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Las causas de la escasez de agua
Energía hidráulica en Murcia en tiempos pasados Carmen Werner Ros, Andrea Vera Liza y Adrián Guirado Martínez 3º D 1
ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN Qué es la energía hidráulica y cómo se usa Centrales hidroeléctricas Molinos hidráulicos 2. HISTORIA DE LAS CONSTRUCCIONES HUERTANAS DE MURCIA 3. LAS NORIAS DE MURCIA Origen Noria de La Ñora Noria de Alcantarilla Norias de Abarán 4. OTROS MOLINOS HIDRÁULICOS USADOS EN MURCIA Aceñas Molino de barca Molino de cubo Molino de regolfo Los Molinos Nuevos del Segura
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1. INTRODUCCION Qué es la energía hidráulica y cómo se usa Se denomina energía hidráulica o energía hídrica a aquella que se obtiene del aprovechamiento de las energías cinética y potencial de la corriente de ríos, saltos de agua (provenientes de la lluvia y el deshielo) o bien de las mareas. Se puede transformar a muy diferentes escalas. La utilización más significativa en la actualidad es la producción de energía eléctrica mediante un salto de agua, para ello se requiere de centrales hidroeléctricas de represa. Sin embargo, desde hace siglos existen pequeñas explotaciones en las que la corriente de un río mueve un rotor de palas y genera un movimiento aplicado, por ejemplo, en molinos hidráulicos. La energía hidráulica tiene la cualidad de ser renovable, pues no se agota la fuente primaria al explotarla, y es limpia, ya que no produce en su explotación sustancias contaminantes de ningún tipo. Sin embargo, el impacto medioambiental de las grandes presas, por la severa alteración del paisaje e, incluso, la inducción de un microclima diferenciado en su emplazamiento, así como el abandono de pueblos, ha desmerecido la bondad ecológica de este concepto en los últimos años. Centrales hidroeléctricas En las centrales hidroeléctricas la fuente de energía es usada para impulsar una turbina que da vueltas a una barra de metal de un generador eléctrico que es el motor que produce electricidad. Una planta hidroeléctrica usa la precipitación del agua al caer para accionar la turbina.
Esquema del funcionamiento de una central hidroeléctrica
Hay que construir una represa en un río caudaloso que tenga una caída de agua bastante elevada. La represa acumula mucha agua y en el fondo, cerca de la base
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de la pared, está la entrada de agua. La gravedad hace que el agua sea atraída hacia adentro de la esclusa, la cual tiene una turbina en un extremo cuyas paletas se mueven por la corriente del agua. El eje de la turbina que entra al generador es el que empieza a generar energía. Las líneas conductoras de la corriente conectadas al generador, llevan la electricidad hasta nuestras casas. El agua continúa moviéndose a través de las paletas de la turbina y desemboca en el río que se encuentra fuera de la represa. Molinos hidráulicos Un molino es un artefacto o máquina que sirve para moler. Por extensión, el término molino se aplica vulgarmente a los mecanismos que utilizan no solo el agua, sino también la fuerza del viento, o la fuerza animal para mover otros artefactos, tales como una bomba hidráulica o un generador eléctrico. El mecanismo de molienda, en sí mismo, con independencia de donde se obtiene la energía, generalmente consta de una piedra circular fija, llamada solera, que puede llegar a tener un diámetro superior a 1,50 metros y 20 a 30 cm de espesor, sobre la que se mueve otra de forma semejante (volandera).
Muela superior móvil o volandera.
Para mover la piedra, se utilizaba la energía eólica (molino de viento), la hidráulica (molino hidráulico), animales (molino de sangre) y, en molinos pequeños, la manual (un ejemplo doméstico de ellos son los molinillos de café, aunque actualmente son eléctricos en su mayoría). Una vez molido el grano y reducido a harina, se utilizaba el cernedor. Es un cilindro con varias secciones de malla de cedazo, cada una con un tamaño de paso distinto, que se hacía girar mientras la harina pasaba por su interior, dejando pasar en cada sección harina de mejor a peor calidad (más fina a más gruesa) y finalmente el salvado, que es la cascarilla del grano molida. Hay dos tipos de molinos hidráulicos: las aceñas y los molinos de caz.
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Las aceñas eran molinos harineros de agua, que se hacían en el mismo cauce de un río, de modo que la fuerza de la corriente movía directamente una rueda hidráulica vertical de paletas (ruedas vitrubianas), que a través de un sistema de engranajes (catalina y linterna), y de embragues, transmitían el movimiento de giro del eje horizontal de la rueda al eje vertical de una piedra de moler.
Ruedas verticales de paletas de una aceña
Sistema impulsor de un molino hidráulico de rodezno: saetin concentrador, rodezno horizontal y árbol de transmisión
Posteriormente, se idearon ingenios molineros de canal o "de caz", separados o a la vera de los ríos, para lo cual se construía una presa o azud para embalsar el agua y conseguir una diferencia de altura para lograr una mayor presión y volumen suficiente en los lugares donde las corrientes de los ríos eran pequeñas y/o caudal estacional, de modo que se conducía el agua desde el azud por un canal (que se llamaba caz), para hacer precipitar el agua al final, en caída libre. En lugares sin vientos ni ríos aprovechables, se construyeron molinos impulsados por animales, denominados molinos de sangre. El molino propiamente dicho estaba en una primera planta y el eje que movía la volandera seguía hasta la baja, donde le cruzaban unos maderos a los que se enganchaban mulas o bueyes, que caminaban en círculo, para mover la piedra. Los animales llevaban los ojos vendados para evitar el mareo. Semejantes en la forma mecánica se han empleado hasta muy recientemente en Europa las norias para sacar agua de pozos someros y regar campos, mediante una rueda de cangilones movida por una caballería que gira en círculo con los ojos tapados.
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Noria de sangre y detalle de c贸mo los animales llevan los ojos tapados
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2. HISTORIA DE LAS CONSTRUCCIONES HUERTANAS DE MURCIA La riqueza del agua siempre ha ido unida a la productividad de las tierras, por eso ha sido y sigue siendo el elemento necesario para cualquier clase de cultivos. Por ello sabemos de la existencia desde época romana de sistemas hidráulicos en la región de Murcia. El mundo islámico ha dejado una patente huella en Murcia, tanto en los nombres de los artefactos como en costumbres y sistemas que desde entonces se siguen utilizando. Casi todos los productos que nos podemos encontrar hoy en día en la huerta, frutales y hortalizas en su inmensa mayoría fueron traídos a nuestras tierras procedentes de los campos de Oriente. Se trataba de productos originarios de climas tropicales o semejantes, que necesitaban un mayor aporte de agua que el que las condiciones climáticas de la zona de levante puedan dar, por ello se necesitó la elaboración de un sistema de irrigación a través del cual se pudiera dar cabida a los nuevos cultivos, por eso toman de ejemplo la organización que habían construido en Oriente y en otras zonas del Mediterráneo. Todas estas costumbres fueron oralmente transmitidas por las distintas generaciones de huertanos de una u otra religión, quedando plasmadas definitivamente en el siglo XIX en lo que se conoce como la Ordenanza de la Huerta. Los métodos que son utilizados en la época cristiana siguen siendo los mismos que los musulmanes instalaron: la desviación del agua mediante un azud y un sistema de canalizaciones y acequias, las norias, los aljibes, los portillos, las aceñas, etc.
Después de la expulsión de árabes y moriscos de las tierras del sur y del levante español, los sistemas sufrieron escasas modificaciones y en su mayoría simplemente se dedicaron a una conservación y mantenimiento del sistema de riego, que llegó sin muchas modificaciones hasta el siglo XX, cuando el cambio de cultivos y sobre todo el cambio de sistemas de regadío supuso la degradación y el abandono de estos elementos.
Realizando labores de mantenimiento en una acequia.
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El sistemático y complejo sistema de acequias en Murcia fue desarrollado por los árabes y parte del azud de la Contraparada, situado aguas arriba de la ciudad de Murcia. De aquí salen dos Acequias Mayores hacia las dos zonas en las que está repartida la huerta: una en el norte y otra en el sur. Este sistema jugó un papel primordial en el proceso de acercar el agua al perímetro que se deseaba regar.
Azud de la Contrapasada
El complejo sistema de acequias y azarbes de la huerta de Murcia semeja al aparato circulatorio del cuerpo humano: dos grandes acequias toman el agua directamente del río, repartiéndolas en cauces progresivamente menores –hijuelas, brazales, regaderas–, hasta llegar a cada uno de los bancales de la huerta. A partir de ahí, las aguas sobrantes se recogen en cauces que se van haciendo progresivamente más grandes –escorredores, azarbetas, azarbes y azarbes mayores– hasta desembocar de nuevo en el río.
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A partir de estas dos Acequias se desgranan acequias menores, brazales, canales más pequeños y toda una serie de portillos y azarbes formando un laberíntico recorrido difícil y extenso de seguir, conformando una perfecta red sincronizada a su manera, pero con un complejo funcionamiento fruto de decenios de tradición.
Acequia en la huerta de Murcia
También es de señalar la importancia de un sistema de colectores que son capaces de devolver el agua a la circulación para poder volver a utilizarla para los riegos. Generación tras generación, los huertanos aprendieron a manejar las pendientes de los cauces fluviales para que fuese la propia gravedad la que permitiese que el agua llegase a los cultivos. Sin embargo, en las grandes llanuras, cuando la pendiente del río se hacía tan débil que casi desaparecía, era necesario dar un paso más: había que impulsar el agua, salvar accidentes y pequeños desniveles del terreno para que el líquido alcanzase bancales y cosechas.
Papel muy destacado y temprano jugaron, en este orden de cosas, los aparatos de elevación de agua, utilizados por el huertano desde hace siglos, fundamentalmente las norias y aceñas. Más primitivos que las norias y mucho menos efectivos fueron otros procedimientos elevadores como las alhataras, el cigüeñal y el algaidón. Se trataba de simples variantes de algo muy simple: una pértiga colocada sobre una horquilla que tenía atada una vasija en su extremo, que había que hacerla descender sobre el pozo o el caudal de agua al que se quería acceder. Otro de los procedimientos más primitivos y sencillos de elevación fueron las rafas. La palabra, procedente del árabe, significa elevar, poner más alta una cosa. Consistía en detener el curso de agua de una acequia para elevarla y obligarla a entrar en los bancales situados más altos que el cauce natural de una acequia. El momento en que se podía hacer rafa estaba reglamentado en las ordenanzas de la huerta. Prácticamente sinónimo es la parada, que consistía en una represa para detener y cambiar la dirección de una corriente de agua.
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3. LAS NORIAS DE MURCIA Origen El nombre procede de la palabra Na’ura, que significa la que llora, la que gime. El batir constante del agua sobre las paletas y su desplazamiento con los cangilones cargados de un agua que va depositando en una altura superior, produce ese cansino y repetido gimoteo implícito en su nombre.
Basta colocarse cerca de una noria en funcionamiento para comprender la razón de su nombre en árabe Na’ura la que llora
Sus raíces se encuentran, con casi total seguridad, en culturas anteriores. Fue Arquímedes quien primero se refirió (ya en el siglo III a. de J. C.) a la posibilidad de elevar el agua por medio de una rueda que moviese la propia corriente acuática. Dos siglos después, el poeta Lucrecio y el arquitecto Vitrubio, se referían ya a la existencia de estas ruedas elevadoras en el cauce de los ríos. El invento fue desarrollado y mejorado por los romanos, si bien con la finalidad de extraer el agua de las profundidades de las minas, cuya existencia a veces imposibilitaba su explotación. De éstos, aprendieron los árabes las técnicas, introduciéndoles diversas modificaciones para adaptarlas al exclusivo uso del riego. Los árabes fueron los máximos impulsores de estos artilugios tal y como los huertanos los han utilizado durante siglos. Poco a poco se fueron modificando, se les quitó travesaños y se les sustituyó por radios, haciéndolas mucho más ligeras. Se trataba de conseguir que pudiesen ser movidas por caudales menores de agua. Fueron estas norias las que adoptaron para su uso, desde muy tempranas fechas, los agricultores a orillas del Segura. No está claro a partir de qué momento comenzaron a utilizarse las norias en la huerta de Murcia. Sí que puede afirmarse, sin temor a equivocarnos, que su utilización se remonta a los siglos VIII-XI. Estos ingenios elevadores irían proliferando hasta alcanzar plena difusión en toda la huerta murciana. A comienzos del siglo XVIII existían en la huerta al menos un centenar de norias, y de su importancia nos da cuenta el hecho de que su uso estuviese cuidadosamente legislado. Era el concejo el encargado de autorizar la instalación
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de cada nueva noria en función de una petición en la que debía aclarar qué zona se pretendía regar.
Esquema en el que se puede observar la circulación del aguan en una noria
En Lorca están documentadas norias en el siglo XI: “hay norias que sirven para regar jardines”, decía Al-Himyari en esa época. Las grandes norias, como la de Alcantarilla o La Ñora, estaban soportadas por un entramado de albañilería, cuya forma ojival remite a su pasado árabe, si bien se han detectado restos romanos en sus basamentos, lo que ha inducido a algunos estudiosos a remontar su origen hasta esa época. Las paletas de las grandes norias solían ser curvas para intentar captar la corriente con más intensidad, y elevar, por tanto, mayor cantidad de agua. Las norias más antiguas eran de madera, pero en el siglo XIX comenzó a introducirse el hierro, material que les confirió más resistencia y duración. En el siglo XX llegó el mayor enemigo de este sistema tradicional. El motor se introduce con fuerza en el sistema de regadíos y va sustituyendo poco a poco a las norias, que van siendo conservadas como objetos de museo –en el mejor de los casos– u olvidadas y destrozadas por el paso del tiempo.
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La noria de Alcantarilla muestra a la perfección el funcionamiento de estos artefactos: corriente de agua, paletas para mover el mecanismo y arcaduces que suben cargados de agua para depositarla en un cauce distribuidor elevado. Aunque prácticamente desaparecidas, aún es posible sorprenderse con la majestuosidad que siguen desprendiendo dos de los mayores ingenios elevadores de agua que han existido en la región en toda su historia. Se trata de las norias de La Ñora y de Alcantarilla. Noria de La Ñora Es movida por la potente corriente de agua de la Aljufía, una de las acequias mayores de Murcia. Mide diez metros y medio de diámetro, y sus setenta y dos cangilones laterales son capaces de elevar hasta 40 litros de agua por segundo, cantidad suficiente para regar 42 hectáreas de un fértil terreno huertano en el que se apiñan limoneros, melocotoneros y otros frutos. Su puesta en marcha data de la primera mitad del siglo XV, habiendo sufrido diversas modificaciones. La más drástica –que, sin embargo, no acabó con su majestuosa presencia– fue en el año 1936, en que fue sustituida su estructura de madera por el hierro, originando una fuerte polémica en la sociedad de su tiempo, que veía cómo una estructura tradicional que se remontaba siglos atrás, comenzaba a industrializarse.
Noria que da nombre a la población La Ñora
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Noria de Alcantarilla Se construyó a mitad del siglo XV sobre la acequia mayor de la Alquibla – actualmente Barreras–, y regaba hasta 700 tahúllas de los términos de Alcantarilla y Nonduermas. Durante los siglos siguientes sufrió diversas modificaciones, hasta que en 1956 se instaló la que actualmente puede verse a la entrada de la localidad, que con una altura que supera los once metros, aloja en su rueda 72 cangilones. Con estas modificaciones, la nueva rueda pasó a abastecer de agua hasta tres mil tahúllas de tierra, convirtiendo sus alrededores en un feraz territorio.
Noria de Alcantarilla
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Norias de Abarán Son las norias de la población de Abarán las que constituyen el complejo mejor conservado de las norias de Murcia. La noria Grande de Abarán, con sus 12 metros de diámetro, pasa por ser la mayor de Europa actualmente en funcionamiento. Construida en 1805 y reconstruida en 1951, posee un rendimiento de 250 litros por segundo. Está situada en la margen izquierda del Segura. La noria Hoya de Don García, original de 1818 y reconstruida también en 1951, posee un rendimiento de 42 litros por segundo y está extraordinariamente bien conservada. Otras norias abaraneras son La Ñorica y el Candelón.
Noria grande de Abarán
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4. OTROS MOLINOS HIDRÁULICOS USADOS EN MURCIA Aceñas La palabra aceña parece proceder del vocablo árabe Saniya, Lo más extendido en la región sería aplicar el nombre de ceña o aceña a la también llamada noria de sangre, es decir, la movida por uno o más animales –burros, mulos, bueyes...–. Consistiría, pues, en una rueda vertical aplicada a la corriente, encajada en otra horizontal mediante un engranaje, que es movida por el animal valiéndose de un madero. En general existe cierta confusión en las denominaciones de las norias y aceñas. Esta confusión se acentúa en la región, donde es corriente referirse a variedades de las norias, como las aceñas, con el nombre de Ceñas, e incluso aplicar este nombre, por extensión, a todos los aparatos elevadores, incluidas las propias norias.
Aceñas en funcionamiento tiradas por mulas. Fotografías tomada en la región en los años 20
Molino de barca 15
Existió en la Murcia de finales de la Edad Media. A su favor tenía su versatilidad, ya que podían cambiar de ubicación y no entorpecía la navegación, pues no necesitaban de obras en el río tales como represas o azudes. Además se podían adaptar a cauces de cualquier nivel. En su contra tenían su escasa capacidad para moler, muy inferior a las de los molinos de obra y que su rueda vertical, que no se adaptaba al régimen irregular del río y a su red de acequias por lo que a partir del siglo XV fueron desapareciendo de la región.
Molino de barcas. Existía ya en el Segura en el siglo XIII.
Molino de cubo En la región abundaron los denominados molinos de cubo, un tipo que se adaptaba muy bien a los escasos e irregulares recursos hídricos de nuestra región. Consistía en un cubo elevado a mayor altura que las muelas y una rueda horizontal o rodezno provisto de paletas o álabes. El agua de la acequia se conducía hasta una altura de entre 5 y 10 metros. Cuando el agua se precipitaba, aunque lo hiciera en poca cantidad, ejercía suficiente presión, por la simple fuerza del choque, como para mover el rodezno.
Molino de cubo
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Molino de regolfo El término regolfo designa a la acción que hace el agua retrocediendo de su curso cuando encuentra algún obstáculo. Los molinos de regolfo, muy utilizados en Murcia a partir del siglo XVII, actuaban como una turbina en un tiempo en el que aún faltaban más de dos siglos para que estas fueran inventadas. El agua penetraba hasta la rueda por un estrecho canal –lo que hacía que se acumulara y creciera, produciéndose el efecto de regolfo– hasta llegar al rodete, haciéndolo girar, al tiempo que éste hacía girar también el agua por el efecto centrífugo, proporcionando una fuerza añadida. Los molinos de regolfo se instalaban en acequias de elevado caudal y poco salto. El sistema de regolfo permitió instalar molinos en lugares donde, hasta entonces –por carecer el cauce de saltos de entidad– no habían podido instalarse. El mayor problema de este tipo de molinos es que debía hacerse una remodelación en la acequia, realizando un canal paralelo que accionaba el engranaje del molino. Una vez había sido utilizada, el agua volvía a la acequia.
Molino de regolfo.
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Los Molinos Nuevos del Segura Por su singular importancia, conformando toda una infraestructura única en la región, son especialmente llamativos los llamados Molinos Nuevos. Situados en la margen derecha del río, junto al Puente, su nombre viene dado en contraposición a los antiguos, que quedaban en el lado izquierdo. Llamados en su origen molinos de allende –por estar situados al otro lado del río– comenzaron a ser llamados molinos del matadero cuando éste se estableció en sus inmediaciones. Nacidos en el siglo XIV, contaban ya en esa época con seis ruedas horizontales – rodetes. Tras diversas riadas y destrucciones, con sus correspondientes reconstrucciones, Floridablanca hace construir un azud sobre la ciudad con el fin de instalar los Molinos Nuevos, un espectacular complejo molinero compuesto por siete ruedos de tres piedras cada uno, lo que originó que se les conociera también como los de las Veintiuna Piedras. En 1808 se incorporaron otras tres, con lo que pasó a llamarse Molino de la Veinticuatro Piedras.
Los Molinos Nuevos o de las Venticuatro piedras fueron fundamentales en Murcia en el Siglo XIX
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Durante muchos años, estos molinos, como tantos otros, constituyeron una singular fuente de riqueza, aprovechada por alguna familia especialmente poderosa y también por el ayuntamiento de la ciudad. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX comenzaron un lento declive, auspiciado por nuevas formas de energía que permitían la elaboración de harinas a precios más rentables.
Molino de rodezno –llamado en Murcia de rodete–. Su rueda, de una sola pieza, permitía ahorrar algunas ruedas dentadas. La especial disposición de sus álabes, en forma de cuchara, permitía aprovechar mejor la corriente. Los molinos Nuevos del Segura son de este tipo.
Carmen Werner Ros, Andrea Vera Liza y Adrián Guirado Martínez
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