Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí
En tiroteo murió su hermano y él quedó parapléjico: hoy es religioso
‘’El nombre de Dios E es misericordia’’
Año 8
‘’E
No. 358
Semana del 17 al 23 de enero de 2016
l nombre de Dios es misericordia’’, el libro-entrevista del Papa Francisco con el periodista italiano Andrea Tornielli, ha sido presentado en el Instituto Augustinianum de Roma por el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin y por el actor Roberto Benigni durante un encuentro. También ha Zhang Agostino Jianquing, un detenido de la cárcel italiana de Padua convertido al cristianismo que el pasado año recibió el bautismo, la eucaristía y la confirmación. Algunas palabras del premio Oscar, Roberto Benigni, que formaban parte de una de sus lecturas dedicadas a ‘’Los Diez Mandamientos’’ fueron citadas por el Papa en una homilía pronunciada durante el Te Deum de fin de año en 2014, en la que habló de la debilidad del ser humano, a veces propenso a la esclavitud y al pecado por miedo a la libertad. El volumen, que lleva la firma del Papa en la cubierta, se articula en nueve capítulos. Comienza con ‘’El tiempo de la misericordia’’ y concluye con: ‘’Para vivir bien el Jubileo’’. A lo largo de los otros siete capítulos Francisco dialoga con Andrea Tornie-lli quien le planteó cuarenta preguntas sobre diversas cuestiones cuyo hilo central es la misericordia,
‘’carnet de identidad de Dios’’, como afirma el Pontífice. La confesión que no es ‘’ni una tintorería, ni una tortura’’ y debe fundarse en la escucha y no en el interrogatorio; el reconocerse pecadores, la condena de la Iglesia del pecado pero el abrazo al pecador, el reconocimiento del Papa de que él también necesita la misericordia divina, la necesidad de levantarse después de la caída, la constatación de que la lógica de Dios es una lógica de amor que escandaliza a los doctores de la Ley y de que la adhesión formal a las reglas lleva a la degradación del estupor por la salvación que Dios ofrece, son algunos de los argumentos afrontados por el Santo Padre. No olvida tampoco en el capítulo 7 recordar que la corrupción es un pecado elevado a sistema, ni reiterar más ade-lante que la compasión vence la globalización de la indiferencia, mientras advierte poco antes de acabar el volumen que, el practicar obras de misericordia es la piedra angular de los cristianos. En el libro, es considerado ya por muchos una síntesis del magisterio y del pontificado de Francisco, el Santo Padre explica al periodista, sirviéndose de sus recuerdos de juventud y de episodios relacionados con su experiencia de pastor las razones que le han llevado a convocar un Año Santo de la Misericordia, palabra clave de su enseñanza.
l pasado 11 de diciembre, el cardenal Roger Mahoney, arzobispo emérito de Los Ángeles, recibió los votos perpetuos como religioso de un hombre en silla de ruedas: César John Paul Galan, de 42 años, quien dentro de unos años será sa-cerdote. Ese día pudo mirar atrás y recordar los trágicos acontecimientos de los que se sirvió Dios para extraerle de su vida de odio y violencia y conducirle hasta los Hermanos de los Enfermos Pobres. El 3 de abril de 2001, él y su hermano Héctor ingresaron, gravemente heridos de bala, al hospital. Ambos formaban parte de una banda que acababa de participar en un tiroteo. Iba a ser para ambos el final de toda una adolescencia, juventud e inicios de vida adulta vividos en un entorno de brutalidad y marginalidad. “La vida de las bandas era algo normal para mí”, recuerda César: “Crecí en ese entorno y es todo lo que vi y conocí. Los miembros de la banda íbamos juntos al colegio. Eran mis amigos. No les veía como miembros de una banda o algo similar. Pero creo que en la vida todos tenemos un momento en el que se enciende una luz y vemos lo que Dios quiere que seamos”. Por desgracia, ese momento fue doblemente trágico para él. Como consecuencia de aquel incidente, su hermano Héctor murió y él quedó parapléjico. Aquella noche se acercó a su habitación el cape-llán del hospital, el hermano Richard, que fue quien le dio las dos terribles noticias: “Luego me preguntó qué podía hacer por mí y le pedí ver a mi hermano por última vez. Así que me llevó hasta él, donde aún pude cogerle de la mano un instante y decirle adiós. Es el mayor regalo que me han hecho nunca, y desde aquel día mi hermano y yo hemos estado en comunicación de una forma u otra. Ha sido un camino terrible”. Fue un camino de conversión, que realizó guiado por aquel capellán que acabaría convirtiéndose en su superior dentro de la incipiente comunidad religiosa, a la que se ligó para siempre dos semanas antes de la Navidad. Formuló la solemne promesa ante el Cardenal protector de los Hermanos de los Enfermos Pobres: “Hago voto de servir a los enfermos pobres y continuar el camino de Dios profesando los votos de pobreza, castidad, obediencia y autosuficiencia”. A pesar de las dificultades de su vida en una silla de ruedas, el hermano César lo ve como una bendición: “Hay lecciones que aprendemos en la vida y nos permiten una ‘segunda vida’, que consiste en lo que aprendemos de ella y cómo la lle-vamos adelante. Así que para mí fue una bendición experimentar esto. El momento de sus votos perpe-tuos congregó a numerosas personas en la capilla del hospital de Lynwood donde hace quince años César entró mal herido. Hubo muchas lágrimas, pero nadie estaba triste.