el trabajo que, como decía el Papa, son motivo de angustia para tantas familias…
El Papa Benedicto XVI, el pasado día 26 de marzo, ante ocho mil peregrinos, en la diócesis italiana de Terni, conmemorando el 30 aniversario de la visita de Juan Pablo II al complejo siderúrgico de esta localidad, dijo lo siguiente: «Quisiera recordar el grave problema de la seguridad en el trabajo. … Hay que cumplir todos los esfuerzos para que se detenga la cadena de muertes e incidentes. Sin olvidar la precariedad del trabajo, en particular de los jóvenes. Motivo de angustia para tantas familias. … Estoy particularmente a vuestro lado y pongo en las manos de Dios todas vuestras angustias y preocupaciones, anhelando que en la lógica de la gratuidad y solidaridad, se puedan superar estos momentos, para que se asegure un trabajo seguro, digno y estable». La celebración del Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, el día 28 de abril, supone, para los trabajadores y para el conjunto de la Iglesia, una llamada de atención sobre las condiciones en que desarrollan su trabajo millones de personas. En nuestra diócesis, el año pasado murieron ocho trabajadores en el tajo y este año ya son dos los trabajadores muertos, y cada día tenemos noticias de que se siguen produciendo accidentes graves en
Hay que terminar con esta sangría. Tiene que acabar tanto sufrimiento de víctimas inocentes que salen de su casa a buscarse la vida y lo que encuentran es la muerte. Las causas hay que buscarlas en las malas condiciones en que se realiza el trabajo, primando el beneficio económico por encima de todo; incluso a costa del bienestar, la salud y la vida de las personas. Hay que combatir la extendida mentalidad de que no hay más remedio que asumir y aceptar lo que imponen las empresas porque es lo que exige la economía de mercado. Pero las cosas se pueden hacer de otra forma, si todos ponemos de nuestra parte. La celebración del Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, el día 28 de abril, debe ser un revulsivo para la sociedad en general, medios de comunicación, organizaciones políticas, sindicales, sociales, eclesiales, administración y empresarios, para que se comprometan más, porque el trabajo es para la vida. Como Iglesia, vivamos cercanos a las familias que sufren en su seno la lacra de la siniestralidad laboral. Acompañemos a las víctimas y, con el Papa, estemos a su lado y pongamos en manos de Dios todas sus angustias y preocupaciones, anhelando que en la lógica de la gratuidad y solidaridad, se puedan superar estos momentos, para que se asegure un trabajo seguro, digno y estable.