Año 3
No. 110
Semana del 13 al 19 de marzo de 2011
LA ESTELA DE UNA SONRISA: Rebeca Rocamora Nadal Nació el siete de septiembre 1975 en Alicante España, fue la segunda hija de Francisco Rocamora y María del Rosario Nadal. Rebeca crece en un entorno de fe cristiana, modesto, acogedor y alegre, tiene un carácter afable y generoso. Físicamente muy guapa: de cabello rubio, grandes ojos azules, con una mirada limpia y una agradable sonrisa. A los diez años de edad su familia recibió una grave noticia: Rebeca tenía un tumor en el cerebro, la niña se recuperó milagrosamente por intercesión de la Virgen. Tras superar el tumor y a pesar de su corta edad, Receba comenzó una vida intensa de compromiso cristiano en su parroquia, se encargaba de preparar a los niños para que recibieran la primera comunión y de un grupo de jóvenes en Neucatecumenado Parroquial. En 1996 los médicos le detectaron un nuevo tumor y la desahuciaron, le quedaba poco tiempo de vida. Rebeca que, entonces tenía 20 años de edad, asumió la noticia con entereza y confianza, daba paz a sus familiares y a quienes la visitaban. Nunca perdió su hermosa sonrisa y a quienes le insistían en que pidiera la salud, respondía: “es que el Señor ya sabe que si conviene me la tiene que dar, yo sólo le pido que me aumente la fe”. No hay lugar para el aislamiento o la tristeza… Durante su estancia en el hospital, Rebeca es muy activa, derrocha amor a cada paso… A pesar de padecer las consecuencias de un tratamiento agotador, no piensa en sí misma y después de cada sesión, aún le quedan fuerzas para visitar a sus compañeros, enfermos como ella, y animarlos. Un mes antes de morir Rebeca recibió la visita del Obispo Emérito de Alicante Mons. Pablo Barachina y Esteban, a quien rebeló que ella sabía que estaba por fallecer, pero tenía la certeza que iría al cielo y desde ahí velaría por sus seres queridos. Rebeca falleció el domingo veintiseis de mayo 1996 en la solemnidad de pentecostés. Se ha iniciado la apertura de su Proceso de Canonización el 14 de marzo de 2009, en su Diócesis de Orihuela-Alicante, en la que participaron familiares y amigos de Rebeca, varios sacerdotes y centenares de personas. Actualmente está a punto de concluir su fase diocesana.
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Tiempo de conversión, de rasgar el corazón, de abrirlo de par en par, para que entre el viento de Dios.