Carta del Director
Tema tabú
EDITA: OBISPADO DE JAÉN VICARÍA de COMUNICACIÓN DIRECTOR: Antonio Garrido de la Torre vicariodecomunicacion@diocesisdejaen.es
COLABORADORES: Manuel Carmona Manuel López Alberto Molinero Juan Raya Ildefonso Rueda José Antonio Sánchez Julio Segurado Seminario Diocesano de Jaén CORREO ELECTRÓNICO: iglesiaenjaen@diocesisdejaen.es MAQUETACIÓN: José Carlos Ruiz Mariscal SUSCRIPCIONES: Jesús Jiménez. Plaza Santa María, 2. Apartado 039 - 23080 Jaén. Teléfono 953.230.036 Fax 953.230.039. Depósito Legal J-121-1990. IMPRESIÓN Gráficas La Paz de Torredonjimeno, s.l.
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Tocamos en el presente número de nuestra revista diocesana «Iglesia en Jaén» un tema que es tabú para nuestra sociedad: la enfermedad. Parece como si quisiéramos eliminar de la vida ese momento en el que la salud se viene abajo y sorprende la irrupción del dolor. Hemos configurado un mundo, entre el silencio de muchos y la aportación terrible de otros, en el que sólo se progresa a base de ser más que los demás. La felicidad se basa exclusivamente en el propio placer o beneficio. Y desde esta premisa tan antigua y tan nueva como es el hedonismo, nuestra sociedad premia a los más codiciosos, a los que no les importa pisotear a los demás con tal de salir ganando, a los que triunfan económicamente, a los que priman en exclusiva la imagen estética y hacen ostentación pública de su absoluta falta de la más mínima decencia. Y con estos mimbres se elabora una canasta que está muy bien presentada en los medios de comunicación. Vemos personas en las series de televisión, que más que ciudadanos de a pie sacados de la vida real, son modelos sacados de la pasarela. Nuestra sociedad premia la apariencia, el buen vivir, el triunfo económico, el disfrutar «a tope» de la vida… Y cuando llega la enfermedad… ¿Qué hacemos con este estilo de vida? Todo se viene abajo. Todo este entramado existencial se ve abocado al vacío porque la intrusión de la enfermedad es difícilmente digerible y explicable. Y así, la enfermedad, y no digamos la muerte, se convierten en un tema tabú, aparentemente no existe y si se saca la conversación, mejor es acabarla cuanto antes. Y por definición, la enfermedad está en la entraña de nuestra naturaleza. Con nuestra actividad, nuestros trabajos y nuestra forma de ser, a menudo nos creemos superhombres imprescindibles y basta un buen resfriado para quedarnos fuera de juego. Y además nos damos cuenta que el sol sigue saliendo por las mañanas y mundo sigue funcionando a pesar de estar en cama con cuarenta de fiebre. Y es que la enfermedad nos sitúa en el ámbito de la realidad y en el de la propia finitud, que es mayor que la que creemos. Y en el acompañamiento de la enfermedad, cuando más se necesita una palabra de aliento, junto a las camas de los hospitales, en las residencias de ancianos, en los hogares de niños discapacitados… en los lugares donde se vive el sufrimiento y el dolor…allí está la Iglesia. Sí, esa Iglesia que algunos no tragan. Esa Iglesia que la presentan como residuo del pasado, como parasitaria de la sociedad moderna o como institución cerrada en sus privilegios. Esa Iglesia que según algunos está a contracorriente de la sociedad y mantiene una ideología nociva para el progreso. Esa Iglesia que existe sólo en los prejuicios de algunas corrientes ideológicas no es la Iglesia real, por mucho que lo voceen en sus terminales mediáticos. Nuestra Iglesia, la Iglesia real, es la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que tiene como norte de su existencia el amor, la Iglesia samaritana siempre disponible a acompañar y ayudar a los que sufren. Antonio Garrido de la Torre vicariodecomunicacion@diocesisdejaen.es
Para reflexionar... El náufrago El único sobreviviente de un naufragio llegó a una pequeña isla. Él estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara, y todos los días miraba el horizonte buscando ayuda, pero nunca llegaba. Cansado, empezó a construir una pequeña cabañita para protegerse. Un día, después de andar buscando comida, regresó y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo. Lo poco que tenía dentro de la choza lo había perdido. El naufrago estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía: «¿Cómo pudiste hacerme esto?» Y se quedó dormido sobre la arena. Al día siguiente escuchó asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Venían, por fin, a rescatarlo. Y les preguntó: «¿Como sabían que yo estaba aquí?» Y sus rescatadores le contestaron: «Vimos las señales de humo que nos hiciste...» «Iglesia en Jaén» agradece a D. Manuel Jesús Casado Mena, capellán del hospital de Linares, la coordinación del presente número.
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LA VOZ DEL OBISPO
Confirmación: Tiempo del Espíritu Muy queridos amigos y amigas: 1. ¿Qué supone confirmarse? En estas fechas se intensifica, en muchas parroquias, la preparación de jóvenes y adultos para recibir este Sacramento. Todo lo que merece la pena en la vida conlleva siempre esfuerzo. Gracias a Dios, sin embargo, son muchos los grupos, concretamente cerca de cien, los que se preparan en la geografía diocesana para recibir los dones del Espíritu Santo. Sabéis que el sacramento del Bautismo confiere una vida nueva en nuestra existencia, la vida de Dios, y nos libera de todo pecado, de origen y personal. El Sacramento de la Confirmación nos santifica y proporciona la fuerza y dones del Espíritu Santo para una vida cristiana, coherente con el Evangelio de Jesucristo, y para ser sus testigos en la Iglesia y en el mundo. Es el Pentecostés personal que se reitera a lo largo de los siglos, por el que se perfecciona nuestro bautismo, y hace madurar nuestra fe, esperanza y caridad. 2. Es necesaria su preparación Sin preparación seria y programada, se corre el peligro de reducir el Sacramento a una pura formalidad o a un rito externo, de mero compromiso, perdiéndose de vista la renovación interior del bautizado, que es su objetivo. En realidad, el joven, o el adulto, debe tener una conciencia clara de los dones que recibe de Dios y de los compromisos que adquiere en este Sacramento. Es lo que expresará durante la renovación de sus promesas bautismales, que hará suyas en presencia de la comunidad, el día en que reciba la Confirmación. La preparación fundamental será, por tanto, abrirse interiormente a los dones de Dios, con la súplica sencilla de que su gracia penetre y transforme al bautizado. En esta preparación hace falta mucha oración. 3. Ayuda de la familia y de la comunidad Me impresionó leer los recuerdos del Papa Juan Pablo II cuando recibió la Confirmación. Ya no vivía su madre, pero fue su padre quien asumió la tarea de catequista, para preparar a su hijo. Con la
fuerza del Espíritu sería un día el Papa que muchos conocimos. Debió dejar en su interior una fuerte huella el ejemplo de su padre y la gracia del Sacramento. ¡Qué importantes aquellas catequesis para su vida! Padres, sacerdotes, catequistas, profesores que dedicáis tiempo y oráis por los muchachos y muchachas que iniciaron el itinerario catequístico de la Confirmación, no les dejéis nunca solos, aunque a veces se cansen y les cueste hasta unirse a la celebración del día del Señor y orar juntos. Queredles de verdad. Dios os pague tanto amor que nunca quedará en el anonimato en su presencia. El tiempo dedicado a ese joven o a esa joven, puede ser definitivo para orientar su futuro por el camino del Evangelio de Jesucristo. 4.
Respuesta del que se prepara Tenéis que saber que la Iglesia empezó con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, reunidos en el Cenáculo de Jerusalén, junto a María, la Madre del Señor; que esta venida del Espíritu perdura en favor de los bautizados a través de los siglos y las generaciones; que Él nos guía hasta la verdad completa y es nuestro consuelo cuando sufre el corazón por mil dificultades; que sólo con su fuerza somos capaces de imitar y revivir el amor de Cristo, amar a los demás con verdadera caridad y entrega. No os resignéis a una vida sin ideales, a modas pasajeras y a proyectos insignificantes. Buscad a Jesucristo, que es quien vivifica nuestro interior, con su Espíritu, y nos da la posibilidad de hacer de algo grande en la vida. Reconociéndoos hombres y mujeres con la vida nueva del Bautismo: conversad con Jesús; escuchad su Palabra; gustad la alegría de la reconciliación en el Sacramento de la Penitencia; recibid el cuerpo y sangre de Cristo en la Eucaristía; servidle y encontradle en los hermanos. Sabed que el cristianismo es muy rico, pero, también, exigente. Prepárate con ilusión y seriedad para recibir la Confirmación. Puede decidir muchas cosas de tu futuro. Ánimo. 3 / 31 DE MAYO DE 2009
LA VOZ DEL OBISPO
La Pascua del enfermo Manuel Galiano Delegado Episcopal para la Pastoral de la Salud La celebración de la Pascua de Resurrección inunda de gozo el mundo entero e impregna a todos los estamentos y situaciones en que se encuentra el cristia-no. La Pascua del Enfermo, es «revivir actualizarla» en este amplio, fecundo y esperanzador momento de la vida en que somos sorprendidos y visitados. La Pascua del Enfermo, solo se entiende y cobra fuerza en el contexto y marco del Tiempo Pascual. De ahí que sea el momento más indicado el VI Domingo de Pascua. La Pascua del Enfermo 2009, tiene unas connotaciones especiales por los objetivos específicos del Plan Diocesano de Pastoral «comunión y corresponsabili -dad» que tanto tiene que ver con la Campaña del Enfermo de este año: «CREER CELEBRAR Y VIVIR LA EUCARISTÍA». La EUCARISTÍA es el centro de nuestra vida, es el Sacramento de la nueva y definitiva Alianza de Dios con su pueblo. La Campaña de este año, nos ofrece la oportunidad de acercarnos a la Eucaristía en este mundo de la salud y la enfermedad, descubriendo cada día al Dios de la Alianza que se ha comprometido a darnos vida, a mantenerla y nutrirla, a sana rla a llevarla a plenitud. Invitamos al Señor: Mira al que está enfermo. Reaviva en nosotros el amor a la Eucaristía y el compromiso para el servicio a todos los que se encuentran en mi camino y padecen necesidad. Enséñanos a unir la Eucaristía y el Servicio. La Pascua del Enfermo, tratamos de vivirla, poniendo a María «Salud de los enfermos» como intercesora. ¡Goza y alégrate Reina del cielo! Porque verdaderamente el Señor ha resucitado.
Mira al que está enfermo. Reaviva en nosotros el amor a la Eucaristía y el compromiso para el servicio a todos los que se encuentran en mi camino y padecen necesidad. Enséñanos a unir la Eucaristía y el Servicio 4 / 31 DE MAYO DE 2009
NUESTROS PUEBLOS Y PARROQUIAS
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO
«Dios perdona tus culpas y cura tus enfermedades» (sal 103,3) Manuel Jesús Casado Mena Capellán del Hospital «San Agustín» de Linares y Párroco de Arquillos La atención a los enfermos es uno de los ámbitos de la pastoral más antiguos de la Iglesia. Los mismos apóstoles sanaron a enfermos en nombre de nuestro Señor Jesucristo respondiendo al mandato que él mismo les hizo: «les dio poder sobre los espíritus inmundos, para expulsarlos y para curar toda enfermedad y dolencia» (Mt 10, 1). La experiencia de recobrar la salud gracias a nuestra fe en Jesús resucitado fue una de las claves de la evangelización en los primeros años del cristianismo. A lo largo de la historia, la Iglesia siempre ha tenido muy presente esta dimensión. Nunca han faltado vocaciones específicas, carismas, congregaciones y todo tipo de medios para asistir y consolar a los enfermos, que sin duda, son las personas más frágiles de cualquier sociedad o grupo humano. La salud ha sido el bien más preciado por el hombre de todos los tiempos. En algún momento porque era indispensable para poder subsistir, actualmente como correspondencia al ideal de bienestar de las sociedades desarrolladas, pero, en definitiva, lo que está claro es que cuando falta la salud, el hombre se ve inmerso en una dimensión radicalmente distinta a la que estaba acostumbrado. Esto afecta, no sólo al propio sujeto, sino que condiciona en gran parte al ambiente cercano que le rodea.
La enfermedad puede aparecer de distintos modos en las personas. Hay personas que nacen enfermos, conforme se hacen mayores empiezan a acusar las diferencias y las limitaciones que poseen respecto a los demás. En otros casos la enfermedad aparece por sorpresa, obligando al sujeto y a su entorno familiar a adoptar unas costumbres distintas y que afectan directamente a los ámbitos de la vida de cualquier ser humano (hijos, situación económica y laboral, etc.). Por último, la enfermedad llega por la vía natural del paso de los años y las consiguientes afecciones propias de un organismo que empieza a fallar con el paso del tiempo. En todas ellas hay un denominador común: la sensación de fragilidad y pequeñez que experimenta todo ser humano. Cuando percibimos tan de cerca la limitación con respecto a nuestro propio cuerpo, nuestros sentidos se enfocan directamente hacia aquél «ser supremo» que lo puede todo y del que en este mismo momento necesito ayuda. Dependiendo de la religión, la formación de la persona, de su fortaleza humana o de la abnegada aceptación de todo aquello que no se puede controlar, el enfermo va a vivir esta dura experiencia de modos sustancialmente distintos. Es precisamente en este momento cuando la fe tiene algo que decir. Si bien la vida del cristiano es una continua experiencia de relación con lo divino y sobrenatural, en el momento de más debilidad, es cuando la persona se va a 5 / 31 DE MAYO DE 2009
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO sentir más necesitada de la protección de Dios. En Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios enviado para la salvación del mundo, vamos a encontrar la respuesta y el consuelo ante semejante situación. Jesús fue un hombre que vivió la vida intensamente, que no se amedrentó al llevar a cabo aquello para lo que había sido enviado. A pesar de esto, también padeció el dolor, la decepción y, sobre todo, la aceptación de una muerte lo suficientemente cruel como para asemejarse a cualquier sufrimiento humano. Durante su vida, Jesús muestra un especial interés por los enfermos. Ellos eran los más desfavorecidos de la sociedad. Vivían la soledad, les faltaba lo indispensable para vivir y, en muchos casos, sufrían la exclusión social. Él buscó el encuentro personal con ellos. Los escuchaba y los acogía llenándolos de fe y de esperanza. «Tu fe te ha curado»( Lc 18, 42). Esta atenta contemplación de Jesús a los enfermos, así como su propia forma de afrontar su sufrimiento y su muerte es el modo en que la Iglesia se hace presente en el ámbito de la salud. Respetando siempre la libertad de cada individuo y la de su familia, hemos de llevar la esperanza y la fortaleza que sólo Dios puede dar en estos momentos a todos los enfermos que salgan a nuestro paso. Todo el pueblo de Dios ha de comprometerse en la defensa y dignidad de la vida. Un cristiano que no valore la vida y no se compadezca ante la enfermedad incurre en una grave contradicción: «Estuve enfermo y me visitasteis» (Mt 25, 40). Interesarse por los enfermos, ver en ellos el rostro de Jesús, salir al auxilio de sus necesidades y promover todo lo necesario para paliar su dolor y avivar su esperanza es constitutivo del seguidor de Cristo. Los enfermos han de ser provistos de los instrumentos de gracia necesarios para que, en medio de su dolor, puedan alcanzar, con la colaboración de los hermanos, una ayuda a los muchos interrogantes que aparecen ante el sufrimiento continuado y la cercanía de la muerte. Cuando se está inmerso en una enfermedad
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En Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios enviado para la salvación del mundo, vamos a encontrar la respuesta y el consuelo ante semejante situación. Jesús fue un hombre que vivió la vida intensamente, que no se amedrentó al llevar a cabo aquello para lo que había sido enviado. A pesar de esto, también padeció el dolor, la decepción y, sobre todo, la aceptación de una muerte lo suficientemente cruel como para asemejarse a cualquier sufrimiento. grave, es un momento de gran sensibilidad por parte del que la padece. Son muchas las personas que avivan una fe que estaba adormecida por el paso del tiempo, y que se convierte para ellos en paradigma y motor para afrontar una situación que les supera. A pesar de la creciente secularización de la sociedad occidental, se observa como denominador común un gran acercamiento a Cristo ante la aparición de la enfermedad. Esto constituye un campo privilegiado de acción pastoral de la Iglesia que ha de salir al frente del cuidado de los fieles en el momento que más necesitan de ella. La experiencia de configuración con Jesucristo en la cruz es una de las más profundas que puede experimentar todo bautizado. La Iglesia, presentando a Jesucristo sufriente y resucitado, está llamada a ofrecer una aportación esencial al hombre que padece la enfermedad. Animada por la esperanza y el espíritu de colaboración y haciendo realidad el mensaje de Cristo en el Evangelio, la Iglesia continúa asistiendo física y espiritualmente a los enfermos por todos los rincones de nuestro mundo.
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO
Sentimiento cristiano ante la enfermedad Bartolomé Jurado Lara Médico de Cuidados Intensivos A pesar del tiempo que llevo tratando a pacientes en situaciones muy graves, aún me sorprendo, con gratitud y admiración, cuando observo la forma de afrontar situaciones complejas de pérdida de salud por parte de pacientes con creencias cristianas. El cristiano manifiesta una actitud positiva ante estas situaciones, y estoy convencido de que le sirve para superar su proceso patológico. Creo que, como recurso de superación del estado de gravedad, el sentimiento de esperanza en la vida eterna, reconforta tanto al paciente como a la familia. La vivencia de la enfermedad de un cristiano convencido se distingue notablemente de la actitud de miedo ante situaciones desconocidas. Como cristiano, una de las personas a las que más he admirado fue a Su Santidad el Papa Juan Pablo II. Su forma de afrontar su estado de salud en los últimos años de su vida, en mi modesta opinión, ha ayudado a los cristianos con su ejemplo de fe y confianza a Jesucristo. Este sentir se aprecia en los enfermos cristianos y es compartido con amor y respeto por sus familias.
La labor del capellán: manifestar al Señor de la Vida Miguel Angel Solas León. Capellán de «El Neveral», Jaén «Padre, sé que voy a morir, por eso ahora sólo pienso en vivir lo más cerca de Dios» Es la reflexión que me hacía una enferma terminal en el Neveral, una muchacha joven , de 45 años, que moría hace ya un año y medio, desde entonces verdaderamente uno piensa en la suerte que tenemos de poder contar con la fe. Qué tremenda es la experiencia del sufrimiento y de la muerte sin fe. En nuestro trabajo en este Hospital, tenemos la oportunidad de hablar con muchos enfermos que están viviendo el sufrimiento y que están en los umbrales de la muerte, y en ese momento, hasta el más «laico» recurre a esa fe que le enseñaron desde pequeño, a esa estampa, en definitiva, a ese Dios que se encarna para darse totalmente. El sufrimiento de Cristo, su Muerte y su Resurrección son el gran acontecimiento que nos libera de nuestros propios sufrimientos, que nos hace ver la vida tras la propia muerte. Cristo se convierte así para el enfermo terminal en el que «sufrió tanto como yo», y nuestra labor como capellanes, pasa por llevar a los enfermos y a sus familiares, que también sufren, a que confíen plenamente en que si unen su sufrimiento y su muerte a Cristo, también gozarán de su Resurrección con Él. Todas las mañanas doy Gracias a Dios, por permitirme trabajar tan cerca de estos enfermos y poder compartir la fe, mi pobre fe, con su inmensa fe, para seguir siempre aprendiendo a Esperar en Jesucristo, el Señor de la Vida. 7 / 31 DE MAYO DE 2009
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Reflexiones de una internista cristiana:
Dra. María Martín Si existiese un utensilio para medir el sufrimiento humano y lo colocásemos en una planta de Medicina Interna, estoy convencida que alcanzaría altas cuotas de intensidad, casi ardería. Si algunos de los que lean esta nota han tenido contacto con una planta de Medicina Interna sabrán a que me refiero. Suele haber enfermos ingresados jóvenes para estudio y tratamiento de enfermedades sistémicas y otras patologías muy serias y pacientes seniles pluripatológicos con un alto índice de mortalidad. Es aquí donde yo trabajo. En los boletines sobre la Liturgia que se elaboran periódicamente en la capilla de mi hospital, hay escrita una frase de una gran profundidad intelectual y espiritual: «El amor a los que sufren es signo y medida del grado de civilización de un pueblo» (Juan Pablo II). Creo que es una reflexión que debería guiar las actuaciones de cualquier cristiano y en particular la de los médicos cristianos. Jesús fue un incansable promotor de la salud y del amor a los sufridores; y debemos ser imagen viva y creíble de Cristo en este menester. La asistencia integral a un enfermo debe comprender el aspecto físico y el espiritual, ambos interrelacionados de tal manera que si no actúas sobre uno de ellos, el otro no mejora. Constituye un tópico decir que en occidente vivimos en sociedades aconfesionales. Tal afirmación es cierta si se hace mirando solamente a la neutralidad confesional de los Estados; pero, 8 / 31 DE MAYO DE 2009
vistas las cosas desde la realidad socio-cultural, nuestras sociedades no son aconfesionales. En las sociedades plurales como la nuestra los principios de no interferencia en asuntos de conciencia y de respeto a las divergencias deben primar en la asistencia sanitaria. Todo enfermo y su familia viven una situación espiritual distinta a la que viven en circunstancias de salud y lo hacen de un modo personal, único e irrepetible. Tenemos la responsabilidad de ayudarles en sus necesidades espirituales. Si éstas son cristianas deben ser atendidas por el asistente pastoral del hospital y por el personal sanitario cristiano que los atiende, inspirándose en el mensaje del Evangelio; y en el paciente no cristiano, el médico cristiano debe acercarse respetuoso y abierto con las convicciones no católicas o no cristianas. Ante todo debe primar la humanización en los cuidados a los enfermos y atención a las familias. Cada intervención terapéutica debe tener en cuenta esta verdad fundamental. Los sacerdotes y los médicos cristianos deben procurar que no falte la consoladora presencia del Señor en los hospitales. Intentar reconocer y acoger el rostro de Cristo crucificado en los enfermos que más sufren. Los creyentes que trabajan en el campo de la salud han de ser testigos creíbles del amor de Cristo. Ser imagen viva de Cristo en el amor a los enfermos y a los que sufren. Jesús fue un incansable promotor de la salud.
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Dolor y enfermedad: evangelizar y resucitar Francisco Jesús Ballesteros Prieto jesusballesteros74@gmail.com http://fcojesusbp.blogspot.com Es muy difícil creer estas palabras que os voy a decir, mis queridos hermanos, pero el dolor y la enfermedad, no son más que una vocación dentro de nuestra Iglesia, igual que la del sacerdocio, vida consagrada o matrimonio. Es una vocación a la que nadie nos gustaría estar llamados, pues no es agradable responder a ella, pero los que por voluntad de Dios la hemos recibido, no debemos sentirnos desgraciados ni desdichados, sino todo lo contrario felices y contentos porque Nuestro Señor nos ha elegido a nosotros, para que por medio de nuestra enfermedad y dolor, prediquemos y demos testimonio de su Evangelio, incluso en una planta o habitación de hospital, y nos lo ha pedido a nosotros porque sabe que somos los únicos que vamos a responder a esa llamada. Finalmente deciros que cuando estemos graves o en servicios hospitalarios en los que no podamos ser acompañados por nuestros familiares y/o personas queridas, (como pueden ser U.C.I., unidad de agudos de Salud Mental, etc), e incluso que por nuestra seguridad nos quiten nuestras cosas y símbolos externos personales, lo que nunca nos podrán quitar es la compañía física y real de Dios, y nuestra fe en Él. Por lo que no debemos temer nada, aunque como personas suframos, pero con Él nada nos ocurrirá.
«La comunión es lo más hermoso que nos puedes traer». Paqui Lozano Cerón Soy ministra extraordinario de la comunión. Los ministros de la comunión tratamos de trasmitir el gran amor que Dios nos tiene a nuestros enfermos y sus familiares. Llevamos al Señor y Él nos lleva a esos sagrarios vivos que son los enfermos. En mi localidad hay una residencia de mayores. Los domingos les doy la comunión y es muy gratificante ver las expresiones de que éste se ha convertido en un momento de la semana importante para ellos: algunos me esperan a la entrada. Uno de ellos me prepara la mesa con su mantel y la vela encendida. También visito semanalmente enfermos en sus casas. Después de darles la comunión leemos la reflexión y oración de la hoja dominical que elabora nuestro párroco y les dejo una copia. En alguno de ellos me ha impresionado su fe y fortaleza en el dolor, así como la alegría con que reciben al Señor. Todas estas vivencias van configurando y enriqueciendo mi vida cristiana y me hacen seguir ilusionada en las tareas con las que me he comprometido.. 9 / 31 DE MAYO DE 2009
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO
Creer, celebrar y vivir la Eucaristía Manuel Morales García Capellán del Hospital Medico-Quirúrgico de Jaén Con este itinerario, la Iglesia en España nos exhorta para la Pascua del Enfermo de dos mil nueve. Creer: la presencia real y verdadera de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía. Invitación para acompañar su Presencia Sacramental en tantos sufrimientos del cuerpo y del alma. Fiados en su Palabra: «No os dejaré solos... estoy con vosotros». Es el Señor, que también se personifica en el sufriente: «...estuve enfermo y me visitasteis».
Señor Jesús, ayúdame a creer. Que en la oscuridad de mi enfermedad, la Sagrada Comunión sea mi alimento y fortaleza. Celebrar: La celebración Eucarística es memorial de la Pasión del Señor por la Redención de la Humanidad. En la Santa Misa el Señor nos ha dado ejemplo para que ofrezca mi situación de debilidad, de oscuridad para hacer el bien. Es celebración de la entrega, sabiendo que los demás me necesitan. Mi sufrimiento, llevado con fe, me identifica con Cristo que se entrega, «completa lo que falta a la Pasión de Cristo».
Señor Jesús, que en mi enfermedad, aprenda de Ti, a no quejarme sino a hacer la Voluntad del Padre, que para eso me ha llamado. Vivir: Puedo y debo, por bautizado, dar mucho fruto de santidad y apostolado. La enfermedad es una situación positiva, que hace Iglesia. El enfermo no es un cristiano anulado sino que da vitalidad al Cuerpo Místico. 10 / 31 DE MAYO DE 2009
Señor Jesús, Tu enseñaste a los enfermos a seguirte. Te apoyaste en ellos para dar comienzo a la Iglesia. Te ofrezco mi vida pobre y débil por las necesidades de tu Iglesia y del mundo. Que sepa vivir mi enfermedad con la serenidad y la alegría, que Tú me das en la Eucaristía.
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Llevar el consuelo de Dios: El Carisma de las Hermanas de Nuestra Señora de Consolación, de Linares Desde hace 30 años, las Hermanas de la Consolación estamos presentes en Linares intentando transmitir el Carisma que María Rosa Molas nos dejó: llevar la misericordia y el consuelo de Dios, sobre todo a los más necesitados, los más pobres. Nuestra misión se extiende entre los enfermos del hospital San Agustín, donde ejercemos nuestra labor profesional sanitaria; también acompañamos y formamos a los miembros del «Voluntariado de la Consolación», que como familia nuestra que son, intentan transmitir el consuelo que de Dios reciben, acompañando y escuchando a los enfermos y familias que más lo necesitan por su proceso de enfermedad o por su larga estancia en el hospital. Pero nuestras ganas de transmitir el Carisma de la Consolación en Linares no acaban aquí, ya que nuestra casa la podríamos llamar de «puertas abiertas». Todos los miércoles tenemos oración con todas las personas que quieren unirse y compartir en comunión la fe y la vida. También se dan clases de apoyo a más de sesenta chavales que tienen dificultad con los estudios; tenemos catequesis los viernes, grupos del COM (Movimiento Consolación para el mundo) y un grupo de laicos comprometidos cristianos. Los sábados ensayamos con el coro de jóvenes para participar en la Eucaristía en la Parroquia de San José, a la que pertenecemos. La casa también abre sus puertas para conferencias, charlas, reuniones de formación y convivencias de diferentes colegios.
Deciros que realmente todo es un regalo grande, porque el Señor nos va poniendo a las personas en el camino, nos va abriendo luces, para que desde lo pequeño de cada día, podamos seguir extendiendo su Consolación según las necesidades de nuestro tiempo… Como el último proyecto comenzamos hace más de un año: la Casa de Acogida, cuyo fin es acoger y defender la vida en mujeres embarazadas o con bebés sin recursos, poniendo medios y buscando alternativas para que puedan seguir adelante y crecer como personas en todos los niveles. Este proyecto está siendo posible porque estamos convencidas que es de Dios que sale a nuestro paso a través de tanta gente sencilla de la Parroquia de San José, de los grupos de la Consolación que nos están ayudando y de personas voluntarias que optan por dedicar parte de su tiempo para colaborar, acompañar, escuchar… y lo más
¡defender la VIDA! importante:
¡Que el Señor nos siga acompañando a todos para seguir dando gratis todo cuanto de El recibimos! 11 / 31 DE MAYO DE 2009
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO
Un testimonio misionero: es posible vivir con menos de lo imprescindible y ser feliz a la vez Manuela Fernández López Enfermera Con mi experiencia, hace ya casi tres años en un viaje a la República Dominicana, pude comprobar como, a pesar de no tener casi nada, se puede vivir muy feliz. Lo hice como cooperante de la ONG «Funden Vacaciones sanitarias». Como casi todo en esta vida, tiene una parte injusta…la falta de recursos humanos y materiales en el hospital «Nuestra Señora de Regla», donde estuve colaborando era extrema. No disponía de ropa de cama, de modo que eran los enfermos los
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LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO que tenían que llevar la suya propia desde sus casas. Y esto si la tenían, ya que la mayoría de las veces no disponían de ella. Recuerdo un día cuando una madre tuvo que arropar a su hijo recién nacido con el vestido que llevaba puesto y abandonó el paritorio (por llamarlo de alguna manera) desnuda sentada en una silla de ruedas. Pude ver como una cama era compartida por tres mujeres en el periodo de dilatación, mezclándose así los líquidos amnióticos y demás fluidos propios del alumbramiento. Asistí a una niña que con tan sólo doce años se enfrentaba a la responsabilidad de ser madre, cuando lo propio a esa edad es jugar a ser madre, pero de las muñecas que te han regalado. Era difícil encontrar a chicas dando a luz con treinta años. Esa edad se considera muy avanzada en esa sociedad. Los pacientes también tenían que comprar los medicamentos y la sangre. Esto se hacía muy difícil, por no decir casi imposible en la mayoría de los casos, debido a la extrema pobreza que acusaba casi la totalidad de la población. Y con estas experiencias una puede comprender cómo es posible vivir con menos de lo imprescindible y ser feliz a la vez.
El testimonio de un médico: consolar siempre Miguel Jesús Medina Martínez Médico Hubo un prestigioso cirujano, de inmejorable formación intelectual y cultural, excelente profesional y mejor persona, de quién me honré con su amistad y del que aprendí muchas cosas, si tenías la suerte de escuchar su conversación llena de anécdotas y experiencias, de las que siempre se extraía una enseñanza, si tal era tu disposición. Estas enseñanzas nacieron de esa fusión de ciencia y sacerdocio que supone la praxis médica, transmitidas de una generación a las siguientes con la única finalidad de que toda esta sabiduría fuese preservada para mejorar la relación entre el enfermo y el médico, entre el que sufre dolor y quién pretende mitigarlo. El Dr. Aljama, a quién me he referido, que ya dejó esta vida, me decía: «Querido Miguel, el médico diagnostica a veces, cura cuando puede y consuela siempre». Y es que siempre hay que situarse en el lugar del enfermo y en el de su familia a la hora de la verdad.
Cumplo ahora treinta años en esta bendita profesión y ahora me toca a mí transmitir ésta y otras enseñanzas a los jóvenes médicos en esa fantástica simbiosis de experiencia a cambio de avidez de conocimiento. Tiempo más que suficiente para ver y oír demasiadas miserias, demasiadas desgracias, demasiados dramas e infortunios. Innumerables ocasiones en las que has tenido que dar noticias que jamás hubieses querido dar e incontables para el desaliento por esa enfermedad para la que no tienes solución. Con todo lo que suponen estas vivencias, lo único que puedes hacer es intentar consolar y confortar, recibiendo en muchas ocasiones el testimonio sobrecogedor de personas desvalidas, desahuciadas y en estado terminal que confían y esperan en la misericordia de Cristo. Del encuentro con el que sufre, con la pretensión de confortar, hay ejemplos de los que sales confortado. 13 / 31 DE MAYO DE 2009
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO
Los enfermos, su presencia en la comunidad parroquial Antonio M. Aceituno Sánchez Parroquia Santa María la Mayor - Andújar La parroquia, comunidad y familia cristiana que trabaja y peregrina sembrando el Reino de Dios en medio de la sociedad en la que vive y se desarrolla, expande su atención y actividad pastoral a todos los fieles y grupos de personas que la componen: los niños, los jóvenes, los matrimonios, los necesitados, los equipos de animación, los mayores, las cofradías, el equipo de liturgia… Somos una comunidad, una familia y como cualquier familia todos sus miembros requieren una atención y una dedicación que la familia parroquial debe proporcionarles pues todos enriquecen la vida parroquial con sus actividades y hacen que la comunidad camine hacia su meta en Cristo si todos se sienten integrados, acogidos y responsables de su campo de acción. Un grupo siempre presente en la vida de la parroquia son los enfermos e impedidos. Son miembros más de la comunidad que, como en cualquier familia, requieren una atención especial por sus limitaciones y sentirse integrados y atendidos de una forma más directa y significativa que el resto para poder ir superando su situación personal y sentir que no se les olvida ni desplaza por sus limitaciones sino, todo lo contrario, siempre están presentes en la oración y en la atención en medio de la comunidad. A través de los propios familiares o vecinos, o incluso por su propia interpelación, se llega hasta ellos en sus domicilios o en los centros sanitarios. El primer contacto con estas personas ante el bache de la enfermedad es fundamental para que la labor pastoral tenga sus frutos. La conversación tranquila con el sacerdote, el desahogo, el ser conscientes de que cuentan con el apoyo de su parroquia, no solo espiritual sino incluso material o asistencial, les ayuda a tener
buen ánimo, a sacar fuerzas para luchar y seguir adelante, convencerse de que el Señor está con ellos cargando también su cruz, sentir la maternal protección de la Virgen y necesitar de la presencia de Dios a su lado para seguir adelante. Los ministros de la comunión desempeñan un papel de gran responsabilidad en la parroquia pues habitualmente son ellos los que están cerca de las personas que sufren la enfermedad y son el nexo que les une a la comunidad y les hace sentirse miembros plenamente integrados de la misma en la vida de la parroquia. Es muy gratificante cuando semanalmente se le visita y se les lleva al Señor para que reciban la comunión el escucharlos como se interesan por la vida parroquial, como preguntan por las actividades que se estén desarrollando y como necesitan ellos también el ser escuchados en sus cuitas y necesidades o simplemente charlar un rato con un miembro más de su familia en Cristo, porque eso somos y así nos sienten, que culmina recibiendo el alimento Eucarístico. Tenemos que reconocer y afirmar que el escuchar y compartir con los enfermos sus penurias pero también su fortaleza, la ilusión cuando se les lleva al Señor y la emoción y el ánimo con el que lo reciben, son una auténtica catequesis viviente para los que nos acercamos a ellos y tenemos que darles las gracias siempre por poder mirarnos en su espejo para fortalecer y revitalizar nuestra fe. Siempre debemos tener presentes a los enfermos e impedidos en nuestra vida parroquial, tanto sirviéndolos como recibiendo de ellos la riqueza enorme de su fe que están deseando compartir con los demás como lo experimentamos en la Eucaristía de la Unción en la Pascua del Enfermo. Para ellos es una jornada de ilusión y alegría a pesar de la enfermedad, el que los
Somos una comunidad, una familia y como cualquier familia todos sus miembros requieren una atención y una dedicación que la familia parroquial debe proporcionarles pues todos enriquecen la vida parroquial con sus actividades y hacen que la comunidad camine hacia su meta en Cristo si todos se sienten integrados, acogidos y responsables de su campo de acción.
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acerquen a su parroquia y comprobar que el estar impedidos para participar de forma directa y habitual en la actividad parroquial, no les resta importancia, sino todo lo contrario, en medio de su comunidad reciben el sacramento de la Unción de Enfermos y como dicen sus propios familiares, a los que la parroquia siempre debe apoyar en su labor directa de cuidadores, ese día parecen que se olvidan de las dolencias. En este Año Jubilar que nuestra diócesis celebra en honor de nuestra Patrona la Santísima Virgen de la
Tenemos que reconocer y afirmar que el escuchar y compartir con los enfermos sus penurias pero también su fortaleza, la ilusión cuando se les lleva al Señor y la emoción y el ánimo con el que lo reciben, son una auténtica catequesis viviente para los que nos acercamos a ellos y tenemos que darles las gracias siempre por poder mirarnos en su espejo para fortalecer y revitalizar nuestra fe.
Cabeza, tenemos que transmitir a los enfermos de forma muy especial la protección maternal de María, a la que ellos siempre se acogen y participen activamente del Jubileo a través de la preparación adecuada y la participación sacramental con la oración del Año Jubilar y aunque no puedan por sus limitaciones acercarse a Ella en su Santuario de Sierra Morena y contemplar la soberana belleza de la Madre de Dios, se sientan abrazados por la Santísima Virgen lo mismo que tiene a Jesús estrechado en su regazo. 15 / 31 DE MAYO DE 2009
LOS DESEOS DE UN ANCIANO -
Deseo que me hagas sentir que soy amado, que soy útil todavía, que no estoy solo. Deseo permanecer en mi casa o en la tuya, aunque esto me ocasione alguna incomodidad. Recuerda que cuando tú eras pequeño yo las sufrí por ti. Deseo que cuando comamos en la misma mesa me des conversación aunque yo apenas hable. Deseo que me ames sin interés alguno por lo poco mucho o nada que pueda dejarte al morir. Deseo que llenes de cariño y amor esta última etapa de mi vida; no creo que pida demasiado. Deseo que no bromees por mi paso vacilante o mi mano temblorosa. Deseo que comprendas mi incapacidad de oír como antes. Háblame despacio y claro, pero sin gritar, si no es necesario. Deseo que tengas en cuenta que mis ojos están nublados. Perdona mis posibles torpezas. Deseo que tengas tiempo para escuchar lo que te diga, aunque no te interese o te lo haya dicho ya mil veces. Deseo poder seguir sintiendo tus caricias sobre mi mano cuando llegue mi momento final.
Gracias, mil gracias, por atender mis deseos Un día, puede ser que otros hagan posible para ti estos deseos.
«La presencia y el contacto con la persona enferma, poder estrechar su mano, preguntarle cómo se encuentra, compartir junto a ella sus preocupaciones y sentimientos, dejarle una palabra de aliento, nunca podrá valorarse suficientemente (…). La enfermedad siempre es una situación especial que es preciso iluminar y ver, por el cristiano, a la luz de la Cruz de Cristo. Debemos procurar infundir ánimo en el enfermo para que asuma libremente y sin amargura su existencia finita y limitada, procurando combatir y aliviar su dolor. Desde que fue asumido por Cristo, el dolor tiene una eficacia redentora incalculable. Cuando nosotros sufrimos, Cristo sufre con nosotros». Ramón del Hoyo López Obispo de Jaén
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«Merece la pena regalar tu tiempo y colaborar desinteresadamente en la felicidad de los demás» Entrevista a Rosa Díaz, visitadora de enfermos
Rosa Díaz Hernández forma parte del grupo de visitadores de enfermos del voluntariado de las Hermanas de la Consolación en el Hospital San Agustín de Linares desde hace 5 años. Además colabora y pertenece al consejo pastoral, al grupo de liturgia (lectores), es coordinadora de las asambleas familiares y componente del coro de la Parroquia de San José, a la que pertenece. Iglesia en Jaén: Rosa, ¿qué destacarías en tu labor como voluntaria en el hospital? Rosa: Ante todo, agradecer esta oportunidad que se me brinda en la revista «Iglesia en Jaén», de dar a conocer el voluntariado de las Hermanas de la Consolación, al que tengo la suerte de pertenecer. Mi labor como voluntaria y en general la de cualquier voluntario que se precie, está basada en el compromiso desinteresado de ayudar al otro. Por lo tanto, cualquier cosa que realizo en el hospital, va encaminada a poner a disposición de los demás, todo aquello que gratuitamente hemos recibido. Además del acompañamiento a los enfermos, suelo colaborar con los capellanes en la preparación para la celebración mensual de una Eucaristía, por las personas que fallecen durante el mes. Mi tarea consiste en llamar a todas y cada una de las familias de los difuntos, para comunicarles el día y la hora en que se oficiará la 18 / 31 DE MAYO DE 2009
eucaristía. No puedes imaginar la labor de acompañamiento que se puede realizar ahí; ¡es increíble! hay veces que te abren su corazón, pues en cierto modo estás recordándole toda la experiencia de sufrimiento que aún está muy reciente. En esos momentos tienes que realizar la misma relación de ayuda y acompañamiento, como si se tratara de un enfermo; tienes que participar en los sentimientos del que está al otro lado de la línea telefónica, escuchar, y sobre todo una condición fundamental en el acompañamiento la empatía, esa capacidad de comprender los pensamientos y emociones del otro y darle a entender esta comprensión. I. J.: ¿Es una labor dura? R.: ¡Uf!... vaya preguntita. Mira, allí donde los hombres y mujeres sufren la enfermedad, la fragilidad y la muerte, son lugares donde las personas vivimos nuestras experiencias más
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radicales y determinantes de nuestras vidas. Esas experiencias nos ponen al descubierto, nos plantean interrogantes, nos dejan indefensos, en situación de dependencia, de inseguridad e incertidumbre. Ahí es donde el ser humano se encuentra con su nimiedad, en su pequeñez…pero he ahí la grandeza y donde surge el milagro de la fe y como diría San Pablo: «todo lo puedo en aquel que me conforta». El voluntariado es una experiencia de consolación y desconsolación. Hay algo muy claro en la labor de un voluntario, sobre todo, en el acompañamiento espiritual: si no hay encuentro con Cristo, si tú no eres capaz de ver en cada rostro humano el rostro y el cuerpo herido de Cristo, si los demás no ven en ti el consuelo de Cristo, siempre al lado del que sufre, del enfermo, del anciano, del débil no puede haber un buen voluntariado cristiano. I. J.: ¿Qué te llevó a colaborar en este ámbito de la pastoral de la salud? R.: Es curioso, pero lo que me llevó a esa pastoral fue precisamente mi falta de salud, la enfermedad. En la enfermedad uno se siente débil, frágil, amenazado….fue a través de ese sufrimiento que encontré el consuelo en una comunidad cristiana, mi comunidad de la parroquia de San José y la de las Hermanas de la Consolación. Ambas me acogieron y me ofrecieron todo su cariño, apoyo y confianza, esto es algo que nunca podré agradecer suficientemente, en especial, a una Hermana de
la Consolación que en aquellos momentos de dolor apostó por mí y pensó que yo podía desempeñar la labor de voluntaria del hospital. La Iglesia es comunidad y curar y atender a los enfermos y ancianos es misión de la comunidad, de la Iglesia. Por ello, no es el individuo aislado, sino el individuo acompañado e integrado en la comunidad quien mejor puede acompañar al enfermo. Yo en aquellos momentos tuve la fuerza y el apoyo de mi comunidad de San José. I. J.: ¿Que tipo de actividades realizáis a lo largo del año? R.: Comenzaré por lo que a mí más me gusta y me emociona: la fiesta de navidad. El día 24, por la tarde, el servicio religioso del hospital compuesto por capellanes, hermanas de la consolación, grupo de voluntarios y jóvenes del C.O.M., pasamos por todas las plantas. Con guitarras y todo tipo de instrumentos, al efecto, vamos cantado villancicos intentando llevar un poco de la alegría y el milagro de la navidad. También entregamos un detalle a todos y cada uno de los enfermos que ese día se encuentran hospitalizados. Es una experiencia increíble y muy emotiva cuando entras a una habitación y tanto enfermos como acompañantes no pueden reprimir las lágrimas…y los demás tampoco. ¡Siempre llegamos tarde a la cena familiar! El día de reyes se vuelve a repetir, eso sí, con sus Majestades de Oriente y con la misma alegría e ilusión de los jóvenes… y los no tan jóvenes, repartiendo caramelos y otro «detallito». 19 / 31 DE MAYO DE 2009
LA CRUZ DE LA ENFERMEDAD DESDE LA CRUZ DE CRISTO Se intenta celebrar y llevar a los enfermos todas la festividades de nuestra fe: Semana santa, Resurrección…. En el mes de mayo solemos celebrar el día del enfermo con la celebración de la Eucaristía y unción de enfermos. Posteriormente se pasa por todas las habitaciones y entregamos una rosa, las flores son un signo de vida y alegría. I. J.: ¿Es cierto que en la labor de acompañamiento al enfermo se recibe más de lo que se da? R.: Yo resumiría la pregunta en esta frase: al final el amor que damos es el amor que recibimos, multiplicado y dimensionado. Es a través del servicio a los demás donde el cristiano se hace grande y su la fe recobra el verdadero sentido. I. J.: Suponemos que tendrás muchas historias... R.: Ciertamente, son muchas las personas que conoces a lo largo de cinco años y cada una de ellas tiene su propia historia, te aseguro que algunas son increíbles…… Me viene a la memoria un señor mayor, de nacionalidad portuguesa, estaba en una residencia de ancianos. Era soltero y no tenía a nadie aquí en nuestro país. Estaba solo en una habitación y no recibía ninguna visita. El tiempo que estuvo allí procuré dedicarle todo mi tiempo y me presté a darle la merienda y la cena. También recuerdo a una señora, igualmente estaba sola y también vivía en una residencia. Suelen llevarlas por caídas y casi siempre no suelen salir con vida. En algunos casos, mueren porque no tienen motivos para luchar y seguir viviendo. Esta señora en concreto me dijo que quería morirse y se salió con la suya, se empeñó,
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no quería comer. Para mí fue una experiencia muy triste y confieso que no supe aceptar su voluntad de dejarse ir…y se fue un jueves santo y tuve la suerte de pasar con ella sus últimas horas. Al día siguiente, viernes santo, fui, pues sabía que no le quedaba mucho tiempo, y me dijeron que falleció el jueves, horas después de mi visita. Me sentí mal porque debí seguir los dictados de mi corazón que intuía que era cuestión de horas, y no tenía que haberme marchado. Si te das cuenta existe un denominador común en estas historias: una enfermedad que es más mortal que ninguna otra «la soledad». Lo triste es que estas situaciones se repiten con bastante más frecuencia de lo que imaginamos. I. J.: Algún mensaje de ánimo para aquéllos que desconocen esta pastoral tan específica... R.: Me gustaría que mis palabras pudieran llegar al corazón de toda persona que sea capaz de tener un gesto de cariño, una sonrisa, una palabra de aliento, capacidad de escucha…Me gustaría decirle a los jóvenes, a ellos que son portadores de alegría, energía y salud, que la vida es un misterio y el sufrimiento, tanto el ajeno como el propio, es una ocasión para madurar. Que merece la pena regalar tu tiempo y colaborar desinteresadamente en la felicidad y… ¿por qué no? en la curación de aquel que sufre. ¡Los voluntarios podemos ser alguien para el mundo y un mundo para alguien! Quiero terminar con una frase de la Madre Teresa de Calcula: «Una de las grandes enfermedades es no ser nadie para nadie».
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Pastoral de la salud bajo el carisma de las Madres de Desamparados y San José de la Montaña Madre Guillermina Villanueva de San José Religiosa de la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña (23 años) El Carisma de la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña es: la caridad misericordiosa siendo Madres para los Desamparados y saliendo a sus necesidades materiales y espirituales para remediarlas. El objetivo general que nos proponemos desde el Equipo de Pastoral es el siguiente: «Crear y fomentar un ambiente propicio donde pueda germinar y crecer la Fe, ayudándoles a integrar con paz y serenidad su ancianidad.» Como Madre de Desamparados y como Responsable de la Pastoral de la Salud de la Residencia de San Juan de Dios de Andújar, muchas veces me he preguntado: ¿Cómo poner esto en práctica con las personas mayores que viven en nuestra residencia? Es muy fácil pero muy difícil a la vez. Mi respuesta es amando, es una palabra que contiene mucho significado, la mires por donde la mires. En los momentos en los que acompañamos a las personas mayores y a sus familias, lo que más necesitan es sentirse amadas, comprendidas, apoyadas… Amar es muy difícil si lo hacemos de persona a persona, pero si primeramente nosotras nos
sentimos amadas por Dios a la hora de entregar ese amor a los residentes y sus familiares será mucho más fácil y la persona mayor se sentirá realmente amada, comprendida, apoyada… Las Madres de Desamparados amamos a los ancianos con un desinterés absoluto. Así lo dicen nuestras Constituciones: «Tengan presente que el anciano necesita ser amado por sí, con un desinterés absoluto. Sean comprensivas, delicadas y pacientes con todos…» También si nos acogemos a la Palabra de Dios: «Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a
verme» «Cada vez que lo hicisteis con un hermano mío de esos más humildes, lo hicisteis conmigo» (Mt 25, 35-36; 40) A partir de este texto, decir que nosotras intentamos ver el rostro de Cristo en cada persona que se nos acerca. Y así ¿cómo no amar a cada uno tal como es? Es el mismo Jesús el que nos mira, el que nos llama, el que nos habla. Es el mismo Cristo el que necesita ayuda para vestirse, ayuda para comer, ayuda para comunicarse... Hace unas semanas vino a nuestra residencia un anciano, Javier. Él tiene la enfermedad de Parkinson. Tiene 77 años. La enfermedad ya está avanzada, no puede caminar, tiene una sonda gástrica, se comunica mediante gestos con las manos y con la cara, pues no puede hablar… A veces me siento completamente impotente pues no entiendo lo que me quiere decir. La verdad es que tiene mucha paciencia al repetirlo todas las veces que haga falta y al final tristemente no acierto qué me quiere decir. Mi pregunta muchas veces es: ¿qué hacer? No he encontrado muchas respuestas, y con esto vuelvo al principio, lo único que puedo hacer es ver en él el rostro de Aquel que me ama primero y amarlo. Así, viviendo desde este convencimiento me encuentro realmente llamada a hacer posible el articulo de nuestras Constituciones: «Agradezcan al Señor el haberles concedido la gracia de amar a los ancianos por vocación. Si ven a Cristo en ellos fácilmente se mantendrán firmes en la entrega y dedicación, y lograrán un clima de amor, que es para el anciano condición indispensable en el desarrollo de su vida espiritual y psíquica.» Realmente le tengo que dar gracias a Dios por pedirme que entregara mi vida a Él y de la gracia que me ha concedido de amar a los ancianos por vocación. 21 / 31 DE MAYO DE 2009
VIDA DIOCESANA
Primer «Encuentro de Cristianos» en Linares
Este pasado 1 de Mayo , tuvimos la gracia de poder celebrar en Linares el Primer Encuentro de cristianos bajo el título: «Somos una gran familia. Cristianos de Linares». Nuestro deseo era poder reunirnos, vernos las caras y compartir juntos los cristianos que estamos en Linares y darnos cuenta de que somos más de los que creemos, más que los que, día a día nos vemos en las parroquias. El día comenzó con una presentación y un rato de oración todos juntos, pidiéndole a Dios que nos ayude a sentirnos, en la Iglesia, esa» gran familia», donde nadie está solo, sino que formamos parte de algo más amplio. Después, un grupo de personas invitadas de
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la Delegación de Apostolado Seglar, en continuidad con la charla que nos dio el P. Luis María Salazar en el Encuentro de Catequistas de este año, nos presentaron un itinerario de catecumenado de adultos que la Conferencia Episcopal está proponiendo a nivel de toda España y que ellos desde hace un tiempo ya han comenzado en su parroquia. Ellos, desde distintos estados de vida, nos proponían este camino que tiene como fin una implicación más grande de la fe en la vida, que realmente nuestras parroquias sean esos núcleos de hermanos donde unos a otros nos acompañamos, nos ayudamos a vivir la fe desde donde Dios nos llama a cada uno y donde todos se pueden incluir.
VIDA DIOCESANA Después de ese momento de exposición tuvimos un rato de preguntas y de testimonios donde algunas personas fueran compartiendo los intentos que ya se viven en las parroquias. Además se presentaron dos testimonios: primero nos hablaron de la Casa de Acogida que tienen las hermanas de la Consolación destinada a mujeres embarazadas o madres solteras donde participan como voluntarios muchos laicos; y por otra parte nos hablaron de las hospitalidades de Lourdes, que ya funcionan en otras diócesis y que está comenzando en la diócesis de Jaén. Una de las conclusiones que se sacó de toda
esta mañana es lo importante que son estos momentos de encuentro, de trabajar y caminar juntos, no cada uno por su lado. La llamada, como arciprestazgo, a crear «puentes» entre nosotros, para vivir en comunión como una auténtica familia. La mañana concluyó con una misa donde concelebraron un grupo numeroso de sacerdotes de Linares. Después tuvimos la comida compartida entre todos y concluimos este día de Encuentro con un concierto a cargo del grupo de La Estación Linares-Baeza, donde se veía en el ambiente que estábamos en un día de fiesta, de la alegría que significa compartir juntos la fe y la vida.
Enviados dos misioneros seglares al Congo Juan Raya Marín Alfredo y María Luisa son matrimonio, 26 y 27 años, arquitecto y pedagoga, que están preparando las maletas para irse por tres años como misioneros al Congo. Sí, sí, a ese país de África que últimamente sale tanto en los periódicos y en los noticieros, que está en guerra permanente por controlar sus ingentes recursos naturales. Ya les he dicho en alguna ocasión que todos llevamos un par de gramos de esa guerra en el bolsillo, en el coltán de nuestro móvil. Alfredo y María Luisa llevan años preparándose para este momento, incluso se fueron a trabajar a Zaragoza para poder seguir el proceso de formación con los misioneros de la Consolata. Es una decisión largamente meditada y planificada, desde la opción de fe y el proyecto de vida en común en el que sustentan su matrimonio. Van a vivir en Ishiro, una especie de capital provincial, que hasta tiene aeropuerto con un vuelo semanal con Kampala. Van a trabajar con los misioneros de la Consolata, pero se sienten Iglesia de Jaén y enviados por la Iglesia de Jaén. 23 / 31 DE MAYO DE 2009
VIDA DIOCESANA
Niños de Jaén participan en el Encuentro de Infancia Misionera celebrado en Madrid Miguel Lendínez Talavera Delegado Episcopal de Misiones Más de medio centenar de niños de la Diócesis de Jaén han viajado hasta Madrid para participar los días 2 y 3 de mayo en el III Encuentro Nacional de la Infancia Misionera, que tuvo lugar en el Pabellón Telefónica Arena de la Casa de Campo, con representación de miles de niños de toda España. El este III Encuentro Nacional de Niños de los Obra Pontificia de la Infancia Misionera se ha pretendido que los niños descubran la dimensión universal de su formación cristiana y humana. En el encuentro tuvieron la oportunidad de participar en actividades festivas con otros niños, viviendo la experiencia de la universalidad. La Diócesis de Jaén estuvo representada por 24 niños de la Parroquia de la Santa Cruz de Pegalajar, otros tantos alumnos del Colegio San José de la Montaña de Torredonjimeno y 17 niños del Colegio Pedro Poveda de Jaén.
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Casa de acogida «Santa Mª Rosa Molas» en Linares Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación de Linares (Jaén) En respuesta al tema del aborto, en el último trimestre de 2007 la Comunidad en Linares de las Hermanas de la Consolación acondicionaron una parte de su casa –con la ayuda de un amplio grupo de personas de la Parroquia de San José-, para acoger a mujeres gestantes y a madres con hijos pequeños en situación de pobreza o exclusión social. Se trataba de darles un hogar durante el tiempo necesario, a fin de que, una vez superados sus problemas, pudieran integrarse en el mundo laboral y conseguir salir adelante por ellas mismas. Mientras tanto, tienen cubiertas sus necesidades básicas, se les facilita atención psicológica, formación personal y profesional, conocimientos del idioma, de puericultura, de labores de hogar… Tanto en la propia casa, por personal especializado (psicóloga, especialista infantil, monitora…) y personal voluntario (profesora, especialistas, cuidadoras…), como en otros Centros que han ofrecido colaboración (Linares Acoge, Cáritas…). En principio solo contaban con los ingresos de las Hermanas por su trabajo en el Hospital San Agustín de Linares, la ayuda de la Congregación y los donativos particulares de los miembros de la comunidad parroquial. Ya en el año 2008, la Obra Social de La Caixa les concedió una ayuda significativa, y han ido en aumento las colaboraciones de otras personas y entidades particulares de la ciudad. La financiación actual aún dista mucho de la presupuestada como necesaria para el proyecto en su totalidad, pero poco a poco va llegando el fruto de la fraternidad y la solidaridad. La dedicación de las Hermanas, el trabajo de las profesionales y el grupo de voluntarias, han hecho posible que en poco tiempo se hayan conseguido logros importantes, que son el mejor estímulo y el mejor pago a la ilusión puesta en este servicio.
Emma Cristina, la última niña nacida en nuestra Casa de Acogida
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Adoración Nocturna: nuestro cincuentenario en Carchelejo Juan Leiva Varea. Vocal de Comunicaciones. Consejo Diocesano. Feliz reencuentro el que tuvimos un numeroso grupo de hermanos en Cristo en este acogedor pueblo giennense, con motivo de la celebración y exaltación de Jesús Sacramentado, al cumplirse los cincuenta años de la creación de su grupo de Adoradores Nocturnos, en el que los que lo conocíamos, nos encontramos con ya viejos amigos, unidos en la fe desde la distancia. Nos comprometimos con dichos hermanos, con el ferviente deseo de fomentar nuestra unión mediante la Eucaristía, y para que les constara que no están solos en su lucha y apostolado evangélico, por lo que con ellos allí estuvimos hermanos de Beas de Segura, Mancha Real, Marmolejo, Torreperogíl y Jaén precedidos por nuestros abanderados con el asta Eucarística que se ostentaron en el altar mayor de su iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles. A las ocho de la tarde se inició la procesión de banderas que partió de la Casa de la Cultura hacia el templo, manifestando nuestra fe públicamente en el trayecto, con cantos Eucarísticos, comenzando seguidamente la Santa Misa, concelebrada por nuestro Consiliario Diocesano el Canónigo don Antonio Aranda Calvo y el párroco joven del pueblo, don Francisco Carrasco, asistidos por tres niños monaguillos y un joven de poca edad portador del incensario. Tanto al comienzo como en la homilía y al final de la Eucaristía, los sacerdotes dirigieron la palabra a los fieles que llenaban la iglesia, y en particular don Antonio nos recordó nuestra obligación como cristianos desde el bautismo, de ser apóstoles de Cristo, y las palabras del Apóstol Pablo: «Cristo vive, y es la Palabra de Vida Eterna. Nuestra fe es verdadera, pues Cristo Resucitó y con Él resucitaremos nosotros. No es vana nuestra fe». En esta Pascua de Gloria del Señor, nos habló de la infancia misionera, recordándonos precisamente las jornadas que ese mismo día se celebraban en Madrid por niños y jovencitos de toda España: Esa es nuestra fe, esa es nuestra mision . La presentación inicial corrió a cargo del miembro del consejo local Juan Joyanes Jiménez, y las lecturas por el presidente del consejo diocesano José Luís Guerrero Rubio y el del local, Juan González Espinosa nuestros queridos hermanos, y finalizado el santo oficio, fue expuesto el Santísimo manteniéndonos unidos en Él y con Él en una breve vigilia, con el rezo del Santo Rosario a cargo del Secretario de la Adoración en Carchelejo, el joven Juan Ramírez Ruiz, encargado como tal en la recepción de anotar a los asistentes y repartirnos una bella estampa-oración, conmemorativa del aniversario, estando siempre unidos a todos ellos, los también miembros del consejo local, hermanos Antonio González Galián, de 90 años de edad y Claudio González Perabá, los dos hermanos adoradores que son los dos que 26 / 31 DE MAYO DE 2009
aún tenemos desde el primer momento de la fundación en Carchelejo, iniciándose finalmente una corta procesión con el Santísimo por las calles junto al templo. Reservado el Santísimo, se cantó una bella Salve a Nuestra Madre Reina y Señora, que aparecerá en un próximo Boletín, y a continuación, el presidente de Marmolejo, hizo obsequio de un recuerdo, al de Carchelejo: Un bello estuche expositivo de una imagen de María Santísima. Como colofón de todo, fuimos obsequiados con un ágape, que también es motivo de hermandad. Todo fue muy hermoso, emotivo y esplendoroso, hermanos de Carchelejo.
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Ex alumnas del Colegio Pedro Poveda de Jaén comparten experiencias de humanización María Antonia Muñoz En una mesa redonda que tuvo lugar en el último encuentro de antiguas alumnas del Colegio Pedro Poveda, Nati Ruiz Saiz, Magdalena Sánchez Martos, Luisa Ruiz Higueras e Inmaculada Sillero Arenas compartieron con sus compañeras de estudios varias Experiencias de humanización y transformación Social en diversos ámbitos. Nati es Enfermera del Complejo Hospitalario de Jaén y colabora con la ONG «Quesada Solidaria». Expuso la labor que realiza, en Guatemala con el equipo médico que, en etapas de vacaciones, se desplaza con medicinas y material quirúrgico para atender al mayor número posible de personas enfermas en lugares de extrema pobreza. Magdalena que es Profesora de Biología del IES San Juan Bosco de Jaén, presentó los diversos aspectos de su tarea educativa y el modo de llevarla a cabo desde el carisma y la misión de la Institución Teresiana que conoce como antigua alumna y como miembro de ACIT Andalucía Oriental. Luisa, Profesora de Matemáticas de la Universidad de Jaén que también es miembro ACIT, expuso la tarea de voluntariado que realiza, en el Centro Penitenciario Jaén II, con los jóvenes internos a los que atiende la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria. Inmaculada es Médico especialista en Salud Pública y trabaja en la Delegación de Salud de Jaén como Jefe de servicio. Presentó la tarea de coordinación del trabajo que llevan a cabo unos treinta profesionales de las diversas áreas del ámbito de la salud pública. Una tarea de servicio a la sociedad para la que reconocía que le había sido muy valiosa la formación recibida en la Institución Teresiana. A través de esta mesa redonda se pretendía profundizar en la vigencia que tiene, en nuestro tiempo, el modo de ser y de estar en la sociedad que S. Pedro Poveda propone para los laicos. Poveda se sintió llamado por Dios a suscitar en la Iglesia un laicado capaz de encarnar la fe cristiana en el mundo de hoy como lo hicieron los primeros cristianos - hombres y mujeres – en el seno de aquella sociedad pagana. Este aspecto del carisma y de la misión de la Institución Teresiana se expuso como introducción a la mesa redonda. Precisamente se había invitado a exponer sus experiencias a ex alumnas del Colegio Pedro Poveda porque, a través de otros encuentros, se había podido constatar con satisfacción que éste era un modo de presencia en la sociedad que
muchas de ellas intentaban hacer realidad en tareas diversas. Una constatación que hicieron palpable todas y cada una de las antiguas alumnas que intervinieron en esta mesa redonda. Estos son algunos de los testimonios que dejaron por escrito muchas de las ex alumnas que participaron en este Encuentro: Milagros Padilla afirmaba en su escrito: «Me ha llamado la atención la preparación, las tareas tan interesantes que realizan y la forma tan amena y actualizada de exponerlas». Amparo Colomo, aludiendo no sólo a lo que acababa de oír sino también a lo que conocía de otras antiguas alumnas, decía: «Me sorprende que esa siembra haya quedado grabada en tantas personas y siga siendo, también hoy, un impulso en nuestras vidas»... Todas las que participamos en el encuentro, decía Lucrecia Pareja, tuvimos ante nosotras «el testimonio de unas mujeres en las que era evidente su compromiso cristiano como laicos plenamente insertos en la sociedad, su magnífica preparación profesional, su compromiso social y su empeño por colaborar en la construcción de un mundo más justo, más solidario y más humano». La Eucaristía del domingo se prestaba, como sugería la monición de entrada, a pedir al Señor «que El siga haciendo siempre nuevas todas las cosas en nosotros para construir, día a día, la novedad del Reino». Las que deseaban visitar el Colegio tuvieron ocasión de hacerlo. Fue una visita guiada en la que pudieron apreciar con satisfacción algunos cambios como el de la capilla. También conocieron algo más de todo lo que aquel edificio evoca de la historia de la Institución y, sobre todo, de San Pedro Poveda y de Josefa Segovia. De su cariño y su agradecimiento hacia ellos dejaron las ex alumnas muchos testimonios por escrito. María Rodríguez, además de su gratitud, mostraba el deseo de «seguir las huellas» que ellos marcaron. Es lo que pretenden estos Encuentros: favorecer la formación del laicado e impulsar su compromiso cristiano en la sociedad actual. 27 / 31 DE MAYO DE 2009
MANUEL LÓPEZ PÉREZ
Soliloquios en la lonja ¿6000 euros...? Pues ea, un año mas nos han dado la tabarra con el lamento del «extravío» que las primeras comuniones llevan a las familias. Algunos reporteros, que están en todo, nos han vuelto a ilustrar con minucioso detalle de los mil y un adminículos, complementos, accesorios y cuchipandas que al parecer son imprescindibles para que los zagalillos reciban por vez primera la Eucaristía. Y luego de hacer un detallado presupuesto, llegan a conclusiones no muy fiables, pero que a su entender son certeras. «Hacer la primera comunión» obliga a las familias a gastar una media de entre seis mil y tres mil euros. Y eso en tiempos como los actuales, supone -dicen- una terrible sangría para las economías familiares. Con lo que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, sacuden unos cuantos coscorrones a la Iglesia, a las parroquias y a «los curas» en general y lanzan sibilinamente la especie de que con las primeras comuniones la Iglesia tiene montado un saneado negociete. Y como vivimos en la sociedad de la desinformación y la supina incultura, hay más de un padre/madre, abuelo/a, chache/a, que se lo cree a pies juntillas. Y nadie se pone a razonar algo muy elemental: que el acceso a la Eucaristía es gratis total. Y que para que el niño/a se acerque por vez primera a tan primordial sacramento, solo hace falta un mínimo de coherencia y la suficiente base formativa para que entienda qué significa, a qué obliga y desde sus infantiles entendederas asuma gozosamente su condición de cristiano. Lo demás - el traje de almirante o los tules de princesa, el reportaje en vídeo y DVD, el banquetazo de tropecientos invitados con barra libre, la consola, el móvil de última generación y el resto de las zarandajas-, no son sino adherencias que más estorban que ayudan. Uno, que por ser ya un carroza, recibió por vez primera la Eucaristía en aquellos tiempos en que las familias basaban su día a día en el sentido común, cuando mira para atrás comprueba que la decorosa fiesta que vivió aquel día no le dejó ningún trauma. Antes bien, todavía le enternece el recuerdo del celo con que mi maestro nos preparó, aquellas ropas en las que mi madre volcó su amor en cada puntada, el regusto de los ochíos y magdalenas del jubiloso «refresco» con que en casa se celebró el evento y la cara de satisfacción que manifiestan en las fotografías el reducido, pero selecto grupo de invitados que nos acompañaron. Algo que años después se repitió con mis hijas, que «hicieron» la primera comunión vestidas de calle y revestidas de alegría, en una ceremonia profundamente sentida por todos y jubilosamente celebrada entre una docena de familiares y amigos íntimos. Así que menos historias. A las primeras comuniones convendría que las fuésemos revistiendo de más coherencia, mayor religiosidad y menos despilfarro. Así no causarían «la ruina» de las familias. Y el que quiera fanfarria, que la celebre «por lo civil». 28 / 31 DE MAYO DE 2009
Santo Reino
Cartel Desde su fundación, la Agrupación de Cofradías de Jaén recogió entre sus objetivos el fomento de la devoción a la histórica reliquia del Santo Rostro. Y por eso mismo, en reiteradas ocasiones ha utilizado tan venerada efigie como elemento esencial del cartel de Semana Santa. Este año se ha vuelto a producir tal circunstancia. Y el cartel de la Santa Santa 2009 ha ofrecido como motivo el Santo Rostro. Su autor, el pintor Francisco Galiano Gómez ha conseguido plasmar con acrílicos y pan de oro, sobre tabla de 45 x 66 una personalísima visión del mensaje pasionista del Santo Rostro, consiguiendo un cartel bellísimo y de profundo sabor jaenés. Fue presentado el 23 de enero en el Teatro Darymelia por el Deán de la Catedral don Francisco Juan Martínez Rojas y de él se hizo una tirada de cinco mil ejemplares en los talleres de Ímprenta Blanca, que han servido no solo para difundir la Semana Santa de Jaén, sino para poner de manifiesto, una vez más, la vinculación del mundo cofrade con tan histórica reliquia.
Semblanza y memoria martirial ANTONIO CASTILLO GARCÍA Coadjutor de Santa María, en Linares. 43 años. + 18 de agosto de 1936. Cementerio de Linares. Nació en Linares el 5 de octubre de 1893. Huérfano de padre, ingresó en el Seminario, ordenándose presbítero en 1918. Primero fue capellán en el asilo y en septiembre de 1919 se le designó coadjutor de Santa María. El 27 de julio de 1936 un miliciano y un guardia de Asalto le detuvieron, acusado de «desafecto», en su domicilio de la calle del Pilar, llevándole al calabozo municipal. Allí sufrió una crisis de ansiedad por lo que a los tres días tuvieron que pasarle al Hospital. El 18 de agosto, pretextando su traslado a Jaén, le llevaron en un coche a una cantera de arena junto al cementerio donde fue fusilado.
VIDA DIOCESANA
Peregrinación a Fátima durante los días 1, 2 y 3 de Mayo presidida por el Sr. Obispo Juan Párraga Barranco Con gran alegría un grupo de varias parroquias de la diócesis y de la capital emprendimos un viaje a Fátima con el principal objetivo de conocer de cerca el lugar donde puso sus plantas la Santísima Virgen y donde se apareció a tres niños, Lucía, Francisco y Jacinta. Recorrimos con gran emoción los lugares donde se apareció la Virgen y por donde pasan millones de fieles para rezar e invocar a la Señora. Sentimos especial emoción al recorrer el pueblecito de Ajustrel, lugar donde pasaron su infancia los niños, donde recibieron la visita del ángel y donde ellos realizaban sus juegos infantiles. Nos impresionó el gran número de cristianos que acudían a la Misa que presidió el día 1 nuestro querido Sr. Obispo, y nos emocionábamos al cantar a la Virgen estas estrofas en castellano del 13 de Mayo. El domingo participamos en la Misa Internacional que presidió el Obispo de Fátima y en la que concelebraron muchos sacerdotes, entre ellos los dos que nos acompañaban, D. Jesús Simón Peinado y D. Juan Párraga que dirigía esta peregrinación. Nos volvimos el día 3 por la tarde después de saborear unos recuerdos inolvidables, porque Fátima tiene un encanto especial que todos recuerdan cuando vuelven. Invitamos a que este viaje lo puedan celebrar muchos más; por nuestra parte ya hemos pedido las fechas del 13 Mayo del próximo año 2010. Nuestro agradecimiento especialmente al Sr. Obispo que hizo un largo camino y que se sintió agusto con sus diocesanos y recordando la visita que él había realizado hace ya bastantes años, y nuestro recuerdo también para todo el grupo que vivió con emoción esos tres días en Fátima.
29 / 31 DE MAYO DE 2009
VIDA DIOCESANA
Pablo, el Apóstol y Testigo La conversión de San Pablo José Antonio Sánchez Ortiz Saulo de Tarso, después de presenciar la muerte del protomártir Esteban en Jerusalén, comenzó su persecución del cristianismo. Para ello solicitó una autorización al sumo sacerdote que le permitiera perseguir a los cristianos fuera de la Capital, y se encaminó hacia Siria, y más concretamente a la ciudad de Damasco, donde, según las fuentes históricas, huyeron muchos cristianos helénicos desde Jerusalén. Pues bien, según los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de San Pablo, ocurrió algo tan extraordinario y decisivo por el camino que marcó y transformó su vida. Lucas en los Hechos de los Apóstoles cuenta tres veces la conversión de Pablo (Hch 9, 1-19; 22, 3-21; 26, 4-23). Y no lo hace gratuitamente, sino porque quiere convencer a los lectores de que el suceso del Camino es un acontecimiento decisivo y fundamental para el Apóstol de los Gentiles. En dichas narraciones encontramos a un hombre tan derrotado, sorprendido y perplejo, que se limita sólo a hacer una pregunta: ¿Quién eres, Señor?, y la respuesta que recibe es directa, desconcertante y siempre la misma: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues (cf. Hch 9, 5; 22, 8; 26, 15). Este es el encuentro que derrota y rinde al de Tarso. Y es que la gracia de Jesús Resucitado le hace cambiar su vida 180º. De ahí que el judío perseguidor del supuesto «blasfemo de Nazaret» y sus seguidores, se convierta también en un blasfemo y perseguido para los judíos, pues a partir de ese momento, reconoce y confiesa que Jesús era el Mesías esperado, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo. Por otra parte, en el testimonio de Pablo en sus cartas de lo que fue su conversión (1Cor 15, 8-10; Gal 1, 13-17; Flp 3, 7-14; 1Tim 1, 12-17), quiere puntualizar y dejar claro que fue la iniciativa de Dios lo que le hizo encontrarse con Cristo Resucitado. Pablo no quería ni buscaba encontrarse con Cristo, pero Éste salió a su encuentro y le hizo experimentar su gracia. Esa gracia que transformó su vida y que es capaz de transformar la vida de todo hombre. En definitiva, no sabemos si realmente Pablo de Tarso cayó del caballo, o si a lo que ocurrió en el camino de Damasco es mejor llamarlo conversión o vocación. Lo que sí tenemos claro es que fue el encuentro con Cristo resucitado lo que cambió su vida y ensanchó su corazón. Y que, por tanto, fue la gracia de Dios lo que le abrió los ojos y lo transformó de perseguidor en apóstol, de pecador en creyente. Este es Pablo, el apóstol que experimenta, vive y anuncia el Evangelio de la gracia.
30 / 31 DE MAYO DE 2009
Acercándonos a nuestra Catedral Pepi y Alberto. La primera capilla que aparece en la nave de la izquierda según accedemos desde la plaza de Santa María, es la dedicada al Patriarca San José. Está compuesta por un retablo pequeño muy atractivo, es de color blanco con dos pisos y ático sostenido por ocho columnas de orden corintio. En el centro del primer piso en tamaño natural, podemos disfrutar de una escultura clásica que representa a San José con el niño en brazos y en su mano derecha porta una vara de nardo floreciendo. Es una imagen estofada y policromada que fue elegida en el año 1972 para una gran exposición nacional de arte religioso. En su reciente restauración bajo el manto, aparece otro de color blanco con dibujos dorados muy agradables y que han mejorado notablemente la imagen. En el centro del segundo piso, podemos contemplar un Cristo crucificado y en el frontón a Dios Padre. A la izquierda del retablo y de arriba abajo, vemos los cuadros de San Cristóbal, San Juan Bautista y San Francisco y a la derecha a San Nicolás, San Mateo y Santa Catalina. En el banco aparecen los cuatro evangelistas y los cuatro padres de la iglesia, casualmente los mismos que los esculpidos en piedra en la fachada principal de nuestra catedral. En el testero izquierdo sobre el confesionario que ocupa D. Manuel Peña, observamos un cuadro de la Sagrada Familia con la Virgen de Belén y San José en un segundo plano y en el testero de enfrente, un lienzo del retablo de la Virgen de la capilla, vestida y con el rostro moreno por el humo de las velas, tal y como la conocíamos antes de su restauración.
...PARA CONTEMPLAR Y REZAR A PIE DE CALLE
A la luz de tu presencia Con tu luz siempre viva, siempre eterna, que brota a borbotones, en cascada, de tus manos, de tu Presencia llena de luces, de estrellas de fina plata, fuiste llenando mi opaca lámpara, y con ella, llena de clara luz, emprendí mi camino de esperanza, fue tu viva luz, mi Señor, fuiste Tú, por quien hallé, en las cosas creadas, tu inmensa hermosura, tu gran belleza, icono e impronta de tu grandeza, con tu viva Presencia iluminadas, de tu sabiduría vivientes huellas, que dejaste reflejadas en ellas. Tu Presencia, luminosa y tan clara, rompió con viva luz la noche oscura, y, embargado por tu viva hermosura, dejándome llevar por tu Palabra, hice, en luz de día claro, mi andadura, Te busqué y por tu luz fuiste encontrado, en el hombre, en tu mente dibujado, por ti creado a tu imagen y figura, y, por él presente en Ti, fuime hallado, pues él está siempre en tu sabia mente y nunca es de tu amor abandonado, y participando constantemente de Ti, fui llenándome, con presura, de tu Presencia luminosa y pura. Martín Santiago Fernández Hidalgo Párroco de la Santa Cruz de Jaén
Misa mozárabe en honor de San Amador, Patrón de Martos Salvador Aguilera López Desde hace tres años se viene celebrando una Misa en rito hispano-mozárabe con motivo de las fiestas de San Amador, ya que este santo mártir marteño perteneció a esta época histórica. Por segundo año, esta Eucaristía fue celebrada por el Rvdo. D. Salvador Aguilera López, que vino desde la Archidiócesis de Toledo. La Misa en rito hispano-mozárabe se celebró el pasado 1 de mayo en la Parroquia de San Amador de Martos. 31 / 31 DE MAYO DE 2009