COMENTARIO PARA GRUPOS PEQUEÑOS Éxodo 32
esa imagen: “éste es tu Dios que te ha sacado de la tierra de Egipto” (Exo. 32:4). ¿Por qué lo hicieron? Los israelitas no sólo estaban buscando a un líder. Lo que ellos deseaban era un sustituto de Moisés a quien habían “endiosado”. Por eso, no les pareció ilógico pedirle a Aaron que hiciera “dioses” que sirvieran como un nuevo “intermediario” entre Dios y los hombres. El pueblo pidió una “imagen de Dios”, algo visible que sustituyera a Moisés como su intermediario (Exo. 24:1).
compromiso con Dios con un Pacto de Sangre (Exo. 24), y ya estaban fallando a su palabra, muy pronto estaban siendo infieles al pacto.
RESPUESTA DE AARÓN (Éxodo 32:2-4) ¿Cómo respondió Aarón ante tal petición? También su respuesta fue sorprendente, ya que, en lugar de desanimarlos o confrontarlos, simplemente les siguió el rumbo y accedió. Como mencionamos anteriormente, Aarón no hizo el becerro de oro como la imagen de un dios pagano, sino como una representación de Jehová. Esto se confirma en lo que dijo a continuación: (Éxodo 32:5) Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.
Lo que Dios dijo a continuación suena extraño, ya que parecería que le está pidiendo permiso a Moisés para hacer justicia con Israel. (Éxodo 32:10). Más que una petición o una amenaza, lo que Dios estaba haciendo era poner a prueba a Moisés para revelar dónde estaba su corazón. Por un lado, le dio a Moisés la opción de deshacerse del pueblo rebelde, y comenzar de nuevo, solamente con él. Por otro lado, llevó a Moisés a ponerse en la posición de Dios, y darse cuenta de la difícil decisión que debía tomar con respecto al pueblo. Ellos merecían ser castigados por su desobediencia, pero por otro lado Dios también quería mostrar su misericordia de Padre. Esta prueba es similar a la de Abraham, en la que Dios le pidió que sacrificara a su hijo, pero en realidad sólo estaba probando su fe.
Algo que salta a la vista en este texto es que Dios dice: “tu pueblo”, como si se tratara del “pueblo de Moisés”. Esto puede estar vinculado a la idea de que los israelitas habían “endiosado” a Moisés. ¿Qué pensaba Dios de todo esto? Leamos lo que el Señor mismo dice: (Éxodo 32:9) Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Dios describe a Israel como un pueblo de “dura cerviz” (heb. Kashe Oref), es decir, con nuca o cuello duro. Cuando alguien tiene una nuca dura o entumecida, esta no le permite voltear a ver a otro lado, ni humillarse. La cabeza es la que da la dirección al cuerpo, pero el cuello debe de moverse para que el cuerpo le siga. La nuca representa la voluntad del hombre. Esta figura habla de un pueblo que no sigue las instrucciones de la cabeza (Dios), y en su necedad no está dispuesto a cambiar su forma de ser y de pensar.
EL BECERRO DE ORO En este capítulo regresamos a la narrativa, luego del paréntesis en el que Dios explicó a Moisés sobre el diseño del Tabernáculo (Éxodo 25 al 31) Moisés subió al Monte Sinaí porque allí Dios le iba a entregar las Tablas de la Ley que servirían como testimonio del Pacto que Israel había hecho con Dios (Éxodo 24). El pueblo de Dios había oído la lectura de toda la Ley, y ellos respondieron: “Haremos todo lo que Él diga” (Exo. 24:3). Para sellar el Pacto, entonces Moisés roció sangre sobre los israelitas (Exo. 24:8). Mientras que Moisés recibía las Tablas del Pacto (Exo. 31:18), el pueblo de Israel estaba esperando que su líder bajara del Monte Sinaí. El problema es que el pueblo se puso nervioso porque Moisés se tardó mucho tiempo en la cima del Monte (Exo. 24:1518). Supusieron que nadie podría soportar más de un mes allí. (Éxodo 32:1) Aun si sus sospechas fueran ciertas, la realidad es que Israel no se había quedado sin líder, ya que Moisés había encargado a Aarón y a Hur para que guiaran al pueblo mientras que él regresaba (Exo. 24:14). Pero eso no fue suficiente para los israelitas. Cuando sintieron que habían perdido a Moisés como su intermediario con Dios, ellos reaccionaron de una forma desmedida. . La palabra que se traduce como “dioses”, en hebreo es “Elohim”, que también es un título de Dios, literalmente se lee “El Poderosos” ¿Qué pidieron los israelitas? ¿una imagen de otro dios falso o una imagen del Dios de Israel? Descubriremos que lo que pedían era una imagen del Dios de Israel. Sin embargo ambas opciones son pecado. Entre los Diez Mandamientos, Dios había dicho: (a) no tengan otros dioses (Exo. 20:3); (b) no se hagan una imagen para adorarla (Exo. 20:4-5,23). A primera vista podría parecer que los israelitas estaban pidiendo que Aarón les hiciera un “dios pagano, pero el texto bíblico nos lleva a otra conclusión, ya que Aarón dijo que lo que representaba
Esto es lo que se conoce como el “Pecado del becerro de oro” (heb. Jet HaEgel). En esencia, este pecado no consistía en haberse olvidado de Dios, sino en haber hecho una falsa imagen de Dios. El becerro (heb. Egel) no estaba “reemplazando” a Dios, sino lo estaba “representando”. ¡Qué aberración! No podemos adorar a Dios a nuestra manera, no podemos mezclar adoración al Dios vivo con costumbres paganas. Este tipo de idolatría pretende “bajar” a Dios Todopoderoso a un nivel humano. Por eso te ruego que consideres si podemos usar representaciones paganas, y cristianizarlas y asumir que Dios debe estar de acuerdo con ellas, sólo porque tenemos buenas intenciones. En lugar de conocer a Dios tal como es, lo limitaron a una idea que ellos podían entender y reconocer. Mira cómo el Salmo 106:19-22, describe este pecado. Dios no cambia, y si algo detesta es la idolatría y que intentemos adorarlo como lo hacen las naciones y no como él pide ser adorado y amado. RESPUESTA DE DIOS (Éxodo 31:18) Mientras que los israelitas estaban en plena adoración del becerro de oro, Moisés estaba recibiendo las Tablas del Testimonio en el Monte Sinaí. (Éxodo 32:7-8) Moisés no sospechaba lo que estaba pasando en el campamento; pero Dios sí lo sabía, y se lo advirtió. Apenas habían pasado cinco semanas desde que los israelitas habían ratificado su
(Éxodo 32:11-12) Ante la prueba que Dios le hizo, Moisés respondió de la siguiente manera: Moisés no defendió al pueblo ni justificó su desobediencia, porque sabía bien que lo que era justo. Tampoco pensó en sí mismo y su beneficio personal, sino que primero pensó en Dios, en su reputación delante de las naciones La palabra que se traduce como: “Vuelve”, en hebreo es: Shuv, que literalmente significa: regresar. También se traduce como: arrepentirse, pero en este contexto Moisés está suplicando que aleje su ira. Por otro lado, la palabra que se traduce como: “Arrepiéntete”, en hebreo es: Najam, que literalmente es: suspirar, respirar fuertemente. Por implicación también significa: lamentar, compadecer, consolar, compadecer, Dios no es hombre para arrepentirse, la súplica de Moisés, “es suspira por tu pueblo”. (Éxodo 32:13) Moisés también apeló al Pacto que Dios había hecho con los patriarcas, le rogó “acuérdate de Abraham”. Moisés no pensó en sí mismo, sino en Dios. Pidió que el Plan de Dios se cumpliera, y apeló a la misericordia del Señor para Israel. (Éxodo 32:14) “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo”. La traducción tal vez no es la mejor, ya que aquí también el verbo que se traduce como “arrepentirse” es Najam
(lit. suspirar, fig. lamentarse, compadecerse). Por principio, Dios no se arrepintió ya que Él no se equivoca, como dice la Biblia: (Números 23:19) Lo que Dios hizo fue lamentar lo que pasó y compadecerse. A través de toda esta experiencia, Dios va a revelar sus atributos de misericordia (como lo veremos en el próximo capítulo), y también le va a enseñar a su Pueblo sobre el proceso de arrepentimiento. Lo que todo merecemos es la muerte por haber pecado, pero el Señor nos perdona y nos da otra oportunidad (Rom. 3:23-24) (Éxodo 32:15-16) Si Dios no se hubiera compadecido (“arrepentido”), no le habría dado a Moisés las Tablas de la Ley en ese momento, tal como leemos en los siguientes versículos. (Deut. 5:22, Deut. 9:10-11) LAS TABLAS DEL PACTO FUERON ROTAS (Éxodo 32:19) En la cima del monte, Moisés le pidió a Dios que aplacara su ira, pero cuando él llegó al campamento él también se encendió en ira al ver con sus propios ojos lo que el pueblo había hecho. El pueblo quebrantó el pacto, y en señal de ello Moisés quebró las Tablas del Pacto. El evento en el Monte Sinaí fue el compromiso matrimonial entre Dios y Su Pueblo. Y al caer en la idolatría del becerro de oro, ese pecado se puede comparar con un adulterio espiritual. (Jeremías 31:32b), Dios tomó a Israel como su pueblo, un contrato matrimonial fue quebrantado, por esta razón será necesario renovar el pacto. FIN DEL BECERRO (Éxodo 32:20) A continuación, la Biblia explica lo que Moisés hizo con la figura del becerro. Moisés destruyó la imagen falsa, tal como Dios había dicho que se hiciera con los ídolos (Deu. 7:5-6,25). Pero fue más allá, y lo hizo polvo, lo mezcló con agua, y les obligó a beberlo. De esta forma, se aseguraban que no quedara ni rastro del becerro, ni del oro con que fue hecho. RECLAMO A AARON (Éxodo 32:21) Como era de esperar, Moisés confrontó a Aarón y le reclamó porque había permitido tal cosa. (Éxodo 32:22) Curiosamente, Aarón le dijo a Moisés lo mismo que Moisés le había dicho a Dios: “No se encienda la ira de mi señor.” Lamentablemente, Aarón no reconoció su propia falta; más bien, se excusó echándole la culpa al pueblo. (Éxodo 32:2324) Este es el aspecto negativo del carácter pacificador de Aarón. El quería quedar bien con todos, no podemos agradar a Dios y a los hombres (Hechos 5:28-32). HORA DE DEFINICIÓN (Éxodo 32:27-29) Había llegado la hora de la definición. Los israelitas debían escoger si estaban del lado de Dios o no. Los que se pusieron de inmediato del lado de Moisés fueron los levitas. Era una decisión de vida o muerte: (1 Cor. 5:4-6; Gal. 5:9; Mateo 10:34-37). A través de esta experiencia, (Moisés pidiendo perdón por el pecado del becerro de oro y ofreciéndose como sustituto), vemos la sombra de la revelación del Mesías, quien entregó su vida por nosotros (Rom. 3:24-26). Jesús murió por todo el mundo, pero sólo quienes se acercan a su perdón y expiación son aquellos que reconocen su pecado y se arrepienten. (Hechos 3:19-20)
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No podemos adorar a Dios a nuestra manera, no podemos representarlo de ninguna forma, porque somos nosotros, quienes debemos conformarnos a su imagen.
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No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
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Éxodo 20:2-5