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Por: Pbro. Lic. Héctor Colunga Rodríguez
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“D conocer la Sagrada Escr ura, d conocer a Cr to” ¡Joven! La Biblia es única. Es el libro más difundido del mundo. No hay otro que haya sido traducido con más frecuencia a distintas lenguas. No hay otro en la historia de la humanidad que haya tenido más repercusión. Para todos los cristianos y cristianas del mundo la Biblia es la Sagrada Escritura.
La Biblia es la Palabra de Dios. Lo es con las Palabras humanas y en lenguaje humano. Pero es una revelación. Fue escrita porque unos hombres prestaron oídos a la Palabra de Dios y la pusieron por escrito con sus propias palabras. Fue transmitida porque otros les creyeron, creyeron que ellos no se habían imaginado nada, sino que realmente tenían un mensaje de Dios que transmitir. ¡La Palabra de Dios no debe leerse nunca simplemente por encima! Pregúntense: ¿Qué le dice esto a mi corazón? ¿Me habla Dios a través de estas Palabras? ¿Me toca en mis anhelos más profundos? ¿Qué tengo qué hacer? (cfr. Prólogo S.S. Francisco, Biblia Youcat).
San Jerónimo: Patrono de la Sagrada Escr ura La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo. El león con el que se le representa al santo, significa las dificultades y desiertos por las que tuvo que pasar. El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.
VÍCTOR CORCOBA HERRERO/ Escritor corcoba@telefonica.net
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