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Compasión vs. Indiferencia

Compasión es responder a una necesidad profunda con un anhelo de hacer lo necesario para suplirla.

Definición La frase “tener entrañas” [de compasión] viene de la palabra griega splagchnon. Significa: “condolencia o simpatía” y se refiere al origen de los afectos tiernos. Ser “movido a compasión” describe la respuesta del Señor al considerar la grande necesidad que vio. La palabra hebrea racham significa: “amar profundamente, tener misericordia, tener afecto tierno”. Esta palabra es usada para describir el tierno amor que un padre y una madre tienen para sus hijos y también describe la misericordia que Dios tiene para su pueblo. Otra palabra griega traducida como compasión es eleeo. El siervo malo a quien se le perdonó una grande deuda no tuvo compasión (eleeo) de aquel que le debía poco. Otros conceptos relacionados con la compasión son: “tener piedad, apartar de la destrucción, y mostrar misericordia”.

La compasión es movida por la necesidad urgente de ayuda • La hija de Faraón tuvo compasión de Moisés cuando éste era bebé—“Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él. . .” (Éxodo 2:6). • Jesús tuvo compasión de una viuda doliente—Cuando Jesús

vio una viuda cuyo único hijo era llevado al sepulcro, “. . . se compadeció de ella, y le dijo: No llores” (Lucas 7:13), y resucitó de la muerte a su hijo. • El buen samaritano tuvo compasión del herido en el camino—“Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. . . . Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia” (Lucas 10:30, 33).

La compasión resulta de discernir una profunda necesidad • Jesús vio las necesidades espirituales de las multitudes y les tuvo compasión—“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:36–38). • Jesús también vio las necesidades físicas de las multitudes y les dio sanidad y alimento—“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los

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ay hombres “grandes” que hacen sentir pequeños a los demás; pero los hombres más grandes hacen sentir grandes a los demás. “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?“ —I Juan 3:17

Simpatía—sentir

lástima por aquellos que padecen dolor

Empatía—dolerse

juntamente con el que padece dolor

Compasión—hacer

algo

por el que padece dolor Tres hombres vieron a un viajero herido a la orilla del camino. El primero posiblemente sintió simpatía cuando lo vio. El segundo se acercó y viéndole pasó de largo mostrando empatía; pero el tercero fue movido a misericordia, y con gran compasión ayudó y proveyó sanidad. Él fue el Compasión

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que de ellos estaban enfermos . . . Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces. . . comieron todos, y se saciaron” (Mateo 14:14, 19–20). • Jesús vio la necesidad que tenían las multitudes de un líder y tuvo compasión—“Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34).

Una manada de cebras reduce su paso cuando un miembro está lastimado o herido, para permanecer juntos mientras el miembro herido se recupera.

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no de los propósitos del dolor es ayudarnos a ser compasivos con aquellos que sufren con dolores semejantes.

El llanto de un niño despertó compasión en la hija del rey y el clamor de una nación despertó compasión en el Rey de Reyes. Luego Dios usó a ese bebé que recibió compasión para mostrar compasión. (Véase Éxodo 2:6, 23–25; 3:9–10.)

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”. —II Corintios 1:3–5

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La humilde petición de ayuda activa la compasión • El siervo con una deuda inmensa suplicó paciencia—“Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda” (Mateo 18:26–27). • Dos hombres ciegos clamaron por su sanidad física—“Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!. . . Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron” (Mateo 20:30, 34). • Un leproso se postró y suplicó sanidad—“Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio” (Marcos 1:40–41). • El padre de un niño con espíritu inmundo suplicó con lágrimas por ayuda—“E inmediatamente

el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él” (Marcos 9:24–25). • El hijo pródigo se arrepintió y pidió misericordia—“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15:20).

La compasión es la reacción normal ante una necesidad urgente • El clamor por ayuda indica humildad y dependencia—La mayoría de las personas son reacias a reconocer una necesidad personal y pedir ayuda. Pedir ayuda es humillante y da a conocer la insuficiencia personal y la incapacidad para suplir tal necesidad urgente. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). • Rehusar suplir una necesidad urgente nos hace “cerrar nuestras entrañas [de compasión]” “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” (I Juan 3:17). • A los ricos de este siglo se les manda que sean ricos en buenas obras—“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que


sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos” (I Timoteo 6:17–18).

La compasión presupone la habilidad de suplir necesidades • Jesús usó el poder de su naturaleza divina para alimentar a las multitudes. • El Buen Samaritano usó de sus recursos personales para proveer sanidad. • Nosotros también debemos usar de nuestros recursos personales para suplir las necesidades de otros. “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (II Corintios 9:8). “Amaos los unos a los otros con amor fraternal . . . compartiendo para las necesidades de los santos . . .” (Romanos 12:10, 13). “Dad, y se os dará . . .” (Lucas 6:38).

Mandamientos de ser compasivos La cualidad de carácter de la compasión no es una sugerencia para aquellos que quisieran seguir a Cristo, sino un mandamiento. • Tened compasión unos de otros —“Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (I Pedro 3:8–9). • Vestíos de entrañable misericordia y de bondad—“Vestíos,

pues, cómo escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:12–13). • Convenced con compasión a los que dudan —“Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 21–23).

Cómo desarrollar un corazón compasivo 1. Enfocándonos en nuestra gran deuda con Dios. Es muy fácil cerrar nuestras entrañas hacia quienes nos han ofendido, pero nuestra actitud debe ser totalmente diferente al darnos cuenta de la enorme deuda que tenemos con Dios. El siervo malo al que se le perdonó la gran deuda no tuvo la misma actitud con aquel que le debía poco, porque él mismo no tuvo la humildad para clamar por misericordia, sólo pidió una extensión del plazo. Por esta razón no apreció la compasión misericordiosa que se le mostró a él, ni tampoco pudo ejercerla con aquel consiervo que también le suplicó una extensión del plazo. “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y

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l que experimenta compasión es el que más cercano está de comprender el corazón de Cristo. La mayor preocupación de Cristo fue el estado espiritual de los perdidos. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. —Lucas 19:10 “Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad”. —Tito 2:14 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones . . . por su llaga fuimos nosotros curados”. —Isaías 53:5 “Y al ver las multitudes, tuvo compasión . . . Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. —Mateo 9:36–38

“Nunca experimentaremos las ricas bendiciones del consuelo y compasión de Dios hacia los hombres hasta que hayamos pasado por pruebas no—T. J. Bach sotros mismos”.

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“Finalmente, sed todos de un mismo sentir,

compasivos,

amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”. —I Pedro 3:8–9

Evaluación personal ¿Qué tan compasivo eres?

• ¿Eres “movido a compasión” cuando ves a un grupo de personas con necesidad de Cristo? • ¿Oras continuamente a Dios pidiendo que envíe obreros a su mies? • Cuando un vecino tiene una necesidad ¿le dices: “Avísame si te puedo ayudar en algo” esperando que no te hable o buscas la manera de mostrarle compasión? • Cuando ves a una persona incapacitada ¿le ayudas en sus necesidades prácticas? • ¿Tienes recursos o habilidades disponibles para ayudar a otros? • ¿Quién fue la última persona que te pidió ayuda, y cómo se la diste? 50 Compasión

comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. “Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía” (Mateo 18:23–34).

2. Ensanchando nuestro corazón con una lista de oración. Mientras más grande sea nuestro corazón, más compasión tendremos. David le pidió a Dios que le ensanchara su corazón. (Véase Salmos 119:32.) Pablo rogó a los creyentes de Corinto que ensancharan su corazón unos para con otros y hacia Pablo de la misma manera que el corazón de

él estaba ensanchado hacia ellos. (Véase II Corintios 6:1–13.)

Una de las maneras obvias en que Pablo pudo haber ensanchado su corazón con compasión sería con una larga y detallada lista de oración. (Véase Filipenses 1:4.) Él llevaba en oración las responsabilidades diarias de las iglesias y oraba por muchos creyentes por nombre. (Véase II Corintios 11:28.)

3. Cambiando el sufrimiento personal por compasión hacia otros. Todos los creyentes somos llamados a sufrir: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (I Pedro 2:21). Uno de los propósitos del sufrimiento es aprender la compasión de Cristo. Al entender cómo se sienten otros cuando pasan por el sufrimiento, podemos consolarlos de la misma manera que el Señor nos consuela a nosotros. “El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (II Corintios 1:4). 4. Buscando maneras de hacer el bien a todos los hombres. La compasión es una expresión práctica del amor genuino, y a todos los creyentes se nos manda que nos amemos unos a otros y a los demás. No sólo es el amor la credencial de un verdadero discípulo, sino que también es el medio por el que cumplimos el mandato de Gálatas 6:10: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.


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