Nombre: Homocamelus Bisulpiens Familia: Cameliun daem Reino: Animal Clase: Bípedo Altura: 1.50 m. Hábitat: Concepción VIII Región Alimentación: herbívoro Reproducción: Vivíparos
Esta subespecie pertenece al orden antropomorfo de ambigüedades encontradas en la zona austral de Chile. Se presume, es el resultado de una vuelta del destino. Al igual que diversas especies en extinción pertenece al macabro circulo de amalgamas, que amenazados por el parasitismo gangrenoso realizado por el homosapiens a esta tierra, han asimilado aspecto humanoide con el fin de aprovechar las posibilidades del homo como catalizador de su rabia, para así llevar a cabo una profusa venganza. Diciembre del 2006, uno de estos ejemplares ha sido descubierto en la ciudad de Concepción, se encontraba disfrazado bajo el aspecto de un vagabundo. Según declaraciones de la fuerza publica, tras recibir una limosna el sujeto en cuestión ha quedado impávidamente observando el diseño del escudo, rasgado sus ropas y matado a pesuñazos a tres estudiantes de la Universidad de Concepción. Sus cráneos craquelados y reventados cual flor (solo sus ojos nos han permitido identificar los cuerpos) delatan la ferocidad del Homocamelus, que al entrar en contacto con estas personas, ha mudado su piel de manera espontánea, amoldando su pelaje a las características de sus victimas. Ya a mediados del 2008 la población de Bisulpiens en la octava región duplicaba en número a la de perros callejeros, y su extraño galope acompañado de palmoteos acompasados –atribuido al tamaño superior de su cuerpo en relación a sus patas- mantenían al 90% de la población en situación de estrés debido a la falta de sueño y críticos daños en el oído medio. Posterior a esto, la infraestructura de las popularmente llamadas micros ha debido de ser modificada, planchas de metal y largos escalones colman las arterias de la ciudad, lo mismo acontece en puertas y paredes de pisos inferiores (tanto de casas como departamentos), para amortiguar el daño a la propiedad producto de los embistes de estas pequeñas bestias de metro y medio. La alarmante situación conllevó a que, en noviembre del 2008 se decretara la caza “al barrer de la especie”. Caza que demostrada su ineficacia demostró al menos que los Bisulpiens eran herbívoros, y que su destructivo carácter era consecuencia de la contaminación acústica de las grandes urbes, lo que a su vez nos comprobó que sus sentidos se encontraban en una escala 1 a 10 por sobre los nuestros. Ya a fines del 2009 la especie fue relegada a la Patagonia, en el límite sur del territorio sub-sur, lugar que desde principios del 2000 alberga especies aún sin catalogar. Las especies en cuestión se encuentran protegidas, y nosotros de ellas, gracias al cercado Hispánico, que se financia con el esfuerzo conjunto de Brasil, Argentina y Chile.
En tanto que limpiaba entre mis dientes con un blanquecino hilo de seda, mis pensamientos divagaban respecto de la cena, esta era la tercera vez en la semana que despertaba rodeado de fragmentos triturados de huesos humanos frescos sin carne que saborear y los restos de la aparentemente ya degustada carne entre mis muelas y un terrible olor a moralidad. Recuerdo que me encontraba humectando la espalda con mis alargados y ya rígidos brazos -esos que no sabes si van a definirse como los de un artrópodo o los de un humano, creo que la primera opción es la que lleva la delantera- cuando sentí ese punzante escalofrío metálico que viajaba desde las extremidades de mi cuerpo hacia mi pecho, para instalarse ahí y cavar un agujero desde la mitad de mi organismo. Era la corriente de innumerables golpes, uno tras otro, hasta que perdí el conocimiento. Al despertar me encontraba en un cuarto blanco, de luces blancas y sin ventanas, sólo espejos en dos de sus cuatro paredes, una silla y un lavamanos con espejo bastante más reducido que los otros, uno en que tan solo podría enmarcarse mi mirada, ni siquiera un rostro. Ignorando que hacía en ese lugar, dedique la tarde a girar mis muñecas, y con las afiladas y alargadas pinzas que remataban mis manos dedicarme a la nada aburrida y a la ves repetitiva tarea de rapar mi cabeza (a estas alturas lo mas humano que me quedaba era mi rostro, mi masculino rostro, y tenia la determinación de no dejarme crecer el pelo, quizás por miedo a que en lugar de pelo se asomara otro cambio más) mientras trataba de figurarme que diantres estaba pasando, y por que este lugar me era un tanto familiar. - esta es ya la tercera vez en lo que va del semestre que lo traemos acá, y siempre es por los mismos motivos, si bien es humano a sus ojos, creo que la mantis es mas fuerte en él, no veo el por que seguir con esto, en serio. - Procura releer los datos, especialmente el detalle respecto a las presas y después hablamos. En si las cosas habían cambiado, desde que el oficinista aquel, ese que en el derrumbe de un departamental no murió, las cosas marchaban diferente. Las suposiciones implicaban ciertos rituales de nombres olvidados, lo que ellos sabían con certeza, es que en el derrumbe una mantis cedió su vida en lugar de la de él, ahora él ha de vagar con los hábitos transmutados de un hibrido insectoide de tamaño humano.
BESTIARIO. (Coptopteryx Gayi) Nombre: Coptopteryx Gayi Familia: Mantidae Reino: Animal Clase: Bípedo Altura: 1.86 Habitad: No especificado Alimentación: Carnívoro Reproducción: No especificado
Lo ultimo que recuerdo es haber escapado por una escotilla del techo, me bastaron tan solo un par de saltos para llegar a la altura de los 4 metros con 20 cm. y un ultimo impulso con las fútiles alas (que debido a mis casi 90 kilos de peso no me permitían volar) que se escondían en las putrefactas carnes de mi espalda para salir impulsado y perderme en la oscuridad incierta de una nublada noche. Después de eso todo es confuso, y me despierto ahora entre restos de mujeres que creo conocí en una fiesta, sus cabezas están carcomidas y sus cerebros son solo el remanente de una sopa exótica, aun me asquea despertar rodeado de cadáveres, pero empiezo a verlo como un habito, uno de esos tics o como se llamen… parte de la rutina. - tiene razón jefe, las cosas cambian. El sujeto ha dejado de dar paseos erráticos por la ciudad y sigue una trayectoria de desplazamiento fija, hacia alguna zona olvidada en la Patagonia. - Se te pasa algo por alto, en el último trimestre el número de victimas ha crecido de manera exponencial, y no solo eso… últimamente solo ha cazado hembras. - Quiere decirme usted acaso que… - Efectivamente, el sujeto está en celo, eso significa que en alguna parte hay una hembra y que esto es tan solo un esbozo de una especie, no una nueva (eso sería aventurarse demasiado) sino una que hasta ahora no conocíamos. Tengo hambre, últimamente siempre tengo hambre. Las pieles se me desprenden, el exoesqueleto es cada vez más grande y en el aire siento los placeres por satisfacer de una religiosa que me llama.