El primer pesebre navideño de la historia
Corría el año de 1223. La nieve cubría con su albo manto la pequeña ciudad de Greccio, en el centro-sur de Italia. Las campanas repicaban festivamente, anunciando la noche de Navidad. Todos los habitantes, campesinos en su mayoría, se encontraban reunidos alrededor de San Francisco de Asís, quien intentaba explicarles el misterio del nacimiento del Niño Dios. Ellos escuchaban con respeto, pero…no daban muestras de haber comprendido realmente.
¿Que hacer? San Francisco buscó algún
¡Feliz Navidad!
Hagamos, como los habitantes de Greccio. Arrodillémonos piadosamente delante del Niño Jesús en el pesebre y, por intersección de la Santísima Virgen María, pidamos para todos nuestros seres queridos esta sonrisa que comunica felicidad, esa bendición que trasmite paz.
n Navidad celebramos que Dios se encarna, se hace hombre y nace pobre entre los pobres.
Contemplemos a ese niño indefenso que nace en Belén. Él es el Amor hecho hombre. El Amor de Dios se encarna en un niño recién nacido.
¿Hay algo más adorable que un niño? ¿Hay algo más hermoso, más maravilloso? Los que somos padres sabemos que no hay felicidad mayor que la que sentimos cuando cogemos en brazos a nuestros hijos recién nacidos por primera vez.
El Amor es la fuerza más poderosa. El Amor es Dios. Nuestro Creador nos ha regalado la vida de nuestros niños por puro amor. Y es ese Amor el único que puede dar sentido a la vida de nuestros hijos. Es el Amor lo único que les puede hacer felices de verdad: a ellos y a todos nosotros.
Convirtámonos todos y dejemos que el Señor trasforme nuestro corazón. Seamos sencillos como los pastores y sabios como los Reyes Magos y adoremos al Niño Jesús: Él sigue vivo en cada sagrario y lo podemos acoger en nuestro corazón cuando celebramos la Santa Misa y comulgamos con fe y en gracia de Dios.
La Navidad es la fiesta de la familia por excelencia. Porque en la familia se nos enseña lo más esencial en la vida: en la familia aprendemos lo que significa amar de manera incondicional y sin esperar nada a cambio. En la familia somos importantes porque simplemente somos hijos, hermanos o padres.
Acojamos a Dios en nuestros hogares y no le cerremos las puertas. Llevemos a nuestros hijos de la mano hacia Él. Adoremos al Niño Jesús en familia. Amémonos y dejemos que Cristo reine en nuestros corazones, en nuestras casas y en el mundo entero.
Año 14 No. 714 Semana del 25 al 31 de diciembre de 2022
Festejemos en familia
Nos hemos ya adentrado en el periodo festivo más largo del año, el cual parece ampliarse cada vez más, pues los frecuentes festejos en algunos centros de trabajo anticipan el inicio del conocido maratón Guadalupe-Reyes. Durante este periodo las fiestas son muy variadas, desde las que se realizan llenas de devoción a la Virgen de Guadalupe, a los santos peregrinos, al niño Jesús, hasta las más ajenas al sentimiento religioso, pero muchas veces justificadas con la temporada navideña. Este maratón o “puente gigantesco” es un tiempo esperado por muchas personas, por muy variados motivos: por el aguinaldo, las vacaciones, las fiestas, etc.; pero también sucede que para otras personas es una temporada que causa depresión, melancolía, añoranza o nostalgia, a raíz de situaciones problemáticas en su propia historia; en cambio, muchos otros lo viven desenfrenadamente como una ocasión de salir de lo rutinario del trabajo o de la escuela.
Desafortunadamente encontramos que este maratón no siempre se vive con austeridad, discreción, templanza o dominio de sí mismos, sino que están a la orden del día los excesos en las bebidas, en el alimento, en los gastos, en las trasnochadas, etc. Ante lo cual se pueden escuchar algunas voces que supuestamente pretenden orientar o educar a las clases populares, a quienes se tiene en un concepto de que “gastan de más”, que no son previsores, que no saben administrar su aguinaldo, etc., pero al mismo tiempo bombardean a las familias con múltiples sugerencias, casi convertidas en obligaciones acerca de lo que deben comprar para estar la moda en todos los aspectos: en la tecnología, en la ropa, en las bebidas, etc.
Sin embargo, el profundo sentido festivo, no siempre bien encauzado, parece cerrar los oídos a toda recomendación, ante la rutina y pesadumbre de la vida moderna parece constituirse en una necesidad humana el tener amplios periodos de tiempo para la dispersión y el descanso. Por eso ni la crisis económica ni los más racionales consejos parecen detener la participación en el maratón de esta temporada; lo cual, por cierto, las clases pudientes no sólo experimentan una vez al año, sino que con frecuencia y con muy variadas justificaciones detienen su ritmo de vida para irse una semana de vacaciones en la playa, un mes en Europa, una semana de compras en Estados Unidos, etc.; por lo tanto los excesos no son exclusivos de las clases populares y más bien todos necesitamos ser responsables en el uso del tiempo y los bienes materiales, los cuales no son totalmente nuestros pues todos tenemos obligaciones para con los demás. Ciertamente tenemos derecho al descanso y a la convivencia, pero por poner un ejemplo, los padres de familia no deben pensar sólo en sí mismos, sino también en el bienestar de sus hijos, pues su familia entera tiene derecho no sólo a las fiestas sino también a la paz y tranquilidad una vez pasada la temporada. No debemos sólo vivir el momento presente, también hay que pensar en las necesidades que implica “la cuesta de enero” que cada año se presenta más dura de escalar. Muchas felicidades por toda esta temporada festiva y no desplacemos la fuente o sentido original de la alegría durante este maratón: nuestra madre la Virgen de Guadalupe y nuestro Salvador el Niño Dios.
Catequesis sobre el discernimiento 11 La confirmación de la
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el proceso del discernimiento, es importante permanecer atentos también a la fase que sigue inmediatamente a la decisión tomada, para captar los signos que la confirman o los que la desmienten. Debo tomar una decisión, hago el discernimiento, pro o contra, sentimientos, rezo; después termina este proceso y tomo la decisión y luego viene esa parte en la que debemos estar atentos, ver. Porque en la vida hay decisiones que no son buenas y hay signos que la desmienten, mientras que para las buenas hay signos que la confirman.
Hemos visto de hecho cómo el tiempo es un criterio fundamental para reconocer la voz de Dios en medio de otras muchas voces. Solo Él es Señor del tiempo: esto es una marca de garantía de su originalidad, que lo diferencia de las imitaciones que hablan en su nombre sin lograrlo. Uno de los signos distintivos del espíritu bueno es el hecho de que comunica una paz que dura en el tiempo. Si tú haces una profundización, después tomas la decisión y esto te da una paz que dura en el tiempo, esto es una buena señal e indica que el camino ha sido bueno. Una paz que trae armonía, unidad, fervor, celo. Tú sales del proceso de profundización mejor de cómo has entrado.
Por ejemplo, si tomo la decisión de dedicar media hora más a la oración, y después me doy cuenta de que vivo mejor los otros momentos del día, estoy más sereno, menos ansioso, desempeño con más cuidado y gusto el trabajo, incluso las relaciones con algunas personas difíciles se vuelven más fáciles…: todos estos son signos importantes que sostienen la bondad de la decisión tomada. La vida espiritual es circular: la bondad de una elección es beneficiosa para todos los ámbitos de nuestra vida. Porque es participación en la creatividad de Dios.
Podemos reconocer algunos aspectos importantes que ayudan a leer el tiempo sucesivo a la decisión como posible confirmación de su bondad, porque el tiempo sucesivo confirma la bondad de la decisión.
Un primer aspecto es si la decisión es considerada como un posible signo de respuesta al amor y a la generosidad que el Señor tiene hacia mí. No nace del miedo, no nace de un chantaje afectivo o de una obligación, sino que nace de la gratitud por el bien recibido, que mueve el corazón a vivir con liberalidad la relación con el Señor.
Otro elemento importante es la conciencia de sentirse en el propio lugar en la vida y
buena decisión
sentirse parte de un diseño más grande, al que se desea ofrecer la propia contribución. El hombre puede reconocer que ha encontrado lo que está buscando cuando su jornada se vuelve más ordenada, advierte una creciente integración entre sus múltiples intereses, establece una correcta jerarquía de importancia y logra vivir todo con facilidad, afrontando con renovada energía y fuerza de ánimo las dificultades que se presentan. Estas son las señales de que has tomado una buena decisión.
Otro buen signo, por ejemplo, de confirmación es el hecho de permanecer libres respecto a lo decidido, dispuestos a volver a cuestionarlo, también a renunciar frente a posibles desmentidos, tratando de encontrar en ellos una posible enseñanza del Señor. Esto no porque Él quiera privarnos de lo que más queremos, sino para vivirlo con libertad, sin apego. Solo Dios sabe qué es verdaderamente bueno para nosotros. Ser posesivo es enemigo del bien y mata el afecto.
Podemos amar solo en la libertad, por esto el Señor nos ha creado libres, libres también de decirle no. Ofrecerle a Él lo que más queremos está en nuestro interés, nos consiente vivirlo de la mejor manera posible y en la verdad, como un don que nos ha hecho, como un signo de su bondad gratuita, sabiendo que nuestra vida, así como la historia entera, está en sus manos benévolas. Es lo que la Biblia llama el temor de Dios. Es el temor que expulsa cualquier otro temor, porque está orientado a Aquel que es Señor de todas las cosas. Frente a Él nada puede inquietarnos. Este es el hombre libre, que bendice al Señor tanto cuando vienen las cosas buenas como cuando vienen las cosas no tan buenas: ¡bendecido sea y vamos adelante!
Reconocer esto es fundamental para una buena decisión, y tranquiliza sobre lo que no podemos controlar o prever: la salud, el futuro, las personas queridas, nuestros proyectos. Lo que cuenta es que nuestra confianza esté puesta en el Señor del universo, que nos ama inmensamente y sabe que podemos construir con Él algo maravilloso, algo eterno.
Domingo 25 de diciembre de 2022
Iglesia y la familia
Hacia una Iglesia sinodal misionera
(Cuarta parte)
La misión de la Iglesia se realiza a través de la vida de todos los bautizados. Las síntesis nacionales expresan un profundo deseo de reconocer y reafirmar la dignidad común del Bautismo como base para la renovación de la vida y los ministerios en la Iglesia «la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor» (CE Argentina).
El tono de las síntesis no es anticlerical (contra los sacerdotes o el sacerdocio ministerial). Muchas expresan un profundo aprecio y afecto por los sacerdotes que llevan a cabo su misión con fidelidad y dedicación, y se preocupan por las numerosas exigencias a las que se deben enfrentar. También expresan el deseo de contar con sacerdotes mejor formados, mejor acompañados y menos aislados. Sin embargo, señalan la importancia de librar a la Iglesia del clericalismo, para que todos sus miembros, tanto sacerdotes como laicos, puedan cumplir con la misión común. El clericalismo se considera una forma de empobrecimiento espiritual, una privación de los verdaderos bienes del ministerio ordenado y una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado. Esta cultura separa de la experiencia viva de Dios y daña las relaciones fraternas, produciendo rigidez, apego al poder en sentido legalista y un ejercicio de la autoridad que es poder y no servicio.
Aunque son francas en su diagnóstico del problema, las síntesis no carecen de esperanza. Laicos, religiosos y clérigos desean poner sus talentos y capacidades a disposición de la Iglesia y para ello reclaman un ejercicio de liderazgo que los haga libres. Las síntesis expresan su agradecimiento a los líderes que ya ejercen su función de esta manera.
La llamada a una conversión de la cultura de la Iglesia para la salvación del mundo está vinculada, en términos concretos, a la posibilidad de establecer una nueva cultura, con nuevas prácticas, estructuras y hábitos. Esto se refiere, sobre todo, al papel de las mujeres y a su vocación, enraizada en la dignidad bautismal común, a participar plenamente en la vida de la Iglesia.
Desde todos los continentes llega un llamamiento para que las mujeres católicas sean valoradas, ante todo, como miembros bautizados e iguales del Pueblo de Dios. Es casi unánime la afirmación de que las mujeres aman profundamente a la Iglesia, pero muchas sienten tristeza porque su vida no suele ser bien comprendida y sus aportaciones y carismas no siempre son valorados.
La Iglesia se enfrenta a dos retos relacionados: las mujeres siguen siendo la mayoría de quienes asisten a la liturgia y participan en las actividades, los hombres son una minoría; sin embargo, la mayoría de las funciones de toma de decisiones y de gobierno están en manos de los hombres.
(DEC 57-61)
¡Feliz Navidad!
En la gran alegría de celebrar que Dios está con nosotros les saludo.
Celebrar el nacimiento de Cristo es celebrar la más grande de las esperanzas, la esperanza que nos ha conducido a esta gran celebración, es saberse amado por Dios y ser encontrado por Él mismo para bendecirnos. Cuando alguien nos quiere, nos busca, esto es lo que ha hecho Dios: Ha venido a estar con nosotros para que, siguiéndolo, podamos tener la vida eterna y múltiples bendiciones en su compañía en el caminar de esta vida.
Este Domingo 25, la Iglesia entera celebra la Navidad. Celebra el nacimiento de Jesucristo. Este día es Navidad. La liturgia de todo el orbe católico nos hace ser parte del nacimiento de Jesús en Belén. El Hijo eterno de Dios se ha hecho hombre, naciendo niño en un establo. No se trata de un simple recuerdo. Se trata de una celebración, es decir, celebrando la Navidad entramos en el misterio de Dios, que, llegada la plenitud de los tiempos, nos ha enviado a su Hijo, nacido de una mujer, nacido de María Virgen.
Este día es Navidad. Es la fiesta de nosotros la humanidad, que ha alcanzado su máxima grandeza, cuando, al unirse a Jesucristo, conoce su altísima vocación de hijo de Dios. Qué suerte hemos tenido, Dios ha reivindicado nuestra humanidad. Dios se ha acercado a cada uno de nosotros, de tal manera, que nos hace hermanos a todos los humanos que se dejan transformar por el Espíritu de Dios. Nacerán no de la carne, ni la voluntad humana, sino de Dios. Es en esta fiesta, en que toda la humanidad encuentra el motivo más profundo de toda solidaridad fraterna. ¡Somos hermanos en Cristo!
Es por ello que es una gran alegría para la vida plena del ser humano, alcanzar la amistad y la hermandad en Cristo, en Él tenemos la gracia, pero también, a través de los valores del Evangelio, tenemos el
camino para una vida mejor entre nosotros, como hermanos, como amigos. Si ha venido a estar con nosotros, nos corresponde conocerle mejor, unirnos a su proyecto de vida y hablar de Él a todos los demás.
Este día es Navidad. Contemplemos con María, llenos de asombro y estupor, este nacimiento admirable. Pidamos a José esa capacidad de contemplar en silencio lo que sucede ante sus ojos. “Dejémonos contagiar por el silencio de San José”, nos ha recordado el Papa, en su carta “Patris Corde” hace ya algún tiempo. Vayamos, adoremos a este Niño, porque es Dios que se ha hecho hombre, es Dios que ha asumido nuestra humanidad.
Hermanos, que nada ni nadie nos quite la alegría que nos trae el saber que Dios está entre nosotros, celebremos dignamente su nacimiento, adorándole en esta Misa de Navidad, orando en familia, ayudando a los más necesitados, celebrando y compartiendo con quien podamos, vivamos gratos momentos de Navidad.
Familias, les recuerdo que Navidad, no significa excesos en gastos inútiles: Navidad es Dios que viene y nos comparte sus verdaderas alegrías; es compartir de verdad el querernos y apoyarnos, es reunirnos en torno a la alegría más grande, es perdonarte y perdonar a los demás y empezar de nuevo, es tiempo distinto al ordinario que vivimos agradeciendo y recordando tantas cosas buenas de Dios para con cada uno de nosotros.
Que cada uno de nosotros ponga de su parte lo mejor para que sea una verdadera Navidad, que el Señor les manifieste algo nuevo a todos en esta celebración navideña.
Feliz y santa Navidad para todos. Con mi afecto y bendición
Domingo 25 de diciembre de 2022
P. Juan José Torres Galván
La
+ Mons. Jorge. C. A. Arzobispo de San Luis Potosí
El
Buen Pastor
Obispo, figura del
La Vocación en la Biblia III
La Vocación en el Nuevo Testamento
“Por su parte, sean perfectos como su Padre que está en los cielos” (Mt 5, 48)
En el Nuevo Testamento, la vocación pretende ante todo colocar al hombre en la esfera de la salvación que está vinculada a Cristo que es el punto de partida, en el bautismo, y la etapa final de la vocación cristiana. Por lo tanto, es una vocación a ser “nueva criatura” (2 Cor 5,17). Pablo describe a los cristianos como “santificados en Cristo Jesús, santos por vocación” (1 Cor 1,2). La vocación a la santidad es el llamado que caracteriza al cristiano y marca sus pasos a lo largo de su vida. Es Dios que llama en Cristo Jesús el cual se dirige a todos los hombres. La vocación a la “santidad” separa de los demás, la vida adquiere un valor nuevo y se establece una relación exclusiva con Dios (1 Cor 7,20-22). Los llamados están consagrados a él y colaboran al plan de salvación (Rom 8,28-30).
No obstante, junto a la llamada universal a la santidad hay “vocaciones específicas” para seguir más de cerca a Jesús y para el servicio de la comunidad. El seguimiento de Cristo persigue siempre el anuncio del Evangelio.
La vocación de María (Lc 1, 26-38). El contenido de la ‘Anunciación’ manifiesta una vocación-misión específica. María será la madre de Jesús el Mesías Salvador y madre de la Iglesia. Ella misma se convierte en “la llamada” por excelencia, “bendecida porque creyó” (Lc 1,45). Su “sí” en la participación al misterio es el prototipo de la disponibilidad frente al Absoluto.
La vocación de los apóstoles. Narrada diversamente, converge en los puntos esenciales: Jesús pasa; se encuentra o mira a alguien; invita imperativamente con un “¡Sígueme!”. La persona llamada deja todo de inmediato y sigue a Jesús. Es una llamada que se ofrece sólo en relación con los intereses de los “hombres”: ser pescadores; dar vida. Eso constituye la misión salvadora de los llamados, en asociación a la del Maestro. Lo que emerge muy claramente es la disponibilidad total e inmediata a dejar todo para seguir sólo al Maestro y compartir su existencia. Una vocación que cambia la vida y coloca a los llamados a la escuela de Jesús, hasta la muerte y la resurrección.
La vocación de Pablo (Hch 9,1-19).
Por: Pbro. Jorge Luis Molina Núñez
La “conversión” es una verdadera vocación y misión definida por Pablo: “revelación” (Gal 1,12.16), “iluminación” (2 Cor 4,6), “gracia” (Gal 2,9; Ef 3,7). Él es “apóstol por vocación” (1 Cor 1,1; Rom 1,1). A la llamada totalmente gratuita responde Pablo con una generosidad absoluta y toda su predicación está bajo el signo de ese evento formidable.
Las mujeres “siguen” a Jesús (Lc 8,1-3). Acompañan al Maestro en sus peregrinaciones misioneras y lo asisten en sus necesidades económicas. Supuestamente hubo algún tipo de llamada que Lucas no cuenta. Destaca en ellas la generosidad y el apego a Jesús que demuestran.
La vocación sobre los carismas (Rom 12,6s; 1 Cor 12,7-11). Son dones de Dios para la Iglesia naciente y constituyen al cristiano en un servicio particular “para la utilidad común” y “para edificar el cuerpo de Cristo” (Ef 4,12). En la Iglesia, la vocación general a la santidad se expresa concretamente en la vida a través de los ministerios y carismas que derivan de Dios.
Una “vocación” sin éxito. La relatan los tres evangelios sinópticos y es la del joven rico que quiere hacer algo más, pero frente a la propuesta de Jesús de “dejar todo y seguirlo se marcha todo triste”. Entre otras consideraciones destacan tres que reflejan la “vocación exitosa”. Ser buenos no es el único criterio para que surja una vocación. Lo que cuenta es “dejarlo todo”. Toda vocación es una acto de amor de Jesús: “lo miró con cariño” y este amor invita a hacer cosas mayores “Vete, vende, sígueme”. Frente a la llamada debes de elegir si apostar por la “inseguridad y novedad” que ofrece Jesús o por la “seguridad y riqueza” que ya tienes.
Sin duda que en cada relato bíblico se desenmascara nuestra condición humana herida por el pecado, pero rescatada por Cristo, es en esta clave donde cobra sentido toda vocación. Hoy para reflexionar pregúntate: ¿Es la santidad la vocación a la que estás llamado sobre todas las cosas? ¿En la vida eres generoso al responder o retienes tus planes por temor o soberbia?
Que la esperanza nos devuelva la paz
No solo hay que vivir del “aquí y del ahora”. También hay que vivir de lo que está por llegar.
Porque, el “ahora”, no siempre nos es favorable; y la mejor salida, es vivir de la esperanza. Esta vida temporal nos hace vivir de esperanzas y recuerdos.
Aunque los excesos nos llevan a perder la esperanza; porque nos hacen creer que ya lo tenemos todo, y que no nos queda nada por esperar.
Pero, cómo el hombre nunca está completo, entonces algo ha de quedar pendiente.
Decía Agustín Basave: “Como virtud, la esperanza es un justo medio. Su exceso es la presunción y su defecto la desesperación. Mientras la presunción es una anticipación antinatural de la plenitud, la desesperación es una anticipación antinatural del fracaso, de la condena. El presumido es un iluso, el desesperado es un autodestructor; ambos son soberbios”.
Al presumido y al desesperado les falta humildad. Pero ésta es necesaria para volver a esperar.
Porque el soberbio, no sabe mirar más allá de si mismo; y bien sabemos, que hay realidades que solo pueden venir de lo alto.
Hay que volver a Dios, para no quedar encerrados en nosotros mismos.
Porque, la única salvación, es la que viene de Dios y no de los hombres.
La esperanza no es algo que se ve, lo mejor es vivirla y no confundirla con mera ilusión.
Dice Agustín Basave: “No cabe confundir la esperanza con el optimismo. Éste se funda en una experiencia contemplada desde lejos y aquélla en una experiencia vivida”.
Vivamos de la espera. Porque mientras haya vida, también habrá esperanza.
Hay que volver a esperar para volver a vivir.
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Pbro. Lic. Salvador González Vásquez
Ven y Sígueme
Un regalo navideño al
Cuando llega la Navidad acostumbramos a darnos presentes, que manifiestan nuestro cariño a la persona amada. Ciertamente el mejor regalo que todos recibimos es el de Dios Padre que nos regala a su Hijo único para salvarnos. La cena, sin importar el menú, nos recuerda que somos familia y que, así como Jesús tenía momentos de convivencia con sus familiares y amigos, también nosotros compartimos los alimentos con nuestros seres queridos. Otro signo de alegría aparte de los detalles materiales, y de la comida en la cena es el momento de oración. Es triste que no invoquemos al niño Dios, cuando desde la fe, a él lo estamos celebrando. Finalmente, cuando compartimos un poco de lo que Dios nos da, hace que la alegría trascienda lazos familiares y nos lleve a ver en el otro la presencia de Jesús. Por eso, querido lector de La Red, ojalá que al compartir con personas que lo necesitan, y que Dios te pone al lado, puedas compartir un poco de tu ayuda también al seminario. Al final de este artículo dejo los datos para que de manera anónima puedas depositar. Diciembre – enero es tiempo de aguinaldos a trabajadores, de pagar predial, y esto aumenta el gasto corriente de nuestra casa. Por encima de tu ayuda económica, si te pedimos tu oración para que haya muchos sacerdotes. Hay muy pocos futuros sacerdotes, y los que estamos ya en este servicio al que no le duele una corva le duele la “asiática”, o padece de la “protesta”, por eso tu oración es esencial. Que el niño Jesús que nació en Belén, ilumine a muchos jóvenes para que entren al seminario, y pronto haya muchos sacerdotes que lleven a Jesús Eucaristía a los lugares más alejados de nuestra Diócesis. A nombre de la familia seminario, formada por trabajadores, maestros, religiosas, y equipo formador, gracias por su oración y ayuda material, pues sin ella no sería posible nuestro sostenimiento. Gracias a nuestros hermanos sacerdotes, que desde sus comunidades oran y promueven vocaciones. Obviamente, agradezco a nombre de todos los que laboramos en el seminario, a nuestro Obispo Don Jorge, primer formador de nuestra diócesis, para que su sueño, de tener una comunidad numerosa en formación sacerdotal, pronto se vea cumplido, para el bien de nuestra amada Iglesia Potosina. Feliz Navidad y próspero año nuevo.
Los laicos en el Concilio Vaticano II (1ª parte)
Muy estimados lectores:
A 50 años del Concilio Vaticano II, es necesario conocerlo en caso de que no sepamos su contenido y recordarlo para aquellos que lo hemos dejado a un lado.
Cuando asistió a Roma don Arturo Antonio Szymanski Ramírez a la Apertura del Año de la Fe y a la conmemoración de los 50 años del Concilio Vaticano II, en entrevista a un reportero de Notimex dijo lo siguiente: “Los fieles católicos de hoy desconocen el Vaticano II. No han profundizado en su contenido y no lo aplican. Por eso no tiene lógica pensar en un nuevo Concilio, un Vaticano III, como algunos sectores de la Iglesia han propuesto”.
Luego continuó diciendo a ese reportero en el Colegio Mexicano: “Benedicto XVI le ha dado en el clavo al convocar al “Año de la Fe”, un jubileo cuyo principal objetivo es recuperar el sentido de lo propuesto por los “padres conciliares” 50 años atrás. Este tiempo puede ser una oportunidad para que los creyentes puedan de verdad vivir como se prevenía en tiempos del Concilio”. Después finalizó diciendo: “Quienes nos decimos católicos no conocemos bien el Vaticano II, hay que profundizar. Es mejor pocos pero bien motivados, a tener templos llenos de personas ignorantes”.
Para dar a conocer el Concilio y continuar con ese espíritu de renovación en la Iglesia, a continuación les ofrezco unas líneas que nos sirvan de reflexión y recordar lo que dice el Concilio y particularmente sobre los laicos.
El Concilio Vaticano II tiene como contenido Constituciones, Decretos y Declaraciones. En la Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), hay un apartado para los laicos.
Se define como laico a “todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen por parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo” (L.G. 31).
El punto central es que el laico está llamado desde su carácter secular a buscar el reino de Dios. La pregunta que hago es ¿cómo vive el laico en el tiempo actual? ¿En realidad con todas sus actividades y profesiones cumple su cometido de esforzarse día a día a guiarse por el espíritu evangélico a santificarse y santificar el mundo? ¿En realidad la actitud del bautizado en general es la que corresponde a iluminar a los demás con el testimonio de vida?
Continuamos la próxima semana.
05
Cosas y Casos de la vida
Por: Pbro. Lic. Héctor Colunga Rodríguez colunga46561@hotmail.com
Seminario Guadalupano y Josefino A.R.
(P. KINO)
SEMINARIO GUADALUPANO Y JOSEFINO. BBVA BANCOMER, S.A. CTA.0451061852 CLABE. 012700004510618522 CONCEPTO: AYUDA.
Seminario
¿Qué hay que hacer en Navidad?
Hay tantos cantos preciosos de Navidad en la Tradición de la Iglesia que es difícil decidirse por alguno para ponerlo en el blog. He elegido uno muy cortito y muy bien cantado por un coro polaco. El himno se llama Omnis mundus jocundetur, es decir, “Alégrese el mundo entero”. No se preocupen, que además del texto latino incluyo una rápida traducción, para los que sean de Ciencias.
Me gusta especialmente este canto porque va a lo esencial, sin perderse por las ramas. ¿Que es lo que estamos llamados a hacer los cristianos en Navidad? A esta pregunta se responde, año tras año, en las homilías de cien mil parroquias del mundo entero, de las formas más diversas: ir a la Misa del Gallo, ser solidarios, ayudar a los pobres, evitar el consumismo, cuidar de la familia, llevar nuestras ofrendas al Niño, pensar en los demás… todas ellas cosas buenas e importantes, pero vistas así, de golpe, desaniman un poco. Parece que lo que se nos pide en Navidad es que seamos perfectos, que todo lo hagamos bien. Y, como nuestra experiencia de otras Navidades es que no somos en absoluto perfectos, tantos deberes navideños resultan pesados y agobiantes.
En mi opinión, lo esencial que Dios nos pide a los cristianos en Navidad es lo que dice este canto: que nos alegremos. Es algo tan sencillo que solemos despreciarlo, pensando, como Naamán el sirio, que Dios nos pedirá cosas difíciles y complicadas. En realidad, Dios ha hecho lo difícil y lo complicado, lo inesperado e inimaginable: se ha hecho carne. Ha acudido en nuestro auxilio y se ha hecho uno de nosotros, transformando para siempre lo que significa ser un hombre. En esta noche, Dios nos regala lo que la Humanidad entera ha deseado desde la noche de los tiempos y lo que cada uno de nosotros desea: que Dios hable por fin, que rompa su silencio, que nos diga que nos quiere, que no estamos solos, que está a nuestro lado, que le importamos, que nuestros sufrimientos son sus sufrimientos.
Quien contempla el nacimiento del Señor y se alegra, tendrá fuerzas para querer a sus familiares como son, para buscar a los que están solos, para tener paciencia con los pesados, para visitar a los que están enfermos y consolar a los que sufren. Porque, como dice la Escritura, “el gozo en el Señor es nuestra fortaleza” Quien se alegra por la riqueza recibida de Dios, su mismo Hijo, podrá abrir el corazón a los pobres y necesitados y compartir con ellos lo superfluo e incluso lo necesario, abrazando con gozo la pobreza del establo de Belén. Se dará cuenta con alegría de que es absurdo tener el corazón aherrojado por los bienes, porque es inmensamente rico, por gracia de Dios. Podrá reconocer que no está por encima de los pobres o los pecadores, sino que, como ellos está inmensamente necesitado de recibir el amor y la misericordia de Dios.
Quien contempla el Misterio de la Navidad, podrá cantar y alegrarse aun en medio de sufrimientos y dificultades, aun recordando a sus familiares que ya murieron, aun estando solo, enfermo o abandonado. Y, sobre todo, podrá dar esperanza a quien no la tiene, que es quizás lo que más se echa de menos en estas Navidades secularizadas de nuestro tiempo, en las que las cenas, los regalos, las fiestas y el alcohol apenas pueden ocultar un profundo vacío existencial. Lo dice el canto: “Alégrese el mundo entero”. El mundo entero, no sólo los cristianos, ni los buenos, ni los piadosos. El Regalo que Dios nos hace es para todos, porque Dios quiere que todos los hombres se salven. Sin embargo, multitud de personas se están muriendo en vida a nuestro alrededor, porque no han encontrado ese regalo. Lo buscan desesperadamente, sin saberlo, a todas horas y en todo lo que hacen, y no hay nadie que les diga que eso que buscan lo tienen gratis, porque Dios se lo ha regalado. ¿Cuándo se darán cuenta de ello? Cuando, en medio de tantas y tantas personas que ocultan su tristeza con una alegría superficial, encuentren a cristianos verdaderamente alegres, que disfrutan de la verdadera Navidad.
Que el canto nos ayude a todos a alegrarnos del nacimiento del Niño Dios.
Desafíos del laico (Primera parte)
En la carta pos sinodal Christifideles Laici, San Juan Pablo II planteó los desafíos que tenemos los laicos, y lo hace a partir de una cita bíblica, sobre la contratación de los trabajadores en la viña, (Mt 20,1-7). Dice la parábola evangélica: “todavía salió a eso de las cinco de la tarde y estando todo el día parados, le respondieron: es que nadie nos ha contratado y él les dijo: ir entonces a mi viña”.
“Id también vosotros”. La llamada no se dirige sólo a los pastores, a los sacerdotes, a los religiosos, sino que se extiende a todos: también los fieles laicos somos llamados personalmente por el Señor, de quien recibimos una misión en favor de la Iglesia y del mundo.
Lo recuerda San Gregorio Magno quien predicando al pueblo, comenta la parábola de los obreros de la viña: «Fijaos en vuestro modo de vivir, queridísimos hermanos, y comprobad si ya sois obreros del Señor. Examine cada uno lo que hace y considere si trabaja en la viña del Señor».
Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso.
Comenta San Juan Pablo II, no hay lugar para el ocio, con esta frase nos queda claro que en la iglesia todos somos necesarios y nadie sobra. Tanto es el trabajo que espera en la viña del Señor, que hasta el niño pequeño puede evangelizar, solo recordemos a Francisco y Jacinta, los niños santos de Fátima, también necesitamos adolescentes santos, recordamos al joven beato Carlo Acutis, muchacho muy alegre, que murió en la adolescencia. Tanto es el trabajo que a todos nos espera el Señor, el dueño de casa repite con más fuerza su invitación, ir vosotros también a mi viña; por tanto el primer desafío, es no ser ociosos, es encontrar nuestro lugar como cristianos y como católicos al servicio del evangelio.
La voz del Señor nos ilumina a través de las vicisitudes históricas de la iglesia y de la humanidad; es necesario entonces mirar este mundo cara a cara, sin miedo y plantarnos como laicos comprometidos
y responsables; aun y cuando nos estén llenando el corazón de basura, de odio, de mentiras; cuál es nuestro papel: no debemos estar ociosos, no ser simples espectadores y solo limitarnos a juzgar lo que el mundo hace.
San Juan Pablo II destacó varias amenazas, una de ellas el secularismo y él lo relaciona con la pretensión de hacer desaparecer la fe de la esfera pública, la fe ha desaparecido en muchos lugares, en diversas universidades el secularismo está realmente desenfrenado, hasta el punto de que los jóvenes se empiezan acobardar, a tal grado que ser creyente es tener lepra, tanto se burlan los profesores, se vive en un ambiente hostil entre los mismos compañeros, que muchos jóvenes prefieren disimular su fe. Se vive en un ambiente discrepante a la religión, que muchos laicos en vez de realizar su vocación y dar el paso al frente sin fanatismo, se achican, se hacen diminutos, irrelevantes, se deja que se ofenda el nombre de Dios, no se meten con nadie para evitar problemas, entonces ahí está el desafío del secularismo.
Hoy Jesucristo nos sitúa, vivimos unos tiempos en que, frecuentemente, el hombre pretende ocupar el lugar de Dios. Desde hace algunos siglos, los avances de la ciencia y de la técnica se han disparado. ¡Eso es bueno! Lo malo es olvidarse de Dios, pensando que no nos hace falta ningún “dios”, que las religiones son un freno para el progreso o que nosotros mismos somos “dios”...
Es necesario entonces mirar de frente nuestra realidad con sus valores y problemas, sus inquietudes y esperanzas, sus conquistas y derrotas: un mundo cuyas situaciones económicas, sociales, políticas y culturales presentan problemas y dificultades cada vez más graves, que además están caracterizadas por la creciente aceleración del cambio. Así como en el campo evangélico crecen juntamente la cizaña y el buen grano, también en la historia de la libertad humana, se encuentran unidos uno al otro y a veces profundamente entrelazados, el mal y el bien, la injusticia y la justicia, la angustia y la esperanza.
Necesitamos, o mejor dicho es apremiante que haya vocaciones de laicado con verdadera conciencia.
El
27 de diciembre
“El discípulo a quien Jesús más amaba”, fue también el más joven de todos y quien acompañó al Señor hasta la cruz. En los libros escritos por él podemos percibir la hondura de su espiritualidad, su Evangelio, los Hechos de los Apóstoles, sus cartas y el Apocalipsis muestran con sinceridad, delicadeza y profundidad lo que el anuncio de la Buena Nueva produjo en un jovencito que tuvo la dicha de conocer a Cristo en la Tierra, Juan no escribe con literalidad, sino que su lenguaje nos lleva más allá de lo visible. Quizá fuese quien más comprendiera el amor, continuamente se expresa en torno a Él y lo subraya como centro de la verdadera vida. Fue llamado a ser su discípulo junto con Andrés, el hermano de Pedro, por medio de Juan el Bautista que bautizaba en el río Jordán y de quien ya eran discípulos. En efecto, cuando Jesús pasaba, el Bautista se lo presentó como “el Cordero de Dios” y de inmediato lo siguieron. Juan se quedó tan impresionado por su encuentro personal con Jesús que nunca olvidó que fue hacia las cuatro de la tarde que Jesús los invitó a seguirlo (cf. Jn 1,35-41).
Jesús le hizo sentir su amistad y su hermandad tan particular cuando, a punto de entregar su espíritu (cf. Jn 19,30), lo quiso asociar de un modo privilegiado al misterio de la Encarnación, confiándolo expresamente a su madre: “aquí tienes a tu hijo”; y encargándole expresamente a su madre: “aquí tienes a tu madre”. (cf. Jn 19,26-27). De los evangelios sabemos que junto con su hermano Santiago -que también será un apóstol- los dos eran pescadores originarios de Galilea, de una zona del lago Tiberíades, y que juntos fueron
Santo
de hoy San Juan apóstol
apodados “los hijos del trueno” (cf. Mc 3,17). Su padre era Zebedeo y su madre Salomé. A Juan lo encontramos en el círculo estrecho de los apóstoles que acompañaron a Jesús cuando realizó algunas de las “señales” más importantes (cf. Jn 2,11) de su progresiva revelación como un tipo de Mesías muy distinto del que el pueblo de Israel se esperaba (Lc 9,54-55). Jesús trataba de hacerles entender que debían transformar su mentalidad ligada a la esperanza en un Mesías violento, semejante a Elías pues, en cambio, él era el Hijo amado del Padre (cf. Lc 9,35), él era el Mesías venido del cielo para comunicar la vida divina en abundancia (cf. Jn 10,10), y que también iba a sufrir el rechazo y las injusticias de parte de los jefes religiosos de su pueblo. El primero en creer en el anuncio de la resurrección, se dice que es el único de los doce que no murió martirizado sino pacíficamente a los noventa y cuatro años de edad, hacia el año cien de la era cristiana en Efeso.
Queremos ver a Jesús
Bruno M.
Rafael y Lucila Rivera Acosta. Laicos en formación y en servicio
Sólo el amor es digno de fe
Hans Urs von Balthasar
Cuando en el siglo XVI Lutero quiso volver al fundamento del cristianismo utilizó el adjetivo «solo»: solus Deus, sola gratia, sola fides, sola Scriptura. En el siglo XX, Balthasar ha propuesto el amor como clave comprensiva: no sólo se revela como fundamento de la teología cristiana, sino como el único lugar donde ésta puede rejuvenecerse y tener credibilidad.
El centro del cristianismo lo constituye el Amor, que es Dios en sí mismo y el origen de toda realidad, que se ha revelado en la cruz de Cristo y ha sido derramado en nuestros corazones por su Espíritu. Sólo el amor, porque es lo único que nos garantiza el todo de la realidad de Dios y del mundo, sin confusión ni separación.
Hans Urs von Balthasar Nació en Lucerna en 1905. Estudió en las universidades de Zúrich, Vienna, Berlín, Múnich y Lyón. Jesuita de 1928 a 1948. Fundó con A. von Speyr un instituto secular. En 1971 fundo con J. Ratzinger y H. de Lubac la revista «Communio». Fue miembro de la Comisión teológica internacional desde su fundación (1968). Murió en 1988, dos días antes de su incorporación al colegio cardenalicio. Algunas de sus obras más destacadas son: El corazón del mundo, Gloria, Luz de la palabra y Quién es cristiano.
Iglesia Universal
ROMA. - Este día, 25 de diciembre, día de Navidad, el Papa Francisco imparte la bendición Urbi et Orbi desde el Vaticano. ¿Qué significa esta bendición papal? “Urbi et Orbi” significa literalmente “a la ciudad (de Roma) y al mundo” y hace referencia a la bendición papal que se extiende a todo el mundo en diferentes ocasiones. Por lo general, suele realizarse el domingo de Pascua y el día de Navidad, aunque también hay otras ocasiones en las que el Papa la imparte de manera excepcional, como puede ser en un jubileo en favor de los peregrinos o en la entronización de un nuevo Papa.
ROMA. - Autoridades civiles inauguraron la Navidad Mexicana en el Vaticano 2022, el invitado de este año es el Estado de Nuevo León. En primer lugar, por la mañana del 14 de diciembre el Embajador de México ante la Santa Sede, Alberto Barranco Chavarría, inauguró junto al gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, la tradicional exposición fotográfica en la Vía de la Conciliación que conduce a la Plaza de San Pedro del Vaticano. Tras la breve ceremonia, que se llevó a cabo bajo la lluvia, las personas presentes pudieron apreciar bailes tradicionales de México.
NUEVO MÉXICO. - Cada vez más cargos electos de Nuevo México están tomando medidas para proteger a los bebés no nacidos en medio de la creciente preocupación por que su estado se convierta en un lugar de destino para los abortos. Los Comisionados del Condado de Lea votaron unánimemente para aprobar una ordenanza de Ciudad Santuario para los No Nacidos - el primer condado en la nación en hacerlo, dijo Mark Lee Dickson, director de Right to Life of East Texas y fundador del movimiento Ciudad Santuario para los No Nacidos. Más de 60 ciudades también han aprobado ordenanzas.
Iglesia de México
MÉXICO. - El domingo 11 de diciembre, la Iglesia católica de México realizó la última jornada de oración, mismas que han venido realizandose a raíz del asesinato de los dos jesuitas de la Tarahumara. Ahora, en víspera de la mayor de las festividades populares religiosas, las parroquias y comunidades están invitadas a orar a Santa María de Guadalupe en señal de agradecimiento por los 491 años en los que Dios ha realizado “las maravillas realizadas en la Nación mexicana”.
MÉXICO.- En encuentro virtual entre las autoridades de Correos de México, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la embajada de México y la Santa Sede, este 12 de diciembre se presentó y canceló un timbre postal en ocasión del 30 aniversario de la relación entre México y el Vaticano como parte de los eventos conmemorativos realizados a la largo de este 2022. Por México, y desde el Palacio Postal, la directora general del Servicio Postal Mexicano, Rocío Bárcena Molina, manifestó el agradecimiento y orgullo del Correos de México por la presentación y cancelación del timbre conmemorativo como orgullo y distinción para que Correos de México participara en esta conmemoración de los 30 años de relaciones entre ambos Estados.
MÉXICO.- Con las festividades del 12 de diciembre, a 491 años de las apariciones, la Iglesia católica en México inició la Novena Intercontinental Guadalupana como preparación a los 500 años de las apariciones en 1531. Como un camino de preparación, este recorrido es parte de los planteamientos del Proyecto Global de Pastoral PGP 2031-2033 como una celebración que se extenderá por nueve años del 12 de diciembre de 2022 al mismo día en 2031. Se pretende convocar a todos los pueblos y comunidades de México, América Latina y El Caribe, Estados Unidos, Canadá, Filipinas quienes tienen especial devoción y patronazgo en la Virgen de Guadalupe.
Iglesia Potosina
SAN LUIS POTOSÍ.- El arzobispo de San Luis Potosí, anunció el regreso de la obligatoriedad del uso del cubrebocas al interior de los templos católicos de la arquidiócesis ya para estas fechas navideñas, con la intención de cuidar a los feligreses ante el aumento de enfermedades respiratorias por las bajas temperaturas de invierno. Luego de encabezar la misa del Día de la Virgen de Guadalupe en el Santuario de Guadalupe, nuestro obispo confirmó que el regreso de la mascarilla es para evitar contagios que pueden ocurrir durante las misas.
SAN LUIS POTOSÍ.- Celebramos la Navidad y nuestro arzobispo, Don Jorge Alberto Cavazos, llamó a no dejarse llevar únicamente por las cosas materiales, pues ese no es el objetivo de la Navidad. “La Navidad, queridos hermanos, toca lo más profundo de nuestro ser pues nos recuerda que somos hijos de Dios, nos ayuda a redescubrir nuestra dignidad, nuestro valor y la dignidad y el valor de los demás, para ser más cercanos y más amables”. Feliz Navidad les deseó de corazón.
07
Por Pbro. Darío Martín Torres Sánchez
Santa Navidad Nace el Salvador
“Mas no habrá siempre oscuridad (…) El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. (…)
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”. De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” (Lc 2, 1-14).
De los cuatro Evangelios, sólo dos se ocupan de Jesús Niño: San Lucas y San Mateo. Cada uno captó un perfil especial de Jesús, y nos heredan una amplia riqueza teológica. Para San Mateo, Jesús es el niño rey. Es en ese Evangelio donde los magos de oriente preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (2,2). Por su parte, San Lucas proclama el nacimiento del niño salvador. Su nacimiento, anunciado a los pastores, es el primer Evangelio, es decir, es la primera buena noticia con el sentido propio del término Evangelio: “…les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, el Cristo el Señor” (2,10). Así, los ángeles son los primeros evangelizadores y los pastores los primeros evangelizados.
“Salvador” es un título cristológico ampliamente usado en la historia del cristianismo, pero sólo San Lucas entre los Evangelios Sinópticos lo emplea. El Cuarto Evangelio también lo empleará (Jn 4,42), al igual que San Lucas, una sola vez. Por otro lado, esto es sólo un ejemplo del escaso uso de este título en todo el Nuevo Testamento. Entre las cartas auténticas de San Pablo, por ejemplo, sólo aparece en Flp 3,20.
Ese apreciado título de “Salvador”, a pesar de su escaso uso en el Nuevo Testamento, es un concepto importante en el Evangelio de San Lucas, de hecho parece ser el pregón más importante en los relatos de la infancia. A lo largo de su escrito, San Lucas empleará otros términos que desarrollarán su significado, principalmente el verbo “salvar” y el sustantivo “salvación”. Antes de Lucas, aunque con menos
insistencia, otros escritores como Marcos o Pablo ya conocían este concepto. San Pablo, por ejemplo, insiste: “trabajen con temor y temblor por su propia salvación” (Flp 2,12).
Importantes serán las otras dos ocasiones en que San Lucas se refiere a Jesús como Salvador, pero no en su Evangelio sino en su segunda obra, el Libro de los Hechos de los Apóstoles: “a éste (Jesús) le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados” (5,31); mientras que en 13,23 lo refiere como “un Salvador suscitado por Dios”, por el cual se anuncia el perdón de los pecados y la total justificación.
De singular importancia será el texto lucano de Hch 4,12 que proclama con solemnidad: “en nadie más existe la salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, por el cual debamos nosotros salvarnos”. Así, San Lucas distingue categóricamente la obra de Jesús de aquélla de los benefactores humanos. Nadie puede otorgar al hombre la salvación sino sólo el nombre de Jesús. De hecho, aunque San Lucas no recurre a ella, la etimología popular del nombre de Jesús es “salvación” (cf. Mt 1,21).
La salvación es así, para San Lucas, el principal beneficio traído por Jesús. La salvación es entendida como una liberación de todo tipo de mal. Implica victoria y restauración, la cual nos hace pasar de un estado de negación a un estado de integridad, singularmente es rescate del pecado para restaurar nuestra relación con Dios, pues “el hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10).
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.
Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto”, (Is. 9, 1-2, 6-7)
Excita, Domine, potentiam tuam, et veni! Con mucha frecuencia, también en nosotros la fe está dormida. Pidámosle, pues, que nos despierte del sueño de una fe que se ha cansado y que devuelva a esa fe la fuerza de mover montañas, es decir, de dar el justo orden a las cosas del mundo, (Benedicto XVI, 20 de diciembre de 2010)
08
Nuestro Semanario La Red, desea a sus lectores una Santa, reflexiva y Feliz Navidad
Magna Festividad en honor a Nuestra Señora de Guadalupe en su Basílica
El pueblo santo de Dios y sobre todo los diferentes grupos apostólicos que prestan sus servicios laicales en la Basílica Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe vivieron con desbordante fervor y evidente júbilo espiritual la magna festividad en dicho recinto mariano, donde llenos de contento y encabezados por nuestro Rector y Párroco, Pbro. Gabino Medina Portales y de nuestro Vicario Parroquial, Pbro. Rodolfo Duarte Ramírez, recibieron al Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe, quien se dignó celebrar tres Eucaristías: la de las tradicionales “Mañanitas”, el pasado domingo 11 de diciembre por las noche, y el lunes 12 de Diciembre la Eucaristía de las 11:00 am y las 12:00 md, siendo ésta última la Misa solemne de la jubilosa concelebración Eucarística.
Con desbordante fervor los Sacerdotes, Religiosas, Laicos y los diferentes Grupos Apostólicos participaron con gran entusiasmo en todos los eventos religiosos en honor a la Morenita.
La Misa de las Mañanitas, se tornó por demás emotiva, así como la Misa solemne de la Festividad, en la que el Jerarca católico dijo que su mayor petición a la Virgen Santísima es que no nos alejemos nunca de su Hijo Jesucristo; que nuestra Madre Santísima nos ha traído a su Hijo que llevó en su seno puro y virginal con profunda ternura maternal, y que ahora nos lo ofrece a cada uno nosotros para nuestra salvación eterna.
Nuestro Pastor dijo que pide a la Virgen purísima, su ternura maternal que desde luego todos necesitamos, ya que la ternura de Dios está depositada en Ella.
Pidió a la Morenita que su ternura maternal sea acogida en cada persona, en cada familia, en cada momento de nuestra vida. “Esa es la principal petición que le he hecho siempre: que su Hijo y Ella estén siempre con nosotros, que no nos alejemos de su amor, de otra forma estaríamos perdidos en las tinieblas del pecado y del mal, ¿qué sería de nosotros sin ellos?.”
Solemnidad a Nuestra Señora de Guadalupe en Bocas, S.L.P.
El pasado 12 de diciembre celebramos a Nuestra Señora de Guadalupe; culminó el docenario en la Parroquia con una peregrinación a la que asistieron las personas que rezaron los 46 rosarios. Además de la presencia muy nutrida de carros alegóricos y numerosos testigos de la procesión.
Acto seguido tuvimos la solemne Celebración Eucarística, que tuvo lugar en la plaza frente al templo, debido a la ya tradicional presencia de tantos fieles. Como cada año, se hicieron presentes las 47 comunidades que la conforman durante el docenario Guadalupano con su entrada de cera. Es una bendición y una oportunidad para reafirmar nuestra fe y veneración a nuestra Morenita del cielo. Este año también se conmemoran 230 años de la imagen de la Virgen de Guadalupe de esta parroquia, la cual se pintó al óleo y fue tocada a la original en 1792.
Por LCC Angélica Maldonado Morales
Festividad a Nuestra Señora de Guadalupe, Corte Primero, Mexquitic, S. L. P.
Parroquia de la Virgen de Guadalupe, Corte Primero con más de 100 años de fe y tradición, una tradición que sigue viva y que se ha conservado por más de un siglo, desde sus danzas de matachines hasta sus fuegos artificiales donde cada año cientos de personas se reúnen para dar gracias a la Madre del cielo por los favores recibidos durante el año, donde las familias que radican en la unión americana entregan una rosa de plata en agradecimiento. Este año contamos con la visita del Sr. Arzobispo Emérito Don Jesús Carlos Cabrero Romero quien celebró la ceremonia Eucarística al mediodía, fue él quien bendijo la Rosa de Plata. Nuestras fiestas siguen vivas gracias a nuestra gente y al amor que le tienen a nuestra Morenita del Tepeyac.
Fiesta en el Santuario del Desierto
El pasado 12 de diciembre se llevó a cabo el tradicional festejo a nuestra Madre Santísima de Guadalupe en su Santuario del Desierto, donde los peregrinos de las diferentes comunidades vecinas muy temprano se pusieron en camino hacia el Desierto, así como la peregrinación del Saucito que año tras año estan presentes en esta gran festividad, fueron recibidos por el Pbro. Guadalupe Alfaro para celebrar la fe con los lugareños.
Para la magna celebración el Pbro. Antonio Esparza que es el encargado del Santuario en compañia de su Vicario el P. Lupe recibieron a nuestro Arzobispo Don Jorge Alberto Cavazos Arizpe quién presidio la Eucaristía y que por vez primera visitaba con gran alegría el Santuario desde su llegada a tierras potosinas.
Don Jorge Alberto agradeció todo el sacrificio que hacen los peregrinos para encomendarse a la Virgencita de Guadalupe; desde los más pequeños hasta los más ancianitos que conlleva desde suspender sus labores y actividades para vivir un día tan especial, así como el ayuno que hacen todos hasta llegar a los pies de la Santísima Virgen.
“Que la Virgen de Guadalupe nos ayude a que sigamos fortaleciendo nuestra fe, nuestra hermandad y también el apoyo a los demás sobre todo a los más necesitados.”
Por Mario Escobar
Por Mauricio Macareno Ramírez
Celebración a Nuestra Señora de Guadalupe, Capilla de Guadalupe
“Que esta Misa y encuentro nos renueve a todos a seguir el ejemplo de San José Sánchez Del Río y San Juan Bautista”
Con gran alegría la Parroquia del Dulce Nombre de Jesús, el pasado 10 de diciembre fue sede del primer encuentro ENDIMON (Encuentro Diocesano de Monaguillos) en la Zona Media con asistencia de tres decanatos, San Rafael Guízar Obispo, San Pío X, San Francisco de Asís, en la que participaron 420 monaguillos, dando inicio con solemne Eucaristía presidida por el Excelentísimo Sr. Arzobispo Don Jorge Alberto Cavazos y sacerdotes que nos acompañan de otras parroquias. El Sr. Arzobispo se dirigió a los monaguillos con gran alegría al ver que con gran fe y disposición ayudan a que el sacerdote pueda ofrecer la Misa a un gran amigo que todos tenemos en común, el Señor Jesús y también a un amigo que nos ha acercado como lo hizo San Juan Bautista, que él va preparando el camino del Señor como es el tiempo previo a la Navidad, que nos prepara para recibirlo, que alegra nuestro corazón.
“San Juan preparó que todos aquellos que trataron a nuestro amigo el Señor Jesús de cerquita lo aceptaran como el salvador, como el mesías, como el enviado, dando testimonio y así ustedes, se portan bien, le ponen buen empeño a su servicio, así fue nuestro nuestro hermano y amigo santo José Sánchez del Río, defendió a Jesús, le costó que lo maltrataran terriblemente con heridas muy fuertes. Quiero invitarles a que este día que se reúnen de muchas partes puedan renovar ese ser buenos amigos de Jesús y que cada vez que se están poniendo sus sotanas ahí en la sacristía puedan decir: ‘Jesús quiero ayudarte, y darte gracias porque me quieres tanto, me acercas a servirte, me tienes mucha confianza’.Eso es lo bonito que Jesús quiere que siempre estés cercas de Él, no vayan a olvidarse de Jesús, es alegría de tu corazón, de tu camino, de tus decisiones, de tu caminar, de hacer bien a los demás y disfruten ese momento con emoción cuando le ayudes a tu sacerdote para tener alegría y fuerza en la Santa Misa”.
Último encuentro del año
El martes 13 de diciembre
finalidad de seguir acompañando a los futuros sacerdotes, se llevó a cabo la última reunión del semestre con los seminaristas de Discipulado (Filosofía) y Configurado (Teología) en nuestro Seminario Guadalupano y Josefino, con motivo de animar y vivificar la vocación sacerdotal, en vísperas de celebrar la Navidad y compartir la vida con nuestras familias en las vacaciones de fin de año.
Invitó a vivir intensamente los momentos en familia, valorando y fortaleciendo tales vínculos que reavivan la vocación. Expresó: “el tiempo de vacaciones, no significa olvidarse de Dios”, exhortando a seguir alimentando la vida espiritual en nuestros hogares en comunión con nuestras familias y vida parroquial. Agradecidos por los momentos fraternos con nuestro Obispo y pastor, seguimos respondiendo con generosidad al llamado de Dios. “Crezcamos en Cristo”.
Domingo 25 de diciembre de 2022
Profra. Guillermina Martínez González
El pasado domingo 11 de diciembre se llevó la solemnidad a la Santísima Virgen de Guadalupe en el templo que lleva su nombre, más conocido como ‘Capilla de Guadalupe’. La Santa Misa fue presidida por Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe y concelebrada por el Pbro. Gerardo Román Picazo Gutiérrez (rector de dicho templo) junto a varios sacerdotes invitados, quienes, junto a la comunidad de este templo se unieron en la alegría que suscita esta advocación tan especial para nosotros como mexicanos.
de 2022, Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe, con la
Por una salud integral…
P. Aarón Escobar Algarín Encargado de la Dimensión de Pastoral de la Salud
Saludos a todos estimados lectores. Seguimos en estas aventuras que nos adentran en la comprensión del ser y quehacer de la Pastoral de la Salud. La semana pasada llegábamos al hecho de que la salud es parte de todos y que entender la salud es considerar una totalidad e integridad: hay dimensiones que se atienden para hablar de la salud, ¿cuáles serán estas?
Más que acudir al catálogo clásico de salud que podemos encontrar en sitios de medicina y en gran variedad de trípticos de las instituciones de salud, quisiera que nos aproximáramos a esta cuestión de la totalidad del hombre desde una base más antropológica. Xavier Zubiri, filósofo español, afirmaba que el ser humano es una sustantividad abierta, es decir que los seres humanos no estamos hechos del todo, nos vamos también edificando, creando, estamos siendo. Pero el hombre no se edifica y crece anárquicamente, tiene una naturaleza que le coloca límites y posibilidades, y desde esta se construye. La naturaleza ha marcado el cause, las dimensiones, donde el ser de cada persona se desarrolla.
Podemos mencionar así cinco dimensiones fundamentales del ser humano, dimensiones en las que hemos de estar atentos, porque nuestra salud es la integridad de estas. La primera de estas dimensiones es que somos en el mundo, es decir, que no podemos ser ajenos a lo que nos contorna, ocupamos un lugar en el mundo y por tanto no somos ni el centro ni la totalidad de este, la salud contempla el lugar que desempeñamos y jugamos en este vasto horizonte que es mundo. La segunda dimensión es nuestro cuerpo, somos seres corpóreos, el cuerpo no es un ornamente que se puede quitar y cambiar, hay un elemento de identidad con él, y por tanto, una buena salud contempla el cuidado del cuerpo. La tercera dimensión concierne a nuestra interioridad, somos con nosotros mismos; así como hay límite hacia el exterior, hay un límite hacia el interior,
y eso nos pone a pensar en la vida profunda, en nuestro conocimiento de nosotros mismos, de nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestro corazón: la buena salud considera también esto. La cuarta dimensión consiste en nuestro vínculo con los demás, somos con y para los otros, y nuestra salud considera nuestras relaciones, nuestra profundidad y solidez en ella, nuestro amor y compromiso. La última dimensión considera el vínculo con un principio absoluto, para nosotros creyentes es Dios, una salud sana e integral también considera la relación con Dios.
Solo hemos enunciado estas dimensiones para hacernos consientes que la salud integral haría referencia a la vivencia un poco más plena, un poco más funcional, un poco mejor de estas dimensiones. Cuando uno solo cuida su cuerpo, pero descuida su corazón nos podemos encontrar ante un peligro: la integridad se ha comenzado a degradar, a fraccionar, y allí comienza una mala salud también. Cuando cuidamos tanto nuestra relación con Dios, pero tenemos en el olvido a los demás y nuestro compromiso con la naturaleza y la creación, allí también comenzamos a fisurarnos, y la salud comienza su declive. La salud integral consiste en tratar de mantener estas dimensiones conectadas, y en ir saneándolas, acrecentándolas. Parte de la gran labor de la Pastoral de la Salud es esto, y para ello, en los próximos artículos, queremos presentarte algunas de las comisiones pastorales que hemos asumido como dimensión diocesana, para intentar responder a la salud como lucha contra el dolor y el sufrimiento, y a la salud como integridad. Que María, Señora de la Salud y Madre Buena custodie la integridad de todos sus hijos. Amén.
en camino! Discípulos misioneros
El Discípulo misionero tiene una memoria agradecida
El Papa Francisco invita a cada cristiano a recordar su historia y cómo fue el encuentro con Jesucristo, recordar aquella inmensa alegría y lo que hace que su mensaje sea siempre novedoso, lo cual implica que no puede haber un olvido de la historia viva que nos acoge y nos lanza hacia adelante. La memoria es una dimensión de nuestra fe que podemos entenderla como la memoria del pueblo de Israel. Incluso recordemos la Institución de la Eucaristía, cómo Jesús nos la deja como memoria cotidiana en la Iglesia.
La alegría evangelizadora siempre brilla sobre el trasfondo de la memoria agradecida. Por ejemplo, los Apóstoles jamás olvidaron el momento en el que Jesús les tocó en corazón: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1, 39). Junto con Jesús, la memoria nos hace presente «una verdadera nube de testigos» (Hb 12,1). Y así recordar a algunas personas que incidieron en la vida de los creyentes por medio del anuncio de la memoria y la historia: «Acordaos de aquellos dirigentes que os anunciaron la Palabra del Señor» (Hb 13,7). A veces se trata de personas sencillas y cercanas que nos iniciaron en la vida de fe. Por tanto el creyente es fundamentalmente «memorioso» (EG13).
Jesús es el motivo de nuestra alegría, pero también es la respuesta a su ternura que mañana tras mañana se renueva. Nos hace bien recordar las palabras del Papa Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»1
Experimentar la alegría de ser discípulos misioneros nos lleva a una determinación consciente en la vida de cada persona: «Somos del Señor», y por tanto Él es quién nos alienta y acompaña en el camino de la vida. No estamos solos, Él va a nuestro lado. Nuestra vida tiene un nuevo sentido a partir de la alegría de encontrarse con Él. Esto exige además una respuesta radical, es decir, ya no se puede seguir siendo igual, porque Él nos ha transformado, pero mejor aún, nos ha mirado con amor y misericordia aun antes de que nosotros lo hayamos mirado a Él. Nuestra historia cobra sentido y es orientada hacia Él. Ésta alegría no es pasajera, sino que llena la vida entera y dignifica a la persona humana, por más grandes que sean los errores y equivocaciones cometidas.
Recordemos que Él nos amó primero, y que nuestro apostolado y servicio a la comunidad eclesial, no es por nuestros méritos, sino más bien, por su infinita misericordia, puesto que nos ha mirado con amor, nos ha amado primero, Él ha tomado la iniciativa. Nosotros tratamos de responderle día a día, a ese amor divino.
Así pues, tengamos fresca la memoria, del recuerdo de que Él, el Señor, ha pronunciado nuestro nombre con sus labios, nos ha llamado a ser sus discípulos misioneros, más aún, ante las adversidades, Él es fiel a su promesa, no nos deja al desamparo, Él también tiene memoria, memoria amorosa, por medio de la cual, nos recuerda su amor.
Finalmente, les invitamos a que cuando vengan momentos de desesperación, tristeza o desolación, recordemos aquellas palabras del Señor: Ven y Sígueme (Mt 4, 19). Recuerda, que a quien seguimos es al Señor, somos sus discípulos misioneros… ¡Hasta la próxima!
1 Carta Encíclica Deus caritas est (25 diciembre 2005)
ponganseencamino@hotmail.com
Pbro. Rafael Quintá
¡Pónganse
Mociones y motivaciones sobre la Pastoral de la Salud
Mar adentro
Citas, opiniones, comentarios
Por: Juan Jesús Priego
A propósito de su Ulises, confesó una vez James Joyce (1882-1941): “He puesto en él tal cantidad de enigmas y confusiones como para inquietar y dar trabajo a los profesores durante siglos, en procura de qué quise decir. Éste es el único modo de asegurarme la inmortalidad”. En efecto, hay partes en el Ulises que son francamente ilegibles. Por eso, practicando el arte de la renuncia, he hecho el libro a un lado y me he puesto a leer otras cosas. ¡Pobre James Joyce! ¿Qué me importa a mí lo que quiso decir? Y, por lo demás, no pienso pasarme los años de mi vida, tan escasos, tratando de entender lo que quiso o no decir. ¡Es tan corta esta vida! La confesión de James Joyce me hace sonreír por su ingenuidad, pero me hace recordar lo que una vez advirtió Sören Kierkegaard (1813-1855) a un joven esteta que se daba aires de enigmático: “Sé sencillo. Tú quieres parecer oscuro. Date cuenta que hay millones de personas en este mundo a quienes no les interesa descifrar tu enigma”. * * *
“Sólo se aprende a escribir un libro escribiéndolo –dice André Maurois (1885-1967) en una de sus Cartas a la desconocida-. En este oficio, como en todos, es preciso, tras una breve deliberación, arrojarse al agua”. La deliberación, pues, debe ser breve. El que dedica demasiado tiempo a pensar en qué es lo que va a escribir –y, por extensión, en lo que va a hacer-, no escribirá nunca nada –ni hará nada en la vida, tampoco-. Tenía razón Alain (1868-1951), el filósofo francés, cuando definió en su día: “La pereza consiste en un deliberar sin fin”. De Alain es también esta frase verdadera: “Nada tarda tanto como aquello que no se empieza”. * * *
“En la Iglesia –aclaró Bossuet (16271704) un día- hacemos los panegíricos de los santos menos para celebrar sus virtudes, que ya están coronadas, que para aprovecharnos de sus ejemplos”. * * *
“¡Qué difícil es que un rico se salve!” (Lucas 18, 24), exclamó una vez Jesús para prevenir a sus discípulos. Y, comentando estas palabras, advirtió a sus oyentes el gran Bossuet: “No me digáis que la frase evangélica tiene poco que ver con vosotros porque no sois ricos. Si no lo sois, queréis serlo, y la maldición de las riquezas cae tanto sobre los que ya las tienen como sobre los que las anhelan”. *
De San Serafín de Sarov ((1759-1833) es este criterio de discernimiento espiritual: “Cuando el hombre recibe en su corazón algo divino, se regocija; cuando es algo demoníaco, se inquieta”. De esto se deduce: si el pensamiento que te ha asaltado hace que abras las alas y eches a volar, feliz de la vida, este pensamiento, no lo dudes, viene de Dios; si, por el contrario, te deprime, te abate y te hace morir de miedo, ese pensamiento, tampoco lo dudes, viene del Maligno. ¿Quieres, pues, vencer al enemigo? Es muy sencillo: no consientas los pensamientos tristes. * * *
Una mujer, mientras se lleva a los labios por la mañana su primera taza de café, piensa en su hijo, que se ha ido a estudiar a la lejana Ucrania. “¡Dios mío! –gime desconsolada-.
¿Qué va a ser de él? ¿Qué va a pasarle allá? ¿Y si se muere de frío? ¿Y si coge una pulmonía? He oído decir que allá los fríos son inclementes. ¡Oh, pobre hijo mío!”. Según San Serafín de Sarov, este pensamiento no puede venir más que del diablo. Vendría de Dios si la mujer se dijera: “¡Qué dicha la de mi niño! ¡A mí también me hubiera gustado, cuando era joven, conocer Ucrania! ¡Y Kiev, la capital! Dicen que es una ciudad muy bonita, pero yo tengo que resignarme a no conocerla más que a través de los cuentos de Chéjov. La próxima vez que hable con Pablo le diré que, por si no lo sabe, es un muchacho muy afortunado”.
En uno de sus libros, Jean Guitton (19011999) reproduce a retazos un diálogo que sostuvo con su maestro el padre Pouget a propósito de la persona de Jesús: «“Cristo –le dijo éstetuvo una túnica de una pieza y probablemente usó sandalias. No usaba sombrero, pero sí larga cabellera. No se sabe de nada que llevara en la cabeza, a excepción de la corona de espinas”. El hecho de esa sola túnica le llenaba de contento, pues él sólo tenía una sotana. Y recuerdo muy bien el gozo con que citaba los consejos que diera Jesús a sus apóstoles cuando les envió en misión por primera vez “sin impedimenta y con el aparato de la pobreza”. “Y vea usted”, me seguía diciendo, “no debían saludar a nadie, pues cuando la gente se encuentra en el Oriente no termina nunca de hablar”. La multiplicación de los panes le inspiraba esta observación: “Pan y peces, los alimentos de los pobres”».
De Guitton es también esta afirmación: “No me escandaliza que los antiguos hayan representado a sus dioses con formas de animales. Me parece que la serenidad de los animales es la imagen que conviene a lo divino”. ¿Hay algo más tranquilizador y más inmóvil que una iguana tomando el sol? La iguana no tiene prisa; apenas se mueve. ¡Tal vez el señor haya creado a las iguanas con el único fin de enseñarnos el arte de la quietud, la profesión del reposo!
“Como siempre, los libros siguen siendo consoladores, naves ligeras y seguras a través del tiempo y del espacio… Mientras se tenga un libro en la mano y la libertad de leerlo, una situación no puede ser desesperada” (Ernst Jünger).
Chesterton y lo razonable o no de alegrarse en Navidad
Un inteligente y clarificador texto del genial G. K. Chesterton
“La gente está perdiendo la capacidad de disfrutar la Navidad porque la ha identificado con el regocijo. Una vez que han perdido de vista la antigua sugestión de que es por alguna cosa que ocurre, caen naturalmente en momentos en los que se preguntan con asombro si es que ocurre algo de verdad.
Que se nos diga que nos alegremos el día de Navidad es razonable e inteligente, pero sólo si se entiende lo que el mismo nombre de la fiesta significa. Que se nos diga que nos alegremos el 25 de diciembre es como si alguien nos dice que nos alegremos a las once y cuarto de un jueves por la mañana. Uno no puede ser frívolo así, de repente, a no ser que crea que existe una razón seria para ser frívolo.
Un hombre podría organizar una fiesta si hubiera heredado una fortuna; incluso podría hacer bromas sobre la fortuna. Pero no haría nada de eso si la fortuna fuera una broma. No sería tan bullicioso si le hubieran dejado puñados de billetes bancarios falsos o un talonario de cheques sin fondos. Por divertida que fuera la acción del testador, no sería durante mucho tiempo ocasión de festividades sociales y celebraciones de todo tipo. No se puede empezar ni siquiera una francachela por una herencia que es sólo ficticia. No se puede empezar una francachela para celebrar un milagro del que se sabe que no es más que un engaño de milagro.
Al desechar el aspecto divino de la Navidad y exigir sólo el humano, se está pidiendo demasiado a la naturaleza humana. Se está pidiendo a los ciudadanos que iluminen la ciudad por una victoria que no ha tenido lugar.
Los niños todavía entienden la fiesta de Navidad: algunas veces festejan con exceso en lo que se refiere a comer una tarta o un pavo, pero no hay nunca nada frívolo en su actitud hacia la tarta o el pavo. Y tampoco hay la más mínima frivolidad en su actitud con respecto al árbol de Navidad o a los Reyes Magos. Poseen el sentido serio y hasta solemne de la gran verdad: que la Navidad es un momento del año en el que pasan cosas de verdad, cosas que no pasan siempre”.
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25 de diciembre de 2022
Domingo
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Dios preparó un portal... ¿Qué tenemos que hacer?
“Dios empezó a mirar el mundo desde aquí abajo, a través de la pupila asombrada de un Niño” (Enrique Monasterio). Lo que sucedió hace 21 siglos en Belén –el nacimiento de Cristo- es infinitamente superior a la creación entera. Nunca había sucedido nada más grande ni sucederá, porque el hecho de que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se dispusiera a hacerse hombre lo supera todo. La Historia Universal gira en torno al hecho más importante: la venida de Cristo al mundo en Belén de Judá.
Al principio Dios quiso poner un pesebre y creó el universo para adornar la cuna. “La Navidad no es un aniversario, ni un recuerdo. Tampoco es un sentimiento. Es el día en que Dios pone un belén en cada alma. A nosotros sólo nos pide que le reservemos un rincón limpio (...) que abramos las ventanas y miremos al cielo por si pasaran de nuevo los Magos; que son verdad, que existen, y vienen siguiendo la estrella de entonces, camino del mismo portal” (Cf. E. Monasterio, El Belén que puso Dios, Ed. Palabra, España 1996, p. 9).
El nacimiento de Cristo es un hecho histórico, algo que ha sucedido de verdad y se ha convertido en acontecimiento. Es asombroso como esa noche en el establo, en esa cueva, percibida por los pastores a raíz del mensaje de los ángeles, Dios vino al mundo en persona.
A la hora del parto de Santa María, un rayo grandísimo de luz inundó todo el espacio, y el Niño nació sin lastimar a su Madre, como pasa un rayo de sol a través de un cristal, dejándolo intangible. Nació un Niño hermosísimo, llorando.
—¿Por qué llora, Madre mía?—, preguntaría más tarde una pastorcita.
—Por lo que sufrirá Jesús por el ser humano.
En ese momento bajaron miles de Ángeles a adorar a Dios hecho Niño. ¡Qué regalo tan precioso dio el Padre Eterno al mundo! ¡Qué maravillas hace Dios que hasta los animales, en el pesebre, se hincan ante su Creador! Ayuda mucho hacer un rato de oración frente al Nacimiento para darnos cuenta de que Dios pide algo a cada uno. Sólo darme por entero, sin reservarme una parte, responde plenamente a la dignidad humana.
Belén significa “Casa del pan”, como sabemos. Y María nos dio el Pan de vida. Santa María fue el primer Sagrario del mundo. El sagrario es el modo que Dios inventó para estar con nosotros.
Nuestro asombro es mayor cuando descubrimos que Dios se ha hecho miembro de la familia humana para que los hombres fuéramos de la familia divina. Así lo dice San Juan: “Ved qué amor ha tenido el Padre que nos llamamos hijos de Dios, y lo somos” (1 Jn 3,1). El misterio de la grandeza se Dios se manifiesta precisamente en su capacidad de humildad. Nos enseña que lo grande es ponerse al servicio de los demás. Aceptarlo es y seguirá siendo una revolución.
La deuda que por ello los hombres contraemos es impagable. Lo que anunció el profeta Ezequiel: “Yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él... Yo mismo apacentaré mis ovejas” (34, 10-16), se cumple al pie de la letra cuando Jesús dice que él es el Buen
Pastor. Hablar de la Navidad es tartamudear acerca del misterio.
Dios está muy cercano, pero “Jesús no vino a ponernos las cosas fáciles”, dice Benedicto XVI, sino que arroja fuego a la tierra, el fuego del Espíritu Santo. La paz que trae Jesús “nos arranca de nuestras comodidades impulsándonos al combate, a sufrir por la verdad. Sólo así puede surgir la paz verdadera frente a la paz aparente (...) Porque la primera obligación del cristiano no es el , sosiego, sino defender la grandeza que Cristo nos ha regalado, y esto puede convertirse en un sufrimiento, en una lucha hasta llegar al martirio, y precisamente así es pacificador” (Dios y el mundo, p. 210).
El Papa Benedicto, en una Navidad dijo: “El Omnipotente se hace Niño y pide ayuda y protección; su modo de ser Dios pone en crisis nuestro modo de ser hombres; su llamada a nuestras puertas nos interpela, interpela nuestra libertad y nos pide que revisemos nuestra relación con la vida y nuestro modo de concebirla (...). Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él!”.
El Mensaje de Navidad de 2015 del Papa Francisco dice así:
Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma. El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida. Los adornos de Navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida. La campana de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir. Eres también luz de Navidad cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, la alegría y la generosidad.
Los ángeles de Navidad eres tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor. Eres también los Reyes Magos, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien. La música de Navidad eres tú, cuando conquistas la armonía dentro de ti. El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo de todo ser humano. La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos. La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y reestableces la paz aun cuando sufras. La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado. Tú eres, sí, la Noche de Navidad, cuando humilde y consciente recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruido ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de confianza y de ternura en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti. Una muy feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad.
Gillaume Derville escribe: “El Verbo se hace carne y lo contemplamos niño: “infans”, en latín, lo que significa literalmente “que no habla”. La Palabra no sabe hablar. El silencio de Dios invita a la adoración. Isaías había profetizado: “En el silencio y en la esperanza residirá vuestra fortaleza”; y Benedicto XVI comenta: “Las circunstancias adversas son misteriosamente ‘abrazadas’ por la ternura de Dios” (Verbum Domini, 106).
VÍCTOR CORCOBA HERRERO/ Escritor corcoba@telefonica.net
(Despojarnos y compartir, desvivirse por vivir, ponernos en camino y darnos a los demás; permanecer en guardia para abrigar la euforia que nos llena de entusiasmo, pues todo se concilia y reconcilia con la presencia de Jesús, que nacerá por nosotros, para ayudarnos al reencuentro de pulsos y a sentir la placidez de sus pausas).
I.- CON LA ESCUCHA DEL ANUNCIO CELESTE
Hay que prepararse para la gran noticia, tener el valor y la valentía de repararse, tomar silencio para desarticular sonidos, aislarse para poder comprender la voz; que no vocifera, sino que nos apacigua.
Anidemos la calma para ser colmados, conservemos la energía de la escucha, vayamos hacia la presencia de la luz, regresemos a nuestro mundo familiar, que la estrella va próxima a nosotros.
La invitación no es un mensaje vacío, germina poblada de gozos y virtudes; es una súplica a una reforma interna, un rescate a nuestros propios andares, una huida de lo frívolo que nos somete.
II.- CON LA SABIDURÍA QUE NACE EN BELÉN
Todo alumbra de los labios del Padre, aunque descansa envuelto en pañales, dentro de un pesebre y sin hacer ruido; pues esta dulce cognición paradisíaca, tomó un rostro humano que nos eleva.
Hemos de alabar tanto Amor esparcido, que hoy vierten los versos de los poetas, y manifiestan también las obras de arte, para que el mundo no oculte la mística, de acogerse a Cristo y recogerse alegre.
Vive la esperanza, el júbilo es grande; deja que la Divina Majestad nos redima, halle en cada uno de nosotros el calor del enganche, con un corazón abierto, para que Él nos ensanche de sus dones.
III.- CON LA JUVENTUD ETERNA DEL ESPÍRITU
El regocijo mayor está en rejuvenecerse, en alcanzar el aliento del niño naciente, en no confundirse de signo y orientarse, en saber llegar al cobertizo de los pobres, para talarnos de las cosas de aquí abajo.
Con la lozanía de la búsqueda, el deleite se acrecienta con la expresión del deseo, pues hallado el místico verbo como guía, para conducirnos y reconducirnos en paz, no harán falta más armas, tan sólo almas.
En esta vida todo espiga en el donarse; uno sonríe si el otro que va contigo ríe, solloza menos si alguien bebe tus lloros; y ahora que el Señor alumbra su venida, mueran desdichas y renazcan las dichas.
Martha Morales
Navidad y familia
La familia se constituye por la unión de los esposos que normalmente se convierten en padres. Varón y mujer, creados en igualdad de dignidad fundamental, son distintos para ser complementarios.
Van muy unidas. La fiesta de Navidad reúne a toda la familia. La fiesta de Navidad es una fiesta de familia. El Hijo de Dios al hacerse hombre se ha hecho miembro de la familia humana y de una familia doméstica. Jesucristo ha santificado la familia.
La familia humana tiene como referencia la comunidad trinitaria. Jesucristo nos ha revelado que Dios es familia, son tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que viven felizmente en el hogar trinitario, el cielo. Y a ese hogar –dulce hogar- convocan a cada persona que viene a este mundo. El Hijo de Dios, segunda persona de Dios, Jesucristo, ha venido a este mundo para llevarnos a esta relación de amor, dándonos su Espíritu Santo. Nuestro destino es entrar en comunión con las personas divinas, ya en este mundo y para toda la eternidad. Más aún, lo que nos constituye en personas es precisamente esta relación. Se trata de vivirla conscientemente y disfrutarla.
Y un icono viviente de esa comunidad trinitaria es la santa Familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José. La entrada en la historia humana de Jesús se ha producido en el seno de una familia humana, con un padre, una madre y un hijo. Y han vivido de su trabajo, en el hogar familiar donde se ejercitan las virtudes domésticas por los lazos del amor de unos con otros. Bien es verdad que la santa Familia de Nazaret es una familia muy singular, pero es modelo para todas las familias por el servicio mutuo, la convivencia, el amor e incluso el cariño y la ternura de unos con otros.
La familia se constituye por la unión de los esposos que normalmente se convierten en padres. Varón y mujer, creados en igualdad de dignidad fundamental, son distintos para ser complementarios. Cuanto más
varón sea el varón, mejor para todos en la casa. El aporta particularmente la cobertura, la protección y la seguridad. El varón es signo de fortaleza, representa la autoridad que ayuda a crecer. La mujer tiene una aportación específica, da calor al hogar, acogida, ternura. El genio femenino enriquece grandemente la familia. Cuanta más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en la casa. Esa complementariedad puede verse truncada por la falta de uno de ellos, y la familia más amplia –abuelos, tíos- puede suplirla.
La unión complementaria de los esposos los convierte en administradores de la vida. Del abrazo amoroso de los esposos, proceden los hijos. Todo hijo tiene derecho a nacer de ese abrazo amoroso, que no puede sustituirse nunca por la pipeta de laboratorio (fecundación in vitro). Precisamente porque la persona se constituye por la relación –así nos lo muestran las personas divinas-, el hijo tiene derecho a proceder de una relación de amor entre sus padres, y nunca como fruto de un aquelarre químico de laboratorio. Hay muchos que piensan en el derecho a tener un hijo, como si el hijo fuera un objeto, mientras que el hijo es siempre un don, un don de Dios, fruto de la relación amorosa de los esposos, que se abren generosamente a la vida. Todo tipo de fecundación artificial (inseminación artificial y anónima, fecundación in vitro homóloga o heteróloga) rompe esa armonía de la creación por la que los hijos vienen al mundo como personas, fruto de una relación personal de amor entre los esposos.
Los esposos y padres se prolongan en los hijos y, a su vez, son fruto de los abuelos que tienen hoy una importancia enorme en el equilibrio de la sociedad contemporánea. Los niños y jóvenes son el futuro, los abuelos son la memoria del pasado. Todos juntos forman la riqueza de la familia.
El Discernimiento Evangélico de la Realidad Social
P. Azarías
Mediante el discernimiento evangélico de la realidad es que la iglesia trata de discernir las opciones y compromisos que convienen asumir para realizar las trasformaciones sociales, políticas y económicas que se consideran de urgente necesidad en casa caso (cfr. Directorio para la Pastoral Social en México no. 414).
Tal método es una verdadera experiencia espiritual de encuentro con Jesucristo vivo y presente en la historia; es una experiencia que nos lleva a la conversión, a la comunión y a la solidaridad. En este encuentro con Jesucristo, el apóstol de la Pastoral Social lo hace de manera evidente con los pobres, pues es allí donde se identifica Cristo, y de tal encuentro se implica un proceso personal de reencuentro y reconciliación con Dios, de reincorporación a la comunidad y de compromiso social, la búsqueda del perdón a través del arrepentimiento sincero y profundo, el propósito de enmienda, el rechazo del mal y del desorden y el rescate de los valores perdidos. Hay una cualidad esencial en el discernimiento, el cual supone que hay que realizarlo mediante una actitud creyente, de fe y esperanza, con la capacidad de mirar la realidad de forma contemplativa. La Iglesia propone tres pasos esenciales: Conocer la realidad (ver), a la luz del Evangelio (juzgar) y discernir las opciones y asumirlas (actuar).
¿Qué implica conocer la realidad?
• Analizar la realidad donde estamos inmersos: lo que acontece alrededor, qué pasas en la sociedad y cómo lo vive las personas
• Descubrir las causas y consecuencias, personales y estructurales, de las situaciones y tratar de desenmascarar las contradicciones que la sociedad tiene y que generan estructuras de pecado
• Lo que beneficia o perjudica a la sociedad y quienes provocan esos males
• La realidad analizada se asume desde el Evangelio para transformarla y mantener atención constante y permanente, para que a través de ello se pueda buscar una vida más digna
• Como fruto del análisis de la realidad se requiere hacer un diagnóstico para saber qué es lo que se ha de asumir.
¿Qué implica que las situaciones se asuman a la Luz del Evangelio?
• Comparar la realidad y sus situaciones, con aquello que de acuerdo a la revelación, hay como designio de Dios y tratar de cambiar las cosas
• Escuchar y conocer la opinión de los diferentes grupos sociales y establecer vínculos para trabajar juntos en la procuración de hacer presente el reino de Dios
• Debemos expresar cómo nos gustaría que fuera la sociedad a la luz de la vivencias de los valores del reino
• Proponer alternativas y comprometerse religiosa y civilmente
¿Qué implica discernir las opciones y asumirlas?
• Desarrollar acciones con objetivos y metas claras, y especificar nuestro aporte eclesial.
• Platear las denuncias, las reivindicaciones, las acciones educativas y organizativas.
• Caer en la cuenta que nuestro discernimiento evangélico tiene un dinamismo evangelizador, que partiendo de la realidad, la confronta con el Evangelio y con la enseñanza de la Iglesia, para descubrir lo que dios quiere de nosotros aquí y ahora.
• El punto de llegada del discernimiento evangélico debe ser el compromiso con la realidad para transformarla.
Pastoral de la familia Pastoral penitenciaria 15
Monseñor Demetrio Fernández
Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caigan sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cúbrannos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?” Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él (Mt 23. 26-32).
Luego de todos los juicios a que Jesús fue sometido, finalmente, sin una sentencia previa, puesto que al final hemos visto que Pilatos se rindió ante las presiones de los sumos sacerdotes, Jesús fue tomado por los judíos, con la aprobación de Roma, para ser crucificado. Y Jesús cargó con el madero de la cruz con rumbo al monte de la calavera, en donde finalmente sería crucificado.
En ese camino iban diversas personas. Aparte de Jesús, se supone que iba una muchedumbre. Antes las muchedumbres se reunían y rodeaban a Jesús para escucharlo. Pero sabemos que eran otros personajes. En efecto, quienes seguían a Jesús y creían que era el Mesías, no eran estos alborotadores de la gran Jerusalén. No. En realidad, quienes seguían y escuchaban a nuestro Señor Jesucristo, eran en su mayoría galileos y gente de las afueras de Jerusalén. También eran sus seguidores de la región cercana al Jordán, Samaria y otros lugares. Pero de Jerusalén eran muy pocos con toda seguridad.
Las personas que iban en la muchedumbre seguían a Jesús, pero no por la fe en él ni en sus palabras de vida eterna. Ahora seguían a Jesús porque iba a ser crucificado. Iba una multitud del pueblo, dice san Lucas; una multitud del pueblo de Jerusalén, una multitud de personas que no conocían a Jesús o no lo habían querido escuchar. Jesús siempre tuvo razón. Él sabía que los habitantes de la ciudad santa eran de cabeza dura, de corazón endurecido. Alguna vez, como ya hemos meditado, él lloró por Jerusalén, justo antes de ingresar a aquella ciudad gloriosa, la cual en pocos años quedaría reducida a ruinas, hasta la actualidad.
En otros tiempos, las multitudes que se reunían en torno a Jesús acudían a escuchar sus hermosas palabras y a aprender su doctrina del reino de los cielos. Todo mundo escuchaba su bella voz que consolaba, que era verdadera palabra de Dios, mensajes celestiales para todos los que quisieran alimentarse de esta sabiduría enseñada con sencillez. En aquellos días, las multitudes callaban para escuchar cada palabra que salía de la boca de Jesús, y sus corazones ardían de esperanza y de alegría.
Pero esta vez no era Jesús quien hablaba, quien predicara palabras celestiales llenas de consuelo y de paz. ahora tampoco había milagros que presenciar. Solo un hombre preso, conducido a un monte perverso, que hubo sido desde hacía algunos años, el lugar de la muerte para los enemigos del imperio. Jesús ahora no predicaba ni una sola palabra. Iba en silencio, cargando aquella cruz, tan pesada como los pecados del mundo entero.
Las multitudes que lo seguían esta vez no eran de discípulos, no eran personas con hambre de
escuchar palabras de esperanza ni consuelo, ni paz. allí caminaban personas que insultaban, que vociferaban en contra de aquel que solo tenía bendiciones en sus labios. Estos habitantes de Jerusalén tenían solamente hambre de sangre. Querían ver el espectáculo de la muerte de un hombre, al que tenían por criminal. ¡Qué paradoja! El único inocente en aquel camino era precisamente aquel señalado como culpable, y que entregaría su sangre, toda, para el perdón de los pecados. Pero aquellos hombres y mujeres de Jerusalén no lo sabían, ni lo creían, ni les importaba, ellos iban solo a ver morir a un hombre.
También iba por el camino un hombre de Cirene, llamado Simón. Él venía de su trabajo, iba tranquilamente a su casa. A él no le importaba para nada aquel espectáculo; solo quería llegar a descansar, ver a sus hijos, a su mujer, comer una sopa caliente y acaso dormir una buena siesta. Pero fue obligado a llevar la cruz de aquel condenado a muerte. Acaso no se tratase de un buen gesto de los soldados que custodiaban aquella peregrinación, sino que quizás Jesús iba totalmente cansado, imposibilitado para seguir cargando aquella cruz, luego de recibir azotes, bofetadas, palazos desde la noche anterior. Y aquel hombre de Cirene tomó la cruz. Seguramente a él no le pesaba tanto, pues él no cargaba los pecados del mundo, solo un madero. En efecto, los pecados del mundo que están simbolizados en la cruz, solo los puede cargar uno: Jesús. Como sea, fue un alivio para Jesús que alguien tomara la cruz un momento, un tramo de aquel camino sangrante. No se trata de que aquel cireneo tomara el lugar de Jesús momentáneamente; nadie puede tomar el lugar de Jesús. El cireneo no iba a ser crucificado, sino Jesús, a quien ayudaba un poco a cargar aquella cruz. Sí, aquel hombre llevaba una cruz que no era suya; a él no le daban latigazos, no era fustigado, ni insultado, ni golpeado por nadie. Solo llevaba sobre sus hombros un madero sangrante, solo eso.
Iban por el camino, además de la multitud y Simón de Cirene, los soldados y, desde luego, los sa-cerdotes, pues querían asegurarse de que Jesús, efectivamente, fuese ejecutado; también iban algunas mujeres buenas, que lloraban por Jesús. Ellas sabían de quién se trataba: era el Mesías. Ellas se quedarían con Jesús hasta el último momento.
Las mujeres que acompañaban a Jesús, lloraban por él, pero Jesús les aconsejaba que no lo hicieran por él sino por ellas mismas y por sus hijos. Hasta en los momentos más difíciles Jesús tenía buenas palabras, consuelo y amor.
Estas buenas mujeres que lamentaban la inminente muerte de Jesús eran, según se dice aquí,
hijas de Jerusalén. Podemos saber, entonces, que, por lo mismo, no eran galileas como la mayoría de los discípulos de nuestro Señor. Pero, ¿quién dijo que Jesús no tenía discípulos en Jerusalén? Por supuesto que los había. En efecto, podemos saber por los evangelios que había personas que creían en Jesucristo aun en la misma ciudad santa. Uno de ellos era Nicodemo, uno que, como sabemos, intercedió por Jesús alguna vez que se conspiraba contra él, alegando que la ley judía no condena a nadie sin antes escucharlo. Él lo decía porque, en efecto, él mismo había escuchado a Jesús y lo tenía como maestro suyo, aunque a escondidas de los demás fariseos y escribas. Otro de ellos era José de Arimatea, quien, a su vez, cuando Jesús hubo muerto, fue a pedirle a Pilatos el cuerpo para poder sepultarlo dignamente. Este José era un hombre justo y que practicaba la misericordia. Algunos de los discípulos de Jesús también eran judíos, como Mateo, que era recaudador de impuestos. También Jesús tenía amigos de la región de Judea, como lo sabemos, Lázaro y su familia, que son de Betania, cerca de Jerusalén. ¿cómo no habría de tener discípulos Jesús, cuando recorrió prácticamente toda la tierra santa? El problema era, no Judea, sino el centro de todo el pueblo judío: la gran Jerusalén, la ciudad del Santo.
Dice san Lucas que también iban con él dos ladrones, los cuales iban a ser crucificados juntamente con Jesús aquella tarde. Esto es interesante. Se supone que la muerte de cruz era reservada para los que atentaban contra el imperio romano, esto es, para los que cometían el delito de sedición, no era un castigo para ladrones. Esto fue otra injusticia cometida aquella ocasión. Mientras soltaron al tal Barrabás, quien sí merecía este ignominioso castigo, eran llevados a la cruz dos ladrones, presos por delitos comunes y no criminales contra el Estado; iba a ser crucificado, sobre todo, el Señor que bajó del cielo, el inocente, el cordero que se entregó para el perdón de los pecados.
El camino se hacía cada vez más pesado mientras llegaban a la cima del monte de la Calavera. En unos momentos sería crucificado un hombre, el hijo de Dios, nacido de María. Y no se recordaría el nombre de ningún otro crucificado en ese lugar, sino el de Jesús. Aquel monte, aquella manera de dar muerte a cualquiera, ahora significa para el mundo, solamente un hecho: Jesús murió allí; Jesús murió en una cruz. y lo que parecía un castigo antes, ahora es bendición. Antes significaba una muerte vergonzosa. Pero desde entonces será la cruz, en el ambiente cristiano, un símbolo de heroísmo, de vida, de fecundidad. Jesús nos salvó en la cruz.
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Palabra de Dios
Del santo evangelio según san Juan (1,1-18)
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: sel que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
“Hemos visto su gloria” (Jn 1)
Cristo debía venir en nuestra carne; era Él, no otro, ni un ángel ni un mensajero, era Cristo mismo que tenía que venir para salvarnos (Is 35,4)… Había de nacer en una carne mortal: un niño pequeño, recostado en un pesebre, envuelto en pañales, amamantado; un niño que crecía con los años y al final murió cruelmente. Todo esto es testimonio de su profunda humildad. ¿Quién nos da estos ejemplos de humildad? El Dios altísimo.
¿Cuál es su grandeza? No la busques en la tierra, sube más allá de los astros. Cuando llegues a las regiones celestiales, oirás decir: sube más arriba. Cuando hayas llegado hasta los tronos y dominaciones, principados y potestades (Col 1,16) aún oirás: sube más arriba, nosotros somos meras criaturas; “Todo fue hecho por ella” (Jn 1,3) Levántate, pues, por encima de toda criatura, de todo lo que ha sido formado, de todo lo que ha recibido su existencia, de todos los seres cambiantes, corporales o espirituales. En una palabra, por encima de todo. Tu vista no llega alcanzar la meta. Es por la fe que te tienes que elevar, ya que ella te conduce hasta el creador… Entonces contemplarás “la Palabra que estaba en el principio”…
“La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Todo fue hecho por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto llegó a existir. En ella estaba la vida” (Jn 1, 1-4).
Esta Palabra ha bajado hasta nosotros. ¿Qué éramos nosotros? ¿Merecíamos que llegara hasta nosotros? No, éramos indignos de su compasión, pero la Palabra se compadeció de nosotros.
José Armando Ruiz Contreras
1° de Te ogía La familia, sagrada comunidad de amor
Buen día lectores del periódico La Red, les saludo con gusto, esperando que se encuentren con salud y bienestar en su vida. Mi nombre es José Armando Ruiz Contreras, seminarista de primer año de Teología, en el Seminario Mayor Guadalupano Jose no de San Luis Potosí. Con mucho gusto les comparto, por medio de estas letras.
Queridos lectores, como católicos sabemos que la Navidad es la llegada del Hijo de Dios a los hombres para ser nuestro Salvador y Señor. Este hecho nos abre las puertas para la salvación de todos los hombres. Jesús no se suscitó en el mundo por sí solo, sino que quiso nacer en el seno de una familia, nació de Santa María Virgen y San José, que comúnmente denominamos o conocemos como la Sagrada Familia.
Es importante saber que Jesús quiso nacer en una familia ya que la familia es una comunidad de amor, un santuario de vida y ambiente de humanidad, todos estamos llamados al amor y es en la familia donde encontramos este amor. Todo amor, toda belleza, toda verdad, que Dios tiene en sí, la entrega a la familia. Y se es verdaderamente una familia cuando se es capaz de extender los brazos y recibir todo ese amor.
Dios nos envió a su Hijo por medio de una familia, y pudo hacerlo porque esa familia tenía el corazón abierto al amor. Jesús nace en el seno de una familia, Jesús, José y María que se nos presenta como el modelo perfecto del hogar cristiano. José representa la calma y la serenidad para actuar obedeciendo aquello que Dios le pide. María representa a la mujer modesta, humilde y dócil al Espíritu. Jesús representa al Hijo obediente, Él es la voluntad del Padre. Los tres, Jesús, José y María, representan una respuesta armoniosa a la voluntad de Dios.
En esta navidad abramos nuestros brazos, para que, a la luz del nacimiento de Jesucristo, y de la Sagrada Familia, fortalezcamos los lazos de unidad y amor en nuestras familias. Que a la luz de la Sagrada Familia podamos imitarla siendo un hogar donde demos cabida a Dios y que sea Él, el centro de nuestra familia, para que seamos hogares luminosos y alegres.
Me despido de ustedes queridos amigos, deseándoles lo mejor en esta Navidad, que en nuestras familias nunca falte la paz, la armonía y el amor que nos trae el nacimiento del Niños Jesús. ¡Felices estas!
17
Educando para el amor
Factores integrantes de la doctrina social de la Iglesia La esperanza en el Nazaret de cada familia
M.
La mentalidad contraceptiva, mentalidad contra la vida humana naciente, es el tema que los jefes de Estado han propiciado para aliviar la carga económica. Más que el crecimiento demográfico es el abuso de los bienes naturales a manos de la tecnología y consumo humano. Por encima del crecimiento demográfico deben medirse los costos ético-morales que degradan a la sociedad y que dejan aún más altos costos económicos. Para los jefes de Estado, en “La Conferencia de El Cairo”, san Juan Pablo II, entregó un mensaje a la señora Nafis Sadik, secretaria de esa “Cumbre”, en el que los invitaba a “valorar con <exactitud y objetividad> los problemas demográficos para que los principios éticos fueran los que determinaran las iniciativas demográficas”. Si el ser humano en cuanto tal no tiene una dimensión ética, le es imposible justificar una dimensión moral dentro de la estructura de la existencia humana. Para llevar a cabo el trabajo de fundamentación de la eticidad dentro de ella, debe partirse de esquemas respecto de <valores sociales>. Los mandamientos que conocemos como “la ley de Dios” y que nos fueron revelados en la Biblia, en esencia, son “ética natural”; “al mismo tiempo que nos enseñan la verdadera humanidad, ponen de relieve los deberes esenciales y los derechos fundamentales de la persona humana, expresión privilegiada de <la ley natural>”. “Dios pone en el corazón de los seres humanos <los preceptos de la ley natural>”. Es por eso que “los desequilibrios que afectan al mundo de hoy tienen conexión con el desequilibrio fundamental que radica en el propio corazón humano que, herido por el pecado, con frecuencia hace lo que no quiere y lo que quisiera hacer no lo hace, como explica san Pablo: “Sabemos que la ley es espiritual, pero en mi naturaleza humana estoy vendido como esclavo al pecado. No entiendo lo que me pasa pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rm 7, 14-15). El desequilibrio entre la inteligencia práctica y la forma teórica de pensar, tiene que ver con la herida del pecado que aleja al ser humano de su Dios y Creador y “lo somete a enemistades, conflictos y desgracias de lo que la propia humanidad es causa y víctima”.
El mensaje de san Juan Pablo II a los jefes de Estado en El Cairo, no alude a la fe cristiana para “valorar los problemas demográficos, sino a <los principios éticos>. No les pretende imponer la luz de la fe, sino a dejarse iluminar por los principios éticos de la razón, capaces de llevar a cabo el trabajo de fundamentación de la eticidad que se ubica en el corazón de la estructura humana; todo lo humano es <el lugar> de los valores ético-morales desde el momento en que su <natural y primera trascendencia> es ante Dios y ante <los otros>, a quienes busca, de quienes depende y ante quienes <justifica sus acciones>. ¿Cómo justifican sus acciones quienes, por razones demográficas, <no quieren la vida de los otros> y no la consideran el <bien primero>? Hoy, el desprecio por la vida, pasa por los temas de los derechos de la mujer, pero no se valora, “con exactitud y objetividad, determinado por valores éticos”, el derecho a la vida de quien ya fue llamado a ella. La ecología humana pasa por los valores éticos que limitan el uso y el abuso al disponer de las cosas y, desde luego y por encima de todo, de la vida y, desde luego y por encima de todo, de la vida humana. Debemos reconocer la luminosa fuente de indicaciones éticas contenidas en la Biblia “para el respeto al gran bien de la vida, de toda la vida”, que en la biología de la generación, tiene inscrita la genealogía de la persona humana que tiene a su cargo el continuar la creación.
María, al recibir el saludo de Isabel, le dijo: “Al oír tu saludo, mi hijo saltó de alegría en mi seno. ¡Mi alma alaba la grandeza del Señor y mis espíritu se alegra en Dios mi Salvador!” (Lc 1, 44 y 46).
La mujer y el hombre que forman familia, como la de Nazaret, colaboran con Dios y transmiten su imagen a la nueva criatura, llegan a la grandeza de esposos al cooperar con el amor divino por el amor humano y, en Jesús, esperanza y promesa de salvación, el niño por nacerles, salta de júbilo cuando, sin amenazas, está seguro de nacer para llegar a ser <la alabanza de su Creador> como portador de esperanza y signo de promesa para el futuro de la humanidad.
Deacuerdo con la Congregación para la enseñanza católica, la doctrina social de la Iglesia está conformada por los siguientes factores:
1. Mensaje evangélico.
2. Aspectos éticos y técnicos de los problemas que surgen en la sociedad.
3. Reflexión moral, teológica y filosófica de los mismos.
4. Análisis científico de la realidad.
5. Experiencias de la comunidad cristiana.
FUENTES DE LA DOCTRINA SOCIAL
Son fuentes de la doctrina social católica, las siguientes:
1. Sagrada Escritura.
2. Enseñanza de los Santos Padres y de los grandes teólogos.
3. Magisterio de la Iglesia, constituido por la enseñanza del papa y los obispos.
De acuerdo con las Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la doctrina social, estos elementos se tejen entre sí manteniendo «coherencia entre los datos revelados y los principios de la recta razón» (n. 9).
FUNCIONES
La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, su cabeza (Lumen Gentium n. 7), comparte con él su misión profética, la cual incluye dos aspectos: anunciar y denunciar, aclarándonos, además, el Papa Juan Pablo II que «el anuncio es siempre más importante que la denuncia, y que ésta no puede prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de su motivación más alta» (Sollicitudo rei socialis n. 41).
Así, la misión de la doctrina social católica puede desglosarse en las siguientes tres funciones:
Función crítica: La jerarquía de la Iglesia tiene la misión de someter a la luz del Evangelio las diversas estructuras y sistemas sociales, y denunciar todo aquello que no esté de acuerdo con la dignidad del hombre. Tal denuncia debe ser clara, valiente y evangélica, buscando no condenar, sino salvar tanto a la víctima como al culpable (CELAM, Documento de Puebla, n. 1269).
Denunciar no es sólo misión de la jerarquía, sino también de los laicos, que por medio del bautismo y de la confirmación han quedado configurados con Cristo, comparten tanto en lo individual como en lo comunitario la misión salvífica de la Iglesia (Lumen Gentium n. 33), que no está constituida sólo por la jerarquía.
Función docente: Es misión del Magisterio orientar la acción social de los fieles, dando incluso, cuando le sea posible, consejos técnicos y no sólo morales. Por eso, el Papa Juan XXIII llamó a la Iglesia Madre y Maestra.
Función teológico-pastoral: La doctrina social es parte esencial de la doctrina que la Iglesia enseña sobre el hombre, con el compromiso total por la justicia y la liberación, según la función, vocación, y circunstancia de cada uno.
18 ...Lo de Dios a Dios Domingo 25 de diciembre de 2022
P. David Grimaldo
Fil. Rafael Gómez
EVANGELIO
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
ESTA NAVIDAD APRENDIMOS QUE…
Jesús nace en tu corazón. ¡Es un día para estar alegres y agradecidos con Dios!
Jesús quiere quedarse a vivir contigo porque te ama muchísimo y quiere enseñarte el camino para llegar al cielo.
Hay que darle gracias a Dios por el gran regalo que nos ha enviado: su hijo Jesús. La mejor manera de darle las gracias es siendo unos buenos hijos, hermanos y amigos.
Lo importante de la Navidad no son los regalos que recibimos, sino los regalos que nosotros daremos a Jesús por su nacimiento. Recuerda que a Él le gustan más los regalos que vienen del corazón.
MI PROPÓSITO SEMANAL
Hoy reuniré a mi familia junto al nacimiento; cada uno le dará un beso al niñito Jesús y dirá lo que quiere regalarle en esta Navidad.
Juan 1, 1-18
Domingo 25 de diciembre de 2022
JUAN
CICLO A. 25 DE DICIEMBRE La Natividad del Señor
¡JESÚS HA NACIDO EN TU CORAZÓN!
1, 1-18
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