensación que demostrara placer, por lo que me dijo el joven: ((léalo con detenimiento y medítelo bien, que usted me dirá después.ll
No obstante el poco interés que me causara la lectura de dicho libro, juzgué prudente leerlo para ver qué de bueno contenía. Y siéndome por demás extraño ese tratado, se acrecentó mi curiosidad. No bien hube leído las primeras páginas de la introducción, cuando me fuí in:eresando, pues la concisión del lenguaje y su grave razonamiento embargaron un tanto mi atención; y no poca fué mi alarma cuando pasé á las comunicaciones, al ver como se asegurabc, de una manera tan terminante, la comunicación con los muertos. Figú:ese el lector mi asombro.
Semejantes afirmaciones, pareciéronme al:.surdas; y más que superticiosas, ridículas. No podía concebir la posibilidad de que los hombres, pwdieran entablar conversaciones con los que ya habían pasado á la otra vida. Pues educado en
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la creencia vulgar, de que siendo el espíritu urn .'er inmaterial, no puede por lo mismo evidenciarnos una existencia material, luchaba con mi razón, dudando la certidumbre del hecho; empero: no mt" pareció sensata una negación absoluta y juzgué prudente observar.
Y puesto que como afortunadamente no desapercibía mi insuficiencia para determinar una cuestión tan profunda, admiré la sublimidad de la moral que contienen dichas comunicaciones, reservándome en lo demás.
Esto, como consecuencia lógica, excitó mi de averiguar la certeza de lo que habría; y una circunstancia extraña acabó por acrecen-tarlo.
Estando una noche (á los tres días) entregado á la lectura del libro, una luz fosforescente, de poco menos de una pulgada, se fijó en la página que estaba leyendo y después de algunas oscilaciones se extinguió. Al pronto creí ser víctima de una ilusión de mis sentidos, por lo que apartando la vista para estimular su energía, me restregué los ojos; más al dirigirlos· al mismo lugar, volvió á reproducirse el fenómeno, repitiéndose otra vez más.
Entonces no me quedó la menor duda de que no era un afecto de imaginación smo una visión real.
Así pues; ya había para estudiar.
Y a había para llamar la atención del hombre que busca investigar la verdad; por lo que,
á pesar de mi ignorancia, y gustándome siempre examinar las cosas antes de aventurar juicios; determiné hacer una prueba, sin embargo de 110 saber cómo conducirme, pues aún no conocía ((El Libro de los Mediums.n
Una mañana, sin más recomendaciones, y entre la duda y el deseo, puse manos á la obra. Para el efecto, encerréme en un aposento, indicandc antes á mi querida esposa el que no me interrumpiese.
]unto á un reclinatorio postréme, y fervorosamente rogué al Cú:lo disipara la duda, gue ya me atormentaba; dándome á conocer la verdad por una demostración evidente; y pregunté por mi madre.
Concluida mi oración, levantéme y sentándome frente á una mesita, tomé una pluma y coloqué la mano sobre un trozo de papel, en actitud de escribir, Resolví esperar. Mas; pasados algunos minutos (cuál no sería mi sorpresa al ver, casi de improviso mi mano convulsa y lentamente trazando caracteres? Dejéla seguir; y en la convicción de que mi voluntad no era quien la impulsaba, mayor se hizo mi admiración. Después que hubo parado, con no poco entusiasmo, pude ver en letras claras y legibles las siguientes palabras: (IAmigo: nada te puedo decir, porque no me ha sido posible hablar con ella.))
Sumamente conmovido pregunté quien me
<:scribía eso; y cun grandes y bien desta c;¡das, me pusieron: . ({Antonio)l, Además una rúbnca. Aquí hay la circt nstancia, de _que en ml ,, tJXilio había llamado á San Antomo, pregun tándole por mi madre. . .
Al ver esto y reconocer pos1l!vamente que mi pensamiento no había influido para _nada en esa escritura, pues en ese caso no hubiera sido eso lo que me contestara, no necesité más para de que todo lo que el líbro afir-· rnaba era una verdad ......... .
Caí de rodillas dando gracias al Supremo Hacedor por el bien <l_ue acababa. de me, y dos gruesas lágnmas se deslizaron por mis mejillas. . . . . Lloraba ...... Sí; llora_ba de entusiasmo, de 3legría, lloraba por gratitud, pues ',u, las lágrimas tienen también su lenguaje Y_ aún más elocuente que el de la voz; es el corazon el que manifiesta sus impresiOnes. , Después de una corta oración fuíme lleno de gozo á participar á mi familia el _buen éxito de mi tentativa. No dejaron de admirarse, aun· que no dejaron también de dudar.
Al otro día, muy de mañana; por un sentimiento natural, volví á tomar la pluma y tenté otra prueba. Inmediatamente de haber colocado la mano, la ví deslizarse sobrt. el papel. Dejé! a seguir hasta que . hubo varado; mas al observar lo que había escnto, una tmpresión desagradable me sobrecogió: con extremo
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pesa!' noté que lo que habírt obtenido no era más un de pues todo estaba en contraposición con el buen sentido; y lo más extraiío: por mucho que me esforzara en pedir explicaciones de semejante resultado, no me era posible ninguna aclaración, sino por el contrario: parece que se empeñaban en confundirme.
¡Necio de mi! que ignorando los pormenores del estudio práctico del Espiritismo, caía en el lazo de los espíritus traviesos, que á costa de mi poca experiencia .se reían á su placer.
En vano recurrí al amigo que me prestó el libro, pues éste aún no era práctico en los menos, y sólo pudo darme "El Libro de los Mediums." Por su conducto pedí toda la colección de libros y revistas de Bafcelona.
Así sucesivamente transcurrió un mes: y siempre el mismo efecto, la misma confusión.
No pudiend<) saber nada de mi querida madre, que en definitiva, era lo que más me interesaba, y hallándome cada vez más confundido, me ll1esorienté y una t.Strica impresión se apoderó de mí.
Esto por una parte y la pesadumbre que tenía por la pérdida de ese sér idolatrado, en unión de algunas atenciones de compromisos pendientes, ocasionaron á mi .e.spíritu un exces:v J malestar. Perdí la tranqmhdad: y, mo siempre me sentía molestado por una influencia extraña, é ignorando las peripecias del
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tismo práctico, (pues para éste inclipensables se hacen los conocimentos teóricos á fin de poder evitar el caer en las redes de los mistificadores de Ultra Tumba) me supuse que una legión de séres maléficos se habían apoderado de mí, y confieso en verdad, que me ví en una situación bastante triste.
Mas en mis momentos de reflexiones, me hacía el raciocinio: de que, como no lo había hecho por satisfacer una pueril cmiosidad, ni menos por sentimiento de mezquinas especulaciones, envolviendo por lo tanto una 1=riminal profanación, y que millones ele hombres la practicaban con buen éxito: Dios tendría piedad de mí, y no dejaría sucumbir á quien únicamente su deseo era instruirse. Este sensato discurso, cual bálsamo sacrosanto, me fortaleció mucho, y devolvió á mi espíritu la perdida tranquilidad.
Empero: resolví abandonarlo todo, en vista de C)Ue, no encontraba quien guiase mis pasos, ni menos quien acogiendo la idea, estudiase y difundiese tan hermosa doctrina, puesto que era una verdad y como tal no debía permanecer ignorada.
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· ll!lll!1la._....________________________•
SE DESARROLLA lA IDEA.
NUEVE meses habían transcurrido desde que no me ocupaba de los fenómenos espíritas, cuando una noche estando sentado en la puerta de mi establecimiento, llegó un amigo á invitarme si quería ir á presenciar unos experimentos magnéticos que se obtenían en la casa de la Sra. K. á c¡uien también conocía. Con el mayor placer le dije que sí, é inmediatamente nos dirigimos á dicha casa.
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Luego de saludarnos y tomar asiento, la mesa se inclinó hacia nosotros como si nos saludara también. Y o no podía disimular mi emoción y al mismo tÍerr¡po la sorpresa que me causaba el verme inesperadamente presenciando lo que ocupara tanto mi imaginación. Pues si bien ciertamente había hecho el propósito de no ocuparme de los hechos experimentales del Espíritismo, no fuí en todo consecuente con mi resolusión. Sin embargo de lo que me había acontecido: siempre estudiaba su fiolosofía, por que hallaba en en ella, no una aglomeración de principios faltos de toda utilidad real, sino la poderosa palanca del progreso de la humanidad.
Comprendía que no era el resultado de mgeniosas combinaciones para alucinar á los cándidos; ni un quimérico idealismo, imaginado puramente por la fanta:<ía de espíritus especula · dores lo que había podido crear tan bella concepción. Todo lo veía grande, profundo, y en alto g ado de una lógica é indiscutible. . Y debo manifestar aquí, para discipar la idea de las predispo:;idones: que si bien he sido, por naturaleza, de un carácter crédulo é impresionable, nunca fué tanta mi credulidad que !legase á admitir la existencia de los Espíritus y sus manifestaciones, pues en estas materias, era lo que se llama un verdadero excéptico. Creía en el Alma; pero como vulgarmente :=.e cree: sin ocuparme de su porvenir. •
Cuantas y cuantas veces no tuvo mi que-
rída madre que censurar mi conducta, porque refiriéndome hechos que le habían ocurrido,me sonjeaba en atribuirlos á la superticián y nada más,
Recuerdo que un dfa, levantándose muy de mafiana, se llegó á nosotros y señalándonos una mancha amoratada en el brazo; nos dijo: (tmirad, anoche un espíritu me ha pelliscado.JJ Y yo, necio de mi, no pudiendo reprimir la risa que su candidez me provocaba, me burlé descaJ radamente, tratándola de visionaría.
Pero ella, disimulando mi terquedad, ble y bondadosa, ratificó sus convicciones, cíéndome: !(efes un ignorante; nada sabes para que puedas negar una realidad como es la cía de los Espíritus: esperanzas tengo en Oi0s que cuando me llame á su presencia me permita venir á confirmarte esa verdad.)) Lo más notable es, que mi madre veces precisaba la mcerte de algún pariente ó conocido, porgue decía haber visto su espíritu.
Me he detenido en estos pormenores para que se pueda juzgar con más imparcialidad. Volvamos á reanudar el hilo de nuestro relato. Como había dicho, siempre estudiaba esa Cienci21.
Y hasta cierto punto parece que obraba p-Jr inducción; porque parecía,como que una za extraña me arrastraba á e3os estudios. Indudablemente algún sér benéfico ejercía en mí su saludable influencia. Mas ocupémonos de la mesa.
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No pude mu:os de a'mirar d wda h:cn volteretas, ya un lado, ya al otro y con un movimiento febnl. Llamando también "'?¡ atención, el que bastaba con é poyarle ligeramente los dedos, para ponerse en movimiento; aunque no todos lograban este resultado, pt:es sucedía con unos más que con otros. Pero cuando mayor se hizo mi asombro fué al ver ejecutar fielmente todo lo que se le mandaba.
Esto me acabó de confundir; pues que r.o hallaba l_a manera de darme una explicación, por lo que hiCe el raciocinio siguiente:
Si animada esa mesa momentáneamente ¡::cr el fluido magnético tiene movimiento, es inccnque aquel no puede inteligenCla. S1:ndo_ así: que los efectos que se producen son mtehgentes, pues que corresponden á un mandato, indispensable se hace una inteligencia que los produzca. Decir que obra por voluntad que la manda, haciendo puramente lo que ésle . <;mera que se haga, no se concibe; porque á veces la veo, por ejemplo, adivinar lo que uno tit ne en los bolsillos. ¿Cómo se explica Los son inteligentes; luego la causa debe ser también .... No la veo entre nosotros: pues me ratifico en la creencia Espiritista.
. En esas reflexiones dióse por terminada la sequedando todos satisfechos y yo más com·enCido. La K. con su amabilidad acostumbrada, nos invitó para otra sesión al día siguiente por la tarde, era domingo.
Dicha Sei'wra: sieado espiritista también, nu pldía menos que desear estas ocasiones para ver, á pesar de los destractores, una materia ínerle animarse de vidaflcticía y corresponder d u w ser'íal inlelige:rtle; por lo gue :on fi?a galantería nos recomendó la puntual asistenCia.
Preciso me será decir, para no traicionar la verdad. que respecto á mí, estaba de más esa recomendación, en el concepto de que más lo deseaba yo. Así pues; me despedí loco de contento; y sin poder dar trégua á mi entusiasmo esperé ese día.
!V(ientras tanto; no estará de más consignar; ya que habían, aunque pocos, varios aficionados, que si bien no se cuidaban de hojear los libros para su mayor conocimiento, ; cptaban sin ese rúpulos el hecho de bs fenómenos, impot tándc les poco, cargar con la responsabilidad del ridíndn por su cándida creencia. Pero en cambio, mayor era el número de los que abusando de su !Juen críterio, no tenían reparo alguno en propalar ridículeces, atribuidas al pobre que, como yo, tenía la debílídad de creer en la existencia delos Espíritus. No obtante; esto mismo contribuía al mejor desarrollo de la idea; por la sen cilla razón, de que ya se ocupaban de ella.
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CAPr:rULO
DOS ANTAGONISTAS INVISIBLES.
por fin llegó el momento para mí tan deseado. El domingo á la hora señalada me hallaba en la casa de la Sra. K. Pero no siendo de portancia que digamos, el saberse cómo llegué; suprimo esa pueril descripción, bastando con decir que ya estaba en ella. Más advierto que estoy hablando de puerilidades sin apercibirme acaso de las muchas que habré sentado Si así fuese, amable lector, os suplico me dispenséis. Prestadme pues, vuestra atención, revistiendoos de paciencia, que al cabo es una virtud.
Empecemos; y creedme, bajo pai¡_Ibra de honor, que he presenciado lo que voy á referir.
Una vez reunidos los que íbamos á tornar parte en la sesión, que con exclusión de n:i Ezequiel, eramos los mismos de la antenor; sm pérdida de tiempo pusimos manos á la obra.
Para el efecto, se colocó en el centro de la sala b. mesa ya mencionada, y nos sentamos to· dos á su alrededor: le colocamos las manos estendidamente, separándolas entre sí é hicimos
cvocactón. l\io tardaron los Espíritus en manÍ"· festarse, lo que pudimos conocer pur las oscilaciones de la mesa. Entonces inmediatamente pasarnos á formular un alfabeto, (para esta operación se abandonó del todo la mesa, quedando dos manteniéndole l1uído) conviniendo en que cada letra sería determinada con un número de golpes iguales al número correspondiente á dicha letra,y los monosílabos: sí, con uno, y nó con dos. Describir todo lo que pasó, parecería exagetación, y es por demás muy á mi fuerza: por lo que me ceñiré á decn, que una de las (*) niñas del Sr. anciano, á quien llamaremos R. cansada de las muchas evoluciones de la mesa, se salió del círculo que formábamos y, por una especie de intuición. tomó una silla de . rejilla, se la colocó en frente y probó de magnellzarla. Con gran extrañeza vimos que á pocos instantes la silla se puso en movimiento. Entonces, uno de los circunstantes, el Scüor R. no abrigando duda de que era otro espírilu que se manifestaba, para serciorar:::c de si el que estaba en la mesa era el mismo que decía ser, h1zo la sigmente pregunta:"Espíritu que se manifiesta en la silla;(es verdad que el que está en la mesa es Pablo? (éste no es d mismo nombre; pues lo supnmimos por prudencia) á lo que Ji,'; la silla dos golpes, significando que no, seguidarne!lle se oyó otro más violento en la mesa, com) afirmándose
(") Hoy Doña Agustir:a Guffain.
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en lo que decía. Al ver esto, tan original, apuramos las preguntas altemativamente á uno y otro, v sucesivamente fueron contrariándose; hasta que, (quién lo creerá? semejantes á dos hombres que en acalorada disputa van encolerizándose hasta llegar á las manos, sucedió. Ambos muebles se agitaron con violencia y simultáneamente se fue· ron aproximando hasta tocarse, verificándose el más gracioso y singular combate que verse pueda: chocaron repetidas veces y con tal furor, que temiendo su ruptura tuvimos gue separarlos para evitar ese resultado.
Este fenómeno se repitió por tres veces; acaso parecerá exageración,sín embargo es la pub ra verdad.
Otra circunstancia más: una Señora que llegó posteriormente le preguntó á la mesa,en vía de guasa, si quería un poco de vino; y no bien hubo acabado la frase, cuando se enfureció de tal modo el mueble que aproximándose á ella le dió dos fuertes porrazos en el vientre que la hizo salir del salón.
En vista de tales manifestaciones no mos menos que quedar abismados.
Ahora yo pregunto: ¿En dónde están los llamados espíritus fuertes que tanta gala hacen de su incredulidad? Esos que todo se lú exp/i. can por las leyes de la materia, (en dónde están, gue no vienen á resolver estos problemas; que no vienen á definir los hechos de esa causa inteligente invisible á nuestra. vista y que tantD no:>
confunde? por cierto c¡ue no lo harán porque no está en sus percepciones; y como no podrían ver la acción de un agente físico-químico, se confundirían ellos mismos saliendo del apuro con decir "que todo eso no era más que efectos de una imaginación alucinada," sin comprender que son tan pueriles sus explicaciones, como insensato su criterio. Que uno solo se. alucine al extremo de suponer lo que en realidad no existe, cabe en lo posible; pero tantos á la vez, eso no es lógico admitirlo.
i Mas por desgracia! tenemos que lamentar la inconsecuencia del hombre con los principios de la razón. Negar porque no se pueda comprender, es un raciocinio insensato que abierta · mente se opone al juicio de las cosas: pues no de ahora se sabe que no es de filosofía el juzgar que la naturaleza haya enseñado ya los elementos que entran en las diferentes combinaciones de sus múltiples y variados productos.
Haciéndose ya tárde dióse por terminada la sesión celebrando todos su buen resultado.
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había pr<::5cnciado en :'ll pro¡Jio e'"'"'. ¡;;¡; !'"',1¡,,_ ción de una de sus niña:::, (la misma que magnetizó la silla) como notara cierta admiración en mí, tuvo la amabilidad de invitarme para el siguiente domingo, que sería la sesión en su casa.
La Casa del Sr. R. P.
En donde se ve un Espiritu complacíente. H a:ía fa parte ÍZqUJerda de la Marina Septen t.n?nal, Y. como á 200 metros del puente que la d1vde. existe una pequefla, pero bonita casa Je con al frente, pintado de ver_ de. L n vasto y pmtoresco patio, plantado de algunos. cocoteros y árboles frutales, le dá H1Jayor Importancia, sirviendo de recreo á sus dicnosos .moradnres que, en los ratos de solaz, dan <xpamión al espíritu. Del interior de e!'a ura cwsa. sólo diremos: que posee todas" las conchcwne3 necesarias para proporcionar una vida dulce y apacible á sus felices habitantes, do uno de ellos el Sr. R. P. pues ésta es su casa.
1 la una de la tarde. dct dommgo prebJado cuando llegué á ella. Al entrar no pl do menos que sorprenderme la vista del espe:táculo siguiente: (Y a habían empezado la sestón.) .
La joven J. y otros niños más, asidos á un largo palo, el cual terminaba uno de sus extremos con un aro apropósito para enlazar una
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wna por el cuello, r<cvol vían tuda b sa1a. A mi llegada, paráronse corno era natur:ll y viniervn á saludarme. Después de cambiarnos algunas palabras, volvieron á continuar. Entonces pude ver que con mucha precisión el palo significaba los objetos habidos en la sala, no dando lugar á eguivoca<:Ínnes sobre lo queria expresar.
"Admírese V. amigo, me dijo el Sr. R. es mi hijo que ee está manifestando en este bastón", y dirigiéndose al palo continuó: "Este amigo ha venido para que le hagas algunas manifestacionos, porque él también estudia la cienCia; así pues, espero que seréis tan amable qYe me complaceréis." A lo gue el palo, con uno de sus exlremos dió un golpe significativo, como diciendo que sería satisfecha su petición."
Entonces tuve ocasión de ratificarme más y más en las ideas espiritistas. Otra vez pude admirar los maravillosos del Espiritismo, que la universalidad prodarna, y que en oca:·ión hubieran bastado para confundir al incrédulo más tenaz por la profusión y variedad con que se produjeron: mi pluma es insuficiente para des cribidos con toda naturalidad y detalles, por lo que me limit:né á consignar solamente que después de recorrer toda la casa y el patio sin dejar objeto que no demostrara clara y precisamente el use de s¡.¡ aplicación: Hacernos tomar cerveza; al joven C. ejecutar varias melodías en el piano, llevando también él (el Espíritu) el compás é indicarle después la ejucución de una dan-
32/.a y mandar que la bailasen; se dirigió al come · dor, y habiendo en la mesa que sirve en éste un tintero y demás accesorios para escribir, tocóme ligeramente indicándome que escribiera. Para no omitir verdad, confieso que al to sentí cierta repulsión acompañada de temor; más reponiéndome un poco me decidí á complacerle, y no bien coloqué la mano cuando empezó á escribir, trazando lo que sigue: "Amigo, no tengas miedo; que tú no haces más que lo que te he mandado."
Visto el modo con que me trató cobré alguna confianza y no temí aventurar la siguiente pregunta:-- ¿Conoce V d. á mi madre? "No." me contestó.--Pues bien, repuse yo, se llama Cristina Cambiazo, mi mayor deseo siempre ha si?o poderme comunicar con ella, y no lo he podido conseguir. Quisiera me:ecer de V. el fa vor de que la buscara y la llevase esta noche á amigo, así lo haréiJ, me replicó" Le anticipé las gracias por su bondad, y después pasó á darme consejos, alentándome á no abandonar los estudios, puesto que !;1 Espiritismo es una verdad; y que no tuviera pena porque m propagación no fuese más rápida; que eso sólo era momentáneo, pues su desarrollo sería infalible, Esto, como se comprenderá, me reanimó sobre manera y dí gracias á Dios por la ocasión que se dignaba concederme, mostrándome otra vez más los profundos arcanos de su inmenso poder.
Volvieron á continuar las manifestaciones
JJ
físicas, entre las que sucedió el caso siguiente: 1-Iabiendo súbitamente enfermado de un dolor de vientre la niña medíum, dos que se habían desarrollado allí y yo ocurrimos al Espíritu en solicitud de un remedio, y á los tres simultáneamente contestó lo que sigue: "Amigo; que no se apuren, manda que le den una taza de manzanílla." De más está deA cir que el remedio fué eficaz.
La sesión se dió por terminada, y salí de allí con el corazón henchido de gozo por lo que había presenciado ;y rogando al Creador me permitiera la manifestación de mi madre, me dirigí á mi casa. Por un sentimiento intuitivo estaba más que seguro del buen resultado que obtendría. Y llegué á mi hognr loco de entusiasmo, anunciando á la familia la visita que tendríamos. Por la noche el éxito coronó mis afanes. No tuve la menor duda que las manifestaciones que se obtuvieron eran de mi propia madre y al reiterarle mi agradecimiento al Espíritu, me contestó: "amigo: á mi no tienes que agradecer nada, agradécelo á Dios, que es quien me lo ha permitido."
CJ
Como es consiguiente, esos acontecimientos no dejaron de producir sus H'sultados, causando en unos admiración, ridiculez en otros é indiferencia en los más. Pero ya era algo; y sabido es que para el desarrollo de una idea, no hay como ocuparse de ella, aunque sea en sentido contrario.
Así put::s; algunos no dudaron de ser cierto los fenómenos del otros atribuyéndolo todo á supercherería y efectos de ción, no tenían otra solución que y por último, no faltaron quienn, más cándidos, vieran en todo la obra del diablo.
CAPITULO 59
lA POLEMICA.
vino á dar. también más vida á la Idea, por la cual se h1zo la cueshón palpitante, la cuestión del día.
Dos meses antes de lo que llevo referido en el anterior capítulo, publicó el periódico "La Razón" del aventajado escritor don J. R. Freyre el relato de un extraño fenómeno ocurrido en Puerto Príncipe, el cual, según todas las apariencias, revelaba ser de naturaleza espírita. Apro vechando aquella oportunidad, para llamar la atención sobre Espiritismo en esta localidad, publiqué en el mismo semanario, un artículo titulado "fuerzas ocultas," en el que reseñaba otros fenómenos, no menos <!dmirables que los de Puerto Príncipe; feJ.ómenos provocados en Inglaterra por el famoso medium de efectos físicos Mr. Home.
En él como puede verse, nada yo afirmaba. Sólo refería; no siendo mi objeto más que, como he dicho, llamar la atención de los que amantes de la "verdad," buscan la ocasión de
mves!Ígarla, á fin de explicarse tantas dudas y misterios de que estamos rodeados.
¡Pero cuán torpe suposiciÓn la mía, que no preví la formidable barrera con que mi candidez tenía gue luchar! ....
¿Cómo pretender hallar guíen en el torbellino de tanto materialismo é indiferentismo que hoy se entroniza invadiendo todas las clases de la sociedad por la falta de una idea racional, y cuya razon es negar las causas porque no se comprenden los c/eclos), (cómo encontrar, vuelvo á decir, gmen acogiera con gusto lo que se escapa al dominio de la materia, y que la cien. . d 1 • ) cia no pue e aesrnenuzar a su anto¡o .....
¡No podía serl; y un grito de injusta reprobación se alzó contra mi pobre humanidad.
(¡Es un loco, es un VIsionario, decían, que pretende sostener que las hechicerías y superticiones de la Edad Media seanuna verdad .... Anatema, anatema contra el impostor, el farsante que tal dice.!'
((Acaso en su calenturienta Imaginación hay;a podido concebir la realidad de esa fantasmagoría que sólo los espíritus débiles y pusilánimes perciben, ó tal vez obcecado por un su pue:,lo idealismo, no puede ver su alucina(:ión, y quiere tambic'n contagiamos. Reprobación contra él.n ( 1)
,, l_) c.. ) -
Esta fué, amable lector, la acogida á m1 humilde indicación. La burla y el s;¡rcamo me respondieron ¿Y no ilógico, y más que ilógico, falto de criteno: el que en una cuestión cualquiera sin conocer las premioas se nieguen las conclusiones? Parece mentira, y sin embargo, sucede.
Así fué, que una tarde, cuando menos me pensaba, entrando en mi estab!ecimíento encontré que me habían dejado el (( Murciéla;p. H periódico semanal de esta localidad, y con L1 primero que tropecé fué con lo siguiente:
Ya H. B. está demente, Se le extravió el organismo, Charla del Espiritismo Como del baile Clemente. Insulso, necio y creyente De la doctrina A lemaua: ( l) Déjate de esa jarana Porque le vas á encontrar, Que te puedan contestar El jueves por la mañana. Gemmi.
Al pronto de haber leído semejante escrito, una triste, pero desdeñosa sonrisa asomó en mis labios, y mi primer intento fué no darle importilncia á ese sarcasmo echándolo al olvido; pues poco me importaba el que públicamente me llamasen loco. T cnía mis convicciones y eso me
( 1) Por esa suposición de ser el Espiritismo doctrina .4lcmnna ¡mede verse que el Sr. hablaba sin conocímiento de causa.
38--
bastaba. ¿Pero, cómo ver con indiferencia la pretensión de ridiculizar una doCtrina tan pura y verdadera como el Espiritismo? A una doctrique ratifica las enseñanzas de Cristo, y la mterpreta en _su puro y natural sentido; que nos pone de mamfiesto la necesidad de practícarla ser felices; que nos prepara para el advemmiento de esa Era de Harmonía, por tanto tiempo anunciada, en que todos los hombres inspirados por un sentimiento de amor y caridad formarán una sola familia; convirtiendo así este ((valle de lágrimasH en un lugar de delicias; que nos demuestra también de dónde venimos, á dónde vamos y el fin que nos espera en la otra vida? ¡Ah! esto no podía ser; y máxime, cuando en un estilo tan chocarrero, se me anunciaba la procf'cucwn. Así me decidí á sostener lucha, aunque para ello hubiera sido preCISO arrostrar las mayores penalidades. A pesar de m1s cortos alcances tomé esa resolución, y como pude, compuse lo que á continuación se expresa:
¿Me llamas loco porgué No sea de tu opinión? ¡Ay! hermano! la razón Es cosa que no se vé: Siempre insulso y necio fué Aquel que su vista empaña, Con el velo que le entraña La idea de algún valor, Casos hay en que á .un doctor
(_' -39--
Su diagnóstico le engaña, Toda discución es Lu Cuando los deberes llena; Más un lenguaje insolente No es de hablarse entre la gente.
( 1""'.
Perdona lector querido, si en esta mi con· testación has podido hallar alguna frase dura ó malsonante, que, hiriendo tú suceptibilidad, te haga sentir disgusto; pero ya ves el m'Jtivo. Decir la impresión que causara al señor Gemmi mi escrito no lo podré; mas lo cierto es, que, segun su anuncio, el siguiente jueves me dirigió un artículo atacando, más que al Espiritismo, á mi persona, el cual refuté en todas sus partes. No ohstante, continuó sus ataques; pero con argumentos tan falseados y débiles que por sí solos vinieron á tierra. Suponía á la Doctrina miles absurdos y supersticiones que dicha doctrina abiertamente rechaza, y que solamente la ig · norancia ó mala fé, pueden suponerle. Esto me probó, que mi contendiente, nada conocedor del terreno que pisaba, pronto tendría que caer abandonando el campo. Así sucedió; lo cual no me cogió de sorpresa. Y así mismo acontece á todos los detractores de esa hermosa Filosofía. Como cometen la inconsecuencia de hablar de lo que no conocen, y combaten un Espiritismo formado por ellos mismos, tienen que suponerle lo qLe realmente r:o es. Pero como mi objeto era más el de propaganda que atacar á mi contrario, expuse sucin-
lamente los principios fundamentales de la ciencia v las raz.ones en que descansaba, dando á tambien las principales obras de su inspirado iniciador, el venerable Maestro Allan Kardec. Esto, como he dicho, contribuyó á dar más impulso á la idea.
Y, como que en todos tiempos han habido hombres, que por un sentimiento instintivo pre les gusta adherirse, como dice el vulgo, á la parte más débil,
En virtud del ataque tan brusco que se me hacía; pues que se me negaba hasta el derecho de discernir; y siendo el juguete de algunos desocupados, no habiendo círculo en que no saliera á cuento mi pobre personalidad, adornándola con los dicterios de loco, alucinado y otras co · sas más en yue no andan escasos los llamados Espíritus fuertes, no faltó quien se mostrara propicio á la causa, defendiéndola también. . .
El joven Pantaleon Reyes, (hoy decidido espiritista) publicó algunos artículos en favcr de la doctrina, llenando su cometido con bastante maestría, á apesar de sus escasos conocimientos en ella. Y así la propaganda progresaba cada vez más. Pero como todo en la vida no es mas que una continua marejada, yo pensaba en que podrían cambiar los tiempos y con él las cosas ..
UN PERIODO SIN TIEMPO.
ES
que en la. vida tiene sus relaciOnes y esta sugeto a leyes meludibles por las que se determina la razón . de s:r de_ las cosas. Siendo así que nada VIene smo a su tiempo. Tampoco se puede contrariar el desarrollo de un acontecimiento cuando es llegado ya el momento de su aparición. .
Y, aunque es tnás 'JUe conoCido el hecho, de que no podemos conocer todas las causas por ser muy vasto el conjunto, podemos, sm embargo, deductivamente apreciarlas en sus resultados: motivo más para seguir siempre adelante el espíritu mvestigador sin r¡ue nos detenga en nuestra marcha el dicho absurdo: de Hes un misterio; eso Dios no lo permite;Jl como si fueran, confidentes de ese Sér Todopoderoso, los auto-· res de tales afirmaciones. Con muy escasos esfuerzos, podemos ver todo lo contrario. El Sér sumamente omnipotente poco resplande-cería en las maravillas de w poder, si no hubiera quien las admirase. Con d mandato
ineludible ha ordenado al hombre, como ser inteligente, el buscar para que así comprenda mejor la magnitud de su grandeza.
Mas, en su infinita sabidmía v bondad no ha querido que la Luz hiriera. bruscamente nuestras pupilas, sino con relación á su potencia, á fin de no lastimarlas. De la misma manera que no se alimenta al niño con lo gue al adu!to, ni basta á éste lo que se le enseña á aquél. no pueden los hombres adquirir conocimientos mayores, que los que le permiten sus alcances; ni tampoco tener ideas más precisas de la verdadera razón de las cosas.
Pero á medida que su inteligencia se desarrolla mayor suma ele comprensibilidad se desenvuelve también, y por consiguiente, pueden adquirirse mayores conocimientos. Bien podemos decir que todos los doctrina:; y creencias, por extravagantes que nos parezcan, han te nido su razón de ser, pues que han aparecido de conformidad con el d·? adelanto de su fpoca, estando su utilidad en la misma correlación con el progreso de los hombres, es dec1r: :legún sus necesidades.
Es una aberración de los sentidos el que no se reconozcan estas verdades, puesto que se pretende el absolutismo de una idea, sin atender que siendo falible el hombre, sus interpretaciGnes son de igual naturaleza, y por lo mi,mo sugetas á cambios.
Tal lo que sucede huy con el Espiritismo.
L:1 lllltn<1nid,HJ e.otcÍ en su y ¡ ·· ciso una renovación en sus princ;pios ó cloc trinas, puesto que la que pe>see no son en modo alguno suficientes á satisfacer sus exigetacias, y en la vaguedad en que ella se agita no vé otras razones que las de un estúpido malerialis· m o.
Así pues, es necesario que se examinen los hechos con sinceridad, y fuera de toda idea preconcebida. Escudríñese el motivo de su aparición, y se verá que en nada disiente con las actuales; que su presencia es de absoluta necesidad para salvarnos del precipicio á que nos con duce la falta de una fé razonada.
El Espiritismo no es un contra sentido, como quieren indebidamente suponerlo, nó; es l.a enunciación de esa consoladora promesa ofreCIda diez y nueve siglos há, por ese Espíritu superior llamado Cristo.
Si los hombres que no indiferentes á los acontecimientos humanos, reflexionan un co, fácilmente conocerán que se hace del todo índispemable un poder para que pueda destruir esa divergencia de sentimientos que hoy desgraciadamente existe, y nos devuelva la verdad pura, como la fuente de donde emana.
El Espiritismo llenará este vacío.
Pero hasta de digresiones y volvamos á m:t::stro relato.
Por uno de esos efectos que sólo el verda · dero puede y sabe apreciar, hice conoci-
miento con el Sr. Luis Ramirez Casablanca, Hombre de recto juicio y, en contraposición de los que, indiferentes á todo examen, dan fallos sin ningún reparo aún en lo que ni 5Íqmera conocen, quiso estudiar la cuestión hasta ver, por sí mismo, qué de verdad contenía; y para mavor satisfacción de ambos, no tardó en vertirse en uno de los más fervientes adeptos, pues pronto pudo conocer que nada de absurdo, nada de supersticioso, irracional ni anticristiano, según sus detractores, contiene dicha Filosofía, sino que todo, basándose en la lógica más severa y en absoluta armonía con la luz de la razón, marcha con los adelantos modernos y resuelve muchas cosas que hasta ahora se tenían por lagrosas ó sobrenaturales.
Y eso es precisamente lo que debe hacer todo el que desea hallar la verdad: proceder con sen5atez; porque i.nsensato es aquel lJUe separándose de un analítico procedimiento tmta superficialmente lo que requiere serios estudios y no vacila en tenerse como autoridad en lodo, rechazando injustamente lo que su razón no alcanza.
¡Triste cosa es consignarlo! No son pocos , los que adolecen de esa indiscreción, para mayor entorpecimiento del progreso; pero al fin tendrán que conocer su error y mudar ele parecer vindictíndnse con un sincerJ arrepentimiento.
Como íbamos diciendo; el Sr. Luis rez Casablanca palpando la verdad, y buen térprete de ella, comprendió la obligación que
de pilsarla aclcbnte é inmediatamente puso en práctica su buen logrando entre sus amigos atraerse c1lguna:; cap'lcidades intdectuales. Así pues, concebimos la esperanza en que, pronto, gracias al "Gran Espíritu" contaríamos un buen número de locos ó alucinados en el que figurarían ilustradas y de repu tación moral. las que luego, guotosas se dJrÍan á conocer.
l.
Prímer grupo de propagandJ.
{NCANSABLE en mis propósítu; de propaganda y después de haber vencido un tanto el ridículo y la rechifla de mis conciudadano,, que me ter( a 1 por loco, haciéndome un gran daño en nm mtereses, pues me hacían perder la clientela y ;:lgunos no querían ni andar conmigo por temor al ridículo, vi por fin limo d logro de mís cuales eran las fundar un Grupo f:J · l E '1 . . l ro pagan( a. ste se es!ao ec1Ó en mi 10gar allá en los ari()s del 75, compuesto de lo hermanos siguientes: Don Arcadio Ra nírez Casa hbr.c a, Director del Colegio de fnsttucción Pública de Mayagüez, quien se hizo orgo de d rigir los trabajos; Don ]osé Pantaleón Reyes, Alba11il ("medium") Don Claudia Bolta, tenedor Lbros y el que esto escribe, !\hestro Sastre. Ordenadas las cosas empezamos por reiacionarnos en Lérida,con Don José Amigó y Pellicicr; en Barcelona, con Fernández Colavida y en Madrid, con don Manuel Corchado y Juat be,
ii qiuen nombramos Representante de los Espiritistas de Puerto Ri en aquella gran villa, de-signación que aceptó gustoso, según su carta cariñosa y llena de inmensos consejos. También nos relacionamos en México con el general Refugio Ignacio Gom:ález, Presidente del "Centro [,pirita" de aquella ciudad y Director tarío de la Ilustración Espírita. De dicha renos remitía 3 números gratis, de los cuales uno remitíamos á San Juan y otro á Ponce. Demás está decir que la propaganda marchaba, aunque con la lentitud propia del tiempo y de las circunstancias. Veíamos con gusto que ya en Aguadilla se hacía algo bajo la Directiva del notable espíríta señor Sebastian P orrata y con la ayuda del hermano Gregario Firpo, maestro sastre y famoso medium escribiente, á quien hacía algún tiempo yo le había mandado los libros de Kardec.
También en Arecibo don José del Carmen Ayala hacía la propaganda con el mo entusiasmo y feliz interpretación. El amigo Salomón Alvarez, más tarde extendía magnifica propaganda por la parte Norte de la Isla fundando un períódico espiritista titulado La Luz de Vega Baja, en las cu!umnas del cual sostenían graudes polem1cas públicas. E! Sr. Alvarez fu, puesto á prueba rudamente en el caso que sigue: Había pedido algunos libros á Barcelona, fueron decomízados en la Aduana de Mayagüez y al ir á reclamarlos el Sr. Alvarez, sostuvo una desa-
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\:enencia con uno de los empleados de la Aduana. Este !e hirió en una mejilla, y el hermano lejos de. contestar la agresión con otra agres1ón, le puso la otra mejilla para que le hirie= ra dé nuevo. Pero ...... hubo tal reacción de en el ao-resor, volvió conmovido .Y pidió mil perdones al Sr .Alvard quien le tendió la mano y le perdcmó de ma: nera fraternal. . -,. .
f.?ebemos recordar con cariño Ías luchas y sacnlic¡os ,d.e ague! hermano en bien de. la prop:tganda espmta, cuando era tan duro .hichar .en tal sentido, así como también lo]: hermanos Diego González, comerciante de . ciudad Angelo Sepúlveda,del Barrio Sabaneta Ramírez de Añasco, todos estos hGtrrianos. hablaron mucho en bien de la causa , . mos marchar tan espléndida y triunfante. :., l l.
T ambíén por Ponce pero el no estaba bien preparado: ron víctimas de las mayores mistificaciones los primeros iniciados: el Doctor Pagani y 'sus. gos, que aceptaban ciegamente todo lo·. que les los espíritus; creando disent1ones y nva!Idades, al extremo de no poderse entender y haoendo una propaganda msana. Noticiows. nosotros' lo allí acontecía,z·pr<C?nto stmo.:; el remedio, vahendonos de una ¿;stra.tagt>má.
hicirno:; saber que nos habían y á e:qc;at"celar por estar propagando .el si ellos no qu.erian .correr· igual gesaparecer y que así . <;lel percan<;e. Así pudimos consegmr .se recogiera hasta esperar mej .. si6,n, c:;orpo ;siguió más tarde la notable • , ,l,;l(n dt: la cantera bajo la dirección dér· Qón. Manuel Morel. Lo mis .. ino urio de los barrios ·de ;\recibo que'¡ tuvimos· qué intervenir cu(indo las grandes mistifi€aciones de la virtuosa familia,.F antauzí ·los espíritus •le saber que el Mesías est'(t;ba pJJóxirno á volver á la tierrai.f que había elegido el hogar de ellos para en él. A el::primer mendigo que encontraran' en su camino ·;est! er{l. el taL Mesías; así fué que salieron y á un limosnero que tranquila-mente-. vida. cargaron con él, lo agasaj'ar9¡1 y. con gran veneración y todo el á ·reverenciar al nuevo enviado diviDo. ' ' ,,
HaSta éste y algunos de sus . admiradores fuerqn á parar á la caree! y de este modo se puc4J con i<Í jugarreta y bromas . pe.: sada-s ·de burlones que no pierden la: ocasi6n de ejercer .sus malas influencias donde quiera que se les da acceso. No basta ser bue" §ef yidQosopara estar á cubieFto de las infl\lencias de les ·espíritus atrasados. Con lós bue'nos son con los que más se ensañan.
Recuérdese el ejemplo gráfico de la tentación á Jesús. El Espiritismo Esperimental necesita mucho estudio, mucha prudencia, un tacto esquisito. Pues no se puede dar crédito ciegamente á lo que digan los espíritus, sin previo examen, sin estar seguros de que lo que dicen está ajustado á la razón y á una sana lógica, se debe proceder siempre como lo recomienda nuestro querido Maestro Kardec: que es preferible rechazar cien verdades antes aceptar un solo error.
Cuando el Espiritismo esté más desarrollado y mejor comprendido, entonces se sabrá la gran influencia que ejerce el mundo espiritual sobre el mundo ele los encarnados; como que la mayor parte de nuestras acciones esUin supeditadas á esas fuerzas invisibles.
Ellos pueden, por ejemplo, y lo hacen á menudo, favorecer ó perjudicar la acción facul tativa en la cabecera de un enfermo; anular !as propiedades físicas de los cuerpos, como lo ha demostrado el doctor Mt>lchior de Barcelona en sus experiencias y otros experimentadores rn;i:-. que figuran en los anales del Espiritismo. De aquí se desprende que muchas cosas que suceden y se afribuyen á la casua 1idad, no hay tal, es la obra de ellos, porque todo está regido sabiamente por una ley de compensaciones relativas y solidarias, obedeciendo á causas anteriores.
Los espíritus no obran ni pueden obrar libremente sobre nosotros sin previo
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miento; pues de lo contrario, existiría el desorden y Dios no sería justo.
No cerraremos este capítulo sin antes dicar algunas frases de cariño á la m:moria la noble dama, bella y simpática lsabehta Hethger, digna esposa de nuestro querido amigo Di.ego González. Isabelita Heiliger fué una medJUm notable, poseía vanas facultades: la de efectos "físicos," "durmiente," "escritura mecánica," "escritura directa," "aporte," y otras más, en la critura directa bastaban de quince á veinte nutos para obtener una comunicación, y en pre sencia de los concurrentes. Pero en la que más sobresalía era en la de "Aportes;" una vez los espíritus nos obsequiaron con nuev: cigarros de forma ordinaria pero á los pocos d1as nos prendieron con tres riquísimas de la bana cubierta cada una en su totahdad con un lazo de cinta de gró finísimo y ancho como de tres pulgadas; una color otra la otra azul. También nos tra¡eron seis cop1tas con licor, cuyas copas no las había en la casa y menos el licor.
Esta medium dejó gratos recuerdos entre los pocos espiritistas de su época, por sus extraordinarias facultades; así como su señor padre don Eduardo, dueño de la hacienda "Unión" a cuarenta minutos de distancia de esta ciudad, á cuya casa íbamos algunas noches á dar sesiones, regresando á las dos ó á las tres de la todos satisfechos por la bondad de los trabaJOS.
Don Eduardo fué un excelente esplftllsta. Su bolsillo estuvo siempre dispuesto para socorrer á los pobres; contribuía semanalmente con su óbolo para tales fines. También debo hacer mención de don Carmelo Besosa, otro luchador de la primera hora. F ué un buen propagandista; en su época de bonanza nunca se negó para contribuir á impulsar esa bendita doctrina; á menudo compraba libros y folletos para distribuirlos gratis.
LA PRENSA SE NIEGA .
CóMO cambian las cosas á medida que los tiempos avanzan, en el adelanto y el progreso! Cuando yo veo que la prensa más recalcitrante publica artículos espíritas y hasta su lectura, profiero esta exclamación: Bendito sea Dios. ¡Cómo cambian las cosas!
En la fecha que nos ocupa. ningún periódico, ni aún los avanzados, querían publicar na da que se relacionara con el Espiritismo. aLa Preman semanario de don Antonio Ruiz Qui ilones, llegó á manifestar en sus columnas que todo artículo que se le t>nviara relativo al Espiritismo, iría al canasto de los desperdicios. Pero sí no perdían la ocasión para ridiculizamos, especialmente el (!Boletín Mercantil.J) Este nos atacaba sin piedad llamando la atención del gobierno para que nos perúguÍPse. Un señor de apellido lnfiesta no se daba punto de en solicitarlo así. • Pero como la política reinante absorbía la atención del gobierno, las autoridades se hacían de la vista larga y no daban crédito
á las exigencias de los ultramontanos. Y así pct-' díamos estar sin temor por esta parte. Más tarde ingresaron en nuestro grupo los hermanos D. Pedro Manzano, D. Rodulfo Espínosa,D. L.uts Cuerda, don Hip::>lito Ma:lera, medium escribiente y típ tológico y el mae. t ·o JohonBe!l,medium durmiente.
Al querer reanudar nue3tra propapanda en la prensa, todos los ty:riódicos de la Isla se negaron á publicar nuestros artículos. Pero como se nos combatía con suma frecuencia, y especialmente por el Boletín l'vlercantil, de una manera cruel, atribuyéndonos hechos calumnio sos, recortábamos los periódicos y los mandábamos á México, v allí los connotados espiritistas Ledos. Calero, CJrdero y D. Santiago Sierra, se encargaban de contestar, en las columnas ele las importantes revtstas La Ilustración Espírila Afexicana y en el periódico político El Eco de jlmbos Mundos, con brillantes artículos, en los cuales campeaba el estilo vibrante, censurando de paso al gobierno español que nos imponía la esclavitud religiosa bajo el poder de un clero fanático é intransigente, como era el que domi naba en Puerto Rico.
Sin embargo, más tarde pudimos alcanzar que un periódico titulado "El Tiempo" que fundó en lá ciudad de San Germán, el simpático periodista don Juan P. T erreforte y Arroyo, nos facifitara sitio en sus columnas, previo pago de una onza mensual, pa1a publicar nuestros artículos. Despertó algún interés la exposición de
11\lt'stras idea;; é in n ,,l[;¡tam:ntc d.m M.uio B:·aschi, aquel paladín de las libertade.s del géhum.1no, no;; ofreció las columnas de su penodtco generosamente. Y entonces se inició una polémica imp•.>rtante entre el notable mate rialista, señor Romero N ctvarro, q'Jien suscribía "'us artículos con el p3eud5nímo Un loco más, y don Arcadio Ramírez Casablanca, que se firmaba El Loco de lvfayaguez, y algunas veces con las iniciales R. L G. Aquella polémica duró algunos meses, y se adujeron argumentos poderosísimos para probar cada uno el valor de su tésis. Los periódicos de Méxtco reprodujeron algunos de aquellos artículos. También se inició otra polémica con el Padre Lladó, llevando la contraria el mismo sei'ior Ramírez Casablanca.
He de hacer constar un hecho que para algunos tal vez no tenga importancic. Al hacer me uno de los fundadores de la simpática é inolSociedad '·Círculo de Amigos", de esta lo hice con el laudable propósito, único y exclustvo, de adquirir prosélitos para la cama del Espiritismo. Pero fracasé en mi empresa. No me fué posible llevar al seno de una Sociedad de Instrucción y Recreo ideas ele otro orden y que parecían de particukr mterés. No obstante, allí tuve la ocasión de conocer á uno de Íos hombres más y de rr.ás vasto;; v profundos conocimiento»; pero que, ¡:.cr esrJ mi;mo, se mantuvo siempre <dejado de las vanidades mundanas. Su trabajo sobre el origen de
las letras del alfabeto, tomadas de las constelaciones, le valió la aprobación de Mr. Camilo Flammarion, de Mr. Le Bon, Solanot, Moya, Pellicier y otros sabios y personalidades connotadas de Europa. Me honró con su amistad, aquel sabio investigador y fué mi mejor amigo. El secundó mis propósitos de propaganda y fué un elemento valiosísimo para defender la idea, sin temores de ninguna clase, á pesar del puesto importante que ocupaba en la sociedad. Propagandista abnegado, en una época de rudo oscurantismo religioso, en que no se podía hablar de los dogmas de la religión católica, sopena de cometer delito grave, el señor Ramírez: Casablanca dió muestras de sus habilidades científicas y literarias dentro de una dicción castiza, y con exposición de razonamientos hermosísimos, eludiendo sabiamente todo razonamiento con lo que pudiera constituir delito.
Las iras del clero no pudieron amordazado. Y era un paladín de la idea. La noche de la apertura de la Sociedad "Círculo de amigos'' 4 de junio de 1B 7 4, don Arcadio Rarnírez Casablanca, pues esta es la persona de que he hablado anteriormente, se acercó á mí y, después de cambiar palabras de cortesía, me preguntó si yo tenía la convicción de lo que había dicho referente al Espiritismo. Le dí desde luego, una contestación afirmativa. Y entonces él me invitó á que le diera algunas pruebas. Se las toso; pero éstas fueron deficientes y no pudimcs
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adelantar nada. Sin embargo, él debía ser un defensor del Espiritismo, y su hermano, don Luis, ofreció convencerle. En efecto, pocos días después, realizaron ambos algunos trabajos de experimentación, que fueron satisfactorios. El ilustrado joven don Antonio Urge! y Tió, de Barcelona, era un magnífico medium.
En su patria era un ferviente materialista, pero pocos días después de haber arribado á nuestras playas, se convirtió al Espiritismo, desarrollando la famosa facultad de escribiente mecánico, con la cual obtenía hermosas comunicaciones, de estilo elevado, fllusó:tc 1s y científicas. Y con este medium se convenció facilmente nuestro amigo de la verdad espírita.
¡Rara coincidencia! En la sesión que tuve con don Arcadio, uno de sus discípulos se quedó rezagado con objeto de presenciada. Durante el tiempo t¡uc estuvo en ella guardó absoluto recogimiento y prestó notable atención á todo lo r¡ue ocurría. No st; la impresión que causara en su ánimo infantil todo lo que víó. Pero este discípulo fué el que más tarde vino á ser el formidable baluarte del Lpiritismo en Mayagüez y en Pto. Rico todo; la palanca poderosa que lo movía y siempre con éxito; el propagandista incansable, decidido, generoso, que jamás negó su concurso, que siempre impulsó las buenas iniciativas y que fué columna firme de la Federación de los ritistas de Puerto Rico: y aquel discípulo respondía al nombre de CARLOS DOITTAU.
Continuación del Capítulo la Prensa se niega Volvamos á Don Arcadio. Una cruel y penosa enfermedad vino á poner término á la merítisima labor de este chgno hermano, destm yendo, en menos de una semana, su. vida preciosa,y cuando se ocupaba. de escnbtr una obra sobre ANTROPOLOCIA.
No nos cOire:;ponde narrar los acontecimientos que desde esta fecha se sucedieron en adelante, pero sí, sucintamente dtré al¡so para cerrar mi trabajo.
Don Arcadio Ramírez senlÍ<t el Espirítismo Desde el momento en que se convenció de su verdad, se consagró á propagarlo con verdadero interés. Su pluma, sus ahorros y sus energías todas la;, pu:;o al :;cn·icio d"' la causa. A pesclf dt a. no 1 ll ;o rmedo, no tuvo escrúpulo para ponerse al frente de una causa que para aquellos tiempos de gran atraso como ya he dicho, sólo traía la burla y el precio de los :gnoranteo; pero á Don Arcadto le importaba poco todo esto. El sabía que la
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burla y el desprecio de los necios VIenen ;í ser más tarde el galardón de los sabios.
Los ridiculizados de aver son los laureados de hoy. La Historia este aserto.
Así que, hombre de gran entereza, de un carácter que no se dejaba sobornar por nada ni por nadie y de una honradez á toda prueba, mantuvo siempre sus ideales y no mintió hipócritamente, traicionando la verdad, por un mendrugo de pan. Su muerte fué un rudo golpe para nuestra causa. Trajo el retraimiento, y, como consecuenci 1 mmediata, hubo un receso.
Más luego surgió el período, que yo llamo secundario, en el que, los decididos y entusiastas hermanos Don Rodulfo Espinosa, Don Aparicio Meléndez, su secretario, la Srta. Tomasita Pastor, la Srta. Dulovina Chavarry y otros hermanos más, se pusieron al frente. logrando muy buenos trabajos. Consiguieron fundar el "Centro Unión," famoso por sus rumbosas fiestas, magníficas veladas y concurridas sesiones. El hermano Espinosa dió un nuevo giro á éstas, haciéndolas públicas, permitiendo la asistencia de infinidad de personas extrañas á la causa, y, sin embargo, nu por esto los espíritus dejaban de corresponder al buen éxito, y haciéndose así mayo. pi upag,in(L:. ;m:;ort'<ntPS trabajos del !Jet"lílano Ro..i>..!fu v óu Auaricio, en correspondencia algunos Centros de España, dieron eficaces resultados. La luminosa refutación de Aparicio al laureado escritor español Dr.
Don Anastacio García López, cuando éste propuso hacer del Espiritismo· una especie de Masonería, introduciendo grados, toques, signos, distinciones. etc. etc. es digna de encomio. Los hermanos de quien me ocupo, á fuerza de trabajos y abnEgaciones, por medio de suscripciones lograron fabricar un edificio para un hospital, el cual estuvo funcionando por algún tiempo, sosteniendo catorce camas muy bien atendidas y con una asistencia esmerada, pero por falta de recur. sos hubo que cerrarlo. Dutante el período de estos hermanos, se hicieron eficaces trabajos, como dejo dicho, logrando vanos enfermos y obsesaclos recuperar su salud, asistiendo al Centro. La propaganda imciada por ellos fué de gran alcance, contribuyendo también pilfa t>l rrwjor éxito la notable medium Srta. Francisca Suárez, que ha escrito varias obras y sabido porwr en jaque la fantochería de algunos matenalistas, combatiéndolos con gran resultado.
Como todo en la vida es intermitente, volvió á suceder la calma. La ida á Santo Domingo del hermano Espinosa, la muerte del hermano Aparicio, el retraimiento de algnnos hermanos, trajeron el decaimiento, y casi todo se paralizó; pero como el Espiritimw es obra de la Providencia, que viene en el actual momento histórico indubitablemente para restablecer la verdad, hoy por desgracia adulterada, no podía permanecer por mucho tiempo en el quietismo y surge con mayores bríos, con mayores fuerzas y todo lo
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invade. Y a no se teme al ridículo, éste paso a la historia; por el contrario se tiene á honra llamarse espmt1sta. Así que la propaganda toma mayores vuelos y el inolvidable, querido amigo y hermano D. Carlos Doittau y su digna espesa Agustina se ponían al frente del movirruentn y puede decirse que fueron el alma maler de la divulgación de nuestra escuela. F úndan el "Centro Esperanza," que con sus veladas y espléndidas sesiones, logran traer muchos prosélitos, contribuyendo para ello las hermosas facultades de la medium, su digna. directora, Doña Agustina. T arnbíen fundan ·'El Iris de Paz," simpática revista que ha publicado y publica concienzudos artículo;;, el espíritu de investigación. También el "Centro Caridad .. ha llevado su pro paganda á los campos, haciendo entre los sencillos y honrados muy buenos creyen. tes. Pero lo más hermoso, lo más meritorio, lo importante, son los trabajos realizados por el in teligente hermano y amigo querido D. Francisco Vincenty, fundando la "Federación de los Espiritistas de Puerto Rico'' gue ha alcanzado tan bue nos resultados y hoy constituye nuestro triunfo, pues, debido á sus gestiones, estamos reconocido:; ,,ficialmente y disfrutamos de los mismos dere chos, prerrogativas y atribuci¿nes de que disfrutan los demás miemhros de las otras sectas reli gwsas. Militan en el seno de la Federación personas connotadas y respetabilísimas, cuy a enumeración sería prolija.
. .
Dicha institución cuenta con tres organos oficwles, más de setenta centros incorporados y algunos miles de espiritistas. Su gobierno acaba de mudar de residencia, pasando á San Juan. Considero acertadísima h elección. San Juan es la capÍt'llidad de la Isla. Allí f'Stará muv bien representada come• lo está en la actualidad. Allí hay mucho elemento, y bueno. Pero me permito manifestar á mis hermanos de San Juan que. dudo habrán va!orado la gran responsabihdad moral y matenal que contraen hacíén· dose cargo de la Federación, pues no deben permitir por ningún concepto, que ésta muera en sus manos: sería doloroso. Antes por el contrario, no deben omitir ninguna clase de sacrificio para que alcancen mayores triunfos y una larga vida. No me engañaron los hermanos de ultra tumba al anunciarme, ha treinta y siete años, que yo v.ería el de;;arrol!o é incremento que tomaría d Espiritismo en Puerto Rico. Lo he visto. ¡Loado sea Dios!
Ahora me voy á permitir cerrar este trabajo con un hf'rmoso pensamiento del eminente poeta fmncés Lamartine, y una cuarteta del no menos poeta español Don Ramón de Campoamor, y que creo haber citado en el texto. El vulgo califica de locura á todo lo que nn vulgar como FL- Lamartine·
Para el mundo que sm fé Presume mucho y ve poco Es necio el que menos ve Y el que ve más es un loco.--C<>mpoamor.
Después de los fenómenos de las copitas de licor y los cigarros.
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á referir otro aporte, no menos 1mpor· tante, obtenido en otra parte, y con la me· diunimidad del honorable m.wstro john Be-\1. Tendré que ser algo minucioso, para que se vea en las condiciones en que se obtuvo el fenómeno y la causa que lo motivó.
Cuando se entabló en Madrid la ruidosa .polémica que dividió las opiniones de toda la Prensa Espírita, entre Don Anastacio Carda López y el Vizconde de Torres Solanot, director del Grupo (!Mariettan, en la que García López y los suyos atacaban duramente al vizconde por lo que decía éste de los maravillosos fenómeno;; de aporte obtenidos en dicho grupo con la me dium Amelía, atribuyéndole á Torres Solanot :'f"'r víctima de los engaños y jugleria·s de una familia carlista. Nosotros preguntamos á guías de Ultratumba que había de verdad sobre el particular, SI eran ó no ciertos los fenómenos referidos por el vizconde, se nos dijo que, más tarde nog contestarían.
Nos.ltrus vt·rifícábamns !as sestones en ia casa de Don r-;icolás Mas, por e!'tar situada en uno de los extremos de la población, en un !u·· gar casi solitario y libre de todo ruído v bullicio de los traseuntes El local donde era un saloncito de cuatro varas y medias de largo, á lo sumo, y otras tantas de. ancho. No habían más muebles que una mesa en el centro y ocho sillas, correspondientes al número de los asistentes,· que éramos o:ho.
Nunca pasó de ese mímero y siempre los mismos, siendo los dueños de la casa, Don !\icck la-; Más y d De. V alverde, Don Rodulfo Espinosa, Don Arcadio Ramírez Ca:;ablanca, Don Pedro Manzano, Don Luis Cuerda, Mr. ]ohn y el que esto escribe. Provocábarno" fenómenos de efectos físicos y puede decirse que yo t·ra el mil<"slro de ce rrmomas. Antes empezar !á ;;e>ÍÓn empezabcl por despojar al medium dtc su saco y cintur6n y en mangas de camisa, le coÍocaba en un ángulo df'l local, l'oniénclole un paiíÍto m·gro en frente, en forma de cortina. El salón donde experimentábamos tenía dos puertas: una que daba para el balcón de la calle y otra que conducía á una galería. Al empezar la sesión se cerraban herméticamente, y nadif' ('ntraba ni salía. Los demás ocupaban cada cual su sítío, y Don Arcadio y yo nos junto á la mesa. Y o hacía de mediurn escribiente. Una noche, cuando mtnos lo después de concluidos los trabajos ordinarios.
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la sesión, anunció el mcdium ]ohn Bcll la presencia de nn espíritu que en la tie:ra respo?día al nombre de Don José Ramón Freyre, Director del periódico ,;La Razón." Lo descri?íó radiente de luz y ostentando una hermosa hra. Nos felicitamos por la presencia de tan elevado espíritu, y, la palabra el espíntu d1¡o lo siguiente: Hace un mes v veinte v tres días, tantas horas, tantos minutos,¿ que se ha hecho pregunta. Y_o soy el encargado de contestarla. No. bamos que pregunta, pero recurrimos al L1bro de Actas y encontramos que se refería á la pregunta que habíamos r;::specto . á verificados en el ·'C.arupo Manetta. Contmuo el espíritu en el uso de la palabra, la Historia de los Egipcios; después pasó á la de Grecia; después á la de Roma, guardando un orden v método cronológico en su relato, el mediurn, al mismo Dr. y á Aréadio les llamaba la atención, s1 consideramos que el medium apenas sabe escribir. , el espíritu á hablar de España y contmuo diCiendo: '·Entre los espiirtistas hay muchos q.ue no se han despojado todavía de sus malas pasJOnés y adolecen de la vanidad y del orgullo, y, por nada, se en su amo; propio. Esos que atacan á Solanot no fueron invitados para esas y de ahí su inquina."
"Formen la cadena magnética; acorten un poco la luz. El hermano Manzano que tome
!luíd:J de la mc3a y cargue al rned!Um, <¡Lit' él va á caer en catalepsia acorten más la luz.'' Hubo un silencio absoluto; entonces, me dijo Don Arcadio: ¿Ud. no siente un olor á flores? Y o le dí una e mtestación afirm'ltiva. Pasaron algunos minutes y oímos que el medium dijo: "Basta. Hagan la luz." Entonces, levantándose Don Arcadio, se dirí)ó al medium, y encontró sobre la falda de un precioso bouquet, de casi media· vara de largo, una cuarta de diámetro y compuesto de ocho rosas, 4 pálidas, 4 de las llamadas de Castilla, 4 capullos alrededor y en el centro una rosa amarilla, marchita. Inmensa fué admiración cuando vimos el aporte. Pero el Dr. Valverde empezó á dudar del fenómeno. Entonces se levantó el medium, y toma 1do el aporte, lo tiró con fuerza en el suelo, diciendo: "Este es un aporte. ¿Por qué la dula?" Y o recogí el bouquet y se lo puse en las manos al medium.
Entonces con un lenguaje que admtraba, por lo poético y florido, empezó á describir la alegoría de cada flor. Las cuatro rosas pálidas ;e referían á las cuatro estaciones del planeta Tierra. Las cuatro á sus cuatro puntos cardinales. Cos cuatro capullos, á cuatro señoritas de esta ciudad. Tocándole su turno á la rosa marchita, se dirigió al Dr. Val verde diciénd )le: "Y esta rosa marchita, esta eres tú. Pmque todavía tienes en tu corazón el maldito veneno de la duda." Echándole una filípica, que el Dr. no pudo menos que arrepentirse de su
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conducta. El bouquet lo estuvimos exhibiendo más de guince días á todos los que verlo. Después obtuvimos otros ramos de stemprevtvas.
Es indudable que aquí existen mediums de muy buenas facultades para obtener at?ort:s; pero no quieren prestarse para las expenenCias, Y están sometid-:>s bajo el exclusivismo que mata la Idea.
En el "Centro Caridad" se podtían conseguir algunos muy buenos para estos estudios; pe· ro no quieren prestarse para llevarlos á cabo.
UNA REVELACION IMPORTANTE.
TRES años después de lo que dejamos narrado y sin haberme podido comunicar con mi madre directamente, que eran todos mis deseos, una noche los espíritus me invitaron á escribir, diciéndome que mi madre quería hablarme. Inmensa fué mi alegría. Efectivamente, poco des¡més recibí la siguiente comunicación: "Figúrate hijo mío, cual no :;ería mi sorpresa al pasar á esta vida creyéndome que, porque ahí hace uno alguna que otra (ybra de caridad, tiene lo suficiente para ver á Dios cara á cara: ¡Cuán lejos se está de es! o! Tres ¿ías fueron mi turbación. Yo los veía llorar á tndos. VfÍa mi cuerpo sin darme cuenta de lo que me pasaba. Pero pronto vinieron espíritus amigos y rne hicieron comprender mi verdadera situación, plll lo que dí gracias á Dics por el bereficiu que me concedía pidiéndde, fervno;;;; m' ntf'. en primer término, te hic:ese ccmprer:der e? a bend ta Doc tnna.''
uAigunos espíritus buenos me ayudaron en
,., ..
mi Y cuand::> tu fuisk i:Í la mercerío de lo; Sres. Prats y Marim5n, no fuiste por tu propia voluntad; yo te inspiré. La luz que viste, p::>r tres veces la noche en que leías "El Libro de los Espíritus" en una de las páginas del mismo, no fué un fenómeno de tu imaginación; yo fuí quien lo produje.
Lo mismo con el sonido que sentiste en el candelero fuí yo también quien lo produje. Así como los demás fenómenos que expenmentastes. Todo lo que se te hizo, no fué por hacerte mal, sino para proveerte de un convencí miento íntimo y de una fé á toda prueba de la existencia dd mundo de los espíritus, á fin de que no hubiera poder humano capaz de des vanecértelo.ll
---Entonces yo la dije: Pero ustedes me maltrataron mucho: me hicieron sufrir demasiado, .-d extremo de ser víctima de una penosa en fermedad.
--I(No fué por hacerte daüo, hijo mío, corno se te ha dicho. A veces nosotros tenemos que valernos de abusos sacudiendo fuertemente el sentimiento de la incredulidad, para que crean en nosotros. A tí, en comparación, no se te ha hecho n1da: más se MANDA hacerles á otros. Están muy materializados y se olvidan de Si no te hubiésemos demo-;trado de una manera tan convincente la existencia real del espíritu, no hubieras podido sostenerles á los señores Dr. Dominguez, Bonocio Tió, Antonio
Ruiz Quiñones y Pepe Monge, que lo que l<.l ;;entías no era efecto de imaginación, cual ellos querían hacértelo ver, sino fenómenos á tí mismo. Tu sabes que en nuestras discusiOnes vo te hablaba de los espíritus. (Ella era medium.) Veía los espíritus y hablaba con ellos. Y cuando esto me contaba, yo le replicaba que eran cuentos de vieja. t( Y hubo un momento en que recuerdo te dije: tengo esperanzas en Dios que cuando me muera te he de probar la verdad de lo que te digo. Y Dios me conc("dió esta gracia, hasta el extremo de que hoy estoy satí:>fecha de m1 obra.ll <(Que la paz del Señor quede contigo.J'
CONVERSACIONES DE ULTRATUMBA.
PRIMERA CONVERSACIÓ:-.1.
Evocación.
A MIGO, no me mandes nada prontamente, porgue yo no le merezco tanto favor á Dios. Pregunta: ¿Podéis decirme si mi madre ha teni· do alguna participación en que yo me haya hecho espiritista?
Respuesta: Ella ha sido la que más te ha inducido á aprender. Dios te ayudará. Sigue síempre el bien. Dios no quiere mas que el bien. Pero tú nunca mandes :;ino al bien.
P. ¿Mi enfermedad?
nosotros no hacemos más que lo que nos mandan, y por eso te hicimos lo que sabes, porque era preciso para tu instrucción; no te hubieramos hecho lo que te hicimos, no hubieras sabido lo que sab-=s. Más se manda á hacer á otros mas malos que tú; á tí no se te ha Í':echo nada en comparación de otros más malos. No t.e hu depurado bastante para tener más priVIlegiO que otros; tú no has dejado ciertas pasio-
nes que aún te dominan. Ama sól.o la virtud; aborrece el vicio; no te amas á sí m1smo, porque 3e ama á sí mismo cuando se ama la virtud; lo demás no es amarse á sí mismo (\lo sabes que yo no amo más que el bien?
P.-¿El espíritu que se me manifestó con el nombre de Antonio?
R.--F ué mandado.
P.-¿Cómo así?
R.-Nosotros no podemos hacer nada smo nos lo mandan.
P.··(Y porqué no son más claros?
R.-· No somos más claros porque á veces, u>tedes, sino se les engaña no siguen estudiando. Nosotros á veces tenemos que valernos de ABUSOS para hacer así que crean en nosotros.
P. ¿Toman nombres supuestos con mala mtencíón?
R. Algunos sí; mas esos son los malos, que quieren pasar por sabios, sin serlo.
P. ¿Hay algunos que engañan?
R.· 1Óí; por lo que no todo se debe creer; pues, porque sea dictado por los espíritus, no todo es verdad.
f:l. - Decidme: lo del libro fué una manífes tación?
R. ·Has de saber que nosotros pode; nos hacer más que eso.
P. ¿De modo que fué intencional?
R.- Somos más inteligentes que ustedes.
e
de muchos medios ¡nra signdic;u una cosa.
P.-No dt:bo ocuparme mucho de estos e:;tudios, (rw es verdad?
H. No se debe pensar mucho en una cosa, porque la imaginación se owsa y puede producir una perturbación mental. No te pongas á pensar mudw sub re esos porque toJo esceso hace daño.
P. Podrías describirme algo de esos mundos?
R. ·Mira, nosotros no sabemos nada de esas cosas; son los espíritus superiore&.
P.- Rueguen por mí adelanto á Dios, nuestro Señor.
R. -Sí, ie rog1mos. Tú también ruega por nosotros, amigo; todos necesitamos de oraciones, sino no adelantarnos nada.
P. Así lo haré. Gracias.
¿Llamo á los que estiÍn ahí al lado?
R. No; porque no creerían nada, pues aún n:1 saben lo que es el E;;piritismo.
P. Dccidme: ¿El f'spíritu de un animal se confunde con el dd hombre?
H. No se pucdf' confundir, porque cada cosa á su manera, es decir: cada cosa con su igual. P.- ¿Las impresiones fluídicas son taciones?
R. -i\lo:;o,ros cu:wdo que:-cmos manifestarnos lo hacemos de muc..l1;1s Jaanec.s; mas no hacemos nada sin ordenarlo otro espíritu más elevado. No me preguntes más. Adios. --D. G.
])
Evocación.
Amigo, no tengas miedo, no te hacemos nada malo, no te queremos tan mal como tú su-· p:mes; no ames más gue el bien, que Dios te protejerá.
--Deseamos nos ayuden en la prop1gación del Espiritismo, y que nos digan si podemos reuA nirnos para formar un Centro de Estudios.
R. -Amigo, no es mi voluntad la que impera en estas cosas, sino la de Dios; así, no te podernos decir nada.
P.- ¿Mas llegará el día en que podamos hacerlo?
R. -Sí, amigo; pero es preciso que esperen las circunstancias favorables.
P.- Entonces, (contamos con que nos ayt;darán?
R. Sí, ,amigo, le ayudaremo5 todo lo que para que el bien se difunda por todas partes.
P.- Y mamá, (está bien?
R. amigo, está bien, no temas por ella.
P.- cElia no se ha comunicatJo conmigo?
R.-Porque no sabe escribir. . P. Pero puede inspirarme, (no es eso?
R.- Sí, amigo, tP inspira más de lo que tu puedes figurarte.
P.-(Por qué será que se manifestó en casa como enojada conmigo?
r.;_:)
R. Amigo,las madres son muy suce:;ptibles y de nada se sienten. Así no extrañes que lo estuviera contigo, porgue como tú no conoces las cosas como nosotros, te parece que estás haciendo el bien,y no conoces que muchas vece; haces el mal. Así, no entiendes que eres aún algo materializado, y ella quiere que te depures; que dejes ciertas pasiones que te dominan y no quiere que sigas por el mal camino, como hasta aquí has seguido.
P.-(Pero ya ella debe estar satisfecha de mí, puesto de que ve mis esfuerzos por mejorar? R.- Sí, amigo, está más satisfecha de tu conducta; pero aún no lo está lo bastante: quiere que te enmiendes del todo; que no sigas las malas inclinaciones de ..................... .
El espíritu continuó censurándome hechos que ocultaba en lo íntimo de mi corazón y que no deseaba fuesen conocidos de nadie. Por lo que, no sin extrañarme tal incidente, no pude menos de conocer mi culpa y decir: rueguen á Dios por mi enmienda y no me abandonen.
R.-Amigo, no te abandonaremos, siempre que lú sigas nuestros consejos; pero si los desatiendes, entonces te abandonaremos á tus vicios; y que te atengas á los resultados, que no serán, por cierto, nada buenos, porque Dios, según no deja nada bueno sin pr::mio, tampoco dejará el mal sin castigo.
P.-:Pu<:do evocar á un espíritu con la idea
de ;;a bcr : uh e pau Yt'f ci ¡,w do hacer pnr d!
R.-Sí, amigo, lo puedes hacer sin temor, porque es un bif·n que quieres hacer v Dios no quiere mas que el bien; lo que es mal¿ es profanar esa facultad con juegos de pasatiempos y sín respeto.
P.-(Cie corre peligro en la medíumnídad?
R.-Sí, mucho; pero cuando el meclíum no lo hace con intención mezguÍnil, nada tiene que temer, .porque Dios lo favol'ece y no permite á los malos espíritus que le acerquen. Así, tú n? temas tanto como ternes, pues ya te hemos chcho que no somos tan malos. · que he sufrido mucho.
R.--Sí, amigo, has sufrido mucho; pero ha s do para tu propio bien; pues ahora t'stás más instruido y no debes temer tanto: siempre- al principio sucede eso, que es para que d medium se perfeccione.
P.- ¿Conoces á D. G? R. ¿Tu recomendada? ¡Cómo no!
Ella me ha dado algunns const·jns.
R.- Sí, amigo, ella te aprecia mucho; no quieres creer que tienes aquí quien te apreue. Así es, que nos cuesta estártelo repitiendo á e 1da momento.
Amigo, tanto orgullo y vanidad . que teen esta vida; y. sin embargo, lo que viene á ser todo: humo y nada más.
e ..
\lllt' f':i ,.¡ <UllPf :i LL' co::,1:< i'lll<: i'r<:nl<: <Ír:jaría e;:as prePetlpdrÍow·s f y s•ÍIIJ cnl:regaría á lo que verdaderamente constituye la realidad de las cosas!. .............. .
P.--¿Y Julia?
R.--Amigo, Dios ha querido probar su fe en esus estudios.
P.--¿Pero seguirá?
R.--Sí, amigo, más tarde volverá á seguir los estudios, pero bueno es que los deje por ahora.
--.Hagan algo por la causa>
R.--Amigo, no te digo más, sino que tu amigo te ayudará en todo lo que pueda. Adios. P. G.
TERCERA CONVERS/\CIC1N.
Espontánea.
Amigo, no temas nada. No te hacemos nada malo; no somos tan malos como le supones.
P.--(Teneis algo que decirme?
tengo nada que decirte, sino hagas todo el bien que puedas, porque nosotros no queremos que se haga mas que el bien; y no miramos mas que el corazón. Así es, amigo, no hagas á nadie el mal, para que no tengas mañana que arrepentirte de haber hecho á otro infeliz; que no es nada agradable á Diog, que siempre castiga lg¡s malas acciones, y no perdona las malas cosas que se cometen sino por el arrepentimiento y la expiación, ó retribución del mal que se haya becho, es decir: resarcirlo con el bien.
P.--¿Parece que has adelantado algo, pues cuando estabas en este mundo no hablabas así?
R.--Sí, amigo, gracias á Dios y á mi buena voluntad he adelantado mucho; aquí no estamos sm hacer nada, como ya te hemos dicho, pues la actividad es ley impuesta por Dios.
P.--Permitidme una pregunta ¿Se puede medianímicamente sacar la misma letra que tuviera un espíritu cuando habitaba entre los hombres?
R.--Sí, se puede; pero no siempre se coneso, porque es más difícil.
P.--(Has visto mis escritos?
R.--Amigo, no los he leído, porque tú no me llamaste, tal vez por temor de molestarme, sin comprender que nosotros no nos molestamos, cuando es para cosas útiles.
Te ayudaremos en todo lo que podamo5, como ya te hemos dicho. No l<::mas, que nada te hacemos ....................... , .... .
Gracias, amigo, por tus instrucciones, y otro día.
R--Adios, amigo, hasta otro día, si Dios nos lo ptrmite y tú te dignas acompañarme, pues que tienes mucho miedo. ¿Por qué tanto miedo cuando tu intención no es mala? No temas mientras hagas el bien.·--D. G.
CUAHTA CONVERSACION.
Evocación.
Amigo, no temas; no te hacemos nada; no es el amigo F rey re; es tu amiga Dolores.
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P. ¿Podeis traerme á Freyre?
R Sí, voy á Pasan algunos se· gundos --Aquí está; pregunta lo que .. P á F.----¿Desea V. decirle algo á su fam1ha?
R.--Que oren por mí, encomendándome á Dios, á la hora de acostarse. P. ¿Sufrís?
R.--Un poco. P.-¿Quereis que ore por vos? R. --Sí, ora también por mí. P.-¿Estais en turbación.) ( 1) R. ---Sí, un poco; no me reconozco bien. P.---Permitidme que ore. (Después de la oración.)
R.- Gracias, amigo: no te puedes figurar el bien que nos hace la oración. . .
P.--¿Podeis decirme, no por smo como instrucción, cuál es la causa de vuestro sufrimiento?
R.··-Amigo, tu sabes que yo no creía mucho en Dios, y por eso estoy sufriendo. T arn poco no creíá en el Alma; y sabes lo enganado que vive el hombre.
. No te puedes figurar lo mucho gue sufre el incrédulo: no tienes ni una remota idea de lo que se experimenta al pasar á este otro mundo: no se conoce uno á sí mismo, porgue es una confusión loque se sufres que no s abe uno donde está.
( 1) Hacía pocos días que este espíritu había abandonado la tierra de este mundo ;;Ín y sin creer m&s qut: rn la materia; pero k¡ uf' diferente cuando se pasa á esta otra vida!
Amigo, no hagas á nadie mal, para que no (rngas que arrepentirte de haber procedido mal, y no digas á n::tdie mila, pabh:-a Dios :J.'J quiere más que el bien; ni tampoco murmures nadie, porgue la murmuración es un grave mal que Dios no perdona nunca, y menos tengas amor á las cosas terrenaleo, p.Jrgue son futilezas que no sirven más que para perder al hombre v labrar su propia perdición. •
eres capaz de figurarte lo malo que son las futilezas de muchos hombres que no piensan más que en el orgullo.
Amigo, no temas nada, que nosotros te ayudarem:)s en tu empresa ¡nra la propaaación d,l Espiritismo. Cuanda tú me hablabas de esa Ciencia en casa de B., yo m:" b:.Jrlaba, v ahora cr>nozco mi crrm; error que lamento, p;rque si hub1cra crcíJ,) en ella no me encontrara tan baJo como me encuentro. Así pues: dile á B. d,. mí parte que estudie esa ciencia; que no se (Tea c¡ue es. una mentira como quieren :;up01wr "'"s matcnah;;tas, que la niegan sin más razone:: 'jUe las de "porque no pueden ver el Alma".
P. ¿Puedo enseñar esta comunicación? R. en3éñasela á B. y á G. también.
. Mucho agradezco las instrucciones que me habeJs dado; rogaré á Dios por vos. _ R. adios, y hasta otro día, si Dim lo permite.
.P Permitídme; (no me podeis decir nada acerca de cuando veremos realizadas nue;;lras
aspua:::JO:-tes; es decir, tener un Centro de Es tudios?
R.-Amigo, nada te puedo decir, porque nosotros no adivinamos el porvenir.
P.--Pé ro algún día será, (no es eso?
R. -Sin duda; pues aunque veas que en aparier..cia pare:::e que no se hace mas que k que los hombres quieren, no es así: Dios nt' permite que el mal triunfe del bien; así pues, nc, te desanimes por lo que veas aunque parezca contrario ai progreso de las cosas. Amigo, no te-n· gas miedo, que nada te hacemos.
P. - ¿El Espititisrno es providencial?
R. es providencial, que nosotros te· nemos mucho que hacer; pues no Hes capaz dl suponerle el trabajo que tenemos: Dios nos or dena manifestarnos por tod.1s partes.
P No esGíbo más porque temo.
R. No, amigo, tú no haces mal; porqur tú no profanas esa ciencia, no haces mas que bu> car la manera de instruirte.
P.---¿Cuándo podré comunicarme con mamá)
R.·---Dios ¡e lo permitirá tan pronto comr, tú le depures.
P.-(Está bien?
R.---Muy co.lten!a de IÍ. Adiof. D. G
Espontánea.
Amigo, ten má> pmc'en:ia con el Espíritism(l, pues tu sabes que Dios no le ha dado eso á hombres para divertirse; pues es para su
!amiento y no para estar curiosea! do como quieren estar Uds. Sino cambian de conducta, no;; veremos en el caso de abandonarlos, para que los malos espírjtus los engañen, y tengan su merecido; porque Dios quiere que eso sea para vut>stro adelanto moral, y no para estar á cada momento llamándonos, sin mirar que el lugar no es nada apropósito.
Pocos momentos antes de haberse recibido esta comunicación, acabábamos de celebrar una s:sión, e.n la cual no se observó el respeto ncqueildo. Es de notarse t:>mbién que otro medium •1ue había asistido á la misma sesiÓn, recibió (1tra también en igual sentido'
QUINTA CONVERSACION
Evocación.
Amigo, no tengas miedo.
P. ¿Se sufre mucho f'n ese mundo?
R. · Amigo, el que sufre está muy maL ¡ •orque está en eterno sufrimiento. .
P. · ¿Pero no se nos ha dichG que nada har eterno sino Dios"? Cómo deds que se sufre ete;namente?
R.---Sí, tiene su término: depende de que se quiera mejorar.
P.---Rogaré á Dios por mí mej01ía.
R.- -Sí, amigo; pero no basta que te hagas muy devoto y creas siempre en Dios, sino te mejoras y practicas el bien, que es lo que Dio:s
manda; eso se ha dicho: "a cada cual según sus obras.
P.---(Las misas sirven de algo?
R.---Si se dicen con fervor, rogando por uno, sí; pero como .no sucede así, no valen de nada.
P.---¿Y las oraciones?
R.---Amigo, Dios no puede contrariarse nunca.
Jesucristo enseñó á orar; has de tener presente que no fué cosa de los hombres.
Cuando el Espiritísmo esté más desarrollado, entonces se verá que todo eso que les han enseñado los Curas son engaños nada más.
P.-¿Oe modo que la creencia en tal {, cual doctrina implica poco con tal de que se practique el bien?
R.:--Sí, amigo, porque esa es la ley de Dios y El está en todas partes. No hay un lugar en que no lo mismo entre los cristiano:.:, que entre los moros y demás hombres: tndos sus hijos.
SEXTA CONVERSACION
Evocación.
Amigo, no temas, nada le hacemos.
P.---(Eres un buen espíritu?
R.---Sí lo soy, amigo.
P .. -(Pues, en ese concepto os suplico me. des un buen consejo?
R.---Amigo, no te impaci<'ntes porque te sucedan cosas 4ue tú no puedas prever, porque ya le hemos dicho que son pru <,ue Dios te hace sufrir para ver tu conf , Iulu. d. No te apures por nada que te suceda.
P.--¿Quién eres?
R.---Tu amiga D,
P.---Tú me engañas.
R.- En nombre de Di ;s te lo juro; soy ia
Te creo, porque estoy convencido que n J mvocarás tan elevado nombre para aoe!!Ufar una no obstante haber quienf's t¿man, ;:;mgún temor, ese sagrado nombre para hacer creer una impostura, lo que veo en ello yna falta de conocimiento, porque no debe ocultárseks que tal falta de respeto, temprano ó !arde tendrá su castig0.
R.- Mi amado amigo, no es mi ánim·o engañarlr, porque no tengo un motivo para tal cosa. Tú saLe:> mejor que yo lo que es en el mal y no amar la virtud. Si yo no soy más franca contigo, no es mía la culpa; no es porque le quina Engafwr, porque r:o soy tan rr.ala p;:;ra lt no tal proc( der. No fOY ftanca contigo, porqt e Hnos rr ás pns¡,icaces e, u e Uds. Ha:: de saber que no hacemos nada sino r.os lo mandan; somos y no podem(;s estar mas que en lo que nos es permitido. Somos amigos del que quiere mejorar; no tenemos mas que cbedecer lo que nos mandan. Sí ami,.,o, no so-
mos smo muy buenos amigos del que quiere me· 1orar.
P.--Confío en la sinceridad de tus palabras, porque creo que respetas á ese Ser todopoderoso y de::;eas progresar, como ad es también mí intención, por lo que me he puesto á :-eguir estos estudios. Pediré al Cielo me dé la fuerza necesaria para seguirlos, no obstante las difi,.mltades que se me presentan. Así pues, épodeis y quereis decirme si ha sido vos el unico que se ha comunicado conmigo, ó si han sido varios.?
Dispensadme esta auda, pues no dejareis de comprender su motivo.
R.--Amigo, ya te hemos dicho que no soy yo sola la que lo ha hecho contigo. Tu amigo A. tu amigo E. tu amiga Amalia y yo,
P.-¿Pero bién: y J. R. F. y M. G. y el Sr. J. J. Mangua! no lo han hecho también?
R.--Amigo, si lo han hecho, yo lo ignoro.
P.¿ Y como decís que lo Ígnorais cuando el Jía que llamé á F. fuísteis vos quien dijo haberlo traído?
R.-5í, yo fuí quÍfn lo traje; pero no fué él ni dios los gue escribieron; pues no pueden hacerlo porque no hay fiuído.
P.--(Pero ellos vinieron? sino hubieran venido, no te hubie ran dicho lo que te dijeron, pues yo no podía :.:aber nada.
creo v no os molesteis por mi m ;;Ístencia en porque lo hago para
mi instrucción y v<r como hallar la verdad de esto, pues vos mismo y lo.s estudios me dicen que hay mistificadores y mentirosos, por lo que debe uno reservarse con los dictados de ultratumba.
R.-Amigo, no se debe creer todo lo que se diga sino lo que esté conforme con razón. Si tú juzgas que una cosa no te no dehes hacerlas, aunque te lo manden; D10s ha dado al hombre su libre albedrío para que pueda juzgar las cosas, y no has de estar pregun tándonos todo lo que debas hacer.
P ---¿De modo que' no debo estar pregun · !ando á los espíritus todo lo que desee, ó lo que me sucesa?
R. -No.
P. -···¿Y pedir un consejo?
consejo sí; pero no has de tomar mas que lo que este acorde con la lógica.
P. -Bien; ahora dccídme otra cosa: (ustedes participan de nuestras imtruccíones, es decn; por ejemplo cuando estud1amos una cosa (nm acompañan y la estudian lambien?
R. -Sí, nos instruimos también. Cuando ustedes leen, nosotros tambien leernos y partiCIpamos de sus reuniones; si son formales, n?s truimos: por eso nos afrontamos para as1stJr a los que verdaderamente estudian el Espiritismo.
P.- ¿Fuisteis vos quien me dió la comunicación número 5?
R. Sí; pero yo no la dicté; fué tu amigo >!Angelíto.ll ·
-- 87-
Aquí por una causa involuntaria el tvmenz:ó á recelar, y el espíritu dictó lo que sigue: Amigo, no seas tan desconfiado. Y o .no te ·engaño. Tú no eres tan para que Dws te castigue no deajndote comumcar mas que c?n malos espíritus. Así pues; no tengas tanto do de los mistificadores, que sí bien es verdad que los hay, no se sirve sino de los muy malos, porque te repito, no eres tan malo. embargo, veo personas buenas que son mistificadas. . .
pero Dios no hace nada sm motivo. ¿Qué sabes tú si esas misma.s personas gu:· te parecen tan buenas son malas. .tu Amigo, no juzgue por las apanenc¡as, smo que has de saber que muchas veces no se conocen las maldades internas. Si amas la virtud, no mas. No temas si piensas siempre en hacer t·l Bien. ··D. G.
SÜ'TIMA CONVERSACI<)N
Evocación. P. --Combaten el Espiritismo
R. -Amigo, no temas nada, que no puede permitir que su causa se pierda. P.· ¿Debemos reservarnos en su propa•acíón?
" R. Sí, es preciso que no tan amigos .le estar enseñando sus comunicaciones á todo el mundo, porque no conocen quienes son .los verladeros creyentes y no saben si vienen con al-
gún rnal fin; así pues, sean mas prudentes en su confianza, pmque hay muy malos que no quieren mas que el mal para los hombres. Amigo no te fies mas que de los que real y positivamente sepas que son amantes del adelanto moral, pues son los que ven en esa ciencia . una gran ventaja, los demás no ven nada.
P.-Los incrédulos nos oponen muchas dificultades, y eso nos desalienta.
R.--Amigos, no se intranquilicen porque vean que algunas veces parece como que hombres pueden más que lo que Dios se disponer, pues eso no es mas que un mal apa· rente. ¿Cómo pueden suponerse que eso pueda ser posible? No lo crean No saben que á veces es para probar la perseverancia de ustedes? No teman nada, que al que obra bien no puede sucederle nada mal. No se porqm· algunas veces encuentren dificuitades en sus Ira· bajos, que eso no es mas que para probar su constancia; no crean que Dios no atiende á loo que verdaderamente le buscan, no; no puede ser eso, pensarlo solo es una impiedad. ¿Tú no sabes que siempre las grandes ideas han encon trado muchos contratiempos en su propagación ) desarrollo? No se han difundido enseguida, pues gue ha sido preciso mucho tiempo para qu<> se a1raigase; sino fuera aú, no sería mundo. esto, el ¿EspilÍtismo aquí sern un hecho?
R.-Sí, amigo, no te quede ninguna dud t
•
que lo será. Eso es providencial y no habrá poder humano que pueda detenerlo; porque aúnque los hombres no quieran que se propague, Dios así lo ordena y no puede quedar sin desarrollo, pues es para que los hombres se mejoren, y no pasará mucho tiempo sin que esto suceda.ll
P.-(Amigo; quién ht:biera dicho al hombre que llegaría el día en que se pudiera conversar con los que ya habían dejado esta vida para vivir la del espíritu? Y a sabes la idea que se leuía de eso; cada vez, admi1o más la grandeza del Ser Supremo.
R. no tienes ni la más remota idea de qué es capaz la grandeza de Dios. No te puedes suponer nada de lo que abarca w inmenso poderío, no; tu no puedes figurrátelo. cQué puede haber más grande t n la llena para comparado? nad?, sí; no hay nada .que pueda ccmpararse á w magnificrncia, y no e::- nada lo que hay en lu mundo en ccmparación de los más adelantados.
¿Y vos lo habcis visto? No; sólo los f'spíritus superiores lo ven, pero nosotro,; lo
P. - ¿Allá se conserva la forma que aquí?
R.-Sí, amigo, es la misma forma; wlo gue no es tan material; es más diáfano nuf'stro cuer, po; no hay materia ninguna cuno esa de allá G.
OCTAVA CONVERSAC!ON.
Espontánea:
Amigo: no ternas; no te hacemos nada; pregunta lo que desees.
el supuesto de que sois bueno, perrnitidme una pregunta, y es, que si sabeis que ya no vamos á la sesión porque tememos dar lugar á falsas interpretaciones; pues, como están las cosas es expuesto.
R. '-Amigo: no te impacientes porque te r-uccdan cc;ntratiempos en tus estud10s. No te desammen, que eso no es más que para probar tu fé. Así que estén bien asistido5 no tendrán que temer nada. Es preciso que no se apuren tanto; que á que cambien las cosas. Si Dim. permite á )o:; hombres que hagan cosa5 que parecen contrarias á su poder, no es más que morrwntáneo; no pueden los hombres nada con su sahiduría. Sí! (qué sabes eso mismo que les pan·cen contrario, no sea un bi( n que ¡;ea para su propagación? No se hat·e nada :<Ín la voluntad de Oics. Sí, amigo: no hay nada su motivo, no.
P. --Bien amigo: tengo la convicción de que nada puede verificare sin la voluntad de Dios, por lo que no nos desanimaremos; pero f'n vista de lo que pasa, como rr.edída de prudencia, suspender la sesión de hoy y no vdvernos á reunir para en unión seguir nuestros estudios? se reunan los que verdade-
-91ramente se quieren instruir, que Dios no se hace amigo de quien no quiere llamarlo. No es mas que amante del que ama la virtud: y no se ama la virtud cuando no se quiere seguir su doctrina: no se ama la virtud cuando se ama el vicio; no se ama la virtud cuando se ama el placer; no se a:na la virtud cuando se ama el oropel; no se ama la virtud cuando se ama el ocio; no se ama la virtud cuando se ama el artificio; no se ama la virtud cuando se ama el orgullo; no se ama la virtud cuando se ama el atrazo; no se ama la virtud si no se hace asistir por espíritus superiores, y no se ama sino se quiere amar lo que Dios quiere que se ame, que es el Amigo, • suspende la sesión de hoy; pero nn f'S mas que hoy, pues otro día reunar:se los mismos que taban, que Dios se apiade los que le buscan; no se hace sordo á las súplicas de los que le buscan con su mas buen deseo.
P. --.¿Qué debe hacer el hombre para merecer la bienaventuranza?
R. -Rogar mucho y (ilrabajaní más, por que siempre tiene que hacerlo para llegar á su destino; gue es mejorar basta hacerse digno de ver á Dios; no su puede llegar á ese estado, sino por ei arrepentimiento de las culpas y el trabajo que haga en bien de su propia causa.--- D. G.
CO:,i\!E'1S,\C!ON.
Espontánea: no temas.
P- -¿Tened la bJndad de explic:ume que motiva vuestra presencia, y algo que decirme os oiré gustoso: no te intranquilices porque te sucedan cosas que tú no puedes preveer. Tú no sabes si Dios quiere probar tu paciencia; _así no h3gas nada t¡ue te pueda malquitar con El; no hagas á nJdie mal; te abandone á los placeres. que se hacen en ese mundo, no.
P. tener una sesión (no asistirás}
R. >:e reunen al estudio si; pero no para curiosear. No me preguntes más, P.--- ¿Quien
R. -···((Un amigo.11 (Pasan algunos se- • gunclns.)
P.·- ¿Os ha beis rnélrdwdo?
R. --No; pPro no me rud.1 gm· vo no pueda contestar: no le merezco tanto favor á Di m.
P.--¿Oeseo me deis un buen consejo?
R.· --Amigo, nowtros amamos al que se hace acreedor del amor de Dios, No queremos nada con los que hacen aprecio de las cr;· 5as mundanas y no guícren mejorar. qué me dices eso; he dado algún motivo para tal reconvención? ,
R.-Sí; no haces nada par;¡ tu rnl'jora; y no haces nada para tu adelanto; n'J h: e nada
p;r tu rur Espíritus SUí>C:nOfeE, No lnces nada p<)f el 11 ann()J que me has tenido. Y rn quieres m:2jorarte; TI') quieres dejar las pasiones que te do:ninan.
yo hago esfuerzos por mejo-, rarme y seguir ei camino de la virtud; mJs todo no se Í)uede vencer al pues para todo se necesita tiempo. Veo mucha serenidad de vuestra parte. 6 R.- No se pueden conseguir las cosas sino con urr:1 firme constancia; mas si es, qcre el qu::: aspira á tener grandes co;nc e; b CJll":' se propagar el Espiritim.o, se halle en mejores circunstancias. No creas eso es para solamente estar curioseando, come> quieren estaí; so:nos m;ís dignos de respeto.
P,- ¿Sos;Jccho que nr¡ sois bueno por lo c1ue ruego al T vdrlp:;Jcroso que os ilumwe.
R. 1: n ¡ ({s:Fwls>l malos; nn temas naJ1: hu e! bien y nu temas. ND á nadie el nnl y cumplt: :<Íempre con la ley de: Oí:)o, mos!r;índ 1:e su he! intérprete: nosotros amamos á todo hombre de bien.
P. -Amigr¡, agradezco vuc:stros conseps, pue:; los hallo muy ajustados á la moral nuestro Scilrn Jesucrioto, y en vista de tal lenguajr, dais á con<.•cer que: no sois malo. ¿Querei;; tener á bien decirme á que categoría de espíritu perteneceis?
R.·-- N ;)S otros somos espíritus superiores a·Jngi.l n ta"lto c:J:no otr:Js mas adelantados.
-94-
Somos con relación á otros espmtus wpt>· riores á m esfera; no estamos la categoría de sabios por lo que somos atrazados, mas no por eso malos.
Y (cómo habei3 dicho antes ser perior?
con relación á otro más a·rarados. Lo mismo sucede en ese mundo, gue tu mismo eres s.vperior á otro mas atrazado.
P"--Preguntándole á un espíritu bai., qué aspecto se les las cosas ó les o1•jrtos de este mundo, contestó: HAsí como no:otrcs muamos arriba es como si miramc s abajo.
P. ¿Quere1s darme una explicación mas wbre esto?
R.- ,L\migo: nosotrm no vemos las cosas con111 ustedes, sino r¡ue todo e:;pírÍ!u no puede verla lo mismo. E::o depende de su clc,;materialización: es como qwen está metido en un que se hace mas claro con una luz que con otra; es decir, a;cí como cuando es mc:nestcr una . . . . no se me hace fácil la explicación.
P. ¿No puedes desenvolver la idea?
.R.-- No; porque mi inteligencia no me !o permlic.
P.--(Pero bien; explíralo á tu modc.?
R.--Si me haces decir cosas que no puedo, no haces mas que exponerte á mistificaciones.
P. -(Eso no es una evasiva tuya? Oís pensa mi lenguaje, pues no es mí ánim¿ faltnrte.
R.-- Amigo: no es una evasiva mía: Dios
v
que no miento. Si mi ánimo fuera mentir, no te hubiera confesado mi ignorancia; no soy mas sabio porque no .estudié en ese mundo lo bastante para saber aquí. Si no hubiera perdido mi tiempo engañando por su e::mao en sH malo. No hice sino las desgracias de muchos hombres. Estudia y aprende mucho para que cuando vengas á este mundo, no seas espíritu atrazado.
Esmérate en á conocer, sobre todo, á conocerte á tí mismo: practicando la moral de Cristo, mas no es una moral de palabras sino haciendo el bien; siendo caritntÍvo con todos; siendo benevolo con tu pr6¡ímo; no hagas á nadie maL ni bosquejes las cosas en que se hace amar las malas pasiones.
---Gracias, amigo. Seguiré tus buenos consejos y que Dios premie tu buen deseo de hacer bien.
R---Amigo has tmido suerte que Dios se apiadara de tí; pues mas vale lo que has (•blcnido que millones de pesos que son mas bien para desperdicÍé!f y nada más.
Si el hombre supiera cuan á mal se tiene en este mundo eso que llaman oro; eso que solamente sirve para exterminar su porvenir. ¡Como nr¡ se alejara de las cosas malas.
P. he oido gustoso.
R.- Amigo, no mas que mandados.
P.--Pues bien; ¿l\1e jurais decir verdad en lo que os voy á. preguntar?
R -Sí.
P. Juradme en nomhre de Dios Todapoderoso si sois solo d único e:::píritu qoe ha comunicado conmigo bajo nombres diferente:;; si al hacerlo no os lleva algur;a maliciosa idea y sí efectivamente sois mandado.
R.-Amigo no wy espíritu malo, pero soy a trazado.
P.-¿Eres D. G?
R.---No.
P.--¿Y porqué tomais su nombre? ¿No sal 1 . he1s (jlJe e5o es ma.o toe a vez que me engaña1s, y que Dios lo casiiga.
R.-No soy malo; soy atrazado, y no es mi ánimo hacerte mal. ·
P.---Pero me lo haces, pues qm: me cngaüa R.--- Dios vé que no lo hago con mala intención.
P. No comprendo cómo pueda uo. Arní!lo, no kma5. No mal•.).
P. ¿Qui:n R.·- Amigo tuyo.
P. -- ¿Porqué ese misterio?
R Porgue nosotros. . . . . (a<]UÍ pa<Ó la mano y no concluyó el pcmamir nto, escribiendo lo que sigue: "adios. Dios qmde contigo. Ruega mucho por tu amigo." (Se fué sin dar la hrma.)
Al otro día, esponlá!:earm.ntt', se obtuvo lo CJUC sigue, aunque sin firmar tambien. no soy así como has pensado: hemos querido que tu las cosas buenas.
-97
P.- ¿Y qué es lo que he penEado? R. -Que soy mala. P.--Por lo que veo, parece me permite smo comumcarme atrazadm?
que Dios Wl con espíritus
R.-No; pero no trabajas bastante haciendote meJor. Df:CI'\1A CONVERSACIOI\.
Evocación. Amigo, no temas nada: no te hacemos nada. P .. sin temor ir á la cita? R.-Nada temas, que es un bien que vas á hacer. P.---¿Podeis llevar al espíritu de b Srta. D? R.--Sí, lo buscaré y lo llevaré. '-¿Y cómo sigue?
R.-··-Un poco mas aliviado; no sufre tanto. P./-¿Conque puedo a5istir sin temor?
R, Sí, amigo; no temas nada, put:s tú no haces mas que un bien, por lo que no ?ebes temer tanto. Dios no quiere mas que el bH"n. P.-.- Bien; (podeis decirme, por qué el espíritu de la Srta. D. escribía tan violento y el de F. tan despacio?
1 ·1· ¡¡
Amigo: cuando se está sufriendo m u, . l cho como sufre la Srta. D. está muy ag1taco, y cuando no se sufre tanto se está ménos. Sin embargo que el Sr. F. está un turbado_ y por eso es que escribe tan despacw; y tamb1en
IW quiere co'TI'Jnicarse contíg:) porgue tú no estás bien depurado. Y si tú 5Ígues así sin quererte depurar, ninguno lo querrá hacer contigo; porgue tú gue"'basta estar sólo enseñando el piritisrno sin estar mejor acondicio-:-tado, y te engañas; porgue Dios no toma á ninguno que esté en el mal camino, para su mstrumento, ni tampoco para llenar ninguna misión importante como es el Espiritismo. .
P. -D::cidme, pues, lo que debo hacer, pu.1il IJ gr11ci<1 de Dío5.
R. Te lo diré, para que te de guía; Primeramente le adquieres mas paciencia de la qe1e tiene:c; dcspues mas conformidad y lamLien menos apego á las cosas por· que tú tienes que aún te dominan y no te qmerc-;; ffi(>Jorar. muy materiRiindo, y no tienes conciencia de tí mismo.
P. Ya hago esfuerzos por enmendarme y ruego siempre á Dios me dé la fortaleza necesaria para triunfar de mis defectos.
R.---Sí amigo; mas no lnsta que se la pidas: es preciso que tu de tu parte.
P.---Así lo har<\ y seguiré :,iemprc ro_;:ando para conscgmr gracm. .
R.-·Sí, amigo; ruega mucho para que te mga y se apiada de tL
P. ·(Nada se p1erde de los adquiridos en este mundo?
R---Nada 'e pierde: todo nos 5Írve. Pues aunque para muchos hombres no hoy mas que
e
la materia no es así, como has tenido ocas¡on de probar por tí mismo; lo que debes dar aracias á Dios por tanto bitn c¡ue te concede "'indudablemente, amigo; porque ya te he did1o: 1r[ú no estás bien depurado aún.
P--¡Me tratas con mucha dureza!
R---Sí amigo: vale más que te hab 1e así diciéndote la verdad que no que te adule con la mentira. Por eso muchas veces están tan mal, corno están; por seguir las lisonjas de malos amigos; CJ'lC no saben mas que engañac
P---Per.J usas un lengua¡e demasiac'o áspero.
R---Amigo, porgue te aprecio es que te así, á no ser por eso, créemc, que te de-· Jaría relegado en tus vicios y no me acordaría más de tí. Nosotros sacamos nada con instruirte.
P---El m{>rito dd bien que se está en no esperar y tambícn debe hacerse sin reparar á quien; j>()f cnmíguiente, de todos modos es un bien que verifica imtruvendome.
R---Sí amigo; es un Líen; pero tú no lo agradece.
P---Aunque yo no lo agradezca Dios recompensará tu buena voluntad.
R---Dios será el Juez que dará á cada Lno según sus obras.
P---En fin, seguiré tus comejos. No me abandones.
R---Atiéndeme que te apreciO. No te abandonaré porque me: he propuesto sacarte á un buen camino pClr la senda del bien.
P---¿Cómo me habeis dicho que F. no quería comunicarse conmigo, cuando él mismo me dijo que lo llamara cada vez que tuviera necesidad de él?
R---No te digo que no quiere, sino que no t]ene mucho gusto en hacerlo, porgue no estás bien depurado. 11 Espontánea.
-Am1go, no temas. No te hacernos nada.
P. -¿Por qué vienes :;Ín haberte llamado?
R.-Amigo, tú nc me llamas; pero yo vengo porque te aprecio.
-!V1e supone" demasiado vicioso y creo no serlo tanlo.
R. no eres tan vicioso como te supon· go, pero no estás bien depurado aún, y tienes que dt'purarte más.
Bit'n, trabajaré con fé y decisión. amigo, pero no te desanime nada de lo que veas, porque eso no es más que para probar la fé de los que toman la Cruz de Cristo.
P.--Contrarían el Esp'ritismo.
• •
P.---Decidme: (para saber ustedes una cosa, tienen que aprenderla lo mismo que aquí.
o
R.- Lo mismo, amigo; nosotros no sabemos más que tú. No ;abe:n)s más que lo gue aprendemos.
A:nigJ, llJ teag:1s mie:h N) soy D. G., pero por eso no temas: Es un amigo tuyo de la infancia.
P.---El espíritu de Angelito se ha co:nunicado conmigo?
R.-Si, mas no te ha querido decir su nombre. ·
P. -No veo el motivo porque ocultan sus nombres.
R.- -Tú no lo ves; mas nosotros sí, porque tú no sabes más que las cosas que pasan en ese mundo vistas por la parte material, es decir; · de;;de un punto de vista diferente del que realmente es.
P.- De manera gue juzgan necesano el ocultar sus nombres propios?
R ---Sí, amigo. Uds. si uno les dijera el verdadero nombre no estarían más que en cada momento escribiendo, y esto podría producirles daño.
P. --¿Todos los espíritus ven las cosas de la misma manera?
R. todos lo ven lo mismo . es que hay espíritus que para dar más crédito á una cosa, protestan en nombre de Dios, no obstante ser una mentira?
Amigo: el e5pírÍlu malo no teme jugar con el sagrado nombre de Dios; mas los buenos nunca hacen tal cosa, porque respetan tan sagrado nombre.
P.--(Dios permite comunicarse á los los?
R.--Así es, amigo; pero de todo se saca partido
No temas nada, toda vez que tu intención es buena. El hcmbre que qmere y propagar el bien, no ve más que la manera de reahzar sus designios. Que tambien de las comunicaciones con los malo:; espíritus, aprende mucho: se aprende á distinguirlos de los buenos. Veo muy dificil el poderlos distinguir, porque se revisten de apariencias. para el hombre estudioso nada le es difícil: eso mismo nos probará tu míduidad en seguir los estudios.
P.- --(Debe uno tener p1 udencía e.n aceptar lo que le digan los Espíritus?
R. -Sí, amigo; no ace·ptes nada que sea ínconforme con la razón, porque nosotros no podemos enseñar las utopias: ew es obra de los malos espíritus.
P.- ¿Podeis y quereis traerme al suicida L .... ?
R.- Sí.
--Lo estimaré mucho. (Pasan algunos segundos) --Aquí está.
P.-{A1 suicida) ¿CDmJ os encontrais?
sufro mucho. Dios me por mi crímen: es prccis::J que oren muchD por mí. , P. ¿Os alivian las oraciones?
R. -Sí, mucho. P. -¿Y porqué hicisteis eso?
Tuve un desengaño fatal el cual me arrastró á dar fin á mis días, No tuve la suficiente fuerza de voluntad para contener mí resolución, y puse término á mi vida.
P.---¿Pero no podeis decirme la causa de serneÍante determinación?
R. --No puedo decírtela, porque no le pertenecen esos asuntos: >:on secretos.
otro Espíritu) ¿Cómo es que este -suicida parece' sufrir ménos c¡ue el dd otro día, sin t·mbargo de haber los dos cometido la mÍf· ma falta?
R.--- Porque los dos no gon lo mismo; uno crée más en Di.os que el otro P. - ¿Todos los suicidas sufren turbaciones?
R. pero no en todos se verifica el mismo f ::n6meno, depende de la clase de muerte.
P.-Este no parece estar tan agitado coma el otro?
R.---No lo está, porque Dios castiga según hs faltas.
o o
P.-¿En todo caso, el suicidio es un crimen? R.- Y grande. Pero es aminorado según la culpabilidad del suicida.
el que lo h,JCe no estando en su juicio?
R.--El demente no puede tener el mtsmo castiao que el que está en su juicio. ¿Los Espíritus intervient:n en ese acto?
R. --No, hay casos de obsesiones que mfluyen mucho, pero la mayor de las vects no tienen ninguna intervención; porque sería apocar la libre voluntad del hombre, cosa que no puede ser; pues que 'cada uno tiene su libre alberdrío. puede sufrir obsesiones aunque no se crea en los eépírítus;> no se tcnff conocirr.iento de los espirítus para obsesarse. Muchos son los casos de esas enfermedades y no la conocen muchos.
P.-(Pero al que le sucede, es por alguna causa? amigo, Dios no hace nada injusto. ¿Cómo f;S que á veces pongo lo m o que pienso; vos me influís ó es mi propio pensamiento.
R.--Amigo: el pensanuento del mediun se confunde á veces con el del espíritu; pero cada uno tiene su pensamiento aparte: solo que cuando ha y mucha asimilación entre l_os como va la hay entre los dos, son 1dén!Jcos.
· P.-¿Y con el mediun mecánico, sucede lo m1smo?
no tiene conciencia de lo que escribe.
i ¡ : 1 ¡
P.·· Lo otro no parece más sino gue d e:,pícitu solo escribe lo que el medium piensa ó •quiere que escriba.
R.-- S; pero cuando ei espíritu quiere polller una cosa distinta, no pt:ede el medíun impe· .dírselo cualquiera que sea su facultad.
P. pierde muáo fluido escribiendo medianimicamen te?
pierde bastante; y más cuando se escribe' con malos espíritus.
P.-- éCuám:lo tendremos un Circulo de e5tudios?
R.- No te puedo decir, porque ya te hemos dicho que nosotros no adivinamos el porvt>mr.
P. Cuándo lo R. 5í siempre debida moderaCI<Ín y re!'peto . . Adíos. F. R. Vos me ese nombre?
asistirán? que haya la no es Vl'eslro
R. Crf:rme en nombre de Dios. P.---Antes que es vayais, decidme; vos el primer que se comunicó cmrmigo? R. ' No, no fuí el p1imero: fué Amalia, un itu mandado por Dios para que le sacara á camino porque los espíritcs supuíores nunca hacen los primeros trabajos para sacar el mtdi un.
P. -¿Y vos sois superior?
R.---Un poco, no tanto como otros que t-Sián más adelantados.
P.---¿Habeis visto á Ange 1Íto?
R.---Si; él también se comunica :lo con" tigo y no lo has conocido.
P.-Si es muv dificil leconocer á Uds.
R.---Si, es dificil; pero para el hombre nada hay imposible.
P.---¿Y por qué no dan á conocer su ti dad?
R.---No la damos, porque Uds son muy curiosos v no harían má.s Cjt:e f)l eguntar cunool dad es,
P.·--Pero de todm modos, rc1ej( r saber5e cun quien se habla.
Rr-Sí, mas una YeZ de conocernos ya estu :liarían ( on tanta y constancia.
P.---Podríais decirme, corno están ustedes en ese mundo? ¿Forman Sociedades?
R.---Amigo, según al1í ahaJo hay sus' sociedades, acá tamLicn las tcncmm. Nos reunimos por simpatía; los centros que nos sean más para nu('stro adelanto; y nos rf'unimo:o; con benévolos que nos sean dignos de aprecio para nuestras 5; pues· según ustedes tienen en mundo amigos y personas queridas, nosotros tenemos aquí los mismos desem.
P"---El castigo que se impone allá es en tdación á la falta?
R.- E\ castigo es inherente á la culpa; no
J •
107tiene más diferencia que no Fs material como se aplica ahí abajo, pues aquí es un castigo moral, .impuesto según la culpa.
P.---¿Os veis con mi madre?
me veo con ella á menudo, porqce ella está con r.osotros: Día:i se lo ha permitido en cambio de su premio.
P.---eSe ha contentado conmigo?
está contenta contigo; pero debes :seguir siempre por el camino del bien.
P i PPrlrr¡ G?
R.·- -Sí, ;:-¡ucho: f'<f;Í ron nmotros P.--¿Y T. B. está también con Ustedes?
R. -No: él está más adelantado.
P.---Decidrre: ¿Podrías saber, por ¡Jio, lo que pasa ahora en la Capital?
R.- -No; tencrÍJ que ir allá para 1Vu.5olro.5 no /m cosa8 en el aclu. lo tndo?
R. lo :;ahc', lo comprende lüdo en d momento, porque es un Ser lmnaterial; Grande; Poderoso; Sabio; Misericordioso; Bueno; justo; y no puede su de ()[fo modo, porque dejaiÍa de ser Dios.
P.---¿Vdes. lo ven?
R.---No; pero á med:da que nos vamos elevando lo vámos comprcndiemlo más y más; pero sin alcanzar á comprendtrlo nunca.
P.---¿Los espÍiitus de un mismo órden' comunican sus
-108-
R. --N o hay pensamiento oculto para loó'· de una misma categoría.
P.---¿Que le pasó á José?
R.-No puedo saberlo porque no me he· apercibido de ello. Nosotros sólo sabemos b que nos llama la atención. Es preciso mucho conocimiento en Espiritismo para que se pueda comprender hasta dónde podemos alcanzar nosotros.
Muchos suponen que con el solo hecho de .'er eopíritu Y" tenemos que sabeclo y com,orenderlo todo, contar que WJ puede ser, porque es ilógico hacer tales suposiciones; ¡Drque Dios no lo permite tanto cumo se piensa; pues no hay bastante depuración para poder alcanzar tanto favor de Dios.
P. ·El Sr. tiene mif'dc>, bte Sr.. f'S ef mismo que figura en la historÍt>ta. Empezada por entónces d. desarrollar en la facultad escrihicnte.
R. Que no lerrn nada: t'.cJ no es tán malo para que tenga tanto miedo.
P.-El espíritu que escribe con él.?
R.---Es un amigo. Que no tenga miedo, porque Dios no quiere, ó mejor dicho; no permite á los malos triunfar de los buenos.
---Aquí otro espíritu dictó lo que s1gue: Amigo, no es bueno egcribir muy amenudo porque se pierde mucho fluído y hace daño.
P.---Al otro espíritu ¿Y el padre de L r:óm 1 no se comuníca con él?
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R.-- .. No quiere comunicarse porque e¡ule1e que tse señor e;tudie más, y no practique nada. por(¡ue p:1ecle impresionarse demasiado. ---,El sei'ior L. qu·e estaba presente, hizo la :siguiente pregunta: P.---(Podeis decinne co;no está un pariente que tengo en Yáuco?
R-·-No; porque no he ido allí pa.ra saberlo. No podemos saberlo todo.
P. ---Dispensa, pues . R.--- Dicl3 disp ::nsa, y o nó. Adios, P.--Permitidm·'; Este amigo (el sefím L.) desea que ese, iba.i:> con él. R. Que se lo pida á Dios. P. drás ú su casa? R. Iré; .que me lla:1le Juan Evangelista Rivera. P. cY ahora no lo haceis? R. Purque alÍi1 no hay ba:;!anle afinidad. Aquí otro espíritu escribe lo gue sigue: Amig": nu mi.Í:o, porgue no es bueno estar curioseando. M anifestand D el L. si tai vez· seda una evasiYa del espíritu, contcst6 este: No es que me evadir, sino que es una verdad. Y firmó D.G.
Objetando el señor L sobre las palabras del volvió este á contesta(: Dios que no miento.
Comignemos aquí dos hechos, que por su particularidad, merecen alguna consideración:
Estándo una mañana aneglando, con mt hermana, las mensualidades de unes alquileres de casa, y como sobre lo:; meses devengados por lo5 inquilinos, tenía mano nbre el papel en que íb.u á extender un recibe. inesperadamente se puso á escribir lo que
Hemeterio: no te impaciente<, que tu hermana no te hace nada malo porque se e::¡uivoca; dejénsc de esas coéa'; es decir: no cuestionen por dinero. No quieto c,ue por eso discutan: déjalo, Júzgutse cual no sería mí asombro al ver esto. Pregunté si era mi madre quien me decía eso; y me conleotaron: Sí; tu madre; pC:ro no es •tl!a quien le escribe, scy yo quien lo ha¡:;o por ella: Dolores Otra noche que lenÍ<.J una cuestión con un individuo, y ti cual me maltrataba de queriendo ¡;H •>C;c ar Ul conflicto. Efecllvamcnle por la n¡<Jfwna, cE;mdo niénos en tal se presentó el mJsmo indivíduo á procurarme, con un aire amtnazador, y tuvimm un alterc;Hlo. Entonces sentí ur a violenta convuhión en la mano derecha, por lo que disimuladamente tomé un lápiz y eswbí lo que Amigo, no témas; que ese hcmbre nada le hará. Está mal accnsejado por olro5 tq.íritt s gue quieren perderlo; pt:ro no tengas cuidado que Dios no le permitirá que le haga daño
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e.lguno. NJ es más que es.lá violento; conozco tod,) lo que ha pasaJo. Na-:la le digas. ya ves que me insulta, le dije. No le hagas caso, me contestó: Sufre sus msultos. Dios no le permite te dañe. Y o estoy á tu lado; el Señor me ha permitido asistirte, pues sabía que te iba á suceder eso.., '(no sofiastes anoche con él? pues fué un aviso; ¿Eres un amigo? Sí, Dolores; pero como tu no quieres mejorar, no le quiero decir nada .bueno. Ahora, no queremos decir esto, que déba Járseles entero crédito á los sueños. Léjos de nosol1os tal idea; porqu,: seria el mayor de los .absurdos., puesto que hay espíritus mentirosos y burlones que solo · buscan la ocasión de divertirse; pero la cuestión nc1 deja de ser digna de esl u<:lio, T anbíén t :ngo r¡ne hacer observar otro y és que: La:; comunicadone5 t.ras·crila,, han sido recibidas por mí; y s1 bien no pe:tenecen á un órden elevado, tampoco carecen de algún interés, porque no dis;enten con los principios dc la Doctrina, y revelan en parte la ignorancia de los espíritus atrasados; 6 sean los que apesar de sus virtudes, no han querido ó no lnn podido instruirse, durante su encamación: p1r lo que uu puedo quejarme de mis experiencias; pero posteriormente nada formal he podido
Bromas y más bromas, y siempre la Ínter-
R. -Amalia.
P.---¿T u eres el mismo que se ha firma·do Dolores? Sí.
¿Y por qué me engañas? (por qué me confundes?
. R.- ·-Amigo: eso no es más que por jugar contigo; por ver si tienes constancia .es gue te hacemos eso. Es más un juego que otra cosa. P. yo no deseo jugar. Lo que me das á comprender con eso es, que sois espíritus ¡:ertu_rbadoreo} de tuc!u.,, nues·
R.--Sí, amigo: somos los que en todo nos metemos; la causa de muchos males. No hav nada malo en_ que no nos melamos: la figura de ese que llarna1s DIABLO, no es más que la pHsomficanón de los Malos.
vienen; pero nosotros no podemos ir á donde queremos, como ellos. No podernos estar en su compañía. Los vemo,:;. A veces vienen á visitarnos, pero se van pronto, porgue no están afinados con nosot1 os, y por una ley natural, no pueden estar más que el tiempo que Dios quiere que estén.
P.--¿Por qué no me hablas siempre con la formalidad de ahora? ¿Por qué me perturbais? me he propuesto que no seais espíritu atrazado, sino que -:>s adelanteis.
P.· Pero u;e modo no lo pod1é hacer.
R.- Sí podeis, porque viendo que no conseguís otra cosa que bromas, os adelantareis en la práctica del bien; y no en el mal camino, como hasta aquí lo habeís estado.
Sín emhargo; de cuilk¡uwr modo es ento rpecernw.
So_rnos nosotros los que Dios, con su infimta sab1duría, nos ha elegido para su justicia.
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¿Los hombres guf:' cometen fqltas, cuando pasan á ese otro mundo, son castigados? , R. son castigados según dicen los CURAS, con alquitranes ardiendo, sino con ser alrazado; pero ew es más que arder en un. es mas que arder en un fuego sin estmgunse; es que arder en un fut>go sin esperanza de sahr nunca. Sí, amigo: ¿Sabeies lo q_ue es no poder gozar de la dicha de los espíntus Superiores? es atroz!
ellos, no vienen donde Vds?
R. Amigo: es por tu hic·n, créeme; Di< s lo sabe. No es entorpecerk, no t'S eso; no quwro que te comuniques con otro; porque tú no estás bien dqmrado y Dios no permite que te cornumqu('s. que sí no fueía así yo podría irnpt:dirlo?
Y a que me juzgais tan mal; decidme con franqueza, con claridad (cuáles son mis maldades?
R. No soy más claro porque no qmero herirte más directo. No eres malo; pero eres Espiritista sin fé.No sois el'pritistas verdadero;s
indiferentes. Haces cosas que el buen E'-piritista no las hace.
Eres muy materializado entonces, debo abandonar m1s intereses repartiéndoselo á los pobres y entregarme exclusivamente á una vida de privaciones?
R.--Eso no es, porque tienes familia y tienes que atenderla antes que nada. No es eso lo que quiero decir, sino que no estés tan apasionado de las cosas mundanas.
P.-Bien: procuraré enmendarme.
R:-Sí, hasta mejorarte que es eso lo que yo qmero.
P.- :\1ientras tanto me haceis un mal con interrumpirme.
R.-- Es un mal; pero porgue es para tu adelanto. si tuvieras siempre buenas engre1rías.
P.---(Sois Dolores?
no debes sentirlo, Es mejor eso que comumcacwnes: te
R. - Si; y soy yo sola que más te aconseja.
P.- ·-No obstante, tambien vos me atormentasteis.
R.-- Eso no es verdad, pues no soy tan mala.
P.--Ni vos m mamá hicieron nada por mi?
R. Tú no sabes hicimos algo por tí. Eso fué más por quitarte el miedo que por otra cosa.
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jará obrar á bs malos con detrimento d:o: los buenos, sin intervenir en ello.
R. - A11igo: Sí D:os no intemmera en las e JS:ts, el m 1n :Jo estaría á merced de los mal hechores é infeliz de los seres apocados. aguí, pues, c:msig,dos los y el de mis estuio> E>píritas hasta -fines del año 74.
No faltan como se vé, perturbaciones, quebrantos y disgustos, sufridos, parte por carecer del necesario conocimiento para prevenirme de los habitantes d::: ultratumb:t y parte pe>r el orgullo de los hombres.
He sido mistificado; engañ :1do; y sobre todo, atormentado, sin poder darme en esa época esplicaciÓn alguna.
Preguntandc) plr mediuns á E,píritus más elevados la causa de ese se me fué dicho: gue convenía que a-í sucediera: que conocen á quien y por qué se me hacía eso; que el que así obraba era un a:nigo, y muy conocido mío de esta encarnación; que no temiera, que es por mi bién; pero por más que he insistido en que me digan guíen es ese amigo, se han reservado.
Como es natural, ese misterio me confunde y mortifica; mas nunca me hará suponer sea el Diablo el gue así se produzca;j pues sería un modo poco astuto para atraerse prosélitos.
Empero: todas esas penalidades, han sido profusamente compensadas; porque otros mejores
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ilsis'tidos. y ningún consegtm diCtados de un ·cal,..,> mar la sed de mis aspiraciones: la propagaci<?n.' de la idea. · ·
Por un efecto natural me he e exten.dido de lo que pe11sa ba, pues mi primer ohjét9 J.ué .el de exponer solamente algunas comunicaciones; pero, como mientras másse tratii una, c:uesti6n, · más se<ÍQteligenúa su. tésisl se me tal extensión en esta clase ,de trabajos. · ····· ' · ·