Iglesia en Jaén 454 (7 de marzo de 2010)

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Carta del Director

¿Felicidad en la vocación? Hace unos días leía un interesante artículo del catedrático de psiquiatría Enrique Rojas en el que hacía unas reflexiones muy acertadas sobre la identidad y consecución de la felicidad. Todos aspiramos a ser felices, es la vocación intrínseca del ser humano. De cómo cada cual busca esa felicidad es otro tema. Pero lo cierto es que la tendencia a ser felices nos arrastra. En primer lugar, la premisa previa sobre cualquier reflexión acerca de este tema es que la felicidad global y permanente es tarea harto difícil. Yo suelo decir que la felicidad plena la tendremos cuando estemos con el Padre eterno. Pero debemos aspirar a una felicidad razonable y posible, con todas sus limitaciones, aquí en la tierra. EDITA: OBISPADO DE JAÉN VICARÍA de COMUNICACIÓN DIRECTOR: Antonio Garrido de la Torre vicariodecomunicacion@diocesisdejaen.es

COLABORADORES: Pedro Criado Manuel López Manuel Jesús Casado Juan Raya Ildefonso Rueda José Antonio Sánchez Julio Segurado Seminario Diocesano de Jaén CORREO ELECTRÓNICO: iglesiaenjaen@diocesisdejaen.es MAQUETACIÓN: José Carlos Ruiz Mariscal SUSCRIPCIONES: Jesús Jiménez. Plaza Santa María, 2. Apartado 039 - 23080 Jaén. Teléfono 953.230.036 Fax 953.230.039. Depósito Legal J-121-1990. IMPRESIÓN Gráficas La Paz de Torredonjimeno, s.l.

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Lo que me ha llamado la atención de las ideas de Enrique Rojas es la claridad con la que diagnostica la búsqueda de la felicidad en nuestra sociedad actual: «poner al bienestar y al placer como metas absolutas y decisivas de la conducta es un grave error, ya que la mejor de la trayectoria personal está surcada de problemas, luchas, fracasos de distinto signo y, por supuesto, retrocesos, salidas de la pista y estar perdido y sin rumbo. Para alguna gente la felicidad queda reducida en última instancia en bienestar, nivel de vida y economía saneada. Y, por supuesto, salud. Otros planteamientos quedan fuera de ese espectro». Y abundando en estos planteamientos, llega a decir que «no hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncias». Hasta incluso llega a hablar de sacrificio en la búsqueda de la felicidad, admitiendo que «esto que digo no se lleva, no está de moda, no tiene buena prensa, pero es fundamental». Mirando a la juventud de hoy en día no estaría de más tener en cuenta algunos de estos planteamientos a la hora de presentar la vocación al sacerdocio. La campaña del Seminario de este año nos habla del sacerdocio como una vida apasionante. Y así es si se vive con todas sus consecuencias. Pero en nuestro mundo hay demasiados ruidos que distorsionan la llamada que Dios sigue haciendo. A la vista está que nuestros jóvenes, impregnados de los valores que rezuma la sociedad actual, mayoritariamente hacen sus planteamientos de felicidad sobre unas bases, como decía Enrique Rojas, en donde lo que prima es el bienestar y el placer. Y desde estos parámetros, la vocación sacerdotal sólo se ve como una renuncia y como algo propio de bichos raros. Se puede y se debe plantear la vocación sacerdotal como una invitación a la felicidad. Sí, esa felicidad que nace del convencimiento de entregar la vida a una causa, la de Jesús, que llena de sentido la existencia. Y por supuesto, una entrega que se manifiesta en alegría y amor. Esa es la clave de toda vocación: sentirse amado por Jesucristo e invitado a llevar ese amor a los demás, ser prolongación de la presencia salvadora de Jesucristo. Y en esta historia de amor hay renuncias y sacrificios ¡claro que sí! Estas renuncias, lejos de ocultarse o maquillarse, deben ser presentadas como lo que son: el camino hacia la maduración personal y hacia la entrega total por la misión que Jesús nos encomienda. Los sacerdotes, viviendo con convicción y alegría nuestra identidad de hombres de Dios, seremos la mejor campaña vocacional ante los jóvenes que se interroguen sobre cómo alcanzar la felicidad. Antonio Garrido de la Torre vicariodecomunicacion@diocesisdejaen.es

Para reflexionar... UN CORAZÓN JOVEN PARA SEGUIR CAMINANDO Alguien quedó extrañado de que aquel anciano hubiera escalado las cimas del Himalaya durante los días más crudos del frío y nevado invierno. Cuando le preguntaron cómo había sido posible aquella hazaña, el anciano respondió: «Mi corazón llegó primero... y al resto de mi persona le ha sido fácil seguirle». Foto de portada: Retablo del presbiterio de la capilla mayor del Seminario Diocesano de Jaén 2 / 7 MARZO 2010


LA VOZ DEL OBISPO ORACIÓN POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Oh Dios, que quisiste poner al frente de tu pueblo a hombres que, representando y siendo otros Cristos, sean portadores de su gracia y del carisma del Buen Pastor. Escucha nuestras plegarias para que nunca falten a tu Iglesia estos hombres de Dios. Para que en todo tiempo y lugar anuncien tu Evangelio y renueven cada día el sacrificio de tu Cuerpo entregado y de tu Sangre derramada. Que sean hombres de Dios entre los hombres, administradores de sus misterios, con sed de Cristo, testigos e instrumentos de la misericordia divina, entre nosotros. El mundo necesita y reclama sacerdotes santos. ¡Cristo les necesita! ¡Danos, Señor, sacerdotes santos! + Ramón, Obispo de Jaén


SEMINARIO MAYOR

ESCUCHAR, RECONOCER Y RESPONDER A UNA INVITACIÓN APASIONANTE Pedro Ortega Ulloa Rector del Seminario Presentamos una condición básica y algunas acciones fundamentales para que nos sea posible discernir nuestro trabajo espiritual. 1.- Antes que nada hay algo evidente: La Iglesia entera vive de una vocación, una llamada. Todos estamos llamados a la santidad, a vivir como hijos del Dios que hace una historia amorosa con la humanidad. Esta llamada constituye la Iglesia. Y dentro de esta llamada se da una para el ejercicio de un ministerio concreto. Si este primer horizonte se pierde, si la llamada a la santidad (es decir a ser hombre y mujer a la medida del don de Dios) se pierde como condición fundamental de la vida de la Iglesia perdemos el «lugar», el «espacio» donde brota la vocación a ser cura. Habría que analizar qué sucede con esta llamada a la santidad en nuestras comunidades, en las concretas comunidades eclesiales en las que cada uno estamos insertos... 2.- Supuesto lo anterior, lo primero que hemos de hacer es anunciar la «buena noticia» de la vocación al ministerio sacerdotal. Y hemos de llegar a este anuncio de dos formas. Con las palabras y con los hechos. Se trata de «la buena noticia de la

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vocación». Sólo es posible hablar de la vocación como un regalo que desborda nuestras posibilidades. Y por esto es una «buena noticia» Si una Parroquia no habla (en las homilías, en la catequesis, en los diversos diálogos espirituales y procesos formativos) de la vocación al sacerdocio, le está faltando algo importante. Es como si nunca hablara y se sintiera responsable de los débiles, ya sea en su cuerpo o en su espíritu. Si los sacerdotes no somos testigos del gozo del ministerio (ya que llevamos entre manos algo tan grande como la «vida nueva» que Dios ofrece a la humanidad) nos está faltando en la Iglesia algo importante. Así habría que pararse a pensar cómo estamos anunciando y cómo hemos de anunciar la buena noticia de la vocación. 3.- Supuesta la llamada a la santidad (a ser hombres y mujeres nuevas), habiendo anunciado la buena noticia de la vocación hay una segunda gran acción: Rezar, rezar por las vocaciones. Supuesta la abundancia del don de Dios que aparece en la historia que hace con nosotros («la mies es abundante»), estamos llamados a la súplica («rogad al dueño de los campos y las cosechas…»). La oración dispone el corazón para escuchar y seguir la llamada al sacerdocio. Necesitamos esta disposición. La vocación no es una profesión que


SEMINARIO MAYOR se elige sino un don que se acepta. Pueden imaginarse lo difícil que resulta aceptar este don a un joven que está envuelto en la cultura del bienestar. Que un niño, adolescente o joven pueda decir que «sí» a la vocación es como un milagro. Pueden imaginarse la grandeza y el arriesgo que supone para un joven que anhela que los otros sean el centro de su vivir pues ha sido alcanzado por Jesús y quiere continuar su tarea. Es un camino apasionante. Es un camino, a veces, contracorriente. Habría que pararse a pensar cómo estamos viviendo en nuestras comunidades estas súplicas al Señor. 4.- Una última y necesaria acción. Se trata de acompañar. Cuando la inquietud aparece en el corazón del niño, adolescente o joven hay que

acompañar. El Señor sigue sembrando la vocación en el corazón de niños, adolescentes y jóvenes. ¿Qué hacer para que esta siembra crezca y dé el fruto de la respuesta? Hay que acompañar. Estar cerca de quien siente, duda, espera, rechaza… ¡hay tantas actitudes ante la llamada del Señor! El joven necesita tener alguien con quien dialogar. Y necesitamos preguntarnos: «¿Estamos estableciendo estos ámbitos de diálogo?» Donde falta diálogo espiritual puede faltar la respuesta a la llamada que el Señor sigue haciendo. La llamada a la santidad, el anuncio de la buena noticia de la vocación, la súplica y el acompañamiento son grandes momentos pastorales en los que será posible que aparezca la vocación al ministerio sacerdotal.

LAS DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN EN EL SEMINARIO FORMACIÓN HUMANA Dentro del Proyecto Comunitario 2009-2010 del Seminario Diocesano de Jaén, entre los distintos aspectos de nuestra formación, destaca en primer lugar la formación humana. Queremos hacer nuestras las palabras de San Pablo, queremos dejar en libertad al Espíritu en nuestro espíritu y así alcanzar alegría, amabilidad, humildad y dominio de sí (Gal. 5, 22ss). Alegría porque ¡vivimos de tantos regalos! Amabilidad porque así podré llevar las cargas de otros. Humildad, que es la capacidad de «no ser el centro» y desde ahí buscar los intereses de los otros. Dominio de sí como tranquilidad y moderación ante las dificultades. Juan Carlos Torres Jiménez Seminarista. Curso 5º 5 / 7 MARZO 2010


SEMINARIO MAYOR

FORMACIÓN INTELECTUAL Los candidatos al sacerdocio, a través del estudio, en especial de teología, nos adherimos a la Palabra de Dios, crecemos en nuestra vida espiritual, y nos disponemos para ejercer nuestro ministerio pastoral en una nueva evangelización. Es necesaria una sólida base doctrinal, y a posteriori una formación permanente, para responder a los problemas e interrogantes que se nos plantean en los tiempos modernos, para hacer frente a esa indiferencia religiosa que hoy aparece con fuerza. Tenemos que dedicar todo nuestro esfuerzo a este tiempo de preparación para «saber de Dios y de los hombres», a los cuales hemos de servir con amor y entrega, bajo la acción del Espíritu que nos impulsa. José Manuel Pancorbo Ortega Seminarista. Curso 2º

FORMACIÓN ESPIRITUAL Toda la vida espiritual del Seminario, está orientada en un continuo proceso de búsqueda. Conscientes de ser llamados por Jesús, cada seminarista intenta configurar su vida con la del Maestro y para ello es indispensable la renuncia a uno mismo y a muchas cosas, para que Jesús vaya ocupando cada vez más el corazón de cada uno. Esta configuración con el corazón de Cristo que ya experimentaron los discípulos se repite de manera siempre nueva en cada uno de los candidatos al sacerdocio; se trata de convivir con Jesús, de aprender sus actitudes, de intimar con Él y con su mensaje. Para ello, la Eucaristía se convierte en el punto neurálgico del día, el lugar del encuentro personal con Jesús y con todos los hermanos que comulgan con su cuerpo y con su sangre. También la liturgia de las horas nos pone en comunión con millones de cristianos que en todo el mundo alaban día y noche a Dios utilizando su propia palabra inspirada en los salmos. El sacramento de la penitencia es otro punto clave en la formación, el reconocerse pecador y débil, capacita para ser más comprensivo con las pobrezas de los demás y también nos hace experimentar el gozo de sentirse amados y perdonados por Dios. No estamos solos en este camino. La dirección espiritual es una ayuda inestimable en la andadura vocacional. Dios siempre nos habla por medio de otras personas que nos ayudan a discernir y en nuestro caso tenemos en D. Tomás un guía experimentado. Antonio Lozano Garrido Seminarista. Curso 3º 6 / 7 MARZO 2010


NUESTROS PUEBLOS Y PARROQUIAS

SEMINARIOA MAYOR

FORMACIÓN PASTORAL La formación pastoral procurará encontrar su modelo y su fuerza en el Maestro Jesús, que ha dicho: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.» (Mt 11, 29) Los seminaristas deben guardar estas palabras en su corazón y crecer en humildad (Mt 18, 5) y en capacidad de servir como Jesús, con la ayuda de Aquel que ha venido «como el que sirve» (Lc 22, 27), y cultivar un gran espíritu de acogida y de respeto para con todos. Cada seminarista recibe la ayuda de los formadores y de la comunidad para llegar a ser un hombre de la Palabra de Dios, con un amor que le permite dar su propia vida, y para adquirir un gran amor por la Eucaristía, los sacramentos y los signos que ayudan a reconocer el Misterio Eucarístico, a celebrarlo y a vivirlo con plenitud. Nuestro Seminario se hace presente en distintas parroquias de nuestra diócesis, para reunirse con niños y jóvenes, y así compartir con ellos nuestra vida, ofreciendo la alegría de la vocación. También, a través del Centro de Orientación Vocacional «Manuel Aranda» acompañamos a jóvenes en sus inquietudes vocacionales. Destacan también como actividades, los encuentros con monaguillos de diferentes arciprestazgos; los diálogos con sacerdotes y seglares, para nuestra formación pastoral, y otras actividades de carácter puntual. Y todo, porque necesitamos comunicar a otros lo que hemos recibido. Juan Carlos Córdoba Ramos. Diácono. Curso 6º

FORMACIÓN COMUNITARIA En el Seminario, vivimos formando una comunidad humana y cristiana, en la que compartimos la gozosa preparación para el ministerio presbiteral, viviendo desde ahora el espíritu de vida fraterna. Pero esta educación comunitaria está dirigida, orientada, a la vida comunitaria eclesial, educándonos en actitud de servicio y de buena convivencia entre nosotros. De manera que en este curso nos hemos propuesto como objetivo atender con esmero las tareas, que cada uno tenemos, para el servicio común. Así nos prepararemos para ser causa de comunión en nuestro futuro ministerio. Manuel Jesús Ceacero Sierra Seminarista. Curso 4º

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SEMINARIO MENOR

CARTA DE PRESENTACIÓN DEL SEMINARIO MENOR Queridos amigos y amigas de «Iglesia en Jaén»: Cuando ya llevamos varios meses de andadura en el Seminario Menor, quisiera comunicaros que va afianzándose esta institución diocesana, gracias a la oración y al apoyo de todos vosotros. El ambiente que se respira es muy agradable, y los seminaristas están plenamente satisfechos, cada día más integrados en la vida de comunidad. Dios quiera que se les pueda ayudar a cada uno a madurar como personas y como cristianos, y a descubrir lo que el Señor quiere de ellos. «El Seminario Menor es una comunidad educativa diocesana, erigida por el Obispo, para cultivar los gérmenes de vocación sacerdotal de quienes en edad temprana presentan indicios de esta vocación y se inclinan por el sacerdocio diocesano secular». Así lo presenta el Plan de Formación de Seminarios Menores en su número 6. Pero, ¿quiénes son los adolescentes que forman el Seminario? ¿Cómo se educan? ¿Qué hacen durante el día? Quizás sean éstas preguntas que os formuléis muchos de vosotros, y voy a intentar responderlas brevemente. El Seminario Menor Diocesano de San Juan de Ávila en Jaén está integrado por siete adolescentes, procedentes de las siguientes Parroquias: San Martín de Arjona, Carchelejo, Higuera de Calatrava, Santa María la Mayor 8 / 7 MARZO 2010

de Linares, la Inmaculada de Mengíbar, Sabiote y San Pedro de Torredonjimeno. Ellos por la mañana asisten a clases: los de Educación Secundaria Obligatoria en el Colegio «Divino Maestro» y los de Bachillerato en el Instituto «Fuente de la Peña»; uno está haciendo 2º de ESO; tres estudian 3º de ESO, uno, 4º de ESO; y dos, 1º de Bachillerato. Su horario es muy similar al de cualquier estudiante de su edad. Se levantan poco antes de las siete de la mañana y se acuestan a las diez y media de la noche. Su jornada está integrada por la oración (oración personal, oración de la mañana, Eucaristía y oración de la noche), la comida, las clases en el instituto, el estudio comunitario (por la tarde), el deporte (una hora a media tarde), y el tiempo libre (en el que se conectan a internet, leen revistas, juegan, etc.). El proyecto de formación de este curso pretende lograr varios aspectos en las distintas dimensiones de la personalidad del seminarista: como persona, como cristiano y como posible vocacionado. En cuanto a la formación humana, se intenta responsabilizar al adolescente sobre el uso adecuado del tiempo a través del horario. La educación cultural e intelectual está asegurada por el estudio comunitario, las clases de apoyo, el asesoramiento continuado sobre técnicas de estudio, el uso de los medios de comunicación social, y las clases de canto y de guitarra.


SEMINARIO MENOR También está presente el adiestramiento en valores tan importantes como la puntualidad, la organización y el cuidado de la habitación y de la casa, el aseo personal, los buenos hábitos alimenticios, el orden en el horario del sueño, la responsabilidad en los servicios comunitarios, el respeto por el silencio, y la capacidad de diálogo y trabajo en equipo. Y no puede faltar, por supuesto, la educación afectivosexual y la formación social y comunitaria, desde la aceptación y respeto del otro, el aprendizaje del trabajo común, el cultivo de verdaderas relaciones de amistad y la formación en la responsabilidad y servicio a los demás. Todo ello desde el proyecto personal de vida, que es el instrumento adecuado para concretar y realizar el seguimiento de los medios de los que se va a valer cada seminarista para crecer en todas las dimensiones de su personalidad.

seminarista conozca, valore y ame la Iglesia diocesana, y que se dé a conocer el Seminario Menor.

Por lo que se refiere a su formación cristiana, se fomenta que los seminaristas tengan una intensa vida de oración, a través de la oración diaria, el taller de oración, los retiros espirituales, la Exposición del Santísimo, el Rosario, el Vía Crucis y la devoción a San José. El director espiritual (D. Andrés Segura) se pasa una tarde a la semana para dialogar con ellos, brindándoles la oportunidad de confesar y de ser acompañados por él. Además, reciben una iniciación a la Liturgia de las horas y a la Eucaristía. Y, poco a poco –a través de visitas a parroquias, arciprestazgos y otras realidades pastorales– se procura que el

Nada más. No quisiera cansaros demasiado… Sólo deseo agradecer de corazón todos los esfuerzos y sacrificios –callados y alegres– que realizan las personas que colaboran en el Seminario Menor, desde las clases de apoyo y de guitarra, el taller de oración, la educación afectiva, las charlas-coloquio, etc., y también a las personas que trabajan en el Seminario, por supuesto. Gracias de corazón. Hasta pronto. Recibid un saludo muy cariñoso, José María Romero García Rector del Seminario Menor

«El Seminario Menor es una comunidad educativa diocesana, erigida por el Obispo, para cultivar los gérmenes de vocación sacerdotal de quienes en edad temprana presentan indicios de esta vocación y se inclinan por el sacerdocio diocesano secular»

Por lo que respecta a la formación vocacional, se privilegia el acompañamiento personal del seminarista, procurando que el discernimiento vocacional le ayude a descubrir el plan de Dios sobre él, de manera que esté abierto a su llamada y pueda comprometerse en la opción vocacional sacerdotal. Además, los fines de semana participan en sus Parroquias, siendo acompañados también por su párroco. Y participan en todas las actividades vocacionales, como agentes privilegiados de pastoral vocacional.

Todo esto es lo que se está intentando llevar a cabo en el Seminario Menor… Luego está la vida de cada día, que va contextualizando cada una de las tareas que se realizan y que las va haciendo agradables.

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SEMINARIO MAYOR

«CRISTO SE HA FIADO DE MÍ PARA SERVIRLE EN SU IGLESIA DE JAÉN» Entrevista al Diácono Juan Carlos Córdoba Ramos, alumno del sexto curso del Seminario Diocesano ¿Cómo sentiste que Dios quería que fueras sacerdote? Todo comenzó cuando siendo aún muy niño, acudía a mi parroquia, a la vez que jugaba en las calles del barrio; aquellos repiques de campana que oía cada día, me parecía que se debía a algo importante. Por ello acabé aceptando la propuesta de ser monaguillo, que sin yo saberlo, fue el inicio de una larga historia. He de decir que el Señor se ha servido de valiosos instrumentos, para hacer crecer la semilla que El mismo sembró y poco a poco ha ido creciendo: mis padres que desde el primer instante me animaron; mi primer párroco, D. José Luís Carabias, en quien me fijé muchos años ayudándole como monaguillo y a quien guardo un cariñoso recuerdo. Pero ante todo, fue clave en el comienzo de mi vocación y posterior desarrollo, la persona del P. Juan Lucena, coadjutor de la parroquia y sacerdote de la misión, que seguro que vela por mí desde el cielo, pues ha sido mi gran amigo y acompañante de mi vocación. Su gran sencillez y delicadeza despertó en mí los deseos de ser sacerdote, y por ello acabé en el «Seminario Menor Reina de los apóstoles» de Andújar, comunidad en la que el vivía y ejercía como profesor. Mi instancia allí durante seis años fue de una gran formación humana y crecimiento en la fe… ¡mucho podría decir aquí! Cuando cumplí los dieciocho años, tomé la decisión de marchar al Seminario Diocesano de Jaén, motivado por mis deseos de ser cura de una parroquia de pueblo, y con la ayuda de D. Facundo López, entonces párroco, quien me ayudó a entrar en el Seminario y a quien estoy agradecido. En cada momento el Señor me ha ido mostrando, no sin dificultades, su voluntad; y me ha ayudado a escuchar su llamada…

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¿Qué destacarías del momento de tu ordenación como diácono? Destacaría principalmente un gran gozo, pues he vivido la ordenación como un regalo del Señor Jesús, unido a una especial confianza, ya que Él se ha fiado de mí para servirle en su Iglesia de Jaén. Fue muy emotivo para mí el momento de las letanías, donde sentí que la oración de la Iglesia entera me acompañaba. Y durante las promesas me hice consciente del compromiso que de aquí en adelante me esperaba, para dar testimonio valeroso del Evangelio en medio del mundo, a pesar de mis debilidades. Me sentí rodeado de un gran cariño por parte de sacerdotes, familia y amigos. ¿Cuáles son las funciones que desempeñas como diácono? El carisma del diácono es el de Cristo servidor, «que no vino a ser servido sino a servir». En sus orígenes los diáconos aparecen como servidores de las mesas para atender a los huérfanos y viudas, ya que los apóstoles debían ocuparse de otras tareas. El ministerio diaconal, se sustenta sobre la triple función de la dedicación a la Palabra, la liturgia y la caridad. Es propio de mi ministerio la catequesis y la enseñanza de la Palabra en sus diferentes ámbitos. En el ámbito de la liturgia tengo las funciones propias de mi ministerio: en la celebración de la eucaristía la proclamación del evangelio, hacer la homilía, invitar con el saludo de la paz y despedir al pueblo, distribuir la comunión, etc. Además puedo asistir a los matrimonios, bautismos y presidir las celebraciones de la Palabra. Pero quizás lo más esencial del diácono es el servicio de la caridad, entendida como servicio a los hermanos más necesitados de nuestra sociedad.


SEMINARIO MAYOR Dinos algunas experiencias de tu pastoral en la parroquia de Villanueva del Arzobispo. Desde que recibí la noticia de ir a Villanueva del Arzobispo de experiencia pastoral como alumno de sexto, ha sido para mí una gran alegría, ya que siempre he deseado compartir, como futuro sacerdote, la vida de la gente de algún pueblo entorno a la parroquia. Pues esta vez ha sido así, y desde que llegué a Villanueva no he dejado de dar gracias a Dios por la acogida recibida, tanto de su párroco D. Bartolomé López Gutiérrez que me ha abierto su casa para ser la mía propia, como la de todos aquellos con los que me he ido encontrando, que a pesar de verlos sólo los fines de semana, siento haberlos conocido desde siempre. ¿Qué me he encontrado en Villanueva en este breve espacio de tiempo pero intenso a la vez? Un párroco, que junto a él voy caminando, aprendiendo, celebrando y compartiendo la vida de su ser sacerdote en medio de un pueblo, y cuyo deseo es llevar a todos la alegría del Señor; muchas religiosas y padres trinitarios que en el momento en que me acogieron no han dejado de animarme y orar por mi pronta consagración; matrimonios que con su vida entregada han sido para mí un constante ejemplo; personas buenas y generosas que desde diversas tareas en la parroquia me han mostrado su deseo de seguir al Señor e ir creciendo en la fe. Son tantas experiencias que difícilmente pueden quedar expresadas en un momento. Mi deseo de esta experiencia a lo largo de este curso, es ir acogiendo y viviendo en mi interior aquello a lo que el Señor me llama, e ir preparando mi vida para pronto entregarla (D.m) con humildad y sencillez en el ministerio sacerdotal. Espero y pido al Señor ser fiel a la vocación a la que he sido llamado, y poder cumplir su voluntad en medio de su pueblo. Espero alcanzarlo por la intercesión de la Santísima Virgen de la Fuensanta, a quien acudí desde el primer día en el que llegue a Villanueva. ¿Qué aportan los años del Seminario en un joven como tú? El Seminario ha aportado mucho en vida durante estos años de formación; me ha ayudado mucho a ir creciendo en un mayor conocimiento del Señor y su obra en el mundo; a ir aumentando un contacto íntimo con Él mediante la oración y la escucha de su Palabra. El Seminario, más que un lugar, ha sido para mí un tiempo privilegiado que me ha ayudado a discernir la llamada que Jesús ha hecho a mi

vida, ha sido un tiempo de continua escucha. También he descubierto la riqueza que te da el vivir con otros, compartiendo el día a día como en una familia, y aunque la vida en comunidad no está exenta de dificultades, he sentido que gran parte de lo que soy es gracias a mis formadores y compañeros. El Seminario me ha invitado continuamente a poner los ojos fijos en el Maestro, para después en el ministerio ofrecer lo mejor que tenemos: Jesucristo. ¿Qué opinas que falla para que haya tan pocos jóvenes con vocación al sacerdocio? Creo que hoy, comprometer la vida desde un para siempre no se considera como opción, y quizás ser sacerdote puede parecer como «pedir demasiado». Creo que la crisis vocacional presente en nuestra Iglesia actual se debe a diversos factores. Destaco que hay un gran desconocimiento de la persona de Jesucristo; quién es y qué nos ofrece. Y unido a esto una fe desencarnada, esto es, como si nada tuviera que ver con la propia vida del hombre de nuestro tiempo. Considero que faltan en nuestra Iglesia comunidades que compartan la fe, y en ellas especialmente los jóvenes, pues desde una vivencia auténtica de la fe en nuestras parroquias, podrán surgir no sólo vocaciones al sacerdocio, sino a todos los estados de la vida cristiana. No obstante, hemos de seguir anunciando la alegría que supone descubrir la vocación a la que él nos llama, ya que no se trata de otra cosa que descubrir cual es la felicidad que nos aguarda. ¿Crees que la vida de un cura es apasionante, como dice el lema de la campaña del Seminario de este año? Hace falta más qué nunca testigos; hombres valientes que hagan presente en medio de cada una de las realidades de nuestra sociedad el Evangelio de Jesucristo; no tanto con palabras que abundan en demasía, sino más bien con la propia vida, anunciando así al Dios de la vida que ha querido quedarse entre nosotros para ofrecernos su amor; un amor capaz de transformar el corazón del hombre y las estructuras injustas que le oprimen. La vida de un cura será apasionante en la medida en que se entregue totalmente a su ministerio: presidiendo al pueblo de Dios en el amor, alimentándolo con la Palabra, y fortaleciéndolo con los sacramentos. Y en todo siendo «testimonio constante de fidelidad y de amor» 11 / 7 MARZO 2010


DÍA DEL SEMINARIO

DÍA DEL SEMINARIO 2010 «El sacerdote, testigo de la misericordia de Dios» El lema que titula la celebración del Día del Seminario para este año, «El sacerdote, testigo de la misericordia de Dios», también debe ayudarnos a tomar conciencia de aquellos rasgos que son propios de los sacerdotes y que han de ser los que un joven seminarista desee y anhele para su futuro comportamiento pastoral en la Iglesia y en la sociedad. El tema de la misericordia vivida y testimoniada por el sacerdote se centra en una dimensión primordial y capital de su vocación concreta: la relación con Cristo pastor misericordioso. También esta relación debe ir creciendo gradual y paulatinamente durante los años de formación en el seminario. Actualmente, seminaristas y sacerdotes son un haz de relaciones que modelan su forma de ser y espiritualidad. Llamados a la triple condición teológica (servidores de la Palabra, de la liturgia y de la comunidad), igualmente su formación reclama actitudes personales y espirituales coherentes con estas funciones que se darán en su ministerio. Por tanto, es el seminario el lugar más propio y único para iniciar a los candidatos al sacerdocio en las virtudes sacerdotales: la fe, la esperanza, la caridad pastoral, la vida orante, el celibato, la pobreza, la disponibilidad obediente, la formación teológica, la fraternidad presbiteral... ¡y las actitudes de misericordia! (…) Esta cualidad específica sacerdotal de la misericordia divina que el sacerdote ha de vivir y ejercer, se sitúa como trasfondo de la formación en el seminario, y debe orientar las opciones pedagógicas que se van asumiendo en cada una de las áreas formativas. Los futuros candidatos al sacerdocio han de conocer las obligaciones y actitudes inherentes al ministerio, de tal manera

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que puedan ir seleccionando e intensificando aquellos valores y actitudes que configuran el perfil vocacional sacerdotal y lo encarnen. El valor y virtud de la misericordia son fundamento necesario de toda la formación sacerdotal; el seminarista candidato al sacerdocio debe primeramente reconocer la misericordia que Dios ha tenido con él a la hora de ofrecerle el don vocacional (elección) y debe vivirlo con un compromiso libremente asumido y ardientemente deseado (respuesta vital). Seguidamente, el seminario y la labor del equipo de formadores atenderán las cualidades presentes en la naturaleza humana del seminarista, fundamento real de la vocación, para construir la formación sacerdotal. Todas las dimensiones o áreas formativas que el Seminario ofrece están llamadas a promover la misericordia, pues todas están integradas entre sí y crecen a la vez, todas dependen interiormente unas de otras; a saber: – La formación humana, fundamento de toda la formación sacerdotal, posibilita un itinerario de madurez de la personalidad que ha de orientarse hacia la formación del pastor . – La formación espiritual busca cómo estrechar la relación del futuro sacerdote con Cristo; por tanto, el seminario ha de ofrecer una educación en las virtudes. – La formación intelectual tiene por objeto cimentar la propia fe y adiestrar a los seminaristas para anunciarla a los hombres de hoy; no basta por tanto una capacidad suficiente para realizar


DÍA DEL SEMINARIO los estudios, importan también otras cualidades y virtudes humanas esenciales (creatividad, racionalidad crítica y constructiva, inteligencia práctica o sentido común...). – La formación pastoral, orientada desde el triple munus de enseñar, santificar y regir; esta forma de ser y hacer dependerá en gran medida de las aptitudes prácticas del sujeto para acompañar y servir al pueblo de Dios, de la capacidad de los candidatos para comprometerse en una vida y comportamiento pastoral que se desarrolla en múltiples relaciones humana en la Iglesia y en la sociedad. – La formación comunitaria tiene repercusiones importantes en el modo de promover y vivir la misericordia durante tiempo de estancia en el seminario, dado que influye en la forma determinada de vivir la disciplina, educa a los alumnos en la libertad interior y sencillez de vida, les ayuda a entender adecuadamente la obediencia, se ejercitan las relaciones entre los compañeros y el reparto de responsabilidades en previsión a la futura pertenencia a la vida y fraternidad presbiteral. El Plan de Formación Sacerdotal para los Seminarios Mayores, de la Conferencia Episcopal Española, establece los medios necesarios y más propios para alcanzar los objetivos que se describen en cada una de las dimensiones de la formación que se da en los seminarios. Algunos de estos medios concretan aún más las actitudes de misericordia que se han de dar en los futuros sacerdotes, por ejemplo: – Elaborando el propio proyecto personal de vida como decisión personal por descubrir la vocación; este proyecto permite hacer un análisis de la vida, bajar a los detalles concretos y formular retos u objetivos. – Aceptando la mediación de un acompañante; se refleja en el compromiso de una dirección espiritual. No hay vida cristiana si no se llega a la concreción de un estilo definido de vida; y no hay dirección espiritual si uno no se deja acompañar en los vericuetos de la vida de seminarista. La dirección espiritual ayuda a concretar lo que será la estructuración de la persona del presbítero desde el sacerdocio (identidad-misión), su relación con Cristo, la eclesialidad, la caridad pastoral (amor misericordioso de servicio a los demás), y la afectividad. – Comprometiéndose a la praxis de un proyecto de vida comunitario; es la forma más inmediata de practicar la misericordia con aquellos que conviven diaria- mente con el seminarista, compañeros y formadores. Aspectos como la obediencia, la disciplina, la encomienda de oficios y responsabilidades, el cumplimiento del horario, los encuentros comunitarios, el deporte, los momentos lúdicos y de convivencia... contribuyen a desarrollar virtudes tan fundamentales para un futuro presbítero como son la humildad, la sencillez y la corrección fraterna. Realizadas con cariño son fuente de unidad, de paz. – Celebrando frecuentemente el sacramento de la Penitencia; el día de mañana el seminarista será «ministro de la reconciliación», pero desde esta etapa formativa en el seminario él mismo ha de vivir esta reconciliación, experiencia de ser

Oración por los sacerdotes en el Año Sacerdotal Jesús, Buen Pastor, que has querido guiar a tu pueblo mediante el ministerio de los sacerdotes: ¡gracias por este regalo para tu Iglesia y para el mundo! Te pedimos por quienes has llamado a ser tus ministros: cuídalos y concédeles ser fieles. Que sepan estar en medio y delante de tu pueblo, siguiendo tus huellas e irradiando tus mismos sentimientos. Te rogamos por quienes se están preparando para servir como pastores: que sean disponibles y generosos para dejarse moldear según tu corazón. Te pedimos por los jóvenes a quienes hoy también llamas: que sepan escucharte y tengan el coraje de responderte, que no sean indiferentes a tu mirada tierna y comprometedora, que te descubran como el verdadero Tesoro y estén dispuestos a dar la vida «hasta el extremo». Te lo pedimos junto con María, nuestra Madre, y san Juan María Vianney, el santo Cura de Ars, en este Año Sacerdotal. Amén. 13 / 7 MARZO 2010


Nuestros Seminaristas…

Antonio Barranco Ortega - Jaén

Antonio Lozano Marín - Villacarrillo

David Martínez Díaz - Villacarrillo

Diego García Luján Torreblascopedro

Emilio Jesús Díaz Pérez - Almería

Fco. Javier García Moreno - Nogerones

Germán García Aguilera - Andújar

J. Manuel Pancorbo Ortega - Torredelcampo

Juan Antonio Casas Sánchez - Mancha Real

Juan Carlos Córdoba Ramos - Andújar

Juan Carlos Torres Jiménez - La Carolina

Manuel Jesús Ceacero Sierra - Linares

Miguel Conejero Bachiller - Andújar


JESÚS TE DICE… Déjame valerme de tus ojos para ver la necesidad ajena, sea grande o pequeña. Déjame valerme de tus oídos para oír el clamor de los perdidos. Permíteme hacer uso de tu lengua para divulgar Mis palabras de amor y compasión, de oración y consuelo, entre los abatidos. Déjame valerme de tu mente para implantar en ella Mis pensamientos, pensamientos de amor y de bondad. Déjame tomar tu corazón en Mis manos y que se parta por las multitudes que aún no conocen Mi amor. Sí, déjame quebrarte el alma para que luego pueda tomar los trozos y formar con ellos una vasija más dócil y más útil a través de la cual verter Mi amor. Déjame hacer uso de tus manos para enjugar las lágrimas de quienes lloran, para dar una palmadita de consuelo en la espalda de quienes se hallan decaídos, para auxiliar a quienes han quedado a la vera del camino. Lo único que requiero para poder servirme de ti en esas situaciones es que estés dispuesto y que prestes oído a Mis suaves susurros. Quizá piensas que esas situaciones no revisten mucha importancia, pero son grandes a Mis ojos. Ser una vasija, un instrumento de Mi amor, constituye una gran vocación. Jesús


AÑO SACERDOTAL

CELEBRAMOS EL AÑO SACERDOTAL El 19 de junio de 2009 (fiesta del Sagrado Corazón), el Papa abrió el Año Sacerdotal. Ha querido el Santo Padre que este Año Sacerdotal coincida con la celebración del CL aniversario de la muerte de S. Juan María Vianney, el «Cura de Ars». Durante el 2010 (Año Jubilar), Benedicto XVI proclamará a este humilde cura rural «Patrono de todos los sacerdotes del mundo». ¿Quién fue el Cura de Ars? Juan María Vianney nació cerca de Lyon en 1786. De origen muy humilde y con dificultades intelectuales, tuvo que superar muchos problemas para llegar a ordenarse sacerdote. Fue enviado a Ars, un pequeño y aislado pueblo donde se pensó que sus limitaciones intelectuales no podrían hacer mucho daño. A los pocos años de llegar allí, fundó una especie de orfanato para jóvenes desamparadas; se le llamó «La Providencia» y fue el modelo que se tomó para instituciones similares que se establecieron, más tarde, por toda Francia. Él mismo instruía a las niñas de «La Providencia» en el catecismo y estas sesiones de catequesis llegaron a ser tan populares que se daban todos los días en la iglesia a grandes multitudes. La gente de otras parroquias empezó a acudir a él, luego de lugares distantes, más tarde de toda Francia y, finalmente, de otros países. Pero su principal labor fue la dirección espiritual. Durante los últimos diez años de su vida pasó de 16 a 18 horas diarias en el confesionario; su consejo era buscado por toda clase de personas: obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes, enfermos y personas con toda clase de dificultades. En 1855 el número de peregrinos había alcanzado los veinte mil al año. Su dirección se caracterizaba por el sentido común, su gran perspicacia y 16 / 7 MARZO 2010

conocimiento sobrenatural. Murió en 1859; el papa Pío XII lo canonizó en 1925 y su fiesta se celebra el 4 de agosto. Este sacerdote resume en su vida las claves del ser y la misión sacerdotal, las vivió a la manera de su época, pero son dimensiones sacerdotales para todos los tiempos: la predicación, la oración, la caridad, la atención a las celebraciones sacramentales, especialmente a la penitencia y la Eucaristía. Un año para valorar la misión sacerdotal Los sacerdotes son personas dignas, hombres de oración y de caridad, entregados al ministerio pastoral, solidarios con los pobres, cercanos a los que sufren. En medio de una vida austera, dedican su existencia a la Iglesia por amor a Jesucristo, a la misma Iglesia y al pueblo. Se afanan diariamente en su misión pastoral en medio de las exigencias actuales, entre ellas la escasez de sacerdotes, con la consiguiente multiplicación de trabajo que ello conlleva. Motivos de esta falta de vocaciones pueden ser el secularismo existente, el reducido número de hijos que tienen las familias en la actualidad, la dificultad de transmitir a los hijos el sentido cristiano de la vida que pueda ponerlos en disposición de escuchar la llamada al sacerdocio. Este aumento de tareas por la escasez de vocaciones influye en la profundidad del trabajo pastoral de los sacerdotes y la relación con los fieles se hace menos gratificante. En este ambiente nos disponemos a celebrar el Año Sacerdotal, en el que toda la Iglesia está llamada a rezar y reflexionar sobre la belleza e importancia del sacerdocio, puesto que el sacerdote es sacramento de Cristo, en cuyo nombre celebran los grandes misterios cristianos, singularmente la Eucaristía, centro y fuerza de la vida del cristiano. Debe ser un periodo de renovación espiritual, un momento de gracia, para profundizar en la identidad del sacerdote, en el sentido de su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad. Debe ser un año de oración de los sacerdotes, por los sacerdotes y con los sacerdotes.


AÑO SACERDOTAL

PROPUESTAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI DESDE EL EJEMPLO DEL SANTO CURA DE ARS Vamos a recoger sólo unas líneas de la carta en la que el Papa llama a esta celebración y en la que resalta las enseñanzas de este cura santo para los sacerdotes de hoy. 1) Anunciar la verdad del amor S. Juan M. Vianney consiguió cambiar el corazón y la vida de muchas personas, porque fue capaz de hacerles sentir el amor misericordioso de Dios. Llegó a decir «La mayor desgracia para nosotros los párrocos es que el alma se endurezca», refiriéndose al peligro de que el pastor se acostumbre al estado de pecado o indiferencia en el que viven muchos fieles. 2) El testimonio evangélico Es preciso que los sacerdotes, con su vida y sus obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico, están llamados a asimilar el «nuevo estilo de vida» que el Señor Jesús inauguró y que los apóstoles hicieron suyo. 3) Un nuevo estilo de vida: vivir los consejos evangélicos El Cura de Ars supo vivir los «consejos evangélicos» de acuerdo con su condición de presbítero. Su pobreza fue la que se le pide a un sacerdote, a pesar de manejar mucho dinero por los donativos que recibía, era consciente de que todo era para sus huérfanos, sus familias más necesitadas, sus pobres… (Él explicaba: «Mi secreto es simple: dar todo y no conservar nada»). Su castidad también era la que se le pide a un sacerdote, los fieles se daban cuenta de que miraba el sagrario con los ojos de un enamorado. La obediencia le hizo permanecer en su puesto ya que le atormentaba no sentirse idóneo para el ministerio parroquial y deseaba retirarse. Su regla de oro para ser obediente era: «Hacer sólo aquello que puede ser ofrecido al buen Dios». 4) Vivir la «forma comunitaria» del sacerdocio El ministerio sólo puede ser desarrollado en la comunión de los presbíteros con su

obispo, basada en el sacramento del Orden y manifestada en la concelebración eucarística y en diversas formas concretas de fraternidad sacerdotal efectiva y afectiva. Solamente así podrán, los sacerdotes, vivir el don del celibato y serán capaces de hacer florecer comunidades cristianas en las que se produzcan los prodigios de la primera predicación del Evangelio. 5) Dar más cabida a los laicos El ejemplo de san Juan María Vianney me lleva a poner de relieve los ámbitos de colaboración en los que se debe dar más cabida a los laicos. En este contexto hay que tener en cuenta la encarecida recomendación del Concilio Vaticano II a los presbíteros de «reconocer sinceramente y promover la dignidad de los laicos y la función que tienen como propia en la misión de la Iglesia… Deben escuchar de buena gana a los laicos… para poder junto con ellos reconocer los signos de los tiempos». 6) Percibir la nueva primavera del Espíritu Me complace invitar particularmente a los sacerdotes, en este año dedicado a ellos, a percibir la nueva primavera que el Espíritu está suscitando en nuestros días en la Iglesia, a la que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades han contribuido positivamente. 7) Enseñar a orar El santo Cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar. Decía que «No hay necesidad de hablar mucho para orar bien», «Sabemos que Jesús está en el sagrario, abrámosle nuestro corazón, alegrémonos de su presencia. Esta es la mejor oración». 17 / 7 MARZO 2010


AÑO SACERDOTAL

DIEZ FORMAS DE DAR LAS GRACIAS POR NUESTROS CURAS La celebración del Día del Seminario centra nuestra mirada ineludiblemente en la figura del sacerdote, en aquel joven que un día se formó en su seminario diocesano y que hoy es, precisamente, un ministro cualificado de Cristo en medio del pueblo que le ha sido confiado. Es una gracia poder celebrar este Día del Seminario en el marco del Año Sacerdotal convocado por el Papa Benedicto XVI. Se trata, según sus propias palabras, de «favorecer esta tendencia de los sacerdotes a la perfección espiritual de la que depende sobre todo la eficacia de su ministerio». Proponemos a toda la comunidad cristiana dar gracias por los curas que tenemos y pedirle al Señor que nos siga regalando los sacerdotes que la Iglesia necesite en cada momento. Todos estamos comprometidos en la ayuda y renovación de los sacerdotes, estar cerca de ellos, colaborar, interesarse por el seminario… Ofrecemos algunas sugerencias para celebrar en las parroquias, en las comunidades cristianas, en los grupos o movimientos eclesiales este Año Sacerdotal, desarrollando algunas de estas actividades que, movidas por el amor y la fe en el misterio sacramental que es la vida de cada sacerdote, podrían estar presentes hasta que finalice en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

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Celebrar el día del párroco, con el título «Los sacerdotes de mi parroquia». Se podría tener una celebración eucarística, a la que se invitaría a todos los sacerdotes vivos que han pasado por una misma parroquia en la que han ejercido su sacerdocio. Un detalle también significativo sería el poder elaborar un mural con las fotografías de esos sacerdotes, ordenadas de forma cronológica (los años que han estado sirviendo a la parroquia), así como la tarea de recabar una breve biografía de cada uno de ellos.

Las parroquias podrían también tener un recuerdo para con las vocaciones sacerdotales que han nacido en el seno de esa comunidad. Idear y concretar una fecha en la que se puedan reunir todos sería un buen testimonio.

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Organizar una visita a las casas-residencias sacerdotales que la diócesis tenga. Quizá estamos más acostumbrados a ese otro tipo de residencias más genéricas donde viven nuestros mayores, bien sean familiares o paisanos. Existen también casasresidencias donde los sacerdotes jubilados son atendidos en esta etapa dorada de sus vidas. Seguro que agradecen este tipo de detalles, máxime en este año.


AÑO SACERDOTAL Organizar una peregrinación al seminario diocesano. Es necesario que las comunidades cristianas conozcan de primera mano el lugar donde los jóvenes se forman para ser en un futuro sacerdotes. Los seminarios están capacitados para llevar a cabo este tipo de acogidas de grupos, comunidades y parroquias que se acerquen al lugar signo de la vocación en la diócesis. Se podrían declarar «a modo de templos jubilares» las capillas de los seminarios diocesanos e invitar a que los fieles peregrinen corporativamente a ellos, rogando por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio. Todo ello complementado con los sacramentos de la confesión y comunión, y la oración por las intenciones del Papa.

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En la Misa dominical no debería faltar una petición por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio en la oración de los fieles.

Revivir y extender la práctica de los «jueves eucarísticos» mediante la prolongación de la acción de gracias después de la comunión con la adoración del Santísimo Sacramento, expuesto en la custodia, y recitar la oración aprobada para este Año Sacerdotal.

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Resaltar y cuidar la celebración del Jueves Santo, «día eminentemente sacerdotal». También, poder participar de la Misa Crismal, uniéndose en oración a los sacerdotes que en ese día renuevan, junto con el obispo diocesano, sus promesas sacerdotales.

Conocer a los candidatos que van a ordenarse en este año.

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Programar actividades catequéticas y pastorales que ahonden en la figura del sacerdote por medio de talleres de lecturas (biografías de sacerdotes ejemplares y santos) o la práctica del cine fórum (recomendamos la web www.cineyvocacion.org, en donde hay una sección de películas relacionadas con el Año Sacerdotal).

Con los diferentes movimientos familiares, de profundización en la fe, grupos y comunidades se puede reflexionar sobre el papel de los sacerdotes en su función de «consiliarios espirituales» y el servicio ministerial que prestan en su labor de acompañamiento y sostenimiento para que el grupo crezca humana y cristianamente.

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La experiencia de los nuevos acólitos Desde que recibieron el ministerio del acolitado el pasado 11 de diciembre por el Excmo. Obispo de Jaén Don Ramón del Hoyo, los nuevos acólitos Germán García Aguilera y Juan Carlos Torres Jiménez vienen realizando las actividades propias del mismo en el seminario Diocesano de Jaén y en sus parroquias de origen; Cristo Rey de Andújar y San Carlos Borromeo de La Carolina. Germán nos comenta cómo en este camino hacia las órdenes hace mucho bien el acompañamiento y aliento de aquellos a quienes se puede pedir consejo sobre esta etapa en el recorrido de la propia formación. Juan Carlos, por su caso personal, destaca en esta etapa del acolitado la grata labor del acercamiento a los enfermos.

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VIDA DIOCESANA

Acuerdo para crear una plataforma provida entre Cáritas y las organizaciones provida en Jaén El miércoles 17 de febrero tuvo lugar una reunión entre la Delegación de Cáritas y la Delegación de Familia y Vida de la Diócesis de Jaén donde se llegó al acuerdo de crear una plataforma provida entre Cáritas y las distintas organizaciones provida con representación en la diócesis. A la reunión asistieron representantes de Cáritas, la presidenta de Red Madre Jaén y el presidente de Derecho a Vivir Jaén así como el Delegado de Cáritas D. Juan Raya y el Delegado de Familia y Vida D. Francisco de la Torre. El acuerdo, que se plasmará documentalmente en una próxima reunión, tendrá también una agenda de actuación. Este acuerdo implica un importante avance en la ayuda a aquellas madres que tienen problemas para seguir con su embarazo, para que puedan ser asistidas por profesionales que les ayuden y acompañen en todo el proceso. Creemos que es un importante avance a favor de la vida y la dignidad de la mujer.

2010: Año Europeo de lucha contra la Pobreza Juan Raya Marín. Vicario Episcopal de Caridad Quizá ni les suene, pero el 2010 ha sido declarado Año Europeo de lucha contra la pobreza y la exclusión social. Es posible que si fuese un año por alguna cuestión cultural, o por la igualdad de género, o algo así, lo tendríamos hasta en la sopa, en vallas publicitarias, encuentros políticos y declaraciones grandilocuentes. Hace años que la Unión Europea marcó este año como momento para medir los avances en cuestiones sociales. Pero todo ha sido un fracaso, los índices de pobreza y exclusión van a peor. Y no es cuestión de la crisis, ya antes de la crisis iban a peor. Nos estamos acostumbrando a grandes declaraciones, que no se cumplan. Se está diseñando la denominada «Estrategia EU 2020» que pretende marcar el rumbo de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, pero por ahora sólo «dogma» casi incuestionable: subordinar todas las decisiones al crecimiento económico, sin dar demasiada importancia a los déficits estructurales de cohesión social, la 20 / 7 MARZO 2010

precariedad y fragilidad del empleo o la baja intensidad de la protección social. Estamos viviendo la demostración palpable de que crecimiento económico no garantiza cohesión social, ni estabilidad del empleo, ni protección a los más débiles. El modelo económico que había antes de la crisis, no nos va a sacar de la crisis. Una sociedad que antepone la construcción de los mercados, al de las sociedades y que plantea una concepción del individuo como consumidor en lugar de cómo ciudadano, es una sociedad sin visión integrar de la inclusión social. Para ir hacia una sociedad más cohesionada será necesario cambiar la estrategia. Rescatar el valor de los mercados interiores, (no todo tiene que estar hecho por multinacionales). Que el costo social sea más determinante que el costo económico. Tenemos que crear una sociedad donde los vínculos sean más cercanos: familia, vecindad, asociacionismo, comunidad parroquial,.... Está demostrado que a mayor capital social, menor pobreza, cuando más podemos compartir, podemos vivir mejor.


VIDA DIOCESANA

EL CONSEJO DIOCESANO DE PASTORAL REFLEXIONA SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS SACERDOTES El consejo diocesano de pastoral ha celebrado una reunión en la que ha reflexionado sobre la situación del presbiterio en este año sacerdotal. Este encuentro, presidido por el obispo de Jaén D. Ramón del Hoyo, comenzó con la oración y la intervención de D. Rafael Higueras Álamo, postulador de la causa de beatificación de Manuel Lozano Garrido, «Lolo». D. Rafael informó de la fecha de la beatificación de Lolo, que tendrá lugar en Linares el 12 de junio. También explicó los rasgos fundamentales de la vida del próximo beato y se centró en comentar los trabajos que viene desarrollando la comisión diocesana que está preparando todo lo relativo a la beatificación de este seglar linarense. El tema principal que desarrolló este consejo, en el que están representados los seglares de la diócesis de Jaén, fue la situación del presbiterio diocesano. La presentación del tema corrió a cargo del delegado del clero, D. Javier Díaz Lorite. Previamente se había enviado un cuestionario en el que se pedían respuestas a tres interrogantes: qué piden los laicos a los sacerdotes en las actuales circunstancias, cómo llevar a cabo la necesaria corresponsabilidad entre los sacerdotes y los laicos en la evangelización actual y cómo promocionar por parte de la Iglesia diocesana las vocaciones al ministerio sacerdotal. A partir de las respuestas ofrecidas, el delegado del clero realizó un resumen que fue ampliamente comentado. Sobre el tema vocacional, el delegado episcopal de pastoral para las vocaciones, D. Pedro Ortega Ulloa, valoró algunos aspectos en los que trabaja la delegación. Los seglares apuntaron varias reflexiones sobre la atención a los jóvenes y a las familias, como ámbitos en los que se debe trabajar para que haya más vocaciones. También se comentó el tema de la vida ilusionada y entregada de los mismos sacerdotes como mejor estímulo en la pastoral vocacional. El vicario general, D. José Antonio Maroto Expósito, ofreció, a continuación, una información sobre los pasos que se están dando para la redacción del nuevo plan diocesano de pastoral, ya que el actual concluye este curso. La reunión del consejo diocesano de pastoral terminó con la presentación del delegado de

juventud, D. José Antonio Sánchez Ortiz, sobre la celebración de las jornadas mundiales de la juventud, que tendrán lugar en Madrid en 2011. El delegado animó a las parroquias y arciprestazgos para que acojan a los jóvenes que van a venir de otras naciones para este encuentro. Presentó el número de jóvenes que aproximadamente se pueden alojar en los distintos arciprestazgos de la diócesis desde el 11 al 15 de agosto de 2011 y comentó los actos que se desarrollarán en estas jornadas mundiales de la juventud en Madrid del 16 al 21 de agosto, que contarán con la presencia del Papa Benedicto XVI. D. José Antonio Sánchez explicó que la cruz y el icono de estas jornadas estarán en la diócesis de Jaén desde el 30 de mayo al 5 de junio de 2011. Con un diálogo sobre los aspectos organizativos de estas jornadas concluyó la reunión del consejo diocesano de pastoral.

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VIDA DIOCESANA

EL OBISPO DE JAÉN VISITA EL HOSPITAL «SAN AGUSTÍN» DE LINARES Manuel Jesús Casado Mena

Dentro de la visita pastoral que el Obispo de Jaén está realizando en el arciprestazgo de Linares, el pasado 16 de febrero, Monseñor Ramón del Hoyo López visitó el hospital «San Agustín» de Linares. El mundo del dolor y la enfermedad han sido siempre grandes campos de acción caritativa y social en la Iglesia. De este modo, el prelado se interesó en conocer de cerca la labor que la Iglesia de Jaén está desarrollando en este lugar donde los fieles han de sentir la presencia de Jesucristo misericordioso más cercano que nunca. En este hospital trabajan, desde su misma apertura, hace ahora 30 años tres sacerdotes, tres religiosas de la Consolación y un grupo de voluntarios de visitadores de enfermos. A las doce de la mañana el obispo entraba en el Hospital donde saludó al Director gerente, Don Antonio Resola y a la Directora de enfermería Doña Maria José González. Después visitó la unidad de Pediatría donde charló amistosamente con los niños y animó a sus padres a vivir estos momentos de «prueba»

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desde la fe. Posteriormente se dirigió a las distintas especialidades del hospital como la Unidad de Cuidados Intensivos o Medicina Interna. Allí fue recibido por el personal médico y de enfermería y saludó personalmente a algunos enfermos. La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía en capilla del hospital. En ella participó un gran grupo del personal del hospital, los voluntarios y algunos enfermos. En la homilía el obispo exhortó a los enfermos a poner toda su confianza en Dios en los momentos difíciles de la enfermedad. A los trabajadores se dirigió diciéndoles que tenían en sus manos a las personas en los momentos más difíciles de sus vidas, por tanto, ejerciendo su profesión con caridad tenían el privilegio de poder santificarse todos los días de trabajo. El obispo agradeció al equipo del servicio religioso del hospital (capellanes, religiosas y voluntarios) la labor de presencia de la Iglesia desarrollada en el Hospital, así como al personal por facilitar y promover la asistencia espiritual de los pacientes.


VIDA DIOCESANA

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VIDA DIOCESANA

GEN VERDE EN JAÉN En la Europa que vivió los años más oscuros de su historia, por la violencia y el odio del segundo conflicto mundial, en 1943, Chiara Lubich, una joven maestra en Trento, Italia, con algunas otras chicas, descubrieron en el Evangelio aquellos valores del espíritu capaces de reconstruir en el hombre su verdadera dignidad y recomponer la familia humana en la fraternidad y en la unidad. Esta sería la chispa inspiradora del Movimiento de los Focolares. Un pueblo nacido del evangelio. Actualmente es un movimiento de amplio alcance: Humanidad Nueva, Familias Nuevas, Jóvenes por un mundo unido, Muchachos por la unidad, Movimiento sacerdotal, Movimiento parroquial, Movimiento de los religiosos y de las religiosas. En el seno de estos movimientos, nacidos del evangelio, para las iniciativas de solidaridad y paz nacieron los grupos de animadores: Gen Verde, compuesto por mujeres, significa generación verde, nombre que tomaron del color de la bateria que le regaló Chiara Lubich, en Florencia, lugar en que se creo este grupo, y Gen Rosso, color de la bateria rojo, por hombres. Hoy en día también estan los Gen2, generación nueva, los Gen3, tercera generación y los Gen4, los niños. La última semana de febrero, Gen Verde vino a Jaén para ofrecer: el concierto «Rapsodia», el día 24 de febrero en el Teatro Infanta Leonor, un «tu a

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tu» el día 26 en el colegio Cristo Rey, el día 27 un «laboratorio Litúrgico» en el colegio Marcelo Espínola, y el 28 solemne Eucaristía en la S.I.C. Catedral. El día 1 de marzo estuvieron en el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Fue todo un honor para nuestra ciudad. En su primer día entre nosotros, día 22 de febrero, participaron de la eucaristía diaria en la Parroquia de San Félix de Valois, donde fueron recibidos por el párroco D. Santos Lorente Casáñez y por la Hermandad Sacramental de la Santa Cena. Fueron ilustradas sobre la Hermandad y las imágenes de la misma. Como recuerdo de su visita, se le hizo entrega, de entre otros recuerdos, de la medalla de la Hermandad.


VIDA DIOCESANA

LAS JORNADAS CULTURALES DE SANTO TOMÁS REFLEXIONAN SOBRE EL DERECHO A LA VIDA El Seminario Diocesano de Jaén ha organizado una nueva edición de las Jornadas de Santo Tomás, que en esta ocasión están dedicadas a la defensa de la vida con el lema: «El evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús». Estas jornadas, que tienen como objetivo la potenciación del diálogo entre la fe cristiana y la cultura, incluyen cuatro conferencias que tuvieron lugar en el salón de actos del Seminario Diocesano de Jaén y que fueron clausuradas por el Obispo de la diócesis, D. Ramón del Hoyo, el pasado jueves, 25 de febrero. Los organizadores de estas conferencias han elegido una cita de la carta encíclica «Evangelium Vitae», escrita por el Papa Juan Pablo II, para justificar el tema de estas jornadas. En esta cita se afirma: «Sí es muy grave y preocupante el fenómeno de la eliminación de tantas vidas humanas incipientes o próximas a su ocaso, no menos grave e inquietante es el hecho de que a la conciencia misma, casi oscurecida por condicionamientos tan grandes, le cuesta cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en los referente al valor fundamental de la vida humana». El rector del Seminario Diocesano de Jaén, D. Pedro Ortega Ulloa, presentó estas jornadas como un lugar de reflexión sobre los atentados injustificados a la vida humana y la conciencia insensible de nuestra sociedad ante este hecho.

La primera ponencia trató el tema «Iglesia y retos culturales contemporáneos», por D. Francisco José Contreras Peláez, Profesor Universidad de Sevilla. La segunda conferencia versó sobre «Acción Social a favor de la vida», por D. Ignacio Arsuaga Rato, Presidente de «HazteOir» y «Derecho a vivir» y D. Juan Manuel Molina Valdés, Investigador operativo y estadístico. El tercer día, la conferencia llevó por título «Objeción de conciencia en la defensa de la vida» y fue impartida por D. Pedro J. Toranzos, Vicepresidente de Andoc, cerrando el ciclo D. José Luís Corzo Toral, Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, con el tema «Educar en la vida y el amor».

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VIDA DIOCESANA

PENSIONES POBRES A PESAR DEL TRABAJO: UNA REFLEXIÓN DESDE LA HOAC HOAC José Ignacio Gámez Mesa Responsable Diocesano de Difusión La HOAC, como trabajadores cristianos que somos, llevamos 64 años compartiendo la situación del mundo obrero y del trabajo. En este tiempo, la economía española ha tenido etapas de crecimiento muy importante, y etapas de crisis. Pues bien, no recordamos que el Fondo Monetario Internacional ni el Banco Central Europeo ni la OCDE ni el Banco de España hayan indicado al Gobierno la conveniencia de subir los salarios olas pensiones. Cuando la economía está en periodo decrecimiento nuestros salarios deben contenerse para controlarla inflación; y cuando está en crisis, no deben subir para favorecer la continuidad de las empresas y la creación de empleo. Después del acoso recibido por parte de estas instituciones, el Gobierno presenta su propuesta para reformar el sistema de pensiones. Sus líneas generales son: retrasar la edad de jubilación, ampliar el periodo de cotización para el cálculo de la pensión y limitar el derecho a la pensión de viudedad. En los próximos meses, cuando se concreten las medidas propuestas, volveremos a valorar sus consecuencias para nuestras vidas. Ahora, queremos mostrar nuestra preocupación por las tendencias que se observan. La primera tendencia es el crecimiento de la pobreza a pesar del trabajo. Es decir, el incremento del número de trabajadores que son pobres a pesar de estar trabajando. Esta ha sido una de las constataciones del seminario organizado por la LOC de Portugal y celebrado a finales de enero en Guimaraes, y al que hemos asistido la HOAC y representantes de los movimientos especializados de Acción Católica de Alemania, Francia, República Checa y Portugal. Esta pobreza, además, se refleja en la disminución de los ingresos de la Seguridad Social, disminución debida a que hay menos

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trabajadores cotizando y a que los que cotizan tienen salarios más bajos. La segunda tendencia, puesta de manifiesto en este seminario, es la creciente precarización del empleo. El empleo estable y de calidad está siendo sustituido por el empleo precario. Esto supone que los trabajadores vamos a necesitar muchos más años de nuestra vida laboral para alcanzar los treinta y cinco años de cotización necesarios para percibir el total de la pensión. La consecuencia es que muchos trabajadores vamos a ver reducida nuestra pensión en un porcentaje significativo al no poder cotizar este número de años. La tercera tendencia es la alta tasa de desempleo juvenil y el retraso de la edad para incorporarse al mercado del trabajo. Con treinta años eres aún joven para incorporarte al mercado de trabajo, y con cincuenta eres demasiado mayor para que te contraten y permanecer en él. Lo que supondrá una gran dificultad para que estos jóvenes puedan alcanzar los treinta y cinco años de cotización. Estas tres tendencias ponen de manifiesto, más que la crisis de la Seguridad Social, la crisis del sistema de producción y consumo que, orientado al crecimiento especulativo del beneficio por el beneficio, se ha convertido en un lastre para la economía productiva, para el empleo y para la vida. La Iglesia venimos diciendo que «los medios de producción no pueden ser poseídos contra el trabajo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer. Su posesión se vuelve ilegítima cuando o sirven para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su limitación, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral» («Laborem Exercens», 14; «Caritasin Veritate» A, 43). Este es el problema y, evidentemente, no se resuelve incrementando la pobreza de los trabajadores.


...PARA CONTEMPLAR Y REZAR A PIE DE CALLE

TU PALABRA GUÍA LA BARCA DE MI VIDA 1 A las rubias arenas de la playa, tan calladas, tan yertas, tan solas, las besaba, con fruición, la mar brava con sus labios de rizadas olas. Recogidas las redes y cansados los remos, anclada mi débil barca, en la orilla, junto al agua, soñaba en surcar nuevos mares anhelados otrora, en jóvenes tiempos pasados. Oí una voz, eco de tu Palabra que, con gran empeño, a mi alma animaba a entrar en mi barca y, ya descansados los remos, emprender nueva travesía y con la brújula de tu Palabra, con tu Presencia tan cercana y clara nuevamente, surcar la mar bravía.

2 Cogido a tu Palabra, ella fue mi guía y, aunque la mar se llenó de tinieblas, tu Presencia, tan viva, fuerte la hacía, y su Luz disipó aquellas tinieblas que a mi barca, en oscuridades, hundían y tu Palabra, en el cielo, abrió un sol de cuyo seno claridades salían llevando, en las alas de sus esplendor, las esperanzas, tan ciertas y ricas, de arribar mi barca a feliz puerto, pues al timón tu, mi Señor, te has puesto y tus fuerzas son tan grandes y vivas, que no dejan mi barca a la deriva, que en su singladura no zozobre, que perdida la ruta, la recobre y pueda alcanzar la segura orilla. Martín Santiago Fernández Hidalgo Párroco de la Santa Cruz, de Jaén

Acercándonos a Nuestra Catedral Pepi y Alberto La primera capilla hacia la izquierda, entrando por la puerta desde la calle Campanas, es la llamada del Niño Jesús, que ha conservado el mismo nombre que el de la antigua catedral gótica, porque en ella y dentro de una urna, contemplamos la imagen de un metro de altura de un precioso Niño Jesús, que está de pié vestido con túnica policromada en rojo y oro. Sus ojos son de cristal, porta en la mano izquierda una bonita cruz y con la derecha parece estar bendiciendo, data del año 1700 aproximadamente y es de gran valor artístico. El testero central está compuesto por un retablo de tres cuerpos y una calle. Entre dos grandes columnas, sobresale un óleo de cuatro metros de altura que representa la circuncisión del Señor, obra del sevillano Antonio Soriano. San José aparece sosteniendo al Niño, mientras que la virgen se sitúa a su izquierda, a ambos lados podemos contemplar además, otros cinco personajes y en el plano superior, aparecen cabezas de querubines y un ángel. A derecha e izquierda, sendas esculturas blancas de San Diego de Alcalá con rosas, y Cristo con su cruz y un libro en las manos. En los laterales del frontón, aparecen dos ángeles arrodillados, ante un resplandor con las siglas de J.H.S. En el testero .derecho contemplamos un óleo de la Inmaculada, de dos metros de altura, sus pies, pisan la serpiente y toda ella rodeada de ángeles. En el testero izquierdo vemos un cuadro de Cristo crucificado. En la entrada a la capilla, existe una losa de mármol blanco con el nombre del obispo D. Salvador Castellote y Pinazo (1901-1906) Es la primera vez que contemplamos un cuadro de la Circuncisión del Niño Dios, os recomendamos verlo.

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ÂŤSi quiero hablar con Dios, tengo que aventurarme, tengo que subir a los cielos sin cuerdas para asegurarme, tengo que decir adiĂłs, dejar las cosas, caminar decidido por el camino que al final va a dar en nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada de lo que yo pensaba encontrarÂť. Gilberto Gil


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