Edición 167

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A propósito del aniversario del hundimiento del Titanic

Son muchas las historias que salen a flote como la de los tres sacerdotes que por distintos motivos se encontraban a bordo del barco la noche de su hundimiento y ayudaron heroicamente a muchos pasajeros a subirse a los botes salvavidas y en los momentos finales, acompañaron con los sacramentos y la oración a las víctimas del desastre. El P. Juozas Montvila, sacerdote nacido en 1885 en Lituania, era el más joven de los tres presbíteros a bordo del transatlántico. Se dirigía a Estados Unidos para servir pastoralmente a las comunidades de inmigrantes lituanos en Nueva York o en Massachusetts. De acuerdo al testimonio de sobrevivientes, el P. Montvila “sirvió su llamado hasta el fin”, rehusándose a escapar, mientras ayudaba a otros pasajeros a alcanzar los botes salvavidas. El P. Montvila es considerado un héroe en Lituania. Por su parte el P. Joseph Peruschitz, sacerdote benedictino alemán, viajaba a Estados Unidos para asumir el cargo de director de la escuela de preparación de los benedictinos en Collegeville, Minnesota. Según el testimonio de un sobreviviente que los divisó a la distancia mientras su bote se alejaba, en los últimos minutos de la tragedia, el P. Peruschitz junto al P. Thomas Byles dirigieron el rezo del Rosario junto a las víctimas que habían quedado a bordo, al tiempo que las olas llegaban a la cubierta. El P. Thomas Byles viajaba rumbo a Norteamérica para presidir el matrimonio de su hermano, William. Al momento de la colisión del Titanic contra el iceberg que ocasionó la catástrofe, Byles se encontraba rezando con su breviario. Todos los testimonios de los sobrevivientes coinciden en destacar el gran liderazgo y el valor demostrado por el sacerdote británico. A las 2:20 de la madrugada del 15 de abril, la hora en que se hundió completamente el barco, el P. Byles, rezó el Acto de Contrición junto a los fieles que permanecían de rodillas junto a él, y les dio la absolución general. Una historia particular es la del P. Francis Browne, quien viajó a bordo del Titanic pero como seminarista jesuita y se libró de la tragedia. Su superior le ordenó que abandonara la nave en el último puerto europeo en el que se detuvo el Titanic, antes de dirigirse a Estados Unidos. “Salga de esa nave” reza claramente el telegrama que recibió el P. Browne y que por “santa obediencia”, lo salvó de la catástrofe. El sacerdote jesuita mantuvo esa nota en su billetera hasta el último de sus días.

Año 4

No. 167

Semana del 22 al 28 de abril de 2012

Que nunca se apague su sonrisa

Abril, mes de los niños

Deseo elevar mi voz invitando a todos a proteger y cuidar a los niños, para que nunca se apague su sonrisa, puedan vivir en paz y mirar al futuro con confianza. Ustedes, mis pequeños amigos, no están solos. Cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia para llevar un estilo de vida cristiano, ténganlo, pues, como el mejor de sus amigos. Él no se cansará de decirles que amen siempre a todos y hagan el bien. Esto lo escucharán, si procuran en todo momento un trato frecuente con él, que les ayudará aun en las situaciones más difíciles. (Benedicto XVI)

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CONOZCAMOS A NUESTRO OBISPO

La palabra Obispo procede del latín Episcopo, que se traduce como “vigilar”. El obispo aparece muy temprano en la tradición cristiana: en los Hechos de los Apóstoles...

4

QUÉ TAN BUENAS SON LAS TRADICIONES

Los hombres hacemos muchas cosas por costumbre, y éstas contagian a otras personas. Cuando las costumbres se pasan de una generación a otra, ....

13

EL ARTE DE CONVERSAR

Creían los antiguos que así como existe un arte de callar, un arte de amar, un arte de escuchar y un arte de leer, así había también un arte de conversar; de hecho, una buena parte de los libros publicados...


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