Edición 562

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Terminemos con la corrupción C

Año 12

N

No. 562

Semana del 12 al 18 de enero de 2020

o pensemos en obligar al vecino a terminar con su corrupción, o critiquemos al de enfrente por sus malos actos. Terminemos con ese daño que depende de nuestras propias obras, pues de la justicia y la honestidad de cada uno depende una sociedad más sana y pacífica. Para contrarrestar la corrupción, podríamos aspirar a ser rostros de Dios, hacer el bien como Él y amar a todos como Él. La violencia, la inseguridad, la corrupción, los principales males que aquejan a nuestro país, comienzan en la base del núcleo social: la familia. Si bien el entorno incide en el desarrollo positivo o negativo de las personas, la educación en casa, principalmente con el testimonio de los padres, tiene el mayor peso. Acabemos con aquello que termina por afectar nuestra individualidad, y que, sumados uno con otro, lastiman a nuestras familias, y que, multiplicados por millones, desarrollan una dolorosa enfermedad social. Hagamos el compromiso de aplicar, cada uno de nosotros, el antídoto de una vida más justa y honesta para terminar con este mal. Nuestra realidad nos ha demostrado que no ganamos nada con quejarnos del otro, con criticar al de enfrente, o esperar a que los demás cambien para

hacer lo propio. Construyamos un mejor país, y una mejor sociedad. Tenemos la mejor inspiración de todas: la presencia de Jesús entre nosotros y el comienzo de un nuevo año que nos permite escribir una nueva página. Aprendamos a ser cercanos y a dialogar. Seamos solidarios con los más pobres, tratemos de remediar las necesidades de las personas solas, ancianas y enfermas; brindemos nuestra ayuda a quien experimente la fragilidad o el fracaso. El gobierno tiene una imperante obligación, y un compromiso hecho para terminar con la violencia, la inseguridad y la corrupción. No lo olvidaremos. Pero tampoco olvidemos que nosotros tenemos una responsabilidad social muy grande que asumir. Conscientes de que el fin de la corrupción no solo depende de las políticas públicas, sino de la justicia y honestidad de cada uno de los miembros de las familias, instituciones educativas, empresas, instituciones religiosas, y agrupaciones de cualquier tipo, queremos motivar e impulsar la construcción de una sociedad justa, honesta e íntegra, sellando con los valores del Evangelio de Jesucristo este firme propósito: Terminemos con la corrupción.

Mohamed visitó a la Virgen de Guadalupe antes de la final

omo fiel devoto de la Guadalupana, la fría mañana del domingo en que se jugaría la final de futbol mexicano entre América y Monterrey, Antonio “El Turco” Mohamed salió del hotel en que se hallaba concentrado el equipo rayado, y se dirigió a la Basílica de Guadalupe para participar de la Misa y pedir ayuda a la Morenita del Tepeyac, pues además de ser una persona de una altísima calidad humana, el técnico argentino es un hombre de fe, como lo señala el Padre David Jasso, quien fuera geren-te deportivo del club regiomontano del 2004 al 2011, antes de inclinar su camino hacia la vida sacerdotal. “He convivido con Antonio un par de ocasiones -platica el Padre David-, en el marco de la bendición de las nuevas instalaciones del Barrial (hace dos años), y pude comprobar lo que todos en la institución opinan de él: que es un hombre sensible, sencillo, de buen trato con los jugadores y con la gente del club en general; alguien que ha logrado contagiar a todos los jugadores del amor a la camiseta. Pero sobre todo, un hombre de fe”. El Padre David Jasso, quien jamás ha dejado de seguir la trayectoria de Mohamed, refiere que en julio de 2006, durante la Copa Mundial de Futbol de Alemania, “El Turco” se hallaba en aquel país siguiendo a la Selección de Argentina, cuando él y su hijo Farid fueron víctimas de un accidente automovilístico que acabó con la vida del pequeño de sólo 9 años. “Lo sucedido, desde luego, fue devastador para Antonio; y su amor de padre lo llevó a dirigirle dos promesas hasta el cielo: lograr, como técnico del Huracán, el ascenso del equipo a la Primera División de Argentina, y hacer campeón en México al Monterrey, pues Farid era aficionado a ambas escuadras”. A un año de la tragedia, Mohamed pudo cumplir la primera promesa. “En cuanto a la segunda -explica el Padre David-, estuvo muy cerca de cumplirla en una de las dos oportunidades anteriores como entrenador del Monterrey, y finalmente se hizo realidad hace unas semanas, tras vencer al América en la final, encuentro en el que se le vio con un rosario en la mano, pues es un gran devoto de la Virgen”.


Tú eres mi hijo

Domingo 12 de enero de 2020

C

on la fiesta de este día termina el ciclo de Navidad. Hoy se retiran todos los adornos del tiempo navideño. Hoy terminamos la navidad con el inicio de la misión pública de Jesús: su BAUTISMO. La catequesis del apóstol Pedro comienza con el Bautismo de Jesús. “Jesús fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo”. Así comenzó su misión como Mesías y expresa esta acción grandiosa de Jesús, “Pasó haciendo el bien porque Dios estaba con Él” (Hechos 10,3438). Los cuatro Evangelios narran este gran acontecimiento: El Bautismo de Jesús. Comienza la investidura de Jesús como el Mesías anunciado. El profeta Isaías ya lo había dicho: “Mirad a mi Siervo a quien sostengo, mi elegido, a quien prefiero”(Isaías 49,3). El evangelista San Mateo nos dice estas palabras sobre Jesús: “Se abrió el cielo y el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre Él, y le decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias” (Mt 3,17). Cuando Mateo escribe su Evangelio, la comunidad cristiana ya tenía una experiencia de que el Espíritu Santo iba guiando los pasos de Jesús y llenándolo de su gracia. Jesús siempre tuvo tiempo para los pobres, los sencillos, los niños, los enfermos, los que sufrían. Jesús se forma, hace fila con los pecadores que querían ser bautizados por Juan, es una muestra de solidaridad con los débiles y pecadores, para los marginados de la sociedad. Isaías ya había anunciado que el Siervo de Yahvé iba a cargar sobre sus hombros los pecados de todos (Isaías 53) . El Bautismo de Jesús es el prototipo de nuestro bautismo. Iniciamos nuestra vida cristiana siendo bautizados y constituidos “hijos de Dios” hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo. Para nosotros es el comienzo de una vida, de un camino y de una misión. Ser bautizados significa ser seguidores e invitados de Jesús que será nuestro guía para toda la vida. Cuando fuimos bautizados no oímos la voz del Padre, pero también Él nos dijo a cada uno de nosotros: “Tú eres mi hijo”.

Jóvenes comprometidos (Christus vivit 168-171)

A los jóvenes y a todo el pueblo de Dios: Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos, y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado. Sienten que viven el amor fraterno, pero quizás su grupo se convirtió en una mera prolongación de su yo. Esto se agrava si la vocación del laico se concibe sólo como un servicio al interno de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.), olvidando que la vocación laical es ante todo la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política: es un compromiso concreto desde la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar sus diversas instancias, para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia, los derechos humanos, la misericordia, y así extender el Reino de Dios en el mundo. Propongo a los jóvenes ir más allá de los grupos de amigos y construir la “amistad social, buscar el bien común. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar […]. Sean capaces de crear la amistad social”. No es fácil, siempre hay que renunciar a algo, hay que negociar, pero si lo hacemos pensando en el bien de todos podremos alcanzar la magnífica experiencia de dejar de lado las diferencias para luchar juntos por algo común. Si logramos buscar

puntos de coincidencia en medio de muchas disidencias, en ese empeño artesanal y a veces costoso de tender puentes, de construir una paz que sea buena para todos, ese es el milagro de la cultura del encuentro que los jóvenes pueden atreverse a vivir con pasión. El Sínodo reconoció que “aunque de forma diferente respecto a las generaciones pasadas, el compromiso social es un rasgo específico de los jóvenes de hoy. Al lado de algunos indiferentes, hay muchos otros dispuestos a comprometerse en iniciativas de voluntariado, ciudadanía activa y solidaridad social, que hay que acompañar y alentar para que emerjan los talentos, las competencias y la creatividad de los jóvenes y para incentivar que asuman responsabilidades. El compromiso social y el contacto directo con los pobres siguen siendo una ocasión fundamental para descubrir o profundizar la fe y discernir la propia vocación […]. Se señaló también la disponibilidad al compromiso en el campo político para la construcción del bien común”. Hoy, gracias a Dios, los grupos de jóvenes en parroquias, colegios, movimientos o grupos universitarios suelen salir a acompañar ancianos y enfermos, o visitan ba-rrios pobres, o salen juntos a auxiliar a los indigentes en las llamadas “noches de la caridad”. Con frecuencia ellos reconocen que en estas tareas es más lo que reciben que lo que dan, porque se aprende y se madura mucho cuando uno se atreve a tomar contacto con el sufrimiento de los otros. Además, en los pobres hay una sabiduría oculta, y ellos, con palabras simples, pueden ayudarnos a descubrir valores que no vemos.


Domingo 12 de enero de 2020

¡No tengan miedo!

La Iglesia y la familia

Somos hijos de Dios

P. Juan José Torres Galván

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a escena del Bautismo de Jesús en el Río Jordán nos remite a un momento crucial en la vida y la misión de Jesús. El Hijo de Dios hecho hombre se solidariza con toda la humanidad, herida por el pecado. El Hijo de Dios no tiene pecado, ni necesita someterse al bautismo de penitencia que realizaba Juan. Sin embargo, se forma en la fila de quienes desean manifestar su arrepentimiento y desean avanzar en su conversión. Juan Bautista se resiste a bautizar a Jesús, pero Jesús lo convence diciendo: “Cumplamos lo que Dios quiere”. Esta sola frase representa ya en sí misma un programa de vida… si cada uno de los bautizados hiciéramos en cada día de nuestra vida lo que Dios quiere, nuestra vida y el mundo cambiaría de forma radical. En el momento del Bautismo se realiza una teofanía, una manifestación de las Tres Personas Divinas: El Padre que deja escuchar su voz desde el cielo, el Hijo que es bautizado y el Espíritu Santo que desciende sobre Jesús en forma de paloma. La voz del Padre eterno, desde el cielo afirma: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias”. Jesús es oficialmente presentado por el Padre como el Hijo predilecto. El Padre se siente complacido por la vida y la acción del Hijo en el mundo. Si trasladamos esta escena al momento en que nosotros fuimos bautizados, podemos entender que ese día también Dios ha dicho de cada uno de nosotros: tú eres mi hijo amado, tú eres mi hija amada… ¿será que al final de nuestra vida el Padre podrá decir de cada uno de nosotros la segunda parte de la frase? Ojalá que sí. Que nuestra forma de vida no contradiga en nada la riqueza y abundancia de la gracia de Dios que hemos recibido, que nuestra vida y nuestras obras sean de tal calidad que podamos dar gloria a Dios con nuestros actos. Desde el día de nuestro Bautismo hemos quedado configurados con Cristo Profeta, Sacerdote y Rey. Que nuestra vida sea un compromiso constante de escuchar y compartir la Palabra de Dios, que cada día santifiquemos nuestra vida con los Sacramentos y la oración, que nuestra vida se gaste en el servicio a los demás. Después de escuchar estas últimas semanas muchas felicitaciones por Navidad y Año Nuevo, no viene mal que digamos también: ¡Felicidades por tu Bautismo! ¡Felicidades porque eres hijo/hija de Dios! Somos hijos del Padre misericordioso, seamos misericordiosos como Él, con los que nos rodean…

Escuchemos al Hijo de Dios

L

a solemnidad de este día, el Bautismo del Señor, nos da espacio para meditar en torno a una de las más grandes formas de dirigirnos a alguien que asumió nuestra condición humana como “Hijo de Dios”. La celebración del Bautismo de Jesús en el río Jordán es ocasión para que recordemos y renovemos la gracia bautismal que todos nosotros hemos recibido. Dios hizo suya nuestra condición humana, para que todos podamos participar de su condición divina: Él se hace hijo de María y José, para que nosotros podamos ser “hijos de Dios”. Si tuviéramos conciencia de lo que esto supone, si viviéramos nuestra filiación divina con plena cohe-rencia, nuestra felicidad la estaríamos gozando, sin tener que esperar a la vida eterna. Hace falta escuchar al Hijo de Dios En el Evangelio leemos este día que, tras abrirse los cielos, se escucharon las siguientes palabras en el río Jordán: “¡Éste es mi Hijo amado!” Acogiendo esas palabras del Padre, que nos invita a centrarnos en su Hijo Jesucristo, para mirarlo, admirarlo y, obviamente para vivir nuestra conversión, dar paso a disfrutar la vida, ser felices. Porque por voluntad del Padre, Jesucristo ha compartido su condición de Hijo con cada uno de nosotros. Recordemos aquel texto impresionante de la Primera Carta del apóstol San Juan: “Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no le conoce porque no le conoció a Él. Decía un consejero familiar, con un punto de ironía pero con mucha sabiduría, que el secreto de la felicidad está en haber elegido bien a los padres… Amoldando sus palabras a nuestro discurso, bien podríamos afirmar: El secreto de nuestra felicidad está en que es el Padre del Cielo quien nos ha elegido como hijos. Tenemos costumbre de preguntar a los niños: ¿Qué quieres ser de mayor?... En realidad, la felicidad en la vida no consiste en ser lo que queramos; sino en querer aquello que somos: hijos de Dios. Y para ello, hay que escucharle. Qué escuchamos del Señor Jesús Al escuchar este imperativo del Padre, de “escuchar a su Hijo”, no es reducir estas palabras a un falso misticismo, que nos alejan de la realidad de la vida, como algunos podrían pensar. Por el contrario, nuestra relación con el prójimo y el mismo conjunto de las relaciones sociales están totalmente condicionados por este punto de partida, de ese “escúchenlo”. El mandamiento del amor

al prójimo que Jesús nos dejó, es explicitado con las siguientes palabras: “como yo los he amado”. Es decir, el prójimo no es un mero “otro”, sino que es también hijo de Dios, por la gracia de Cristo. ¿Cómo no vamos a amar a quienes son adoptados como hijos por Dios? ¿Podría haber una contradicción mayor en un creyente? Volvamos otra vez a esas palabras escuchadas en el bautismo de Jesús en el río Jordán: “Éste es mi Hijo amado, mi predilecto”. El Padre nos pide que hagamos nuestra la revelación de su Hijo, que permanezcamos atentos a la Palabra de Cristo. Hace falta mucho por hacer Hay tantas cosas en esta realidad que nos circunda que están lejos de esa escucha del hijo de Dios. La falta de escucha al Hijo de Dios se refleja en este reto por alcanzar la paz. Anhelamos que llegue la conversión de aquellos que han optado por la violencia, que han dañado a cientos de familias. Queremos alcanzar la reconciliación y sa-nación de tantas heridas generadas por la violencia. Necesitamos que en todo momento la luz del Evangelio, sea un instrumento indispensable para la pacificación y la reconciliación de nuestro pueblo. La falta a la escucha del Hijo de Dios se percibe en esa violencia machista presente en nuestra sociedad, que tiene a la mujer como víctima, y que lejos de desaparecer sigue extendiéndose en nuestros días en esos innumerables feminicidios. Hace falta que en la manera de interactuar fijemos actitudes de humildad, paciencia, respeto. Estos valores son indispensables para que no se entorpezca la relación entre el hombre y la mujer. La falta de escucha al Hijo de Dios tiene consecuencias en la crisis económica, de una forma especial en quienes carecen del apoyo familiar, en los jóvenes que no han accedido siquiera a su primer empleo, en los inmigrantes. Nos hace falta seguir insistiendo en la solidaridad y la caridad entre todos nosotros. Todas estas tareas y preocupaciones son una responsabilidad para nosotros, que la escucha al Hijo de Dios actúe de una forma muy especial en toda la humanidad para que tengamos justicia, amor y paz.

Se despide y les quiere su amigo, hermano, Obispo y Pastor.

+ Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero Arzobispo de San Luis Potosí


04

Él, te libera de tu pasado

Nuestra historia

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez

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o es fácil romper con el pasado para poder vivir en el presente. Y eso, porque el hombre no sabe vivir; ya que vive mirando hacia atrás, en la añoranza de un ayer que ya no existe.

El Barrio San Juan de Guadalupe y su historia

1era. parte

A

l fundarse la ciudad de San Luis Potosí en 1592 se repartieron los primeros solares para casas habi-tación, haciendas de beneficio y huertas, y nadie apeteció el sitio que con el paso del tiempo sería San Juan de Guadalupe, “por ser eriazo y en partes y lugar infructuoso”, además de distante, y por ello se quedó vació. “No había entonces en dicho paraje indio ninguno”, escribía al Cabildo, en 1663, el padre comisario fray Diego Zapata. Ni Joquineque y sus naturales mexicanos y tarascos quisieron ese lugar cuando en 1597 el alcalde mayor de San Francisco, les dio 2500 varas en cuadro de tierra, a partir de la huerta de San Francisco, para formar el pueblo de San Miguel, San Francisquito y la Santísima Trinidad. A este sitio se le conoció más tarde como Tierra Blanca y, aunque indeseable, sirvió para que en él se aposentaran los que no podían hacerlo ni entre los indios ni entre los españoles y que habían llegado para trabajar las minas. Tal era el caso de los indios y mulatos libres, y aun de los naturales ladinos que no querían mezclarse con sus congéneres. Por 1616 empezaron a poblar algunos mestizos y mulatos, a los que sucesivamente se unieron hasta cuatro o cinco indios y algunos españoles. Los primeros pobladores de Tierra Blanca fueron Mónica, mulata, casada con un negro, y sus hijos e hijas; Francisco López, mestizo, con su madre, su mujer y sus hijos; María Magdalena, india; y un solo español, Manuel Fernández, maestro zapatero a quien a-podaban el Conchudo. Este hizo la primera casa, que vendió después a Lázaro Leal; luego la adquirió Simón de los Reyes; y por último, Gaspar Núñez Zambrano, que la poseía en 1654 con solar y sitio para casa de vivienda, huerta y jacales y corrales. Años más tarde los indios otomíes asentados en Tierra Blanca fueron enviados a un lado de donde se había edificado la ermita del Santuario de Guadalupe para que, con el pretexto de que su pueblo era frontera de chichimecas y que se habían

Por Pbro. Rubén Pérez Ortíz introducido diferentes personas y gente holgazana que los inquietaba y perturbaba, e-levaran queja al gobierno y pidieran amparo y que se lanzara de sus tierras a quienes le habían registrado en perjuicio de ellos. Así lo decretó el virrey Juan de Leyva de la Cerda, conde de Baños, en febrero de 1662. Sin embargo, el alcalde mayor de San Luis, Fernando de Torres y Ávila, se vio forzado a diferir la solución, por lo que les pidió a los solicitantes la presentación de los títulos e informes sobre la fundación, términos, casa y demás calidades del supuesto pueblo. Nunca había tenido calidad de pueblo y los habitantes eran advenedizos. Entre los que vivían ahí, se encontraban Juan José, otomí, natural de la villa de San Miguel el Grande; Francisco Andrés, natural de aquel puesto e hijo del mencionado Juan José; Nicolás Felipe, hijo del mismo Juan José y nacido en dicho puesto; Juan Bautista, de las mismas circunstancias que el anterior; Francisca, hija también de Juan José, casada con Nicolás, indio de la Villa de San Miguel; Catalina Magdalena, hija también de Juan José y viuda de Juan Pedro; Ana María, mexicana, casada con Alonso; Melchor Francisco, otomí, natural de San Luis de la Paz; Juan Francisco, oriundo de Ixmiquilpan; Juan Baltasar, hijo de Bartolomé y de María, indios de las minas de Guanajuato; y Diego Martín, de la Villa de San Miguel, casado con María Magdalena, natural de los Lagos. Salvo las casas que estos ocupaban, que estaban a trechos, no había otras; tampoco había milpas, sino solo algunos magueyes y árboles frutales. La tierra era eriza; al poniente, y entre Ciénegas y Palmeras, había unas haciendas de sacar plata. Y en cuanto a autoridades, los mismos habitantes dijeron no tener alcalde ni gobernador, pues afirmaron ser regidos por los del ba-rrio de la Santísima Trinidad –es decir, San Miguelito-, y así duraron hasta la mitad del siglo XVIII. La única autoridad que tenían era Juan Baltasar, quien había sido nombrado alguacil del puesto por el alcalde mayor de San Luis.

Tampoco podemos evitar las consecuencias de nuestros errores. Pero, no por eso quedaremos en el pasado, porque el tiempo no se detiene y tenemos que seguir viviendo. El único que tiene poder sobre los tiempos, es Dios; porque él, es eterno. Por eso mismo, él puede borrar nuestros delitos. Dios viene a sanar las cicatrices que dejó el pasado. Porque él nos salva del dolor de haber fallado. Ya que el pasado nos persigue como una sombra, Dios nos libra de esa pena; y sana las heridas provocadas por la culpa. Jesús nos libera del pasado, porque él no se fija en lo que fuimos, sino en lo que podemos ser; él nos cura y nos da la fuerza para seguir adelante, sin vivir atados al ayer. Pero la salvación, va más allá del perdón. Ya que Dios perdona, pero también nos salva de la condena humana; y como él hombre no se perdona ni a si mismo, Dios absuelve lo que el hombre condena. Dios nos salva de la dureza del corazón del hombre, que juzga sin misericordia y condena sin piedad. Decía Camus: “No se necesita a Dios para crear culpables y castigar. Nuestros semejantes bastan, ayudados por nosotros mismos”. (La caída). El amor de Dios, todo lo perdona; y él nos salva de los juicios humanos. Porque, “Un dios que fuera Dios no debería ni una vez ordenar y prohibir, amenazar al ser humano y vigilarlo, sino que debería defenderlo, debería perdonarlo”.(A. Camus). Por eso, ya no vivamos sufriendo en el pasado; porque Dios ha venido a desatarnos del ayer. Nuestro pasado, Dios lo ha sanado.


Cosas y Casos de la vida

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No acumules cosas Por: Pbro. Lic. Héctor Colunga Rodríguez

colunga46561@hotmail.com

Estimados lectores: Como buenos propósitos de temporada, es importante limpiar y tirar todo lo que no sirve, lo que tienes acumulado y está roto, dañado, sucio y no ocupas. Si eres de esas personas, tienes el síndrome del principio del vacío, cuya teoría es de Joseph Newton.

Y la culpa no era mía Por: P. Kino

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s todo un “arte” culpar a los demás. Si el joven reprueba, la culpa es del maestro que no tiene pedagogía. Si el esposo es infiel, es culpa de la esposa que es muy regañona. Si no van a misa, es culpa del padrecito que es muy regañón y no se le entiende nada. Considero que, aunque a veces hay cosas externas que pueden influir en nuestro comportamiento, sin embargo, tenemos que asumir nuestras responsabilidades de lo que nos toca. La historia de culpar a los demás esta desde el inicio de la humanidad. Lo narra el libro del génesis, cuando el hombre peca le echa la culpa a la mujer. La mujer a la serpiente. Llegas tarde a todo, pero siempre hay pretexto: el tráfico, una llamada telefónica. Es normal que ocasionalmente nos falle la puntualidad, pero cuando ya a cierta persona se le conoce como impuntual… eso sí, dirá: “la culpa no era mía, fue el semáforo que no encendía” (y ni carro tiene). El impuntual eres tú. Si no vas a misa, porque no te organizas, justificas diciendo “la culpa no era mía, era la ropa que aún no tendía” (Y tiene secadora eléctrica). La irresponsable eres tu. Si eres de carácter violento, igualmente te justificas diciendo: “La culpa no era mía eran mis hijos que yo corregía” (Pero así es aún desde antes de tener hijos). El violento eres tú. Hay personas que por sistema no pagan sus deudas, pero también se justifican diciendo “la culpa no era mía es del banco que no abría” (y ni cuenta tiene). La ratera eres tú. Si no haces la tarea “La culpa no era mía, es del maestro que no le entendía”, (y no le entendía porque siempre estaba dormido en clase). El flojo eres tú. Y si eres un tomador de alcohol, “La culpa no era mía, es del compadre que como insistía”. (Y andabas solo tomando). El borracho eres tú. Así que asumamos nuestras responsabilidades, y no culpemos a los demás de lo que está en nuestras manos corregir. El asiduo o el irresponsable eres tú.

Se refiere a los que tienen el hábito de juntar objetos inútiles, con la idea de que un día los van a ocupar. O acumular dinero sólo para no gastarlo en el momento, porque tal vez en un futuro hará falta. Quienes tienen el hábito de guardar ropa, zapatos, muebles, utensilios domésticos y otras cosas del hogar, que ya no se usan desde hace bastante tiempo, quizá también pudieran guardar en su interior broncas, resentimientos, tristezas, miedos, entre otras más. Eso no es bueno. Es preciso crear un espacio, para que las cosas nuevas lleguen a su vida. Es preciso eliminar lo inútil de su vida, para que la prosperidad venga. Es la fuerza de ese vacío que absorberá y atraerá lo que se desea. Mientras se viva cargando cosas viejas e inútiles, material o emocionalmente, no habrá espacio para nuevas oportunidades. Los bienes precisan circular es decir, hay que limpiar los cajones, los armarios, el closet, el cuarto de los telebrejos, la cochera, etc. La actitud de guardar un montón de cosas inútiles amarrará su vida. No son los objetos guardados que estancan la vida, sino el significado de la actitud de guardar; es decir, el que guarda, considera la posibilidad de carencia, es creer que mañana podrá faltar, y no tendrá medios de proveer sus necesidades. Con esa postura, estás enviando dos mensajes para tu cerebro y para tu vida: PRIMERO: No confiar en el mañana. SEGUNDO: Creer que lo nuevo y lo mejor no es para ti, ya que se está seguro, guardando cosas viejas e inútiles. Deshacerse de lo que perdió el color y el brillo, para dejar entrar lo nuevo en casa y dentro de sí mismo. Que fluya la energía. Aprendamos del agua del río que corre constantemente. Eso se llama tener mentalidad de abundancia. Hoy es un buen día para empezar a limpiar la mente, la casa, el cuerpo, no dejemos todo para después, porque después todo cambia, se enfría, el encanto se pierde. En la espera del después puedes perder los mejores momentos, las mejores experiencias, los mejores amigos, los mayores amores y todas las bendiciones que Dios tiene para ti. Hasta la próxima.


Cantad al Señor

No bastan las buenas intenciones † P. José Abdías Martínez Martínez

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l canto, que es parte integral de la liturgia y no un adorno añadido, debe responder siempre a la naturaleza de la liturgia: acción de Cristo y de la Iglesia, presencia y actuación del Misterio; su letra debe manifestar nuestra fe cristiana, inspirada en textos bíblicos y textos de la misma liturgia, así como su música y melodía que necesita una “bondad” de las formas, solemne, adecuada a la liturgia. La buena intención no basta; es insuficiente conformarse con que “se cante”, con que lo importante es cantar, sin atender ni a la música ni a la letra de lo que se canta, quebrantando el gran Misterio que se está celebrando. “No todo conviene” como nos dice San Pablo, aun cuando hay canciones o alabanzas con un tinte religioso, pero más anclados en los sentimientos del pueblo que en sintonía con la celebración. Para el músico y cantor litúrgico es importante recibir una sólida formación espiritual, litúrgica y musical para poder servir adecuadamente en sus parroquias. Cuando descubramos la belleza y la verdad del canto litúrgico, entonces entonaremos un cántico nuevo al Señor, un canto que no desmerezca del Misterio de su Amor ni de la liturgia que lo celebra. Éste es un reto para la pastoral litúrgica y la pastoral parroquial: elevar el nivel de los fieles que participan en la liturgia mediante el canto; educar las almas y evangelizar mediante el canto y la música. Si nuestro canto solo de buena voluntad, aunque muy pobre, la celebración litúrgica será más pobre aún en calidad, al introducir cantos sin criterio alguno. Será una celebración en la que pasará a segundo plano el Misterio, porque el canto no cuadrará con su naturaleza. Por eso, a todos los ministros litúrgicos del canto y de la música, especialmente a los jóvenes, habrá que ayudarlos cuidadosamente en tres líneas de formación fundamentales: • Formación cristiana: Para que conozcan y amen más a Cristo y a la Iglesia, y su vida sea verdaderamente cristiana. Su ministerio no puede ser auténtico si no hay coherencia entre la fe y la vida diaria. • Formación litúrgica: Para que su aportación esté cada vez más a la altura de lo que pide su servicio a Dios y a la comunidad, y así puedan ellos mismos celebrar y vivir su fe, y ayudar a los demás a que la celebren y la vivan. • Formación técnica: Puesto que la música sagrada es un arte, y por lo mismo tiene una disciplina, requie-re de técnicas de la voz y de los instrumentos para que exprese con auténtica belleza la fe que celebra.

Construir, Cultivar, Conquistar Por: Pbro. Memo Gil

Obediencia amorosa y confiada

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“El Espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza; porque no sabemos lo que debemos pedir como conviene, pero el mismo Espíritu intercede por nosotros”. (Rom 8,26) “Te basta mi Gracia, ya que mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad”. (2Cor 12,9) “Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a Él y haremos en Él nuestra morada”. (Jn 14,23)

o resulta fácil descubrir lo que Dios nos pide en ciertas pruebas y experiencias, que nos parecen muy difíciles de enfrentar. A veces, nos es más fácil revelarnos ante lo que nos parece inaceptable, e incluso preferimos buscar culpables o justificar circunstancialmente lo que se está viviendo. Pero definitivamente, eso solo nos acarreará más incertidumbre y frustración. Y emocionalmente resulta desgastante y se generan actitudes negativas. Lo que da a lugar a resentimientos que hunden más a la persona en su desesperación. Y no se va-loran debidamente los esfuerzos de los demás por ayudarnos y hacernos sentir bien. Es importante tomar conciencia del momento presente y asumir radicalmente otra actitud. Que esté más acorde con nuestra esperanza cristiana. Para obtener un aprendizaje positivo y, al mismo tiempo, valorar adecuadamente lo que la experiencia, por muy negativa que parezca, nos exige. Algo que podemos vislumbrar como una gran exigencia ante la prueba, es observar una obediencia amorosa y confiada delante de aquello que Dios permite que vivamos. Obediencia, que por ser amorosa y confiada, será siempre más una oportunidad que simplemente un reto. Debemos entender que hay una fuerte llamada de parte de Dios para salir de nuestras seguridades y caminar por el desierto. Hay que saber confiar amando y aceptando obedientemente lo que la prueba represente, será así la oportunidad para introducirnos necesariamente en una dinámica de oración regeneradora. Pues para descubrir verdaderamente cómo la voluntad de Dios se hace presente, aún de manera insospechada, no hay nada mejor que saber orar lo que se va viviendo. Por eso, se obedece realmente a Dios y sus designios desde una oración que sabe amar lo que

Dios nos pide. Desde una oración que se vuelve confianza porque nunca se está totalmente solo y a la deriva. Hay que ser perseverantes y atentos en nuestra actitud y capacidad orante. No porque tengamos que estar repitiendo únicamente ciertas fórmulas, sino más bien, como ejercicio que comparta involucrar todos nuestros sentidos en una oración que es como la propia respiración. Ya que nuestro hablar, nuestro actuar y todos nuestros movimientos estarán permeados por esa amorosa confianza, que nos llevará a ver el lado positivo a todo. Se hará así más llevadera la prueba y estaremos avanzando humana y espiritualmente, hacia sentimientos de paz, de libertad, de perdón y de abandono. Ni siquiera estaremos angustiados o agobiados por el tiempo que dure la prueba, o cuál será su desenlace y cómo se presentará. Haremos del momento presente y de todo lo que conlleve, una oración sanadora y reparadora. En una prudente actitud de obediencia interior, que nos permita entender que Dios no se equivoca. Y que si amamos y confiamos en todo lo que nos permite vivir, saldremos fortalecidos y renovados, por más dura que nos parezca la batalla que haya que liberar. Juega un papel muy importante encontrarle sentido a todo lo que se nos permite ir viviendo. Y pensar con gran determinación que si Dios lo quiere, es porque mi vida lo requiere. Entonces hagámoslo oración. No con el deseo de obtener esto o aquello. Más bien como obediente confianza a lo que Dios me pide. En una amorosa disposición de saber esperar la luz y la gracia necesarias, para ver por dónde es que Dios quiere llevarnos. Ganaremos mucho haciéndolo así, pues cuanto más gratuita es la oración más frutos recogeremos. Se trata de confiar amorosamente en Dios, siendo obedientes en lo que nos pide, sin necesidad de recurrir a ciertas justificaciones.

San Antonio Abad

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El Santo de hoy

17 de enero

n su juventud, Antonio, que era egipcio e hijo de acaudalados campesinos, se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que le llegaron en el marco de una celebración eucarística: “Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres...”. Así lo hizo el rico heredero, reservando sólo parte para una hermana, a la que entregó, parece, al cuidado de unas vírgenes consagradas. Llevó inicialmente vida apartada en su propia aldea, pero pronto se marchó al desierto, adiestrándose en las prácticas eremíticas junto a un cierto Pablo, anciano experto en la vida solitaria. En su busca de soledad y persiguiendo el desarrollo de su experiencia, llegó a fijar su residencia entre unas antiguas tumbas. ¿Por qué esta elección? Era un gesto profético, liberador. Los hombres de su tiempo temían desmesuradamente a los cementerios, porque los creían poblados de demonios. La presencia de Antonio entre los abandonados sepulcros era un claro mentís a tales supersticiones y proclamaba, a su manera, el triunfo de la resurrección. Antonio fue padre de monjes, demostrando en sí mismo la fecundidad del Espíritu. Una multisecular colección de anécdotas, conocidas como “apotegmas” o breves ocurrencias que nos ha legado la tradición, lo

revela poseedor de una espiritualidad incisiva, casi intuitiva, pero siempre genial, desnuda como el desierto que es su marco y sobre todo implacablemente fiel a la sustancia de la revelación evangélica. Antonio murió muy anciano, hacia el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al mar Rojo.


07 Por Luis Marino Moreno Flores

La pareja en la Biblia

Bertrand Pincon Buena Prensa 2019. 102 páginas.

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esús nos dice en la Biblia que debemos amarnos los unos a los otros de la misma manera que Dios nos ama. Este mandamiento es incluyente, pues abarca a todos nuestros semejantes, inclu-yendo a las parejas. El matrimonio es la empresa más importante de muchas parejas, pues es el lugar donde el amor puede generar el milagro de una vida nueva, pero también, es el ambiente perfecto para desarrollar la confianza, la unidad, la solidaridad, la compañía y el reto de transformación hasta “ser una sola carne”. Las relaciones hombre/mujer son actualmente una cuestión debatida. La Biblia, en particular el Antiguo Testamento, ofrece respuestas. Se resumen en tres palabras y una fórmula: «amor», «fecundidad», «alianza» y «metáfora nupcial». Desde las primeras páginas de la Biblia a las de la Sabiduría encontramos a Adán y Eva y los amantes del Cantar de los Cantares, Abrahán y Sara, David y Betsabé, Oseas y Gómer, etc. Sus historias, frecuentemente felices, a veces escandalosas, nos ayudan a comprender, el uno por el otro, a la pareja hombre/mujer y la pareja Dios/Israel. La Biblia. guarda entre sus versículos las referencias hermosas acerca del amor de pareja y es un tema omnipresente a lo largo de toda la obra, donde es abordado desde sus múltiples aristas: el enamoramiento, la vida cotidiana, el matrimonio y los hijos, los problemas y las discusiones. Vivida en coherencia con la alianza divina, la relación lleva en sí un origen que trasciende a la pareja y es figura por excelencia para retratar la alianza entre Dios y su pueblo, entre Cristo y su Iglesia. En forma de diálogo, el autor habla con nosotros de cómo los textos bíblicos tienen que ver con nuestra parte más humana, en particular de esta relación donde un hombre y una mujer deciden libremente unirse para siempre. La lectura de esta obra en pareja puede ser una buena excusa para pasar un momento juntos, lejos del ruido del día a día, para reflexionar y disfrutar.

Bertrand Pincon. Profesor de Exégesis en la Universidad Católica de Lyon.

Iglesia Universal CIUDAD DEL VATICANO.- Este 2 de enero la Santa Sede divulgó el video de las intenciones de oración del Papa Francisco para este mes de enero, en el que pide que los cristianos, los que siguen otras religiones y las personas de buena voluntad promuevan la paz y la justicia en el mundo. El Pontífice señala que “en un mundo dividido y fragmentado, quiero invitar a la reconciliación y a la fraternidad entre los creyentes y también entre todas las personas de buena voluntad”. CIUDAD DEL VATICANO.- La Santa Sede difundió el pasado viernes 3 de enero, el mensaje del Papa Francisco para la XXVIII Jornada Mundial del Enfermo que tendrá lugar el 11 de febrero de 2020, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes, bajo el versículo del Evangelio “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”. CIUDAD DEL VATICANO.- Aunque no se refirió explícitamente a la tensión entre Irán y Estados Unidos, el Papa Francisco publicó un mensaje en la red social Twitter en el que llama a la paz en el mundo, solo dos días después de la operación militar del país norteamericano en el aeropuerto de Bagdad (Irak), que causó la muerte del general iraní Qasem Soleimani. Debemos creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. No se logra la paz si no se le espera. ¡Pidamos al Señor el don de la paz!”, dijo el Pontífice en su perfil @Pontifex_es en Twitter. TURÍN, IT.- Mons. Cesare Nosiglia, Arzobispo de Turín, Italia, anunció que la Sábana Santa que la tradición reconoce como la tela que envolvió a Cristo en su sepultura y que exhibe su figura milagrosamente impresa será exhibida al público en diciembre de 2020, 5 años después de su última ostensión. Durante un encuentro de jóvenes de la Comunidad Taizé celebrado en Polonia, el Arzobispo anticipó que Turín acogerá la siguiente edición y describió la oportunidad de venerar la reliquia en la ostensión pública. Siguiendo el calendario del evento, se podría esperar que la Sábana Santa esté expuesta de diciembre 28 de 2020 al 01 de enero de 2021. WASHINGTON.- El Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos llevó a cabo del 5 al 11 de enero de 2020 la Semana Nacional de la Migración. “La Semana Nacional de la Migración es una oportunidad para que la Iglesia se una en oración y viva la visión del Santo Padre de dar la bienvenida a los inmigrantes y refugiados a nuestras comunidades y brindar oportunidades que los ayuden a ellos y a todas las personas de buena voluntad a prosperar”, dijo Monseñor Mario E. Dorsonville, Obispo Auxiliar de Washington y Presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, refiriéndose a la Semana Nacional de la Migración que este año se celebrará del 5 al 11 de enero de 2020. BAGDAD.- La escalada de la tensión entre Estados Unidos e Irak crea “aprensión” y “preocupación” en la Santa Sede. El Papa Francisco “reza por la paz”. Así lo ha contado el Nuncio Apostólico en Irán, el arzobispo Leo Boccardi. La “buena política –añade—está al servicio de la paz”, no solo en la región del Oriente Medio, sino en todo el mundo. El nuncio Boccardi afirma que, frente a esta situación de alta tensión, la Santa Sede hace un llamamiento “a todos a la negociación y a creer en el diálogo sabiendo, como siempre nos ha enseñado la historia, que la guerra y las armas no son la solución a los problemas que afligen al mundo de hoy. Debemos creer en la negociación.

Iglesia de México MÉXICO.- Con el objetivo de reflexionar sobre las causas que conllevan a una disolución ma-trimonial y capacitar a quienes atienden estos casos, el Tribunal Eclesiástico Metropolitano de México llevará a cabo un curso de actualización sobre nulidad matrimonial titulado El Matrimonio en tiempos de una sociedad frágil. El curso es una respuesta ante el incremento de casos que llegan a ellos. Si bien, no en todos existen causales de una nulidad, es decir, aspectos que hagan que el Matrimonio no sea válido ante la Iglesia y las personas a futuro puedan recibir el Sacramento. En muchos casos, la nulidad se declara por una grave inmadurez de la pareja o porque no se prepararon lo suficiente para la unión.

Iglesia Potosina SAN LUIS POTOSÍ.- Don Jesús Carlos Cabrero, Arzobispo de nuestra Iglesia Potosina, señaló el pasado 1 de enero que “el que no dialoga con Dios no tiene paz en el corazón”. Al presidir la Misa el 1 de enero, Solemnidad de María Madre de Dios y día de la Jornada Mundial de la Paz, Don Carlos destacó también que “el que no platica con los que están en casa, no está en paz”. En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, celebrado este 1 de enero, tres cosas nos ha pedido el Papa: diálogo, reconciliación y conversión, así hay que vivir todos los días del año nuevo 2020”, terminó diciendo el Sr. Arzobispo.


“Yo Soy Conchita Armida”

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Parte XLII

Llama de amor viva

En la fila de los humildes

Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez

13 Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». 15 Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió. 16 Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. 17 Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección»” (Mt 3,13-17).

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a presencia de Jesús en el área del ministerio de Juan el Bautista no es casual. El Evangelio señala una peregrinación deli-berada de Jesús desde Galilea hasta el Jordán, donde Juan bautizaba. Este es el primer “movimiento” que San Mateo le conoce al Jesús adulto. En San Mateo parece una búsqueda lo que Jesús realiza. De hecho dice que “se presenta” ante Juan. Esto subraya “todo lo que hace” Jesús para ser bautizado. Destacando naturalmente su humildad, pues previamente, en los dos capítulos anteriores, ya se había señalado que era hijo de Dios. San Marcos y San Lucas serán mucho más austeros en esta escena. Es San Mateo quien le da mayor colorido a lo acontecido. En su peregrinación y búsqueda del Bautista, Jesús lleva a la práctica la justicia de Dios, es decir su voluntad, su plan y proyecto de salvación. Mientras que al acudir a bautizarse todos lo hacían en señal de arrepentimiento y buscando el perdón de sus pecados, Jesús se bautiza para cumplir “toda justicia”. Es especial el diálogo entre Jesús y el Bautista, no encontrado en los otros evangelistas. Dicho diálogo forma parte de la importancia que San

Mateo le da al relato, proporcionándole mayor colorido. La breve conversación aborda una duda que debió haber inquietado a los cristianos de la antigüedad, tanto como a nosotros, cristianos modernos: ¿por qué se tuvo que bautizar Jesús? ¿Por qué se somete a Juan sí Él era más fuerte que Juan? La respuesta de Jesús es sintética y precisa: “es necesario que cumplamos toda justicia”. Pareciera su respuesta un programa de vida para la comunidad. Nos puede ilustrar un texto que aparece más adelante, justo cuando al introducir su primera enseñanza, su sermón en el monte, Jesús les dice a sus discípulos que para entrar al Reino de los Cielos deberán superar la justicia de los escribas y fariseos; y comienza a desentrañar la auténtica voluntad de Dios en seis preceptos tradicionales, que habían perdido fuerza por capricho humano. Así, cumplir toda justicia, es dar prioridad al pensamiento de Dios antes que a las costumbres humanas. Es cumplir su misterio de abajamiento, yendo por el camino del servicio y la humildad, en el cual se manifiesta su grandeza. Pues, es justo cuando Jesús “hace fila” con los pecadores que iban a bautizarse, cuando Dios lo presenta como su hijo amado en quien se goza.

Dos o tres días después, estando yo ahí mimo en la Compañía, vi otra vez la Paloma con las alas extendidas en medio de una luz clarísima, brillante y, debajo de ella, una cruz grande en medio de nubes y sobre un fondo de luz. En el centro de la cruz estaba el Sagrado Corazón- un corazón vivo, palpitante, humano, rodeado con una corona de espinas, traspa-sado por una lanza y una pequeña cruz clavada en la parte superior del corazón. Que cruz más bonita. Dios te ha elegido, me escribía el padre Mir, para que salves almas. Pero no podrás salvarlas sino por medio del Apostolado de la Cruz. Apostolado de la Cruz, cuando leí estas palabras, sentí un mundo de luz que me hico ver que no solo yo podía ser apóstol de la cruz, sino también miles de almas conmigo. Esa era la gracia que había pedido al Señor el día que me grabé el monograma. Recurrí al pintor potosino Margarito Vela que se dedicaba a la pintura religiosa y de quien se veneraban varias imágenes en el Santuario de Guadalupe, el Carmen, el Sagrado Corazón y La Compañía. Con las indicaciones que le fui dando, pintó al óleo la primera Cruz del Apostolado. ¡Ay!, era una sombra de lo que yo había visto. La luz, faltaba aquella luz. No había colores para reflejar aquella claridad de cielo.

Texto tomado del libro “Yo Soy Conchita Armida” por Mons. Antonio Peñalosa


Pre Pascua Nacional 2020


XXIV Aniversario Sacerdotal

Por: José Martín Tovar Villanueva.

“Celebremos en la fe el Sacerdocio de Cristo”

Con una emotiva celebración de Acción de Gracias, el Párroco Pbro. Juan Víctor Hernández Reyna, festejó su XXIV aniversario sacerdotal en la Parroquia de San Felipe de Jesús, ubicada en la col. San Felipe, Soledad de Graciano Sánchez, S.L.P., el pasado domingo 15 de diciembre. El Padre Juan Víctor, hizo recordatorio de todo lo vivido a través de estos 24 años de servicio sacerdotal, a la vez dio gracias a Dios, a sus familiares, amigos

y a los fieles de esta parroquia que se dieron cita para acompañarlo en este aconteci-miento, muy especial en su vida a través de sus oraciones, y su cariño que siempre le han manifestado. “Dios es la misma vida y el Señor quiere que vivamos en armonía, con un corazón dispuesto y siempre confiados en su misericordia, en nuestro caminar con mucha fe y gracia.”

¡Felicidades Padre Juan Víctor!

XXXI Aniversario de la Parroquia de San Luis Rey

Por: Karol Polet Juárez

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l día 5 de enero fue una fecha especial para la Parroquia de San Luis Rey, en la colonia del mismo nombre; debido a que se celebró el aniversario 31 de la fundación como parroquia. La celebración eucarística estuvo presidida por el Párroco, Pbro. José Luis Grimaldo Ramírez, quien motivó a continuar dejándose guiar por el Espíritu de Dios en este peregrinar como Comunidad Parroquial. Además de la Eucarstía de acción de gracias, se vivió en un clima de oración, donde los grupos y comunidad dieron gracias a Dios durante de esta jornada festiva.

¡Muchas Felicidades y que Dios nos siga acompañando en el caminar Parroquial!


Domingo 12 de diciembre de 2019

Fiesta Patronal en la Parroquia de la Sagrada Familia de Nazareth

Por: Mario Escobar

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omo cada año, en el último domingo de diciembre se celebra la fiesta patronal a la Sagrada Familia de Nazareth, en la colonia Lomas 4ª Sección, donde feligreses se dieron cita para recibir al Sr. Arzobispo Don Jesús Carlos Cabrero, así como el Párroco el P. Tomás Ramírez Álvarez, el vicario P. José Antonio Martínez y Pbro. Leoncio Rivera Cabrera.

Don Jesús Carlos invitó a todos los padres de familia a pedirle al Señor que nos ayude a convencernos que la voluntad de Dios es el camino de luz y es el medio, para que los hijos adquieran los instrumentos con los que ellos, el día de mañana, se van a desempeñar en la vida; los dones, las cualidades, las virtudes humanas y las virtudes cristianas, con las que se va caracterizar su vida también así se conviertan y caigan en la cuenta que son una morada digna de Dios. Padres de familia, que no se nos olvide que estamos llamados a ser buenos padres; educadores y formadores de nuestros propios hijos como fueron especialmente la Sagrada Familia de José y María.

El nombre de Dios, significa “Dios Salva”

Por: Guillermina Martínez González

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on gran alegría culminó la Fiesta Patronal de la Parroquia del “Dulce Nombre de Jesús”, este 4 de enero en Ciudad Fernández, S.L.P. con solemne eucaristía presidida por el Arz. Jesús Carlos Cabrero Romero.

El pueblo recibió con cariño y gratitud al Sr. Arzobispo acompañado por el Pbro. Darío Martín Torres y el Vicario Santiago Pérez y demás sacerdotes invitados. Don Jesús Carlos se dirigió a los asistentes para recordarles que se debe caminar desde la Palabra de Dios hasta llegar a su Evangelio para encontrarle sabor y sentido.


¡Pónganse en camino!

Celebrando al Señor

Discípulos misioneros

Carta Apostólica Admirabile Signum (2ª Parte)

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P. Pedro Mexquitic Arredondo

l primer biógrafo de san Francisco, Tomás de Celano, recuerda que esa noche, se añadió a la escena simple y conmovedora el don de una visión maravillosa: uno de los presentes vio acostado en el pesebre al mismo Niño Jesús. De aquel belén de la Navidad de 1223, «todos regresaron a sus casas colmados de alegría».

“sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados (cf. Mt 25,31-46).

San Francisco realizó una gran obra de evangelización con la simplicidad de aquel signo. Su enseñanza ha penetrado en los corazones de los cristianos y permanece hasta nuestros días como un modo genuino de representar con senci-llez la belleza de nuestra fe. Por otro lado, el mismo lugar donde se realizó el primer belén expresa y evoca estos sentimientos. Greccio se ha convertido en un refugio para el alma que se esconde en la roca para dejarse envolver en el silencio.

Me gustaría ahora repasar los diversos signos del belén para comprender el significado que llevan consigo. En primer lugar, representamos el contexto del cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche. Lo hacemos así, no sólo por fidelidad a los relatos evangélicos, sino también por el significado que tiene. Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas. Pues bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento (cf. Lc 1,79).

¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve? En primer lugar, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez. El don de la vida, siempre misterioso para nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y protección de cada vida. En Jesús, el Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; un amigo fiel que siempre está cerca de nosotros; nos ha dado a su Hijo que nos perdona y nos levanta del pecado. La preparación del pesebre en nuestras casas nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén. Naturalmente, los evangelios son siempre la fuente que permite conocer y meditar aquel acontecimiento; sin embargo, su representación en el belén nos ayuda a imaginar las escenas, estimula los afectos, invita a sentirnos implicados en la historia de la salvación, contemporáneos del acontecimiento que se hace vivo y actual en los más diversos contextos históricos y culturales. De modo particular, el pesebre es desde su origen franciscano una invitación a

Merecen también alguna mención los paisajes que forman parte del belén y que a menudo representan las ruinas de casas y palacios antiguos, que en algunos casos sustituyen a la gruta de Belén y se convierten en la estancia de la Sagrada Familia. Estas ruinas parecen estar inspiradas en la Leyenda Áurea del dominico Jacopo da Varazze (siglo XIII), donde se narra una creencia pagana según la cual el templo de la Paz en Roma se derrumbaría cuando una Virgen diera a luz. Esas ruinas son sobre todo el signo visible de la humanidad caída, de todo lo que está en ruinas, que está corrompido y deprimido. Este escenario dice que Jesús es la novedad en medio de un mundo viejo, y que ha venido a sanar y reconstruir, a devolverle a nuestra vida y al mundo su esplendor original.

Significado y dimensión de la Espiritualidad Misionera (I-V) Pbro. Rafael Quintá

¡Qué tal discípulos misioneros! Hemos iniciado ya

el año 2020 confiando en Dios que en su providencia nos vaya muy bien a todos y que como discípulos del Señor sigamos misionando en su nombre, donde quiera que estemos y que nos permita el Señor caminar a su lado. ¡Feliz año nuevo! Desde el presente artículo y las próximas cinco publicaciones, les estaré compartiendo “El significado y dimensión de la espiritualidad misionera” a la luz de la reflexión teológica y las clases de un gran Misionólogo: Monseñor Juan Esquerda Bifet, quien es consultor de la Congregación para el clero desde 1977 y de la Congregación para la Evangelización de los pueblos desde 2003; Catedrático Emérito de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma y Catedrático ponente en los Diplomados de Verano del Centro Latinoamericano de Animación y Espiritualidad Misionera (CLAEM), que se realizan en las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México (OMPE), en la Ciudad de México, y que gracias a Dios tuve la expe-riencia de ser su alumno es dichos diplomados. Para abordar el significado y la dimensión de la espiritualidad misionera será necesario tener claridad en algunos términos y el rumbo que seguiremos en orden a una mejor comprensión, como por ejemplo: ¿Qué es evangelizar? ¿Qué significa misión? ¿Cómo hay que evangelizar? ¿Cuáles son las cualidades del evangelizador? Misión o apostolado tienen como significado común el envío. Evangelizar significa y comporta el hecho de anunciar el “Evangelio” o la acción de misionar, proclamando la “Buena Nueva” o la “Alegre noticia de Jesús resucitado”. Jesús es el misionero enviado por el Padre y con la fuerza del Espíritu Santo la realiza (cfr. Lc 4, 18; Jn 10,36). Es por ello que la Iglesia es enviada por Jesús, con la misma misión que él recibió del Padre, para anunciar el Evangelio a todos (Jn 20, 21; Mt 28, 19-20; Hch 1,8). Ahora bien, si se pretende estudiar la espiritualidad misionera, tenemos que centrarnos en las actitudes y estilo de vida que debe adoptar el apóstol, el discípulo misionero; señalando además algo que a veces se nos pasa por desapercibido: la pastoral misionera (el cómo hay que evangelizar) y la teología de la misión (el qué significa evangelizar); ambos elementos formaran parte de nuestra reflexión más adelante. El Decreto Conciliar sobre la acción misionera de la Iglesia (Ad gentes), nos presenta la espiritualidad misionera al describir la vocación, la fisionomía espiritual y la formación del discípulo misionero (AG 2326). La exhortación apostólica de Pablo VI, sobre la evangelización describe al Espíritu de la Evangelización como “actitudes interiores” del Apóstol, concretadas en fidelidad al Espíritu Santo, autenticidad o testimonio, unidad, servicio a la verdad, caridad o celo apostólico, gozo (esperanza) y actitud mariana (EN 74-82). En los artículos siguientes abarcaremos los temas de: La Espiritualidad y misión; la Espiritualidad misionera del apóstol cristiano; La Espiritualidad misionera de la comunidad cristiana; y la Espiritualidad del misionero. ¡No te pierdas las próximas ediciones de La Red! ¡Hasta la próxima!


Domingo 12 de enero de 2020

Las malas compañías

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n sus Reflexiones sobre los salmos, C. S. Lewis (1898-1963), el famoso autor de las Crónicas de Narnia, se preguntaba cómo era posible, sobre todo hoy, llevar a la práctica aquello del salmo 26 (25) que dice así: «No me siento con gente falsa, ni voy con los que se ocultan; detesto las bandas de malhechores, no tomo asiento con los malvados» (v. 4). La primera dificultad para imitar al salmista consiste en saber si alguien es o no un malvado. ¿Cómo puedo juzgarlo? ¿Quién soy yo para negarme a tomar parte en sus banquetes, si me invita a ellos? Y, por lo demás, ¿cómo podría estarle diciendo siempre que no? ¿No sería esto incurrir en ese grave pecado que Jesús tanto condenó y que se llama fariseísmo? ¡Después de todo, el Señor no se negó a comer con publicanos, pecadores y gente de mal vivir! Supongamos, por ejemplo, que sé de buena tinta que aquel banquero o funcionario público es un bribón que explota a quien puede y roba a quien se deja. ¡Yo lo sé! ¡No desconozco el nombre de algunas de sus víctimas! Ahora bien, ¿debo por eso rechazar de plano su amistad? Según el salmista, sí, pues hace también en los salmos 50-51 (49-50) el siguiente reproche: «Cuando ves un ladrón, corres con él, te mezclas con los adúlteros» (v. 18), como si ya aparecer en su compañía equivaliese de hecho a formar parte de su pandilla. ¿Tratarlos, pues, aunque sólo sea de lejos, es ya una forma de complicidad? Sí, sí, eso es. Todas estas cuestiones angustiaban mucho a C. S. Lewis, y tanto, que escribió así en su libro: «Oímos una y otra vez que el editor de tal periódico es un granuja, que tal político es un mentiroso, que tal funcionario es un tirano e incluso alguien poco honrado, que aquel ha tratado a su mujer de forma abominable, que algún famoso (estrella de cine, autor o qué sé yo) lleva una vida vil y maliciosa… Y la regla en la sociedad moderna es que nadie rehúsa conocer a esas personas y comportarse con ellas del modo más cordial y amistoso. La gente incluso se vuelve loca por que se las presenten. No dejará de comprar el periódico del granuja, y por tanto de pagar al propietario de las mentiras, de las detestables intrusiones en la vida y tragedias privadas, las blasfemias y la pornografía, que e-llos pretenden condenar». ¡Dios mío, qué cierto es esto! ¿Piensan acaso las “fans” en la vida que lleva su cantante favorito antes de lanzarse a pedirle un autógrafo? El tal cantante –y sus adoradoras lo saben- vive de manera bastante disipada; cada noche –según han oído éstas en la radio- sale con una pareja distinta y hasta ha confesado en voz alta que sus preferencias sexuales «no tienen nada de convencionales»; también ha dicho que en ciertos momentos de su vida ha consumido drogas y que siente por la fe cristiana una jurada antipatía pues le parece que su moral es demasiado mojigata y gazmoña… ¡Pero es tan famoso que las pobres niñas del coro de la Misa de 12 le perdonan eso y más! Apenas se enteran de que ha venido a la ciudad, corren en bandada para verlo, aunque sólo sea de lejos, y gritarle los piropos que se merece por ser tan guapo y tan inalcanzable. Dice también el salmista: «¿No aborreceré, Señor, a los que te aborrecen? ¿No me repugnarán los que se rebelan contra ti? Los odio con odio implacable, los tengo por

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Por: Juan Jesús Priego

enemigos» [139 (138), 21-22]. ¿Cómo puedo yo –se pregunta el salmista- amar a los que desprecian al Dios que amo y blasfeman contra su nombre santo? ¡No! –gime-, ¡no puedo hacerlo! Y, si lo hiciera, Dios sería justo si me golpeara con la misma vara con que los golpeará a ellos el día de la Justicia. Pero, por otra parte –se pregunta C. S. Lewis-, ¿no nos mandó el Señor que amáramos a nuestros enemigos? Sí, hay que amarlos -se res-ponde al instante-, pero no participando de su cháchara ni aplaudiendo sus desagradables audacias. «Y no –aclara poco después- porque seamos demasiado buenos, sino, en cierto sentido, porque no lo somos. No somos lo suficientemente buenos para lidiar con todas las tentaciones, ni lo suficien-temente inteligentes para capear todos los proble-mas que una noche en compañías así nos puede traer. La tentación es la condonación, la connivencia con ello y, a través de nuestras palabras, nuestras miradas o nuestra risa, el consentimiento… ¿Qué hemos de hacer? Porque, por una parte, es cierto que existe un grado de participación sin protesta en conversaciones de este tipo, lo que es muy malo: estamos fortaleciendo las armas del enemigo; le estamos animando a creer que “esos cristianos”, una vez cogidos con la guardia baja y alrededor de una cena, en realidad piensan exactamente como él. Con nuestra implicación estamos negando a nuestro Maestro, comportándonos como si no lo conociéramos. Pero, por otra parte, ¿hemos de comportarnos como la reina Victoria, “como si no le viéramos la gracia”? ¿Hemos de ser contenciosos e interrumpir el flujo de la conversación diciendo: “No estoy de acuerdo, no estoy de acuerdo”? ¿O levantarnos e irnos? Pero mediante estos comportamientos quizá también confirmemos algunas de las peores sospechas adjudicadas a “esos cristianos”. Pues seremos este tipo de mojigatos enfermos que ellos siempre han pensado». ¿Qué hacer, pues? La respuesta, según nuestro autor, es clara: evitar tales compañías. «Lo que hace tan difícil este contacto con las malas personas es que manejar la situación no sólo requiere buenas intenciones; pueden hacer falta ta-lentos sociales e incluso intelectuales que Dios no nos haya dado. Por eso no es fariseísmo sino mera prudencia evitarlas en la medida de lo posible… No nos dejes caer en la tentación a menudo significa, entre otras cosas: Niégame esas invitaciones gratas, esos contactos interesantes que, con tanta frecuencia, deseo». “¿No aborreceré, Señor, a los que te abo-rrecen?” ¡No puedo tolerarlos! Por eso, cuando algún periodista, líder de opinión o conductor de noticias habla mal de ti, Señor, o lanza contra tu Iglesia palabras llenas de odio o de sarcasmo, yo ya no me siento a su mesa y, con un solo movimiento enérgico, aprieto el botón rojo. Es cierto que no por eso lo he hecho callar, pero por lo menos ya no lo oigo…

Dimensión de cuidado de la casa común “Yahvé, Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara”, Génesis 2, 15. Como católicos responsables y pertenecientes al pueblo de Dios, tenemos la obligación de cuidar y preservar la Creación que nuestro Señor nos otorga para vivir en este peregrinar. Este principio, lo promueve el Santo Papa en su “CARTA ENCICLICA LAUDATO SI”, marcando un eje rector para el cuidado de la casa común. Es por ello que la Arquidiócesis de San Luis Potosí, promueve la consolidación de la Pastoral del Cuidado de la Creación, mediante la cual se desarrolla un conjunto de proyectos y actividades que se encaminan a promover en la comunidad, la conciencia y el cuidado de cada elemento de nuestra naturaleza. El trabajo que se impulsa a través de Cáritas incluye 4 ejes estratégicos que son: 1.- Sensibilización y Conciencia Ambiental 2.- Educación y Formación Sostenible 3.- Gestión Ambiental 4.- Denuncia ambiental. Con esto pretendemos ser instrumentos de la misericordia de Dios que nos permita, regar la tierra, custodiar toda la creación y hacer florecer la justicia y la paz, como lo enuncia el Papa Francisco.


Protocolo de Instrumentos Publicos año de 1592 del escribano real Pedro Venegas (Quincuagésima Segunda Parte)

José Ricardo García López Investigador en retiro de la Facultad de Derecho de la UASLP. Escritura número 33. En el pueblo de San Luis de Mesquitique a veinte y tres días del mes de febrero de mil quinientos y noventa y tres años ante mi el escribano y testigos de yuso escritos, pareció presente el Capitán Miguel Caldera a quien doy fe que conozco y dijo que Diego Adame Parreño fue labrador nombrado Por ek Excelentísimo Virrey de la Nueva España para la labor que se hacía en las Bocas camino de México y en virtud de ello, fue muchos días y se le entregaron bueyes y arados y rejas y otros pertrechos necesarios para la dicha labor y él, le ha tomado cuenta de todo lo que se le entregó para la dicha labor y se le ha entregado bueyes y rejas y azadones y todo el demás apero que se le entregó, lo cual le tomó el recibo que el dicho Diego Adame hizo a los oficiales reales y no es cosa a su cargo porque de todo ello se hacía e hizo cargo el dicho capitán para darla a quien el ilustrísimo Virrey mandara y daba e dio por libre y quito al el dicho Diego Adame de todo lo que ansí (sic) era a su cargo de la dicha labor y para que se le pague lo que tiene certificado el dicho capitán que ha servido y de ello conste a los oficiales reales de Çaçatecas, dio la presente e dijo que se hizo el cargo de todo lo que era a el dicho Diego Adame y para que la daba, obligó su persona y bienes lo pagará como maravedís e haber de Su Majestad y otorgó escritura en forma e lo firmó de su nombre siendo testigos Pedro de Vergara y Juan López del Riego y Juan de Herrerra estantes en este pueblo. Miguel Caldera (rúbrica) Ante Mí: Pedro Venegas (rubrica) escribano real. Escritura 34. Sepan cuantos esta carta vieren como yo, Rodrigo Hernández, estante en este real de las Minas de San Luis otorgo y conozco por esta carta que debo y me obligo a dar e pagar e que daré y pagaré a vos Juan de Zavala, vecino e minero en las dichas minas y a quien vuestro poder hubiere, conviene a saber: ochenta y cuatro pesos y cuatro tomines de oro común, de valor el peso de ocho reales de plata, los cuales vos debo que son por razón y de resto y fenecimiento de todas cuantas dares y tomares que hasta hoy he tendido con el dicho Juan de Zavala y si es necesario de lo que procede esta deuda soy contento y entregado a mi voluntad sobre que renuncio la exhibición y leyes de la pecunia y del entrego prueba e paga de él como en ella se contiene e prometo e me o-bligo de dar e pagar estos dichos ochenta y cuatro pesos y cuatro tomines del dicho oro en estas minas o en otra parte e lugar que se me pidan e demanden, llanamente en plata que los valga e monte para de hoy día de la fecha de esta carta en dos meses cumplidos, primeros siguientes, todos juntos en una paga con las costas de la cobranza para lo cual ansí (sic) cumplir e pagar e haber por firme, obligo mi persona e bienes habidos e por haber e doy poder a las justicias de Su Majestad de cualesquier partes e jurisdicción que sean, a donde me someto e renuncio mi propio fuero e jurisdicción, domicilio y vecindad e la Ley si convenerit de iurisdictione ómnium iudicum para que las dichas justicias o cualesquiera de ellas me apremien a la paga de lo que dicho es como si fuera por sentencia pasada en cosa juzgada. Sobre lo cual renuncio todas e cuales-quier leyes fueros e derechos de mi favor y la general del derecho. En fe de lo cual otorgué esta carta ante el presente escribano y testigos de iuso escritos en cuyo registro lo firmó por mí un testigo. Que es fecho en San Luis a tres días del mes de marzo de mil quinientos e noventa y tres años. E yo el escribano conozco a el otorgante y testigos: Alonso de Velasco y Diego Muñoz y Xristoval Rodríguez, estantes en estas Minas. Alonso de Velasco Zuñiga (rúbrica) Ante Mí: Pedro Venegas (rúbrica) Escribano real.

Ya pasó la Navidad L

¿y?

a temporada navideña es algo extenuante. Hay que asistir a fiestas, comprar regalos, preparar cenas, atender invitados y hasta preocuparse por los kilitos de más. Cuando se cierra el ciclo navideño, en la Epifanía, mucha gente, especialmente las mamás, respiran aliviadas. Claro, las actividades previas a la Navidad y las que le siguen hasta la Epifanía se prestan para unir a la familia; los parientes que viven lejos se acercan. El ambiente es de calidez humana en general. Y eso parece justificar todo el ajetreo. Pero seguramente más de una persona también se preguntará si eso es todo lo que se buscaba con las celebraciones navideñas. Estas personas probablemente cavilarán en su interior acerca de lo que el recuerdo del nacimiento de Jesucristo debería producir en sus vidas personales y en la sociedad en general. Casi todo mundo participa en las festividades sabiendo que la única cosa que las explica es el recuerdo de la encarnación de Hijo de Dios -aunque muchos intentan disfrazar esa verdad evitando aludir abiertamente a la Navidad- pero ¿cuántos de nosotros iniciamos la temporada navideña con expectativas concretas respecto a lo que dicho acontecimiento -el hacerse Dios uno de nosotros- podría producir en nuestra vida? Evidentemente que nadie se pondrá a plantearse tales preguntas si no se pone tampoco a pensar en el significado ge-nuino, y el alcance, de lo que se celebra en Navidad. ¿Qué nos podría invitar a tener tales cavilaciones si no entendemos cabalmente que lo que celebramos en esa fiesta es el acontecimiento más trascendental de la historia humana? ¿Si no alcanzamos a visualizar la relación personal que, por medio de ese acontecimiento, Dios estableció con cada ser humano? Ningún villancico, ni ninguna pastorela, ni ninguna posada, ni -mucho menos- ningún jolgorio “navideño” que no esté centrado en el nacimiento de Cristo, por sí solo, puede acercarnos a vislumbrar el alcance que para la vida humana, personal y social, tiene ese acontecimiento. Difícilmente esos cantos llegarán a dejarnos atónitos y agradecidos por lo que san Juan escribió al inicio de su evangelio: “Y el Verbo se hizo carne y puso su tienda entre nosotros”. Sólo cuando esos medios vayan acompañados del silencio y la meditación, de la oración personal y la participación litúrgica podremos acercarnos un poquito a vislumbrar la trascendencia de ese acontecimiento. Dios, el que está al principio de todo lo creado; de quien procede la existencia y el

Por: Javier Algara

significado de cada ser; aquel del que depende nuestro cada minuto, se hace uno como nosotros; para que nuestra vida adquiera el valor que Él mismo había establecido para ella. De la fe en ese Niño de Belén depende que podamos ser perfectamente libres. Libres del pecado y capaces de enfrentar victoriosamente las causas del pecado. Libres para amar sin arrepentirnos de amar. Libres para dar sin tener que calcular lo que podemos o debemos dar. Libres para perdonar sin recordarle al otro todo lo que nos debe. Libres para cumplir la voluntad de Dios; para ser santos. Esa libertad constituye el regalo navideño al que todos deberíamos aspirar. Es el regalo más grande que Dios ha podido hacer a la humanidad. Es precisamente en recuerdo de ese regalo al mundo que nosotros intercambiamos regalos. ¿Y? Ya pasó otra temporada navideña, la correspondiente al 2019. ¿Y? ¿Me veo a mi mismo más libre a partir de las ce-lebraciones en las que participé? ¿De las reflexiones y de la oración que hice en ese tiempo? ¿Soy capaz de ver los bienes materiales como un instrumento de servicio y no como un objetivo de vida? ¿Soy capaz de perdonar a quien me hace la vida de cuadritos y de quien antes buscaba como vengarme? ¿Soy capaz de dedicar más tiempo a los demás aunque ello signifique tener que reducir mis horas de trabajo... y las ganancias correspondientes? ¿Soy capaz de decir que no a las invitaciones que el mundo me hace a buscar deleites fáciles, y de mejor buscar satisfacción en escuchar la palabra de Dios? ¿He llegado a la decisión de ser constante en mi asistencia a la misa dominical, a los demás sacramentos y a la oración ante el sagrario, al Rosario? ¿Más consciente que mi participación en las actividades de la Iglesia son algo que me ayudará a estar más cerca de Cristo? ¿Me siento más motivado y con mayor valor para hablar a los demás de mi fe en Jesús y de mi pertenencia a la Iglesia? ¿Me siento más interesado y dispuesto a conocer más de mi fe, de la vida de la Iglesia? No hay un criterio universal que nos sirva para saber si la Navidad ha sido en nuestra vida tan eficaz como Dios esperaría que fuese. Lo que Dios espera de cada uno es algo totalmente personal. Pero algo sí es definitivo: la Navidad solamente habrá tenido verdadero significado cuando Jesús plante definitivamente su tienda a nuestro lado y eso se note en nuestra vida diaria.


2020

Pastoral de la familia

Ignacio Rico Martínez Coordinador del Área de la Vida Dimensión Arquidiocesana de Pastoral Familiar

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ueridos Lectores, esta sección se ignauro el 17 de Marzo del 2019. Estamos muy contentos y agradecidos con Dios Nuestro Señor por el Don de este espacio donde cada semana nos hemos dado cita -Uds. y nosotros- para reflexionar sobre temas de importancia. Queremos dar gracias a Uds. por su amable lectura y al Semanario La Red por la confianza que pusieron en nosotros. A la Dimensión Arquidiocesana de la Pastoral Familiar de la cual formamos parte, y a todas las personas que colaboraron para que esta sección pudiera publicarse semana a semana. Cada fin de año, nos brinda la oportunidad de revisar lo que fue nuestro caminar en el año que fina-liza. Analizar a la luz de la fe, si nuestro actuar fue conforme a lo que Dios esperaba de nosotros. Cada uno frente al Señor podrá realizar este ejercicio. Esto es importante, porque a partir de este análisis podremos construir lo que será nuestro actuar en el futuro. El nacimiento de Nuestro Redentor, nos enseña el valor de la Humildad, del Don del Servicio, de la Entrega generosa a la voluntad del Padre. Es este pequeño Niño en su etapa de predicación quien nos exhorta a seguirlo a Él antes que a los hombres. Y este llamado a “sed pues vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos…” Mateo 5:48 resuena el corazón de cada hombre. Muchas veces buscamos la felicidad en lugares equivocados, que, aunque de manera momentánea nos bridan alegría y placer, esta no es duradera ni mucho menos perfecta, y si continua-mos por ese camino experimentaremos un vacío que solo Él puede llenar. Nos dice San Agustín “Nos creaste Señor para ti, y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en Ti”. Otra frase que me impresiona del Santo de Hipona es “El que te creo sin ti, no te salvará sin Ti.” La salvación, pues, tiene una ca-racterística muy particular, requiere de nuestra participación, dado que Dios Padre nos hizo libres, es en libertad que debemos dejarle obrar en nuestra Vida. Todo el mundo está llamado a la Santidad, esta es la vocación universal de todo hombre. Y ya que todos estamos llamados a la Santidad de manera Universal, corresponde a cada uno encontrar nuestra vocación específica, es decir, aquel camino mediante el cual vamos a alcanzar esta santidad. Así todo

hombre se enfrenta al dilema de descubrir cuál es su vocación específica. Y así como los hombres tienen vocaciones especificas también los pueblos suelen tenerlas. México, sin duda, tienen una vocación específica y los mexicanos compartimos juntos esta vocación que Mamá Virgen nos descubrió en el cerrito del Tepeyac. Somos un pueblo mariano, y como tal, reconocemos la realiza de su maternidad - “A la Madre del Rey, honores de Reyna” – y su realeza nos lleva a la Realeza de su Amado Hijo. “Hagan lo que Él les diga” Juan 2, 1-12. Este pueblo mariano que pe-regrina en esta amada tierra ahora sufriente y ensangrentada por tanta violencia, nos reclama de todos la acción. Todo el pueblo de Dios está llamado a participar a esta sociedad el Espíritu de Verdad y comunicarle esa Vida que solo emana de la virtud y la fe que debe arraigarse en todos los corazones. Este nuevo año…. nos presenta un reto mayúsculo como pueblo de Dios. Participemos en el cuidado de la Vida como valor primordial de todo ser humano, este es el primer derecho, sin él, ningún derecho humano existiría. También está la defensa del Matrimonio y la Familia como célula básica de la sociedad. San Juan Pablo II El Grande de feliz memoria nos decía: “Familia sé lo que eres, comunidad de Vida y Amor”. Como ven, 2020 nos presenta retos fantásticos, sin embargo, juntos, unidos, cumpliendo nuestra vocación como nación podremos salir adelante. Abramos nuestro corazón con alegría al encuentro de este Niño que se nos manifestó en Belén, que nos comunicó la Vida de Gracia que ahora nos permite seguirlo y estar en comunión con Él. Demos testimonio valiente de este Reinado en el que creemos. Comuniquemos con nuestra vida que Dios vive en nosotros y cuando sea necesario, pero solo cuando sea verdaderamente necesario, comuniquemos esto con nuestras palabras. Feliz Año 2020

Pastoral penitenciaria

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La Comisión para la Pastoral Social y la Dimensión de Pastoral Penitenciaria P. Azarías

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a manera en cómo está estructura la Iglesia en cuanto a su servicio a la sociedad y el acompañamiento eclesial lo realiza mediante Comisiones, que abarcan la globalidad de las Pastorales a fines; y de cada Pastoral se desprende una Dimensión específica. Como por ejemplo la Dimensión de Pastoral Penitenciaria que forma parte del conjunto de Dimensiones que agrupa la Comisión de la Pastoral Social. El objetivo de la Comisión Diocesana para la Pastoral Social1 es favorecer en la Iglesia Potosina, la promoción de la justicia y el testimonio de la caridad como Dimensiones constitutivas de su acción evangelizadora, a la luz del Evangelio y la enseñanza Social de la Iglesia para que atendiendo los signos de los tiempos, ofrezcamos nuestro aporte en la construcción de una sociedad justa, fraterna y solidaria, signo del Reino de Dios. La Dimensión de Pastoral Penitenciaria tiene como fundamento promover la evangelización tanto de las personas que se encuentran bajo custodia de la autoridad penal, como de la autoridad misma, ha-ciendo presente la misericordia de Dios, el llamado a una vida digna y la promoción de la justicia. Aclarado una vez lo anterior, es indispensable que al abordar el tema de la Pastoral Penitenciaria se hable de la acción de la Pastoral Social de la Iglesia, cuyas tareas son: la animación pastoral, el análisis permanente de la realidad, la capacitación y la vinculación de los esfuerzos eclesiales con sacerdotes y laicos; a nivel eclesial y civil2. Aunque a nivel diocesano hay un Sacerdote encargado y en las dimensiones también, y cada uno de ellos acompañados de laicos que constantemente están en preparación, es tarea de todo el pueblo cristiano creceré en la conciencia social. Es aquí donde desde la animación de la pastoral de Cáritas puede asegurar sus acciones evangelizadoras, haciendo presente la dimensión social del Evangelio y que todos los apóstoles, según su vocación y carisma, unan sus esfuerzos para asegurar que la presencia social de la Iglesia tenga la misma eficacia que tiene la levadura que fermenta la masa y la sal que preserva de la co-rrupción (Cfr. Directorio para la Pastoral Social no. 403). La pastoral social está llamada a evangelizar humanizando. Cualquier acción o proceso que se realiza o impulse como presencia evangélica en el mundo desde la situación de los pobres, marginados y excluidos es para hacerlos sujetos de la historia. Así como la evangelización tiene las tareas fundamentales de anunciar, servir y celebrar, y una llama a la otra, la pastoral tiene sus propias tareas, éstas, son de diversa naturaleza, porque son diversas las situaciones en que se encuentran los hombres y mujeres a quienes sirve. Las tareas que concretan el amor preferencial por los pobres y marginados, son la asistencia, la promoción, la liberación y la aceptación fraterna. Las tareas propias de la Pastoral Social, implican un conjunto de objetivos, pasos, medios y actividades que han de realizarse para analizar y enfrentar situaciones o problemáticas que se viven, poniendo en marcha experiencias alternativas que permitan ir transformando las actitudes personales que hacen difícil la convencía, el ámbito social, que hay que humanizar y organizar, y las políticas públicas que den cauce legal a la atención a las exigencias del bien común (Directorio para la Pastoral Social en México no. 413).será necesario, por tanto, conocer la realidad, iluminarla con el Evangelio y Discernir todas las posibilidades. 1 Organismos Arquidiocesanos de Comunión, Participación y Coordinación, editado para la Arquidiócesis de San Luis Potosí, 2011. 2 Directorio para la Pastoral Social en México n. 405


Tentaciones

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Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le respondió: “Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre”. Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: “Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto”. Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le respondió: “Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios”. Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno (Lc 4, 1-13).

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uego de que Jesús fuera bautizado por Juan, nos dice Lucas que Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por Satanás. Esto significa dos cosas, que Jesús es obediente y que va voluntariamente a esta situación de adversidad. Jesús no rechaza la adversidad porque puede vencerla, confiado al poder del Padre celestial. Reflexionemos sobre estas dos cosas. Él es obediente, se deja conducir por el Espíritu divino, sabiendo que va a enfrentarse con el que ha vencido al hombre, a la creatura más excelente de la tierra que creó el Padre. Y en el desierto va a padecer una terrible hambre. Qué situación tan complicada. Recordemos que el hombre, recién hecho a imagen y semejanza de Dios fue puesto, no en un desierto, sino en un hermoso paraíso. Jesús, en cambio, en lugar de un paraíso, lleno de árboles frutales, colmado de alimentos, fue llevado al desierto, un lugar triste, vacío, lleno de alimañas y sin alimentos, sin los árboles del paraíso de que gozó Adán. Adán, recordemos, no fue llevado al paraíso para ser tentado, sino para disfrutar de aquel lugar bello y apacible; él fue puesto ahí, colocado, acomodado; tenía la mesa lista, todo en sus manos; en cambio Jesús está vacío, y no fue puesto, sino llevado; no estaba ahí para disfrutar de nada, sino para padecer un sinfín de necesidades, en primer lugar, el pan. El hombre, Adán, no tenía nada qué hacer de extraordinario, solo debía cumplir una Ley, un solo mandamiento; Jesús, el autor de la Ley, fue llevado para cumplir la voluntad del Padre. El ser humano fue tentado en el paraíso terrenal, mientras que el Hombre nuevo, Jesús, venció a la tentación en un lugar inhóspito, desolado y frío. Adán estaba acompañado; el primer hombre no estaba solo en el paraíso, tenía una compañera; Jesús, por el contrario, estaba solo en aquel lugar poblado de fieras, desolación y silencio. Ambos, Adán y Jesús tienen en común una sola cosa: la presencia de Dios. Efectivamente, el hombre fue puesto gratuitamente en un paraíso y Dios estaba con él; el hombre podía hablar con Dios sin ningún problema; Dios hablaba con él y le decía tantas cosas, le dio este maravilloso mundo y además, en medio de éste, un paraíso. Jesús, llevado a lo contrario de un paraíso, también estaba con Dios, y, como dice san Juan: era Dios; de hecho fue llevado por el Espíritu al desierto, a aquel lugar de las pruebas. Adán y Jesús tuvieron a Dios de su parte, a su lado; pero uno de ellos, el primero, falló, porque desobedeció, porque escuchó al tentador y se

olvidó de Dios; Jesús nunca perdió de vista que Dios estaba con él y no escucho a la serpiente. Venció las tentaciones, no sin dificultad. El tentador se acercó, no sabemos si con forma de serpiente, pero sí con la misma actitud del principio. La primera prueba de Jesús es casi idéntica a la primera tentación de la historia; tiene que ver con el alimento. Recordemos que nuestros primeros padres estaban saciados, no tenían hambre y aun con eso cayeron en las trampas del maligno; Jesús, por el contrario, tiene hambre, pues en el desierto pocas cosas hay comestibles. Jesús no estaba saciado por árboles frutales deliciosos; aun con eso venció la primera tentación. El tentador lo invita a demostrar que es el hijo de Dios, solicitándole que convierta las piedras en panes; en efecto, Jesús podía convertir en pan las piedras; ¿cómo no podría hacerlo, si se supone que él estaba en el principio y por él se hicieron todas las cosas? Aquel que multiplicaría los panes para las multitudes, por supuesto que podía lograr esto que el tentador pedía, pero no lo hizo, porque él tenía la firme intención de obedecer al Padre celestial; Jesús no hizo caso al tentador; no quiso convertir las piedras en pan por una invitación de aquel intruso; Jesús es el pan del cielo, ningún pan podría apetecer. Jesús sabe perfectamente que no solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios; esto significa que es más importante la palabra, la voluntad de Dios, que el alimento; que es preciso buscar esto sobre todas las cosas: agradar a Dios, cumplir su palabra; Jesús enseñará esto más tarde diciendo que todo lo que se necesita viene por añadidura cuando lo primero que se busca es el reino de Dios y su justicia; recordemos que la justicia, en términos estrictos, significa obedecer la voluntad de Dios, es justo el que cumple la voluntad del Señor. Jesús, curiosamente, hará el primer milagro, según nos lo dice san Juan, convirtiendo el agua en vino, algo parecido a lo que el tentador le exigía; para Dios no hay nada imposible. Él saca alimento de cualquier parte; pero para Jesús más importante que el comer o el beber es cumplir la voluntad del Padre. La segunda tentación tiene que ver con el poder; el tentador le lleva a contemplar todos los reinos de la tierra, para, según él, ofrecérselos a cambio, nada menos de que Jesús lo adorase; que ridiculez; cómo se le pudo ocurrir al tentador que el Hijo de Dios hecho hombre podría postrarse para adorarlo; esa es la tentación del maligno; es la misma o casi la misma que les hizo a nuestros primeros padres; les ofrece parecerse a Dios comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal; ahora quiere ocupar el lugar mis-

mo que ofreció a nuestros padres en el principio: ser como Dios. Pensaría él: “si el hombre no quiere ser igual a Dios, yo sí”; y ahí se pone frente a Jesús, con apariencia divina, con pose de estatua de piedra, para ver si Jesús cae en su tentación, pero eso no ocurrirá jamás. Jesús no cede a la tentación, declarando al tentador, de memoria, el mandamiento primero: “adorarás solo al Señor tu Dios, solo a él servirás”. ¿Cómo adorar a una creatura, si al nombre de Jesús se deberá doblar toda rodilla y solo por él jurará toda lengua? Los magos se portaron ante él, ante Jesús se postraron muchos suplicándole un milagro, una bendición, la salud; ante Jesús se arrodilla Bartolomé, Tomás, Pedro, la Cananea y muchos; hoy ante Jesús todos doblamos la rodilla, nos postramos ante él, nos ponemos a sus pies; él no se arrodilla ante nadie, él es el Todopoderoso; al decirle esto, Jesús le está recordando al tentador que quien se debe arrodillar es otro. La tercera tentación es una invitación a demostrar que él es el hijo de Dios, arrojándose desde la parte más alta del templo; tentación que Jesús no acepta; él no tiene que demostrarle a nadie que es el hijo de Dios; todos lo proclamarán; todos sabrán que es el hijo de Dios, sin necesidad de que él haga malabares. En efecto, Jesús resucitará lleno de gloria y todos lo sabrán, lo aclamarán con júbilo todos los que se enteren de esta grandeza. El tentador no se había dado cuenta de que aquello que él sugería al señor Jesús, precisamente se estaba cumpliendo en el mismísimo momento en que era tentado por él; las palabras que el tentador citó fueron: “a sus ángeles enviará para que tu pie no tropiece en las piedras”, pues justamente eso hacían mientras el tentador intentaba ver caer a Jesús en sus garras; por ello Jesús le responde con la mayor claridad: “no tentarás al Señor, tu Dios”. Quizás el diablo se da cuenta de que Jesús lo ha descubierto, que lo ha puesto en evidencia, lo ha vencido en todo y se retira. Veamos ahora que el tentador es perspicaz, pero no sabe cómo responder a las palabras con las que Jesús se niega a caer en sus tentaciones: una vez que responde Jesús a cada intento, el diablo ya no dice nada, sino que cambia de argumento y de prueba. Una sola palabra de Jesús es suficiente para callar, para suspender todo asedio del maligno. Jesús venció, por lo menos tres tentaciones; Adán no pudo ni siquiera con una; aquí comienza la liberación del ser humano, con este segundo Adán que hace todo bien. Muy bien.


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Palabra de Dios

Del Santo Evangelio según San Mateo 3, 13-17

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n aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.

Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

Palabra del Señor.

Estamos de vuelta… así viví las vacaciones

Este es mi hijo Martínez Aguilar muy amado Juan Antonio 3° de Filosofía C H on la fiesta del Bautismo del Señor concluimos el hermoso tiempo de la Navidad. Hemos celebrado el acontecimiento de la Encarnación del Verbo, la Palabra que se hace carne, al Dios con nosotros, los ángeles anuncian a los pastores y con los pastores nos hemos acercado a Belén, la estrella guía a los magos y con los magos hemos abierto nuestros cofres ante la familia de Belén, hoy lo acompañamos en su Bautismo y con el bautista contemplamos, la extraordinaria manifestación del Hijo de Dios testificado por el Espíritu y proclamado por el Padre como el Hijo Amado. Es un buen día para que al contemplar el bautismo de nuestro salvador, contemplemos nuestro bautismo que es el inicio de nuestra vida de fe, es el inicio de la vida pública del Señor Jesús en nosotros es el inicio de todo, es la puerta de todos los sacramentos, igual que entonces el cielo se abre para nosotros, porque sabemos que el bautismo es necesario para la salvación. El Espíritu Santo viene a vivir en nosotros, nos convertimos en templos del Espíritu Santo, somos casa de Dios; de la misma manera Nuestro Padre del cielo pronuncia nuestros nombres, nos llama Hijos muy amados, somos Hijos de Dios, somos la familia de los bautizados, somos la Iglesia. Que hermoso regalo nos dieron nuestros padres y padrinos cuando con mucha fe y mucha ilusión nos acercaron a la fuente bautismal para recibir todos estos regalos e iniciar nuestra hermosa aventura de seguir al Señor Jesús… Nuestro bautismo que aun en la lejanía, sigue hablándonos de alegrías y responsabilidades; cada que recibamos el agua bendita, recordemos nuestro bautismo, cada que entremos en un templo, en una capillita, recordemos que somos Templo de Dios, consagrados por nuestro bautismo, siempre que nos encontremos con los demás y participemos de las diferentes celebraciones, no olvidemos que somos familia, que somos hermanos, que somos Hijos Amados del Padre. Pbro. José de Jesús Cruz Rodríguez.

ola amigos de LA RED, los saludo cordial y afectuosamente deseando que la alegría y el gozo de nuestro Señor Jesucristo habiten en cada una de sus familias. Ciertamente el tiempo de fiestas decembrinas es un momento en el que se comparte con nuestros seres queridos, no solo con la familia, sino también con los que nos rodean, es donde se enriquece la visión del plan salvífico de Dios en cada uno de nosotros. En esta ocasión voy a compartir con ustedes cómo fue mi experiencia que viví durante las fiestas decembrinas. Estas vacaciones, fueron un tiempo de gratificación, descanso y alegría, ya que concluí de manera satisfactoria un semestre más en la formación del Seminario. Así pues, fue un tiempo especial porque pasé momentos muy agradables en compañía de seres queridos, junto a ellos, esperábamos el nacimiento de Jesús niño que viene a nosotros. Junto a ello no debo olvidar las tradicionales posadas a las cuales asistí, en ellas, se congrega la familia de Dios para acompañar a José y María en la espera de Jesús niño, junto a esto también los momentos de diversión con las piñatas, las colaciones, sin dejar de lado los tamales, el atole y el pozole que no podían faltar; es estos momentos experimentaba los lazos de amistad y amor por parte de las personas de mi comunidad parroquial, de alguna manera, ellos son una parte importante en mi proceso de formación en el Seminario, ya que con su oración me van fortaleciendo y van dando sentido a la vida junto con la familia. También un momento de gran importancia que viví fue la Noche Buena y Navidad, con emoción, en compañía de mi familia, esperamos la venida de Jesús. Por tanto, es una de las temporadas del año que más me agrada, es un tiempo que disfruto con la familia y con las personas de la parroquia. Cena, regalos, convivencia, amor, alegría, entrega y amor a Dios son algunas de los valores que se viven en estos momentos. Es necesario recordar que en este tiempo de vacaciones no se dejan de lado las cuestiones del Seminario, se continúan viviendo los momentos de oración tanto personal como comunitaria con las familias de la parroquia. Ahora, ya se acerca el fin de las vacaciones, con ello un regreso al Seminario, un nuevo semestre inicia y con él nuevas metas llenas del Espíritu Santo. No me resta más que desearles un feliz regreso a clase; que la gracia de Jesús, hecho niño, ilumine los corazones de cada una de sus familias, les guie y fortalezca en este nuevo inicio de año. Comentarios: ecos_seminarioslp@hotmail.com Facebook: Seminario Mayor SLP Twitter: @slp_seminariogj


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Educando para el amor

Domingo 12 de enero de 2020

...Lo de Dios a Dios

La geopolítica en el 2020 P. David Grimaldo

De la Navidad a “santa”, todo un proceso Fil. Rafael Gómez M.

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s posible que San Nicolás haya participado en el primer Concilio de la Iglesia, el de Nicea, en el año 325, D. J. en el que se condenó la herejía arriana “que ponía en duda la divinidad de Jesucristo”. Desde entonces, desde el concilio Nicenciano, confesamos en cada Eucaristía: “Creo en un solo Señor, Jesucristo, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios Verdadero…” La gran popularidad de San Nicolás hizo que se le atribuyeran muchas historias y milagros: Se dice, por ejemplo, que intercedió ante Dios para resucitar a tres niños y, por esta y otras historias, en Alemania, Suiza y los países bajos, quedó relacionado a la leyenda “del niño obispo”. Su amor por los niños, los regalos para ellos descendiendo por la chimenea y otros cuentos y leyendas, dejaron en la memoria popular la leyenda de que era él, san Nicolás, quien traía regalos a los niños. El 6 de Diciembre de cada año, la Iglesia estableció la festividad de este santo, de tal manera que su celebración quedó vinculada al clima invernal. La real existencia de san Nicolás quedó a nivel de leyenda cuando se popularizó en los Estados Unidos y cuando, protestantes holandeses, convirtieron al santo en un mago y su nombre se fue abreviando hasta llegar a San Nic, que luego se transformó en Sint Klaes y que, en español, se pronunciaba algo así como Santa Claus, para, finalmente, acabar en “Santa”. Esta es la historia de un santo que, sin duda, se preocupó por que se reconociera “la divinidad de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre”. Se preocupó, además, por los pobres y especialmente por los niños. Por desgracia, su nombre, sus actos y sus preocupaciones “SE convirtieron en leyenda” y fue inteligentemente aprovechada por una firma refresquera que lo hizo su personaje, lo vistió con un peculiar y publicitario traje rojo con blanco, hizo con él un festejo y un fenómeno de consumo y, “a través de su figura y de promociones navideñas”, consiguió muy jugosos logros y fines de producción y consumo. Las promociones de Navidad buscan hacer las mejores ventas del año y, mediante inteligentes estrategias publicitarias, mueven los sentimientos infantiles más sensibles para que los niños esperen a “Santa”, lo quieran y crean en su bondad convertida en regalos. Series y películas navideñas le sacan a este personaje, que no existe porque ya no se refiere a san Nicolás, “emociones y sentimientos de unidad familiar, de compasión, de esperanza… para, así, ignorar el acontecimiento universal más importante de la historia del amor de Dios para la humanidad: Jesús que “nace” en ella y para ella. “Él es imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra… todo fue creado por Él y para Él… y todo en Él tiene su consistencia…” y “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que todo el que crea en Él tenga vida eterna…”(Col 1,15-17) y (Jn3,16). Navidad, natividad, significa “nacimiento”, se refiere a que el Señor Jesús nace. La Navidad no puede tener otro sentido. Hay procesos que a los padres les pueden pasar desapercibidos en un cambio de mentalidad navideña y muchos se preocupan, no por preparar el corazón de sus hijos para que en él “nazca Jesús Niño”, sino para que “Santa” cumpla su lista de regalos. Por eso se esfuerzan en lograr el cobro oportuno del tan esperado aguinaldo. Así se olvida el acontecimiento en el que el universo entero contiene el aliento para contemplar al Dios que nace como hombre para regresarle a la humanidad la certeza del amor de su Creador. Así quedó el proceso de la Navidad a San Nicolás, a Santa Claus, a Santa, a los regalos, a las fiestas paganas... Esto nos lleva a recordar el engaño de la serpiente (Gn 3, 1-6)), “que le hizo más apetecible a la mujer, el árbol que estaba en medio del jardín, que todo el paraíso”. La esencia del nuevo pueblo de Dios está enraizada en el pueblo “hebreo” que significa haber cruzado de la idolatría a la fe, de la esclavitud a la libertad, del mar Rojo, a la tierra prometida y, así, vive la alegría de ir a Jesús. La Navidad regresa a la persona de Jesús cuando, al nacer, nos conduce de la muerte a la vida. “Nuestro Padre ha querido darnos el reino”, <del griego “Basiléia”> (Lc 12, 32)). Un reino que a muchos desencanta porque esperan, como Judas, un reino de poder y riquezas y, en el mejor de los casos, de justicia. Jesús, nacido en pesebre, propiamente no hizo justicia; hizo justos los corazones… “Que en Él tengamos vida y que en nuestros corazones nazca como Rey y Señor…”

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n este año 2020 que estamos iniciando, los acontecimientos mundiales nos hacen pensar y, de alguna manera, nos cuestionan sobre el futuro de la humanidad. Insertos en un mundo globalizado, en una burbuja de tiempo y espacio, los movimientos mundiales zarandean a la Iglesia. La Doctrina Social se siente interpelada, tensionada y presionada ante este oleaje y da su opinión como experta en humanidad. Estos son algunos hechos que tocaremos en este año: Estados Unidos. Estados Unidos se enfrentará en 2020 a unas elecciones presidenciales con un clima político alterado por el impeachment (acusaciones). Trump tiene posibilidades de conseguir la reelección, aunque hay factores que pueden complicar su permanencia en la Casa Blanca. En el plano exterior, las tensiones con China continuarán, con Hong Kong como principal foco de conflicto entre ambas potencias. 2020 será, en definitiva, un año inestable para un país que solo puede pensar en el próximo 3 de noviembre. China. China se propone perseverar en su camino hacia ser una superpotencia terminando algunos proyectos clave a tiempo para el centenario del Partido Comunista, en 2021. Pero tendrá que hacerlo con una economía que crecerá al ritmo más lento de las últimas tres décadas, y con la guerra comercial y tecnológica con Estados Unidos y Europa todavía abierta. Además, las protestas en Hong Kong continuarán, dificultando la posición del Gobierno chino de cara al exterior. Europa. La nueva década traerá un camino plagado de retos y dificultades para Europa. El primero será hacer frente al enquistado problema del brexit, que podría finalmente consumarse en 2020. Otra tendencia a tener en cuenta será la creciente importancia de Francia, que buscará afianzar su liderazgo aprovechando la debilidad de Alemania. Todo ello bajo el mandato de la nueva Comisión Europea y con un Parlamento Europeo renovado. Oriente Próximo. 2019 termina con un Oriente Próximo en plena ebu-llición. Continúan las manifestaciones en Argelia, Irak o Líbano, donde dimisiones puntuales o reformas cosméticas no están convenciendo a la ciudadanía. La guerra en Siria entra en un año trascendental, que podría ser el último; en Yemen continúan los acercamientos, pero sin final del conflicto a la vista. Poderes regionales como Israel e Irán terminan el año con serias inestabilidades internas, mientras que Estados Unidos continúa perdiendo influencia en favor de Rusia y, en menor medida, China. Asia-Pacífico. Las negociaciones nucleares con Corea del Norte atraerán buena parte de la atención en Asia-Pacífico en 2020, aunque también habrá que vigilar Taiwán, Corea del Sur y Myanmar, que celebrarán elecciones. En el sur, no se podrá pasar por alto la tensión entre India y Pakistán, y la llegada al poder de una familia con pasado controvertido en Sri Lanka. Por último, la región seguirá sometida a las tempestades que sin duda seguirá causando la guerra comercial entre China y Estados Unidos. África subsahariana. La agenda de África subsahariana en 2020 está marcada por una disyuntiva clara: consolidación o ruptura. Los acuerdos de paz, el aperturismo a la inversión extranjera y los pasos hacia una unión política y económica escenificados por el Tratado de Libre Comercio Africano se ponen a prueba en un año clave para confirmar los buenos pasos dados. Enfrente, la represión a los derechos civiles de millones de africanos y el temor a una recesión en la economía global amenazan al continente. América Latina. Incertidumbre e inestabilidad marcan el inicio de 2020 para América Latina. En el año que entra, las grandes grietas que existen en la región pueden acentuarse más: por un lado, los distintos Gobiernos de la región tienen en muchos casos posiciones ideológicas irreconciliables; por otro, las sociedades latinoamericanas están cada vez más polarizadas. Y, como telón de fondo, la desigualdad, la inseguridad y la corrupción siguen lastrando el futuro de la región. El peligro de una carrera nuclear en Oriente Próximo. La posesión de armas nucleares es una gran ventaja militar para un país, y la amenaza y el peligro que conlleva el tener un vecino con capacidad nuclear puede obligar a otros países a seguir ese camino para mantener su propia seguridad. En Oriente Próximo ya hay al menos una potencia nuclear y varios países que aspiran a conseguirlo también. ¿Puede ser esto el inicio de una carrera nuclear en la región?


Domingo 12 de enero de 2020

P a r a C o l o r e a r



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