Edición 527

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Se criaron sin fe, se hicieron musulmanes, se casaron...en Pascua se bautizaron

Año 11

No. 527

Semana del 05 al 11 de mayo de 2019

C

hristopher Booty, de 28 años, y su esposa Kristin, de 27, se bautizaron esta Pascua en su parroquia de Florida. Hasta hace un par de años, se consideraban conversos al Islam. Pero al tener hijos y complicarse con las reglas islámicas del día a día se plantearon ¿cómo cumplir con Dios? ¿Cómo lograr el perdón de Dios? Eso acabó llevándoles a la fe católica. Un viaje muy infrecuente del agnosticismo al Islam, y de allí al catolicismo. Pero es la búsqueda de guía moral y de comunidad ética la que los acabó llevando. Kristin nació en una familia agnóstica en un pueblecito en las montañas canadienses. Le enseñaron que es imposible saber si existe Dios o vida tras la muerte. Pero ella quería una guía firme, sólida. Christopher tuvo abuelos católicos devotos. “Siempre tuve cierta simpatía por el catolicismo. Recuerdo ir a misa de navidad de niño con mis abuelos”, explica. Sin embargo, su padre no le transmitió ninguna fe. Tampoco su madre. “Crecí sin religión, sin una comunidad de gente y quería ser parte de algo”. Y en 2012 me hice musulmán”. Christopher y Kristin, separados por miles de kilómetros, se conocieron por redes sociales. En 2013 organizaron una cita presencial, para verse en persona. Fue amor a primera vista. ¡Dos conversos al Islam! Meses después se casaron y Kristin se mudó a vivir con su marido a Florida. Espiritualmente, cumplir con las exigencias cotidianas del Islam era difícil. Las cinco oraciones al día, los tabúes respecto a la comida y la bebida, el vestir femenino... Era difícil también socializar y hacer amistades adecuadas. Ambos habían deseado una vida moral y ordenada, pero ahora se sentían atrapados en aspectos rituales. Kristin explica: “Empiezas a sentirte desesperado. No hay una forma de arrepentirse. Yo decía: ‘por favor, perdóname, no me envíes al infierno’”. Quiso profundizar en la historia e investigó las raíces del cristianismo. Encontró a Jesús, con sus obras de sanación, de amor, compasión y piedad. Kristin -embarazada de 5 meses- y Christopher buscaron por Internet y encontraron una parroquia cercana con una web muy acogedora, que invitaba. Acudieron, les gustó, se sintieron bien recibidos. En septiembre, del año pasado, empezaron su curso de iniciación cristiana para adultos. Fue en esta Pascua, cuando recibie-ron los Sacramentos de iniciación cristia- na, además, sus dos hijos fueron también bautizados. Se han integrado a la comunidad parroquial. Tenemos un futuro más brillante, tenemos esperanza”, concluyeron ambos.

Mística, esposa y madre

E

l proceso de beatificación y canonización es un largo camino en el que se debe pasar la dura prueba de certificar que el futuro santo o beato, en este caso Conchita, ha vivido una vida santa y puede ser ejemplo para todos los católicos. Concepción Cabrera de Armida nació en San Luis Potosí, México, el 8 de diciembre de 1862. Contrajo matrimonio con Francisco Armida, de aquella unión nacieron 9 hijos, a quienes les dedicó su vida con alegría y especial atención. El ser esposa y madre no la alejó de la vida espiritual. Un día estando en ejercicios espirituales escuchó, claramente y sin dudarlo, una voz que le decía: Tu misión es salvar almas. Todo su anhelo era pertenecer al Señor. Grabó en su pecho el Santísimo nombre de Jesús, un sentimiento nuevo y grande le hizo exclamar: “Jesús, salvador de los hombres, sálvalos”. De sus nueve hijos, una, Concha, fue religiosa de la Cruz del Sagrado Corazón, congregación que ella fundó, y un hijo, Manuel fue jesuita. El cuidado de ellos ocupó la mayor parte de su vida y desde entonces comenzó para ella otra vida espiritual, llena de gracias y favores. Sus días eran del Señor, de su familia y de sus obligaciones. Tras la muerte de su esposo, lejos de quedarse hundida en la depresión sacó adelante los hijos,

haciendo todo lo que estaba en sus manos, para poder superar los efectos de la crisis económica en la que se encontraban. Aprendió a confiar en Dios, dejándose hacer y deshacer por el Espíritu Santo, siguiendo el ejemplo de la Santísima Virgen María. Conchita fue la inspiradora de las cinco obras de la Cruz: Apostolado de la Cruz (1894), Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús (1897), Alianza de Amor (1909), Fraternidad de Cristo Sacerdote (1912) y Misioneros del Espíritu Santo (1914). Al cabo de un tiempo Conchita perdió también a sus hijos, comenzó para ella la soledad y con ella la última etapa de su vida. Tenía a Dios que no la dejaría sola jamás. Sus directores espirituales le ordenaron que escribiera todas las comunicaciones que recibiera de parte de Dios. Así fue como escribió varios libros. La fecundidad de Conchita se prolongó, no sólo en su familia de sangre y en sus escritos, sino también en su familia espiritual. De su espíritu viven las cinco Obras de la Cruz, nueve Congregaciones Religiosas y Movimientos de Pastoral. Concepción Cabrera de Armida, murió en la ciudad de México el 3 de marzo de 1937, con fama de santidad. En 1959 se inició el proceso de Beatificación en Roma, Fue declarada Venerable por el Papa San Juan Pablo II el 20 de diciembre de 1999. Este 4 de mayo fue declarada Beata Concepción Cabrera de Armida.


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