BOLETÍN OFICIAL ECLESIÁSTICO DE LA DIÓCESIS DE JAÉN ENERO-FEBRERO-MARZO 2008
Edita: Vicaría de Comunicación • Diócesis de Jaén
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ÍNDICE ENERO - FEBRERO - MARZO 2008 I. DOCUMENTOS I.I. DEL OBISPO SECCIÓN DOCTRINAL 1. Homilía en el Miércoles de Ceniza ................................................ 7 2. Homilía en el I Domingo de Cuaresma ....................................... 10 3. Homilía Domingo III de Cuaresma .............................................. 13 DISPOSICIONES JURÍDICAS 1. Decreto de erección de la fundación canónica «Virgen de Guadalupe-Familia Bernabeu Oset» y aprobación de sus estatutos ........................................................... 17 2. Decreto sobre Licencias Ministeriales ......................................... 18 I.III. CANCILLERÍA - SECRETARÍA GENERAL Nombramientos y Ceses ................................................................... 21 Decretos de Erección Canónica ....................................................... 21 Aprobaciones de Estatutos................................................................ 21 Confirmaciones de Hermano Mayores o de Presidentes de Agrupaciones, Hermandades y Cofradías ................................... 21 Elección de Prioras o Abadesas ........................................................ 22 Otras informaciones .......................................................................... 23 II. INFORMACIÓN II.I. DE LA DIÓCESIS Actividades del Obispo ..................................................................... 27 II.II. DE LA SANTA SEDE Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada de Oración por las Vocaciones 2008. «Las vocaciones al servicio de la Iglesia-misión» ............................ 31 Mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo 2008 ............................................................... 36 Informe sobre la situación Ecuménica actual ................................. 40
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II.III. DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA, DE LOS OBISPOS DEL SUR Y DEL ARZOBISPADO CASTRENSE Orientaciones pastorales de los obispos de Andalucía sobre las próximas elecciones generales y autonómicas. ................ 51 Comunicado de la Asamblea de las diócesis del Sur de España ..... 55 II.IV. DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA Informe de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis sobre el número de alumnos que reciben Formación Religiosa y Moral Católica en el Curso 2007-2008 ......................................... 59 Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las elecciones generales de 2008 ............. 61 II.V. ECONOMÍA II Jornadas de Ecónomos diocesanos ............................................... 64
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DOCUMENTOS DEL SR. OBISPO SECCIÓN DOCTRINAL 1. HOMILÍA EN EL MIÉRCOLES DE CENIZA 6-II-2008 Cabildo y sacerdotes. Agrupación de Cofradías y Hermandades de la ciudad de Jaén. Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Ntro. Padre Jesús de la Piedad en su sagrada presentación al pueblo y María Santísima de la Estrella. Nuestra felicitación y apoyo en el XXV aniversario de su refundación. Muy queridos fieles: 1. Una nueva Cuaresma «Cada año, la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir, de nuevo, la misericordia de Dios, para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos.» Con estas palabras inicia el Mensaje Cuaresmal para este año el Papa Benedicto XVI, encabezado por el texto de San Pablo: «Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre.» (2 Cor 8.9). A través del Rito de la imposición de la ceniza, el Señor nos dice a cada uno en esta liturgia: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás.», también: «conviértete y cree en el evangelio.» 2. ¿Por qué, para qué la Cuaresma?, nos preguntamos. ¿Por qué todos los años la misma invitación? ¿Cuántas ya celebradas por cada uno de nosotros? Porque Dios nos ama ¿Para qué? Responde el Santo Padre en sus palabras: «Para descubrir de nuevo la misericordia de Dios». Es cierto. Pues aunque estemos bautizados y de camino hacia una existencia nueva, hacia una nueva tierra de promisión, aunque nuestra mirada se fije en Dios como en aquella columna de fuego que guió a los israelitas por el desierto después de atravesar el Mar Rojo y abandonar el país de la esclavitud, su corazón, como el nuestro, no se había liberado del todo. La liberación del corazón exige un largo proceso, pues la tentación de los humanos, como en los israelitas, es la misma en todos los tiempos:
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construirnos dioses falsos y caer en su idolatría, hacernos un dios a nuestra medida y aferrarnos a la seguridad del cumplimiento de la ley por la ley, como los fariseos, en tiempos de Cristo, dejando a un lado la voz del Espíritu. Terminamos autoconvenciéndonos de que caminamos hacia el encuentro con Dios y nuestros pasos pueden ser, de hecho, así sucede a veces, una muralla que nos separa de Dios. La Cuaresma es, por tanto, una llamada, una invitación muy personal y misericordiosa del Señor Señor, a cada uno de nosotros, para convertirnos convertirnos. Es su amor quien se empeña con nosotros. Él nos acompaña en este recorrido hasta Jerusalén. Es nuestro corazón el que quiere visitar, renovar, transformar. Nos regala una nueva oportunidad de acercarnos a su Cruz redentora y salvadora para llenarnos de nueva luz pascual, para revisar los cimientos de nuestra fe de bautizados, el trato personal con el Señor, el puesto que damos a nuestros hermanos en la vida. Como escribe también el Papa en su mensaje, «para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos.» 3. ¿Qué nos dice hoy en concreto el Señor en Su palabra? Recordemos brevemente: Joel 2, 12-18, nos invita a iniciar este recorrido cuaresmal a) Por el profeta Joel, con estas palabras: «Volved a mí de todo corazón». El mismo profeta nos recuerda, además, «que Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad.» b) Por el Apóstol San Pablo, el Señor nos asegura: «Ahora es el tiempo de la gracia. Ahora es el día de la salvación.» (2 Cor 5, 20. 6, 2). c) El mismo Jesucristo, con las palabras que hemos escuchado en la lectura del Evangelio de San Mateo, nos advierte finalmente: «No lo hagáis para ser vistos.» Es decir, nuestra conversión debe comenzar por la sinceridad personal, debe hacer desde nuestra intimidad. Cerrarnos a nosotros mismos, a nuestro «yo», y abrir nuestro corazón de par en par a Dios y a los demás. Exactamente lo contrario de nuestras tendencias. ¡Qué bien marca el programa de conversión, de nuestras privaciones voluntarias el IIIer Prefacio de la Cuaresma! En él oiremos: -»para reconocer y agradecer tus dones» (oración); -»para dominar nuestro afán de suficiencia» (autocontrol, ayuno, abstinencia); -»para repartir nuestros bienes con los necesitados» (caridad).
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Oración, ayuno y abstinencia, limosna, caridad… «No lo hagáis para ser vistos», nos repite el Señor, sino para volvernos a Él de todo corazón. Para dejar sitio en nuestras vidas a la gran verdad del Dios que nos quiere y cuenta con nosotros, contigo y conmigo. Intimar con Él, escucharles en sus palabras que son vida, arrodillarnos a sus pies para que nos transforme con un nuevo bautismo en el Sacramento del Perdón, celebrar y alimentarnos una y otra vez, especialmente todos los domingos de la Eucaristía, ser luego portadores de este amor a los hermanos, porque cuanto más nos vaciemos en ellos, más nos llenará luego Dios de su amor. 4. El Santo Padre nos insiste en el Mensaje Cuaresmal sobre todo en «la limosna» como práctica penitencial especial para este año. También en la Carta Pastoral que he dirigido a los fieles diocesanos para esta Cuaresma, como respuesta al Plan Pastoral para este curso, insisto en la misma invitación: «ayuno y abstinencia como fuente de caridad». «Jesús no se quedó, les digo en esta Carta, en planteamientos y teorías. Si queremos hoy que Él siga presente en nuestras vidas y que su amor llegue a otros por nuestras manos, debemos mirar y acercarnos a los que están al lado del camino, pues sigue repitiendo a sus discípulos: «Dadles vosotros de comer»» (n. 4). 5. Nuestro ayuno en esta Cuaresma se traducirá en ayuda de los proyectos en favor de nuestros hermanos en paro e inmigrantes que lleva a cabo Cáritas diocesana y en favor del proyecto de «Madres sanas» en la India, que apoya Manos Unidas de Jaén. Escribe el Santo Padre Benedicto XVI que «la limosna representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, es un ejercicio ascético para liberarnos del apego a los bienes terrenales… nos educa a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina.» El día del ayuno voluntario del próximo viernes y la jornada del domingo en favor de Manos Unidas, nuestra respuesta concreta en apoyo a nuestros hermanos necesitados, a través de Cáritas, son expresiones cuaresmales de amor penitencial que nos acercan al Dios amor. Dejemos sitio en nuestras vidas al Dios que nos quiere. Nada de caminar cabizbajos, sino con nuestra mirada firme en la cruz salvadora de Cristo, preparando la fiesta de todas las fiestas: la Pascua cristiana. «Ahora es tiempo de gracia, ahora es tiempo de salvación.»
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2. HOMILÍA EN EL I DOMINGO DE CUARESMA 10-II-2008 1. Cuaresma Con la imposición de la ceniza, el miércoles pasado, iniciamos los cristianos el recorrido que nos conduce a una nueva Pascua, nuestra gran Fiesta anual. Cristo Resucitado quiere comunicarnos, un año más y de forma nueva, a través de las celebraciones litúrgicas de este tiempo, su presencia, su gracia, su vida, su fuerza y espíritu. Así lo simbolizamos plásticamente a través de los signos del «agua nueva» y «fuego nuevo» en la Vigilia del Sábado Santo y los cincuenta días que seguirán a esta Pascua. Mientras tanto, durante esta Cuaresma que precede a este gran acontecimiento anual para los cristianos, nos preparamos interiormente. «Convertíos y creed en el evangelio», oíamos durante la imposición de la ceniza: cambia de mentalidad cuanto sea necesario en tu subida a Jerusalén de la mano de Cristo, acomoda tu vida al Evangelio, eso es convertirse. «¡Ánimo!», nos dice hoy y nos dirá el Señor muchas veces durante este recorrido cuaresmal. 2. Lecturas Las tres lecturas santas que acabamos de escuchar nos transmiten un mismo mensaje: Nos hablan de la gran verdad y realidad de la tentación en nuestro recorrido, de la presencia del mal en nuestra existencia, de la lucha a la que tendremos que entregarnos para la conversión del corazón. En el libro del Génesis (2, 7-9; 1-7) se nos describe, bajo un precioso género literario, la creación del mundo y el pecado de nuestros primeros padres. Saben que en ese bello ropaje debemos descubrir la verdad religiosa que Dios nos quiere revelar. En el texto se nos dice claramente que Adán fue tentado por la serpiente -el Maligno- en el jardín en que fue colocado por el Señor. No quiso escuchar su Palabra y comió del fruto prohibido. Rompió los planes de Dios. Se dio cuenta de que estaba desnudo, de su trasgresión, y fue arrojado del paraíso. El evangelista San Mateo (4, 1-11) nos refiere, por su parte, que Jesús un día también fue conducido, no al paraíso, sino al desierto y allí fue tentado, como hombre que era, por el diablo. Jesús, en cambio, sí escuchó a Dios, no comió, al contrario, ayunó y venció al demonio. Los ángeles luego le servían. Un recorrido y un final muy distinto al de Adán.
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Pablo en la segunda lectura (Rom 5, 12-19), Finalmente, el Apóstol San Pablo, nos recuerda que la muerte reinó para la humanidad desde Adán, pero gracias a Jesucristo, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia y, si por la culpa de uno todos fueron pecadores, por la obediencia de uno todos son justos. Es la gran verdad que nos afecta de forma muy directa: de pecadores, por la obediencia al Padre en su muerte, Jesucristo nos transformó y continúa haciéndolo, en justos, agradables a sus ojos, hijos de Dios a quien llamamos Padre. 3. Nuestro desierto cuaresmal Conducidos por nuestra Madre la Iglesia y su sagrada liturgia, en realidad por el amor que Dios nos tiene, también nosotros hemos entrado en el desierto cuaresmal. ¿Escuchamos su Palabra? ¿Ayunaremos de verdad? ¿Buscaremos nuestra conversión? Porque aparecerá el tentador con mil estratagemas para evitarlo y desviarnos. Necesitamos por ello la ayuda del Señor y escuchar su voz. Estar muy atentos. Con silencio y escucha interior. Aléjate, nos dice hoy a cada uno en sus palabras, de la tentación de convertir las piedras en pan, como si lo material fuera lo más importante para nuestras vidas. Deja de pedir milagros constantes, nos dice también Dios, tienes tus fuerzas y te basta mi gracia. Deja de adorar a ídolos y valores a los que te aferras o con los que sueñas, olvidándote que es Dios y el cumplimiento de su voluntad lo que tenemos que buscar y seguir, «por encima de todas las cosas», nos recuerda el primer mandamiento. No nos olvidemos tampoco de que en este recorrido de conversión nos llegarán, además de las tentaciones del Maligno, los otros dos tentadores, como le sucedió a Jesús: personas de carne y hueso, sus adversarios, las mismas gentes que le seguían y hasta sus propios discípulos. La tentación no es una metáfora, sino una verdadera realidad. Como Jesús, estamos sometidos a las tentaciones del maligno, a las de nuestros hermanos y a nuestras propias tendencias interiores. Sin embargo, nuestra propia experiencia nos dice que la tentación superada nos robustece y hasta nos purifica. Debemos siempre desconfiar de nuestras fuerzas, por una parte, e invocar la ayuda del Señor, sobre todo. «No nos dejes caer en la tentación», pedimos en el Padrenuestro, y San Pablo nos asegura que «Dios es fiel y no permite que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas, al contrario, junto con la prueba nos proporciona
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fuerzas para superarla» (1 Cor 10, 13). El ancla, por tanto, a la que debemos agarrarnos fuerte ante la tentación es a Jesucristo, que con su pasión y muerte, triunfó sobre todo mal. Su cruz es nuestra salvación ya para siempre. 4. La tentación de la desconfianza puede ser la más fuerte y más frecuente durante este tiempo de gracia. Consiste en dudar del poder de Dios para nuestra conversión, para ser perdonados, para ser verdaderamente amados por Dios, nuestro Padre. Es desconfiar de que no somos capaces de emprender con ilusión y renovada esperanza una vida distinta y con horizontes más altos a la que solemos acostumbrarnos; es romper la astucia del tentador insinuándonos que no necesitamos convertirnos en nada, que esa tentación es para otros, no para mí. La desconfianza estuvo en el origen de la trágica caída de nuestros primeros padres y continúa apareciendo a lo largo de todas las etapas de la historia humana. Fue la tentación de Judas Iscariote, la del ladrón que maldijo a Cristo en la Cruz en el Viernes Santo, la de tantas mujeres y hombres que desconocen o no quieren ver la gozosa verdad del Dios misericordioso, que nos descubrió Jesucristo su Hijo. 5. Con esta confianza y seguros del amor de Dios en nosotros, emprendamos con renovada ilusión el recorrido cuaresmal que nos conduce hasta Jerusalén, a la celebración actualizada y personal en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El Santo Padre Benedicto XVI, en su Mensaje cuaresmal para este año, invita a los bautizados «a profundizar en el sentido y valor de ser cristianos y … a descubrir la misericordia de Dios, para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos.» Insiste especialmente el Santo Padre para que unamos ayuno y limosna, dando a nuestras privaciones un sentido de caridad cristiana. Escribía también el Papa en su reciente Carta Encíclica Spe salvi, que «colaboraremos con nuestro esfuerzo para que el mundo llegue a ser un poco más luminoso y humano y se abran así las puertas hacia el futuro» (n. 35). En este Domingo I de Cuaresma, la organización Manos Unidas Unidas, que nació en España gracias al empeño de las mujeres de Acción Católica y que continúa afianzándose después de cuarenta y nueve años de recorrido, nos
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extiende su mano para recabar nuestra limosna penitencial llena de amor, en favor de quienes pasan hambre lejos de nosotros. Sus programas llegan a muchos lugares de Asia, África y América. También a nuestra Iglesia diocesana se le han encomendado algunos proyectos concretos, por arciprestazgos. Este año nuestras ayudas se canalizarán a favor de esta Institución en favor de las madres, para su apoyo en todos los órdenes. Que el Señor nos llene de esperanza generosa y de ilusión fundada para recorrer el camino hasta la pascua, profundizando en nuestra vocación de discípulos de Jesús y sembradores de amor cristiano lejos y cerca de nosotros. Que también nuestra Madre Santísima nos acompañe y conduzca hasta su Hijo.
3. HOMILÍA DOMINGO III DE CUARESMA (17-II-2008) 1. En este segundo Domingo de Cuaresma escuchamos todos los años la escena de la Transfiguración de Jesús ante sus discípulos. En esta ocasión, según la narración del Evangelista San Mateo. También San Marcos y San Lucas refieren este pasaje o acontecimiento tan importante en el Evangelio de Jesucristo, pues se trata de su solemne revelación como Maestro e Hijo predilecto de Dios Padre. Nada más iniciar en esta cuaresma, camino hacia Jerusalén, al encuentro con la cruz, pasión y muerte de Cristo, se nos propone en este segundo Domingo que el final de este camino es el triunfo, la gloria de Cristo y, con Él nuestra propia glorificación. Después de haber leído y reflexionado el domingo pasado sobre la lucha de Jesús contra las tentaciones y el mal, también contra nuestras propias tentaciones, sobre todo contra la falta de esperanza, decíamos, hoy se nos asegura que el proceso termina con la victoria y glorificación de Cristo, base y fundamento de nuestra personal glorificación glorificación. 2. El Evangelista San Mateo 17, 1- 9, sitúa este episodio de la Transfiguración inmediatamente después del primer anuncio de Jesús de su muerte y resurrección. Al parecer fue un momento de crisis muy fuerte y de tensión entre el maestro y los doce apóstoles. El Apóstol San Pedro pretendió disuadir a Jesús del camino de la cruz, y, El Maestro, llegó a decirle unas palabras
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durísimas: «Apártate de mi vista, Satanás… no piensas como Dios, sino como los hombres» (Mt 16, 23). Los Evangelistas San Marcos y San Lucas, señalan en el lugar paralelo de este relato que los discípulos «no entendían nada y que no se atrevían a hacerle más preguntas» (Mc 9, 32; Lc 9, 45) Jesús se esfuerza, sin embargo, para aclararles su verdadero final y para seguir con coraje el camino que Dios Padre le trazaba; pero sus íntimos, lejos de ayudarle, seguían sus propios sueños de poder y de ocupar los primeros puestos en su reino. Cuando su Maestro les advirtió que para pertenecer a su grupo debían olvidarse de sí mismos, cargar su cruz y seguirle (Mt 16, 24) se desmoronaron sus paraísos soñados. Era la lucha entre la cruz y la gloria, entre el espíritu y la carne, entre el dominio y el servicio a favor de los demás. En medio de esta situación tan especial, es cuando Jesús decidió subir a un monte alto, dice el Evangelista, acompañado precisamente de los tres discípulos que más tarde serán también los testigos de su mayor abatimiento humano, en huerto de Getsemaní donde llegó a sudar sangre: Pedro, Santiago y su hermano Juan. De pronto Jesús, en aquel monte, se sintió transido por la luz de lo alto y transformado. Allí parecieron y les acompañaron Moisés y Elías. A través de ellos podemos comprobar que se había dado cita en aquellas montaña toda la historia anterior de la salvación antes de Jesucristo, para dar paso, desde entonces, a un Nuevo Testamento, a una Alianza nueva en la persona de Jesús y para confirmarlo en la verdad y en su verdadero camino: por la cruz a la resurrección. Dice el texto evangélico que «una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Escuchadlo Y continúa el pasaje con estas palabras: «Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces llenos de espanto, pero Jesús se acercó y tocándolos les dijo: Levantaos, no temáis» temáis y al alzar los ojos no vieron a nadie, más que a Jesús «Levantaos, sólo.» 3. Pasión y resurrección. La liturgia cuaresmal pone todos los años esta escena de la transfiguración del Señor a nuestra consideración, con una intención muy clara que expresa muy bien el prefacio de la Misa de hoy: «Él (Jesucristo), después de anunciar
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su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la resurrección resurrección.» Se nos recuerda, en efecto, con este pasaje evangélico, apenas iniciada la Cuaresma, algo que nos cuesta entender y aceptar como también ocurrió con los primeros discípulos de Jesús: seguirle no sólo cuando luce el sol y nos encontramos muy bien «en el monte Tabor», sino también cuando nos toca luchar y participar de la cruz, de la prueba. Es fácil aceptar su gloria en el monte, pero no el recorrido del camino hasta la gloria: la cruz. Caer en la cuenta que ser discípulos de Jesús no es instalarnos en la mediocridad de una fe conformista y sin riesgos. «No tomar parte en los duros trabajos del Evangelio», como nos recuerda San Pablo en la segunda lectura; pretender vivir nuestra fe, sin salir de nuestro «yo», como un día salió Abraham de su casa y de su tierra, tal como hemos escuchado también en la primera lectura. La fe es siempre un compromiso exigente, que pasa por la cruz hasta llegar a la luz, nos recuerda la liturgia de la palabra de este segundo domingo en el recorrido cuaresmal. Pero también el Señor nos anima, ante esta realidad exigente de nuestra vocación, diciéndonos hoy, como un día a sus discípulos, que el desierto de la Cuaresma termina con la alegría de la Pascua Pascua; que a la noche sigue siempre la aurora No aurora; que Él camina siempre por delante de nosotros nosotros. «No temáis temáis», nos dice en esta mañana, como a Pedro, Santiago y Juan, en aquella jornada inolvidable para ellos; no olvidéis, nos propone, que «la pasión es camino de resurrección» y que lejos de separar estas dos realidades, las hagamos parte de nuestra vida de creyentes unidos en una misma realidad. 4. «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto, escuchadlo escuchadlo» hemos escuchado en el texto evangélico también. Esta voz salida de la nube en aquella montaña, llega también hoy a nosotros, como aquel día a Pedro, Santiago y Juan, y nos repite como en el Miércoles de Ceniza: Escucha el Evangelio, cree en el Evangelio, en mi Palabra. Aquellos discípulos de Jesús debieron darse perfecta cuenta en aquel instante que Jesús, del que habían dudado y al que seguían, era mucho más de lo que habían comprendido hasta entonces. Debieron desde aquel día interiorizar más en sus palabras y mensajes. Se encontraron de repente inmersos en una aventura más seria y profunda de lo que habían creído hasta entonces.
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Así es para nosotros el Evangelio: cada vez que acogemos y escuchamos la voz de Cristo, hacemos suyas sus palabras y enseñanzas, nos penetra y arrastra a la aventura siempre nueva y hermosa de seguirle. En aquel monte vieron aquellos discípulos quien era su Maestro, el Hijo de Dios con rostro humano y que camina junto a nosotros. 5. Jesús se acercó a sus discípulos y tocándolos les dijo: «Levantaos, Levantaos, no tengáis miedo miedo». Así termina el relato evangélico, y bajaron de la montaña. No tengáis miedo», miedo nos repite también a cada unos de nosotros Jesús. «No Su rostro de amigo transforma el corazón y se queda con nosotros. Mirémoslo, reconozcámoslo, escuchémoslo. El es luz de amor que no se consume e ilumina nuestros pasos. Su palabra es luz y horizonte de verdad y esperanza. Es luz que trasforma el sentido y entrega de nuestra existencia con altura de miras. Tocó a sus discípulos y les dijo levantaos levantaos, vamos a ponernos de nuevo en camino. Con toda seguridad salieron revestidos de Dios aquellos tres discípulos. Habían escuchado la voz de Dios, les habían «tocado» su Hijo amado. Hermanos y hermanas: ¡Que suerte! Los aquí reunidos hemos escuchado también la Palabra de Dios y por su presencia eucarística, en que podemos participar, con alma limpia de pecado, nos «tocará» también al participar de la víctima de sacrificio, que es Cristo mismo. Que al salir del Templo, revestidos de Dios, desprendamos luz y amor para ser sus testigos ante el mundo, junto con nuestros hermanos. Que así sea.
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DISPOSICIONES JURÍDICAS 1. DECRETO DE ERECCIÓN DE LA FUNDACIÓN CANÓNICA «VIRGEN DE GUADALUPE-FAMILIA BERNABEU OSET» Y APROBACIÓN DE SUS ESTATUTOS
MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de Jaén Habiendo recibido solicitud del M.I. Sr. D. Jerónimo Bernabeu Oset, Magistral de la Santa Iglesia Catedral de Cádiz, natural de Úbeda (Jaén) en que expone su deseo de constituir en Úbeda (Diócesis de Jaén) una fundación pía autónoma, con el nombre de «Virgen de Guadalupe-Familia Bernabeu Oset», en uso de las facultades concedidas por el canon 1304 p. 1º y 2º, aceptamos la fundación y de acuerdo con los cc. 113 ss. del Código de Derecho Canónico, erigimos la FUNDACIÓN PÍA AUTÓNOMA «VIRGEN DE GUADALUPE-FAMILIA BERNABEU OSET», como fundación canónica, con personalidad jurídica. Al mismo tiempo, y con esta fecha, aprobamos los Estatutos de la misma, según texto anexo a este Decreto, por los que se regirá esta Fundación; asimismo se regirá también por el Derecho concordado entre la Iglesia y el Estado Español (Acuerdos de 1979) Dado en Jaén, a treinta de enero de dos mil ocho + Ramón del Hoyo López, Obispo de Jaén. Por mandato de S. E. Rvdma. Antonio Javier Cañada Morales. Canciller-Secretario General
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2. DECRETO SOBRE LICENCIAS MINISTERIALES MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ, Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de Jaén A la vista de lo que dispone el C.I.C. (cn. 966 y ss.) sobre la facultad de oír confesiones (tradicionalmente llamada «las licencias para confesar»); Teniendo en cuenta que además de las personas contempladas en el cn. 967,1 (Romano Pontífice, Cardenales, Obispos) en canon 968,1 indica que tienen facultad para oír confesiones «dentro del ámbito de su jurisdicción, el Ordinario del lugar, el canónigo penitenciario, el párroco y aquellos que ocupan su lugar». Considerando que esta facultad, que se recibe por oficio, se puede ejercer «en cualquier parte, a no ser que el Ordinario de algún lugar se oponga en un caso concreto, quedando en pie lo que prescribe el cn. 974,2 y 3 (cn. 967,2). Por otra parte, teniendo en cuenta que los Vicario parroquiales y Capellanes, aunque han recibido oficio en la Diócesis no gozan, ipso iure de la facultad de oír confesiones, porque el elenco del cn. 968,1 es taxativo. Y considerando también que las demás situaciones distintas en que se encuentran otros sacerdotes en la Diócesis inducen a revisar el cumplimiento de la disciplina actual sobre esta materia en nuestra Diócesis. DISPONEMOS: 1) Que a los Sacerdotes con nombramiento de Vicario Parroquial o Capellán expedido por el Obispo, y actualmente con licencias temporales, se les concede por el presente la facultad de oír confesiones durante cinco años a contar desde el día de la fecha de este Decreto. 2) Que los sacerdotes incardinados en esta Diócesis o con domicilio en la misma, que no gocen de licencias habituales o temporales no caducadas, se le concede por el presente la facultad de oír confesiones, a tenor de los cánones 965 y ss. del Código de Derecho Canónico, durante cinco años a contar desde el día de la fecha de este Decreto. 3) Cuanto antes, se ruega a los sacerdotes que ya tengan más de quince años de sacerdocio que se entrevisten con el Sr. Vicario General para concederle el plazo oportuno conveniente.
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Comuníquese al Sr. Vicario General. Publíquese en el Boletín Oficial de la Diócesis y archívense originales en la Curia diocesana. Dado en Jaén a uno de febrero de dos mil ocho + Ramón del Hoyo López, Obispo de Jaén. Por mandato de S. E. Rvdma. Antonio Javier Cañada Morales. Canciller-Secretario General
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I.III. CANCILLERÍA - SECRETARÍA GENERAL NOMBRAMIENTOS Y CESES 31 de Enero D. Fernando Bravo Miralles es nombrado Capellán de la Residencia de Mayores «Sanyres» de Andújar
DECRETOS DE ERECCIÓN CANÓNICA Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, con sede en la. Parroquia de Santiago Apóstol, de Begíjar (08-02-2008)
APROBACIONES DE ESTATUTOS Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, con sede en la Parroquia de Santiago Apóstol, de Begíjar (08-02-2008)
CONFIRMACIONES DE HERMANOS MAYORES O DE PRESIDENTES DE AGRUPACIONES, HERMANDADES Y COFRADÍAS Dª Leonor Sola Segovia. Cofradía de Nuestra Señora de Gracia. Parroquia de San Martín, de Arjona. (02-1-2008). D. Fernando García Pérez. Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración, Señor de la Misericordia. Parroquia de San Juan Bautista, de Arjona. (02-12008). Dª. Espíritu Santo Martínez Marín. Cofradía de María Santísima de los Dolores. Parroquia de la Inmaculada Concepción, de Huelma (10-1-2008). D. Francisco Javier Moreno Ruiz. Cofradía de la Sagrada Oración en el Huerto de los Olivos. Parroquia de Santa María del Alcázar y San Andrés, de Baeza. (10-1-2008). Dª. Dolores Oya Cárdenas. Cofradía de la Virgen Blanca. Parroquia de La Santa Cruz, de Jaén (17-1-2008). D. Santiago Estévez García. Cofradía de Santa Verónica y Santísimo Cristo de la Agonía. Parroquia de San Pedro Apóstol, de Alcaudete (18-1-2008).
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Dª. Dolores de la Torre Hernández. Cofradía de San Amador. Parroquia de San Amador y Santa Ana, de Martos (22-1-2008). D. José Ángel Ruiz Barbosa. Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Parroquia de La Inmaculada Concepción, de Lopera (22-1-2008). D. Pablo Marín Poza. Cofradía de la Virgen de la Cabeza y Niño Jesús. Parroquia de San Pablo, de Baeza (22-1-2008). Dª María Paz Ruiz Nieto. Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. Parroquia de la Asunción, de Villacarrillo (31-01-2008) D. Francisco Fernández Ballesteros. Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración. Parroquia de San Andrés Apóstol, de Villanueva del Arzobispo (31-01-2008) Dª Francisca Crespo Martínez. Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y Oración en el Huerto. Parroquia de la Asunción, de Villacarrillo (07-022008). D. Abelardo Espejo Chamorro. Cofradía de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena. Parroquia de Santa Marta, de Martos (15-02-2008) D. Manuel Conde Hidalgo. Antigua e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Parroquia de Santa María, de Alcaudete (20-02-2008) D. Víctor Manuel García Gómez. Insigne y Real Congregación del Santo Sepulcro y Siervos de la Orden Tercera de Nuestra Señora de los Dolores. Parroquia de San Juan y San Pedro, de Jaén (20-02-2008) Dª María Trinidad Lara Sánchez. Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Parroquia de San Pedro Apóstol, de Castillo de Locubín (22-02-2008) D. Fernando Lara Molina. Hermandad de Nuestra Señora del Rocío. Parroquia de San Pedro Apóstol, de Castillo de Locubín (22-02-2008) Dª María Perales García. Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Parroquia de San Pablo, de Baeza (22-02-2008) D. Amador Izquierdo Montilla. Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias. Parroquia de San Miguel, de Andujar (22-02-2008)
ELECCIONES DE PRIORAS O ABADESAS El día 18 de enero de 2008, bajo la presidencia del M. I. Sr. Visitador de Monasterios, D. Manuel Peña Garrido, la Comunidad de la Orden de Santa Clara del Monasterio del Santa Clara, de Jaén procedió a la elección de Madre Abadesa, resultando elegida Sor Elvira María Ruz Moreno.
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OTRAS INFORMACIONES Los días 21 al 25 de enero tuvieron lugar los Ejercicios Espirituales para sacerdotes en la «Residencia Diocesana de La Yedra». Participaron en los mismos 16 sacerdotes de la Diócesis.
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INFORMACIÓN
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DE LA DIÓCESIS ACTIVIDADES DEL OBISPO ENERO Día 5: El Sr. Obispo asiste a la comida organizada por los dos Arciprestazgos de la Ciudad de Jaén, a la que asisten los sacerdotes de los mismos Día 6: El Sr. Obispo preside la Eucaristía en la Residencia de las Hermanitas de los pobres de la Ciudad de Jaén Día 7: El Sr. Obispo despacha en el Obispado Día 9: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo despacha en el Seminario Día 10: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo despacha en el Seminario Día 11: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo confirma a un grupo de fieles en la Parroquia de Albanchez de Mágina. El Sr. Obispo confirma a un grupo de fieles en la Parroquia de Torres Días 12 al 20: El Sr. Obispo asiste al encuentro de sacerdotes de la OCSHA de Latinoamérica en Cuba. Día 21: El Sr. Obispo preside el Consejo episcopal diocesano. El Sr. Obispo preside el Consejo de asuntos económicos diocesano. Días 22 y 23: El Sr. Obispo asiste a el Asamblea de Obispo del Sur. Día 24: El Sr. Obispo preside la Fiesta de Nuestra Señora de la Paz en Beas de Segura, después comparte la comida con los sacerdotes del Arciprestazgo. El Sr. Obispo visita la Parroquia de Torreperogil para ver el estado de las obras de la Sacristía. Día 25: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo asiste a la presentación de los libros cuyo autor es D. Félix Martínez Cabrera en Valdepeñas de Jaén. Día 26: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo bendice el Cuadro de San Juan de Dios en la Parroquia de San Juan de Dios en Martos. Día 27: El Sr. Obispo preside la Fiesta de San Julián en Marmolejo y confirma en la misma celebración a un grupo de fieles de la Parroquia. Día 28: El Sr. Obispo preside la reunión de las Delegaciones diocesanas. El Sr. Obispo asiste en el Instituto de Estudios Giennenses a la presentación de un libro cuyo autor es Jesús López Cardenote.
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Días 29 al 31: El Sr. Obispo asiste a la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española en Madrid. FEBRERO Día 4: El Sr. Obispo preside el Consejo Presbiteral Día 5: El Sr. Obispo realiza la Visita Pastoral a la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima en Jódar. Día 6: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo preside la Eucaristía e imposición de la Ceniza en la S.I.C. de Jaén con ocasión del Día de Ceniza. Con posterioridad preside el Vía Crucis organizado por la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la Ciudad de Jaén. Día 7: El Sr. Obispo realiza la Visita Pastoral a la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Jódar Día 8: El Sr. Obispo concede entrevista a COPE Jaén. El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo preside el Consejo de Órdenes diocesano. El Sr. Obispo asiste a la Cena del Hambre a favor del DOMUND en la Parroquia de Santiago Apóstol de Jaén. Día 9: El Sr. Obispo preside la Comisión Episcopal de Misiones y el Consejo Nacional de Misiones en Madrid. Día 10: El Sr. Obispo preside la Eucaristía en la S.I.C. de Jaén con ocasión del 1er Domingo de Cuaresma. Día 11: El Sr. Obispo preside la Eucaristía en el Hospital de Día de la Ciudad de Jaén con ocasión de si 50 aniversario, después preside la reunión con los Capellanes de hospitales. El Sr. Obispo preside el entierro de D.ª Maria Dolores Amezcua, madre del sacerdote D. Juan Herrera Amezcua, en la villa de Bedmar. Día 12: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo realiza la Visita pastoral a Parroquia de Solera. Día 13: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo despacha en el Seminario. Día 14: El Sr. Obispo realiza la Visita Pastoral a la Villa de Bélmez de la Moraleda. Día 15: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo despacha en el Seminario. Día 16: El Sr. Obispo preside el entierro de la madre del sacerdote D. Luis Velasco de la Coba en la Parroquia de La Inmaculada de Mengíbar.
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Día 17: El Sr. Obispo preside la Misa en la S.I.C. de Jaén con ocasión del segundo Domingo de Cuaresma. Día 18: El Sr. Obispo asiste a la formación permanente del Clero organizado por la Delegación Diocesana para el Clero en el Seminario de Jaén. El Sr. Obispo asiste a la Inauguración de las Jornadas Culturales de Santo Tomás de Aquino en el Seminario diocesano. Día 19: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo preside el Consejo de Asuntos Económicos diocesano. Día 20: El Sr. Obispo realiza la Visita pastoral a la Parroquia de Torres, en la confirma a un grupo de fieles de la misma. Día 21: El Sr. Obispo despacha en el Obispado. El Sr. Obispo Clausura las Jornadas Culturales de Santo Tomás de Aquino en el Seminario diocesano. Día 22: El Sr. Obispo preside el Consejo Episcopal Diocesano. El Sr. Obispo realiza la Visita Pastoral a la Parroquia de Campillo de Arenas. Días 23 y 24: El Sr. Obispo asiste a la Peregrinación diocesana de Jóvenes realizada al Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta en Villanueva del Arzobispo. Día 25: El Sr. Obispo preside el Colegio de Consultores diocesano. El Sr. Obispo asiste a la Reunión del Clero Joven en La Yedra. Día 26: El Sr. Obispo realiza la Visita Pastoral a la Parroquia de La Guardia de Jaén. Días 27 al 29: El Sr. Obispo viaja a Roma.
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DE LA SANTA SEDE MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI PARA LA JORNADA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 2008 «LAS VOCACIONES AL SERVICIO DE LA IGLESIA-MISIÓN» CIUDAD DEL VATICANO, 22 febrero 2008 Queridos hermanos y hermanas: 1. Para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 13 de abril de 2008, he escogido como tema: Las vocaciones al servicio de la Iglesia-misión. Jesús Resucitado confió a los Apóstoles el mensaje: «Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19), garantizándoles: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). La Iglesia es misionera en su conjunto y en cada uno de sus miembros. Si por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación cada cristiano está llamado a dar testimonio y a anunciar el Evangelio, la dimensión misionera está especial e íntimamente unida a la vocación sacerdotal. En la alianza con Israel, Dios confió a hombres escogidos, llamados por Él y enviados al pueblo en su nombre, la misión profética y sacerdotal. Así lo hizo, por ejemplo, con Moisés: «Ve, pues, -le dijo el Señor- yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo... cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, me daréis culto en este monte» (Ex 3, 10.12). Y lo mismo hizo con los profetas. 2. Las promesas hechas a los padres se realizaron plenamente en Jesucristo. A este respecto, el Concilio Vaticano II dice: «Vino, pues, el Hijo, enviado por el Padre, que nos eligió en Él antes de la creación del mundo, y nos predestinó a ser sus hijos adoptivos... Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio, y nos redimió con su obediencia» (Const. dogm. Lumen gentium, 3). Y Jesús escogió como estrechos colaboradores suyos en el ministerio mesiánico a unos discípulos, ya en su vida pública, durante la predicación en Galilea. Por ejemplo, cuando en la multiplicación de los panes, dijo a los Apóstoles: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14, 16), impulsándolos así a hacerse cargo
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de las necesidades del gentío, al que quería ofrecer pan que lo saciara, pero también revelar el pan «que perdura, dando vida eterna» (Jn 6, 27). Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque mientras recorría pueblos y ciudades, los encontraba cansados y abatidos «como ovejas que no tienen pastor» (cf. Mt 9, 36). De aquella mirada de amor brotaba la invitación a los discípulos: «Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» ( Mt 9, 38), y envió a los Doce «a la ovejas perdidas de Israel», con instrucciones precisas. Si nos detenemos a meditar el pasaje del Evangelio de Mateo denominado «discurso misionero», descubrimos todos los aspectos que caracterizan la actividad misionera de una comunidad cristiana que quiera permanecer fiel al ejemplo y a las enseñanzas de Jesús. Corresponder a la llamada del Señor comporta afrontar con prudencia y sencillez cualquier peligro e incluso persecuciones, ya que «un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo» (Mt 10, 24). Al hacerse una sola cosa con el Maestro, los discípulos ya no están solos para anunciar el Reino de los cielos, sino que el mismo Jesús es quien actúa en ellos: «El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado» (Mt 10, 40). Y además, como verdaderos testigos, «revestidos de la fuerza que viene de lo alto» (cf. Lc 24, 49), predican «la conversión y el perdón de los pecados» (Lc 24, 47) a todo el mundo. 3. Precisamente porque el Señor los envía, los Doce son llamados «apóstoles», destinados a recorrer los caminos del mundo anunciando el Evangelio como testigos de la muerte y resurrección de Cristo. San Pablo escribe a los cristianos de Corinto: «Nosotros -es decir, los Apóstoles- predicamos a Cristo crucificado» (1 Co 1, 23). En ese proceso de evangelización, el libro de los Hechos de los Apóstoles atribuye un papel muy importante también a otros discípulos, cuya vocación misionera brota de circunstancias providenciales, incluso dolorosas, como el ser expulsados de la propia tierra por ser seguidores de Jesús (cf. 8, 1-4). El Espíritu Santo permite que esta prueba se transforme en ocasión de gracia, y se convierta en oportunidad para que el nombre del Señor sea anunciado a otras gentes y se ensanche así el círculo de la comunidad cristiana. Se trata de hombres y mujeres que, como escribe Lucas en el libro de los Hechos, «han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo» (15, 26). El primero de todos, llamado por el mismo Señor a ser un verdadero Apóstol, es sin duda alguna Pablo de Tarso. La historia de Pablo, el mayor misionero de todos los tiempos, lleva a descubrir, bajo
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muchos puntos de vista, el vínculo que existe entre vocación y misión. Acusado por sus adversarios de no estar autorizado para el apostolado, recurre repetidas veces precisamente a la vocación recibida directamente del Señor (cf. Rm 1, 1; Ga 1, 11-12.15-17). 4. Al principio, como también después, lo que «apremia» a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 14) es siempre «el amor de Cristo». Fieles servidores de la Iglesia, dóciles a la acción del Espíritu Santo, innumerables misioneros han seguido a lo largo de los siglos las huellas de los primeros apóstoles. El Concilio Vaticano II hace notar que «aunque la tarea de propagar la fe incumbe a todo discípulo de Cristo según su condición, Cristo Señor llama siempre de entre sus discípulos a los que quiere para que estén con Él y para enviarlos a predicar a las gentes (cf. Mc 3, 13-15)» (Decr. Ad gentes, 23). El amor de Cristo, de hecho, viene comunicado a los hermanos con ejemplos y palabras; con toda la vida. «La vocación especial de los misioneros ad vitam -escribió mi venerado predecesor Juan Pablo II- conserva toda su validez: representa el paradigma del compromiso misionero de la Iglesia, que siempre necesita donaciones radicales y 5. Entre las personas dedicadas totalmente al servicio del Evangelio se encuentran de modo particular los sacerdotes llamados a proclamar la Palabra de Dios, administrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación, entregados al servicio de los más pequeños, de los enfermos, de los que sufren, de los pobres y de cuantos pasan por momentos difíciles en regiones de la tierra donde hay tal vez multitudes que aún hoy no han tenido un verdadero encuentro con Jesucristo. A ellos, los misioneros llevan el primer anuncio de su amor redentor. Las estadísticas indican que el número de bautizados aumenta cada año gracias a la acción pastoral de esos sacerdotes, totalmente consagrados a la salvación de los hermanos. En ese contexto, se expresa un agradecimiento especial «a los presbíteros fidei donum, que con competencia y generosa dedicación, sin escatimar energías en el servicio a la misión de la Iglesia, edifican la comunidad anunciando la Palabra de Dios y partiendo el Pan de Vida. Hay que dar gracias a Dios por tantos sacerdotes que han sufrido hasta el sacrificio de la propia vida por servir a Cristo... Se trata de testimonios conmovedores que pueden impulsar a muchos jóvenes a seguir a Cristo y a dar su vida por los demás, encontrando así la vida verdadera» (Exhort. apost. Sacramentum caritatis, 26). A través
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de sus sacerdotes, Jesús se hace presente entre los hombres de hoy hasta los confines últimos de la tierra. 6. Siempre ha habido en la Iglesia muchos hombres y mujeres que, movidos por la acción del Espíritu Santo, han escogido vivir el Evangelio con radicalidad, haciendo profesión de los votos de castidad, pobreza y obediencia. Esas pléyades de religiosos y religiosas, pertenecientes a innumerables Institutos de vida contemplativa y activa, «han tenido hasta ahora y siguen teniendo gran participación en la evangelización del mundo» (Decr. Ad gentes, 40). Con su oración continua y comunitaria, los religiosos de vida contemplativa interceden incesantemente por toda la humanidad; los de vida activa, con su multiforme acción caritativa, dan a todos el testimonio vivo del amor y de la misericordia de Dios. Refiriéndose a estos apóstoles de nuestro tiempo, el Siervo de Dios Pablo VI escribió: «Gracias a su consagración religiosa, ellos son, por excelencia, voluntarios y libres para abandonar todo y lanzarse a anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Ellos son emprendedores y su apostolado está frecuentemente marcado por una originalidad y una imaginación que suscitan admiración. Son generosos: se les encuentra no raras veces en la vanguardia de la misión y afrontando los más grandes riesgos para su santidad y su propia vida. Sí, en verdad, la Iglesia les debe muchísimo» (Exhort. apost. Evangelii nuntiandi, 69). 7. Además, para que la Iglesia pueda continuar y desarrollar la misión que Cristo le confió, y no falten los evangelizadores que el mundo tanto necesita, es preciso que nunca deje de haber en las comunidades cristianas una constante educación en la fe de los niños y de los adultos; es necesario mantener vivo en los fieles un sentido activo de responsabilidad misional y una participación solidaria con los pueblos de toda la tierra. El don de la fe llama a todos los cristianos a cooperar en la evangelización. Esta toma de conciencia se alimenta por medio de la predicación y la catequesis, la liturgia y una constante formación en la oración; se incrementa con el ejercicio de la acogida, de la caridad, del acompañamiento espiritual, de la reflexión y del discernimiento, así como de la planificación pastoral, una de cuyas partes integrantes es la atención vocacional. 8. Las vocaciones al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada sólo florecen en un terreno espiritualmente bien cultivado. De hecho, las comunidades
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cristianas que viven intensamente la dimensión misionera del ministerio de la Iglesia nunca se cerrarán en sí mismas. La misión, como testimonio del amor divino, resulta especialmente eficaz cuando se comparte «para que el mundo crea» (cf. Jn 17, 21). El don de la vocación es un don que la Iglesia implora cada día al Espíritu Santo. Como en los comienzos, reunida en torno a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, la comunidad eclesial aprende de ella a pedir al Señor que florezcan nuevos apóstoles que sepan vivir la fe y el amor necesarios para la misión. 9. Mientras confío esta reflexión a todas las Comunidades eclesiales, para que la hagán suya y, sobre todo, les sirva de inspiración para la oración, aliento el esfuerzo de cuantos trabajan con fe y generosidad en favor de las vocaciones, y envío de corazón a los educadores, a los catequistas y a todos, especialmente a los jóvenes en etapa vocacional, una especial Bendición Apostólica.
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MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI CON MOTIVO DE LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2008 CIUDAD DEL VATICANO, 21 enero 2008 ¡Queridos hermanos y hermanas! 1. El 11 de febrero, conmemoración de la Beata María Virgen de Lourdes, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo, ocasión propicia para reflexionar en torno al sentido del dolor cristiano y sobre el deber cristiano de ocuparnos de él bajo cualquier situación que se presente. Dicha significativa celebración está relacionada este año con dos acontecimientos importantes para la vida de la Iglesia, como lo manifiesta claramente el tema escogido «La Eucaristía, Lourdes y el cuidado pastoral de los enfermos» : el 150° aniversario de las apariciones de la Inmaculada en Lourdes y la celebración del Congreso Eucarístico Internacional en Quebec, Canadá. De este modo, se brinda una oportunidad especial para considerar la estrecha relación que existe entre el Misterio eucarístico, el papel de María en el proyecto salvífico y la realidad del dolor y del sufrimiento humano. Los 150 años de las apariciones de Lourdes nos invitan a dirigir nuestra mirada hacia la Virgen Santísima, cuya Inmaculada Concepción constituye el don sublime y gratuito de Dios a una mujer, a fin de que adhiriese totalmente a los designios divinos con una fe firme e inquebrantable, no obstante las pruebas y los sufrimientos que habría tenido que afrontar. Por esta razón, María es modelo de abandono total a la voluntad de Dios: acogió en su corazón el Verbo eterno y lo concibió en su seno virginal; se fió de Dios y, con el alma atravesada por la espada del dolor (cfr Lc 2,35), no vaciló en compartir la pasión de su Hijo renovando en el Calvario a los pies de la Cruz el «sí» de la Anunciación. Meditar sobre la Inmaculada Conepción de María es, pues, dejararse atraer por el «sí» que la unió admirablemente a la misión de Cristo, Redentor de la humanidad, y dejarse tomar y guíar de la mano por Ella, para pronunciar también nosotros el «fiat» a la voluntad de Dios con toda nuestra existencia entretejida de gozos y tristezas, de esperanzas y desilusiones, con la convicción de que las pruebas, el dolor y el sufrimiento enriquecen de sentido nuestra peregrinación en la tierra.
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2. No se puede contemplar a María sin ser atraidos por Cristo y no se puede mirar a Cristo sin advertir de inmediato la presencia de María. Existe un vínculo inseparable entre la Madre y el Hijo generado en su seno por obra del Espíritu Santo, y este vínculo lo advertimos, de modo misterioso, en el Sacramento de la Eucaristía, tal como lo han puesto de relieve los Padres de la Iglesia y los teólogos. «La carne nacida de María, que viene del Espíritu Santo, es el pan que ha descendido del cielo», afirma san Hilario de Poitiers, mientras que en el Sacramentario Bergomense del siglo IX leemos: «Su seno ha hecho florecer un fruto, un pan que nos ha llenado de un don angelical. María ha restituido a la salvación lo que Eva había destruido con su culpa». Del mismo modo, Pier Damiani observa: «El cuerpo que la Beatísima Virgen generó y nutrió en su seno con cuidado materno, ese cuerpo digo, sin duda y no otro, ahora lo recibimos del sagrado altar, y bebemos la sangre como sacramento de nuestra redención. Esto cree la fe católica, esto enseña fielmente la santa Iglesia». El vínculo de la Virgen Santa con su Hijo, Cordero inmolado que quita los pecados del mundo, se extiende a la Iglesia Cuerpo místico de Cristo. María - afirma el Siervo de Dios Juan Pablo II - es «mujer eucarística» con toda su vida por lo que la Iglesia, contemplándola como su modelo «está llamada a imitarla también en su relación con este Misterio santísimo» (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 53). En esta óptica se comprende aún más porqué en Lourdes al culto de la Beata Virgen María se une un fuerte y constante llamado a la Eucaristía mediante celebraciones eucarísticas cotidianas, con la adoración del Santísimo Sacramento y la bendición de los enfermos, que constituye uno de los momentos más fuertes cuando los peregrinos se detienen en la gruta de Massabielle. La presencia en Lourdes de numerosos peregrinos enfermos y de voluntarios que los acompañan nos ayuda a reflexionar sobre la solicitud materna y tierna que la Virgen manifiesta hacia el dolor y el sufrimiento del hombre. Asociada al Sacrificio de Cristo, María, Mater Dolorosa, que a los pies de la Cruz sufre con su Hijo divino, es sentida cercana especialmente por la comunidad cristiana que se reune alrededor de sus miembros que sufren, los mismos que llevan consigo los signos de la pasión del Señor. María sufre con los que están en la prueba, con ellos espera y es su consuelo sosteniéndolos con su ayuda materna. ¿No es quizá verdad que la experiencia espiritual de muchos enfermos anima a comprender cada vez más que «el divino Redentor quiere penetrar en el ánimo de todo paciente a través del
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corazón de su Madre Santísima, primicia y vértice de todos los redimidos»? (Juan Pablo II, Carta. ap. Salvifici doloris, 26). 3. Si Lourdes nos lleva a meditar en el amor materno de la Virgen Inmaculada por sus hijos enfermos y los que sufren, el próximo Congreso Eucarístico Internacional será ocasión para adorar a Jesucristo presente en el Sacramento del altar, a El confiarnos como Esperanza que no defrauda, El acoge como medicamento de la inmortalidad que sana el físico y el espíritu. Jesucristo ha redimido el mundo con su sufrimiento, con su muerte y resurrección y ha querido permanecer con nosotros como «pan de la vida» en nuestra peregrinación terrena. «La Eucaristía don de Dios para la vida del mundo»: este es el tema del Congreso Eucarístico y subraya que la Eucaristía es el don que el Padre hace al mundo de su Hijo unigénito, encarnado y crucificado. Es El que nos reúne alrededor de la mesa eucarística, suscitando en sus discípulos una amorosa solicitud por los que sufren y los enfermos, en los cuales la comunidad cristiana reconoce el rostro de su Señor. Como he manifestado en la Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis, «nuestras comunidades, cuando celebran la Eucaristía, han de ser cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es para todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse ‘pan partido’ para los demás» (n. 88). De este modo estamos animados a comprometernos en primera persona para servir a los hermanos, especialmente a los que se encuentran en dificultad, ya que la vocación de cada cristiano es ser realmente, con Jesús, pan partido por la vida del mundo. 4. Por consiguiente, es claro que precisamente de la Eucaristía la pastoral de la salud debe obtener la fuerza espiritual que necesita para socorrer eficazmente al hombre y ayudarlo a comprender el valor salvífico de su sufrimiento. Como escribió el Siervo de Dios Juan Pablo II en la Carta apostólica Salvifici doloris, la Iglesia ve en los hermanos y en las hermanas que sufren como un sujeto múltiple de la fuerza sobrenatural de Cristo (cfr n. 27). Unido misteriosamente a Cristo, el hombre que sufre con amor y se abandona dócilmente a la voluntad divina se convierte en ofrenda viviente por la salvación del mundo. Mi amado Predecesor afirmaba también que «cuanto más se siente amenazado por el pecado, cuanto más pesadas son las estructuras del pecado que lleva en sí el mundo de hoy, tanto más grande es la elocuencia que posee en sí el sufrimiento humano. Y tanto más la Iglesia
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siente la necesidad de recurrir al valor de los sufrimientos humanos para la salvación del mundo» (ibid.). Por tanto, si en Quebec se contempla el misterio de la Eucaristía don de Dios para la vida del mundo, en la Jornada Mundial del Enfermo, en un ideal paralelismo espiritual, no sólo se celebra la efectiva participación del sufrimiento humano en la obra salvífica de Dios, sino en cierto sentido se pueden gozar los preciosos frutos prometidos a los que creen. De modo que el dolor, acogido con fe, se convierte en la puerta para entrar en el misterio del sufrimiento redentor de Jesús y para llegar con El a la paz y a la felicidad de su Resurrección. 5. Al mismo tiempo que dirijo mi saludo cordial a todos los enfermos y a los que de muchos modos se ocupan de ellos, invito a las comunidades diocesanas y parroquiales a celebrar la próxima Jornada Mundial del Enfermo valorando plenamente la feliz coincidencia entre el 150º aniversario de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes y el Congreso Eucarístico Internacional. Sea una ocasión para subrayar la importancia de la santa Misa, de la Adoración eucarística y del culto de la Eucaristía, de modo que las Capillas en los Centros sanitarios se conviertan en el corazón pulsante en el que Jesús se ofrece incesantemente al Padre por la vida de la humanidad. También la distribución de la Eucaristía a los enfermos, hecha con decoro y espíritu de oración, es una verdadera consolación para el que sufre por las aflicciones de toda enfermedad. La próxima Jornada Mundial del Enfermo constituya también una circunstancia propicia para invocar de modo especial la protección materna de María a los que están probados por la enfermedad, a los agentes sanitarios y a los agentes de la pastoral sanitaria. Pienso de modo especial en los sacerdotes comprometidos en este campo, en las religiosas y en los religiosos, en los voluntarios y en todos los que con eficaz entrega sirven, en el cuerpo y en el alma, a los enfermos y a los necesitados. Confío todos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, Inmaculada Concepción. Ella ayude para que cada uno atestigüe que la única respuesta válida al dolor y al sufrimiento humano es Cristo que, resucitando ha vencido la muerte y nos ha donado la vida que no conoce término. Con estos sentimientos, de corazón imparto a todos una especial Bendición Apostólica. Desde el Vaticano, 11 de enero de 2008.
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INFORME SOBRE LA SITUACIÓN ECUMÉNICA ACTUAL Cardenal Walter Kasper 14 de enero de 2008 En el tiempo de que dispongo, por desgracia, sólo podré presentar en sus grandes líneas y, no de modo exhaustivo, los informes y reflexiones sobre la situación ecuménica actual. Con todo, espero que mi relación ponga de relieve la obra de la divina Providencia, que guía hacia la unidad a los cristianos separados, para que su testimonio sea un signo cada vez más claro ante el mundo. 1. Comenzaré con una primera observación, que considero esencial. Lo que llamamos ecumenismo -y que es necesario distinguir del diálogo interreligioso- encuentra su fundamento en el testamento que nos dejó Jesús mismo la víspera de su muerte: «Ut unum sint» (Jn 17, 21). El concilio Vaticano II definió la promoción de la unidad de los cristianos como uno de sus principales objetivos (cf. Unitatis redintegratio, 1) y como un impulso del Espíritu Santo (cf. ib., 1 y 4). El Papa Juan Pablo II declaró que la búsqueda ecuménica es un camino irreversible (cf. Ut unum sint, 3); y el Papa Benedicto XVI, desde el primer día de su pontificado, asumió como compromiso primario el trabajar sin escatimar energías en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los seguidores de Cristo. Es consciente de que para esto no bastan las manifestaciones de buenos sentimientos. Hacen falta gestos concretos que entren en los corazones y sacudan las conciencias, impulsando a cada uno a la conversión interior, que es el presupuesto de todo progreso en el camino del ecumenismo (cf. Homilía en la misa en la capilla Sixtina ante el Colegio cardenalicio, 20 de abril de 2005). Por tanto, el ecumenismo no es una elección opcional, sino un deber sagrado. Naturalmente, ecumenismo no es sinónimo ni de humanismo ingenuo ni de relativismo eclesiológico. Se apoya en la firme conciencia que la Iglesia católica tiene de sí misma y en los principios católicos, de los que habla el decreto sobre el ecumenismo (cf. Unitatis redintegratio , 2-4). Es un ecumenismo de la verdad y de la caridad; ambas están íntimamente unidas y no pueden sustituirse mutuamente. Ante todo, es preciso respetar el diálogo
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de la verdad. Las normas concretas están expuestas de modo vinculante en el «Directorio ecuménico» de 1993. El resultado más significativo del ecumenismo en los últimos decenios -y también el más gratificante- no son los diversos documentos, sino la fraternidad recuperada, haber redescubierto que somos hermanos y hermanas en Cristo, haber aprendido a apreciarnos los unos a los otros, y haber emprendido juntos el camino hacia la unidad plena (cf. Ut unum sint, 42). Por este camino, la cátedra de Pedro se ha convertido durante los últimos cuarenta años en un punto de referencia cada vez más importante para todas las Iglesias y para todas las comunidades eclesiales. El hecho de que, tras el entusiasmo inicial, se haya asumido una actitud de mayor sobriedad demuestra que el ecumenismo se ha vuelto más maduro, más adulto. Ya es una realidad diaria, percibida como algo normal en la vida de la Iglesia. Con gran gratitud debemos reconocer en ese desarrollo la obra del Espíritu Santo que guía a la Iglesia. De modo más específico, podemos distinguir tres campos en el ecumenismo. Ante todo, el de las relaciones con las antiguas Iglesias orientales y con las Iglesias ortodoxas del primer milenio, que reconocemos como Iglesias puesto que, a nivel eclesiológico, han mantenido como nosotros la fe y la sucesión apostólicas. En segundo lugar, el de las relaciones con las comunidades eclesiales surgidas directa o indirectamente -como las Iglesias libres- de la Reforma del siglo XVI; estas comunidades han desarrollado su propia eclesiología, tomando como fundamento la sagrada Escritura. Y, por último, la historia reciente del cristianismo ha registrado una «tercera oleada», la del movimiento carismático y el movimiento pentecostal, surgidos al inicio del siglo XX y extendidos luego por todo el mundo con un crecimiento exponencial. Así pues, el ecumenismo debe afrontar una realidad muy variada y diferenciada, que se caracteriza por fenómenos muy diversos según los contextos culturales y las Iglesias locales. 2. Comencemos por las Iglesias del primer milenio. Ya en los primeros diez años de diálogo con las Iglesias orientales pre-calcedonianas, o sea, en el período comprendido entre los años 1980 y 1990, logramos resultados importantes. Gracias al consenso conseguido entre el Papa Pablo VI y el Papa Juan Pablo II con los Patriarcas respectivos fue posible superar las antiguas controversias cristológicas surgidas en torno al concilio de
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Calcedonia (año 451) y, por lo que atañe a la Iglesia asiria de Oriente, en torno al concilio de Éfeso (año 381). En la segunda fase, el diálogo se concentró en la eclesiología, es decir, en el concepto de comunión eclesial y en sus criterios. El próximo encuentro se tendrá en Damasco del 27 de enero al 2 de febrero de 2008. En él se discutirá por primera vez el borrador de un documento sobre «Naturaleza, constitución y misión de la Iglesia». Gracias a este diálogo, las Iglesias de antigua tradición, e incluso de tradición apostólica, toman de nuevo contacto con la Iglesia universal después de haber vivido al margen de ella durante mil quinientos años. Es muy normal que eso suceda sólo lentamente, paso a paso, dadas las circunstancias, es decir, los muchos siglos de separación y las grandes diferencias de cultura y mentalidad. El diálogo con las Iglesias ortodoxas de tradición bizantina, siríaca y eslava, se inició oficialmente en 1980. Con esas Iglesias tenemos en común los dogmas del primer milenio, la Eucaristía y los demás sacramentos, la veneración de María, Madre de Dios, y de los santos, y la estructura episcopal de la Iglesia. A estas Iglesias, como a las antiguas Iglesias orientales, las consideramos Iglesias hermanas de las Iglesias locales católicas. Ya existían diferencias en el primer milenio, pero en esa época no se percibían como un factor de división en el seno de la Iglesia. La separación verdadera se produjo a través de un largo proceso de alejamiento y alienación, a causa de una falta de comprensión y de amor recíprocos, como puso de manifiesto el concilio ecuménico Vaticano II (cf. Unitatis redintegratio, 14). Por tanto, lo que sucede hoy es necesariamente un proceso inverso de reconciliación mutua. Los primeros pasos importantes se dieron ya durante el Concilio. Conviene recordar, por ejemplo, el encuentro y el intercambio de correspondencia entre el Papa Pablo VI y el Patriarca ecuménico Atenágoras, el famoso «Tomos agapis» y la cancelación de la memoria de la Iglesia de las excomuniones recíprocas del año 1054, en el penúltimo día del Concilio. Sobre esas bases fue posible reanudar algunas formas de comunión eclesial del primer milenio: el intercambio de visitas, de mensajes y de misivas entre el Papa y los Patriarcas, sobre todo con el Patriarca ecuménico; la cordial convivencia y colaboración en muchas Iglesias locales; la concesión, para uso litúrgico, de edificios de culto por parte de la Iglesia católica a cristianos ortodoxos que viven entre nosotros en la diáspora, como signo de hospitalidad y de comunión.
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Durante el Ángelus pronunciado con ocasión de la fiesta de San Pedro y San Pablo de este año, el Papa Benedicto XVI subrayó que con estas Iglesias estamos ya en una comunión eclesial casi plena. En los primeros diez años del diálogo, desde 1980 hasta 1990, se puntualizó y se puso de relieve lo que tenemos en común con respecto a los sacramentos (sobre todo, a la Eucaristía) y al ministerio episcopal y sacerdotal. Sin embargo, el cambio político de 1989-1990, en vez de simplificar nuestras relaciones, las complicó. La vuelta de las Iglesias católicas orientales a la vida pública, después de años de brutales persecuciones y de heroica resistencia pagada incluso al precio de la sangre, ha sido vista por las Iglesias ortodoxas como amenaza de un nuevo «uniatismo». Así, en la década de 1990, a pesar de las importantes aclaraciones que se hicieron en los encuentros de Balamand (1993) y Baltimore (2000), el diálogo se estancó. La situación de crisis se agudizó sobre todo en las relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa después de la erección canónica de cuatro diócesis en Rusia el año 2002. Gracias a Dios, después de muchos esfuerzos realizados con paciencia, el año pasado fue posible reanudar el diálogo; en 2006 se tuvo un encuentro en Belgrado y hace cerca de un mes nos reunimos de nuevo en Rávena. En esa ocasión, se produjo una decisiva mejora por lo que respecta al ambiente y a las relaciones, a pesar de que se ausentó la delegación rusa por motivos inter-ortodoxos. Así se inició una prometedora tercera fase de diálogo. El documento de Rávena, titulado: «Consecuencias eclesiológicas y canónicas de la naturaleza sacramental de la Iglesia», ha constituido un vuelco importante. Por primera vez, los interlocutores ortodoxos han reconocido un nivel universal de la Iglesia y han admitido que también en este nivel existe un Protos, un Primado, que sólo puede ser el Obispo de Roma según la taxis de la Iglesia antigua. Todos los participantes son conscientes de que este es sólo un primer paso y que el camino hacia la comunión eclesial plena será aún largo y difícil; sin embargo, con este documento hemos puesto una base para el diálogo futuro. El tema que se abordará en la próxima sesión plenaria será: «El papel del Obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio». Por lo que atañe más específicamente al Patriarcado de Moscú de la Iglesia ortodoxa rusa, las relaciones en los últimos años se han allanado
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sensiblemente. Podemos decir que ya no hay hielo, sino deshielo. Desde nuestro punto de vista, sería útil un encuentro entre el Santo Padre y el Patriarca de Moscú. El Patriarcado de Moscú nunca ha excluido categóricamente ese encuentro, pero considera oportuno resolver antes los problemas que, a su parecer, existen en Rusia y sobre todo en Ucrania. Conviene recordar, por lo demás, que se han tenido muchos encuentros también en otros niveles. Entre ellos cabe mencionar la reciente visita del Patriarca Alexis II a París, considerada por ambas partes como un paso importante. Resumiendo, podemos afirmar que aún serán necesarias una continua purificación de la memoria histórica y muchas oraciones para que, sobre la base común del primer milenio, logremos colmar la fractura entre Oriente y Occidente, y restablecer la comunión eclesial plena. A pesar de las dificultades que aún persisten, es fuerte y legítima la esperanza de que, con la ayuda de Dios y gracias a la oración de tantos fieles, la Iglesia, después de la división del segundo milenio, en el tercero vuelva a respirar con sus dos pulmones. 3. Pasemos ahora a las relaciones con las comunidades eclesiales surgidas de la Reforma. También en este campo se han registrado signos estimulantes. Todas las comunidades eclesiales se han manifestado interesadas en el diálogo, y la Iglesia católica mantiene el diálogo con casi todas las comunidades eclesiales. Se ha alcanzado cierto consenso en el ámbito de las verdades de fe, sobre todo por lo que concierne a las cuestiones fundamentales de la doctrina sobre la justificación. En muchos lugares existe una fecunda colaboración en el ámbito social y humanitario. Se ha generalizado progresivamente una actitud de confianza mutua y de amistad, caracterizada por un profundo deseo de unidad, que sigue existiendo a pesar de que, de vez en cuando, se registran tonos más duros y ásperas desilusiones. De hecho, la intensa red de relaciones, tanto personales como institucionales, que se han desarrollado mientras tanto, puede resistir las tensiones ocasionales. La situación ecuménica no ha sufrido ninguna interrupción, sino un profundo cambio. Se trata del mismo cambio que han experimentado la Iglesia y el mundo en general. Aquí me limitaré a citar sólo algunos aspectos de esta transformación.
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1) Después de haber logrado un consenso fundamental sobre la doctrina de la justificación, ahora debemos nuevamente discutir temas clásicos controvertidos, entre los que cabe destacar la eclesiología y los ministerios eclesiales (cf. Ut unum sint, 66). A este propósito, las «Cinco respuestas» dadas por la Congregación para la doctrina de la fe el pasado mes de julio han suscitado perplejidad y originado cierto malhumor. La agitación que se ha producido con respecto a ese documento era, por lo general, injustificada, pues el texto no afirma nada nuevo, sino que reafirma de modo sintético la doctrina católica. Sin embargo, sería de desear que se revisara la forma, el lenguaje y la presentación en público de esas declaraciones. 2) Las diferentes eclesiologías llevan necesariamente a tener distintas concepciones de lo que es la finalidad del ecumenismo. Así, el hecho de que nos falte un concepto común de unidad eclesial como meta por alcanzar, es un problema. Ese problema es aún más grave si consideramos que la comunión eclesial es para los católicos el presupuesto para una comunión eucarística y que la ausencia de una comunión eucarística conlleva grandes dificultades pastorales, sobre todo en el caso de matrimonios y familias mixtas. 3) Mientras, por una parte, nos esforzamos por superar las antiguas controversias, por otra surgen nuevas divergencias en el campo ético. Eso atañe de modo especial a las cuestiones relativas a la defensa de la vida, al matrimonio, a la familia y a la sexualidad humana. A causa de estas nuevas brechas que se están produciendo, el testimonio público común se ha debilitado notablemente, por no decir que resulta casi imposible. La crisis que se ha verificado en el interior de las respectivas comunidades se puede ejemplificar con gran claridad en la situación de la Comunión anglicana, que no es un caso aislado. 4) La teología protestante, marcada durante los primeros años del diálogo por el «renacimiento luterano» y por la teología de la palabra de Dios de Karl Barth, ahora ha vuelto a los motivos de la teología liberal. En consecuencia, constatamos que, en lo que atañe a la parte protestante, los fundamentos cristológicos y trinitarios que habían sido hasta ahora un presupuesto común, quedan a veces diluidos. Lo que considerábamos nuestro patrimonio común ha comenzado a deshacerse en muchos puntos como los glaciares en los Alpes.
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Pero también hay fuertes corrientes contrarias, que han surgido como reacción ante los fenómenos que he mencionado. Se registra en todo el mundo un fuerte crecimiento de grupos evangélicos, cuyas posiciones coinciden por lo general con las nuestras en las cuestiones dogmáticas fundamentales, sobre todo en el campo ético, pero a menudo son muy divergentes en lo que atañe a la eclesiología, la teología de los sacramentos, la exégesis bíblica y la comprensión de la tradición. Hay agrupaciones eclesiales importantes que desean imponer en el anglicanismo y en el luteranismo elementos de la tradición católica por lo que se refiere a la liturgia y al ministerio eclesial. A estas agrupaciones se les añaden cada vez más comunidades monásticas que, viviendo frecuentemente según la regla benedictina, se sienten cercanas a la Iglesia católica. Además, existen comunidades pietistas que, ante la crisis relativa a las cuestiones éticas, no se sienten totalmente a gusto en las comunidades eclesiales protestantes; y ven con gratitud las claras tomas de posición del Papa, que no hace mucho tiempo criticaban con un tono menos benévolo. Todos estos grupos, juntamente con las comunidades católicas de vida consagrada y los nuevos movimientos espirituales, han constituido recientemente «redes espirituales», agrupadas a menudo en torno a monasterios como Chevetogne, Bose y sobre todo Taizé, y también en movimientos como el de los Focolares y el de «Chemin neuf». De este modo, podemos decir que el ecumenismo vuelve a sus orígenes en pequeños grupos de diálogo, de oración y de estudio bíblico. Recientemente, estos grupos han tomado la palabra también en público, por ejemplo en los grandes encuentros de los movimientos en Stuttgart, en 2004 y en 2007. Así, juntamente con los diálogos oficiales, que cada vez resultan más difíciles, han surgido nuevas formas de diálogo prometedoras. Por consiguiente, esta panorámica general nos muestra que no sólo existe un acercamiento ecuménico, sino que también hay fragmentaciones y fuerzas centrífugas que están actuando. Además, si tomamos en cuenta las numerosas «Iglesias» así llamadas independientes, que siguen surgiendo sobre todo en África, y la proliferación de grupúsculos a menudo muy agresivos, comprobamos que el panorama ecuménico ahora resulta muy diferenciado y confuso. Este pluralismo no es más que el reflejo de la situación pluralista de la sociedad «pos-moderna», que a menudo lleva a un relativismo religioso.
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En el contexto actual, son particularmente importantes los encuentros como la asamblea plenaria del Consejo mundial de Iglesias, que tuvo lugar en febrero del año pasado en Porto Alegre (Brasil), el «Global Christian Forum» y la «Asamblea ecuménica europea», celebrada en septiembre de este año en Sibiu-Hermannstadt (Rumanía). Estos encuentros tienen como finalidad reunir en diálogo a los diversos grupos divergentes y, en la medida de lo posible, mantener unido el movimiento ecuménico con sus luces, sus sombras y sus nuevos desafíos, en una situación que ha cambiado y que sigue cambiando rápidamente. 4. El tema del pluralismo me lleva a la tercera oleada de la historia del cristianismo, es decir, la difusión de los grupos carismáticos y pentecostales, los cuales, con cerca de cuatrocientos millones de fieles en todo el mundo, ocupan el segundo lugar entre las comunidades cristianas, desde el punto de vista numérico, y experimentan un crecimiento exponencial. Sin una estructura común y sin un órgano central, son muy diversos entre sí. Se consideran como el fruto de un nuevo Pentecostés; en consecuencia, el bautismo del Espíritu desempeña para ellos un papel fundamental. Refiriéndose a ellos, el Papa Juan Pablo II afirmó que este fenómeno no debe considerarse sólo de modo negativo, pues, más allá de los innegables problemas, testimonia el deseo de una experiencia espiritual. Eso no quita que, por desgracia, muchas de esas comunidades mientras tanto se han convertido en una religión que promete una felicidad terrena. Con los pentecostales clásicos ha sido posible entablar un diálogo oficial. Con otros siguen existiendo notables dificultades a causa de sus métodos misioneros un poco agresivos. Ante ese desafío, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos ha organizado en varios continentes seminarios para obispos, teólogos y laicos comprometidos en el ecumenismo: en América Latina (São Paulo y Buenos Aires); en África (Nairobi y Dakar); en Asia (Seúl y Manila). El resultado de estos seminarios se refleja también en el documento final de la V Asamblea general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida en mayo de este año. Ante todo, es necesario hacer un examen de conciencia pastoral y preguntarnos de modo auto-crítico: ¿Por qué tantos cristianos abandonan nuestra Iglesia? No debemos comenzar preguntándonos: ¿qué es lo que no está bien en los pentecostales?, sino más bien: ¿cuáles son nuestras
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carencias pastorales, y cómo podemos reaccionar ante este nuevo desafío con una renovación litúrgica, catequética, pastoral y espiritual? 5. Esta pregunta nos lleva a la pregunta conclusiva: ¿De qué modo proseguir el camino ecuménico? No es posible dar una respuesta única. La situación es demasiado diversa según las regiones geográficas, los ambientes culturales y las Iglesias locales. Son las Conferencias episcopales, en particular, las que deben asumir sus responsabilidades. En línea de principio, debemos partir del patrimonio común de fe y permanecer fieles a lo que, con la ayuda de Dios, ya hemos conseguido ecuménicamente. En la medida de lo posible, debemos dar un testimonio común de esta fe en un mundo cada vez más secularizado. Eso significa, en la situación actual, también redescubrir y reforzar los fundamentos de nuestra fe. De hecho, todo se tambalea y se vacía de sentido si no tenemos una fe firme y consciente en el Dios vivo, uno y trino, en la divinidad de Cristo, en la fuerza salvífica de la cruz y de la resurrección. Para quien ya no sabe lo que es el pecado y lo que es estar implicado en el pecado, la justificación del pecador no tiene ninguna importancia. Sólo apoyándonos en la fe común es posible dialogar sobre nuestras diferencias. Y ese diálogo debe realizarse de un modo claro pero no polémico. No debemos ofender la sensibilidad de los demás o desacreditarlos; no debemos señalar con el dedo lo que nuestros interlocutores ecuménicos no son y lo que no tienen. Más bien, debemos dar testimonio de la riqueza y de la belleza de nuestra fe de un modo positivo y acogedor. De los demás esperamos la misma actitud. Si esto sucede, entonces podrá existir entre nosotros y nuestros interlocutores, como dice la encíclica Ut unum sint (1995), no sólo un intercambio de ideas, sino también de dones, con el que nos enriqueceremos ambos (cf. nn. 28 y 57). Ese ecumenismo de intercambio no es un empobrecimiento, sino un enriquecimiento mutuo. En el diálogo fundamentado en el intercambio espiritual, el diálogo teológico desempeñará también en el futuro un papel esencial. Sin embargo, sólo será fecundo si está sostenido por un ecumenismo de la oración, de la conversión del corazón y de la santificación personal. En efecto, el ecumenismo espiritual es el alma misma del movimiento ecuménico (cf. Unitatis redintegratio, 8; Ut unum sint, 21-27) y a nosotros nos toca promoverlo en primer lugar. Sin una verdadera espiritualidad de comunión,
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que permite dejar espacio al otro sin renunciar a la propia identidad, todos nuestros esfuerzos desembocarían en un árido y vacío activismo. Si hacemos nuestra la oración que Jesús pronunció en la víspera de su muerte, no debemos desalentarnos y vacilar en nuestra fe. Como dice el Evangelio, debemos confiar en que lo que pedimos en el nombre de Cristo será escuchado (cf. Jn 14, 13). A nosotros no nos toca decidir cuándo, dónde y cómo. Eso corresponde a Aquel que es el Señor de la Iglesia y que congregará a su Iglesia desde los cuatro vientos. Nosotros debemos contentarnos con hacer todo lo que esté de nuestra parte, reconociendo con gratitud los dones recibidos, es decir, lo que el ecumenismo ha realizado hasta ahora, y mirar al futuro con esperanza. Basta echar, con un mínimo de realismo, una mirada a los «signos de los tiempos» para comprender que no hay ninguna alternativa realista al ecumenismo, y sobre todo ninguna alternativa de fe.
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DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA, DE LOS OBISPOS DEL SUR Y DEL ARZOBISPADO CASTRENSE ORIENTACIONES PASTORALES DE LOS OBISPOS DE ANDALUCÍA SOBRE LAS PRÓXIMAS ELECCIONES GENERALES Y AUTONÓMICAS. La convocatoria para el próximo 9 de marzo de elecciones generales, y al mismo tiempo de elecciones autonómicas en Andalucía, es una ocasión de preguntarnos todos serenamente por el tipo de comunidad humana y política que queremos para nosotros y para el futuro. 1. Por ello, los Obispos del Sur de España queremos dirigirnos a la comunidad católica y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y estimular a todos a sentirnos más protagonistas de la sociedad en que vivimos, y a emitir el voto en conciencia y con sentido de responsabilidad. Como pastores de la Iglesia Católica hemos recibido de Dios la misión de anunciar a Jesucristo, en quien «habita corporalmente la plenitud de la divinidad» (Col 2, 9). Pero este anuncio implica también, indisolublemente, testimoniar que la fe en Jesucristo significa reconocer la dignidad inviolable de toda persona, y por ello, el profundo respeto a su vida, a su razón y a su libertad, e iluminar desde Jesucristo las circunstancias y las tareas de la vida humana. 2. Aunque la Iglesia, como decía el Concilio Vaticano II, «alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública»( Gaudium et spes, 75), sabe también que ellos son particularmente responsables, ante Dios y ante los hombres, no sólo de la honradez de su gestión, sino también de unas políticas que favorezcan o dificulten una vida humana mejor, más libre, y más capaz de orientarse libremente hacia la verdad y hacia el bien. 3. Los inmensos medios que el poder pone hoy en manos de los responsables políticos hace que la tentación de manipular a la sociedad, y de reducir el gobierno de los hombres a un control cada vez más minucioso y estricto de todas las dimensiones de la vida, incluso de la conciencia, sea
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una tentación muy fuerte, a la que se cede con frecuencia. La libertad es un bien frágil. El peligro del totalitarismo, aún con apariencia democrática, es un peligro muy real en nuestro mundo, al que están expuestos todos los partidos políticos, y no sólo en España. 4. Las elecciones son una buena ocasión para que la comunidad cristiana reflexione sobre qué bienes preciosos aporta ella al mundo en qué vivimos, y los sostenga con su voto. Es también una oportunidad magnífica para que la sociedad pueda dialogar serena y abiertamente sobre las políticas que mejor pueden contribuir a la construcción del bien común y a la promoción de una auténtica libertad. Parte esencial del bien común es la libertad religiosa, fuente de todas las demás libertades, que la administración del Estado tiene la grave obligación de preservar y promover de forma efectiva. 5. La Iglesia defiende lo que Benedicto XVI ha denominado una «laicidad positiva», esto es, una laicidad «que garantice a todo ciudadano el derecho a vivir la propia religiosidad con una auténtica libertad, también en el ámbito público». Los responsables políticos, en su esfuerzo por construir un espacio de auténtica convivencia ciudadana, y respetando siempre el principio de separación de la Iglesia y el Estado, pueden encontrar en las confesiones religiosas una muy importante contribución al bien común. La Constitución Española del 78, precisamente al afirmar la colaboración del Estado y la Iglesia, hizo una aportación a esa convivencia que la sociedad española no debiera perder. 6. En este marco, criterios decisivos para juzgar las diversas opciones políticas los constituyen la tutela de la vida desde su concepción hasta su fin natural, y el apoyo a la familia y al matrimonio basado en la unión entre el hombre y la mujer. Los proyectos, más o menos explícitos, de ampliar la ley del aborto o de abrir el camino a la eutanasia, deben ser claramente rechazados en el plano cultural y político. 7. Igualmente, la laicidad positiva tiene una de sus expresiones más relevantes en las políticas que tutelan y promueven el ejercicio efectivo del derecho a la libertad de educación. En ese sentido es especialmente preocupante, como ha señalado la Conferencia Episcopal Española, que se haya introducido «en el sistema educativo español una nueva asignatura
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obligatoria, conocida como «Educación para la ciudadanía», cuyo objetivo es la formación de la conciencia moral de los alumnos. (...) El Estado no puede suplantar a la sociedad como educador de la conciencia moral». La problemática en torno a la educación para la ciudadanía es sólo un síntoma de los muchos y gravísimos problemas que se plantean a la educación en el marco de una cultura marcada por el nihilismo relativista. Por eso, la búsqueda honesta del sentido de la vida humana, de la recuperación del amor a la verdad y al bien, son factores esenciales en la construcción de una ciudad armoniosa. Y no podemos olvidar que los problemas educativos en Andalucía, en general, inseparables por una parte de los problemas familiares, y por otra, de los problemas laborales, son especialmente graves y preocupantes. 8. Además, hemos de señalar que la coyuntura económica, tal como aparece en este momento, es también motivo de preocupación. Las dificultades por las que pasa el ramo de la construcción, que ha constituido hasta ahora el medio de vida de muchísimas familias, en Andalucía y en el resto de España, y otros aspectos del momento económico, hacen temer seriamente un gran incremento del paro, y especialmente en la población inmigrante. Esta situación, en una coyuntura difícil, puede dar lugar a un aumento notable de la delincuencia y de la inseguridad social. La enseñanza de la Iglesia recuerda que la doctrina sobre la propiedad privada ha de estar siempre moderada por la conciencia del destino universal de los bienes. 9. Hay que recordar que los momentos de crisis económica se prestan especialmente a la corrupción y al crecimiento de la especulación. La austeridad y la moderación de los salarios en las clases más pudientes, así como la necesidad de contratos y salarios justos, que permitan, también a los obreros menos cualificados, una vida humana digna para cada persona y para su familia, son deberes sociales importantes que la Iglesia ha enseñado siempre, y que hoy es singularmente necesario recordar. Igualmente, en estos momentos son precisas políticas de inmigración más ponderadas, por el bien de todos, también de los inmigrantes. Al mismo tiempo, hacemos una llamada a las comunidades cristianas, y a la comunidad política en general, a la solidaridad, a un verdadero amor social a la medida de nuestras posibilidades, que nos permita acoger de corazón a quienes han llegado hasta nosotros y no tienen los medios indispensables para vivir.
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10. Ahora mismo, cuando aún no ha comenzado la campaña electoral, podría temerse que en vez de concentrarse en los programas, y en un diálogo fecundo sobre aquellas cosas que más importan a la vida real de las personas, la campaña pudiera distraerse en una serie de maniobras electoralistas, descalificaciones e insultos, como si fuésemos incapaces de buscar y de hallar caminos de auténtica cooperación en el bien común. Con estas reflexiones invitamos a los fieles y a todos los ciudadanos a afrontar la llamada a las urnas con la conciencia de que la construcción de una sociedad mejor, además de expresarse en el voto, al que somos reclamados cada cierto tiempo, requiere también de un compromiso constante y cotidiano en la contribución a la vida común. Córdoba, a 23 de enero del 2008.
COMUNICADO DE LA ASAMBLEA DE LAS DIÓCESIS DEL SUR DE ESPAÑA Los días 22 y 23 de este mes de enero, ha tenido lugar, en la Casa de Espiritualidad de San Antonio de Córdoba, la CX Asamblea ordinaria de los Obispos andaluces. La reunión comenzó con el retiro espiritual, dirigido en esta ocasión por D. Rosendo Álvarez Gastón Gastón, Obispo emérito de Almería. Tras el retiro, ya en la tarde, se trataron cuestiones relativas al funcionamiento de la Secretaría General de la Asamblea y se procedió al nombramiento del Rvdo. D. Alfredo González de Lastra, Lastra de la Diócesis de Sevilla, como Consiliario del Movimiento Junior de Acción Católica de la Zona de Andalucía y de la Sra. Dª Nieves Navarro Romero Romero, también de la misma diócesis, como Presidenta del Movimiento Junior de Acción Católica de la Zona de Andalucía. Pastoral de la Salud El Obispo de Córdoba, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina Pelegrina, Obispo Delegado para la Pastoral de la Salud, informó sobre la Pastoral de la Salud en Andalucía y de la reunión que próximamente tendrá con los capellanes de hospitales en Córdoba. En relación a esta cuestión se trató de la problemática con la administración autonómica, más en concreto con la Consejería de Salud, acerca de atender el Servicio de Asistencia Religiosa de los Hospitales, ya que se observa una carencia a la hora de prever los espacios religiosos de los nuevos hospitales, así como de las plazas de nuevos capellanes. Archivos y Ley de protección de datos Otro de los temas presentados ha sido la aprobación, por parte de la Asamblea, del reglamento marco de los Archivos de la Iglesia en Andalucía. Al mismo tiempo se recibió un amplio informe sobre la Ley de protección de datos, en todo aquello que afecta a la misión pastoral de la Iglesia, a la luz del principio de libertad religiosa y de los acuerdos del Estado español y la Santa sede. Encuentro Obispos y Superiores Mayores de Andalucía A continuación los obispos prepararon el próximo encuentro, el séptimo, de obispos y superiores mayores de Andalucía, que tendrá lugar en Córdoba el 21 de octubre de 2008.
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Un periodista de Linares a los altares Hoyo informó del En otro orden de cosas, el Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo, proceso de canonización del periodista de Linares Manuel Lozano Lozano, conocido como Lolo , cuyas virtudes heroicas han sido declaradas y está muy adelantado el reconocimiento del milagro que abriría la próxima beatificación de este católico ejemplar, periodista, catequista, miembro de Acción Católica, Discípulo de San Juan (obra fundada por el Beato Manuel González), miembro de la Adoración Nocturna, inválido y ciego… que vivió su fe con máxima coherencia y entrega, a favor de los hombres de su tiempo. Dando siempre testimonio con su alegría constante. Será, sin duda, para los católicos de hoy un ejemplo y un nuevo estímulo a seguir los caminos y verdad del Evangelio de Cristo al que este joven cristiano, de gran devoción eucarística y mariana, se abrazó con fuerza y esperanza en su vida. Hay que añadir que su proceso ha sido llevado adelante por 500 seglares, algo que no es muy usual. Encuentro-convivencia de sacerdotes Ceballos los obispos Tras el informe del Obispo de Cádiz, Mons. D. Antonio Ceballos, aprobaron el programa del XII Encuentro-convivencia de sacerdotes de la región sur, que tendrá lugar del 21 al 31 de julio en Cádiz, bajo el lema La Parroquia: iniciación cristiana de adultos. Caritas regional En otro orden de cosas se deliberó sobre la misión de Caritas regional y la firma del próximo convenio con la Consejería de Igualdad y Bienestar Social. Encuentro de Jóvenes en el Rocío, (Almonte) Con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney (Australia), los días 18 al 20 de julio, y ante las dificultades que plantea un desplazamiento tan largo para la mayoría de nuestros jóvenes, los obispos de Andalucía van a poner en marcha un «Encuentro de jóvenes», en esos mismos días, en la aldea del Rocío. Donde, siguiendo el lema de dicha Jornada, habrá conexiones en directo con los diversos actos que se desarrollarán en la JMJ en Sydney. Para la organización de todo ello, el obispo de Huelva, Mons. D. Jose Vilaplana Vilaplana, se reunirá en breve con la Hermandad Matriz del Rocío, con el Ayuntamiento de Almonte y con los delegados diocesanos de juventud y de pastoral universitaria de Andalucía, para poner en marcha la logística que necesita un evento de este tipo.
Elecciones Generales y Autonómicas Una de las cuestiones que también han marcado esta Asamblea ha sido la situación actual de Andalucía de cara a las próximas elecciones generales y autonómicas. Los obispos han elaborado unas Orientaciones Pastorales al respecto.
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DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA INFORME DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS SOBRE EL NÚMERO DE ALUMNOS QUE RECIBEN FORMACIÓN RELIGIOSA Y MORAL CATÓLICA EN EL CURSO 2007-2008 De nuevo, como cada año escolar, la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis manifiesta su público agradecimiento a los padres de los alumnos en edad escolar por la opción libre que han realizado a favor de la enseñanza de la religión y moral católica para sus hijos, ejerciendo así el derecho fundamental a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que responda a sus convicciones. Los datos que aquí se presentan han sido recabados por cada una de las diócesis de la Iglesia en España, según información aportada por la dirección de cada uno de los colegios. El tanto por ciento de alumnos que asisten a la clase de religión en el curso actual es del 75.7%. A su vez, según información del Ministerio de Educación y Ciencia, el número de alumnos en educación no universitaria en este curso, asciende a 7.205.890. Con ambos datos deducimos que el número de alumnos que asisten a la clase de religión y moral católica es, 5.454.859. Con relación al curso pasado el porcentaje de alumnos ha bajado el 1.3%. Como en años anteriores son mayoría los padres que han elegido la enseñanza de la religión católica para sus hijos, especialmente en las etapas de Ed. Infantil y Primaria donde ellos mismos ejercen su derecho a la formación religiosa y moral. Por etapas, en Educación Infantil asisten el 84.9%, en Educación Primaria asisten el 84.1%, en Ed. Secundaria, el 63% y en Bachillerato el 48.9%. Es conocido por todos que los propios alumnos de Ed. Secundaria y Bachillerato son quienes, en general, optan personalmente por el tipo de formación religiosa y moral católica. Sin embargo en Ed. Infantil y Ed. Primaria son los padres quienes eligen para sus hijos el tipo de formación religiosa.
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A su vez, el hecho de que a los adolescentes y jóvenes, a la hora de elegir una asignatura confesional, se les ofrezca como alternativa unas opciones desiguales en cuanto a contenido y evaluación, determinan y explican las diferencias que se pueden observar en cada una de las etapas mencionadas. Ambas situaciones, tanto los padres que en un 84.9% eligen religión católica para sus hijos en Ed. Infantil y el 84.1% en Ed. Primaria, como los alumnos que en situaciones verdaderamente discriminatorias eligen el 63% en la Ed. Secundaria, merecen nuestro reconocimiento y aliento pues su opción supone una valoración muy positiva de la formación religiosa y moral católica, imprescindible para su formación integral. En los cursos implantados este año, según la nueva normativa surgida de la LOE, además de las distintas religiones por las que se puede optar, los alumnos pueden escoger el conocimiento del hecho religioso, no confesional. A la hora de elegir, según nuestros datos, un número de alumnos cercano al 35% han escogido, en Educación Secundaria y Bachillerato, la llamada «atención educativa», sin contenido ni evaluación alguna, es decir, la justificación para que los alumnos tengan repaso, estudio, recreo, e incluso, nada. Esta es la razón que más explica y prueba las diferencias marcadas entre la enseñanza religiosa católica en Ed. Primaria y la enseñanza religiosa católica en Secundaria y Bachillerato. Madrid 25 de febrero de 2008 COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA DE LA CEE
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NOTA DE LA COMISIÓN PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA ANTE LAS ELECCIONES GENERALES DE 2008 Madrid, 30 de enero de 2008 1. Los españoles hemos sido convocados a las urnas para el próximo 9 de marzo. Como en otras ocasiones semejantes, los Obispos ofrecemos a los católicos y a todos los que deseen escucharnos algunas consideraciones que estimulen el ejercicio responsable del voto. Hablamos como pastores de la Iglesia que tienen la obligación y el derecho de orientar el discernimiento moral que es necesario hacer cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común. 2. Con tal finalidad pensamos que es éste un momento apropiado para leer y meditar de nuevo la Instrucción Pastoral aprobada el 23 de noviembre de 2006 por la Asamblea Plenaria de nuestra Conferencia Episcopal bajo el título de «Orientaciones morales ante la situación actual de España». Recordamos algunas ideas fundamentales de esta Instrucción, que han de ser comprendidas, por tanto, en el conjunto de aquel relevante texto. 3. Respetamos a quienes ven las cosas de otra manera. Sólo pedimos libertad y respeto para proponer libremente nuestra manera de ver las cosas, sin que nadie se sienta amenazado ni nuestra intervención sea interpretada como una ofensa o como un peligro para la libertad de los demás. Deseamos colaborar sinceramente en el enriquecimiento espiritual de nuestra sociedad, en la consolidación de la auténtica tolerancia y de la convivencia en el mutuo respeto, la libertad y la justicia, como fundamento imprescindible de la paz verdadera (n. 81). 4. Si bien es verdad que los católicos pueden apoyar partidos diferentes y militar en ellos, también es cierto que no todos los programas son igualmente compatibles con la fe y las exigencias de la vida cristiana, ni son tampoco igualmente cercanos y proporcionados a los objetivos y valores que los cristianos deben promover en la vida pública (n. 50). 5. Los católicos y los ciudadanos que quieran actuar responsablemente, antes de apoyar con su voto una u otra propuesta, han de valorar las distintas ofertas políticas, teniendo en cuenta el aprecio que cada partido, cada programa y cada dirigente otorga a la dimensión moral de la vida. La calidad
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y exigencia moral de los ciudadanos en el ejercicio de su voto es el mejor medio para mantener el vigor y la autenticidad de las instituciones democráticas (n. 56). No se debe confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas. Al decir esto no pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral católica. Pero sí que se atengan al denominador común de la moral fundada en la recta razón y en la experiencia histórica de cada pueblo (n. 55). 6. «Es preciso afrontar - señala el Papa - con determinación y claridad de propósitos, el peligro de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, en particular con respecto a la defensa de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social» (n. 56). La legislación debe proteger al matrimonio, empezando por reconocerlo en su ser propio y específico (n. 41). 7. No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna (n. 13). En ese sentido parece que apuntan, entre otras cosas, las dificultades crecientes para incorporar el estudio libre de la religión católica en los currículos de la escuela pública, así como el programa de la nueva asignatura, de carácter obligatorio, denominada «Educación para la ciudadanía» (n.18), que lesiona el derecho de los padres - y de la escuela en colaboración con ellos - a formar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas y morales. Es necesario promover un gran pacto de Estado sobre la base de la libertad de enseñanza y la educación de calidad para todos. 8. El terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión moral de la vida justa y razonable. No sólo vulnera gravemente el derecho a la vida y a la libertad, sino que es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo (n. 65). Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político (n. 68). 9. La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos,
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pretendan modificar la configuración política de la unidad de España (n. 73). Al mismo tiempo, enseña que, también en este caso, es necesario tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria y - en palabras de Juan Pablo II a los obispos italianos - «superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros del separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada» por parte de todos. Hay que evitar los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones particularistas o reivindicaciones ideológicas (n. 74). 10. En este momento de la sociedad española, algunas situaciones concretas deben ser tenidas muy particularmente en cuenta. Nos parece que los inmigrantes necesitan especialmente atención y ayuda. Y, junto a los inmigrantes, los que no tienen trabajo, los que están solos, las jóvenes que pueden caer en las redes de la prostitución, las mujeres humilladas y amenazadas por la violencia doméstica, los niños, objeto de explotaciones y de abusos, y quienes no tienen casa ni familia donde acogerse. Hay que trabajar también para superar las injustas distancias y diferencias entre las personas y las comunidades autónomas, tratando de resolver los problemas más acuciantes, como son el trabajo, la vivienda accesible, o el disfrute equitativo de la naturaleza, compartiendo dones tan indispensables para la vida como el agua y cuidando con esmero el patrimonio común de la creación (n. 80). En el orden internacional, es necesario atender a la justa colaboración al desarrollo integral de los pueblos. Que el Señor ilumine y fortalezca a todos para actuar en conciencia y conforme a las exigencias de la convivencia en justicia y libertad. CCVII COMISIÓN PERMANENTE
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ECONOMÍA II JORNADAS DE ECÓNOMOS DIOCESANOS Un centenar de responsables económicos de las diócesis de toda España se han dado cita en Córdoba durante una semana en febrero para participar en las II Jornadas de Ecónomos de la Iglesia en España. Estas II Jornadas se enmarcan en la Campaña «Por Tantos», lanzada el pasado noviembre por la Conferencia Episcopal Española con el objetivo de fomentar una mayor responsabilidad de los católicos y de las personas que aprecian la labor de la Iglesia en la sociedad. En estas jornadas, presentadas bajo la temática de «La gestión económica al servicio de la evangelización: Nuevos retos», la cuestión principal ha sido estudiar cuál será el impacto del nuevo modelo de financiación acordado con el Estado en esta legislatura, mediante el cual se suprime la compensación económica a cargo de los Presupuestos Generales que garantizaba unos ingresos mínimos a la Iglesia, a cambio del aumento de la asignación a esta institución que cada contribuyente hace al marcar la casilla correspondiente del IRPF, y que pasa de 0,52 a 0,70%. El vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal, Fernando Giménez Barriocanal ha indicado que en estos momentos la Iglesia recibe 153 millones de euros de los contribuyentes, lo que supone un «15 o un 20 por ciento del dinero que maneja», ya que el resto proviene de colectas o suscripciones. No obstante, ha señalado que este dinero es importante para las diócesis, en especial para las más pequeñas.