Edición 572

Page 1

¿Aislados por el coronavirus?

S

ara Martín, periodista, esposa y madre de tres hijos, lleva años viviendo en Italia, concretamente en Lodi, el punto central de la “zona roja” del coronavirus en Italia. Sara Martín ha ido relatando su experiencia y acontecimientos que ha ido viviendo. Sara habla de la “oportunidad única” de vivir una Cuaresma de manera diferente. Soy una de esas de personas atrapadas en aislamiento en Italia por el coronavirus. Todo empezó hace ya casi cuatro semanas, aunque a mí me parece ya una vida, sin exagerar. Mi vida y la de mi familia se “congeló” en cierto modo el pasado 21 de febrero, y de momento ahí seguimos. La normalidad se fue y quién sabe cuándo volverá. La cotidianidad ahora es otra completamente distinta. Mi marido trabaja en nuestro dormitorio con un escritorio improvisado con la mesa del cambiador, y yo me encargo de los niños y de la casa. Salimos a tomar aire con ellos un par de días a la semana, y yo quizás otros dos salgo a hacer recados necesarios. Eso es todo. Nuestra vida transcurre básicamente entre las cuatro paredes de nuestra casa. Dentro de mí intuí que este momento era histórico y que lo tengo que vivir como una oportunidad. Vaya locura, dirán algunos, ¡una oportunidad! Pues sí señor. Eso pensé. Es una oportunidad para mi generación, la del bienestar. Estamos acostumbrados a vidas relativamente cómodas y un aislamiento en familia es un reto para la comodidad de cualquiera. Este aislamiento por el coronavirus iba a ser una oportunidad… para buscar la santidad. Me levanto por las mañanas y sirvo. No es que no lo hiciera ya antes, pero ahora, lo prometo, se ha multiplicado por tres. ¡Qué suerte la mía! Y lo digo en serio. No me queda tiempo para pensar mucho en mí, lo cual es seguramente una suerte para mi conversión. Cocinar, limpiar, organizar, cambiar niños, poner la lavadora, inventar manualidades, buscar recetas, ordenar de acá para allá. No tengo tiempo para pensar mucho en mis cosas. Repaso el día y “me salen las cuentas”: ha sido fantástico, he servido y me he entregado. ¿Qué mejor uso del tiempo habría podido hacer? Vivimos en santidad cuando realizamos nuestro trabajo con ge-nerosidad y entrega, con amor. No necesariamente sin lágrimas o sin frustraciones, pero sabiendo que Dios nos está enseñando a través de todo ello. El otro día me metí el rosario en el bolsillo y desde entonces voy por la casa con él a todas partes. No siempre lo rezo, pero siempre conmigo y siempre procuro mirarlo, aunque sea de reojo. Viviendo en su presencia y ofrecien-do cuando me acuerdo. Y cuando no… Paciencia. Lo digo y lo recuerdo: ésta es una gran oportunidad que nos ha llegado del Cielo para ayudarnos a ser santos. No podemos desperdiciarla. No puedo ni quiero entrar en detalles, pero es difícil y grave. Necesitan oraciones, necesitan toda la ayuda posible para el tiempo que tienen por delante, que será durísimo. Aprovechemos cada pequeña cosa… Todo sirve para la causa.

Año 12

No. 572

Semana del 22 al 28 de marzo de 2020

“Señor, ven pronto en nuestra ayuda”

E

l Papa Francisco salió a la calle el pasado domingo para visitar dos iglesias en Roma, ciudad cuyos habitantes se encuentran en una cuarentena impuesta por autoridades sanitarias para disminuir los contagios de coronavirus COVID-19. Italia es una de las naciones más afectadas por la pandemia. Su primera parada fue la Basílica de Santa Maria Maggiore, donde se encuentra la Salus Populi Romani (que en español significa Protectora del Pueblo Romano), un ícono bizantino de la Virgen y el Niño, que procede de los primeros cristianos. Según la tradición, el ícono fue pintado por San Lucas en un trozo de madera de la mesa que se utilizó en la Última Cena de Jesús. La devoción del Papa a la Salus Populi Romani es muy conocida, a ella la visita antes de partir a cada viaje internacional y cuando vuelve al Vaticano. En la segunda parada de su recorrido, el Santo Padre caminó un tramo de la llamada Vía del Corso a pie, como en peregrinación, para llegar a la iglesia de San Marcello al Corso, donde se encuentra un crucifijo

que los habitantes de Roma consideran milagroso. En 1522 a ese crucifijo se le sacó en profesión por los barrios de Roma para acabar con la “gran peste”. La procesión duró 16 días, del 4 al 20 de agosto de 1522. Se cuenta que a medida que avanzaba entre los barrios, la enfermedad daba señales de regresión, por lo que cada distrito trató de mantener la imagen en su territorio mayor tiempo posible. Al final, al devolverla a la iglesia, la plaga había cesado por completo. El Papa Francisco oró el pasado domingo ante el crucifijo para invocar el fin de la pandemia de coronavirus COVID-19. Pidió por la curación de los enfermos y por quienes han muerto, así como por los familiares y amigos de los pacientes. Su intención también fue por los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras. Y por las personas que durante la cuarentena deben laborar en Italia, entre ellos quienes atienden farmacias y tiendas de alimentos.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.