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EN EL PRINCIPIO
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COMENTARIO PARA GRUPOS PEQUEÑOS Génesis 23 Sara murió cuando tenía 127 años. Pero la Biblia comienza celebrando su vida: (Gen. 23:1) Y vivió Sara ciento veintisiete años; estos fueron los años de la vida de Sara. Sara murió habiendo vivido una vida plena, habiendo disfrutado 37 años con su hijo Isaac. Ella murió en Hebrón. (Gen. 23:2) Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y Abraham fue a hacer duelo por Sara y a llorar por ella. Quiriat - arba : «La ciudad de Arba» fue el más antiguo nombre de Hebrón , así llamado debido a Arba, un gran jefe que se asentó allí (véase Jos_14:15).
trataban todos los asuntos legales y civiles de la comunidad (Gen. 23:10; 23:18). Allí presentó su caso y apeló. (Génesis 23:3-4) Después Abraham se levantó de delante de la difunta, y habló a los hijos de Het, diciendo: (4) Extranjero y peregrino soy entre vosotros; dadme en propiedad una sepultura entre vosotros, para que pueda sepultar a mi difunta de delante de
mí. Abraham llevaba años viviendo en la región, y se había ganado el respeto de los locales. Por eso respondieron positivamente… (Génesis 23:5-6) Y los hijos de Het respondieron a Abraham, diciéndole: (6) Óyenos, señor nuestro: eres un príncipe poderoso entre nosotros; sepulta a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que sepultes a tu difunta.
LUGAR PARA SEPULTURA
La oferta que le hacían parecía generosa, pero Abraham no quería dejar a Sara el la tumba de alguien más. El quería una propia, que perteneciera a su familia. Por ello, les propuso lo siguiente: (Génesis 23:7-9) Abraham se levantó e hizo una reverencia al pueblo de aquella tierra, los hijos de Het, (8) y habló con ellos, diciendo: Si es vuestra voluntad que yo sepulte a mi difunta de delante de mí, oídme e interceded por mí con Efrón, hijo de Zohar, (9) para que me dé la cueva de Macpela que le pertenece, que está al extremo de su campo. Que en presencia de vosotros me la dé por un precio justo en posesión para una sepultura.
Siendo extranjero, Abraham no tenía tierras como propiedad; ellos llevaban una vida de nómadas. Pero al morir Sara, Abraham buscó un lugar donde enterrarla. El problema es que legalmente no podía hacerlo. Como extranjero, Abraham no tenía el derecho legal de comprar tierra en Canaán. Sabiendo esto, él decidió apelar a las autoridades de Hebrón.
Abraham era un hombre visionario. El no sólo estaba pensando en un lugar para enterrar a Sara, y cubrir la necesidad inmediata, sino también estaba pensando en él y sus hijos. Además, Abraham no estaba pidiendo nada regalado; él estaba dispuesto a pagar el precio justo por el terreno. Él estaba haciendo lo posible por comprar un terreno que se convirtiera en su primera propiedad en la Tierra Prometida.
Abraham se dirigió a la puerta de la ciudad, donde se
NEGOCIACIÓN CON EFRON
(Gen. 23:3) Los hijos de Het (véase 10.15) eran aparentemente los hititas, que años antes se habían movido hacia el sur de Asia Menor, despojando a sus anteriores ocupantes, los hijos de Arba.
Un fascinante relato, que ilustra la forma oriental de regatear. Abraham estaba consciente que los hititas no tenían la intención de darle gratuitamente un lugar de sepultura, ni él se hubiera atrevido a aceptar su pretendida oferta. Lo que se discutía era: ¿Recibiría Abraham un sitio permanente en Canaán , o permanecería como alguien dependiente sin tierras propias? El terreno que Abraham estaba solicitando era de Efrón, un líder del pueblo. Él estaba presente en esa asamblea a la puerta de la ciudad, y respondió de la siguiente manera: (Génesis 23:10-11) Efrón estaba sentado entre los hijos de Het; y Efrón hitita respondió a Abraham a oídos de los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo: (11) No, señor mío, escúchame; te doy el campo y te doy la cueva que está en él. A la vista de los hijos de mi pueblo te lo doy; sepulta a tu difunta. La oferta de Efrón era generosa: le ofreció a Abraham ese pedazo de tierra sin que él tuviera que pagar nada. Lo interesante es que Abraham no aceptó la oferta… (Génesis 23:12-13) Entonces Abraham se inclinó delante del pueblo de aquella tierra, (13) y habló a Efrón a oídos del pueblo de aquella tierra, diciendo: Te ruego que me oigas; te daré el precio del campo; acéptalo de mí, para que pueda sepultar allí a mi difunta. ¿Por qué razón no aceptó Abraham el terreno como regalo? Porque él sabía que si no pagaba, no tendría el derecho legal, y le podría ser quitado tan fácilmente como le fue dado. Además, Abraham hubiera quedado comprometido con Efrón y su familia por tan considerable regalo. Abraham fue sabio, y no aceptó un regalo comprometedor. El estaba dispuesto a pagar el precio justo. Efrón parecía ser generoso, pero su verdadera intención salió a luz más adelante en la negociación. Al final, Efrón aceptó a venderle la cueva, pero le puso un precio muy alto. (Génesis 23:14-15) Efrón respondió a Abraham, diciéndole: (15) Señor mío, óyeme: una tierra que vale cuatrocientos siclos de plata, ¿qué es eso entre tú y yo? Sepulta, pues, a tu difunta. Abraham aceptó la oferta, y pagó 400 siclos de plata por el
terreno, lo cual era una suma altísima. En esos tiempos, el sueldo de un labrador al año era aprox. de 8 a 10 siclos al año. Por lo tanto, Abraham pagó aproximadamente el equivalente a 40 años de labor de un hombre. (Génesis 23:16-18) Y oyó Abraham a Efrón; y Abraham pesó a Efrón la plata que éste había mencionado a oídos de los hijos de Het: cuatrocientos siclos de plata, medida comercial. (17) Así el campo de Efrón que está en Macpela, frente a Mamre, el campo y la cueva que hay en él, y todos los árboles en el campo dentro de sus confines, fueron cedidos (18) a Abraham en propiedad a la vista de los hijos de Het, delante de todos los que entraban por la puerta de su ciudad. Ya habiendo adquirido el terreno, finalmente Abraham pudo sepultar a Sara.
CLUB NEÓN
11/Sept./2016, 20/37
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(Génesis 23:19-20) Después de esto, Abraham sepultó a Sara su mujer en la cueva del campo de Macpela frente a Mamre, esto es, Hebrón, en la tierra de Canaán. (20) Y el campo y la cueva que hay en él fueron cedidos a Abraham en posesión para una sepultura, por los hijos de Het. Es extraño que la Torá dedique tanto espacio a la descripción del lugar de sepultura. La importancia de esto reside en que éste fue el primer terreno que los patriarcas adquirieron en la Tierra Prometida. Los huesos de Sara en . . . Canaán fueron un testimonio de que el pueblo escogido estaba en posesión de la promesa. Véase la exigencia de José en 50.25.
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Gál 5:16-26 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. EL
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