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Artículo de Opinión. Carlos Martín Tobalina
CARLOS MARTÍN TOBALINA,
VICECONSEJERO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN
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Vivimos ya inmersos en una profunda crisis económica y técnicamente en una recesión de la que esperamos poder salir en el segundo trimestre de este año 2021.
Política económica
post-COVID
OPINIÓN
Este hecho ha provocado que los cimientos en los que se basa una economía muy terciarizada como la española y la castellano y leonesa, con uno alto nivel de deuda y un consumo desplomado en muchos de los sectores de servicios por las restricciones en las sucesivas olas, haya puesto en jaque a la economía española que ha sufrido un descenso inédito en la historia de, al menos, el 11 por ciento del PIB nacional en el año 2020, descenso que no se había sufrido desde el año 36. En el caso de nuestra Comunidad Autónoma, este descenso se ha consolidado finalmente en un casi 8 por ciento, cifra que, aun siendo sensiblemente inferior a la media española, sigue siendo muy significativa.
Este panorama nos obliga a colocarnos ante esta nueva situación desde una perspectiva económica distinta a la que se planteó al inicio de la legislatura y de esta manera:
Debemos asumir la situación de inmediato analizando el efecto económico de esta nueva crisis en los sectores fundamentales de nuestra actividad económica.
Implementar medidas de acción rápidamente para reforzar la respuesta a la coyuntura económica.
La liquidez es una de las cuatro grandes medidas cortoplacistas para garantizar la permanencia de gran parte del sector empresarial de Castilla y León. En este sentido y desde el inicio de la pandemia, la Junta de Castilla y León ha venido trabajando con Iberaval en un abanico muy completo de medidas adaptadas a las eventualidades de esta crisis económica.
Por otro lado, los índices de confianza de demanda agregada están gravemente afectados en la Comunidad Autónoma: el confinamiento, los brotes y las amenazas de paralización llevan de la crisis de oferta a una crisis ya instalada de demanda sobre sectores y productos que refleja una paralización en los índices de consumo.
En este sentido es esencial generar una campaña al consumo y confianza con un hilo conductor común entre los principales sectores de actividad de Castilla y León.
El tercer eje sobre el que debemos acelerar un cambio en la economía regional es la digi-
talización. La crisis sanitaria de COVID-19 ha acelerado la nece-
sidad urgente de abordar una estrategia global de digitalización socio económica de Casti-
lla y León.
Lo que, en su momento, al inicio de la legislatura era una estrategia, se ha convertido en una urgencia.
Por último, a corto plazo y como medida estratégica para nuestra economía, situamos una correcta política fiscal para el momento que atravesamos. Castilla y León necesita inversión de sectores de mayor valor añadido y mantener la de aquellos que siguen confiando en nuestra tierra para crear ri-
queza y empleo. La inversión es un concepto vinculado íntimamente a la CONFIANZA del inversor. No hay inversión si no hay ahorro, y no hay ahorro si hay mayor presión fiscal, así de sencillo.
A medio plazo, nuestra política debe apostar por una ma-
yor dimensión de nuestras pymes (Crecimiento empresarial),
por una inversión que genere reequilibrio territorial a través de los planes territoriales industriales ya en funcionamiento y los que se van a poner en marcha…) para reforzar infraestructuras y propiciar crecimiento, por un apoyo a la competitividad de nuestros sectores más productivos y por una adaptación de nuestra política de internacionalización a la nueva realidad geoestratégica mundial.
Los fondos de Nueva Generación (Next Generation) sobre los que ya se han escrito ríos de tinta (y lo que nos falta por leer…) se han convertido en una palanca esencial sobre las que pivotar la recuperación de la economía europea.
Los 140.000 millones de euros asignados a España en un compendio de subvenciones y préstamos para los próximos tres años, deben articularse en base a una serie de convocatorias aún por diseñar y articular y en base a un procedimiento que se está armando desde los distintos Ministerios que tendrán competencias sobre estos fondos.
Son varias las incógnitas que despejar en el curso de los próximos tres meses para los intereses de Castilla y León en lo que respecta a este tipo de ayudas: los máximos a aplicar en cada convocatoria, la posibilidad de cofinanciar estas ayudas con fondos de otros programas, los sectores amparados por las distintas convocatorias, la valoración de las mismas, los plazos para la convocatoria y el grado de colaboración entre el propio Gobierno de España con las comunidades autónomas en la gestión de estos fondos.
De un buen diseño de los marcos que regulen las ayudas dependerá la eficacia de las mismas. En esta suerte de neokeynesianismo con criterios marcados sobre la digitalización, la transformación energética (pacto verde) y la sostenibilidad y economía circular, no está aún claro el procedimiento por el que estas ayudas van a poder influir directamente sobre las pymes y micropymes españolas. Este es en mi opinión el gran desafío de estas ayudas. Nos quedaremos a mitad de camino en la recuperación si pretendemos basar la gestión de estos fondos únicamente a proyectos que afecten a grandes corporaciones. Este es el camino más sencillo.
Debemos asumir que la política de recuperación con los fondos de Nueva Generación o Fondos de Recuperación y Resiliencia no será completa si no se deja sentir de manera DIRECTA y no indirecta como apuntan algunos ensayos sobre el tejido de pymes, micropymes y autónomos de este país.
Desde la Junta de Castilla y León se ha venido trabajando en la identificación de proyectos colaborativos privados, públicos y mixtos que han sido remitidos al Gobierno de España para su información y futura consideración. Este proceso no garantiza ningún tipo de ayuda directa a los mismos, pero al menos, fija un criterio que podrá ser constitutivo del marco y regulación de ayudas que nos deben llegar en la segunda mitad de este año.
Mientras tanto, Castilla y León debe afianzarse en la senda de la ortodoxia de gasto, de inversión y en la estabilidad para generar confianza al inversor. Si se me permite la expresión, estas claves serán las grandes VACUNAS para inmunizarnos cuanto antes del virus de la crisis empresarial. Los Fondos de Nueva Generación serán la VITAMINA que ayude a fortalecer nuestra salud en la salida a esta crisis. Fiar toda la recuperación a los Fondos NG sin tomar las medidas a corto plazo y medio plazo que he mencionado, nos llevará a una senda muy arriesgada y con muy poco recorrido.
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