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Año 2 No.77 Semana del 18 al 24 de julio de 2010
Conversión al
catolicismo de futbolista holandés El diario La Nación de Argentina reveló que el futbolista holandés Wesley Sneijder, autor del gol que eliminó a Brasil del Mundial Sudáfrica 2010, se convirtió al catolicismo y recibió el Bautismo poco antes de viajar al campeonato de fútbol. En la nota titulada “Gol espiritual de un astro del fútbol holandés”, el periodista Mariano de Vedia sostiene que Sneijder “llegó totalmente renovado” al torneo mundial. “A fines de mayo se convirtió al catolicismo y se bautizó en una capilla de Milán, cercana a la ciudad deportiva del Inter, donde el brillante futbolista no se cansa de ganar títulos. Influyó en esa decisión su novia, la actriz y modelo holandesa Yolanthe Cabau, nacida en la española Ibiza, con quien ha tomado la decisión de casarse por iglesia luego del Mundial. También lo motivó su amistad con Javier Zanetti, compañero en el Inter, capitán y católico practicante, que se quedó sin Mundial, pero celebró su bautismo tanto como los campeonatos que este año ambos conquistaron en Italia y en Europa”, explica. Según el diario, Sneijder ha declarado que fue “a Misa una vez junto a mis compañeros y sentí una fuerza y una confianza que me turbaron” por lo que siguió las clases de catecismo para adultos con el capellán del Inter. “Ya en Sudáfrica, explicó que reza todos los días y los domingos va a misa y comulga con Yolanthe, quien le regaló un rosario que él siempre lleva en su cuello. ‘La fe me da fuerzas. A veces mis convicciones me mantienen firme y me llenan de determinación. Todos los días recito el Padrenuestro con ella. Busco siempre, antes de comenzar las partidas, una esquina para rezar’”, agrega el futbolista que posiblemente juegue en el decisivo partido de Semifinal frente a Uruguay.
“No afirmo ni niego, pero espero que
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el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno”
JULIO 18 DE 2010
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4 DISCÍPULOS EN COMUNIÓN Por Pbro. Lic. Juan José Torres Galván
E
l encuentro con Cristo y la conversión nos llevan a realizar un compromiso de unir nuestra vida a Cristo, Camino, Verdad y Vida. La relación con Cristo Maestro no se limita a unas cuantas lecciones aprendidas de memoria. Significa dejarlo entrar en nuestra vida, hacer nuestros sus criterios y sus valores. Ser discípulos de Cristo significa entrar en un proceso de identificación con Él. A lo largo de este camino el discípulo irá adquiriendo rasgos que lo distingan para siempre: el centro de su vida será siempre Jesucristo, es una persona que vive toda su vida en clima de oración, ama la Palabra, por eso la escucha, la medita y la hace inspiración de sus actos, busca continuamente la Reconciliación con Dios y con sus semejantes, se alimenta de la Eucaristía, se compromete desde dentro con su pueblo y con su Iglesia, progresivamente siente crecer en su interior el fervor misionero, el deseo de compartir con otros la vida nueva de Jesús. Es importante descubrir que este proceso no es solamente un fenómeno personal e individualista, desconectado de los demás. Somos seres en relación. Ser discípulo de Cristo nos lleva a unirnos con otros que también lo siguen. La comunión entre los discípulos y seguidores de Jesús es obra de la Santísima Trinidad: el Padre Dios nos quiere salvar como su pueblo, como su familia; Jesucristo forma la comunidad de discípulos, promete su presencia permanente en su interior y prevé su organización básica; el Espíritu Santo anima y fortalece la unidad. La Iglesia tiene la misión de ser signo e instrumento de la comunión querida por Dios. Esta común unión de los seguidores de Jesucristo se expresa y se alimenta cuando celebramos la Eucaristía en comunidad. De ahí la importancia de la participación en la celebración eucarística, sobre todo los domingos. Un rasgo fundamental de nuestro seguimiento a Jesús es que nos sintamos miembros de una comunidad cristiana. Este sentirnos comunidad se expresará en signos tangibles: presencia, amistad, compromiso, servicio, constancia, etc. Actualmente una gran debilidad de nuestro ser cristianos se manifiesta en que muchos no sentimos la pertenencia a una comunidad. Sobre todo en la ciudad, vamos a cualquier templo porque nos queda cerca, porque nos gusta, porque el padre celebra rápido o porque queda de paso mientras vamos de compras o de paseo. ¿Cómo expreso que en verdad Jesucristo guía mi vida entera? ¿Cómo puedo mejorar mi pertenencia y participación en la Parroquia?
NOTA: Puedes ampliar esta reflexión leyendo el IV Plan Diocesano de Pastoral, párrafos 203-209
Apreciados lectores y lectoras: EN ALGUNA OCASIÓN leí esta frase de un Cardenal europeo que decía, quizás exagerando un poco, pero también con bastante acierto: “Sólo hay dos lenguajes verdaderos: la poesía y el silencio”. Yo quiero hablarles de este último. A mediados de junio, les hablé de la soledad. El silencio y la soledad caminan juntos.
La Biblia habla del silencio de Dios. Su vida está rodeada de silencio. Una de las dificultades fundamentales de la oración procede del aparente e incomprensible silencio de Dios. También existe el silencio de la creación: los espectáculos más grandiosos de la naturaleza se desenvuelven en profundo silencio. Además, la historia humana demuestra que el influjo del silencio, buscado y experimenNuestros tiempos son de ruidos y de ruidos tado, ha dado origen a obras maestras del estridentes, por dentro y por fuera. Mucha pensamiento y del arte. gente menosprecia el silencio y muchos le tienen miedo. No fuimos educados para el Nos preguntamos: ¿Para qué sirve el silensilencio. La verdad es que tenemos una com- cio? Podemos decir que es, ante todo, una pulsión incontrolable hacia el ruido exterior defensa necesaria de la persona y de la pere interior. sonalidad frente a los ataques a los que estamos sometidos cada día desde fuera. La ¿Cómo entender el silencio? ¿Cómo valorarlo? libertad personal se reconquista desde el ¿Cómo reeducarnos para el silencio? Silencio interior de uno mismo. Estar siempre vueles todo un esfuerzo de acallar ruidos, aca- tos hacia el exterior hace que el silencio nos llar la propia palabra, hasta llegar a escuchar provoque miedo y vértigo, y eso nos lleva a en nuestro interior el mensaje del Señor en buscar dosis de ruido y de acción como el todos los seres, como dice San Ignacio de drogadicto busca dosis de droga. El silencio, Loyola. Silencio es entrar en lo más profundo por otro lado, proporciona salud corporal y de la realidad; es un viaje al interior de las espiritual. cosas, de las personas, de la vida; es renunciar a revolotear en la superficie. ¡Es difícil el El silencio también sirve para guardar cierta silencio! Hay que saborearlo cada día o se- distancia de las cosas y de los acontecimienmanalmente para lograr encontrarnos a no- tos. Ayuda a caminar en la vida, no a ciegas, sotros mismos y a Dios; hay que practicar el sino analizándolo e iluminándolo todo para silencio exterior y el interior. descubrir lo positivo y lo negativo, y para obtener sabias enseñanzas a fin de actuar con Pero, ¡cuidado! Es necesario distinguir el acierto y rectitud. El silencio es, como alguien auténtico silencio de aquellas formas y ac- dice, un desierto portátil, que el hombre lletitudes de mutismo como son: el silencio de va en su corazón; es lugar de encuentro perresentimiento, de egoísmo; el silencio de co- sonal entre Dios y el hombre; es el comporbardía, de timidez, de miedo a crearse en- tamiento indispensable para escuchar a Dios emigos o a comprometerse, señal de poca y para recibir su comunicación; es la atmósfirmeza de carácter; el silencio de consen- fera vital de la oración y de la Eucaristía. timiento en el pecado ajeno, a menudo motivado por interés, avaricia, honores. Les dejo con esta bella oración: “Vengo, Señor, al sitio que has escogido. Vacío de todo, El Señor Jesús es maestro y modelo del ver- salvo del deseo de conocerte, como soy conodadero silencio. Callando ante Pilato, Jesús cido. Sin palabras, en el silencio del amor, la eleva el silencio a virtud heroica; recuerda diferencia se borra. Tú penetras cada fibra de con su enseñanza y con su ejemplo, la im- mi ser. Señor, tú nos esperas pacientemente portancia del silencio; se retira a lugares y sin cansarte hasta que nos abrimos a ti”. silenciosos para pasar la noche en oración. También el silencio de María y el de José son +Luis, Arzobispo de S. Luis P. modelos luminosos.
Nuestra historia
¿Soy menor de edad, estoy embarazada
¿Me debo casar? Por Pbro. Lic. Héctor Colunga Rodríguez colunga46561@hotmail.com
Muy estimados lectores:
El 28 de agosto de 1889 fue nombrado Canónigo de la Catedral de Mérida.
SR. CNGO. MAURICIO ZAVALA
Uno de los problemas que veo muy frecuentes en las familias, es el embarazo a temprana edad.
-De reformador agrarista en San Luis Potosí a Canónigo de la Catedral de Mérida-
La primera pregunta que nos debemos hacer, es ¿por qué hay embarazos fuera del matrimonio? Pueden ser varias las respuestas: Una, es por la falta de información sobre educación sexual; otra, es lo contrario, que teniendo mucho conocimiento de la materia, quieren experimentar y saber qué es o qué se siente; en términos coloquiales, “quieren hacer la tarea”. Pero, lo que sí puedo decir, es que en su gran mayoría ocurre, porque muchas adolescentes y jovencitas están muy “sueltas”. Salen con quien sea, llegan en la madrugada, o a veces no llegan; dizque se quedaron en casa de una amiga; tienen muchas libertades o ellas mismas se las atribuyen; cada ocho días van a las discotecas, o a un bar, de allí a un motel o algún otro lugar… y sus papás… bien gracias. El canon 1083, establece que no pueden contraer matrimonio válido el varón antes de los dieciséis años cumplidos ni la mujer antes de los catorce años también cumplidos. Estamos hablando de tener una edad mínima en donde se tenga la madurez biológica, ya que el matrimonio está ordenado a la procreación. La Conferencia Episcopal Mexicana, puede establecer una edad superior para la celebración del matrimonio. En este caso, ha determinado que la edad para contraer lícitamente es de 18 años cumplidos para el varón y 16 para la mujer, ya que no mira solamente la capacidad de engendrar sino la capacidad para asumir y cumplir, madurez psíquica, estabilidad emocional y de responsabilidad. Imagínense, papás a esa edad, aunque a veces algunos jóvenes resultan más maduros que los propios adultos. Les quiero decir que en el tiempo que llevo de Vicario Judicial, nunca he realizado un proceso de nulidad
F matrimonial por impedimento de edad, pero sí he llevado a cabo procesos en donde estaban muy chicos los contrayentes y no eran capaces para el matrimonio, no en cuanto a la edad, puesto que ella tenía 16 y él 18, sino en madurez para asumir y cumplir los deberes esenciales que mutuamente se han de dar y recibir. Esto ocurre generalmente en embarazos no planeados, ambos jóvenes estudiaban, él en la preparatoria, ella en la secundaria, no se quieren casar, ella prefiere abortar, y los papás de ambos hacen todos los preparativos para la boda, quieren que se casen, mantienen a los nuevos contrayentes y al bebé; los padres de ellos asumen una responsabilidad que no les corresponde y esto lo hacen hasta que el varón termine de estudiar y comience a trabajar, pero es tanta la intromisión de ambas familias, la dependencia a éstos, y además la incapacidad de los nuevos y jóvenes esposos que al final de la historia viene el rompimiento y la separación definitiva. Así que, volviendo a la pregunta de este artículo, sin duda, si una adolescente está embarazada, no debe casarse, porque lo haría por el embarazo y no porque quiera el matrimonio o al muchacho, sino por presión; lo que sí, es que el muchacho debe de empezar a buscar su responsabilidad paternal y ella su deber como madre, aunque estudien. Los papás no deben suplir esa obligación. Y si es difícil para los jóvenes, eso lo hubieran pensado antes. Hasta la próxima semana.
1ª. de 2 partes.
ue párroco de Progreso por espacio de varios años donde desarrolló fructífera labor a la cual el Obispo Carrillo y Ancona apreciando sus dotes el 28 de agosto de 1889 el nombramiento de Canónigo de la Catedral de Mérida. Fungió en diversos cargos: Secretario del Cabildo Catedralicio, Canónigo Penitenciario y Canónigo Primero. Anciano ya, a la edad de 82 años, falleció en Mérida el 31 de octubre de 1914. Hombre de no poca ilustración, el Canónigo Zavala cultivó las Letras y fueron numerosos los artículos que publicó en la prensa local y nacional. Tuvo una imprenta, la de la Ermita, y en ella publicó en forma de libros o de folletos, muchos de sus trabajos. Como era de esperarse, al llegar a la Arquidiócesis de Yucatán, se dedicó a estudiar la lengua maya y llegó a conocerla tan a fondo que en 1897, en la citada imprenta, y escrita por él, publicó una gramática maya, de la que en 1974 José Díaz Bolio hizo una edición facsimilar. Poco después editó un Vocabulario español-maya, escrito por él. Entre otras obras suyas que publicó en su imprenta está Polémica, colección de artículos sueltos (1896). Vastos eran los conocimientos de teología y derecho canónico que tenía en su haber el Padre Zavala y es por ello, que fue invitado a representar a Yucatán en el Concilio Provincial de Antequera Oaxaca, convocado y presidido por el arzobispo Eulogio Guillow y Zavalza, que comenzó el 8 de diciembre de 1892 y se clausuró en marzo del año siguiente. Su vivo interés por las clases indígenas y los padecimientos de éstas se manifestó una vez más en su ponencias en las que en defensa del indígena recordaba el decreto del papa Urbano VIII, llamado Commisum nobis del 22 de abril de 1639 que prohibía, bajo pena de excomunión Latae sententiae… a todas las personas, tanto seculares como eclesiásticos que redujeran a la esclavitud a los indígenas, que los despojaran de sus bienes y los privaran de su libertad. Publicó además, un estudio titulado: Juárez y la reforma, un folleto de 75 páginas. Y otras importantes reflexiones dirigidas hacia el clero y la vida misma de la Iglesia. El Padre Montejano y Aguiñaga aborda el perfil del personaje en cuestión en El valle del Maíz, S.L.P. obra publicada en 1967, así como en la Biobibliografía de los escritores de San Luis Potosí. Así, apareció en el paisaje potosino un sacerdote ejemplar, entregado y solidario que terminó sus días, porque la Providencia divina así los dispuso en la importante y memorable Catedral de Yucatán como uno de sus Canónigos, quizá como un reconocimiento a la importante labor realizada por sacerdote inquieto y ejemplar en la vivencia de su Ministerio pastoral.
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La voz de Depardieu y la fe de San Agustín Por Luis Olivera
L
¿En el mundo,
se vive el infierno? Así como será de extraordinario el cielo, que las palabras quedan cortas, así será lo terrible del infierno que con palabras no se puede describir. Por mucho “infierno” que vivamos en la tierra, no tiene comparación con el infierno o castigo eterno.
C
uentan de una joven que estaba a punto de casarse, tenía una preocupación: su futuro esposo no creía en el infierno. Es una preocupación un tanto aceptable, pues en ocasiones, nuestra buena conducta es menos por amor a Dios y más por temor al diablo. Algunos llegan a externar que el infierno se vive en la tierra, que aquí es el castigo. Esa mentalidad no es doctrina de la Iglesia. El infierno existe, lo afirma la Sagrada Escritura (Mt 5,29, Mt.10,28) y el catecismo de la Iglesia (1033, 1035), y es para aquellos que por libre elección prefirieron vivir lejos de Dios y de sus enseñanzas de amor a los demás. Tal vez alguien llegue a preguntarse ¿qué relación tiene lo que estoy diciendo con la moral? La respuesta está en el número 1036 del Catecismo: Las afirmaciones de la escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión…
Temas esenciales de moral como son responsabilidad, libertad, conversión se tienen que vivir en la tierra para llegar al cielo. Decía un amigo sacerdote, que de Dios hoy goce, ya no se habla del infierno, ya no creen, así que espero que desde el cielo vea mi artículo. Algo importante es lo que dice el catecismo, Dios no predestina a nadie a ir al infierno (1037), sino que es necesaria la aversión voluntaria a Dios. De ninguna persona ya fallecida se puede decir que este en este estado de castigo, ni de Judas Iscariote, pues el juicio es de Dios, el cual conoce el corazón del hombre y dará a cada quien según sus obras. Pero, volvamos al inicio de este artículo: la joven, que estaba a punto de casarse, tenía una preocupación: su futuro esposo no creía en el infierno. Su mamá para tranquilizarla y animarla le dijo: “Hija, tu cásate, entre las dos le vamos a demostrar que el infierno sí existe”.
a voz se eleva, primero mimando las palabras, después sonora y poderosa. Gérard Depardieu, con sus gruesas manos entrelazadas a la espalda o juntadas delante en dirección al micrófono, declama durante 50 minutos. La escena es el corazón de la iglesia de NotreDame (París), con las bóvedas góticas como “decorado” de la magna obra; el sonido proviene de un violín y, de la boca del actor, fluye la lenta música, que escapa del texto de Agustín de Hipona . En una catedral atestada, este acontecimiento semi-litúrgico y semi-artístico reunió a más de 3.000 personas. Era un público mezcla de fans del comediante, ignorando todo lo del santo - ¿Quién fue Agustín ? ¿Un papa? —y de lectores de aquel a quien la Iglesia llama “ el Doctor de la gracia” . Es un reencuentro insólito entre el comediante de Astérix y Cyrano de Bergerac y el filósofo cristiano de la antigüedad (354-430), dirigidos por un universitario, André Mandouze , como maestro de ceremonias, asegurando el encadenamiento entre los trece libros de “Las Confesiones”. Si esta obra ha atravesado el paso de los tiempos, es que manifiesta alguna cosa de la eternidad del hombre y de la de Dios. De ahí su perennidad siempre actual. “La voz de Depardieu y la fe de san Agustín” , titulaba “Le Monde” el día anterior. Pero volvamos al acto. Depardieu pone toda su fuerza en la evocación de la juventud loca de Agustín y de las “ inmundicias de la concupiscencia” ; recita sus encuentros con Mónica , su madre cristiana, y con el obispo Ambrosio ; habla de su lenta conversión en el jardín de Milán: “ Vacilo en morir en la muerte. Vacilo en vivir para la vida ”. De su descubrimiento del apóstol Pablo: “ Revestíos del Señor y guardaos de las apetencias de la carne“. De su cumplimiento en la fe y de su acción de gracias: “ Dios mío, tú has quebrantado mi sordera, tú has disipado mi ceguera, tú has exhalado tu perfume… ”. Como una oleada inmensa Gérard Depardieu habla de San Agustín
y nada p a r e c e capaz de detenerle, dice la prensa parisina. El actor está encantando del efecto sorpresa que ha conseguido. “Mi propósito no trata de leer únicamente las Confesiones en iglesias católicas. También iré a otros templos, mezquitas, sinagogas… Mi sueño sería leer a San Agustín delante del muro de las Lamentaciones”. Todo empezó en Roma, durante el jubileo de los artistas del año 2000, convocado por el Papa. “Quise ir en peregrinación porque admiro mucho a Juan Pablo II. Me colocaron entre los cardenales –cuenta él mismo—y me presentaron al Santo Padre. Él me miró y exclamó en dirección a los cardenales que le rodeaban: “¡Agustín! ¡Tenéis que hablarle de Agustín!”. El cardenal Poupard quería que hiciese una película basada en esa temática. “ Pero le objeté que no conocía nada de la obra de San Agustín. Me aconsejó que comenzara con Las Confesiones” . Depardieu inició así el camino que ha puesto su primera piedra en público. Una travesía que ha resultado bastante autobiográfica, salvando las distancias de espacio y tiempo, lo que le ha motivado a seguir adelante, a pesar de su inicial desconexión. “ La lectura no me resultó fácil al principio, pero las palabras de Agustín me cautivaron. Su reflexión me pareció sublime y me remitió a mí mismo, a mi itinerario personal ”. Aleth tomó la mañana de ese día el tren de alta velocidad desde Marsella, para oír al dúo Agustín-Depardieu. Y salió exaltada por un “encuentro místico”, dice ella. “Hemos escuchado la eterna sabiduría que permanece a nuestro lado”. Nadège es una joven actriz y trabaja, como en otro tiempo Depardieu, bajo la dirección de Jean-Laurent Cochet . Ella juzga el espectáculo, transcendida por la belleza de la prosa agustiniana: “ Yo no soy creyente. Pero sé que es imposible para un artista no conocer a Dios si quiere de verdad conocer al hombre. Él siempre le busca. A tientas, titubeando” .
Liturgia
Arrodillarse E
star de rodillas es una actitud de humildad. Expresa arrepentimiento
y penitencia. Nos recuerda a Pedro cayendo de rodillas y exclamando: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador” (Lucas 5,8). Pero el cristiano se arrodilla ante Dios precisamente porque el es Dios, el único Señor del universo. Es un signo de Adoración que da a la oración un acento muy particular. (Haga la prueba de arrodillarse, inclinar la cabe-
La Última Cena del Señor
Por Pbro. José Antonio Martínez Ortiz.
L
a Ultima Cena del Señor tiene muchos significados, solo quiero indicar aquí algunos aspectos importantes: Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc 22,19; 1 Co11, 24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación. La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la Cena del Señor. Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica. Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido. Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa. Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: «Hagan esto en memoria mía» (Lc 22,19). Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo. Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarístico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Co 10,16). Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: «Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga.
za y juntar las manos en actitud de súplica...) Este sentido de adoración tiene hacer la genuflexión cuando entramos en la iglesia o delante del sagrario (allí donde
Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre ustedes» (1Co 11, 26-30).
hay una lamparita encendida para se-
Conclusión: Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se preguntan: « ¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?...»
tsemaní (Mt. 26,39).
Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado. La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío». No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino. Es una presencia real. En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.
ñalar que está Jesús presente en la Eucaristía). San Pablo se refiere a esta actitud en Efesios 3,14: “Doblo mis rodillas delante del Padre de quien procede toda paternidad” y el mismo Jesús “puesto de rodillas” oró durante su agonía en Ge-
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T
odavía en la primera etapa
La respuesta de Jesús a la pe-
de la subida a Jerusalén los
tición de sus discípulos es in-
discípulos de Jesús no resisten
mediata, les propone orar ha-
el hacerle una petición. Lo han
blándole a Dios como Padre.
San Pablo recoge una antigua
timidad familiar. Antes de Jesús
visto orar muchas veces, ellos
Una oración que también re-
tradición
indirectamente
es raro encontrar una oración
pertenecen de por sí a un pue-
coge San Mateo en su evangelio,
revela tanto la manera como
habitual semejante hecha por un
blo orante; sin embargo, perci-
más extensa que la versión de
Jesús oraba como la que tam-
individuo (solamente de modo
ben en Jesús una manera dis-
San Lucas. Difícil será mostrar
bién aprendieron sus discípulos,
colectivo). Llamar “Padre” a Dios
tinta de orar y le suplican que
cuál puede ser la más original.
la cual conserva en su forma
eleva el grado de estrechez que
los enseñe a orar. Da la im-
Pero el punto fundamental es
aramea: “abbá,” Padre, (Ga 4,6;
se puede tener con Él, dando lu-
presión de que San Lucas con-
que en ambas versiones Dios es
Rm 8,15); lo mismo hace San
gar a una relación íntimamente
cibe la oración como lo primero
llamado Padre y que todos los
Marcos (14,36), escritor anterior
familiar. Esa relación habitual de
que proporciona solidez a las
elementos del Padrenuestro de
a San Lucas. El mismo Lucas da
Jesús con el Padre la comparte
comunidades cristianas. Pues
San Lucas se encuentran en el
testimonio de que Jesús así ora
con sus seguidores. Nuestra
no sólo aparece Jesús frecuen-
Padrenuestro de San Mateo. Am-
Dios (10,21; 22,42).
tradición latina conserva un aire
temente en oración (más que en
bas versiones tienen como pri-
los otros evangelios), sino que
mera alabanza el que el nombre
El término “Padre” traduce el
dicha forma, mantenida en la ex-
toda su historia está marcada
de Dios sea santificado y la prime-
arameo “abbá”, el cual, en su ori-
presión litúrgica: “nos atrevemos
con el sello de la oración. Así,
ra petición, también en ambos,
gen, parece ser el vocablo propio
a decir”.
su evangelio inicia con la escena
suplica el pan cotidiano.
de los niños al hablarle a su pa-
de un hombre en oración (Za-
que
de misterio o temor al emplear
dre, expresivo así de una alta in-
“Santificado sea tu nombre,” es una
carías) respaldado por un pueblo
expresión que algunos entienden
entero en oración. De la misma
de acuerdo a Jr 36, según la cual
manera, la escena final del evan-
Dios santifica su nombre al darle
gelio presenta a sus discípulos
un corazón nuevo a los suyos a
constantemente en oración.
fin de que no lo deshonren más. Venga tu reino implica la plenitud
Llamar “Padre” a Dios eleva el grado de estrechez que se puede tener con Él, dando lugar a una relación íntimamente familiar.
del dominio de Dios sobre la vida y la existencia humana. “Danos cada día nuestro pan,” se refiere a un pan no sólo para subsistir en el hoy cotidiano de la vida, sino también el que garantiza la participación en el Reino de Dios presente y futuro. Las últimas dos peticiones buscan el perdón del Padre y el no ser conducidos a la tentación, reconociendo así que, a pesar de ser hijos de Dios, los discípulos también están sujetos a una condición frágil que los hace vivir en el riesgo constante de ofender al Padre.
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Religiosas, laicos y laicas comprometidos en el curso de liturgia promovidos por la Conferencia Episcopal
La parroquia de San Antón, tanto fieles como su Párroco, el P. Lucio, llevaron a cabo un día de oración por todos nuestros sacerdotes Los y las catequistas arrancan en este verano con las semanas de catequesis para su formación, experimentando fuertemente esta etapa de discipulado para la misión, FELICIDADES Y GRACIAS A TODOS LOS Y LAS CATEQUISTAS
La Liturgia es la fuente de la Iglesia, la Arquidiócesis de San Luis, exhorta a los Cursos de Liturgia
El Próximo 26 y 27 del presente, se reunirán las cominsiones y dimensiones de la Provincia, en cuyos equipos de trabajo se encuentran los Obispos, Sacerdotes, Religiosas y laicos de la Provincia de San Luis Potosí
Festejos a
Nuestro Padre Jesús Fiesta Patronal en la Parroquia de la Compañía de Jesús Por LCC Angélica Maldonado Morales
¿Q
uién es Nuestro Padre Jesús para ti?, con esta pregunta hizo reflexionar profundamente a los fieles que se dieron cita en la Parroquia de La Compañía de Jesús, para festejar en honor de Nuestro Padre Jesús, el pasado Domingo 04 de Julio del presente, nuestro Pastor Luis Morales Reyes, quien presidió la solemne Concelebración Eucarística, acompañado del Pbro. Juan Castillo Pérez, Párroco de dicha Iglesia, así como de su Vicario, el Pbro. Salvador González. En el marco de esta magna Festividad, el Arzopispo indicó: “Si Jesús nos preguntara ¿Quién Soy Yo para ti?, ¿Cuál sería nuestra respuesta?. Démosle una respuesta personal que pide 4 exigencias: “1.- CONOCERLO, 2.- AMARLO, 3.- ASEMEJARNOS A Él, SER, PENSAR Y ACTUAR COMO ÉL Y 4.- PONER A CRISTO EN EL CENTRO DE NUESTRA VIDA”. “Aprendamos a contemplar el rostro de Cristo, primero nacido en Belén, siendo niño, después Crucificado, Muerto y Resucitado. No dejemos de contemplar ese rostro y cuerpo Divino, que fue golpeado, escupido, despreciado, abofeteado, humillado, maltratado, injuriado, azotado y después crucificado y resucitado, pues si tenemos ojos, tiempo y disposición para ver espectáculos y otras bellezas que roban nuestra atención, también debemos tener ojos, tiempo y amor para nuestro Jesús sufriente”.
“Digámosle a Jesús que es nuestro gozo, nuestra dicha, nuestro tesoro; mi camino, verdad y vida, mi luz, mi alimento, mi Maestro, mi Señor y mi amor Crucificado. Nuestro Padre Jesús, carga con su cruz y con la de nosotros también, ¿Por qué no amarlo y agradecerle su profundo e inmenso amor?. “Decidámonos a acercarnos a Él, para ser como Él, vamos a conocerlo más, y pidámosle que nos libre de tantos males, TANTAS ENVIDIAS, TANTOS RENCORES, ODIO, VENGANZA, CRIMEN, SECUESTROS, RIVALIDADES, MALDADES, CORRUPCIÓN, DESHONESTIDAD, VIOLENCIA FÍSICA Y EMOCIONAL pues todo esto genera una mancha de sangre que va cubriendo el territorio de México por todos lados, pues ya llegó incluso a la Huasteca, a la Zona Media, y tal vez nos llegará hasta aquí esa ola de fango que es el pecado, que lo cometemos porque rechazamos a Dios, lo corremos de nuestras vidas, de la familia, del trabajo, la escuela, las distracciones, el deporte, los negocios, la política, etc”. ¿Cómo hacer que Cristo vuelva a nuestro corazón?, ¿Qué políticos podrán librar a México del peligro, quiénes tendrán verdadero interés de velar por su patria; qué acciones pueden salvar a México? Sin duda nuestra única esperanza es Cristo. ¿Hacia dónde irá mi familia y yo?. Es la pregunta que dejó de tarea nuestro pastor.
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La amistad con Cristo,
elemento fundamental de la vocación sacerdotal E
El testimonio personal, hecho de elecciones existenciales y concretas, animará a los jóvenes a tomar decisiones comprometidas que determinen su futuro
l testimonio suscita vocaciones. La fecundidad de la propuesta vocacional, en efecto, depende primariamente de la acción de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos responden a la llamada del Señor en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo. Este tema está, pues, estrechamente unido a la vida y a la misión de los sacerdotes y de los consagrados. Por tanto, quisiera invitar a todos los que el Señor ha llamado a trabajar en su viña a renovar su fiel respuesta. La vocación de Pedro, según escribe el evangelista Juan, pasa a través del testimonio de su hermano Andrés, el cual, después de haber encontrado al Maestro y haber respondido a la invitación de permanecer con Él, siente la necesidad de comunicarle inmediatamente lo que ha descubierto
en su “permanecer” con el Señor: “Hemos encontrado al Mesías -que quiere decir Cristo- y lo llevó a Jesús” (Jn 1, 41-42). La iniciativa libre y gratuita de Dios encuentra e interpela la responsabilidad humana de cuantos acogen su invitación para convertirse con su propio testimonio en instrumentos de la llamada divina. Esto acontece también hoy en la Iglesia: Dios se sirve del testimonio de los sacerdotes, fieles a su misión, para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas al servicio del Pueblo de Dios.
Por tanto, para promover las vocaciones específicas al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa, para hacer más vigoroso e incisivo el anuncio vocacional, es indispensable el ejemplo de todos los que ya han dicho su “sí” a Dios y al proyecto de vida que Él tiene sobre cada uno. El testimonio personal, hecho de elecciones existenciales y concretas, animará a los jóvenes a tomar decisiones comprometidas que determinen su futuro. Para ayudarles es necesario el arte del encuentro y del diálogo capaz de iluminarles y
Para hacer más vigoroso e incisivo el anuncio vocacional, es indispensable el ejemplo de todos los que ya han dicho su “sí” a Dios y al proyecto de vida que Él tiene sobre cada uno.
acompañarles, a través sobre todo de la ejemplaridad de la existencia vivida como vocación. Así lo hizo el Santo Cura de Ars, el cual, siempre en contacto con sus parroquianos, “enseñaba, sobre todo, con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar” Que esta Jornada Mundial ofrezca de nuevo una preciosa oportunidad a muchos jóvenes para reflexionar sobre su vocación, entregándose a ella con sencillez, confianza y plena disponibilidad. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, custodie hasta el más pequeño germen de vocación en el corazón de quienes el Señor llama a seguirle más de cerca, hasta que se convierta en árbol frondoso, colmado de frutos para bien de la Iglesia y de toda la humanidad. Rezo por esta intención, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica. (Extracto tomado del mensaje del Papa Benedicto XVI, para la Jornada Vocacional 2010)
Segunda parte Por LCC Angélica Maldonado Morales
EXTERIOR: TORRE DEL COSTADO PONIENTE
L
a esbelta torre del costado poniente, de tres cuerpos, fue levantada a mediados del siglo XVII. En el cubo, o sea la parte baja, hay una bella y gran cruz de piedra de alto relieve con follaje que le da vueltas a los dos travesaños y que se ubica sobre un ventanal de seis lados de los llamados ojos de buey. Para admirar el notable y artístico labrado de la torre, vale la pena subir la azotea. El primer cuerpo tiene doce columnas o sea tres en cada uno de los frentes, que sirven para enmarcar dos arcos de medio punto muy potosinos, ya que llevan una clave adornada por una concha, por cada lado que sirven de campanario. Las columnas barrocas del primer cuerpo son salomónicas tritóstilas -de tres estilos diferentes- que están sostenidas por angelitos entrelazados en el follaje, las cuales -las columnas- tienen reminiscencia de las de la portada lateral catedralicia.
Tienen el detalle distintivo de que en su fuste, que debería estar formado por una cenefa en espiral, está dividido en tres partes, en que la parte inferior, está ricamente adornada con elementos vegetales y una concha, sobre ella está parado un ángel de claras influencias indígenas, sosteniendo con sus manos alzadas la parte superior, en donde ya aparece la cenefa también formada con detalle vegetales. En el segundo y el tercer cuerpos, las columnas son estípites muy proporcionados y armoniosas al volumen general de la torre. Los vanos del tercer cuerpo son como los del primero, más los del segundo, son lobulados. Sobre el segundo y el tercer cuerpo, está un tambor ochavado y sobre éste la cúpula, que tiene las molduras ornamentales del centro de los gajos. De remate tiene su respectiva linternilla con una cruz de hierro forjado en la parte superior. La torre es la mejor de la ciudad y una de las más bellas del Barroco Mexicano. Se desconoce el dato de la fecha de construcción pero posiblemente se llevó a cabo entre 1750 y 1770.
JULIO 18 DE 2010
«N
o es que quiera hacer la bestia, pero no le encuentro sentido a la dicha de los ángeles». La frase es de Albert Camus, el pensador francés, y la dejó para siempre allí, en El verano, la obra de arranque de su carrera literaria. Pero, ¿realmente es sosa la dicha de lo ángeles? Y si es sosa, ¿por qué razón lo es? Para Simone de Beauvoir el cielo debe ser aburridísimo por dos razones: primero, porque el cielo «es el reposo, la trascendencia abolida, un estado de cosas que se da y no puede ser superado» (Pirrus et Cineas); y, segundo, porque el hombre es por naturaleza inquietud, desasosiego, movimiento: ¿qué va ir a hacer un hombre al cielo?, ¿cómo se adaptaría a él?; no, no se adaptaría; más bien se moriría de nostalgia y de aburrimiento. Cielo y hombre –dice la novelista filósofa- son como aceite y agua: no están hechos el uno para el otro. Y, por lo demás, ¿cómo es el cielo? Nadie ha podido decírnoslo. Para imaginarnos el infierno no nos falta imaginación, pero del cielo no sabemos nada. Dante mismo, según nos dicen los que saben, fue más poeta describiendo el horror que cantando la gloria. «Menos divina es la Comedia cuando su teatro es el Paraíso, que cuando lo fueron el Infierno y el Purgatorio –dice don Eugenio d’Ors, el pensador español-. Su cantor, alma de amargura, fue más excelente en el denuesto que en la loa». Otro escritor, para explicar esta anómala situación, dijo así para justificar tanto a Dante como al cielo: «El ser humano, acorde a sus inclinaciones tenebrosas, posee un poder imaginativo mucho mayor en el terreno de lo horroroso que en el beatífico» (Franz Werfel). Y en sus Glosas de
Sigüenza dice también Gabriel Miró: «Los artistas traducen en la piedra, en los retablos, en los vitrales, en las miniaturas, la delirante obsesión del suplicio de las almas. El paraíso, no; casi siempre escasea la glosa plástica y literaria de la bienaventuranza. Más que ansia de paraíso, siéntese miedo de infierno. La fantasía más inflamada se alimenta siempre de realidades, y el artista tiene más documentos de dolor que de felicidad». Son explicaciones válidas, después de todo. Cuenta una historia judía que una vez Abrahamino Blum, aburridísimo como estaba en el paraíso, fue a pedir audiencia al Todopoderoso: -Señor del mundo, estoy harto. Me aburro enormemente. -¡Cómo! ¿Te aburres aquí, en medio de serafines, arcángeles, potestades y profetas? -La verdad es que sí. Quisiera algo diferente. Me gustaría regresar a París. ¡Ay, cómo se divertía uno en París! -De acuerdo –concedió el Altísimo-. Ve adonde el arcángel Gabriel y pídele un boleto de ida y vuelta a París, abierto para quince días. Abrahamino fue volando a París, se divirtió como loco –un poco así como se divierten nuestros jóvenes en los antros- y el último día de su estancia en la tierra se encontró en la calle a uno de sus amigos. -¡Qué cara más sombría tienes, Abrahamino! ¿Te sucede algo? -Estoy terriblemente preocupado, amigo mío. Nadie ha querido comprarme un boleto de ida al Paraíso. -Comprendo, comprendo –dijo el amigo -. ¿Y si lo regalas? -Ya lo intenté, pero no lo aceptan ni gratis. ¡Y para que un judío no quiera algo ni gratis, algo debe andar mal allí!: tal parece ser la moraleja de la historia (tomada, precisamente, de un libro de chistes judíos). Sería interesante investigar de dónde nos habrá venido la idea de que el cielo es aburrido. ¿De las descripciones de los teólogos o de la iconografía?
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Sin embargo, es verdad: la actitud estática, arrobada, ha sido siempre la actitud en la que se ha representado a los santos. Me preguntó en cierta ocasión una mujer: «¿No cree usted que será muy aburrido estar en esa posición por toda la eternidad?». Acababa de ver una pintura de San Ignacio de Loyola en pleno éxtasis místico y quería saber si a ella le esperaba lo mismo en caso de salvarse. Estaba en verdad preocupadísima, pues tanta beatitud le resultaba insoportable. Mucho más despreocupado fue Mark Twain, quien, en un acceso de ironía, declaró: «Al paraíso lo prefiero por el clima; al infierno, por la compañía». Pero si en este momento aquella señora volviera a hacerme su pregunta, le respondería citando a Alain, el filósofo francés, quien dijo así en uno de sus libros: «La felicidad es un estado que no desearíamos que acabara nunca». El hombre feliz no busca el movimiento, no quiere cambios ni innovaciones: está bien como está. Desearía que su felicidad no tuviera fin: exactamente como le sucede a los bienaventurados. Ellos menos que nadie desearían un cambio en el orden de las cosas; son empecinadamente conservadores: a toda costa querrían eternizar su statu quo por los siglos de los siglos. Y le citaría también al filósofo italiano Remo Cantoni: «El hombre feliz es aquel que no quiere evadirse de su propio estado. Por eso la perfecta beatitud es la perfecta quietud». Los antiguos pintores no se equivocaban, y además no es preciso exigirles tanto: representar a los bienaventurados eternamente quietos e inmóviles era la única manera que tenían de decir que eran perfectamente felices, que no deseaban otra cosa pues estaban bien así. Reloj, no marques las horas porque voy a enloquecer, cantaba el enamorado de la canción. Ahora bien, ¿por qué quería el enamorado que las horas no pasaran? Porque llegaría el momento en que habría de separarse de la mujer que amaba. Lo mismo pedía Goethe: «¡Instante, detente: eres tan bello!», sin ningún resultado, pues el tiempo seguía transcurriendo como si tal cosa. Pero a Dios sí lo obedece. Y a ese instante detenido para siempre lo llamamos simplemente eternidad.
No hay casa ni puerta JULIO 18 DE 2010
que a veces no quede abierta Dedicado al joven Juan Pablo Magdaleno Alvarado a quien Dios llamó a su presencia, pero ha querido prolongar su vida entre nosotros, mediante la donación de sus órganos.
“Mi hijo ha querido quitarse el taco de la boca, para dárselo a quienes tenían hambre”
M
e llamo Edgar y siempre me he considerado un hombre afortunado. De mi matrimonio he tenido la fortuna de tener tres hijos que son la alegría y el regocijo de la casa. El más grande, Germán, de 17 años es todo un hombre a pesar de su corta edad. Responsable a carta cabal, alegre, dinámico, líder en sus grupos, y para completar el verso, bien parecido, muy masculino. Las chamaquitas no cesaban de llamar por teléfono. Pero un día, salió de campamento con sus compañeros de grupo y allá se sintió enfermo. Sus compañeros creyeron que era algo pasajero, dada su fuerte condición física y su juventud, pero bruscamente comenzó con un fuerte dolor de cabeza, rigidez de la nuca, pronto le llegó la fiebre y nauseas, y vómito que no le paraba. Me lo trajeron prácticamente inconciente. Así ingresó al hospital. No reaccionaba. Nosotros estábamos inconsolables, no podíamos soportar que el mejor de nuestros hijos de pronto se viera apartado de nuestro lado. Y mi rabia llegó al culmen cuando el doctor pretendió que firmara por la donación de órganos de mi hijo en caso de que falleciera. Me pareció monstruoso lo que el doctor me proponía, y lleno de coraje me dirigí a la iglesia más cercana, porque yo quería gritarle a Dios su ingratitud y decirle que si no le dolía ver a esta familia destrozada. Cuando llegué, proclamaban algo que aún en ese momento me pareció absurdo. Hablaban de Abraham, que en su ancianidad y teniendo a su único hijo como sostén, Dios se lo pedía en sacrificio. Eso era insoportable. ¿Qué Dios no fue nunca papá? ¿Qué no sabrá lo que significa ver a un hijo a punto de morir? En eso estaba cuando oí también del viaje de Cristo a una montaña donde quería mostrar a sus apóstoles cómo se las gastaba, transfigurándose delante de sus discípulos, de una manera desacostumbrada en él. Parece que en ese momento
aparecieron dos personajes misteriosos muertos siglos antes, y hablaban con Jesús precisamente de su pasión, de su cruz y de su muerte. ¡Bonita conversación! pensé yo. ¿Qué no habría otra cosa más interesante de la que pudieran platicar? Y más asombro me causó escuchar que en ese momento una nube envolvió a Cristo y a sus misteriosos personajes, escuchándose una voz desde lo alto: “Este es mi Hijo amado, Escúchenlo” y todavía alcancé a escuchar que Cristo le pidió a sus apóstoles que no contaran su visión hasta que él resucitara de entre los muertos. Esto motivó en mí una profunda reflexión. Yo iba con la idea de mentarle la madre a Dios si hubiera necesidad, pero entendí en ese momento que también Jesús había padecido, y medité entonces que el Buen Padre Dios estaría apenado y acongojado cuando le mataron a su
Hijo. Y él sólo tenía uno. Comprendí el dolor que lo embargaría, pero comprendí el sacrificio de Cristo por todos los hombres. Comprendí entonces que el Buen Padre Dios sí entendía mi dolor. Regresé al hospital y casi con amor firmé el documento con el que accedía a donar los órganos de mi hijo, pues entendí que era una donación que beneficiaría a varias gentes y que de alguna manera prolongaría la vida de mi hijo. Cuando parecía que todo estaba perdido, mis otros dos hijos pidieron permiso para cantarle al oído, acompañados de la guitarra de Germán, un canto que a mi hijo le gustaba cantar en todas las ocasiones en que estábamos juntos: “Nadie te ama como yo”. Todos llorábamos de emoción y aquél canto se convirtió en una oración.
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Contrapunto
Las horas de Jesús y la hora del Reino Y bienaventurados los que creen que hoy es también la hora del Reino, porque esto que acaban de leer también se ha cumplido hoy.
I
magino a Jesús en su infancia y adolescencia, en sus primeros años de juventud. Lo imagino leyendo y releyendo esos textos de los profetas, meditando las palabras de Isaías acerca del “Espíritu del Señor” que envía a dar la buena nueva a los pobres. Lo imagino sintiendo profundamente esas palabras como escritas para él. Pienso que en aquellos momentos él sentía sobre sí mismo al Espíritu de Dios. Pienso que esas palabras marcaron su corazón. Seguramente las sentía como una especie de obligación muy personal. Como que en ellas él encontrara el verdadero sentido de su vida. Lo imagino conviviendo con sus jóvenes amigos, de tour por Jerusalén, paseando en los mercados, en las calles. Lo veo observando a los niños jugar, a los pobres pidiendo ayuda, lo veo mirando de lejos a los excluidos, a las colonias de leprosos en las afueras de cualquier ciudad y pensando en cómo hacer para ayudarles mientras llegaba la hora de la liberación; lo imagino teniendo unas ganas inmensas de hacer algo por ellos, pero sintiéndose también frenado por aquel imperativo de que “aún no llegaba su hora” y pensando que, al llegarse, daría todo; todo, sin guardarse nada, sin pensar en sí mismo, sino en el reino de los cielos. Veo a Jesús esperando con impaciencia esa hora de darse a conocer, de entregarse sin marcha atrás. Él mira cómo las familias se desintegran poco a poco y mucho a mucho por la falta de fidelidad, por la falta de amor, por la falta de voluntad. Él observa a los grandes del culto y de la fe frotar sus manos en el templo cada que llegan los pobres y los ricos a ofrecer sacrificios, oraciones y diezmos; ve
pasearse solemnemente a los fariseos, famosos y admirados santos del pueblo; él contempla a los que venden los animales para el culto, también pone mucha atención a los que cambian las monedas en sus mesas, llenas de pesos, soles, bolívares, dólares, pesetas, euros; son los negociantes en divisas; también observa las palomas enjauladas y piensa que el Espíritu de Dios puede parecerse a ellas cuando están libres; mira los becerritos, las cabras, los bueyes y recuerda los momentos de la creación, cuando sus manos fabricaban la vida; y le dan ganas de voltearlo todo, para poner las cosas en su verdadero lugar; pero “aún no es la hora”. Él siente dentro de sí los dolores de los enfermos, la tristeza de los presos, la amargura de las viudas, el llanto de los niños; él siente compasión y sabe que algún día podrá hacer algo, mucho por ellos; pero no llega su hora todavía; sabe que cuando ésta llegue será una hora dolorosa, pero reconfortante; sin embargo, él es muy joven. Está viviendo apenas los primeros momentos de “su hora”; está en el momento del “ver”, está en el momento de valorar en qué situa-ción están las cosas y, recordando las palabras de Isaías, piensa cuál es el orden real de todo esto; y llegando a casa da un beso a su madre, María, bebe un poco de agua o de vino, toma un pedazo de pan y siente en su interior unas ganas inmensas de decir “ya basta, es la hora del reino”; pero no. El reino aún no ha iniciado su manifestación; falta poco, ahora es el momento del pensar, del “juzgar” el estado de cosas. Veo a Jesús en una fiesta de bodas, una boda de pobres; su madre ha visto que el vino se ha terminado y se lo dice a Jesús; él piensa
que no puede ayudar, pues “su hora aún no ha llegado”, al menos eso es lo que piensa él; y, por querer complacer a María decide cambiar el agua en un delicioso vino para los invitados a la fiesta y para alegría de los novios. Su hora comenzó entonces. Llegó la hora de los pobres. Él se da cuenta; creía que aún faltaba algo de tiempo; pero no; la hora estaba allí. El año de gracia estaba siendo inaugurado. Desde entonces su vida tomó el rumbo del reino de Dios. Estaba llegando la hora del “actuar”.
Y cuando llega a su ciudad de crianza, al leer en la sinagoga el libro de Isaías que tanto rondara su cabeza desde la infancia, sabe que indudablemente todo eso se refiere a él. Entonces lo anuncia: “esto que acaban de escuchar se cumple hoy” (Lc 14, 21). Y la hora del Reino se abre. Y es algo que ya no tiene regreso. Estas palabras seguirán haciendo eco en su interior. Por eso a los pobres les anuncia la buena nueva siempre y de muchas formas; bienaventurados los sin pan, sin justicia, sin nombre, sin voz; porque tendrían el pan de cada día y el reino de los cielos.
Palabra de Dios
Desde el Corazón de la Diócesis
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...te inquietas y te agitas por muchas cosas..
Evangelio según San Lucas 10,38-42 Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Martha lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Martha, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿No te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Martha, Martha, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”. Palabra del Señor.
“María ha escogido la parte mejor” En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Martha lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Martha se multiplicaba para dar abasto con el. servicio; hasta que se paró y dijo: - «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: - «Martha, Martha, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» Palabra del Señor. Tras la historia del buen samaritano. Jesús sigue en su camino hacia Jerusalén y se acerca a la aldea de Betania, que es donde sabemos por el evangelio de Juan que vivían Martha, María y Lázaro. Betania que en hebreo significa “casa del pobre” es una pequeña población que se encuentra en el camino de Jerusalén a Jericó, distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos. y ahí tiene lugar este relato que aunque parece muy sencillo tiene una importancia muy grande por su contenido. En aquellos tiempos era muy común alojarse en casa de un particular al viajar de un lugar a otro, ya que no existían tantas facilidades como actualmente; además aunque el versículo habla en singular, se dice de recibir a Jesús por tratarse obviamente de la persona más importante, pero seguramente Martha habría recibido en su casa al menos sus doce discípulos, Esto nos ayudará a comprender lo atareada que estaba. Es un texto que nos narra el encuentro de Jesús con una familia. El encuentro es una iniciativa divina, Jesús ama y se dirige a esta aldea para hospedarse en esa casa. y aquella familia, lo espera, lo recibe, lo escucha y le sirve como el Mesías, como el Hijo de Dios, como el Salvador. Esta es la clave de la vida cristiana, escuchar a Cristo, recibir a Cristo y estar con Cristo. El encuentro con Cristo es un don preciso de Dios y una respuesta generosa de abrir el corazón a su persona y a su mensaje de salvación. El encuentro con Cristo lleva dos exigencias fundamentales: 1.Escuchar al Maestro. “María sentada a los pies de Jesús” escucha su palabra. Es la actitud de contemplar, de dialogar, de mirar con el corazón a Dios. María es signo de la fe, de la vida interior, de la vida espiritual. 2.Servir a Cristo . Jesús reconoce el trabajo de Martha, de preparar, de atender, de servir. Ella es símbolo de la vida activa: se afana por dar lo mejor y atender de la manera más completa a Jesús. Como María es la discípula de Señor y Martha es misionera, así la vida cristina es ser discípulo y misionero de Cristo. Contemplar es servir y servir es contemplar. Jesús dice a Martha: María encogió la mejor parte y nadie se la quitara, así para nosotros la mejor parte es Cristo, y sólo es necesario el encuentro con Jesús, y nada ni nadie podrá separarnos de Cristo. Por P. Pedro S.S.
“Que de vuestra boca jamás salga palabra desedificante…” Por Ramiro Hernández Herrera. II de Teología.
«A
los pobres siempre los tendrán…» son palabras que el Evangelista nos trasmite de labios del mismo Jesús. Y es que en la historia del mundo la desigualdad, la miseria y segregación, por diversas causas –casi siempre el egoísmo del hombre-, han marcado la vida de la enorme mayoría de los que han poblado esta tierra que fue pensada en la mente de Dios como un paraíso, donde la humanidad entera se recreara y viviera junto con su Creador como una verda-dera familia. Todo lo existente, fue hecho para el hombre por medio de la Palabra y San Juan lo reafirma al inicio de su Evangelio en su bellísimo prólogo; y es por esto que la palabra constituye en la vida del hombre un papel preponderante, no solo por que comunica en la cotidianidad, sino por que, aún el silencio mismo, puede ser constituido como una palabra hermosa que habla desde lo más profundo del corazón. La libertad comienza con la Palabra, es por eso que hemos presenciado en la historia del hombre, -y en este presente con gran fuer-za- opresores que le niegan un valor inherente a su naturaleza, es más, no sólo se contentan con esto, sino que la censuran con ataques violentos y estúpidos: es el recurso de los mentirosos. Olvidan lo que el Apóstol dice con gran razón: “Que de vuestra boca jamás salga palabra desedificante, antes bien solo la que sirva para la mutua edificación” (Ef. 4,29).
El pobre calla, porque es lo que se espera de él, porque es lo que el poderoso, el patrón explotador, el egoísmo inhumano, el que les ve como desecho del mundo, quieren del él. Pues solo le utilizan y si embargo jamás serán capaces de transmitirles palabras de aliento, palabras de vida. No obstante el pobre sabe que es libre cuando comienza a hablar, pero mas aún cuando habla palabras sobre la Verdad, sobre Cristo única Verdad plena y total. Cuando sus palabras están fundadas en el amor, la esperanza y la compasión, cuando son palabras de fidelidad. Los poderosos en cambio, ocultos en la sombra de la mentira, usan mascaras y son como lobos con pieles de corderos que manipulando las mentes juegan con ellas y laceran con el hierro de la violencia y la opresión. Han olvidado que sólo el Amor de Dios es la base para la construcción de una sociedad plena de vida y que no puede aspirar a este futuro mejor sin Dios. Sin embargo hay algo nuevo que es prodigioso, es milagro de Dios toda la fuerza y la belleza que despierta la dedicación, el ardor, la piedad, la esperanza y la fe del sacrificio que unos ejercen en favor de muchos; para ser propiciadores de consuelo y amor; para hacer de la Iglesia, en medio del mundo, el lugar de la justicia, la esperanza y la paz.
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Cristo sigue llamando
a las puertas de los jóvenes…
Por Pbro. Noé Fco. Estrada Hernández Promotor Vocacional
E
l viernes pasado en punto de las 4 de la tarde nos dimos cita en las instalaciones del Seminario Mayor el equipo diocesano de pastoral vocacional, compuesto por las hermanas religiosas representantes de los distintos Institutos de vida consagrada, el equipo de seminaristas y algunos laicos colaboradores, para comenzar la sexta etapa del Proceso Juvenil Vocacional que termino el Domingo con un solemne eucaristía de clausura; teniendo la participación de Santa María del Rio, Villa de Zaragoza, Tierra Nueva, Atotónilco, Santo Domingo, decanato Santo Cura de Ars, decanato Pio IX, Villa de Arista y Proceso Urbano. Con esta etapa se concluye el proceso que se realiza en las parroquias y decanatos mencionados, a lo largo de un ciclo escolar y consta de seis etapas. El objetivo del Proceso es ofrecer elementos humanos, espirituales y psicológicos a los jóvenes, para que puedan descubrir con claridad la vocación a la que
Dios les está llamando. Por ello nuestra etapa conclusiva, cierra con broche de oro la experiencia de cada joven que se arriesgo y aventuro a profundizar sobre su vocación.
Esta etapa estuvo llena de la alegría y el entusiasmo de los jóvenes alentados por la animación del grupo Kerigma, que llegaron para impregnarse de las distintas vocaciones que se mostraron en su máximo esplendor y de las cuales se pudo contemplar los elementos esenciales que permiten vivirla. Las distintas actividades que se realizaron a lo largo del fin de semana permitieron encontrarse a los participante de frente con un compromiso para con nuestra Iglesia y por supuesto que es el sabernos apóstoles dispuestos a cumplir la misión que el Señor ha puesto en nuestras manos. Y de esta forma responder a las exigencias de nuestra realidad, considerando como base nuestro Plan Diocesano de Pastoral, el cual nos marca las pautas para ejercer nuestra misión.
Hoy puedo decir con toda seguridad que todos los jóvenes que han realizado esta experiencia del Proceso Juvenil Vocacional, sin lugar a duda han encontrado el camino a seguir para su vocación, y con toda firmeza sabrán que vale la pena escuchar la invitación de Cristo que les ha llamado para estar con Él. Y después de haberle dado gracias a Dios en la Eucaristía que nos presidio el rector del seminario P. Erasmo Valero Sánchez, los jóvenes se dispusieron a retornar a su parroquia de origen, no sin antes haber recogido su lonche para el camino. Cabe mencionar que nuestros alimentos nos los ofrecieron algunos grupos apostólicos y algunas personas muy generosas, a todos ellos nuestra más profunda gratitud y pedimos a nuestro Padre Dios les recompense.
Y tu joven, ¿te arriesgarías a vivir esta experiencia vocacional?
JULIO 18 DE 2010
CÁRITAS SAN LUIS
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Pre-Seminario
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