El Primero de Mayo es una fecha de celebración, de lucha y pasión por la justicia para el mundo obrero y también para toda la Iglesia. Celebración por las conquistas y mejoras en las condiciones laborales y vitales de las personas trabajadoras conseguidas hasta ahora y de lucha por continuar afianzándose en ellas. Pero en estos años de crisis creo que hay que centrarse en no retroceder en esos derechos laborales y sociales conquistados con el sufrimiento e incluso la propia vida de los trabajadores, con esta espiral de despidos (Eres), bajadas de salarios o recortes que estamos padeciendo. Dentro de poco celebraremos también el Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, el próximo día 28 de abril. Si bien la cifra de accidentes laborales ha descendido durante estos últimos años, hay que aclarar que, paradójicamente, esto se debe a que hay menos trabajo en este contexto de crisis. También se deduce que esta situación conlleva una falta de inversión en seguridad y salud en el trabajo. La crisis no cae del cielo, como si no hubiera culpables. La crisis es provocada por el propio sistema económico, social y político que padecemos. Los bancos nos animaron a consumir a crédito; promovieron fondos de inversión desregulados y que poco tenían que ver con la producción de bienes y servicios; se favoreció la inversión urbanística, no para vivienda habitual, sino para especular. No, el paro y la crisis no han venido del cielo. Han venido porque quienes defienden el libre mercado consiguieron convencernos de que todas las personas podíamos ser ricas, pero al final los ricos siguen siendo los mismos y quienes están pagando más duramente las consecuencias son las capas
desfavorecidas de la sociedad, quienes ya sufrían la precariedad y la falta de derechos sociales. Por eso hoy, desde la Iglesia, tenemos más razones que nunca para denunciar esta realidad y anunciar que otro mundo es necesario para el conjunto de personas que sólo poseen su propio trabajo para ganarse la vida, promoviendo los valores de la solidaridad, el amor fraterno, en definitiva, los valores que emanan del evangelio de Jesucristo.
LOS TRABAJADORES REIVINDICAN SUS PUESTOS DE TRABAJO Otra vez estamos ante un nuevo caso en que cinco trabajadores pagan las consecuencias de una política laboral injusta llevada a cabo por una Administración. En este caso, el Ayuntamiento de Baeza. Precisamente una de las instituciones democráticas destinadas a llevar a cabo políticas en las que debe predominar la ética y el bien común en sus actuaciones. Tras la finalización del contrato de servicio de limpieza viaria concedido a la empresa CESPA, los trabajadores, que ya eran empleados del Ayuntamiento antes de la privatización de dicho servicio, deberían haber vuelto a formar parte de la plantilla del Ayuntamiento en septiembre de 2009, pero fueron despedidos, contratando incluso a más personal para realizar el mismo servicio de limpieza viaria. Los trabajadores, cuyas edades oscilan entre los 49 y 60 años, interpusieron demandas contra el despido y el Juzgado de lo Social declaró improcedentes los mismos, optando el Ayuntamiento por la indemnización en lugar de por la reincorporación de los trabajadores a sus puestos de trabajo, que hubiera sido lo justo. Militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y del Secretariado Diocesano para la Pastoral del Trabajo, mantuvimos una entrevista con los trabajadores, que se concentraron desde mediados de diciembre del año pasado frente al Ayuntamiento de Baeza, reivindicando sus puestos de trabajo, así como con el alcalde de Baeza, cuyo único argumento es que se ha actuado dentro de la legalidad. Nosotros sabemos que no siempre lo legal es justo. Precisamente, cuando se presenta una oportunidad para demostrar que se puede gobernar de otra manera, como en muchas ocasiones se manifiesta por parte de las autoridades municipales de signo socialista, distinta a las que llevan a cabo medidas laborales neoliberales, cuando se puede optar por la medida más favorable y justa para los trabajadores, en concreto la readmisión, se les deja en la cuneta. Este tipo de medidas son las que propician que esté tan desprestigiado el noble ejercicio de la política. Como cristianos, comprometidos en y con el mundo del trabajo, nos solidarizamos con dichos trabajadores y sus familias en su justa reivindicación: el mantenimiento de sus puestos de trabajo y creemos que, como nos señala la Doctrina Social de la Iglesia: “La administración pública, a cualquier nivel -nacional, regional, municipal-, como instrumento del Estado, tiene como finalidad servir a los ciudadanos: el Estado al servicio de los ciudadanos es el gestor de los bienes del pueblo, que debe administrar en vista al bien común. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nº 412).
Los accidentes laborales no son fruto de la fatalidad o de la mala suerte, ni tampoco son consecuencia exclusiva de una actitud negligente del trabajador. Las verdaderas causas son las malas condiciones en las que se organiza y se desarrolla el trabajo: excesivos horarios y ritmos de trabajo, la eventualidad y precariedad laboral, ausencia de medios de prevención, la obtención del beneficio por encima de la persona…
En los tres primeros meses del año, han aumentado los accidentes de trabajo en nuestra diócesis. Se han producido 2004 accidentes. Cinco trabajadores han perdido la vida en el trabajo en nuestra provincia en los tres primeros meses del año. No podemos aguantar este grado de inseguridad en el trabajo. La celebración el 28 de abril del Día Internacional de la Salud y la Seguridad en el Trabajo es una buena oportunidad para que denunciemos la injusticia que supone encontrar la muerte en el puesto de trabajo, cuando el trabajo es para la vida.
Casado y con dos hijos. Secretario General del sindicato Provincial de FECOMA (Federación Andaluza de Construcción, Maderas y Afines) de CCOO de Jaén. Natural de Los Villares, reside Actualmente en Jaén. ¿Cómo surgió y porqué surgió el conflicto? Cuando se firmó el IV Convenio General de la Construcción tenía una vigencia de 2008/2011 y se acordaron un 1,5% de mejora salarial más el IPC anual que se fijó en base al salario de las pensiones de los funcionarios (2%), que debía aplicarse ya en 2009. Este acuerdo se cumple en la mayoría de las provincias, excepto en siete provincias andaluzas (Huelva es una excepción), y en éstas se argumenta de que no se puede hacer frente a lo acordado ya que existen pérdidas en los beneficios y por otro lado no se ha alcanzado el 2% del IPC fijado. Con esta estrategia, que como he dicho sólo se plantea en siete provincias andaluzas, se pretende romper el acuerdo y el espíritu de la negociación colectiva, ni más ni menos, lo que supondría la pérdida de uno de los principios básicos de relación entre los agentes sociales (sindicatos y patronal) consagrado en nuestra Constitución. Es un ataque directo a este espíritu de consenso y acuerdo. ¿Qué posición adoptó el sindicato desde el principio? El sindicato denunció esta situación y la presentó en el juzgado. Éste nos da la razón a nivel provincial e incluso a nivel de Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Sin embargo, la estrategia de la patronal es recurrirlo hasta el Tribunal Supremo para ganar tiempo. ¿Por qué se llega a la huelga y qué medidas se han tomado? Se llega a la huelga porque no vemos más salida que la de presionar y concienciar a nuestros compañeros de esta injusticia, así como hacer visible a la sociedad en general esta situación que estamos viviendo y que también les afecta ya que hemos hecho cálculos y esto supone a todos nosotros, a la Hacienda Pública unos 85 millones que no se van a fiscalizar ya que la patronal se ahorra en gastos 250 millones de euros si no aplica este convenio. Dinero que podría ir a parar a otras inversiones públicas.
Seguiremos tomando medidas como las iniciadas hace unos días de paralización como la prevista para los días 10 y 11 de marzo, o también estamos pensando en otras acciones que no perjudiquen a los trabajadores. ¿Qué respuesta está teniendo este periodo de huelga y qué trascendencia están teniendo en el proceso? La respuesta ha sido del 100% porque si la obra civil en estos momentos ronda casi el 80%, esto supone que la parada ha sido muy significativa y masiva. Lo hemos visto en las grandes obras paralizadas en nuestras ciudades durante estos días. ¿Cómo van las negociaciones? Las negociaciones van lentas, pero a nivel estatal se quiere llegar un acuerdo, lo que no hemos constatado a nivel andaluz, excepto en Huelva en donde no ha habido conflicto. Se quiere negociar el 2010, pero nosotros queremos que se aplique la subida antes de firmar del año anterior. ¿Cómo afecta a los trabajadores estas medidas que quiere tomar la patronal? Esto afecta a cada trabajador porque no va a tener los ingresos acordados ni va a cobrar los días que vayamos a la huelga. Además cuando exista una resolución judicial muchos de ellos ya no estarán trabajando y será difícil que exijan sus derechos. El Tribunal Supremo da la razón a los sindicatos. "La Federación de Construcción, Madera y Afines (FECOMA) de CCOO de Andalucía y su homóloga en UGT (MCA), han reclamado a la patronal andaluza que proceda “de inmediato” a la firma de los convenios provinciales de 2009, “en la línea de lo marcado por el Tribunal Supremo”…que se mantiene en los convenios de construcción, madera y derivados del año 2009 el IPC previsto para este año que debe ser el 2%, tal y como deja de manifiesto dicha sentencia”. (Fuente: extracto de la noticia aparecida en la página Web del Fecoma-CCOO Andalucía. 30 de Marzo )"
“Recordar siempre la dignidad y los derechos de los hombres del trabajo, denunciar las situaciones en las que se violan dichos derechos, y contribuir a orientar esos cambios para que se realice un auténtico progreso del hombre y de la sociedad” (Encíclica, Laboren Exercens,1)
Se vuelve a repetir la historia. Hace dos años los ex empleados de la antigua fábrica de productos cárnicos “Molina” (Primayor) de Jaén realizaron una marcha desde la misma fábrica hasta la puerta de la subdelegación del Gobierno de Jaén para reivindicar una salida justa ante el cierre y desmantelamiento de la empresa. El día 13 de noviembre se repite esta marcha, pero en este caso, los 145 ex trabajadores de la planta jiennense protestan por la situación de incertidumbre ante los plazos comprometidos por las administraciones local y autonómica sobre el calendario de implantación de las empresas Grupo Dhul y Proasego en la capital y ante el proceso de recolocación de los trabajadores. El Secretariado de Pastoral Obrera de la Diócesis de Jaén estuvo presente en esta marcha. Nos interesamos por la situación actual que están atravesando los trabajadores a través del diálogo mantenido con su representante, D. Manuel López. Ante esta realidad el Secretariado quiere manifestar su apoyo, solidaridad y su preocupación por el futuro de estos 145 trabajadores, además de recordar, como lo hace el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, 40 :
“Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, su propio servicio a la economía real y la promoción, en modo adecuado y oportuno, de iniciativas económicas también en los países necesitados de desarrollo. Tampoco hay motivos para negar que la deslocalización, que lleva consigo inversiones y formación, puede hacer bien a la población del país que la recibe. El trabajo y los conocimientos técnicos son una necesidad universal. Sin embargo, no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones favorables, o peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y social, factor imprescindible para un desarrollo estable” Esta empresa, emblemática para la ciudad de Jaén, ha sido desmantelada y los trabajadores y sus familias son los que están padeciendo las consecuencias. De ahí que nuestra Iglesia Diocesana se preocupe por ellos que sufren y son víctimas de un sistema económico que produce tantas injusticias, se muestre cercana a ellos y se comprometa como comunidad de seguidores de Cristo.
En esta celebración del Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, los militantes cristianos que trabajan en la Pastoral Obrera, nos sentimos cercanos a las alegrías y a las angustias de los trabajadores y trabajadoras, especialmente de quienes sufren el paro o soportan unas condiciones de trabajo que imposibilitan una vida digna. Es necesario recordar que las situaciones reales de empobrecimiento y deshumanización que padece hoy el mundo obrero son consecuencia, en gran medida, de la especulación financiera y del egoísmo desmedido impulsado por el sistema económico capitalista, que ha penetrado con intensidad en la sociedad a través del consumo, provocando una grave crisis ética, alimentaria, ecológica… y humanitaria. Los datos, en nuestra provincia de Jaén, hablan por sí solos: 47.169 personas en situación de desempleo, 15.175 llevan más de un año paradas, los jóvenes sin encontrar empleo; las personas inmigrantes ocupando los trabajos peor remunerados o trabajando en la economía sumergida. En este Primero de Mayo, más de 33.000 personas paradas en Jaén no están recibiendo prestación contributiva… La actual crisis podría tener un aspecto positivo si de la misma brotasen propuestas que nos ayudasen a organizar la sociedad al servicio del bien común, poniendo en el centro de la actividad económica a las personas y los derechos de los empobrecidos. La situación actual debería abrirnos los ojos y el corazón a la necesidad de profundos cambios en nuestra sociedad y en la forma de entender y organizar la economía, siendo conscientes de que otro mundo es posible, y de que lo
podemos arreglar si tenemos en cuenta la justicia, la igualdad y la fraternidad que nos debemos como hermanos, hijos e hijas de un mismo Dios. Como creyentes seguidores de Jesús de Nazaret, afirmamos y proponemos que “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar sea el hombre, la persona en su integridad” (Caritas in veritate, 25). Por tanto, es preciso ampliar la protección social de las personas, sobre todo de aquellas que tienen menos recursos, así como replantear cómo compartir el trabajo que disponemos, de tal manera que vivir dignamente no dependa exclusivamente del hecho de tener un trabajo asalariado. ¿Cómo se puede alargar el período de vida activa de una persona hasta los 67 años si hay jóvenes de 20, 30 y 40 años que no pueden acceder al mercado de trabajo? La Iglesia, nosotros, deberíamos reflexionar seriamente sobre la necesidad de crecer en prácticas de solidaridad en nuestra sociedad, cuestionando las actitudes personales y las disposiciones legales cada vez más restrictivas y excluyentes respecto a la acogida de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes. Hemos de superar el ver la realidad solamente desde los propios intereses individuales, para que todas las personas podamos aspirar a una vida digna, con un trabajo decente y el acceso a los recursos y servicios sociales fundamentales. En este sentido, el eje de la próxima reforma laboral, por encima de criterios económicos, debe ser la salvaguarda de los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias. El Primero de Mayo es un día de Fiesta, una oportunidad para reclamar a los gobiernos que pongan en el centro de sus preocupaciones las alegrías y las angustias de toda la sociedad, especialmente de los empobrecidos de nuestro país y de los trabajadores y trabajadoras del mundo.
Queridos amigos: El próximo día 28 de abril se celebra el Día Internacional de la Seguridad y la Salud Laboral. Hoy los datos siguen siendo contumaces. Ante una crisis económica mundial sin precedentes, aumentan las tentaciones empresariales de ahorrar costes en la prevención de riesgos laborales. En nuestro país, el 80% de las empresas son pequeñas o muy pequeñas; es decir, empresas de menos de 6 trabajadores, donde no existe representación sindical y no hay participación de los trabajadores y trabajadoras en la prevención. En el 70% de las empresas de entre 6 y 10 trabajadores no existe delegado de prevención. Además, en el 36% de los accidentes laborales sucedidos en el año 2008 en este tipo de empresa no había evaluación de riesgos (Datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística). A pesar del descenso de la siniestralidad laboral durante el año 2009 no podemos bajar la guardia, ya que en gran medida se debe al descenso de la productividad, sobre todo en sectores como el de la construcción, que acumulaba la mayor mortalidad. Es decir, a menos trabajo, menos siniestralidad. El 28 de abril es un día para el recuerdo y para la reivindicación. Para el recuerdo de todas aquellas personas que han perdido la vida en sus puestos de trabajo; para quienes han sufrido graves daños y secuelas en accidentes laborales y para sus familiares que luchan cada día para salir adelante; y para la reivindicación y defensa de unas condiciones de trabajo saludables. Porque la vida y la salud son lo más preciado que poseemos y no lo podemos perder en el trabajo. Os invitamos a tener en cuenta, en nuestra oración y en nuestras celebraciones en comunidades y parroquias, este día, a las víctimas de accidentes laborales, y a quienes trabajan en condiciones de precariedad que afectan directamente a la seguridad y a la salud. Y a proponer a toda la Iglesia diocesana que se sume en su oración, y en sus acciones, a la cercanía con las víctimas. Como dicen nuestros obispos (Nota de la 74 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal): “La situación de la salud laboral urge a los cristianos a comprometerse activamente por un trabajo sin víctimas, en defensa de la vida, colaborando según las posibilidades de cada uno a formar, en nuestra sociedad, la conciencia de la gravedad de la situación y sus causas, y seguir apoyando la promoción del mundo del trabajo en el conocimiento de los derechos y también de las obligaciones de los trabajadores respecto a la salud laboral, para exigir su respeto y comprometerse en observar la normativa laboral. Vemos con esperanza todos los esfuerzos de las organizaciones sociales y de los sindicatos en especial, tendentes a lograr la reducción del número de contratos de trabajo llamados precarios, que provocan buena parte de los accidentes laborales.
Necesitamos favorecer en el seno de cada comunidad eclesial que se conozcan estas situaciones y se asuman las responsabilidades derivadas de la defensa y promoción de la vida, también en el campo de la seguridad y salud en el trabajo. Igualmente debemos ejercer la caridad cristiana acompañando y ayudando a las familias de los accidentados”. Fernando Carlos Díaz Abajo
Director del Departamento de Pastoral Obrera -CEAS- CEE
Hace unos años dialogando con algunos buenos cristianos (y algunos eclesiásticos) me decían que la clase obrera no existía y sobre todo la clase obrera pobre, pues argumentaban que todo el que quería trabajar podía hacerlo y que la mayoría de los trabajadores ya no se consideraban obreros, sino maestros en su oficio: ferrallistas, yesistas, especialistas de electricidad, informáticos, fontaneros, etc., y que, por lo tanto, ninguno se denominaba obrero, ni mucho menos se consideraba pobre. Todos creían pertenecer a una clase media acomodada con un piso (hipotecado), coche o con los medios necesarios para una vida satisfactoria. También argumentaban que si los trabajadores se sentían felices de esta manera para qué despertar en ellos la conciencia de la solidaridad hacia unos pocos que vivían en peores condiciones. Cada uno a lo suyo y a ser buenos hijos de Dios, pero sin destapar esa realidad. Sin embargo, no podemos decir que no existe la pobreza. Todos los días nos topamos en los medios de comunicación, en nuestras familias o en nuestros barrios con muestras de ello: más de cuatro millones de parados que están padeciendo unas condiciones familiares y sociales cada vez más precarias y preocupantes. Pero me pregunto, ¿de quién es la culpa? Sin lugar a dudas, del sistema capitalista que tanto hemos alabado porque había permitido a la mayoría de los ciudadanos una “vida cómoda” sin necesidad de ser solidarios. Por eso necesitamos despertar esa solidaridad ahora más que nunca para buscar soluciones aportando cada uno según sus capacidades y mostrando nuestra disposición hacia los que han quedado al margen. Debemos ayudarles por todos los medios a empezar algo nuevo en dónde no se vuelvan a repetir estas circunstancias nunca más. Ellos son Cristo, un obrero pobre que existe y que nos llama a despertar nuestra conciencia cristiana y fraternal. Pepe Soler.