Edición 359

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Roberto Benigni señala el precepto de amar a los enemigos como «la frase más elevada de la historia»

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a mañana del 12 de enero, en la sala del Augustinianum estaba llena para la presentación del libro-entrevista de Andrea Tornielli con el Papa Francisco El nombre de Dios es Misericordia. En la presentación, moderada por el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, participaron, entre otros, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, don Giuseppe Costa (Lev) y Zhang Agostino Jianqing, un recluso chino de la cárcel de Padua que contó su encuentro con la Misericordia de Dios. Un momento especial de la presentación fue la intervención de Roberto Benigni, ustedes recordarán su película más famosa conocida como “la Vida es bella”. Benigni inicialmente bromeó: “De pequeño quería ser Papa”. Llegado el momento en el que el cómico toscano, le tocó su intervención, comentó que visitó un día anterior al Papa Francisco, y contó su emoción (“me sentía Zaqueo”) antes de hacer su personal reseña del libro: “El marco del pontificado de Francisco es la misericordia, que no debe confundirse con la piedad. La misericordia incluye la alegría, la facilidad para perdonar. Y la alegría es el gran secreto del cristia-nismo”. El Evangelio favorito de Benigni es el de San Marcos, y ahí el primer milagro de Jesús es la curación de la suegra de Pedro, quien después “le preparó una comida”. A Jesús se le podría llamar “el sí de Dios”. “La vida es una lucha entre el amor y el no-amor, y la frase más elevada en la historia de la humanidad es la que invita a amar a los enemigos”, continuó Benigni. El cómico toscano se preguntó luego hacia dónde camina el Papa Francisco, con su caminar incansable: “Está llevando consigo a toda la Iglesia hacia el cristianis-mo, la lleva tras de sí. En medio del dolor del mundo, está buscando la misericordia. En un mundo irreconocible, que quiere el miedo y la condena, Francisco responde con la misericordia, con el dolor”. Benigni habló del misterio de Dios que quiere sufrir, porque “el dolor es el lugar de la solidaridad entre Dios y el hombre”. En el libro se dice que “todo acto de amor de misericordia es una resurrección, y todo acto de codicia es una muerte”. Por último, Benigni leyó algunas páginas del libro, escogiendo aquellas en las que el Papa habla del pecado y del perdón de Dios. En el libro el Papa afronta el tema de la misericordia a través de su experiencia personal como sacerdote y como pastor, y presenta las razones del Jubileo extraordinario que ha decretado. El título del libro es un autógrafo del Papa en italiano, inglés, francés, alemán, español y portugués.

Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí

Para no perder los principios de humanidad

Año 8

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No. 359

Semana del 24 al 30 de enero de 2016

a «grave emergencia migratoria que estamos a-frontando» Francisco dedicó los pasajes más signi-ficativos del discurso al cuerpo diplomático acredi-tado ante la Santa Sede, reunido a principios de este mes en la sala Regia. Una elección motivada por la voluntad del Papa de contribuir a «discernir sus causas» y «plan-tear soluciones», ayudando de esta forma a vencer «el temor inevitable que acompaña a un fenómeno tan masivo e impresionante». El encuentro, como de costumbre, ofreció al Papa la oportunidad para reflexionar sobre la situación internacional, precedida por un breve referencia a los resultados de la diplomacia de la Santa Sede en 2015, año en el que creció el número de embajadores residentes en Roma y se firmaron importantes acuerdos internacionales. Haciendo referencia al «hilo conductor» de la Misericordia, que ha guiado sus viajes apostólicos, el Papa destacó la necesidad de «encontrar las razones para el diálogo» y rechazar cualquier intento de utilizar la religión abusando «del nombre de Dios para cometer injusticias», como ocurrió en los atentados sangrientos de los últimos meses en África, Europa y Oriente Medio. Dirigiendo su mirada hacia la compleja situación mundial, llena de «desafíos» y de «muchas tensiones», el Papa centró la atención en el fenómeno migratorio en

el cual —observó— terminan concentrándose las consecuencias de las grandes tragedias humanitarias que afligen al planeta: guerras, violaciones de los derechos humanos, persecuciones de fondo religioso, miseria extrema, desnutrición y cambios climáticos. Dramas que alimentan auténticos éxodos empujando a millones de hombres, mujeres y niños a abandonar sus tierras para escapar de las «indescriptibles barbaries cometidas contra personas indefensas». «Gran parte de las causas que provocan la emigración —es la constatación realista de Francisco —se podían haber ya afrontado desde hace tiempo». Pero todavía hoy «se puede hacer mucho para detener las tragedias y construir la paz». Sin embargo, para ello habría que tener el coraje de poner en discusión «costumbres y prácticas consolidadas»: comenzando por los problemas relacionados con el comercio de armas, el abaste-cimiento de materias primas y de energía, la inversión, la política financiera y de ayuda al desarrollo. Para el Papa son necesarios «planes a medio y largo plazo que no se queden en la simple respuesta a una emergencia», con la doble finalidad de «ayudar realmente a la integración de los emigrantes en los países de acogida », y favorecer «el desarrollo de los países de proveniencia con políticas solidarias».


Domingo 24 de enero de 2016

Somos el cuerpo de Cristo

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l Dios de Abraham, de Isaac y de Jesucristo no es un Dios impuesto, no es Dios que se revela a través de fenómenos naturales, sino un Dios que se hace presente en la historia de los hombres, se manifiesta y se comunica de un modo perfecto y definitivo en el hombre JESÚS. La Biblia es la literatura de un pueblo: en ella se no cuentan los acontecimientos, las angustias, los sufrimientos, las alegrías, los himnos de los poetas, las reflexiones de los sabios, los cantos populares hasta la vida de las primitivas comunidades cristianas. Todo lo anterior, es “revelación del hombre” pero al mismo tiempo es “revelación de Dios”. Esta historia del pasado la leemos como Palabra de Dios porque a su luz podemos leer nuestra propia historia, y descubrir y encontrar nuestra vida diaria. Es grandioso el paralelo entre el sacerdote Esdras, que proclama desde un estrado la Palabra de Dios al pueblo, y Jesús, que en la Sinagoga de su pueblo toma en sus manos el rollo de las Escrituras, y lee y lo comenta a sus paisanos. La escena que nos narra el Evangelio es un programa de lo que era la vida de Jesús y de lo que tiene que ser hoy la nuestra. La proclamación de la Palabra de Dios será eficaz si toca nuestros corazones. No leemos los pasajes de la Biblia para enterarnos de lo que pasó entonces, sino de lo que pasa aquí y ahora. Este “hoy” del Evangelio no se refiere sólo al día en que Jesús habló a su pueblo, sino a nuestro “hoy”. Cristo, vivo y presente sigue salvando y liberando a los pobres y oprimidos de hoy. Lo que dice la Palabra “se cumple hoy” en nosotros y a través de nosotros. La motivación que nos da el apóstol san Pablo en la carta a los Corintios no se refiere sólo a la eficacia social, sino teológica: si estamos unidos en la Iglesia no es por razones sociológicas, sino porque hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, “somos el Cuerpo de Cristo”, y es Dios quien ha distribuido en la Iglesia, que formamos todos, los diversos ministerios de apóstoles, de profetas o de ma-estros. En la Iglesia no podemos estar divididos. La diversidad si está cimentada en Cristo y en su Espíritu, no divide, sino que une y enriquece, y así se forma la comunidad que sea signo de la presencia de Cristo en nuestro mundo. Toda página del Evangelio no es Palabra muerta sino Palabra viva que Dios nos dice a cada momento. El Evangelio no narra sólo la vida de Jesús, sino también mi vida. El Evangelio no contempla un pasado remoto ni tampoco sueña en un futuro extraordinario, sino que vive el tiempo presente. Antiguo y Nuevo Testamento son actuales. En cualquier página del Evangelio descubrimos, tarde o temprano, nuestra propia vida y así podremos decir: “Aquí se habla de nosotros: yo soy Adán, nosotros somos los apóstoles que navegamos sobre el mar. Nos encontramos como Jesús por el camino hacia el Calvario y hacia la Resurrección. La lectura del Evangelio nos revela la actualidad de la Palabra de Dios de tal modo que al escuchar o leer el Evangelio podemos decir: “Hoy se cumple esta Palabra que acabamos de oír o de leer” (Lucas 4,21), porque somos el Cuerpo de Cristo.

Amar y perdonar Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días! Se ha abierto una Puerta de la Misericordia en la Catedral de cada diócesis del mundo, también en los santuarios y en las iglesias indicadas por los obispos. El Jubileo es en todo el mundo, no solamente en Roma. He deseado que este signo de la Puerta Santa estuviera presente en cada Iglesia particular, para que el Jubileo de la Misericordia pueda ser una experiencia compartida por todas las personas. El Año Santo, de este modo, ha comenzado en toda la Iglesia y se celebra tanto en Roma como en cada diócesis. Y Roma es el signo visible de la comunión universal. Que esta comunión eclesial sea cada vez más intensa, para que la Iglesia sea en el mundo el signo vivo del amor y la misericordia del Padre. Este misterio de comunión, que hace de la Iglesia signo del amor del Padre, crece y madura en nuestro corazón, cuando el amor, que recono-cemos en la Cruz de Cristo y en el cual nos su-mergimos, nos hace amar del mismo modo que nosotros somos amados por Él. Se trata de un Amor sin fin, que tiene el rostro del perdón y la misericordia. Pero la misericordia y el perdón no deben quedarse en palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son el signo concreto y visible que la fe ha transformado nuestro corazón y nos permite expresar en nosotros la vida misma de Dios. Amar y perdonar como Dios ama y perdona. Este es un programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a ir siempre más allá sin cansarnos nunca, con la certeza de ser sostenidos por la presencia paterna de Dios. Este gran signo de la vida cristiana se transforma después en muchos otros signos que son característicos del Jubileo. Pienso en quienes atravesarán una de las Puertas Santas, que en este Año son verdaderas Puertas de la Misericordia. La Puerta indica a Jesús mismo que ha dicho: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Jn 10, 9). Atravesar la Puerta santa es el sig-no de nuestra confianza en el Señor Jesús que no ha venido para juzgar, sino para salvar (cf. Jn 12, 47). Estén atentos que no haya alguno más despierto, demasiado astuto que les diga que se tiene que pagar: ¡no! La salvación no se paga, la salvación no se compra. La Puerta es Jesús y ¡Jesús es gratis! Él mismo habla de quienes no dejan en-

trar como se debe, y simplemente dice que son ladrones y bandidos. De nuevo, estén a-tentos: la salvación es gratis. Atravesar la Puerta Santa es signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesemos esa Puerta es bueno recordar que debemos tener abierta también la puerta de nuestro corazón. Estoy de-lante de la Puerta Santa y pido: “Señor, ¡ayúdame a abrir la puerta de mi corazón!”. No tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejara pasar a Cristo que nos empuja a ir hacia los demás, para llevarlo a Él y su amor. Por lo tanto, igual que la Puerta santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva, así también nuestra puerta, la del corazón, ha de estar siempre abierta para no excluir a ninguno. Ni siquiera al que o a la que me molesta: a ninguno. Un signo importante del Jubileo es también la Confesión. Acercarse al Sacramento con el cual somos reconciliados con Dios equivale a tener experiencia directa de su misericordia. Es encontrar el Padre que perdona: Dios perdona todo. Dios nos comprende también en nuestras limitaciones, nos comprende también en nuestras contradicciones. No solo, Él con su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados nos es todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante. Dice más: que cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón, hay fiesta en el cielo. Jesús hace fiesta: esta es su misericordia. No se desanimen. Adelante, ¡adelante con esto! Cuántas veces me han dicho: “Padre, no puedo perdonar al vecino, al compañero de trabajo, la vecina, la suegra, la cuñada”. Todos hemos escuchado esto: “No puedo perdonar”. Pero, ¿cómo se puede pedir a Dios que nos perdone, si después nosotros no somos capaces del perdón? Perdonar es algo grande y, sin embargo, no es fácil perdonar, porque nuestro corazón es pobre y con sus fuerzas no lo puede hacer. Pero si nos abrimos a acoger la misericordia de Dios para nosotros, a su vez somos capaces de perdón. Muchas veces he escuchado decir: “A esa persona yo no la podía ver: la odiaba. Pero un día me acerqué al Señor, le pedí perdón por mis pecados, y también perdoné a esa persona”. Estas son cosas de todos los días, y tenemos cerca de nosotros esta posibilidad. Por lo tanto, ¡ánimo! Vivamos el Jubileo iniciando con estos signos que llevan consigo una gran fuerza de amor. El Señor nos acompañará para conducirnos a experimentar otros signos importantes para nuestra vida. ¡Ánimo y adelante!


Domingo 24 de enero de 2016

La Iglesia y la familia

La familia enfrenta desafíos

¡No tengan miedo!

La familia invitada a vivir la misericordia

Por P. Juan José Torres Galván

Personas con discapacidad Es preciso dirigir una mirada especial a las familias de las personas con discapacidad, quienes afrontan este desafío que desbarata los equilibrios, deseos y expectativas e impone tareas, urgencias y nuevas responsabilidades. Merecen gran admiración las familias que aceptan con amor la difícil prueba de un niño discapacitado. Ellas dan a la Iglesia y a la sociedad un valioso testimonio de fidelidad al don de la vida. Las personas con discapacidad son para la familia un don y una oportunidad para crecer en el amor, en la ayuda recíproca y en la unidad. Una especial atención se debe prestar a las personas discapacitadas que sobreviven a sus padres y a la familia, que los ha apoyado durante toda la vida. La muerte de quienes los han amado los hace especialmente vulnerables. Para muchos discapacitados abandonados o que se han quedado solos, las instituciones eclesiales de acogida son a menudo su única familia. La migración La historia de la humanidad es una historia de migrantes: todos somos peregrinos. Este principio debe inspirarnos comprensión, apertura y responsabilidad ante el desafío de la migración. La movilidad humana puede revelarse como una riqueza para la familia que emigra y para el país que la acoge. El acompañamiento de los migrantes exige una pastoral específica, que respete sus culturas, la formación religiosa y humana de la que provienen, así como la riqueza espiritual de sus ritos y tradiciones, también mediante un cuidado pastoral específico. Las experiencias migratorias resultan especialmente dramáticas y devastadoras, cuando tienen lugar fuera de la legalidad y son sostenidas por los circuitos internacionales de la trata de personas. La extrema pobreza y otras situaciones de desintegración empujan a algunas familias a vender a sus hijos para la prostitución o el tráfico de órganos. Muchas personas que viven sin casarse a menudo cumplen grandes servicios en su círculo de amigos, en la comunidad eclesial y en la vida profesional. Sin embargo, su presencia y su contribución son a menudo pasados por alto, y esto les da una sensación de aislamiento. Muchos, ponen sus talentos al servicio de la comunidad cristiana bajo la forma de la caridad y el voluntariado. Luego están los que no se casan porque consagran su vida por amor a Cristo y a los hermanos. Su dedicación enriquece extraordinariamente a la familia, en la Iglesia y en la sociedad. Refugiados También existe la migración forzada, consecuencia de situaciones de guerra, persecuciones, pobreza, injusticia. La responsabilidad de ofrecer acogida, solidaridad y asistencia a los refugiados corresponde en primer lugar a la Iglesia local. Perseguidos Las persecuciones de los cristianos, así como las de las minorías étnicas y religiosas, en muchas partes del mundo, especialmente en Oriente Medio, son una gran prueba: no sólo para la Iglesia, sino también para toda la comunidad internacional. (Referencia de lectura: Mensaje final, 21-24)

Muy queridas familias potosinas, les saludo con mucho cariño y aprecio. Hoy les invito a descubrir la Misericordia como un camino de vida para nuestra familia, y desde ella, esa plenitud humanamente posible y con la gracia de Dios, alcanzable. Una gran verdad que nos dice el Papa Francisco “No existe familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. Tenemos quejas de unos a otros. Nos decepcionamos los unos a los otros. Por lo tanto, no existe un matrimonio saludable ni familia saludable sin el ejercicio del perdón”... Estas pala-bras fueron pronunciadas por el Papa Francisco el 15 de agosto de 2015, día de la Asunción, a las familias.

 Un llamado del Papa en este Año de la Misericordia El Papa llama a concentrarse en lo esencial (EG 35) y a no insistir en lo secundario (EG 34). Concentrarse en lo esencial implica reconocer una jerarquía de verdades morales (EG 36) en cuya cima está la misericordia. Su Santidad Francisco ha recordado con santo Tomás que la misericordia, en cuanto al obrar exterior, “es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece el volcarse en los otros y, más aún, socorrer sus deficiencias” (EG 36-37).

Es un misterio bello sentir profundamente ese amor y esa misericordia en el interior de tantas familias a las que la vida ha golpeado o no ha favorecido; en aquellas que han sido maltratadas, abandonadas, limitadas o que han sufrido rupturas. Es todo un signo descubrir cómo la misericordia, que implica el “estar volcados en los otros”, es lo que conduce interiormente las vidas de las personas en familia.

 La fragilidad y riqueza de la vida familiar Un deber imprescindible en nuestros días es el descubrir la fragilidad de los vínculos de las familias (EG 66), pero a la vez sus riquezas, la fuerza salvífica de sus vidas, su bondad propia, su valor (EG 198-199), su sentido de fe. Porque ciertamente hay una profunda belleza de lo pequeño, lo pobre y lo escondido que se muestra en los “admirables gestos de heroísmo cotidiano a favor de la defensa y el cuidado del núcleo familiar” (cfr. EG 212).

 No tengamos miedo a la Misericordia es la respuesta… La verdadera misericordia es la que sabe ver en el corazón los caminos de crecimiento; es la que acompaña el desarrollo y los pequeños pasos de las personas; la que manifiesta “siempre el bien deseable; la que hace propuesta de vida, de

madurez, de realización, de fecundidad, y bajo la cual puede comprenderse nuestra denuncia de los males que pueden oscurecerla” (cfr. EG 168). La misericordia no hay que vincularla esencialmente con la debilidad, la impotencia o el pecado, no hay que relacionarla primordialmente con una ley que no alcanzamos a cumplir a plenitud. La misericordia, ante todo y sobre todo, implica una mirada profunda de amor, divina y humana, que descubre nuestras capaci-dades, que estimula caminos de crecimiento moral, que acompaña procesos personalizados que ayudan a madurar. La misericordia se vincula con el crecimiento hacia adelante: “Yo no te condeno, vete y en adelante no peques más” (Jn 8). La misericordia implica alentar caminos de crecimiento y, a la vez, caminar al lado de aquellos que recorren dichos caminos.

 Nuestro modelo para vivir la Misericordia es Jesucristo El gran modelo de misericordia en este mundo es Jesús de Nazaret. La misericordia se inspira en el modo en que Jesús se acercó a los hombres y mujeres. Jesús no aparece en los evangelios nunca al lado de una pareja “perfecta” rodeada de varios hijos. Lo único que aparece en los evangelios es un Jesús que acoge con cariño muchas situaciones familiares dramáticas, llenas de dolor, sufrimiento y muerte. Finalmente, queridas familias: Jesús acoge y está con los padres preocupados por sus hijos enfermos (tal como aparece en el pasaje del muchacho epiléptico, la mujer cananea, la hija de Jairo, el funcionario real...), consuela a papás que lloran a sus hijos muertos (la viuda de Naím), acoge a Marta y María que lloran a su hermano fallecido, escucha a los padres que hablan de su hijo ciego de nacimiento, acoge la enfermedad de la suegra de Simón Pedro.

 Jesús “acoge y bendice” a los niños; toca, cuida, cura y llama a muchas mujeres. Mujeres y niños eran las personas más vulnerables de la familia de su tiempo. Jesús sorprende por estar acompañado regularmente de muchas mujeres, dialogar con ellas, dejarse tocar por ellas, sentarse a comer o beber con ellas, defenderlas de un repudio fácil o de una ley inmisericorde. Así pues, ánimo, queridas familias, el camino que se nos ofrece nos da luz, acojámosla y lo obscuro tendrá claridad y nos ayudará a saltar los obstáculos. Se despide y los quiere su amigo y hermano Obispo

+ Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero Arzobispo de San Luis Potosí


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Nuestra historia

El calendario gregoriano Historia e instauración del mismo. 2da. Parte

Por Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortiz

El calendario gregoriano es un calendario originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en casi todo el mundo. Así denominado por ser su promotor el papa Gregorio XIII quien promulgó el uso de este calendario por medio de la bula Inter Gravissimas, vino a sustituir en 1582 al calendario juliano, utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año 46 a. C.

cuando la diferencia sea significativa, es decir, cuando llegue a ser de un día, se declare que el siguiente año bisiesto no lo sea. De todas maneras, quedan casi dos mil años de análisis y discusión antes de necesitar este ajuste. Véase año para una descripción un poco más profunda.

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l calendario gregoriano ajusta a 365,2425 días la duración del año, lo que deja una diferencia de 0,000300926 días al año de error, es decir, adelanta cerca de 1/2 minuto cada año (aprox. 26 s c/año), lo que significa que se requiere el ajuste de un día cada 3300 años. Esta diferencia procede del hecho de que la traslación de la Tierra alrededor del Sol no coincide con una cantidad exacta de días de rotación de la Tierra alrededor de su eje. Cuando el centro de la Tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al Sol y ha regresado a la misma «posición relativa» en que se encontraba el año anterior, se han completado 365 días y un poco menos de un cuarto de día (0,242189074 para ser más exactos). Para hacer coincidir el año con un número entero de días se requieren ajustes periódicos cada cierta cantidad de años. Sin embargo, intentar crear una regla para corregir este error de un día cada 3300 años es complejo. En tan largo tiempo la Tierra se desacelera en su velocidad de rotación (y también se desacelera el movimiento de traslación) y ello crea una nueva diferencia que es necesario ir corrigiendo. La Luna ejerce un efecto de retraso sobre esta velocidad de giro por la excentricidad creada por las mareas. La disminución de la velocidad de giro creada por esa excentricidad es similar a la que se produce cuando hacemos girar un frisbee poniéndole un poco de arena mojada en un lado del borde inferior: cuando el platillo se hace girar, su velocidad de giro es mucho menor a la que tiene cuando no existe tal excentricidad. Este efecto todavía se encuentra en análisis y medición por parte del mundo científico y adicionalmente existen otros efectos que complican definir reglas con tal precisión. Este error es solo de una parte por millón. Lo más práctico será que

Otro problema distinto, como ya se ha señalado, es la disminución de la velocidad de rotación terrestre (y también de la traslación terrestre), la cual se puede medir con gran precisión con un reloj atómico. Es un problema distinto porque no tiene que ver nada con el cálculo del calendario y, por lo tanto, con los ajus-tes que se le tengan que hacer al ca-lendario. Más bien es al contrario: es el reloj atómico el que tiene que ajustarse a los movimientos de la Tierra, es decir, a la duración del día solar y del año te-rrestre. El reloj atómico mide un tiempo uniforme que, por lo tanto, no existe en la naturaleza, donde los movimientos del mundo físico son uniformemente variados. Pese a ser el más utilizado, el calendario gregoriano presenta diversas deficiencias. La primera, ya señalada, es su diferencia con el año trópico, pero no es importante para efectos prácticos. De mayor entidad es la diferencia en la duración de los meses (28, 29, 30 o 31 días) y el hecho de que la semana, que es utilizada casi universalmente como unidad laboral de tiempo, no está integrada en los meses, de tal forma que el número de días laborables de un mes puede variar entre 24 y 27. Además en los países cristianos, el hecho de que la Pascua se rija por una regla lunisolar (según el concilio de Nicea tal festividad debe celebrarse el domingo siguiente a la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera, fijado el 21 de marzo para el hemisferio norte) origina alteraciones en diversas actividades (por ejemplo en la educación, turismo, etc.). Otro inconveniente lo constituye el hecho de que no existe un año cero. Ello da lugar en que cuando se quiere conocer el intervalo de tiempo comprendido entre una fecha antes de Cristo y otra de la era cristiana no basta con restar las cifras correspondientes a los años (consideradas las fechas anteriores al nacimiento de Cristo como negativas), sino que es preciso restar una unidad a esta cifra. Se han realizado numerosas propuestas de reforma para solventar estos inconvenientes, aunque ninguna de ellas ha adquirido vigencia.

Cuando la vida se convierte en agua P. Chava

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s inevitable que el ánimo no decaiga; humanamente es imposible sostener el entusiasmo. Éste, constantemente se termina. Y cómo quisiéramos que los mejores momentos fueran eternos, es decir, que no acabaran nunca; pero todo lo que es humano tiene fin, lo divino es lo que perdura. La vida del hombre no es estable, se encuentra sujeta a cambios. Y el cambio que más duele, es cuando la vida pierde su color y se vuelve gris, decía Ortega, que el gris es el ascetismo del color; ni blanco, ni negro, una mezcla de los dos. La vida también pierde su sabor, y por eso es necesaria la sabiduría; solo el sabio le toma sabor a su vida. Y hay que agregar, que la vida también puede perder su aroma; basta pensar, que el olfato con facilidad se acostumbra, y ya no distinguimos el olor. Por eso decimos, que hay momentos en que la vida se nos vuelve como el agua: inodora, incolora y no tiene sabor. Es fácil que la existencia pierda su dulzura. Y todo, porque el hombre deja de luchar, y olvida que la vida es una constante conquista; hay que luchar por lo bueno, y una vez obtenido se debe cuidar para que no se pierda; lo que no se cuida, se pierde. El vino, al contrario del agua, significa la alegría, el color y el buen sabor de la vida. El texto bíblico de las bodas de Caná, nos relata que llegó a faltar el vino, y con ello parecía que terminaba la fiesta. Por esa razón, María le dijo a Jesús “Ya no tienen vino”. En el trayecto de la vida, hay momentos en que llega a faltar el vino. Éste, simboliza el entusiasmo, la ilusión y la alegría. El agua es vital y necesaria para vivir; el vino, es agua que tiene sabor, color y buen aroma. Y nuestra vida necesita recuperar su color, su aroma y su sabor; y el único que le devuelve su sabor, es Dios. El hombre abandonado a sí mismo, puede perder el sentido de su vida. Y al reencontrarse con Dios, recupera su sentido. Cuando nuestra vida se convierte en agua, hay que acercarse a Jesús para que él la convierta en vino. Jesús le devuelve a la vida su color, su aroma y su sabor. Necesitamos el vino de la alegría, y el entusiasmo para seguir viviendo.


Enterrar a los muertos. Una de las obras de misericordia

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Cosas y Casos de la vida

Por: P. Kino

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n este año de la misericordia el Papa Francisco nos invita a realizar obras de misericordia para poder incluso alcanzar la indulgencia plenaria. Una de las obras de misericordia es enterrar a los muertos. Pero, ¿De qué se trata esta obra? No se trata de asistir a una funeraria a las tres de la mañana con aliento alcohólico a contar chistes, chismorrear y tomar café aunque sea con galletas. No se trata de estar afuera de los panteones esperando a desconocidos dolientes para darles el abrazo del pésame sobre todo a la viuda que quedó de muy buen ver, ejem, ejem, perdón por la expresión. No se trata de llevar cervezas y ponerlas sobre el ataúd, con el argumento de “sobre el muerto las coronas”, y luego repartirlas… o repartir pan diciendo que “las penas con pan son buenas”. No se trata de organizar coperachas para los deudos, y de pasó a ver que alcanzo a pescar. Enterrar a los muertos es algo mucho más profundo y espiritual. Es hacer acto de presencia física, aunque sin mucho aspaviento para ponernos en oración con Dios y pedir que le perdone sus pecados. Es reflexionar nosotros mismos sobre la muerte y el sentido de la vida (Benedicto XVI, Spe Salvi, n. 6). Es estrechar la mano u ofrecer un abrazo como signo de solidaridad a nuestro amigo o conocido, sin a veces saber decir algo. Es orar con las personas que dirigen el rosario o alguna oración por el difunto. Es unirnos en oración con todos los presentes que acompañan los restos del difunto. En ocasiones, a los familiares y amigos que han sufrido la pérdida de un ser querido, nos cuesta trabajo externar palabras, al grado de que el nerviosismo nos lleva a decir palabras que no son acorde a lo que quisiéramos externar. Frases como: - “No somos nada”… y ciertamente no son nada, pues te equivocaste de sala en la funeraria. - “Tan bueno que era”… no hay que decir esto, pues tal vez era bueno contigo, pero no sabes la relación que llevaba con su esposa, hijos, vecino, era bueno contigo porque eras el compañero de parranda. - “Se veía tan lleno de vida”… pues ni modo que tan lleno de muerte… la vida o se tiene o no se tiene, nada a la mitad. Cada cultura tiene su forma de acompañar a los dolientes y enterrar a los muertos. En Estados Unidos, por ejemplo, se cierra la funeraria y todos se van a su casa a descansar, dejando los restos mortales del fallecido en la funeraria, pues de dormirse en la casa funeraria, a dormirse en su casa para el caso es lo mismo.

Que se llamen sociedad de convivencia Por: Pbro. Lic. Héctor Colunga Rodríguez

colunga46561@hotmail.com

Queridos lectores: Quiero hacerme responsable de este artículo, y lo desarrollo con todo respeto. A mediados de diciembre del año pasado vi una nota en un periódico local que decía: “Urge CEDH a permitir las uniones gays”. En el texto de la nota, habla de que se debe analizar y discutir el dictamen de la iniciativa al Código Familiar de San Luis Potosí para permitir los matrimonios gays, pues lo considera discriminatorio a estas parejas. La nota continua que se debe armonizar nuestro Código Familiar con la Constitución Política de los Estados Unidos y con los Tratados Internacionales y particularmente los Principios de París (1991), que protege y promueve los derechos humanos, y nadie debe ser discriminado por motivo de nacionalidad, etnia, credo, preferencias sexuales o cualquier otro motivo. Hace un par de meses, hice el comparativo entre el derecho positivo y el derecho natural; y del derecho positivo decía que era un producto social y por lo tanto es mutable, o sea que varía en el tiempo y en el espacio; como es una institución humana es perfectible, capaz de perfeccionarse y adecuarse a los tiempos actuales. Del derecho natural comenté que surge de la naturaleza misma del hombre (de ahí su nombre), permanece esencialmente el mismo, puesto que la naturaleza humana es siempre la misma; lo constituye un conjunto de normas o reglas anteriores a toda ley escrita y nace de la conciencia de los individuos. La Suprema Corte estableció el pasado 19 de junio de 2015, que son inconstitucionales los Códigos Civiles de los estados que consideren únicamente al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, cuyo fin último sea la procreación. Quiero expresar que por derecho las personas del mismo sexo se pueden casar, es más, que se casen, creo que no se afecta sus derechos humanos, lo pueden hacer; lo que yo quiero pedir y creo que no es discriminatorio, es que se conserve la palabra matrimonio para la unión de un hombre y una mujer y crear otra figura jurídica con las mismas prerrogativas de ley para las personas del mismo sexo y que se llamen sociedad de convivencia, unión de personas, etc., pero no matrimonio. En el derecho positivo, sí se puede. Ya he comentado anteriormente, que tenemos que ser muy respetuo-sos de la diversidad sexual y no crear un clima de discriminación por aquellos que han elegido a uno de su mismo sexo y que gocen de todas las garantías que la misma ley les concede. Hasta la próxima


Momento Teológico

Construir, Cultivar, Conquistar

Robustecer nuestra fe Por: Padre Memo Gil

“La fe es aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver”. (Heb 11,1) “Nosotros, si realmente somos fuertes, debemos cargar con la debilidad de quienes no tienen esa fuerza y no buscar nuestro propio agrado”. (Rom 15,1)

S ¿Cómo ha elaborado la ciencia su teoría sobre el “Origen del Universo”? P. Francisco Javier Espinoza Ayala

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fjespinozaa@hotmail.com

s evidente que la visión actual sobre el origen del Universo ha variado en pocos años. Para los antiguos y para el sentido común, la tierra está en el centro del mundo y el sol da vueltas alrededor de ella. Esta idea sobre el mundo está muy extendida. Es la idea que tiene la Biblia, pero la idea que también tienen los griegos. Para toda la antigüedad, y hasta bien entrada la edad media, la tierra se sitúa en el centro del universo y los planetas y el sol dan vuelta a su alrededor. El mundo es algo cerrado y limitado, y las estrellas están enganchadas en una esfera fija. La filosofía presocrática hace referencia a elementos primigenios como el agua, la tierra, el aire y el fuego a partir de los cuales la naturaleza se transforma; pero no se cuestiona la unidad de la naturaleza inicial. Platón, en Timeo, afirma que todas las formas vivas y creadas no son sino copias imperfectas de las esencias (ideas). Los seres vivos son de mucha clase: dioses, animales y el hombre como el ser vivo terrestre más perfecto. Aristóteles habla de un universo fijo y eterno como la naturaleza de sus componentes. Existe una jerarquía de los seres vivos. Descarta toda posibilidad de evolución de una especie a otra o la aparición de formas complejas a formas más simples. Siglos más tarde, Nicolás Copérnico (1473-1543) vuelve a la hipótesis del heliocentrismo subrayando que la tierra y los planetas dan vueltas alrededor del sol. Pero es a Galileo (15641642) a quien, sobre todo, se le reconoce como el verdadero padre de este cambio de perspectiva. Inventó el telescopio, que le permitió llevar a cabo varias observaciones astronómicas importantes, de manera especial las fases de la luna. Galileo rechaza el sistema de Ptolomeo, adopta el de Copérnico y comienza a ha-cerlo público. Ha hecho falta mucho tiempo, todavía, para no ver la tierra sino como un pequeño planeta que da vueltas alrededor del sol, estrella más bien pequeña de una modesta galaxia. La constatación de la inmensidad del espacio constituye una conmoción para las representaciones bíblicas de la fe. Algunos dijeron que se debería entender la Biblia de otra manera, dejar de leerla como un libro histórico y encontrar en ella sentidos más simbólicos. Richard Simon (1638-1722) inicia lo que se llama la crítica y exégesis bíblica. Ya no ve la Biblia como un libro de verdades unívocas; muestra ciertas contradicciones y fuerza así a una interpretación más compleja de los textos. Años más tarde, se plantea el tema si Adán tuvo antepa-sados. El calvinista francés Isaac de La Peyrére defendió la existencia de “preadamitas”. Según este autor, Adán pertenecía a un pueblo preadamita pero fue llevado al Paraíso para ser el padre del pueblo judío. Incansablemente, los científicos buscan, analizan, comparan y formulan la hipótesis de un tiempo muy largo. La fosa entre la ciencia y la fe se agranda. Surgen algunas tentativas de armonización. Por ejemplo, los seis días del Génesis corres-ponderían a las edades geológicas del planeta. Explicación ingeniosa, pero no válida, puesto que se sigue buscando una verdad histórica en la Biblia. Hasta la próxima.

in duda que la fe se fortalece dándola, compartiéndola. Al dar razón de cuánto somos capaces de sobrellevar y soportar con paciencia fiable. Cuando se cree de verdad, todo tiene un sentido y hay razón para creer en la fe desde lo que se va viviendo. Hay que hacer a un lado nuestras seguridades, para poder ir más allá de nuestro escepticismo y estrechez de nuestra lógica. Pues ni nuestra pobreza, ni nuestra esterilidad son obstáculo para lo que Dios está queriendo hacer de nosotros. Ante la prueba, como experiencia que nos remite al fundamente de nuestra vida, debemos responder dando nuevo vigor a la tolerancia, a la gentileza, a la paz y a la amistad. Porque cada uno de estos valores son los que más entran en juego en nuestra capacidad de adaptación y confrontación ante una situación nueva. Si hay una fe verdadera y profunda, siempre será posible esperar aún ante la peor desesperanza. Y es que la fe puede suscitar en nosotros siempre nuevos bríos, para llegar a sobre ponernos ante devastadoras experiencias. Vamos teniendo así una experiencia de robus-tecimiento espiritual. Que nos lanza a evaluar y a reflexionar sobre los fundamentos de nuestro ser como personas, como cristianos, como hijos de Dios. Aquí es donde logramos captar un sentido más social de la propia fe que tenemos. Pues no podemos limitarnos sólo al plano religioso y hacer de la experiencia de fe, algo meramente íntimo y privado. Que en muchos casos, es lo más cómodo, para evitar así ser interpelados en el sentido de aquello en lo que creemos.

Debemos ser conscientes de que, todo lo que vivimos, exige en nosotros una mirada de fe. Pero si mi fe no es nítida, ni profunda, ni ma-dura. Claro que lo que deba vivir pues parecerá que es algo sin sentido, o algo pasajero, a lo que no deba darle mucha importancia y en lo que no debo entretenerme demasiado. Y entonces, es cuando los valores esenciales, arriba enunciados como lo son: la tolerancia, la gentileza, la paz y la amistad. No son más que convencionalismos, a los que hay que sujetarse en la medida en que nos retribuyan una armonía superficial y justificable de nuestro comportamiento ante los demás. Porque sin una verdadera fe, no hay verdaderos seres humanos. La simulación va tomando cuenta de nuestra vida, y todo, absolutamente todo, pasa inclusive a tener hasta el mismo valor. Pues, sin referentes a una jerarquía de valores, acabamos por someterlo todo a un juicio demasiado relativo, poco edificante, y en detrimento de nuestra capacidad de creer y ser creídos. No cabe duda, que para un adecuado robustecimiento de nuestra fe, debemos ser bastante sinceros, concretos y humildes. Un sincero camino de abandono a Dios y a su vo-luntad, nos dejará siempre más felices y satisfechos. El que concretamente vivamos todo en una experiencia profunda de fe, nos hará más sensibles y atentos al paso de Dios por nuestra vida. Tomando la humildad como la actitud eficaz por la que sabemos que no somos merecedores de nada, pero con la fe en que Dios y su gracia serán siempre lo que nos ayude a salir adelante.

San Francisco de Sales

El santo de hoy

Obispo, patrono de los periodistas 17 de Enero

S

e dice que escribía de día hojas clandestinas y la metía por debajo de las puertas, de noche. Por esa razón, se ganó el premio “patrono de los periodistas”. Escribía como un ángel. De forma, que los franceses lo tienen entre sus clásicos de literatura. Montañés de cuerpo entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales. Familia exquisita. Le llevan a estudiar a la universidad de París. Luego a Padua. Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes, apóstol de la región de Chablais. Vuelve a París, trata con san Vicente de Paul, en todas partes se le recibe con entusiasmo. Hay un libro: “Introducción a la vida devota”, cuarenta ediciones en vida del autor, y en aquello tiempos. Un libro utilizado muchísimo tiempo como lectura espiritual. “¿No es una barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?”. Hay una amistad que no se puede olvidar: la que mantuvo con Juana Chantal; con ella fundó la Orden de la Visitación. Una virtud: la dulzura de este hombre, de quien dicen que en su juventud tenía tan mal genio. Respecto a esto, es una constante en la biografía de todo santo su lucha ascética a fin de aumentar su capacidad de autodominio. Pero para demostrar que esta

virtud no se consigue de la noche a la mañana, he aquí un detalle precisamente referida a nuestro santo. Se cuenta que al hacerle al autopsia, le encontraron su hígado endurecido como un piedra. Esto se explica por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato. Esa dulzura de la que hablamos antes, no le fue fácil conseguirla. San Francisco de Sales escribió: “No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo”


07 Por Luis Marino Moreno

La maleta de mi padre

ORHAN PAMUK

Random House Monadadori 2011. 90 páginas.

O

rhan Pamuk fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2006. En la entrega oficial del galardón, Pamuk leyó La maleta de mi padre, un emocionante discurso que habla de la naturaleza de la escritura, del amor a los libros y del propósito de la literatura. Acompañan a este discurso otros dos textos igualmente pronunciados con motivo de la recepción de premios: El autor implícito, discurso que leyó en abril de 2006 al recibir el premio Puterbaugh, otorgado por la revista norteamericana World Literature, trata de la psicología del autor, de la aventura que supone ser escritor y de la necesidad de serlo. En Kars y en Frankfurt, discurso pronunciado al recibir el Premio de la Paz de la Unión de Libreros Alemanes en 2005, estudia la posibilidad que tiene el novelista de ponerse en el lugar de otros y las consecuencias políticas de una capacidad tan humana. La maleta de mi padre contiene estos tres discursos, considerados una totalidad por el propio autor.

ORHAN PAMUK

Inició estudios de arquitectura, que tres años después abandonó, y se graduó en Periodismo en la Universidad de Estambul. Entre 1985 y 1988 residió en Nueva York, trabajando como profesor en la Universidad de Columbia, regresando después a Turquía. Tuvo problemas con la justicia de su país que le llevaron a ser procesado en el año 2004, si bien en el año 2006, su proceso fue sobreseido. Estuvo amenazado de muerte por integristas islámicos, lo que le llevó a exiliarse a Estados Unidos, regresando a su país en 2007. Su obra es bastante amplia y se le considera parte de la nueva literatura turca, pudiéndose definir como prosa poética. Se caracteriza por un fuerte compromiso social, como lo tiene su autor. Sus libros han sido objeto de numerosas traducciones y publicaciones en más de un centenar de países. Ha obtenido numerosos premios, en especial el Nobel de Literatura del año 2006 en reconocimiento a su trayectoria literaria y su compromiso con los derechos humanos.

Para leer bien, y escribir mejor

Iglesia Universal CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco se asomó, como cada domingo, a la ventana del estudio del Palacio Apostólico para el rezo del Ángelus, que dedicó a hablar del Evangelio de las Bodas de Caná. “Los milagros son signos extraordinarios que acompañan la predicación de la Buena Noticia y tienen el objetivo de suscitar y reforzar la fe en Jesús”. En concreto, el de Caná “es un signo de la bendición de Dios para el matrimonio”. “El amor entre un hombre y una mujer es un buen camino para vivir el Evangelio, es decir, para encaminarse con alegría al camino de la santidad”. ROMA.- El Papa Francisco visitó, el domingo pasado, la Sinagoga de Roma, la más antigua de Europa. Es el tercer Pontífice que lo hace después de San Juan Pablo II (hace 30 años) y Benedicto XVI, en enero de 2010. En su discurso, el Pontífice destacó las buenas relaciones de las dos confesiones en los últimos 50 años gracias al Concilio Vaticano II y pidió profundizar en “la comprensión recíproca, la confianza mutua y la amistad”. El Papa también dirigió un recuerdo especial hacia los seis millones de judíos que murieron en el Holocausto. ROMA.- Los pobres y necesitados son una de las prioridades del pontificado del Papa Francisco y ayer volvió a quedar en evidencia puesto que 2.000 pobres fueron invitados por el Pontífice a participar como espectadores en un espectáculo de circo. La Limosnería Apostólica, encargada de la caridad del Papa, organizó el evento al que también asistieron médicos y enfermeros de los servicios sanitarios del Vaticano para garantizar la asistencia en caso de necesidad. WACHINGTON.- La Conferencia Episcopal de los Estados Unidos pidió al gobierno que suspenda las incursiones y expulsiones a las familias centroamericanas que no tienen documentos en regla. La Comisión para las Migraciones de la Conferencia Episcopal envió una carta en la que expresaron su “gran preocupación” por la detención y expulsión de cerca de 121 centroamericanos, entre los que había madres y sus niños. “Estas acciones han generado miedo entre los inmigrantes y han causado una caída de confianza en las fuerzas del orden dentro de sus respectivas comunidades”, indicaron.

Iglesia de México MÉXICO.- Los obispos mexicanos han informado que la visita del Santo Padre es a la República Mexicana. Por tanto, las sedes en las que se llevará a cabo –la Arquidiócesis Primada de México, la Diócesis de Ecatepec, la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, la Arquidiócesis de Morelia y la Diócesis de Ciudad Juárez– tendrán la gracia de ser anfitrionas del Papa, así como de los laicos, laicas, consagrados, consagradas, clérigos y todas las personas de buena voluntad que llegarán en representación de las diferentes diócesis y regiones del país. CIUDAD JUÁREZ.- El Obispo de Ciudad Juárez, Mons. José Guadalupe Torres Campos, señaló que el 17 de febrero, durante su visita a esta ciudad fronteriza con Estados Unidos, el Papa Francisco rezará en silencio por los millones de migrantes en todo el mundo. El Obispo hizo este anuncio durante una conferencia de prensa realizada el pasado 10 de enero, donde indicó que aún no se ha determinado el momento en que el Santo Padre se acercará a la rivera del Río Bravo para elevar una oración por los migrantes, pues corresponde al personal del Vaticano determinarlo. TUXTLA GUTIÉRREZ.- Previo a la visita pastoral del Papa Francisco el estado de Chiapas, autoridades eclesiásticas del Estado Vaticano y civiles del Estado Mayor presidencial en México, realizaron un recorrido por la ciudad de San Cristóbal de Las Casas y la capital Tuxtla Gutiérrez, sedes del encuentro con indígenas y las familias del país. En la comitiva de avanzada, desde el estadio de futbol Víctor Manuel Reyna, el padre Guido Marini, ceremoniero del Pontífice, dijo: “hemos pasado esta bella jornada en Chiapas preparando la llegada del Santo Padre a Tuxtla y a San Cristóbal. Los preparativos han avanzado y muchos detalles están casi listos por lo que regresamos contentos”.

Iglesia Potosina SAN LUIS POTOSÍ.- Mientras todos estamos a la expectativa de la “Visita del Papa”, algunas Dimensiones de Pastoral se preparan organizando el viaje a través del cual participarán en los eventos papales. La Dimensión de Familia planea llevar al menos 200 personas al encuentro de “Familias” que se llevará a cabo en Tuxtla Gutiérrez Chiapas, mientras que la Dimensión de Formación Sacerdotal organiza la comitiva que participará, junto con el Seminario en la Ciudad de Morelia.


¡Fuertes y misericordiosos! Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez

“1 Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, 2 tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. 3 Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, 4 a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido…

14 Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región. 15 Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. 16 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. 17 Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: 18 “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos 19 y proclamar un año de gracia del Señor”. 20 Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. 21 Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». 22 Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca” (Lc 1,1-4. 14-22).

T

enemos en nuestras manos dos de los textos más significativos del Evangelio según San Lucas. Primero los cuatro versículos iniciales de su escrito y, por otra parte, la solemne visita de Jesús a la sinagoga de Nazareth, hecho que inaugura propiamente su ministerio de portador de la buena noticia del Evangelio. Los primeros cuatro versículos del Tercer Evangelio constituyen algo excepcional en la literatura de los Evangelios, dado que ninguno de los evangelistas le proporciona a sus lectores una palabra explicativa sobre la obra que tienen en sus manos, únicamente San Lucas (San Juan tiene algo parecido,

pero con menos elementos, al final de su escrito). Los datos que proporciona san Lucas han ayudado a entender el origen de los evangelios en general, no sólo el propio. No olvidemos que la audiencia de San Lucas es griega, él mismo, con mucha probabilidad es de origen griego o, al menos, parece tener formación griega. De ahí que, con su pequeño prólogo, se proponga dar respuesta a las preguntas elementales que explican la naturaleza de su obra. Por otra parte, literariamente hablando, los especialistas consideran estos cuatro versículos del prólogo como la pieza literaria más rebuscada de todo el Nuevo Testamento. De acuerdo a lo explicado en estos cuatro versículos, el origen del Tercer Evangelio se remite a los que han sido testigos de los hechos, que han predicado como servidores de la palabra, e incluso que también se han dado a la tarea de ponerlos por escrito; en segundo lugar, el contenido no es una fábula, sino que se refiere a hechos que han acaecido en la historia de los hombres; y, por último, la finalidad de su obra es la consolidación de la comunidad cristiana en la verdad del Evangelio, para hacernos fuertes como seguidores del camino de Jesucristo. La segunda parte de nuestro texto dominical se concentra en la visita de Jesús a la sinagoga de Nazareth. En la secuencia del Evangelio según san Lucas, después de los eventos introductorios del Bautismo y las Tentaciones, éste es el primer evento de la vida de Jesús narrado de modo concreto, no pertenece a las descripciones de tipo general que le preceden después de las tentaciones). Esta escena viva en la sinagoga de Nazateth procura la contemplación de Jesús en cada uno de sus movimientos, los verbos abundan para des-cribir cada una de sus acciones, dicha intención parece confirmarse cuando el Evangelista destaca diciendo: Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. La solemnidad que se le invierte a este pasaje revela su importancia. Justamente los estudiosos lo han llamado un texto “programático”, es decir, en este evento se anuncia el programa del ministerio de Jesús, se sintetiza su misión. El antiguo texto de Isaías, proclamado en la lectura, “toma vida” en Jesús, esto queda claro cuando Jesús proclama:

“Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. En la sinagoga se retoma algo que ya había sido anunciado en su bautismo, Jesús está ungido por el Espíritu del Señor. Dicha unción no es un adorno, sino que comporta una misión: evangelizar a los pobres. El Señor lo unge con su Espíritu a fin de que sea el portador del Evangelio por excelencia, para que sea portador de un anuncio gozoso a los pobres, a los desanimados, desprotegidos y excluidos. Pero no se trata sólo de palabras, la mirada de Jesús, profeta del Señor, se dirige a los que sufren, a los pecadores, para anunciarles y hacerles experimentar la era de la gracia, la era de la cercanía amorosa de Dios. A partir de este momento él convivirá con los grupos excluidos: con la viuda que va a sepultar a su único hijo, con Zaqueo el rico despreciado, etc. Jesús será muy audaz en ofrecer la mano a los que parece que han quedado fuera de los límites, los límites que la tradición religiosa del momento había marcado. Inaugura la era de la gratuidad, la era de la misericordia.

La ayuda humanitaria llega a las poblaciones sirias donde los civiles están muriendo de hambre

V

iejas tácticas para guerras nuevas. Si hay un arma que sale barata a los combatientes es el provocar que sus enemigos mueran de hambre. Así ha sucedido en varias ciudades sirias en las que la situación era más propia de la II Guerra Mundial que del siglo XXI. Estas imágenes corresponden a Madaya a 25 kilómetros de Damasco, sitiada por las tropas gubernamentales de al-Assad donde unas 30 personas han muerto ya de hambre. Pero las organizaciones humanitarias también denuncian situaciones similares provocadas por los rebeldes en el norte de Siria en ciudades como Foah y Kefraya.

Hasta la llegada de estos convoyes de ayuda, esta era la comida más común: hojas de árboles. Ya habían llegado a comer carne de perro o especias mezcladas con agua. “La situación alimentaria es terrible en la zona, la ciudad está sitiada, no hay alimentos y el mercado está cerrado. Realmente estas personas necesitan comida”, mencionó Isam Ismail del programa mundial de alimentos. “Estamos sin electricidad. Quemamos zapatos y bolsas de plástico para mantenernos calientes. La gente busca comida en la basura”. La ayuda que va en estos camiones ha llegado a estas ciudades en forma de comida, medicinas, material de primera necesidad y mantas.

La situación podría ser peor. Según la ONU, en Siria hay 4 millones y medio de personas viviendo en zonas “difíciles de alcanzar” asediadas por varias milicias donde es difícil saber a qué condiciones se enfrenta la población civil.


Catequesis para una Iglesia que desea ir al encuentro de todos

Objetivo

Proclamar que con la visita del papa Francisco, Cristo envía a nuestra patria un misionero que nos viene a predicar y testificar el amor misericordioso de Dios en favor de los más pobres y necesitados.

Contemplar

Gestos del papa a favor de lo s descartados El evangelio nos presenta con frecuencia a Jesús que, como enviado del Padre, se acerca a los que sufren diferentes necesidades, se conmueve profundamente y pone su poder misericordioso al servicio de la salud, del perdón, de la vida, y hace de los descartados hombres nuevos; algunos se convierten en discípulos y siguen a Jesús, predicando lo que Él ha hecho por ellos. “Al atardecer, al ponerse el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió junto a la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos que sufrían diversos males y expulsó a muchos demonios”. (Mc 1,3) El papa Francisco, inspirado en el ejemplo de Jesús, ha realizado muchos actos que han impresionado fuertemente a quienes lo han visto: • Abraza con amor paterno a los niños. • Lava los pies de los presos. • Llora conmovido ante el testimonio de quienes han sido maltratados en su dignidad por personas depravadas. • Visita a los pobres en los albergues que ha mandado construir para ellos en el Vaticano y come con ellos… Los actos del papa son parte de su labor pastoral, de su misión de testigo del poder salvífico del Evangelio que él predica como misionero de la misericordia divina. En efecto, Dios envió a Cristo al mundo no para condenarlo, sino para que se salve y Jesús aceptó ese proyecto divino hasta la muerte y muerte de cruz. El papa predica que esa decisión salvífica sigue actuando en el mundo en favor de todos, pero principalmente en favor de los descartados, de los que no cuentan, de los que son tenidos por inútiles y desechables. Expresa estas convicciones con frecuencia. Dice: “Grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar. Los excluidos no son ‘explotados’, sino desechos, sobrantes” (EG 53). “Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los demás… y no nos interesa cuidarlos” (EG 54).

Discernir “Entonces el Rey dirá a los de derecha: ¡Vengan benditos de mi Padre! Reciban el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me recibieron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y fueron a verme.” Mateo 25,34-37 Misionero de la misericordia de Dios Jesús nos da los criterios para discernir si de verdad hemos aceptado el Reino de Dios, dependiendo de las actitudes que adoptemos frente a los más pequeños y débiles de la sociedad. El juicio al que seremos sometidos no versará sobre la rectitud con que hayamos creído en doctrinas o en enseñanzas doctrinales, sino en la observancia de las bienaventuranzas que Cristo nos predicó en el Sermón de la Montaña. El papa Francisco ha hecho de la vivencia de las obras de la misericordia su enseñanza central: lo ha pedido a los sacerdotes, a las familias, a todos, en general. De manera resumida ha dicho: “Queridos hermanos y hermanas, he pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia… Por eso he decidido

convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios.” “¿Han pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? Siempre nos espera, no se cansa de perdonarnos, si sabemos volver a Él con el corazón contrito. Grande es la misericordia del Señor.” En su viaje a nuestra patria, el papa viene como misionero de la misericordia de Dios, viene a alentar la esperanza de nuestro pueblo, golpeado por tantos infortunios. • Ha escogido, para hacerse presente, el Santuario de la Virgen de Guadalupe y encomendarnos a la protección de la Virgen, Reina de la Misericordia. • Visitará lugares donde hace falta alentar la confianza en el amor misericordioso de Dios: estará con los golpeados por la violencia, con los indígenas, con los migrantes y con todos los que sienten la tentación del desaliento y la desesperación.

Proponer Para vivir la misericordia • Reflexionar en familia o en grupo cómo hacer efectivas algunas de las obras de misericordia que parezcan más necesarias en el ambiente en que se vive. • Leer personalmente o en grupo la Bula del Año de la Misericordia (al menos algunos párrafos) y preguntarse cómo hacer operativas las enseñanzas del papa. • Acudir al sacramento de la reconciliación, con una seria preparación, y experimentar la transformación que el Dios de la misericordia opera en cada uno de nosotros. • Ir en procesión a los lugares señalados en la diócesis para ganar las indulgencias que el papa ofrece para este Jubileo de la misericordia.

Celebrar Oración del Papa para el Jubileo de la misericordia Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: “¡Si conocieras el don de Dios!” Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.


Fiesta en honor a Nuestra Señora de Guadalupe Estanzuela, Mexquitic de Carmona, S.L.P

Por: Martín Tovar Villanueva

“Yo Soy la madre de aquel por quien se vive’’ No hay duda del amor, de la fe, gratitud y de la esperanza que ofrendamos a nuestra Madre Santísima Virgen de Guadalupe para que interceda ante Dios por nuestras necesidades; así lo manifestaron los fieles de todas las comunidades, sectores y familiares de E.U que participaron de su fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de Guadalupe en la parroquia de Estanzuela, este 12 de enero de 2016. Por la tarde con entradas de cera, danza y música fue recibido el Sr. Arz. Jesús Carlos Cabrero Romero para concelebrar y presidir la santa misa junto con el párroco Pbro. David Orta Colunga y Vicario el Pbro. J. Félix Cabrera Jiménez y Pbro. Gerardo Román Picazo Gutiérrez. El Sr. Arzobispo en su homilía nos dijo: Jesús fue verdadero hombre gracias al Sí de María. El momento de la muerte de Jesús, es la hora de Jesús hecho hijo de Dios. Ella acepta ser la Madre de Dios, “Hágase en Mi según tu palabra”; la Sra. Virgen sigue siendo fiel y trata de cumplir como verdadera Madre. Debemos solicitarle

a Ella ser mejores a los ojos de Dios, el ser aceptados unos a otros con nuestros defectos y dones para ser una comunidad unida que a través de la necesidad y de la sabiduría de Dios, nos lleve a aceptar a nuestra Madre Santísima de Guadalupe. En este día tan especial para la parroquia un grupo de laicos fueron instituidos ministros extraordinarios de la comunión. ¡Dios y la Virgen sigan bendiciendo a la Parroquia de Estanzuela!

La adoración nocturna en su XLIV asamblea Por: Angélica Maldonado Morales

Jornada Mundial del Emigrante, Refugiado y Extranjero

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Por: Angélica Maldonado Morales

l pasado 17 de Enero, el Presbítero Rubén Pérez Ortiz, presidió la Misa Dominical de las 12:00 horas en Catedral, donde se celebró con gran éxito, la Jornada Mundial del Migrante, el Refugiado y el Extranjero, y exhortó a los fieles, a prestar ayuda a las personas que se encuentren en situación migratoria y a tener presente que no existen ciudadanos de primera ni de segunda categoría, porque todos son iguales y merecen respeto y apoyo y la caridad de nosotros, pues en nuestros hermanos migrantes hemos de ver el rostro de Cristo bendito, quien también fue forastero, porque no hay que olvidar que Jesús también fue migrante. Previo a la Misa, se presentó en el atrio de Catedral, el disco “Bienaventurados los Migrantes que sufren” de Luz Olivia Ramos, quien compuso la música y la letra. Después se presentó a los Migrantes de las diversas nacionalidades

C

on la presencia del Sr. Arz. . Jesús Carlos Cabrero Romero, el pasado Sábado 16 de Enero del 2016, se llevó a cabo la XLIV Asamblea y Vigilia Arqui-diocesana de la Adoración Nocturna, en la Basílica-Santuario Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. Nuestro Pastor, estuvo acompañado del Canónigo, Pbro. Carlos Medina López, Director Espiritual Arquidiocesano de los Adoradores, y del Pbro. Juan José González Segura, Vicedirector y del Presidente de este Movimiento Católico: Sr. José Patricio Cano Martínez, Secretario: Carlos Ángulo García y del Tesorero: Adrián Flores Hernández. El Consejo Superior Arquidiocesano de la Adoración Nocturna de San Luis Potosí, celebró con gran júbilo espiritual y muy favorable respuesta, la Asamblea XLIV y Vigilia Arquidiocesana.


Domingo 24 de enero de 2016

El Presbiterio en peregrinación a la Basílica

Por: LCC Angélica Maldonado Morales

E

l Presbiterio Potosino en pleno, encabezado por el Señor Arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero, llevó a cabo, el pasado 12 de enero su peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe, la cual dio comienzo a las 11:00 horas, partiendo de la Caja del Agua hasta llegar a los pies de la Guadalupana. En la solemne celebración Eucarística, Mons. Cabrero, estuvo gratamente acompañado de los Arzobispos Eméritos, Mons. Arturo Antonio Szymanski Ramírez y Mons. Luis Morales Reyes, quienes conce-lebraron con él. En su homilía dijo: “Con gran alegría hemos venido el Presbiterio potosino a visitar su Santuario levantado, como expresión de fe y amor a la Santísima Virgen; nos reunimos todos los que nos reconocemos hijos amados de Dios e hijos de la Virgen-Madre. Hoy nuevamente recordamos estas significativas palabras: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?” María de Guadalupe continúa mostrándonos ese cuidado maternal, y siempre presente, que debe de conducirnos a Su Hijo Jesús y debe de llevarnos a un compromiso más claro y alentador con el Evangelio de Jesús. Este año 2016, hagamos el propósito de que a este Pueblo santo que servimos, le brindemos la oportunidad de mirar nuestra unidad, porque ésta debe ser un signo y sacramento para que en nuestro Pueblo, se renueve el cariño, el respeto y la confianza por lo que somos: ¡Sacerdotes del Señor!. ¡Ya Basta!, porque las circunstancias sociales que nos envuelven están, en unos quitando y en otros debilitando su fe y a otros, apartándolos de su fe!.

Mons. Szymanski Celebró en la Basílica de Guadalupe 94 años de vida

Con una Misa celebrada en la Basílica de Guadalupe, Mons. Szymanski dio gracias a Dios al cumplir, 94 años de vida plena al Señor y a su Iglesia.

Abundantes frutos espirituales ha dado durante su longeva y fructífera vida, Mons. Szymanski.

Abrazos y muchas felicitaciones le ofrecieron los fieles a Mons. Szymanski con motivo de su cumpleaños y su Onomástico.


¡Pónganse en camino!

Celebrando al Señor

Discípulos misioneros

La asamblea eucarística imagen de una Iglesia misericordiosa (Segunda parte)

P. Pedro Mexquitic Arredondo c) La asamblea litúrgica encarna la Iglesia “en salida” Ahora se pone una pregunta crucial: en el contexto de una Iglesia en misión y “en salida”, ¿cómo es de entender y qué cosa representa la liturgia y la Eucaristía en particular? ¿Es sólo el momento en el cuál la Iglesia acoge el don, o es el momento en el cuál, mientras lo acoge, a su vez lo comunica? Podemos formular esta pregunta más radicalmente: ¿la liturgia es el momento de la clausura o de la apertura? No son preguntas ociosas o retóricas; aquí están en juego cuestiones cruciales respecto a la concepción de la Iglesia, la relación entre liturgia y misión y de consecuencia el modo de celebrar. Según un cierto modo de ver la Iglesia de parte de quién esta fuera y tal vez incluso de parte de algunos cristianos, goza de mayor aprecio la acción por los pobres, como por ejemplo una mesa de caridad, que no es la imagen de una asamblea reunida para la celebración litúrgica. Este juicio, tal vez justificado, es en verdad un juicio superficial; no toma en efecto la realidad auténtica y profunda de la comunidad eclesial, que vive por su naturaleza de este doble movimiento la acogida del don de Dios y su transmisión vital. La totalidad de este dinamismo está presente en la liturgia y en particular en la Eucaristía. En efecto, si la Eucaristía comporta la manifestación más eminente de la Iglesia, entonces la asamblea eucarística se propone como una encarnación de la Iglesia que acoge el don de Dios, sea de la Iglesia “en salida” hacia el mundo. La Lumen gentium delineando los rasgos de la Iglesia misionera, muestra que, también cuando celebra los sacramentos la Iglesia desarrolla la propia misión; en este sentido, la liturgia es acto misionero, también si no en el modo de la Iglesia “en salida” (n. 17). Podemos entonces afirmar que la asamblea eucarística no sólo no representa la Iglesia replegada sobre sí misma o enclavada en un dorado aislamiento, sino al contrario, es la Iglesia que acoge la misericordia de Dios y, a partir de esta fuente divina, se pone en actitud de

misión para comunicar el don que ella antes ha recibido. Es necesario vigilar para evitar el equívoco y la contraposición entre una Iglesia que celebra y una Iglesia “en salida”. No se hace fatiga en efecto, en entender que estas consideraciones ponen en juego un tema central en la reflexión teológico-litúrgica, es decir, la relación entre liturgia por un lado y misión, evangelización y caridad del otro. El Papa emérito Benedicto XVI ha desarrollado más veces este tema sea en el magisterio petrino que en la producción teológica. En la Exhortación apostólica Sacramentum caritatis (22 de febrero 2007) él titula el número 84 “Eucaristía y misión”. Aquí el Papa Benedicto XVI afirma que la misión encuentra la propia fuente en la Eucaristía. Los ámbitos no están evidentemente en oposición, no están separados ni tampoco se funden. El Papa emérito va todavía más en profundidad, afirmando que la misión es parte de la forma eucarística de la existencia cristiana. El sacramento eucarístico no se agota en el acto celebrativo, sino encuentra su integral expresión en la vida del cristiano, igualmente podemos decir que la misión es un elemento esencial de la Eucaristía celebrada. Solo en su apertura a la misión se puede decir que la asamblea eucarística encuentra su plena realización. El Papa emérito Benedicto XVI en el n. 84 de Sacramentum caritatis, ilustra con claridad este tema: En efecto, no podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión: «Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera ».

Introducción al estudio de la Misionología

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a misión como tarea primordial de la Iglesia se reflexiona y desarrolla a partir de la Misionología. Es el estudio profundo y sistemático del ser y quehacer de la Iglesia. Además hay que recordar las palabras de San Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Redemptoris Missio donde nos dice: “Iglesia tu nombre es Misión”. Es por esto que la Iglesia es esencialmente misionera, tiene como tarea fundamental llevar el anuncio del evangelio a todos los rincones de la tierra, pero para ello requiere un orden y enfoques. Las Obras Misionales Pontificio Episcopales (OMPE) en México, proponen tres modos de estudio de la Misionología, que ofrece en el Curso Latinoamericano de Animación y Espiritualidad Misionera (CLAEM) y que lo esquematiza de la siguiente manera: a) La Teología de la misión b) La Espiritualidad de la misión c) La práctica pastoral de la misión La TELOGÍA DE LA MISIÓN: abarca todo lo relacionado con el estudio Teológico a partir de la Revelación Bíblica. Las materias fundamentales son: Trinidad, que nos habla del Padre que envía al Hijo, y cómo la Misión es asistida por el Espíritu; la Cristología, que se centra en la Misión de Cristo, el enviado del Padre; la Pneumatología, que nos hace reflexionar sobre la acción protagonista del Espíritu Santo en la Misión; y la Eclesiología, que aborda sobre el Ser de la Iglesia y su implicación en la tarea misional. La ESPIRITUALIDAD DE LA MISIÓN: toma como elemento fundamental la dimensión espiritual, es decir, el motivo que anima la acción pastoral. Por medio de ella, el misionero ha de proyectar esperanza y confianza en Dios, sabiendo que lanza las redes en el nombre del Señor (cfr. Lc 5,5), y en sus actos muestra la alegría de ser discípulo. También en este estudio se propone el perfil del misionero y cómo ser evangelizador con Espíritu, a la luz de la misión que viene de Dios y de la mirada llena de misericordia del Padre. La PRÁCTICA PASTORAL DE LA MISIÓN: nos ofrece elementos sobre cómo llevar acabo algunas actividades de misión y evangelización. Además del descubrimiento de los nuevos “areópagos”, es decir, los nuevos espacios dónde hacer misión. Nos invita ante todo a conocer la Enseñanza de la Iglesia, sus documentos y Exhortaciones en clave de Misión, ya que es una tarea compartida y lo que predicamos lo hemos de hacer en comunión con la fe profesada en la vida de Iglesia. De ahí que en cada diócesis existe un Plan Diocesano de Pastoral o Proyecto, que pretende que todos los fieles caminen en juntos en el aspecto pastoral teniendo en cuenta la Comunión, la Participación y la Coordinación. Todo ello favorece a que la misión no sea de mera conservación, sino programática y paradigmática como lo propone el Papa Francisco. Así pues, contando con estos elementos básicos podremos ir adentrándonos al estudio de la Misionología. Te invitamos a que estés al pendiente de los siguientes artículos que te ayudaran a seguirte formando como discípulo misionero. ¡Hasta la próxima!


Domingo 24 de enero de 2016

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El niño del juguete chino Por: Juan Jesús Priego

-Necesito hablar con usted –me dijo la mujer. Era joven y se veía angustiada, inmensamente triste. No le importó que yo fuera por entonces un sacerdote recién ordenado, y tampoco se preguntó si tendría la experiencia suficiente para aconsejarla bien. En efecto, yo era en aquel tiempo un sa-cerdote muy joven: acababa de salir del seminario y no tenía en mi primera parroquia sino dos o tres meses de llegado. Pero a la mujer esto pareció no importarle y me volvió a decir: -Necesito hablar con usted, padre. Cuando le dije que podía hacerlo, entramos a mi oficina, se acomodó en una silla, extrajo un pañuelo desechable de algún lugar, lo estrujó nerviosamente con la mano derecha, cogió otro limpio de una bolsa de plástico y me dijo que estaba embarazada y que pensaba abortar. Por lo demás, era la primera vez que oía yo algo semejante. «¡Caray! –recuerdo que me dije entonces a mí mismo-, hasta ahora, la gente se ha confesado conmigo de lo que ya hizo, pero nunca de lo que piensa hacer». Hoy, muchos años después de aquello, puedo decir que, en términos generales, se trataba de una historia muy parecida a las que solemos escuchar los sacerdotes: ella quería mucho a su novio, y porque lo amaba «con toda el alma» tuvo al fin relaciones con él; ahora bien, a consecuencia de esas relaciones había quedado embarazada, cosa que le gustó tan poco a su novio que casi le exigió, sacudiéndola, que recurriera a la solución pertinente al caso… Él se encargaría de conseguirle todo el dinero que fuera necesario, pero de ninguna manera el niño debía nacer. ¿Para qué complicarse la vida si todo era tan sencillo como deshacerse de aquello? ¿Para qué angustiarse i-nútilmente? ¡En fin, el cuento de siempre! Aquel diálogo duró mucho, acaso una hora o dos, pero fue inútil: no pude disuadirla de que abortara. -¡Pero yo no quiero su dinero! –lloraba la muchacha, retorciéndose las manos de dolor-. Yo no quiero su dinero, lo quiero a él… Cuando se levantó para marcharse, me dijo que no le quedaba otra salida, que me agradecía de todo corazón el tiempo que le había concedi-

do y que esperaba que Dios tuviera compasión de ella. Aquella noche no dormí. Me sentía amar-gado, frustrado, impotente. Dios me había mandado a aquella mujer para que la salvara y yo no fui capaz de hacerla comprender... ¡Qué triste sacerdocio era el mío! Y hoy, dieciocho años después, cuando escucho los debates en los que ciertos líderes sociales se desgañitan hablando del «derecho de la mujer a hacerse extirpar ese montón de células que la mojigatería católica llama un hijo», yo sonrío amargamente y me digo que lo único que se defiende allí es el machismo, es decir, el derecho al placer de los varones. En dichos debates todos fingen defender a la mujer y hacen lo imposible para hacer creer que así es, pero la defienden sólo aparentemente, pues lo que en realidad quieren es salvar la libertad del varón para que ande aquí y allá con una y con otra: la libertad de que luego todo se pueda solucionar con unos cuantos billetes de banco. Un hombre que vive una vida promiscua y libertina, ¿cómo no va a querer que defienda el aborto? ¡Claro que lo quiere, y él más que ninguno! Por eso grita: «¡La mujer tiene ese derecho!». Lo que no dice es que, más que defender el derecho de las mujeres, él está defendiendo el suyo. Además, los que así discuten, ¿saben que hay mujeres que, tras un aborto, difícilmente logran perdonarse a sí mismas? No, ellos no lo saben, porque no las confiesan, ni las sostienen espiritualmente, ni las ayudan a cargar su pena; ellos, por supuesto, no hacen nada de esto, sino que se limitan a gritar y, por supuesto, a cobrar su sueldo. ¡Ya quisiera yo que nuestros legisladores se sentaran aunque sea unos minutos a escuchar a estas mujeres! Pero no, esto tampoco lo harán. No tienen tiempo, y –seamos sinceros-, ni les interesa: bastantes problemas tienen ya con saber cómo van a gastarse ese aguinaldo que, aunque ya sabían que iba a ser jugoso, no pensaban que fuera a serlo tanto. ¿Un viaje a Europa o un BMW? No, quizá un Mercedes Benz. ¡Dios mío, qué difícil elección! Pero sigamos con la historia. Hace unos diez años, la muchacha, aquella misma muchacha del principio –que ya era más bien una

señora hecha y derecha- fue a verme a la Iglesia en la que por entonces servía. La verdad es que no la recordaba; quiero decir, recordaba su caso, pero no su rostro, ni su voz. Me dijo que durante mucho tiempo me había estado buscando de Iglesia en Iglesia pero que, al no encontrarme, dejó la cosa en paz hasta que alguien le dijo que ahora estaba allí. Quería nuevamente platicar conmigo, aunque esta vez de otras cosas: de ciertos problemas de familiares que venía padeciendo y de la conveniencia o no de aceptar un trabajo que le ofrecían. Cuando terminamos, su mamá la esperaba en la sacristía y, junto a ella, también un niño de entre siete u ocho años de edad en actitud aburrida. -Siempre sí lo tuve –dijo entre dientes, como para que sólo yo la oyera-. Se llama Enrique, como mi papá. ¿Era posible que éste fuera el niño que no iba a nacer? -Mamá –dijo Enrique agitando un muñeco raro, chino, de plástico-, ya me quiero ir. Ni siquiera me quiso tender la mano cuando su mamá le dijo: «Saluda al padre, Enrique». O era demasiado tímido o estaba demasiado amodorrado. Dentro de unos años, quizá este mismo niño se sume a los que dicen que la Iglesia esto, que los sacerdotes aquello, que Dios lo de más allá. No lo sé, pero es posible que lo haga para ponerse a tono con los tiempos que corran. Quizá sea también de los que griten: «¡La mujer tiene ese derecho!». ¡Ah, si él supiera, si él llegara a saber por qué y cómo es que está aquí!...

Fotografías espectaculares cuentan la encíclica del Papa para proteger el planeta en la muestra “Hermana Tierra”

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audato Sí entre palabras e imágenes. El Museo de Roma inauguró la muestra Hermana Tierra, nuestra casa común que concluirá el 28 de febrero, realizada por la revista National Geographic Italia con más de 60 fotografías inspiradas en la vo-luntad del Papa Francisco de proteger el pla-

neta, a propósito de su encíclica social sobre el cuidado de la casa común. Ubicada en el histórico Palazzo Braschi en la zona de Plaza Navona y Campo de’Fiori en Roma, la muestra celebra las palabras de Francisco y las acompaña con una serie de fotografías que retratan

la fragilidad, el sufrimiento, la belleza del planeta que se encuentra en peligro. Con motivo del Jubileo de la Misericordia, la revista National Geographic Italia, ofrece esta muestra en honor de la que llama “la revolucionaria encíclica del pontífice sobre La Tierra”.


Un vecino de Ahualulco se compromete a hacerse cargo de las obligaciones de un joven a fin de que éste pueda “E entrar de religioso al convento de San Franisco en esta ciudad Por: Lic. Ricardo García López

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(Primer parte)

ste contrato se debía celebrar ante un escribano (hoy diríamos ante notario público) pero por los problemas derivados de las guerras de Independencia y por la difícil situación en que se encontraba la política en nuestra nación mexicana, se suspen-dieron muchos cargos establecidos por el gobierno virreinal, la escribanía publica fue uno de ellos y por tal razón no había en todo el territorio un escribano con reconocimiento oficial, y , como los contratos y demás actos que requieren una certidumbre legal no era posible que se interrumpieran porque, de ser así, la economía nacional y la vida social serían un verdadero caos. Por esta razón, los funcionarios reconocidos por el régimen tenían la facultad de otorgar el reconocimiento oficial a los contratos que celebraban los ciudadanos. El contrato que ahora transcribimos es uno de esos casos en que un funcionario, aunque no tuviera el nombramiento de escribano público, podía actuar como si lo fuera con tal de que hubiera sido habilitado por la autoridad superior del lugar en que desempeñaba sus funciones ordinarias. En este caso, quien está fungiendo como notario es el Licenciado don José Ruiz de Aguirre, teniente letrado y Asesor Ordinario de esta Intendencia, y precisamente porque el Lic. Ruiz de Aguirre no era escribano, la ley lo

obligaba a que se asistiera de dos personas de reconocida solvencia moral que deberían estar presentes en la cele-bración de los contratos que requerían del reconocimiento oficial por esta razón se les conoce como testigos de asistencia, porque había testigos instrumentales que también eran dos pero ellos formaban parte de la oficina del escribano eran empleados de la escri-banía. Por esta razón aparecen en este tipo de contratos cuatro testigos: dos de asistencia y dos instrumentales. Como se lee en el contrato, el señor Pedro Nolasco Oviedo se comprometía a hacerse cargo de la manutención y demás cuidados de la joven Rita de las Llanas, hermana de José Ventura de la Cruz Llanas que quería entrar de religioso, pero no se le permitía porque se consideraba que su principal obligación era cuidar de su hermana porque, tal vez, el padre de ambos, Tomás Llanas estaba muy enfermo o muy anciano y no podía atender a su hija Rita. Por ello, Pedro Nolasco Oviedo se compromete solemnemente a hacerse cargo de Rita si llega a faltar del padre de los jóvenes de las Llanas. Se dice en este contrato que Pedro Nolasco es originario del Puerto de Agualulco (actualmente escribimos Ahualulco).

El pecado… ¿qué es eso? Humberto Aguilera Aldana

scogí ser humilde en la casa del Señor, más bien que vivir en la tienda de los pecadores” (Salmo 83,15) Desde hace 30 o 40 años se ha introducido sigilosa y perversamente un pensamiento que quita todo significado al pecado y que en la actualidad ha crecido, tratando de desvirtuar una realidad que todos experimentamos. En el Credo, afirmamos que Cristo “vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos”, esto significa que vivos y muertos hemos sido presa del pecado, todos somos pecadores. Necesitamos la misericordia y ayuda de Dios. San Agustín nos dice: el pecado es “toda palabra, acto o deseo contra la Ley de Dios”. Es decir: Transgresión, violación o desobediencia voluntaria, formalmente advertida y consentida de la Ley Divina. Dentro de su infinita sabiduría, Dios estableció la Ley Natural, que nos hace conscientes de lo bueno y de lo malo, esa ley está gravada en el corazón de todo hombre. Esta ley natural, vino a ser confirmada por los Diez Mandamientos que recibió Moisés del Señor. Y todavía fue enriquecida por la Revelación maravillosa de Cristo que le dio un gran valor al fundamentarla en el Amor y la Dignidad de las personas. Actualmente no estamos reconociendo la gran dignidad que nos concedió Dios al crearnos, y ser hijos suyos. No estamos entendiendo nuestra calidad única en la creación de ser seres dotados de libertad, memoria, entendimiento y voluntad que son las potencias de nuestra alma. No estamos reconociendo que nuestro cuerpo es Templo del espíritu Santo. Nos hemos auto reducido a seres con mucho cuerpo, al que idolatramos, y muy poca alma a la que casi ningún valor le concedemos. Todo hombre, está afectado a causa del Pecado Original, por la tendencia al mal, por la búsqueda desordenada de los placeres terrenos, por la separación de Dios, por la pérdida de la Gracia, por una muerte espiritual, y una naturaleza debilitada ya que nuestra voluntad no obedece al pensamiento. De donde el pecado existe, desde el inicio de la historia de nuestra salvación. Nosotros católicos y los hombres de buena voluntad debemos estar conscientes de esta realidad, y evitar el ofender a Dios quien con tanto amor nos envió a su Hijo para que tuviéramos vida eterna. Necesitamos reflexionar en la Pasión, Crucifixión y Muerte de Cristo, cuyo único fin fue el acabar con el pecado y la muerte, redimiéndonos a un gran precio. Todos conocemos los medios de salvación que Cristo nos dejó para luchar contra el pecado: oración, sacramentos, mandamientos, amor al prójimo, obras de caridad materiales y espiri-tuales. ¿Es ignorancia?, Es una sordera y ceguera voluntarias… nos conviene más el pecado, es nuestra forma de relacionarnos con “éxito”, tener lo que queramos, hacer lo que queramos, pensar lo que queramos, evitar lo que queramos, opinar lo que queramos, prescindir de lo que nos estorbe, tomar el camino ancho y placentero que no requiera esfuerzo, sacrificio o responsabilidad. ¿Qué cosas nos tienen maniatados, sumisos, desprovistos de toda conciencia, débiles de espíritu, faltos de fortaleza y de convicción, de fe y esperanza? Los grandes enemigos del alma: el Mundo, espejismos perversos, el Demonio, el artífice de la tentación, y la Carne, la debilidad humana, que nos están absorbiendo, que no nos dejan respirar, que nos asfixian con un sin número de tentaciones y mentiras, que no nos dejan tener conciencia de lo que nos rodea y cómo somos afectados. La vorágine de nuestras vidas no nos permite detenernos y analizar los acontecimientos, nos estamos dejando llevar por las modas en el pensar y en el actuar, por opiniones que envenenan nuestro espíritu. El problema más grave es que nos estamos acostumbrando al mal, estamos perdiendo la conciencia del pecado, vivimos una gran indiferencia, todo nos da lo mismo, nuestra conciencia está embotada, enferma, laxa, desinteresada, evitamos la lucha espiritual, aceptamos todo sin valorar, ponderar y analizar sobre todo a la luz de nuestra fe, de nuestras creencias, de nuestras convicciones debilitadas y además saboteadas por el maligno y sus seguidores a quien rinden pleitesía y adoración. El Santo Padre Francisco nos ha alertado: no se puede negociar con el demonio, nunca nuestra soberbia podrá derrotar al demonio, más bien por ella seremos presas de él, como fueron nuestros pri-meros padres al pretender ser como Dios. Dicen que el hombre es el único animal que comete el mismo error dos veces, cómo seremos de débiles y limitados que constantemente caemos en ofender a Dios, y lo peor del caso es que nos resistimos a escuchar a nuestra conciencia y la Palabra de Dios. No debemos olvidar que la moral llegó al mundo con la llegada de Cristo, quien desechó la Ley del Talión (ojo por ojo y diente por diente), la vida en tinieblas, un último fin indefinido, adoración de dioses humanizados, pasiones, paganismo, politeísmo, rescatando la dignidad y valor de las personas.


El paganismo…

Fe y Política

Vaticano

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¿un fantasma o una realidad? No es exagerado considerar la efervescencia del paganismo como un signo de los tiempos

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Una sociedad enferma del corazón

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de José Luis Chávez Botello Arzobispo de Antequera-Oaxaca

l egoísmo, la ambición, corrupción, envidia, el rencor y la violencia están envenenando el corazón de nuestra sociedad; impiden a muchos superarse como personas y ser felices porque debilitan y pervierten la fuerza, los conocimientos y las capacidades más nobles y humanas que nos impulsan a vivir en la verdad, en unidad, justicia, en responsabilidad y en el amor. No luchar juntos por cultivar estos valores es la causa de graves malestares sociales, de grandes fracasos que pueden llevarnos a la ruina; sin el cimiento y dinamismo de estos valores nunca viviremos en paz. Luchar hasta vencer al mal con el bien, es la mejor medicina y antídoto que está al alcance de todos. Esforcémonos por debilitar lo que causa malestar o daña en nuestra familia y comunidad con pa-labras, acciones y actitudes de respeto y de aprecio; también en las relaciones con quienes nos encontramos en el trabajo, en nuestras responsabilidades o estudios. Muchos, por su responsabilidad y conocimientos, tienen la oportunidad y la tarea de proyectarse en diferentes campos y sectores de la sociedad y de la Iglesia. Realice-mos al menos una acción concreta cada semana y veremos frutos. Desde el inicio de este año, propongámonos fortalecer la confianza y la esperanza a nuestro alrededor; con pequeñas acciones sembremos y cultivemos semillas de verdad, de unidad y de bondad; cosecharemos reconciliación, responsabilidad, justicia y paz. Cada día encontraremos personas en quienes fortalecer la confianza, a quienes dar una orientación con amabilidad o servirle en algo; apro-vechemos esas situaciones para probarnos aunque nadie vea el bien que hacemos, son oportunidades para medirnos en nuestras convicciones e ideales de vida. No solo pensemos y nos encerremos en nuestra familia; pensemos también en nuestra comunidad, en el Estado y en el país. No dejemos la carga pesada a unos cuántos; por siglos hemos dejado con la carga más pesada a campesinos, a comunidades indígenas, a amas de casa, a migrantes, a obreros y a personas que sobreviven del salario diario entre otros; miles continúan marginados de servicios elementales, de educación de calidad y de salarios justos. La justicia social, la superación material y humana de nuestra sociedad es tarea de todos. Nos urge reflexionar y actuar. Lo que más ayuda a impulsar el desarrollo social y humano en la sociedad es la unidad en acciones constructivas, aunque sean senci-llas; podemos comprobarlo en nuestra familia y en nuestra comunidad. Desde nuestra familia revisemos nuestra participación activa y responsable, desde allí podemos mejorar la vida de los niños impulsando una mejor educación básica con valores; colaboremos para que menos adolescentes y jóvenes caigan en adicciones o en el crimen, para erradicar la corrupción. Desde nuestra familia reconozcamos, alentemos y apoyemos lo bueno que se realiza cerca de nosotros; disfrutaremos juntos de una sociedad con mayor justicia y paz social.

on frecuencia los medios de comunicación nos cuentan noticias que cada vez sorprenden menos sobre la presencia y acción de los cultos neopaganos. Algunos pueden pensar que se trata de fenómenos anecdóticos y en ocasiones hasta estrafalarios. El neopaganismo es bien aceptado y mirado con simpatía porque hay un clima pagano muy generalizado. ¿A qué nos referimos con “pagano”? El término “pagano” no puede utilizarse de forma peyorativa ni condenatoria. Un pagano es, para un cristiano, “hermano nuestro e hijo de Dios”, aunque, como es natural en la comprensión cristiana, esté llamado a acoger la revelación de Dios en Cristo y su salvación. Hablamos de un “tipo de hombre pagano que se está modelando”. El paganismo es “la religiosidad de los estadios más arcaicos de la evolución del ser humano y de los estratos más profundos de la psicología humana”. Y su definición sería la siguiente: “la religión del hombre natural, del hombre que vive según la lógica de la espontaneidad natural”. Por ello, subraya, “el gran adversario del cristianismo ha sido siempre (y lo seguirá siendo) el paganismo. El cristianismo tendrá que identificarse precisamente frente a lo pagano, no frente a lo profano”. ¿Cuál es la situación actual? “Lo novedoso consiste en la pujanza con la que en la actualidad los valores paganos se van imponiendo y la convicción con la que pretende sustituir o reemplazar la visión cristiana de la vida”. Ya en 1964 se advertía: “el problema de mañana no es el problema del ateísmo, es el de un nuevo paganismo que se está buscando a sí mismo… El paganismo de mañana es la problemática religiosa del hombre moderno. Es a esta problemática a la que la Iglesia debe responder”. Nos encontramos en un momento de encrucijada. Lo que puede parecer a muchos simples hechos anecdóticos, “son síntomas de una realidad más amplia y profunda”. Y precisamente “son las generaciones más jóvenes las que más fácilmente se dejan seducir por la alternativa pagana”, como se puede constatar sin mucho esfuerzo. Se habla de la “efervescencia del paganismo”. En su análisis se explica que “el protagonista que hace su irrupción como alternativa al cristianismo es por tanto la religión pagana. Todavía se encuentra en efervescencia; aún no ha mostrado su verdadero contenido, aún no ha estallado en toda su intensidad, pero se encuentra ya presente de modo activo y eficaz. Más aún: es una auténtica fascinación para una gran parte de la población que vive en el vacío cristiano”. El rasgo fundamental es que el paganismo ensalza “la fuerza de lo sagrado, que todo lo envuelve y lo penetra”. Además, se trata de una religión de la naturaleza, entendida ésta como algo eterno, no creado. Es una celebración de la vida, en la que todo forma parte de lo mismo, y así “la celebración pagana puede concebirse y plantearse como una auténtica danza cósmica en la que todos y cada uno de los seres son actores”. El ser humano debe entenderse como naturaleza y como vida, y por ello “la única revelación posible es el desenvolvimiento de las dimensiones profundas de la naturaleza”. La moral

se basa en el respeto y no se aceptan normas externas. El resultado concreto de estas doctrinas en la existencia de las personas es sumamente oscuro: el hombre pagano se convierte en “un ser trágico abandonado en la Vida”. Así, va repasando diversos rasgos: una soledad universal, la carencia de identidad, el escape de la frivolidad, lo fatal del destino, el sexo en lugar del amor, la muerte del yo, etc. En el paganismo, “el hombre sin identidad queda convertido en un ser anónimo, sin rostro y sin nombre… todos los seres humanos son intercambiables. Aquí encontramos el punto más descarnado e insensible de ese paganismo del que venimos hablando. No sólo Dios deja de existir o queda convertido en una fuerza impersonal; el hombre mismo es tan sólo un instrumento”. En algunas propuestas morales de las llamadas “éticas sin religión” encontramos precisamente una aspiración a recupe-rar el paganismo precristiano, en una especie de rebelión prometeica sobre todo contra el Dios cristiano y que llevaría a una mayor confianza en la bondad natural del hombre. En el fondo, se ensalza la vida humana y se ve a Dios como un adversario, un enemigo de la felicidad del hombre. El politeísmo de la cultura actual es, “una pluralidad de dioses, de los cuales Dio-nisio es sin duda el principal, porque es el más prometedor”. Y este paganismo rechaza automáticamente a Jesús, el Dios crucificado. Todo esto hay que entenderlo en la contraposición que hizo Nietzsche entre Dio-nisio y Cristo. Se le pone al hombre actual ante la encrucijada: o Dionisio o Cristo. Se trata del dios de la alegría, el dios de la fiesta, el dios del disfrute sin fin. Y es la alternativa que se ofrece al cristianismo, de forma directa. La Iglesia debe ser consciente del contexto en el que vive y de las personas a las que quiere anunciar el evangelio, sin quedarse en plan-teamientos teóricos. “Al hablar de paganismo estamos hablando de uno de los signos de nuestro tiempo que debe ser discernido para que cada cristiano y cada comunidad eclesial se sitúen en estado de misión: el testimonio cristiano no va ya dirigido a una sociedad que se descristianiza, sino que ha de levantarse en medio de un contexto que va palpitando al ritmo de la savia pagana”. ¿Qué desafío pastoral presenta todo esto? ¿Qué puede hacer la Iglesia? “La fe cristiana debe redescubrir permanentemente su originalidad” y subrayar el centro de su anuncio. Y, sobre todo, “la Iglesia en su conjunto debe ante todo reapropiarse la doctrina de la salvación genuinamente cristiana, pues sólo desde ahí podrá plantear su propia alternativa a los lados más oscuros del paga-nismo actual”. Hay que aprender de la historia del cristianismo, sobre todo de lo que pasó entre los siglos II y IV, cuando la Iglesia tuvo que salir adelante en un ambiente pagano adverso. Siguiendo la analogía, “si el cristianismo no es lo obvio ni algo que hay que dar por supuesto, la fe cristiana debe ser vivida como una provocación, como una alternativa”.


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Los hijos de Dios

“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9)

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arece que esta bienaventuranza es la misma que la segunda; parece que se refiere a los mansos nuevamente. Sin embargo hay que distinguir un poco y deliberar acerca del uso que damos, por lo menos en nuestro país, al concepto: “pacífico”. En nuestro país decimos que alguien es pacífico cuando su actitud es de mansedumbre, o bien de calma, quietud, pasividad; se está cayendo el mundo y aquel está impávido, nada lo mueve, nada parece preocuparle. Pero puede tratarse de un hombre sin voluntad, de alguien que sabe lo que hay que hacer y no lo hace. Si alguien está en completa calma cuando debería estar preocupado y ocupado en corregir situaciones entonces o es un desobligado o se trata de un indiferente, alguien a quien no le importa nada; también puede tratarse de alguien perezoso, de alguien que no es capaz de mover un dedo y que piensa: “ya pasará, y si no pasa lo mismo da”. Ni la pereza, ni la indiferencia ni la pusilanimidad son realmente sinónimos de mansedumbre ni de pacifismo. Hay que estudiar algo más el concepto. De hecho hay otros términos que parecen estar emparentados con el que ahora estudiaremos, con el que ahora me-ditaremos. Veamos. Existe el concepto “no violencia”, el cual nos fue heredado por el famoso líder político y espiritual de la India, el Mahatma Gandhi. La no violencia es una verdadera lucha en contra de las injusticias, se trata de resistir a la violencia mediante el uso de la no violencia, es decir, de no devolver mal por mal. La no violencia sirve para apaciguar al agresor, para negociar, para poner la mirada en el bien común, para enfrentar al que ofende, al que grita, al que insulta o al que golpea. Es una actitud de no responder con violencia a cualquier provocación de cualquier orden; se trata de no usar la violencia como medio ni como fin, pues en el fondo la violencia, aun en defensa propia y legítima siempre generará más violencia. La no violencia es un buen medio para las luchas sociales, para las negociaciones políticas, para el desarme de los enemigos; de hecho la no violencia pretende que el enemigo, es decir, el agresor, no sea un auténtico enemigo, que sea uno igual que todos; la no violencia admite la igualdad de las personas y la dignidad de las personas en conflicto. El Mahatma Gandhi logró integrar a su pueblo en una lucha no violenta, con lo cual conquistó la independencia de su país, otrora dominado por el imperio británico. Sin embargo, al paso de los años es notorio que aquel país sigue ejerciendo múltiples tipos de violencia a su población, sigue siendo uno de los países más empobrecidos del mundo y se continúa la discriminación y las castas. La no violencia es útil en muchas cosas de orden económico, político y diplomático; puede evitar severos enfrentamientos en los que se lamente luego la pérdida de vidas y de oportunidades. La no violencia es un buen método para tantas cosas, pero no para la paz; la no violencia es camino para la “no paz”; mejor dicho, no se alcanza la plenitud de la paz por este camino. Sin embargo son admirables todos lo que de esta manera saben enfrentar sus diferencias. Alguien me dijo una vez: “si las cosas tienen solución, ¿para qué preocuparse? Y si las cosas no tienen solución ¿para qué preocuparse?” Sin embargo este es el camino de la despreocupación, el cual lleva a la no solución de los problemas del día a día. Es el método del perezoso, que espera que del cielo caigan las soluciones, que las situaciones cambien de un momento a otro sin tener que molestarse de mover un solo dedo. También hay aquellos de los que se dice: “mira, este es un hombre muy pacifico, no se mete con nadie, no tiene problemas con nadie; a todos les dice que

condiciones en que se pueda negociar buscando el bien común, buscando la participación de las personas en conflicto o la de las partes en disputa. El pacificador no es alguien que se queda tranquilo cuando las cosas no van bien, él está dispuesto, incluso a ser rechazado e incomprendido, pero sabe que donde las cosas están mal hay que buscar que estén bien, que donde hay lágrimas debe haber risas, que donde hay pecado debe haber gracia. El pacifista, el pacificador, el pacífico es el hombre del diálogo, es el mediador.

sí. Sin embargo este hombre al parecer pacífico, es un verdadero papanatas, un hombre sin voluntad, que se evita problemas no metiéndose en problemas, pero que al final, por su pasividad, es un verdadero desordenado; él se dejará pisotear antes que defenderse, con tal de no tener problemas. Otro es el apacible; éste tiene paz interior, tiene muchos problemas, pero tiene la conciencia tranquila, su conciencia nada le reprocha, así que el mundo puede seguir rodando, sin que a él le importe; los demás pueden hacerse pedazos, pero mientras que no se metan con él, mientras a él no le pase nada, todo estará bien. El apacible puede ser también un verdadero indiferente ante los demasiados problemas que la vida día con día trae consigo. Manso es el que soporta con fortaleza la tribulación, el que se deja conducir por la verdad o por la no verdad; es el obediente, aquel que no se complica la vida, el que entrega su voluntad a otro para que las cosas salgan bien; el manso es buen colaborador, es un buen elemento; el manso es ideal para el trabajo rudo, siempre dirá que sí, se evitará enfrentamientos y tendrá algo de paz en su vida; para pequeñas cosas puede funcionar, para la vida personal esto puede ser adecuado. Pero en el evangelio no se repite la bienaventuranza. Esta es una diferente. No es lo mismo ser manso que pacífico. Aquí en nuestro lenguaje coloquial pacífico es el hombre que no está dispuesto a entrar en conflicto con nadie, que es capaz, incluso de perdonar las ofensas para evitar un mal mayor. Pero está mal entendido. El que trabaja por la paz, lo mismo que las otras bie-naventuranzas, va dirigido a los que quieran esforzarse en alcanzar una gran virtud. En las raíces latinas tenemos que “pacífico” se forma de dos términos: paz y hacer (pax, facio); y en griego, en que se escribió este evangelio: eirenopoioi (artífices de paz) pacífico es el que actúa a favor de la paz. La traducción correcta es: el que trabaja por la paz. No es lo mismo que decíamos antes, casi todos los conceptos anteriores tienen que ver con algo de pasividad, de tranquilidad, de no preocupación; en este caso las cosas cambian: el pacífico no es el que está tranquilo, al contrario, ser pacífico significa ser lo más conflictivo que se pueda imaginar; no piense mal, querido lector, no estamos diciendo que el pacífico sea un violento, al contrario, es el que entra al conflicto para resolverlo. Pacífico es lo mismo que pacificador, el pacificador no teme entrar en situaciones de conflicto, es cierto que entra, es decir, no es el que las genera, no es el que las propicia; las situaciones de conflicto ya están ahí, él no será indiferente, él tratará de mediar para alcanzar

Recuerdo en los noventas del siglo pasado, en nuestro país, los muchos conflictos que hubo en el sureste mexicano (EZLN, derechos indígenas, guerrilla) y la consecuente urgencia por alcanzar condiciones que facilitaran el diálogo entre las partes en conflicto; recuerdo la creación de la CONAI, Comisión Nacional de Intermediación, al frente de la cual quedó el Obispo de San Cristóbal, Samuel Ruiz; él es un auténtico pacificador, alguien que intenta mediar, buscar canales de diálogo para la resolución de conflictos de manera pacífica. El pacífico no es tampoco un incondicional, no puede serlo, es alguien que defiende a la parte más débil, es un defensor, que, al fin de cuentas está a favor de la paz y la justicia. El pacifico es un fabricante de la paz, un constructor de la paz. Ha habido Jefes de Estado condecorados con el premio nobel de la paz, al mismo tiempo que están ha-ciendo la guerra a otros países; la guerra contra el te-rrorismo también es violencia y no es camino a la paz, porque genera más odios, más guerra, más muerte y más sufrimiento. La paz es un don de lo alto; Jesús dijo a sus apóstoles: “Les dejo mi paz, una paz que no es como la da el mundo” (Jn 14, 27); y la gran mayoría de los apóstoles murieron de forma sangrienta. La paz significa llevar el evangelio a donde no lo conocen, a donde no ha sido conocido ni aceptado; la paz es llevar a Jesucristo a todas las esferas de la vida; por tanto, los que trabajan por la paz son los valientes hombres y mujeres que, conociendo al hijo de Dios hecho hombre quieren la concordia para toda la humanidad, desean ardientemente llevar el amor de Cristo a los que no se aman. Trabajar por la paz es una labor inmensa, en la que hay que incluir muchas virtudes; la paz es el conjunto de valores humanos y cristianos para evitar el conflicto y aumentar la cooperación de los hombres en la cons-trucción de un mundo más humano. La paz no es la quietud, ni la indiferencia, ni la apatía; tampoco es la no violencia; si no hay virtud no hay paz. Vivir en paz significa habitar esta tierra sin temor, con oportunidades de trabajo digno; vivir en paz es andar por esta vida cobijados por condiciones que permitan ganarse la vida, crecer y multiplicarse, tener expectativas de futuro, poder desarrollarse plenamente, ver a los hijos crecer. La paz es fruto de la Justicia; pero vivimos en un mundo en que, no se practica; en un mundo en el que el Derecho está hecho para beneficio de quien genera las leyes y no para el desarrollo de las mayorías. Hoy suena como nunca esta invitación de Jesús: “bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados: hijos de Dios”. Finalmente, un seguro camino a la paz es la misericordia: perdonar las ofensas a los que nos ofenden es misericordia; orar por los que los persiguen y calumnian, es practicar la misericordia: amor al pecador; supongo que por eso Jesús dice: “serán llamados hijos de Dios”, como él; él perdona los pecados y perdona, y hasta intercede por los que le sacrifican diciendo: “padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Pero estas son otras cuestiones que abordaremos en otra ocasión.


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Palabra de Dios

Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura

M

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

uchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado. Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto, impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

Palabra del Señor.

Los ojos fijos en Él E

l Señor Jesús entre los suyos, haciendo realidad las profecías que mantenían viva la esperanza de su pueblo, al leer el pasaje de Isaías, se nos presenta Él mismo como el ungido para ser el portador de Buenas noticias, es el mensajero del año de Gracia del Señor. Cristo, quiere decir Ungido, Crismado; nosotros somos cristianos, es decir, ungidos, seguidores de Cristo, por tanto llamados a ser portadores de la fuerza del Espíritu, enviados a llevar la Buena Nueva a los Pobres, porque el Evangelio debe iluminar las realidades más duras y complicadas de nuestras vidas; ante tantas esclavitudes hoy se necesita nuestra presencia libre y liberadora, necesitamos anunciar la libertad de los cautivos. Ante tanta oscuridad, ante tantas realidades que nos ciegan, ante lo que no nos deja ver la luz de Dios, somos enviados a curar a los ciegos, debemos ayudar para que todos los hombres y mujeres puedan ver la salvación del mundo, que nadie se quede sin contemplar la gloria y la grandeza de Dios. Que el pecado, el miedo, la angustia, la soledad que esclavizan al hombre de hoy desaparezca porque Dios está entre nosotros, porque su Palabra se cumple hoy, se cumple siempre, que nada oprima al hermano, que la justicia y la libertad sea una hermosa realidad… Debemos gritar con todas nuestras fuerzas que Dios es Bueno, que por su gran amor nos perdona siempre, que sus brazos siempre están abiertos y esperando como un Padre bueno que espera al hijo que se fue, que no nos retira ni su amor ni su misericordia ni su presencia; que a pesar de todo Él permanece fiel… llamados a proclamar el año de la gracia de Dios. Esta profecía de Isaías, presenta de una manera clara y sencilla la gran misión del Señor Jesús, presenta nuestra misión en el mundo. Los ojos de todos los asistentes estaban fijos en Él, porque en Él está nuestra vida, nuestra esperanza. Cristo el Señor es el Hoy de Dios, el Hoy del Padre, Él es la realidad de las profecías, en Él se colma toda esperanza, por eso nos dice: “Hoy se ha cumplido este pasaje que acabamos de escuchar”; y nos invita a todos a ser también el Hoy de Dios, nos pide cumplir la Palabra que hemos escuchado. Pbro. José de Jesús Cruz Rodríguez.

Apostar por la formación de los laicos

M

Experiencias Pastorales de Rodolfo Duarte Ramírez, 4to de Teología

i nombre es Rodolfo Duarte Ramírez. Curso actualmente el último año de la formación inicial del Seminario. Personalmente, creo que cada experiencia o aconte-cimiento de la vida “te toca” –poco o mucho-, pero sólo las experiencias fundantes – es decir, las que te marcan para siempre- terminan convirtiéndose en certezas de la vida. Ya no se puede volver a ser el mismo, ni tampoco se quiere hacer lo mismo. La experiencia se ha transformado en certeza. Y precisamente, quiero compartir con mucho gusto una de estas experiencias que ha ido madurando hasta llegar a convertirse en una certeza en este caminar, es decir: la particular necesidad de formar a nuestros laicos (agentes de pastoral y en general). Es de todos conocido que Vaticano II, representó el “giro copernicano” en el tema de los laicos. Gracias a este Concilio, todos conocemos la importancia del papel de los laicos al bien de toda la Iglesia. Particularmente: a hacer presente y operante a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser sal de la tierra si no es a través de ellos (LG 33). Mas, cómo cumplir este papel eficazmente, sin la adecuada preparación, acompañamiento y formación. Hace un par de años (enero-junio de 2014) me dieron la oportunidad de formar parte de un proyecto ideado por el Pbro. Alejandro García Sánchez (Prefecto de estudios del Seminario Mayor) e impulsado por el Equipo Formador, que consistió en crear una nueva Escuela de Teología para Laicos, con sede en el Seminario Guadalupano Josefino, teniendo como objetivos concretos: buscar una mejor capaci-tación para nuestros laicos (en especial los agentes activos), además de hacer de los futuros sacerdotes, pastores que sepan dar razón de su fe; así, los mismos seminaristas fueron los profesores. Se nos invitó a tres compañeros seminaristas y a un servidor a formar parte de este gran proyecto. Fue enorme mi sorpresa y admiración al ver la gran

sed, interés y disposición que tienen nuestros laicos de aprender, de comprender, de formarse. Ha sido realmente edificante, sentarse a investigar contenido referente a la materia, armar el programa, buscar un buen método pedagógico, estudiar el tema de la clase, revisar tareas, elaborar exámenes, etc. Aquí lo central de esta experiencia vivida, no fue la cantidad de alumnos inscritos, tampoco los elegidos para impartir las clases –claramente había mejores elementos que nosotros- en aquel nuevo proyecto. El verdadero acierto fue el paso que se dio, la búsqueda que se inició, la lección que se nos dio: apostar por la formación de nuestros laicos. Esta experiencia iba a marcar mi manera de ver y entender la urgente tarea que hay para los pastores y futuros pastores. Esta convicción en adelante he tratado de ir plasmandola en los distintos apostolados. Desde luego, hablo de una formación ya no sólo intelectual, sino también humana, espiritual, pastoral, en otras palabras: una formación integral. Es claro el rumbo: cuanto más preparados estén nuestros laicos (y también nuestros religiosos y clero) mejor madre y maestra será nuestra Iglesia para el mundo. Pero, cuanto menor formación haya en ella, más lejana estará de su papel esencial y en el cual encuentra su razón: el Reino de Dios. En el Evangelio, encontramos un pa-saje fascinante: vemos un Jesús mo-vido a compasión. Sus entrañas se le han removido al ver a un pueblo que camina como ovejas sin pastor. Y un rebaño sin pastor significa que nadie avanza porque no hay quien indique el camino; nadie lucha por nada, porque no hay quien enseñe la verdad; nadie vive realmente, porque no hay quien hable y enseñe qué es la vida. Él no lo puede resistir e inmediatamente se pone al frente de ellos. Y así comienza a enseñarles, a acompañarlos (Mc 6, 34). En adelante dedicará su vida toda a ellos. ¡Hay Camino! ¡Hay Verdad! ¡Hay Vida! ¡Y es Él!

Comentarios: ecos_seminarioslp@hotmail.com Facebook: Guadalupano Josefino Twitter: @seminario_slp


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Educando para el amor

Domingo 24 de enero de 2016

El pudor, experiencia que abre caminos Fil. Rafael Gómez M.

H

ombres y mujeres, aún en medio de la liberalidad sexual de nuestro tiempo, llegan al matrimonio con una carga importante de prejuicios y mala precepción respecto de este tema que no acaba de entenderse. Sin duda que el origen de este problema parte desde la infancia y tiene mucho que ver con la intervención educativa de los padres que estuvieron ausentes o fueron ignorantes del proceso educativo en cada etapa. Ellos deben y debieron estar presentes y conscientes en el desarrollo corporal del hijo-a lactante que, a partir de esa etapa, los necesitará siempre sabios y siempre cercanos. En esta etapa el niño-a se deja cambiar pañales y es capaz de salir corriendo desnudo-a por toda la casa sin pena alguna; descubre progresivamente su cuerpo y disfruta tocándolo y buscando placer a través de él. Éste hecho, sin consecuencias y sin malicia, no lo-a afecta en lo corporal o en lo psíquico porque carece de contenido erótico-sexual. Por otra parte, no tiene experiencia propia o reflexiva y depende de los afectos de sus padres que le dicen qué y cómo hacer las cosas, de tal manera que así es como va adquiriendo su propia experiencia. Nunca va a entender el enojo de la abuela o de los padres que le gritan que es un-a desvergonzado-a. Sólo va a entender lo que es compatible entre su experiencia y lo que los adultos le piden. Con frecuencia los niños hacen preguntas sobre el sexo que son imposibles de responder porque son más ingenuas que la respuesta que el adulto le pueda dar. Por eso, tanto la formación como la información que el-la niño-a reciba, deben ser muy oportunas, muy sabias y de acuerdo con lo que está viviendo y con lo que debe saber y puede entender. De manera natural el niño-a valora las experiencias satisfactorias pero rechaza las que no le protegen. Esta es una de las razones por las que los-as niños-as que son víctimas de algún abuso (de los ya muy conocidos), no entienden del todo lo que les pasa, pero quedan heridos de muerte en su espíritu y en toda su persona, aunque sea en su incipiente persona.

El pudor es la experiencia que va abriendo camino de diálogo entre padres e hijo-a en la educación a la sexualidad. Este diálogo, por ende, tiene su centro más en los afectos que en los conocimientos, más en el corazón que en la razón, más en la afectividad que en la sensualidad, más en la persona que en el entendimiento del sujeto. El pudor, en general, es la defensa de la intimidad, es decir, de la vida interior de la persona que se reserva para sí ciertos hechos o ciertos valores ligados al desarrollo de su personalidad. Sin embargo tales hechos y valores están profundamente significados por manifestaciones que se refieren al cuerpo, y de éste, las manifestaciones que se refieren a las partes y a los órganos que determinan el sexo. Precisamente la integridad de su persona y la defensa de su intimidad, por el pudor, llevan al ser humano a disimular estas partes y órganos. Un sujeto sin esa integridad, no sólo no los disimula, sino los exhibe o los sugiere. La forma de vestir pone de manifiesto la intención de disimularlos, exhibirlos o sugerirlos. El atuendo, o expresa a la persona y a su espíritu, o expresa un cuerpo cosificado y erotizado cuyo destino es el placentero consumo. De esta manera la persona, por el pudor, responde a la necesidad interior de preservar su intimidad para los compromisos de amor en un matrimonio presente o futuro. De esta manera el pudor se convierte “en una respues-ta a una reacción sexual o sensual ante el cuerpo y en una respuesta a la necesidad interior de impedir que la mujer reaccione ante el cuerpo del hombre así como que el hombre reaccione ante el cuerpo de la mujer”. Los antivalores humanos, por el contrario, buscan la reacción del cuerpo de un sexo ante el cuerpo del otro sexo; buscan la furiosa confusión de cuerpos que de inmediato consigue la separación de almas: “enamorarse sin amor”. El pudor de toda persona manifiesta al exterior de los demás aquello que, de su corporalidad exterior, los edifica y los dignifica. Las maravillas de la creación no se descubren cuando toda la atención sólo fija la mirada en partes y órganos que pertenecen a la intimidad. El descubrimiento de las maravillas de la creación tiene que ver con el descubrimiento de la belleza del cuerpo en toda su grandeza y en toda su perfección.

...Lo de Dios a Dios

¡Estás imitando a Jesús! P. David Grimaldo

vez de solamente limpiar su alma de los pecados cometidos por medio de la confesión, sintió que con cada palabra su fe se iba fortaleciendo y despertando de una manera como nunca antes había sentido.

J

orge Bergoglio sintió los primeros latidos de su vocación a la edad de doce o trece años, aunque a esa edad se le había ocurrido ser cura «como se te ocurre ser ingeniero, médico o músico», le contó el Papa, años después, un sacerdote. Sin duda lo tenía en mente cuando se enamoró de una chica de su misma edad que vivía junto a su casa, Amalia Damonte, a la que, en un arrebato de pasión de adolescente, le hizo una oferta poco romántica: «Si no me hago cura, me casaré contigo», le dijo en una carta en la que, además, dibujó una casita preciosa con tejado de tejas rojas en la que, según decía, vivirían los dos. El padre de la muchacha se puso furioso: le pegó y le prohibió volver a verlo. En el colegio, él rezaba intensamente para descubrir su vocación, tras una charla que dio el padre Cantarutti, y habló de la posibilidad de ser cura con otro de los sacerdotes, el padre Martínez, célebre como «pescador de vocaciones». Pero en 1950 empezó la escuela secundaria, y la idea quedo estacionada en un rincón de su mente, hasta que cuatro años después la llama volvió a encenderse para no apagarse más. Cuando tenía 17 años, se preparaba para festejar el día del estudiante (21 de septiembre), pero ese día, algo le dijo que debía empezar su festejo en la pa-rroquia, lo cual no era raro en él, pues como buen católico solía acudir periódicamente a los servicios religiosos que se ofrecían en la iglesia de san José de Flores. A su llegada se encontró con un sacerdote al cual nunca había visto, y que, sin embargo, le trasmitía una gran confianza y paz, la espiritualidad que emanaba de este hombre era tal, que el joven Bergoglio se impresionó y decidió confesarse con él. Esa confesión más que ser un acto de renovación perso-nal, fue un acto de transformación, pues en

Su fe se había convertido en la parte más viva de su ser, y ahora no quería dejarla ir; sentía una alegría y una claridad mental como nunca las había experimentado, y fue en ese momento que descubrió que su vocación estaba en la vida religiosa. Esa confesión no había sido un hecho fortuito, Dios tenía un plan para él y había llegado el momento de que el joven lo conociera, el Creador lo reclamaba a su servicio. Esa tarde, en lugar de ir con sus amigos a la estación del tren y divertirse por el resto del día, Jorge Mario decidió que regresaría a su casa y en su mente había un solo pensamiento: Convertirse en sacerdote. Pero la adversidad cernía su sombra sobre la vida de Jorge Mario, pues súbitamente el joven cayó enfermo con tremenda fiebre y dificultad para respirar. Su madre, abnegada enfermera, pasaba los días y las noches al pie de su cama prodigando cuidados a su retoño. Fueron tres días de terrible angustia, ya que los doctores no atinaban a descifrar lo que le sucedía al muchacho, hasta que, por fin, atinaron a diagnosticar una pulmonía severa. Debido a los estudios practicados durante el padecimiento, los galenos encontraron tres quistes en la parte superior de uno de los pulmones. Después de un tiempo prudente de recuperación y fortalecimiento del paciente, este fue operado para que le extirparan la parte superior del pulmón derecho. El joven se sentía moralmente abatido, estaba en la plenitud de la edad y ahora su vida se vería disminuida por este padecimiento, además de lo doloroso que resultaba la recuperación. Su vida había perdido sentido y su panorama había cambiado, aunque todos los días recibía visitas que le intentaban confortar, nadie lo lograba, hasta que cierto día recibió la visita de una de las monjas que había conocido al principio de su vida académica, la hermana Dolores, quien además lo había instruido en el catecismo para que realizara la primera comunión. La religiosa lo vio y le dijo: ¡Estás imitando a Jesús! Esas palabras, dichas en el momento correcto, produjeron un gran cambio de actitud en Bergoglio, quien a partir de ese momento logró encontrar la paz y la ecuanimidad para aceptar su situación y su sufrimiento de la misma manera que Jesús aceptó la voluntad de su Padre cuando lo envió a cumplir su destino en la cruz.


Domingo 24 de enero de 2016


Av. Constituyentes Poniente # 49 local 3 Col. El Pocito, QuerĂŠtaro, Qro. (Paseo Constituyentes, carretera libre a Celaya) Tel. (01 442) 216 99 23 y 196 80 94

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