Felipe VI condecora a una misionera española en Haití, cuya labor impresionó en directo a Letizia
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e han cumplido cinco años desde que Felipe VI fuera nombrado Rey de España. Este día tan especial, 19 de junio, Felipe lo ha querido celebrar otorgando la medalla al Mérito Civil a personas anónimas que con su abnegada labor hacen un país mejor. Entre las galardonadas por el monarca español ha estado Sor Mónica, una religiosa de las Hijas de la Caridad que se encuentra de misionera en Haití. Esta monja conoció a la reina Letizia durante una visita a la isla el año pasado, donde quedó impresio-nada con el trabajo de estas religiosas. Sor Mónica es originaria de Madrid, tiene 45 años y lleva casi 10 años en Haití como misionera ayudando a los más pobres del país más pobre del mundo. Cuando en 2010 el terri-ble terremoto devastó el país, la madre general de las Hijas de la Caridad pidió voluntarias para ir al país y la hoy galardonada fue una de ellas. Un año más tarde volvió definitivamente porque sintió la llamada a ser misionera. En este país ha estado trabajando en Cite Soleil, uno de los barrios más pobres y peligrosos del país. De hecho, está muy cerca del lugar en el que fue asesinada Isabel Solá, otra misionera española. Precisamente en este barrio, Sor Mónica conoció a la Reina de España durante su visita al país. Sor Concepción Monjas, consejera provincial de Educación de su congregación y amiga de la premiada, recuerda que Letizia “vio lo que las Hijas de la Caridad realizan en ese barrio y quedó muy impresionada. Ver cómo una hija de la caridad española estaba haciendo una tarea tan bonita con los niños, con los enfermos…”. Esta religiosa cuenta que “la impresión fue tan grande, que con el motivo del V aniversario del nombramiento del Rey Felipe VI, recibió la invitación a ser una de las españolas premiadas por colaborar para que España sea una marca solidaria”. Además, añade que “es mucho más que una marca solidaria, es una tarea evangelizadora, de entrega y de dar la vida por los pobres”.
Acciones concretas contra la pobreza
Año 11
L
No. 535
Semana del 30 de junio al 06 de julio de 2019
a Santa Sede ha pedido a las Organizaciones y Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, FIDA, PMA), combatir la pobreza extrema con acciones concretas y no solo con “discursos grandilocuentes”. Tras recordar que el Papa Francisco ha alentado la lucha contra este flagelo en distintas ocasiones, la petición resalta que “la pobreza extrema se combate con acciones dirigidas a promover el desarrollo rural integral. ‘Acciones’ porque no bastan las meras palabras, los discursos grandilocuentes, los dossieres y la multiplicación de reuniones”. “Es necesario emprender iniciativas concretas para erradicar la pobreza, luchar contra el hambre y promover la soberanía alimentaria. Es importante invertir en las regiones rurales, dedicar a ellas recursos de todo tipo, también financieros, porque el éxodo del campo a la ciudad es una tendencia global que no se puede ignorar”. Además hay que recordar que el Santo Padre se ha referido a la importancia de “favorecer las tres T: Tierra, Techo, Trabajo, para que tengamos una patria sin esclavos ni excluidos”. “Tierra, porque solamente la autonomía y la soberanía alimentaria pueden permitir que las poblaciones locales que viven en áreas rurales puedan proveerse de su propio sustento, sin estar atenazadas por subsidios y medidas impuestas desde el exterior”. El techo también es importante, “porque la vivienda es un derecho inalienable. Por consiguiente,
desarrollar políticas que permitan a las personas disfrutar de una vivienda es necesario para combatir la exclusión social de un número muy elevado de personas y familias que no tienen acceso a una vida digna. Son seres humanos que forman un microcosmos con frecuencia marginado, signado por la desesperación, el hambre y el miedo”. En tercer lugar, “el trabajo decente es el medio privilegiado para erradicar la pobreza y permitir la emancipación social. Esta triple coordenada revela lo fundamental que es invertir en la expansión de los sistemas de protección social y los programas de asistencia social”. Los Organismos no pueden quedarse enclaustrados entre paredes, ni sus conclusiones encerradas en una bella publicación y nada más. “Deben de convertirse en un grito, en un pujante acicate que invite a todos, con papeles destacados en el seno de los Estados y los Organismos internacionales, a salir al encuentro de los desfavorecidos, a llegar de forma eficaz hasta ellos, que no son meros números, ni simples estadísticas”. “Únicamente de esta manera podremos superar la inhumana globalización, de la que el Papa Francisco habla a menudo, y que se caracteriza por la indiferencia ante el sufrimiento ajeno y el declive de la idea del bien común”. Traduzcamos “las intenciones y propósitos en acciones válidas, si de una vez por todas los compromisos se convierten en realidades que favorezcan políticas nacionales y locales en apoyo de las regiones rurales, y si nuestras vidas reflejan nítidamente que es posible rechazar el consumismo y recuperar la solidaridad y la atención hacia los más débiles como valores esenciales de nuestra conducta”.