Edición 363

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Un “limpiabotas” conmueve al Papa Francisco en el avión E

n el vuelo que lo trajo a México, el Papa Francisco recibió un gesto de afecto sin precedentes: un periodista mexicano le lustró los zapatos luego de narrarle una conmovedora historia de su niñez. Noel Díaz nació en Tijuana, tuvo una dura infancia y emigró a Estados Unidos donde ahora es un próspero empresario y fundó la estación de radio-televisión católica El Sembrador de California. En su encuentro con el Pontífice a bordo del avión- le contó un pasaje de su vida y le regaló utensilios para limpiar zapatos. Noel contó al Papa que cuando solo tenía 8 años de edad y estaba por recibir la Primera Comunión, escuchó que su mamá -quien era soltera- no podía comprarle un traje para la ceremonia. Fue así que decidió trabajar en las calles como limpiabotas. El Papa lo escuchó con atención. Noel le pidió permiso para limpiarle los zapatos, el Pontífice aceptó y el periodista se arrodilló con cepillo y paño para sacar brillo a sus zapatos negros. el periodista aseguró que “cuando tuve la oportunidad, le dije al Santo Padre que quería ser su lustrabotas, su bolero y que quería hacerlo. Entonces puse el cajón y él puso su pie y le bolié su zapato, recordando de esta forma a todas las personas que con dignidad y esfuerzo trabajan todos los días buscando traer el alimento a sus casas”. “Muchas veces uno no se da cuenta del sufrimiento de tantas personas que trabajan en las calles como vendedores ambulantes. Mi madre fue vendedora ambulante. Fue interesante porque hablamos buen ratito y para mí fue un regalo de Dios”, agregó. Noel cruzó la frontera con su madre como inmigrante ilegal y fue deportado dos veces. “Después de años nos legalizamos. Le pedí al Papa que pidiera mucho por los inmigrantes, para que los que tienen años sin ver a su papá o su mamá, los puedan ver”, indicó. Su madre falleció en el año 2010. Como mexicano, Noel espera mucho de esta visita papal. “El Papa viaja como peregrino de misericordia y paz. Espero que sus palabras hagan eco en el pueblo mexicano y que nosotros los católicos nos comprometamos más. El Papa no viene a resolver los problemas pero va a ser una voz que el pueblo quiere escuchar”, agregó. Noel preguntó al Papa qué pueden hacer los laicos para ayudarlo en su misión. El Pontífice le pidió “salir de las cuevas”. “Fue una experiencia muy linda. El Papa, sin duda alguna se conmovió y me llevo la dicha de haberle boleado los zapatos al Papa”.

Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí Año 8

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No. 363

En ella y con ella, Dios se hace hermano y compañero de camino

Semana del 21 al 27 de febrero de 2016

l venir a este Santuario nos puede pasar lo mismo que le pasó a Juan Diego. Mirar a la Madre desde nuestros dolores, miedos, desesperaciones, tristezas y decirle: Madre, «¿Qué puedo aportar yo si no soy un letrado?». Miramos a la madre con ojos que dicen: son tantas las situaciones que nos quitan la fuerza, que hacen sentir que no hay espacio para la esperanza, para el cambio, para la transformación. Por eso creo que nos va a servir un poco de silencio. Mirarla a ella, mirarla mucho y calmadamente. Y en silencio y, en este estar mirándola, escuchar una vez más que nos vuelve a decir: «¿Qué hay hijo mío el más pequeño?, ¿Qué entristece tu corazón?» (cf. Nican Mopohua, 107.118). «¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre?» (ibíd., 119). Ella nos dice que tiene el «honor» de ser nuestra madre. Eso nos da la certeza de que las lágrimas de los que sufren no son estériles. Son una oración silenciosa que sube hasta el cielo y que en María encuentra siempre lugar en su manto. En ella y con ella, Dios se hace hermano y compañero de camino, carga con nosotros las cruces para no quedar aplastados por nuestros dolores.

¿Acaso no soy yo tu madre? ¿No estoy aquí? No te dejes vencer por tus dolores, tristezas, nos dice. Hoy nuevamente nos vuelve a enviar; como a Juanito, hoy nuevamente nos vuelve a decir, sé mi embajador, sé mi enviado a construir tantos y nuevos santuarios, acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas. Tan sólo camina por los caminos de tu vecindario, de tu comunidad, de tu parroquia como mi embajador, mi embajadora; levanta santuarios compartiendo la alegría de saber que no estamos solos, que ella va con nosotros. Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambrien-to, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, no lo dejes solo, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios. Y en silencio le decimos lo que nos venga al corazón ¿Acaso no soy yo tu madre? ¿Acaso no estoy yo aquí?, nos vuelve a decir María. Anda a construir mi santuario, el Santuario de Dios es el rostro de tantos que salen a nuestros caminos, ayúdame a levantar la vida de mis hijos, que son tus hermanos.


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