Edición 216

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Año 5

No. 216

Semana del 7 al 13 de abril de 2013

La película October Baby,

historia real de famosa sobreviviente del aborto, es otro testimonio más a favor de la vida “October Baby”, película que presenta la historia de reconciliación personal de una joven de 19 años, que sobrevivió un aborto fallido y fue dada en adopción.

 La película, que llegó a ser una de las 10 más vistas en Estados Unidos al momento de su estreno, está basada en la historia real de Gianna Jessen, quien descubrió que era una sobreviviente de un aborto, y se enroló en la causa pro-vida.

Con la ayuda y guía de un sacerdote católico, la protagonista, Hanna, interpretada por Rachel Hendrix, inicia la búsqueda de su madre biológica.
 En una declaración ante el Congreso de Estados Unidos, cuando tenía solo 19 años, Gianna Jessen aseguró que “yo soy la persona que ella (su madre biológica) abortó.

Dejémonos renovar

por la Misericordia de Dios Dejemos que la fuerza de su amor transforme nuestras vidas

¡Él es la vida!

El Papa Francisco presidió la celebración de la Vigilia Pascual en la noche santa en la Basílica de San Pedro

María Magdalena

primer testigo de la Resurrección

“Viví en vez de morir”.

Mi madre estaba en la clínica y programaron el aborto a las 9 de la mañana. Afortu-nadamente para mí, el abortista no estaba en la clínica al nacer yo a las 6 de la mañana del 6 de abril de 1977. Me adelanté”, dijo.
Gianna aseguró que “si él hubiera estado allí, yo no estaría hoy aquí, ya que su trabajo es terminar la vida, no sostenerla”.

“Hay quien dice que soy un ‘aborto fracasado’, el resultado de un trabajo mal hecho”, denunció.

Gianna, hoy una firme activista pro-vida, ha afirmado además que “somos más de los que la gente se podría imaginar”.

“Regularmente se ponen en contacto conmigo personas que también sobrevivieron a un aborto, que me escucharon o me vieron cuando hablo en un programa, y descubren que no están solos”.

 La líder pro-vida señaló que solamente tras “dos semanas posteriores al estreno en Estados Unidos ya fui contactada por dos ‘sobrevivientes’ más (del aborto)”.. “Sospecho que October Baby podría tener un efecto para que aparezcan otros ‘sobre-vivientes’, lo cual es emocionante”, aseguró.

El apoyo a la causa a favor de la vida en Estados Unidos ha aumentado considerablemente. En 1996, sólo el 33% de la población se identificaba como pro-vida, cifra que creció hasta el 44% en el año 2013.


ABRIL 7 DE 2013

Lo miró con amor y lo eligió

E

n estos días hemos tenido la oportunidad seguramente de ver esta frase en la lengua latina: miserando atque eligendo, que significa: Lo miró con amor y lo llamó. Es el lema que está inscrito en el escudo del Papa Francisco. Este lema seguramente equivale a la espiritualidad del nuevo Papa y desde ahora nos va insinuando cuál es la trayectoria de su pontificado, sus preocupaciones humanitarias y pastorales. Nos conforta saber que en el corazón de nuestro Papa Francisco, está presente la misericordia como principal entraña. Y esto viene muy a la medida en la semana que comenzamos con la Fiesta de la Divina Misericordia. Ya desde el amado Papa Beato Juan Pablo II, se ha divulgado por todas partes esta devoción originada en su natal Polonia, devoción que ayuda a recobrar lo genuino de nuestra identidad de hijos de Dios, de discípulos y misioneros suyos muy amados. Cuando meditamos en la misericordia de Dios y la forma como se nos otorga, a menudo viene a la mente el momento del sacramento de la reconciliación o la llegada del consuelo de Dios después de haber padecido alguna dificultad o prueba. Y es correcto, porque en esos momentos sentimos el amor fuerte de Dios y su fidelidad que no nos abandona. Pero, pensando en clave más pascual, vienen a nuestro recuerdo los encuentros de Cristo Resucitado con los discípulos y las mujeres que lo habían acompañado en su misión. Los Santos Evangelios resaltan como común denominador de estos encuentros: la mirada de Jesús, la forma de pronunciar su nombre, la elección llena de complacencia que hace de ellos y la confianza que deposita en sus elegidos. Por eso, María Magdalena que está parada frente a Jesús Resucitado y que lo confunde con el jardinero porque su cuerpo ya había sido glorificado, descubrirá a Jesús Vivo en el instante en que su Maestro vuelve a pronunciar su nombre. En esta perspectiva pascual, la Misericordia Divina está expresada en el lema de nuestro Papa Francisco. Hagamos oración por él y por toda la Iglesia para que nos animemos a ser para el mundo, signo de la cercanía de Dios; que renunciando a la tentación de enjuiciar a quienes se han alejado de Dios o de su Iglesia por algún motivo, más bien vayamos en búsqueda de ellos, sobre todo los pastores, como ya lo afirmó el Papa el pasado Jueves Santo: Pastores con olor a oveja. Amigos lectores, reciban de nuestra parte un abrazo pascual.

Fundado por el Arz. Emérito Don Luis Morales Reyes

La RED no necesariamente apoya la publicidad de nuestros anunciantes.

Dejémonos renovar por la misericordia de Dios, dejemos que la fuerza de su amor transforme nuestras vidas ¡Feliz Pascua! Es una gran alegría, al comienzo de mi ministerio, poderos dar este anuncio: ¡Cristo ha resucitado! Quisiera que llegara a todas las casas, a todas las familias, especialmente allí donde hay más sufrimiento, en los hospitales, en las cárceles... Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta Buena Nueva: Jesús ha resucitado, está la esperanza para ti, ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal. Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia. Siempre vence la misericordia de Dios. También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús que fueron al sepulcro y lo encontraron vacío, podemos preguntarnos qué sentido tiene este evento (cf. Lc 24,4). ¿Qué significa que Jesús ha resucitado? Significa que el amor de Dios es más fuerte que el mal y la muerte misma, significa que el amor de Dios puede transformar nuestras vidas y hacer florecer esas zonas de desierto que hay en nuestro corazón. Esto puede hacerlo el amor de Dios. Este mismo amor por el que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, y ha ido hasta el fondo por la senda de la humildad y de la entrega de sí, hasta descender a los infiernos, al abismo de la separación de Dios, este mismo amor misericordioso ha inundado de luz el cuerpo muerto de Jesús, y lo ha transfigurado, lo ha hecho pasar a la vida eterna. Jesús no ha vuelto a su vida anterior, a la vida terrenal, sino que ha entrado en la vida gloriosa de Dios y ha entrado en ella con nuestra humanidad, nos ha abierto a un futuro de esperanza. He aquí lo que es la Pascua: el éxodo, el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la libertad del amor y la bondad. Porque Dios es vida, sólo vida, y su gloria somos nosotros, es el hombre vivo (cf. san Ireneo, Adv. haereses, 4,20,5-7). Queridos hermanos y hermanas, Cristo murió y resucitó una vez para siempre y por todos, pero el poder de la resurrección, este paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien, debe ponerse en práctica en todos los tiempos, en los momentos concretos de nuestra vida, en nuestra vida cotidiana. Cuántos desiertos debe atravesar el ser humano también hoy. Sobre todo el desierto que está dentro de él, cuando falta el amor de Dios y del prójimo, cuando no se es consciente de ser custodio de todo lo que el Creador nos ha dado y nos da. Pero la misericordia de Dios puede hacer florecer hasta la tierra más árida, puede hacer revivir incluso a los huesos secos (cf. Ez 37,1-14). He aquí, pues, la invitación que hago a todos: Acojamos la gracia de la Resurrección de Cristo. Dejémonos renovar por la misericordia de Dios,

dejemos que la fuerza de su amor transforme también nuestras vidas; y hagámonos instrumentos de esta misericordia, cauces a través de los cuales Dios pueda regar la tierra, custodiar toda la creación y hacer florecer la justicia y la paz. Así, pues, pidamos a Jesús resucitado, que transforma la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz. Sí, Cristo es nuestra paz, e imploremos por medio de él la paz para el mundo entero. Paz para Oriente Medio, en particular entre israelíes y palestinos, que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo. Paz para Iraq, y que cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo. ¡Cuánta sangre derramada! Y ¿cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis? Paz para África, escenario aún de conflictos sangrientos. Para Malí, para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad; y para Nigeria, donde lamentablemente no cesan los atentados, que amenazan gravemente la vida de tantos inocentes, y donde muchas personas, incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas. Paz para el Este la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y viven todavía con miedo. Paz en Asia, sobre todo en la península coreana, para que superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación. Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, egoísmo que continúa la trata de personas... !la esclavitud más extendida en el siglo XXI. La trata de personas es la esclavitud más extendida del siglo XXI! Un mundo desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales. Paz a esta Tierra nuestra. Que Jesús Resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación. Queridos hermanos y hermanas, a todos los que me escuchan en Roma y en todo el mundo, les dirijo la invitación del Salmo: «Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: / “Eterna es su misericordia”» (Sal 117,1-2).


Concilio Vaticano II

Las iglesias separadas

ABRIL 7 DE 2013

¡No tengan miedo!

Por P. Juan José Torres Galván

A

través de la historia, ha habido dos grandes divisiones que han mermado la unidad de la Iglesia de Jesucristo: una en el oriente (en el siglo XI) y el movimiento de reforma, en el occidente (a principios del siglo XVI). Dentro de este último, hay que reconocer que la comunión anglicana es una de las que más conserva, en parte, las tradiciones y las estructuras de la Iglesia Católica. Las Iglesias del oriente desde los primeros siglos de la Iglesia tuvieron diferencias doctrinales por las definiciones dogmáticas de los concilios de Éfeso y Calcedonia. A pesar de estas diferencias la comunidad eclesiástica se siguió dando, no sin dificultades, hasta que se llevó a cabo la ruptura entre los patriarcados orientales y la Sede romana, en el año 1054. Consideraciones sobre la Iglesia Oriental: • Muchas de las Iglesias particulares de oriente se glorían de tener su origen en los mismos apóstoles. • Las Iglesias orientales tienen un gran tesoro en la Liturgia, en la tradición espiritual y ordenamiento jurídico, que ha enriquecido también la vida de la Iglesia de occidente. • Desde el principio, la herencia transmitida por los apóstoles fue recibida de diversas formas debido a las diferencias culturales y de carácter de pueblos distintos. Eso, aunado, a la falta de comprensión y de caridad dio como resultado la dolorosa separación, en el año 1054. • Hay que reconocer que existen Iglesias en el Oriente, aún cuando sean una minoría, que nunca rompieron la comunión con la Sede Romana. Tenemos en común con las Iglesias de oriente la celebración de la Eucaristía. Debido a que cuentan con la sucesión apostólica, estos sacramentos son considerados válidos por la Iglesia occidental y están unidos a nosotros por vínculos muy estrechos. Conservan también el culto litúrgico a la Virgen María. La riqueza de la tradición espiritual del monaquismo de Oriente influyó grandemente en las múltiples expresiones de la vida religiosa de Occidente. El Concilio exhorta a los fieles católicos de occidente a acudir a los Santos Padres de Oriente para alimentar su fe. La variedad de ritos y costumbres no se opone a la unidad de la Iglesia. Las Iglesias orientales tienen el deber y el derecho de regirse según sus propias ordenaciones. Las Iglesias de oriente han seguido métodos distintos para investigar y exponer las verdades de la fe. Las diversas formulaciones teológicas no se oponen, sino se complementan y se perfeccionan unas a otras. El Concilio da gracias a Dios porque muchos orientales, hijos de la Iglesia católica, viven ya en perfecta comunión con los hermanos que practican la tradición occidental. El Concilio exhorta a dirigir esfuerzos, sobre todo la oración y el diálogo, para lograr la comunión entre la Iglesia occidental y la oriental. Referencia de lectura: Unitatis Redintegratio 13-18

¡Celebramos con júbilo la Misericordia del Señor! Querida Iglesia Potosina: Les saludo de todo corazón deseando la paz y la misericordia del Señor en ustedes. Quiero resaltar que estamos metidos de lleno celebrando la Pascua del Señor, que es nuestra Pascua. Este domingo celebramos la Divina Misericordia del Señor Jesús para toda la humanidad. La palabra misericordia significa su-frimiento, “sentir con el otro”. Entonces Misericordia es tener un corazón para los que sufren o mejor dicho, un corazón dispuesto a sufrir por el otro. Jesús con su Resurrección nos da la paz. El día de la Resurrección, cuando Jesús se les apareció a sus discípulos les dijo: “La paz este con ustedes.” Con este saludo el Señor desea comunicarles algo de un gran valor: La paz. Y esta paz que Jesús gana para nosotros le costó su propia vida. Desde ese momento comienza una vida distinta para la naciente comunidad, llamada a una vida entregada a las obras de misericordia. Los primeros cristianos estaban tan llenos del Espíritu Santo que “nadie consideraba suyo lo que tenía.” Al contrario, “se distribuía según lo que necesitaba cada uno.” ¿Cómo podemos hoy celebrar la misericordia del Señor? 1.- Celebrar la Misericordia del Señor significa aprender a dejarnos amar por Dios, y Él nos manifiesta su amor en las personas que nos rodean. Para acoger la misericordia que necesitamos, es preciso practicarla con los que la necesitan tanto o más que nosotros, e incluso con quienes la necesitan menos que nosotros. Para poder ser ‘hijos de la misericordia’, tenemos que ser ‘padres de misericordia’. Porque dando se recibe; y olvidándonos de nosotros mismos, es como llegamos a encontrarlo. ¡Ésta es la lógica y la dinámica sanadora del Evangelio!: “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7).

Como dijo el Beato Juan Pablo II al inaugurar el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia: “Fuera de la misericordia no existe otra fuente de esperanza para el hombre” (17 de agosto de 2002). 2.- Celebrar la Misericordia del Señor es precisamente realizar obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al necesitado, vestir al desnudo, visitar al enfermo, socorrer a los presos, enterrar a los muertos, y las espirituales: Enseñar al que no sabe; dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que está en error, perdonar las injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos de los demás, rogar a Dios por vivos y difuntos. 3.- Por otro lado, el misterio de la MISERICORDIA se presenta como el mensaje central del cristianismo: Dios es AMOR y su relación con nosotros está fundada en la MISERICORDIA. Cuando conocemos y gustamos interiormente de este misterio, el horizonte de nuestra vida se llena de esperanza. Y por el contrario, cuando ignoramos o rechazamos la misericordia de Dios, inevitablemente, somos presa de la infelicidad. Termino comentando unas palabras que, nuestro muy querido beato Juan Pablo II, tenía preparadas para el Domingo de la Divina Misericordia, que no pudo pronunciar, ya que falleció la víspera. Sin embargo, quiso que ese texto se leyera y publicara como su mensaje póstumo: «A la Humanidad, que a veces parece extraviada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado le ofrece, como don, su amor que perdona, reconcilia y suscita de nuevo la esperanza. Es un amor que convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la Misericordia divina!». Que Padre Dios por medio de su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo les bendigan y acompañen siempre. Digamos en cada momento: ¡Jesús, yo confío en ti! Su hermano y amigo + Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero Arzobispo de San Luis Potosí



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El divorcio Por Pbro. Lic. Héctor Colunga colunga46561@hotmail.com

Muy estimados lectores: Desde hace once años que trabajo en el Tribunal Eclesiástico, me he dado cuenta de muchos casos de separaciones que terminan en divorcios, algunos son necesarios y otros voluntarios. Algunos podrán decir que el divorcio es un mal necesario, sobre todo cuando hay violencia, maltrato psicológico, golpes, violaciones y demás atropellos a la dignidad de la persona. Yo estoy convencido que antes de casarte debes de estar muy atento (a) para no hacerlo con el enemigo. A veces en el noviazgo, nos encontramos con máscaras que disfrazan una realidad. Cuando se quieren divorciar nada más porque ya no están a gusto, creo que se puede evitar y buscar soluciones para conservar el matrimonio.

Si el trabajo dignifica… que trabajen los indignos

E

Por P. Kino

n una ocasión leí la frase que lleva el presente artículo. Aunque no la comparto se me hizo chusca. Ciertamente el trabajo dignifica a la persona, pero el no trabajar denigra a la persona. Si hasta Dios trabajó, ¿por qué no el ser humano? Dios le da al hombre la capacidad de ser continuador de la creación. Si afirmamos que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, pues algo que nos asemeja a Dios es ser cooperadores en la creación, y eso no se logra “echadote” todo el santo día… te-nemos que trabajar.

De repente llegan a tu casa y te dicen: “Señora, soy el abogado de su esposo y me ha enviado para interponer un divorcio voluntario”. Si yo estuviera en ese caso y considero que es sólo un capricho porque ya la otra parte quiere “tirar el arpa”, me pondría a pensar: “Es cierto que tenemos problemas, pero ¿hasta el extremo de pedir el divorcio?” ¿Dónde están esos momentos felices que pasamos? ¿Dónde las ilusiones de formar una familia para siempre? No cabe duda que me he equivocado, que he fallado, pero hay medios para cambiar mi conducta y superarme. No podemos por una firma terminar lo que se ha fincado en años. ¿Y los hijos? Nos los vamos a disputar como si fueran objetos, y además no nos ponemos a pensar que aunque yo resuelva mi pro-blema, les creamos a ellos otros, porque a querer o no, sí es necesario para su crecimiento integral las figuras de sus padres y si te llegas a casar, suelen tener traumas porque no van a aceptar que estés con otra persona que no es su padre o su madre. ¿Y los bienes? De igual manera se rematan y se reparten por partes iguales.

El que no trabaja que no coma (2 Tes 3, 7 -12). Actualmente en algunas familias si se siguiera este principio de san Pablo, existiría desnutrición en miembros de la comunidad. Todos podemos trabajar en algo, remunerado o no tenemos que ejercer un trabajo a la comunidad.

Hay padres que quieren que sus hijos se divorcien para que ya no estén bata-llando; pero no se ponen a pensar que se crea otro problema: LA SOLEDAD. Dios en un principio dijo: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2,18).

Trabajar de manera asalariada de ninguna manera tiene que ser penoso. Lo que si es vergonzoso es que los que abusan del obrero, no les dan días oficiales para descansar, jornadas excesivas de trabajo y de pilón pagándoles una “baba de perico” pudiendo mejorarles su situación económica.

Ya te libraste de una pesadilla, de alguien que te hace la vida imposible, ¿y luego? Tienes que esperar que alguien se fije en ti y te quiera y esperar que esta vez te vaya mejor.

Por esta situación es responsabilidad del estado velar por los deberes y derechos tanto del obrero como del empresario. Tendrá que fijar un salario justo sin que este perjudique ni al trabajador ni a la empresa. En los siglos XVIII y XIX, el liberalismo económico, guiado solo por la ley de la oferta y la demanda, hacían que el estado no pudiera intervenir en estos asuntos, prestándose a abusos de los capitalistas. Hoy ya los obreros cuentan con mayores beneficios que hace algunos siglos. Seguro social, afore, sindicatos, pero tenemos que reconocer que muchos de ellos, sabiendo que la “ley los protege”, se tiran a la pereza, y se la pasan sacándose la basura del ombligo todo el santo día, pero eso sí, cuando les exigen, inmediatamente se indignan y comienzan hablar a derechos humanos, a conciliación y arbitraje, a la prensa amarillista, y hasta a Paty “Chamoy” y Pepe Orígel… Para que una empresa salga adelante todos necesitamos de todos. Igual que la Iglesia, no todo depende del Papa, todos tenemos que trabajar. En los lugares de nuestro trabajo igualmente, podemos ser testimonio de fe ante los compañeros que nos rodean.

Comienza una nueva etapa de tu vida: sin tu esposo, sin tus hijos; sin tu familia política, sin tus bienes, y en algunos casos, sin tu familia de sangre.

No dudo que haya personas que han encontrado una luz en su vida en sus segundas nupcias, sin embargo, sabemos que el divorcio es una situación bien o mal que sí afecta a la familia. Hasta la próxima semana.


Hagámonos de palabras

Benedicto XVI,

el gran evangelizador de nuestra era Por Pbro. José Antonio Martínez Ortiz

E

l 19 de abril de 2005 Benedicto XVI era elegido como nuevo sucesor de Pedro, obispo de Roma y Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. En este breve artículo quisiera resaltar la gran preocupación del Papa por la evangelización, y como su llamado a la “nueva evangelización”, expresa en la convocatoria al Sínodo de los Obispos una iniciativa de anuncio explícito de la Fe. En primer lugar, al relanzar la nueva evangelización, Benedicto XVI continúa la tarea de sus predecesores. Vale recordar aquí el gran documento evangelizador de Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, con su llamado urgente a evangelizar la cultura, como así también el pedido que hacía Juan Pablo II, particularmente en América Latina en los 500 años de la primera evangelización. Estos Papas son, además, impulsores del gran acontecimiento eclesial que fue el Concilio Vaticano II. En segundo lugar, la nueva evangelización tiene un significado particular como respuesta a un tiempo histórico que nos encuentra a los cristianos, por momentos, demasiado ocupados en asuntos temporales y descuidando –o a lo sumo dando por supuesta- la gran cuestión de la fe. Así lo constata Benedicto XVI en Porta Fidei: “Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas.” (n. 2). En este sentido, la nueva evangelización se caracteriza por un anuncio explícito de la Fe Cristiana. Pero nuevamente aquí el Papa Benedicto XVI ha sido particularmente lúcido, ya desde el inicio de su Pontificado. No se trata solo de anunciar una doctrina o unos valores, se trata del encuentro con una persona, como acontecimiento que transforma la vida. Lo decía con claridad en el primer párrafo de su primera encíclica: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: « Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en Él tengan vida eterna » (cf. 3, 16)” (Deus Caritas est, 1). “Lo que fascina es sobre todo el encuentro con personas creyentes que, por medio de la fe, atraen hacia la gracia de Cristo, dando testimonio de Él”. Palabras de un obispo de Roma que al principio de su pontificado había dicho: «el nuevo Papa sabe que su función es hacer resplandecer ante los ojos de los hombres y las mujeres de hoy la luz de Cristo: no su luz, sino la de Cristo”.

Con una navaja iré a cortar el pasado Por Luis Ricardo Guerrero Romero gromeroluisricardo@gmail.com

E

xisten bastantes usos de este instrumento para cortar aunque no sea el más moderno y rápido para algunos. A veces a la navaja se le confunde con su cercano pariente que además ostenta llamarse cutter y toma su nombre simplemente de cut cortar, que a la vez viene del latín cutem, rasguñar y guarda relación con culter cuchilla para los sacrificios en Roma. Pero la amiga navaja que tanto nos hizo comprender la película de Cara cortada (Scare face); es más prolija. Del latín novacula, que sufre un cambio vocálico en nuestra lengua donde la /o/ se trocó en /a/ navacula. Corominas señala que en portugués se enuncia navalha, y podemos entender o hipotétizar que la /h/ se cambió a /j/ dandonos nuestra palabra navaja. Pero la primitiva palabra se conformaba de un sufijo: cula o culum, que significa instrumento o medio y en algunos casos lugar, como vehículum, vehículo; vehere: transportar. Navaja es entonces instrumento para cortar, lo mismo que un cutter (anglisismo). En filosofía encontramos un aficionado a las navajas: Guillermo de Ockam, el venerable inspector de la nunca derrotada escuela nominalista, que con su navaja postuló cortar (acotar) en el mínimo de conceptos las ideas que surgieran, así su principio de economía: entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem (no deben multiplicarse los conceptos más de lo necesario). Esto es un claro ejemplo de los muchos usos que le podemos dar a una navaja.

Si quieres hacer un donativo, llama al 8 12 76 15


Para subir al cielo se necesita...

07

Por Ignacio Algara Cossío

L

a canción dice que se necesita una escalera grande y otra chiquita. A la primera la vamos a llamar “química” y a la segunda, “tribulación”.

La química es cuando la presencia de Nuestro Señor en algún momento de nuestra vida nos hace “click”, cuando vemos en Él a la divinidad, cuando aparece la fe a primera vista y nos la creemos. Un flechazo de confianza en que Él es el mero bueno. Es un salto de fe. Es una apasionada entrega, que no tiene que pasar por largos análisis comparativos, ni estudios profundos de teología o filosofía. Hay un Dios, Padre y Creador, que desde siempre se ha comunicado con la humanidad, y que había venido prometiendo la llegada del “enviado”. Nuestro Señor es el enviado, es el mismo Dios encarnado, metido en nuestra biología y estructura molecular, en nuestra historia y nuestro tiempo. Reconocerlo, a primera vista, es hacer química. Esta es la escalera grande. A lo largo de la historia humana, muchos han reconocido a Dios, a lo divino, como presente en la naturaleza, en el sol y otros astros, y en la vida. Es la “química incipiente”, es esa apertura a reconocer que Dios es el creador, que está por ahí, que interactúa con nosotros. Muchos de estos pueblos empezaron a subir esa primera escalera. Más adelante, un pueblo, recibe mensajes más claros de un único Dios, personal, creador, padre, vivo y actuante. Este pueblo hace una alianza y va preparando los tiempos para el gran evento de interacción de Dios entre la humanidad: la encarnación. Anunciada por los profetas, ese pueblo espera la llegada del enviado. Pero cuando llega, no todos lo reconocen. No todos perciben que es el Hijo de Dios. No alcanzan a ver la divinidad encarnada y anunciada. “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron”. Muchos si captaron su presencia divina, con muchos sí hubo “química”. Se subieron a la primera escalera. Otros, fueron indiferentes, la desecharon, e incluso la combatieron. Para quienes escalaron el primer tramo les esperaba aún la esca-lera chica, equivalente a la letra chica del contrato, con exigencias como “guarden mi palabra”, “ámense unos a otros”, “amen a sus enemigos”, “no se preocupen de qué van a comer o con qué se van a vestir” “busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás vendrá por añadidura”. La lista de los peldaños de esta segunda escalera es muy numerosa, pero anuncia grandes esfuerzos, que podrán ser vencidos con Su ayuda “tomen su cruz y síganme”, “mi yugo es suave”, o “yo estaré con ustedes”. Anuncia también las tribulaciones o problemas que son consecuencia de ser sus discípulos, de haber hecho química con Él. Les previene que los insultarán, los calumniarán, los arrestarán y hasta los podrán matar, pues el discípulo no es más que el Maestro. Por último, les recuerda a los que hayan trepado estos escalones que El venció la muerte, y les ofrece que los que se metieron a subir estas dos escaleras también la vencerán, y serán recibidos allá arriba en la morada que el Padre les tiene preparada. Les ofrece la vida eterna, nomás hay que subir dos tramos de escalera.

VATICANO. - Al presidir el rezo del Regina Caeli el pasado lunes de la Octava de Pascua, conocido como el Lunes del Ángel, el Papa Francisco alentó a todos a acoger la victoria de Cristo sobre el mal en nuestra vida, para que el odio deje lugar al amor y la tristeza a la alegría. Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa dijo a los presentes: “¡Buena Pascua a todos ustedes! Cristo ha vencido el mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la sociedad”. “Todo pasa a través del corazón humano: si yo me dejo alcanzar por la gracia de Cristo resucitado, si le permito que me cambie en ese aspecto mío que no es bueno, que puede hacerme mal a mí y a los demás, yo permito a la victoria de Cristo que se afirme en mi vida, que extienda su acción benéfica. ¡Éste es el poder de la gracia!” Tras concluir el rezo del Regina Caeli, el Santo Padre saludó a los llegados de los distintos continentes y deseó a todos que vivan serenamente este Lunes del Ángel, en el que resuena con fuerza el anuncio gozoso de la Pascua: “¡Cristo ha resucitado!” y concluyó deseando “¡Buena Pascua a todos! ¡Buena Pascua a todos y buen almuerzo!”. VATICANO.- El Vaticano dio a conocer hoy que en las intenciones del Papa Francisco para el mes de abril está la celebración pública y orante de la fe; así como las Iglesias en territorios de misión. La intención general del apostolado de la oración del Papa es: “Para que la celebración pública y orante de la fe sea fuente de vida para los creyentes”. La intención misionera es: “Para que las Iglesias locales de los territorios de misión sean signos e instrumentos de esperanza y de resurrección”. SAN JOSÉ, COSTA RICA.- Dos músicos costarricenses, Marco Navarro y Luis Mauricio Vargas, compusieron una canción para el Papa Francisco, inspirados en la Homilía que pronunció el Santo Padre en la Misa inaugural de su pontificado, el 19 de marzo de este año.

Los músicos aseguraron la razón por la que decidieron crear la canción “Papa Francisco” es “el Espíritu Santo, el cual depositó en nuestros corazones cumplir el deseo del Santo padre ‘Oren por mí’”.

“Qué mejor motivo para hacer una canción, que se convierta en una oración de agradecimiento a Dios, en la cual millones de personas puedan orar por el Santo Padre”, expresaron.

Ambos manifestaron su intenso anhelo de que esta canción “llegue a ser escuchada por Su Santidad, y que sepa que sus palabras impactaron nuestros corazones jóvenes aún”.

Marco Navarro y Luis Mauricio Vargas expresaron también su deseo de decirle al Papa Francisco “que su vida está transformando millones de personas, con el poder del Espíritu Santo”.

“Esa es la alegría que se respira en el pueblo católico, en el mundo entero”, dijeron.

Luis Mauricio Vargas tiene 31 años, está casado y trabaja como productor de música católica en Costa Rica, Centroamérica y Estados Unidos.
Por su parte, Marco Navarro, de 34 años y también casado, evangeliza con la música en distintos grupos parroquiales de Costa Rica. VATICANO.- El Papa Francisco hizo una emotiva visita a la tumba de Pedro, primer Pontífice de la Iglesia Católica, ubicada bajo la Basílica de San Pedro, informó el Vaticano. Francisco se convirtió en el primer Papa en visitar la necrópolis, donde fueron sepultados paganos y algunos de los primeros cristianos, desde que se realizaron extensas excavaciones en el ancestral sitio hace décadas. La excursión subterránea fue un cambio radical respecto a cómo los Papas en años previos han pasado el lunes después de Pascua. Los pontífices usualmente se iban a Castel Gandolfo. El nuevo Papa “se tomó un momento para orar en silencio, en meditación profunda y emotiva” en la Capilla Clementina en la vasta basílica, que es “el lugar más cercano (en la basílica) a la tumba del Príncipe de los Apóstoles”. LEÓN GTO.- Ante unas 10 mil personas reunidas en el Poliforum de León, monseñor Alfonso Cortés Contreras, el 20 de marzo, tomó posesión como encargado de la Arquidiócesis de León. El nuevo jerarca católico fue recibido por monseñor José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo emérito de León, y por el gobernador del estado, Miguel Márquez Márquez y con cientos de fieles de esta arquidiócesis. “Muchas gracias, estoy muy agradecido con esta bienvenida y los saludos con mucho gusto, prácticamente el Papa llegó el día 23 aquí, y estamos casi coincidiendo. Le doy gracias a Dios por este recibimiento, los saludo a todos con cariño” , indicó monseñor Cortés Contreras, “Dios los bendiga, vengo aquí a servirles”, completó el nuevo arzobispo. SAN LUIS POTOSÍ, SLP.- Don Carlos Cabrero Romero, celebró por primera vez como arzobispo potosino los oficios de Semana Santa y la Celebración de la Pascua. Con especial emotividad, se reunió con todo el presbiterio potosino en la Misa Crismal, en la que los sacerdotes potosinos renovaron sus promesas sacerdotales. ¡Felices Pascuas de resurrección!.


Las manos y el corazón de Jesús

Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez

19 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. 21 Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» 22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. 23 Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». 24 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». 26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 27 Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». 28 Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!. 29 Jesús le dijo: « Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». 30 Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. 31 Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre (Jn 20,19-31).

Después de la aparición a María Magdalena y la constatación de la tumba vacía por parte de Pedro y el Discípulo Amado, Jesús se presenta a los discípulos que permanecen escondidos. Esta famosa escena, en la cual se hace notar la ausencia de Tomás en la primera aparición de Jesús a sus discípulos, y su resistencia a creer a quienes le dicen que lo han visto, tiene como tema mayor la fe de quienes creerán por el testimonio de la predicación de los apóstoles. Tomás parece representar a las generaciones futuras que recibirán la predicación apostólica sobre Jesús Resucitado; de ahí que la bienaventuranza que culmina el relato se dirija a quienes creerán sin haber visto. Por otro lado, el conjunto de historias del capítulo 20, muestran la diversidad de reacciones ante

el hecho de la resurrección. María Magdalena no atina a reconocer al resucitado hasta que Este le habla por su nombre. El discípulo amado ve o constata la ausencia del cuerpo de Jesús en el sepulcro y eso es suficiente para que crea, lo mismo sucederá con Pedro. En cambio, Tomás refleja la dificultad para creer, pues no creyó al mensaje transmitido por la comunidad discipular y, además, pone condiciones para creer. Quiere condiciones palpables. Tomás, al encontrarse a los ocho días con el Señor, considera innecesarias sus condiciones de fe y reconoce inmediatamente la identidad divina de Jesús: “«¡Señor mío y Dios mío!”, la cual nadie había percibido en grado tan alto como este Discípulo. De hecho es calificada como la mayor profesión de fe en el Evangelio de san Juan. La presencia de Jesús le hace palpar más allá de lo que sus sentidos habían pedido.

Jesús pronuncia una bienaventuranza a favor de las generaciones futuras que creerán sin haber visto. Tomás, con su profesión de fe: “Señor mío y Dios mío”, ha hecho creer a algunos que el anónimo “Discípulo Amado” se identifique con él, por hacer la profesión de fe que algunos consideran la más extraordinaria y propia para Jesús. No obstante, este discípulo, aún con el reconocimiento que tiene de Jesús representa a los escépticos que requieren de prodigios para creer. Su caso servirá para advertir a los nuevos creyentes de la autenticidad del testimonio de los apóstoles… los cuales deberán imitar al discípulo amado, el cual corre más aprisa, vio y creyó.


Retiro Juvenil del Grupo San Pablo, para líderes juveniles

Por LCC Angélica Maldonado Morales

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n el auditorio Ignacio Montes de Oca de la Casa de Acción Católica, se llevó a cabo el 22 de marzo, a partir de la 9:00 horas un retiro-encuentro espiritual para jóvenes, con el objetivo de acercar a los jóvenes a Cristo.

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l sábado 23 de marzo en la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, el señor arzobispo Carlos Cabrero presidio la celebración Eucarística en el marco de su fiesta patronal, en donde se administró el sacramento de la confirmación a un grupo de jóvenes. concelebraron con monseñor Cabrero, los padres Juan Perez, párroco de esta parroquia y padre J. Santana Rivera. Don Carlos hablo de “la promesa de ser educados en la fe” planteando a nosotros como seres humanos “un proyecto de nuestro Padre Dios” y nos creo con un corazón de carne y no de roca, de esta forma nos quiere como hermanos, como una familia, pero para llevar nosotros a cabo este proyecto debemos alejarnos de la violencia de la mentira y la venganza, para ayudar a crear un ambiente nuevo, y el camino es escuchar la palabra de Dios.

En el atractivo programa que se ofreció, contaron con la participación de la predicadora Kimberly Kramar, de los Ángeles California, del canal María Visión y del Padre Alfonso Tapia, catedrático de la Universidad Pontificia de Roma. En gran ambiente fraterno, comenzaron con una Hora Santa, seguida con las conferencias de los ponentes, tuvieron además espacios de convivencia y culminaron con la celebración de la Santa Misa, presididida por el señor arzobispo, monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero. Cabe señalar que el 25 de enero de 2013, monseñor Cabrero, nombró como grupo “San Pablo” a una agrupación de laicos comprometidos a trabajar por la evangelización en la Arquidiócesis de San Luis Potosí, con el objetivo de llevar la Palabra de Dios a los jóvenes, para que tengan un encuentro con Cristo, pero ya como una acción permanente; ayudándolos a profundizar en la Palabra y a comprometerse en la construcción del Reino, obedeciendo los mandamientos del Señor. Para lograr el objetivo de llevar a Cristo a los jóvenes, el grupo de líderes para evangelizar a la juventud potosina, primeramente colaborará con los Sacerdotes del Decanato de Nuestra Señora de la Soledad, y con los grupos existentes en las parroquias, preparando eventos de evangelización masiva, buscando tener un espacio para cada uno de los jóvenes, y

Confirmaciones en la Parroquia de Nuestra Señora de la EncarPor Eduardo Gloria nación

que puedan continuar su preparación como laicos comprometidos, así como colaborar a fortalecer en cada Parroquia, un cimiento, haciendo partícipes los grupos existentes. El primer objetivo fue justamente realizar este retiro para que todos los involucrados se conozcanasí como crear un ambiente de oración y pedir la intervención del Espíritu Santo para el éxito de esta misión.

¡Jesús ha resucitado!

Con gran alegría la Parroquia de Jesús Resucitado vivió su fiesta Con motivo de la Pascua, el pasado domingo 31 de marzo, la parroquia de Jesús Resucitado a cargo del padre Carlos Aguilar celebró su fiesta patronal. Con una gran concurrencia, los vecinos de la colonia Juan Sarabia, llenaron las calles de alegría ante la gran festividad. En concelebración Eucarística, don Carlos Cabrero, arzobispo de San Luis Potosí, confirmó a un nutrido grupo de jóvenes. Don Carlos invitó a los presentes a vivir la Pascua con un corazón dispuesto a perdonar y dar ayuda al que más lo necesita.


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ABRIL 7 DE 2013

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Cáritas de San Luis abre centros de acopio para apoyar a nuestros hermanos de la Huasteca Por LCC Angélica Maldonado Morales

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ebido a los incendios en la Huasteca Potosina y bajo el lema: “Ayudémos a los de Ciudad Valles” se invita tanto a fieles católicos como a ciudadanos en geneal a unirse en torno a nuestros hermanos vallenses, dado que se requiere unidad y solidaridad, porque están pasando momentos de verdad difíciles, pues hay familias que lo han perdido todo y otros tantos se apartan de sus viviendas debido al grave peligro al que están expuestos, por lo que se pide llevar a los centros de acopio, agua embotellada, alimentos enlatados y otros no perecederos, medicinas y bebidas energéticas e hidratantes, como sueros. Se solicitan también hieleras, hielo y material de curación, gasas, cremas y cubrebocas. También se pide papel higiénico, pañales, toallas sanitarias, de manera especial se solicita urgentemente medicamentos contra quema-duras, gasas, etc. Así lo indicó en breve entrevista el titular de la Pastoral Social-Cáritas de la Arquidiócesis de San Luis, Presbítero, Lic. Rubén Pérez Ortiz quien indicó que los centros de acopio que designó el Señor Arzobispo, monseñor Carlos Cabrero Romero, son: Catedral Potosina, Basílica-Santuario Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Parroquia del Divino Maestro, Santuario del Señor de Burgos del Saucito, Parroquia de Tequis, Parroquia de Soledad y en los dos domicilios de Cáritas: Álvaro Obregón 626, zona centro y en Pascual M. Hernández 260, en el Jardín Colón, que es donde está ubicado el bazar y dispensario de Cáritas. El llamado es urgente, --dijo el sacerdote con un dejo de preocupación-- y se pide a los fieles que por favor sean

Padre Rubén Pérez, titular de Pastoral Social

sensibles al dolor ajeno y se pongan en el lugar de los demás para que ayudemos generosamente a estos hermanos nuestros que hoy viven la desgracia. “Lamentablemente siempre la llevan de perder los más pobres, pues por lo general son lo que siempre se ven afectados por este tipo de catástrofes”. Indicó el Padre Rubén Pérez que Cáritas también entregará un donativo económico al obispo de Ciudad Valles, monseñor Roberto Octavio Belmori Cinta, y el apoyo de lo que se junte en los centros de acopio se les hará llegar a través del DIF Estatal. Por último dijo: “Esperamos buena respuesta de los potosinos, quienes siempre han sabido unirse al dolor ajeno, y más en Semana Santa en que Dios más nos pide vivir su Pasión dolorosa ejerciendo la caridad hacia los más necesitados”.

Yo CREO...y vivo mi FE

Un Pentecostés permanente Por P. Memo Gil

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n el artículo octavo del Credo (recordemos que son doce) reflexionamos acerca del Espíritu Santo. El Credo más largo, que es el Niceno-Constantinopolitano, complementa éste artículo agregándole también: …que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Entonces decir que creemos en el Espíritu Santo es adorarle como Dios igual que al Padre y al Hijo. Y es que Jesús, antes de su muerte había prometido a sus discípulos enviarles “otro Paráclito” (Jn 14,16). Para no dejarlos huérfanos, sino que se sientan aliviados por la suave consolación del Espíritu. Por eso, algunos traducen paráclito como consolador. Pero también puede ser como un abogado que acompaña y asiste en todo a los discípulos. De ésta manera, Aquel que nos consuela y nos asiste siempre de parte de Dios, merece de nuestra parte esa adoración que se le tributa como a Dios mismo que es. Pues cuando se derramó sobre los discípulos el Espíritu Santo en Pentecostés, entonces ellos entendieron lo que Jesús había querido decir. Experimentaron desde ése momento una seguridad profunda y la alegría de la fe. Y, al mismo tiempo, recibieron diferentes carismas, para compartir precisamente esa fe en Cristo muerto y resucitado. Los carismas constituyen esos dones gratuitos del Espíritu Santo, que son sobre todo cualidades especiales para dirigir, gobernar, amar al prójimo y anunciar la fe. Es así como la Iglesia primitiva experimentó una primavera de fe, que hacía florecer frutos de conversión y adhesión a Jesucristo: a su persona y a su mensaje de vida plena. Así se fue constituyendo en una comunidad de creyentes, en la cual, los discípulos y sus seguidores, podían profetizar, sanar y hacer milagros. Como hasta hoy existen en la Iglesia personas que tienen estos dones y estas experiencias. Pero reconociendo siempre en todo esto la acción del Espíritu Santo, más que nuestras capacidades. Ya que el Espíritu es libre para actuar y manifestarse. El Espíritu es donativo, fructuoso, incluso perturbador, movilizador, sopla donde y como quiere. Por eso, cuando menos se espera y contra la lógica humana incluso, hace sentir su presencia y su actuación con gran potencia. Y entonces, prácticamente en todos los casos, nos entusiasma (o sea que nos hace sentir la plenitud de Dios en nuestro interior). De ésta experiencia parte la espiritualidad, como una vida que se deja guiar por el Espíritu. Fue así como el Espíritu irrumpió siempre en la vida y ministerio de los profetas. Así lo encontramos atestiguado en el Antiguo Testamento, donde Dios llegó a colmar hombres y mujeres con el Espíritu Santo. De modo que alzaran su voz en favor de los oprimidos y pobres de Yahveh. Hablaron entonces los profetas en nombre de Dios, gracias al Espíritu que residía en ellos, y prepararon al pueblo para la llegada del Mesías. Actualmente, en la Iglesia esta acción e irrupción del Espíritu Santo, sigue haciéndose sentir. Como nos lo afirma san Pablo: “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de funciones, pero el mismo Señor; diversidad de actividades, pero el mismo Dios, que lo hace todo en todos. A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el bien de todos” (1Cor 12,4-7). Siendo así, vivimos en la Iglesia dentro de la dinámica de un Pentecostés permanente. Pues nada limita la presencia y la actuación del Espíritu. Ni es exclusivo de un grupo determinado, ni se le puede manipular. A todos se nos da la posibilidad de movernos con su fuerza renovadora.


ABRIL 7 DE 2013

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Monólogo del libro F

ui tocado por última vez hace veinte años y cinco meses. No digo leído, no, digo únicamente tocado. Por decir así, pertenezco a la raza de los que viven en constante estado de espera. Cada semana mi secuestrador (permítaseme llamarlo así) entra a su estudio con una bolsa llena de libros; de esos seis o siete volúmenes aún envueltos en crujientes celofanes apenas si leerá uno. Los saca de la bolsa, los coloca cuidadosamente sobre su escritorio y los deja allí a dormir la eternidad. Yo también estuve un día en ese hermoso mueble de caoba, hace veinte años y cinco meses y, como los demás, tuve también mi semana de gloria, aunque después fui relegado a un anaquel polvoriento. ¿Debo confesar que cada vez que mi dueño hace su aparición con una bolsa nueva mi esperanza languidece? A veces tengo la impresión de que moriré sin haber sido leído. Mis páginas empiezan hacerse amarillas y a despedir un rancio olor a viejo que no acaba de gustarme del todo. Es un olor penetrante, ¿saben ustedes? Un olor a muerto, si puedo expresarme así. Entre mis páginas hay dos mil frases de escritores célebres que, de ser aplicadas, cambiarían por entero la faz del planeta. No obstante, mi dueño, de un tiempo a esta parte, ha adquirido el hábito de leer ciertas obras de carácter tecnológico que, hay que decirlo con franqueza, de aquí a un tiempo no servirán para casi nada. Ha optado, como se dice, por estar al día. Pero, ¿y luego? ¿Durante cuántos días puede uno estar al día? De creer a mi vecino de enfrente, un libro de papel reciclado y tapas amarillas, los conocimientos técnicos caducan en la actualidad cada cinco años. Y si esto es así, como parece

que lo es, ¿para qué perder tiempo en aprenderlos? Me decía hace poco un libro recién llegado: «Lo que pasa es que ustedes, los viejos, tenéis celos de nosotros, pues somos jóvenes y hablamos con el lenguaje de hoy; nuestros temas son actuales y nuestras páginas blancas». Le respondí lo siguiente con ese tono grave que suelen adoptar los seres de cierta edad: «Amigo, recuerde usted esto: es mil veces preferible el silencio a un libro que no hable de lo único que importa». Recuerdo haberle dicho también esta bellísima frase de Gilbert K. Chesterton (1874-1936) que él, por ser tan joven, seguramente desconocía: «El día en que se realicen las máximas escritas en los cuadernos de los escolares, ese día habrá algo así como un sacudimiento universal». Lo que no le dije -para no dar pie a suspicacias inoportunas es que yo estoy lleno precisamente de estas máximas. Sin embargo, tenía razón el escritor inglés: si se forjan ideales nuevos es porque no se ha tenido la osadía de realizar los antiguos; si se pasa a los libros recién impresos es porque no se ha querido poner por obra lo que aconsejan los viejos. Piénsese, por ejemplo, en esta sola máxima de Joubert (1754-1824): «¿Quieres vivir feliz? Haz la lista de los males que no tienes». ¿No es espléndida? Un hombre que hiciera semejante elenco acaso acabaría descubriendo que no es tan desgraciado después de todo, y hasta se quejaría un poco menos de la vida. O bien esta otra de Marco Aurelio (121-180), el emperador filósofo: «Si no conviene, no lo hagas; si no es verdad, no lo digas: sé dueño de tus inclinaciones». ¿Puede haber máxima más luminosa que ésta? Pero, puesto que su práctica parece irrealizable, se pasa a la siguiente con la

«Lo malo de los libros nuevos es que nos impiden leer los antiguos».

esperanza de encontrarla menos difícil o ya por lo menos más entretenida. «He sido un hombre afortunado –dijo una vez Sigmund Freud (18561939), el médico vienés-: nada en la vida me fue fácil». Quería, me supongo, animar a sus lectores a seguir adelante a pesar de los obstáculos y los reveses de la vida. ¡Cuánto consuelo y cuánta sabiduría hay encerrada en estas frases que los lectores leen de prisa y saltando de una a otra! Todo el arte de vivir se encuentra guardado en ellas como en antiguos relicarios que no por ser antiguos son menos útiles y bellos. Un viejo libro del anaquel vecino, en cuyas tapas amarillas figura el título El arte de leer, se queja a menudo de que nuestro dueño lea con tan poco arte y, en las noches de luna sobre todo, entona estos nostálgicos versos que ya me he aprendido de memoria: He aquí la suerte de los hombres:/muchos los llamados y pocos los elegidos./He aquí la suerte de los libros:/muchos los deletreados y pocos los leídos. Otro de mis compañeros me regañaba hace poco por esta costumbre mía de intercalar máximas famosas hasta en las conversaciones más informales. Me decía: «Como los ancianos, habláis sólo con dichos». Entonces le respondí: «No sólo como los ancianos, señor mío, sino también como el gran Sancho Panza, que no era, por lo demás, ningún anciano». Sin embargo, debo reconocer que este hermano de cautiverio tenía razón. Pero, ¿de qué otra cosa puedo hablar si no de lo que están llenas mis páginas? De la abundancia del corazón habla la boca… Pero oigo a lo lejos el crujir de una bolsa de plástico. ¿Con qué novedades habrá llegado este día mi señor? Un ejemplar encuadernado en rústica que se deshace de aburrimiento cerca de mí y que contiene las Cartas persas de Charles-Louis de Montesquieu (1689-1755) me recitó hace poco en voz alta el siguiente pensamiento, que encontré bello: «El gran error de los journalistes es hablar exclusivamente de los libros nuevos. ¡Como si la verdad fuese siempre nueva! Según yo, por el contrario, no hay razón para que un hombre prefiera los nuevos mientras no haya leído todos los libros antiguos». ¡Eso es hablar con sabiduría! A decir verdad –y esto es algo que no me cansaré de repetirlo-, yo contra los libros nuevos no tengo nada. ¿Qué podría tener en su contra si también ellos perderán su novedad y su color? No es por nuevos precisamente por lo que los tolero poco, sino porque considero justa esta máxima Vauvenargues (1715-1747) escrita hace poco menos de tres siglos: «Lo malo de los libros nuevos es que nos impiden leer los antiguos». En realidad es sólo por eso.


¡Él es la vida!

El Papa Francisco presidió la celebración de la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro

Radio Vaticana

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n su homilía, el Papa Francisco dijo: “En el Evangelio de esta noche luminosa de la Vigilia Pascual, encontramos primero a las mujeres que van al sepulcro de Jesús, con aromas para ungir su cuerpo (Cfr. Lc 24, 1-3). Van para hacer un gesto de compasión, de afecto, de amor; un gesto tradicional hacia un ser querido difunto, como hacemos también nosotros. Habían seguido a Jesús. Lo habían escuchado, se habían sentido comprendidas en su dignidad, y lo habían acompañado hasta el final, en el Calvario y en el momento en que fue bajado de la cruz. Podemos imaginar sus sentimientos cuando van a la tumba: una cierta tristeza, la pena porque Jesús les había dejado, había muerto, su historia había terminado. Ahora se volvía a la vida de antes. Pero en las mujeres permanecía el amor, y es el amor a Jesús lo que les impulsa a ir al sepulcro. Pero, a este punto, sucede algo totalmente inesperado, una vez más, que perturba sus corazones, trastorna sus programas y alterará su vida: ven corrida la piedra del sepulcro, se acercan, y no encuentran el cuerpo del Señor. Esto las deja perplejas, dudosas, llenas de preguntas: «¿Qué es lo que ocurre?», «¿qué sentido tiene todo esto?» (Cfr. Lc 24, 4). “¿Acaso no nos pasa así también a nosotros cuando ocurre algo verdaderamente nuevo respecto a lo de todos los días? Nos quedamos parados, no lo entendemos, no sabemos cómo afrontarlo. A menudo, la novedad nos da miedo, también la novedad que Dios nos trae, la novedad que Dios nos pide. Somos como los apóstoles del Evangelio: muchas veces preferimos mantener nuestras seguridades, pararnos ante una tumba, pensando en el difunto, que en definitiva sólo vive en el re-cuerdo de la historia, como los grandes personajes del pasado. Tenemos miedo de las sorpresas de Dios; tenemos miedo de las sorpresas de Dios. Él nos sorprende siempre. “Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a Él. “Pero volvamos al Evangelio, a las mujeres, y demos un paso hacia adelante. Encuentran la tumba vacía, el cuerpo de Jesús no está allí, algo nuevo ha sucedido, pero todo esto todavía no queda nada claro: suscita interrogantes, causa perplejidad, pero sin ofrecer una respuesta. Y he aquí dos hombres con vestidos resplandecientes, que dicen: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24, 5-6). Lo que era un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor – el ir al sepulcro –, ahora se transforma en acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente la vida. Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en la historia de la humanidad. Jesús

no está muerto, está resucitado, es el Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive (Cfr. Nm 14, 21-28; Dt 5, 26, Jos 3, 10). Jesús ya no es del pasado, sino que vive en el presente y está proyectado hacia el futuro, es el «hoy» eterno de Dios. Así, la novedad de Dios se presenta ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro menos humano. Y este es un mensaje para mí, para ti, querida hermana y querido hermano. “Cuántas veces tenemos necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive. Acepta entonces que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de Él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en Él, ten la seguridad de que Él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como Él quiere. “Hay un último y simple elemento que quisiera subrayar del Evangelio de esta luminosa Vigilia Pascual. Las mujeres se encuentran con la novedad de Dios: Jesús ha resucitado, es el Viviente. Pero ante la tumba vacía y los dos hombres con vestidos resplandecientes, su primera reacción es de temor: estaban «con las caras mirando al suelo» – observa san Lucas –, no tenían ni siquiera valor para mirar. Pero al escuchar el anuncio de la Resurrección, la reciben con fe. Y los dos hombres con vestidos resplandecientes introducen un verbo fundamental: «Recuerden cómo les habló estando todavía en Galilea... Y recordaron sus palabras» (Lc 24, 6.8). La invitación a hacer memoria del encuentro con Jesús, de sus palabras, sus gestos, su vida; este recordar con amor la experiencia con el Maestro, es lo que hace que las mujeres superen todo temor y que lleven la proclamación de la Resurrección a los Apóstoles y a todos los otros (Cfr. Lc 24, 9). Hacer memoria de lo que Dios ha hecho por mí, hacer memoria del camino recorrido; y esto abre el corazón de par en par a la esperanza para el futuro. “Invocando la intercesión de la Virgen María, que guardaba todos estas cosas en su corazón (Cfr. Lc 2, 19.51), pidamos al Señor que nos haga partícipes de su resurrección: nos abra a su novedad que trasforma, a las sorpresas de Dios; que nos haga hombres y mujeres capaces de hacer memoria de lo que Él hace en nuestra historia personal y la del mundo; que nos haga capaces de sentirlo como el Viviente, vivo y actuando en medio de nosotros; que nos enseñe cada día a no buscar entre los muertos a Aquel que vive”. Concluyó.

La sal de la tierra Pavel Florenskij Editorial sígueme, 2005 144 páginas. Por Mtro. Luis Marino Moreno F.

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a sencilla biografía de Abba Isidor, monje del Monasterio de la Trinidad de San Sergio y padre espiritual, encierra entre sus páginas una certeza sorprendente: la existencia objetiva de la vida espiritual.

Cuando el científico y pensador Pavel Florenskij entró personalmente en contacto con Abba Isidor, experimentó en profundidad que Dios es la fuente de la belleza, el sentido y fundamento de la existencia. Una persona verdaderamente espiritual es la prueba empírica irrefutable de la imagen y semejanza divinas que todo hombre atesora.

Pavel Florenskij Pavel Florenskij (1882-1937) pertenece al grupo de grandes figuras que conforman la edad de plata rusa. A su formación científica de primer orden añade sus profundos conocimientos filosóficos y teológicos. Tras colaborar profesionalmente con el régimen soviético como ingeniero y físico, este singular sacerdote ortodoxo fue acusado de contrarrevolucionario y ajusticiado en el campo de prisioneros de las Islas Solovki.


Fe y política

Francisco, los pobres y la Pascua

Por Javier Algara Cosío

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n uno de sus primeros discursos como Sumo Pontífice, ante los comunicadores, Francisco expresó que le encantaría ver a la Iglesia convertida en una Iglesia de los pobres y para los pobres. Obviamente, esas palabras fueron durante unos días una de las noticias más comentadas dentro y fuera de los círculos católicos. Muchas personas han visto en ese deseo una crítica a lo que ellas ven como complaciente ceguera de la Iglesia frente a la indignante pobreza de enormes sectores de la humanidad, y una invitación a lanzarse de inmediato a la acción social para vencer en forma definitiva las desigualdades que hieren la dignidad humana de tantas personas y hacen imposible la creación de un mundo donde reine la paz. No faltan incluso entre estas personas quienes aboguen porque se venda el Museo del Vaticano, se rente la Capilla Sixtina y se vacíe la sacristía de la Basílica de San Pedro con todos sus cálices y demas objetos de oro. Los ingresos resultantes sin duda aliviarían permanentemente la pobreza mundial, calculan. Otros añaden que el deseo del Papa es una clara señal de que ya pasaron los tiempos del incienso y la pompa litúrgica, que le impiden a la Iglesia emplear toda su energía en el servicio de los marginados y en el combate contra los ricos o poderosos que los marginan. Hay que dejar de perder el tiempo, se dice, en actividades que no conducen al restablecimiento de la igualdad y la justicia. Hay demasiados paquetes de ropa y medicinas que distribuir, demasiadas barreras legales y falsificaciones conceptuales que derribar, demasiadas riquezas malhabidas que arrebatar de sus actuales posee-dores para ponerlas en manos de los hambrientos, como para desperdiciar el tiempo en estar de rodillas. Mejor, que luchemos por un mundo en el que todos los hombres estemos de pie, en el mismo nivel, en una sociedad igualitaria. Obviamente, la Iglesia no puede olvidar a quienes padecen necesidades materiales. La elección de los diáconos, al inicio de la era apostólica, deja en claro que la ayuda a los sufrientes siempre ha sido una prioridad eclesial. Y tanto las primeras comunidades cristianas como las actuales viven (aunque estas últimas quizás son menos conscientes de ello) cuidando de aliviar en lo posible las carencias materiales de quienes sufren por ellas. Los datos estadísticos destacan las impresionantes cifras de ayuda católica mundial en forma de escuelas, clínicas, orfanatorios, asilos, y otras obras parecidas. Y ninguna persona honesta puede soslayar el ingente número de católicos que dedican sus vidas gratuitamente al servicio de los pobres en esas instituciones. Mas es un hecho que, sí, en la Iglesia existen muchas cosas que sobran, que deforman la práctica de la vida cristiana, y que pueden resultar un escándalo para muchos. A este respecto es bueno que los católicos no olvidemos, sin embargo, que la Iglesia somos todos los bautizados y que entre los excesos materiales que le criticamos a la Iglesia, o dejamos que otros le critiquen, también debemos contabilizar los propios. De poco o nada serviría recomendar que el Papa se mude a un departamento de barriada si los cristianos no nos deshacemos de nuestras riquezas personales excesivas, por pequeñas que estas puedan ser. Y aquí radica, a mi parecer, el núcleo de la aspiración del Papa Francisco. El deseo de una Iglesia pobre, para los pobres, es el deseo de una Iglesia que viva en la fe de la Pascua. Porque nadie, ni personal ni institucionalmente, se deshace de sus cosas para ayudar a otro mientras no crea firmemente que el Señor Jesús le “dará lo demás por añadidura”. La pobreza evangélica, la que nos hace ser tan libres que podemos sin angustias compartir nuestros haberes con los que tienen menos, es aquella que nace de saber con certeza absoluta que Dios es tan amoroso y providente que satisfará nuestras necesidades si nosotros nos ocupamos de cumplir su voluntad, que es amar a todos sin medida. O sea, la pobreza aconsejada en el Evangelio nace de la fe. Y ésta se origina en la contemplación humilde de la Cruz, actualizada en la liturgia, en el seno de la comunidad cristiana, donde también se actualiza la Resurrección. Es en la celebración de los misterios cristianos, en especial de la Eucaristía, donde se experimenta simultáneamente de modo especial el verdadero sentido del sufrimiento y la victoria sobre la causa del mismo, el pecado, gracias al Señor resucitado. De la liturgia, de modo especial de la liturgia pascual, debemos salir los cristianos transformados, desligados de las ataduras que los bienes pudieran tener sobre nosotros, y libres para entregarlos para que otros vivan mejor. Una Iglesia pobre, abandonada totalmente en manos de Dios y centrada en lo que debe ser su característica: la donación de sí misma en el amor.

María Magdalena primer testigo de la Resurrección

P. Sergio Roman Siame

¿Quién es la Magdalena? En la Iglesia Oriental veneran la memoria de tres Marías diferentes: La pecadora que va a lavar los pies de Jesús con sus lágrimas y que los unge con perfume (Lc 7, 36-50); María de Magdalena, enumerada siempre en primer lugar entre las mujeres que seguían a Jesús y que había sido liberada de siete demonios (Lc 8, 1-3), y María de Betania, hermana de Lázaro y Marta. La Iglesia Occidental, a la que pertene-cemos, une a estas tres figuras en una sola veneración, aunque poco a poco las va distinguiendo como diferentes, gracias a los estudios de los que saben de esto. Los pasos de la fe La fe comienza a nacer de la necesidad de Dios que surge de la contemplación de nuestra humanidad limitada por el pecado. Cuando la pecadora busca a Jesús, lo encuentra y, entonces, lo ama con un amor lleno de arrepentimiento y de vergüenza por su vida pasada. Sus lágrimas son purificadoras. Ama mucho y mucho se le perdona. De la Magdalena dice el Evangelio que fue liberada de siete demonios y, desde ese momento, siguió a Jesús. Ser discípulo es el siguiente paso de la fe. Es querer conocer más y más a aquel que perdona y libera. Es escoger la mejor parte y retenerla celosamente, no como un placer, que sí lo es, sino como una nueva vida que compromete a la persona íntegra. Seguir a Jesús lleva a servir. El servicio, en griego, se llama diaconía y ésta ha sido elevada al grado de sacramento como primer paso del Orden. Este sa-cramento ha sido instituido para los varones que ejercen el servicio y la caridad oficialmente en nombre de la Iglesia. La Magdalena y las santas mujeres ejer-cieron su servicio, simplemente, como un gesto de amor a Jesús y a los suyos. El discípulo necesita servir. Magdalena, con san Juan y la otra María, acompañaron a la Virgen al pie de la cruz y entonces fueron testigos de la Muerte de Jesús. Los demás apóstoles no lo fueron, abandonaron a su Maestro. ¿Por eso mereció la Magdalena ser la primera testigo de la Resurrección? A los que han sido testigos de su Muerte y Resurrección, Jesús los envía a predicar la buena noticia, el Evangelio. Y allí tenemos a la Magdalena convertida en apóstol de los apóstoles. Ella recibe de Jesús el envío, la misión, para llevar a los apóstoles la feliz noticia de su Resurrección. Durante mucho tiempo se decía en la Ig-

lesia que la fiesta de la Magdalena tenía “misa de apóstol”, como una forma de honrar la memoria de esta gran mujer que es modelo de nuestra fe, porque a partir de su conversión siguió a Jesús, lo sirvió, fue su discípula, fue su testigo y lo predicó, y todo esto porque mucho amó. Lo que se dice de la Magdalena Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles ya no nos hablan más de la Magdalena, pero aquí entra la leyenda. La Iglesia Oriental cree que después de la Resurrección, la Magdalena acompañó a la Virgen y vivió con ella en Éfeso, a donde la llevó el apóstol Juan en su ministerio de apóstol. Según esta creencia, allí murió y allí fue enterrada. Identificándola con María de Betania, la Iglesia Occidental, y más bien los franceses, creen que en compañía de sus hermanos, Lázaro y Marta, visitó y evangelizó las Galias, en donde murió y fue enterrada hasta que en tiempos de la Revolución Francesa los anticlericales profanaron su tumba y la desaparecieron. La magdalena es patrona de Francia, y en París hay un templo muy hermoso en su memoria. ¿La esposa de Jesús? El especial amor que la Magdalena le profesa a su Maestro se presta para que la imaginación contemporánea, que todo lo ve a la luz de la sexualidad, invente una historia de amor, que si bien es cierto que en nada haría desmerecer la figura de Jesús, no está fincada en la realidad. Bástenos saber que en ningún documento antiguo, ni en los apócrifos nósticos, se dice que haya sido su esposa y que haya tenido de Él una hija. Eso es novela contemporánea sin ninguna base histórica firme y fidedigna. A Magdalena la presentan los nósticos de los primeros siglos como depositaria de doctrinas secretas que Jesús le habría confiado a ella y no a los apóstoles, justificando así las doctrinas heréticas tan diferentes a la doctrina de los apóstoles. Ellos llegaron a ver en la Magdalena una encarnación de la Sabiduría de la que se decían buscadores. La alegría de la Resurrección Para nosotros, la Magdalena sigue siendo la feliz anunciadora del aconte-cimiento más importante del cristianismo, la Resurrección de Cristo, y le agradecemos, a través del tiempo, su amor fiel que le permitió llorar con la Virgen al pie de la Cruz, acompañar el cuerpo de su Señor a la tumba y ser, también, testigo de su Resurrección. Nos alegramos con ella porque Cristo ha Resucitado.


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Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección

Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado (Mc 16, 9-14).

I

mposible saber cómo ocurrió la Resurrección de Jesús. Qué haya ocurrido en esa oscura cueva que albergó a la luz del mundo nadie lo sabe. De hecho nadie vio cómo fue. Solamente lo vieron resucitado, sólo vieron el sepulcro abierto. ¿Por qué no ocurrió como en el nacimiento de Jesús, que hasta los ángeles cuentan a los pastores el hecho sublime del Dios hecho hombre? Quizá porque los ángeles que anunciarán este hecho inmensamente grande serán los hombres y mujeres que conocieron a Jesús. El anuncio no será más de alados serafines que cantan al son de trompetas y arpas la gloria de Dios, será hecho por testigos, por quienes siguieron a Jesús en sus predicaciones, por quienes vieron sus milagros, por quienes se beneficiaron al escuchar sus parábolas, por quienes disfrutaron su compañía. Efectivamente, el hecho del anuncio del nacimiento de Jesús es por parte de los ángeles, pero eso se queda en el discreto silencio; los pastores que fueron a visitar a la madre de Jesús se alegraron al ver a ese pequeño Dios encarnado, pero los evangelios no dicen que pronunciasen una sola palabra; tampoco los magos del lejano oriente dejaron registradas palabras al momento de contemplar al Hijo de Dios hecho hombre; solamente le dejaron ahí sus regalos, su oro, incienso y mirra; y regresaron silenciosamente a su patria, a sus lejanas tierras. Pero el hecho de la Resurrección, que no fue anunciado por ángeles, sino por testigos es un hecho que no ha dejado de repetirse cada día: con la evangelización, con el culto, con la emoción de conocer una gran noticia: el Señor ha resucitado. Y es que al parecer Jesús mismo es quien anuncia por boca de los testigos, ya que alguna vez declaró que donde están dos o tres reunidos en su nombre ahí está Él en medio de ellos. Y donde se anuncia el evangelio, ahí están más de dos, o dos por lo menos. Es difícil que esta noticia de la Resurrección pueda ser callada, en efecto, Jesús dijo también que estaría con los testigos todos los días hasta el fin del mundo. Por esto tal vez el anuncio de la resurrección no ha dejado de ocurrir; ¿cómo dejar de anunciar tan grandes verdades cuando el Señor está notablemente en medio de su Iglesia? Los primeros anuncios de la resurrección ocurrieron el mismo día que sucedió este hecho, por parte de las mujeres, principalmente por María Magdalena, esto fue el anuncio de un hecho recién verificado; pero fundamentalmente se puede decir que Pedro anunció la resurrección de Jesucristo el día de Pentecostés. Y desde entonces hasta nuestros días no ha dejado de repetirse este mensaje; el anuncio de Jesucristo resucitado se ha hecho sonar todos los días y seguramente hasta el fin del mundo. Pedro lo hizo saber a los judíos. Leyendo el libro de los

hechos de los apóstoles constatamos que lo que hacía que muchos creyeran en Jesucristo era precisamente el anuncio de la resurrección; al escuchar a cualquiera de los apóstoles predicar a Jesucristo resucitado muchos se convertían; y se lograba contar a los discípulos por miles. El ser cristiano tiene que ver con el anuncio de la resurrección, cada creyente del pasado, una vez habiendo conocido la feliz noticia, no podía callarse y lo declaraba públicamente a quien tuviera a su alcance; por otro lado, la comunidad tenía coherencia, al creer en Jesús resucitado se reunían, partían el pan con sencillez, oraban en el templo y en sus casas. Había más, cada creyente tenía a absoluta certeza de que Jesús caminaba en medio de la comunidad, por eso eran testigos, no solo de lo que había hecho Jesús, sino de lo que hacía por medio de ellos cada que le alababan y cada que lo anunciaban; y cada creyente estaba dispuesto a dar la vida, si era necesario, para dar testimonio con sus palabras y con su muerte de la resurrección de Jesucristo; la mayoría de los santos de la antigüedad fueron mártires. Muchos cristianos eran sacrificados todos los días, pero eso no impedía que los que quedaban vivos dejaran de anunciar al resucitado. Al contrario, se sentían felices por el gran honor de compartir la misma suerte de su Señor, el Señor de la vida. Y gracias al valor inmenso de estos muchos hombres y mujeres, la multitud de los creyentes se multiplicaba cada día; uno moría, pero cientos o miles más se acercaban a la fe en Jesús Resucitado. Al leer las cartas de san Pablo también constatamos estas verdades; lo que sostenía la fe de los que se sumaban a la comunidad cristiana en todas partes era la certeza de tener en su corazón un amor muy grande a Jesucristo, así que con gusto daban la vida por Él. San Pablo habla frecuentemente en su predicación y en sus cartas de aquello que hay en su corazón: Jesucristo crucificado, Jesucristo resucitado. No eran los milagros lo que suscitaba la fe. No eran tampoco las parábolas de Jesús ni la predicación de aquel Nazareo ni los milagros que hizo; lo que despertaba el amor a Jesús, la fe en Jesús, era el testimonio de su resurrección, de su muerte de cruz y de su poder sobre la muerte; san Pablo escribe estas verdades a los Gálatas, de esta manera: estoy crucificado con Cristo, vivo yo, pero no soy yo, es Cristo el que vive en mí; y mientras vivo en esta carne vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregase por mí (Gal 2, 12). Así que unos hablaban de la resurrección porque habían escuchado a las mujeres anunciar este hecho; otros porque les había salido Jesús al paso (como a los famosos discípulos de Emaús), otros porque recibieron el anuncio de parte de los apóstoles y otros porque se unieron a las comunidades de creyentes

que anunciaban este acontecimiento de manera reiterativa, frecuente, solemne, cruenta. La Iglesia no calla tampoco, ni un solo día, este hecho maravilloso: Jesucristo ha resucitado. En este anuncio se sostiene la fe. Esta es la verdad más importante y no hay ninguna mayor que ésta. Y anunciar a Jesucristo es también nuestra alegría. Por eso en Pascua la Iglesia celebra cincuenta días completos como si fuera uno solo: Jesucristo resucitó, aleluya. Pero no solo en este tiempo lo declaramos y lo recordamos; ahora celebramos el aniversario de nuestra redención, pero todos los días en la santa Misa decimos: anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven Señor Jesús. La tradición cristiana tiene, por ejemplo, muchísimos cantos que se refieren al hecho del nacimiento del salvador, los famosos villancicos; pero son innumerables las composiciones artísticas que tienen que ver con el hecho de a resurrección del Señor. Es que este hecho maravilloso se tiene que dar a conocer todos los días, y nos toca a los creyentes esta noble labor; declaremos públicamente nuestra fe en el Resucitado. Escritores del mundo, anuncien la resurrección; artistas del mundo, hagan saber a todos que Jesús ha resucitado; miembros de las redes sociales, compartan su fe en Jesucristo, hagan llegar a cualquier rincón de la tierra esta verdad: Jesucristo resucitó. La resurrección es un hecho para contemplar, para agradecer, pero sobre todo: para anunciar.



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Una ofrenda desde la fe

ABRIL 7 DE 2013

Diezmo:

...Lo de Dios a Dios

Caridad con Sacerdotes enfermos Por: P. Armando Oliva

E

n la actualidad el presbiterio potosino cuenta con un convenio de gastos mayores que solamente se debe utilizar para operaciones, este convenio en parte nos ayuda y digo en parte porque como todo seguro tiene un límite y todo lo que rebase cierta cantidad se tiene que pagar por la Economía Diocesana, ustedes saben que las enfermedades pueden acabar con el patrimonio de una familia o de una Institución; es aquí donde debemos hacer nuestra la cultura de la prevención para evitar o remediar a tiempo enfermedades muy costosas; a pesar de esto hemos tenido hermanos sacerdotes que han tenido que estar varios meses hospitalizados los 2 últimos hermanos sacerdotes que sufrieron la purificación de la enfermedad fueron el padre José María Ortega y el padre Salvador Guillen. Dios ya los llamó a vivir la Pascua eterna. En los Evangelios encontramos como Cristo nos enseña practicando la caridad, nos dice: tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve enfermo y me visitaron, etc. entonces le preguntaron ¿cuándo hicimos eso contigo Señor? Y el responderá, “cuando lo hicieron con el más pequeño e insignificante de mis hermanos conmigo lo hicieron”. La caridad, la solidaridad con nuestros hermanos sacerdotes enfermos es tender la mano al necesitado y es practicar las obras de misericordia tu diezmo nos ayuda a aligerar la carga de los gastos médicos de nuestros sacerdotes; nuestra economía es la imagen de la economía familiar donde los gastos nos abruman, pero nunca desconfiando de la providencia de Dios. Que Padre Dios bendiga su trabajo y sus familias.

Pío XII:

El Papa de la paz y de la verdad

Por David Grimaldo

A

finales de 1944, cuando está por acabar la II Guerra Mundial, las fuerzas aliadas derrotan al ejército alemán y los jefes de Estado elaboran pactos que garanticen el triunfo de la democracia, Roosevelt, Churchill y Stalin buscan la cooperación de todas las naciones para que se comprometan a eliminar la tiranía, la esclavitud, la intolerancia y la opresión. La idea democrática va ganando terreno. Sin embargo, según el Papa, no basta la forma democrática, pues también en ella el hombre puede ser objeto de manipulación. Hay algo más radical, es decir, que al hombre se le escuche, se le permita expresar con libertad sus opiniones y se le respete. La finalidad del Estado no es mantener un orden público, ni una ideología, ni realizar un bien común interpretado unívocamente por el grupo en el poder. El hombre y el ejercicio de sus derechos, afirma con razón Pío XII, son el criterio supremo del bien común. Los totalitarismos y autoritarismos son la negación de la verdadera democracia. Pío XII no publicó ninguna encíclica social, pero dejó gran cantidad de pronunciamientos en sus radiomensajes, sobre todo en Navidad y Pentecostés. En el mensaje de Navidad de 1942, Pío XII habla de una hipotética sociedad justa, pero alcanzable solo si el orden interno de los pueblos tiene a la persona humana como su norma fundamental. Sin embargo, su filosofía abstracta y metafísica y su falta de una experiencia pastoral, le impidió tener un acercamiento más concreto con la realidad social de su tiempo, lo que llevó a tener una inevitable deficiencia de su Magisterio en ciertas cuestiones sociales, como por ejemplo, cuando afirma que la Providencia Divina dispuso la existencia de ricos y pobres para el ejercicio de las virtudes (Sertum laetitiae, 14). En el radiomensaje del primero de junio de 1941, Pío XII supera la visión providencialista de la existencia de ricos y pobres y avanza decididamente por el camino de los derechos de la persona, para llegar a su mejor expresión en el radiomensaje de navidad de 1942.

En el radiomensaje del primero de septiembre de 1944, V aniversario del comienzo de la guerra, difunde un mensaje sobre la propiedad privada y lo hace como León XIII en la Rerum novarum: no elabora su doctrina a partir de un orden social concreto, sino que lo hace para rechazar las teorías contrarias al cristianismo, en este caso, las del comunismo. El patrimonio magisterial de este Pontífice constituye, ciertamente, un primado de abundancia y profundidad teológica y filosófica. En esta riqueza tiene vigencia plena enseñanzas como la igualdad fundamental de todos los seres humanos, los derechos inalienables de la persona y su defensa jurídica, la concepción de la economía al servicio de todos los hombres, la propiedad como defensa de la libertad, la concepción objetiva del bien común, la función de la autoridad, el don de la paz, la norma del orden interno de los Estados, la visión de un orden internacional, la condena del totalitarismo, etc. Pío XII avanza, también, en la clarificación de la misión de la Iglesia de cara a los problemas sociales. La misión de la Iglesia es, sí, religiosa, pero entendiendo que lo religioso, más allá de un puro espiritualismo desencarnado, significa servir al hombre de manera integral. Ningún otro Papa había repetido tan explícitamente, hasta entonces, la exigencia de que la Iglesia ilumine los problemas sociales, y no existían documentos del Magisterio que instaran tan enérgicamente, a seglares y sacerdotes, a la denuncia de la injusticia: “Ni cumplirían su deber los sacerdotes ni los seglares que cerrasen voluntariamente los ojos y la boca ante las injusticias sociales de que son testigos” (Radiomensaje de Navidad, 1954). Pío XII muere el día 9 de octubre de 1958 en la Villa Pontificia de Castelgandolfo. Ese día el mundo se dio cuenta que había fallecido un gran Pontífice; aquel que vivió una de las etapas más trágicas y convulsionadas de la historia.


ABRIL 7 DE 2013


El programa SONRIE, CRISTO TE AMA Te invita a escuchar el programa especial de su primer aniversario el domingo 7 de abril a partir de las 11:00 a.m. Por www.radioamigoscatolicos.com ÂĄMuchas gracias por escucharnos todos los domingos!

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