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Ahorro vs. Extravagancia

Ahorro es multiplicar mis recursos mediante inversiones sabias de manera que tenga más para devolverle a Dios.

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l ahorro es el fundamento de todo acto generoso. “. . . En todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. —Filipenses 4:12

Definición El ahorro es el fundamento de una administración sabia. Por tanto, la enseñanza del Señor Jesús sobre la administración nos da entendimiento de cómo ser ahorrativos. La palabra griega para administración es oikonomia, que denota la administración que un mayordomo hace de la propiedad de su amo. Su fidelidad se determina por el éxito que tenga al usar y aumentar sabiamente los recursos bajo su cuidado.

La importancia de ser ahorrativo Cuando nos encontremos con el Señor al final de nuestra vida, Él nos dará una calificación de nuestra fidelidad. Su mayor encomio serán las palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).

“El uso que un hombre le da a su dinero es la prueba más decisiva de su carácter: cómo lo gana y cómo lo gasta”. —James Moffat

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Requisitos para una buena administración La entrada al cielo no es una recompensa por buenas obras. Es un regalo de Dios para aquellos que claman a Él por salvación mediante la fe en el Señor Jesucristo. Sin embargo, cuando el creyente llegue al cielo, será elogiado de acuerdo a su administración (véase II Corintios 5:10).

Por tanto, la parábola de los tres administradores que dio Jesús nos da entendimiento acerca del ahorro. “Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.


Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses” (Mateo 25:14–27). Es obvio que los dos primeros administradores comprendieron y aplicaron los principios del ahorro. Ellos usaron la menor cantidad posible de los fondos para su consumo e invirtieron lo más posible de los recursos para obtener lo que les daría mejores ganancias.

¿Cuál es la diferencia entre ahorro y mezquindad? El ahorro consiste en usar un mínimo de recursos para mis necesidades personales, con el fin de tener más recursos para ser generoso con Dios y con otros. La mezquindad es reservar lo que debe ser repartido a los demás para obtener mayores ganancias para mí mismo: Dios condena la mezquindad. “El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés, para aquel que se compadece de los pobres las aumenta” (Proverbios 28:8). “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de

los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos” (Santiago 5:4).

Aspectos del ahorro 1. El principio del ahorro es el contentamiento con lo básico. La persona que cree que la felicidad se mide por sus posesiones no será capaz de practicar el verdadero ahorro. Usará fondos valiosos para comprar cosas que no satisfacen ni aprovechan. Jesús advirtió: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). Por otro lado, la persona que se contenta con lo básico de la vida, será naturalmente ahorrativa. “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (I Timoteo 6:8). 2. El ahorro es ser creativo para aumentar recursos. Así como los dos siervos fieles duplicaron sus recursos, también Jacob buscó maneras para aumentar los rebaños que se le habían encomendado. El hombre ahorrativo entiende el diseño de Dios para el funcionamiento de las cosas y usa este conocimiento para aumentar su productividad. 3. El ahorro es proteger recursos soportando incomodidades. La vida está llena de irritaciones y condiciones que no son ideales. La comodidad personal a veces tiene un precio muy alto y sólo es temporal. Una persona ahorrativa soporta el desorden temporal que es necesario para la productividad. “Sin bueyes el granero está vacío; mas

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l ahorro es el arte de cambiar cosas de poco valor por cosas de mayor valor. “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”. —Mateo 13:44

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omar prestado es la muerte del ahorro, porque convierte el gozo de ahorrar en una esclavitud para sobrevivir.

“La obra de Dios hecha a la manera de Dios jamás carecerá de los recursos de Dios. Él es un Dios muy sabio como para frustrar sus propósitos por falta de fondos; puede suplir antes que llegue la necesidad o después, pero prefiere que le demos oportunidad de Ahorro

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por la fuerza del buey hay abundancia de pan” (Proverbios 14:4).

Debido a que los koalas comen únicamente hojas de eucalipto, que tienen un valor nutricional mínimo, necesitan conservar hasta el último ápice de energía. Para hacer esto usan movimientos muy lentos y duermen la mayor parte del día.

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l ahorro es una disciplina personal de aquellos que se esfuerzan por obtener las recompensas más grandes. “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. —II Corintios 4:18

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4. El ahorro es tener sólo aquellos bienes personales que son funcionales. Jesús es el más grande ejemplo del ahorro. Él sólo poseía las cosas esenciales para su vida y ministerio. Cuando envió a los doce discípulos, Él “les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas” (Lucas 9:1–3). Pablo también entendió cómo las cosas temporales pueden ser un estorbo para la eficacia en la obra del Señor. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7–8). 5. El ahorro es hacer ofrecimientos en lugar de pedir cotizaciones. La sabiduría que Dios le dio a Salomón incluyó también la habilidad de ganar y retener riquezas. Él compara la responsabilidad de un hombre de preservar sus riquezas con la responsabilidad de la mujer de mantener su pureza: “La mujer agraciada tendrá honra, y los fuertes tendrán riquezas” (Proverbios 11:16). En sus tratos comerciales con el rey Hiram, Salomón nos provee un significativo ejemplo de cómo negociar la mejor compra.

Primeramente Salomón reafirmó la amistad que había entre su padre David e Hiram. Luego le explicó la importancia de la construcción del templo que planeaba para el Dios del cielo. Luego Salomón le pidió madera del bosque; él mismo proveería los trabajadores, reduciendo así gran parte de los gastos. Salomón hizo una oferta: “Envíame también madera del Líbano: cedro, ciprés y sándalo; porque yo sé que tus siervos saben cortar madera en el Líbano; y he aquí, mis siervos irán con los tuyos, para que me preparen mucha madera, porque la casa que tengo que edificar ha de ser grande y portentosa. Y he aquí, para los trabajadores tus siervos, cortadores de madera, he dado veinte mil coros de trigo en grano, veinte mil coros de cebada, veinte mil batos de vino, y veinte mil batos de aceite” (II Crónicas 2:8–10). Salomón también advierte que el vendedor exagera el valor de sus productos, y esto se debe resistir de una manera cortés. “El que compra dice: Malo es, malo es; mas cuando se aparta, se alaba” (Proverbios 20:14).

6. El ahorro es recoger las sobras después de un proyecto. Cuando Jesús alimentó a los 5,000 hombres, él mostró ahorro al no permitir que lo que había sobrado se desperdiciara. “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas” (Mateo 14:20). El ahorro requiere de la diligencia; en contraste, la extravagancia resulta en pereza. Salomón hablaba de esto cuando escribió:


“El indolente ni aun asará lo que ha cazado; pero haber precioso del hombre es la diligencia” (Proverbios 12:27).

Evaluación personal

7. El ahorro es guardar en tiempos de abundancia.

• ¿Guardas registros detallados de tus recursos, para saber cómo los estás usando?

Cuando una persona ve aumentar su ingreso, tiene la tendencia natural de elevar también su nivel de vida, usando el incremento para obtener comodidad personal y lujos. Esta tendencia se identifica en las Escrituras: “Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?” (Eclesiastés 5:11). En contraste con esa mentalidad, José mostró sabiduría para ahorrar cuando le presentó su plan de supervivencia a Faraón. Durante los años de abundancia, se almacenó el 20% de la cosecha y luego se usó durante los años de escasez (véase Génesis 41). El ahorro requiere una meta a largo plazo más importante que obtener comodidades y lujos inmediatos. Nuestra meta es extender el reino de los cielos y agradar al Señor.

Tres requisitos para ser ahorrativo Ya que el ahorro está relacionado con la buena administración, los requisitos que Jesús dio a sus discípulos para la fidelidad se aplican también al ahorro. Primero: uno debe ser fiel en las cosas pequeñas. Segundo: debe ser fiel en el uso del dinero. Tercero: debe ser fiel en el cuidado de lo ajeno.

¿Qué tan ahorrativo eres?

• ¿Tomas tiempo para evaluar la rentabilidad de cada inversión que haces? • ¿Planificas tu tiempo todos los días, para usar sabiamente cada hora del día? • ¿Usas los principios de negociación para obtener la mejor compra y al mismo tiempo ayudar a tus proveedores a ahorrar dinero?

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l ahorro es un estilo de vida para aquellos que gozan de las recompensas de dar. “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”. —Hechos 20:35

• ¿Ahorras en todo lo que puedes para tener fondos con qué ayudar a otros? • ¿Estás usando tus energías y recursos principalmente para ti mismo o para beneficiar a otros? • ¿Analizas los procedimientos para encontrar cómo pueden ser más eficientes y de menor costo? • Cuando aumentan tus ganancias, ¿conservas el mismo nivel de vida para poder dar más? • Cuando Dios examine tus inversiones de tiempo, energía y dinero, ¿te elogiará por tu ahorro o te condenará por tu extravagancia?

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n peso ahorrado es más que un peso ganado, porque el valor de lo que ganamos se aumenta.

“Gana todo lo que puedas. Ahorra todo lo que puedas. Da todo lo que puedas”. “Cualquier necio puede ganar dinero, pero se requiere de un hombre sabio para gastarlo”.

—C. H. Spurgeon

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