Edición 192

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Escritora abraza fe católica

Año 4 EWTN Hace unos días se presentó en Roma el libro Don Jacinto Vera, el misionero santo, una historia novelada sobre el primer obispo de Uruguay, que cada vez está más cerca de convertirse en el primer beato del país sudamericano. Su autora, la abogada y escritora Laura Inés Álvarez Goyoaga, reveló que investigar al siervo de Dios le permitió abrazar la fe católica.

No. 192

Semana del 14 al 20 de octubre de 2012

La caridad,

la fuerza más grande que debe hacer latir el corazón de cada cristiano

En una entrevista, la escritora confesó que no era católica y fue educada en el anticlericalismo. “Yo no era católica, vengo de una familia no católica por los dos lados, por vía materna y paterna, y también bastante anticlerical. Pero, un día, un poco compulsivamente, fui a una Misa donde me encontré con un sacerdote ejemplar, ahora mosneñor Sanguinetti –Obispo de Canelones–, que me abrió un panorama totalmente distinto de la fe, y los pre conceptos que uno trae de una sociedad tan secularizada como la nuestra”, recordó. Álvarez Goyoaga agregó que “a partir de allí surgió la invitación a una conferencia, y me dije, aquí voy porque va a ser algo interesante, y me encontré con este personaje, Don Jacinto Vera, una maravilla que realmente cambió mi vida y me hizo crecer tremendamente junto con él, lo que es un proceso de conversión en la fe”. Monseñor Jacinto Vera, “fue un obispo gaucho, hijo de inmigrantes españoles de las Islas Canarias, creció en Uruguay siendo un campesino”. “Fue un ejemplo típico de lo que la viveza criolla, la garra charrúa, algo con lo que nos identifican a los uruguayos en el mundo, un exponente cabal de lo que es ser uruguayo, a su vez, un sacerdote ejemplar, y un hombre de una caridad extrema impresionante”. El libro “Don Jacinto Vera. El misionero santo”, de Laura Álvarez Goyoaga se ha convertido en un best seller en Uruguay y ha acercado la vida de este ejemplar pastor a miles de católicos y no creyentes. Para la escritora, en un mundo donde el secularismo asfixia cada vez más lo católico al ámbito privado, “Jacinto Vera trae de vuelta a través de su mensaje de compromiso tan grande con la fe y con la misión esa posibilidad que tenemos todos los uruguayos y a todos los católicos del mundo, el enfrentarse a las adversidades, a la providencia, y a partir de allí, lograr resultados de excelencia contra todo pronóstico negativo”. “Es una historia que a uno lo eleva, lo hace realmente vivir de una forma diferente la fe y la vida de cada día, de la vida cotidiana”, concluyó.

Con el Evangelio, Dios ha roto su silencio; nos ha hablado y ha entrado en la historia. Jesús es su palabra; el Dios que demuestra que nos ama y que sufre con nosotros hasta la muerte para resucitar después. Por ello, los cristianos estamos llamados a la “confesión”, al “testimonio”, que es una garantía de credibilidad que tiene que transformarse en nosotros en llama de amor, que encienda nuestro ser y se propague al prójimo. Esta es la esencia de la evangelización.

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“NUNCA HUBIERA QUERIDO QUE MI BEBÉ MURIERA, YO SOLO QUERÍA DESHACERME DE MI PROBLEMA”

CONOCÍA LOS MANDAMIENTOS... IGNORÓ EL EVANGELIO

Las mujeres que deciden provocar un aborto, enfrentan una crisis personal y por ende sin un conocimiento pleno...

Aferrado. El hombre rico vivía aferrado a sus bienes. Era un hombre recto, sin duda alguna. Su rectitud la podemos notar por varios elementos: Primero, su actitud humilde ante Jesús, la cual...

13 5 SALIR DE EGIPTO

«Empieza a salir quien empieza a amar», dijo san Agustín (354-430) al comentar un día, en la Catedral de Hipona, el salmo 64. El éxodo leído en clave de amor, la salida de Egipto como figura de esa otra gran salida de uno mismo que es amar...


OCTUBRE 14 DE 2012

Por la nueva Evangelización

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urante las primeras sesiones del sínodo de los Obispos, en Roma, tanto la motivación para la realización de este encuentro como las primeras minutas, han sido la de llevar a cabo la reflexión en torno a los elementos que conllevaría la nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Uno de los primeros aspectos, y puesto como tema urgente, es el que “mucha gente en el mundo aún no conoce a nuestro Señor Jesucristo, y muchos de los bautizados han abandonado la práctica de su fe”. El Concilio Vaticano II, a propósito del aniversario de su inicio, hace ya cincuenta años, animaba “a echar las redes”, mientras hoy, de un modo similar, iniciando este “Año de la fe”, la motivación para todos los cristianos va en el mismo sentido. Claro, la realidad es distinta, en estos tiempos estamos envueltos en una cultura materialista y, como diría un participante en el sínodo, el mundo y particularmente la Iglesia están siendo golpeados por el “tsunami del laicismo”. Ante esto, y la realidad de muchos cristianos alejados de la Iglesia, para los que permanecemos en la “barca”, es necesario “ser testigos fervientes de nuestra fe”. Aunada a nuestra realidad, azotada por la violencia y muerte, la situación económica y otras tantas cosas, cánceres hoy de nuestra sociedad que han engendrado miedo e incertidumbre; han llevado a mucha de nuestra gente, particularmente las víctimas de estas situaciones, a que surja en el interior de sus corazones la interrogante sobre Dios. Se preguntaría el mismo Papa, en su saludo a los participantes en este sínodo: ¿Dios es una hipótesis o no? ¿es una realidad o no? ¿por qué no se deja percibir? Y el mismo Papa responde “‘Evangelio’ quiere decir que Dios ha quebrado su silencio: Dios ha hablado, Dios existe. Dios nos conoce, Dios nos ama, ha entrado en la historia. Jesús es su Palabra, el Dios con nosotros, el Dios que nos demuestra que nos ama, que sufre con nosotros hasta la muerte y resurge”. En su mismo discurso el Papa se pregunta “¿cómo podemos hacer llegar esta realidad al hombre de hoy para que se convierta en salvación?”. El Papa invita a que tengamos claros tres pasos fundamentales para ello: Primer paso, la oración. “Los Apóstoles, no crearon la Iglesia “elaborando una constitución”, sino recogiéndose en oración en espera de Pentecostés: Sólo Dios puede crear su Iglesia. El segundo paso, es la confesión pública de la propia fe. Este acto, es mas que un profesar la fe en Cristo: es una verdadera y propia “confesión”. Como aquella hecha con valor ante un tribunal, “ante los ojos del mundo”, si bien sabiendo qué cosa podrá implicar. Y he aquí el tercer paso: la “caridad”. O sea la más grande fuerza que debe arder en el corazón de un cristiano, la llama con la cual podamos iluminar a nuestro alrededor con la luz del Evangelio. Que estos tres pasos fortalezcan las iniciativas que se están dando, tanto en la Iglesia universal, como en nuestras iglesias locales ya que tienen que ser la respuesta a un reclamo para que toda la Iglesia mire la vida y la realidad a través de esa Nueva Evangelización y que de una forma resalte muchas iniciativas que ya están en marcha y que muchos fieles ya están familiarizados con los aspectos de las mismas. Actualmente nuestra Iglesia Potosina lleva a cabo “La Misión Permanente”, por ello, como lo recuerda el Santo Padre, que “con fe, esperanza y amor tengamos éxito en nuestra misión evangelizadora”.

Fundado por el Arz. Emérito Don Luis Morales Reyes

La RED no necesariamente apoya la publicidad de nuestros anunciantes.

Jesús antes de morir Queridos hermanos y hermanas:

La segunda palabra de Jesús en la cruz transmitida por san Lucas es una palabra de esperanza, es la respuesta a la oración de uno de los dos hombres crucificados con Él. El buen ladrón, ante Jesús, entra en sí mismo y se arrepiente, se da cuenta de que se encuentra ante el Hijo de Dios, que hace visible el Rostro mismo de Dios, y le suplica: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (v. 42). La respuesta del Señor a esta oración va mucho más allá de la petición; en efecto dice: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (v. 43). Jesús es consciente de que entra directamente en la comunión con el Padre y de que abre nuevamente al hombre el camino hacia el paraíso de Dios. Así, a través de esta respuesta da la firme esperanza de que la bondad de Dios puede tocarnos incluso en el último instante de la vida, y la oración sincera, incluso después de una vida equivocada, encuentra los brazos abiertos del Padre bueno que espera el regreso del hijo. Pero detengámonos en las últimas palabras de Jesús moribundo. El evangelista relata: “Era ya casi mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta las tres de la tarde,

Por Pacco Magaña

(Segunda de tres partes)

porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y, dicho esto, expiró” (vv. 44-46). Algunos aspectos de esta narración son diversos con respecto al cuadro que ofrecen san Marcos y san Mateo. Las tres horas de oscuridad no están descritas en san Marcos, mientras que en san Mateo están vinculadas con una serie de acontecimientos apocalípticos diversos, como el terremoto, la apertura de los sepulcros y los muertos que resucitan (cf. Mt 27, 51-53). En san Lucas las horas de oscuridad tienen su causa en el eclipse del sol, pero en aquel momento se produce también el rasgarse del velo del templo. De este modo el relato de san Lucas presenta dos signos, en cierto modo paralelos, en el cielo y en el templo. El cielo pierde su luz, la tierra se hunde, mientras en el templo, lugar de la presencia de Dios, se rasga el velo que protege el santuario. La muerte de Jesús se caracteriza explícitamente como acontecimiento cósmico y litúrgico; en particular, marca el comienzo de un nuevo culto, en un templo no construido por hombres, porque es el Cuerpo mismo de Jesús muerto y resucitado, que reúne a los pueblos y los une en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. La oración de Jesús, en este momento de sufrimiento —“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”— es un fuerte grito de confianza extrema y total en Dios. Esta oración expresa la plena consciencia de no haber sido abandonado. La invocación inicial —“Padre”— hace referencia a su primera declaración cuando era un adolescente de doce años. Entonces permaneció durante tres días en el templo de Jerusalén, cuyo velo ahora se ha rasgado. Y cuando sus padres le manifestaron su preocupación, respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” (Lc 2, 49). Desde el comienzo hasta el final, lo que determina completamente el sentir de Jesús, su palabra, su acción, es la relación única con el Padre. En la cruz él vive plenamente, en el amor, su relación filial con Dios, que anima su oración.


OCTUBRE 14 DE 2012

¡Reavivemos nuestra vocación cristiana viviendo en plenitud El año de la fe!

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El Concilio y el Año de la Fe

a ceremonia de apertura del Año de la Fe que presidió el Santo Padre el pasado jueves 11 de octubre, “es de particular importancia porque el Año de la Fe se inició el mismo día del cincuenta aniversario de la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II. La elección no es casual, esto brinda la oportunidad de regresar al acontecimiento conciliar que ha marcado de forma determinante la vida de la Iglesia en el siglo XX y de verificar la incidencia de sus enseñanzas, en el transcurso de estas décadas y de los próximos años, que marcarán el compromiso de la Iglesia en la nueva evangelización. De hecho, el Vaticano II quiso ser un momento privilegiado de nueva evangelización”. De ahí que el aniversario del Concilio merezca, “no solamente ser recordado, sino celebrado por parte de la Iglesia” también a través de este año que representa “una ocasión propicia para reavivar la fe de los creyentes y animarlos con un espíritu de evangelización cada vez más convencido”. De igual modo, el Año de la Fe, estará dedicado “al estudio y la profundización de las enseñanzas conciliares para consolidar la formación de los creyentes -en particular con la catequesis- en la vida sacramental de la comunidad cristiana y en su testimonio”. A la luz de estos conceptos, la ceremonia de inauguración del Año de la Fe que estuvo “fuertemente impregnada” de signos que recuerdan el Concilio. “En la apertura se leyeron algunos fragmentos de las cuatro constituciones conciliares que caracterizaron el Concilio y la renovación de la vida de la Iglesia. Se repitió la larga procesión que, en el recuerdo colectivo, llevó al 12 de octubre de 1962. Estuvo formada por todos los obispos que toman parte en la celebración solemne que presidió por el Santo Padre. La procesión estuvo seguida por la entronización de la Palabra de Dios; un gesto que “rememora un momento significativo de los trabajos conciliares cuando, en las sesiones solemnes en la basílica de San Pedro, llegaba en procesión la Sagrada Escritura, que se colocaba en el centro de la asamblea conciliar, para recordar a todos que estaban al servicio de la Palabra de Dios que es el centro de la atención de la Iglesia”. Se utilizó el mismo atril y la misma Sagrada Escritura de los trabajos conciliares. “Vino a la memoria que en la clausura del Concilio, Pablo VI entregó una serie de mensajes al Pueblo de Dios. Los mismos mensajes fueron entregados por Benedicto XVI a diversas categorías de personas: a los gobernantes; a los representantes de la ciencia y del pensamiento; a los artistas; a las mujeres; a los trabajadores; a los pobres, a los enfermos y a los que sufren; a los jóvenes. Dado que también es el XX aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica, el Santo Padre entregó una copia del mismo, en edición especial publicada para el Año de la Fe, a dos representantes de los catequistas”. “No cabe duda que los años pasan pero la fuerza del Vaticano II permanece con su carga de deseo de que el Evangelio de Cristo llegue al mundo entero. Esta el deseo de ofrecer a los cristianos otro motivo para sentirse parte de una Iglesia que no conoce confines y que cada día renueva su fe en el Señor con su compromiso de vida”.

Queridos Hermanos El pasado 11 de octubre, hemos iniciado el Año de la Fe. Y más de alguno se preguntará: ¿Qué es el Año de la Fe? Es un año de gracia al que nos ha convocado el Santo Padre Benedicto XVI, que estará culminando el 24 de noviembre del año 2013, en la Solemnidad de Jesucristo Rey del universo. Esta magna propuesta es con el fin de que recuperemos el sentido de ser Iglesia y vivamos plenamente como católicos. El Santo Padre nos ha enviado una Carta Apostólica llamada Porta Fidei (La Puerta de la Fe), en la que nos deja muy claro el objetivo de esta invitación que nos hace: “Deseo que este año especial suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza…, intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía”, para que “el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble.” Algo que debemos tener claro es que al profesar nuestra fe no podemos dejar de ser como los faros que alumbran a su alrededor y desde lejos señalan el camino, los católicos debemos irradiar la vivencia de nuestra fe que se traduce en obras al servicio de los demás. Aprovechemos esta propuesta como “una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad”, porque “la fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino.” En este tiempo de la historia que nos tocó vivir “muchas personas en nuestro contexto cultural… buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo. Esta búsqueda es un auténtico ‘preámbulo’ de la fe, porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios.” Por eso, es tiempo de buscar Dios que está presente en nuestras vidas. El día 11 de octubre de 2012 se han cumplido los 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II y 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, documento que es un “auténtico fruto” del Concilio e instrumento al servicio de la evangelización.

Recordemos que el Concilio Vaticano II es uno de los eventos más importantes en la historia de la Iglesia. Se realizó entre 1962 y 1965 y congregó a obispos de todo el mundo. La compilación del Catecismo produjo un cuerpo doctrinal que busca promover la fe católica, renovar la vida de los fieles, adaptar la liturgia y alentar la presencia de los laicos. El Santo Padre, al convocar este Año de la Fe manifestó su deseo de que todo los católicos conozcamos las verdades de nuestra fe, que salgamos de la confusión y la ignorancia, precisamente conociendo la fe que profesamos, la fe que celebramos, la fe que vivimos y la fe que oramos. Sintamos en esta iniciativa el fuerte impulso del Espíritu Santo en este momento de la historia en que sobre todo, nuestros niños y jóvenes, viven en una “crisis de fe” y están perdiendo el sentido de la vida. La fe “es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo” (Porta Fidei, 15). Queridos hermanos, como Iglesia Potosina, acojamos con fe esta oportunidad de renovar nuestra Fe. Porque solo quien cree verdaderamente en el Señor Jesús estará atento a escuchar su llamada “Sígueme” y sin duda alguna le seguirá; será discípulo y misionero suyo en la comunión de la fe, vida y misión de la Iglesia. No dejemos pasar esta ocasión propicia para que como bautizados volvamos a valorar el don divino de nuestra condición de cristianos y la riqueza de la fe cristiana. Hoy más que nunca necesitamos recuperar la alegría de ser cristianos, la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. Que Nuestra Señora de la Expectación sea nuestra compañera de camino para que podamos vivir en plenitud, con una fe renovada cada día, este “Año de la Fe”. El Señor les Bendiga Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero Arzobispo de San Luis Potosí


Nuestra historia

El mundo romano al momento de la llegada de Cristo «La prueba mayor de que nuestra doctrina floreció para bien junto con el Imperio felizmente comenzado es que, desde el reinado de Augusto, nada malo ha sucedido antes, al contrario todo ha sido brillante y glorioso, según las plegarias de todos..» Carta de Melitón, Obispo de Sardes, al emperador Marco Aurelio, ca. 170 Por Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortíz

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l culto del emperador: Augusto quiso realizar en esto, como en otras cosas, una reforma fundamental. Sus miras eran enteramente políticas. Una vez dueño absoluto del vasto impero después de la batalla de Accio, procuró introducir el nuevo culto de Roma y del Emperador. No se trataba de una divinización propia sino de la personificación del Imperio, con el culto del emperador, buscando ser la cabeza visible y unificador de todas las fuerzas del imperio. Cultos orientales: Pero, casi al mismo tiempo, se había producido otro hecho importante en el desarrollo del culto religioso del Imperio Romano. A medida que la Roma Republicana, y más tarde la Roma Imperial, sujetaba a los diversos pueblos y los incorporaba a su Imperio, iba admitiendo en el coro de sus divinidades a los diversos dioses de estas mismas naciones vencidas, puesto que fue siempre principio político de la Roma conquistadora dejar a los pueblos sometidos el culto de sus divinidades. Pero el resultado fue que gran parte de las religiones extranjeras, sobre todo las orientales, antes desconocidas del pueblo Romano, con sus cultos misteriosos y concepciones enteramente nuevas, se fueron introduciendo en las masas que se ponían en contacto en aquellos pueblos: el culto de Isis procedente de Egipto, el de Mitra, originario de Persia, el de Cibeles-Atis, nacido en Frigia y otros tantos no menos importantes. Con todas estas concepciones había llegado la filosofía grecorromana a una altura no igualada por ninguna otra ideología puramente humana. Pero al advenimiento de Cristo se hallaba en franca bancarrota. Todas aquellas especulaciones sublimes habían sido sustituidas por otros sistemas eclécticos, que, desconfiando de la metafísica, atendían casi exclusivamente a la vida práctica. Las grandes escuelas de los académicos o discípulos de Platón, y de los peripatéticos, de Aristóteles estaban en abierta descomposición. En su lugar prevalecían: Epicuro y su escuela, enemigos declarados de la especulación, admitían la existencia de los dioses, pero no les atribuían ninguna intervención en la creación del mundo, que era el concurso fortuito de los átomos, ni en su conservación y dirección. De ahí que el deber del hombre no está ligado para nada a la divinidad, sino consiste en un hedonismo absoluto: en buscar lo más agradable de las cosas, conseguir el placer y huir del dolor. Los cínicos sujetaban a una frívola crítica toda especie de religiosidad, con lo que quitaban igualmente la base del orden moral. Eran los racionalistas y materialistas del tiempo, que no creían en los dioses y seguían una moral puramente naturalista. El tipo claro de esta clase de hombres y del efecto demoledor de su obra es Luciano de Samosata, quien en sus diálogos de los muer-

tos se mofa de todos los dioses del Olimpo y en el De morte perigrini hace la mas burda sátira de los cristianos. La familia romana -Comenzando por lo que constituye el fundamento de toda vida social y ciudadana, la familia, podía decirse minada en sus cimientos. La mujer recibía del derecho romano una independencia especial, de la que usaba continuamente con la amenaza de divorcio, que realizaba con frecuencia con los más fútiles pretextos. Es conocida la expresión de Séneca que las matronas romanas contaban los años no por los cónsules, sino por sus maridos. Augusto intento poner un dique a este desbordamiento de la inmoralidad pública por medio de diversas leyes, que tendían a poner remedio a la repugnancia contra el matrimonio y al corto número de hijos. Entre estas leyes fueron particularmente célebres la ley Julia sobre la obligación del matrimonio, dada el 18 a. de C., y la Ley Papia Poppaea, que imponía ciertas cargas a los célibes. Lo único que consiguieron fue promover el disgusto popular, pero en realidad no se obtuvo el efecto pretendido. Por esto ha venido a ser proverbial la corrupción de la mujer romana del tiempo del Imperio, sin que esto quiera decir que no existieran gloriosas excepciones, ejemplares Lucrecias y, sobre todo grandes matronas que luego pasaron al cristianismo Una manifestación patente de este estado era el exorbitante lujo de Roma imperial. La vida de casi todos los romanos libres se desenvolvía en medio de un ocio enervante y una inactividad propicia a todos los vicios. Los nobles llenaban el día recibiendo visitas, que formaban a veces verdaderas turbas. Era la clientela, que se sentía moralmente obligada a rendir homenaje diario a sus patronos. El trato social tenía lugar ordinariamente en los establecimientos públicos, como eran los templos, los baños o termas, el foro, los teatros y grandes mercados. De ahí el lujo creciente de estos edificios y la grandiosidad de sus proporciones, como lo muestran las ruinas de las termas de Caracalla y otras similares. En las casas particulares tenían lugar solamente los banquetes, que forman por sí solos uno de los capítulos de acusación contra el despilfarro y corrupción moral de Roma. Es ya clásico y conocido en la historia el sibaritismo de la nobleza romana, que se había transformado en monomanía por los platos más delicados y raros. Era un verdadero pugilato entre las familias nobles. Si no pasaba del centenar la variedad de platos presentados, el banquete no merecía los honores de figurar entre las actualidades dignas de ser comentadas en el foro y en las termas. Se llegaba al extremo de presentar platos de magníficas lampreas traídas expresamente del Oriente entre hielos y cuidados exquisitos, o bien platos de 4 lenguas de ruiseñor y las rarezas más inverosímiles.

Transmitir al mundo la pasión por Cristo

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a pasión por comunicar Cristo al mundo y la conciencia de que Dios actúa en la Iglesia han sido los puntos claves del breve discurso que Benedicto XVI ha dirigido a los Padres sinodales en la apertura del Sínodo dedicado a la nueva evangelización y la transmisión de la fe. Las preguntas sobre si Dios es una hipótesis, una realidad, o no lo es -dijo el Papa- son hoy tan actuales como antaño. Con el Evangelio, Dios ha roto su silencio; nos ha hablado y ha entrado en la historia. Jesús es su palabra; el Dios que demuestra que nos ama y que sufre con nosotros hasta la muerte para resucitar después. Ésta, prosiguió el pontífice, es la respuesta de la Iglesia a ese gran interrogante. Pero la cuestión es también, cómo se puede comunicar esa realidad a la humanidad de nuestra época para que aprenda la salvación. Ahora bien, la Iglesia no se hace a sí misma; puede solamente dar a conocer lo que Dios ha hecho. La Iglesia, observó el Santo Padre, no comienza con nuestro hacer, sino con el hacer y el hablar de Dios. Después de recordar que los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, reunidos en oración en el cenáculo en Pentecostés, Benedicto XVI explicó que no era una simple formalidad el hecho de que cada asamblea sinodal comenzase con una plegaria, sino una demostración de la certeza de que la iniciativa viene siempre de Dios, que nosotros podemos implorarla y que, con Dios, la Iglesia puede solamente cooperar. Tras esta toma de conciencia, el segundo paso es el de la “confesión”, el testimonio, incluso en situaciones que impliquen graves peligros. Este testimonio en momentos difíciles es, precisamente, una garantía de credibilidad ya que implica la disponibilidad a dar la vida por aquello en que se cree. La confesión necesita también de una forma visible, de un ‘ropaje’. Este es, dijo el Papa, la caridad, la fuerza más grande que debe hacer latir el corazón de cada cristiano. La fe, concluyó, tiene que transformarse en nosotros en llama de amor, que encienda nuestro ser y se propague al prójimo. Esta es la esencia de la evangelización.


Comentarios de los lectores sobre los artículos del culto a la “santa muerte” Por Pbro. Lic. Héctor Colunga Rodríguez colunga46561@hotmail.com

Queridos lectores: Me ha llamado mucho la atención, el interés de algunos lectores por comentar sobre los artículos que he escrito referente al culto a la “santa muerte”. En primer lugar, me han enfatizado, del por qué la llamo “santa muerte”, si no lo es. Y tienen razón, pude haber dicho simplemente el culto a la muerte, sin embargo, hice alusión a esa forma de expresión, porque así es conocida en cualquier medio y sobre todo por sus seguidores.

“Nunca hubiera querido que mi bebé muriera, yo solo quería deshacerme de mi problema” (Nancyjo Mann) Por P. Kino

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ace poco una amiga colega en psicología me invitó a cenar un rico pozole, en esa cena estuvo presente la licenciada en pedagogía y maestra en ciencias de la familia, María del Carmen Alva López, autora del libro “Y después del aborto ¿qué?” (Ed. Trillas)… Bueno, pues una vez que “me ejecuté” el rico pozole rojo, comencé a platicar con ella sobre su libro, (que por cierto posteriormente me lo hizo llegar). Su propuesta es interesante, desde el mismo título “después del aborto ¿qué?”. Ella pretende que la mujer se conozca a si misma, se valore y se quiera. Su especialidad es lo que se conoce como el síndrome post aborto. Una vez que se da un aborto (sea o no provocado), implica un cambio de vida emocional y físico, no solo para la mujer, sino para todos los que la acompañan de manera más cercana. Las mujeres que deciden provocar un aborto, enfrentan una crisis personal y por ende sin un conocimiento pleno. Según esta autora, y comprarto con ella su pensamiento, vienen crisis psicológicas y emocionales, pues pasando la esta situación que la orilló a realizar este evento del aborto, se da cuenta que se deshizo de su hijo (deseado o no). AHÍ ES DONDE SE REQUIERE LA AYUDA ESPECIALIZADA. Es fácil legalizar sentadito y levantando la mano a favor del aborto; es fácil decirle desde fuera “no pasa nada” a la mujer que provocado o no sufre esta situación, pero solo ella sabe lo que esta pasando una vez que ocurre el aborto expontáneo o provocado. Esta autora afirma, que los profesionales de la psicología y la psiquiatría que desconocen el tema del síndrome posaborto, llegan a trivializarlo. En su libro, trata de cuatro mecanismos de defensa que presenta la mujer que se induce el aborto: Racionalización: Excusas que buscan justificar el aborto (ej. No estaba preparada para ser madre). Represión: Buscan bloquear el que surga la información del inconsciente en el consciente (Ej. Utilización de frases como: “hice lo correcto,estoy segura”. “era lo mejor en este momento”). Compensación: Surgen deseos de compensar el error (ej. Entran a grupos de pro vida; tratan de ser la super mamá con los demás hijos). Formación reactiva: Reprimen de forma exagerada los sentimientos de culpa (ej. Se adhieren a movimientos feministas, abortivos o ambos). Chin… ya se me acabó el espacio, baste decir que le hice una invitación para que en otra venida a San Luis, nos pudiera compartir algo con quienes nos interese, y de paso, pues “me ejecutaré con ella ahora unas enchiladas potosinas”.

El culto y la imagen de la muerte con todo lo que esto implica, por ningún motivo debe ser considerada como santa; para los católicos, la santidad viene a expresar la comunión con Dios, la visión beatífica, el estado de Gracia y la perfección. Al canonizar a algunos fieles como santos, es decir proclamar solemne y públicamente que han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del espíritu de santidad que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores (Catecismo de la Iglesia Católica No. 828). Otro de los comentarios que he recibido, es que preocupa sobremanera que algunas personas “católicas” tengan esta creencia y devoción, como si fuera una intercesora más ante Dios, que le piden favores para su bien material y espiritual; así como creen en la Virgen María, san Judas, santa Martha y otros santos, la muerte viene a ser considerada como otro medio a quien se recurre para solicitar su ayuda. Esto habla, como ya hemos dicho de una ignorancia religiosa o de una falta de evangelización. Una persona me dijo que le tiene tanta fe, porque le pidió a la “muerte” que su novia se curara de cáncer y se alivió totalmente y en agradecimiento a la “niña blanca”, se iban a casar. Yo solo le digo a esa persona, que los milagros los concede únicamente Dios. Las dos citas bíblicas que a continuación se citan, vienen a dar luz a nuestra reflexión: “Dios no hizo la muerte, ni se alegra de la perdición de los mortales”. “Pero Dios creó al hombre para que no pereciera, y lo hizo inmortal igual como es Él. Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y los que se pusieron de su lado perecerán” (Sb 1, 13; 2, 23-24). “Y porque todos esos hijos (los hombres) comparten una misma naturaleza de carne y sangre. Jesús también tuvo que hacerse, como ellos, carne y sangre. Así pudo por su propia muerte quitarle su poder al que reinaba, por medio de la muerte, el diablo y liberó a los hombres que el miedo a la muerte tenía paralizados toda su vida” (Hb 2,14-15). Queda claro que creer y dar culto a la muerte es contraria a la fe que profesamos en Cristo vivo y resucitado. No permitamos que esta falsa devoción se siga extendiendo entre nosotros; hagamos frente común con una misión permanente.


Por Luis Ricardo Guerrero Romero gromeroluisricardo@gmail.com

necesario

“Ante todo es cuidar del alma si se quiere que la cabeza y el resto del cuerpo funcionen correctamente”. Platón

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ara saber si vivo humanamente y no sólo voy como un ser animado y autómata, tengo la necesidad de desear, la necesidad de dudar y la necesidad del Necesario.

IGLESIA

Por Pbro. José Antonio Martínez Ortiz

IGLESIA PUEBLO DE DIOS La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzarse con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias en la vida. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de pensamientos ideológicos o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la buena nueva del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. La Iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes (cf. Mt 9, 35-36). Él, siendo el Señor, se hizo servidor y obediente hasta la muerte de cruz (cf. Fil 2, 8); siendo rico, eligió ser pobre por nosotros (cf. 2 Co 8, 9). Las características del Pueblo de Dios: El Pueblo de Dios tiene características que le distinguen claramente de todos los grupos religiosos, étnicos, políticos o culturales de la historia: — Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero Él ha adquirido para sí un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo: “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa” (1 P 2, 9). — Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico, sino por el “nacimiento de arriba”, “del agua y del Espíritu” (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo. — Este pueblo tiene por Cabeza a Jesús el Cristo [Ungido, Mesías]: porque la misma Unción, el Espíritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es “el Pueblo mesiánico”. — “La identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo” (LG 9). — “Su ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo mismo nos amó (cf. Jn 13, 34)”. Esta es la ley “nueva” del Espíritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25). — Su misión es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). “Es un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano” (LG 9). — “Su destino es el Reino de Dios, que él mismo comenzó en este mundo, que ha de ser extendido hasta que Él mismo lo lleve también a su perfección” La conciencia de ser pueblo de Dios lleva consigo sentirse pueblo y asumir la responsabilidad de nuestra vocación común. En la Iglesia todos somos responsables porque la Iglesia somos nosotros. Como nos advierte el Concilio, dentro de la Iglesia «existe una auténtica igualdad en todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo» (LG, 32).

Usualmente reconocer que algo es necesario es muy difícil de identificar, lo experimentamos en nuestra ropa, en algún gusto que pretendemos comprar, en el dinero e incluso en algún libro, pues nunca sabemos cuán necesario es realmente para nuestro bien. A decir verdad sólo la vida es necesaria para vivirla. Aunque podemos resaltar que hubo elementos necesarios para que se suscitara algún avance en la ciencia, por ejemplo; es necesario el estudio del pigmento de melanina en cada raza para conocer su color de piel; fue necesario para Arquímedes de Siracusa meterse a una tinaja llena de agua, para llegar al “principio de desplazamiento de líquidos”, y solucionar el fraude del orfebre que estafó a Hierón II; también el trazo de las palmas de las manos y plantas de los pies (dermatoglifos) es necesario para el estudio de las huellas dactilares. Necesario, del latín, necessarius, es lo opuesto a lo voluntario,

lo espontaneo, se entiende como algo ineluctable su antípoda es lo imposible, así que la necesidad (necesario) incluye la posibilidad, y existen variadas necesidades: absoluta, metafísica, relativa, moral, lógica. La necesidad del Necesario, con la que inicie el texto la explicaba Avicena en la noción del Ser (hoy por medio de la tinta de Gilson Étienne) “un ser que puede existir, pero que jamás existiría si no es producido por una causa [es el ser posible]”, “lo necesario es lo que no tiene causa y, en virtud de su propia esencia, no puede no existir [es el Ser Necesario]”. El Necesse ese, avicencista es donde la esencia y existencia son una sola cosa. Ahora bien, del resto de las necesidades: la duda y el deseo, una preguntémosela a Renato; y la otra ya la tenemos desde siempre, de otro modo no desearíamos nada. Solo se desea lo que se conoce. Eres lumbre de mi lumbre, eres mi sabiduría; figura de mi substancia en quien bien me complacía. San Juan de la Cruz

Los oficios que Dios da a sus hijos Canónigo José Ma. Ortega Robles

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an contado ustedes todos los oficios, profesionales, empleos, doctorados y maestrías que Dios da a todos los hombres hasta los albañiles, zapateros, modistos, pintores, agricultores, molineros, panaderos, químicos, boticarios, comerciantes, electricistas, carniceros, relojeros, talabarteros, impresores, encuadernadores, dibujantes, operadores de vehículos, mecánicos, fabricantes, restauranteros, abogados, ingenieros, aviadores, sepultureros, fotógrafos, caballerangos, soldados, policías, presidentes, gobernadores, payasos, cocineros, artistas, hojalateros, campesinos, obreros, patronos, cerrajeros, plomeros, mineros, jugadores, toreros, cobradores, enfermeros, médicos, rotulistas, marineros, pescadores, hoteleros, vigilantes, líderes, campaneros, sacristanes, oficinistas, secretarios, sensores, editores, periodistas, carteros, cirqueros, domadores, y como decía Raúl Velazco aún hay más: sacerdotes y religiosos. Lo que Dios ha hecho para la economía humana y social, lo hace también en el campo espiritual.Por eso san Pablo, como otros santos inspirados por Dios, han escrito cosas importantísimas. San Pablo se siente maestro para enseñar muchas cosas referentes a la fe y a la caridad. A todos sus hijos Dios ha dado una misión, un oficio para bien propio y de la humanidad. Es una maquinaria completísima. Misión que muchos Papas, obispos y santos han cumplido a veces hasta derramar su sangre. Usted ha cumplido su vocación o estado que Dios le ha dado fielmente. Como hacemos examen de conciencia, de vez en cuando también debemos hacer examen de vocación.


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CIUDAD DEL VATICANO.- En un breve discurso dirigido a los padres sinodales, al inicio del Sínodo dedicado a la Nueva Evangelización, el Papa Benedicto XVI, remarcó la importancia de la pasión por comunicar a Cristo al mundo y la conciencia de que Dios actúa en la Iglesia. El Santo Padre subrayó que las interrogantes sobre si Dios es una hipótesis, una realidad o no, son hoy tan actuales como antaño. El Evangelio es la respuesta de la Iglesia a esas interrogantes, indicó. “Con el Evangelio, Dios ha roto su silencio; nos ha hablado y ha entrado en la historia. Jesús es su palabra; el Dios que demuestra que nos ama y que sufre con nosotros hasta la muerte para resucitar después”. CIUDAD DEL VATICANO.- En el mensaje previo al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI exhortó a “valorizar la oración del Rosario en el próximo Año de la Fe”.

El Santo Padre señaló que “con el Rosario, de hecho, nos dejamos guiar por María, modelo de fe, en la meditación de los misterios de Cristo, y día a día somos ayudados a asimilar el Evangelio, de tal manera que pueda dar forma a toda nuestra vida”.

“Tras la huellas de mis Predecesores, en particular del Beato Juan Pablo II quien hace diez años nos dio la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, invito a rezar el Rosario personalmente, en familia y en comunidad, colocándonos en la escuela de María, que nos conduce a Cristo, centro vivo de nuestra fe”.
 MADRID.- Alrededor de 500,000 personas inundaron las calles de diversas ciudades de España, en las más de cien concentraciones coordinadas en el marco de la Marcha Internacional por la vida, pidiendo al gobierno que la reforma de la ley del aborto concluya en la proclamación del único número de abortos razonables, el Aborto Cero. “Queremos una reforma urgente y profunda de la ley del aborto”, dijo.
 La doctora Gádor Joya, portavoz de la plataforma española Derecho a Vivir, remarcó que el derecho a la vida debe siempre “prevalecer frente a todo lo demás, porque sin ello ningún derecho tiene sentido”.

 “No queremos, señor Rajoy, más Morines triturando fetos al amparo de una ley como la actual. En sus manos, está exportar al mundo un ejemplo de progresismo y modernidad”.

Los libros y sus autores

MÉXICO.- El titular de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Arquidiócesis de México, P. Rogelio Alcántara, dijo que cuando un católico adquiere un libro relativo a la fe debe cerciorarse que contenga el Nihil Obstat e Imprimatur, “porque hay muchas obras que se publican con ideas erróneas o confusas”, ajenas a la enseñanza de la Iglesia. “Esta situación toma mayor relevancia en la actualidad porque, debido a la proliferación de orientaciones religiosas, cualquier persona puede escribir un libro argumentando que ha sido inspirado por el Espíritu Santo, por María Santísima o por algún santo, y se trata de ideas personales con fines, la mayoría de las veces, comerciales”, señaló. MÉXICO.- Fue en 1970 cuando se realizó en la Ciudad de México la II Ultreya Mundial, y desde entonces los miembros de Cursillos de Cristiandad no habían peregrinado conjuntamente al Tepeyac. Aproximadamente 30 mil personas, participantes en la XXII Ultreya Nacional en la monumental Plaza de Toros México, caminaron hacia el atrio de las Américas, ataviados con trajes típicos de las diferentes culturas del país, globos, banderines, pancartas e instrumentos de música regionales. El objetivo, visitar a la Madre de Dios en su santuario del Tepeyac y dar testimonio de la alegría y gozo de ser portadores de la Buena Nueva a través de este movimiento eclesial. SAN LUIS POTOSÍ.- Como cada año por estas fechas, el presbiterio potosino, llevó a cabo su semana de actualización. Más de 150 sacerdotes reunidos en el Seminario Mayor sostuvieron sus reflexiones en torno a la Misión Permanente, que coincide precisamente con el sínodo que se llevó a cabo en Roma cuyo tema es “La nueva Evangelización”. Las reflexiones estuvieron a cargo de un grupo de sacerdotes que realizaron sus ponencias así como la organización de “mesas de reflexión” por parte de los participantes.

Por Mtro. Luis Marino Moreno F.

El gobierno de sí y de los otros Michel Foucault Madrid ediciones Akal, 211, 368 págs.

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ichel Foucault dictó clases en el Collège de France desde enero de 1971 hasta su muerte, en junio de 1984, con excepción de 1977, cuando disfrutó de un año sabático. El nombre de su cátedra era Historia de los Sistemas de Pensamiento. Esta edición toma como referencia la palabra pronunciada públicamente por Michel Foucault. De ella la transcripción más literal posible. El curso que Michel Foucault impartió en 1983 en Collège de France inaugura una investigación en torno a la noción de parhesía. Al hacerlo Foucault prosigue su labor de relectura de la filosofía antigua. A través del estudio de esta noción (el decir veraz, el hablar franco), reexamina la ciudadanía griega y muestra cómo el coraje de la verdad constituye fundamento ético olvidado de la democracia ateniense.

Describe también la manera en que, con interpelación personal del alma del Príncipe. Numerosos topoi de la filosofía antigua son objetos de un nuevo examen, como la figura platónica del filosofo-rey, la condena de la escritura o el rechazo sistemático al compromiso. Michel Foucault El arte de Michel Foucault (Poitiers, 15 de octubre de 1926 – París, 25 de junio de 1984) consistía en abordar en diagonal la actualidad a través de la historia. Podía hablar de Nietzsche o de Aristóteles, de la pericia psiquiátrica en el siglo XIX o de la pastoral cristiana: el oyente siempre extraía de esos temas una luz sobre el presente y los acontecimientos de los que era contemporáneo . El poder propio de Michel Foucault en sus cursos obedecía a ese sutil cruce entre erudición sabia, un compromiso personal y un trabajo sobre el acontecimiento.

Seis ideas para afrontar la crisis Benedicto XVI

(quinta parte)

AUTORIDAD POLÍTICA MUNDIAL Hay que evitar el caos, el desgobierno. Para que la sociedad funcione es necesario el respeto de la ley, y una autoridad que la aplique para que todos la asuman y respeten. Esa ley debe ser clara y respetuosa con todos los pueblos y creencias. “Ante los problemas tan vastos y profundos del mundo de hoy, he señalado la necesidad de una Autoridad política mundial regulada por el derecho, que se atenga a los mencionados principios de subsidiariedad y solidaridad y que esté firmemente orientada a la realización del bien común, en el respeto de las grandes tradiciones morales y religiosas de la humanidad”. (Audiencia General 08.07.2009)


Conocía los mandamientos... ignoró el Evangelio

Dios se pone en las manos del hombre Por Pbro. Margarito de la Torre

Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez

“Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia Él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre». El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!». Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios». Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?». Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible». Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna” (Mc 10,17-30).

Aferrado. El hombre rico vivía aferrado a sus bienes. Era un un hombre recto, sin duda alguna. Su rectitud la podemos notar por varios elementos: Primero, su actitud humilde ante Jesús, la cual no es como la de los fariseos que, cuando lo abordan, lo hacen con la pura intención de ponerlo a prueba. Junto a este hombre rico, únicamente el leproso del capítulo uno realizará un gesto de tanta humildad al acercarse a Jesús, el leproso se postra mientras el rico se arrodilla. Segundo, no le pide nada, sino que le pregunta sobre el camino para heredar la vida eterna; su interés es espiritual, es un buscador de perfección, tiene interés en la vida eterna. Tercero, cumple los mandamientos desde su juventud, esto da a entender que su riqueza la ha obtenido con honestidad; habla, sobre todo, de un hombre apegado a la ley de Dios que busca hacer su voluntad. Al menos esos tres elementos hablan por sí solos, dejándonos percibir a un hombre recto.

Sin embargo, ese hombre sincero y recto, que desde joven ha cumplido los mandamientos y que investiga por el camino de la vida, no logra percibir que hay algo más allá de los mandamientos, no es capaz de percibir que el profeta galileo llamado Jesús porta consigo una buena noticia, un Evangelio que libera, un Evangelio de generosidad junto con el llamado a seguirlo. Era tan recto pero no recibió el Evangelio. No dio el paso del antiguo al Nuevo Testamento.

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ios es misterio por excelencia, manifestado por su amor, su infinita misericordia; pero lo que más me sorprende y me llena de admiración es que se ponga en las manos del hombre. Cuando el Verbo se encarna y nace, en cuanto hombre, de María Santísima, quiso depender de ella para ser alimentado, protegido del frío, en fin, se puso en sus manos. Cuando celebro la Eucaristía ese mismo Jesús se pone en mis manos. ¡Qué misterio tan admirable! Dios es tan grande que no cabe en el universo, obra suya y sin embargo se hace pequeño para venir a mí que soy pequeño. Hay lugares donde se encajona el viento, generando corrientes continuas; uno de estos es donde cada domingo celebramos la santa misa en la cárcel de Rioverde. Cuando levanto la hostia consagrada para que Jesús sea adorado por los fieles, debo sostenerla de tal modo que el viento no la arranque de mi mano y le digo a Jesús que no lo voy a soltar, pero luego cambio el sentido de la oración, que convierto en súplica y le digo: no me sueltes. El viento quiere arrebatar a Jesús de mis manos, y son muchos los vientos que quieren arrebatarnos de las manos de Jesús; por eso es necesario estar siempre aferrados a sus mano, de otro modo, nos llevarán los vientos.

Ese Jesús, que parece poco legalista, pide sin embargo mayor generosidad. Su buena noticia consiste en misericordia, cruz y generosidad. El corazón duro de los cumplidores de la ley tiene un concepto muy humano de perfección. Jesús lo lleva a añadirle los ingredientes del desapego de los bienes y del amor generoso a los pobres.

Pero hay cosas que no se pueden evitar. Cuando estoy dando la sagrada comunión he llegado a ver pequeñas partículas que se desprenden de la Forma Sagrada; son tan pequeñas que es imposible siquiera encontrarlas en el piso y más difícil, por no decir imposible, cuando el piso es de tierra. Entonces pienso que el amor de Jesucristo por nosotros es tan grande, que no sólo sufrió caídas en su camino al calvario, sino que sigue cayendo a la tierra por venir a nosotros; Él podría evitar eso, pero no lo hace; ¿por qué? No lo sé; sólo alcanzo a entender que es por mí, porque me ama, por todos los hombres y mujeres del mundo.

El rico vivía abrazado a los mandamientos de Moisés, pero fue indiferente al Evangelio de Jesús. Eso le causó tristeza pero no tomó el camino que le mostró Jesús. Tenía el deseo y la intención pero no concretó su proyecto y todo se quedó en mera ilusión. Sus ideales terminaron en un sueño no cumplido, a pesar de que conoció el camino para alcanzarlo. Preguntó y no aceptó la repuesta. Pidió y luego no quiso recibir. Sus muchos bienes se lo impidieron.

Cuando Jesús vivió en la tierra seguramente durmió muchas veces en el suelo, en lugares inhóspitos, probablemente insalubres; pero creo que esto no es lo más desagradable para Él; hay cosas peores. Cuando al dar la Comunión percibo el mal aliento de alguna persona o descubro que tal vez nunca asea su boca, pienso en el amor de Jesús; pero eso no es lo más grave. Cuando tomo la Hostia consagrada entre mis manos le digo a Jesús que está en mis manos; pero luego le digo todo lo contrario: estoy en tus manos.

Los discípulos, por su parte, al haberlo dejado todo por seguir a Jesús, serán premiados con el ciento por uno en bienes y afecto, y sobre todo con la vida eterna, pero sin excluir muchas persecuciones.

Cuando llevo la sagrada comunión a los enfermos me gusta llevar el relicario en la bolsa de mi camisa para sentirlo cerca de mi corazón y le pido que logre amarlo aunque no entienda su misterio; pero sé que de Él vengo y hacia Él voy; Él es mi origen y mi fin y, por lo tanto, sólo Él da sentido a mi vida, si bien a través de mediaciones. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por Él (cfr. Jn 3,16-17). Dios sea bendito y alabado por siempre.


Con gran alegría vivieron su fiesta patronal en

Villa de Reyes Por Carlos Cuéllar

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n honor a san Francisco de Asís, en Villa de Reyes, las comunidades y la cabecera parroquial en pleno, se llenó de fiesta al recordar a su santo patrono y unirse junto a la Iglesia universal en estos primeros días de octubre a recordar a este gran hombre que marcó la historia del caminar de nuestra Iglesia y que a partir de entonces ha sido para muchos un confiable intercesor y ejemplo de vida. El padre Gabriel Rodríguez Montante ha sido párroco de esta comunidad por varios años y ha sido participe de eventos y actividades que promueve nuestra Arquidiócesis y los concretiza en su comunidad parroquial, esta fiesta Patronal fue caracterizada por la entrega de la gente y por el buen entusiasmo con la que se preparó y la vivió.

Fiesta para san Francisco de Asis en

Villa de Pozos L Por Carlos Cuéllar

a delegación de Villa de Pozos es rica en tradiciones, cultura e historia, y es resguardada bajo la solemnidad de su santo patrono san Francisco de Asis, quien desde hace mucho tiempo, las personas acuden a este templo para elevar sus plegarias a este gran hombre del siglo XII para que sea intermediario ante el Padre Eterno. Las múltiples peregrinaciones y danzas siempre han estado presentes. En estos días de octubre no faltaron los visitantes provenientes de comunidades y de otros lugares fuera de la parroquia. De esta manera la fiesta patronal tuvo su tinte peculiar de fe, alegría y convivencia. El párroco Juan Martínez Vega junto a su vicario Bernardo Méndez Carmona entusiasmaron a la comunidad que, en conjunto con su equipo de trabajo, participaron de una manera muy activa para presidir la solemne eucaristía el día 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís. El padre Juan agradeció a todos los presentes y gente colaboradora por el éxito de esta fiesta que concluyo en abrazos, danzas y muchísima alegría.

El arzobispo don Jesús Carlos Cabrero Romero se unió a este festejo y ante un templo reluciente en personas y arreglos, presidió la solemne Eucaristía el día 4 de octubre recordando la vida y ejemplo de san Francisco. Durante todo el día las constantes peregrinaciones entraron al templo para hacer una visita a su santo patrono, los niños peculiarmente disfrazados de san Francisco, los adornos, y la música fue una parte importante de esta alegre fiesta.


Fiesta patronal en Mexquitic de Carmona Por Lorena Sánchez Sánchez

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a fe y la alegría movieron a miles de cristianos a celebrar las fiestas patronales de San Miguel Arcángel en Mexquitic de Carmona, en sus 420 años de fundación como templo parroquial. En punto de las 12 horas el señor arzobispo don Jesús Carlos Cabrero celebró la misa solemne, en la cual bendijo la arcaica y restaurada imagen de San Miguel Arcángel, ante sacerdotes invitados y miles de fieles que asistieron a esta Eucaristía. El señor arzobispo en su homilía, invitó a los feligreses de esta parroquia a ser agradecidos con los sacerdotes, porque ellos tienen una misión como la de los santos arcángeles. Motivó a defender los valores ante el mal que se manifiesta en estos días, y mencionó “Defendamos el nombre de Dios”. Miles y miles de católicos conmemoraron a su patrono algunos caminando kilómetros de distancia para llegar a la casa de San Miguel. Flores rojas y amarillas, las tradicionales bateas adornadas de alegres colores, cera escamada, música de banda, danza y estruendosos cohetones fueron las principales ofrendas al Arcángel Miguel; el cual los esperaba cerca del templo para realizar un recorrido en su compañía. Estas fiestas, manifestaron lo grande que es la fe católica en esta parroquia dirigida por el señor cura Eustorgio Salazar Morales y el vicario Moisés Orozco Moreno.

Durante el transcurso de la tarde del 29 de septiembre, los sacerdotes recibieron a los fieles de esta parroquia: las comunidades de Paso Blanco, Moras, Ejido Milpillas, Cerrito de Jaral, Pollitos, Los Picachos, Morelos, Ojo Zarco, colonias de la cabecera, acudieron a esta cita. Esta fiesta se vivió con gran participación de la feligresía, y seguramente dejará un buen recuerdo en la memoria de todos los habitantes de la región.

Una gran fiesta se vivió en Moctezuma

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ste domingo 30 de septiembre la Parroquia de San Jerónimo, Moctezuma, SLP, celebró su fiesta Patronal la cual se vió engalanada con la presencia de nuestro señor arzobispo don Jesús Carlos Cabrero Romero; tuvo un grato recibimiento por los niños del catecismo y feligreses de la parroquia encabezando el recibimiento su párroco el padre Juan López Medina; con gran alegría les acompañaba la banda de guerra y música de viento.

Al llegar al templo parroquial lo esperaban feligreses que participaron en la entrada de cera y personas de las diversas comunidades que se congregaron a honrar a su santo patrono san Jerónimo. En la concelebración estuvieron presentes los padres Juan Flores, el párroco Juan López Medina y vicario Domingo Alonso; en la homilía el arzobispo empezó por agradecer a los sacerdotes porque desde el momento de su ordenación aceptaron ser luz para la Iglesia y sus feligreses. A la comunidad

les exhortó a descubrir a Padre Dios a través del Espíritu Santo y que a ejemplo de san Jerónimo que lo descubrió en una cueva y se dejó guiar por Él para traducir la escritura, así también ellos le descubriesen en su vida ya que para Dios no hay nada imposible. Les invito a no permitir que su corazón se corrompa porque es frágil y al igual que a la tierra en la que se siembra se le debe quitar la cizaña, los espinos y la mala hierba para que la planta que se

Por Ofelia Luis Oviedo

ha sembrado tenga vida, para no decir como dijo san Pablo teniendo la oportunidad de hacer el bien hago el mal. ¿Cómo cuidar el corazón? Dijo, en la escucha de la palabra de Dios y en la experiencia de los papás ya que la sabiduría está en la experiencia de vida del ser humano. Por último mencionó lo importante de aprender a encontrar la palabra de Dios y como san Jerónimo la prediquemos, la vivamos y la compartamos.


OCTUBRE 14 DE 2012

Fiesta patronal en la parroquia de

San Miguelito

Por LCC Angélica Maldonado Morales

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l tradicional y legendario Barrio de San Miguelito, celebró su fiesta patronal. Fueron cientos y cientos los fieles que entraron al hermoso templo parroquial para venerar al Príncipe de la milicia celestial, san Miguel Arcángel.

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l pasado 22 de septiembre en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Santa María del Río, se llevó a cabo un taller de líderes de la Pastoral de Adolescentes y Jóvenes, en donde se impartieron temas de formación y espiritualidad a los líderes de los 14 grupos juveniles que forman la Pastoral Juvenil parroquial. Se contó con la participación de 40 Jóvenes representantes y líderes de los grupos: Arcoiris, JUPAC, Jóvenes Unidos por Cristo, Amigos de Cristo, Sagrado Corazón de Jesús, Ángeles de Cristo, Sembradores de Amor, Amigos de Jesús, Jóvenes Luz del Mañana, Proceso Juvenil Vocacional.

Monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero fue quien presidió la solemne concelebración Eucarística, acompañado de monseñor Juan Castillo Pérez y de varios sacerdotes del decanato de Nuestra Señora de la Expectación, él nos recordó que los ángeles son mensajeros de Dios y que su misión y naturaleza nacen de nuestro Creador, por lo que es preciso escucharlos, buscarlos, invocarlos y pedirles su protección y ayuda para descubrir al Señor.

Este Taller ayuda a los jóvenes líderes a tener un mejor concepto de su rol dentro del grupo juvenil y en donde Cristo vivo debe ser el centro del proceso de unión de los integrantes. Ayudados por psicólogos, el grupo de DIPAJ (Dimensión de Pastoral Juvenil), coordinados por el padre Oswaldo Esquivel y Pepe Valdivieso de la Pastoral Universitaria, se trabajó en torno a las características del líder, sus cualidades y de algunos nuevos métodos y puntos de apoyo para el trabajo en el grupo juvenil.

“Sabemos que hay muchos ángeles adorando al Señor, sin embargo, nosotros también debemos adorarlo desde esta tierra porque somos del Señor, de nadie más, a Él le pertenecemos, por eso debemos descubrir nuestra identidad en Dios, no fuera de Él. “Nacemos de Dios y debemos ir hacia Él, porque es nuestro camino, verdad y vida. Seamos como los ángeles y seamos servidores de Señor descubriendo nuestra vocación y misión en nuestra vida. Vivamos como hijos de Dios y hagámonos verdaderos hermanos unos con otros.

Taller de líderes en Santa María del Río

“Hoy se nos ofrecen corrientes que nos apartan de Dios y nos llevan a conocer otros “dioses” que no son Dios, vivimos a su merced y por eso se ocasionan tantas muertes, destrucciones, males, odios, venganzas, rechazos, luchas, porque vivimos como extraños, como enemigos. Basta ver los periódicos, la TV, la radio, medios sin duda alguna prodigiosos, pero que nos informan de otras realidades: de muerte, caos, guerra y San Luis Potosí no es la excepción, pues ya comienza a herirse lo más puro y delicado que tenemos: La Familia. “Ojalá hagamos un gran esfuerzo cada día por hacer que en la familia se dé el diálogo, la escucha cotidiana, el amor, el respeto, el perdón, la sana convivencia y nos dejemos de odios, divisiones y venganzas que no nos conducen a nada bueno, sólo nos llevan a la amargura, a la infelicidad. “Hagamos lo posible para que se recupere su verdad, su autenticidad, su catequesis, la evangelización que nos dieron nuestros padres Franciscanos y celebremos los 50 años del acontecimiento del Concilio Vaticano II y los 20 años del Catecismo de la Iglesia Católica. “Estamos por comenzar a celebrar el AÑO DE LA FE, motivo para actualizarnos en las fuentes de la fe. “Luchemos por los valores del Evangelio, no nos acobardemos, imitemos al arcángel san Miguel que valientemente luchó contra el mal, bajo el lema: “¿Quién como Dios?. ¡Nadie como Él!”.

Con alegría manifestaron su apoyo y compromiso al arzobispo don Jesús Carlos Cabrero quien hizo una visita a los jóvenes, los saludó, se presentó y manifestó su apoyo y gratitud por el trabajo que estos jóvenes entregan a Dios en su trabajo pastoral. ¡Muchas gracias don Carlos por su visita! Al finalizar el taller los jóvenes hicieron un compromiso ante Jesús Eucaristía en donde reafirmaron su responsabilidad de acompañar y guiar a cada uno de sus grupos, poniendo en manos de Santa María Madre de Dios, a todos y cada uno de los Jóvenes de la Parroquia.


El A, B, C de la Biblia

¡Escucha Israel!

Yo CREO...y vivo mi FE

¿Qué decimos cuando decimos “creo”? Por P. Memo Gil

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iguiendo la invitación del Papa Benedicto XVI para profundizar y conocer más nuestra fe, en éste Año de la Fe convocado por Él, veremos ahora lo que significa para nosotros creer y lo que se deduce de nuestra profesión de fe con la que expresamos nuestra creencia y dependencia de Dios. Hay que tener en cuenta que creemos y conocemos a Dios, no a través de comprobaciones exhaustivas, sino más bien, porque es Él quien se autorrevela. Él es quien toma la iniciativa para salirnos al encuentro y decirnos: “Yo estoy aquí para ti”. Fue ésta promesa constante que encontramos en el Antiguo Testamento y que tiene todo su cumplimiento en el Nuevo Testamento en la persona de Jesús, el Hijo enviado por el Padre: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). La iniciativa es del Padre, que en un acto de su infinita bondad, nos ama aún antes de que nosotros correspondamos a ése amor que por eso es gratuito e incondicional. Pudiéramos decir entonces que una diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento es ésta: en el Antiguo Testamento se decía “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”; y ahora, en el Nuevo Testamento, Jesús nos dice “El Señor tu Dios te ama con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas”. Cuando pues decimos “Creo en Dios” significa que nos arriesgamos en la aventura de ese amor, que es el único capaz de satisfacer todas nuestras expectativas. Y digo nos arriesgamos, porque aceptamos los desafíos que ese amor nos presenta y a lo que nos compromete. Es decir, hago profesión de fe en Aquél que responde a mis exigencias más profundas. Y esto me lleva a abandonar mis seguridades, sabiendo que Él sale a mi encuentro, suceda lo que suceda Él está junto a mí. En una palabra: “Creo en Dios” porque es el único en quien puedo abandonar propiamente mi corazón.

«¡E

scucha Israel! El Señor nuestro Dios es el único Dios » Esto es lo que resuena en nuestro interior de la lectura del Deuteronomio que habíamos encargado la ocasión anterior. Esta orden–exclamación no es una imposición al pueblo, no se le ordena sólo escuchar, más bien podemos identificarla como una verdad a la que se invita al hombre que haga presente y conciente, una necesidad de iluminar el misterio de su existencia.

Por lo tanto, al comenzar nuestra Profesión de Fe, debemos decir con alegría: ¡Creo! Pues de éste modo reconocemos, personal y comunitariamente, que hemos recibido el regalo de la fe y la confianza en Dios. Que nos ha amado primero y nos lo ha manifestado de muchas formas. Por ello decimos que el acto de creer es, en primer lugar, iniciativa de Dios y un don y regalo suyo. Y con san Agustín, debemos decir también nosotros: “Creemos para comprender y comprendemos para creer mejor”.

Les invito a retomar lo comentado en los artículos previos de esta columna, a considerar son dos aspectos: El hombre tiene en su interior una necesidad de dirigirse hacia lo trascendente —o explayando esta idea: el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre y de muchas maneras en su historia ha expresado su búsqueda de Dios mediante sus creencias y comportamientos religiosos (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 27-28)—; Dios, como respuesta a la misma inquietud que ha sembrado en el corazón de cada hombre, se dirige a éste con su Palabra, pronunciada desde la eternidad, pero temporalizándola y plasmándola en la Sagrada Escritura —pues, después de todo, la Biblia narra la Historia de Salvación desarrollándose en la misma historia de la humanidad— para hacerla cercana al hombre —y, al escucharla, la obedezca—.

Precisamente el Papa Benedicto XVI decía en una ocasión: “De ahí que al decir Creo en nuestra profesión de fe, las palabras deben corresponder a lo que en ése momento llevamos dentro del corazón. Esto es, un sentimiento profundo de agradecimiento porque Dios también cree en nosotros, a pesar de nosotros. ¿Cómo podemos dudar que Él no se haga cargo de nosotros? Nuestra limitada humanidad no le garantiza un reconocimiento inmediato, pero porque es Dios, es paciente. Y nos sabe esperar siempre, aunque nosotros nos hundamos en la desesperanza y nos revelemos a sus designios. Pero su amor por nosotros no cambia, porque siempre lo tendremos de nuestra parte. ¡Sí, eso lo Creo!

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De esto, podemos llegar a una conclusión mediata: Dios ha hablado muchas veces y de muchas maneras a los hombres (cf. Hebreos 1,1), es decir, Dios nos ha hablado por medio de sus profetas —que son en el Antiguo Testamento portadores, por esencia, de la Palabra de Dios—, sin llegar a una revelación plena de Su misterio, y bajo diversas formas: sueños, revelaciones, etc. (cf. Números 12,6-8), hasta ahora que nos habla por medio de Su mismo Hijo Jesucristo (cf. Hebreos 1,1), como la plenitud de su revelación —sin agotarla, pues en nuestros días, el Señor Jesús, que es la Palabra Dios, sigue hablándonos cada vez que su Iglesia se reúne a orar (cf. Mateo 18,20), de modo especial cuando lo que conduce la oración es la misma Sagrada Escritura—. Ahora, tras esta breve introducción a la Biblia, enmarcando su realidad como Palabra de Dios que responde a la necesidad humana de trascender, vamos a adentrarnos al estudio de la Escritura con el deseo de conocer para contemplar y responder a lo que Dios nos dice y, a la vez, nos invita.


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OCTUBRE 14 DE 2012

Salir de Egipto «E

mpieza a salir quien empieza a amar», dijo san Agustín (354-430) al comentar un día, en la Catedral de Hipona, el salmo 64. El éxodo leído en clave de amor, la salida de Egipto como figura de esa otra gran salida de uno mismo que es amar. El que ama, sale, dejando atrás padres, casa y hermanos, el jardín en el que jugó, los cuadernos en los que aprendió a hacer garabatos y los libros en cuyos márgenes dibujó sus primeros corazones. Como Abraham, como Moisés, el que ama emprende un largo camino en el que se le irá la vida. Éste, a partir de entonces, ya no se preocupará obsesivamente por sí mismo, ni pensará sólo en sus intereses, pues su yo ya no tiene sentido más que en relación con el tú al que ama. Se pregunta: «¿Cómo es que pude vivir tanto tiempo sin él, sin ella?». La vida sin esta persona le parece inconcebible, y porque en el pasado vivió lejos de su mirada, el pasado ya no le interesa: lo puede dejar atrás. «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse a su mujer?» (Mateo 19,4-5). Amar significa abandonar la casa paterna, es decir, exiliarse, desterrarse. ¿Y qué otra palabra hay en el diccionario más terrible que ésta, que significa perder la tierra en la que hasta ahora y casi sin advertirlo se había sido más que feliz? Pero se trataba de una felicidad inconsciente, de una felicidad que se ignoraba a sí misma, y por eso el que anda en amores la desprecia: él, ahora, quiere ser feliz de otra manera. El amor de su padre, de su madre, de sus hermanos y hermanas apenas lo conmueven: estos amores los tiene ya, pues son gratuitos; lo que él quiere en esta nueva etapa de su vida es un amor de otra especie: un amor que no se dé por descontado y que le cueste: un amor no regalado, sino conquistado. Y, así, un día se trepa al caballo de sus deseos, llena sus alforjas con ilusiones y dice como el Cid antes de abandonar las tierras de Castilla: «Agora nos partimos, Dios sabe el ajuntar». Empieza el Éxodo, y, con él, las ceremonias de la despedida. Las últimas cenas en la casa de su padre las hará de prisa, de pie y atragantándose, como los judíos en la noche de Pascua. Tiene prisa por salir. Lo espera otra tierra, una tierra que mana leche y miel. De su casa no se llevará casi nada; parte, como decía Machado, ligero de equipaje. De hecho, un turista llega siempre con más maletas a Madrid que un recién casado a su nuevo hogar: no quiere que nada ni nadie le entorpezca el paso. Pero no es fácil salir. ¿Quién dijo que lo era? Basta leer el libro del Éxodo para darse cuenta de que los judíos, una vez cansados de tanto caminar, empezaron a extrañar las ollas de Egipto, esos platillos suculentos que les preparaba mamá sin quitarles el sueldo. ¿Por qué salieron de Egipto si allí, después de todo, no lo pasaban tan mal? Y se agitaban entre las dunas, diciendo: «¿Acaso no había sepulturas en Egipto para que nos hayas traído a morir

en medio del desierto? ¿Qué has hecho con nosotros sacándonos de Egipto?» (Éxodo 14,11). Gruñen contra Dios (tal es el verbo del original hebreo: gruñir) por haberlos engañado con espejismos. «Por el odio que nos tiene nos ha sacado Yahvé de Egipto, para entregarnos a manos de los amorreos y destruirnos» (Deuteronomio 1,27). «¡Así que esto era el amor!», exclama el recién salido cuando sus pies pisan por primera vez las piedras ardientes del desierto. «¿Solamente esto? ¡Y yo que creí que!... ¿Dónde está entonces esa famosa tierra que mana leche y miel?». Mira hacia el infinito y no ve más que arena, soledades que no se acaban. Se desespera. Secretamente, aprovechando las fugaces ausencias de aquella que lo expulsó de Egipto, le viene la tentación de construirse un becerro de oro, un ídolo que lo consuele y lo saque del apuro en el que se ha metido. Las comidas en el desierto le parecen insípidas. ¡Siempre saben a lo mismo! «¿Para qué nos sacaste de Egipto, para matarnos en el desierto? No tenemos ni pan ni agua y ya estamos hartos de esta miserable comida» (Números 21,5). ¡Qué distinto era comer en Egipto, en casa de su madre! ¡Ella sí que sabía hacer las cosas! En Egipto, además, podía

darse el lujo de abrir una cuenta de banco y comprarse un auto modesto, aunque del año; en cambio ahora todo lo tiene que dar para no recibir a cambio más que esa comida que ya le sabe a plástico o a algo aún peor. Incluso llega a preguntarse: «¿Y por qué tengo que mantener a esta panza aventurera?»; se lo pregunta cuando ve encima de su cama dos o tres bolsas de El corte inglés llenas de vestidos y pantalones todavía con la etiqueta puesta… El amor humano y el matrimonio cristiano leídos desde la aventura de la salida de Egipto. ¡Jamás se me había ocurrido! Sería, sin duda, una lectura provechosa. Los esposos deberían leer juntos el libro del Éxodo, pues las pruebas de aquellos peregrinos en el desierto son sin duda sus propias pruebas en este otro desierto en el que a veces se convierte el amor. El desierto del amor: así tituló, ni más ni menos, François Mauriac (1885-1970) una de sus novelas más bellas. Leer juntos el libro del Éxodo. Claro, siempre y cuando reconozcan, al final de la lectura, que también para ellos fueron dichas estas palabras: «No temáis, estad firmes y veréis la salvación de Dios, pues los egipcios que ahora veis, no los volveréis a ver jamás. Yahvé peleará por vosotros; vosotros no os preocupéis» (Éxodo 14, 13-14). Después de tanta lucha, sol y arena siempre estará la tierra prometida.

Exiliarse, desterrarse. ¿Y qué otra palabra hay en el diccionario más terrible que ésta, que significa perder la tierra en la que hasta ahora y casi sin advertirlo se había sido más que feliz?


Contrato para la construcción de un retablo para el templo parroquial del pueblo, hoy Barrio de San Sebastián Por Mtro. José Ricardo García López

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l contrato que presentamos en esta ocasión se refiere a la construcción del retablo del altar mayor del templo del Barrio de San Sebastián. Hay que recordar que el retablo es ordinariamente de madera como los que se encuentran en el templo de Nuestra Señora del Carmen, en el camerino y en ambos cruceros, y que los laterales que se encuentran en la nave central en el cuarto tramo inmediatamente antes del crucero son una excepción porque son de piedra. El retablo de que aquí se trata, como se deduce de la lectura del contrato debía ser de madera. Este contrato está consignado en el protocolo de Francisco de Pastrana y fechado el 7 de abril del año de 1695. He aquí la transcripción del contrato: Sepan cuantos esta carta vieren como yo Luis de Santiago, maestro de carpintero y ensamblador, vecino de esta ciudad de San Luis Potosí como principal e yo Nicolás López, español, oficial de dicho arte, así mismo vecino de esta dicha ciudad, como fiador y principal pagador que me hago y constituyo en todo cuanto en esta escritura se hará mención, haciendo como hago de deuda y obligación ajena, mía propia y sin que en contra del dicho Luis de Santiago ni sus bienes, proceda ni se haga diligencia ni ejecución alguna y ambos a dos, principal y fiador, juntos de mancomún y a voz de uno y cada uno de por si y por el todo decimos que por cuanto yo el dicho Luis de Santiago, tenemos tratado y concertado con el mayordomo depositario de las cofradías del glorioso San Sebastián fundada en el pueblo extramuros de esta ciudad, el hacer para la iglesia de dicho pueblo un colateral y retablo para el altar mayor según y de la forma que contiene un dibujo y planta que para ello hice, el cual está en poder de dicho mayordomo depositario y demás oficiales de dicho pueblo, el cual he convenido hacerlo por precio y cuantía de quinientos y cincuenta pesos de oro común en reales en cuya conformidad de lo así pactado otorgamos y conocemos que nos obligamos que dentro de ocho meses que empiezan a correr y contarse desde hoy día de la fecha de esta carta en adelante haremos y dispondremos el dicho colateral y lo acabaremos y entregaremos a dichos mayordomo diputados y demás oficiales con toda perfección y según el dibujo y planta que para su muestra tienen en su poder dichos naturales fecho por mi dicho Luis de Santiago el cual colateral se ha de ver y reconocer por personas peritas e inteligentes en dicho arte y reconociéndose que falte alguna pieza o cosa de lo pintado en dicho dibujo, por lo que así faltare se nos ha de compeler a su cumplimiento y obligarnos a que lo hagamos según dicho dibujo y por su defecto puedan dichos naturales llamar a otros maestros y oficiales de dicho arte para que hagan y perfeccionen lo que nosotros dejamos de cumplir y perfeccionar según la dicha planta y dibujo y por los dichos naturales, mayordomo depositario y demás oficiales de dichas Cofradías se nos ha de dar la cantidad de pesos que hubiéremos menester cada semana para pagar oficiales y comprar la madera necesaria durante el tiempo de los dichos ocho meses y al fin de ellos y que esté acabado el dicho colateral y retablo se nos ha de pagar y satisfacer la cantidad de pesos que se nos restare debiendo a la de los quinientos y cincuenta pesos en que está concertada dicha obra y para su perfección nos obligamos de poner nuestras manos y los oficiales y madera que fuere menester y comenzarla a hacer desde hoy dicho día en adelante sin alzar mano de ella hasta que se acabe y si cumplidos los dichos ocho meses no diéremos acabada perfectamente la dicha obra según la planta y dibujo que de ella está hecha consentimos y tenemos a bien que se nos compela de ello con todo rigor de derecho y vía ejecutiva y que los dichos mayordomo y depositario y demás oficiales la puedan concertar con otro maestro que en nuestro lugar lo cumpla y por lo que se refiere a las costas se nos exijan en los términos de esta escritura por parte del mayordomo depositario y demás oficiales de las cofradías o de quienes su poder y derecho ejerzan. Nos sometemos a los jueces y justicias de su Majestad de cualquier parte fuero y jurisdicción que sean en especial a las de esta ciudad, renunciamos nuestro fuero y jurisdicción, domicilio y vecindad para que las dichas justicias a ello nos compelan y apremien por todo rigor de derecho y vía ejecutiva y como si fuese por sentencia definitiva de juez competente dada, pronunciada y consentida en autoridad de cosa juzgada en testimonio de lo cual otorgamos la presente ante el escribano de su majestad público y testigos en esta ciudad de San Luis Potosí, en donde es fecha en siete días del mes de abril de mil y seiscientos y noventa y cinco años y los otorgantes a quien yo el escribano doy fe conozco lo otorgaron y firmaron siendo testigos: Domingo del Río, Francisco Pérez de Tejada y Nicolás Nuñez del Portillo Ante mi

LUIS DE SANTIAGO (rúbrica)

NICOLÁS LÓPEZ (rúbrica)

FRANCISCO DE PASTRANA Escribano Público (rúbrica)

El dibujo y planta a que se refieren los carpinteros tal vez se encuentre entre los documentos de la Cofradía que quizá estén resguardados en la Parroquia de San Sebastián. El retablo desapareció, tal vez con el afán de la modernización como hace algunos meses desapareció el cancel que estaba a la entrada de la que fue la Capilla del Señor del Santo Entierro en el templo de San Francisco, en esta ciudad y fue sustituido por una espantosa puerta de cristal, modernísima que nada tiene que ver con el contexto arquitectónico y artístico del templo.


Fe y política

¿Por qué no hay sacerdotisas en la Iglesia Católica? Por Javier Algara

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robablemente muchos lectores estarán enterados de que en algunas iglesias cristianas no católicas, por ejemplo la Anglicana, hay sacerdotisas, o sea mujeres que ejercen el sacerdocio: celebran la misa y administran sacramentos (según sus ritos y sus doctrinas, claro). No faltan entre los católicos algunos que, ante ese hecho, y quizás influenciados por cierto deseo de reivindicar los derechos de las mujeres frente a lo que ellos conciben como un androcentrismo eclesial exagerado, se preguntan por qué no también nuestra Iglesia admite a las mujeres al sacerdocio. Alegan a favor de esto que en Estados Unidos y en algunos países europeos ya hay innumerables voces en demanda de que la Iglesia reconozca la igualdad de la mujer abriendo para ella las puertas hacia las sagradas órdenes. Argumentan que las mujeres son perfectamente capaces de hacer lo mismo, o más, que los varones, como ha quedado demostrado en el arte, las ciencias, la política y la educación. Añaden los defensores del sacerdocio femenino que, además, hay en la Iglesia miles de religiosas y mujeres seglares que ya dedican su vida al servicio desinteresado de los pobres y enfermos. ¿No se podría ampliar su capacidad de servicio con el sacerdocio? El sacerdocio, como todos los demás sacramentos, y la Iglesia misma, es un regalo de Dios, totalmente gratuito, un derroche de la misericordia divina, y por lo tanto no está vinculado en modo alguno a la dignidad política, categoría social, méritos académicos, capacidades físicas, talentos, género o cualquier otro criterio humano de otorgamiento de funciones, responsabilidades o premios. Dios no se fija en nuestra belleza, sexo, inteligencia, renombre o cosas por el estilo para darnos su Espíritu y perdonar nuestros pecados en el bautismo o el sacramento de la reconciliación, ni para dársenos como alimento en la Eucaristía. Si así fuera nadie podría recibir los sacramentos, ni siquiera ser invitado a la fe y a pertenecer a la Iglesia. Por lo tanto el que las sagradas órdenes no se den a las mujeres no significa discriminación alguna. A través de su Espíritu, Cristo da a cada cristiano gratuitamente, sin evaluaciones de practicalidad humana, el don que le hace falta para crecer en y para la Iglesia. Él decide lo que le conviene a cada uno y a la comunidad cristiana. Alguien podría responder diciendo que la decisión de limitar el orden sacerdotal a los varones no la tomó Jesús, sino la Iglesia, o sus autoridades años después de que el Señor se había marchado. Pues sí, es cierto. Pero también es cierto que Jesús explícitamente confió a la Iglesia sus llaves, para que esta última - constituida en su propio cuerpo y sacramento- fuera, a lo largo de la historia, la que continuara derramando sus dones. Ello conlleva la función de decidir aquí y ahora cuestiones que no eran urgentes o relevantes mientras “el esposo estaba con los amigos”. Por otra parte, en referencia a quienes opinan que dar el sacerdocio a las damas constituiría un punto a favor de las actividades de servicio caritativo de la Iglesia, habrá que considerar algo muy importante. La función sacerdotal no se ubica dentro de las actividades eclesiales de

servicio material a los pobres o enfermos. Su campo es exclusivamente el del “servicio público” de santificación realizado a través de la liturgia. En este sentido hay que recordar que el único verdadero “servidor público” es Jesucristo. Él es el único sacerdote, el único que puede ofrecer válida y eficazmente a Dios la única ofrenda valedera, el único que puede perdonar los pecados. Y si en la liturgia lo ideal es que los signos se acerquen lo más posible a lo significado, es natural que en algunas acciones litúrgicas concretas, como la confesión, la eucaristía, el sacramento del orden, la confirmación y el sacramento de los enfermos, adquiera especial importancia que el celebrante se asemeje lo más posible a Jesucristo, varón. La necesidad de que esto se realice es mucho más patente en la Eucaristía, obviamente. En ella, en mi opinión, la materia del sacramento incluye a la persona misma del sacerdote cuando éste, en primera persona, recita las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena, y consecuentemente actúa realmente in persona Christi. Dada la importancia de este sacramento, por el cual, al ser celebrado, la Última Cena y el Calvario se entrelazan dentro de nuestro momento histórico, y en el que Jesús es el único verdadero liturgo, difícilmente podría una mujer significar sacramentalmente al “Varón de dolores”. Si bien esta necesidad es más evidente en la Eucaristía, lo mismo se puede concluir respecto a todos aquellos sacramentos reservados para diáconos, presbíteros y obispos. El sacramento del perdón, para citar otro ejemplo, ese acto maravilloso por el que el derroche de la misericordia divina se hace presente poderosamente en la vida concreta de los pecadores para restaurar su libertad, es algo que sólo Cristo, varón, puede realizar. Es natural, por tanto, que quien represente sacramentalmente al Señor en la liturgia penitencial sea un varón, un signo más cercano a lo significado. Ya en la Iglesia primitiva existía clara la certeza de que el papel de liturgo, de quien hiciera las veces de Cristo en la liturgia, debería ser varón. Cuando san Pablo pide a Tito que elija obispos y presbíteros, aunque no hace mención de alguna prohibición respecto a la elección de mujeres, únicamente habla de candidatos varones. Los padres de la Iglesia, en los primeros siglos, se refieren en sus cartas exclusivamente a varones al hablar de los responsables de las celebraciones litúrgicas. La Tradición de la Iglesia parece ser muy clara a ese respecto. María, la virgen de Nazareth, es el más claro testimonio de que Dios no elige sólo a los varones para las tareas importantes de su proyecto salvífico. Y la respuesta de María a esa elección es testimonio de que Ella la consideraba el mayor honor de su vida; que no requería que la seleccionaran para ninguna otra cosa. El plan de Dios acerca de nuestra salvación se llevó a cabo porque Ella dijo que sí a lo que el Señor había decidido que ella hiciera, y eso le bastó para declarar que “el Señor había hecho en ella maravillas”.

La Iglesia en un mundo golpeado por el tsunami del laicismo Sergio Mora-Zenit El programa sobre los temas que deben ser profundizados por los participantes en el Sínodo de Obispos para la nueva evangelización y la transmisión de la fe, fue presentada a los medios de comunicación, en la Sala de Prensa de la Santa Sede. Intervinieron el cardenal estadounidense, Donald William Wuerl, arzobispo de Washington, y el presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, el arzobispo italiano Claudio Maria Celli. Después de la presentación dieron amplio espacio a los periodistas allí presentes. El cardenal William recordó que el laicismo “fue como un tsunami que arrolló al mundo occidental” minando sus estructuras, amenazando la visión cristiana e instituciones como la familia y el matrimonio. La idea de “aceptar un orden natural y trabajar por el bien común se ha debilitado”, y la nueva evangelización nos llama a “difundir la verdad del evangelio” y “lo que esto significa para el mundo”. “Un evento alentador en ese panorama -dijo el Cardenal- es que hay una nueva generación de jóvenes que están buscando respuestas, y estas se encuentran en el mensaje de Cristo”. Además “es necesario llegar a las personas que piensan que conocen el mensaje cristiano, si bien en realidad están subcatequizados. Lo veo en estos tiempos, donde hay dos generaciones con este problema”, dijo. Por su parte el arzobispo italiano, Claudio María Celli subrayó que son necesarias una serie de actitudes de fondo para trasmitir la fe, como la confianza, la audacia, y la alegría, con la conciencia de que el “Espíritu sopla donde y como quiere”. Por ello “la Iglesia mira al futuro con mucha esperanza”. El arzobispo Celli expresó el deseo de que este sínodo “nos ayude a soñar y esperar”, “más allá de nuestras disertaciones y reflexiones, recordar cuánto Dios ama al hombre y el camino de esta humanidad y se pone a su lado”. Recordó también que “el Papa tiene esta capacidad de hacernos recordar cuáles son las cosas que tienen importancia”. Sobre la capacidad de los padres sinodales y su conocimiento del problema, el arzobispo de Washington fue muy claro: “nadie vino extraviadamente, traemos nuestra experiencia pastoral. Debemos entender qué cosas están funcionando en los diversos lugares”. Y precisó que, en la nueva evangelización para la transmisión de la fe, habrá que trabajar en dos niveles: llegar a los que se alejaron, para traerlos nuevamente al rebaño; y a los jóvenes adultos que no se han apartado, que quieren dedicar la vida al sacerdocio o a la Iglesia, qué son mucho más de los que eran hace veinte años. ¿Y las personas de otras religiones o no creyentes? Es parte de la vida de la Iglesia llevar el evangelio al mundo, indicó el cardenal. Por ello como resultado del sínodo “me gustaría ver una nueva confianza en la veracidad de nuestra fe. Y si creemos en Jesucristo y en la sucesión apostólica, esta confianza nos ayudará a entablar diálogo con personas en torno nuestro. Sea a nivel individual que institucional”. Es necesario además “que las instituciones, como escuelas, universidades, etc. tengan conciencia de que llevan adelante algo más además que la tarea específica”. Consideró de gran importancia la existencia y trabajo de los nuevos movimientos, eclesiales, “signo de la obra del Espíritu Santo”.


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Odres nuevos, vino nuevo “N

adie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar” (Mc 2, 21-22). A vino nuevo odres nuevos. Esto es lo que dijo Jesús a los fariseos cuando le preguntaron acerca del ayuno. Jesús quiere ser ese vino de la fe. Vino nuevo que si se echa en odres viejos rompe los odres y derrama el vino. Vino nuevo para odres nuevos. En realidad está expresando que no puede recibirse el reino de Dios con ideas preconcebidas, con una religiosidad añeja. Efectivamente, esas costumbres de los antepasados era aquello que no permitía a los fariseos y a muchos judíos descubrir en Jesús al Mesías. Querían someterlo a sus ideas acerca de la religión, ideas tan invariables y cargadas de preceptos humanos que al final dejaban vacío el corazón. Su religión tradicional estaba saturada de prácticas, pero vacía de fe. Eran ciertamente vino viejo, sabroso para los antiguos. Pero Jesús traía consigo vino nuevo: la novedad del evangelio. Lo novedoso de Dios que se revelaba absolutamente, no ya por medio de profetas o de mensajeros, no ya por tablas de la ley, sino mediante una comunicación verdaderamente personal: Él mismo bajaba a darse a conocer. Sin embargo, los judíos tradicionales habían encontrado la manera de vivir su religiosidad cómodamente. Los pecados se perdonaban con sacrificios, la impureza con abluciones y, el centro de la religiosidad era la Pascua, esa celebración a veces hueca y romántica que les recordaba la liberación que Dios obró en sus antepasados, sacándolos de la esclavitud. Celebraban la liberación, pero olvidaban algo más importante: la Alianza. Se olvidaron de que los mandamientos de aquellas tablas eran el amor de Dios hecho presente en medio del pueblo. Y no las obedecían; se suponía que esas leyes debían ser signo de que este pueblo tenía un Dios habitando con ellos; se suponía que esas tablas eran la verdadera alianza con un Dios que detesta la trampa; tenían presente aquello de “no levantarás falso testimonio”, pero seguían mintiendo, y la mentira más grave fue aquella de mentirse a sí mismos cambiando la Alianza por una religión, por un cúmulo de ejercicios a veces sin sentido, y enseñando estas cosas en las sinagogas; quizá por eso Jesús cuando visitaba cualquier pueblo prefería enseñar en esos lugares, donde se acostumbraba adiestrar a los fieles judíos en la religión monoteísta del verdadero Dios poderoso. Sus prácticas tradicionales eran un vino viejo que los tenía embriagados y que nublaba su corazón, embotaba su mente y trastornaba su voluntad. Y Jesús traía consigo no un vino nuevo, sino que Él mismo se presentaba como ese nuevo vino, esa buena nueva, esa voluntad de Dios de no desamparar a ese pueblo y de llegar a ser conocido por el mundo entero. Pero era difícil que este vino nuevo fuera recibido por esos odres viejos que eran los habitantes de Israel. Seguramente por eso comenzó, su predicación con estas palabras: “arrepiéntanse y crean en el evangelio” (Mc 1, 14s); lo cual podríamos traducir así: crean en mí, acepten el vino nuevo. Efectivamente,

esa

sentencia:

“conviértanse”,

puede significar: cambien, sean odres nuevos, si no lo hacen, no podrán recibir en plenitud este nuevo vino, esta nueva y verdadera manera de creer. Recordemos a algunos de los muchos que creyeron en estas palabras de Jesús y que recibieron el ciento por uno de su apuesta de fe: aquel capitán, al que no me canso de citar; él no era judío, él solamente tenía una necesidad, y por esa causa se acercó a suplicar a Jesús que sanara a su sirviente enfermo; aquel hombre, como premio a su fe, se llevó la dicha de ver a su enfermo totalmente restablecido. Recuerdo a unas amigas de Jesús, que eran de Betania: Marta y María, que gracias a que creyeron en Él tuvieron la felicidad de ver a su hermano Lázaro resucitado (Jn 11 1-45). Recuerdo con inmensa alegría a aquella samaritana con la que Jesús charló en el pozo de Jacob alguna vez que sus discípulos fueron de compras; aquella mujer al escuchar a Jesús, supo aceptar que Él es el Mesías y lo fue a anunciar a sus paisanos, ella creyó y le pidió a Jesús: “dame siempre de esa agua” (Jn 4, 7-29), es decir: dame siempre de este vino nuevo de la fe. Recordemos, nada menos, a Mateo, a quien llamó de su puesto de cobrador de impuestos para que estuviera con Él y le siguiera a donde quiera que fuese, y él dejó todo (Mc 2, 13-17). Todos estos personajes y otros más, expresan esa condición que se necesita para que el vino nuevo sea echado en odres nuevos. Cómo recuerdo lleno de pesar aquellas lamentaciones que leemos en el evangelio de San Mateo, cuando Jesús envía a sus discípulos de dos en dos a predicar el evangelio del reino, cómo en un momento se dirigió a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm (Mt 11, 20-24), lamentándose por ellas, porque no quisieron convertirse, es decir, no quisieron ser odres nuevos, que dieran la bienvenida a ese vino nuevo del reino, al buen sabor del evangelio. A vino nuevo, odres nuevos, significa que no se puede recibir el reino de Dios sin renunciar a las antigüedades que se vienen arrastrando y que impiden ver con absoluta claridad que una nueva etapa de la historia está comenzando; como decía el profeta Isaías: “Mirad, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando en las plazas, ¿no lo notan? Trazaré un camino en el desierto, senderos en la estepa” (Is 43,19). Imagino a Jesús, (también al leer el evangelio de San Lucas) cuando les sale al paso a los discípulos de Emaús y les empieza a explicar las Escrituras, lo imagino diciéndoles, cómo son duros de corazón (Lc 24, 13-27), esto ya estaba escrito, ¿qué no recuerdan que el Señor iba a hacer nuevas todas las cosas? Pues estas nuevas cosas son las que su-

cedieron estos días en Jerusalén. Abran los ojos. Miren la novedad, dejen de ser odres viejos, abran su corazón a esto que es nuevo, bello, vivo. Algo parecido decía san Pablo a los colosenses, despójense del viejo yo, revístanse del hombre nuevo (Col 3, 1-11). El Evangelio, amigos, es novedad. Si no estamos dispuestos a cambiar de valores, si no dejamos que el mismo Evangelio penetre en nosotros con esa gran fuerza que renueva, entonces no hemos creído como Jesús lo está esperando. Nosotros también, en nuestro siglo, hemos cargado y acuñado cosas que se van envejeciendo, que nos hacen envejecer el corazón y el alma. Hay que renovar la fe. El Concilio Vaticano II, del que por cierto estamos celebrando cincuenta años de convocado, está lleno de esta palabra: renovación: en cuanto a estructuras, en cuanto a esperanzas, en cuanto a evangelización. Recuerdo también hace algunos años, no pocos ya, que nuestra diócesis dio un salto a la novedad, y entre las cosas que trajo consigo, según uno de los primeros planes de pastoral, fueron: una nueva evangelización, nueva en sus métodos, nueva en su ardor, y nueva en su expresión. Por aquellos días la Iglesia potosina ardía de novedades y de alegrías. Cuánta pastoral, cuánta evangelización, cuántas vocaciones surgieron por aquel tiempo. Claro, nuestra Iglesia se renovaba, se ponía al día, respondía a necesidades, dejaba lo viejo y daba paso a lo nuevo, a la frescura del evangelio. Esta Iglesia se estaba convirtiendo en odre nuevo con vino nuevo. Es cierto que como Iglesia hemos avanzado, pero, para no correr el riesgo de envejecer, hagamos caso al grito de Jesús en el desierto: conviértanse y crean en el evangelio, o bien, hagamos que en nuestro corazón resuene con gran potencia esta enseñanza: a vino nuevo odres nuevos. Que el año de la fe renueve en nosotros, en cada uno y en todos este odre que somos, para recibir y dar el vino nuevo que alegra al mundo: el Evangelio.


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Palabra de Dios ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Evangelio según san Marcos 10, 17-30 En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre , se arrodilló ante Él y le preguntó: “Maestro bueno. ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno si no solo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”. Entonces Él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrando, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras ; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el Reino de Dios”. Ellos de asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”. Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya vez que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”. Jesús les respondió: “Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Solo una cosa te falta La Palabra de Dios hoy, nos ofrece un iluminador ejemplo sobre la generosidad, el desprendimiento y la fidelidad al seguimiento de Cristo. Este texto es conocido como: “El joven rico”, por aquel hombre que corriendo se acercó a Jesús y se puso de rodillas, para hacerle una pregunta fundamental: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez en la vida, pregunta que sigue en el aire para quienes queremos seguir al Señor Jesús. Cuando descubrimos nuestra vocación a la eternidad, nos lanzamos y buscamos la manera de conquistarla; la respuesta esta clara: cumple los mandamientos le dice el Señor Jesús, sabiendo que era un joven que los había cumplido desde muy niño, pero también aprovechando el momento para enseñarnos que tenemos que ir más allá del simple cumplimiento, por eso el reto que el Señor Jesús plantea sigue siendo actual y para nosotros: “Solo una cosa te falta ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y luego ven y sígueme”. Muy clara nos queda la exigencia y la condición que el Señor nos presenta, solo falta la generosidad de nuestra respuesta, el joven se fue muy triste porque tenía muchos bienes; igual nosotros, tal vez estamos llenos de bienes que nos duele dejar para seguirle a Él. La lección que el Señor Jesús nos ofrece es clara y tajante, depende de nosotros aceptarla. Podríamos quedar contentos si las palabras de Jesús nos descubren que nuestra vida esta cimentada en los bienes materiales y no en la fe y la esperanza en Dios, aunque cumplamos los mandamientos desde niños. De ser así, cabría la esperanza de conversión, pero si nos creemos buenos, justos, cumplidores de los mandamientos, difícilmente llegará la palabra de Dios a nuestro corazón; seguiremos en nuestra mediocridad y nuestro miedo a seguir al Señor porque ya somos ricos y estamos saciados y satisfechos con lo que tenemos. Por Pbro. José de Jesús Cruz Rodríguez

La armadura de los valientes: LA SOTANA

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Antonio F. Casillas Rodríguez, 3° Teología Escríbenos: ecos_seminarioslp@hotmail.com Sé nuestro amigo en Facebook: Seminario Guadalupano Josefino

uien va a la guerra, lleva su armadura, tiene el sentido de protección hacia el enemigo. Al hacerse la guerra todos corren contra todos, y sólo queda vivo quien sabe usar su arma, quien se cubre bien de los contrarios, quien se aleja del montón, quien se hace el muerto para que no lo maten, quien vence al adverso. ¡Que bella historia! ¿no? Sin embargo, en una pelea o lucha, los vencedores son los que hacen la historia, ¿Y los vencidos, no cuentan? En fin, este no es el tema propio. Lo primero es descalificar que se pone la armadura no sólo para una lucha, qué caso tiene eso, las luchas o guerras son temporales, inician y terminan. Quedan como historia, como algo que pasó. La sotana, es armadura, no por una lucha sino por el “gran encuentro”. Sí, la experiencia de la sotana es una “experiencia íntima de encuentro”. A través de este signo, decía Don Carlos, nuestro arzobispo es el signo de un sí total y generoso a Dios, pero también es la respuesta a revestirse de Cristo. La cota blanca, es el fíat del seminarista, que no pone condiciones para recibirlo todo del Padre; y la banda azul, es la presencia amorosa de María que acompaña el camino de formación discipular de cada seminarista. El pasado 20 de Septiembre del 2012, el grupo de primero de filosofía, del Seminario Guadalupano Josefino, de nuestra Arquidiocesis, recibió en una solemne Celebración Eucarística, el signo de la sotana. Nuestro Pastor, don Carlos, los exhortaba a que la portaran con dignidad, con fidelidad y con una presencia ardiente en el amor al sacerdocio. Les dijo, que lo que menos se debe improvisar es la vocación. No se recibe la sotana, porque ya toca recibirla, sino porque se ha hecho un discernimiento a los pies del Maestro, y ha respondido el candidato: ¡Sí, quiero, sí me comprometo! “Por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha quedado estéril en mí…”. Son palabras que el apóstol Pablo dice después del encuentro con el resucitado. Nadie sabe, sino quien lo vive, lo que significa el encuentro con Cristo. En dicho encuentro, se fusionan las dos personas, la del hombre y la del Resucitado, a modo de uno solo. La investidura de la sotana, es simple pero profunda. No sólo incita al cambio de vestir, sino a vivir en Gracia, a hacer de su vida un estilo de vida diferente y en santidad. El amor al sacerdocio es la causa y el efecto de la vocación sacerdotal. La sotana es, solo un signo, no de lo que pensamos que es, sino de lo que Dios quiere de nosotros. Dos pecadores tienen un encuentro con Jesús, uno que juzga bien y una que ama mucho,

a la cual se le perdonan los pecados (cfr. Lc 7,36-50). El amor hace tomar buenas decisiones. No todos las toman. Pero sólo los que aman saben que lo que deciden forma parte de su vida, porque en la decisión se resume el significado de lo que se vive. La sotana es la armadura de los valientes. Muchos son expectantes solamente. Algunos entienden el significado de lo que viven. A otros no les interesá lo que tiene sentido para los arriesgados. Dame tu amor y tu Gracia que eso me basta, decía san Ignacio de Loyola, patrono de este grupo de primero de filosofía. Es el amor y la Gracia, lo que le da sentido a esa armadura. No es para ir en contra de nadie ni de nada, solamente para estar con Jesús. La vida es una vocación. La vocación bien vivida es vida plena. La plenitud es lo más profundo de la vida y del amor. El amor, no se experimenta de fuera, sino en lo más profundo del hombre, y más aún del cristiano. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Hombre, sotana y sacerdote, vida plena en el amor. Han sido bendecidos por Dios. Han sido llamados por Dios. Han recibido la Persona del Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo Nuestro Señor. Sea el amor y la gracia la perseverancia en el revestimiento de Cristo. Sea la oración la que nos una a unos y otros, llamados a dar testimonio de Jesús ¡No está aquí, ha Resucitado!


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…Lo de Dios a Dios

Vivencia del Encuentro Nacional de Pastoral Familiar y de Vida

Por David Grimaldo

Las fuentes de la Doctrina Social de la Iglesia:

Por Lic. María Teresa de Guadalupe Perea de Rico Comité Estatal de la Unión Nacional de Padres de Familia

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ara cada uno de nosotros, la vida trascurre entre risas y juegos o quizá entre trabajo y estudio, o entre esposa y esposo o hijo y padres, empleado y jefe, religiosos y laicos, mil y un formas de relacionarnos. Cada día al despertar debemos levantar los ojos y decir muy desde lo profundo y para nuestra mente y nuestro corazón, hoy viviré con la Verdad, en la Verdad. Es pues esta la realidad la que nuestros obispos han puesto al tanto en la reunión de este 24-28 de septiembre. Donde se nos ha pedido que veamos la verdad y la realidad de la parte fundamental de cada uno de nosotros, la Familia. Ya que todos somos lo que nuestra familia es, de tal modo que hoy día es a la Familia a la que la Iglesia pondrá gran énfasis en su misión apostólica. La familia se encuentra en un grave peligro de desaparecer en varias regiones de nuestro planeta, pero aquí en México la salvedad es que a nosotros los mexicanos, nos gusta vivir en Familia, aun guardamos tradiciones que fortalecen a la familia entre alguna de estas y que son las que más unen a los miembros de la familia es las fiestas; Navidad, Año Nuevo, Cumpleaños, Fiesta Parroquial, etc. Aún es nuestro el amar profundamente a nuestra Virgencita de Guadalupe. Todo mexicano ya sea hombre o mujer que quiere unirse en matrimonio y lo hace, tienen como cierto que es una unión para siempre, se busca aún estar bien casados por “las dos leyes” decimos, una prueba muy cierta de que queremos de verdad unirnos y formar una Familia es lo vemos en el momento de una separación, lo que se busca casi inmediatamente o podríamos decir se tiene pensado como en un futuro, es en formar una nueva familia, mi pregunta es ¿Por qué volver a buscar una nueva relación para formar una familia o para llegar a otra forma de unirse en matrimonio si no se cree en ello? Pudimos ver en esta reunión de Pastoral que nosotros los mexicanos si tenemos muy hondo, aún, los valores filiales, maternales, esponsales en una palabra los valores familiares, que se perderán si no volvemos a hacer de ellos los valores principales de nuestra Familia. Nos mostraron altos porcentajes que demuestran como cada persona que viene de una familia donde papá y mamá están casados civil y religiosamente, los hijos –si los hay- tienen un alto nivel de emociones estables, capaz de llevar una vida mental saludable y exitosa, con ideales y convicciones firmes, que busca de buena gana los valores trascendentales. En conclusión pudimos llegar a ver que es muy Urgente e ineludible poder dar nuevos procedimientos para llevar a cada miembro de una familia al camino del Amor, del Respeto por los dos, de la fidelidad, de la paz y de honrar al padre y a la madre y permanecer en la Verdad el Camino y la Vida. Sólo así podremos volver a ver en la sociedad, justicia, paz, respeto a la vida, urbanidad, todos los valores que hoy por hoy perdemos y olvidamos y queremos cambiar por vágatelas y vanidades que el mundo nos ofrece como buenas y satisfactorias. La esperanza firme de que en cada corazón humano de un ser miembro de una Familia, está presente la ley más hermosa que Cristo nos dejo “ámense los unos a los otros como yo os he amado”, nos deja ver que la sed de los corazones es un llamado a que proclamemos la Verdad, denunciando con certidumbre de la realidad lo que Dios quiere para el hombre, que es y será siempre miembro de una Familia.

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Los Santos Padres

is estimados lectores; ¡ya estamos dentro del “Año de la fe”! El Papa quiere que en este año afiancemos nuestra fe, que amemos las verdades en las que creemos, que en este tiempo se tenga una Nueva Evangelización. La Nueva Evangelización es el lema del Sínodo de los obispos que se realiza actualmente en Roma: La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. El Papa nos dice en su Carta Apostólica Porta Fidei (Puerta de la fe) n. 6, que este Año de la Fe “es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”. Además, sigue diciendo el Papa en este documento en el mismo número, es un tiempo para tener un compromiso eclesial más comprometido: “Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar”. De manera que para responder a esta invitación del Santo Padre, queremos que nuestros escritos en este semanario de la Red, contribuyan a esa Nueva Evangelización. Que nuestra fe compartida, vaya creciendo y fortaleciéndose creyendo, como decía san Agustín (cita del Papa en Porta Fidei n. 7).

Ahora bien, ¿Quiénes son los Santos Padres y por qué son una Fuente de la DSI? Los Santos Padres son los escritores eclesiásticos de la antigüedad cristiana, sobre todo de los siglos II al V, que son considerados testigos autorizados de la fe. Los Santos Padres son los primeros depositarios de la fe de la Iglesia, que recibieron de manos de los Apóstoles y discípulos del Señor, hasta el punto de que sus enseñanzas concordantes forman parte de la Tradición, en la que, junto con las Sagradas Escrituras, la Iglesia encuentra la Revelación de Dios a los hombres. Nos dice el padre dominico José A. Martínez Puche: «Para la Iglesia de Jesucristo, la Palabra de Dios ha constituido siempre el mayor tesoro de doctrina, la insustituible norma de vida, que llega su plenitud en el Evangelio de Jesucristo, “camino, verdad y vida”. Y, como ayuda inestimable para profundizar en la Palabra, el Concilio Vaticano II recuerda lo que ha sido una constante en la vida de la Iglesia: el estudio de los Santos

Padres». Leemos en la Constitución Dei Verbum, 23: “la Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida por el Espíritu Santo, procura comprender cada vez más profundamente la Escritura para alimentar constantemente a sus hijos con la Palabra de Dios; por eso fomenta el estudio de los Padres de la Iglesia”.

Los escritos de los Padres de la Iglesia son el más fiel reflejo del sentir y de la vida de los cristianos de los primeros siglos. Son como los “profetas” del nuevo Pueblo de Dios. Con su palabra iluminaron el camino de los primeros cristianos, inmediatamente después de la era apostólica. Por otro lado, son los testigos de primera mano de cómo vivieron el Evangelio las primeras generaciones cristianas, de cómo recibieron el “Depositum fidei”, (“el Depósito de la fe”) los miembros de la Iglesia naciente. El “Depósito de la fe”, es la Doctrina de Jesús que recibieron los Santos Padres de manos de los Apóstoles. También se le llama “Tradición Apostólica” o simplemente “Tradición”. Al respecto el Concilio Vaticano II afirma en la Constitución Dei Verbum 8: “La Tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo; es decir, crece la comprensión de las palabras e instituciones transmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, y cuando comprenden internamente los misterios que viven… Las palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esa Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora”. De ahí que la importancia doctrinal básica de los Santos Padres se extiende significativamente al campo social. En este ámbito, acreditan el sentido social de las Sagradas Escrituras y prueban, como primera expresión de la DSI, que ésta tiene su raíz en el Evangelio y no es algo nuevo, nacido modernamente con las encíclicas sociales a partir de la Rerum novarum. Efectivamente, mis estimados lectores, los Santos Padres, ilustrando y desarrollando las implicaciones sociales del Evangelio, establecieron ya en su tiempo, dieciséis siglos antes que Carlos Marx, las ideas más fundamentales de la enseñanza social de la Iglesia. La próxima semana veremos algunas de estas ideas tan apasionantes y a veces tan radicales en lo que tiene que ver con el compromiso de la fe. Decía san Francisco de Asís: ¡Paz y Bien! Hasta entonces.


OCTUBRE 14 DE 2012

Mรกs fรกcil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el Reino de Dios


¡¡¡Un Grito de Ayuda!!! CÁLIZ COPONES CUSTODIAS CANDELEROS FLOREROS IMÁGENES EN BULTO RELICARIOS CRISMERAS LAVABOS SAGRARIOS VINAJERAS RECLINATORIOS INCIENSARIOS ALCANCÍAS MANTELES ORNAMENTOS

Salvador González Guzmán

Francisco Villa No. 221 Col. 21 de Marzo C.P. 78437 San Luis Potosí, S.L.P.

Tel. (444) 822 41 17 (444) 822 66 71 Cel. (48) 29 34 82

CREER EN LA FAMILIA

Semana de evangelización del 14 al 21 de octubre 2012

Les exponemos la situación del señor Ángel Becerra Ibarra de 40 años de edad, que vive en la localidad Hernández, perteneciente al municipio de Villa de Ramos SLP. con nosotros se presentó su hermana quien es la responsable de gestionar los recursos necesarios para poder minimizar la necesidad enorme de esta Familia. El señor Ángel tiene un “Diagnóstico de Infección Crónica Hepatitis C”; y necesita dos medicamentos importantísimos para su estable recuperación, “Peginterferon Alfa 2b. Ampulas (PEGTRON) 120 mg.” de aproximadamente $3,900.00 pesos y Ribavirina 400 mg caps (DESIKEN,VILONA, OTROS GI) de aprox $1,300.00. Es por ello que solicitamos de tu colaboración para que el señor Ángel y su familia tengan una nueva oportunidad de vida, si deseas ayudar comunícate con nosotros a nuestras oficinas 8 12 23 51 y 1 28 82 48 con horarios de 9:00 am a 2:00 pm al departamento de Trabajo Social con la Lic. Lupita Díaz, cualquier donativo en efectivo o en especie será bienvenido.

Los invitamos a participar en los temas de evangelización de las familias con los artículos del Credo, en la parroquia a la que usted pertenece. Domingo 21 a las 12:00 hrs. Eucaristía por la familia en la Catedral Potosina, presidida por el señor arzobispo don Jesús Carlos Cabrero Romero. El material se puede conseguir en la oficina de la Pastoral Familiar Informes: Tel 812.67.14

Av. Constituyentes Poniente # 49 local 3 (Paseo Constituyentes, carretera libre a Celaya)

PREVIA CITA

Col. El Pocito, Querétaro, Qro. Tel. (01 442) 216 99 23 y 196 80 94

¡GRACIAS!


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