San Charbel Makhlouf y sus pasos por México
Año 11
No. 539
Semana del 28 de julio al 03 de agosto de 2019
El Santo libanés ha adquirido en nuestro país una inmensa fama, pese a que su imagen es relativamente nueva para los mexicanos.
A
inicios del siglo XX, frente a las hostilidades de las fuerzas otomanas contra los cristianos de Líbano, las migraciones libanesas a México comenzaron a darse de forma masiva: la gente venía en barcos portando, a manera de protección, imágenes de Charbel Makhlouf (San Charbel), quien, aunque aún no había sido canonizado, tenía fama de santidad entre libaneses, rusos, cristianos y musulmanes, por su testimonio de vida. “Fueron esos migrantes quienes introdujeron a México la imagen de aquel monje asceta maronita –comenta el Padre Yaacoub Badaoui, fundador y director del coro de la iglesia de Nuestra Señora de Líbano– quien escogió el nombre de Charbel para su vida monacal, en torno a la cual sucedían prodigios que convencían a quien fuera de que era un hombre de Dios”. Explica que en México su figura comenzó a difundirse ampliamente a partir del último cuarto del siglo XX, tras su canonización, gracias a la labor del grupo de Las Damas de San Charbel, quienes propagaron su devoción. “Sobre todo –asegura–, la fama de San Charbel fue creciendo en México con singular rapidez debido a que es un gran intercesor, por el que el Señor concede a los fieles numerosos milagros, como lo ha dicho el Papa Francisco”. El Padre Yaacoub asegura que, a nivel personal, ha comprobado muchas veces la efectividad de San Charbel como intercesor de gente de la comunidad. “Para muestra, un botón: cierto día estaba yo celebrando Misa, cuando subió al ambón una señora de unos 60 años, quien deseaba contar a la comunidad un ‘milagro’ que le había ocurrido”. Ella relató que tiempo atrás se encontraba en el Hospital López Mateos, agonizando y en estado de coma. “Pero véanme ahora –dijo a los presentes–. Me curé cuando un monje de esta iglesia fue a visitarme; me rezó, me dio la extremaunción y me untó aceite de San Charbel”. Tras decir eso, la señora lo des-cribió a él, según se lo habían descrito a ella las personas que lo vieron entrar a aquel cuarto de hospital. Y el Padre Yaacoub Badaoui recordó al instante que fue él quien la visitó.
¿Cuál es la edad para darle un celular a los niños?
U
n teléfono inteligente, es decir, un celular con acceso a internet y redes sociales es una poderosa herramienta de información, sin embargo, ponerla en manos de quien no tenga la madurez necesaria para manejarlo puede ser peligroso, asegura Claudia Larrazolo, psicoterapeuta Gestalt. “No se puede hablar de una edad adecuada para darles un teléfono, eso sería generalizar las necesidades de todas las familias, y hay muchos padres que usan este medio para poder estar al pendiente de sus hijos”, detalla la especialista de Cenyeliztli. ¿Cómo decidir? De acuerdo con una investigación de Influence Central, una compañía estadounidense que realiza estudios de mercado, los niños reciben su primer dispositivo inteligente alrededor de los 10 años, sin que esto signifique que
es una buena idea. Mientras que la Academia Americana de Pediatría, así como la Sociedad Canadiense de Pediatría recomiendan que los menores de 14 años no tengan uno. La especialista aconseja a los padres y madres de familia que para tomar la decisión, independiente de la edad, se cuestionen si en verdad va a ser de utilidad y en beneficio de la familia, o si sólo es “para complacer un capricho del hijo o una moda”, explica Larrazolo. “Hay muchos niños de primaria que piden a sus padres un celular ‘porque todos sus amigos tienen uno’, pero, seamos honestos, un niño de 10 años no necesita un celular; sin embargo, esta decisión va a depender mucho de la situación familiar que se viva”. Una vez que los padres decidan comprarle un teléfono es importante ponerle reglas, como horarios de uso y hacerle saber que, por su seguridad, podrán revisarlo mientras sea menor de edad.