Consultora del Sínodo pide responder a sed de Dios de hombres contemporáneos
Año 4
No. 194
Semana del 28 de octubre al 03 de noviembre de 2012
La fe en Jesucristo es la razón de nuestra esperanza
La fundadora de la Comunidad Nuevos Horizontes, Clara Amirante, nombrada Consultora para el Sínodo sobre la Nueva Evangelización, afirmó que “el hombre contemporáneo tiende a vivir cada vez más como si Dios no existiese, cuando en realidad tiene una gran sed de Dios y una gran sed de fe”. Amirante explicó que entre de los desafíos de nuestros días, la Nueva Evangelización “es cada vez más urgente y se espera que esta asamblea sinodal pueda dar una preciosa contribución al infundir en las comunidades cristianas un nuevo compromiso para desarrollar con un nuevo impulso a la misión evangelizadora y también contribuir a forjar respuestas de relevancia en referencia a los nuevos desafíos de estos tiempos, y a la capacidad evangelizadora de la Iglesia, de dialogar con el hombre contemporáneo”. El objetivo de la comunidad de Amirante, “Nuevos Horizontes”, es llevar la alegría de Dios a todos los aspectos de la sociedad valores como la solidaridad, la cooperación y la solidaridad, desarrollando labores de apoyo a los jóvenes que viven en dificultad a causa de las drogas y otras problemáticas.
También hoy lo importante y esencial es llevar el rayo del amor de Dios al corazón y a la vida de cada hombre y de cada mujer, y conducir a los hombres y mujeres de toda época hacia Dios.
Para esta romana de 46 años, el Concilio Vaticano II, sacó a la luz nuevamente, cómo todos los bautizados están llamados a ser evangelizadores, “no es una tarea que podamos delegar solamente en los obispos o en los sacerdotes”, y citando a san Pablo en su Carta a los Corintios, señaló que “predicar el Evangelio no es un deber, sino que es una ventaja”. “Hoy día más que nunca, necesitamos cristianos que sepan transmitir las respuestas concretas que da el Evangelio a las grandes preguntas del hombre contemporáneo, los grandes desafíos de nuestra sociedad. Y creo que es más urgente que nunca por parte de los laicos, encarnar este mensaje en la vida cotidiana y ser cada vez más coherentes”, añadió.
5
¿MORAL O MORALINA?
Nuestra sociedad no está cansada de la moral, sino de la moralina. La vida moral es básica para el bien común. Donde quiera que exista una comunidad humana tiene que existir un orden para la buena relación entre sus miembros...
13
OPINIÓN PÚBLICA
Supongamos, aunque sólo sea por un momento, que en la calle donde usted vive tuvo lugar, ayer por la noche, un sangriento homicidio (cosa que, por lo demás, tal y como están las cosas en México no sería nada extraño)...
16
EL HOMBRE, LA CREATURA MÁS IMPERFECTA
Vemos en la creación la obra perfecta de Dios: los cuerpos en el universo están en movimiento continuo y jamás interfieren las órbitas de otros cuerpos...
Al explicar la riqueza de las aportaciones de la mujer a la Iglesia hoy, Amirante recordó que no hay que olvidar la figura de Virgen María como madre de todos los cristianos, “Jesús quiso precisamente a una mujer como guía de los apóstoles en el momento en el que estaban perdidos, porque quería reafirmar con fuerza el papel de la mujer como evangelizadora, como portadora de una contribución específica al descubrimiento de aquello que puede renovar nuestra sociedad, que es precisamente el amor”, concluyó.
OCTUBRE 28 DE 2012
Cambio de horario
T
odo pareciera indicar que el cambio de horario trae consigo una nueva época del año. A pesar de que el invierno inicia hasta el 21 de diciembre, junto con un nuevo horario nos llega un ambiente festivo en muchos de nuestros ambientes familiares y comunitarios. La fiesta “de los angelitos” y el día de muertos expresa los valores familiares que aún perduran, unidos a la conciencia de que nuestros hermanos difuntos “no han muerto, sino que reposan”; y que los niños que han fallecido, han pasado a integrarse a los coros angélicos y que no están lejos de nosotros y que sólo nos separa un breve paso. En estas fechas también, se inician las múltiples manifestaciones de cariño a Nuestra Madre Santa María de Guadalupe, en los hogares, en las ermitas y en las grandes basílicas; sobresale desde luego el rezo de los 46 rosarios. El 28 de octubre con los festejos a “san Juditas” prácticamente comienza una versión ampliada del maratón Guadalupe-Reyes. Al comenzar el mes de noviembre, retomemos toda la riqueza que nos trajo octubre: mes del rosario, 50 aniversario del Concilio Vaticano II e inicio del Año de la Fe. Todo lo que vamos reflexionando en nuestra Iglesia nos debe ayudar a afrontar la vida diaria de manera responsable y de acuerdo a nuestro compromiso cristiano más cuidado, pues el ambiente festivo, a pesar del gozo y la alegría y de tener motivos religiosos, nos puede llevar a no observar las complejas realidades sociales y familiares y a descuidar nuestros deberes más profundos en la transformación de nuestro mundo. Hoy, la Palabra de Dios, sencillamente nos invita a que gritemos: ¡Maestro, que pueda ver! Nos invita a pedir una visión muy concreta: la del camino a Jerusalén, su meta y las actitudes que debemos tener. ¡Que pueda ver ese camino para seguirlo! Esto es a lo que san Marcos llama tener fe. Es la fe que hace posible lo imposible, como ya ha dicho el Maestro: “Todo es posible para el que tiene fe”. Que esta fe nos sostenga firmes en la recta final del año 2012.
Fundado por el Arz. Emérito Don Luis Morales Reyes
La RED no necesariamente apoya la publicidad de nuestros anunciantes.
El silencio de Jesús Queridos hermanos y hermanas:
En una serie de catequesis anteriores hablé de la oración de Jesús y no quiero concluir esta reflexión sin detenerme brevemente sobre el tema del silencio de Jesús, tan importante en la relación con Dios. En la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini hice referencia al papel que asume el silencio en la vida de Jesús, sobre todo en el Gólgota: “Aquí nos encontramos ante el Mensaje de la cruz (1 Co 1, 18). El Verbo enmudece, se hace silencio mortal, porque se ha dicho hasta quedar sin palabras, al haber hablado todo lo que tenía que comunicar, sin guardarse nada para sí” (n. 12). Ante este silencio de la cruz, san Máximo el Confesor pone en labios de la Madre de Dios la siguiente expresión: “Está sin palabra la Palabra del Padre, que hizo a toda criatura que habla; sin vida están los ojos apagados de aquel a cuya palabra y ademán se mueve todo lo que tiene vida” (La vida de María, n. 89: Testi mariani del primo millennio, 2, Roma 1989, p. 253).
Por Pacco Magaña (Primera de cinco partes)
La cruz de Cristo no sólo muestra el silencio de Jesús como su última palabra al Padre, sino que revela también que Dios habla a través del silencio: “El silencio de Dios, la experiencia de la lejanía del Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno del Hijo de Dios, Palabra encarnada. Colgado del leño de la cruz, se quejó del dolor causado por este silencio: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado (Mc 15, 34; Mt 27, 46). Jesús, prosiguiendo hasta el último aliento de vida en la obediencia, invocó al Padre en la oscuridad de la muerte. En el momento de pasar a través de la muerte a la vida eterna, se confió a Él: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46)” (Exhort. Verbum Domini, 21). La experiencia de Jesús en la cruz es profundamente reveladora de la situación del hombre que ora y del culmen de la oración: después de haber escuchado y reconocido la Palabra de Dios, debemos considerar también el silencio de Dios, expresión importante de la misma Palabra divina.
OCTUBRE 28 DE 2012
Vivamos y profesemos el don de la fe en familia
El año litúrgico
L
Por P. Juan José Torres Galván
a Iglesia debe celebrar la obra de Jesucristo, su Esposo. Lo hace cada semana, en el domingo, día del Señor, conmemorando su muerte y resurrección. Cada año celebra también de manera solemne el Misterio Pascual de Cristo (pasión, muerte y resurrección) en la Semana Santa, especialmente en el Triduo Pascual (Viernes santo = pasión y muerte; Sábado santo = sepultura; Domingo = gloriosa resurrección). A lo largo de todo el año se celebra el misterio de Cristo desde la Encarnación, la Navidad, la Ascensión, Pentecostés y culmina el año de celebraciones recordando que estamos en la expectativa de su Parusía, su retorno glorioso. La comunidad de seguidores de Cristo venera con amor especialísimo a la Bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida siempre a su Hijo y a su obra redentora. Recuerda también el testimonio de los mártires y santos que a lo largo de su historia manifiestan cómo se ha cumplido en ellos las maravillas de Dios y el Misterio Pascual de Cristo, la Iglesia los propone como ejemplo a todos los fieles cristianos y por sus méritos pide los beneficios de Dios. El Pueblo de Dios además va profundizando en el misterio de Cristo a través de múltiples ejercicios piadosos, instrucciones, plegarias, penitencias y obras de misericordia. El domingo es fundamento y núcleo de todo el año litúrgico. Es necesario recuperar la importancia de la celebración semanal del Misterio Pascual de Cristo, pues en ella somos todos invitados a nutrirnos por la Palabra, la recepción de la Eucaristía y el encuentro con la comunidad cristiana, que es enviada a trabajar en la transformación del mundo. El Concilio propone que la revisión del año litúrgico se lleve a cabo buscando alimentar la piedad de todo el pueblo cristiano. Para orientar el espíritu de los fieles cada ciclo ha de conmemorar el misterio de la salvación. Cada tres años se hace un recorrido por los textos del Evangelio, privilegiando en cada uno de ellos la lectura de uno de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Se debe dar más importancia a la celebración del respectivo ciclo litúrgico sobre las fiestas de los santos para que la celebración del misterio de la salvación tenga más unidad y sea mejor comprendida. La Cuaresma, como preparación a la celebración del Misterio Pascual contiene elementos bautismales propios y elementos penitenciales. La catequesis cuaresmal debe explicar el pecado y sus consecuencias, así como también abordar la importancia de la penitencia y la necesidad de la oración como medios para lograr la conversión. La penitencia debe incluir la dimensión interna e individual y también la externa y social, pues la penitencia cristiana se enraíza en el corazón y se refleja en la práctica de la misericordia y la solidaridad. Especial importancia hay que darle al ayuno obligatorio el Viernes Santo y recomendable el Sábado Santo, para que los fieles lleguen con un corazón bien dispuesto a la celebración alegre y gozosa de la resurrección del Señor. Referencia de lectura: Sacrosanctum Concilium 102-111
Queridas familias potosinas les saludo deseando que la paz del Señor esté con Ustedes. El Santo Padre Benedicto XVI nos invita a vivir el Año de la Fe, y qué bueno que lo veamos como un Año de Gracia para rencontrarnos como familia cristiana que, bajo la profesión de nuestra Fe, recibimos cada día con la firme esperanza de alcanzar el Cielo, mediante el ejercicio de la caridad evangélica. La convocatoria del Año de la Fe que el Santo Padre Benedicto XVI ha hecho para toda la Iglesia que dio inicio el 11 de octubre de 2012, nos abre la posibilidad de que juntos, redescubramos la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe dentro de la familia (cfr. M.P. Porta Fidei, 7). Asimismo, es un tiempo precioso para redescubrir la belleza y la grandeza de la vocación al amor y al servicio de la vida. También nosotros, en familia vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia (cfr. M.P. Porta Fidei, 14). Alcance de la Fe El don de la fe nos hace aceptar a Dios Padre amoroso y Creador, nos lleva al encuentro con la persona de Jesucristo resucitado, y con el Espíritu Santo, santificador y guía de la familia, la fe nos mueve a amar a la Iglesia, al Santo Padre, a los Obispos, a los sacerdotes, a los hombres y la misión que el Señor nos ha encomendado. Tomemos hoy, del Evangelio de san Mateo, el pasaje en que los discípulos viajan en su barca en medio de fuertes vientos que sacudían la barca y creen ver un fantasma cuando el Señor Jesús se va acercando a ellos. Pedro le condiciona diciendo: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas” (Mt 14,28). Jesús le ve y le dice: “Ven”, Pedro camina sin dificultad sobre las aguas, acercándose hacia Jesús. “Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y comenzó a hundirse, entonces gritó: ‘¡Señor, sálvame!’ ”. E inmediatamente Jesús “le tomó la mano, le agarró y le dice: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’ ” (Mt 14,30-31). Jesús y Pedro suben juntos a la barca y el viento se calma. Es aquí cuando los discípulos, que han sido testigos de esta grande manifestación, se postran delante del Señor y hacen una profunda profesión de fe: “Verdaderamente eres el Hijo de Dios” (Mt 14,33). ¡Familia, es tu Hora! Queridas familias Potosinas, démosle la oportunidad al Señor Jesús que venga a nuestras barcas (hogares), suba y calme las tempestades y vientos huracanados que hoy nos turban y nos hacen sentir miedo. En este Año de la Fe, Jesús ha escuchado nuestro lamento y viene al encuentro de las familias que hoy se desmoronan, que han perdido el sentido de vivir unidos en el amor que se hace entrega de unos para con otros. Ha escuchado el lamento de tantos padres ancianos abandonados porque “estorban” en casa; el llanto de los niños que sufren el desamor de sus padres y son dejados al desamparo, víctimas de quienes les lastiman, destruyen su inocencia, y otros que por el egoísmo, ni siquiera desean la vida. Ha escucha-
do a las madres que hoy sufren violencia física y psíquica; la desesperación de las madres solteras o abandonadas que hoy deben trabajar para sacar adelante a sus hijos y que además sufren la discriminación y la falta de un sueldo justo. El Señor Jesús, ha escuchado el clamor de los padres de familia, de los jóvenes que no encuentran un empleo digno y estable que los hace vulnerables al dinero mal habido que sólo les provoca sufrimiento y muerte. Finalmente Familia Potosina, mira al Señor que se acerca a tu “barca” y dale la oportunidad de calmar tus tempestades y traerte la paz! Pide cada día el Don de la Fe. Durante este año: “Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado; en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe en el Señor Jesús, que nos ha mantenido unidos desde siempre” (PF 8). 1) Yo les invito a reunirse cada día en familia, encender el cirio pascual, que sé que tienen desde el sábado de pascua, y en torno a él, que representa Cristo Resucitado, recen juntos el Credo. 2) Aprendan el CREDO y enséñenlo a sus hijos. No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos estaban obligados a aprender de memoria el Credo. Esto les servía como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo. San Agustín lo recuerda con unas palabras de profundo significado, cuando en un sermón sobre la entrega del Credo, dice: «El símbolo del Credo que recibieron todos a la vez y que hoy han recitado uno a uno, no es otra cosa que las palabras en las que se apoya sólidamente la fe de la Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible que es Cristo el Señor. […] Recibieron y recitaron algo que deben retener siempre en su mente y corazón y repetir en su lecho; algo sobre lo que tienen que pensar cuando están en la calle y que no deben olvidar ni cuando coman, de forma que, incluso cuando duerman corporalmente, vigilen con el corazón» (PF 16) 3) El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (cf. Rm 10, 10). El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo. 4) La fe nos mueve a celebrar con alegría el domingo y los sacramentos, a dar lugar a los enfermos, ancianos y necesitados; la fe se recibe de los padres y se vive en la familia, ella tiene la tarea principal de comunicar el Don de la fe, pues es escuela de valores humanos y cristianos. Por lo que, les invito a que nos unamos orando y profesando nuestra Fe (Credo) en torno a la familia. ¡El Señor les Bendiga! Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero Arzobispo de San Luis Potosí
Nuestra historia
La primera gran persecución contra los cristianos «La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos» Tertuliano Por Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortíz
E
l 13 de octubre del año 54 ascendió al trono de Roma el último representante de la estirpe de César: Lucio Domicio Enobarbo, años antes con un nuevo nombre: Nerón, al contraer nupcias su madre, la cruel Agripina, con Claudio emperador, el mundo ignoraba entonces que el que se sentaba en el trono del mayor imperio de la Antigüedad era un monstruo perverso y depravado, que habría de cometer las peores crueldades de que la humanidad tenga memoria. En un principio, el joven Nerón, rodeado de los mejores hombres de la época, entre ellos el filósofo Séneca y el comandante Afriano Burro, inició un gobierno prudente, que se prolongó por espacio de cinco años. Sin embargo, el nuevo soberano no tardaría en demostrar su feroz naturaleza. En el año 55 Nerón mandó asesinar a su hermanastro Británico; en el 59 a su madre, de la que había sido amante y en el 62 a su esposa Octavia, hija de Claudio y hermana de Británico. Casado con Popea Sabina, una de sus amantes, mandó envenenar a Burro y desterró a Séneca, iniciando así su reinado de terror. Nerón tenía veleidades de músico y poeta y no toleraba crítica alguna. Hizo ejecutar a varias personas por quedarse dormidas durante la lectura de sus obras y arrancarle la lengua a otras que osaron criticarlas. En cierta ocasión, viajó a Grecia para participar de los juegos olímpicos y como nadie se animó a competir con él, se alzó con un total de 16 triunfos en las carreras de carros, pese a que en una oportunidad cayó del rodado en plena competencia. Nerón ambicionaba edificar en Roma un gran palacio, idea de la que poco después derivó otra: la edificación de una nueva capital que llevaría su nombre. Comenzó por expropiar varios sectores de la urbe sobre los que hizo avanzar sus jardines. Poco después se desató el horror. EL INCENDIO DE ROMA: Era evidente que desde hacía tiempo Nerón tramaba algo y pronto se supo de qué se trataba. El 19 de julio del 64 se desató en Roma un pavoroso incendio que redujo a cenizas a tres de los catorce barrios de la ciudad y provocó considerables daños en diez de los once restantes, entre ellos numerosas villas senatoriales. Centenares de personas murieron abrazadas por las llamas y otras miles resultaron heridas mientras que las pérdidas fueron incalculables. No tardó en saberse la verdad. Nerón, impaciente por dar forma al proyecto de su gran capital, ordenó incendiar la ciudad. No por nada se hallaba en Anzio, su villa natal, cuando estalló la catástrofe. Los relatos de Suetonio, Tácito, Plinio el Viejo, Dión Casio y otros historiadores que vivieron mucho más cerca de los hechos son contundentes al señalar la culpabilidad de Nerón: “Con el pretexto de que había muchos edificios feos y viejos en Roma y muchas calles estrechas, incendió la ciudad. Vióse a esclavos mandados por él con antorchas quemando casas y depósitos de provisiones, y algunos edificios de piedra fueron destruidos con máquinas de guerra…La plebe tuvo que refugiarse en los monu-
mentos públicos y los cementerios”. Pronto comenzaron a correr voces de que había sido el emperador quien había ordenado el incendio. La gente no olvidaba su desagrado por las calles estrechas, el apiñamiento de los pobladores, el calor sofocante y los olores hediondos que afectaban la ciudad, sobre todo en verano. El historiador Tácito, que probablemente se encontraba entonces en Roma, cuenta varios de los rumores que circulaban, y él mismo parece dar a entender que su opinión era que el incendio había comenzado accidentalmente en un almacén de aceite. Pero cada vez más las sospechas recaían sobre el emperador. Según se decía, Nerón había pasado buena parte del incendio en lo alto de la torre de Mecenas, en la cumbre del Palatino, vestido como un actor de teatro, tañendo su lira, y cantando versos acerca de la destrucción de Troya. Luego comenzó a decirse que el emperador, en sus locas ínfulas de poeta, había hecho incendiar la ciudad para que el siniestro le sirviera de inspiración. Nerón hizo todo lo posible por apartar tales sospechas de su persona. Pero todos sus esfuerzos resultaban inútiles mientras no se hiciera recaer la culpa sobre otro. Dos de los barrios que no habían ardido eran las zonas de la ciudad donde había más judíos y cristianos, por tanto el emperador pensó que le sería fácil culpar a los cristianos. EL MARTIRIO DE LOS CRISTIANOS: A la par que se le prometía a la gente pan, aceite y vino, la guardia pretoriana, al comando del feroz Tigelino, comenzó a arrestar a los cristianos para encerrarlos en las lóbregas prisiones de la ciudad. No tardaron en verse escenas espantosas. En el Circo, ante desaforadas multitudes de paganos, centenares de mártires inocentes fueron arrojados a los leones. Previo al número principal, se arrojaban niños con pieles de cordero fuertemente atadas alrededor del cuerpo para ser devorados por jaurías de lobos hambrientos. Pero el espectáculo no solamente se limitó a las horas del día. Por la noche, el anfiteatro de Nerón se sembraba de estacas y cruces, y atados a ellas, los cristianos eran quemados vivos, entre alaridos de dolor que erizaban la piel de los presentes. Mientras esto ocurría, la bestia contemplaba todo desde su palco, complacido y sin que nadie se atreviese a reprocharle nada. En medio de tanto horror hubo algo que desconcertó a los romanos: muchos de los cristianos perecían rezando o entonando himnos al Señor ante la presencia de san Pedro, quien había llegado a Roma no hacía mucho tiempo antes, para finalizar su vida en la colina Vaticana donde murió crucificado cabeza abajo el 29 de julio del 64 d.C. En este mismo año, Nerón mandó decapitar al apóstol Pablo y a otros mártires e hizo iluminar sus jardines con aquellas mismas antorchas humanas que la multitud había contemplado en el circo.
No hay que perder lo esencial, por lo circunstancial
L
Por Pbro. Lic. Salvador González Vásquez
as emociones momentáneas nos hacen perder la cabeza. El hombre puede tomar el manejo de su vida, cuando él así lo decida. Pero tiene que ir adquiriendo la destreza para dominar sus cambiantes estados de ánimo. Decía Ortega y Gasset, que lo más valioso que tenemos es muy frágil, y siempre está en peligro de perderse. Y él consideraba que la inteligencia es lo más valioso que tiene el hombre. Pero aquella es muy frágil y ante cualquier emoción se puede perder la inteligencia. En cualquier instante se nubla la claridad del pensamiento. El hombre necesita aprender a manejar sus emociones. Porque un mal manejo de las mismas, lo puede desviar de su camino. Es decir, el hombre puede perder de vista las metas que ha trazado. Porque la euforia provocada por las circunstancias, le puede llevar por un camino equivocado. Puede tomar decisiones muy emotivas, pero poco razonadas y nada razonables. La vida esta hecha de lo esencial y de lo circunstancial. Lo esencial perdura y fundamenta nuestros actos; es la razón de lo que hacemos. En cambio las variadas circunstancias, pueden llevarnos a perder el fundamento de nuestras acciones. Lo circunstancial es muy cambiante, nunca perdura. Sin embargo, lo pasajero puede llegar a marcar la existencia. El corazón humano es muy vacilante, y tiende a apegarse a lo que es cambiante. Es importante distinguir lo esencial de lo circunstancial. Lo esencial no se puede ni se debe cambiar. Aunque es cierto que las circunstancias forman parte de la vida, esas variaciones no deben hacernos perder lo fundamental. A fin de cuentas, solo Dios sabe de lo que estamos hechos, y para que fuimos hechos. Solo él conoce el corazón, y ve nuestras intenciones. El nos hizo y conoce lo más íntimo de nuestro ser; el sabe cual es el fin de nuestra existencia. Hay que vivir de acuerdo a lo que somos, y no confundirlo con lo que hacemos. Lo que hagamos, tiene que ir de acuerdo a lo que somos. En el médico que no cura, el profesor que no enseña, y el cura que no sana el espíritu, no se corresponde el ser con su quehacer. Realicemos pues lo que nos toca hacer, para que estemos en paz. Y así gozar de bienestar.
05
¿Moral o moralina? Por P. Kino
N
uestra sociedad no está cansada de la moral, sino de la moralina. La vida moral es básica para el bien común. Donde quiera que exista una comunidad humana tiene que existir un orden para la buena relación entre sus miembros. Lamentablemente, existen personas que al escuchar la palabra moral la interpretan como “moralina”. Moralina no es ningún nombre de mujer, sino una manera de decir que la moral es superficial o falsa, yo diría convenenciera, esa doble moral que muchos tal vez manejamos. Los políticos pueden en sus discursos hablar de justicia, y la justicia es buena, pero una cosa es el discurso y otra que en realidad la practiquen. Los sacerdotes podemos dar cátedras de retórica en homilías, pero si no va abalado por la coherencia de vida, resulta, lo que dice san Pablo, platillo que aturde. No pocas veces alguien se puede jactar de ser una persona “super moral”, pues llega virgen al matrimonio, siendo sinónimo de virginidad, la ausencia de coito sin embargo está mas manoseado (a) que la verdura del mercado y más besuqueado (a) que el muro de las lamentaciones. Creo que con estos ejemplos queda claro lo que es la moralina, en realidad es una “copia pirata” de la verdadera moral. La verdadera moral es la que nos debe de conducir a la felicidad. Dios nuestro creador nos da normas a seguir, no para fastidiarnos, sino para ser felices aquí y luego con Él por la eternidad. La verdadera moral, es la que nos lleva a tener mejores familias y por ende mejores sociedades. La verdadera moral, es la que ha hecho que muchos lleguen a ser santos. Hoy necesitamos hombres y mujeres morales, que sean testimonio de conducta humana y cristiana en la comunidad donde se encuentran. Ya Pío XII mencionaba “El pecado del siglo es la pérdida del sentido de pecado”. Y Juan Pablo II en su exhortación “reconciliación y penitencia” decía que se ha perdido el sentido de Dios. Perdiendo el sentido de Dios se pierde el sentido de pecado, y se vive como si Dios no existiera. Aquí, considero,
está el meollo de todo lo que estamos experimentando en la sociedad. Cultura light, pragmática, utilitarista, donde el pez grande se come al pez chico. Ya no tenemos a Dios como punto de apoyo de nuestra vida. Si profesamos una moral a nuestra conveniencia, o divorciada del bien personal y comunitario, los discursos, las homilías, los consejos, se convierte en una “moralina”. Con el argumento de que cada quien es libre de hacer lo que quiera, se está olvidando la corrección fraterna, se están multiplicando los pecados de omisión. “Yo no me meto con nadie para que nadie se meta conmigo,” es actitud hasta cierto punto cómoda de vivir, pero yo me pregunto si Jesús hubiera pensado así, ¿Habría muerto por nosotros en la cruz?... Hoy no estamos cansados de la moral, estamos cansados de los que hacen la moral a su conveniencia; estamos cansados de la doble moral; en síntesis, estamos cansados de la moralina que hace que continúen los pecados sociales.
Lo que Dios unió que no lo separe el hombre
2.- La falta de cariño El hombre generalmente es algo osco y no muy dado a los detalles, y esto enfría sin duda la relación. Si la mujer lo es, hace que lo evite al comentarle que se deje de cursilerías, y ya no vuelve por ningún motivo a expresar algún sentimiento de afecto. Todos, de una forma o de otra, necesitamos sentirnos amados y aunque se supone que nos quieren, se siente bien bonito que nos lo digan.
Muy estimados hermanos: El 7 de octubre del presente año, tuve la dicha de estar en la apertura del Sínodo de los Obispos en Roma. El Evangelio de ese día nos hablaba del matrimonio. Me llamó mucho la atención de la homilía del Santo Padre, entre otras cosas, dijo que la crisis de los matrimonios se originaba porque actualmente muchos no se basan en el amor, sino en sus propios intereses. Hay que tener claro que: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mc. 10, 2-16). Pero… ¿Qué puede separar al hombre de ese vínculo? A mi modo de ver, pueden ser varias cosas: 1.- La falta de tiempo para compartir y convivir Por la necesidad, actualmente en el matrimonio trabajan ambos, esto es bueno y es malo. Por un lado se acrecienta la economía y los bienes materiales, pero por otro se va restando tiempo para estar con el ser amado. Tal vez algunos lectores al acercarse la hora de salida de sus trabajos, añoran estar ya en casa para descansar y hacer con su pareja algunos planes juntos, como a dónde salir, qué hacer,
Por Pbro. Lic. Héctor Colunga colunga46561@hotmail.com
qué compartir, etc. Y quizá otros, quisieran mejor no llegar para no pelear, ya que el ambiente es algo difícil y hostil. Yo pienso que la rutina y el activismo son los enemigos a vencer, además de otras cosas que pudieran darse en el matrimonio para que no esté funcionando bien y buscar los momentos y los espacios para estar en compañía de la pareja. Sólo les recuerdo a los que en el noviazgo andaban de “enamorados”, que siempre querían verse y estar todo el día juntos, ¿Por qué ahora ya no?
Qué emocionante sería que al oído te diga tu esposo o esposa: “no me equivoqué al tenerte como mi compañera (o)”; qué hermoso que te digan: “eres la otra parte de mí” o “lo mejor de mi vida eres tú”. Y qué decir de darle al compañero el dulce que le gustaba; o ponerle a ella de vez en cuando la canción con la que se enamoró de ti. Y ni hablar de las flores que en sus aromas y colores reflejan el encanto del amor. Si hace tiempo que no lo haces, sería bueno que lo intentaras, claro está, teniendo un clima propicio. Ojalá que estos puntos nos ayuden a evitar que algunas circunstancias como estas, hagan que fracase nuestro matrimonio. La próxima semana continuamos.
Hagámonos de palabras
Déjame afrontar lo que vivo en los sueños
IGLESIA
Por Pbro. José Antonio Martínez Ortiz
LA IGLESIA, CUERPO MÍSTICO DE CRISTO
E
n el desarrollo del tema que nos ocupa, queremos evidenciar más claramente las características de la Iglesia como “Cuerpo Místico de Cristo”. Esta expresión, no es una simple metáfora. Tiene un sentido fundamentalmente cristológico, es decir, se refiere al cuerpo resucitado de Cristo al que se incorpora de un modo misterioso, pero real, la comunidad cristiana. Esta incorporación se realiza por la fe y los sacramentos de la fe, principalmente por el Bautismo y la Eucaristía. Como resultado de esta incorporación a Cristo, se vive la comunión horizontal entre los bautizados que participan del mismo pan. Y si este misterio llega a ser una realidad, es porque estamos animados interiormente por un mismo Espíritu, es decir, por la caridad que anima a todo el cuerpo, y que la infunde y acrecienta un ser vivo que es el Espíritu de Cristo (cfr. Ef 4, 4).
Desde el comienzo Jesús asoció a sus discípulos a su vida, les reveló el misterio del Reino; les dio parte en su misión, en su alegría y en sus sufrimientos. Jesús habla de una comunión todavía más íntima entre Él y los que le siguen: “Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mi” (Jn 15, 4). Jesús anuncia una comunión misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 56).
Ahora bien, la unidad del cuerpo no ha abolido la diversidad de los miembros: En la construcción del Cuerpo de Cristo existe una diversidad de miembros y de funciones. Es el mismo Espíritu el que, según su riqueza y las necesidades de los ministerios, distribuye sus diversos dones para el bien de la Iglesia (cfr. 1 Cor 12, 1-11). Aquellos textos de san Pablo que manejan la categoría “Cuerpo de Cristo” son: La Carta a los Romanos, 1 y 2 Carta a los Corintios y la Carta a los Gálatas. Así mismo, los textos paulinos que manejan la categoría “Cristo Cabeza” son, a saber: la Carta a los Colosenses y la Carta a los Efesios. En resumen, Cristo es la Cabeza del cuerpo que es la Iglesia (cfr. Col 1, 15-18). Domina con la excelsa grandeza de su poder los cielos y la tierra y llena de las riquezas de su gloria, con su eminente perfección y su obra, todo el cuerpo (cfr. Ef 1, 18-23). El Concilio Vaticano II insiste que es necesario que todos los miembros se asemejen a su Cabeza, hasta que Cristo quede formado en ellos (cfr. Gal 4, 19). Peregrinos todavía en la tierra, siguiendo sus huellas en el sufrimiento o en la persecución, nos unimos a sus dolores como el cuerpo a la Cabeza, padeciendo con Él, para ser con Él glorificados (cfr. Rom 8, 17). Así pues, todo el cuerpo orgánico y estructurado: obispo, presbíteros, diáconos, consagrados y laicos; con el fin de formar un solo cuerpo con Cristo, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias” (cfr. PDP 234). Tengamos la certeza de caminar día tras día bajo el dinamismo del Espíritu Santo que habita en la Iglesia y la guía por los senderos del mundo. Queremos escuchar lo que dice a la Iglesia en San Luis Potosí.
N
unca es suficiente el tiempo para lograr llevar a buen fin nuestras empresas, siempre surge de algún extraño lugar, −el topos travieso− cierto problema o pendiente que irrumpe con la mayor parte de nuestros planes, pero es allí donde se templa nuestra fortaleza, donde se prueba la capacidad inventiva e inteligente del hombre; ese truco no agendado que llegó para preocuparnos nos hace anticipar una solución no esquematizada en nuestras actividades. Es entonces, cuando se decide afrontar aquella preocupación, el momento en que salimos victoriosos, pues de no haberla afrontado seguiríamos preocupados. φροντις−ιδος,η, frontis. Esta palabra griega es la encargada de que hasta ahora le demos nombre a ese ejercicio de vencer la preocupación. No solo la palabra frontis, ya que escrita de este modo significa preocupación, sino mas bien la palabra afrontar, de a-frontis, está compuesta por la tan socorrida alfa prefijal α, a. Que indica privación o ausencia de. La conclusión es llana y sencilla. Afróntela. Otras respuestas se han dado sobre afrontar, como la que tiene que ver con el estar de frente a, pero creo que para todo incluso la muerte –en un ataúd− estamos de frente a. En el latín no existe tal cual la palabra afrontar, pero si la idea sustancial y se encuentra en adeo, ir a ver, (ir a revisar algo que preocupa) dirigirse. Y naturalmente si dentro de mis apremios algo me viene preocupando y de pronto lo soluciono o hago caso omiso, tal preocupación desaparece de mis quehaceres. Esto es gracias a que afronté dicha situación que me agitaba. Ya lo dijo el visionario Henry Ford: “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos”.
Luz y tinieblas Canónigo José Ma. Ortega Robles
D
ios es luz y sabiduría eterna, comprendamos que sin la luz nada se puede ver ni hacer. Por eso el primer día de la creación dijo: Haya luz y la luz fue creada. Pero somos como los cieguitos que no pueden ver aunque haya luz. No podemos ver los atributos de Dios, ni su amor; amor que ha creado todo para nosotros. Sin la luz del Todopoderoso, todo sería una noche eterna, tristeza, desgracia. ¿Con qué y cómo podremos agradecer a Dios su luz? Pero hay otra luz más importante, sin comparación, más clara; es la luz del alma, es su gracia, es la luz del alma otra obra de su amor. Señor danos tu luz tu amor, para contemplarte, para contemplar el mundo y el tiempo y aprovechar tu amor, tus dones, la vida. La oscuridad en cambio, qué cosa tan horrorosa, tan fea, tan temible. En ésta vive un alma que está en pecado. Esta situación lo dice todo, lo más triste. La oscuridad es tristeza amargura y llanto. Suplicamos a Dios misericordioso, nos conceda siempre un rayo de la luz de su misericordia.
Los libros y sus autores
07 Por Mtro. Luis Marino Moreno F.
Europa y la Fe Hilaire Belloc
Madrid, El buey mudo, 2010, 237 páginas
A
través de las páginas de este agudo ensayo histórico, Hilaire Belloc explica cómo la Iglesia católica en las Edades Oscuras, ayudó a salvar el occidente, presentando lo mejor de la civilización griega y romana y cómo los europeos, todavía hoy, se benefician de instituciones sociales y formas políticas de indudable origen católico. El lector de Europa y la Fe a lomos de la colosal erudición y perspicacia de Hilaire Belloc, verá con nuevo fulgor los cuatro periodos clave de la historia europea: Desde el paganismo a la Roma cristiana del Imperio; desde el Imperio Romano a las Edades Oscuras; desde las Edades Oscuras al Medioevo; desde el Medievo a la Reforma y Contrarreforma. Escrito a comienzos del siglo XX, con la cuestión europea –al igual que hoy en día- en el centro del debate intelectual occidental, sus juicios permanecen asombrosamente acertados. Además, leer a Hilaire Belloc produce un raro placer, el discernimiento filosófico, la chispa del humor inglés y el talento del genio literario. Muy posiblemente, no se ha escrito mejor visión de conjunto de la historia europea y de la civilización de Europa en la Fe. Las verdades que contienen son perennes y su estilo punzante y ameno.
CIUDAD DEL VATICANO.- Durante la ceremonia de entrega del Premio Ratzinger, instituido por la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger para la investigación teológica, el Papa Benedicto XVI recordó que hacen falta hombres que recuerden al mundo que buscar a Dios “es el verdadero arte de vivir”. “Necesitamos hombres que tengan la mirada fija hacia Dios y que lleven de esta fuente a la verdadera humanidad, para ayudar lo que el Señor pone en nuestro camino, a comprender que Cristo es el camino de la vida”, y hombres “cuyo intelecto sea iluminado por la luz de Dios, para que puedan hablar a las mentes y los corazones de los demás”. WASHINGTON D.C.- El Secretariado de Evangelización y Catequesis de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), hizo público un documento de siete puntos de reflexión sobre la nueva evangelización, como parte de las celebraciones en torno al inicio del Año de la Fe y el 50º aniversario del Concilio Vaticano II: “No es nueva en contenido, sino nueva en energía y enfoque”, “Comienza con la conversión personal”, “Es para creyentes y no creyentes”, “Se trata de un encuentro personal con Jesucristo”, “No es un momento aislado, sino una práctica continua”, “Está hecha para contrarrestar la cultura secular”, “Es una prioridad de la Iglesia”. LOS ÁNGELES.- Mons. José Gómez, afirmó que la nueva evangelización necesita alcanzar a los jóvenes, usando todos los medios disponibles, tanto nuevos como antiguos. El Arzobispo de Los Ángeles señaló que la nueva evangelización debe presentar las verdades eternas de nuevas formas. “Las bellas tradiciones, como la exposición del Santísimo Sacramento, y el tiempo de contemplación y meditación, son muy populares entre la gente joven”, indicó, por lo que “tenemos que regresar a eso, para que ellos puedan sentir, también, cuán importante es para ellos la fe católica”. La gente joven son un aspecto importante de la nueva evangelización, que está dirigida a reintroducir la fe a países antiguamente cristianos. Mons. Gómez cree que la Iglesia puede lograr esto adoptando medidas enraizadas en la oración.
Hilaire Belloc. Nació en la localidad francesa de la CelleSaint Cloud en 1870, estableciéndose su familia en las Islas Británicas el mismo año de su nacimiento. En 1892, se matriculó en la Universidad de Oxford. En 1896 contrajo matrimonio con el gran amor de su vida, Elodie Hogan. Junto a los hermanos Chesterton fundó un periódico, The Eye Witness, del que el primer director fue el propio Belloc. Escribió más de 150 libros y contribuyó a la progresiva conversión al catolicismo de personajes de renombre, como los hermanos Chersterton. Murió en julio de 1953. Algunos de sus libros: María Antonieta, El Estado Servil.
MÉXICO.- La presencia de mexicanos en la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo Mundial de los Obispos, del 7 al 28 de octubre del presente año en El Vaticano, no es numerosa, pero esperamos que sea de calidad. Entre ellos se encuentra un laico, que ha desarrollado una amplia labor en el campo de la evangelización, José Prado Flores. Encabeza la lista, el cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara. Están presentes: José Guadalupe Martín Rábago (arzobispo de León) y José Luis Chávez Botello (arzobispo de Oaxaca). Participan con sus propuestas otros dos arzobispos, Carlos Aguiar Retes, de Tlalnepantla y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y Rogelio Cabrera López (administrador de Tuxtla Gutiérrez, y recién nombrado arzobispo de Monterrey). Cierra el bloque episcopal mexicano, monseñor Alfonso Gerardo Garza Treviño, obispo de Piedras Negras, Coahuila. CIUDAD DE MÉXICO.- El compositor estonio Arvo Pärt recibió ayer el encargo de escribir una partitura de gran formato para los dos órganos monumentales de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, orquesta y coros. También, inició la coordinación con las autoridades de la Basílica de Santa María de Guadalupe para que su partitura titulada Virgencita, que escribió y estrenó con dedicatoria para México, sea interpretada en ese recinto por el Coro de Niños Cantores de la Basílica, el próximo 12 de diciembre. SAN LUIS POTOSÍ.- Los presbiterios de la Provincia de San Luis Potosí, se reunirán para llevar una serie de actividades en un conocido club deportivo de esta ciudad. Sacerdotes venidos de Zacatecas, Ciudad Valles, Matehuala así como de Tampico y Linares, llevarán a cabo su convivencia provincial con el motivo de extender sus lazos de amistad y compañerismo en el ministerio sacerdotal. En este año de la fe, no dejemos de orar por ellos.
El Gran Amén Después de que el sacerdote eleva la víctima preciosa que es Cristo y pronuncia las palabras: “Por Cristo con Él y en Él, a Ti Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos...” los fieles dan su asentamiento y la hacen suya contestando vigorosamente: ¡Amén! Ahora sí que hay “Víctima” que ofrecer al Padre. Cristo es elevado al Padre como ofrenda viva una vez más. ¡Este es el verdadero ofertorio!, el único y santo ofertorio. La divina ofrenda que una vez más se entrega por la salvación de todos los hombres. Hay que cantarlo siempre. Es lo deseable ya que, litúrgicamente hablando, es lo correcto.
El último milagro... Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez
“Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! Él te llama». Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.” (Mc 10,46-52) Esta escena a la salida de Jericó es cautivante, invita a detenerse y repasar sus componentes. Es muy difícil pasar de largo sin llevarse algo consigo. La historia es muy vigorosa y llena de ternura a la vez, plena de dinamismo y de elementos conmovedores. Es una muestra, entre muchas otras, de la habilidad de san Marcos como narrador. Es la única mención que hace san Marcos de Jericó. La ciudad es un oasis en el vasto desierto de Judá. La ciudad en sí misma es distinta, única e irrepetible; su encanto no sólo radica en su antigüedad y su valor en la historia de Israel, sino también en sus elementos geográficos más naturales. El compuesto es único: una ciudad alimentada por múltiples manantiales en medio de un desierto, con montañas de roca, río y lago en sus proximidades, hacen de la ciudad y su entorno un conjunto único. San Marcos señala la llegada y la salida de Jesús de Jericó. Es a la salida, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, cuando sucede el milagro. Entre numerosos milagros narrados por san Marcos, este es el único en el que identifica por nombre al enfermo, era un ciego sentado a la orilla del camino: Bartimeo. Con frecuencia se compara este relato con la curación del otro ciego, el ciego de Betsaida, el cual se encuentra en el capítulo ocho de este mismo evangelio de san Marcos; más aún, se cree que hay una relación intencional entre ambos relatos. El primero representaría el drama de los discípulos que ven a medias,
en los cuales Jesús ha invertido gran parte de su ministerio para formarlos, es decir, para hacerlos ver a quien siguen, pero ellos únicamente logran ver muy poco, su percepción es muy parcial, de ahí que Jesús decida dedicarse a ellos de modo casi exclusivo para instruirlos y hacerlos ver plenamente el camino que les propine como discípulos. Por su parte, la curación del ciego de Jericó se ubica al final del segundo periodo de formación de los discípulos, prácticamente al final del viaje de Jesús a Jerusalén y concluye la formación de los discípulos; con esta curación san Marcos muestra también la situación ideal del discípulo que, después de comenzar a ver, sigue a Jesús por el camino. El ciego de Betsaida es un hombre pasivo y dependiente, otros son los que lo llevan y son ellos los que interceden por él. Mientras que en el caso del ciego de Jericó, es él mismo quien se acerca a Jesús y pide misericordia reiteradamente. Al primero lo llevan hasta Jesús, al de Jericó intentan impedirle que tenga acceso a Él. Sin embargo, su sentida oración «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» es escuchada y, después de superar la adversidad, llega hasta Jesús y Él le concede la vista. A partir de ese momento, Bartimeo se vuelve discípulo de Jesús: “comenzó a ver y lo siguió por el camino”. El mensaje de san Marcos parece claro: el discípulo de Jesús requiere de un proceso largo de formación para que pueda ver con claridad quién es Jesús, entender su camino y poder seguirlo.
El Padre Nuestro Es uno de los más grandes tesoros de la Iglesia primitiva. Es ni más ni menos, Palabra de Dios. Es la oración por excelencia con la que nos manifestamos como hijos del Padre y hermanos de Jesucristo. Pedimos el perdón de nuestros pecados y el pan de cada día. Nos comprometemos con el amor al hermano y declaramos nuestra fe. Con el Padre nuestro en la Misa, comienza nuestra preparación inmediata en el Banquete Pascual, comienza el rito de comunión. ¿Siempre debe cantarse? No siempre debe cantarse, puede también recitarse o cantarse únicamente en las celebraciones dominicales o solemnidades. Lo que debemos recordar es que si vamos a cantarlo o recitarlo, debemos hacerlo con el corazón, sin prisa, meditando cada palabra que vamos pronunciando, fijándonos perfectamente en lo que estamos diciendo, ya que, como lo expresamos anteriormente, es el mismo Cristo el que habla en nosotros al Padre. Ora y alaba en nosotros, con nosotros y para nosotros. ¿Quién lo canta? Es un canto de la asamblea. Le pertenece al pueblo. Debe ser entonado por todas las personas congregadas. Es un momento que no acepta exclusividades, adornos corales complicados y tampoco acepta cambios en el texto original. No podemos alterar la letra porque el autor no es otro sino Cristo. Músico litúrgico: en este momento particularmente siéntete orgulloso porque vas a cantar letra divina, porque vas a entonar el mismo texto que Cristo pronunciara una vez. Porque tienes la oportunidad de ponerle música a su propia inspiración. Doxología del Padre Nuestro Estas palabras de alabanza “Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor”, son cantadas por todos, especialmente cuando se canta el Padre Nuestro. También aquí el coro puede realzar la aclamación con armonía. Esto quiere decir que, sin cambiar la letra... ¡cántalas! por lo menos en las solemnidades.
Nuevo Párroco en Pavón
E
l día 1 de octubre de este año, el templo de Nuestra Señora de la Encarnación, en Pavón, estuvo de fiesta por la toma de posesión del nuevo párroco, Señor cura Juan Pérez Flores.
En la puerta principal estaba reunido un gran número de gente de Ahualulco, SLP, que vino a acompañar a quien por siete años fuera su párroco, y quienes estaban dispuestos para la celebración de la misa presidida por el vicario general de la arquidiócesis, monseñor Antonio Torres Herrera. El señor presbítero Antonio Serna Zubieta, decano del decanato nuesta Señora de la Soledad a donde pertenece esta parroquia, leyó el nombrameinto del párroco al señor presbítero Juan Pérez Flores. Acompañaron en la misa los padres José Santana Rivera, Alfredo Sánchez Maya, Gaudencio Castillo Hernández, Héctor Torres Hipólito, Samuel Álvarez Bernal, Antonio Serna Zubieta, Basilio Reyes, Eustorgio Salazar, Gladimir Isaac, Ramón Gómez, Margarito Sánchez, Alfredo Sánchez Escareño y monseñor Antonio Torres. Posteriormente pasaron al salón parroquial para convivir por este gran acontecimiento.
Con fe en san Francisco de Asís y en Dios, habrá paz:
Mons. Lucas Martínez Por Jorge Mazorra
D
ebemos pedir a san Francisco de Asís, su intercesión para que se resuelvan situaciones de violencia en el país, dijo monseñor Lucas Martínez Lara, obispo de Matehuala, durante su homilía en los festejos en honor de san Francisco. San Francisco de Asís es patrono de la Diócesis de Matehuala, se venera en varias parroquias de esta diócesis, en Real de Catorce y en la parroquia de la colonia Olivar de las Ánimas. La fiesta en honor de este santo fue muy concurrida por fieles que venían de varias partes del país, fueron miles los que se congregaron en Real de Catorce y otros puntos donde se festeja a este santo.
El P. Juan Pérez Flores, muestra con gran alegría su nombramiento a los presentes
Don Lucas Martínez, obispo de Matehuala
El mensaje del obispo Lucas Martínez, que estuvo presente en Real de Catorce y otros lugares, fue en el sentido de que cómo fieles católicos pidamos a san Francisco que interceda ante Dios, para obtener su ayuda y que se resuelvan estas situaciones de violencia, e inseguridad, que tanta preocupación causan entre la población. “Sobre todo, pedirle que en corazón y sentimientos seamos semejantes ante Cristo, que los hombres en su afán de buscar la realización no tomen al dinero y poder como algo definitivo en la vida, porque la vida se alcanza en la paz y no en la violencia”, expresó.
Acompañaron al nuevo párroco de Pavón, amigos y familiares
A
Miles de fieles se reúnen en Real de Catorce para pedir la interseción de san Francisco de Asís
Toma de posesión en Villa
nte un gran número de Sacerdotes y una gran multitud de fieles y amigos que le aprecian, admiran y respetan, el Pbro. Héctor Torres Hipólito, tomó posesión como nuevo párroco de la parroquia de San José de Villa de Zaragoza, SLP.
Fue el padre Antonio Torres Herrera vicario general de la Arquidiócesis de SLP, quien se dignó presidir la solemne concelebración Eucarística en la que el padre Héctor Torres, renovó sus votos sacerdotales y se comprometió a velar por su nueva comunidad parroquial, elevando su oración a nuestro Padre Dios para que lo ilumine y lo llene de sabiduría y prudencia en este su nuevo rebaño. Un gran número de fieles seguidores de la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, de la Colonia Pavón en Soledad de Graciano Sánchez, lo fueron a entregar y acompañar, en esta toma de posesión, recibió las llaves de la parroquia, del Sagrario y además tocó los santos Evangelios e hizo su profesión de fe, a la vez que juró absoluta obediencia, pobreza, humildad y castidad, ante el representante de nuestro arzobispo y todos los asistentes, quienes pidieron al Altísimo lo guíe y fortalezca en esta nueva encomienda sacerdotal. Al final de la celebración religiosa, hubo un convivio amenizado por un alegre mariachi, todo esto en honor del nuevo párroco. Padre Héctor: La comunidad parroquial de Zaragoza, SLP., bajo la custodia de San José, le da la bienvenida y desea que pueda vivir entre nosotros como cristiano, Sacerdote, padre y amigo de todos.
Monseñor Lucas Martínez, pidió a San Francisco porque los fieles católicos no sean aparatos de violencia “sino que mediante la paz se llegue al beneficio personal social, comunitario y artístico”, finalizó.
de Zaragoza
Apertura del Año de la Fe “Trabajen arduamente para dar firme testimonio de fe” Por LCC Angélica Maldonado Morales
E
l pasado 11 de octubre se llevó a cabo la gran apertura del Año Internacional de la Fe. Nuestra querida arquidiócesis potosina lo hizo este día, en solemne concelebración Eucarística presidida por nuestro pastor, monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero, en el Seminario Guadalupano de San Luis, quien estuvo acompañado por el presbiterio potosino, quienes se unieron a esta celebración junto con los seminaristas para pedir al dueño de nuestra vida y nuestro corazón que nos permita crecer en la fe, pero una fe operante, trabajadora, alegre, entusiasta, entregada plena y completamente a Dios, para que no sea una fe mezquina, quebradiza, titubeante o débil. Don Carlos exhortó a los presentes a aprovechar este Año de la Fe para crecer en gracia de Dios, pero sobre todo dijo que es preciso agradecerle este don que nos concede, como es el celebrar nuestras creencias, nuestro CREDO y creer en las VERDADES FUNDAMENTALES DE NUESTRA FE CATÓLICA, pues no podemos vivir nuestra fe si primero no la conocemos. El señor arzobispo hizo referencia al Concilio Vaticano II que cumple 50 años de haberse promulgado, el cual hizo más fuerte y perseverante a la Iglesia, pues hubo incontables beneficios para el Catolicismo, sin embargo –enfatizó- es urgente que demos a conocer más nuestra FE VIVA, PERSEVERANTE Y OPERANTE, pues tenemos que actuar para la mayor gloria de Dios, para el crecimiento de la Iglesia, la Santificación de las almas.
Apertura del Año de la Fe en Santa María del Río
Apertura del Año de la Fe en el Seminario Guadalupano Potosino. Exhortó a todos a leer detenidamente y a meditar la exhortación apostólica del santo padre Benedicto XVI, quien hace un llamado a DESPERTAR NUESTRA FE DORMIDA, TRISTE, ACONGOJADA, PEREZOSA, y a luchar por tener la fe que Cristo quiere de nosotros para que reine la fe, la esperanza y la caridad entre nosotros, que nos debemos ver como hermanos e Hijos de Dios, quien siempre vela por nosotros.
Apertura del Año de la Fe en Villa de Pozos
Cabe señalar que en cada parroquia de la dióceis, los párrocos inaguraron el Año de la Fe, como un signo de comunión con la Iglesia Universal, en la que el Papa, dio inicio a esta celebración. Apertura del Año de la Fe en la Catedral Potosina
El Presbiterio Potosino en formación permanente
L
a formación permanente es una exigencia, que nace y se desarrolla a partir de la recepción del sacramento del Orden, con el cual el sacerdote no es sólo « consagrado » por el Padre, « enviado » por el Hijo, sino también « animado » por el Espíritu Santo. Se trata de una necesidad intrínseca al mismo don divino, que debe ser continuamente « vivificado » para que el presbítero pueda responder adecuadamente a su vocación. Él, en cuanto hombre situado históricamente, tiene necesidad de perfeccionarse en todos los aspectos de su existencia humana y espiritual para poder alcanzar aquella conformación con Cristo, que es el principio unificador de todas las cosas.
Más de ciento cincuenta sacerdotes se reunieron en el Seminario Mayor para atender a la neceisdad formativa del presbiterio.
El presbiterio tiene que estar debidamente preparado para responder a las necesidades de una nueva evangelización.
No sólo la reflexión congregó a este grupo sacerdotal, sino también la gran capacidad de convivencia que tiene nuestro presbiterio Potosino.
Oremos para que tengamos buenos, bien formados tanto espiritual como intelectualmente y por supuesto, santos sacerdotes.
Las rápidas y difundidas transformaciones y un tejido social frecuentemente secularizado, típicos del mundo contemporáneo, son otros factores, que hacen absolutamente ineludible el deber del presbítero de estar adecuadamente preparado, para no perder la propia identidad y para responder a las necesidades de la nueva evangelización. A este grave deber corresponde un preciso derecho de parte de los fieles, sobre los cuales recaen positivamente los efectos de la buena formación y de la santidad de los sacerdotes. Sigamos orando por nuestros sacerdotes, sigamos pidiendo porque tengamos buenos sacerotes, bien formados tanto espiritual como intelectualmente.
OCTUBRE 28 DE 2012
3er. Encuentro de Agentes de Pastoral de la Comunicación Por LCC Angélica Maldonado Morales
E
n un ambiente lleno de armonía y gozo se llevó a cabo el Tercer Encuentro de Agentes de Pastoral de la Comunicación, la cual inició con una lectio divina, enabezada por el P. Oswaldo Esquivel, para continuar con la plática que ofreció el padre José de Jesús López Castillo, en la que explicó lo que es un HERALDO, afirmando que es un mensajero que trae buenas nuevas; en la antigüedad era un mensajero de paz, y en la actualidad es un MENSAJERO DE PAZ, DE AMOR Y FE, QUE SIEMPRE TRAE BUENAS NUEVAS. También se contó con la intervención del Pbro. José Manuel López Facundo, el cual indicó que la Fe la debemos manifestar a través de la ORACIÓN, LA CONFESIÓN O LA PROFESIÓN DE LA FE Y LA CARIDAD. Después todos se dispusieron a escuchar atentamente el mensaje de nuestro pastor, monseñor Jesús Carlos Cabrero, quien presidió la solemne Concelebración Eucarística en el auditorio “Ignacio Montes de Oca”. Nuestro Pastor primeramente felicitó a todos los Agentes de Pastoral de la Comunicación, por trabajar ardua e incondicionalmente para llevar el Evangelio de Cristo Jesús a los diferentes recintos y lugares alejados donde llega el Semanario Católico “LA RED”. Después se invitó a los agentes a compartir el pan conviviendo en sana alegría, estrechando lazos.
El padre Kino y el padre Facundo hablaron de la importancia del trabajo de los heraldos de la fe.
Don Carlos partió el pastel, antes de agradecer a todos su presencia.
Los agentes de Pastoral de la Comunicación siguieron con gran atención las palabras del P. López Facundo.
En la Sagrada Eucaristía nos unimos en oración por todos los que trabajan incansablemente en esta labor.
El padre Oswaldo, comenzó el día con la lectio divina, en la que todos participaron con entusiasmo.
Los asistentes participaron en una rifa y muchos de ellos se llevaron regalos.
En este encuentro, se dieron espacios para convivir e intercambiar puntos de vista.
Gracias por llevar la fe católica a cada rincón de nuestra diócesis.
Muchos de los agentes de comunicación aprovecharon para saludar a don Carlos Cabrero.
En este encuentro tuvimos la oportunidad de estrechar lazos de amistad.
Al finalizar, nos quedamos con la esperanza de vernos el próximo año.
El A, B, C de la Biblia
La necesidad de interpretar la Biblia
Por David Campos
E
n el artículo anterior comentábamos la necesidad de la fe para poder leer adecuadamente las Sagradas Escrituras y no sólo leer, sino también orar y, por medio de ellas, dialogar con Dios, disponiéndonos a su voluntad: es consecuente mencionar ahora que por la fe, puede abrirse el hombre a la interpretación de la Palabra Divina; en el mismo documento ya citado del Papa (La Palabra del Señor), se nos dice que «la fe es la clave para interpretar la Palabra de Dios» (n. 29). Uno de los problemas que nos aqueja, tanto a nosotros los cristianos católicos como a los hermanos separados, es el hecho de una limitada comprensión de los textos sagrados, no por falta de capacidad —en Deuteronomio 30,11-14 se nos habla de la cercanía de los mandatos de Dios al hombre, y no inaccesible y difícil—, sino por falta de apertura a lo que el Señor nos quiere decir o por no contar con herramientas que nos ayuden a una sana interpretación. Debido a nuestra condición de Pueblo de Dios, el Señor —así como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica que nos capacita para el encuentro y diálogo con Dios— nos concede el poder leer e interpretar las Sagradas Escrituras con un espíritu abierto y dócil a su mensaje.
De esto nos habla el documento Pontificio La interpretación de la Biblia en la Iglesia cuando, en su tercer capítulo, dice: «Todos los miembros de la Iglesia tienen un papel fundamental en la interpretación de las Escrituras […] pues es una comunidad que sabe que Dios le habla y se apresura a escuchar la Palabra con fe, amor y docilidad». Sin embargo, hay un riesgo que en mismo documento nos advierte; podríamos caer en relativismos, pensando unos que la Palabra dice una cosa, mientras que otros entienden otra, haciéndose un cuento de nunca acabar; para evitar estas situaciones, se nos ofrece un garante para una sana y recta interpretación, el cuerpo encargado de la enseñanza de la Iglesia, el Magisterio, pues él «ha de garantizar la auténtica interpretación e indicar, cuando sea necesario, que tal o cual interpretación particular es compatible con el evangelio auténtico». Hay muchas maneras de acercarnos a las Escrituras, y medios para poder desentrañar su mensaje de salvación, pero conseguirlo no es en modo alguno un éxito humano fruto exclusivo del entendimiento, pues nuestra capacidad de razonar sólo es un medio para alcanzar el diálogo con Dios, que nos habla siempre y busca la forma de hacernos accesible su mensaje e interpretarlas bajo la guía de nuestros pastores para no caer en la tentación de hacer de la Palabra una experiencia individualista.
Yo CREO...y vivo mi FE
Un símbolo que da unidad a los creyentes Por P. Memo Gil
U
na vez que los discípulos de Jesús se lanzaron a la magnífica tarea y, sobre todo, aventura de ir por todas partes a predicar el Evangelio. Hubo sin duda, la necesidad de unificar los criterios de ésa predicación. Así, desde su origen la Iglesia quiso recoger lo esencial de su predicación en síntesis que se volvieron profesiones de fe, las cuales también eran conocidas como símbolos. La palabra símbolo significa: lo que nos ayuda a reunir lo separado. Por eso el Credo o “símbolo de la fe” vino a ser un Evangelio abreviado o resumen de las verdades de fe. A partir de éste símbolo que daba identidad a los que aceptaban la fe y se unían al grupo de los creyentes, se les ayudaba a todos a tener el mismo sustento en los principios y verdades que aceptaban y que les daba además la posibilidad de confesarlas de la misma manera. Entonces al iniciar la profesión de fe con la palabra CREO, estamos diciendo que confesamos y admitimos con absoluta certeza las verdades de éste “símbolo”, como las creen y las aceptan muchos otros hermanos en la fe.
Hay que tener en cuenta que el Credo como símbolo, evoca una realidad que supera tiempo y espacio. Pues nos transporta, por así decirlo, a una identificación y comunión espiritual entre creyentes, de todos los pueblos, razas y naciones. De ahí que el símbolo de la fe o Credo, nos unifique como familia, o sea hijos de Dios y hermanos todos en Jesucristo. Y si hay algo que caracteriza a mi familia, pues debo preservarlo y portarlo, desde el corazón, con dignidad. Porque
si es un tesoro familiar, quiere decir que el valor no se lo doy yo, sino que ése símbolo vale por lo que ha significado para muchos antes de mí. Muchos que incluso dieron la vida por mantenerse fieles a la fe de sus padres. Es pues éste, es el valor de nuestra profesión de fe como símbolo de unidad e identidad entre los cristianos. Claro que el Credo se fue estructurando a través de la historia y vida de la Iglesia con el pasar de los siglos. Y lo que hoy conocemos como Credo, pues el resultado de elaboraciones que se fueron haciendo en diferentes Concilios, en donde como creyentes vemos la presencia del Espíritu Santo. Así, estas asambleas, compuestas por personas de diferentes culturas, buscaron unir en lo esencial la fe de los creyentes. Y al mismo tiempo, purificar la fe de todo aquello que atentaba contra su integridad, manteniendo la fidelidad a las enseñanzas de los Apóstoles y en concordancia con las Sagradas Escrituras. Este será siempre el fundamento de nuestra fe católica: la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia. De esta manera, nos encontramos actualmente con dos profesiones de fe, a las que comúnmente llamamos: el Credo “cortito” y el Credo “más largo”. Ya veremos más adelante como se les debe denominar correctamente. Pero recordemos que no son dos credos, sino, dos formulaciones del único Credo, al que en repetidas ocasiones hacen referencia tanto la Sagrada Escritura en el Nuevo Testamento, como los documentos de la Iglesia que nos ofrecen nuestros pastores. Y será a estas profesiones de fe, a las que nos dedicaremos en los próximos artículos. Tratando de ofrecer una reflexión a manera de catequesis, que nos ayude a conocer y profundizar más nuestra fe. Como nos lo recomienda el Papa en este providencial Año de la Fe que estamos viviendo.
13
OCTUBRE 28 DE 2012
Opinión pública S
upongamos, aunque sólo sea por un momento, que en la calle donde usted vive tuvo lugar, ayer por la noche, un sangriento homicidio (cosa que, por lo demás, tal y como están las cosas en México no sería nada extraño). Ahora bien, resulta que el único que vio al asesino sacar el arma de entre sus ropas, oprimir el gatillo tres veces consecutivas y echar a correr por un callejón oscuro, fue un joven llamado P. Nadie fuera de él vio ni oyó nada. En el momento de hacer las declaraciones correspondientes ante la policía, el muchacho aseguró que el asesino era un ropavejero que pasaba todos los días por ahí solicitando cacharros inservibles y que en esto no podía equivocarse, ya que su rostro era inconfundible. Ahora bien, si cien mil personas aseguraran, contra el testimonio del joven, que el asesino no fue el ropavejero, sino una persona que responde al nombre de M, ¿a quién daría usted la razón en caso de ser el juez? He aquí un ejemplo de cómo la verdad no es nunca democrática ni tampoco la suma de unas vagas opiniones desinformadas. Así sean cien mil o un millón los que vociferen, si nada saben, no podrán nunca tener razón contra este muchacho solitario que lo único que deseaba era llegar a su casa para tomarse un café y quitarse los zapatos. Uno de los más graves errores de nuestra época no es solamente haber sustituido la verdad por las opiniones y la metafísica por los sondeos, sino en hacer que estas opiniones (que a menudo no son más que vaporosos impulsos de la emoción) gobiernen el mundo y sus vastas inmediaciones. En los talk show, esos programas de los que ningún canal de televisión parece poder prescindir hoy, todos se sienten en el deber de opinar, de decir, de inducir. «¿Qué opina usted?» es la versión moderna
de aquella otra pregunta que tanto angustió a un procurador romano el Viernes de Pasión: «Quid est veritas?»: «¿Qué es la verdad?». Le preguntaron una vez a un ciudadano de a pie en uno de esos programas de bromas y cámaras escondidas que tanto abundan en la actualidad: -«Perdone, ¿ya se hizo usted el papanicolau?». El señor se quedó pensativo como tratando de recordar algo; por último, respondió: -«No, todavía no me lo hago, ciertamente, pero si no me lo hago esta semana, me lo haré la que viene». No sabía el pobre ni lo que se le estaban preguntando; así y todo, consideró que era un deber casi cívico no quedarse callado. En cierta ocasión, John Steinbeck (1902-1968), el famoso escritor, premiado con el Nobel de literatura en 1962, decidió recorrer Norteamérica en compañía de su perro por el puro gusto de conocer su país. Pues bien, en un punto del trayecto un granjero le hizo esta pregunta embarazosa: «¿De qué vale una opinión si uno no sabe?». Este hombre, con toda su simplicidad, había hecho la pregunta de los sesenta y cuatro mil. Una tarde, buscando algo que ver, caí en un canal televisivo que transmitía un debate acerca del sida y sus prevenciones. Cuando llegaron al momento de referirse a la transmisión sexual, el conductor del programa hizo a los invitados la siguiente pregunta:
-«En resumen, ¿qué es lo que hay que hacer, señores y señoras, para no contagiarse?». Uno de los invitados, que era médico, se atrevió a responder diciendo que el método más eficaz seguía siendo hasta ahora la abstención de relaciones sexuales fuera del matrimonio, pues hasta el uso del condón, con mucha frecuencia, resultaba peligroso. No lo hubiera dicho. Abucheo general por parte de los espectadores. Unos lo tacharon de inhumano, otros de retrógrado, otros le preguntaron si no sería por casualidad el sacristán de su parroquia. Una señora del público se levantó indignada para decir que a ese tipo de personas no había que invitarlas a debates tan serios. Todos contra uno. Uno que, sin embargo, había respondido siguiendo los dictados de su experiencia profesional. Cuenta Pitigrilli (1893-1975) en su Dizionario antiballistico cómo llegó a la conclusión de que no había que dar demasiado crédito a esas opiniones que los demás sueltan casi siempre al desgaire: «Para liberarme de las opiniones ajenas –escribióhice una vez el siguiente experimento: salí a la calle y pedí a gentes de distinta clase social que me indicaran dónde quedaba la Vía Ortelius. Un hombre me dijo: “Es la segunda a la derecha”. Otro más: “Es la tercera a la izquierda”. Un estudiante: “Es la cuarta perpendicular a ésta”. Un cargador: “Siga adelante y se topará con ella”. Un señor me dijo que se encontraba en la parte opuesta de la ciudad y hasta se ofreció a ir conmigo a buscarla. Me dijo otro, consultando la guía de la ciudad: “Esa calle no existe”. De los diez que me contestaron en tono de absoluta seguridad, nueve se equivocaron y el décimo debió ser un forastero. Entonces me dije: “Si sobre un dato de hecho en el que no cabe relatividad de juicio las opiniones son tan equívocas, ¿qué valor debo conceder a sus juicios, a sus pareceres, a sus apreciaciones? Cuando estoy a punto de dejarme influir por las opiniones de alguien, me digo a mí mismo: “¡Cuidado, acuérdate de la Vía Ortelius!”». Desde que leí esta anécdota, cada vez que veo a hombres que vociferan y echan espumarajos por la boca diciendo esto y lo otro, también yo hago todo lo posible por no olvidarme de la Vía Ortelius. (Via que, en mi estancia en Roma, nunca jamás recorrí porque no pude dar con ella. ¡Nadie sabía dónde estaba!).
Cuando estoy a punto de dejarme influir por las opiniones de alguien, me digo a mí mismo:
“¡Cuidado, acuérdate de la Vía Ortelius!”
Nada nuevo bajo el sol O
(Segunda Parte)
Por Mtro. José Ricardo García López
tra circunstancia de que nos dan cuenta los expedientes antiguos, relativos a nuestra Historia vernácula, es que de antaño existían los peritajes y en el caso concreto del crimen que empezamos a narrar, en la edición anterior de nuestro periódico, describiremos, en ésta, el peritaje médico, o lo que es lo mismo la autopsia de rigor, que se le practicó al indio Pascual Moreno.
Transcribimos el testimonio de la india Melchora de los Reyes que también sufrió las agresiones de Pascual Moreno y nos da cuenta con más amplitud del carácter y costumbres del agresor: Testigo Melchora de los Reyes, india. Y luego incontinenti en dicho día mes y año, su merced, el señor general y alcalde mayor en prosecución de las diligencias de esta causa hizo parecer ante sí a una india que dijo llamarse Melchora de los Reyes y ser sirviente en la hacienda del capitán Pedro de Rivas en el Valle de San Francisco de esta jurisdicción de la cual sin embargo de ser ladina en lengua castellana, mediante Domingo Jiménez y don José Alvarez, intérpretes de este juzgado se le recibió juramento y lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz en forma de derecho so cuyo cargo prometió decir verdad y le fueron fechas las preguntas siguientes: Preguntada si conoce a Pedro de Medina, mestizo, mayordomo de la hacienda del Valle que es del capitán Pedro de Rivas y a Pascual Moreno, indio, sirviente en la dichas hacienda = Dijo que sí los conoce muy bien, como originaria y sirviente que es en la hacienda del Valle y que Pedro Medina, está preso en la cárcel pública de esta ciudad y Pascual Moreno es ya difunto de unas heridas que dicen le dio Pedro de Medina que no sabe esta testigo por qué causa le dio Pedro de Medina a Pascual Moreno, indio, las heridas. Preguntada, qué disgusto y controversia tuvo esta testigo con Pascual Moreno, indio, por qué motivo, cuándo, y qué le pasó con dicho Pascual Moreno = Dijo que un miércoles en la tarde hará dos meses, poco más o menos, que estando esta testigo en la hacienda del dicho capitán Pedro de Rivas, oyó voces y ruido como que peleaban, y entendiendo que fuera dicho ruido con Gaspar de los Reyes, negro, esclavo de dicho capitán, y yerno de esta testigo, fue hacia donde eran las dichas voces y ruido y habiendo llegado junto al corral de dicha hacienda, vido que quien estaba dando voces, era Pascual Moreno, indio, que estaba subido a caballo con un cuchillo en las manos, y diciéndole esta testigo que por qué estaba gritando, que con quién peleaba. Le respondió el dicho Pascual Moreno diciéndole: “cállate &*@+#” y otras palabras insolentes y le dio en el brazo izquierdo un piquete de que le cortó el cuero y carne y le salió mucha sangre y habiéndose alzado la manga de la camisa descubrió el brazo izquierdo y en el punto a la sangradera tiene una señal con postilla de la sangre que parece haberle salido del brazo y la señal es un verdugón que a lo que parece es de herida de que yo el escribano doy fe haber visto la señal, y Melchora de los Reyes, india, dijo ser aquella señal de la herida que así decía haberle dado Pascual Moreno, indio, la cual le dio sin haberle dado causa para ello ni tenido ninguna pesadumbre sino sólo porque le dijo que por qué estaba gritando y que esto es lo que pasa y la verdad para el juramento que fecho tiene, en que se afirmó y ratificó y siéndole leído y declaró que aunque el dicho Pascual Moreno le hirió y trató mal de palabras, no por eso ha faltado a la verdad y de edad de cincuenta años y no firmó porque dijo no saber escribir, lo firmó el alcalde mayor y los intérpretes. Don Francisco Eusebio del Castillo y Saavedra (rúbrica). Don José Álvarez (rúbrica). Ante mi Francisco de Pastrana, escribano público y real.
De estos escritos hemos suprimidos las palabras mal sonantes que en esa época se decía eran palabras de pesadumbre y que ahora llamamos, indebidamente, maldiciones o palabras altisonantes. La fe de muerte que a continuación se transcribe equivaldría a lo ahora conocemos como certificado de defunción, aunque debemos hacer notar que quien la suscribe no es un médico sino el comisario del pueblo del Valle de San Francisco, actualmente Villa de Reyes, SLP. Fe de Muerte. En tres días del mes de octubre de mil e seiscientos e noventa y cinco, yo el comisario estando en casa de don Pedro Coronel como a las 2 de la tarde poco mas o menos, recibí un recado de Gaspar de los Reyes, negro esclavo del capitán Pedro de Rivas que me lo envió con un criado de su amo de que me fuera a la hacienda de su amo porque importaba, y luego incontinentemente fui a su hacienda y preguntándole a Gaspar de los Reyes que qué se ofrecía, me dijo que ya Pascual Moreno estaba agonizando y luego que tuve esta noticia pasé a hacer diligencia de prender a Pedro de Medina a la Hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe que era a donde presumía podría estar y no le hallé en esa hacienda y me volví a la hacienda del capitán Pedro de Rivas como a las 7 de la tarde, poco mas o menos, había ya muerto y fui yo el comisario y le registré todo su cuerpo y hallé difunto ya a Pascual Moreno y las heridas que tenía ya secas y cerradas que la una era en las cabeza y la otra encima de un ojo y otra en un vacío del lado izquierdo que al parecer más murió del aire que le dio cuando lo hirieron que de las heridas que tenía por estar ya secas y sanas, de todo ello pregunté si le habían hecho otros remedios y dijo Isabel Castro, su mujer, que lo habían sangrado y luego aquella mesma noche que hirieron a su marido le vido hechar por la boca cantidad de materia hasta los cinco días, de donde se presume padecía postema según la tos que tenía antes de que lo hirieran y habiendo visto yo el dicho comisario ya muerto a el dicho Pascual Moreno y las heridas referidas di fe en la manera que puedo y ordené se le diera sepultura eclesiástica y así lo firmé yo el dicho comisario y los testigos de mi asistencia. Ante mi como juez receptor, Felipe de Reyna (rúbrica) Testigo Domigo de Benabente (rúbrica). José de Sustaeta (rúbrica).
Creo en la Santa Iglesia… Por Lic. Rafael Gómez
E
l secretario de estado, cardenal Tarcisio Bertone, presentó a nuestro Papa, Benedicto XVI y a toda la Iglesia, el anuario 2012 con esta información: somos 1196 millones de católicos; 5,104 obispos; 412,236 sacerdotes; 39,564 diáconos permanentes; 54,665 religiosos no sacerdotes. De 729,371 religiosas en el 2009, decrecieron a 721,935 en el 2010. De 114,449 seminaristas en el 2005, decrecieron a 111,990 en el 2010. El número de católicos disminuye 1.5 % en un año y aumenta el número de personas que no participan en la Eucaristía en un 57 %, mientras los que acuden regularmente son un 13 %. Los no creyentes aumentan un 14.6 %. Los menores de 35 años que se declaran no creyentes son un 49.2 %. Los ateos aumentan en un 7.6 % y un 67 % son menores de 55 años. Esta parece una manera muy negativa de iniciar este comentario que tiene, por el contrario, todo el propósito de sacar de nuestras deficiencias humanas el aliento de vida divina que tiene su manantial en un Dios que saca de la nada al ser humano para que exista y, de la nada, dispone todo para que subsista. La realidad de una iglesia que engorda por los muchos bautizos que se logran buscando cumplir la tradición, los lazos de una amistad más intensa con el compadrazgo, pero sin los lazos de la fe, y la ocasión de una buena fiesta, así como de los cada vez menos matrimonios que no buscan el sacramento sino cumplir con la tradición de las dos leyes, no es una iglesia robusta que solo crece por el impulso de aquel mandato: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes…” (Mt 28, 19). El secularismo de nuestra sociedad actual es la nueva forma del paganismo que, en sus primeros tiempos, la iglesia tuvo que enfrentar mediante la proclamación de la persona y del evangelio de Jesucristo. El magisterio de la iglesia insiste en volver a las fuentes de la evangelización y el plan diocesano nos pide recomenzar desde Cristo: “iniciar o reiniciar el proceso de conversión”. Cristianizar a los paganos de aquella época suponía evangelizarlos para que conocieran el amor de Dios, se reconocieran pecadores que necesitaban la salvación y buscaran la redención en Jesucristo aceptándolo como Señor y Salvador personal; que recibieran el Espíritu Santo y hubieran dado muestras de capacidad para vivir en comunión con los demás cristianos para, luego de ser bautizados, formarán parte de la comunidad eclesial. El secularismo de nuestro tiempo es también un paganismo, pero con apa-
riencia de cristianismo porque muchos bautizados no han vivido y recibido las verdades esenciales del Evangelio que acabamos enunciar y de subrayar, ni sus padres, ni sus padrinos y, lo que los hace llamarse cristianos y católicos, es haber recibido el bautismo y hacer, ocasionalmente, alguna práctica de piedad. El secularismo pagano de nuestro tiempo solo ha cambiado la forma de adorar a ídolos y dioses. Cuando san Pablo predicó en Tesalónica (Hech. 17, 1-8) a un Dios y Rey, a Jesús muerto y resucitado, se metió en tal problema que él y Silas eran buscados para ser entregados a las autoridades mientras decía la gente: “estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido acá violando las leyes del emperador romano, pues dicen que hay otro rey que es Jesús”. Se trataba de judíos que tenían una sinagoga en Tesalónica pero que preferían la cultura con sus dioses y su emperador romano, que al Dios y Rey que había salido de entre ellos y para ellos. Eran un pueblo profundamente religioso, y eso era el obstáculo para recibir el evangelio de Jesucristo y acababan optando por los dioses paganos. Algo así ocurre con los cristianos y católicos de nuestro tiempo que no nos fabricamos dioses de oro, pero sí nos afanamos por el oro. El bautismo sin la conversión y sin la decisión de encontrarse con Jesús no hace a nadie un cristiano; “es necesario acampar y recorrer el camino con Jesús para que nos explique su persona, porque Él es el Evangelio y la Palabra del Padre. Quien acampa con Jesús lo acompaña para orar en el Tabor y en el desierto (Mt 17, 1-8 y Lc 4, 1-2) y quien recorre el camino con Él, deja que Él le explique el Evangelio hasta exclamar: “¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24, 13-35). Sin la oración y sin el encuentro con Jesús no es posible, pues, la conversión y sin la conversión no tiene sentido el bautismo. Es necesario conocer y vivir la Palabra divina para conocer plenamente el sentido de cada criatura porque cada criatura debe reconocer en el Verbo de Dios el fundamento de todo”. Nuestro Dios “hizo de la creación el lugar en el que se desarrolla la historia de amor entre Él y su criatura, de manera que la salvación del hombre es el motivo de todo”. El sentido de cada criatura es lo que le da sentido a la Iglesia que, como tal, ha de reconocer “en el Verbo de Dios el fundamento de todo y en el reino de Dios el motivo de todo”. Es necesario, pues, que nos sepamos Iglesia que acompaña a Jesús a la oración y a la enseñanza y que la Iglesia en la que confesamos creer, “crea”.
Razones de esperanza
E
l Papa Benedicto XVI, se reunió, en un momento especial, con los obispos sobrevivientes que participaron en el Concilio Vaticano II, que por cierto Don Arturo A. Szymanski fue uno de los invitados por haber sido uno de ellos que estuvo en este evento de la Iglesia celebrado hace 50 años: “un saludo especial quiero dirigir a ustedes, queridos hermanos que han tenido la gracia de participar en calidad de padres en el concilio ecuménico Vaticano II. Tengo presente en la oración y en el afecto a todo el grupo —casi setenta— de obispos todavía vivos, que participaron en los trabajos conciliares”. Aunque muchos de ellos, a causa de su avanzada edad o por razones de salud no participaron en este encuentro, los que han acudido han recordado con palabras conmovedoras aquellos días, asegurando la unión espiritual en este momento, también con la ofrenda del propio sufrimiento. “Son muchos los recuerdos que surgen en nuestra mente, y que cada uno tiene bien impresos en el corazón, respecto a aquel período tan vivaz, rico y fecundo que fue el Concilio. Quisiera recordar solamente cómo una palabra, lanzada por el beato Juan XXIII casi de modo programático, regresaba continuamente en los trabajos conciliares: la palabra aggiornamento (actualización)”. A cincuenta años de distancia de la apertura de aquella solemne Asamblea de la Iglesia, alguno se preguntará si esa expresión no haya sido tal vez desde el principio en absoluto feliz. Creo que la elección de las palabras podría ser discutida por horas y se encontrarían opiniones continuamente discordantes, pero estoy convencido de que la intuición que tenía el beato Juan XXIII, que resumió con esta palabra, ha sido y sigue siendo todavía exacta. El cristianismo no debe considerarse como «una cosa del pasado», ni debe vivirse con la mirada puesta constantemente «en el pasado», porque Jesucristo es ayer, hoy y para la eternidad (cf. Hb 13, 8). El cristianismo está marcado por la presencia del Dios eterno, que entró en el tiempo y está presente en cada momento, porque cada momento fluye de su poder creador, de su eterno «hoy». Por ello el cristianismo es siempre nuevo. No debemos nunca verlo como un árbol plenamente desarrollado a partir de la semilla de mostaza del Evangelio, que creció, que dio sus frutos y un buen día envejeció llegando al ocaso de su energía vital. El cristianismo es un árbol que, por decirlo así, está en perenne «aurora», es siempre joven. Y esta actualidad, este aggiornamento, no significa ruptura con la tradición, sino que expresa la continua vitalidad. No significa reducir la fe rebajándola a la moda de los tiempos, al modelo de lo que nos gusta, a aquello que agrada la opinión pública, sino todo lo contrario: precisamente como hicieron los padres conciliares, debemos llevar el «hoy» que vivimos a la medida del acontecimiento cristiano, debemos llevar el «hoy» de nuestro tiempo al «hoy» de Dios. El Concilio fue un tiempo de gracia en que el Espíritu Santo nos enseñó que la Iglesia, en su camino en la historia, debe siempre hablar al hombre contemporáneo, pero esto sólo puede ocurrir por la fuerza de aquellos que tienen raíces profundas en Dios, se dejan guiar por Él y viven con pureza la propia fe; no viene de quien se adapta al momento que pasa, de quien escoge el camino más cómodo. El Concilio lo tenía bien claro, cuando en la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, en el número 49, afirmó que todos en la Iglesia están llamados a la santidad según las palabras del Apóstol Pablo: «Esta es la voluntad de Dios: la santificación de todos» (1 Tes 4, 3). La santidad muestra el verdadero rostro de la Iglesia, hace entrar el «hoy» eterno de Dios en el «hoy» de nuestra vida, en el «hoy» del hombre de nuestra época. La memoria del pasado es preciosa, pero nunca es un fin en sí misma. El Año de la fe que hemos comenzado nos sugiere el modo mejor de recordar y conmemorar el Concilio: concentrarnos en el corazón de su mensaje, que por lo demás no es otro que el mensaje de la fe en Jesucristo, único Salvador del mundo, proclamado al hombre de nuestro tiempo. También hoy lo importante y esencial es llevar el rayo del amor de Dios al corazón y a la vida de cada hombre y de cada mujer, y conducir a los hombres y mujeres de toda época hacia Dios. Deseo vivamente que todas las Iglesias particulares encuentren en la celebración de este Año la ocasión para el siempre necesario retorno a la fuente viva del Evangelio, al encuentro transformador con la persona de Jesucristo.
16
Historia de un sábado paralizado
El hombre, la creatura más imperfecta Por Pbro. Margarito de la Torre
V
emos en la creación la obra perfecta de Dios: los cuerpos en el universo están en movimiento continuo y jamás interfieren las órbitas de otros cuerpos, desde las galaxias y los sistemas planetarios hasta el átomo, el micro universo. Los animales y vegetales están tan bien hechos, que no podemos dejar de maravillarnos, por ejemplo, al ver una parte de la hoja de un árbol en el microscopio. El ser humano en cambio tiene tantas imperfecciones. No podemos decir que el hombre sea un ser perfecto: el hombre destruye al hombre y al resto de la naturaleza terrestre. En su maldad le dio muerte al Hijo de Dios. El Señor Jesucristo dijo: “sean perfectos, como mi Padre celestial es perfecto”. Si el hombre fuera perfecto, ¿cómo podría decir Jesús, sean perfectos? No tendría sentido pedir al hombre que llegue a ser lo que ya es. Sin embargo, a pesar de la maldad y la imperfección que hay en el hombre, nadie como él puede llenarse de ternura por su pequeño que le sonríe o conmoverse ante las lágrimas por la muerte de un ser querido. El hombre es capaz de amar, hasta el extremo de dar la vida por un ideal o por el ser que ama. Ha escrito palabras que conmueven y llenan de amor; ha compuesto música y canciones dignas de admiración; en fin, el hombre es asociado por Dios en su creación. El hombre tiene también capacidad de hablar cara a cara con Dios, como lo hizo Moisés. Además, ¿a qué ángel dijo Dios tú eres mi hijo? Si en su Hijo somos sus hijos, también a cada uno de nosotros nos dijo, en su Él, tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy (esta expresión adquiere su mayor fuerza el día en que nacimos para Dios por el bautismo). Pero ya lo dijo san Pablo, llevamos un tesoro en vasijas de barro. En el hombre hay un potencial de riqueza enorme por explotar, y todo es don de Dios. Si Moisés habló cara a cara con Dios, después tuvo que tapar su rostro ante los hombres. El hombre más bien debería tapar su rostro delante de Dios, para que Dios le descubra su rostro y sea capaz el hombre de ver a Dios. Luego, el hombre no debe ocultar más su rostro ante los hombres, porque en el rostro del hombre que ha visto a Dios, el hombre deberá ver a Dios. Esta es una dignidad muy grande para el hombre. El hombre no es perfecto porque, si Dios quiso llevar a la perfección a las criaturas, quiere que el hombre, su hijo, llegue, con su ayuda, a la perfección. Aquí tiene el mayor sentido la expresión: tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy, te estoy engendrando, no eres un ser acabado, te estoy haciendo, pero no yo solo, quiero que participes conmigo en tu creación, por eso te he dado la libertad. Quiero que llegues a ser libre, sin ataduras que te impidan llegar a mí, para participar de la perfección increada y que llegues a ser perfecto, como Yo soy perfecto. Esta es la vocación del hombre, es decir, el llamado que Dios le hace: la vida plena, la perfección. Dios llevó a la perfección todas las cosas en su Hijo. Esto quiere decir que también a Él lo llevó a la perfección, en cuanto hombre, para que nosotros siguiéramos sus huellas. Lo llevó a la perfección por medio del sufrimiento. Si Dios llevó a la perfección a su Hijo de esta manera, acaso me llevará a mí a la perfección de otro modo. Sin embargo, cuando Dios me prueba por medio del sufrimiento, es una caricia suya de amor que me lleva a la plenitud, a la perfección. Dios creó todas las cosas perfectas, pero quiere que el hombre llegue a la perfección. No solo: con la ayuda de Dios, hacia Dios, en Dios.
(Primera parte)
Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate ahí en medio”. Y les dice: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?” Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: “Extiende la mano”. Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle (Mc 3, 1-6).
A
quí está otra vez Jesús, en medio de sus fieles seguidores, de sus simpatizantes y de los enemigos del proyecto del Reino: los fariseos. Este grupo de hombres religiosos de Israel estaba frecuentemente, según el evangelio de san Marcos, al acecho de Jesús, los fariseos estaban al pendiente de sus palabras y de sus obras, pues ahora buscaban un pretexto para acusarlo donde pudiera ser acusado. Buscaban motivos de orden político, religioso o de costumbres, para canalizarlo, según fuera menester, a la autoridad competente. Por cuestiones políticas ante Herodes o ante Roma, representada en Poncio Pilatos, en materia religiosa ante los sumos sacerdotes, máxima autoridad del pueblo en casi todo sentido, o ante el Sanedrín, el famoso consejo de los ancianos, los sabios del pueblo, los que declaraban inocencia o culpabilidad. Pero no encontraban motivos suficientes, Jesús parecía siempre tener razón, con su verdad callaba sus bocas; no quedaban convencidos, pero sí permanecían callados, pues les era demasiado difícil encontrar causas realistas para acusarlo y procesarlo. Al fin de cuentas la vida de un hombre no estaba en esas autoridades judías, sino en la verdadera autoridad: Roma. Y acusarlo en esa instancia no les redituaría ningún beneficio, pues sabían que acusarlo ante Roma de problemas religiosos no hacía proceder la pena de muerte, sino acaso un par de azotes. Por otro lado se les dificultaba acusarlo en falso ante las autoridades romanas, puesto que públicamente no era un peligro para el imperio, no era guerrillero, no se metía en discusiones de orden político o administra-
tivo, no lucraba con su predicación del evangelio. ¿Cómo acusarlo y ganar un juicio? A lo más que podían aspirar era a que las autoridades religiosas le prohibieran acaso enseñar su doctrina, pero eso no funcionaría tampoco, puesto que bastaba que se marchara hacia cualquier otra ciudad para continuar su predicación. Y, lo más importante, ellos no querían solamente callar a Jesús, lo que deseaban y pretendían era exterminarlo, se pensaban que al darle muerte se terminaría su doctrina, enseñanzas que consideraban peligrosas, puesto que si los hijos de Israel cambiaban la Alianza con Yavé, ya no habría ingresos en las arcas de las sinagogas y en el grandioso templo de Jerusalén, y todos los sacrificios y tramites de purificación y demás ganancias. Si el pueblo seguía escuchando a Jesús, dejaría de escuchar a los fariseos, a los doctores de la Ley, a los sacerdotes y a los posibles profetas que Yavé enviara ulteriormente. Ellos se pensaban que la religión de sus antepasados estaba llegando a su final. Era cierto. Normalmente los judíos acudían a las sinagogas cada sábado a escuchar la enseñanza de los rabinos; pero después de haber escuchado a Jesús se daban cuenta de que aquellos no conocían verdaderamente las cosas de que hablaban, por lo menos después de haber escuchado a Jesús, se percataban que el Dios del que se hablaba los sábados en las sinagogas y el Dios Padre amoroso del que hablaba Jesús no eran concepciones idénticas.
17
Palabra de Dios
“Vete; tu fe te ha salvado” Evangelio según san Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna . Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque Él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Un millón de sonrisas con la amistad «Nadie tiene mayor amor que este, el dar su vida por sus amigos» (Juan 15:13) José Juan Cabrera Sifuentes, 2° Bachillerato Escríbenos: ecos_seminarioslp@hotmail.com Sé nuestro amigo en Facebook: Seminario Guadalupano Josefino
Señor: que vea A pesar de las voces contrarias que le quieren callar; a pesar de estar a la orilla del camino; a pesar de la obscuridad que lleva en sus ojos, Bartimeo, el ciego de Jericó, grita con fuerza reconociendo al Señor Jesús, y lleno de fe le confiesa como el Mesías, el hijo de David, y confiado le hace una hermosa súplica: “Señor, que pueda ver”. Entre los confusos gritos, entre la multitud y movido por la fe insistente de aquel ciego el Señor Jesús realiza el milagro y le permite ver. Igual nosotros, tal vez como el ciego de Jericó, estamos con todo en contra: al borde del camino, atosigados por diferentes problemas, con voces y actitudes que nos quieren callar; y para colmo de los males con una ceguera interior, que no nos permite ver más allá de nuestro dolor. Hoy debemos gritarle al Señor Jesús, nuestra fe debe llamar su atención y nuestra súplica debe de ser la misma: que pueda ver, que pueda ver lo que necesito ver; que vea el mundo y a los hombres como Dios los ve, para poderlos amar como Él nos ama; que pueda ver su presencia aún en la adversidad, aún en el sufrimiento, aún en el dolor. Que nuestras manos se parezcan a aquellas que alentaron a Bartimeo para llegar hasta Dios, que no seamos de los que impiden o quieren callar. Que podamos estar frente al maestro y sentir que su amor quita las tinieblas de nuestros ojos y podemos verle y seguirle. La tarea es pues: afianzar nuestra fe y reconocer en Jesucristo a nuestro salvador, gritarle y suplicarle para que nos de claridad de luz, y seguirlo con libertad y con generosidad. Por Pbro. José de Jesús Cruz Rodríguez
L
a amistad (del latín amicitĭa, de amicus, amigo, que deriva de amare, amar) es una relación afectiva entre dos o más personas. La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tiene en la vida. La amistad se da en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia y trascendencia. Ésta nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. Con una amistad en la familia, en los amigos, con tus hermanos o con los maestros te guiarás en un camino maravilloso de aventuras que será el camino del éxito de tu vida. Pero para lograr ese gran éxito tienes que tener a un ser más maravilloso que atravesará tu mundo hacia la felicidad y ese hombre es Jesucristo. La verdad de nuestro mundo de hoy en el que vivimos es de guerras, destrucciones, asesinatos, robos, secuestros, pobreza. Todo lo que vivimos en el mundo es por falta de la amistad, por inseguridad hacia nosotros mismos para poder sacar una sonrisa hacia a los demás. Pero tú puedes cambiar este planeta, convertirlo en una impresionante maravilla con la sonrisa de la familia y para poder tener una sonrisa tienes que tener ese valor muy importante: la amistad, pero se han preguntado ¿donde lo encuentro? Lo tienes muy cerca, en la igle-
sia pero más cerca, es en tu corazón Jesucristo es tu primer amigo amoroso que te ayudara a servir como donador de amistad en tu familia, con tus amigos y contigo mismo, así todos tendremos un amor que nunca se romperá porque Cristo dejó todo por nosotros para salvarnos de la maldad, de la infelicidad, de la amargura, del odio. Un amigo lo puedes encontrar donde sea, en la feria, en la carnicería, en el jardín, en los bancos, en el mercado. Solo es cuestión de abrir los ojos para ver quién será ese amigo que dará la vida por ti y tú por él. Es muy hermoso sentir una paz dentro de ti pero en especial una paz espiritual con Jesucristo para servir a los demás con un corazón limpio sincero y puro, amigable para dar un abrazo y conseguir una nueva persona para tu corazón, para apoyarse en momentos difíciles, en el exterior con la demás comunidad que falta, en la transformación de la gente que hace el mal. Estando en el Seminario le doy las gracias a mi familia, mis hermanos seminaristas y a mis amigos, que me dan las fuerzas para poder ser misionero de Jesucristo y portador de la amistad a quien lo necesita. “Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, solo será cuestión de tiempo para recoger los frutos” THOMAS CARLYLE “Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro”
18
...Lo de Dios a Dios
Diócesis de Matehuala
Celebrando el XV aniversario de la Diócesis de Matehuala
Las fuentes de la DSI:
Los Santos Padres Por David Grimaldo
(1era parte)
N
uestra Diócesis de Matehuala se encuentra en un área desértica donde abundan cactáceas, palmas chinas, lechuguilla, y zacatales, aunque en algunas partes como la Sierra de Catorce y la de Guadalcázar encontramos hermosos paisajes de pinos y encinos. En la experiencia de nuestros pueblos podemos descubrir que se posee un gran sentido de esperanza pues su dedicación ha sido siempre a trabajos difíciles y sufridos como: el tallado de lechuguilla, pastoreo, la minería que ha cobrado buen número de vidas. Otra de las realidades de nuestra diócesis es el alto índice de migración. En medio de todo esto, el pueblo cree y sigue de pie en la lucha. A través de la religiosidad, quizá con un poco de ignorancia y supersticiones, nuestro pueblo no deja de manifestar su sed y necesidad del anuncio del Reino. Anterior a la diócesis de Matehuala, se denominaba Arquidiócesis de San Luis zona norte, y el sacerdote que la dirigía se le nombraba Vicario Episcopal, el último fue Salvador Villalpando. Fue a inicios de los años noventa cuando siendo arzobispo de San Luis Potosí, don Arturo Szymanski, mostró especial interés en que se formara la diócesis de Matehuala, por lo que promovió todos los trabajos necesarios para que se llevara a cabo tal fin. Entre estas acciones, el estudio socioeconómico previo para que se erigiera la diócesis de Matehuala, fue en un trabajo de años que inició en 1991 a cargo del sacerdote Joel Salinas con ayuda de fieles, religiosas y presbíteros de esta región. Fue así como luego de todo este trabajo, el Papa Juan Pablo II forma la diócesis de Matehuala, acto que se consolidó el 31 de julio de 1997, día en que don Rodrigo Aguilar Martínez fue consagrado obispo por el entonces nuncio apostólico Justo Mullor. Esta ceremonia se llevó a cabo en el Estadio Manuel Moreno Torres de Matehuala, el escenario fue decorado con flores naturales y en el centro un cruz de 12 metros, don Rodrigo Aguilar llegó y dio un paseo por las calles de la ciudad, la gente se detenía en las esquinas para saludar al nuevo obispo y primero de la diócesis Matehuala. Don Rodrigo Aguilar, estuvo como obispo de Matehuala hasta enero de 2006, fue enviado por orden papal a la Diócesis de Tehuacán, Puebla, donde sigue actualmente. De enero a diciembre de 2006, por orden del Papa, Benedicto XVI, fungió como administrador diocesano de la diócesis de Matehuala, don Luis Morales Reyes, entonces arzobispo de San Luis Potosí. Fue el 14 de diciembre de 2006 cuando llegó el segundo y actual obispo de esta Diócesis, don Lucas Martínez Lara, consagrado por el entonces nuncio apostólico, Giuseppe Bertello, teniendo como lugar el Parque Vicente Guerrero.
S
eguimos, mis estimados lectores, en el conocimiento y profundización de los Santos Padres. Veamos un poco más sobre estos ilustres varones, así los llamaba san Jerónimo. Antiguamente la palabra “Padre” se aplicaba al maestro, porque, en el uso de la Biblia y del cristianismo primitivo, los maestros son considerados como los padres de los alumnos. Tenemos por ejemplo a san Pablo que dice: “Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, sin embargo, no tienen muchos padres, puesto que quien los engendró en Jesucristo, por el Evangelio, fui yo” (1 Cor 4,15). Al respecto san Ireneo declara: “Cuando una persona recibe la enseñanza de labios de otro, es llamado hijo de aquél que le instruye, y este, a su vez, es llamado padre suyo” (Contra los herejes 4,41,2). San Clemente de Alejandría observa: “Las palabras son las hijas del alma. Por eso llamamos padres a los que nos han instruido…, y todo el que es instruido es, en cuanto a su dependencia, hijo de su maestro” (Stromata 1,1,2-2,1). Ahora bien, en la antigüedad cristiana, el oficio de enseñar incumbía al obispo. De manera que el título de “padre” le fue aplicado primeramente a él. Más tarde, el uso de la palabra “padre” alcanzó mayor extensión; se hizo extensivo a escritores eclesiásticos, siempre que fueran reconocidos como representantes de la Tradición de la Iglesia. San Agustín, por ejemplo, enumera a san Jerónimo entre los testigos de la doctrina tradicional del pecado original, aunque no fuera obispo (Réplica a Juliano 1,7,34). San Vicente de Lerins, en su Commonitorio de 434, llama “padres”, indistintamente, a todos los escritores eclesiásticos, sea cual fuere su grado jerárquico. Respecto a la palabra “santos”, se refiere a su santidad de vida. Hoy en día debemos de considerar como “santos padres o padres de la Iglesia” solamente a los que reúnen estas cuatro condiciones necesarias: Ortodoxia de doctrina, santidad de vida, aprobación eclesiástica y antigüedad. Todos los demás escritores son conocidos como escritores eclesiásticos. A propósito de los “doctores de la Iglesia”. El título de “doctor de la Iglesia” no es idéntico al de “padre de la Iglesia”, algunos de los “doctores de la Iglesia” les falta la nota de la antigüedad, pero en cambio, tienen, además de las tres notas características de ortodoxia de doctrina, santidad de
vida y aprobación eclesiástica, los dos requisitos de erudito eminente y declaración expresa de la Iglesia, es decir, son personas muy sabias que con sus escritos han ayudado a la profundización y a una mayor comprensión de los grandes misterios de las verdades salvíficas; además, la Iglesia, por boca del Papa, los declara solemnemente Doctores. Con respecto al tema que nos ocupa de la DSI, el pensamiento de los santos Padres es riquísimo, veamos algunos aspectos: a) La fe no se puede separar de la caridad con los pobres. Porque como dice san Clemente Romano: A los humildes pertenece Cristo, y lo confesamos verdaderamente por nuestras obras de amor y de justicia. La limosna es superior a la virginidad y al ayuno, porque a diferencia de estos, aquella no queda en uno solo y abraza a los miembros de Cristo. El juicio final narrado por Mateo revela que no se condena tanto los actos de maldad como la no-solidaridad. La fe implica ser honesto y no robar, es parte de la caridad al prójimo: “¿Quién es avaro? El que no se contenta con las cosas necesarias. ¿Quién es ladrón? El que quita lo suyo a los otros. ¿Conque no eres avaro, no eres tu ladrón, cuando te apropias lo que recibiste a título de administración? ¿Conque hay que llamar ladrón al que desnuda al que va vestido, y habrá que dar otro nombre la que no viste a un desnudo, si lo puede hacer? Del hambriento es el pan que tú retienes; del que va desnudo es el manto que tú guardas en tus arcas; del descalzo, el calzado que en tu casa se pudre. En resolución, a tantos haces agravios, a cuantos puedes socorrer” (san Basilio). b) Predicación de la Iglesia por los pobres. No debe hacerse distinción de personas; antes, por el contrario, hay que visitar a los pobres antes que a nadie (san Clemente Romano). Las viudas, huérfanos y pobres son las personas que deben ser atendidas prioritariamente (san Policarpo). Deberían incluso venderse las joyas y tesoros de la Iglesia para atender a los pobres, porque así se vende oro útil, oro de Cristo (san Ambrosio). La próxima semana seguiremos estudiando más aspectos de la cuestión social de estos santos varones de la antigüedad cristiana. Estamos en oración con los padres sinodales que, junto con el Papa Benedicto XVI, reflexionan en torno a la nueva evangelización y a la Fe dentro de la Iglesia.
OCTUBRE 28 DE 2012
Lunes y sábado
Martes y viernes
Miércoles y domingo
Jueves
CÁLIZ COPONES CUSTODIAS CANDELEROS FLOREROS IMÁGENES EN BULTO RELICARIOS CRISMERAS LAVABOS SAGRARIOS VINAJERAS RECLINATORIOS INCIENSARIOS ALCANCÍAS MANTELES ORNAMENTOS
Salvador González Guzmán
Francisco Villa No. 221 Col. 21 de Marzo C.P. 78437 San Luis Potosí, S.L.P.
Tel. (444) 822 41 17 (444) 822 66 71 Cel. (48) 29 34 82
A Dejad que los niños vengan a mi CATEQUISTAS Y PERSONAS INTERESADAS EN APRENDER NUEVOS CANTOS Y DINÁMICAS PARA SU APOSTOLADO Los invitamos al concierto de cantos de alabanza y dinámicas que ofrecerá el cantautor potosino Aldo Blanco.
todos los distribuidores de La Red agradecemos su presencia en el 3er. Encuentro de agentes de Pastoral de la Comunicación, fue un placer volvernos a encontrar y a los que no pudieron venir esperamos verlos el año entrante.
Día: sábado 24 de noviembre 2012. Hora: 18:00 hrs. Lugar: Auditorio Montes de Oca (Acción Católica), Madero esquina con Independencia. Costo: 10 pesos. El día del evento se ofrecerá el material de los nuevos cantos y dinámicas, así como otros subsidios catequísticos. Informes y venta de boletos en: Madero 425 de lunes a sábado de 10:00 a 14:00 hrs. tel. 812 21 11. Cupo limitado
Av. Constituyentes Poniente # 49 local 3 (Paseo Constituyentes, carretera libre a Celaya)
PREVIA CITA
Col. El Pocito, Querétaro, Qro. Tel. (01 442) 216 99 23 y 196 80 94