Edición 370

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De financiero deprimido a sacerdote feliz

ames Martín se sentía desgraciado y estresado en su exigente puesto de trabajo en la capital del mundo, Nueva York. Tanto, que en muchas ocasiones sentía náuseas, dolor de estómago y migrañas. Era finales de los años ochenta en las que por las noches James Martín se la pasaba en los grandes clubs de la ciudad, gracias a su empleo como contable y encargado de recursos humanos. Martín relata con disgusto las historias de su paso por Nueva York. En una de ellas afirma que después de pedirle a uno de sus superiores que mostrase un poco de compasión por el empleado que iba a despedir y que acababa de recibir el título de “empleado del mes”, recibió como respuesta “que le jodan a la compasión”. Martín pasó seis años viviendo la noche neoyorquina, hasta que fue destinado a Stanford (Connecticut), donde bajó un poco su tensión. Fue allí donde tuvo la revelación que cambiaría para siempre su vida. Una noche que se había quedado en casa, puso la televisión y asistió a la emisión de “Merton: A Film Bio-graphy” en la cadena pública americana. Se trataba de la historia de la vida de Thomas Merton, un monje trapense que decidió seguir la vocación religiosa en la abadía trapense de Nuestra Señora de Getsemaní en Kentucky. Era el año 1941, después, Merton se convertiría en uno de los grandes escritores religiosos de los Estados Unidos del siglo XX. A él se deben obras como Las aguas de Siloé (1949), La vida silenciosa (1957) o su autobiografía, La montaña de los siete círculos (1948). Martín ha recordado la profunda impresión que le causó la visión de la película en aquellos momentos. “Aún recuerdo su expresión, mucho más feliz que la que veía en el espejo cada mañana”. Al día siguiente, Martín acudió a una librería y pidió La montaña de los siete círculos, “un libro muy bello” en palabras del propio religioso. “Cuando lo terminé de leer una noche, a altas horas, y lo deposité en la mesilla, sabía con seguridad a qué quería dedicarme. Para mí, esa fue ‘mi llamada’”. Sin embargo, Martín aún no estaba seguro de si debía unirse a un grupo religioso, ya que por aquel entonces, pensaba que “unirse al sacerdocio sería como convertirse en un cantante de ópera o unirse al circo”. Así que, en su lugar, acudió a un psicólogo. Un año después de comenzar su terapia, este le preguntó qué haría con su vida si pudiese. “Sería sacerdote”, le respondió Martín, que se educó en una familia católica aunque no muy practicante. “¿Y por qué no lo haces?”, le respondió este. Y al día siguiente, James Martín levantó el teléfono y marcó el número de los jesuitas. Martín lleva 28 años perteneciendo a la orden de los jesuitas y 17 ordenado como sacerdote, y es el editor de la revista América, la revista católica más importante de Estados Unidos.

Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí

La alegría del amor en la familia

Año 8

No. 370

Semana del 10 al 16 de abril de 2016

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a llegado a nuestras manos la esperada exhortación apostólica post sinodal del Papa Francisco sobre el amor en la familia. Fue dada a conocer este pasado viernes 8 de abril y lleva por título “Amoris Laetitia”. El texto, publicado en italiano, francés, inglés, alemán, español y portugués, es el resultado de las reflexiones del Santo Padre a partir de los Sínodos de los Obispos sobre la Familia realizados en el Vaticano en 2014 y 2015. El Sínodo de los Obispos, realizado en octubre de 2015 en el Vaticano con la participación de más de 250 obispos de todo el planeta tuvo como tema “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo moderno”. Los obispos debatieron sobre diversos temas relacionados a la familia entre los que estuvieron la preparación para el sacramento del matrimonio,

la atención pastoral a las familias en dificultad, la violencia familiar, entre muchos otros. Los medios seculares de comunicación concentraron su atención en dos temas también abordados por los obispos: el acceso a la comunión por parte de los divorciados en nueva unión y la atención pastoral a los homosexuales. En el viaje de regreso de México a Roma, el Papa Francisco se refirió al tema de la participación de los divorciados en nueva unión, en la vida de la Iglesia y precisó que integrarse “no significa conceder la comunión” porque recibir la Eucaristía no es un “título honorífico”. Ojalá que ahora que ya está en nuestras manos podamos leer, meditar y reflexionar esta exhortación apostólica. Hoy, más que nunca, las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad y también por la Iglesia.


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