Curso 56

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FAMILIA Y EDUCACIÓN DE LOS HIJOS. EXPERIENCIAS DESDE LA ESCUELA

Curso 56

Autores Dr. C. Pedro Luis Castro Alegret Investigador Auxiliar Instituto Central de Ciencias Pedagógicas Dr. C. Silvia Margarita Castillo Suárez Investigadora Asistente Instituto Central de Ciencias Pedagógicas - Ciudad de La Habana Dr. C. Ana Rosa Padrón Echevarría Profesora Auxiliar ISP “Enrique José Varona” - Ciudad de La Habana Dr. C. Aurora García Gutiérrez Profesora Auxiliar ISP “José de la Luz y Caballero” - Holguín Dr. C. Ángel Luis Gómez Cardoso Profesor Asistente ISP “José Martí” - Camagüey


Edición: Dr. C. María Julia Moreno Castañeda Corrección: Lic. José Luis Leyva Labrada Diseño y composición: MSc. Nelson Piñero Alonso

© sobre la presente edición, sello editor Educación Cubana. Ministerio de Educación, 2009

ISBN

978-959-18-0464-8

Sello Editor EDUCACIÓN CUBANA Dirección de Ciencia y Técnica Avenida 3ra # 1408 esquina a 16. Miramar, Playa. Ciudad de La Habana. Cuba. Teléfono: (53-7) 202-2259


ÍNDICE Introducción/ 1 ¿Cómo los padres contribuyen a la educación de los hijos?/ 3 Concepción sobre la educación de las familias de los escolares/ 32 Vías y procedimientos de la educación familiar/

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Concepción sobre la orientación familiar/ 60 ¿Cómo enfrentar las situaciones de riesgo y desventaja social?/ 78 Papel de los consejos de escuela como organización que agrupa a los padres y a la comunidad/ 95 Conclusiones/ 104 Bibliografía/ 107



Introducción Es reconocida la importancia de la familia como institución social especialmente necesaria en la educación y formación de los niños y adolescentes. Las tradiciones cubanas, muy entrelazadas con los valores de la cultura latinoamericana, conceden un lugar preponderante al valor familia, al cuidado y la educación de los hijos. Los estudios de familia devinieron en tema de interés de las Ciencias Sociales en el recién culminado siglo y en este que iniciamos, en que se desarrolla su investigación científica desde diferentes disciplinas, entre ellas la Sociología, Psicología, Antropología, Demografía, Derecho, Historia y las Ciencias de la Educación. Desde hace tiempo los estudiosos del tema han insistido en la necesidad de su abordaje interdisciplinario y transdisciplinario, que permita una visión más integral de los problemas que de ella se investigan; entre ellos la relación familia – sociedad. En nuestro medio se ha elaborado desde los años 90 una concepción teórica sobre la familia, se cuenta hoy con varias publicaciones que abordan y explican su funcionamiento. Sin embargo, encontramos entre nosotros diferentes ideas sobre la vida de la familia, acerca de lo que es importante en la educación de los hijos y para el bienestar de todos en el hogar. Sin embargo, muchos educadores, psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales afines se preguntan cuál es la concepción adecuada acerca de la familia y la educación de los hijos, que son nuestros escolares; sienten que necesitan un modelo claro y abarcador para comprender el funcionamiento familiar. Diversas problemáticas sociales que han mantenido en la pobreza a numerosas familias, las han quebrantado, y las mantienen en situaciones que limitan el cuidado infantil temprano, la atención afectiva que requieren los menores, la escolarización adecuada de los hijos y su culminación de estudios básicos. Las crisis por las que atraviesan algunos de países de la región, repercuten en las familias y afectan la educación de los hijos. Estudios recientes de investigadores cubanos revelan varios indicadores sobre el papel de los padres en la educación, logros, potencialidades, pero también los diversos problemas que se mantienen en algunas familias, suelen incidir negativamente en la formación de la personalidad de sus hijos. La familia es el espacio


fundador y elemento esencial en la solución y enfrentamiento de muchos de los problemas sociales. La escuela enfrenta hoy el reto de compensar estas desventajas que padecen una parte de los niños que son nuestros alumnos; el aprendizaje escolar se deteriora cuando se mantienen estos problemas sociales y familiares. Se impone, entonces, preparar adecuadamente a los maestros para que lleven adelante experiencias y métodos de avanzada en el trabajo de educación a los padres. Destinamos este material a los educadores; pero también deseamos dirigirnos a los especialistas que atienden la formación de estos docentes, los investigadores que intervienen en procesos familiares y comunitarios, e incluso los propios agentes comunitarios que reflexionen acerca de sus prácticas. Los padres requieren más apoyo, comprensión y orientación. La escuela y los maestros están obligados a incrementar la preparación de las familias ante los nuevos retos de los actuales problemas sociales. Nos hemos propuesto que el educador disponga de los elementos teóricos y metodológicos necesarios para la atención a las familias de sus alumnos. Parte esencial del texto lo dedicamos a la explicación de las alternativas que se han revelado efectivas para la educación a la familia. Se investigaron numerosos problemas educativos que deben enfrentar los padres, los maestros, en sus respectivos espacios y en la imprescindible relación socializadora entre escuela y familia. Para contribuir a su solución abordaremos el enfoque participativo que hemos desarrollado en el sistema educacional; destacando al Consejo de Escuela como organización educacional que permite el protagonismo de los padres El material que presentamos es fruto de la colaboración con diversos colegas, el conjunto de profesionales que se interesan hoy por la familia es creciente y variado. ¿CÓMO LOS PADRES CONTRIBUYEN A LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS?

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La psicología y la pedagogía necesitan retomar ideas muy productivas del pensamiento social de avanzada de la segunda mitad del Siglo XIX. Carlos Marx y Federico Engels son los fundadores de una concepción social que dio las coordenadas para avanzar en la elaboración de la interpretación sobre la familia humana y el funcionamiento educativo de los hogares. Pero no puede pretenderse derivar directa y mecánicamente los principios, categorías, conceptos y leyes psicológicas de la Filosofía marxista. La tarea histórica de estos grandes pensadores revolucionarios no consistió en elaborar una concepción de la personalidad humana y su educación, ni tal vez ese empeño hubiera tenido éxito en aquella época. Sin embargo, impresiona la agudeza del joven Marx cuando argumentaba que una psicología que se apartara del estudio del hombre en sus relaciones sociales no podría ser científica (Marx, 1965). Respecto a la familia, los fundadores de la Filosofía Marxista sentaron las bases para comprender su razón social de ser, su determinación y funciones más generales. Ellos se vieron en la necesidad de estudiar a la familia como institución social al elaborar su concepción materialista de la historia; y fueron los primeros en revelar los determinantes sociales fundamentales sobre la institución familiar y su papel en la reproducción social. En los Manuscritos Económico Filosóficos de 1844 Marx aporta un primer elemento para entender a la familia como relación social, al señalar que “la relación directa, natural y necesaria de persona a persona es la relación del hombre y la mujer. Esta relación natural de los sexos, la relación del hombre con la naturaleza, es de inmediato su relación con el hombre”. “También se revela en esta relación hasta qué punto...en su existencia individual es al mismo tiempo un ser social” (Marx, 1965). En la ideología alemana señalan que en el inicio de la historia misma, y por tanto del hombre como ser social, está el hecho de “que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear”, y ahí tenemos la relación social primigenia: “la relación entre hombre y mujer, entre padres e hijos, la familia” (Marx y Engels, 1967). 3


Estos autores dejaron establecido, en una época tan temprana del desarrollo de las Ciencias Sociales, que la familia no es una relación esencialmente biológica, sino que tiene un doble carácter, natural y a la vez social; constituyendo las relaciones de cooperación entre sus miembros su esencia social. Sin dudas que es El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, obra de 1891, la culminación de sus aportes al respecto. El valor de esta obra de Engels es en primer lugar metodológico, por las categorías que elaboró para el análisis de la familia. Demostró, con los datos de su época, que la familia es una categoría histórica y que por tanto cambia de acuerdo con las transformaciones sociales, en cuyo contexto hay que estudiarla y comprenderla. Con el cambio de las formas de propiedad y de producción se producen modificaciones en las relaciones familiares. Las formas y funciones de la familia evolucionan, pero este proceso sufre un retraso respecto a los cambios en las relaciones sociales. Para Engels la relación sociedad - familia no es unidireccional. Expresa que “El orden social en que viven los hombres en una época, en un país dado, está condicionada por esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, por una parte, y de la familia, de la otra”. (Engels, s/f) En esta obra, al proyectar sus ideas sobre la futura revolución social, avizora que “...se modificará mucho la posición de los hombres. Pero también sufrirá profundos cambios la de las mujeres, la de todas ellas. En cuanto los medios de producción pasen a ser propiedad común, la familia individual dejará de ser la unidad económica de la sociedad. La economía doméstica se convertirá en un asunto social; el cuidado y la educación de los hijos, también”. (Engels, s/f) Respecto a la socialización de la educación de los hijos, en otra de sus obras estos autores esbozaron la idea de que hasta entonces la educación familiar había sido la de la explotación de los hijos por los padres; y plantearon que había que sustituirla por la educación social (Marx y Engels, s/f); lo que entendemos hoy como la educación sobre bases más justas, en interés de la nueva sociedad que ellos previeron.

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Algunos aportes de la Psicología para el estudio de la familia Las mayores contribuciones teóricas al estudio de la familia como objeto de investigación psicosocial han tenido lugar en los marcos de la Sociología y la Psicología. El campo de estudios de la familia, abrió espacio a las concepciones de base socio psicológica que divulgaron en Cuba, entre otros, los investigadores del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de la Academia de Ciencias (CIPS, 1990). A la vez, se divulgó el enfoque sistémico que aportaron diversos autores occidentales enmarcados en la terapia familiar (Bateson, 1988; Hoffman, 1992). La vida social, fuente de todos estos avances teóricos, promovió la comprensión de la familia desde el campo de la clínica y de la educación. Tanto en el área de salud como en la educación preescolar, escolar y especial, se realizaron diversos estudios científicos prácticos sobre el funcionamiento familiar; y se difunden concepciones nuevas sobre el funcionamiento de los pequeños grupos humanos, entre ellos los grupos primarios. Por su parte, la actividad social de la mujer promovió la comprensión de los problemas del rol de género, y nos abrió al pensamiento contemporáneo de estos aspectos de la vida familiar (Arés, 1990). Más recientemente se dan a conocer en Cuba algunos autores contemporáneos, fundamentalmente de origen argentino (Cucco, 1994; Pichón Riviére, s/f), que destacan interesantes aportes del pensamiento psicoanalítico en torno a la familia. Sobre la base de una crítica integradora, y con la visión de las investigaciones realizadas en el sistema educacional, se elaboró un marco conceptual que exponemos a continuación. En la interpretación teórica del funcionamiento familiar es fructífero partir del concepto modo de vida familiar y dimensionarlo en el marco de las Ciencias Psicológicas, como ya han intentado otros autores (Álvarez, 1993). Cada familia tiene un modo de vida determinado, que depende de sus condiciones de vida, de sus actividades sociales, y de las relaciones sociales de sus miembros. El concepto incluye las actividades de la vida familiar y las relaciones intrafamiliares, que son específicas del nivel de funcionamiento 5


psicológico de este pequeño grupo humano; aunque reflejan, en última instancia, las actividades y relaciones extrafamiliares. En el concepto de modo de vida se evidencia claramente el condicionamiento de la sociedad sobre la familia; y a la vez sirve de base para comprender la determinación de la personalidad por este grupo primario. En esta concepción del modo de vida es necesario incluir el proceso y el resultado de la representación y regulación consciente de estas condiciones por sus integrantes, pues sus miembros se hacen una imagen subjetiva de diversos aspectos de sus condiciones de vida, sus actividades e interrelaciones; y sobre esa base regulan su comportamiento, aunque en la vida familiar hay importantes aspectos que escapan a su control consciente. Aunque la familia es lo que cada día nos permite vivir, nos satisface o preocupa, resulta bien complejo estudiar ese mundo íntimo. Cada día que vivimos en nuestros hogares están presentes muchos afectos, de profundas raíces, pero solemos ignorar algunos de ellos, o no somos capaces de ganar objetividad para explicarnos las cosas. Para enseñar las primeras letras a un niño, para aplicar la didáctica de una asignatura se requiere un estudio, apoyado en la ciencia pedagógica. Sin embargo, no parece necesitarse un fundamento científico para desempeñar el oficio de ser padre ¡o de ser hijo! ¿Nos guía la fuerza de la costumbre? Pues ciertamente, hacemos muchas cosas en los hogares “porque debe ser así”. La familia es el grupo humano en el cual las personas viven, donde manifiestan importantes motivaciones psicológicas y las realizan en diversas actividades. Tanto para los hijos como para los padres el hogar es el grupo más cercano, con el cual se identifican y desarrollan un fuerte sentimiento de pertenencia, enfrentan y tratan de resolver los problemas de la vida cotidiana en estrecha convivencia. Desde una concepción filosófica materialista histórica y dialéctica, la sociedad determina la vida familiar y a su vez la familia condiciona en sus descendientes importantes cualidades de personalidad. Por tanto, la familia tiene una importante misión de reproducción social porque juega un insustituible papel de transmisión entre lo social y lo personal. 6


Entonces, la familia es un pequeño grupo humano primario, en donde sus integrantes satisfacen una serie de necesidades materiales y desarrollan complejos procesos motivacionales y afectivos estrechamente interrelacionados. Cada familia tiene un modo de vida determinado, que depende de sus condiciones de vida, de sus actividades sociales, y de las relaciones sociales de sus miembros. La familia tiene una realidad objetiva, plasmada en estas condiciones materiales del hogar, pero para cada uno de sus integrantes las condiciones de vida, de la actividad económica y social de los miembros, tienen una importante repercusión subjetiva. Cabe preguntarse cuánto influyen las estrecheces económicas, las condiciones materiales difíciles de un hogar sobre el bienestar y la educación de los niños y adolescentes. Parece que el punto está en la insatisfacción que determinadas dificultades materiales provocan en los integrantes de la familia. La diferencia entre el ideal o modelo de familia al cual aspiraban y las condiciones que tienen en un momento dado puede ser perturbadora para algunas personas. No se trata de una explicación sencilla o lineal. Esto depende de las aspiraciones, de la confianza de la persona en lograrlas, del ideal compartido entre los miembros del hogar. También es importante si las personas tienen ayuda, si cuentan con una red de apoyo afectivo y material, si sabe el camino para avanzar en la solución de sus dificultades. Estos factores, entre otros, influyen en el estado emocional de los miembros de la familia y también en los niños y adolescentes. Afecta a los hijos la percepción que tienen los padres y familiares mayores acerca de estas condiciones de vida. Si los hijos perciben la confianza de los adultos en el futuro y el optimismo de cada día, ayudan en la solución de muchos problemas del hogar. Esto se relaciona mucho con los valores de las personas; hay quienes tienen una elevada aspiración material, pero otros comprenden la importancia de los valores espirituales como la solidaridad, el ser queridos y aceptados, el disfrutar de la cultura, entre otros aspectos. Para muchos la salud, el bienestar físico, la aceptación de sus

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semejantes, constituyen una fuente de satisfacción bien merecida, que les permite soportar cualquier otra estrechez. En situaciones de tensión de la función económica familiar, o sea, cuando los padres están muy ocupados en buscar el sustento diario, y lo que obtienen no les parece satisfactorio, se tensan las relaciones intrafamiliares, se produce una frecuente irritación entre los miembros encargados de cumplir esa función de sustento material. Pudiera pensarse que los problemas o la vulnerabilidad de la pareja son anteriores a la situación de dificultades materiales, pero realmente este tipo de problemas subjetivos pueden ser tanto causa como efecto, son cuestiones que interactúan entre sí. Como vemos, en el modo de vida se incluye también el proceso de la representación y regulación consciente de estas condiciones por sus integrantes, pues sus miembros no sólo se hacen una imagen subjetiva de diversos aspectos de sus condiciones de vida, sus actividades e interrelaciones; sino que muchas veces se proponen cambiarlas, tratan de dirigir sus destinos hacia una determinada aspiración o ideal. Comprensión de las funciones familiares La concepción sobre las funciones familiares adentrarnos en el análisis del diario vivir familiar.

nos

permite

Las actividades y relaciones intrafamiliares, que se agrupan en funciones familiares, están encaminadas a la satisfacción de importantes necesidades de sus miembros, no como individuos aislados, sino en estrecha interdependencia. A través de esas actividades y en esa vida grupal es que se produce la formación y transformación de la personalidad de sus integrantes. El concepto de función familiar (Meier y Gysi, 1982), comprende la interrelación y transformación real que se opera en el seno de la familia a través de sus relaciones o actividades sociales, y precisamente por efecto de las mismas. Las formulaciones sobre las funciones de la familia son comunes en la mirada sociológica sobre esta institución social (Assman y Stolberg, 1986) manifestándose

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diversos criterios y clasificaciones descriptivas que muchas veces son ajenas a la interpretación materialista histórica de la sociedad. Los especialistas del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas dieron a conocer en nuestro medio, en la segunda mitad de los 80, las concepciones al respecto del Instituto de Política Social y Sociología de la desaparecida República Democrática Alemana. En los materiales cubanos se intenta dimensionar los aspectos psicológicos de las diferentes funciones, aunque a veces se mantiene el anclaje al aparato conceptual de la Sociología (Álvarez, 1993). Es necesario subrayar que las funciones se expresan en las actividades reales de la familia y en las relaciones concretas que se establecen entre sus miembros, asociadas también a diversos vínculos y relaciones extrafamiliares. Pero a la vez se vivencian en la subjetividad de sus integrantes, conformando las representaciones y regulaciones cuya riqueza psicológica es notable. Resulta evidente que dichas funciones no las desempeña cada familia como se le ocurra, sino que están socialmente condicionadas, y se transforman a lo largo de la historia como reflejo del cambio social. Estas actividades y relaciones intrafamiliares posibilitan transmitir los conocimientos iniciales y formar en los hijos las primeras cualidades de personalidad que son la condición para su asimilación ulterior del resto de las relaciones sociales. A la vez, las relaciones afectivas entre los integrantes del grupo familiar, su comunicación interpersonal, no ocurren al margen, sino que precisamente tienen su contenido psicológico en el desarrollo de estas actividades que agrupamos en las funciones familiares. Estas funciones familiares no se pueden concebir mecánicamente, o considerarlas exteriores al desarrollo familiar; se expresan en las actividades cotidianas de la familia, en las relaciones concretas que se establecen entre sus miembros, que están inmersos en numerosos vínculos y relaciones extrafamiliares. A la vez están socialmente condicionadas, y se transforman como reflejo del cambio social. La familia desempeña en primer lugar una función económica, que la caracterizó históricamente como célula básica de la sociedad. Los 9


especialistas agrupan en esta función las actividades relacionadas con la reposición de la fuerza de trabajo de sus integrantes; el presupuesto de gastos de la familia en base a sus ingresos; las tareas domésticas relacionadas con el abastecimiento, el consumo, la satisfacción de una serie de necesidades materiales individuales, etc. Las relaciones familiares que se establecen y los roles hogareños que se desempeñan en la realización de estas tareas son esenciales para caracterizar a la familia. Por su parte, la función biosocial de la familia comprende la procreación y crianza de los hijos, así como las relaciones sexuales y afectivas de la pareja. Estas actividades e interrelaciones son de gran importancia en la estabilidad de los padres y en la formación emocional de los hijos. Aquí se incluyen las relaciones que dan lugar a la seguridad emocional de los miembros y su identificación con la familia. La función espiritual-cultural de la familia se refiere a la satisfacción de las necesidades culturales de sus miembros, la superación y esparcimiento cultural, y muy especialmente a la educación de los hijos. La función educativa se produce a través de las otras enumeradas hasta aquí; pues se manifiesta lo que se ha llamado el doble carácter de las funciones ya analizadas: es decir, satisfacen diversas necesidades de los miembros, pero a la vez educan a la descendencia. Por ejemplo, enseñan a los hijos cómo satisfacer dichas necesidades materiales en estrecha interdependencia humana. Para la Psicología de la familia, lo que se trata es de comprender qué sentido subjetivo tienen las actividades e interrelaciones educativas para sus integrantes; hasta qué punto las regulan conscientemente (pues existen diversas influencias educativas que no se representan conscientemente); y cómo las asumen en sus planes de vida. En el estudio longitudinal realizado en nuestro país con 45 familias durante la adolescencia y el inicio de la juventud de los hijos, se demostró que determinados sistemas familiares pueden llegar a ejercer una regulación consciente muy activa sobre la formación de los planes de vida de los hijos; mientras que en otros hogares esta

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regulación no logra sistematizarse consciente. (Castro, 1991)

ni

dirigirse

en

un

plano

Como puede apreciarse, las funciones familiares constituyen un sistema de complejos inter condicionamientos; la familia no es viable sin cierta armonía entre ellas; una disfunción en una de ellas altera al sistema. Cuando la familia experimenta una recarga en la atención de un hijo enfermo crónico, se pueden descuidar aspectos espirituales y culturales de los padres. Otro tipo de sobrecarga ocurre frecuentemente con los quehaceres de la subsistencia familiar, que suelen restar dedicación a la función educativa. La familia vista como un como sistema Un desarrollo teórico y científico práctico en nuestro medio está en el terreno de la psicología de los grupos pequeños. El estudio psicológico de la familia como grupo humano había sufrido un retraso debido en parte a dificultades metodológicas y también porque las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas condujeron a la priorización de las investigaciones de los grupos socio - laborales. Se considera a la familia como el grupo humano primario más importante en la vida del hombre. Para la Psicología Social de orientación materialista histórica el grupo humano es una comunidad de personas que actúa entre sí para lograr objetivos conscientes, una unidad que actúa objetivamente como sujeto de la actividad (Sherkovin, 1986). El grupo debe tener los conocimientos y habilidades necesarias para que su actividad se consolide en la experiencia. En los llamados grupos primarios la relación se apoya no sólo en contactos personales, sino también en la gran atracción emocional de sus miembros hacia los objetivos, en el alto grado de identificación de cada uno con el grupo. Ejemplo típico de ello es la familia. La base psicológica y social de la acción grupal es la comunidad de intereses, de objetivos y la unidad de las acciones. En el grupo pequeño se ejerce un control social peculiar sobre los miembros, se adoptan ciertas normas y valores y se espera de cada uno su cumplimiento. Hay en su seno mecanismos de aprobación y desaprobación de las conductas de sus integrantes, en función de las 11


normas y valores aceptados que regulan, por ejemplo, desde los horarios de vida hasta el comportamiento disciplinario de los hijos. En el grupo familiar, sus actividades, de contenido psicológico muy personal, producen una comunicación emocional y una identificación afectiva que responde en primer lugar, a necesidades íntimas de la pareja y a los lazos de paternidad y filiación, privativos de la familia. En el seno de la familia las actividades comprendidas en las distintas funciones mediatizan el desempeño de roles, las relaciones interpersonales, los afectos familiares, la identificación entre sus miembros, la empatía y la cohesión. Esto ocurre en un proceso que pudiéramos asemejar a la ontogénesis, en el cual va enriqueciendo sus actividades hasta desarrollar y desplegar plenamente sus funciones. Al constituirse la familia, sus integrantes aportan a las nuevas interrelaciones sus condicionantes que traen de otros grupos humanos de procedencia y referencia, pero en la medida en que desarrollen las funciones específicas -económica, biosocial, espiritual- comienza a producirse la mediatización de las relaciones por las actividades significativas. (Petrovsky, 1986) Esta peculiar génesis grupal se inicia por la formación de una actitud de los miembros hacia el contenido de sus actividades fundamentales. Pero esos contenidos están socialmente condicionados: en el proceso se produce la apropiación de los valores sociales relativos al modo de vida familiar, que son expresión del modo de vida social. Por ejemplo, el comportamiento pautado socialmente para una madre y un padre, en un medio socio-cultural determinado, está expresado en estos valores o modelo social (Boiko, 1988). A medida que la función educativa familiar se despliega y se hace más compleja, las actividades educativas también van a mediatizar toda una esfera de relaciones entre los miembros de la familia. En cierta etapa de lo que se ha dado en llamar “ciclo vital”, los miembros adultos tienen una actitud más o menos consciente ante el contenido, los objetivos y los métodos de las actividades que realizan en el hogar, encaminadas a la formación de la descendencia. Sin embargo, el hijo pequeño aún no ha formado 12


estas actitudes, los móviles de su comportamiento hay que explicarlos de otra manera. Sólo en la pubertad comienza a formar sus orientaciones motivacionales y de valor llegando a manifestarse en el hijo, como demostramos en nuestras investigaciones (Castro, 1991), la implicación creciente en diversas actividades educativas comprendidas dentro de esta función familiar. En la vida de la familia se conforma una estructura de relaciones que se expresa en la esencia de las funciones explicadas. Puede decirse que cada miembro juega su rol en estas actividades cotidianas, y ocupa un status determinado. En la actividad de todo grupo pequeño se puede manifestar una división del trabajo, un fraccionamiento interior, una estructura en la comunicación y en la toma de decisiones. Es de señalar el interés que han tenido varios autores cubanos en elaborar materiales de orientación a padres que aborden estas cuestiones de la organización de las tareas en el hogar, el ejercicio de la autoridad y la comunicación intrafamiliar (Castillo, 1989). La Terapia de familia abrió el camino al enfoque sistémico, a partir de los estudios de la Escuela de Palo Alto fundada alrededor de G. Bateson (1988), aunque posteriormente autores de diverso encuadre teórico se valen de conceptos tomados de la Teoría General de los Sistemas, de L. Bertalanfy, para explicar diversos aspectos del funcionamiento familiar. Se ha señalado que la aparición de estos enfoques sistémicos constituye un salto epistemológico en la interpretación de la psicopatología de la personalidad. (Hoffman, 1992) Realmente se logró un cambio del enfoque lineal de la aparición de un síntoma en un miembro de la familia, al enfoque “circular”. Cabe decir que en la historia de la Psiquiatría se vio primeramente a la enfermedad como una alteración de un órgano; más tarde como el trastorno integral de una personalidad -con todos los componentes psicobiológicos-, y sólo con este nuevo enfoque se llegó a comprender la enfermedad psiquiátrica como un trastorno familiar. La terapia de familia pone el énfasis en la solución de los trastornos psicopatológicos de los miembros de la familia, así como los problemas de interacción que no tenían solución por los 13


procedimientos tradicionales de la psicoterapia. Pero sucedió que se entremezcló el desarrollo de modelos teóricos puntuales sobre aspectos de la realidad psicológico-familiar con la implementación de procedimientos para su tratamiento, y en muchos casos se subestimó la necesidad de una fundamentación teórica abarcadora, y a la vez consistente con el desarrollo actual de las Ciencias Psicológicas. Se le puede atribuir determinado valor a los métodos clínicos que introduce la terapia de familia; de hecho la práctica de la psicología clínica en Cuba la toma hoy con creciente interés. De acuerdo con el enfoque que estamos presentando, la familia puede considerarse como un sistema. Esto significa interpretar como una unidad sus distintos componentes, las interrelaciones de sus miembros en torno a todos los problemas de la vida cotidiana, el intercambio de sus opiniones, la correlación de sus motivaciones, la elaboración o ajuste de sus planes de vida, etc. La unidad del sistema familiar es realmente un proceso dinámico, que va desarrollándose a lo largo del ciclo vital, con etapas de grandes cambios, y otras de relativo equilibrio. En el sistema familiar suelen diferenciarse los subsistemas, como los de la pareja parental, el subsistema de los hijos, o la díada madrehijo. Es productivo considerar la existencia de límites, más o menos precisos, entre estos subsistemas; así como las relaciones (o las reglas de interacción) entre ellos. También se pueden estudiar espacios del desempeño de las actividades de cada subsistema y de los miembros en particular, como veremos más adelante en esta obra. La familia es un sistema abierto que está recibiendo continuamente, como unidad, las influencias de otros grupos sociales. Recibe las de la escuela, tanto a través de los hijos como por el contacto de los maestros y los padres; además está influenciada por la vida sociopolítica del país a través de la inserción sociolaboral de los familiares adultos. También recibe, y no es despreciable, la influencia de la opinión social en la comunidad cercana, y a través de los medios de difusión. Además, la familia es un sistema que se autodirige con cierto grado de conciencia colectiva de sus miembros. Los padres, como 14


subsistema rector, elaboran paulatinamente su representación del modelo social de familia, es decir de los valores sociales históricamente formados en la conciencia social acerca del matrimonio, la familia, sus funciones, la educación de los hijos, etc. En base a esta representación, que no es estática, se trazan sus aspiraciones y tratan de regular las actividades intrafamiliares de acuerdo a sus concepciones y sus planes. A partir de esta representación, que suele llamarse también ideal de familia, se trazan sus aspiraciones y tratan de regular las actividades intrafamiliares. Esta representación ideal se forma paulatinamente como apropiación del modelo social. Además, se modifica debido a los cambios que va experimentando la familia en su vivir: las concepciones y planes de los padres, que luego son compartidas con los hijos en la adolescencia, de ninguna manera pueden considerarse estáticas. La familia como grupo primario más importante en la vida del ser humano, no es una simple célula que compone el tejido social y depende de las fuerzas históricas o culturales. También sus integrantes son conscientes de su vida como unidad, comprenden y comparten una comunidad de intereses, que son altamente significativos para ellos; saben cuáles son sus objetivos, y su conducta. A la vez que la familia representa con cierto grado de conciencia estos fines o ideales, en su seno se viven sentimientos personales recíprocos. Los sentimientos y relaciones emocionales crean un clima psicológico que repercute en la actividad de sus integrantes. En la familia se ejerce un control social peculiar sobre los miembros; se adoptan ciertas normas y valores, más o menos explícitamente y se espera de cada uno su cumplimiento. Esta regulación o control consiste, por ejemplo, en mecanismos de aprobación y desaprobación de las conductas de los integrantes en función de las normas y valores aceptados por toda la sociedad. La elaboración de una concepción sobre los roles sociales, que se atribuye inicialmente a R. Linton, y T. Parson, se ha retomado ahora por estudiosos de la familia de diversa procedencia, entre ellos psicoanalistas argentinos como Enrique Pichón Riviére, fundador de 15


una escuela propia de Psicología Social. De acuerdo a esta última corriente, cada uno de los miembros de la familia desempeñan roles que encarnan las relaciones y valores de la sociedad en su conjunto; sirviendo así de poderoso medio de reproducción social. (Pichón, s/f) En el interior del grupo primario que es la familia, el rol de cada integrante “engarza” con los restantes mediante una serie de mecanismos de adjudicación y asunción de roles. Así, al analizar el conjunto de roles femeninos (mujer, esposa, madre, hija) observamos que cuando la mujer deviene madre llega a asumir - por sus condicionamientos familiares y sociales - el desempeño de este rol familiar; pero a la vez le adjudica al padre, al hijo, determinados contenidos para sus respectivos roles. En esta línea de razonamiento, el hombre, educado en su familia para cierto desempeño de los roles masculinos, busca y tiende a estabilizar pareja con una mujer de la cual espera obtener el desempeño complementario. El adjudicará atributos de rol y ella los asumirá en la medida en que fue educada para el ejercicio de ese rol femenino. En esta concepción resulta muy clara la determinación de la personalidad de los hijos en el seno de la actividad familiar. El niño, o la niña, es llevado a asumir su rol genérico muy tempranamente, y en ese desempeño de roles como hijo, además aprende (interioriza) cómo es el comportamiento familiar de la madre y del padre respecto a su persona. Hay que señalar que esta concepción tiene valor metodológico en los trabajos socio-psicológicos encaminados a transformar a las familias en el seno de la comunidad. (Cucco, 1994) Sobre el ciclo vital de la familia Al estudiar el ciclo vital los especialistas de la familia describen las etapas de formación de la pareja, de crianza y educación de los hijos pequeños, de la relación con los hijos adultos, etc. Cada etapa del ciclo vital comprende actividades familiares socialmente determinadas, que permiten caracterizar cierta jerarquía de las funciones familiares. En cada nueva etapa se pueden presentar crisis específicas porque las exigencias superiores que plantea el 16


cumplimiento de las funciones familiares demandan un cambio en las interrelaciones de los miembros. O sea, estas etapas están también en dependencia del desarrollo histórico y de las condiciones sociales en las que viven las familias concretas. Todas las familias atraviesan un ciclo de vida o desarrollo secuencial que comprende determinadas fases o etapas, las que difieren entre sí ya sea por la naturaleza de las transformaciones estructurales de la familia, actividades familiares propiamente dichas y etapas del desarrollo de sus integrantes. En general estas fases son las de formación, extensión, contracción, y disolución. La Dra. Elsa Núñez ha señalado que este concepto sugiere una ordenación inherente a su propio desarrollo. (Núñez, 2003) Por supuesto que cada pareja es única e irrepetible, pero los estudiosos del tema afirman que las que perduran atraviesan algunas de las mismas fases secuenciales, a veces simultáneas y requieren del logro de ciertas tareas comunes. La solución de tales tareas no se hace de una vez y para siempre, más bien tiene lugar dentro de un proceso de cambio continuo, variando en relación con las necesidades de la pareja y el estado época en que se encuentre. Este concepto presupone la posibilidad de estudiar a la familia como una institución con vida propia en su interacción con la institución escolar y en evolución, con cierto movimiento dialéctico, donde cada etapa es a su vez culminación y síntesis de las anteriores y premisa y condición para el desarrollo de la posterior. Por supuesto además de la posibilidad que nos ofrece de estudiarla también desde dentro, desde su propia dinámica a través de las relaciones que establecen sus miembros para cumplir las llamadas “tareas”, donde se nos revelan de hecho importantes elementos para comprender el esquema de funcionamiento familiar, específicamente el cumplimiento de la función educativa va dentro de la que se inscribe nuestro análisis. Algunos autores han pretendido colocar los estadios del ciclo familiar dentro de las categorías utilizadas para el desarrollo individual, (sus primeras clasificaciones tuvieron realmente ese origen), sin embargo no han tenido mucho éxito en este empeño pues la periodización del desarrollo individual tiene una base biologicista fundamentalmente, 17


sin embargo el ciclo vital familiar está determinado en gran medida por factores socio cultura les, aunque están presentes también‚n elementos biológicos, por ejemplo, no sería razonable considerar al noviazgo, matrimonio, maternidad y paternidad antes de alcanzar la capacidad reproductiva, pero resulta claro que dicha capacidad es sólo condición necesaria para el emparejamiento, más no suficiente. En cuanto a las tareas propias de cada etapa del ciclo familiar la mayoría de los autores expresa que la propia naturaleza de las relaciones de pareja es tal que varias tareas centrales se encuentran en todas las etapas. Además, el fundamento para el logro de estas tareas particulares descansa o se basa en un período cronológico anterior. De ahí la importancia de las primeras etapas de la vida de la pareja en el desarrollo de habilidades como las comunicativas, de adaptación mutua, de negociación ante conflictos. Dentro de la literatura consultada, el primer autor que toma como unidad de análisis en algunas etapas del ciclo vital la vida escolar de los hijos es E. Duvall (1970), uno de los pioneros de los estudios de la terapia familia en los Estados Unidos en la década del 40. El segundo autor a que hacemos referencia es R. Macías, quien en el ano 1994 en México publica la periodización que encontramos más completa. Cada etapa se caracteriza por que los miembros de la familia asumen determinados comportamientos y tienen reacciones que parecen ser en cierta medida consistentes en la generalidad de los seres humanos, estos comportamientos sirven para cumplir funciones específicas para la realización de un período determinado. Dichas reacciones y conductas facilitan el paso a la etapa siguiente siempre en busca de un equilibrio tendiente al desarrollo. R. Macías (1994) plantea que en realidad las etapas del ciclo vital familiar no siempre son sucesivas, sino que en muchos casos se dan de manera simultánea, llegando en ocasiones a pasar a una posterior sin haber cumplido de forma adecuada o completa la anterior con las vicisitudes lógicas y necesarias para lograr un proceso evolutivo sano y positivo. Las etapas del ciclo familiar para este autor son:

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Antecedentes (fases preliminares). Desprendimiento de la familia de origen. •

Encuentro y cortejo.

El proyecto de pareja y la decisión de serlo.

Inicio (fases tempranas). El matrimonio. •

Compromiso de vida y constitución formal de la pareja.

Integración inicial y decisión de ser familia.

Advenimiento de los hijos. nuevos roles.

Familia e hijos pequeños. Lactancia. Infancia.

Desarrollo (fases intermedias). Familia y época preescolar. •

Los hijos y la escuela.

Pubertad y adolescencia en los hijos.

Los hijos jóvenes adultos.

Declinación (fases tardías). Desprendimiento de los hijos, nido vacío y reencuentro. •

Nuevas familias, nuevos roles.

Vejez y muerte. Disolución de la familia nuclear.

Desde nuestra concepción, los miembros adultos de la familia plantean al niño en cada edad una serie de exigencias históricamente formadas. Precisamente las fuerzas motrices del desarrollo de la personalidad radican en el interjuego de las necesidades ya formadas en cada etapa de la vida del niño, y la situación social de desarrollo en que se encuentre; es decir, las exigencias adultas, su inclusión en las actividades conjuntas con los adultos significativos, que reclamarán de él la adquisición de nuevas habilidades y la formación de nuevos motivos. (Domínguez, 2005) La esencia del papel formativo de la familia radica en conducir el desarrollo de estas actividades, formadoras de estas necesidades y motivos que se estructuran como motrices de la personalidad en cada etapa. 19


En la edad preescolar el niño está subordinado en todo y por todo al adulto, del cual depende su bienestar emocional. Al final de esa etapa, el familiar más cercano se convierte en modelo para la imitación. Más adelante, la aprobación o desaprobación del padre llega a constituir uno de los motivos fundamentales que impulsa al niño en su comportamiento y en la formación de su personalidad. A medida que el hijo avanza en la edad escolar, se va haciendo más independiente y encuentra en las relaciones con sus coetáneos nuevos motivos de la conducta. En nuestra cultura, al llegar el hijo a la edad escolar media, el cambio más importante en la situación social de desarrollo debe consistir en el papel creciente del colectivo de coetáneos. Pero también en estas edades la familia plantea exigencias más elevadas; su influencia no desaparece. En nuestro medio el tránsito de la familia por el ciclo vital está regido por las contradicciones entre mantener las antiguas relaciones y normas de funcionamiento familiar y la necesidad de dar nuevas responsabilidades a los hijos, a la vez que mayor autonomía. La familia no logra mantener su unidad a lo largo del ciclo vital sin cierta armonía entre las funciones familiares. Una disfunción o un fallo en alguna de ellas parecen alterar el sistema. El estudio de las disfunciones familiares ha cobrado auge en el presente. Para la mirada específica de la escuela, un hogar puede ser disfuncional cuando tiene serios problemas para cumplir la función educativa con sus hijos y no muestra evidencias de poder resolver por sí mismos dichos problemas. Se aprecia además la insatisfacción o malestar en varios de sus integrantes, o se deteriora todo el clima familiar. Sin embargo, es delicado “diagnosticar” la disfuncionalidad. En una situación dada, el comportamiento de un miembro de la familia puede valorarse de disfuncional a la luz de la psicología individual; sin embargo, ese comportamiento extraño produce a nivel del colectivo familiar el mantenimiento del sistema. Por otra parte, puede que al evaluar algunas funciones familiares se determine el incumplimiento de cierta actividad mas, sin embargo, a nivel de sistema el hogar avanza en la educación de los hijos, y todos logran determinadas satisfacciones en este sentido. De hecho, 20


los criterios de disfuncionalidad son incompletos si se desconoce la complejidad del sistema, en particular sus mecanismos de regulación que explican su desarrollo a más largo plazo. La comunicación en el hogar El hogar debe asegurar el amor y la protección mutua de sus integrantes. Los miembros de la familia experimentan la necesidad de la seguridad emocional, que en particular los más pequeños ven satisfecha en su relación con los padres. Del afecto que los padres expresan al hijo pequeño se origina en buena medida su capacidad de amar. Además, la identificación emocional con el hogar propio constituye un importante factor de estabilidad psíquica para todos. Esto significa que la familia representa un refugio donde cada uno encuentra la seguridad y el afecto. La persona experimenta así el apoyo y solidaridad de los demás miembros a sus esfuerzos y a sus planes, obtiene un reforzamiento a sus opiniones personales. Los miembros de la familia experimentan la necesidad de la seguridad emocional, que en particular los más pequeños ven satisfecha en su relación con los padres. La identificación emocional con el hogar es un importante factor de estabilidad psíquica para todos; esto significa que el hogar constituye un refugio donde cada uno encuentra la seguridad y el afecto. La persona experimenta así el apoyo y solidaridad de los demás miembros de la familia a sus esfuerzos y a sus planes, y obtiene también un reforzamiento a sus opiniones personales. Las relaciones afectivas nos conducen al tema de la comunicación intrafamiliar. Este resulta uno de los aspectos más investigados en nuestro medio, pero con diversidad de enfoques teóricos y metodológicos. La concepción sobre la comunicación es central en la construcción de una Psicología de orientación materialista histórica, y en la familia es donde el ser humano vive su comunicación más estrecha a lo largo de su ontogenia. La comunicación desempeña importantes funciones informativas, regulativas y afectivas, cuestiones que están indisolublemente ligadas (Álvarez, 1994). En el desarrollo de las actividades 21


hogareñas conjuntas se produce una necesaria comunicación entre los miembros, aunque también ellos dedican parte de su tiempo a la actividad específica de la comunicación afectiva, que se convierte en motivo de la actividad intrafamiliar. Esta comunicación expresa las necesidades e intenciones de los miembros del grupo familiar; mediante ella se ejerce una influencia en sus motivos y valores, condicionándose las decisiones vitales de todos. Dedicamos otra parte de esta obra para ampliar sobre los problemas que puede presentar la comunicación en la familia. En cierta medida la vida afectiva familiar es precondición para el funcionamiento adecuado del sistema, incluyendo el cumplimiento de sus funciones de reproducción social. Aquí operan mecanismos de regulación del sistema que en buena medida no son conscientes para sus miembros. Sobre las familias con hijos que presentan necesidades educativas especiales Cada día nacen en nuestro país algunas decenas de niños que presentarán defectos en su sistema nervioso, o en sus cuerpos, y que tal vez lleguen a convertirse en discapacitados. Otros sufren a lo largo de su infancia accidentes o enfermedades cuyas secuelas pueden conducir también a la discapacidad. Todos ellos viven en el seno de hogares que nunca estuvieron preparados para tales eventualidades. Se trata, aproximadamente, del 3% de nuestra población infantil: una de cada treinta familias que conviven en nuestras comunidades cuentan hoy, o tendrán en su seno el día de mañana, niños o adolescentes con discapacidades. Nuestra sociedad ha formado históricamente determinados valores que privilegian a una niñez saludable, educada, ¡hasta hermosa! Todos nos sentimos apenados cuando estamos ante un niño con defectos ostensibles. Pero además, nos sentimos "extrañados"... su presencia parece contradecir los ideales sociales sobre la niñez feliz, en cuyo nombre se dedican tantos recursos y esfuerzos. Ellas y ellos reclaman que cambiemos determinados estereotipos actitudinales, ciertas prácticas sociales y profesionales que resultan discriminatorias. También demandan la ayuda terapéutica y 22


pedagógica para convertirse en individualidades relevantes de nuestras comunidades, integrantes de familias satisfechas por haber llevado adelante su misión socializadora, a pesar de los obstáculos interpuestos por una salud precaria, un cuerpo deforme, o un accidente fortuito. Nos encontramos aquí ante el estudio de los padres que inesperadamente tienen hijos con severos trastornos o defectos… ¿son hogares diferentes; funcionan estas familias de manera peculiar; se requieren otros conceptos para entenderlas? Debemos asumir que las personas nunca llegarán a ser física o psíquicamente iguales entre sí, que la variabilidad, la diferencia, se expresará en todas sus gamas. En esta época de creciente humanismo es necesario tolerar y hasta reconocer a los que son distintos. Siempre existirán niños con determinadas diferencias individuales, que les conducirán a presentar necesidades "especiales" educativas y de socialización. La variabilidad genética de la especie lo predetermina, más allá de las posibles enfermedades hereditarias, algunas de las cuales no son previsibles. La probabilidad de un trastorno durante el embarazo, de una dificultad obstétrica, o de un accidente en la infancia, no se podrá reducir a cero. El descubrimiento de la discapacidad del hijo en un momento temprano de la vida se experimenta generalmente con dolor, y esto es legítimo (Buscaglia, 1991). Para los padres esto constituye una gran lesión al concepto que tienen de sí mismos; o una herida narcisística. Comúnmente las familias atraviesan por un período de interiorización de esta nueva realidad. Esto quiere decir que hay un período de elaboración del duelo por las pérdidas experimentadas. Suelen quebrantarse las esperanzas en torno al hijo y al ideal de familia que tenían formado. Es natural que la madre y el padre, ante este evento inesperado, se pregunten muchas cosas, que en otras circunstancias nos parecerían cuanto menos extrañas. El padre se preguntará en primer lugar qué sucedió, qué hizo mal, por qué le tenía que ocurrir a ella, o a él... Tal vez estos acontecimientos nunca previstos lleven a los padres a 23


reflexionar mejor sobre sus personas, descubrir nuevas reacciones en ellos, dificultades que nunca antes quisieron o pudieron percibir; quizás los conduzcan a descubrir potencialidades nuevas. Pero para la mayoría de las personas se vivencian complejos sentimientos, y resulta más o menos doloroso atravesar por estos momentos. A veces se quiere que los padres con hijos con defectos sean superiores a las demás personas, tanto en su capacidad de resistir las frustraciones, como en su estoicismo por los sufrimientos, o por sus fuerzas para atender los cuidados especiales que requiere el hijo. ¡Se trata ante todo de padres!, como cualesquiera otros de nuestra sociedad. Sufren y necesitan llorar, a veces se ilusionan y sueñan, otras dudan, se confunden, hasta se equivocan... pero legítimamente quieren algo mejor para sus hijos y seguramente son capaces de hacer mucho más por ellos. Los sentimientos de los padres Los sentimientos de miedo, desconsuelo, desespero o culpa, que estos padres pueden experimentar son humanos, e incluso pudieran verse como adecuados. Lo extraño sería no sufrir ante la evidencia del hijo con discapacidad. Se puede llegar a sentir vergüenza ante la pareja, o ante otros familiares, y conocidos por haber traído al mundo a un ser deforme, "defectuoso". Resulta común una etapa en que los padres se tienen lástima a sí mismos por lo que les ha deparado el destino. Los sentimientos de frustración pueden conducir al rechazo por la situación y por el hijo; pero como el mensaje social de aceptar a los hijos pequeños es más fuerte, los sentimientos asociados a la negación o el rechazo quedan en el plano inconsciente. En nuestra práctica profesional nunca hemos visto que alguien rechace en todo y por todo a un hijo. Pero culpar a los padres por estas reacciones emocionales negativas de rechazo que quizá inconscientemente expresen, sería muy unilateral. Más valdría reconocerles la gran dosis de aceptación y los esfuerzos positivos que realizan por el hijo. En fin, parece muy sano que evitemos el malestar, el dolor; así que no debe extrañarnos que los padres evadan el reconocimiento pleno 24


de lo que ocurre con el hijo. En buena medida la reacción inicial depende del tipo de información que se da a los padres, e incluso de las actitudes del profesional que suministra esa información (Bert, Gómez). El impacto inicial por la noticia está relacionado también con la gravedad del daño, la “visibilidad” del mismo, y lo que puede pronosticarse acerca de su futura evolución. Hay limitaciones físicas, sensoriales o mentales que aparecen insidiosamente, es decir, se descubren tras unos meses de aparente "normalidad" del bebé. Otras impactan por su evidencia, desde el primer día de vida. A veces la madre no es la primera en recibir la información, pues se encuentra recién parida o recuperándose. Entonces, es el padre quien conoce primero de las explicaciones médicas, aunque el esposo, debido a los roles tradicionales de nuestra cultura, esté poco preparado para ello. Como regla los hombres no son los que llevan a los niños al médico, ni los principales encargados de atender la salud de algún familiar que lo requiera. Un recurso muy manido es la atenuación del problema ante el resto de la familia; ya sea por una especie de auto engaño, o por intento de evitación del dolor... Pero la duda la incertidumbre, pueden provocar más ansiedad que la verdad dolorosa. Los niños son muy receptivos a los estados emocionales de los padres, en seguida se percatan que algo ha sucedido con el hermanito que esperaban todos. No es de extrañar la ocurrencia de explosiones emocionales, tanto en los padres como en otros miembros íntimos de la familia. Tal vez sea preferible cierta dosis de expresión emocional de los verdaderos estados depresivos, frustración y dolor, en lugar de la contención tensa. Cambiemos la mirada: no veamos el asunto “externamente”, como personas de “bata blanca”. Asumamos juntos, profesionales y padres esta realidad humana, es la nuestra. ¿Cómo los padres recorren esta etapa de sus vidas? Samuel Kirk plantea en los años 50, en una obra precursora dedicada a los padres con hijos deficientes mentales, que se manifiesta un proceso de enfrentamiento hasta la aceptación de la 25


discapacidad del niño, y señala sus etapas (Kirk, 1957). Luego se han sucedido diversas propuestas, numerosos autores formularon etapas de este enfrentamiento, pero muchas de ellas carecen de una interpretación de los procesos familiares subyacentes; otras no revelan su base empírica. Se observa la tendencia de entender como un camino único e inevitable que debe recorrer toda familia para adecuarse a estas situaciones no esperadas. Nosotros proponemos tomar en cuenta factores o variables que expliquen los posibles cursos que sigue este proceso. Esto remite a la posibilidad de establecer tipos de familias, las tipologizaciones son comunes en diferentes estudios sobre familias no relacionados con la discapacidad. En nuestros estudios preferimos entender la constelación peculiar de factores que puede darse en una familia, en lugar de hipotetizar un curso predeterminado de aceptación; pues el recorrido se convierte en normativo; los profesionales tratan de encontrarlo en cada padre que atienden. En los estudios sobre familia, Patricia Arés (2003) ha establecido diversos factores a tener en cuenta para determinar la funcionalidad familiar y evaluar los posibles desajustes. Asimismo Isabel Louro (2000) ha construido y validado una interesante escala para analizar la funcionalidad del sistema familia, que hoy la emplean los médicos de familia. En la educación especial, a partir de los trabajos de Silvia López (2000) algunos investigadores han empleado disímiles indicadores, mientras que otros han propuesto etapas de la adaptación al evento paranormativo que constituye la aparición de un defecto severo en el hijo. Pero quizá el problema no está centrado en la familia. En este proceso de asumir la realidad del hijo con discapacidad debemos entender otro eje, que es la relación social entre los profesionales y los padres. Numerosos estudios actuales indagan la satisfacción de los padres de los niños con discapacidades respecto a los servicios de salud, pues existen problemas aún no resueltos. Advertimos en nuestros estudios de terreno que hay una tendencia entre los profesionales del sector a suponer que los padres deben 26


“aceptar” la realidad del hijo con defectos. En ocasiones se quiere contraponer el diagnóstico objetivo de las características del niño frente a las esperanzas de la madre de que su hijo llegue a desarrollar determinadas habilidades. Situemos el problema en un plano diferente; un niño que presenta determinado defecto primario llegará a compensarlo en la medida en que lo estimulemos, tanto en el hogar como en las instituciones comunitarias. Cuando se dictamina un diagnóstico sobre el trastorno del niño y sobre las supuestas limitaciones de capacidades que tiene muchas veces se frena la búsqueda de soluciones compensatorias. (Castro, 2007) Dentro de los estereotipos que tienen algunos profesionales acerca de los padres está la consideración de que se ilusionan y no son realistas porque no quieren enfrentar su problema. De ahí que el profesional intente quebrantar el supuesto mecanismo de defensa y se afane en convencerlos de las limitaciones del niño, en lugar de buscar en común las vías de compensación. Sería más razonable explorar si una madre arrastra un duelo sin solucionar, y ayudarla en este sentido. Estimamos que una buena dosis de optimismo siempre es necesaria. La capacidad de los padres para emprender acciones de búsqueda, seguir planes de estimulación, etc., habla en bien de la salud familiar. Las sobrecargas que experimenta la familia Cuando surge la discapacidad de un hijo, la familia atraviesa de una u otra manera por estos dolores y sufre la sobrecarga de ciertas funciones. En primer lugar, hay que atender la salud y el desarrollo físico del pequeño de una manera más intensa, y sobre todo, cargada de ansiedades, pues muchas veces hay imprecisión en el pronóstico de la enfermedad discapacitante, sus secuelas, el alcance que pueda tener el proceso de rehabilitación, etcétera. Se exige de los padres paciencia, mucha paciencia para ver avanzar a sus hijos. También resistencia física por las noches en vela, por la dedicación sin descanso a determinados requerimientos del hijo. En el caso de los discapacitados físico motores severos, se necesita incluso cierta fortaleza para manipularlos, cargarlos o trasladarlos.

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El advenimiento de un defecto en el hijo lleva a la familia a redefinir sus roles y relaciones. Todos están obligados a encarar nuevas tareas, y a intercambiar apoyo afectivo de una manera diferente. Cada sistema familiar lo hace a su manera... pero nunca la familia será igual tras este evento tan fuera de lo común. La madre tendrá que estar más tiempo cerca del bebé hasta que logre descubrir sus necesidades y comprender sus reacciones. Deberá ocuparse de una alimentación infantil más difícil que en otras circunstancias, se encargará de llevarlo a las consultas médicas, a las sesiones de tratamiento temprano, además de ocuparse de alimentarlo de manera "especial", arroparlo y vestirlo; en fin, los cuidados que nuestra cultura destina a las madres y que ellas los asumen felices, con la experiencia que les da la vida, pero que en este caso se hacen como extraños y dolorosos... En estas condiciones, los padres, y más frecuentemente las madres, ven truncados sus planes de superación y realización profesional. Incluso se deteriora el uso espiritual de su tiempo libre, es decir, dejan de acudir a las actividades que formaban parte habitual de su recreación y enriquecimiento cultural. Claro está que para llevar adelante la socialización de un hijo con defectos severos, los padres tienen que dar lo mejor de sí mismos.... hay que encontrar en este esfuerzo una hermosa realización humana. Pero estos padres también tienen que realizarse como personas: no es justo dejar a un lado sus aspiraciones vitales, interrumpir su vida social, olvidarse de sus satisfacciones cotidianas y humanas... Sólo padres realizados y satisfechos por el sentido social de sus existencias están en condiciones emocionales y volitivas para llevar adelante exitosa y felizmente la obra de la paternidad. Comúnmente, si la madre trabajaba, debe dejar de hacerlo. Con ello pudieran disminuir los ingresos familiares, la atención a la salud del hijo casi siempre implica gastos adicionales. Llama la atención que estas cargas recaigan comúnmente en las madres, que a veces quedan sin el apoyo del padre, por diversas alteraciones que suelen ocurrir en el vínculo emocional de la pareja, y que ampliaremos de inmediato. 28


Entonces, es la madre quien debe ir con el hijo que presenta discapacidad a la consulta médica, o a los prolongados tratamientos, quizá permanecer en el hospital como acompañante; etc. Ella tiene que prodigarle en el hogar todos los cuidados necesarios. No sólo se desvincula del trabajo, sino de su círculo de relaciones sociales, pues las exigencias impuestas en torno al cuidado del hijo se lo dificultan; pero además ella siente culpas, así como penas sociales que la conducen a aislarse. ¿Qué sucede con la vida de la pareja? El surgimiento de la discapacidad pone a prueba la estabilidad familiar. En cuanto a la pareja de los padres, pudieran reactivarse viejos conflictos no resueltos. En ocasiones hemos encontrado recriminaciones mutuas, pero por la tradición del desempeño de roles, es más común que el padre incrimine a la madre y no quiera aceptar lo que ha sucedido como “una deficiencia de su familia". Si existían dificultades anteriores en la pareja, suelen culparse a las nuevas situaciones por los viejos problemas, evadiendo llegar al fondo de las dificultades. Es como si el hijo, además de presentar una discapacidad, cargara con la culpa de las peleas matrimoniales o de la desintegración del matrimonio. Muchas de las "maniobras" de la pareja son intentos de restablecer el equilibrio tras la conmoción sufrida, pero a veces están acudiendo a viejas dificultades, que no suelen identificarse como anteriores a la disrupción de la discapacidad. En particular se manifiesta un desarrollo muy perjudicial de las relaciones de pareja, cuando el padre culpabiliza a la madre por las supuestas causas de la discapacidad, se aleja, y entonces ella busca "refugio" en la atención desmedida a las necesidades del hijo, anulando prácticamente su vida afectiva y erótica como esposa. Esto debemos interpretarlo como una situación triangular: se trata de la madre, el hijo, pero también el padre, quien está "presente” aunque a veces se ha ido, no lo vemos. Se manifiesta tal simbiosis emocional entre la madre y el hijo, que ambos excluyen al padre de su mundo emocional. Si los reclamos erótico afectivos del padre lo conducen a tratar de romper esa simbiosis; la madre, el hijo, o 29


ambos, desarrollan tácticas para unirse más entre sí y apartarlo a él. Esto lo puede llevar a alejarse definitivamente de su compañera; son comunes los divorcios producto de estas situaciones. Sin embargo, en otras familias vemos aparentemente lo opuesto: la pareja, algo distanciada antes del debut de la discapacidad del hijo, parece unirse. El hijo, de alguna manera, parece percatarse que cuando él está enfermo, o se muestra muy desvalido, sus padres tienden a unirse, lo que incrementa la seguridad emocional del niño. Podríamos interpretar que el menor es muy dependiente del vínculo emocional con la madre, pero se trata de la clásica situación del "paciente identificado” descrita en la literatura sobre terapia familiar. Los padres suelen experimentar la situación inesperada que se ha producido con el hijo de una manera culpable. Quizá se produzca un círculo vicioso tiranizante: La madre puede creer que su niño se afectó por no haberse cuidado adecuadamente durante el embarazo, o por no haber cooperado durante el parto, etc. No interesa tanto la causa que ella considere, a veces poco razonable, sino el mecanismo que se desencadena. Para "expiar" esta culpa, la madre se propone sacrificios injustos, casi imposibles. Así, deja de atender otras necesidades familiares y personales. Cuando estas necesidades postergadas o reprimidas reclaman de alguna forma su atención, y debe satisfacerlas, llega a pensar que "es mala" por no dedicarle todo el tiempo a los cuidados especiales del hijo. Entonces retorna a él con redoblada intensidad y mayores sentimientos de culpa. Las culpas se expresan como reproches que se hacen a sí mismos, como auto recriminaciones. Incluso algunos padres que se sienten desesperados, como atrapados en una situación sin salida, están experimentando sentimientos comprensibles. En otros casos se sienten indefensos, débiles para enfrentar su realidad. Nadie está preparado para recibir a un recién nacido "anormal" Las reacciones iniciales, como ya se ha dicho, debemos comprenderlas y respetarlas. Hay que aceptar como propios y naturales cualesquiera de estos sentimientos y no caer, adicionalmente, en una dolorosa culpa por haberlos experimentado. La familia, si es posible con

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ayuda, puede elaborar la situación de crisis inesperada en que se encuentra. (Colectivo, 2007) Como ya hemos apuntado, algunos padres aplican diversos mecanismos de defensa para negar las evidencias del defecto del hijo. Otros, por el contrario, someten al hijo al rol de inválido, en consonancia con el sistema de prejuicios sociales. Los padres consideran que el niño “no puede”, o “no podrá”… en consecuencia lo tratan como un minusválido. Las culpas desde lo social también se refieren a que nos enseñaron desde pequeños que lo diferente, lo extraño, merece apartamiento, no debe ser tolerado. Pero se mina el proceso de socialización que corresponde a la familia cuando se siembra tan hondo la culpa. Todas estas reacciones o mecanismos que comentamos aquí provienen de nuestra forma de ser en la cultura. Podemos comprender que tanto los padres como los profesionales vivimos en la misma cultura, a todos nos tocan los prejuicios y la intolerancia hacia las diferencias individuales muy marcadas. No pocas veces el proceder del profesional (trabajador de la salud, o de la educación, psicólogo, pedagogo, trabajador social u otro) está condicionado directa y claramente por estas actitudes. La otra cara de la moneda: la sobreprotección Investigaciones realizadas en escuelas especiales cubanas revelan que en muchos casos la etapa inicial de negación o hasta de rechazo, se va trocando en algo comparable a la sobreprotección del hijo (Bert, 2008). Habitualmente se enfocan los problemas de la sobreprotección del hijo con defectos discapacitantes como una dificultad que radica en las actitudes parentales. Algunos señalan que, en el fondo, cualquier actitud de sobreprotección esconde un rechazo. Puede ocurrir simplemente que los padres tengan un desconocimiento real de cómo proceder en la atención al hijo que presenta una discapacidad. Son muy solícitos ante las posibles necesidades del hijo, y las tratan de satisfacer sin permitir el desarrollo del autovalidismo del menor.

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Sin embargo, el asunto es más complejo. Más bien se trata de un mecanismo "de sistema", en el que se evidencia una falta de límites entre los padres (o tan sólo la madre) y el niño. El enfoque circular que aporta la terapia sistémica de familia nos permite descubrir que ambos, madre e hijo, se demandan mutuamente, perdiendo límites entre las necesidades del niño, que deben aprender a ajustarse a las realidades del medio, y las motivaciones de la madre, que dirige todos sus afectos hacia el menor, excluyendo a su pareja. CONCEPCIÓN SOBRE LA EDUCACIÓN DE LAS FAMILIAS DE LOS ESCOLARES La educación a la familia consiste en un sistema de influencias pedagógicamente dirigido, encaminado a elevar la preparación de los familiares adultos y estimular su participación consciente en la formación de su descendencia, en coordinación con la escuela. Las experiencias y estudios cubanos de las últimas dos décadas han abordado tanto las acciones de esta educación, como su integración en sistema. También insisten en establecer un programa o proyecto para su desarrollo en cada escuela. La educación a la familia suministra conocimientos, ayuda a argumentar opiniones, desarrolla actitudes y convicciones, estimula intereses y consolida motivaciones, contribuyendo a integrar en los padres una concepción humanista y científica de la familia y la educación de los hijos. Una eficiente educación a la familia debe preparar a los padres y otros adultos significativos para su autodesarrollo, de forma tal, que se autoeduquen y se autorregulen en el desempeño de su función formativa de la personalidad de sus hijos. En la medida en que la cultura de los padres se va elevando, las familias están más conscientes de sus deberes para con la sociedad. Está demostrado, como principio pedagógico, el carácter activador que corresponde a la escuela en sus relaciones con la familia, para influir en el proceso educativo intrafamiliar y lograr la convergencia

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de las acciones sobre el alumno. Debemos asumir que los padres siempre están deseosos por esta interacción, pero sus ocupaciones y preocupaciones diversas, y tal vez algunas concepciones erróneas los han alejado un poco de la institución escolar. La familia junto a la escuela son las instituciones que inician la socialización del ser humano. Ambas tienen entre sus características las de estar abiertas a las influencias recíprocas y cooperar entre sí. Los docentes son los profesionales que tienen las mejores posibilidades para estimular estas relaciones entre el hogar y la escuela, por su preparación, por las tareas que se le piden en su institución, por su prestigio en la comunidad. De hecho los padres y vecinos esperan ese papel de los docentes. La educación a la familia debe ser contextualizada y flexible. Ha de sustentarse en su caracterización, ajustarse a sus necesidades, y modificarse en la medida en que más se conocen. A la vez, las necesidades de cada hogar se van modificando con la edad de los hijos, con el desarrollo de la propia cultura de los padres, etcétera. Al desarrollar la educación a la familia debemos reconocer que los padres de una comunidad, de una escuela, tienen sus peculiaridades, expresan casi toda la diversidad de nuestro espectro social. Por tanto, no se les debe tratar de la misma manera, hay que respetar el ritmo de cada familia, de cada uno de sus miembros. Esto nos lleva a realizar el trabajo de educación y orientación con un enfoque individualizado a la vez que colectivo. La educación a la familia pretende dotar a los padres de los recursos para que ellos mismos conduzcan la educación intrafamiliar de sus hijos. O sea, lo que se quiere es que la familia se desarrolle con sus propios recursos, para ello se apela a los vínculos creados en nuestra cultura en la relación entre escuela y hogar. Por tanto, esta educación contribuye a su desarrollo, armoniza sus funciones, enriquece sus potencialidades educativas. Los valores formados en nuestra cultura, a lo largo de la historia aportan una base sólida para la educación a la familia. Esto significa situar en primer plano los valores que contribuyen al cuidado, la protección y la formación ciudadana de nuestras nuevas 33


generaciones. El sentido de ser padres es cuidar, proteger al hijo. Nadie admite que se les maltrate o se les haga daño. Bien se dice en nuestra sociedad: “Nada es más importante que un niño.” En la tradición cubana, se valora como algo muy grande la responsabilidad de la madre y también del padre en el cuidado de los hijos. Esto se refuerza en el discurso social, en las normas de vida comunitarias, y en el funcionamiento de las instituciones, como son la escuela y las organizaciones de la comunidad. Además, se manifiesta una regulación comunitaria sobre los desempeños de los padres. A nivel del barrio, y en la convivencia cotidiana, se opina sobre una madre o un padre que no actúa como se espera desde los albores de la cultura. Si bien el cubano destaca en primer lugar los vínculos solidarios “a nivel de cuadra”, también estas relaciones cotidianas tienen una carga de valoración, que regula el comportamiento de los vecinos como una necesidad de toda colectividad humana para vivir en armonía y avanzar. Las acciones de educación a los padres persiguen ayudar a la familia como unidad, desde la responsabilidad social que tienen las escuelas en la formación de los niños, adolescentes y jóvenes. Tienen como objetivo apoyar a la familia para el desempeño de su función educativa y el desarrollo de cada uno de sus integrantes. Por tanto, estas acciones deben reconocer y destacar las potencialidades de los padres para consolidar su autoestima. Su sentido de responsabilidad se incrementará con el reconocimiento de su dedicación a la crianza y educación de sus hijos. La escuela u otras instituciones comunitarias deben acercarse a cada familia sobre la base de prestigiar siempre las responsabilidades sociales de los padres, no de disminuirlos o sustituirlos. El trabajo con la familia ha de verse como parte esencial del modelo de escuela desarrollado en nuestro sistema educativo para cada nivel de enseñanza. Desde el modelo es posible diseñar el sistema de acciones como un programa de educación y orientación a la familia de los escolares. Las acciones de la escuela con los padres deben conformar un sistema, buscar la unidad de esfuerzos, la integración de los diversos 34


objetivos educativos en cada acción. Es evidente que necesitamos una cuidadosa articulación entre diferentes modalidades de la educación que se emplee. La concepción de este sistema se desprende de una visión científica acerca del papel de la familia en la educación y de los vínculos entre la escuela y los padres. La educación a la familia implica a todos los docentes y trabajadores del centro; el colectivo pedagógico participa en su dirección. Entonces, hay que lograr un mecanismo de elaboración conjunta de las acciones para que todos desempeñen su trabajo educativo de manera articulada, y no cada cual por separado. Estas labores también significan la cooperación entre agentes comunitarios: los diversos profesionales de una comunidad se han de unificar en el empeño de ayudar a los hogares. Estas acciones se coordinan desde la escuela y abarcan a diferentes instituciones y profesionales de la comunidad. En este empeño el Consejo de Escuela juega un importante papel; por esa razón le dedicamos una parte específica de esta obra. Cuando hablamos de dirigir con fundamento científico pedagógico las relaciones de la escuela con la familia, nos referimos al enfoque estratégico y también al estilo participativo en la dirección del trabajo educativo en un centro. Se requiere estudiar las características de las familias junto con la capacitación a los directivos y a todo el colectivo pedagógico para asegurar el mejor abordaje de esta cuestión. Los padres devienen más conscientes de su funcionamiento educativo, producto no sólo de la cultura general alcanzada, sino también por la labor social encaminada a la educación familiar. Así, se concibe el sistema de acciones para la integración de la escuela y la familia, que dinamiza sus funciones educativas y potencia la unidad de influencias para el desarrollo de la personalidad de las y los educandos, según sus necesidades y potencialidades. Estas acciones armonizan a la escuela y sus integrantes, la familia y la comunidad. Permiten establecer una jerarquía e integridad a las relaciones entre ambas instituciones. Este sistema de acciones posee múltiples combinaciones desde lo estructural y lo funcional, asegurando una unidad cualitativa funcional coherente, según las 35


prioridades. Toma en cuenta la situación social del desarrollo de las y los educandos y guía su formación. Por otra parte, el sistema de acciones, que tiene una expresión específica en cada nivel de enseñanza y confiere una individualidad al trabajo de cada centro docente, posee capacidad organizativa con racionalidad de acciones. Por último, debemos señalar que este sistema estimula el desarrollo de la cultura participativa de diferentes agentes educativos de la comunidad. Al desarrollar este sistema de acciones es necesario la planificación y organización lo que significa llegar a conocer las expectativas mutuas de padres y maestros, sus demandas y preocupaciones. Esto requiere un análisis de la situación educativa del centro, las potencialidades, las fortalezas, oportunidades, amenazas y debilidades, se precisan metas, plazos y compromisos. A continuación se implementa la ejecución de las acciones acordadas. Esto requiere el despliegue de cada elemento y de sus nexos con los restantes, para posibilitar la diversidad de influencias mutuas y especializadas. Constituyen entes de transformación los componentes de la comunidad educativa; tienen como centro y razón de ser a las y los educandos. Por último se requiere la evaluación de la estrategia por niveles y sus efectos en los sujetos y en los procesos, revelando logros, nuevas necesidades y precisando las potencialidades. Reajuste de objetivos, metas, acciones para su continuidad, dando origen a una nueva estrategia. La escuela tiene, explícita o implícitamente una programación educativa o proyecto para abordar la atención a las familias; las necesidades básicas de aprendizaje guían estas acciones. El Programa de educación y orientación a las familias consiste en un sistema de acciones de aprendizajes que promovidas por la escuela estimule su participación activa, demostrada en su sensibilización, compromiso e implicación en la educación de sus hijos, de forma integrada (Castro, Padrón y García, 2003). También debe brindar ayuda más profunda a familias de los educandos con determinadas necesidades así como aquellos hogares 36


que evidencian una disfuncionalidad tal que llega a afectar el desarrollo de la personalidad de sus hijos. La familia tiene el enorme privilegio de ser el espacio donde se inicia la vida del ser humano. Ni escuelas ni instituciones importantes la relevan todavía en el rico intercambio interpersonal, la transmisión y aprendizaje de valores, normas de convivencia, afectos y patrones de conducta. No obstante, la familia como sistema abierto recibe las influencias de varias organizaciones que también contribuyen a la educación de sus miembros y a lograr que ella pueda ejercer su influencia educativa en mejores condiciones. Elsa Núñez señala: ”La familia educa, un poco, de manera espontánea. No podemos decir que todas las familias se planifiquen un proyecto educativo con sus hijos, aún teniendo experiencia y conociendo, la vida cotidiana nos lo impide. Podemos tener, quizás, trazados objetivos muy generales para la educación de nuestros hijos, nuestras aspiraciones con ellos; pero la escuela tiene, indudablemente, una gran potencialidad desde el punto de vista educativo y también del afecto, y tanto es así que en muchas familias con problemas, en aquellas que denominamos disfuncionales -es decir que no cumplen con su función educativa- los niños, las niñas y muchos adolescentes encuentran entonces en la escuela y sus maestros estas fuentes de apoyo y de seguridad” (Núñez, E. 1999). Al relacionar tan valiosas reflexiones, se comparte la opinión de quienes afirman que la educación del niño empieza desde que nace. A medida que crece, ya no son los padres los únicos educadores, intervienen otras personas: familiares, amigos, vecinos. La escuela como institución educacional, abre un capítulo de fuertes influencias educativas en la vida del niño. Es que la educación como fenómeno social tiene una influencia extramuros. Con el tiempo, la educación escolar se ha convertido en el instrumento más importante para promover la igualdad de oportunidades en el acceso al saber, al conocimiento. En este sentido el Dr. Justo Chávez, plantea:

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“Entre sus acciones, la educación escolarizada debe tener presente su vínculo con otras agencias educativas de la sociedad, donde se destacan entre otras, la familia, la comunidad, organizaciones políticas, sociales, productivas y los medios masivos de comunicación. Es, por tanto, necesario lograr la unidad educativa entre las agencias encargadas de educar en la sociedad, para que cada una, con su forma específica de enseñar y su creatividad, contribuya a la formación del hombre que deseamos. Es indispensable también establecer plenamente las relaciones entre la escuela y la familia... (Chávez, J., 2003). La comprensión de esta unidad entre la escuela y la familia no impide enfatizar que ambas poseen características que las diferencian en cuanto a objetivos, contenidos, estilos de vida, de relaciones, principios y tendencias predominantes, lo que le imprime un sello particular a su tarea educativa. Por supuesto, esto no implica, en modo alguno, que se consideren entes aislados en la educación de hijos/as alumnos/as. La escuela es producto de la multiplicación de las necesidades y el desarrollo de la sociedad. Como institución, ella debe completar la obra educativa, sobre todo desde el punto de vista de las necesidades de instrucción y de la especialización que desbordan el marco de posibilidades de la familia. Como ha revelado Álvarez, M. (2000) algunos comportamientos sociales de los más jóvenes muestran que la familia requiere algún tipo de preparación para llevar adelante la compleja, pero insustituible tarea de ser madre, padre y educar a su descendencia. Se hace necesario reforzar su función educativa en aspectos tales como: formación en normas de convivencia, la formación de valores sociales, educación y orientación sexual, entre otros. Urge educar bien a las personas que integran la familia, porque se trata de una comunidad educativa vinculada a otras comunidades de vida más amplias, y entre todas conforman una sociedad donde debe prevalecer la educación y el saber. En la mayoría de las naciones la educación de los padres de familia es una propuesta novedosa, inédita, y una necesidad, si se parte de la premisa de que los padres son los educadores naturales de sus 38


hijos. En Europa, los principales pensadores de los siglos XVI al XIX, Fenelón, Locke, Kant, Rousseau, Froebel, Decroly, Pestalozzi, Montessori, entre otros, escribieron sobre temas pedagógicos en forma de tratados o cartas, muchos de ellos dirigidos a los padres de familia. También en Cuba hay una larga y rica trayectoria de trabajo con la familia, que evidencia profundas raíces pedagógicas de estas ideas, las que han sido referentes de gran trascendencia para la actividad que desarrollan sociólogos, psicólogos, pedagogos e investigadores sobre las tareas conjuntas de los padres y la escuela en la educación familiar. Prestigiosos pedagogos cubanos, entre los que sobresalen Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Valdés Rodríguez, Enrique José Varona y José Martí, dedicaron espacios en sus obras para señalar que la educación de los niños no recae solamente en la sociedad, sino también en la familia y particularmente en los padres, a quienes criticaban severamente cuando no se preocupaban por la educación de sus hijos. Enrique José Varona expresó: "En la sociedad todo educa y todos educamos (...) Lo existente es la idea de la generalidad de los padres de que su papel de educadores se limita a enviar a los hijos a la escuela, y de que en esta se ha de verificar el milagro de que el niño desaprenda todos los malos hábitos engendrados en él por el descuido de los que lo rodean y aprenda todo lo que luego ha de serle útil en la vida". (colectivo de autores, 1984) Al concebir la educación en un sentido amplio, se infiere que las influencias educativas de la escuela y en particular del maestro, “salen” del marco escolar para transferirlas a otros contextos, en los cuales su acción aporta beneficios sociales de extraordinario valor. Aunque la escuela no es la única que enseña a andar por la vida, en Cuba se le pide que favorezca la orientación educativa a los padres, provocar su reflexión, ampliar sus conocimientos y brindar sugerencias que puedan resultar valiosas para una mejor comprensión y orientación de los hijos en el hogar. Por tanto, dentro 39


los contenidos del rol profesional las tareas de los educadores no se limitan a las paredes de la escuela, la familia es reconocida como uno de sus contextos de actuación, en el que se privilegia la atención a sus necesidades educativas, aún cuando estas no se manifiesten explícitamente. Bien señala Paulo Freire: “Como contexto práctico teórico, la escuela no puede prescindir del conocimiento de lo que sucede en el contexto concreto de sus alumnos y de sus familias... (Freire, P. 1994). Conocer a la familia de los estudiantes constituye un factor necesario para el trabajo de maestras y maestros, por cuanto les permite actuar con realidades concretas, es decir, poder actuar en correspondencia con las características de los escolares y su familia. Según A. Blanco: “Los estudios de caracterización de la familia realizados periódicamente por sociólogos, economistas, etnólogo, no siempre resultan de validez para el trabajo del maestro, por cuanto tratan de presentar imágenes generales de la sociedad, por ejemplo, la “familia tipo”, “familia promedio”, etc., en tanto el maestro debe trabajar con familias y sujetos concretos. Si embargo, el conocimiento de lo típico social es importante por cuanto permite reconocer la distancia entre la generalidad y el caso concreto, así como la representatividad del caso (o los casos) dentro del contexto social general”. (Blanco, A. 2001) Para introducirse en el “mundo privado” que es la familia, el maestro no puede hacerlo sólo con apreciaciones teóricas, para actuar en la realidad familiar de cada uno de sus estudiantes se requiere de acciones concretas vividas y sentidas gracias a su práctica profesional. ¿Por qué la escuela? ¿Por qué el maestro? Entre razones para ello se encuentran:

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Como ninguna otra institución, la escuela conoce la situación que presenta el alumno-hijo en el desarrollo de su personalidad, lo que permite orientar con mayor eficacia a la familia desde el


punto de vista pedagógico, con el personal científico pedagógico capacitado para enfrentar con éxito la Educación Familiar.

Por la tarea que diariamente realizan los educadores desde el contexto de sus escuelas y comunidad, por ese contacto diario y vivo, que mantienen con los alumnos y que es insustituible.

Hoy como nunca antes la escuela cubana y sus educadores forman parte del desarrollo de una cultura general integral del pueblo, de un proceso de profundos cambios y transformaciones emprendidas en las diferentes enseñanzas, que en la escuela primaria y en la secundaria han permitido reducir a 20 y a 15 el número de estudiantes por docente. Ello se convierte en una fortaleza en las relaciones alumno-maestro-familia y facilita la atención personalizada a las necesidades educativas de los estudiantes, a partir de un diagnóstico detallado del estudiante y la caracterización de su medio familiar.

En la concepción actual de la escuela básica cubana se les facilita a los educadores colaborar más de cerca con la familia y evitar dificultades que en ocasiones llegan a alcanzar un alto costo social.

Particularmente en Cuba los educadores contribuyen a elevar la cultura de los padres para la vida familiar. Esta es una responsabilidad social que se les pide, aunque de ningún modo se espera que los educadores realicen labores de intervención en la familia, lo cual es privativo de profesionales de la psicología y la psiquiatría. La educación familiar desde la escuela responde a un proyecto social que deposita en el maestro una de las grandes conquistas de la Revolución Cubana: la educación del pueblo, materializada en los niños, adolescentes, jóvenes y adultos, así como en la contribución a la preparación de la familia para que ésta pueda asumir con la mayor calidad posible su tarea educativa con los hijos. Para alcanzar estas finalidades se hace indispensable que desde su rol de educadores, los profesores organicen las acciones de educación familiar, como ya se ha explicado, a la luz de nuevas formas donde se privilegie la participación, lo cual implica hacerla 41


con y para la familia. Requiere entonces comprometerla en la vida de la escuela, convirtiéndola en su principal aliada. Como resultado de estudios recientes en nuestras escuelas, presentamos un análisis de las características adoptan las relaciones escuela-familia, en este ejemplo de investigación se refiere a la etapa en que los hijos-estudiantes transitan por la adolescencia:

Como es sabido la llegada de la adolescencia es un momento trascendente para la familia que tiene que conjugar la exigencia con la comprensión y la independencia que demanda el hijo/a y además mantener el vínculo con los profesores, a pesar de que este vínculo adquiere otras características en relación con etapas anteriores.

Consta en diversos estudios que cuando los hijos/as llegan a la adolescencia la familia tiende a distanciarse de la escuela. Al respecto la investigadora cubana Núñez, E. (1997) permitió obtener la manifestación de esas características, que se expresan en:

Menor control e intereses por la vida escolar de sus hijos/as con posibles diferencias a tener en cuenta entre muchachos y muchachas.

Disminuyen notablemente las visitas y otros contactos de los padres con la escuela.

Se observan notablemente cambios desfavorables en las opiniones mutuas entre padres y maestros, sobre todo de los maestros hacia los padres.

Una investigación realizada en función de su práctica profesional por parte de 72 profesores generales integrales de quinto año, con una muestra de 671 padres y madres de estudiantes de secundaria básica de las provincias habaneras se obtuvo que padres y madres consideran que se distancian de la secundaria básica porque ya ellos son “grandes”, confían más en ellos porque son más maduros, no les gusta que los/as persigan como antes, confían en la educación que les dan sus profesores, el horario de trabajo no les permite ir más a la escuela. Algunos

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agregan que cuando hay algún problema de disciplina de los hijos e hijas, sus profesores los citan a la escuela y ellos acuden. (Padrón, A. R. Reporte de investigación, 2006) Estos resultados se constituyeron en referencias para profundizar en la relación que se configura entre la escuela y la familia con alumnos/hijos en diferentes etapas de la vida escolar y son necesarias para encaminar las acciones de Educación Familiar. El acercamiento a la familia por parte de los educadores devela permanentemente que los asuntos o problemas de la familia tienen que formar parte de la cultura del maestro. Es sabido que cada contexto presenta características que diferencian entre sí, homogenizarlas es simplificar y esquematizar los procesos vivos y dinámicos, diferenciadores que en ellas se producen como “espacios educativos”. Las relaciones escuela - familia se concretan mediante el apoyo de diferentes instituciones y tienen su soporte legal en la Resolución Ministerial 141/84 del MINED, que norma el trabajo de la escuela con la familia. En sus estudios, los profesores e investigadores Rodríguez, J, Castro, Castillo, Núñez, Brito, García y Padrón han enriquecido con sus concepciones la necesidad de encontrar vías para "hermanar" escuela y familia y "compartir" la educación, lo cual significa "andar juntos" en la tarea educativa. Ello conlleva a la formación de un doble vínculo: la escuela proyectándose hacia la familia, para conocer sus posibilidades, necesidades, condiciones reales de vida y orientar a los padres para lograr en el hogar la continuidad de las tareas educativas; la familia, ofreciendo a la escuela información, apoyo y sus posibilidades como potencial educativo. El contenido de este vínculo se materializa si la familia adopta una actitud de cooperación y participación activa en la escuela y si apoya con su responsabilidad las tareas y objetivo educativos, en estrecha relación con el centro escolar. De esta manera ambas constituyen una unidad dialéctica, en la que cada una existe en función de la otra, y entre las cuales se

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establecen interrelaciones que respectivos objetivos y funciones.

están

determinadas

por

sus

VÍAS Y PROCEDIMIENTOS DE LA EDUCACIÓN FAMILIAR Algunos antecedentes de la atención a la familia en el sistema educacional cubano Un principio de la Revolución es el de la participación de toda la sociedad en las tareas de la educación del pueblo; reconoce a la sociedad como una gran escuela en la que participan conjuntamente todas las organizaciones e instituciones sociales. Desde el Congreso Nacional de Educación y Cultura, en el año 1971, y a propuesta del mismo, se pasó balance a las actividades que se realizaban con las familias de los alumnos, tanto en escuelas de padres como por los medios de difusión. En ese mismo Congreso, el Ministerio de Educación recibió el encargo social de desarrollar el trabajo de Educación Familiar a través de diferentes vías, así surgieron con carácter experimental las Escuelas de Padres, en una labor desarrollada por el Departamento de Psicología del MINED. Gracias al trabajo científico práctico en las escuelas de padres de los centros de estudio y la conducción de los espacios de orientación, a mediados de los 80 se había elaborado un enfoque específico sobre el accionar educativo de la familia, así como de las vías para la educación a los padres y la preparación de los docentes para estas labores. Esta experiencia se refleja en algunos documentos representativos, como fueron el informe de Cuba a la Reunión de ministros del Campo Socialista celebrada en 1983 (MINED, 1983) y el tema elaborado para el Seminario Nacional a dirigentes, metodólogos, e inspectores de educación, del año 1985. (MINED, 1985) Con la creación del Grupo Familia en el Ministerio de Educación, a finales de los años 80, se profundiza en la elaboración teórica y metodológica del trabajo con la familia. El salto que se produce al culminar esa década se debe al interés de la política educacional por dar mayor atención a la familia desde la escuela. Este grupo tuvo una 44


concepción intersectorial y transdisicplinaria, en aquel momento se acude a algunas instituciones que tenían preparación en Educación Popular, desde la educación de adultos y la actividad de las organizaciones femeninas. La extensión social de esta labor estaba asegurada mediante la producción permanente de mensajes educativos a los padres, mediante la prensa plana en espacios como “Minisiquis” en Juventud Rebelde, las revistas “Mujeres” y “Muchachas” de la FMC, y “Con la Guardia en Alto” de los CDR. A propuesta del Primer Congreso de Educación y Cultura, celebrado en La Habana en el año 1971, el Estado revolucionario apoyó el Movimiento de Padres Ejemplares, llevado a cabo por los Comités de Defensa de la Revolución para estimular la vinculación de los padres con la escuela en la educación de los hijos y destacó el Movimiento de Madres Combatientes de la Educación, que promueve la FMC, para ayudar al maestro en el trabajo de actividad social fundamentalmente. Este trabajo educativo con la familia formó parte de un sistema que incluyó a los medios de difusión masiva, a través de diferentes programas, como Nuestros Hijos (televisión) con una frecuencia semanal y ¿Qué piensa Ud. profesor? (radio) con una frecuencia diaria, que, según el Dr. Manuel Calviño, constituyen los primeros antecedentes de la Educación Familiar a través de los medios de difusión masiva en nuestro país. Todos estos espacios, asesorados y conducidos por especialistas del MINED, tenían como objetivo fundamental contribuir a elevar la preparación psicopedagógica y de salud de la familia cubana, así como ponerla en mejores condiciones de cumplir con su función educativa. En 1982 comenzó a desarrollarse el programa "Educa a tu Hijo", dirigido a contribuir a la preparación de la familia con niños de 0 a 5 años que no asisten al círculo infantil. Este programa también tuvo su reforzamiento a través de los medios de comunicación social que fue el conocido espacio "Hola Mamá", ambos dirigidos a la

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estimulación desarrollo.

temprana

del

niño

en

sus

diferentes

áreas

de

En el año 1989 se comienza la labor de perfeccionamiento del trabajo con la familia, basándose en las experiencias que se habían obtenido en la etapa experimental de las Escuelas de Padres, nutriéndose además de las técnicas participativas que se iban conociendo en el país. Dichas Escuelas de Padres se generalizan a toda la isla, como vía fundamental del trabajo con la familia, desde una concepción intersectorial y multifactorial, estrechamente relacionadas con los Consejos de Escuela y los Círculos Infantiles. En 1992 se asumió la realización de un programa de educación comunitaria conocido como "Para la Vida", el cual tiene dentro de sus ejes temáticos la Educación Familiar para la convivencia; este programa también tiene un fuerte y sistemático reforzamiento por los medios de comunicación masiva, a través de diferentes paquetes de mensajes educativos televisivos, que se corresponden con la versión cubana del libro "Para la Vida", el cual aborda las principales dificultades y problemáticas de la familia cubana. Este programa se basa en las experiencias anteriores de trabajo comunitario por otros sectores y su piedra angular es la integración de todos ellos alrededor de la educación dentro de la comunidad, con el fin de elevar la calidad de vida de la población. En el año 1996 se inicia el proyecto “Educación Formal para una conducta sexual responsable”, auspiciado por el MINED- UNFPA. Entre los sujetos a los que se dirigen las acciones del proyecto comprende a la familia por su incidencia en la formación de la esfera psicosexual de la personalidad, por lo que se diseñan actividades y se publican libros, plegables y materiales audiovisuales sobre este tema. Para desarrollar la educación familiar bajo la guía de los docentes, se cuenta con diversas vías pedagógicas. Entre las más usuales y productivas se encuentran: Escuelas de Educación Familiar. (una de las más utilizadas) Es un espacio de participación, una forma de dialogar entre profesores y

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la familia sobre diferentes temas relacionados con la educación de los hijos- alumnos. Reuniones de padres: son forma de dialogar con la familia, conocer sus opiniones, sentimientos. Se transmiten informaciones. Constituyen una vía para establecer vínculos de colaboración mutua. Correspondencia: forma de vincular la familia con la escuela mediante mensajes escritos de orientaciones para la familia sobre un tema determinado. Visitas a la familia: intercambio con la familia sobre el hijo/a estudiante. Permite conocer de un modo más directo el medio familiar en que se desenvuelve. Existen otras alternativas metodológicas disponibles, como son las lecturas recomendadas, que se publican en los órganos de prensa para la educación de los padres, los buzones para las preguntas que deseen hacer los padres sobre la educación de hijos/as. También cobra importancia el uso de materiales de videos y programas específicos para promover su reflexión ante diversas situaciones de la convivencia y por tanto de la educación en este ámbito. Entre los temas que más suelen discutirse están las reglas familiares para educar en la adolescencia, la comunicación con hijos/as adolescentes, la sexualidad, el embarazo en la adolescencia, la formación en valores. Aún quedan muchas insuficiencias en las acciones de orientación para la Educación Familiar, algunas de las dificultades más frecuentes en las reuniones de padres, que se señalan a continuación:

Los profesores sentados detrás de un buró, asumiendo la posición que ocupa en el aula con los alumnos y desde ahí "recriminando" y haciendo "demandas" a la familia.

Padres y educadores se debaten en la búsqueda de un culpable.

Transmisión de recetas de cómo educar a los hijos.

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Padres y madres como pasivos depositarios de dichas recetas y quejas.

En la mayor parte del tiempo de las reuniones se producen enfrentamientos de agobio.

A veces se llega a un círculo vicioso de impotencia-omnipotencia y es muy frecuente el desencuentro.

Disminución de la asistencia de los padres a estas reuniones, en algunos casos el “síndrome de la prisa” se deja notar.

La convocatoria para las actividades (reuniones mayormente) no se hace con tiempo suficiente ni su contenido moviliza la participación de la familia.

Un problema adicional reside en que los padres no están preparados para recibir orientaciones de los docentes en materia educativa, situación que obstaculiza una adecuada comunicación entre la escuela y la familia. Por consiguiente muchas veces se generan grandes contradicciones, las que perjudican las relaciones entre ambas instituciones. Estas dificultades en el trabajo de Educación Familiar, constituyen elementos para comprender el porqué de la distancia, a veces, entre la escuela, el maestro y la familia. Estas situaciones conducen a la pregunta: ¿Está preparado el maestro para trabajar con la familia? Actualmente el tema aparece incluido dentro de las prioridades del trabajo de la escuela, aún así, el déficit está presente en tanto no se estructura una concepción integradora para la Educación Familiar desde la escuela, que preparare al profesorado desde su formación de pregrado. ¿Dónde, cómo y cuándo preparar al maestro para su labor de educación familiar? El maestro debe estar debidamente preparado, si se tiene en cuenta que es necesario ganar en objetividad para explicarse los hechos que producen ciertos modos de vida en cada familia de sus estudiantes. Por ejemplo, no basta desarrollar una Escuela de Educación Familiar, u otra modalidad, si no se conoce cuáles de sus alumnos pertenecen a una familia disfuncional, qué familias presentan dificultades para cumplir la función educativa con sus hijos/as. A veces existe un mal 48


funcionamiento familiar, se carece de una orientación correcta y del conocimiento necesario para detectar precozmente esta situación y prevenir consecuencias negativas. Cada instante en las relaciones entre la escuela y la familia es una nueva experiencia en la que se debe actuar con objetividad y genuino interés. De ahí, que dentro las funciones del maestro está la de investigar por vía científica los fundamentos de su actividad, la que trasciende de las asignaturas que imparte, se extiende al universo familiar, que al decir de F. Castro Ruz (1981) se resume en: “Hay que aspirar a que nuestros maestros y profesores estén preparados para realizar investigaciones pedagógicas, preparados para experimentar, para plantearse la solución de los problemas de la escuela por la vía de la ciencia pedagógica. En las condiciones de la revolución científico-técnica contemporánea no concebimos al maestro con métodos artesanales de trabajo, lo concebimos como un activo investigador”. (Castro Ruz, F., 1981) No se puede esperar a dotar al maestro con los conocimientos indispensables para el accionar con la familia de los estudiantes, una vez graduado. El tema familia cobra mayor significación, es uno de los contenidos presentes en la formación pedagógica de maestros y profesores, pues la escuela como centro cultural más importante de la comunidad no puede estar ajena a las potencialidades educativas que tiene la familia, más bien las debe estimular conscientemente. En las Facultades Pedagógicas de nuestro país esta formación comprende además un ciclo de asignaturas que integran la Disciplina Formación Pedagógica General y son impartidas en diferentes años de la carrera. La diversidad de tipos de familias en el contexto socioeconómico actual de nuestro país confirma la necesidad de un enfoque interdisciplinario de la Educación Familiar, por las aportaciones que sobre este ámbito de convivencia puedan ofrecer la Psicología, la Sociología, la Historia de la Pedagogía, la Didáctica y la Pedagogía. Cada una y en estrecha unidad enriquecen y elevan el nivel de preparación de los docentes, para el conveniente desempeño en la familia como contexto de actuación profesional. 49


Al respecto, estudios realizados en el ISP “Enrique José Varona” permiten proponer principios en la preparación de los docentes para la educación familiar: Principio de la autenticidad. Define que entre las dos instituciones (escuela-familia) no existe una relación de subordinación, sino de coordinación. Cada una tiene su identidad propia y responsabilidad legal. Están obligadas a aportar a la formación y desarrollo integral de sus miembros, escolares y ciudadanos. Principio de la aceptación. Se expresa en el reconocimiento y respeto de los criterios, decisiones y espacios del otro. Es necesaria una comunicación profesional entre padres y maestros, donde cada uno comprenda que no posee toda la verdad, que debe ser flexible y estar sujeto a cambios en su forma de pensar, sentir y actuar. Lo que los otros opinen, piensen y valoren es también útil en las decisiones, es una condición en la ética de la relación. Principio de la participación. Todos están implicados en el proceso formativo desde una posición activa, interactiva e integrada, en la que quedan definidas las responsabilidades de cada institución y el alcance de sus acciones. Todos deben contribuir a la toma de decisiones en la solución de las dificultades. Principio de la conciliación relativa. Hay criterios diferenciados, pero es necesario unir acciones dirigidas a objetivos comunes, que constituyen valores universales y se convierten en una guía para la consecución del proyecto de vida. Es necesaria la coherencia entre el hombre definido en el proyecto macrosocial y la concreción en los grupos intermedios de socialización y formación, donde los mediadores principales son precisamente la familia, la escuela y la comunidad. La concreción de estos principios ha de concebir que la familia y la escuela desempeñan roles educativos complementarios, que necesitan delimitar sus espacios de autonomía, con límites visibles entre ambas instituciones, para que los vínculos aporten resultados deseados en bien de los estudiantes. Padres y madres han de participar en el camino recorrido por los hijos a lo largo de la vida escolar. La escuela debe responder a sus 50


necesidades, prepararlos para andar más seguros el proceso de su tarea educativa con los hijos. Escuela de Educación Familiar La escuela de padres o escuela de educación familiar como se le suele llamar en nuestra realidad y que merece un espacio en este trabajo, producto de la validez constatada de su introducción en la práctica, en pos de una real participación en el análisis de las problemáticas que se presentan en el diario vivir como padres y madres en la educación de hijos e hijas. Consiste en una forma organizada de dialogar entre familias y educadores sobre diferentes temas que tienen que ver con la educación de los hijos- alumnos. Se realiza en un espacio creado por la escuela y con un tiempo determinado. La participación real de la familia en esta y otras vías de educación requiere un rol protagónico; dada la indiscutible importancia que tiene, y lo interesante que resulta. Vale romper con viejos esquemas de la omnipotencia manifiesta de algunos maestros al asumir toda la responsabilidad de la educación que trasciende a su ámbito, disminuyendo el deber innegable que tiene la familia. En tal sentido hay que ganar en conciencia respecto a las potencialidades de los padres y motivar su participación en el ejercicio del diálogo y el compromiso con la escuela en la tarea educativa.

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La escuela de educación familiar es un espacio de participación si:

Mediante esta vía se favorece un proceso creciente de toma de conciencia ante el deber de educar.

Se parte de las necesidades educativas que tiene la familia.

La familia percibe que en cada encuentro hay un sentido para reunirse, para querer y desear encontrarse, disfrutar y aprender.

Se propicia la comunicación, privilegiando el diálogo entre los participantes.

Forman parte del proceso, no como espectadores, sino como actores.

Los recursos seleccionados para mover la reflexión son oportunos y correctamente aplicados.

Propician relaciones interpersonales en el grupo, además de discutir contenidos de un tema.

El tema-debate, parte de los conocimientos que todos aportan según su experiencia y adquieren o profundizan otros aspectos.

Los propósitos de la escuela de educación familiar son los de orientar y ayudar a la familia en su función educativa, es decir, elevar su cultura para la convivencia más humana y feliz. Asimismo, provocar la reflexión y buscar soluciones a los problemas y reforzar las actitudes positivas de los hijos/as, en la escuela. Además, estas acciones deben movilizar a padres y madres para su incorporación cada vez mayor a la escuela, que sientan que esa es también su tarea y que tanto ellos como los educadores, son compañeros de un mismo equipo. Como premisa esencial, la escuela de educación familiar, debe estar antecedida de una convocatoria efectiva en la comunidad donde está enclavado el centro docente. Comprendemos que la educación a la familia es mucho más que una convocatoria, pero convendría no descuidar este paso. Si se utilizan pancartas, carteles, entre otros medios, los mensajes aunque sencillos requieren de una carga emocional de manera que 52


las familias se identifiquen con el mensaje y se movilicen para su participación consciente con la escuela de su hijo/a. Para el desarrollo de estos encuentros, maestros y maestras deben:

Aplicar un diagnóstico participativo para determinar las necesidades que en materia de educación requieren padres y madres.

Elaborar acciones para satisfacer las necesidades.

Conveniar con el grupo las actividades a desarrollar, que van desde: • Forma de realizar los encuentros. • Frecuencia. • Hora. • Lugar. • Ejecutar las acciones acordadas.

Conocer teóricamente el tema seleccionado para la sesión

Tener presente que está trabajando con un grupo de adultos, que los padres y madres no son sus alumnos y que son variadas las experiencias educativas de cada uno/a.

Evitar que los padres se preocupen sólo por dar respuestas correctas, sino movilizarlos interiormente, ponerlos a pensar y generar un diálogo para la búsqueda de alternativas relacionadas con la educación de los hijos según la edad en que se encuentren y las dificultades que puedan presentar.

Evaluar sistemáticamente la marcha del trabajo.

Las sesiones de la escuela de educación familiar se preparan en cada centro docente de acuerdo con diferentes aspectos organizativos y de contenido.

En la sesión inicial se produce un momento de presentación por los asistentes a la actividad, lo que facilita las relaciones interpersonales en el grupo de madre, padres y otros familiares.

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En el análisis del tema cada cual expresa libremente sus opiniones y sentimientos, los cuales serán admitidos de forma respetuosa, sin rechazos ni burlas.

El maestro o especialista, mediante un lenguaje coloquial, parte de lo que saben del tema que se discute.

En su labor de coordinación del debate, utiliza técnicas participativas ajustadas al tema objeto de discusión, mediante las cuales presenta a los y las participantes, situaciones inconclusas, abiertas o contradictorias, de modo que sean interpretadas por la familia y a través de ellas problematizar y reflexionar sobre aspectos de la vida cotidiana familiar.

La coordinación del encuentro aporta elementos de información esclarecedora acerca de lo que se reflexiona, haciendo la síntesis y conclusiones de los aspectos más significativos en torno a las dudas y preocupaciones acerca de la educación.

Se estimulan y consideran las sugerencias, valoraciones e iniciativas del grupo para próximos encuentros.

Algunas técnicas para conocer las opiniones de la familia concluido cada encuentro: Las técnicas que a continuación proponemos van a posibilitar que la familia ofrezca sus criterios sobre la sesión, lo cual permite una retroalimentación del trabajo que se realiza. Es muy importante que se consideren los resultados atendiendo a:

Metodología empleada.

El contenido.

Y los sentimientos que se generaron en el análisis del tema.

Como se observa son recursos sencillos, por lo que los resultados deben tabularse, devolverlos al grupo para que todos se impliquen en las satisfacciones, sugerencias y fundamentalmente en colectivizar en qué se debe mejorar o cambiar para hacer de esos encuentros verdaderos espacios de aprendizaje sobre cómo, cuándo educar a niños, adolescentes y jóvenes; al mismo tiempo les brindan

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a los maestros, la posibilidad de mejorar su trabajo profesional en esta área. En la escuela de educación familiar es conveniente realizar evaluaciones al cabo de varios meses, para determinar si las expectativas iniciales de la familia se van cumpliendo, o si tienen nuevas inquietudes. Un ejemplo de indicadores a utilizar en estas evaluaciones de la Escuela de padres es el siguiente: Asistencia de los padres. Participación en las sesiones. Roles típicos que desempeñan. Satisfacción que experimentan. Conocimientos que han adquirido. Debe evaluarse con énfasis el grado de cumplimiento de los objetivos de cada sesión con los padres, lo que se hará de manera participativa, contando con la opinión activa de los familiares reunidos. Además, los maestros participantes en las sesiones con los padres deben registrar el desarrollo de las reuniones y aplicar determinadas guías de observación que les permitan acopiar los testimonios de los padres presentes, para su análisis posterior. Es común evaluar el conocimiento adquirido por los padres mediante preguntas por encuesta. En algunas experiencias de la educación a la familia hemos realizado encuestas antes de iniciar el ciclo anual de esta modalidad, y de nuevo encuestas al final, para recoger sus valoraciones.

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La escuela de educación familiar también puede valorarse interpretando las producciones de los asistentes a las sesiones, las observaciones realizadas, y los testimonios recogidos por distintas vías. Pueden utilizarse, entre otros procedimientos:

Cuestionarios de conocimientos.

Entrevistas grupales (o individuales).

Técnicas proyectivas que valore los conflictos emocionales de las familias.

Escalas de opiniones o actitudes.

Una sesión típica de escuela de de educación familiar transcurre regularmente por estos momentos: Un tiempo inicial para conocerse o reconocerse entre los participantes. En este momento se deben tomar en cuenta los sentimientos que traen a la sesión, que de alguna manera están relacionados con la tarea convocada, pero que refleja, entre otras cosas, situaciones familiares particulares. Con ello se conforma el clima emocional de trabajo, muy propio de cada grupo, e incluso específico para cada encuentro de un mismo grupo de personas. El caldeamiento emocional, es decir, la creación de una predisposición positiva para adentrarse en el tema. No se trata de cualquier actividad para perder las inhibiciones, sino de aquellas que asocien estados emocionales y vivencias individuales en torno a los hijos e hijas adolescentes con el espacio grupal creado, y más específicamente con el tema que se va a tratar. La introducción del tema. Es valioso partir de las vivencias de los miembros y evocar algunas de ellas en el espacio grupal, de tal manera que se pueda trabajar con lo que todos han presenciado. Esta etapa de proyección de vivencias personales o de expresión de valores y actitudes estereotipadas relacionadas con la educación infantil, permite además explorar por dónde van las inquietudes de los miembros. Análisis del asunto evocado, para lo que se emplean múltiples técnicas, que comúnmente requieren la formación de subgrupos,

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la graficación de las ideas producidas por esos equipos, así como diversas formas de integración con vistas a concluir el análisis. Si se sigue una orientación psicodramática en la conducción de la escuela de educación familiar, se ensaya la modificación de roles mediante diversas técnicas; así, el análisis más racional da lugar a la construcción dramática de nuevas vivencias reestructuradoras. Evaluación de la satisfacción experimentada durante la sesión. Es necesario que la sesión no termine sin estas vivencias que contribuyen a la formación de planes futuros de la familia y del grupo. Presentamos a continuación una secuencia de acciones que suelen darse en un centro docente al acometer el trabajo con las familias: •

Primeramente se hace una sensibilización de las familias ante la problemática educativa que interesa. Se lleva a cabo una especie de divulgación comunitaria, y también trata de influenciar directamente o cara a cara.

A partir de cierto momento se emprende la exploración de los problemas que presentan las familias de la comunidad en cuanto a la educación de sus hijos.

A continuación corresponde determinar cuáles son sus necesidades básicas de aprendizaje. Aquí no es tan importante que se analicen todas las dificultades, como el hecho de que todos las asuman, es decir, que reconozcan que esas son sus necesidades educativas.

Lo anterior lleva a decidir cuáles medidas o acciones educativas contribuirán a la solución de las necesidades educativas reconocidas. Se requiere encontrar y destacar a un núcleo más activo de padres que promueve, poco a poco, la integración de los demás.

La ejecución de las acciones educativas entre todos los familiares implicados, es decir, asegurar su carácter participativo. 57


La evaluación participativa de la efectividad de ese sistema de acciones con los padres.

La estimulación de los logros alcanzados con las familias, apoyados en la evaluación participativa.

La divulgación en un entorno más amplio, con la ayuda de los propios padres implicados inicialmente.

Se convoca a todas las familias para una serie de actividades de la escuela. Pero además se utiliza un enfoque de orientación educativa preventiva con aquellas que lo requieren, mediante la orientación individual a través de consultas psicopedagógicas, y la coordinación para otros niveles de orientación con instituciones de la comunidad. Veamos momentos o pasos para organizar e implementar desde una concepción anual las sesiones de Escuelas de Educación Familiar en los centros escolares de todos los niveles de educación (Padrón, A. R, 2007:102-103). Se concretan las ideas claves que caracterizan a cada uno. El producto final quedó como se muestra a continuación: Convocatoria. Se corresponde con el cómo se propone que la familia participe en las actividades que la escuela va a realizar. Para ello se utilizan diversas modalidades entre las más usuales son:

Carta convocatoria, que elaboran los propios hijos/estudiantes de la secundaria básica. (Esta es muy valiosa y se ha constatado en la práctica su poder movilizador).

Pancartas en lugares más frecuentados en la comunidad en que está enclavada la escuela: mercados, policlínicos, consultorios médicos, locales de las organizaciones de la comunidad, entre otros sitios.

En reuniones de la escuela con la familia en las que se comunica el interés de los profesores de brindar participación a la familia para que pregunten y se informe sobre lo que pretende realizar y el valor de su activa participación. Se fija fecha y hora para el próximo encuentro en que se inician las sesiones para el próximo paso.

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Acercamiento. Es la actividad que se realiza a modo de generar confianza y diálogo para iniciar el trabajo. Se considera la primera aproximación al reconocimiento por las familias, de las problemáticas que las afectan en su desempeño educativo. Diagnóstico. Permite profundizar y revelar las necesidades educativas en la familia, desde el reconocimiento de los problemas que afectan su función educativa. Se pueden utilizar diversos métodos para obtener la información, que posteriormente se integra y se enuncian las tendencias fundamentales para organizar y planificar las acciones que posibilitan el cambio deseado. Implementación. Está antecedida de la organización del plan de temas con sus correspondientes objetivos y sistema de técnicas participativas, así como el convenio con el grupo de familias en cuanto a: hora y fecha apropiadas para el desarrollo de las sesiones según plan anual de temas. Los encuentros se inician según acuerdos y compromisos del grupo. Evaluación. Es permanente, durante todo el curso escolar y comprende:

Adquisición de conocimientos en la familia respecto a los temas que se analizan.

Cambios que se operan en su rol educativo.

Participación cualitativa y cuantitativa en las Escuelas de Educación Familiar.

Relaciones de coordinación con el profesorado en el vínculo escuela-familia.

Surgimiento de nuevas necesidades educativas.

La aplicación de estos pasos parte de la concepción que la escuela comprenda que requiere encauzar su labor con la familia desde las necesidades de la familia, de manera científica, lo cual favorece su función educativa, a la vez se reafirma el valor esencial que cobran las historias compartidas que entre la escuela y la familia se han de construir en la educación de hijos/a- alumnos/a.

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CONCEPCIÓN SOBRE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR Bajo distintas formas y con diferentes definiciones se encuentra en la literatura la orientación o asistencia personal. El análisis de las definiciones ha conducido a la precisión de los elementos comunes y de aquellos rasgos que no pueden faltar al concebirla (Collazo, B y Puentes Albá M.). Existe consenso al entenderla como un proceso de ayuda, mediante un sistema de técnicas que contribuye al crecimiento personal para enfrentar la vida. La orientación se asume, conforme a las ideas de Gustavo Torroella, como una relación de ayuda o asistencia para el desarrollo de todas las potencialidades de la personalidad para que pueda enfrentarse de forma madura a las diferentes situaciones de la vida, mediante una serie de técnicas o tareas. Resulta importante en este asunto la comprensión que desde diferentes perspectivas se ha entendido de la necesidad de estimular o mejorar el aprendizaje humano, con el sentido de su subjetividad. En este trabajo se entiende la estimulación como una acción en la orientación que permite incentivar al sujeto para el contenido de orientación, para involucrarse de forma consciente, activa en el proceso que siempre va a generar una actividad de aprendizaje. A partir de la concepción histórico cultural del desarrollo psíquico se sistematizan las ideas humanistas de C. Rogers, de Pichón Riviere y sus seguidores sobre el aprendizaje en grupo (se trata el grupo familia y el grupo de padres y madres) y crecimiento humano, del grupo como espacio mediador entre lo psíquico y lo social; así como las tendencias del aprendizaje social, la construcción y reconstrucción de lo psíquico, la metodología de la educación popular de Paulo Freire y las posiciones de Mirtha Cuco sobre trabajo grupal. En los últimos años, tomando como base el papel formativo de la familia y su relación con la escuela, se han promovido estudios de orientación que demuestran que cuando la familia adquiere ciertos conocimientos, desarrolla habilidades, baja tensiones, supera temores, fortalece los lazos afectivos, pueden ser capaces de mejorar y autorregular de modo más eficiente su función educativa.

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La orientación a padres y madres se apoya en la capacidad del ser humano para aprender. Diversos son los criterios que desde la Educación Popular sustentan esta posibilidad. El adulto puede tomar parte activa en su propio proceso de aprendizaje al ser incluido en las decisiones sobre el contenido de aprendizaje y la organización de la experiencia, con su participación en la realización de las acciones y en la reflexión de todas las actividades educativas. La orientación familiar constituye un proceso de relación de ayuda o asistencia que promueve el desarrollo de mecanismos personológicos de miembros de la familia y estimula una buena dinámica familiar, a través de la reflexión, sensibilización, la asunción responsable de los roles para la implicación personal de sus miembros en la solución de los problemas y tareas familiares; realizada por niveles según las características del funcionamiento familiar y las necesidades básicas de aprendizaje de los adultos y de su descendencia, con el empleo de diversos procedimientos, técnicas y métodos de orientación. Desde el punto de vista pedagógico se encamina a elevar la preparación de padres, madres y tutores y estimular su participación consciente en la formación de su descendencia, en coordinación con la escuela y otras instituciones sociales. Estimula y fortalece la maternidad y la paternidad responsable al movilizar los recursos personológicos que más inciden en su desempeño. Se consideran como recursos personológicos aquellos rasgos o cualidades de la personalidad de los miembros del grupo familiar, fundamentalmente de los adultos, que influyen significativamente en la formación y desarrollo de la personalidad de los más pequeños y actúan como condiciones de educación familiar por ser determinantes en la imagen de los adultos como ejemplo. Entre ellos resultan significativos los siguientes:

Los sentimientos de amor hacia los hijos, la identificación emocional, como base de las figuras de apego.

Conocimientos de las características psicológicas de cada etapa del desarrollo y las características individuales.

Los valores éticos.

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Actitudes hacia la educación en general de sus hijos.

La comunicación intrafamiliar.

La autovaloración, estructurada, flexible, íntegra.

La propia autoestima y la seguridad en sí mismo para la educación de sus hijos.

La autodeterminación expresada en iniciativas, acciones y pautas educativas

La capacidad para la toma de decisiones.

Estos recursos posibilitan afrontar y solucionar los posibles conflictos que pueden surgir ante la búsqueda de independencia del hijo (a), la construcción de esa independencia necesaria que requieren los procesos del crecer, en el contexto del desarrollo de las contradicciones familiares. Se debe concebir un programa de orientación desarrollado desde los enfoques de educación - investigación, como proceso en el cual el maestro orientador y la familia toman conciencia, descubren y planean la dirección y el sentido del cambio en la educación de los hijos. El Programa de Orientación familiar es una modalidad de la Orientación psicológica con fines educativos, que constituye un sistema de acciones de aprendizaje participativo desarrolladas mediante diferentes alternativas con el empleo de técnicas, ejercicios o procedimientos, métodos de orientación, generando procesos de reflexión, sensibilización que contribuyan a movilizar, fortalecer o modificar algunos recursos personológicos de los adultos indispensables en la asunción responsable de la maternidad y la paternidad, para estimular la preparación y participación de padres y madres en la educación de sus hijos e hijas. Su objetivo es elevar la preparación de padres, madres y tutores mediante la estimulación de sus conocimientos, actitudes, comunicación funcional y la creación de un estilo educativo flexible que favorezca el desarrollo de la personalidad de los hijos e hijas.

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Se elabora con el propósito de promover la participación activa de padres y madres para que aporten sus conocimientos, movilicen sus actitudes y estilos educativos y enriquezcan sus conocimientos y modos de actuación. Tiene como función principal la de ofrecer una ayuda más especializada y profunda a familias de las y los educandos con determinadas necesidades que requieran la modificación o la preparación para conducir la regulación de los factores sostenedores de conflictos que provocan una disfuncionalidad tal que llega a afectar el desarrollo de la personalidad de niños, adolescentes y jóvenes. Algunos aspectos que reflejan la necesidad, importancia y posibilidad de la utilización de la orientación familiar por la escuela: La confrontación de ideas, saberes y experiencias constituye una necesidad humana como expresión de su esencia social. Esta necesidad también se manifiesta para el desempeño de los roles paternos y maternos. Con frecuencia se asocia a la necesidad de autoafirmación como padres y madres, para liberar tensiones y disuadir los temores que la tarea entraña al grado que permita mayor preparación, sobre todo en las etapas precedentes a la adolescencia. El intercambio entre padres y su autoafirmación como padre, madre o tutor son estados psicológicos posibles de enriquecer en grupos de padres. Existen importantes elaboraciones teórico – metodológicas y experiencias sobre la orientación grupal. Esa modalidad de orientación puede combinarse con otras, para hacer más integral y efectivo el proceso de orientación Convenientemente se ha concebido en Cuba el trabajo con la familia desde el grupo de padres, teniendo en cuenta que a la vez esta interactúa con otras estructuras grupales. La orientación se apoya en la capacidad del ser humano para aprender, en la fuerza constructiva de la personalidad. Diversos son los criterios que desde la Educación Popular sustentan esta posibilidad.

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Es común en nuestro medio el valor de los roles parentales, en lo individual y en la opinión social; hecho que favorece la capacidad de convocatoria que ha adquirido la escuela cubana. La escuela cubana cuenta con grandes potencialidades para el desarrollo de este trabajo. Es una escuela pública, masiva. Como la población infantil y adolescente asiste regularmente a las instituciones educacionales, se puede llegar por esta vía a millones de personas que desempeñan diferentes roles importantes en los procesos sociales. La escuela tiene entre sus funciones la coordinación y cooperación entre los diferentes factores potenciadores de influencias educativas (organizaciones, vecinos, instituciones comunitarias) que pueden integrarse y optimizar procesos de desarrollo humano. Su utilización puede favorecer el desarrollo del proceso de participación de la familia en la educación, establecerá entre la escuela y la familia una relación de coordinación nunca de subordinación, sobre la base de la comunicación pedagógica. La escuela se percibe como prestadora de servicio a las familias y la comunidad. ¿Cuáles son los principios que rigen este proceso orientación? Para dirigir el trabajo con la familia es conveniente formular el siguiente sistema de principios que son tesis de partida y constituye el fundamento teórico para este trabajo de orientación; sirven de instrumento lógico para explicar, organizar y fundamentar el proceso de orientación familiar, guiando su función educativa y cooperando así con el tránsito hacia estadios superiores del desarrollo de la personalidad de sus hijos. Se definen los principios de orientación familiar como el fundamento teórico del proceso de orientación familiar, que sirve como instrumento lógico para explicarlo y organizarlo, guiando su función educativa y cooperando así con el tránsito hacia estadios superiores del desarrollo de la personalidad de sus hijos. Un sistema de principios posee una lógica interna, implícita, que modela y conduce a todo el proceso. En este caso ésta consiste en embonar dos aspectos: sobre qué base se organiza la orientación, a 64


partir de qué basamento teórico, de cuáles objetivos y contenidos (para qué, por qué, qué,) y el segundo momento, referido a la metodología para realizarla y la preparación del orientador (cómo y con qué). Conocimiento y estimulación del funcionamiento familiar. Toda forma o nivel de orientación debe contribuir al desarrollo del grupo familiar, beneficiando sus funciones, para enriquecer sus potencialidades educativas. Parte del reconocimiento de la familia como sistema socializador en la formación y desarrollo del ser humano, del carácter preponderante grupo primario por su significación psicológica y social. Reglas: •

Cocimiento del funcionamiento familiar y su influencia en la formación de las nuevas generaciones, mediante su caracterización o diagnóstico.

Conservación de la privacidad y la intimidad del funcionamiento familiar, salvaguardando su dignidad, libertad y salud.

Cooperación y apoyo a la familia para el desempeño de su función educativa y el desarrollo de sus integrantes, mediante procesos de sensibilización, clarificación, movilización, confrontación, transformación.

Contribuir al desarrollo de mecanismos personológicos de los adultos para la maternidad y paternidad responsable, basada en valores de relación de pareja con equidad de género.

Revelar sus potencialidades para el desarrollo individual y grupal, basándose en lo positivo, en sus fortalezas y oportunidades.

Respetar el proceso de educación familiar como complejo y contradictorio.

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Integridad de la orientación:

Consiste expresa la principal exigencia al proceso de orientación: su coherencia y objetividad, constituye una condición básica para el desarrollo de este proceso. Se entiende la integridad en su definición más general, abarcando la integración, la sistematicidad y lo sistémico, la coherencia. Confiere objetividad al proceso de orientación. Reglas:

Delimitación de los objetivos de la orientación a partir de las prioridades y el pronóstico, determinados en el diagnóstico o caracterización.

Integración de contenidos de orientación, su organización, esencialmente con la imbricación de lo ideológico, lo ético y la sexualidad.

Atención y ayuda por igual, simultánea o escalonada y gradual a las individualidades y a los subsistemas del grupo familiar.

Atención a necesidades de educandos responsabilizados con su educación.

Integralidad del diagnóstico para la determinación de las necesidades básicas del desarrollo de las personas y los procesos, de los hijos y de sus adultos.

Exigencia de la armonía entre diferentes modalidades de la orientación que se debe emplear en cada caso y su coherencia con los postulados teóricos que sustentan la posición metodológica adoptada.

y

adultos

De la participación:

El proceso de orientación debe tener al sujeto como centro dinamizador, protagónico, partiendo de sus necesidades, demandas, saberes y potencialidades, de sus significados; entendiendo la participación en sus tres acepciones: Ser parte, Tener parte y Tomar parte, asumiendo la heterogeneidad de posiciones de los adultos y la diversidad entre las familias y su entorno. 66


Reglas:

Considerar al desarrollo humano como fin, no como medio o instrumento.

Promover el intercambio enriquecedor de la unidad de influencias educativas mediante las relaciones escuela – familia.

Respeto al derecho de toda familia para participar en la determinación de objetivos y contenidos de la educación, atención a sus demandas.

Propiciar su carácter protagónico en la determinación del Programa de orientación, modos de organizarlo, estilos metodológicos e incorporación activa.

Respetar todo el derecho a plantear sus dudas, sus inquietudes, preocupaciones y sugerencias.

Involucrar a todos por igual, teniendo al ser humano como valor supremo en el proceso de orientación, solicitando y reconociendo su apoyo.

Ofrecer la ayuda a partir de su solicitud, de sus saberes y necesidades.

Respetar el ritmo de cada familia y al propio de cada uno de sus miembros.

Consideración de los valores familiares en el contexto comunitario de desarrollo, asumiendo su heterogeneidad.

Combinación de la participación de varios sujetos y especialistas en el proceso.

Enriquecimiento de la comunicación:

La comunicación familiar debe propiciar y favorecer el mutuo conocimiento entre sus miembros, sus intercambios, identificar y superar barreras, de modo que permita el desarrollo de sus sentimientos de aceptación y convivencia, el desarrollo de habilidades para el manejo o evitación de factores sostenedores de climas conflictuados, con constructividad, así como promover 67


vivencias afectivas positivas y experiencias de rico intercambio para la atención y satisfacción de sus miembros: sirviendo de modos de aprendizajes para las relaciones interpersonales con otros grupos de pertenencia. Abarca también las características de la comunicación durante el proceso de orientación para la cual resulta esencial y sirve de modo de actuación a los participantes. Reglas:

Ampliar la autoestima familiar, la valoración y aceptación de sus rasgos distintivos con realce de cualidades y valores positivos.

Permitir apertura, mediante la adquisición de saberes sobre amplitud de temas, que favorezcan el intercambio, la percepción mutua y su conocimiento mutuo.

Estimular el desarrollo de habilidades de la buena escucha y la empatía para su asertividad y constructividad.

Favorecer el autorespeto y el respeto a los demás.

Enriquecer la confianza mediante la superación o regulación de factores generadores de incomunicación y la disfuncionalidad.

Generar el predominio de estilos democráticos y de un clima armonioso.

Servir de condición básica durante proceso de orientación con el establecimiento de una comunicación funcional con los y las participantes a partir del empleo de reglas y técnicas comunicativas.

Capacitación de los orientadores:

Se centra en la preparación de los especialistas que deben realizar la orientación, considerados como coordinadores, facilitadores o conductores, de posiciones éticas, como requisito inicial para el éxito del proceso de orientación.

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Reglas: •

Adecuada selección de profesionales o agentes que desempeñarán el rol de orientación, donde se convine la motivación por la actividad y las cualidades personales (técnicas y éticas), esenciales para esta actividad.

Superación constante mediante entrenamientos, talleres y otras modalidades, tanto desde el punto de vista teórico como metodológico.

Creación de condiciones técnicas y ambientales mínimas para el desarrollo del proceso de orientación.

¿Cómo se elabora el Programa de orientación? El programa se elabora para ser desarrollado en el marco de las relaciones escuela - familia, desde el contexto escuela, por el maestro orientador, en nuestro caso por el profesor eneral integral, considerando la diversidad de funciones y las necesidades de aprendizaje que sobre esta temática presenta el profesorado de la escuela, lo cual requerirá de capacitación, mediante diferentes modalidades de la superación de avanzada. Posteriormente se mostrará de forma sucinta cómo se ha concebido. De modo que constituye una tarea profesional. Su elaboración e instrumentación y seguimiento queda en el campo de la planeación estratégica de la escuela; es un proceso racional que parte del análisis y la reflexión y va trasformándose en actividad para coordinar, agrupar, integrar, sensibilizar y dar forma orgánica a un conjunto de decisiones y acciones, según el contexto estudiado, en un plazo determinado, con un grupo y situación concreta. Está impregnado del enfoque alternativo y participativo, a partir de las necesidades de los participantes; considerar sus opiniones, conocimientos, habilidades, actitudes constituyen condiciones insustituibles para el éxito de este trabajo. No es ajeno a este enfoque el carácter investigativo; nos encontramos en un campo de acción donde queda mucho por descubrir, y donde hay que investigar haciendo. Es indispensable que padres y madres lo sientan como parte importante del Proyecto educativo de la escuela. 69


El programa contextualizado contiene tres momentos:

desde

los

centros

educacionales

Diagnóstico: con la preparación adecuada del orientador o coordinador del grupo de padres, y con los propios padres pueden llegar a determinar los problemas y necesidades. El nivel de escolaridad alcanzado en la mayoría de los padres y la motivación que se logre lo facilitarán.

Orientación: a través de los talleres, de encuentros con grupos organizados a partir del diagnóstico psicopedagógico, los debates, las consultas individuales y familiares, la correspondencia.

Seguimiento: se puede realizar con el autodiagnóstico provocado en cada taller, al establecer comparaciones individuales y grupales, confrontando con los adolescentes, y precisando al final de cada etapa los nuevos objetivos a corto, mediano y largo alcance. Existen diversos métodos cualitativos que se pueden emplear con este fin.

El orientador deberá poseer un conocimiento previo y actualizado del educando y su familia. La caracterización debe ofrecer conocimiento sobre su funcionamiento, potencialidades y necesidades educativas. Se precisarán las fortalezas y debilidades de cada caso. Se garantiza la coherencia entre el sistema de dimensiones e indicadores para el diagnóstico de los estudiantes, y la caracterización de su familia, con un sistema de indicadores sometido a valoración en un taller con dirigentes provinciales y municipales de todas las enseñanzas, trabajados en seis sedes durante el desarrollo del módulo "Diagnóstico, caracterización y evaluación educacional", en un diplomado a las estructuras de dirección. Con algunos estudiantes donde se requiere de la aplicación más profunda de un diagnóstico individual y familiar se utiliza el siguiente procedimiento que se muestra en la figura 1, para guiar la búsqueda de información más profunda y objetiva. El mismo facilita el trabajo de los profesores guías y de la familia; para ello se requiere de la asesoría o consulta profesional con el psicopedagogo de la escuela o de otro especialista, de lo cual se podrá prescindir en correspondencia con la preparación que el maestro posea: 70


Nombre Compo Indicado del rtamie res que nto se estudia más requiere nte preocu n para pante obtener informaci ón

Métodos para profundizar el diagnóstico, conforme a los indicadores

Selección de personas con quienes se necesita investigar

Temas a profundizar en los talleres o consultas psicopedagógica s de orientación familiar

Fig. 1 Procedimiento

Se desarrolla desde los enfoques de educación - investigación, como proceso en el cual el maestro orientador y los padres toman conciencia, descubren y planean la dirección y el sentido del cambio en la educación de la sexualidad de los adolescentes. Puede convocarse sin distinción de grado o grupo escolar de los hijos, a partir de las necesidades de aprendizaje de estos y de sus padres - madres para conducir y potenciar su crecimiento y desarrollo. Se utiliza el nivel de orientación educativa preventiva. Es un proceso racional que parte del análisis y la reflexión y va trasformándose en actividad para coordinar, agrupar, integrar, sensibilizar y dar forma orgánica a un conjunto de decisiones y acciones, según el contexto estudiado, en un plazo determinado, con un grupo en un contexto sociocultural específico. Modalidades de orientación que incluye: La grupal (grupos de padres, madres y tutores y grupo familia), mediante talleres, la individual (a hijos e hijas, padres, madres o tutores) y la consulta bibliográfica. El grupo de padres es un grupo peculiar, que adquiere sus características en dependencia de la institución que los convoque, la actividad que se promueva y la comunidad donde se desarrolle. Su surgimiento se ha manifestado como tendencia creciente en América Latina. Convenientemente se ha concebido en Cuba el trabajo con la familia desde el grupo de padres, teniendo en cuenta que a la vez esta interactúa con otras estructuras grupales relativamente independientes: grupo familiar, de adolescentes y de profesores. Constituye un grupo encuentro organizado oficialmente por la escuela, sin que llegue a ser un grupo formal; de pertenencia 71


voluntaria a partir de un interés individual con un objetivo de base, orientado hacia el grupo familia en su función educativa y en lo particular hacia la díada padre o madre - hijos, tutor - hijo o padres, tutores - hijos. Su actividad común es la preparación para el mejor desempeño de los roles familiares: en su contexto se realizan tareas, ejercicios, intercambios que estimulan el aprendizaje de conocimientos, actitudes favorecedoras para la educación de los escolares, estilos comunicativos más democráticos, procedimientos y técnicas de educación familiar. Se apoya en la capacidad del ser humano para aprender, con criterios que desde la Educación Popular sustentan esta posibilidad. El adulto toma parte activa en su propio proceso de aprendizaje al ser incluido en las decisiones sobre el contenido de aprendizaje y la organización de la experiencia, con su participación en la realización de las acciones y en la reflexión de todas las actividades educativas. Ellos conocen su medio, expresan sus experiencias, mientras que el orientador estructura y organiza todo lo que emerge, mediante interpretaciones grupales conduce la búsqueda de relaciones y explicaciones de los fenómenos analizados. Está más centrado en la actividad de aprendizaje que en la estructura funcional del grupo. Se promueven las relaciones interpersonales que facilitan el aprendizaje participativo de sus miembros. Actúa como sujeto en la medida que se propicie el intercambio de saberes, el enriquecimiento de las mejores normas y valores sociales asociados a los roles familiares. Se considera que la confrontación de ideas, saberes y experiencias constituye una necesidad humana como expresión de su esencia social. Esta necesidad también se manifiesta para el desempeño de los roles paternos y maternos. Con frecuencia se asocia a la necesidad de autoafirmación como padres y madres, para liberar tensiones y disuadir los temores que la tarea entraña al grado que permita mayor preparación, sobre todo en las etapas precedentes. El intercambio y su autoafirmación como padre, madre o tutor son estados psicológicos posibles de enriquecer en grupos de padres. Diversos son los autores y variadas las discusiones y postulados

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teóricos entorno a la influencia psicológica que ejerce una persona en otra, dentro de la existencia del grupo como realidad psicológica. Estimula la conciencia crítica de los participantes como un paso importante para la asignación de participación. La conciencia de los participantes debe superar la simple aparición de los fenómenos. No se limita a la comprobación y descripción de los fenómenos, estimula la percepción de las posibilidades de transformación de la situación y las ventajas del cambio. Para Ovidio D`Angelo, desde la perspectiva del desarrollo integral, constituye una dirección estratégica la conformación de estos espacios de elaboración crítico-reflexiva y creativa en el ámbito de los maestros y educadores en general, tanto como en el de los alumnos. En el trabajo con grupos de padres y madres se trasmiten contenidos y otros se elaboran conjuntamente, contando con la información básica y los saberes que poseen. Ellos conocen su medio, expresan sus experiencias, mientras que el orientador estructura y organiza todo lo que emerge, mediante interpretaciones grupales conduce la búsqueda de relaciones y explicaciones de los fenómenos analizados. El orientador deberá poseer un conocimiento previo y actualizado del educando y su familia. La caracterización debe ofrecer conocimiento sobre su funcionamiento, potencialidades y necesidades educativas. Se precisarán las fortalezas y debilidades de cada caso. Hay que partir de y basarse en los elementos de alto valor humano para trabajar la autoestima; al enriquecer las percepciones mutuas, destacando las cualidades positivas, las virtudes de los padres o tutores y de los hijos, se podrá lograr una disposición psicológica al cambio, a la solicitud de ayuda para favorecer la comunicación entre orientador y padres o tutores, y entre estos y sus hijos. Debe existir coordinación y cooperación entre los diferentes factores potenciadores de influencias educativas (organizaciones, vecinos, instituciones). Se establecerá entre la escuela y la familia una relación de coordinación nunca de subordinación, sobre la base de la comunicación pedagógica. La escuela ha de percibirse como prestadora de servicio a las familias y la comunidad.

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Se pueden generar frustraciones, barreras de resistencia al cambio, temor a fallar, incertidumbre mientras se esperan los resultados, que por lo general no llegan a corto plazo. Por ello la orientación trabajará siempre sobre lo positivo, la estimulación y la compensación. Una orientación de este tipo debe estimular la autodeterminación libre y responsable como padre y madre. Con los padres y madres se requiere contar con las experiencias vividas, (valor de la vivencia), desmontar aquellas experiencias reales que sean necesarias, hacer emerger toda la información respectiva, analizar las diferentes situaciones. La verdadera autodeterminación de los padre o madre como educadores no puede alcanzarse con la sola reflexión y autocomplacencia de lo vivido, sino es pasando a la toma de conciencia sobre las acciones realizadas desde este rol que impiden el normal desarrollo de la personalidad de sus hijos. Para este trabajo se concibe como grupo encuentro organizado oficialmente por la escuela, sin que llegue a ser un grupo formal; de pertenencia voluntaria a partir de un interés individual con un objetivo de base, orientado hacia el grupo familia en su función educativa y en lo particular hacia la díada padre o madre - hijos, pareja y cualquier otra combinación conforme a la estructura de la familia. Su actividad común es la preparación para el mejor desempeño de los roles familiares: en su contexto se realizan tareas, ejercicios, intercambios que estimulan el aprendizaje de conocimientos, actitudes favorecedoras para la educación de los escolares, estilos comunicativos más democráticos, procedimientos y técnicas de educación familiar. Los talleres de orientación a padres, constituyen una modalidad de orientación grupal, de espacio interactivo en grupo que se desarrollo mediante técnicas, métodos y procedimientos para la reflexión, sensibilización, reelaboración y ajuste personal, a partir de la experiencia y saberes acumulados, que favorecen la preparación de la familia para la educación de sus hijos e hijas.

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Se realizan a partir de los grupos de padres creados por la escuela. Tradicionalmente estos se forman según los grupos escolares; se convocan por la escuela para el desarrollo de diferentes actividades. Un enfoque nuevo que permita ofrecer a este trabajo el carácter alternativo y participativo puede ser, la organización de los grupos de padres a partir de sus necesidades e intereses, esto conduce a que se encuentren en un mismo grupo, padres cuyos hijos pertenecen a diferentes grupos y grados. Se deben organizar atendiendo a diferentes aspectos organizativos y de contenido, los esenciales son:

Necesidades de aprendizaje los padres.

El tiempo de que disponen para cada sesión.

Frecuencia acordada entre todos.

Condiciones de locales disponibles.

Posibilidad de recibir ayuda de otros especialistas.

Cantidad de padres involucrados.

Experiencia del orientador.

Características geográficas de las zonas de residencia de los padres y la distancia respecto a la escuela.

Potencialidades que posee la comunidad para apoyar la realización de los talleres y calidad de la relación escuela - comunidad. Se concibe de forma flexible, que atienda temas imprescindibles de ser abordados con los padres, de carácter prioritario, conforme a los objetivos formativos y la situación social del desarrollo de los estudiantes. Su flexibilidad se mantiene por: la posibilidad de incluir o excluir algún tema que resulte innecesario, inoportuno (requiriendo de otro tipo de orientación) y por el nivel de preparación de los padres u otra especificidad. En todo caso se atenderán las solicitudes de los padres y de los adolescentes, estos temas se tratan durante un tiempo limitado, dejando espacio en el programa otros temas relacionados con los objetivos formativos.

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Dentro de la metodología para los talleres se considera el postulado del enfoque crítico y socioparticipativo orientado a la acción, en el cual toda al actividad se realiza dentro de la cultura práctica cotidiana de los miembros del grupo, el rescate del a saber popular acumulado y como condición que favorece la sensibilización de los miembros con los objetivos de cada encuentro. El programa debe desarrollarse mediante encuentros o sesiones, no menos de nueve (9), para poder disponer del tiempo necesario para la sistematización en el trabajo de orientación. Cada taller consta de los siguientes momentos:

Momento inicial.

Planteamiento temático.

Elaboración.

Cierre.

Al analizar la especificidad de la orientación se establece la distinción entre los instrumentos de la psicoterapia y los de la orientación: “...es la finalidad la que descubre el sentido de la relación profesional de ayuda y desde allí es que el profesional no sólo se piensa a sí mismo, sino que define el carácter de sus intervenciones, del material con el que trabaja y de los instrumentos que utiliza” (Calviño Manuel, 2000). Los instrumentos de trabajo constituyen técnicas, procedimientos, etc., de diversas clasificaciones. Aquí se utiliza la realizada por este autor como instrumentos de influencia (apoyo, sugestión, persuasión, guía directiva), de información (para pedir información: preguntar, señalar; para dar información: replanteo o repetición, sumarización, esclarecimiento y confirmación) o reorganizadores (construcción), incluye la interpretación en diferentes niveles, funciones y formas y de apoyo ambiental). Consultas psicopedagógicas: Es una modalidad de orientación en estrecha relación con otras, consistente en la asesoría y asistencia directa al grupo familiar y/o a algunos de sus miembros que requieren de una atención más particularizada de sus necesidades y situaciones educativas. 76


En estas consultas se puede emplear la orientación de desarrollo, preventiva o remedial. Pueden ser individuales, a la pareja de padres como orientación para la función educativa, (no incluye la psicoterapia sexual), a la familia (fundamentalmente a las familias en emergencia por situaciones de crisis transitorias de corto plazo, ante situación o eventos transicionales: de divorcio mal solucionado, pérdida de un familiar, ingreso del hijo a la secundaria básica, el nacimiento de un hijo) o en casos de disfuncionalidad provocada por otros factores sostenedores de un clima conflictuado. Apoyo del sistema: Utiliza la coordinación y cooperación entre los diferentes factores potenciadores de influencias educativas: organizaciones incluyendo a los pioneros y vecinos para convocar a padres y madres, para la sensibilización, a instituciones comunitarias de diferente tipo, en especial aquellas que puedan atender los casos, que requieran otro tipo de atención, cuando es necesario remitir a otros centros especializados para un tratamiento más profundo; cuando se requiere de otro tipo de ayuda comunitaria, conociendo los recursos comunitarios y las oportunidades que brinda a la familia: Psicólogos clínicos, psiquiatras, psicoterapeuta sexual, médicos o instituciones de otro tipo de especialización.

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¿CÓMO ENFRENTAR LAS SITUACIONES DE RIESGO Y DESVENTAJA SOCIAL? Los resultados de diversas investigaciones evidencian la influencia de la familia como agente de socialización de las nuevas generaciones y en particular lo nocivo que resulta, cuando es disfuncional y “reproductora” de menores en situación de desventaja; sin restar importancia de otros agentes socializadores. En tal sentido, es necesario conocerla a profundidad para trabajar desde diferentes aristas en su transformación. El concepto de “desventaja social” es cubano, en otros países esta problemática se define asociada a la marginación. Al respecto, existen diferentes definiciones en dependencia de la ponderación de las causales que se consideran generadoras de ésta. Para nosotros la desventaja social es: “El conjunto de condiciones temporales o de relativa permanencia que afectan las condiciones de vida del menor y su desarrollo. Los agentes causantes de la situación de desventaja social, pueden localizarse en factores del propio niño, en el medio familiar, escolar y comunitario, o en la combinación de algunos de ellos; su manifestación en el menor puede expresarse en las esferas cognoscitivas, afectivo volitivas, conductual o en el conjunto de estas. El nivel de vulnerabilidad del menor, está en dependencia de la etapa del desarrollo en que se encuentre, de la gravedad y permanencia del tipo de desventaja, del momento de detección, del tratamiento y seguimiento que estructuren y desarrollen los factores implicados” (Castillo, 2004). Se toman en consideración al propio individuo y la incidencia de los contextos: familiar, escolar y comunitario, desde esta perspectiva se aborda la identificación, caracterización e intervención pedagógica en los educandos en situación de desventaja social. Otros autores coinciden con la postura asumida en este estudio, al considerar que la “situación de desventaja es el resultado de la combinación de factores de desventaja, que limitan las posibilidades del sujeto para el disfrute de las oportunidades de desarrollo establecidas a nivel de toda la sociedad. Factores de desventaja social: condiciones objetivas de existencia de grupos o sujetos, que determinan una posición desfavorable para el disfrute o beneficio de las oportunidad 78


de desarrollo económico, cultural y sociopolítico existentes a nivel de toda la sociedad” (Blanco A y otros, 2002). En el Sistema Nacional de Educación de Cuba, se catalogan a los estudiantes en situación de desventaja social, cuando la influencia de factores negativos, han tenido repercusión en la conducta, el aprendizaje de los educandos o en ambos. Otro criterio clasificador orientado en la actualidad para el trabajo preventivo en el ámbito educacional son los factores de riesgo. Este es un término utilizado en diversos campos de las ciencias sociales, proveniente de la epidemiología médica, que tiene gran empleo en la investigación sobre conductas desviadas, anti-normativas y actitudes asóciales. La psicología, logra una comprensión de los procesos de la actividad y la comunicación en el desarrollo de la personalidad del hombre. También del importante papel de la familia en los procesos de socialización. Desde la escuela histórico cultural se considera que el papel de la familia es básico en la conformación de la situación social del desarrollo del niño, pues ésta no solo se determina por las exigencias históricamente formadas por el medio social, sino además, por las exigencias planteadas al niño en el marco de una familia concreta con condiciones de vida, objetivas y subjetivas específicas. Hay coincidencia entre los estudiosos del tema de la socialización, en distinguir una socialización primaria, que transcurre predominantemente durante la niñez y que consiste en la introducción inicial del niño en el mundo social; también una secundaria, cuya finalidad es la integración del individuo en grupos específicos institucionalizados. La familia tiene a su cargo la labor esencial en la primaria y la escuela es la más determinante en la secundaria. La socialización primaria es la más importante, peculiar e insustituible, por la dinámica afectiva en que se inserta; pues sienta las bases para el desarrollo en los niños de la posterior socialización secundaria. Esta siempre se efectúa en el contexto de una estructura social específica; la clase social a la que pertenece cada individuo es 79


determinante en su socialización primaria. Los hijos “absorben” el mundo social, desde la perspectiva de clase y con los caracteres específicos que le han transmitido sus padres o encargados de la socialización primaria. Al estudiar a la familia es necesario indagar en aquellos rasgos fundamentales que permiten el cumplimiento de su función de reproducción social y formadora. Las determinaciones sociales más amplias, sobre todo las relacionadas con las diferencias existentes entre las clases y capas sociales principales de nuestra sociedad y así lograr establecer las mediaciones entre estos fenómenos y aspectos subjetivos como los relativos a las características de las relaciones personales entre los miembros de la familia, la manera en que estas se vivencian en determinadas fases del ciclo de vida familiar y su repercusión en la vida escolar de los hijos. Las investigaciones desarrolladas sobre la temática familiar, por instituciones del Polo Científico de Ciencias Sociales y la práctica de la intervención social, en varios contextos y en Cuba, han permitido establecer tipologías de las familias de menores con problemas. Son abundantes los indicadores sobre las situaciones familiares que permiten establecer un posible riesgo social. Según J. Mondragón I. Trigueros (2002) las familias denominadas “multiproblemáticas”, son inestables en sus acciones y reacciones; sus contactos personales son erróneos o bien no son permanentes; no suelen interiorizar las normas, tienen poca capacidad de respuesta, hacen insuficiente auto-observación, tienen baja autoestima, pobreza en la expresión de sentimientos y la madre es el centro de la crianza y la comunicación; tienden a buscar estimulación extrema y dramática. Estos autores españoles definen diferentes procesos de socialización a partir de las condiciones en que se desarrolla cada niño; de esa forma asocian la desventaja social a un proceso que definen como “proceso de socialización de riesgo” (Mondragón I. Trigueros, 2002), en el que el contexto sociofamiliar carente o insuficiente, estimula poco o inadecuadamente al menor, incidiendo en la competencia social de forma deficitaria y colocándolo en situación de riesgo. Sus indicadores son: 80


Núcleo familiar con disfunciones (madres solteras, separación matrimonial, ausencia de uno de los progenitores, conflictos de pareja).

Inadecuada estimulación socio- afectiva.

Hábitat deficitario (hacinamiento e insalubridad).

Dificultad en el acceso al trabajo. (Paro laboral, subempleo, economía sumergida)

Bajo nivel cultural.

Dificultad en la escolarización (ausentismo escolar, fracaso o abandono temprano).

Aislamiento aun dentro de entornos socialmente estimulantes.

Por su parte O. I. Alegre (2002), también de España, considera, que la marginación social genera una situación de “deprivación sociocultural, que consiste en “aquellas dificultades graves para la adquisición de los aprendizajes básicos, originadas por situaciones privativas de carácter cultural, social y económicas y que no pueden ser atribuibles trastornos intelectuales o sensoriales, o evolutivos”. Estas dificultades imposibilitan al alumnado que aprenda con las estrategias y recursos materiales y personales considerados adecuados para la generalidad de los niños y las niñas de su edad. Resulta simplista y dañina, la tendencia a considerar que hay familias buenas y malas, pues la clasificación de las mismas no puede hacerse en sentido lineal. La complejidad del funcionamiento familiar que conduce a la situación de desventaja social, es tal, que resulta más adecuado y justo, señalar aspectos o componentes de la familia que son disfuncionales, mientras que en otros aspectos esa misma familia pueda desenvolverse con ciertos resultados. Se trata de familias disfuncionales, considerando las que están sometidas a malas condiciones de vida hogareñas o comunitarias que no son básicamente responsabilidad de sus integrantes. Cuando se mantienen estas condiciones socioeconómicas y subculturales, la familia es mas vulnerable a sufrir un desajuste estructural,

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generalmente deja de funcionar de manera equilibrada, aparecen las disfunciones. Por otra parte, en América Latina y el Caribe, “las diferencias económicas que no han sido creadas por la institución escolar, se reproducen y amplifican dentro de ella, desde el momento en que el niño de origen social “desfavorecido” no dispone de las mismas condiciones de alimentación, vestuario y calzado, acceso a los materiales escolares y asistencia familiar que sus compañeros de escuela. En estos casos es corriente el ausentismo, los problemas disciplinarios, el bajo rendimiento, el retraso escolar, que casi siempre culminan con la deserción definitiva. El maestro contribuye no pocas veces a subrayar las diferencias, cuando presiona al alumno que no es capaz de cumplir las exigencias curriculares o disciplinarias; ello acentúa su posición inferior ante el grupo de condiscípulos y provoca la perdida de la autoestima y confianza en si mismo” (UNESCO-OREALC, 1993). Aunque con otro carácter por el contexto social de apoyo que brinda el Estado cubano a la educación; no estamos exentos de estas manifestaciones. Como tendencia se deja a la escuela fuera de los factores propiciatorios de la desventaja, desconociendo que un medio escolar desfavorable, sin una atención individualizada a los niños y niñas, es generador de un currículo manifiesto y oculto, que no potencia el desarrollo personal, y puede ocasionar el fracaso escolar o el abandono pedagógico, entre otras consecuencias, al no prever las necesidades educativas individuales de estos casos. La unidad básica de intervención en el mundo relacional del niño es: la familia, la escuela, el grupo y el barrio; esto conlleva a aproximar los recursos al contexto donde surgen las necesidades del menor, como alternativas a las carencias que se pueden producir. Como ya hemos señalado, el sistema familiar al desplegar su función educativa aporta una socialización peculiar, matizada de un alto componente afectivo, que es la base para la formación de la personalidad de los hijos. Más adelante, este proceso de

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socialización los padres lo compartirán con los maestros en la escuela y con otros agentes socializadores de la comunidad. La escuela influye sobre la familia a través del propio proceso de socialización que ejerce sobre los alumnos y con distintas acciones educativas dirigidas intencionalmente a la familia (educación familiar). Los padres y también la comunidad, influyen a su vez en las escuelas a través de los patrones de comportamiento que llevan a los alumnos procedentes de sus hogares y también respecto a las vías que utiliza la escuela para potenciar la acción socializadora de la familia. Dado el mayor conocimiento que se ha adquirido respecto a la importancia de la participación de los padres y madres en el proceso educativo, últimamente se ha acuñado internacionalmente el concepto de comunidad educativa, para fundamentar la necesidad de generar alianzas y continuidad entre la familia, la comunidad y la escuela. En nuestro país el Consejo de escuela y de Círculo infantil constituye un órgano educacional de base de carácter intersectorial en donde se debe concretar el derecho de los padres a participar y compartir la labor educativa de las instituciones educacionales. También debe ser un espacio movilizador; promotor de orientación y capacitación a la familia para potenciar su función educativa. El fortalecimiento de las organizaciones de padres y madres y otros miembros de la familia, (en Cuba Consejo de escuela) constituye una vía importante, para la concreción de la implicación protagónica de la familia y las instituciones y organizaciones de la comunidad, en apoyo a la labor educativa de la escuela; en especial, para consolidar el propósito de que la escuela sea, un factor de protección para los escolares y familias con factores de riesgo. Es importante redimensionar el rol correctivo compensatorio de la escuela, en su labor pedagógica interna y de extensión a la comunidad. La escuela, dentro de su función social, debe ser un agente dinamizador y coordinador de acciones y esfuerzos coherentes en la tarea de apoyar a la comunidad en la protección y conocimiento de los derechos de la infancia. Para ello, los educadores deben conocer que existe el enfoque de derechos, cuál es su esencia, y cumplimentarlo cotidianamente, para fortalecer su labor. 83


El entorno social que rodea la escuela debe ser objeto de dominio y conocimiento por todos los docentes, explotar las potencialidades que posee, y conocer de igual forma sus limitaciones. Para ello se requiere tener presente en las diferentes actividades que se organicen y en el desarrollo de las clases la necesaria vinculación con el medio real donde cada escolar se educa, que aprendan a valorarla y a conocerla críticamente, y muy especialmente, a sentir amor y satisfacción de su entorno más cercano y tener una postura protagónica de búsqueda de progreso. Al enfocar la atención individualizada a las familias en situación de desventaja social y a sus hijos, se debe ayudar en primer lugar al niño o adolescente en la escuela. En este sentido, la acción del maestro con los alumnos en situación de desventaja social y con factores de riesgo en general, tiene entre sus propósitos fundamentales, el compensar la falta de afecto y atención familiar que la mayoría de estos escolares han sufrido; asegurar desde ese afecto y con el manejo grupal adecuado, el estímulo a su aprendizaje e inserción social. Se enfoca el trabajo preventivo y en general la atención a estos niños como una relación interpersonal, como un proceso de comunicación acorde a los principios que sustentan esta concepción. La influencia familiar es una de las dimensiones importantes a tener en cuenta, en las condiciones educativas creadas por la institución educacional para la formación de los educandos; por eso, resulta imprescindible para el trabajo pedagógico, con los menores en grupos de riesgo, la caracterización del medio familiar y el fortalecimiento del vínculo con esta. Estudiosos de la evaluación de la calidad, consideran que la comunicación con los padres es uno de los factores que más influye en el rendimiento de los alumnos (Casassus J., 2000). En experiencias como la del proyecto “Los chicos del barrio”; desarrollada por investigadores del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas del Ministerio de Educación de la República de Cuba, en el consejo popular de Jesús María del municipio de la Habana Vieja de la capital de Cuba; dirigida a la atención educativa de las niñas, niños y adolescentes en situación de desventaja social; se potencia, 84


el rol social de la escuela , como factor de protección de los derechos del niño y eje coordinador del trabajo preventivo en la comunidad. En esta experiencia se plantearon transformar su trabajo con la familia y la comunidad. Esto se abordó potenciando dos esferas de participación: la gestión escolar a través de la involucración de miembros de las familias en las acciones del consejo de escuela y por ende fortaleciendo las misiones de esta organización educacional de base y en segundo lugar y relacionada con la primera, a través de las diversas modalidades de orientación individual y grupales de orientación pedagógica y psicológica a la familia, para potenciar su función educativa. Todas están enfocadas a una atención lo más personalizada posible, pues en su mayoría, son familias disfuncionales. Para este propósito, se cuenta con la producción de bibliografía especializada de orientación, elaborada por los investigadores, y puestos en manos de los docentes para su preparación, y de materiales dirigidos a la familia, en cantidades suficientes para facilitar su adquisición. Las escuelas de educación familiar, aportaron a los padres, un espacio de aprendizaje, reflexión y protagonismo en la escuela y en la comunidad, para contribuir a la solución de los problemas educativos que presentaban sus hijos en los hogares, la escuela y la comunidad. Al respecto, se perfeccionó la metodología existente para la caracterización de las necesidades de capacitación de los padres, con talleres de autodiagnóstico; también la metodología para la conducción de las mismas. La preparación de las Comisiones Psicopedagógicas canalizó este propósito. Estas comisiones conducen el desarrollo de las acciones de orientación escolar y familiar, en cada escuela; y retoman el objetivo de estudiar y proponer estrategias para la atención a los escolares en grupos de riesgo. La Comisión es un grupo de trabajo funcional que asesora al director en el tema referido. La integran docentes y especialistas colaboradores de la escuela, seleccionados por sus méritos profesionales para orientar las indagaciones y recopilar la información necesaria y suficiente, para la discusión y la propuesta consensuada de acciones. Por sus funciones esta formada al menos 85


por cinco miembros y no sustituye a los órganos técnicos de dirección. La capacitación generales:

en

educación

familiar,

tiene

como

objetivos

Fundamentar científicamente la labor educativa con la familia como contexto de actuación profesional de los docentes.

Modelar actividades educativas para su labor con y para la familia y los niños y niñas y adolescentes, utilizando como vía fundamental, de las actividades grupales, las escuelas de educación familiar.

Las sesiones de capacitación se organizan y ejecutan utilizando el taller como forma de organización principal. Consecuente con el enfoque metodológico de la Educación Popular, se parte de reconocer los saberes de los docentes, su capacidad de participar y de dialogar a partir de sus experiencias; similar enfoque se orienta a seguir con la familia. En la ludoteca Pinocho, institución comunitaria para la educación preescolar, se desarrollan encuentros de Educación Familiar, para los miembros de la familia, que asisten a los encuentros de las vías no formales con el programa “Educa a tu Hijo” (para la preparación de la familia para la atención educativa de los menores de 0 a 5 años que no asisten a instituciones preescolares para los hijos de madres trabajadoras). También participan y se preparan, las promotoras y ejecutoras del mismo. Además, se desarrolló un diplomado sobre la familia, para los directores, docentes y otros agentes comunitarios, que contribuyó al conocimiento y desarrollo de habilidades para el trabajo con la familia. Tuvo convocatoria abierta y su programa se adecua a las problemáticas del consejo popular, en base a los diagnósticos realizados. Con su cuarta versión ya se han beneficiado más de 100 personas del Consejo y de otros territorios que han multiplicado sus enseñanzas en sus áreas de acción en el desarrollo de escuelas de educación familiar y otras alternativas de orientación a la familia.

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Algunas reflexiones para la labor de orientación personalizada a las familias Es difícil para los padres cuidar de sus hijos cuando la vida normal de la familia es alterada por condiciones sociales adversas. Las tensiones hacen a los adultos irritables impacientes y malhumorados; se sienten con frecuencia culpables respecto a no poder dar a sus hijos el cuidado adecuado ni responder a sus necesidades y que los valoren como irresponsables en la comunidad. La comunicación con los padres y otros miembros de la familia exige a los educadores similares habilidades que las requeridas para hablar con los niños que presentan dificultades en su comportamiento y en el aprendizaje, entre ellas se destacan:

Habilidades para escuchar.

Asegurarse de que han entendido.

Reconocer las dificultades y aceptar sentimientos.

Confortar y saber cómo y cuándo dar consejos.

Las familias tienen diferentes creencias, prioridades y maneras de hacer las cosas. Para comunicarse efectivamente es necesario conocer y entender las diferentes maneras en que crían a sus hijos. Las familias con problemas, generalmente evaden hablar de sus problemas a las persona externas, que simbolizan la autoridad, para evitar la crítica por no conservar las normas de la comunidad. Hay que balancear la tolerancia con la crítica para propiciar un acercamiento; es esencial que el educador muestre que es confiable y que lo que ellos digan será confidencial, no se socializará en reuniones. En vez de culpar a los padres cuando sus hijos tienen problemas, es más productivo reconocer que la educación de ellos es difícil, especialmente en tiempo de tensión social, y tal vez usted puede encontrar una solución conjuntamente con ellos. Trate de planear con las familias, o con los responsables de su cuidado, las formas de ayudar a los menores con dificultades, porque si ellos no están de acuerdo con sus consejos no los llevarán a cabo.

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Esto significa tomar tiempo para entender sus puntos de vista, sus dificultades y deseos. Las soluciones deben estar basadas en las ideas, la creatividad y la fortaleza de la familia. También es importante averiguar quién, en la familia, es el responsable de tomar decisiones sobre el menor, y después asegurarse de que esté involucrado en los análisis sobre la ayuda a brindarle. Rescate las cosas positivas entre la familia y el niño o niña y trate de fortalecerlas. Es vital estar conscientes de todas las presiones que afectan a las personas que viven en condicione adversas, bajo gran tensión La desconfianza y el recelo están con frecuencia presentes en estas situaciones, y las tensiones dentro de las familias se incrementan. Trabajar con las familias exige habilidades en la comunicación y una actitud de aceptación y cooperación. Transmita el respeto por los aspectos positivos y las fortalezas de la familia. Orientación familiar en la preparación de la familia del niño con necesidades educativas especiales La acción de orientar es un hecho natural que ha estado siempre presente en todas las culturas y ha sido necesaria a lo largo de la historia para informar a las personas o ayudarlas a desarrollarse e integrarse social y profesionalmente. Las necesidades implícitas y las demandas explícitas de los familiares que tienen un niño o adolescente con alteraciones en su desarrollo o discapacidades son peculiares, y merecen dedicar una parte de este material para dar a conocer experiencias recientes del sistema educacional. En el presente apreciamos distintas posiciones, sin embargo, como bien apuntan Basilia Collazo Delgado y María Puentes Albá (1992) existen aspectos comunes para delimitar los objetivos y el contenido del trabajo de la orientación, a saber:

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La necesidad de ayudar al individuo a conocerse a sí mismo y a su medio.

La necesidad de desarrollar en el individuo la capacidad de utilizar su inteligencia para tomar decisiones y aprovechar al máximo sus potencialidades.

El carácter sistemático, procesal, regulador, que debe tener el trabajo de orientación.

La necesidad de orientación que tienen todos los individuos.

En el caso del trabajo de orientación familiar, lo anterior posee una aplicación consecuente. Es vital no sólo que las familias se conozcan a sí mismas, sepan utilizar su inteligencia y aprovechen sus potencialidades para tomar decisiones sabias que repercutan favorablemente en su dinámica funcional, sino también que ejerzan el control sistemático, consecutivo y regulador, con la consiguiente satisfacción de las necesidades de orientación que siempre tienen las personas. Debemos poner a la escuela en condiciones de emplear métodos y vías para la evaluación de las familias en estas condiciones, comprender mejor sus realidades, enfocar las esencias de la situación psicopedagógica y socio cultural de los menores con diferentes tipos de discapacidades, elaborar estrategias específicas. Aportar las herramientas necesarias, para dar respuesta a todas las reacciones que presenten estos niños, tanto en lo psicológico como en lo pedagógico, estas familias en su arista educativa tienen la responsabilidad de formar a los hijos sobre la base de los modelos educativos que se manifiestan a través de su funcionamiento cotidiano mediante la transmisión de conocimientos, normas, costumbres y valores que pautan las formas de sentir, permite sensibilizar y documentar a la familia sobre las formas más correctas posibles de educar a sus hijos, de ir adentrándose en el conocimiento de los principios científicos relacionados con el desarrollo psíquico, aspecto fundamental para que puedan comprender las verdaderas causas que originan los problemas de estos y las medidas correctas que se deben tomar.

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Ninguna familia está preparada para recibir y educar a un niño con discapacidad. En estos casos los padres tienen problemas para desempeñar su función de educadores. Han de enfrentar una situación peculiar, no esperada, muy compleja…, es muy natural que se sientan desorientados, frustrados. Toca a las instituciones educativas, los docentes, los médicos, psicólogos, logopedas, trabajadores sociales desempeñar un importante papel. Es probable que enfrenten difíciles cuadros de lamentaciones, frustraciones, sentimientos de culpa, pesimismo, escepticismo y esa la lógica desorientación y desconocimiento de cómo proceder en tales casos. Es conveniente puntualizar algunos aspectos que no pueden obviarse, sobre todo si se tienen cuenta el valor que poseen en el trabajo con las familias:

La orientación debe considerarse como un proceso continuo, vital para todos los seres humanos a fin de prepararlos para la realización eficiente de las “tareas de desarrollo” para que logren desenvolverse con mayor independencia.

La orientación significa ayuda y no imposición del punto de vista de una persona sobre otra. No es tomar decisiones por alguien, sino ayudarlo a resolver sus problemas, a desarrollar sus criterios y a responsabilizarse con sus decisiones.

La orientación en sí misma contempla objetivos individuales y sociales, ya que a la vez redunda en beneficio del desarrollo pleno del hombre, lo hace capaz de aportar más a la sociedad.

El devenir histórico concreto del proceso de orientación ha hecho posible escalar distintos niveles de satisfacción en la atención a las necesidades del hombre, entre los que se encuentra la orientación a los padres, sin lugar a dudas, por la importancia que tradicionalmente se le ha concedido a la familia como institución social para la formación y el desarrollo de sus hijos; por supuesto, siempre que esté debidamente preparada. La orientación familiar es una premisa para todo el proceso de preparación que la familia requiere a fin de enfrentar su labor educativa. La dota de variantes más adecuadas para educar con éxito a los hijos, después de reconocer los motivos y las causas que 90


pudieran generar cualquier tipo de dificultad y tomar, en consecuencia, medidas más eficaces. Esta orientación familiar es un proceso de ayuda de carácter multidisciplinario, sistémico y sistemático dirigido a la satisfacción de las necesidades de cada uno de los miembros de la familia. Es un sistema de influencias socioeducativas encaminado a elevar la preparación de la familia y brindar estímulo constante para la adecuada formación de su descendencia. En el caso de las familias con hijos con necesidades educativas especiales, el proceso de orientación familiar reviste particular importancia por el nivel de preparación y estímulo necesarios para promover un modo de vida que se corresponda con las características inherentes y específicas de las mismas, y satisfacer las necesidades de estos niños y niñas de acuerdo con las normas establecidas por la sociedad. Estas familias requieren de orientaciones precisas que incluyan una serie de conocimientos y ayudas concretas sobre qué hacer con los hijos, cómo, cuándo y para qué hacerlo. Esto implica desarrollar actitudes y convicciones, estimular intereses y consolidar motivos y, de esta forma, lograr la integración de los padres en una concepción constructiva sobre las personas deficientes y sus posibilidades en la sociedad. La orientación familiar debe dirigirse entonces a la búsqueda de posibilidades y perspectivas y no únicamente a la implantación mecánica de métodos y estilos de funcionamiento de generaciones anteriores. Es propiciar la creación de mecanismos de funcionamiento propios que contribuyan al crecimiento de la familia como institución social sin desestimar los patrones de comportamiento establecidos por la familia de origen. Según Gisela Cañedo Iglesias (2002), la educación es un proceso que comienza desde el nacimiento y sólo concluye con la muerte; por lo tanto, la ayuda y la orientación brindadas deben adaptarse a las distintas circunstancias sociales, los diversos y rápidos cambios científicos, las diferentes etapas del proceso educativo y del ciclo vital, etc., aspectos vitales para garantizar el éxito en el desarrollo y el crecimiento de la familia. El trabajo con los padres ha demostrado 91


que no les basta el sentido común y la experiencia de ser padres; sino que necesitan prepararse mejor para educar bien a sus hijos, imponiéndose la necesidad de la creación de escuelas de padres para tales fines. El educar a un niño impone un reto para el cual sólo el buen juicio y el amor no bastan. No todos los padres están suficientemente preparados; algunos no piden ayuda, a pesar de la situación difícil que vive la familia. Lo más terrible es que, en ocasiones, no tienen ni conciencia de lo mal que la manejan. De ahí la importancia de que los padres tengan acceso a todas las vías de orientación, no necesariamente asociadas al nivel cultural. Son atinadas las palabras de P. Arés cuando destaca la importancia de una adecuada preparación de los padres para satisfacer las disímiles necesidades de los hijos al referirse al papel educativo de la familia; entre otras razones por el valor que representa para el desarrollo de los hijos. Es innegable que cuando la familia ejerce una influencia positiva en la educación y la formación de su descendencia, los progresos son más visibles y alentadores. La familia con hijos con necesidades educativas especiales, se somete, desde el mismo instante en que recibe la noticia del diagnóstico, a profundos cambios, para los cuales no siempre tiene la orientación y la preparación suficientes. La experiencia con estas familias nos ha permitido corroborar la complejidad del trabajo de orientación, precisamente por las múltiples complicaciones y barreras que las mismas generan en su dinámica funcional, las cuales entorpecen el desarrollo favorable de todos sus miembros; en particular, el de los propios hijos (Arés, 1999). Para llevar a cabo la preparación de la familia del niño y la niña con necesidades educativas especiales deben tenerse en cuenta los siguientes aspectos:

La aceptación del menor y su familia tal y como son.

La comprensión de los términos necesidad, posibilidad, potencialidad y diversidad, demostrándolo con la actitud diaria en la práctica.

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La disposición para aplicar los principios de normalización, integración, sectorización e individualización.

Gisela Cañedo (2002), hace referencia a un grupo de indicadores que evidentemente son fundamentales para el desarrollo de la labor de preparación de estas familias, teniendo en cuenta que no se trata de una acción improvisada, sino de una labor que requiere de preparación para que las acciones a diseñar sean efectivas. Por tal motivo, es importante:

La caracterización real, objetiva y sistemática de la familia y la identificación de las necesidades para la preparación, pues hoy la caracterización familiar no se actualiza sistemáticamente ni se tienen en cuenta elementos tan importantes como las aspiraciones, los intereses y los motivos.

La preparación que incida en las necesidades propias de cada familia, porque actualmente se hace una capacitación familiar homogénea, igual para todas, sin conocer a cabalidad cuáles son las necesidades de cada una.

Es necesario el estudio minucioso de la problemática familiar para un mejor manejo y entendimiento de la familia, así como la búsqueda de soluciones de sus problemas. La orientación oportuna y sistemática que necesitan los padres para el ejercicio de su función educativa es un reto. Es evidente entonces el papel insustituible de la familia en toda la labor educativa y formativa de los hijos y, por consiguiente, en la preparación de éstos para desarrollarse como entes activos en la sociedad y en el establecimiento de patrones de comportamiento adecuados que repercutirán durante toda su vida. Hay razones suficientes para enfatizar la necesidad del trabajo con las familias de estos menores para entender mejor su problemática y poder ayudarlas a buscar vías de solución que les permita cumplir con éxito su función educativa. Como bien señala Miriam Duany, la actitud de los padres con hijos retrasados mentales determina la seguridad y la estabilidad, de las relaciones familiares en armonía con las sociales. La estabilidad 93


familiar bien estructurada es la fuente de conocimiento de la cual se nutren los niños para conformar los patrones culturales primarios que rigen su actividad. Por el contrario, si en la fuente primaria las condiciones socio-psicológicas son inapropiadas, las posibilidades de una formación integral y estable será precaria (Duany, 2007). Se han realizado una serie de investigaciones de gran valía sobre el trabajo con familias de niños y niñas con necesidades educativas especiales, no obstante, a pesar de los avances logrados, el trabajo de orientación y preparación con las familias de los niños y las niñas con necesidades educativas especiales en Cuba, es aún insuficiente, más aún al tratarse de familias con hijos con necesidades educativas especiales, donde prácticamente es nulo. De manera aislada se han brindado ayudas, pero todavía no existe una línea de accionar única. A decir de J. E. Bert, las acciones se han dirigido fundamentalmente a la incorporación de la familia a los programas y las estrategias de intervención con los hijos , pero se ha avanzado muy poco o casi nada en el intento de comprender los problemas familiares; por ejemplo, conocer el medio en que se desenvuelve el niño, determinar el nivel de funcionalidad, salud, preparación y disposición de la familia para emprender junto a los especialistas la capacitación y potencialización de las posibilidades de desarrollo y avance del niño (Bert, 2008). En relación con la incorporación de la familia a los programas y estrategias, no siempre se desempeña como protagonista sino como mera observadora; de ahí la importancia de prepararla convenientemente para que enfrente por sí misma el estímulo requerido por los hijos y, por consiguiente, logre vencer la disfunción familiar y, por ende, establecer la armonía y el equilibrio emocional en el hogar. Es ineludible la necesidad de ampliar las fuentes de información en manos de la familia, con vista a fortalecer la labor educativa y estimular a los padres para que crean en sus posibilidades, en el desarrollo de las habilidades comunicativas y en el vínculo padrehijo.

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Por otra parte, un diagnóstico que detecte, de manera presuntiva, las fortalezas y las posibilidades de la propia familia, le permitiría buscar soluciones, sin sentirse agredida, ni invadida en sus espacios y, a la vez, promovería cambios de actitudes en su funcionamiento como promotora de desarrollo. PAPEL DE LOS CONSEJOS DE ESCUELA COMO ORGANIZACIÓN QUE AGRUPA A LOS PADRES Y COMUNIDAD Los consejos de escuela constituyen una organización educacional de base nacida de la vida revolucionaria, que promueve la participación plena de los padres en la educación social de sus hijos. Esto se hizo posible en nuestra sociedad porque los intereses de las familias en la formación de su descendencia coinciden con los propósitos educativos de la escuela. La relación escuela - familia en Cuba se institucionaliza desde finales de los años 60, cuando la educación como tarea de todos se constituyó en un principio básico para la Revolución. Posteriormente, mediante la Resolución ministerial 141/84, se aprobó en consulta con todos los factores sociales el Reglamento normativo del trabajo de la escuela con la familia. Las escuelas son las únicas instituciones de nuestro país que operan a nivel de base con un órgano de composición intersectorial, lo cual facilita en gran medida la participación activa de las familias y las diferentes organizaciones relacionadas con el trabajo educacional. En este sentido el empeño consiste en lograr una articulación coherente entre estos agentes de la comunidad, la escuela y la familia, evitando que se establezca una relación unidireccional, es decir, de la escuela hacia ellos solamente, con un carácter paternalista o autosuficiente, o por el contrario de los agentes sociales hacia la escuela, con un carácter asistencialista. Las relaciones unidireccionales privarían a la escuela y a la comunidad de importantes aportes mutuos. ¿Cómo el consejo de escuela contribuye a una relación eficaz entre la escuela y la comunidad?

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Garantiza la presencia de todas las organizaciones del territorio que están implicados en la educación de las nuevas generaciones.

Conoce las principales preocupaciones de los padres respecto a la educación de sus hijos.

Conoce bien los principales problemas el centro.

Desarrolla acciones concretas en apoyo al trabajo educativo de la escuela.

Para esto es necesario que cada uno de los integrantes del Consejo precise en colectivo su contribución a la solución de determinados problemas, y de común acuerdo se diseñen las acciones de forma coherente, armónica. En cada acción educativa han de estar presentes los factores de la comunidad que tienen relación con el problema detectado. La ganancia que se obtiene trabajando de esta forma es que se evitan acciones y esfuerzos aislados, que pueden tener como ningún efecto, con la consiguiente pérdida de recursos humanos y materiales. Las acciones educativas integradas multiplican su efecto y lograr cada vez un mayor alcance, pues contienen en sí mismas las diferentes aristas que componen un mismo problema y el aporte que cada sector puede tributar en su solución. Los Consejos de escuela, por su propia historia, por el momento en que surgieron y la concepción que tienen, son capaces de participar en la implementación del Modelo de Escuela Secundaria Básica. Aseguran en primer lugar el protagonismo de las familias y la comunidad en el cumplimiento de la política educacional. Sin embargo, en estos años se han mantenido algunas dificultades en su gestión. En ocasiones los consejos de escuela dependen demasiado de las direcciones de las escuelas. Los docentes a veces no están adecuadamente preparados para el trabajo con los padres. Tampoco se plantea como tarea imprescindible preparar a los padres y miembros dirigentes de los consejos para lograr el funcionamiento democrático de esta organización educacional de base. Por otra parte, los padres a veces manifiestan un desempeño de roles tradicional, anticuado, o sea, esperan que la escuela sea la que 96


haga los cambios. Si bien esta actitud de espera revela la confianza que se tiene en las acciones que emprendan los docentes; también significa que se delega la responsabilidad de ser padres, y se deposita esa "carga" en los hombros de los profesores generales integrales. Además, se mantienen prejuicios en algunos educadores, que no valoran justamente las posibilidades de los padres y de la comunidad, desconociendo que la educación es tarea de todos. Se evidencia la necesidad de la revitalización y perfeccionamiento de los Consejos, en correspondencia con las transformaciones que se llevan a cabo en las escuelas. Se requiere un cambio en el enfoque de su gestión y en su estilo de trabajo, que eleven a un primer plano la responsabilidad de la familia y la comunidad en la educación de sus hijos y, en correspondencia, se alcance un vínculo más activo entre el hogar y la escuela. Objetivos de los consejos: Sus propósitos más generales consisten en consolidar el vínculo entre la familia, la secundaria básica, y la comunidad (sus instituciones, colectivos laborales, etc.) para garantizar la unidad de influencias educativas sobre los adolescentes. También para elevar la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos, que no es otra cosa que velar por el cumplimiento de los derechos de los niños y los adolescentes cubanos. Sus objetivos son variados y abarcadores, no se enumeran aquí los mismos, porque la realidad educacional de cada secundaria, de cada localidad, lleva al colectivo del consejo de escuela a trazarse cada año sus propias metas u objetivos como organización de base:

Contribuyen con su participación y exigencia a que las actividades docente educativas estén dirigidas a la formación de las nuevas generaciones. Comprometen a los padres a cooperar en el cumplimiento de las tareas educacionales.

Inciden en que los centros docentes, la familia y los factores de la comunidad tengan un objetivo común y que cada centro reciba la ayuda directa, la actitud vigilante y la exigencia diaria del Consejo. 97


Incorporan a los padres activamente a la vida de la escuela en la organización de las diferentes actividades educativas extradocentes y extraescolares, así como al trabajo educativo en la comunidad.

Promueven el trabajo de prevención con los menores que presentan problemas de disciplina, provienen de familias en desventaja, están en situaciones de riesgo, etcétera.

Participan en la organización y desarrollo de la preparación pedagógica, psicológica y de salud de la familia a través de las Escuelas de padres, charlas, debates y otras modalidades de orientación a la familia. Brindan ayuda y orientación especial a las familias de aquellos educandos que presentan problemas de diversa índole.

Apoyan y exigen que la planificación, organización, ejecución y control de las labores productivas y socialmente útiles que se desarrollan con los alumnos estén encaminadas a cumplir los altos fines educativos que tienen señalados en nuestro sistema educacional.

Contribuyen a la orientación profesional de los alumnos, esclarecen entre las familias las necesidades de la formación de contingentes de futuros maestros y de otras profesiones priorizadas según las necesidades de cada territorio.

Las tareas del Ejecutivo y de todos los órganos del Consejo son básicamente la preparación de los padres para que colaboren con la escuela en todas estas tareas de la educación de los hijos. En esencia esto es parte de su preparación política, pues en esta práctica educativa el consejo moviliza a los padres y lleva a cabo actividades que permiten cumplir los fines de nuestra sociedad en la preparación de las nuevas generaciones. Para atraer a los padres se requieren tareas que les interesen mucho, porque vean claramente que benefician a sus hijos y a la escuela. No lograremos comprometer a los padres con exhortaciones, sino con actividades prácticas, donde tengan que hacer algo, dar lo mejor de sí… también serán tareas que los satisfaga cuando se logren resultados. 98


También hay que apoyar desde el Consejo a los maestros en el conocimiento de las familias en situación de desventaja social, o que presentan distintos riesgos. Se requiere una mirada diferenciadora del Consejo, sin provocar planteamientos que disminuyan la autoestima de algunos padres. Significa conocer qué necesitan y cómo ayudarlos, en lugar de marcar peyorativamente que tenemos familias en desventaja. Para las familias que así lo requieren, se trata de crear acciones educativas adicionales de apoyo, pues no consiste en suplir a los padres, sino dotarlos de recursos a la vez que continuamos la educación escolar del hijo. Las acciones que puede promover el consejo son comunitarias, con la participación de la Federación, los CRD, los dirigentes de los Consejos Populares, los Consejos de Atención a Menores, etc. Se requiere, junto a estas Organizaciones de la comunidad, apelar a mecanismos de movilización entusiastas. ¿Cómo debe ser la estructura del consejo de escuela? Se ha validado en la práctica educacional de estos años una especie de estructura, que se presenta aquí de forma general, porque en cada lugar puede tomar matices particulares: Consejo de aula o de grupo. Asamblea de todos los integrantes. Ejecutivo dirigente del consejo. Consejo de aula o de grupo. El consejo de aula o de grupo es el órgano primario del consejo, su célula básica. Entre los padres del grupo es que se puede lograr la participación más directa y sistemática de los padres en la educación de los alumnos que son sus hijos. El conjunto de familiares que corresponden a un grupo de alumnos llevan a cabo materializan las distintas tareas acordadas en la asamblea, o del ejecutivo. En ese conjunto de familiares surgen los planteamientos, las necesidades concretas que ellos tienen. También las nuevas soluciones que pueden aportar los padres. La labor fundamental del consejo de aula o de grupo no consiste en las reuniones, sino en 99


participar junto con sus hijos, los alumnos, en la vida educativa de la escuela, en las actividades políticas, patrióticas, productivas, culturales, deportivas y otras para la educación integral. Al consejo de aula le corresponde promover acciones educativas con los padres, tales como Escuelas de Padres, conversaciones dirigidas, visitas al hogar, y otras que se consideren necesarias. El consejo de aula, como sabemos, integra a todos los padres de los alumnos del aula o grupo docente, más el profesor general integral; elige democráticamente a un padre para que lo presida. Este delegado de los padres es quien dirige las actividades del grupo de familiares; no lo debe sustituir otra persona que no represente a los padres. El delegado de los padres prepara las diferentes actividades así como las reuniones necesarias, conjuntamente con el profesor general integral del aula. En estas actividades del consejo de aula, el educador debe mantener el mayor respeto hacia los padres que participan, brindando la ayuda necesaria que cada caso requiera. Este consejo suele reunirse periódicamente, y cada vez que lo considere necesario, o por sugerencia del ejecutivo. En estas reuniones del consejo de aula es muy importante propiciar la abierta participación de los padres, estimulándolos para que cada uno pueda expresar sus criterios y preocupaciones. Estas reuniones deben contribuir en primer lugar a una mejor preparación de la familia, y a la solución de los problemas que pueda tener el grupo de alumnos en su labor educativa. Los delegados de los padres que se eligen en cada aula representan el vínculo directo entre el ejecutivo del consejo y los padres. Trabajan en estrecha coordinación con el profesor general integral. Aglutinan a los padres y analizan sus opiniones en el seno del ejecutivo, y trabajan conjuntamente con los familiares más activos para cumplir las tareas del trabajo educativo en la comunidad. Asamblea de todos los integrantes del consejo. Como en otras organizaciones, la asamblea es el máximo órgano para el análisis y discusión de la labor docente educativa del centro, los problemas educacionales que afectan su buena marcha; el trabajo con las familias de la comunidad, y para la proyección y 100


aprobación de las tareas concretas del consejo. La integran todos los padres, los agentes protagónicos de la comunidad, y también los trabajadores del centro. La asamblea tiene plena potestad para analizar críticamente y exigir por la situación educacional del centro, conocer y debatir todas las preocupaciones de los familiares, y para valorar cualquier problema que incida en la formación de los educandos. El propio consejo en cada escuela decide cuándo, con qué frecuencia, se convoca su asamblea, que puede ser varias durante el curso escolar, en situaciones como por ejemplo al inicio de curso para el fortalecimiento del Consejo, o al concluir un período evaluativo. Ejecutivo del consejo. Este es el órgano de dirección del consejo encargado de la organización y ejecución de las tareas que emanen de los acuerdos de la asamblea, y por tanto tiene la misión de representarla entre una y otra reunión de la misma. Como es conocido, debe estar integrado por todos los agentes educativos de la escuela secundaria y la comunidad, pero en cada lugar es que hay que decidir quién lo integra. Se ejemplifican aquí algunos de los posibles integrantes:

Un presidente y un vicepresidente, que es seleccionado entre los padres. En ocasiones la complejidad del centro aconseja seleccionar más vicepresidentes.

Delegados de los padres por aula, grupo, unidades, niveles (o lugares de procedencia en los centros internos).

Un delegado por cada organización de la comunidad que agrupe a los padres (Federación de Mujeres Cubanas, Comités de Defensa de la Revolución, Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, y otras).

El organismo, empresa, etc., que apadrina la escuela.

Un representante de la sección sindical del centro laboral que apadrina la escuela.

El director del centro, que no preside ni dirige las actividades de este órgano, sólo contribuye, con su presencia en el ejecutivo, a 101


las coordinaciones necesarias.

Los Profesores generales integrales de cada grupo.

Los Representantes de las organizaciones estudiantiles.

Hay que asegurar un ejecutivo de consejo de escuela con autoridad real; esto se logra con tareas concretas que demuestren su protagonismo, no se trata sólo de declaraciones de los directivos educacionales. El prestigio de los integrantes del Consejo es valioso catalizador de las acciones educativas con las familias. Hay que preparar al ejecutivo, a sus integrantes, ellos pueden tener legítimas dudas de cómo ejercer sus funciones de dirección. En esta preparación de los dirigentes el estilo del Director de escuela es crucial, si predomina su carácter impositivo, poco podrá cambiarse. ¿Cómo puede organizarse el trabajo del consejo? El trabajo del consejo abarca todas las acciones educativas a las que se comprometen sus miembros, porque las ven necesarias, y se dirigen al cumplimiento del fin y los objetivos formativos de la escuela secundaria. Esto se traduce en acciones concretas, organizadas en un plan de trabajo sencillo y operativo que elabora el ejecutivo. Este órgano puede reunirse con mayor frecuencia para instrumentar los acuerdos de la asamblea, chequear estas acciones concretas, analizar en colectivo los nuevos problemas que surjan, y lograr su funcionamiento cohesionado. La constitución o reestructuración de los consejos se debe efectuar durante el primer mes del curso escolar. Al finalizar cada curso el Ejecutivo necesita pasar balance a la gestión realizada por sus integrantes. En esta reunión se decidirá si procede la ratificación o no del presidente o el vicepresidente, o de ambos, para el siguiente curso escolar. La preparación de la asamblea inicial puede ser promovida por el director, pero siempre con la participación del Presidente y Vicepresidente del ejecutivo del curso anterior y los representantes de las organizaciones que han sido ratificados como tales o los nuevos designados a ese fin. Un buen consejo de escuela es el que asegura con su ejecutivo la continuidad y relevo de año en año. 102


En la asamblea de inicio de curso se realiza un breve balance de los resultados alcanzados y el funcionamiento del Consejo, sus principales aciertos y deficiencias. Asimismo analizar qué dificultades hay que enfrentar; qué deficiencias deben superarse y, por tanto, los aspectos que requieren especial atención en el trabajo del consejo en lo adelante. La dirección de la escuela, y en particular la persona del director, mantiene un trabajo muy importante con los padres y en especial con el ejecutivo del consejo. Tiene que estimular la autonomía eficiente de este órgano educacional de base, pero a la vez ayudar a sus integrantes a alcanzar el estilo participativo que exigen las actuales transformaciones escolares. El Director debe mantener actualizado al Presidente a través de despachos u otras vías, sobre el comportamiento del trabajo docente educativo del centro y las dificultades que se presenten. Así coadyuva al reforzamiento de la autoridad y autonomía y eficacia del Consejo al dirigir su labor hacia las problemática prioritarias. Las reuniones de los padres a veces se han dirigido por los directores, pero aquí puede radicar la mayor diferencia con el estilo de protagonismo de los padres: son los padres miembros del Ejecutivo quien debe dirigirlas, por lo tanto la escuela secundaria tiene que preparar a los padres y otros agentes comunitarios como dirigentes protagónicos. Por su parte, cada profesor general integral ayuda de forma semejante a las reuniones de su grupo, para lograr la autonomía de los padres en el consejo de aula. El profesor debe hacer esto siempre de forma persuasiva, para que comprenda los problemas objeto del debate. Los educadores debemos tener especial cuidado de evitar señalamientos críticos a los padres sobre determinadas conductas y situaciones de los hijos. Si consideran que hay un problema con un alumno, deben analizarlo en privado, pues posibilita un razonamiento profundo, detallado, así como tiempo, una mayor orientación para la solución de los problemas. Debe lograrse desde el primer día un clima de respeto y confianza entre los padres y los profesores generales integrales. ¿Cómo el Consejo analiza los avances de su gestión? 103


El consejo debe precisar desde el inicio qué resultados de su trabajo requiere dar seguimiento. También debe determinar cómo evaluar y en qué momento. Debe preverse por los agentes educativos quiénes participarán en cada momento de la evaluación. La evaluación de las actividades del consejo puede verse como un proceso continuo, aunque se definan momentos para realizar análisis específicos. Suele pasarse un balance del trabajo del Consejo al final del curso escolar con el objetivo de proyectar nuevas acciones para el próximo curso escolar. Es esencial evaluar en qué medida el trabajo del consejo, sus acciones concretas, satisface verdaderamente las necesidades educativas de las familias. Asimismo, si complace las expectativas formuladas por los diferentes agentes comunitarios. Evaluar también si aprovecha adecuadamente las potencialidades existentes en las familias y los agentes educativos identificados. Asimismo, podemos analizar de manera global cómo ha sido la integración de todos en las acciones educativas con los alumnos, si hubo dificultades con lograr el protagonismo, si se pudieron poner de acuerdo con facilidad. También debe evaluarse el entusiasmo desplegado, el optimismo, la creación de un clima educativo adecuado y otros aspectos.

Conclusiones El principal objetivo de este material ha sido despejar el papel y las posibilidades de las familias en la formación de las nuevas generaciones; cuestión aún no resuelta en las Ciencias Sociales contemporáneas, y en particular de sumo interés para la Pedagogía. La familia cumple para la sociedad una función suprema: asegura la reproducción social porque crea la vida, inicia la formación de la personalidad de los hijos, y cada día, en el convivir hogareño garantiza la reposición de la fuerza de trabajo al satisfacer determinadas necesidades humanas. En nuestro mundo no existe otra forma de organización de las relaciones interpersonales que pueda suplirla en esto.

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La familia no es una pieza elemental de la sociedad, por el contrario, es sujeto activo de la transformación social. Gracias a sus relaciones extrafamiliares y en sus diversas actividades fuera del hogar, sus miembros del hogar se representan su vida y su "funcionar familiar", se apropian de los valores sociales. Así, del modo "más natural", la familia cumple activamente su labor de educar a los hijos y en buena medida de influenciar a todos sus integrantes, los que a su vez son activos partícipes en diversos grupos humanos que componen la sociedad. Resulta evidente que la familia no funciona por mecanismos automáticos, inconscientes, constituye una entidad con elevado grado de conciencia acerca de su devenir, históricamente la cultura humana va enriqueciendo las posibilidades de la familia -de cada uno de sus miembros- para entender y regular cada vez más de manera consciente su actividad y sus vínculos intrafamiliares. La educación de los hijos en el seno del hogar, así como la influencia que las actividades familiares ejercen en todos sus integrantes, no significa la determinación mecánica del ser humano. Es un proceso eminentemente creativo, donde este grupo humano, en estrecha interdependencia, se abre camino, de manera muy propia, por entre la compleja trama de relaciones sociales, y expresa de modo original su comprensión de los valores de su medio socioclasista, aportando de esa manera al pensar y actuar sociales. La escuela y los maestros constituyen agentes de gran prestigio y preparación científica para promover el mejor vínculo educativo con los hogares y contribuir la preparación de los padres, quienes asumen en cada etapa de la vida nuevos retos en la educación de sus hijos. Se hace necesario promover la reflexión crítica de los problemas que afectan a la familia y a los hijos. La preparación de los padres y educadores debe seguir este enfoque crítico para lograr una verdadera transformación. Mucho hemos aprendido en la educación a todas las familias, y en la atención a los hogares que atraviesan por dificultades. Comprender y ayudar a las madres y padres es enriquecedor. Las experiencias obtenidas confirman las potencialidades que tiene la familia de hoy para dar a la vida y socializar una mejor generación de hombres y 105


mujeres para el mañana. Estas experiencias también nos revelaron las dificultades socioculturales para propiciar ese buen quehacer familiar. Pero la familia no debe verse como un objeto de intervención y ayuda, sino como protagonista activa de los cambios que requerimos. Las concepciones reflejadas en estas breves páginas son herramientas para transformar hacia algo mejor a las familias del presente, a la sociedad actual, que en su seno cálido pero a veces contradictorio o violento, gestan el futuro. Este espacio de reflexión sobre la familia y la educación de los hijos, que destacó las relaciones entre la escuela y la familia, no queda limitado, más bien se abre amplía el horizonte de una apasionante obra social educativa. Necesitamos avanzar, desde las experiencias que nos aporta la práctica, hasta alcanzar una interpretación social educativa latinoamericana. Fidel Castro, en un discurso de 1977, señaló que “cada hijo es la obra más propia y más legítima de la familia que lo trajo al mundo, lo protegió y le enseñó desde la primera palabra y el primer paso hasta los preceptos morales y los valores que hacen al hombre, al ciudadano y al revolucionario……”.

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