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COMENTARIO PARA GRUPOS PEQUEÑOS Génesis 26 En este capítulo veremos como Isaac pasa por algunas pruebas similares a las que pasó su padre Abraham: a. Hambre en la tierra b. Conflicto con Abimelec HAMBRE EN LA TIERRA En el Medio Oriente no era inusual las hambrunas, las cuales eran causadas generalmente por sequías de un año o más de duración. Isaac enfrentó una de estas hambrunas en la Tierra Prometida. (Génesis 26:1) Décadas antes, Abraham había pasado por circunstancias similares. Pero veamos qué hizo él… (Génesis 12:10) Y hubo hambre en la tierra; y Abram descendió a Egipto para pasar allí un tiempo, porque el hambre era severa en la tierra. Lo más probable es que Isaac se vio tentado a hacer lo mismo que su padre Abraham. En tiempos de hambruna, muchos descendían a Egipto, porque ellos cuentan con la constante fuente de agua del río Nilo. Sin embargo, Dios se le apareció a Isaac, y le dijo que no descendiera a Egipto. En medio de esa advertencia, el Señor le reveló algo aún más importante: el propósito de su vida. (Génesis 26:2-5) Esta fue la primera experiencia personal de Isaac con Dios. Antes era el “Dios de su Padre”, pero ahora ya podía decir que era también “el Dios de Isaac”. No sólo eso, sino que le confirmó personalmente el Pacto que había hecho con Abraham, el cual era un pacto multigeneracional. La bendición para Isaac y para su descendencia estaba en esa tierra. Su herencia no estaba en Egipto ni en ninguna otra tierra más que en Canaán.
En ese momento ellos vivían allí como extranjeros, pero llegaría el momento en que el Señor entregaría la Tierra Prometida a sus descendientes. El Señor también le prometió que su simiente traería bendición a todas las naciones de la tierra. Aunque Abraham descendió a Egipto, él aprendió la lección y no volvió a regresar. El aprendió a no dejarse llevar por las circunstancias, sino a buscar la voz y la dirección del Señor. Abraham aprendió a “oír y obedecer” (heb. Shema).
(Génesis 26:5) Porque Abraham me obedeció, y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. La palabra que se traduce como “obedeció”, en hebreo es “Shama b’Koli”, que literalmente significa: “escuchó mi voz”. El verbo Shama implica tanto “oír” como “obedecer”. El texto también dice que guardó: Ordenanza (heb. Mishmeret) = Depósito, algo que guardar y observar. Mandamientos (heb. Mitzvot) =Establecido por el gobierno Estatutos (heb. Jukim) = Norma ordenada Leyes (heb. Torá) =Instrucciones Aunque Dios aún no había dado la Torá (Ley o Instrucciones) en el Monte Sinaí, la realidad es que la Ley de Dios existe desde siempre, pues es el reflejo del orden divino. Abraham llegó a conocer el orden de Dios a través de la relación que desarrolló con el Señor a lo largo de su vida. Y lo más importante es que Abraham no sólo “oyó” sino que “obedeció”. ISAAC OBEDECIÓ El Señor le dijo a Isaac que no descendiera a Egipto, y él oyó y obedeció. (Génesis 26:6) Habitó, pues, Isaac en Gerar. Isaac permaneció en la Tierra Prometida, a pesar de las circunstancias adversas. Su llamado estaba en Canaán, y Dios lo iba a bendecir allí—no en Egipto.
abriéndole los ojos a Abimelec, rey de Gerar. (Génesis 26:8-11) Isaac mintió para poner a salvo su vida, pero tal vez no se dio cuenta que estaba poniendo en riesgo la vida de muchos en el lugar, pues al mentir había abierto la oportunidad para que tomaran a Rebeca. Pero ella no era soltera, sino casada, y si alguien la tomaba como su mujer, sería pecado, y eso traería maldición a las familias del lugar. ISAAC SEMBRÓ Desde que Abraham llegó a la Tierra Prometida, él y su familia habían llevado una vida nómada, trasladándose de un lugar a otro en busca de pastos para sus ganados. Por lo demás, era difícil que se asentaran en un solo lugar, ya que eran extranjeros, y como tales no se les permitía comprar tierra. No obstante, aunque Abraham venía de Ur, Isaac había nacido en la Tierra de Canaán, y tal vez por eso tenía una conexión más fuerte con la tierra. Luego que Dios le confirmara la promesa de tierra y descendencia (26:2-5), Isaac comenzó a sembrar en la tierra y cultivarla. (Génesis 26:12) Isaac fue el primer patriarca que leemos que sembró y cosechó en la Tierra Prometida, y Dios lo prosperó en abundancia. ENVIDIA DE LOS VECINOS Lamentablemente, la prosperidad de Isaac provocó envidia en los pueblos vecinos, y por ello comenzaron a atacarlo. (Génesis 26:15-16) Y todos los pozos que los siervos de su padre habían cavado en los días de Abraham su padre, los filisteos los cegaron llenándolos de tierra. (16) Entonces Abimelec dijo a Isaac: Vete de aquí, porque tú eres mucho más poderoso que nosotros. La envidia es un sentimiento negativo que lleva a la destrucción. El envidioso, en lugar de imitar al que le va bien, busca destruirlo para que esté tan mal como los demás. ¿Qué se puede hacer cuando uno es objeto de la envidia de otros? Lo que Isaac hizo fue alejarse de ellos… (Génesis 26:17-18) Isaac regresó a ver lo que su padre había hecho. ¿Cómo había vivido Abraham en paz con sus vecinos? Él había hecho sus propios pozos. Pero aún de él habían tenido envidia, y a su muerte los habían llenado de tierra.
LA SEGUNDA PRUEBA Isaac pasó la primera prueba, pero no la segunda… El cometió el mismo error que había hecho Abraham cuando Abimelec deseó a su mujer Sara (Gen. 20:2). Isaac también mintió diciendo que su mujer era su “hermana”.
POZOS En la Tierra Prometida, el acceso al agua es esencial, tanto para los cultivos como para el ganado. Sin una fuente de agua, no se puede mantener cultivos ni ganado. En pocas palabras, no se puede sobrevivir. Dado que en el sur de Israel no hay ríos ni lagos, la gente depende completamente de pozos o cisternas.
(Génesis 26:7) La historia se repitió porque no aprendieron de ella (Génesis 20). Pero, a pesar de su error, de nuevo Dios los protegió
Por eso, para Isaac era muy importante buscar esa fuente de agua.