Boletín 22-35

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2/Sept./2018, 22/35

estudio. Esas cuatro expresiones son: Compatriota: (v17) “Aj” - literalmente “hermano” Prójimo: (v17) “amit” - “compañero” Hijo del pueblo: (v.18) - “ben am” Prójimo: (v18) “rea”

Compartir para vivir; Vivir para servir; Servir para exaltar.

COMIENZO DE LA SERIE 9 DE SEPT.

Los cuatro son utilizados en estos versículos como sinónimos. Es decir que están siendo tratados con una mentalidad que les otorga el mismo significado. Surge la pregunta si solamente se refieren a los israelitas o a todas las personas del mundo. (Génesis 9:5) “Y ciertamente pediré cuenta de la sangre de vuestras vidas; de todo animal la demandaré. Y de todo hombre, del hermano de todo hombre demandaré la vida del hombre.” Al considerar lo que la Torah enseña entendemos que en esa cosmovisión el amor al prójimo no es solo sentimiento, sino también acción. Al examinar el contexto en el que se encuadra el mandato de Levítico 19 que exhorta a los siervos de Dios a amar al prójimo como a sí mismos, logramos comprender que esto es pura praxis. En ese capítulo leemos que los israelitas dejarían que los necesitados y los residentes forasteros recogieran parte de la cosecha. Además, no tolerarían el hurto, el engaño y la falsedad, ni tampoco el favoritismo en los juicios. Censurarían a quien actuara mal, pero sin olvidar esta advertencia: “No debes odiar a tu hermano en tu corazón”. Este mandamiento y muchos más se resumían en las palabras: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:9-11, 15, 17, 18). La Torah nos enseña acerca del amor que debemos tener hacia los hijos de nuestro propio pueblo, y hacia el extranjero que habita entre nosotros, porque estas son las personas hacia las cuales podemos expresar nuestro amor de manera inmediata. No puedo mostrar amor al que no conozco. Los más allegados son los que pueden recibir mi amor, y tengo la responsabilidad de esforzarme para mostrarles amor a ellos de la misma manera que estoy haciendo conmigo mismo. Si amo a mi prójimo no le engaño ni tomo ventaja de él; soy cuidadoso con sus bienes como si fueran los míos, e incluso con más cuidado que con los míos; no le hago daño con mis palabras, sino que le hablo con respeto y hablo bien de él; no guardo mi alegría para mí mismo, sino la comparto con él y me alegro por su prosperidad como si fuera la mía; hago por él todo lo que a mí me hubiera gustado que me hiciera si yo hubiera estado en la misma situación. Se trata de un amor universal, no limitado al grupo al cual uno pertenece . Jesús no vino a cambiar la Ley, sino a darle su correcta interpretación y aplicación. (Mateo 5:44-48) Desafortunadamente, durante el ministerio terrenal del Mesías, muchos judíos tenían una estrecha definición sobre quien era su prójimo (Luc 10:25-37) y solamente consideraban a sus amigos y compatriotas como prójimos. Sucedía que para ese entonces, desde la época de los Macabeos, los maestros judíos enseñaban que en la Torah los términos como “amigo” y “prójimo” estaban reservados para los judíos, y que había que odiar a la gente de otros pueblos. En conclusión: No se trata sólo de cumplir la letra de la Ley, sino descubrir “el espíritu de la Ley”, es decir, lo que está en el corazón de Dios al darnos los mandamientos.

Utiliza el sobre blanco dentro de tu boletín, y ofrenda para la canasta de amor.

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C

EL

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I g l e s i a B í b l i c a


¿Por qué Jesús dice esto? Acaso espera que nos volvamos masoquistas que se dejan maltratar, o al igual que con lo que ya explicó con respecto al asesinato, al adulterio o al jurar falsamente, está explicando que la venganza se evita no entrando a pleito con el que es malo, porque es muy problame que si respondes con agresión la agresión, tú terminarás también pagando las consecuencias.

COMENTARIO PARA GRUPOS PEQUEÑOS MATEO 5:38-48 (Lc. 6.27-36) 5. LEY DE RETRIBUCIÓN (LEV. 24:19-22) (Mateo 5:38) Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente." Algunos incorrectamente interpretaron que estos versículos son una “licencia para la venganza”, pero ese no es el espíritu de la Ley. La Ley de la Retribución tiene como objetivo la restitución, no la venganza. Cuando alguien daña o pierde la propiedad de otra persona, está obligado a restituirla. Las cortes de justicia eran las encargadas de determinar la retribución justa en caso de que el objeto exacto no pudiera ser reemplazado. La Biblia habla de justicia, pero no de justicia a manos propias. En el contexto de la Ley, la misma Torá aclara que no debemos vengarnos: (Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. Está escrito en Éxodo 21:23-25: “Pero si hubiera algún otro daño, entonces pondrás como castigo, vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.” El concepto se repite en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21. A esta máxima se le conoce como la Ley del Talión, del latín “talis” que significa “idéntico” o “semejante”, lo que quiere decir que la pena impuesta debe ser idéntica o equivalente al daño. Esta era una idea revolucionaria, especialmente en el mundo de la época bíblica, cuando era muy común que el castigo no era proporcional al daño causado. Con todo, en la literatura judía, no se conoce de ningún caso en que esta ley se haya aplicado literalmente. Jesús explica cuál es el corazón de Dios en la Ley de Retribución. Él nos enseña a sobreponernos a la ofensa, no vengándonos o bajándonos al nivel de los ofensores, sino actuando correctamente. (Mateo 5:39-42) Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda.

El principio de “ojo por ojo”, que se encuentra en la Biblia, se ha completamente mal entendido. Se piensa generalmente que es una prescripción bárbara enfocada en la venganza personal y cuando Yeshúa explica el principio de mejor poner la otra mejilla parece que está negando en mandamiento, pero nuevamente atendamos a sus palabras al inicio de su explicación de la ley: “Yo no he venido a abrogar la ley ni los profetas, no he venido a abrogar sino a cumplir”. Ghandi igual que muchos pensaba y decía que el ojo por ojo iba a dejar ciego a todo el mundo. El mandamiento de “Ojo por ojo, diente por diente, vida por vida” se encuentra en las secciones de la Biblia que instruyen a los jueces cómo castigar a los criminales. Es estrictamente una instrucción para la justicia, no para la venganza personal. Es básicamente retribución justa. La Biblia nos enseña que la venganza en manos propias o pagar “mal por mal”, no borra el mal sino lo multiplica (Rom. 12:17-21; Prov. 20:22) (1 Tesalonicenses 5:15) Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos. Esta ley, fue un avance moral sorprendente para la época en la que Dios la declaró en el Sinaí, primero porque se limitó la pena capital solamente cuando existieran testigos fiables, se penalizó a los falsos testigos con la misma pena que solicitaban (lo que redujo la corrupción, y es el claro caso de Juan 8 y la mujer adúltera), y porque es la máxima declaración de derechos humanos, el ojo de una persona es tan preciosa como la de cualquier persona, el ojo de un príncipe no es más valioso que el ojo de un siervo, esto era completamente nuevo en la época, los caldeos decían que el ojo de un noble tenía más valor que el ojo de un común. El principio de ojo por ojo aseguraba que solamente el culpable fuera castigado por su crimen, en otros códigos legales y en la práctica común, si matabas a la hija de alguien, tu hija debía morir, esto está expresamente prohibido en la Biblia y por el código de “ojo por ojo”, el asesino sería castigado, no la hija del asesino. Finalmente en la ley del talión está prohibida como venganza injusta, si un hombre le sacaba un ojo a otro hombre, se esperaba compensación apropiada por el daño que el otro había sufrido, si te saco el ojo, me convierto en tus ojos, te sirvo, de esa manera compenso el daño que te hice, esto es hacer la paz. En hebreo “paz” se dice “Shalom”, y la raíz de “Shalom”, es “Shalám”, que es la palabra para restitución, pagar el daño, reparar, completar. Estar en paz con otra persona significa, que al

otro no le falte nada, que esté completo, cuánto bien nos haría entender esto, cuando daño a otra persona, necesito restituir, de tal manera que el otro sea compensado, quede nuevamente completo y podamos estar en paz. El Apóstol Pablo lo dice así, curiosamente, en el mismo contexto de evitar la venganza: Rom 12:17-18 “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” Esta ley indica que el castigo debe ajustarse al crimen, esto es muy importante aun en la disciplina en el hogar, no podemos dar castigos exagerados, deben ser proporcionales al pecado, de otra manera nos volvemos injustos y maltratamos el corazón y aún podemos abusar de nuestros hijos. (Col 3:21) Así como la ley de “apedrear a los hijos”, (Dt 21) terminó con la práctica de matar a los propios hijos (porque ahora se requería de jueces y testigos”, la ley de “ojo por ojo, diente por diente” produjo justicia e igualdad para todos los hombres. Jesús concluye: “Cuidado con usar esta ley para la venganza”, mejor no pelees, no sea que acabes tú debiendole al otro un ojo. 6. MANDAMIENTO: AMARÁS AL PRÓJIMO. (Mateo 5:43) Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo." El mandamiento de “amar al prójimo” no nació en el Nuevo Testamento, sino que tiene su origen en la Toráh: (Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR. Nuevamente estamos en el contexto de la venganza. Lo que Jesús tuvo que corregir es la última parte: “odiarás a tu enemigo”, la cual fue añadida por los fariseos, pues no está en la Toráh. ¡Todo lo contario! Un versículo antes en Levítico dice claramente que no debemos odiar: (Levítico 19:17) No odiarás a tu compatriota en tu corazón; podrás ciertamente reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él. El principio fundamental de la fe de Israel se encuentra vibrando en este texto de siete palabras: amar al prójimo como a sí mismo. Aquí se encuentra el mandamiento número dos en importancia en toda la Torah, y nuestro Mesías marcó claramente cuando fue increpado acerca de cuál era el mayor mandamiento: Mar 12:28-31 “Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó:(F) ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Cuatro términos diferentes que definen otras personas aparecen en estos dos versículos de Levítico 19, que encabezan nuestro


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