Le podremos seguir llamando Benedicto XVI
El director de la sala de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, explicó que luego de su renuncia al pontificado que se hará efectiva el 28 de febrero a las 8:00 p.m., hora de Roma, Joseph Ratzinger podrá ser llamado aún “Benedicto XVI” porque “eso no cambia y evidentemente no puede cambiar”. En conferencia de prensa y consultado sobre cómo se le llamará al Papa una vez que deje de serlo, el sacerdote explicó que “no hay claridad” aún sobre si será “obispo emérito de Roma”. Sobre la cuestión del nombre que decidió tras su elección como sucesor de san Pedro, el portavoz del Vaticano, dijo que “pienso que se puede decir que Benedicto XVI, es un título al cual no puede renunciar: es su nombre como Papa, esto evidentemente no puede cambiar”.
Año 5
No. 210
Semana del 24 de febrero al 2 de marzo de 2013
¡Gracias Benedicto XVI!
En un momento tan inesperado como el que estamos viviendo lo primero que queremos es agradecer al Santo Padre Benedicto XVI por estos años de fecundo servicio al Señor y a su Iglesia. Esta renuncia es un ejemplo de valentía, responsabilidad y humildad, al mismo tiempo que manifiesta una gran libertad interior. Una vez más el Papa nos ha dado una lección, no teórica sino vital, de lo que significa el verdadero servicio evangélico en la Iglesia. El Papa que empezó su pontificado calificándose como un “humilde servidor en la viña del Señor”, acaba de anunciar su final dando las gracias y pidiendo perdón por sus defectos. No podemos dejar de seguir rezando por el Papa Benedicto XVI con la convicción de que el Espíritu Santo sigue acompañando y guiando a su Iglesia.
El vocero del Vaticano se refirió también al clima de distensión, serenidad y alegría del Papa Benedicto XVI en la Misa de Miércoles de Ceniza en la Basílica de San Pedro, la última celebración litúrgica pública presidida por el Santo Padre. “La maestría, la lucidez y la serenidad de su discurso nos ha tocado mucho, así como a mí, ayer por la noche, me tocó mucho su sonrisa, mientras salía de la celebración. Creo que lo hemos notado todos”. “La sonrisa con la que el Papa concluyó la celebración, luego de ese extraordinario aplauso… Incluso cuando se dice que este no es un tiempo para aplaudir en la Iglesia. En vez de eso ¡parecía que ese aplauso no iba a terminar nunca!” El Padre Lombardi indicó además que “los cardenales que lleguen al Vaticano” estarán recién el 1 de marzo, no antes, en la Casa Santa Marta, y ha confirmado que el cónclave comenzará entre el 15 y el 20 de marzo: “la fecha exacta será comunicada durante la sede vacante”.
Propósitos para Cuaresma 2013
Lunes II semana de Cuaresma:
Martes II semana de Cuaresma:
Miércoles II Semana de Cuaresma:
Daré algo mío a alguien que lo necesite más que yo.
Cumpliré con mis responsabilidades con alegría y sin quejarme.
Haré un acto de caridad sin que nadie se de cuenta.
Jueves II semana de Cuaresma:
Leeré un pasaje del evangelio sobre la Pasión de Jesús para conocer más de Él.
Viernes II semana de Cuaresma:
Sábado II semana de Cuaresma:
III Domingo de Cuaresma:
Rezaré el Vía Crucis
Rezaré un misterio del Rosario por los sacerdotes y misioneros.
Invitaré a misa a algún familiar o amigo que esté alejado de Dios.
FEBRERO 24 DE 2013
México, siempre la luz brilla en la obscuridad
H
oy estamos celebrando uno de los días que más nos identifican como mexicanos, pues conmemoramos con un día especial al año a aquel símbolo patrio que nos hace únicos en el mundo, y que nos distingue de cualquier otra nación, nuestra bandera. Y a pesar de que las malas noticias en nuestro México, nos abruman y pueden llegar a desanimarnos, y a creer que no hay nada por qué celebrar, siempre la luz brilla en la obscuridad; lo escabroso se hace llano, es decir, celebrar este día nos re-cuerda que siempre somos más los buenos mexicanos que los malos, pues al ser un país mayoritariamente católico, el actuar de los cristianos hace de nuestro México un lugar donde vale la pena celebrar lo que nos simboliza como nación. Y uno de los muchos frutos que brotaron cuando nuestra nación logró identificarse en una sola familia con una sola bandera, fue la justicia, íntimamente ligada a nuestro ser como cristianos. Por eso hoy más que nunca la justicia debe brillar en un ambiente donde parece que el pecado va ganando terreno. ¿Cuántas veces hemos escuchado “en este país no hay justicia”?, o peor aún, “todo es corrupción”? desgraciadamente tiene mucho de cierto, pero también tiene mucho de falso, pues afortunadamente el hecho de practicar la justicia depende más bien de convicciones propias y personales, que de grandes masas. Es decir, una sola persona puede hacer la diferencia para considera este mundo un lugar más justo; y como ejemplos de personas justas, pues tenemos muchas, y es que la justicia tiene su fundamento en ser una gracia especial que Dios da a todo hombre, pero tambien es una actitud que requiere practicarse para consolidarse en el ser de la persona. Y solo de esta manera, la justicia se reflejara en nuestra vida diaria, logrando así un ambiente de confianza y de bienestar para nosotros y para los que nos rodean. El día de hoy podemos ver como muchos mexicanos abandonan su vocación cristiana, y tristemente llegan a ser personas dominadas por el pecado. Y como consecuencia nos olvidamos de la justicia y por ende no nos identificamos como una sola familia en una sola nación, pues para vivir en comunidad se necesita la justicia, empezando por uno mismo. Pero sobretodo descubrir que detrás de la justicia se encuentra la caridad. En definitiva hay que aprender a convivir, y ese es el gran reto de la justicia. Algunos psicólogos, recomiendan tres claves basadas en la justicia, para aprender a convivir: Conceder para convivir; una buena convivencia es fruto de la voluntad de cada uno de conceder al otro aquello que contribuye a su felicidad. Pero conceder no es ceder, no debemos hacer nada en contra de nuestros valores, eso sería dejar de ser uno mismo. Sinceridad; la sinceridad es un elemento básico para construir cualquier relación gratificante. Si nos esforzamos por comunicar de una manera sana y amorosa lo que nos preocupa, ofende o disgusta, además de lo que nos hace felices y admiramos del otro, estaremos creando los canales por donde podría circular la comunicación y la justicia. Madurez cristiana; ser maduro es ser capaz de convertir el sufrimiento y la adversidad en algo productivo. Las dificultades son oportunidades para aprender.
Fundado por el Arz. Emérito Don Luis Morales Reyes
La RED no necesariamente apoya la publicidad de nuestros anunciantes.
La oración en la primera comunidad cristiana Por Pacco Magaña
Queridos hermanos y hermanas:
Quiero subrayar también otro aspecto de la actitud de Pedro en la cárcel: de hecho, notamos que, mientras la comunidad cristiana ora con insistencia por él, Pedro “estaba durmiendo” (Hch 12, 6). En una situación tan crítica y de serio peligro, es una actitud que puede parecer extraña, pero que en cambio denota tranquilidad y confianza; se fía de Dios, sabe que está rodeado por la solidaridad y la oración de los suyos, y se abandona totalmente en las manos del Señor. Así debe ser nuestra oración: asidua, solidaria con los demás, plenamente confiada en Dios, que nos conoce en lo más íntimo y cuida de nosotros de manera que —dice Jesús— “hasta los cabellos de la cabeza tienen contados. Por eso, no tengan miedo” (Mt 10, 30-31). Pedro vive la noche de la prisión y de la li-beración de la cárcel como un momento de su seguimiento del Señor, que vence las tinieblas de la noche y libra de la esclavitud de las cadenas y del peligro de muerte. Su liberación es prodigiosa, marcada por varios pasos descritos esmeradamente: guiado por el ángel, a pesar de la vigilancia de los guardias, atraviesa la primera y la segunda guardia, hasta el portón de hierro que daba a la ciudad, el cual se abre solo ante ellos (cf. Hch 12, 10). Pedro y el ángel del Señor avanzan juntos un
(Segunda parte de tres)
tramo del camino hasta que, vuelto en sí, el Apóstol se da cuenta de que el Señor lo ha liberado realmente y, después de reflexionar, se dirige a la casa de María, la madre de Marcos, donde muchos de los discípulos se hallan reunidos en oración; una vez más la respuesta de la comunidad a la dificultad y al peligro es ponerse en manos de Dios, intensificar la relación con Él. Aquí me parece útil recordar otra situación no fácil que vivió la comunidad cristiana de los orígenes. Nos habla de ella Santiago en su carta. Es una comunidad en crisis, en dificultad, no tanto por las persecuciones, cuanto porque en su seno existen celos y disputas (cf. St 3, 14-16). Y el Apóstol se pregunta el porqué de esta situación. Encuentra dos motivos principales: el primero es el dejarse dominar por las pasiones, por la dictadura de sus deseos de placer, de su egoísmo (cf. St 4, 1-2a); el segundo es la falta de oración —“no piden” (St 4, 2b)— o la presencia de una oración que no se puede definir como tal –“piden y no reciben, porque piden mal, con la intención de satisfacer sus pasiones” (St 4, 3). Esta situación cambiaría, según Santiago, si la comunidad unida hablara con Dios, si orara realmente de modo asiduo y unánime. Incluso hablar sobre Dios, de hecho, corre el riesgo de perder su fuerza interior y el testimonio se desvirtúa si no están animados, sostenidos y acompañados por la oración, por la continuidad de un diálogo vivo con el Señor. Una advertencia importante también para nosotros y para nuestras comunidades, sea para las pequeñas, como la familia, sea para las más grandes, como la parroquia, la diócesis o la Iglesia entera. Y me hace pensar que oraban en esta comunidad de Santiago, pero oraban mal, sólo por sus propias pasiones. Debemos aprender siempre de nuevo a orar bien, orar realmente, orientarnos hacia Dios y no hacia el propio bien.
Concilio Vaticano II
Construir un mundo mejor
FEBRERO 24 DE 2013
¡No tengan miedo!
Por P. Juan José Torres Galván
P
ara construir la paz es indispensable desarraigar las injusticias, las desigualdades económicas y el espíritu de dominio, que lleva al desprecio de las personas. De igual forma es necesario desarraigar todos los motivos de discordia entre las personas y los pueblos. Es urgente promover la cooperación y coordinación entre las instituciones internacionales y crear organismos que promuevan la paz. Las instituciones internacionales, universales o regionales son un primer esfuerzo para poner los fundamentos de una comunidad humana total. La Iglesia ve con buenos ojos la unión de esfuerzos entre cristianos y no cristianos para combatir la miseria. En el campo económico se requiere de una mayor cooperación internacional. Es indispen-sable cambiar las normas del comercio que están vigentes actualmente. Hay que combatir el excesivo afán de lucro, las ambiciones nacionalistas y la imposición ideológica. Es importante observar algunas normas para la cooperación internacional: • El objetivo del progreso es el desarrollo de las personas. • Ayudar a los pueblos más pobres, buscando siempre su bien. • Elaborar planes de desarrollo económico del mundo entero, realizándolos sobre normas justas. • Revisar las estructuras económico-sociales. El gobierno debe actuar frente al problema del incremento demográfico en cada nación en lo que le toca: legislar sobre la sociedad y la familia, el urbanismo y las necesidades del campo. Los católicos expertos en la materia deben aportar sus estudios e iniciativas en este tema. Siempre habrá que evitar medidas que contradigan el orden moral. El derecho al matrimonio y a la procreación es un derecho humano inalienable. Corresponde a los padres de familia tomar las decisiones pertinentes en esta materia, de acuerdo a su recta conciencia. Para asegurar el recto juicio de los padres es necesario ofrecerles una adecuada formación religiosa y moral. Los cristianos deben apoyar la cooperación internacional a favor de los pobres, pues la pobreza y la caridad son la gloria y el testimonio de la Iglesia de Cristo. Es un deber de todo cristiano soco-rrer a los más necesitados, no sólo con lo superfluo, sino aún con aquello que él mismo necesita. Por la predicación del Evangelio, la iglesia contribuye a la paz y a la concordia fraterna entre los hombres y los pueblos. La eficacia en la acción y la necesidad de diálogo requiere de iniciativas de asociación y cooperación entre pueblos y naciones, uniendo fuerzas con otros cristianos y con toda la humanidad. Es oportuno crear un organismo universal de la Iglesia para promover el progreso y la justicia entre las naciones. Referencia de lectura: Gaudium et Spes 83-90
¡Recobren el ánimo, no se turbe su corazón! Querida Iglesia Potosina: Les saludo deseando que la paz del Señor esté con todos ustedes.
cursos, etc. Mediante los cuales nos ha dado mucha claridad en nuestra vocación cristiana como discípulos y misioneros de Jesucristo.
Nos encontramos viviendo tiempos nuevos en nuestra Iglesia universal y potosina ante la sorprendente noticia de la renuncia del Santo Padre dada a conocer el pasado 11 de febrero.
Nos deja dentro de la celebración del Año de la Fe, motivándonos a redescubrir el sentido de nuestra fe, mediante el estudio del catecismo de la Iglesia Católica en donde encontramos la forma correcta de: conocerla (Credo) celebrarla (Sacramentos), vivirla (Mandamientos), orarla (Oración). Por ello les invito, queridos hermanos, a que, en la medida de sus posibilidades, no falte en cada familia cristiana, un Catecismo de la Iglesia Católica para que lo lean, lo estudien y lo mediten.
Como se habrán dado cuenta, en estos días han surgido muchas especulaciones, dentro de las cuales se encuentran aquellas que nos han causado miedo e incertidumbre. Por eso he querido centrar mi saludo semanal a ustedes, a través del Semanario La Red, en una invitación a recuperar la paz y la gratitud en su corazón. El Santo Padre nos ha hablado con toda claridad, con coherencia y humildad. Él nos ha dicho que su renuncia ha sido producto de largas horas de escucha a Padre Dios, a través de la oración que le llevaron a vivir un serio y sereno proceso de discernimiento que le llevó a la firme convicción de que ya no está en plena capacidad para enfrentar las responsabilidades que implica su ministerio Petrino; el cual es un SERVICIO que requiere una gran fuerza espiritual y física para anunciar el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo en el aquí y ahora. Por eso quiero resaltar que, el haber llegado a esta decisión, es el resultado de un corazón humilde abandonado sólo en Dios. El Santo Padre nos ha hablado desde su corazón paternal y nos ha expresado que se ha sentido libre para renunciar, dado que su salud se ha visto aminorada en los últimos meses. Esta es una clara manifestación de su gran amor a la Iglesia y su absoluta confianza en Dios. Nuestra Iglesia, queridos hermanos, como algunos de nuestros enemigos, lo auguran, ¡no está al borde del abismo! Antes bien hemos de sentirnos fortalecidos como Iglesia-Pueblo de Dios que ha sido fundada sobre Roca firme: Nuestro Señor Jesucristo. ¡Ánimo! No permitamos que nadie apague la llama de nuestra Fe, antes bien mantengamos firme nuestra esperanza! Es tiempo queridos hermanos, de retomar la riqueza del magisterio que nos ha dejado como herencia nuestro Santo Padre en sus encíclicas, cartas, exhortaciones, homilías, mensajes, dis-
En su mensaje de cuaresma de este año, el Santo Padre, a propósito de la celebración del Sínodo ordinario de Obispos para la Nueva Evangelización, (celebrado el pasado mes de octubre) nos ha resaltado que la mayor obra de caridad que podemos hacer como cristianos es la EVANGELIZACIÓN. Es decir, llevar el Evangelio del Señor Jesús al corazón y la mente de quienes no le conocen. Es una clara invitación a que nos preguntemos si como familia: abuelos, papás, hijos, nietos, ¿conocemos el Evangelio del Señor? Por eso les invito, queridas familias potosinas a que, así como en cada parroquia y capilla, desde el pasado 11 de octubre, hemos encendido una lámpara que simboliza la fe de nuestra comunidad, enciendan una lámpara en cada familia, en torno a la cual, han de orar, estudiar y meditar la Palabra de Dios, según los tiempos que como familia determinen. ¡Ánimo! No tengan miedo de conocer y expresar su fe. Por último, quiero invitarles a ORAR JUNTOS por nuestro Santo Padre Benedicto XVI con un corazón agradecido por la riqueza de la herencia que nos ha legado. Y comencemos a orar por el nuevo sucesor de san Pedro que, como enviado de Dios, ha de venir a fortalecernos en la fe. ¡El Señor les bendiga! + Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero Arzobispo de San Luis Potosí
Nuestra historia
San Martín de Tours
Vida y obra de san Martín llamado también san Martín Caballero Por Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortíz
N
ació en Hungría en la actual Szombathely hacía el año 316. Recibió su educación en Pavía, Italia, y aunque se sentía inclinado por la religión, su padre que era tribuno militar, lo hizo entrar en la guardia imperial romana a la edad de 15 años, en la que sirvió a caballo, primero en Italia y luego en Galia (hoy Francia); de allí le vino el apodo de “Caballero”. La leyenda más famosa que se cuenta del santo es: que, cuando contaba con 21 años, un frío día de invierno entraba la tropa romana a la ciudad de Amiens, Francia, y Martín encuentra cerca de la puerta de la ciudad a un mendigo tiritando de frío, a quien da la mitad de su capa, pues la otra mitad pertenece al ejército romano. En la noche siguiente, Cristo se le aparece vestido con la media capa para agradecerle su gesto, diciéndole: “Hoy me cubriste con tu manto”. Martín decide entonces dejar el ejército romano y servir a Dios, lo cual no puede hacer de inmediato, al negarle su licencia de retiro el emperador, el César Juliano. Cuando las legiones romanas se alistaban para entrar en combate contra los invasores bárbaros, Juliano pasaba delante de las legiones alineadas en perfecto orden, dando un incentivo económico a cada soldado. Aproximándose a Juliano, Martín le dijo: “Hasta ahora, César, he luchado por ti; permite que ahora luche por Dios. El que tenga intención de continuar siendo soldado que acepte tu donativo; yo soy soldado de Cristo, no me es lícito seguir en el ejército”. Juliano no permitía entre sus tropas ni la deserción ni la disensión. Lo podría mandar a ejecutar, pero Martín era apreciado por los soldados y hacerlo bajaría la moral y ocasionaría descontento en la tropa en la víspera de la batalla, por lo que prefirió desacreditar a Martín diciéndole con voz potente: “Los bárbaros nos atacarán mañana y hemos de responder con contundencia, la seguridad del Imperio peligra. Tu actitud, querido Martín, parece que está más motivada por el miedo que por tus convicciones religiosas. Dices ser cristiano, es decir, cobarde. Tienes miedo de enfrentarte al enemigo”. Lleno del Espíritu de Dios, Martín respondió: “Mañana, al amanecer, cuando sitúes tus legiones en orden de combate, déjame en primera línea, sin armas, sin escudo y sin casco y me internaré tranquilo en las filas enemigas. Así te probaré mi valor y mi fidelidad y te demostraré que el miedo que tengo no es a morir sino a derramar la sangre de otros hombres”. Así se acordó. Increíblemente, por la mañana los bárbaros pidieron la paz y se rindieron. Las crónicas oficiales anotaron que los bárbaros no se atrevieron a enfrentarse a la pericia militar de Juliano. Pero algunos legionarios afirmaron que lo que realmente les espantó fue el haber sabido, gracias a sus espías, que los romanos estaban tan seguros de la victoria que había soldados que acudirían al combate sin armas. Juliano no tuvo más remedio que permitirle a Martín dejar la vida militar. Inmediatamente después, Martín se bautiza y se une a los discípulos de san Hilario en la ciudad de Poitiers. Al cabo de unos años se retiró a
una pequeña isla cerca de Génova, llevando una vida de silencio, oración, estudio de las Sagradas Escrituras, meditación y austeridad, como ermitaño. Pero san Hilario le pidió que regresara a Poitiers y allí san Martín fundó el primer monasterio que hubo en Francia, en la localidad de Ligugé. Un día fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, pero Martín, por humildad, se escapó y se ocultó en un escondrijo, pero fue delatado por el ruido de un ganso que no paraba de dar graznidos. Allí lo encontraron y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar. Por eso en algunas estampas se representa un ganso al lado del santo. Así, en el año 370 es consagrado obispo de Tours (Francia). Uno de sus primeros actos fue fundar otro monasterio, el de Marmoutiers, que rápidamente contó con 80 monjes. Durante su ministerio en Tours luchó contra el paganismo, la adoración a falsos ídolos y contribuyó especialmente en la divulgación de la fe cristiana, aunque esto no siempre le fue fácil. Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia. Dice san Sulpicio, su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos. En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inago-table con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían seguir viviendo con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra san Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar: “Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?”. Martín supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: “¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?”. En respuesta, el santo mira hacia el cielo y ora: “Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar”. Pero Dios decidió que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra. Falleció en Candes, Francia, en el año 397, a la edad de 81. Es patrono de los soldados, tejedores y fabricantes textiles. Patrono de Francia, de Hungría y de las ciudades de Utrecht en Holanda y Buenos Aires, Argentina, entre muchas otras. En México es muy difundida su devoción por los comerciantes a quienes le encomiendan su local o negocio. Su festividad se sitúa el 11 de noviembre coincidiendo con la fiesta de la matanza del cerdo muy extendida en España, de ello viene la expresión: “a Cada cerdo se le llega su san Martín”.
Nos falta soledad
L
Por Pbro. Lic. Salvador González Vásquez
a vida cristiana necesita de “entrenamiento” espiritual, así lo expresa Benedicto XVI en sus homilías a propósito de la cuaresma. Y es que si el hombre no esta adiestrado para la pelea, corre el riesgo de perder en el combate. La vida misma es un campo de batalla, en cualquier momento podemos ser vencidos. Y para que esto no suceda, necesitamos entrenarnos para salir victoriosos en el combate de la vida. Un buen adiestramiento contra el mal, es buscar la soledad, es decir, hay que dejarnos impulsar por el espíritu al desierto. Es necesario introducirnos en el silencio, para quedarnos solos de ruidos humanos e interferencias que distorsionan la voz de Dios. El espíritu nos impulsa hacia la soledad, así como impulsó a Jesús hacia el desierto, nosotros también necesitamos horas de silencio. Es necesario encontrarnos solos de los demás para dejarnos acompañar de Dios. Decía Ortega y Gasset que: “el hombre en sociedad es convencionalidad, y en soledad es su verdad”. Las personas pierden personalidad cuando adoptan posturas y modos de pensamiento impuestos por la sociedad, es decir cuando solamente hacen lo que la sociedad ha convenido. Pero cuando el hombre entra en el misterio de la soledad, ahí encuentra la verdad, porque se mira así mismo, no tiene que fingir lo que no es. Aunque no debemos olvidar que la soledad no fue hecha para el hombre, es decir, no podemos vivir sin los demás; pero es necesario dejar un momento de vivir en los demás, para adentrarnos en el desierto y vivir en Dios. La soledad absoluta nunca será buena para el hombre, en Génesis dijo Dios: “No es bueno que el hombre este solo”. Porque en la soledad también el enemigo puede atraparnos, como intento hacerlo con Jesús. La necesaria soledad es la que nos lleva hacia el desierto, donde nos despojamos de tantos convencionalismos humanos y dejamos que nos cautive el Señor. No es buena la soledad absoluta; es fundamental la soledad para sentirse acompañado de Dios. Hay que buscar el desierto para dejar que Dios nos hable en lo personal. En esta cuaresma se necesita “entrenamiento” espiritual, para que no caigamos en tentación. Hay que buscar la soledad para encontrarnos acompañados por Dios, para que con él podemos estar bien adiestrados para vencer en el combate de la vida.
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De los contreras y otros grillos
Por P. Kino
A
l mencionar la palabra “contreras” no me refiero al apellido, sino al modo de proceder de estas personas.
El señor contreras criticó al Papa Juan Pablo II, pues desde su criterio, debió haber renunciado por la salud deteriorada y por el bien de la Iglesia. Y ahora dice que Benedicto no debió renunciar pues su cargo es “vitalicio” y debió imitar a Juan Pablo II… ¿quién lo entiende? La señora contreras en una ocasión vio a unas religiosas con un “camionetón”, y no se detuvo para decir que si así cómo viven la pobreza viven los otros dos votos, entonces ella debió ser monja. Pero no pasó ni una semana y vio a unas hermanas con un carrito más modesto y ahora cuestiona el por qué no compran un carro mejor, pues total es de la comunidad y para evangelizar… ¿Quién la entiende? Los señores contreras, vieron vestidos a unos sacerdotes con alza cuello y entre ellos dijeron que “que alzaditos”, que así hasta las personas se les retiran porque parecen tan formales que dan miedo acercarse. Pero en su recorrido por nuestras calles potosinas vieron a un sacerdote más light al vestir, (tal vez con la playera de las archimegasuperhipeultra poderosas chivas) y rápido sacaron sus lenguas de víboras (con todo respeto para las víboras), para decir que todo parecía menos sacerdote… ¿Quién les entiende? En síntesis, si tú dices hace frío, ellos dicen hace calor; si tú dices estuvo bien el partido de futbol o la novela, ellos dirán que no tanto; si tú dices que este artículo estuvo bueno, ellos dirán lo contrario… Lector de La Red, hay contreras en cada sociedad. Jesús ya nos habría advertido de las dificultades de extender su Evangelio, y aunque no mencionó la palabra “contreras”, sabemos que existen y están entre nosotros. La palabra “anticristo” quiere decir, en contra de Cristo. En una palabra, al anticristo lo podemos llamar contreras. El Papa dice algo y lo ataca; el obispo dice algo y lo cuestiona sin caridad; hasta es capaz el anticristo contreras de estar en contra de los mandamientos de la Iglesia, por ejemplo de ir a misa los domingos, pues él dice que va cuando le nace. Cuestiona la confesión sacramental, pues asegura que él se confiesa con Dios. Quiere salvarse y cree que con “persinadas” alcanzará la visión beatifica. Finalmente, el Cristiano contreras nunca lo va a aceptar, y alegará sin ni siquiera estudiar el catecismo… Y tu querido lector ¿eres contreras?
La renuncia del Papa desde el derecho canónico Por Pbro. Lic. Héctor Colunga colunga46561@hotmail.com
Muy estimados lectores: Desde los inicios de la Iglesia, los sucesores de san Pedro en Roma, ejercieron el poder que el Señor les había dado al concederles las llaves del Reino de los Cielos y el poder de atar y desatar en la tierra. En la historia de la Iglesia, encontramos buenos y santos Papas y algunos antipapas; también sabemos que algunos han renunciado; el último pontífice que lo hizo fue el Papa Gregorio XII, el 4 de julio de 1415. Los cardenales reunidos le aceptaron la renuncia y lo nombraron obispo de Porto y legado perpetuo en Ancona. Esto nos da a entender que no es nuevo que un Santo Padre renuncie a su Pontificado, aunque sí lo es para esta era. El pasado lunes 11 de febrero del presente año, el mundo entero se asombró de la renuncia del Papa Benedicto XVI y no faltaron las especulaciones; pero queda claro que su avanzada edad y su “falta de fuerza”, le impidieron continuar con tan grande responsabilidad. ¿Puede un Papa renunciar? El canon 332 §2, dice: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”. El Papa formalmente anunció ante los Cardenales que convocó, la renuncia a su ministerio a partir del 28 de febrero del 2013. El canon 187 dice: “El que se halla en su sano juicio puede, con causa justa, renunciar a un oficio eclesiástico”. Así que el Papa haciendo uso de su libertad y lo establecido por el Código de Derecho Canónico, nos dio esta inesperada noticia. Pidamos por él y le agradecemos todo lo que hizo en la Iglesia en sus ocho años de Pontificado. Hasta la próxima semana.
Hagámonos de palabras
Recorrido por los temas tratados en los diferentes Sínodos de los Obispos Por Pbro. José Antonio Martínez Ortiz
(Segunda parte)
¡También los domingos...! eso sí es tener devoción
T
Por Luis Ricardo Guerrero Romero gromeroluisricardo@gmail.com
2) En asamblea general extraordinaria, cuando la materia a tratar, a pesar de referirse al bien de la Iglesia Universal, exija una rápida defi-nición; Las Asambleas Generales Extraordinarias:
erminé de ver unos videos de poca monta, creí conveniente que antes de nada debería de escribir. No sabía realmente qué, sabía que escribir es una pasión, un acto de entrega a las letras. Entonces supuse que es mi devoción pero tal vez no, pues aunque me fascina, no mataría por hacerlo. En la Biblia, la palabra devoción no se menciona, sólo una vez es indicada como: “Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un DEVOTO soldado de los que le asistían” (Hechos 10,7).
3) En asamblea especial, cuando la materia de mayor importancia se refiera al bien de la Iglesia, en relación a una o más regiones particulares. Asambleas Especiales:
En otras versiones se cambia devoto por piadoso. −Sus razones han de tener. La devotio, devoción, según la antiquísima costumbre romana, es la muerte voluntaria, dotada de un aire altruista, una manera insuperable para darse al Estado Romano. No es un suicidio, no es eutanasia, es una ofrenda, una ofrenda de sí. En el octavo libro de historia de Roma escrito por Livio, se describe la Devotio de Públio Decio Mus quien al sacrificar-se, pidió a los dioses el favor para que, sobre él cayeran las desgracias y su pueblo se salvara de los contrincantes latinos. La devotio, conlleva un votum, (voto), que es proferido a los dioses, con la finalidad única de que al pueblo regrese la pax deorum. La devotio, es literalmente una díada de significado; el sacrificio y la imprecación, consagrarse a una idea o ser, pero esta consagración bendice a los míos maldiciendo a los que no forman parte de mí.
E
n esta segunda parte del recorrido histórico, veremos los diferentes temas de los otros dos tipos de asambleas:
El ejemplo es la devotio de Decio, que al consagrase bendició a su pueblo pero a su vez, maldijo a los latinos. La devoción hoy es reinterpretada, como la acción de cumplir todo cuanto sea posible para el agrado de Dios, pero no deja de ser un acto de la más pura voluntad; asimismo es la tendencia a realizar con ahínco una actividad o vencerse a alguien. En la religión hindú existe el bhakta (devoto) y el bhakti-rasa, (la delicia en la práctica religiosa), que bajo principios védicos desprenden al bhakta a un nivel espiritual anhelado.
Los libros y sus autores
El deseo de las colinas eternas El mundo antes y después de Jesús Thomas Cahill
Barcelona, Verticales de bolsillo, 2007, 313 págs. Por Mtro. Luis Marino Moreno F.
C
on la sencillez, el rigor histórico y la vitalidad que caracterizan sus obras anteriores y les hacen a la vez interesantes y entretenidas en El deseo de las colinas eternas Cahill toma como figura central a Jesús de Nazareth y se acerca a él desde diversos ángulos para comprenderlo y establecer el impacto de sus enseñanzas y del primer movimiento cristiano en nuestra cultura. A partir del contexto social y político de la época, imprescin-dible para entender el movimiento cristiano, Cahill nos introduce en el escenario histórico en el que nace Jesús, en el ambiente y atmósfera en los que vive y predica, y los afectos y reacciones de quienes lo rodean para, finalmente, dar paso a una perspicaz y original interpretación del Nuevo Testamento y de cómo las ideas cristianas se fueron transmitiendo a Europa a través de los evangelistas. El retrato de Jesús que realiza Cahill evoca a una persona de carne y hueso, ingeniosa y elocuente pero a la vez dulce y afectuosa, no exenta de sentido del humor, e n s o m b re c i d a hacia el final de sus días por el inevitable drama de la crucifixión. Uno a uno nos presenta a los apóstoles y a los evangelistas, los individualiza y analiza sus diversas aproximaciones a las enseñanzas de Jesús. Dirigido a judíos y cristianos, creyentes y no creyentes, este libro es una invitación a trasladarse al mundo antiguo y a acercarse a uno de los perso-najes más influyentes que hayan existido en nuestra
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Caminos nuevos L’osservatore Romano
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a mejor y más transparente comprensión de la Iglesia de Benedito XVI sucede en el momento de máximo estupor y desconcierto de todos: cuando el Papa ha decidido dejar el pontificado y retirarse a orar. Su ponderada y libre decisión —como ocurre en todas las que abren caminos nuevos en la historia—, objeto de atención y comentarios apasionados y variados en el mundo entero, sella la coherencia entre doctrina y práctica cristiana del actual Pontífice. La Iglesia de Benedicto XVI es una Iglesia de la fe cristiana. No fe genérica ni abstracta o ideológica, sino en una persona concreta e histórica, Jesús de Nazaret, a quien se decide seguir libremente. Él permanece como la síntesis perfecta del amor de Dios por el hombre que los creyentes deben traducir en el amor real, concreto por el prójimo. Esta línea explica Ratzinger en su continuidad de pensamiento y acción: como teólogo, obispo, cardenal y Papa. Fue una sorpresa en su elección cuando, inspirándose en el padre del monaquismo en Occidente, eligió el nombre de Benedicto para relanzar la actualidad de su regla de vida centrada en el principio de que nada debe anteponerse a Cristo. Como Papa, Ratzinger siempre ha difundido y alentado esta regla como referencia primaria de cada cristiano en cualquier nivel de responsabilidad. Y a la luz de esta norma se definió inmediatamente después de la elección como un humilde trabajador en la viña del Señor. Benedicto sorprendió de nuevo con su primera encíclica dedicada al amor de Dios, considerado, con el amor al prójimo, como el distintivo de cuantos creen en el Evangelio. Muchas más han sido las sorpresas de la acción a contracorriente de este Pontífice hasta la última: salir de escena con desconcertante dignidad y naturalidad, consciente de que la barca de Pedro está guiada ante todo por el Espíritu Santo. De ser maestro de la fe ha pasado así a ser testigo de la credibilidad de las promesas de Dios al que merece dedicar la vida entera. La herencia de Benedicto XVI es grande ya ahora. Pero decantada en el tiempo se verá aún más preciosa y entendida de lo que es hasta ahora. Intentar explicarla arrojándola en medio de oscuras maniobras de las que defenderse sería perjudicar la transparencia intelectual del Papa. Igual que no percibe la alta señal de su gesto quien piensa en su renuncia como en una evasión de la responsabilidad. Los momentos difíciles de la Iglesia, que no han faltado ni siquiera en sus ocho años de pontificado, los ha afrontado y superado con plena confianza en Dios y llevando hacia la solución cuestiones antiguas recibidas en herencia.
historia.
Thomas Cahill (Nueva York 1940). Estudió Lenguas Clásicas, Filosofía y Teología Medieval. Durante su juventud se dedicó al estudio de La Biblia y pasó dos años en Jewish Theologicas Seminary of America, donde aprendió hebreo. Fue profesor universitario. Sus libros: Cómo los irlandeses salvaron la civilización, 1999; Navegando por el mar de vino, 2004, han mostrado una nueva faceta de la historia.
La renuncia de Benedicto XVI sucede en el Año de la Fe y en el cincuentenario del inicio del Concilio Vaticano II. No es una coincidencia, sino un signo de los tiempos, que el Pontífice ha leído para el bien de la Iglesia. Joseph Ratzinger como joven teólogo dio mucho a la consecución del Concilio contribuyendo a elaborar importantes textos de la histórica asamblea. A continuación se empleó de toda manera para recomponer los conflictos encendidos en torno a la interpretación del acontecimiento conciliar, planteando como Papa el camino de la reforma de la Iglesia. El Concilio no pretendió cambiar la fe cristiana, sino repensarla en un lenguaje actualizado y comprensible en el mundo de hoy. El Papa Benedicto lo ha hecho con tolerancia, sencillez y coherencia recurriendo incluso a las técnicas de comunicación más innovadoras para anunciar a Jesucristo a todos —recuérdese el Atrio de los gentiles— y en particular a las nuevas generaciones. Le ha importado mucho el futuro de la fe cristiana sobre la tierra y por esto ha creído necesario dar un paso que cambiará muchas cosas.
¡Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto!
Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez
La agonía de un pontífice Por: Pbro. Efraín Moreno Aguirre
Estimados amigos lectores de LA RED:
Siento la necesidad de compartirles la experiencia única que estamos viviendo en Roma en torno a la renuncia del papa Benedicto XVI. Son pocos los días que han pasado desde que el Santo Padre anunció el fin de su pontificado, sin embargo, han sido muy intensos y avanzan rápidamente mientras se cumple el plazo para que inicie la sede vacante y sea convocado el Cónclave que eligirá al nuevo Pontífice. Considero una bendición de Dios el poder estar cerca del sucesor del apóstol Pedro en este momento tan especial en la historia de la Iglesia. He tenido la oportunidad de percibir desde Roma la conmoción que esta noticia ha provocado para la Iglesia y las diferentes lecturas que en el mundo se hacen sobre esta inesperada decisión. El pasado miércoles de Ceniza el Papa celebró su última misa pública en la Basílica de san Pedro. Cada momento estuvo cargado de una especial sensación, como si hubiera comenzado una dolorosa agonía de este luminoso pontificado. Mientras escuchábamos las palabras del Papa pude ver muchos rostros desencajados, hundidos por la tristeza y llenos de lágrimas, comenzando por el nutrido grupo de cardenales que lo acompañaban, los sacerdotes, religiosas y miles de fieles laicos. Los aplausos no terminaban mientras el Papa dejaba la Basílica Vaticana.
“28 ... Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. 29 Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. 30 Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, 31 que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. 33 Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «¡Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Él no sabía lo que decía. 34 Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. 35 Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». 36 Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto” (Lc 9, 28b-36). La transfiguración de Jesús es un evento narrado por los tres Evangelios Sinópticos y, además, se hace referencia a la misma en la segunda carta del Apóstol San Pedro (2Pe 1,16-18). La función que tiene dicho relato, en el contexto del Evangelio de san Lucas, parece ser doble. Por un lado, es una respuesta a la pregunta sobre la identidad de Jesús, dramatizada en la interrogante de Herodes: ¿quién es éste? (Lc 9,9). Así, la historia da una triple respuesta: Jesús es el Hijo de Dios, es el elegido, es a quien se debe escuchar. Y, por otro lado, también sirve de introducción al “éxodo” o partida de Jesús que culminará en su asunción (cf. Lc 9, 31.51). La función que tiene el bautismo como introducción al ministerio de Jesús en Galilea, la tiene ahora la transfiguración para solemnizar el inicio del gran viaje de Jesús a Jerusalén, viaje que es calificado como un éxodo, el cual tiene un objetivo concreto: su asunción o glorificación. Este término de “Asunción” es propio de san Lucas (hemos de notar que de alguna manera equivale al concepto teológico de “ascensión”) y lo emplea para expresar la culminación del periodo histórico de Jesús. El éxodo sirve para evocar la salida de Israel del país de Egipto hacia la tierra prometida, la tierra del destino. Ahora, Jesús parte de Galilea hacia la ciudad del destino: Jerusalén.
Además de la función significativa que tiene esta historia en el contexto del Evangelio, y que no es la misma en los otros Evangelios Sinópticos, hay otros elementos dentro de la historia que son distintivos de este evangelio: En primer lugar, el tema de la conversación de Jesús con Moisés y Elías, que en los otros evangelios queda en el misterio, san Lucas revela el tema de al conversación di-ciendo hablaban del “Éxodo” que estaba por cumplirse en Nazareth. Segundo, un concepto propio de san Lucas, al relatar la transfiguración, es que los di-scípulos vieron su gloria. La gloria de Jesús es propia de su estatus como resucitado (Lc 24,26). Los tres privilegiados, Pedro, Juan y Santiago ven su gloria (9,32), es decir, ven un aspecto que los otros no logran (detalle exclusivamente lucano), Jesús les muestra la realidad de su filiación divina, un experiencia paralela a la de su resurrección (24,26). Tercero, Moisés y Elías aparecen con Jesús en gloria, pero lo dejan solo, es decir, aparecen únicamente haciendo contraste con Jesús. Ellos representan al Israel antiguo, ahora desaparecen puesto que la voz celestial invita escuchar a Jesús, no a ellos. Jesús mismo será quien reinterprete el mensaje de la ley y los profetas en el pasaje de Emaús.
Al día siguiente, como ya es costumbre desde hace varios años, el Papa se encontró con el clero de Roma. En esta ocasión nos reunimos en el aula Pablo VI más de tres mil sacerdotes. Nuevamente los interminables aplausos al Pontífice en reconocimiento a su gran tarea realizada en bien de la Iglesia. Allí el Papa nos habló de su experiencia en el Concilio Vaticano II. De una manera muy natural, sin hojas en las manos, sin un discurso ya definido, en diálogo coloquial y hasta lleno del sentido del humor, nos dio una verdadera cátedra de teología entretejiendo los principales temas del Concilio. El domingo 17 de febrero la plaza de san Pedro reunió a más de cien mil personas para rezar el angelus y escuchar por breves minutos las palabras de Benedicto XVI. Por la tarde el papa comenzó los ejercicios espirituales de cuaresma con los miembros de la curia romana. Seguramente que éste será también un momento muy particular que ahora con él comparten quienes han sido sus colaboradores más directos. Por cierto, los sacerdotes mexicanos que estamos estudiando en Roma ya nos estamos preparando para llevar al Papa, el próximo domingo a la plaza de san Pedro, el canto y el mariachi de México. Un día antes de que termine el pontificado se espera una magna concentración de fieles en la plaza de san Pedro para participar en la última audiencia pública del Papa y de esta manera despedirlo definitivamente. Sabemos que el jueves 28 será trasladado a la residencia de Castelgandolfo y ahí, antes de las ocho de la noche, ofrecerá un último mensaje e impartirá su bendición apostólica. Efectivamente, el Papa vive una dolorosa agonía. Digo “dolorosa” porque no le habrá sido nada fácil romper los esquemas para abrir a la Iglesia a una nueva manera de concebir el papado. Se ocultará para el mundo, teniendo como principal oficio orar por la Iglesia a la que él tanto ha amado y por el bien de la cual él ha decidido renunciar. Mucho pudiéramos comentar. Lo cierto es que la grandeza de esta renuncia radica en la santidad de vida de un Pontífice sabio y humilde, que por ahora agoniza, pero que siempre vivirá en la memoria de la Iglesia. Permítanme continuar transmitiéndoles en los próximos días, aunque sea de una manera simple, la experiencia de estos acontecimientos, pues considero que ninguno deberá quedar al margen en la vivencia de este momento memorable para la vida de la Iglesia.
50 Aniversario Sacerdotal del padre José Cruz Nicasio Torres Gracias por entregar su vida plenamente a Dios y a su Iglesia
Por LCC Angélica Maldonado Morales
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l pasado lunes 4 de febrero del 2013, el padre José Cruz Nicasio Torres, festejó su 50 aniversario sacerdotal con una solemne concelebración Eucarística en la que se vio acompañado de nuestro arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero, así como de nuestros dos arzobispos eméritos, monseñor Luis Morales Reyes y monseñor Arturo Antonio Szymanski Ramírez y por el obispo de la diócesis de Matehuala, monseñor Lucas Martínez Lara. El Padre José Cruz, invitó al Vicario General de la arquidiócesis potosina, monseñor Antonio Torres He-rrera, a predicarle en este día tan especial e inolvidable para él, pero le pidió que únicamente hablara acerca del sacerdocio y no de él, por lo que comenzó su homilía diciendo “Tu eres sacerdote para toda la eternidad”, basado en la cita de san Pablo a los Hebreos 7,17”. “¿Qué implica para nosotros haber sido elegidos por el Señor Jesús para convertirnos en signos de Él?
Implica ser profetas, sacerotes y pastores. El Vicario General recordó cómo es que hace 50 años en la cantamisa del padre José Cruz también dirigió la homilía y cómo se han apreciado desde que eran compañeros en el Seminario Menor. “Ser sacerdote hoy implica una vocación profética y ser profeta hoy es estar cerca de los que sufren y convertirnos en una esperanza para ellos. No somos anunciadores de desaliento ni de desventuras ni de amenazas. Nuestro objetivo diocesano es muy claro: “Fortalecer un proceso gradual y permanente de evangelización, para que con alegría y entrega generosa, comuniquemos vida y esperanza al pueblo potosino”. “Esto exige de nosotros los Sacerdotes una vida coherente de disponibilidad, de servicio, como sacrificio de redención. El día de nuestra Ordenación Él nos asoció a su Pasión por eso los sacerdotes hemos de configurar nuestra vida con el Misterio de la Cruz de Cristo”.
XXV Aniversario de las hermanas carmelitas teresas de san José Por LCC Angélica Maldonado Morales
25 años de fecundidad carismática en nuestra arquidiócesis
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on una solemne Concelebración Eucarística celebrada en la Parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación de la colonia El Paseo, la cual fue presidida por nuestro Arzobispo, don Jesús Carlos Cabrero Romero, las hermanas carmelitas teresas de san José, dieron gracias a Dios por sus 25 años al servicio de nuestra Iglesia Potosina. Varios sacerdotes acompañaron a nuestro pastor a concelebrar el pasado sábado 9 de febrero de 2013, sin duda, una fecha inolvidable para las hermanas carmelitas teresas de san José, quienes han prestado sus servicios abarcando la pastoral en varias de sus dimensiones, además de contribuir en gran medida en la formación cristiana en algunos colegios de San Luis Potosí. En la Misa de Acción de Gracias por los 25 años consecutivos de arduas tareas apostólicas, las cuales son de reconocerse y admirarse, las hermanas fueron felicitadas por nuestro señor arzobispo, quien además les agradeció todo el bien hecho en la arquidiócesis potosina.
Yo CREO...y vivo mi FE
Gran jornada de evangelización
en san Juan de Dios
“Renovemos nuestra fe y sanemos nuestras heridas” Por LCC Angélica Maldonado Morales
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el 24 al 27 de enero del 2013 se llevó a cabo en el Templo de San Juan de Dios, la Gran Jornada de Evangelización bajo el lema: “Renovando nuestra fe y sanando nuestras heridas”, la cual consistió en conciertos eucarísticos, retiro espiri-tual, celebraciones eucarísticas, alabanzas y adoración al Santísimo Sa-cramento. Dicha Jornada cerró con la solemne concelebración eucarística que presidió nuestro pastor, monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero, quien fue invitado por monseñor Sebastián Zárate Guzmán, para que emitiera su mensaje de fe, paz, esperanza y sobre todo de amor a los asistentes, quienes llenos de júbilo y amor al Santísimo Sacramento escucharon atentos su exhor-tación a vivir una vida renovada en Cristo Jesús. En su homilía, don Carlos afirmó enfático: “Renueven su Fe en Cristo Jesús, para que puedan vivir una
Una renuncia por amor Por P. Memo Gil
M realidad nueva, con un espíritu nuevo y actitud nueva, porque es urgente que manifestemos una fe renovada que nos impulse a trabajar por Cristo y que nos dé una identidad”. “Crean en ese Cristo que sonríe, acoge, perdona, atiende, abraza, ama, perdona y así podamos vivir una santidad alegre, de amor, de paz y bien. Todos somos hijos de Dios y estamos llamados a la Santidad, no a provocar odio, envidias o división”. “Los exhorto a no juzgar a simple vista a los demás, sino tratando de comprender las actitudes de nuestros hermanos, que tal vez sufren, lloran su adversidad, pasan por momentos muy dífiles, o a traviesan por momentos complejos o situaciones que no tienen fácil solución”.
e ocuparé de comentar la noticia de la renuncia del Papa porque creo que tiene mucho que ver precisamente con nuestra fe. Ha sido una noticia que muy rápido llegó a todos, pero que por desgracia no todos han interpretado como debe de ser. Y encontré por ahí una carta que alguien comentó y me pareció muy interesante. Así que les comparto algunos puntos que me hicieron pensar y los reflexiono desde mi punto de vista. Nos hace ver el autor de ésta carta, un joven de 23 años, que el Papa Benedicto es alguien que ha sabido renunciar toda su vida. Así de sencillo, así de claro y así de fuerte. El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para lle-narla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a estar simplemente jubilado. Renunció a disfrutar su país. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban. Esto nos lleva a ver cómo el Papa ha sido un hombre apegado a la renuncia. Y, nos sigue diciendo el joven que al parecer escribió esto, que ahora nos lo vuelve a demostrar. “Un Papa que renuncia a su pontificado, es porque sabe que la Iglesia no está en sus manos, sino en las de Alguien superior. Ése actuar es de un Papa sabio. Nadie es más grande que la Iglesia. Ni el Papa, ni sus sacerdotes, ni sus laicos, ni los casos de abuso sexual. Nadie es más que ella. Por eso, ser Papa a estas alturas del mundo, es un acto de heroísmo (de esos que se hacen a diario y nadie nota). Recordemos la historia del primer Papa. Pedro, un pescador. ¿Cómo murió? Si, en una cruz, crucificado igual que a su maestro, pero de cabeza. Hoy en día, Benedicto XVI se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación, crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos católicos. Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede calumniar, a esos de los que se les puede acusar, y no responde. Y cuando responde, lo único que hace es pedir perdón: “Pido perdón por mis defectos”, señaló al leer su renuncia. Ni más, ni menos. ¡Qué pantalones! ¡Qué clase de ser humano! Y es una renuncia que él fundamenta en el gran amor que tiene por la Iglesia. Ésa es la lección para todos nosotros”. enfatiza el joven. Desde mi punto de vista, es claro, que el Papa renuncia desde lo que más quiere, precisamente porque sabe cómo lo quiere. Y quiere lo mejor para eso que ama tanto. Por eso, dice la carta que reflexionamos, que sin duda, vivimos en un mundo que lo va a extrañar. En un mundo que no ha leído sus libros, ni sus encíclicas, pero que por mucho tiempo recordará cómo, con un simple gesto de humildad, un hombre fue Papa, y cuando vio que su capacidad para realizar plenamente su trabajo disminuía, decidió apartarse por amor a su Iglesia. Entonces con todo esto, debemos decirle al Papa Benedicto XVI, muchas gracias por darnos una hermosa lección de humildad. Que debe ser la oportunidad de ayudarnos a saber apegarnos menos a cargos y cosas materiales. Y, a propósito, como estamos en Cuaresma… ¿A qué somos capaces de renunciar?
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FEBRERO 24 DE 2013
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Festín de palabras
ucede en un relato de Rad Bradbury (1920-2012), el famoso escritor de ciencia ficción. Un hombre confiesa en rueda de prensa haber inventado una máquina del tiempo (a la que ha puesto el extraño nombre de Convector Toynbee) desde la cual ha podido atisbar ciertas cosas del futuro. «Ah, ¿y qué es lo que ha visto usted, precisamente?», le preguntan ansiosos los reporteros. Y el visionario, adoptando una pose de indiscutible superioridad, les responde así: «El futuro es nuestro. Reedificamos las ciudades, reconstruimos los pueblos, saneamos los lagos y los ríos, purificamos el aire, salvamos los delfines, aumentamos el número de las ballenas, detuvimos las guerras, curamos el cáncer y derrotamos a la muerte. Lo conseguimos. Gracias a Dios, lo conseguimos. El futuro es brillante. ¡Que se alcen las bellas espiras!». Los que escuchaban en sus casas aquellas declaraciones a través de la radio o de la televisión se frotaban las manos en señal de regocijo. «¡Así que todas estas cosas bellas nos depara el futuro!», gemía el mundo entero desde sus asientos. Una oleada de felicidad recorrió el planeta de Norte a Sur y de Este a Oeste; los dedos se posaban sobre los controles remotos con precaución para impedir que movimientos de mano demasiado bruscos los privaran de aquel suculento festín de palabras. Pero cuando los reporteros habían guardado sus cámaras en sus estuches, se habían ido y no lo escuchaba más que el único periodista que le había inspirado alguna confianza, el visionario dejó de sonreír. La mueca de satisfacción desapareció de su rostro para dar lugar a un gesto de dolor. «¡Pamplinas! –dijo al reportero en alta voz, confiándole su secreto-. No es verdad que yo haya viajado por el tiempo. ¿Cómo podría hacerlo? El Convector Toynbee es sólo una alucinación mía fruto de la lectura de un libro de H.G. Wells. Pero si he dicho lo que dije, ha sido por una razón: en todos lados veía y olía la duda. En todos lados aprendía lo que era la destrucción. En todos lados había desesperanza, cinismo, escepticismo o nihilismo. La realidad económica era un infierno y el mundo una letrina. El estado de ánimo habitual era la melancolía. La gente se acostaba a las once de
la noche con malas noticias, para levantarse a las siete a enfrentar noticias peores»... ¿Así que nada de aquello era verdad? ¡Claro, ya se veía! El hombre había hablado del futuro como se habla de una manzana que cae de un árbol cuando está madura, como una gota de agua que se desprende de la nube, y el futuro no cae ni se desprende: se construye, se proyecta; es una tarea más que un don. El periodista sintió unas ganas enormes de ahorcar a aquel hombre que no sólo roto su esperanza, sino también las ilusiones de millones de hombres y mujeres que esa noche dormirían tranquilos, sí, pero engañados. No obstante, en vez de ahorcarlo prefirió marcharse en silencio. En el camino, mientras regresaba a las oficinas del diario para el que trabajaba, sintió que la mochila le pesaba más que antes sobre sus espaldas. Había cometido el error de haber creído. Sí, el error de haber creído. Porque de nada sirve decir que en el siglo XXI no habrá guerras si al mismo tiempo no cultivamos las actitudes que hacen posible la paz; de nada sirve prometer que venceremos la muerte si no tomamos en serio el mandamiento que dice: «¡No matarás!» (Éxodo 20,13).
Tenía razón Simone de Beauvoir (1908-1986) cuando escribió al principio de Pirrus et Cineas, uno de sus ensayos más breves y bellos: «Lo que se edifica sin mí, no es mío. Es mío sólo aquello en lo que reconozco mi ser, y no puedo reconocerlo sino allí donde éste se halla comprometido... Cuando los discípulos le preguntaron a Cristo: “¿Quién es mi prójimo?”, Cristo no respondió con una enumeración, sino contando la historia del buen samaritano. El prójimo del hombre abandonado en el camino fue el que lo cubrió con su manto y corrió en su ayuda. No se es prójimo de nadie, se hace uno prójimo mediante un acto... Soy prójimo en la medida en que me hago prójimo, así como este jardín es mío sólo en la medida en que lo cultivo». El prójimo no es todavía mi prójimo sino hasta cuando hago míos sus padecimientos. «Aquel niño no es mi hermano –sigue diciendo la novelista filósofa-, pero si lloro por sus desgracias ya no es para mí un extraño. Son mis lágrimas las que deciden. Nada se decide sin mí. Los chinos son mis hermanos desde el momento en que lloro por sus desgracias». ¿Me dices que en el futuro ya no habrá hambre? Dime, mejor, que podría no haberla y te creería. Pero mientras haya quien acapare la comida, la concentre en sus bodegas
y deje morir a los que no puedan pagársela, hambre seguirá habiendo hasta el final de los tiempos. ¿Me dices, asimismo, que no habrá más guerras? No lo creeré sino hasta que me digas también que por un acuerdo tácito, universal, los hombres han decidido, por fin, poner en práctica aquello que dice: «Amen a sus enemigos, oren por aquellos que los odian y difaman» (Mateo 5, 44). Si me dijeras esto, entonces tu pronóstico sería creíble. El adivino y la astróloga podrán augurarnos el futuro más feliz o más prometedor, pero lo harán únicamente para darnos ánimos y ganarse unos pesos. Podrán, incluso, decirnos lo que quieran, pero se equivocarán siempre, pues el futuro no está allí como un texto misterioso que hay que descifrar, sino como un libro que es preciso escribir. El futuro es nuestro sólo si cultivamos. Nada se decide sin nosotros. Una vez, en el interior de la Catedral de Hipona, resonaron estas palabras dichas por San Agustín, obispo por entonces de aquel lugar:
«Como son los hombres, así son los tiempos». El futuro será bueno sólo si nosotros lo somos también.
Verdades universales contenidas en las diecinueve tragedias de Eurípides
(Cuarta parte)
Por Mtro. José Ricardo García López
LAS FENICIAS
ORESTES
EFIGENIA EN AULIS
Lo que el pueblo comprende es lo que más busca. ( p. 337 Introducción a esta tragedia).
¡Ah, índole natural, qué gran mal eres en los hombres y salvación para en los bien dotados! (p.417)
Mujeril es hacer de todo crítica: oye un dicho dudoso, y lo repite luego, pero lo aumenta. ¿Qué habrá jamás bien dicho de una mujer para la otra? (p.384)
Cuando yo lo vea perdido en el frenesí de su delirio. (p.417)
¡Qué feliz es el hombre que pasa su vida sin honores ni gloria! ¡Que desdichado aquél que logra sólo nutrir envidias! Los hombres son siempre censores y jueces y varían en sus juicios como locos. (p.449)
Entre amigos es común el gozar y el sufrir. (p.384) No pude yo encender la ritual antorcha que usan las madres para la boda de sus hijos, cuando son madres felices. (p.385) ¡Tremendo a las mujeres es el dolor del alumbramiento y el amor a los hijos es como la esencia del sexo femenino! (p.386) ¿Hay, madre, hay peor mal que la contienda entre los de la misma sangre, que el rencor ha dividido? Y la necesidad de tolerar la estulticia de los que go-biernan. (p.386) ¡Sé feliz, madre, siempre! ¡Si a desdichada llegas, no hay amigos para ti! (p.386) ¡Lo más amado para los mortales es la patria: bien lo comprendo ya! (p.386) ¡Calma, calma! Ir de prisa vulnera la justicia: palabras que en pausado reposo se pronuncian suelen ser las más sabias. (p.387). Cuando encendido en ira un ser amado encuentra a otro ser amado, si en sus ojos fija la mirada, ya no piensa sino en él y va olvidando los errores del pasado. (p.387) ¿Quieres pasar afanes sin cuento. Amontonando bienes en tu casa? ¿Y qué es esa abundancia? ¡No tiene más que el nombre! Para los verdaderos sabios lo necesario basta. No en propiedad poseen las cosas los mortales: teniendo lo que es de los dioses, sólo las administramos. Cuando a ellos les parece, nos las quitan de nuevo. ¡Prosperidad no dura: es efímera! (p.388) Para todos los hombres la vida de los hijos es lo más amado. (p.396) Si cada uno tomara a su cargo todo aquello en que puede ser útil, y si a su ciudad lo ofrendara para bien de la patria entera, menos desdichas sufrirían las ciudades y además serían felices. (p.397)
¡Sin esposo, sin hijos, una vida lastimosa voy arras-trando hace ya tanto tiempo! (p.418) ¡Dulce encanto del sueño, auxilio contra todos los dolores, cuán dulce te llegas a mí, a su debido tiempo! ¡Oh, Lete, diosa que haces olvidar los infortunios: qué sabia diosa eres, y cuán benigna para el que sufre y a ti acude! (p.418) “¡A la que dio la vida, jamás ha de tocarla la espada de un hijo!” (p.419) A quien tremendas cosas obró, tremendas penas se le deben. (p.421) Amigos, si no tienen la obra y solamente el nombre, en la desdicha de sus amigos, no son amigos. (p.422) Cuando Agamemnón cayó rindiendo su vida, herido por mi hija en su propia cabeza ¡maldita acción que aprobar no puedo! Él tenía el deber de acusarla, de exigir su castigo, de acuerdo con las reglas de la judicatura. Debía pedir justicia y expulsar a su madre de su hogar. ¡Que fama de discreto habría logrado de sus mismas desdichas! Legal y pío a un tiempo. Pero no. Él vio el delito de la madre, criminal ciertamente, y él también se convirtió en criminal. (p.422) La venganza nunca llegaba a exigir muerto por muerto. ¡Qué fuera si cada uno, por no haber matado, a morir estuviera expuesto y hubiera siempre un hombre destinado a la muerte! Jamás podré aprobar la sangrienta manera de venganza, propia de fieras. Con ella hombres y ciudades perecerían. (p.423) Mi padre me engendró: tu hija nutrió mi vida. ¡Ella sólo fue el surco que acogió la semilla que le daba otro! ¿Sin padre hay hijos? Y pensé entonces yo que el que es origen de mi vida, tenía el derecho de primacía, mucho más que aquella que solamente me había nutrido. (p.423) ¡Un hombre fiel en los infortunios vale más que la bonanza para los marinos tras la tormenta! (p.426)
¡Un día dura la vida y la anonadan males sin semejante! (p.404)
¡Marido de mujer malvada tiene que ser malvado! (p.426)
Mandato loco y loco quien lo ejecuta. (p.405). ¿Qué, no es debido cumplir los mandatos? No, si es malo el mandato e injusta la palabra que lo dice. (p.406)
La muchedumbre es algo espantoso, si son malvados los que la mueven. (p.427)
Para dos que se aman es glorioso reposar en una misma tumba. (p.406)
¡Ni osadía ni valor son propios de ese hombre! (p.434)
La vida de los hombres toda cuanta es, es vanidad y sombra. (p.430)
Id cada uno al camino que le toca. La más hermosa de las diosas, que es la Paz, siga siempre vuestros pasos, y vivid en la honra y en decoro. (p.441)
¡No hay un hombre que sea dichoso hasta finar su vida; no hay un hombre que no guste la amargura del dolor! (p.451) ¡Parlanchín eres... Un hombre listo si habla mal es malvado! (p.452) Cuando a uno le sonríe la fortuna debe amar más a sus amigos ya que puede servirles con mayor eficacia. (p.453) Y como tú hay muchos: si llegan a tener un cargo público, al principio se muestran muy afanosos y van decayendo luego. O lo hacen por el temor a lo que digan otros, o más bien porque son impotentes para hacer el bien a la ciudad que les confía misiones. (p.453) ¡Qué grato es para el hombre nacer en baja cuna! Cuando el dolor lo agobia puede llorar al menos, pude desahogar sus penas, sin restricción,.. Los de alta alcurnia, no. No puede un rey, no puede un magnate explayar sus sentimientos. Está atado por reglas, lo obligan los convencionalismos. Me es afrentoso llorar, pero es también afrentoso no llorar. (p.454) Un hombre recto siempre elige lo mejor. (p.455) La ambición y la codicia son los que destruyen el amor entre hermanos. Maldita sea tal liga entre los que se aman. (p.455) Toda esa gente dada a los agüeros es ambiciosa. (p.455) ¡No tengan las mujeres amores que trastornan y matan la justicia, ni los varones vayan en pos de fantasías. ¡El alma del que es recto sostiene el hogar y la ciudad! (p.456) Madre soy y una madre en la boda de su hija siempre está en su lugar. (p.458) Ocioso como está, es fácil para murmuraciones y dicterios. (p.462) Pregunta necia, respuesta no tiene. (p.463) En esas estancias que mi hija ocupaba y ahora quedan vacías. Vacío su cuarto, vacía su silla, vacío mi corazón. Y lloré continuamente, y mis voces irán a perderse también en el vacío. (p.464) Es dicha para un hombre conservar a sus hijos. (p.464) ¿Padre tendré la dicha de verte ya anciano, y hospedarte en mi casa, a cambio de tantas solicitudes que por mí has tenido? (p.465) ¡Los niños mismos que no han llegado al habla tienen presagios de la humana desdicha! (p.465)
Fe y politica El Papa predica en su última Misa pública sobre «Los golpes contra la unidad de la Iglesia» (www.siame.mx)
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l Papa ha oficiado su última Eucaristía pública como Sumo Pontífice en la Basílica de san Pedro, durante la celebración del Miércoles de Ceniza. Durante la ce-lebración pidió que se viva la Cuaresma superando «indivi-dualismos y rivalidades», como un «signo humilde y valioso» para los que están alejados o son indiferentes a la fe. El santo Padre ha tenido palabras para los que se escandalizan por los escándalos cometidos por otros y no están dispuestos a actuar sobre el propio corazón. El templo estaba abarrotado de fieles así como de obispos y cardenales en la que será su último acto allí. Durante la homilía, el Papa ha subrayado cómo en ocasiones «el rostro de la Iglesia se ve «desfigurado». Concretamente, se ha referido a «los golpes contra la unidad de la Iglesia y las divisiones del cuerpo eclesial». Benedicto XVI ha resaltado, por ello, «la importancia del testimonio de la fe y de la vida cristiana de cada individuo y de las comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia». Por ello, ha insistido en la necesidad de vivir la Cuaresma en una «intensa y evidente comunión eclesial», superando «indivi-dualismos y rivalidades» como «un signo humilde y valioso para aquellos que son lejanos de la fe o indiferentes». Por ello, ha remarcado que «el verdadero discípulo no sirve a sí mismo o al público, sino a su Señor, en la sencillez y en la generosidad. El testimonio es siempre más incisivo cuando se busca menos la gloria personal y se hace más consciente que la recompensa del justo es Dios mismo es Dios mismo, estar unidos a Él aquí en el camino de la fe y al término de la vida, en la paz y en la luz del encuentro cara a cara con Él por siempre». Benedicto XVI, que ha explicado –que, pese a que la tradición marca realizar esta celebración en el monte Aventino, las circunstancias hacían más propicio reunirse en la Basílica Vaticana–, ha remarcado que se reúnen alrededor de la tumba del apóstol Pedro también para «pedir su intercesión para el camino de la Iglesia en este momento particular, renovando la fe en el Pastor Supremo, Jesucristo». Igualmente, ha manifestado su agradecimiento a todos, especialmente a los fieles de la diócesis de Roma, mientras se prepara para concluir el ministerio petrino, al tiempo que ha solicitado que le recuerden en la oración. Por otra parte, el Papa ha recordado las lecturas de la Misa del miércoles de ceniza que recuerdan que los fieles «están llamados a convertir en actitudes y comportamientos concretos en esta Cuaresma». Además, ha destacado las palabras del profeta Joel: «Volver a mí con todo el corazón». Esto significa, tal y como ha comentado, volver a cada uno «desde el centro de los pensamientos y sentimientos, desde las raíces de las decisiones, elecciones y acciones con un gesto de total y radical libertad». Además, el Pontífice ha indicado que la Cuaresma, este «regreso» al Señor es «posible como gracia porque es obra de Dios y fruto de la fe que se desprende de su misericordia» y que se convierte en realidad concreta en la vida sólo cuando «la gracia del Señor penetra en el íntimo y lo sacude y dona la fuerza de rasgar el corazón». «Muchos parecen dispuestos a rasgarse las vestiduras frente a los escándalos e injusticias -naturalmente cometidos por otros- pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio corazón, sobre la propia conciencia y las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta», ha dicho Benedicto XVI.
El Concilio Vaticano II y Benedicto XVI (www.siame.mx)
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l día de hoy, de acuerdo con mis condiciones de mi edad no pude preparar un discurso grande, como era de esperar, sino más bien pensé dar una pequeña charla sobre el Concilio Vaticano II, tal como lo veo”. “Yo estaba en el 59 como profesor en la Universidad de Bonn (Alemania), me puse en contacto con el Cardenal de Colonia, el Cardenal Frings. El cardenal Siri, de Génova, me parece que en el 61, había organizado una serie de conferencias con varios cardenales de Europa y del Concilio”. “Había invitado al arzobispo de Colonia a celebrar una conferencia. El título era: ‘El Concilio y el mundo del pensamiento mo-derno’. El Cardenal me invitó –al más joven de los profesores– para escribir un proyecto, el proyecto le gustó y propuso a las personas, en Génova, ese texto que yo había escrito”. “Poco después el Papa Juan (XXIII) lo invitó a venir y el cardenal estaba lleno de miedo de haber dicho tal vez algo incorrecto, falso y se temía una reprimenda, tal vez incluso que le privaran de la púrpura. Sí, cuando su secretaria le vistió para la audiencia, dijo: ‘tal vez es la última vez que me viste así’”. “Y entró el Papa Juan, fue hacia él, lo abrazó y le dijo: ‘gracias, usted ha dicho cosas que yo quería decir, pero no había encontrado las palabras”. “Así, el cardenal sabía que estaba en el camino correcto, y me invitó a ir con él al Concilio, por primera vez como su experto personal. En noviembre del 62, creo, fui designado perito oficial del Concilio”. Benedicto XVI recordó que “así nos fuimos al Concilio, no solo con alegría, sino con entusiasmo y expectativas. Era increíble la esperanza de que todo se iba a renovar, que era en realidad un nuevo Pentecostés, una nueva era de la Iglesia, porque la Iglesia era todavía lo suficientemente fuerte en ese momento”. “Y sin embargo se pensaba que la Iglesia está pasada, pero de nuevo se sentía la esperanza de que se iba a renovar, de que la Iglesia tendría de nuevo fuerza para hoy y para el mañana. Y entendimos que la relación entre la Iglesia y la edad mo-derna desde el principio fue un poco encontrada, desde el fracaso de la Iglesia en el caso de Galileo, y se pensó en corregir este mal comienzo y encontrar de nuevo la colaboración entre la Iglesia y las mejores fuerzas del mundo, para abrir el futuro de la humanidad, para abrir un progreso real”. El Santo Padre recordó asimismo que cuando se inició el Concilio no se limitaron a votar listas preparadas sino que se quería hacer textos propios: “no fue un acto revolucionario, sino un acto de conciencia, de responsabilidad por parte de los padres conciliares”. “Se inició una fuerte actividad de comprensión mutua. Se hizo habitual durante todo el período del Consejo celebrar reuniones pequeñas”. De esta manera, se familia-rizó con las grandes figuras como el Padre Henri de Lubac, Daniélou, y Congar.
Los franceses y los alemanes, dijo el Papa, tenían muchos intereses en común, aunque con matices muy diferentes. Su primera intención parecía ser “la reforma de la liturgia, que había comenzado con Pío XII”, quien ya había reformado la Semana Santa. La segunda intención fue a la eclesiología. La tercera, la Palabra de Dios, el Apocalipsis, y luego también el ecumenismo. “Los franceses, mucho más que los alemanes todavía tenían el problema de hacer frente a la situación de las relaciones entre la Iglesia y el mundo”. Benedicto XVI recordó luego que en ese entonces había casi dos liturgias paralelas: el sacerdote con los acólitos, que celebraba la Eucaristía según el Misal, y los laicos que rezaban la Misa con sus libros de oración. El Santo Padre recordó las ideas esenciales del Concilio: el misterio pascual como centro de la existencia cristiana, y por lo tanto de la vida cristiana, como se expresa en la Pascua y el domingo es siempre el día de la Resurrección. “Es lamentable que hoy en día se ha transformado en el fin de semana el domingo, mientras que es el primer día, es el principio”. “Sólo una formación permanente del corazón y de la mente realmente puede crear inteligibilidad y la participación, que es más de una actividad externa, que es una combinación de la persona, de mi ser en comunión con la Iglesia y así en comunión con Cristo”, explicó el Papa. El Pontífice dijo además que en aquellos años creció la conciencia de que “la Iglesia no es una organización, algo estructural, legal, institucional, sino que también se trata de un organismo, una realidad viva, que entra en mi alma, para que yo mismo, con mi propia alma creyente, sea elemento de construcción de la Iglesia como tal”. La palabra “colegialidad” se usó “para expresar que los obispos, juntos, son la continuación de los Doce Apóstoles del cuerpo. Y así, sólo el cuerpo de los obispos, el colegio es la continuación del cuerpo de los Doce”. “Pareció a muchos como una lucha por el poder, y tal vez alguien pensaba en el poder, pero en el fondo no era el poder, sino la complementariedad de los factores y la integridad del cuerpo de la Iglesia con los obispos, sucesores de los Apóstoles como portadores, y cada uno de ellos es la columna vertebral de la Iglesia junto con este gran cuerpo”. Finalmente el Papa afirmó que “filológicamente en el Concilio aún no está totalmente maduro, pero es resultado del Concilio que el concepto de comunión se vuelve cada vez más una expresión del sentido de la Iglesia, de la comunión en diferentes tamaños, la comunión con el Dios Trino, quien es una comunión entre el Padre, el Hijo y Espíritu Santo, la comunión sacramental, comunión concreta en el episcopado y en la vida de la Iglesia”.
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Jesús y los demonios de muerte
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llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: “¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes”. Es que Él le había dicho: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”. Y le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Le contesta: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: “Envíanos a los puercos para que entremos en ellos”. Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: “Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti”. Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados (Mc 5, 1-20).
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ra un hombre triste, que llo-raba, que moría. Se trata de un hombre que sufre, que ha dejado su casa, a sus seres amados, dejó sus bienes, dejó su vida, sus amores, sus ilusiones, su trabajo; dejó la vida entera a causa de la condición de endemoniado. No se sabe cuánta diferencia hay entre un endemoniado y un leproso; la ley no decía nada absolutamente de estos pobres seres humanos que perdieron su libertad. Sabemos solo que tenían una vida semejante tanto leprosos como endemoniados. Lo peor del mundo: no tener acceso a una familia, al amor y a la vida pública y religiosa. Los leprosos eran expulsados por los buenos hombres de Israel, porque eran considerados impuros; los endemoniados se alejaban por su “voluntad”, es decir, nadie los echaba fuera, ellos se iban, o eran llevados por los malos espíritus a donde no querían ir; no eran dueños de sí mismos, no estaban capacitados para existir en las sociedades humanas. No nos detendremos a averiguar qué cosa son los demonios, sabemos o interpretamos que son los que viven dominados por poderes desconocidos; yo los comparo con los enfermos mentales de nuestros días; pienso que son aquellos que sometidos por cualquier padecimiento mental (a lo que hoy podemos poner nombre: psicosis, trastorno de ansiedad, trastorno bipolar, obsesivo-compulsivo, esquizofrenia, paranoia, etc.,) estaban por lo mismo incapacitados para convivir en las sociedades humanas de la época; sin un posible tratamiento a sus males, sin esperanza. Quizá estar endemoniado significaría también estar inundado de pecados; por ejemplo María Magdalena, de quien Jesús expulsó siete demonios (Lc 8, 2), De ella nunca se dice que estuviera endemoniada o que tuviera conductas
extrañas como el hombre de Gerasa. Los evangelios presentan a los endemoniados de diversas maneras, con diferentes conductas. Sin embargo, lo que es coincidente es la curación mediante la presencia o la palabra de Jesús. San Marcos gusta de demostrar a sus lectores que Jesús tiene poder sobre los espíritus inmundos, pero sobre todo, prefiere poner en boca de esos espíritus el título de Jesús Hijo de Dios, o bien, como en este pasaje que hoy consideramos: “¿qué quieres tú conmigo, Hijo del Dios Altísimo?” San Marcos quiere ponderar efectivamente el poder de Jesús, pero más que todo, mostrarlo como el Hijo de Dios; a lo largo del evangelio encontramos este título mesiánico pronunciado por diferentes personas, personalidades; y por el mismo Padre Eterno en el momento de la transfiguración (cf. 9, 7). Es curioso pensar en los diferentes espíritus que someten a los seres humanos y el Espíritu que viene con Jesús, el Espíritu Santo. Mientras que a Jesús el Espíritu de Dios lo lleva al desierto, momentos después del Bautismo, para encontrarse con el Padre, para ser tentado y vencer, ocurre algo contrario con el actuar de los espíritus inmundos, los cuales llevan a los hombres a donde se les antoja, para tenerlos sometidos, como a este hombre geraseno, al cual llevaba a habitar en los sepulcros, en lugar de la muerte. También, los espíritus prefieren salir de aquel hombre atormentado pero solo yendo a aquellos inmundos cerdos; por el contrario,
cuando Jesús sale victorioso de las tentaciones del desierto va ahora a donde los hombres, pero para liberarlos y darles la posibilidad de la vida eterna. Como quiera que sea, aquí se trata de un hombre sometido, tan sometido como lo estaba el pueblo por aquella legión de romanos imperiales; y Jesús lo libera, le devuelve la antigua condición humana que había perdido por el enemigo del Reino de Dios. Cuando Jesús libera a aquel hombre, está declarando que todo lo que se oponga al plan de Dios debe ser echado fuera, expulsado. Meditemos un instante en estas cosas; el evangelio tiene consigo (sin querer demeritar la obra liberadora de Jesús y su poder) en va-rios pasajes, un lenguaje simbólico; quizá este pasaje tenga algo que ver con ese estilo literario; lo cierto es que Jesús expulsa el mal; pen-
semos cuales serían las legiones de demonios que circundan a los hombres de todo tiempo y de nuestro tiempo: el pecado en sus diferentes expresiones; el pecado que tiene muchas caras; el pecado que no deja al hombre ser feliz, que lo somete con los grilletes de la esclavitud, que lo lleva al lugar de la muerte, , que lo lleva no solo a los sepulcros, sino que le arrebata esa maravillosa posibilidad que Cristo promete: la vida eterna. Dejemos que Jesús nos libere en este Año de la Fe, de cualquier acoso del mal, de cualquiera cosa que nos aleje del plan de Dios y de su voluntad. Dejémonos liberar por Jesús; dejémonos conducir por el Espíritu de Jesús, venzamos al mal; alejémonos de los caminos que llevan al sepulcro y acerquémonos a Jesús, camino de vida, a Jesús libertador, a Jesús, que es nuestra vida.
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Palabra de Dios “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo” Del santo Evangelio según san Lucas 9, 28-36
En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con Él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con Él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y le hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía. No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo. Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
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Cambiar
uando no hay Evangelio, muchas realidades de la vida nos sobrepasan, y lejos de ser un momento de Dios, se convierte en una verdadera tragedia; cuando no hay la luz de Dios, la muerte, que no deja de ser dolorosa se convierte en lo peor que nos puede pasar, la esperanza de la eternidad queda empañada por la sensible pérdida; el dolor, la enfermedad, si no se unen la Cruz Redentora de nuestro Salvador, se convierten en un peso insoportable y el dolor se agudiza todavía más; sin Evangelio, sin la luz de Dios se le pierde el sentido al dolor y nos convertimos en masoquistas; los momentos de prueba y de dificultad que debemos enfrentar en la vida sin la luz de Dios se convierten en una carga muy pesada. La Palabra del Señor en este segundo domingo de Cuaresma nos invita a la intimidad con Él, a contemplarlo transfigurado; a contemplar su gloria. Es una probadita de Pascua, de Resurrección, de eternidad, porque después de haber anunciado su pasión y su muerte quiere confortar con el acontecimiento de la Transfiguración el corazón triste y confundido del discípulo. Transfigurar es cambiar; estamos a tiempo de cambiar muchas cosas de nuestras vidas; estamos muy a tiempo de transfigurar nuestros ambientes; estamos a tiempo de hacer resplandecer el rostro de Dios en el hoy de nuestro mundo, en el hoy de nuestra historia. El rostro de Jesús en el Tabor nos hace mirar nuestro propio rostro y ver que es lo que reflejamos; frecuentemente ofre-cemos rostros duros, violentos, tristes o desesperados… que hacen pensar a los demás si de verdad se encuentran ante un seguidor del Evangelio. No dejamos, por desgracia, asomar nuestra paz, nuestra alegría de seguir al Señor, nuestro gozo de creer. Pbro. José de Jesús Cruz Rodríguez
Si quieres ser hijo de Dios: ¡trabaja por la paz! Porque un mundo sin paz, ya no es posible, sino ¡urgente! Antonio Licea López, 3º de Filosofía Escríbenos: ecos_seminarioslp@hotmail.com Sé nuestro amigo en Facebook: Seminario Guadalupano Josefino
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odo llega a su fin, menos la paz. Todo ha cambiado, menos la compleja realidad del ser humano. Las tristezas y las angustias del hombre de hace dos mil años, son las mismas tristezas y angustias que vive el hombre actual. Este tiempo, caracterizado por la ola de la globalización en los Mass Media, sin duda alguna, lo ha puesto de manifiesto: los deseos del corazón del hombre todavía no han encontrado la plenitud, aún no han encontrado la paz. El hombre ha sido defraudado, y no por unos extraños del mundo sublunar; sino por el hombre mismo. He aquí el problema: la ciencia y la tecnología prometían la satisfacción que no acabaría más; no obstante, lo único cierto es que el hombre ha sido aplastado por trágicas experiencias de vacío y sin sentido. El capitalismo, que auguraba la autonomía y autosatisfacción del hombre por medio de la libre competencia y la distribución responsable y equitativa de los bienes, lo único que ha puesto de manifiesto es una alarmante y cre-ciente desigualdad entre pobres y ricos; el predominio de una mentalidad egoísta e individualista que no sólo se ha conformado con desestabilizar las finanzas de la economía mundial, sino que ha erosionado en una crisis alimentaria y de trabajo, dejando en la más lastimosa miseria a millones de personas. ¿Qué se puede hacer contra todo esto?, ¿Qué estrategia salvará al hombre?, ¿Cuál será la lógica que habrá que seguir?, ¿O es que acaso la muerte y el mal tienen la última palabra? Ya canta al respecto el trágico poeta griego: “¿Será este un castigo de los dioses? ¿Estaremos condenados en el teatro a ser arlequines del destino, cuyos movimientos bruscos provocan sus eufóricas carcajadas? ¿Seremos una sombra, pronta a desaparecer apenas caiga el sol?” Para el cristiano, hombre de fe, estas situaciones contradictorias y aparatosas, son sólo incomprensibles dificultades que atestiguan la vocación innata de la humanidad por la paz. Ello precisamente porque en el diseño original de Dios sobre el hombre, éste está hecho para la paz. Pero no una paz ilusa, imaginativa o utópica; sino una
Paz que nace del encuentro confiado entre el hombre y Dios. Es decir, la paz para el cristiano es un don de Dios que en diálogo con el hombre invita a construir una convivencia fraternal y cercana, basada en los eternos principios de la verdad, la libertad, el amor y la justicia. Es necesario saber que el trabajo por conseguir la paz no es un trabajo sin recompensa, sino que lleva implícita la promesa de una felicidad futura en la que Dios adoptará fi-lialmente al hombre en sus moradas celestiales. Ya lo dijo el mismo Jesús a sus apóstoles aquella tarde sobre la montaña en la que se agolpaban miles de hombres en busca de la paz definitiva que no cansa: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.” (Mt 5,9)
Por lo tanto, es necesario afanar todas las fuerzas humanas para conseguir la paz. Una paz que brota de la seguridad de ser hijos de Dios, y cuya dignidad rebasa los límites de la violencia y el egocentrismo frutos del pecado. Una paz cuya estrategia es el espiral de amor que se entrega en la cruz y la lógica del Don, que mella los repliegues del egoísmo y la tristeza espiritual para decirle al mundo que la paz es una dulce tarea. En definitiva, una paz que tiene el principal cometido de buscar el bien del otro, el bien total de su alma y su cuerpo; no únicamente hoy, sino mañana y siempre. ¡Ya basta de reduccionismos absurdos y teorías mediocres acerca del hombre!. ¡Ya basta de hombres que mueren en el mercado de los nombres y las monedas!. ¡Hay algo más que sólo eso! Los valores morales y espirituales no pueden ser meros términos sin sentido; porque un mundo donde el hombre no vive para la paz, es un mundo donde las posibilidades de ser realmente hombre, se agotan; porque un mundo sin paz ya no es posible, sino ¡urgente!
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Una ofrenda desde la fe
El diezmo, gratitud a Dios Por: P. Armando Oliva
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uando leemos la vida de Cristo encontramos desde la Santísima Virgen María y señor san José, que son muy respetuosos de las costumbres de su pueblo y llevan a presentar al templo (a su propia casa) al niño Jesús porque así lo mandaba la ley (Lc 2,2224), posteriormente Jesucristo en su ministerio también ejerce ese respeto a la estructura a lo que marca la Ley de Moisés; cuando cura a los enfermos les dice “ya quedaste curado, anda a mostrarte al sacerdote y lleva por tu curación la ofrenda prescrita por Moisés para que conste que Dios ha obrado en tu vida” (Lc 5,14). El caso de los diez leprosos que llevaban llagas en su cuerpo y como se acercan a Cristo reconociéndolo como el hijo de Dios, Cristo los sana y los cura y solamente uno de los diez regresa glorificado a Dios en alta voz y postrándose rostro entierra a los pies de Jesús, le daba gracias y este era un samaritano tomó la palabra Jesús y le dijo: “¿no quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? (Lc 17,15-17) aquí vemos claramente como a Dios nuestro Señor le gusta que seamos agradecidos. La gratitud es alegría para el alma, esa gratitud que debemos expresar como una ofrenda a Dios de todo lo que Él nos ha dado, en primer lugar por la vocación a la vida, en segundo lugar por nuestros padres, nuestra familia, agradecer a Dios por el trabajo que es un regalo que Dios nos da. El Diezmo es esa ofrenda de gratitud a Dios que desde la fe ofrecemos y compartimos en nuestra Iglesia, solo así se podrá cumplir la misión que nos ha encomendado Jesucristo “vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio” (Mt 28,18-20), para cumplir con esta misión en nuestra diócesis potosina necesitamos de tu ofrenda, de tu Diezmo, muchas veces nos preguntamos ¿Cuánto debo aportar? - Quien gane un salario mínimo lo que pueda - Quien gane de 2 a 5 salarios mínimos 1 día de salario - Quien gane más de 5 salarios mínimos el 1% de sus utilidades. Jesucristo también ofrendo, aunque nunca tuvo relación directa con el dinero, cuando cuestionan a Simón-Pedro si su maestro no aporta la ofrenda, Cristo le dice a Pedro: anda al mar, echa el anzuelo, saca el primer pez que caiga, le abres la boca, y ahí encontrarás una moneda, tómala y pagas por ti y por mi” (Mt 17,26) aquí vemos su solidaridad con el pueblo, con su respeto a las costumbres y tradiciones del pueblo y sobre todo la ofrenda que Cristo hace y trasciende con su ofrenda total en el sacrificio de la cruz. (Lc 23,46).
...Lo de Dios a Dios
El Papa del amor
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raíz de la renuncia del Papa Benedicto XVI a la sede de san Pedro y las causas por la que toma esta decisión en “conciencia ante Dios”, me hace recordar la encíclica “Caritas in Veritate” (La caridad en la verdad). En este documento eminentemente social, que se escribe con motivo de los 40 años de la Populorum Progressio, el Papa Benedicto XVI escribe: “Solo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad, percibiendo su significado de entrega, acogida y comunión” (n. 3) . También nos dice: “Caritas in veritate es el principio sobre el cual gira la Doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral” (n. 6). En este trocito citado, el Papa une la caridad y la verdad; la fe y la razón, que dan significado a la entrega, la acogida y la comunión en la vida de la Iglesia. Por eso me acordé de esta encíclica porque el Papa hace una declaración en el amor y la verdad a Jesucristo y a su Iglesia. A mi parecer el Papa en un acto de “caridad en la verdad”, de fe y humildad toma la decisión de renunciar. Esto se ve reflejado en sus palabras: “ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino…he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”. Más adelante afirma: “el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio”. Ahora bien, ¿cuáles son esas “sacudidas” que está teniendo el mundo de hoy? ¿Qué “sacudidas” se están dando dentro de la Iglesia? Veamos algunas de estas acciones que violentan al mundo y a la Iglesia:
La situación de crisis global económico-financiera (por ejemplo la comunidad europea y Estados Unidos). El actual sistema económico neoliberal y neocapitalista que es incapaz de solucionar los problemas del mundo. Somos 6,500 millones de habitantes y de ellos: 950 millones son hambrientos, 4,700 millones son pobres, 1000 millones está desempleado, 3000 millones no tiene atención sanitaria mínima, 12 millones de niños mueren de enfermedades curables, 113 millones de niños carecen de medios para ser educados, 850 millones de adultos son analfabetos, 13 millones de personas mueren al año por el deterioro del medio ambiente y el cambio climatológico, 6,3 millones de niños mueren de hambre cada año y año por año se cometen 6 millones de abortos. Ningún otro sistema ha producido tanta riqueza, pero, a la vez, ningún otro ha producido más desnutrición y pobreza, miseria , hambre y muerte. Vemos en el mundo globalizado la presencia de unos modos de “sentir, pensar y actuar”, una cultura dominante que en lugar de responder a las necesidades de toda la persona y de todas las personas está respondiendo a los deseos de los que son más ricos y de los poderosos del mundo, a costa de los más pobres y están
Por David Grimaldo
haciendo un tipo de persona consumista, productivista, hedonista, etc. Vemos con enorme preocupación la tensión bélica. Vientos de guerra se expanden ya por todo el mundo. Los amos de la violencia mueven sus tácticas infernales. Los países poderosos dan señales de guerra. Estados unidos y sus aliados por un lado, Rusia, China y Corea del norte, por otro. El pretexto es Irán y el mundo árabe. Se fortalece la mafia internacional, los señores y amos del tráfico de armas, droga, de trata de blancas y más. Ahora bien, la situación alarmante dentro de la Iglesia se presenta hoy, entre otros, con estos signos: la creciente crisis de fe (cfr. grandes criminales y delincuentes se hacen llamar católicos, ya no se practica las verdades de la fe, olvido e indiferencia hacia la Eucaristía y los sacramentos, etc.). La pederastía por parte de sacerdotes. Crimen que atacó el Papa Benedicto con la “tolerancia cero” ante este hecho vergonzoso, pero que incluso dentro, pero sobre todo fuera de la Iglesia, han dicho que esto no sirve para nada. Problema que intenta aparecer con más fuerza y mostrando hechos todavía más dolorosos para la fe del pueblo de Dios. El problema de las finanzas del Vaticano que desde finales de los ’70, se le ha acusado al Instituto para las obras de religión (IOR=Banco del Vaticano) por lavado de dinero, fraudes y otras actividades no tan honestas en el manejo del dinero de la Iglesia. El expresidente del este Instituto Ettore Gotti Tedeschi, que fue despedido a mediados del año pasado, pidió protección por temor a ser asesinado debido a lo que pudiese saber sobre las finanzas vaticanas. Acontecimientos que ya sabemos de las famosas “filtraciones” a la prensa de documentos reservados del Papa y que fueron facilitados por cardenales conservadores, que no les gusta la honestidad y lo profético del santo Padre. Estos son, mis estimados lectores, solo algunos hechos que están sacudiendo al mundo y a la Iglesia. El Papa Benedicto XVI, hombre valiente y profeta, da signos muy claros de que ama profundamente a la Iglesia, pero sus fuerzas, su vigor son muy débiles y no quiere dejar la Iglesia a la deriva por su precaria salud. El Papa del Amor, así se le ha llamado por el acento muy marcado que le pone a la caridad en sus encíclicas: Deus Caritas est, Spe Salvi y Caritas in Veritate, nos ha dado un ejemplo de honestidad y humildad. Nos unimos a la petición del Santo Padre para que la Virgen María y el Espíritu Santo iluminen a los cardenales en su elección del próximo Vicario de Cristo. Esperamos que sea un hombre que pueda sortear con fe y vigor estas “sacudidas”. Concluyo con las palabras de Benedicto XVI: “El si al amor es fuente de sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir. En efecto, no puede existir el amor sin esta renuncia también dolorosa para mí, de otro modo se convierte en puro egoísmo y, con ello, se anula a sí mismo como amor” (Salvados en la Esperanza, 38). ¡Oremos por el Santo Padre!
FEBRERO 24 DE 2013
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