Edición 364

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Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí

No ser justo y fraterno, es una vida estéril

Año 8

No. 364

Semana del 28 de febrero al 05 de marzo de 2016

P

ara ilustrar mejor el mensaje, de este domingo, Jesús nos cuenta una parábola: la higuera que no daba frutos. En esta parábola podemos llegar a descubrir que el dueño es el Padre Dios, el cuidador o jardinero sería el Hijo Jesús y la higuera, representaría a todo discípulo que no produce frutos. La decisión del dueño provocado por el cansancio de esperar siempre sin resultados, es una situación dolorosa para el oyente judío. Los pueblos semitas valoraban muchísimo la vegetación, los árboles, las plantas, justamente por el tipo de clima que tenían. De ahí que cortar un árbol es una desgracia. La imagen del árbol seco, caído o quemado aparece con frecuencia en la biblia como figura del pecador castigado. Una vida que se conforma con lo único que la sociedad actual ofrece, es una vida estéril. Conformarse con trabajar, gastar, tener una vida cómoda,

darse unos placeres y seguir en ese círculo, es una vida estéril. No atreverse a mirar los sufrimientos de tantos hermanos y hermanas nuestras y hacer algo al respecto, es una vida estéril. No animarse a curar los corazones heridos e infundir consuelo y esperanza a nuestro alrededor, es una vida estéril. Quedarnos en nuestra zona de confort y no contribuir en la construcción de un mundo más justo y fraterno, es una vida estéril. Y aún más: una Iglesia que se conforma con conservarse y sobrevivir, es una iglesia estéril. Una religión que no transforma vidas y las hace fecundas, es una religión estéril. Una liturgia que se queda en el ritualismo y no rompe los muros de la comodidad e indiferencia, es una liturgia estéril. Y así podríamos extender la lista de lo que significa una vida estéril…

La monja más anciana del mundo cumple 109 años:

“Se debe a un don de Dios” S

e llama Sor Cándida Belloti cumplió, el pasado sábado 20 de febrero, nada más y nada menos que 109 años. Es la religiosa más anciana del mundo, posee una salud de hierro y está convencida de que su longevidad se debe a un don especial de Dios, como contó una religiosa de su convento. Pertenece a la Orden de San Camilo de Lellis y vive en el convento de la ciudad de Lucca, en la Toscana italiana, en el centro-norte de Italia. Ha servido a los enfermos en los hospitales de diversas ciudades del país, como lo hizo también el fundador de su Orden, San Camillo de Lellis, conocido por “desgastarse” por los enfermos, poniendo las bases para la figura del enfermero y del capellán de hoy día. Es el patrón de los enfermos, enfermeros y de los centros de sanidad. El día de su cumpleaños, fue para Sor Cándida una jornada muy especial y lo festejó como bien se merece junto al resto de religiosas del convento. Una de las religiosas contó que “Sor Cándida se encuentra muy bien y está muy contenta por cumplir un año más”. “Comenzamos a festejarlo con una Misa en la que hemos rezado por ella y después una comida todas juntas con dulce incluido, como un cumpleaños normal”, relató entre risas. Sor Cándida dice que su longevidad se debe a “un don especial de Dios”, revela su compañera de convento, quien además asegura que “está bien de salud y si Dios quiere le dará todavía más vida”. “Ella habla, come y es autosuficiente”, añadió. Siendo la tercera de 10 hijos, Sor Cán-dida sintió la llamada de Dios a la edad de 16 años e ingresó a un convento cuando tenía 22. Desde entonces está convencida de que Cristo la llamó desde la eternidad. Sor Cándida ha sobrevivido a dos guerras mundiales y ha convivido con el nacimiento de cientos de avances, por lo que para muchos, esta religiosa es un pozo de sabiduría. En 2014, con motivo del 400 aniversario de la muerte de San Camilo de Lellis, Sor Cándida festejó esta fecha tan especial en Roma, participando en la Misa matutina que el Papa Francisco celebra cada mañana en la Casa Santa Marta y recibiendo una bendición del Pontífice. Aseguró que la verdadera felicidad “es apreciar el momento tal y como Dios nos lo da”. “Lo que realmente hace falta en la vida es dar gracias a Dios por lo que nos da, porque es lo único que hará feliz al hombre. El hombre debe aceptar cada momento que viene y decir ‘gracias’”. Sor Cándida, continúa lúcida y dinámica desde la mañana hasta la noche y sigue plenamente la vida de la comunidad, participando en los actos comunes y las celebraciones Eucarísticas.


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