Yemei HaMashiaj / Días del Mesías

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‫ימי המשיח‬ Yemei HaMashiaj Días del Mesías por Manuel Monroy Correa

‫יקוטה דמשיחה‬

Ikvetá D’Meshijá Los pasos del Mesías



‫ימי המשיח‬ Yemei HaMashiaj Días del Mesías ‫יקוטה דמשיחה‬

Ikvetá D’Meshijá Los pasos del Mesías

por Manuel Monroy Correa


Yemei HaMashiaj. Los días del Mesías.

1a. Edición, 2012 Manuel Monroy Correa © Edición del autor. Cualquier reproducción total o parcial del contenido de este libro, habrá de realizarse especificando la fuente de donde es tomada, a saber, la presente obra y el autor.


IintroducciónJ

Esta obra es la recopilación de cuatro años de artículos vertidos en lo que fuera el blog “Los Pasos del Mesías”. Éste inició como un anhelo personal de hacer llegar al pueblo judío una serie de información que concierne directamente a la identidad del Mesías de Israel, basada en fuentes de la tradición hebrea y su aparente coincidencia con la vida y el papel mesiánico de Yeshúa HaMashíaj (Jesús, el Mesías). Era inevitable vincular esto último con aspectos de las fiestas bíblicas, la vida del creyente, las convicciones personales confrontadas, el valor de un estilo de vida conforme a las enseñanzas del Señor, entre otros. Por lo tanto, hay más de un artículo escrito con esos propósitos. Del mismo modo, el blog busca desmentir errores tradicionales de interpretación sobre la figura y la vida de Yeshúa que generalmente le son atribuidos de forma desinformada y prejuiciosa. Al mismo tiempo, un objetivo menor era el de introducir contenidos que ampliaran el conocimiento habitual que se tiene sobre Él; conocimiento alejado tanto del judaísmo como de sus fuentes tradicionales –inclusive, ignorándolas de plano–, y que resulta ser una visión incompleta sobre Su vida y obra. Este propósito se vio 3


bendecido con constantes visitas y alcanzó las 4 100 visitas en 2010. Los artículos seleccionados en este volumen fueron escogidos entre aquellos que recibieron más visitas y que, en algún momento, se vieron nutridos de comentarios tanto dentro del blog como vía correo electrónico. Las personas que se animaban a comentar alentaron la tarea de seguir escribiendo. La bendición de la que ellos se han considerado parte a través de esos artículos –pues así me lo han hecho saber directamente–, es también para mí, motivo de regocijo y bendición, pues no se trata de autoproclamarme como una fuente fidedigna de tipo doctrinal, sino un canal que comparte ya sean impresiones como lecturas y estudios personales sobre fuentes que son o no accesibles a todos. Lo más importante que considero es la edificación. Si en algo he contribuido a ello, aun siendo una sola persona beneficiada fuera de mí, me siento agradecido con HaShem por haber sido útil. Con esta recopilación quiero mostrar asimismo agradecimiento a los lectores que en algún momento pusieron sus ojos en los artículos publicados, estructurando los más destacados en forma de libro. Igualmente, y en este sentido, un nuevo lector que tenga delante de sí estos textos puede sentirse cercano al lugar que ocupan los que ya los leyeron. El orden de los mismos en el presente volumen no es cronológico, sino, en lo mejor de lo posible, temático. Además de ser una muestra de gratitud a Di-s y a 4


los lectores, este libro pretende llegar a ojos u oídos de quienes no han conocido aún sobre el Mesías Yeshúa, y tienen hambre de Di-s. Quienes tienen el privilegio de seguir Su Camino, pueden hallar elementos que les animen a seguir, Di-s lo quiera así. Con amor en Adonenu Yeshúa, ¡shalom ubrajá!

Manuel Monroy Correa Cd. de México, Otoño 2012 / 5773

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Agradecimientos (en orden cronológico)

A Yeshúa, el Deseado de las naciones, por injertarme en el buen olivo y dirigirme en todo para bien. A mi madre por haberse levantado en mi nombre para que Di-s obrara en mí Su salvación cuando todavía era yo un incrédulo. A los pastores de aquella congregación que permitieron que un rabino viniera a México a dar conferencias sobre Yeshúa y que terminé escuchando en una grabación, por medio de la cual Di-s llegó a mi vida. A mi amada esposa judía, por su inestimable apoyo; mi complemento. Al rabino Elías Habif, por sus enseñanzas y consejos. A mis amados hermanos y lectores.

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Nota al presente volumen.

El título del libro es Yemei HaMahíaj o “Los días del Mesías” en alusión a la llamada “era mesiánica” que se comenzaría a vivir cuando el Mesías apareciera en el mundo, de acuerdo a rabanim. Esto quiere decir que para la perspectiva tradicional del rabinismo esto sólo comenzaría con el reinado mesiánico en este mundo. Sin embargo, nosotros sabemos y somos testigos que el Mesías ya ha venido y que estos días ya han comenzado para nosotros como una esperanza en la resurrección mientras se puede vivir, una vida de resucitado en este mundo en medio de la lucha calamitosa con nuestra naturaleza terrenal. “Los pasos del Mesías” es la designación que los rabinos dieron a los momentos de tribulación que la humanidad sufriría antes de la llegada del Redentor. En todas las épocas ha habido crímenes, catástrofes naturales, perversiones y desastres, por eso, para la tradición hebrea es casi imposible determinar que una época específica (la actualidad) sea el tiempo exacto de Su llegada. Pero existen señales que pueden encontrarse en las Escrituras y que los rabinos han interpretado numerosamente. Asimismo encontramos en el B’rit Jadashá 9


(Nuevo Pacto) señales específicas y de tiempo inexacto que Yeshúa mismo dio y que encuentran un eco importante en la tradición hebrea. Si el tiempo es inexacto es por causa de la esperanza; porque no confiemos en nuestras fuerzas ni en lo que ven nuestros ojos sino que enfoquemos nuestra atención en la búsqueda del Maljut Shamayim (Reino de los Cielos) y Su justicia. No hay duda que estamos en los últimos días. De hecho, esta aseveración existe desde Yeshúa y las proclamaciones neotestamentarias de Su regreso se vuelven ahora un urgente mensaje: “procurad con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles, y considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación … creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Yeshúa HaMashiaj, a Él sea dada la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2Pe 14, 15 y 18). Las impresiones que un creyente debe tener se exponen aquí como espacio de diálogo y reflexión.

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contenido Introducción .......................................................................3 Agradecimientos ................................................................7 Nota al presente volumen .................................................9 Capítulo I, Hiné Hu ba ...................................................13 Capítulo I, El día que nadie sabe ...................................39 Capítulo I, La gracia de los redimidos ..........................73 Capítulo I, Mientas estamos vivos ................................89 Capítulo I, Shorashim / Raíces ....................................105

Epílogo: La creación y el Mesías ..................................123

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Qcapítulo iR hiné hu ba


Hiné Hu Ba

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He aquí Él viene Hay una canción que habla de los últimos momentos que serán vividos en la tierra interpretada por Jonathan Settel. Su tema se enfoca, especialmente, en dichos sucesos en Eretz Israel. Ahí se librará la batalla final entre las huestes de las tinieblas y Adon Yeshúa. La descripción que hace la letra sobre el asunto recuerda la profecía de Yaacov (Nm 24:17), la esperanza final que realiza la redención. Es muy significativo que mencione a multitudes esperando sin hallar respuesta de ningún tipo y luego, otras que esperan al Príncipe de las tinieblas. Ésta es una imagen de lo que pasará cuando toda la perversión del mal se manifieste poderosamente para destruir al pueblo escogido de Elohim (después de muchas graves cosas.) Asimismo recuerda los signos mesiánicos de la esperanza final: la aproximación de la aurora, elemento que hallamos en algunas parábolas de Yeshúa, los profetas y los salmos. También las lluvias tardías que, ingeniosamente, son mencionada para hablar de corazones que “se están secando” por causa de una falta de respuesta divina. Finalmente, la frase “hiné Hu báh” (he aquí Él viene) en referencia al shemesh tzedaqá (Sol de Justicia de la profecía de Malakías que traerá la salvación) junto con el ruego desgarrado del Sal 118 ¡hoshía na! (¡salva ahora!), tienen una referencia implícita a 15


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las palabras de Yeshúa: “el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt 10:22, 24:13 y 13:13) en referencia a aquéllos que hasta el último momento guardan los mandamientos, son fieles a Di-s y guardan el testimonio de Yeshúa. Éstos todavía pueden clamar Aná Adonay, ¡hoshía na! El paisaje lúgubre está precedido por lo que se denomina en la tradición hebrea como “Los pasos del Mesías” o “los dolores de parto”; catástrofes terrenales, tastrornos cósmicos, perversión exacerbada. Algo que encontramos igualmente mencionado en el B’rit Jadashá (Nuevo Pacto). De hecho, de acuerdo a esta misma tradición, después de 6000 años desde la creación del hombre vendrá el Mesías: 2000 años primeros, 2000 años de la Ley y 2000 años de los “tiempos mesiánicos” (es decir, en que el Mesías sería manifestado). Justamente en estos últimos 2000 años, los mesíanicos, son los momentos de los signos del fin. Estos timepos los vivimos ahora, pero aún falta porque se manifieste lo´más grave y, finalmente, la esperanza del Di-s Vivo. Por eso lo más importante es seguir la recomendación de Yeshúa: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”. (Mt 13:33)

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Estado de alerta Cuando se piensa en los años previos a la llegada del Rey Mesías se tiene la idea de que serán un caos total; una locura. En palabras de Yeshúa las cosas parece que serán de otra manera: Mas como en los días de Noé, así será la venida del Bar Enosh. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron sino hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Bar Enosh. (Mt 24:37-39) Entonces sí será el caos y la locura. Mientras, antes del Día del Señor, la gente seguirá pensando que la vida sigue su curso. Pensemos en esto: hoy mismo vivimos crímenes espeluznantes; catástrofes naturales inevitables y a corto plazo; una crisis mundial de hambre; levantamiento de regimenes autoritarios como prontas potencias mundiales (China, Rusia); decaimiento de los sistemas económicos; secuestros y asesinatos a la luz del día con gran descaro; grupos neotribales que desafían la seguridad de naciones; corrupción de funcionarios en gran medida; tráfico de todo lo que pueda ser comprado (la vida, los órganos, la información, los cuerpos, la gente, etc.) y, por supuesto, experimentos genéticos secretos y no tan secretos; enfermedades nunca antes 17


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vistas, ¿debo continuar? Es una era caótica; autodestructiva. Pero Yeshúa advierte que hasta que venga el diluvio, en otras palabras, el juicio de destrucción sobre el colmo de la perversión humana, la gente continuará aparentemente despreocupada realizando sus actividades diarias. Esto es muy interesante, pues con esto se nos sugiere que esta autodestrucción es y continuará siendo vista como aspectos propios de la dialéctica social. Tómese en cuenta que Yeshúa no discrimina a las personas que piensan y pensarán esto, es decir, cualquier persona en su corazón lo creerá así. El continuum de la imperfección, del que habla Yeshúa, también quiere decir que la gente estará antendiendo sus asuntos comunes; aquello que le hace un ente social, en lugar de antender la urgencia de voltear sus pasos al Camino como el arrepentimiento, las buenas obras, la práctica de los mandamientos, la búsqueda del Rostro de Di-s, el amor fraternal. Los negocios personales pesan más que la gloria que los hombres pueden hallar en Di-s para esta generación. Así que no creamos que nosotros, como creyentes, debemos continuar enfocados en nuestros intereses (no sea que, mientras estemos escogiendo el piso de remodelación para nuestra sala, en ese momento venga el Mesías). La puerta estrecha, si quiero entrar por ella, hace que yo tenga que cambiar de condición y deba renunciar a una conciencia cómoda sumida en mis nego18


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cios, en los asuntos que me deleitan y no son para vida eterna.

La canción de Israel por la venida de Yeshúa HaMashiaj En el Halel, el himno cantado conmemorado cada fiesta excepto el shabat, incluye el Salmo 118. Este mismo poema se canta por separado y cuenta con varias versiones de acuerdo con cada tradición dentro del pueblo judío. Los versículos que se cantan son del 19 al 24, especialmente proféticos cuando de hablar del Mesías se trata. Basándonos en esta tradicional partición del texto, lo que sigue resulta sumamente dramático, comenzando por un canto de auxilio y justo después unas palabras enigmáticas a la luz del B’rit Jadashá: “Bendito el que viene en el Nombre de Adonay…” Este versículo en especial formaba parte del momento en que los peregrinos llegaban a Jerusalén y éstos recitaban esta primera parte del mismo. La segunda (“Desde la Casa de Adonay os bendecimos”) era dicha a manera de complemento; como una correspondencia que representaba la acogida al peregrino en Jerusalén. Yeshúa mismo, sentado en el pollino, recita el cántico de llegada del propio peregrino, y como tal, dichas en 19


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un momento de alta tristeza, en referencia a Sí mismo, al salmo y a su cumplimiento inmediato, oscurece el sentido del salmo con las siguientes palabras: !Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! !Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en Nombre del Señor. (Lc 13:34-35)

Así que, podemos comenzar a preguntar, ¿qué significa ese “hasta que llegue el tiempo en que digáis”? ¿Y por qué las palabras de ese salmo? ¿Es que no lo estaban haciendo en ese momento; no se canta en cada fiesta; no existe una conciencia judía de ese fragmento? Claro que sí. Pero Yeshúa dijo: “hasta que llegue el tiempo”. Y luego, “digáis”. Bueno, entre el tiempo, el decir y el fragmento del salmo está la redención de Israel: “vuestra casa os es dejada desierta” porque Él se va y no estará más ahí de la misma manera para ellos y “no me veréis” en cuanto que volverá y exaltará a Su pueblo judío. Ese tiempo es el tiempo en que será visto de nuevo por Su pueblo y esto es una referencia a los sentidos, algo que sucedrá al final de los días, conforme a lo profetizado en Jazón Yojanán (Apocalipsis 1:7.) Pero es el “decir” lo que más intriga. Esta palabra por 20


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supuesto que no está denotando abrir la boca y sencillamente decir… Bueno, el perogrullo nos lleva al sentido etimológico de este “decir” y sus usos enel B’rit Jadashá. En el griego del texto es usado al lado de la demanda por una réplica o la necesidad de un discurso o una conclusión a una evidencia grande (1 Cor 14:16 y Ro 3:5, como fórmula rabínica). El decir implica, pues, un discurso hecho (Mt 26:25, 64 como fórmula rabínica.) Podemos ver en ello una figura hebrea que implica disertación. ¿Cómo podríamos entender esto en las palabras de Yeshúa? ¿Cómo tiene que ser dicho “Bendito el que viene en el Nombre del Señor”? ¿Yeshúa hace alusión a que Israel debe reflexionar sobre el peso de las palabras proféticas? Recuérdese que lo dice justo cuando Él llega a Jerusalén, por lo que hemos de constatar que las palabras del salmo son usadas en relación con esa entrada y, por supuesto, en relación con Él. En Jerusalén fue donde mayor rechazo experimentó y aunque aclamado en ese momento, no fueron precisamente los jerosolimitanos los que le decían ¡Hoshana! (hoshía na – “salva ahora”, sal 118:25). Será por eso que la frase que decían los peregrinos (“Bendito el que viene…”) le correspondía decirla a los habitantes de Jerusalén, los anfitriones. Pero este decir se refiere, más bien, al deseo por Él, no como una expectativa creada por las necesidades o anhelos inmediatos de restauración de Israel entre las naciones, sino como Di-s mismo, el Redenteor de Israel. El decir representa el deseo de Israel por Yeshúa (insistimos, no 21


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un Mesías conforme a una expectativa específica, sino conforme a la forma en que es anunciado en las Escritura hebreas). En esta interpretación nos ayuda la conjugación verbal de este “decir” (Gr. eipon) y que no es el pasado en el que comúnmente se encuentra en el B’rit Jadashá. En la conjugación de otros tiempos, toma prestado de las palabras que tienen una estrecha relación semántica entre sí, como rew, que significa “manar”, designando algo que brota continuamente. Esto sólo lo podemos entender como la relación entre Di-s y Su pueblo; de dependencia total en Él; de deseo y éste significado ya lo podemos encontrar en la palabra hebrea ahaváh, “deseo”, usada por supuesto, para designar el amor hacia Di-s (Deut 6:5.) Yeshúa estaba proclamando que Su venida redentora para Su pueblo sería al tiempo concluyente en cuanto al giro de los acontecimientos que lleven a Israel (en el corazón de los que lo rechazan como hicieran los jerosolimitanos, corazón de Israel) a volverse completamente a Di-s, haga que mane de ellos el completo deseo por Su presencia, deseando, asimismo, al que viene en el Nombre, o bien, que tiene el mismo Nombre que el de Adonay.

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(Hab 2:3) ‫עֹוד חזֹון לּמֹועד‬ ¿Te has preguntado, si tienes algo en qué servir a Di-s en relación a la venida del Ungido, cómo hacerlo, qué obrar? Numerosas veces se piensa que se debe realizar una actividad dentro del grupo religioso (lo cual, no es una mentira, pero eso es tan sólo una expresión de la nueva vida que representa creer en Él). También se piensa que el servir a Di-s, va de la mano con “hacer” algo por cuenta propia. Cierto, pero es necesario recordar que servir tiene su denotación bíblica en la esclavitud: el que sirve es un esclavo. Como tal, el esclavo no tiene opción de desobediencia a menos que desee ser azotado (cosa improbable, pero inconcientemente posible). Nadie quisiera ser azotado, de todas maneras, los servidores no son perfectos y reciben continuas correcciones, pues el servicio a Di-s es un camino nuevo que debe aprenderse a andar conforme a la Palabra inspirada por Él y bueno, todos los que van a Su servicio, todos los creyentes que se comprometen con Él, tienen hábitos y costrumbres que no son santas y que son de la vida mundana y digamos también, profana, de las que hay de deshacerse. Luego, con suma ingenuidad algunos han tratado de acomodar esa mundanidad como “servicio” santo al Di-s de Israel. La división entre lo que es de Di-s y lo que no lo es, resulta muy clara: el que se sirve a sí mismo no es de Di-s. 23


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Pensemos, pues, como esclavos: tendría esa que ser nuestra psicología. No somos libres de obrar o servir a Di-s como quisiéramos, muchas veces. El servicio; el modo del servicio, sus instrumentos, la capacidad de servir, son sólo de Él y Él se lleva la gloria en ello. Así que cuando buscamos con buena intención ser notados, reconocidos, amados, admirados, etc., por nuestros hermanos o cualquier otro; haciendo expectáculo de nuestros poderes de persuasión (histriónicos, en puestas en escena; persuasivos, etc.), so pretexto de comunicar las buenas nuevas, somos el motivo de nuestra gloria personal… El servir a Di-s tiene un fuerte lazo con el día del Señor, y en ello se va todo el modus operandi del quehacer diario de un creyente. En relación, pues, con ese día, el servir a Di-s es indispensable para la vida de quien desea seguir al Maestro Yeshúa -y además de agradarLe, ocuparse de su salvación-. De esto podemos encontrar referencias tanto en el Tanaj como en el B’rit Jadashá, quisiera decir que todas ellas pueden concentrarse en el sentido bíblico de la espera. Esperar es servir a Di-s: esperar por Su venida. Son varias las parábolas para ejemplifican esto (pueden ser leídas aquí). Todas ellas hablan de lo que se espera del siervo o esclavo. Se espera que dé fruto, un fruto abundante (no solamente que cumpla con su trabajo…); que invierta lo que le es dado (pues lo 24


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que trabaja no le es propio, eso lo hace partícipe de los bienes, aunque no dueño); que esté en su puesto el día en que su Señor regrese, a sabiendas de no conocer ese día; que no sea negligente en su trabajo ni golpee (menosprecie, abandone, olvide, cometa fraude contra) sus consiervos. Cuando el Amo de los bienes ha venido, el trabajo se termina y se rinden las cuentas. Mientras no llega, se trabaja. Por lo tanto, el trabajo que dé el siervo es proporcional al sentido de la espera que se desprende de ello. En otras palabras, el trabajo representa el deseo por la venida del Señor como forma de la espera. ¿Por qué la espera? Porque el deseo es una modulación de la espera. El buen trabajador, fiel y prudente, es el que más desea la vuelta de su Amo. Esperar de esta forma es servir a Di-s. La fidelidad caracteriza esta espera, ya en el libro de Habacuc encontramos: “se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará”. Esta profecía está ligada con los últimos tiempos y los rabinos habían ya reflexionado sobre ella en referencia a la llegada del Mesías: Rabí Natán (Sanhedrin 97a) habla de este versículo traducido como “Porque la visión está aún para un tiempo señalado, pero al final hablará y no mentirá; aunque se tarde, espéralo, pero ciertamente esto vendrá, no tardará”, aquí el término cambia y, en lugar de referirse a la visión se refiere a un él, el Mesías. 25


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Este rabino tiene una visión sobre el Mesías como Yeshúa hablaba sobre Sí Mismo en referencia al tema que estamos tratando. Este rabino quiere decir “nuestro deber es esperar”. Yeshúa nos dice cómo esperar: Pero aquel día y de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. (Mt 13:32-33)

Mirar equivale a discernir. Esta advertencia se acomoda a la manera en que el creyente es responsable por conocer íntimamente los mandamientos de Di-s y Su consejo como para dejarse engañar por falsas ideas y falsos profetas. Velar, a estar alerta y no confiar en uno mismo, es decir, no hacerse el inteligente frente a los preceptos y la sabiduría divina sobre cómo debe ser el comportamiento, el pensamiento y el estilo de vida del creyente mismo. Orar porque no se caiga en condenación por causa del pecado y la falta de arrepentimiento. La advertencia es grande: así como el arrepentimiento precedió el servcio público de Yeshúa, así Su segunda venida debe estar precedida -entendida y realizada en el creyente- por una vida en santidad y que busca constantemente el rostro de Di-s, en el arrepentimiento de obras muertas para no errar. La oración es también la confesión y el ruego por la salvación. Éste es el servicio a Di-s mientras Él llega, 26


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‫ּכי עֹוד חזֹון לּמֹועד‬ (pues la visión es aún para el tiempo señalado); “se apresura hacia el fin, y no defraudará.”

La venida del Mesías: misterio cósmico (primera parte) El profeta Amós registró las siguientes palabras del Creador: Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra, buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como de noche; el que llama a las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la Tierra: Adonay es Su Nombre;

y añade: que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza.

En una sociedad en la que los pobres y los ricos se diferencian crudamente en cantidad y en privilegios; donde el derecho está torcido y la justicia está en favor 27


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del criminal, cuando los que deben ser el ejemplo vivo de la revelación de Di-s han olvidado la Ley y el testimonio del Eterno, y a su alrededor se han vuelto como sus enemigos: perversos, idólatras, criminales, opresores del pobre y olvidadizos del hambriento; cuando las costumbres de Sodoma y Gomorra impregnan la cultura como reclamándola de origen… ¿Algún parecido con el día de hoy? La crisis de hambre, financiera, moral que vivimos tiene su raíz en quien nadie ejerce la justicia con rectitud. Y luego, los que deben llevar una vida basada en el poder de Di-s han olvidado Sus mandamientos y Su verdad en ellos (La verdad primigenia de los mandamientos es Yeshúa, como lo entiende R. Shaúl: “el fin de la Ley es Mashiaj”, siendo fin una palabra griega que significa “completitud” y “propósito”.) Amós profetizó juicio sobre las naciones perversas que no tienen a Di-s como Su regulador. Pero es también contra los que pretenden tenerlo que el juicio se eleva con dureza. Estos juicios contra los elegidos son: • Langostas: como aquello que devora lo que produce la tierra y trae el hambre. • Sequía: como aquello que convierte en desierto la vida sin su sustento y el sustento es Di-s. • Fruta de verano: como algo recolectado para ser consumido. 28


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• Destrucción de los santuarios: como el fin de la relación hipócrita con Di-s adornada de ritual. Israel esperaba, además, al Mesías, esto es: la redención y la libertad; el juicio contra sus enemigos. Pero ellos hicieron de esa libertad un código de perversidad para su condenación al no tomar en serio los preceptos divinos, pervertir el juicio y tornarse a las costumbres depravadas de sus vecinos, sus cercanos enemigos. A estos, Di-s comunica: ¡Ay de los que desean el día de Adonay! ¿Para qué queréis este día de Adonay? Será de tinieblas y no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. A las “vacas de Bashán”, las mujeres ricas que extorsionaban a los que no eran como ellas; a los “reposados en Sión” y “[!] los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel!” (también, como mencionamos previamente, a los que tuercen el derecho, nada más ni nada menos que los creyentes en el Señor), a éstos nos dice: tres veces: “Buscadme y viviréis”, “Buscad a Adonay y vivid” y “Buscad al que hace las Pléyades y el Orión…”

Tres veces, y en la última, tres formas de hablar de la redención: 1. Hacedor de las Pléyades y el Orión. 29


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2. Vuelve las tinieblas en mañana y hace oscurecer el día como noche. 3. Llama a las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra. Y aún más, una cuarta, como el colmo de todo ello -en respuesta al colmo del pecado de la casa de Israel y la de Judá (Am 2:4 y 6)-: 4. El que esfuerza al despojador sobre y el fuerte y hace que el despojador venga sobre la fortaleza. Esto tiene una conexión con el Día del Señor, conforme al contexto. Di-s establece un juicio eterno que habrá de realizarse el día que venga, proyectado en los tiempos finales, tanto para esa época como para la nuestra. Pero, ¿cómo puede ser entendido este pasaje? ¿Por qué los que tuercen el derecho deben ver al Creador de una constelación y un grupo de estrellas? ¿Cuáles son los referentes bíblicos de este mensaje? O es una simple metaforización que cae en el sentido común.

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La venida del Mesías: misterio cósmico (segunda parte) Gilgal y Bet-El, dos recintos de culto a Di-s en la época de Jeroboam y el tiempo del profeta Amós. Estos dos lugares se habían convertido en santuarios del reino de Israel y lugares donde el pueblo aumentaba su pecado. Cumplían muy bien con los requisitos rituales pero no había un cambio en el corazón. Esa abominación Di-s la aborrece y todo ello parece que sucede también el día de hoy. En el libro de Amós se relata el pecado de Judá y de Israel juntos que, como un solo hombre, pero dividido, transgreden desde el olvido de la Ley hasta la perversión sexual. Por su papel simbólico, Gilgal y Bet-El son lugares, el primero, de recuerdo de la salida de Egipto y la libertad;, el segundo, el recuerdo del pacto dado a Avraham y corroborado con Yaacov y el nacimiento de la esperanza vuelta Israel, además de la revelación onírica de Yaacov. Estos dos santuarios nos interesan porque pertenecen a los hermanos menores de los hijos de Yaacov, hijos de la misma madre (Rajel) y tratados como preferidos: Yosef y Biniamín (José y Benjamín). Gilgal se encontraba en la región de la tribu de Efraím, hijo de 31


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Yosef y Bet-El en Biniamín. En Am 5:6 se habla de “la casa de Yosef ” como una yuxtaposición de Gilgal. La casa de Yosef (y no Gilgal) y Bet-El (y no Biniamín) son significaticativamente mencionados en la medida en que todo Yosef se había excedido en la confianza que el santuario representaba para sí, un salvoconducto de su permisividad inmoral y criminal. Pero la mención de Orión y las Pléyades viene muy al caso con el hecho de buscar a Di-s. De hecho, tiene una íntima relación con la tribu de Yosef y el Mesías. Es en Deuteronomio 33 cuando Moisés profetiza sobre los hijos de Yaacov, y la gloria de Yosef es vista como un “primogénito de toro” y que ”sus astas [son] como astas de búfalo. Con ellas acorneará a los pueblos juntos hasta los fines de la tierra” (v. 17). Con esta figura de poder, la tradición hebrea ve que está representado en el cielo por el signo zodiacal del toro, y no cabe duda que ese poder lo que destaca en Yosef como prefiguración mesiánica. La constelación de Tauro está entre Orión y las Pléyades, lo que nos indica el papel profético del valor que tiene Orión como un gigante poderoso al lado del Toro, además de que todas estas pertenecen al mismo signo zodiacal. No es, pues, ninguna casualidad su mención en el texto. Pero veamos que este toro es el comienzo de la función redentora del Mesías, y a la vez, terrible. Este Orión 32


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viene con sus Pléyades y de él, el erudito cristiano Ernst Bullinger (The Witness of Stars), detalla el relato de esta constelación al lado de Eridanus, Áuriga y el grupo de las Pléyades, como del Príncipe de Gloria que viene a redimir y delante de él el juicio, como un río. Esta interpretación concuerda con la forma en que Amós proyecta el juicio contra Israel - el tipo de sociedad en la que se convirtió en ese momento - como hablando del Día del Señor. Un día de tinieblas, “como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso” (Am 5:19). Así, queda tipificada la venida del mesías por la constelación de Orión y como la redención que, una vez su acción aterradora (Am 5:8 y 9), trae vida, pues “derrama [las aguas] sobre la faz de la tierra” (v. 8). Finalmente, la manera en que el Mesías viene, transforma las tinieblas en luz y redime con vida, es la misma manera en que hoy sigue actuando en las vidas de quienes buscan Su rostro cuando aún hay tiempo, al que hace al Orión y las Pléyades.

La noche de Pésaj y la redención del mundo En el libro del profeta Zacarías se menciona lo siguien33


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te:

sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí que Yo grabaré su escultura, dice Adonay de los Ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día. (Zac 3:9)

Esta piedra mencionada en Zacarías, lo está en relación a Josué sumo sacerdote respecto de la reconstrucción del Templo al regreso de los judíos a Eretz Israel desde Babilonia. Esta es una piedra angular, primordial en la edificación de dicho edificio, tal como se habla de ella en el Salmo 118:22: “la piedra que rechazaron los edificadores vino a ser la piedra angular”. Cuando la escultura de la misma esté grabada por el mismo Di-s, el pecado de la tierra -Israel- será quitado en un día. Este día puede ser una alusión al servicio del Yom Kipur en cuanto hay un sacrificio expiatorio representado en un macho cabrio que es inmolado y la acción de apartar el pecado de Israel representado en el otro macho cabrío llevado al desierto. El apartar el pecado, llevarlo a la desolación es una idea que está presente también en Miqueas 7:19, sepultará nuestras iniquidades y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

Finalmente, en Éxodo se dice: fue en ese mismo día que salieron todas las legiones del Eterno de la tierra de Mitzrayim. (Éx 12:41)

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Yemei HaMashiaj

En todas estos encuentros escriturales, el denominador común es que un un solo día ocurrirán grandes cosas. Tenemos el agente de la expiación y el apartamiento del pecado; a Di-s mismo sepultando la iniquidad y echando el pecado y también a Él como escultor de una piedra angular para el Templo, con la que comenzará la edificación del mismo. Lo importante es, pues, que todas están relacionadas con un solo día (háblese de la noche, es lo mismo, pues el día hebreo comienza al crepúsculo.) En ese día el pecado será apartado, arrojado, quitado, como en la noche de Pésaj fue libertado Israel de inmediato, acción comparada con un pan que no pudo fermentar. Este pan, dice Yeshúa, es Su cuerpo entregado por nuestra causa (Lc 22:20) y Su sangre, la expiación y la garantía de salvación, en un solo día, el día de Su sacrificio como korbán. Ésa es la escultura tallada por Adonay, es decir, hecha a medida de la redención y la libertad de Su pueblo y del mundo: Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Di-s enviados por toda la tierra. (Ap 5:6)

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Hiné Hu Ba

Después de Shabu’ot A la entrega de la Ley, la revelación más delicada y vital, sigue la vida de un hombre nuevo que debe sobreponerse a su condición temporal mediante el instrumento eterno que le fue entregado. En la Torá, la revelación de boca de Di-s y en el B’rit Jadashá, la vida renovada por medio del poder del Di-s Viviente. Sobreponerse significa una brega. Bregar, es ya, a través de la revelación, ser astuto como serpiente y manso como paloma. Inteligencia, destreza para hacer la obra del poder de Di-s en el que cree; mansedumbre para demostrar que ese poder sigue otras leyes que las que los hombres esperan en cuanto a la justicia, la verdad, el bien. Bregar, haciendo morir al viejo hombre y vivir en el poder divino para que Él manifiesta Su grandeza. Pero las cosas no giran tan convenientemente. Israel hizo el becerro de oro y se quejó. El viejo hombre surgió y trató de devorar al nuevo, para ser terminado por los que guardarían la ley, los levi’ím. Los levitas son, pues, el hombre nuevo. Moisés y sus hermanos, los que sobreviven o, mejor, se sobreponen a la desviación, le representan. Ahora bien. Moisés regresa para decepcionarse. Pone el orden y regresa a 36


Yemei HaMashiaj

Di-s, una forma extraordinaria de ver cómo la prefiguración del Mesías en él está en llegar desde lo alto para descubrir el pecado, terminarlo e interceder por el nuevo hombre que ha caído. Y finalmente regresar el Día del Perdón. Mientras, cuarenta días más en espera del regreso de Moisés, el pueblo busca arrepentirse, tal y como es entendido por la tradición hebrea. No es casualidad que cuando se habla de la venida de Yeshúa, se hable de ser diligentes en el amor y la abundancia de buenas obras antes de Su regreso. Él mismo dice: “Cuando venga el HIjo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Fe = fidelidad. Pedro urge a corregir nuestra vida y alejarnos del mal; a tener un comportamiento ejemplar. No habla de destacar por encima de otros, ni en conocimientos, estirpes, éxitos, capacidades personales, logros, etc. Habla de buenas obras y de obediencia, sometimiento a Di-s. Habla de vivir el Reino de los Cielos. Yeshúa lo promete: “recibiréis poder”. Éste, para andar conforme a los caminos de la Verdad, encontrados en escritura tan antigua como el Tanaj.

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Fcapítulo iiE el día que nadie sabe


El dĂ­a que nadie sabe

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Yemei HaMashiaj

Por el poder de Su boca Cuando Gedeón va a luchar contra los madianitas, vemos que exhorta a sus 300 compañeros a tomar los shofares, romper los cántaros y gritar finalmente: “¡Por Adonay y por Gedeón!” (Jue 7:18). Pero, ¿cómo fue el grito original, es decir, el verdadero, el emitido por los judíos? “¡Por la espada de Adonay y por Gedeón!” (v. 20), lo cual es de llamar la atención. La espada de Adonay no es cualquier eufemismo para hablar de Su poder. Bien pudieron haber dicho “por la diestra, el brazo, la mano, el poder, la fuerza, la misericordia, etc.” Pero fue la espada. La palabra es jereb, cuya raíz significa “desolación”. Terrible figura la de la espada como desolación. La batalla es librada en el valle de Jezreel, una figura importante de masacre y recompensa a la vez que encontramos en Oseas. Aquí, la espada de Di-s es desolación de los enemigos de Israel y es aquí cuando recordamos lo que será al final de los días. En 2Tes 2:8, así como en Isaías 11:4, se habla de “aquel inicuo, al quien el Señor matará con el espíritu de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su venida”, por lo que en la batalla librada en Jezreel se prefigura la destrucción del maligno: el que contiende y el rebelde contra Di-s, Madián y Amalec. 41


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Estos dos últimos personajes representan el yugo del pecado, la disención (Madián) apoyados por Amalec de quien se dice en Éx 17:16 que “se levantó contra el trono de Adonay”, es decir, Satanás. El poder de Di-s, el poder de Su boca es la desolación de los enemigos de Israel se lleva a cabo como voz de shofar (Jue 7:20), esta voz es la Voz de Di-s, es Su poder (los madianitas terminan poniéndose “la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento”, v.22.) Es una Voz de juicio y de justicia, a la vez, de rectitud, pues Israel escuchó la voz de Di-s en el Sinaí como la de un shofar (Éx 19:19), diciendó Quién es Él. De tal manera que ni Gedeón ni el pueblo de Israel ganaron la batalla, sino que fueron instrumentos de Di-s para palpar Su redención y Di-s, por misericordia, destruyó a los enemigos de Su pueblo. Ahora bien, en cuanto al final de los días, dijimos anteriormente que este pasaje es una prefiguración de lo que será al final de los días, y sí, pero no en cuanto a la destrucción definitiva del mal, que ocurrirá después de la venida del Señor y no al momento. Para eso habrá otra ocasión de hablar.

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Desde la idolatría, en los postreros días. El exilio de Israel, profetizado ya en Deuteronomio, expone la vida del pueblo de Di-sen las peores condiciones: postración, idolatría, sequedad; como muertos, habiendo hecho figuras de su propia locura, “dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen” (Deut 4:28), así somos cuando decidimos apartarnos en pos de nuestros caminos, conducidos por nuestra sabiduría; construyendo nuestro propio destino de fatuidad. Sin embargo, es claro el texto cuando dice: “si desde allí buscares a Adonay tu Di-s, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma” (v. 29), lo cual, demuestra la grande misericordia de Di-s; habiéndose apartado hacia la muerte, como lo representan los ídolos, Israel, desde ahí, en medio de la idolatría y la transgresión, puede hallar hacia Di-s las puertas abiertas, mientras el corazón esté completamente convencido, y el alma, de necesitar de Sus aguas. El exilio es como un desierto. Fuera de Israel, de hecho, hay desiertos. Esta situación está contemplada aún para los postreros días, cuando Di-s extiende Su misericordia, diciendo a Israel, “si … volvieres a Adonay tu Di-s, y oyeres Su voz” (v. 30). Estos “postreros días” son momentos de “angus43


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tia”, “estrechos” -como es lo que significa en hebreo- y esto hará que los que no se acuerdan de Su Di-s, en ese momento, lo tengan en mente y vuelvan a Él. Esto nos ayuda a ver que en el quebrantamiento de Su pueblo, Di-s se muestra misericordioso a pesar de su transgresión. Pero los que vuelven a Él sólo son los que no dejan ni una mínima parte de su corazón en la vida de opresión, en la opulenta y seca vida que es andar en nuestros propios caminos, conducidos por la sabiduría personal… Esta condición en la que el potencial humano se ve destruido, es el comienzo de la verdadera libertad; el corazón humillado es el único que puede acceder a cambiar su yugo por el de Di-s que realiza con poder Su obra en quien vuelve. Esta libertad sólo existe cuando el quebrantamiento se convierte en el estado en que el alma permanece: humildad y mansedumbre habrían de ser nuestras constantes; si bien la oportunidad es extendida hasta el último momento para Su pueblo, ¿cuántas veces no hemos menospreciado a Di-s cambiando Sus mandamientos por nuestra propia ley en nuestros corazones, hoy, antes de los postreros días, que acaso no nos alcance el tiempo para volver, si no lo hacemos ahora?

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Aviso urgente Hay quienes olvidaron que las enseñanzas de Adon Yeshúa están hechas para llevarnos a un cambio constante de nuestra vida frente a un urgente estado de alerta que el creyente debe tener: vendrá Di-s a otorgar una recompensa por las obras que uno haga, ya sea de justicia o de impiedad. Yeshúa transmitía su mensaje para el pueblo que esperaba una pronta redención; la restauración de Israel; el reino mesiánico que vendría a poner, por fin, la paz y la justicia de la mano de la adoración al Di-s único reconocido por todas las naciones (hostiles a Israel o idólatras.) Yeshúa habla a las almas que tienen una fuerte necesidad de ser libertadas de las injusticias, de las opresiones y que son capaces de fundamentar su esperanza no en la venganza, la guerra o la justicia propia, sino en la práctica del bien, desechando la ira, el amor propio, las fórmulas humanas para traer la paz a sus almas. Por eso la necesidad de cambiar es pronta. Él vendrá, ¿y tenemos nuestro tesoro entre los hombres o buscamos un tesoro celestial? Lo interesante es que existe la vieja acusación de que no 45


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se cumplió lo que Yeshúa había prometido: que vendría. Esto contrastaría con su mensaje de poner en acción inmediata el arrepentimiento. Si pensamos diferente a una pronta redención; a una inminente llegada del Bar Enosh, entonces estamos cambiando nuestra esperanza por la comodidad de experimentar un poco que podemos acumular tesoros en la tierra. Tesoros en la tierra: reconocimiento público de nuestras buenas obras; no incluir lo que consideramos trivial en la misma categoría de los mandamientos más importantes; ver de soslayo la negación de nosotros mismos frente a nuestros planes de éxito personal, etc. Yeshúa viene pronto, lo que quiere decir, que: • el tiempo es corto para arrepentirme; • mi vida debe cambiar radicalmente para bien, justicia, integridad y humildad; • mi esperanza está fundamentada en lo eterno, y el quehacer cotidiano debe estar cargado de justicia más que de goce, realización personal o indolencia; • que la misericordia represente el rostro de Di-s en mi cotidianidad; • que abandono la ira, el desprecio al necesitado, mis sueños de grandeza, mi amor propio y ando en Sus caminos donde nada me falta.

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Según lo que será debe ser hoy Si, pues, habéis resucitado con el Mashiaj, buscad las cosas de arriba, donde está el Mashiaj sentado a la diestra de Elohim. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Mashiaj en Elohim. Colosenses 3:1-3 Todo amor que depende de una causa egoísta, cuando la causa cesa, se acaba el amor. Pero todo amor que depende de causas no egoístas dura para siempre. Avot 5:19

Un signo de la posteridad es la resurrección de los muertos. Según la cita de Colosenses, es un signo que debe ser vivido hoy por los creyentes teniendo un comportamiento como de redimidos y resucitados, no de muertos y condenados por sus acciones de destrucción. La destrucción como hebraismo refiriéndonos al menosprecio, en este caso, es el menosprecio de lo alto que es el lugar donde el Mesías se encuentra sentado a la derecha de Di-s. Como ejemplo de este menosprecio está la búsqeda del goce, la forma en que deseamos satisfacer nuestros más inmediatos placeres ególatras. Aún siendo creyentes erramos cuando trivializamos aspectos de nuestra conducta o aún de las preferencias que tenemos en cuanto a nuestros gustos personales, hábitos, forma 47


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de divertirnos, etc. El mundo venidero y este se encuentran relacionados. La Torá es el paso intermedio: Grande es la Ley: da vida a quien la estudia en este mundo y en el venidero. Porque: “Es vida para quien la halla y salud para el cuerpo todo” [Prv. 4:22] … Y “en su diestra hay largos días y en su siniestra riqueza y honor” [Prv. 2:16] (Avot 6:7)

El juicio final y la resurrección de los muertos deben ser dos aspectos que dirijan nuestros pasos hoy. Pasos de vida y recordar que hemos muerto, como se aseguran en los testimonios de quienes han renunciado a su vida para seguir la vida que existe en Yeshúa. Esta vida, como dice R. Shaúl, está “escondida” (gr. krypto), “encriptada”, es decir, sepultada -secreta- como en una cripta. Éste es el signo de la resurrección: que primero debe haber muerte. ¿Cómo esperamos cumplir la voluntad del Creador si aún no morimos a nuestras pasiones? ¿Cómo vivir hoy una vida cual redimidos si no hemos muerto? en otras palabras, ¿cómo esperamos permanecer en la vida el día de la resurrección y el juicio si hoy no morimos para vivir conforme a la Ley y la interpretación de nuestro Maestro Yeshúa?

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La oración y los últimos días Lucas 18. El primer mashal (parábola) de Yeshúa en esta ocasión es sobre la t’filáh (oración). La nota inroductoria de Lucas nos habla del tipo de lector que sugiere el texto, pero con una profunda visión hebrea sobre el asunto a tratar, extraída de los testigos de esta parábola. Yeshúa nos cuenta sobre una viuda hallada en el colmo de males: siendo oprimida por su enemigo, al pedir al juez justicia, se encuentra con que este también es inicuo. Pero ella insiste hasta que llega el momento en que este juez injusto le concede tzedaqá por haberse convertido en su dolor de cabeza. Lo que pudo haberle causado mayor molestia a este hombre no era la mujer, sino la fuerza del clamor por la justicia, como si ésta, a pesar de la incredulidad del juez en ella (ni temeroso de Di-s ni respetuoso de hombre), fuera a ser real. La viuda obtuvo lo que pidió. Ella no se detuvo en su clamor; no renunció a pesar de ser una mujer sin marido, sin sustento, sin quien le proveyera. Vemos que este mensaje encuentra su significado apropiado con las palabras finales del Señor: ¿Y acaso Di-s no hará justicia a Sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia . Pero cuando venga el

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Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:7-9)

Yeshúa hablaba al corazón de Su pueblo: la viuda era Israel que se veía sin respuesta a sus clamores cotidianos sobre la liberación de la opresión y que se veía a sí misma como sin marido, su Di-s. Sin embargo, el Señor les exhortó a seguir orando, pero con emunáh hasta el fin de los días, cuando vuelva de nuevo, deseando hallar a esta viuda fiel a su clamor; sin sucumbir a la tentación de hacerse rencorosa o vengativa, agobiada por el desánimo.

Juicio, rectitud y guía: la cuenta del Ómer y los últimos días. Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente al séptimo día de reposo, contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Adonay. Lv 23:15-16

Este mandamiento nos recuerda el deber diario de aproximarse a las revelaciones de Di-s que dan coherencia, santidad, cordura a nuestra vida y a la caracte-

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rística caótica del mal que nos rodea. Contar el omer es también seguir una senda antigua, conforme a lo escrito (Jer 6:16). Si bien, como en el caso de las fiestas, la ofrenda del ‘omer es el carácter ritual de lo que hoy se denomina como “cuenta”, lo que ha quedado del mandamiento hasta hoy es precisamente eso, la cuenta. De hecho, la falta del ritual y el Templo se contemplan a la hora de realizar la cuenta con el rezo siguiente: “Que el Misericordioso restaure el servicio del Templo a su lugar, prontamente y en nuestros días. Amén”. De hecho, el salmo escogido para su recitación (Salmo 67) confirma el rezo precedente. Sobre todo, aludiendo al Reino Mesiánico con las palabras: “Los pueblos Te reconocerán, oh Di-s, todos los pueblos Te reconocerán”. ¿No es este clamor correspondiente con “hacer conocer Tus caminos en la tierra” (en el mismo salmo)? Pero, ¿cómo las naciones conoceran los caminos de Di-s si su pueblo no los hace conocer? Esto mismo es lo que hicieron hace 2000 años los discípulos de Yeshúa HaNetzeret: la cuenta del omer es realizada después del día de Pésaj, por lo que tiene una estrecha relación con la fiesta. Es el puente entre esta fiesta y aquélla por celebrar 7 semanas después. La cuenta del omer es la espera del sentido actual de la redención. Los talmidim de Yeshúa esperaban la fiesta con ansiedad. Justamente es en Shabuot cuando se proclama el 51


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mensaje mesiánico con mayor fuerza, usando las distintas lenguas que hablaban los judíos dispersos en otros lugares (Hch 2) para hablar de la gloria de Di-s. Así es como los judíos que creyeron (tres mil personas) fueron a los lugares donde vivían para llevar esa buena nueva. Cumplían la profecía del salmo. Y no sólo eso, con relación al Reino Mesiánico, Yeshúa mismo tejía el puente entre su padecimiento, los días postreros y la fiesta de Shabuot (en medio de todo ello, la cuenta de los días hacia Shabuot) (Mt 16:28, Mr 9:1 y Lc 9:27). No es casualidad que, inmediatamente después de las palabras previamente citadas del Salmo 67, se diga: “Las naciones se alegrarán y entonarán cánticos, pues juzgarás a los pueblos con rectitud y guiarás a las naciones en la tierra”. Aquí se relata el sentido final de la redención: cuando el Mashiaj venga a establecer el Reino de Di-s. Esto, si bien está, cronológicamente hablando, al final de las festividades (representado por Sucot) se confirma en Shabuot cuando el juicio, la rectitud y la guía, representadas por la Torá entregada en esa fecha, son otorgadas, para el conocimiento de Di-s a las naciones, por el Rúaj HaKódesh (llamado también Paraklétos en griego, teniendo todas estas funciones - y más - conforme al salmo) cuando la cuenta del omer termina, a los apóstoles y a todos los que estaban con ellos “unánimes y juntos” (Hch 2:1.) Esta es la Escritura cumplida: los judíos llevarían 52


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a las naciones el mensaje mesiánico del arrepentimiento conforme al don (el Espíritu de Di-s que inspiró la Torá) “a fin de hacer conocer Tus caminos en la tierra. Tu salvación en todos los pueblos” (Salmo 67), cuestión que comenzó a cumplirse y que está relatada a partir de Hch 15. Finalmente, diremos: hacer la cuenta del ómer, es recordar y esperar por la venida del Reino Mesiánico que habrá de establecer el juicio, la rectitud y la guía hoy y en los postreros días.

Selijot Durante el mes de Elul, último mes de este año, el creyente debe tener un espíritu de arrepentimiento. Hacia la teshuvá está el camino de la humillación y en ésta van las fuerzas propias: la confesión de la torpeza propia para hacer lo bueno, la conciencia de que no tenemos méritos para refrenar el mal que pueda venir en nuestra contra o la condena por la transgresión de nuestros desvíos. Negarnos a nosotros mismos, es la forma más concisa de decirlo.

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“Pecado” tiene en su raíz antigua la edificación de un muro que no sólo separa terrenos o dispone límites, sino que impide pasar al otro lado del muro. De hecho, impide salir también. Es el principio del ostracismo del mal. Sólo existe una forma de romper la sofocación -no es casualidad que en la Biblia el hombre que peca e insiste en el pecado es como un enfermo que se acerca a la muerte-: emprender el camino de regreso, allí de donde el muro que hemos impuesto nos ha desviado. Para regresar, pues, hay que romper el vallado. ¿Quién es consciente de sus propios errores como para derruirlos? ¿Quién está incómodo con el muro que acaba de construir como para derribarlo de nuevo, si de pronto es esa separación lo que delimita nuestro parecer, nuestro camino, nuestra independiencia de vivir como mejor nos place y entender como mejor podemos, la vida? ¿Quién? Hay que odiar ese muro para destruirlo. Hay que conocer cuán morboso es para nuestro impulso vital, para lo que nos conforma como personas. Hay que reconocer que nos hemos desviado y no nos ha servido de nada. Hay que ver que somos esclavos del pecado. Y si hemos sido libertados de eso, hay que reconocer que también, comúnmente andamos conforme a nuestra prudencia propia, y caemos. No somos hombres y mujeres justos, piadosos, ni que buscan a Di-s. Hay que volver al Camino. Hay quien desconozca cuál es ese principio. Por eso judíos deben volver; 54


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gentiles deben cambiar su dirección y andar el camino de vuelta que conoce el judío piadoso: humillarse uno mismo, delante de Di-s, de quien hemos desechado la Verdad sobre nuestras acciones y Sus mandamientos, y en la gracia del Eterno, ser inscritos en el libro de la vida para un año más bajo Su poder y misericordia. Las selijot nos ayudan a entenderlo, que aún creyendo en Él, estamos alejados por nuestro propio yerro: Otorga gracia a Tus hijos, quienes a Ti retornan, y llenos de pavor se paran ante Tu presencia. Temerosos están del momento en que son llamados al juicio; pues por eso vinieron, dolientes. -Jon Tajón, piyut de Rosh Hashaná.

El silencio liberador de Di-s Purim es la fiesta que celebra la liberación del pueblo hebreo de manos de Amán, su enemigo. La historia es bastante conocida y sus elementos profundos para hacer una revisión de nuestras vidas en relación a los últimos tiempos. Comenzando por el hecho de que el día de la fiesta es el 14 de Adar, cosa en común con Pésaj (pascua), llevada a cabo el 14 de Nisán; ambos, días de libe55


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ración. Si bien, una más grande que la otra, pero sin las cuales el pueblo judío hubiera continuado su existencia. En una, en Pésaj, Di-s actúa de forma extraordinaria; el faraón es retado en su insulso poder y Di-s es magnificado en la inutilidad e indefensión del pueblo esclavo, además, ridiculizando a la potencia más grande de su tiempo. En el rollo de Ester está el silencio de Di-s, en cuanto a los portentos y la grandeza de Su mano. Su diestra está callada, y escondidos a los ojos del ser humano Su poder. Como Sus pensamientos, demasiado altos para las grandilocuencias humanas; muy desconocidos para las simplezas del hombre. Es ahí donde prueba a Su pueblo. Las maquinaciones de Amán se disuelven ante la rectitud de Mordejai, a quien debe pregonar como amigo del Rey, frente a todo el pueblo, jalando el caballo real. Esto demuestra que la fidelidad (la fe) y la rectitud llevan a la justicia. Mordejai jamás se amedrentó aún cuando lo amenazaron de muerte por no postrarse ante Amán públicamente. En ningún momento se menciona el Nombre de Di-s en el libro, pero el corazón de Ester actúa y Mordejai no deja de ser recto hasta la muerte. El pueblo entero ayuna, y el ayuno ha de entenderse como un acto de arrepentimiento y de búsqueda profunda de Di-s ante la muerte: el ayuno, el dolor en el que obramos, en común acuerdo, el enfrentamiento con nuestro pecado. 56


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También el ayuno como cercanía a la muerte, pues es mejor morir que ser alejados de la presencia del Altísimo. En 14 de Adar Di-s liberó, una vez más a Su pueblo, para seguir viviendo y ser testimonio de Su Nombre ante las naciones. Hoy, ¿eres un liberado del Eterno y piensas que tu existencia está hecha para continuar brindando testimonio más allá de tu satisfacción personal y proyectos ante la vida?

Purim y los días postreros En la ceremonia de havdalá, que despide el shabat desde los tiempos de Adon Yeshúa, el Sidur (libro de rezos) toma, entre otros versículos bíblicos, Ester 8:16, que dice: “los judíos tuvieron luz y alegría, gozo y honra”. Y esta cita viene muy a propósito en el contexto de la ceremonia: la expectativa por el Mesías, aunque en principio esté dentro de una petición de prosperidad, ciertamente esta prosperidad está comprendida dentro del fin del Galut (exilio) del pueblo judío y el retorno a su tierra por el poder del Mesías, en concordancia con el versículo. Al final del libro de Ester, vemos que ella no 57


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aparece más. La figura central es Mardoqueo, su pariente, quien se encargó de Ester desde pequeña al quedar huérfana. De Mardoqueo el texto nos dice que fue un instructor y cuidador de Ester. La cuestión aquí, es que Mardoqueo representa la fidelidad a Di-s a pesar de las circunstancias hostiles que vive el pueblo judío y las amenazas de muerte que recibió. Mardoqueo era hostigado para que, ahí mismo, en la puerta del rey, mostrara honra a Hamán: Aconteció que hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su dicho; porque ya él les había declarado que era judío.

Esta declaración no tiene un significado étnico o cultural. Mardoqueo no justifica su acción por pertenencia a un grupo social; más bien, sabe muy bien que el ser judío está en ser fiel a Di-s. desde entonces encontramos, en el Tanaj, y desde el exilio, que la identidad del judío está en la dependencia y adherencia al Di-s vivo. Algo parecido a lo que Rab Shaúl decía: que el judío lo era interiormente, no el que, por circuncisión, se declaraba. Al final, quien haya leído el libro de Ester, sabe que Mardoqueo se vuelve el segundo después del rey babilonio y el pueblo judío tiene derecho a defenderse. Es peculiar la forma en que se le representa, pues la escena es totalmente mesiánica, en todos sus aspectos: 58


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Y salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. La ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó; y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra. Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el mandamiento del rey, los judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, porque el temor de los judíos había caído sobre ellos.

Compárese con los pasajes de la restauración de Israel, no sólo a su tierra, sino a su Di-s y la llegada de las naciones como temerosas, buscando a Di-s y tomando como referente y guía de su acercamiento a Di-s al pueblo judío, en pasajes de los profetas, como Zacarías, los últimos capítulos de Isaías, los pasajes en que el pueblo judío estaba en paz en tiempos de Salomón, etcétera. Recuérdese, sobre todo, la forma en que se habla de Aquél que llega a la tierra cabalgando en el Apocalipsis. Mardoqueo, aquí, es una prefiguración del Mesías triunfante, mediante el cual, el pueblo judío hace frente a sus enemigos. Además, el texto dice que la fiesta de Purim no será olvidada a lo largo de los tiempos, pues, visto de la forma en que lo hemos tratado, Purim no sólo recuerda a Pésaj, sino que proyecta a Sucot, cuando llega el Mesías e instaura la liberación final, y el tiempo de paz para el pueblo judío y los fieles al Todopoderoso, así como el Reino Mesiánico. 59


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La gloria de la libertad Pésaj (pascua) es la primera fiesta, después del shabat, que inaugura el año sagrado. Con ella nacemos para ser un pueblo para Di-s. El Di-s de nuestros padres, de aquellos que comparten la promesa del Deseado, el que vino y vendrá a juzgar a la tierra. Pésaj nos cuenta algo que ya sucedió y lo recordamos para anclarnos a la realidad de nuestra condición actual; quienes hemos creído somos nuevas criaturas en el poder del Mesías. Israel salió de Egipto, a pesar del poder egipcio. Israel ha escapado de sus enemigos, aunque con fuertes padecimientos, y sus enemigos son finalmente capturados, eliminados. En el séder de Pesaj cantamos lefijaj, diciendo: “pues no se levantó sólo uno para exterminarnos, sino que de generación en generación se levantan para matarnos”. No hace falta evocar los acontecimientos históricos del siglo veinte para recordar esta tremenda verdad. Hoy mismo el pueblo judío sufre persecución, y en varios lugares del mundo se obra violencia en su contra. En Europa y el continente americano, las noticias sobre el Medio Oriente muestran a un pueblo judío injusto contra los palestinos; sin escrúpulos, combatiendo estúpidamente por una tierra que “no es de ellos”. 60


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La mala fama sobre el pueblo de Israel siempre está acompañada de suma ignorancia e intereses judeófobos. Sin embargo, no puede decirse que el pueblo judío es un pueblo santo. Por ello mismo Di-s, en Su Palabra menciona al remanente. De todos aquellos que padecen el mal, unos quedan, quebrantados y en ellos el Señor edifica de nuevo. Por ello podemos cantar junto a ellos: “pues no se levantó sólo uno para exterminarnos, sino que de generación en generación se levantan para matarnos; y el Santo, bendito sea Él, nos libra de sus manos”. ¿Cuál es el mérito de Israel para ser liberado? Ninguno, pues se cata en el Seder el salmo 115 que comienza: “No a nosotros Adonay, no a nosotros sino a Ti sea dada la gloria”.

Vida de entre los muertos Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? Ro 11:15

¿No es esta una afirmación sobre los últimos días? Recuerda, asimismo, esta admisión, a Yosef (José) reci61


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biendo a sus hermanos de vuelta a sí mismo. En griego, la palabra que aparece en la carta es πρόσλημψις, que quiere decir justamente eso: recibir. Si bien Rav Shaúl habla del buen olivo y las ramas del olivo silvestre injertadas contra naturaleza en el bueno, la recepción no sólo representa re-inserción sino volver a tomar lo que es propio. Yosef se revela a sus hermanos y es el momento en que se hace volver a Yaacov al redentor. Yaacov (Israel) es redimido por uno de sus hijos, es decir, en quien se preserva la promesa dada a Avraham: la simiente (uno) y que representa un redentor para su pueblo: Yosef, como el Mesías vendría del seno de Israel, el pueblo judío será redimido igualmente por uno que salió de su seno, un Salvador (Yeshúa), retoño prometido (netzer) y ungido (mashíaj). Entonces, Yaacov no muere de hambre. Los años son importantes: siete años de hambre… dos años de que sus hermanos no lo reconocieran y de haber sido probados hasta el momento en que muestra su gracia hasta el fin: 5 años restantes en que estarían con él sin que pasaran hambre y, pues, terminara el decreto divino al respecto. El número cinco se muestra como la gracia que el Mesías retorna a Israel cuando éste lo reconoce, sobre todo, cuando el pueblo entero (Yaacov) regrese a Él. Entonces, conforme a lo que confirman los profetas, Israel tendrá el botín de las naciones en los últimos días: “y 62


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tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comeréis de la abundancia de la tierra”. (Gén 45:18) Este “mí” y este “yo” son las palabras de un redentor. Ahí es donde está la admisión, cuando en medio de su contrición, anonadados por la revelación, viene la vida de entre los muertos: el momento de la resurrección de los muertos.

Injertados para dar fruto En la carta a los Romanos, cap. 11, el rabino Shaúl habla que el no judío es injertado en el buen olivo, que representa a Israel fiel al Eterno, así como de los judíos reinjertados en la fe del Mashiaj Yeshúa. Bien. Pero hay una parte esencial que atañe a nuestro día a día: Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. (Ro 11:16) Y es que el ser injertados, como lo plantea R. Shaúl, significa estar situado en el lugar por donde corre la savia del patrón (la planta, el árbol) en donde hemos sido introducidos. Si la savia del olivo no corre por el injerto, entonces debe ser cortado y puesto en su lugar otro. Así ha pasado y así seguirá siendo. Por eso la 63


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santidad que corre por el olivo debe correr igualmente por el injerto hasta que éste no sea ya más silvestre, sino que sea parte del buen olivo como si hubiera nacido de ahí. La forma en que esto ha de ser explícito es cuando da su fruto. No basta, pues con pertenecer al buen olivo, sino que uno ha sido injertado ahí para dar un fruto. Éste es el resultado de su inserción. El fruto, conforme a la savia que corre y así como R. Shaúl lo entendió, es la santidad. Debemos comprender que este es el propósito de todo injerto: formar parte del patrón y crecer para dar fruto. Así, esto coincide completamente con el orden de las moadim (fiestas) bíblicas en las que se sitúa la vida espiritual: de Pésaj a Shavuot (pascua a pentecostés) se espera que madure el grano de cebada para ser recogido en esa segunda fiesta. Lo mismo podemos decir del creyente: una vez formando parte del pueblo de Di-s, por medio de la fe en el sacrificio del Mashiaj, se espera de él que crezca y madure para dar su primer fruto. ¿Cuál es este primer fruto? Veamos la fiesta: Shavuot, hacia la cual nos aproximamos. Fiesta en la que se recoge la cebada, pero que conmemora igualmente la entrega de la Torá en har Sinai, la Ley. Esto es, el compromiso con Di-s, como un compromiso de bodas. El fruto, resultado del crecimiento del creyente (en la fe, practicando misericordia, justicia, rectitud, 64


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etc.) es el compromiso con el Di-s que lo sacó de Egipto (la esclavitud y el pecado). ¿No es por eso que comienzan las diez palabras (10 mandamientos) con estas: “Yo soy Adonay tu Di-s que te sacó de la tierra de Egipto” (Éx 20:2)?

El Ulam necesita luz Revisando la estructura del Beit Hamikdash, el templo, sabemos que antes del lugar santísimo está el lugar santo. Lugar oscuro, cuyos instrumentos el único que nos deja ver su misterio es la menorá (candelabro) de oro. Este candelabro forma parte de los utensilios de adoración, junto con la mesa de los panes de la proposición y el altar del incienso. Cada uno de estos instrumentos está acompañado de elementos perecederos que necesitan renovarse y que son producto del trabajo humano: el aceite de olivares, el pan y el incienso, respectivamente. Es, pues, muy significativo que, del diseño inspirado por Di-s (de cada instrumento), esté el trabajo constante para echarlo a andar. o bien, darle sentido. Los panes se realizan con rapidez y relativa facilidad y se relacionan con las necesidades primarias del sustento y la supervivencia. Esto queda demostrado cuando Da65


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vid va con sus guerreros al templo y Ahimelec le dio de los panes de la proposición, cuando ellos venían huyendo de Saúl. Yeshúa mismo recuerda esto a los fariseos que lo acusaban de no respetar el shabat, día del reposo del alma y, por lo tanto, de su sustento. El incienso necesita el trabajo de extracción de la resina de un árbol. Debía ser continuamente renovado. Y quemado, por supuesto. Por su fragancia representa las buenas obras como adoración a Di-s; la alabanza de una vida justa. La menorá es el alto recipiente para el aceite del olivo, cuya extracción y proceso es mucho más sofisticado que el pan y el incienso. El papel que represena el aceite como combustible es único: es la sola luz del cuarto santo. La luz que se desprende del candelabro tiene diversas funciones. Evidentemente, representa la palabra de Di-s que es lumbrera al camino humano (Sal 119:105). Pero también es la verdad, como en Mt 5:15. Tenemos, pues: vida dependiente de Di-s (sustento; el pan), vida justa (incienso, como adoración a Di-s) y vida santa (olivo y luz como sentido de la verdad.) Digamos finalmente que el lugar santo lo es por los instrumentos que alberga como recipientes y, por el fruto recibido que requiere del trabajo para ser obtenido. De alguna forma, los tres frutos están relacionados: uno es fruto de la tierra (pan), otro del árbol (olivo) y el último de la corteza de un árbol (incienso). Representan tres aspectos de la vida humana: de lo necesario al 66


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refinamiento. Para que un seguidor del Señor termine siendo luz, debe madurar para ser ofrenda; pasar por pruebas que lo lleven a la justicia y, finalmente, ser luz en las tinieblas haciendo públicas, es decir, encarnando como servicio a otros, las palabras del Señor. Frutos que van de la madurez a la santidad.

Yom Hazikarón (el día del recuerdo de Su pacto) Yom hazikarón, la fiesta del recuerdo, es llamada también, Rosh Hashaná, y en la Biblia Yom Teruáh. En el rezo se dice lo siguiente: Y en Tus escrituras santas está escrito: “Hizo memorial para Sus maravillas, pues lleno de gracia y misericordioso es el Eterno”. Y está escrito: “Otorga alimento a aquellos que Le temen, y recordará para siempre Su pacto”. Y también está escrito: “Recordó para ellos Su pacto y cedió conforme a Su abundante misericordia” (Rezo de Musaf de Rosh Hashaná)

Después, otros versículos de los profetas son citados en relación al recuerdo de Di-s respecto de Su pueblo,

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para que sea recordada delante de Ti nuestra memoria y la memoria de nuestros padres; la memoria de Yerushaláyim, Tu ciudad; la memoria del Mesías hijo de Tu siervo David y la memoria de todo Tu pueblo, la Casa de Israel; para rescate, para bien, para gracia, para bondad, para una vida buena y para paz, en este Día de la Remembranza (Yom Hazikarón), en este día de festividad, en este día de santa convocación, a fin de tener misericordia de nosotros y otorgarnos la salvación.

Este recuerdo por parte de Di-s se busca a partir del ruego, y éste es finalmente por la salvación. De ahí que, antes y después de tocar el shofar, se mencionen versículos recordando delante de Di-s -como una justificación del ruego mismo- las promesas de Di-s y Su pacto con Israel. De hecho, se hace la remembranza del sacrificio de Ytzjak (Isaac): “Recuerda hoy la prueba de Ytzjak en favor de su descendencia”. Y se añade: “Bendito eres Tú, Eterno, que recuerda el pacto” (musaf de R.H.). Después, se toca el shofar… Las alusiones al sonido del shofar son evocaciones de la salvación de Di-s en los últimos días, cuando reúna a Su pueblo en la tierra de Israel y muestre al mundo su elevación después de toda vergüenza. Recuerdo para nosotros de nuestra insuficiencia para alcanzar la justicia, el bien, la rectitud, la paz, y que sólo el Mashíaj nos puede dar. Como un sonido de shofar es la voz del Señor; Él reunirá a Sus exiliados de los confines de la tierra. Será el día en que venga Adon Yeshúa, el Día del Señor, temible. 68


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Oír el shofar es oír la advertencia de que vendrá el Juez del mundo, y que no hay quien escape de Su juicio; que debemos humillarnos, y desde nuestra humillación, voltear a los Cielos, al Eterno, y rogar por Su misericordia, que recuerde Su pacto, Su nuevo pacto en la sangre del Mashíaj para que seamos, el Yom Kippur, inscritos en el libro de la vida, porque llegará el momento en que acciones que realizamos hoy serán pesadas y sólo para algunos -que crean firmemente en Él y hayan sido fieles a Su testimonio- habrá abogado “para con el Padre, Yeshúa HaMashaij HaTzadik” (1Yn 2:1). “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo” (1Tes 4:16a).

Hacia Yom Kippur; en Yom Kippur En el rezo de Rosh Hashaná se ruega por que se abran las puertas del bien, de la paz, de la misericordia, de las lluvias, etcétera. Abrir las puertas significa entrar en esa dimensión por la que se ruega. Las puertas son las de una ciudad; puertas donde se encuentra la seguridad de una ciudad fortificada; con guardianes, con ciudadanos que se identifican unos a otros por algo en común: la 69


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salvación, la santidad. Pero en Yom Kippur se cierran las puertas. En Yom Hazikarón se abren los libros, pero en Yom Kippur se cierran, una vez escritos definitivamente los nombres. Yom Kippur es el momento en que se da el veredicto y no hay más tiempo. No habrá más profecías; más reprensiones ni advertencias. Ni siquiera se prestará oído a los ruegos de los que, cuando tuvieron la oportunidad de abandonar la hipocresía y la autocomplacencia, siguieron en su necedad. Hagamos caso a la advertencia, que Rabí Yeshúa enseñó: “después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar al a puerta, diciendo: ‘Señor, Señor, ábrenos’. Él respondiendo os dirá: ‘No sé de dónde sois.’” (Lc 13:25) Ese día será como un Yom Kippur, de la verdad que Di-s ha hecho con la expiación de Yeshúa. Que el Señor nos inscriba en el libro de la vida.

Avot 3:22 Rosh Hashaná, cuyo nombre es posterior, y que ostenta en la Bilia el de Yom Teruá, también es conocido como Yon Hazikarón y Yom Din, este último, un nombre muy apropiado: el Día del Juicio. Sobre este día el TaNaJ tie70


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ne mucho que decir, tanto, que deberíamos introducirnos en sus profundidades para entender lo que Shlomó hamélej quiso decir cuando escribió: “mejor el día de la muerte que el del nacimiento” (Qoh/Ecl 7:1); porque es mejor el final de la vida que su principio y aún todo su recorrido, ya que el momento de la muerte es el que define si la persona quedará para vida eterna o no. Al día del juicio también se le llama el Terrible Día del Señor, aquél sobre el cual Yeshúa dijo que vendría; un día del cual nadie quiere tener noticia: “¿No será día el día de Adonay tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor?” (Am 5:20). No hace mal un poco de conciencia de lo que representa este día, más allá de pensar que simplemente algo termina y otra cosa comienza; los buenos deseos y las felicitaciones que se extienden en cartas y correos no están mal, pero ahora mirémonos en nuestras propias oscuridades y aún escuchemos lo que R. Eliezer haKapar solía decir: el nacido está destinado a la muerte, el muerto está destinado a la resurrección y los resucitados al juicio, para que conozcan, den a conocer y sea reconocido que es Dios, que es el Modelador, el Creador, el Omnisciente, el Juez, el Testigo, el Pleiteador, El que habrá de juzgar. Bendito sea, porque no hay injusticia delante de él, ni olvido, ni acepción de personas, ni sobornos. Todo le pertenece. Has de saber que todo se hace según cuenta y no permitas que tu mala inclinación te haga confiar en que en el sol encontrarás el reposo. Has sido creado contra tu voluntad, naciste contra tu

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voluntad, vives contra tu voluntad, morirás contra tu voluntad y contra tu voluntad tendrás que rendir cuentas delante del Rey de Reyes, el Santo, ¡bendito sea! (“Avot” 3:22, La Misná, p. 851)

A nuestro pesar, ésa es la condición humana, y no es excusa para hacerse irresponsable y dedicarse a satisfacer los placeres que una vida santa desprecia.

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IcapĂ­tulo iiiJ la gracia en los redimidos


La gracia de los redimidos

Isaías 53:4 Dice el Séfer ha-Zohar: Mientras Israel estaba en la tierra santa y seguían entre ellos el servicio del Templo y las ofrendas se hacían, todas las enfermedades y sufrimientos del mundo estaban descartados. Ahora es el Mesías quien las lleva lejos de los hijos del mundo, hasta que el hombre salga de este mundo y reciba su castigo como está dicho. (2, folio 212a sobre Shemot 33:33)

Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. “Nuestras enfermedades” porque somos como enfermos, débiles, sin cura, porque estamos alejados de Di-s en nuestra naturaleza humana; buscando nuestro propio placer, viviendo conforme a nuestro consejo propio. “Nuestros dolores” porque vivir bajo nuestras reglas sin Di-s es añadir dolores a nuestros días; porque los vivimos sin sabiduría y estamos alejados de la verdad. “Y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Di-s y abatido”. Esto es, que pensamos que Di-s le estaba oprimiendo pues algo debió haber cometido para ello…, como un pecador, como un condenado; como si hubiera sido un problema personal; como en un velo 74


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denso vimos reflejada la opacidad de nuestro corazón

Los primogénitos; de faraón, de Moisés, de Di.s. En el libro de Éxodo se narran cosas extraordinarias. Entre tantas, una de ellas es la anticipación de toda expectativa frente a la condición de postración de Israel. Di-s dice: “Y dirás a Faraón: Adonay ha dicho así: Israel es Mi hijo, Mi primogénito. Ya te he dicho que dejes salir a Mi hijo, para que Me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí Yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito”. ¿Habrá quedado esto presente en la consciencia de Moisés? Di-s mismo se anticipa, profetiza el final del Faraón. En todo esto Di-s ha dispuesto Su voluntad, aunque las cosas no comienzan para Moisés. De hecho, su comienzo está en hacer entrar en el pacto de Di-s a su hijo, el primogénito por causa del cual sufriría la muerte. El comienzo de los portentos de Di-s para la libertad está en Su pacto. El que desee ser libre debe pasar por el pacto; y en esta ocasión, el que iba a liberar debía respetar el pacto, por el cual Di-s salvará a Israel, pues se dice en Éx 2:24: “Y oyó Di-s el gemido de ellos, 75


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y se acordó de Su pacto con Abraham, Isaac y Yaacov”. Ahí encontramos el principio de la compasión de Dis, por causa de su pacto y la justicia de los patriarcas. Añade el texto que “miró Di-s a los hijos de Israel, y los reconoció Di-s”. Este reconocimiento es en función del pacto ya mencionado. Di-s se compadece y guarda la promesa dada a Avraham, que sería Di-s de Israel para siempre. En esta promesa está incluida la compasión y la liberación. El primogénito de Di-s, Israel, en la salvación preservaría la esperanza en la promesa. El primogénito del Faraón preservaría el fracaso de una descendencia que no pudo ser.

Recordar lo inaccesible... De acuerdo a la Torá, el shabat debe ser recordado (Éx 20:8), “traido a la mente”. No es tan sólo una cuestión de olvidarlo simplemente, durante la semana, por el deber de las cosas. Se trata de “mantener vivo”, como la memoria de algo o alguien preciado. De hecho, la memoria forma parte de la identidad de una persona (y un pueblo); por ejemplo, recordar los lugares de la infancia e, inclusive, desear tener la sensación de algún momento pasado, ése es el sentido de la remembranza. 76


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Aunque para el shabat esto sería recordar algo a lo que no asistimos; que es secreto a nuestro entendimiento y hasta a nuestro sentido del tiempo, y que son los orígenes del universo. ¿No es eso lo que se menciona en el kidush? Ahí donde estamos ausentes, la Torá nos pide recordar. Pero, obviamente, no es recordar el hecho del que no tenemos consciencia sino el acto creador y el acto de reposo: principio y fin codificados en una potencia sin motivo aparente, de pura gratuidad. Recordar los motivos de la creación, también, su gratuidad. Aunque estos motivos no están revelados explícitamente sino implícitamente. Son secretos y, por lo tanto, cercanos a Di-s. Recordar el shabat para santificarlo implica situarse en los orígenes de la gratuidad del acto creativo de Di-s, donde toda criatura –como seres vivos del mundo, toda vida– tiene su sentido en lo secreto de esta gratuidad. La memoria de este acto nos sitúa más allá de nosotros mismos y de nuestro pasado y futuro inmediatos, es decir, de nuestra memoria como seres finitos y nuestras expectativas en el orden de la vida. Y sin embargo, dice el versículo, que recordar tiene la intención de santificar el día, es decir, de traerlo al presente de nuestra finitud, de nuestra tentación, de nuestra corrupción biológica y del alma…, para santificarnos con él. ¿Quién santifica sino el sacerdote? Pero si el pueblo no tiene esa condición –por lo menos, con Moisés–. Esto es una cosa aparte, tal vez por eso la importancia de la santificación ligada a la memoria como sentido de 77


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la identidad. Una identidad espiritual. Recordar el shabat implica ir hacia el origen de la santificación en la cotidianidad: el acto creador, gratuito, lleno de jésed (compasión), sin propósito naturalmente aparente, pero sobrenaturalmente codificado en secreto. Un secreto revelado en la Torá, y que se hace vivo con toda la sobrenaturalidad del amor de Di-s y el acto divino creador. Un secreto encarnado en Yeshúa.

Hacia la expiación.. Diez días después del día del juicio viene la expiación. El número diez sugiere inmediatamente el significado del orden divino: 10 palabras dichas en el Sinaí, 10 plagas contra Egipto; y, al mismo tiempo, ese orden transgredido: 10 tentaciones contra Di.s en el desierto por parte de Israel, 10 espías traidores y saboteadores del propósito de entrar a la tierra prometida… La similitud no es casualidad: de la revelación a la decepción; de la herencia a su rechazo. Y es que para alcanzar lo divino es necesario subir hacia él; los seres humanos no podemos “bajar” la revelación. Como decía un rabino, al ir por una escuela en la que mezuzot (cajitas con rollos de Torá en las jambas de las puertas) a la altura de los 78


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niños, en lugar de estar a la altura adecuada: “No debemos acercar la Torá a los niños, debemos acercar los niños a la Torá”. Si hay diez revelaciones y diez transgresiones eso quiere decir que Di.s ha cumplido y el ser humano simplemente no. Y que así como diez fue la travesía de lo divino hacia lo humano, diez debe ser la travesía de lo humano hacia lo divino, así, Di.s ha dado diez días de arrepentimiento para aquél que aún tiene la oportunidad de volverse totalmente de sus caminos hacia los de Di-s. Estos días comprenden los que son de Yom Teruá (el día del clamor) a Yom Kippur (el día de la expiación). Así como Pésaj (pascua) está ligada a Savuot (Pentecostés) por medio de la cuenta del ómer, así Yom Teruá se liga a Yom Kippur mediante la teshuvá (arrepentimiento). Así, el regreso del Mesías en el día del juicio, con su fuego terrible contra las naciones, se corona de misericordia y perdón a Su pueblo, tanto como a aquellos que quieran aprender de Él el día de la expiación. ¿Qué hace falta para llegar al día de la expiación? Hace falta un corazón contrito y empobrecido de vanidades. Así veremos el momento en que Yeshúa vea a Su pueblo Israel, y se cumpla lo que dice R. Shaúl –y que comparte con aquellas palabras que se recitan antes de estudiar Pirke Avot–: “todo Israel será salvo”, como Yosef lo haría con sus hermanos el día que se descubrió delante de ellos, diciendo: “Yo soy José”. El Mashiaj ben 79


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Yosef se descubrirá igualmente frente a Sus hermanos, cumpliéndose la profecía de Zac 12:10 que bien interpreta Ap 1:7. Entiéndase que la profecía dice que el pueblo judío llorará “como se llora a un hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”, dándose cuenta de quién fue el Herido. Pero de las naciones dice Apocalipsis, que “todos los linajes de la tierra harán lamentación por él”, lo que bien podría interpretarse que los gentiles llorarán de terror… El Targum de Yonatán ben Uziel interpreta este pasaje de Bereshit (Génesis) muy adecuadamente, de la siguiente forma: Y Yosef dijo a sus hermanos: “Acérquense, les ruego, y examínenme”. Y se aproximaron, y él les dijo: “yo soy Yosef su hermano”, a quien ustedes vendieron a Mizraim [Egipto]. Por lo tanto, ahora, no se agravien, no consideren algo duro el que me hayan vendido, pues el Señor me ha mandado aquí delante de ustedes para preservarlos”

¿No es esto lo que pasa cuando Yeshúa resucita y se presenta delante de sus talmidim y, más específicamente, a Tomás, incrédulo, diciéndole: [...] dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: !Señor mío, y Dios mío!

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¿No es lo que pide el Mesías Sufriente a Tomás una examinación, tal y como lo dice el Targum de Yonatán? Así mismo, Yeshúa resucitó para preservar a Sus discípulos de la muerte, mediante esa resurrección. Éste es el momento de la expiación de su pecado; del perdón. Cuando el Mesías ben David se exponga como ben Yosef, como sufriente y entonces, sólo exista una sola oportunidad, de llorar como Israel, por el primogénito, o de terror, como los gentiles… Regresando al número diez, diez fueron los hermanos que se pasmaron ante Yosef, que no eran hijos de la misma madre que él y Biniamín…

Salmo 30: Después de la ira Este salmo tiene de interesante, primeramente, que sigue al 29, un salmo de juicio y en segundo lugar, que fue cantado en la dedicación de la Beit Hamikdash inaugurada por Salomón. Es un canto de alabanza y de agradecimiento por el rescate de la muerte y eso lo hace profético, sobre todo cuando dice: “¡Oh Adonay!, hiciste subir mi alma del She’ol; me diste vida para que no descendiese a la sepultura” (v. 3), lo cual podemos tomar como una referencia a la resurrección (¡qué casualidad, justo después del reinado del Sal 29:10!, véase Ap 20). Los versículos siguientes no dejan de ser más 81


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interesantes, citémoslos por completo: Cantad alabanzas al Señor, vosotros sus santos, / y alabad Su Santo Nombre. / Porque Su ira es por sólo un momento, / pero Su favor es por toda una vida; / el llanto puede durar toda la noche, / pero a la mañana vendrá el grito de alegría. (versión Biblia de las Américas)

La ira de Di-s, comparada con la recompensa de la vida eterna es tan sólo un momento. De hecho, la denominación de “día” del Señor nos refiere a su aparente brevedad. Esta parte del salmo es como un canto después de la ira; y si el salmo 30 está en relación con la inauguración del Templo entonces habla del reinado mesiánico. Al venir la justicia sobre la tierra, Di-s hará que los hombres vuelvan “sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is 2:5.) Esto recuerda las palabras de Rab Shaúl al decir que “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada” ( Ro 8:18 ). Aunque él no estaba hablando del día del Señor podemos ver que la esperanza puesta en la fidelidad de Di-s mantiene firmes los espíritus de quienes, igualmente, permanezcan fieles a Él en medio del lamento. Aún estos momentos de angustia, pues la esperanza hace permanecer en el amor que debemos a

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Di-s, es decir, la obediencia. Las palabras del Salmo 30:4 (“la ira dura un momento”) tienen, a los ojos del lector atento, una relación significativa e intertextual con Isaías 26, un cántico que enfatiza en la confianza en Di-s y cuyas palabras finales nos hablan de “dolores de parto” (una expresión de los días postreros usualmente connotada por el Talmud) y con ello, de la resurrección. Ha de notarse que habla también del día de la ira y de la forma en que se le denota como fugaz y se advierte con suma ternura a Su pueblo: Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Adonay sale de Su lugar para castigar al morador d ela tierra por Su maldad contra Él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos. (v. 20-21)

Si seguimos leyendo hasta el primer versículo del capítulo 27 encontraremos una clara conexión con Apocalipsis 20:10. Previamente se habla de que un ángel con una cadena en la mano prenderá al ”dragón, la serpiente antigua” y que en Isaías es llamada “serpiente veloz … serpiente tortuosa”. En esta última cita se habla de castigarlo con espada “dura, grande y fuerte” y de matarlo, cuestión que hallamos en Ap 20:10 y que viene después de los mil años de reinado mesiánico. En Isaías no es clara la división de acontecimientos como parece serlo timiento a los de expiación, debió haber sido sometido a durezas

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en Apocalipsis, sin embargo, vemos que es totalmente coincidente después del día del Señor. Una especial conexión discursiva encontramos entre el Salmo 29 y el 30, sobre todo en la forma en que se enuncia el poder de Di-s, el día de la ira y la esperanza halladas en Isaías 17:12-13: ¡Ay!, multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas aguas. Los pueblos harán estrépito como de ruido de muchas aguas; pero Elohim los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino.

Ahora veamos que dicen los versículos que comienzan a hablar de la ira de Di-s y Su juicio sobre las naciones en el Salmo 29 (para una explicación de esto descárguese para escuchar la breve enseñanza “Drashá Tehilim 29”): Voz de Adonay sobre las aguas; truena El-Hakavod. Adonay sobre las muchas aguas. Voz de Adonay con potencia. Voz de Adonay con gloria.

Pero es el versículo siguiente de la cita hecha previamente del libro de Isaías (capítulo 17) el que hallamos 84


Yemei HaMashiaj

(decimos, como discurso) en el Salmo 30:5, lo que nos llevará a nuestra conclusión: “Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe”. (Is 17:14) Si leemos salmos 30:5 veremos la relación entre la angustia y el angustiador; la tarde como lloro y la madrugada como redención (cuestión que también en lo mencionado sobre Ap 20:2-10 e Is 27:1) halladas en este versículo de Isaías (aunque en hebreo no hay palabra para “enemigo”, en el contexto se entiende que se trata de los opresores de Israel conducidos por hasatán). Esto nos lleva a decir que entre el Salmo 29 y el 30 existe una relación profética que va del día del Señor al milenio y al juicio final, cuando el Adversario, la muerte y el She’ol serán lanzados al lago de fuego.

De la aflicción a la ventura: el trance de una muerte pasajera. Muchas son las angustias del justo, pero de todas ellas lo librará Adonay. Tehilim 34:19

Yom Kippur es, en realidad, un medio para acceder a La Fiesta. El tránsito del camino de la salvación es un 85


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camino estrecho –y de estrecheces–. Quien ha pasado de los días de arrepentimiento a los de expiación, debió haber sido sometido a durezas como una fruta que se exprime, para ser una criatura transformada. Como el zumo de la fruta, que debe ser sacado mediante un esfuerzo en el que la cáscara es prácticamente destruida, así lo valioso de nuestro interior saldrá solamente en medio de las dificultades. Esta es, de hecho, una metáfora rabínica. El final del ciclo de las fiestas nos enseña: ¿Cómo habremos de alegrarnos en verdadero gozo si no somos primeramente afligidos? Muy contraria a nuestro tiempo, la Biblia no habla de una satisfacción que se alcance de forma inmediata, casi como encender la televisión o un videojuego, sino de un proceso de madurez, en el que el centro del asunto es morir. Ésta es, precisamente, la enseñanza del Mesías. ¿No es el que muere a sí mismo el único apto para seguir al Mesías? De tal manera que nadie puede alcanzar una plenitud del alma, una confianza en la que la brega y el dolor se vuelven bendición, sin la muerte de nuestro propio devenir, trazado en nuestra propia prudencia. Este paso está bastante bien contemplado en el Salmo 66: 10-13 (versión hebrea): Pues Tú nos has probado, o Dios. Nos has pulido como se pule a la plata. Nos llevaste a la red; pusiste opresión sobre nuestras espaldas. Dejaste que hombres cabalga-

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ran sobre nuestras cabezas. Pasamos por el fuego y por el agua, pero (al final) nos llevaste a la prosperidad. (Tehilim Otzar Shelomó, p. 102)

¿Cómo es posible que la adversidad se vuelva en gozo? En el versículo anterior, dice el salmista: “Ha concedido vida a nuestras almas y no ha dejado que tropiecen nuestros pies” (v.9), lo que quiere decir que Di-s mismo conduce la vida del creyente – mientras que el discípulo se deja guiar – a momentos de opresión para ser purificado de las contaminaciones del mundo con las que se ha llenado, tales como el consejo de los amigos no temerosos de Di-s, el alejamiento gradual del cumplimiento de los mandamientos; el poco tiempo en que la oración es un momento de agradecimiento, y en que se ora; en que se pasa el tiempo meditando en la palabra de Di-s, encontrándose a sí mismo rebelde y opuesto a la voluntad de Di-s. Si no se duele por su pecado, se ha vuelto como un ebrio que no entiende, como un perezoso que no ansía sino el falso sueño en el que se sumerge. ¿Cómo, finalmente, nos encaminaríamos a la obediencia y a la realización de lo que predicamos si no somos confrontados con nuestra falta y negligencia? Una situación difícil hace despertar al adormecido. Entonces, comprende. Por eso los versículos siguientes a los citados anteriormente contiene final del proceso, que es, en realidad, un recomienzo. Dice: “Entraré a Tu casa con ofrendas, cumpliré a Ti mis promesas que pro87


La gracia de los redimidos

nunciaron mis labios, y habló mi boca en mi angustia. Ofrendas de animales cebados te habré de ofrecer…” (v. 13-15 a). La Casa, el Templo; cuyo primer objetivo es llevar una ofrenda a Di-s, de completo arrepentimiento; cumplir las promesas a Di-s (como las que se suelen hacer cuando las cosas se dificultan, tales como comprometerse más con Di-s; no ser solamente un creyente, sino un discípulo…). La ofrenda en el versículo 13, es uno mismo; en el versículo 15, son las obras de justicia, misericordia, piedad; todas ellas, bajo la tutela de la negación de uno mismo. Así es el camino de una vida espiritual que ha seguido la senda del arrepentimiento a la adversidad; de la estrechez a la gloria de Di-s y una nueva vida en el Señor. Esta nueva vida, encarnada como una transformación del corazón que lleva a la persona a vivir completamente arrepentida y agradecida en el reconocimiento constante de su culpa y en el gozo de entrar en el Templo, adorando a Di-s; es decir: entrar en una vida apartada de los hábitos mundanos – santa – y por fin, libre.

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IcapĂ­tulo ivJ mientras estamos vivos


Mientras estamos vivos

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Hebel habalim. Las vanidades, la creación y los días postreros. Qohélet (Eclesiastés) es el libro que se lee en Sucot (la fiesta de las cabañas), completamente acorde con el signficado primario de la Sucá (la cabaña), como la vida fugaz. Ser pasajeros en este mundo es una de las premisas proféticas más significativas relacionadas con la vida cotidiana: la vida diaria representada en los afanes del trabajo y la imposibilidad de disfrutarlo, así como en la búsqueda del conocimiento y el placer. La vanidad corona la vida cotidiana con estos afanes. La premisa profética de la que hablamos es precisamente el leit motiv del libro: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”; todo, pues, lleva al vacío; la experiencia cotidiana de búsqueda del bien personal es infructuosa. De tal manera, que en la brevedad de esta vida es mejor pensar en el día de la muerte y es mejor tener temor de Dios en todo lo que se hace porque al fin, de todo lo que hicimos seremos juzgados. El Midrash Qohélet Rabbah identifica las siete veces en que Qohélet dice “vanidad de vanidades” con los siete días de la creación. ¿Qué tiene que ver esto con los últimos tiempos? Decimos que el Principio siempre está relacionado con los días postreros: cada día, recptáculo de los elementos creados tiene en la Escritura el mo91


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mento de su final. Así, En el principio creó Dios los cielos y la tierra” pero también “los cielos se disiprarán como humo y la tierra se deteriorará cual vestido”; con respecto al segundo: “que haya un firmamento”, pero también que “los cielos se arrollarán como un libro y todo su ejército se marchitará”; con respecto al tercero: “que se reúnan las aguas”, pero también que “el Señor destruirá la lengua del mar de Egipto; con respecto al cuarto: “haya lumbreras en el firmamento de los cielos”, pero también que “la luna se sonrojará y se abochornará el sol”; con respecto al quinto “, “rebosen las aguas (de seres vivos y que las aves aleteen sobre la tierra”, pero también “aniquilaré todo (…) aniquilaré las aves de los cielos y los peces del mar”; con respecto al sexto, “hagamos al hombre”, pero también “aniquilaré hombres y bestias”. Y con respecto al séptimo, al sábado, ¿qué vas a decir? –”quien lo profane, será muerto” –esto último se dice del que actúa consciente de obrar mal, pero el hombre que actúa mal de forma inadvertida, deberá ofrecer un sacrificio para que se le perdone–. (QR I 2.2.2.)

Esta interpretación de R. Yehudáh ben R. Shim’on nos recuerda que ciertamente “todo es vanidad” y que hasta la misma creación pasará por un juicio que le llevará a la destrucción, considerando hasta el mismo ser humano. Isaías, de donde también se sacan todas estas referencias de juicio contra la creación, habla también de una nueva creación (Is 65:17 e Is 66:22), de donde Kefa extrae la forma final del sentido de la esperanza que so92


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lamente tienen los justos y los que se mantienen firmes haciendo que la luz abunde en ellos más que la natural oscuridad: Pero nosotros esperamos, según Sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. (2Pe 3:13)

Hijo de hombre, ¡qué tienes que estás dormido! A Rabí Eliezer ben Úrkenos (o Irkanos) le preguntaron: ¿cuál es el mejor momento para arrepentirse? Él contestó esta pregunta que un alumno le hizo, diciendo: “El día de tu muerte”. Naturalmente, el alumno, intrigado, volvió a preguntar: Pero, ¿cómo sabré cuál es el último día de mi vida? Justamente por eso, porque no lo sabes –respondió el rabino–, debes hacerlo hoy. ¿Podríamos, pues, negar que hoy no es el último día de nuestra vida? La urgencia a producir una vida cuyo fundamento es la vuelta a Dios (o el arrepentimiento) se halla, no en una aguda conciencia del sentido de la muerte, sino en la encarnación del fruto del arrepentimiento: el presente 93


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amor de Dios en perdonar al transgresor, y por lo tanto, dedicar una vida al agradecimiento. Este es el sentido mayor del temor de Dios y del pecado, pues si se hacen las cosas por que resulta que uno ha concientizado la fugacidad de la vida, apenas ha atisbado los escalones hacia la plenitud. Dicha concientización es algo, de hecho, completamente natural. Desde Nezahualcóyotl poeta hasta Safo, pasando por el medieval Jorge Manrique y la Danza de la Muerte, así como por ser uno de los temas favoritos del Barroco hasta nuestros días, con innumerables ejemplos, el sentimiento de brevedad de la vida lo han pensado tanto creyentes como paganos y ateos desde siempre. No resulte extraño que un pagano o un ateo tengan casi los mismos sentimientos que un creyente un tanto desesperanzado cuando se enfrenta a la muerte. No es la muerte el poder del arrepentimiento, sino el efecto que tiene sobre el corazón el peso de su propia soberbia y el reconocimiento de su propia maldad, es decir, un corazón destrozado por verse sinceramente a sí mismo. ¿Qué puede motivarnos a llegar a ese estado? Ciertamente, no algo exterior. Existen dos formas de llegar al arrepentimiento: mediante el temor a la muerte y la destrucción segura (el juicio de Dios) o la mirada íntima del que reconoce en la Palabra Divina, la Torá, sus faltas. Los dos aspectos pertenecen al mundo de la interioridad; el arrepentimiento, pues, no puede ser 94


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estimulado. ¿No es el primer canto de Selijot el que llama a despertar del estado abotargado de los sentidos y el corazón, que pretende continuar con un estilo de vida justo en su propia opinión? Las Selijot, dicho sea de paso, son rezadas desde el mes de Elul (según la tradición sefaradí) hasta Yom Kipur. Es significativo que esto represente una preparación para el día del juicio y el de la expiación (Rosh Hashaná y Yom Kipur, respectivamente). Buscando el rostro del Misericordioso para alcanzar el perdón en el día difícil. La prudencia en esta acción de constante arrepentimiento tampoco puede ser estimulada simplemente porque la comunidad rece, o porque sea la fecha más propicia para ello (un momento que precede el juicio). Por ello, Yojanán hamatbil (Juan el bautista) dice a los numerosos fariseos y saduceos que se acercan a sumergirse por él en el Jordán: “¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera?” (Mt 3:7). Ellos bien sabían lo que estaba haciendo Yojanán en el río y sus palabras retumbaban fuertemente en sus corazones como para ignorar que el juicio severo se acercaba con la venida del Mesías. A propósito, ¿por qué tenían que arrepentirse para la venida de Yeshúa? Porque sus corazones debían estar preparados, no solamente para reconocerlo, sino para aceptarlo. Y ese, precisamente, sería el juicio sobre sus corazones si no acogían Sus palabras. 95


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Justamente, Yojanán hamatbil hablaba claramente con el lenguaje profético de los últimos tiempos (yomim ajaronim), y el temor no debió haber sido algo fortuito. Así, aquellos fariseos y saduceos eran más reprochables que el pueblo pecador (‘am haaretz), pues se encontraban más cerca de Dios debido a su estilo de vida y su religiosidad. Para todos ellos, el fin era inminente, y así como rezamos Selijot antes de Rosh Hashaná, así ellos buscaron arrepentirse antes de que el Mesías se hiciera manifiesto a Israel, sumergiéndose en el Jordán. Por eso, así como Yojanán dijo a los hombres entregados a Dios –nos lo dice a nosotros hoy, en un momento anterior a nuestra muerte–, y como el piyut Ben Adam nos exhorta en nuestros rezos antes de Shajarit, no volvamos a Dios por temor al juicio, sino que despertemos: hagamos frutos dignos de arrepentimiento (Mt 3:8) diciendo conjuntamente: ¿Qué lamentación haremos y qué diremos: qué hablaremos, y con qué nos justificaremos? Buscaremos en nuestra conducta e investigaremos, y retornaremos a ti. (Ben Adam)

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Voz de shofar: la muerte de nuestro poder. El sonido del shofar es un instrumento que Di-s usa para traer a la conciencia individual. Y es que el ejercicio de la misma no parece ser una actividad en la cual estemos acostumbrados en recrearnos. Una cosa es aceptar nuestras faltas, otra, es cambiarlas. En esto consiste el sonido del shofar: en que ese despertar permita ver el estado precario de la vida espiritual propia. Sin embargo, el trabajo siguiente depende de la persona: atender el llamado del shofar cuando el despertar lleve a buscar el cambio. Pero cuando ocurre ese maravilloso momento, se acude a una verdad insuperable: el cambio es imposible más allá del momento – del instante – de la conciencia. Porque el estado común del ser humano, el del aletargamiento, requiere un esfuerzo monumental para permanecer, por sí solo, fiel a ese despertar. R. Shaúl comenta que Di.s “no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2Tim 1:7). Esto, por supuesto, sólo existe en una persona que ha nacido de Di-s, y no anda más según las costumbres y hábitos del mundo; sino que practica la verdadera Torá, la fuente de vida. Mientras, es un hombre perdido: adormecido en sus propios intereses. 97


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Esto quiere decir que aún para arrepentirnos completamente, somos impotentes. Si alguien tiene algo, es porque Di-s se lo ha dado (en este caso, una nueva vida que le levanta de entre los muertos), y no porque gracias a sus buenas cualidades o acciones se lo ha ganado. El primer paso hacia la conducta fiel es el total menosprecio al mérito propio. Di-s nos ha dado un espíritu de poder, es decir, que antes de esa situación nada podíamos para agradar a Di-s. De ahí que el peligro que corre todo creyente es pensar que ha podido lograr algo en su vida por su propia cuenta (por su muy gran inteligencia; por su gran sensibilidad y agudeza de pensamiento, etc.). Ahí es donde la fuerza animal del mundo obnubila al ser humano. De hecho, afirmo que la estructura racional que tenemos como personas nos ayuda a justificar nuestro letargo; pues si la diferencia entre un animal y un ser humano es su intelecto, la diferencia entre un hijo de Di-s y un ser humano es el grado de su humildad y su espiritualidad en servicio al Di-s de Israel, nacidos del arrepentimiento que provocó la voz del shofar de Di-s. Todo, pues, comienza con esta voz y quien la escucha.

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Después de la muerte, el juicio; después del sacrificio, la vida. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Mashiaj fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. Heb9:27-28 Con estas palabras Igueret Al-Ivrim relaciona la certeza de la muerte y el juicio venidero con la muerte sacrificial de Yeshúa HaMashiaj y Su segunda venida para salvación (a los que Le esperan). Muerte y resurrección son el eje discursivo en esta analogía. En medio de ello está el juicio y la salvación final; Su primer venida como un Mesías sufriente; la segunda, como un Mesías triunfante. La certeza de su segunda venida está relacionada con el juicio. Nadie puede estar preparado para un juicio dictaminado por Dis, así como tampoco nadie puede estar preparado para recibir al Señor en este mundo. Esto lo sabemos porque Él mismo dice: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc 18:8). Sn embargo, ¿cómo no habría Él de recomendar la conducta que un mesiánico debe tener en el mundo mientras Lo espera? Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (Mt 24:42).

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En otras palabras, no existe excusa para abandonar el Camino, si tenemos a nuestro alcance el refugio del Todopoderoso. Evidentemente, más allá de que estas palabras sean muy fáciles de decir, las dificultades nos acercan a Di-s, tal vez de una manera mucho más asertiva de lo que pensamos. La ventaja de una vida que en su cotidianidad se consagra a servirLo es que en las adversidades sabe y tiene con qué atravesarlas, porque cuenta con el consuelo y el consejo del Santo, bendito Es. Pero una vida que por diversas dificultades se aleja o se hace poco a poco indiferente a la consagración – al compromiso que implica andar en las sendas del Altísimo -, es decir, la continua disposición de negarse a uno mismo, de callar ante un conflicto que desataría la ira, etc., más fácilmente entrará por las puertas del pecado al venir sobre él algún mal momento. La segunda venida de Yeshúa representa, de una vez por todas, el fin. Nótese cómo esa llegada está en completa relación con la salvación de una vida que cotidianamente abraza la enseñanza de mantenerse fiel en espera de esa venida, de la cual nadie sabe el día ni la hora.

Dolores de parto En Igueret HaRomim 8 encontramos un pasaje que compromete al creyente en su estilo de vida, con respecto a otro, que es la impronta de Di-s en una nueva criatura: el que vive conforme al Espíritu. Éste mani100


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fiesta a Di-s. Simple, pero de una diferencia con la vida común y corriente, que pondría los pelos de punta a cualquiera de nosotros de reflexionar un poco más en ello. Muy posiblemente por eso, R. Shaúl comenta que “las aflicciones del tiempo presente, no son comparables con la gloria venidera…” (v. 18). Esta frase sirve de introducción a lo que se espera de nosotros, no sólo como creyentes, sino como talmidim (discípulos) –lo que es dar un paso más en el papel de creyentes -. La creación aguarda hasta que los hijos de Di-s se manifiesten. ¿Es esto algo presente o futuro? Ciertamente la creación espera ser ella misma renovada. La promesa de cielos nuevos y tierra nueva no es simplemente un escenario de una mejor condición para el ser humano, sino la completa restauración espiritual de todo después de haber adquirido una naturaleza corrupta. A nosotros se nos encomienda vivir en este mundo conforme a las reglas de otro, sublime. Y eso está en relación estrecha con acomodarse o no a las ideologías propias de este mundo. Al mismo tiempo, también significa padecer. El sufrimiento es parte de la vida de un creyente, y obviamente, de un discípulo. Todo sufrimiento. Sin embargo, hay dolores que son especialmente estimados, como aquellos que son a causa del Nombre del Señor. Si sufrimos por estos, dice Yeshúa, entonces considerémonos felices. Esta importante paradoja lleva a R. Shaúl a decir 101


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que “a los que aman a Di-s, todas las cosas les ayudan a bien” (v. 28), pues el sufrir es un requisito para el crecimiento espiritual. Esto contempla primeramente el dolor particular de ser rechazado por causa del Nombre (preferir la verdad a la mentira; la humildad a la soberbia; la misericordia a la indolencia; el amor a la venganza; la justicia a la perversión). Si no sufrimos especialmente por esta causa – si por el Nombre no somos perseguidos o despreciados por otros –, entonces hay que re-examinar la forma en que estamos llevando a cabo las cosas. Evidentemente, esto implica hacerlo con sabiduría, pero no por eso el sufrimiento por esta causa se evitará. Hagamos lo que hagamos, o nos conducimos por la carne o por el Espíritu. Y ahí está la diferencia entre una vida de creyentes y no creyentes; de creyentes y discípulos. La creación es un testigo monumental de esta experiencia, pues ella misma desea ser redimida también. A veces no entendemos el alcance de este deseo y que cada uno de nosotros estamos íntimamente relacionados con él. Y es por eso que R. Shaúl habla de “dolores de parto” y “gemidos”, es decir, de los acontecimientos generados en la creación previos a la vuelta de Yeshúa, y hacia los cuales debemos una conducta intachable. Esta preparación es el objetivo principal de una vida espiritual hoy. La corrección de los pasos en los que uno anda es alistarse para recibir al Señor cuando 102


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vuelva. A veces pensamos que resolver nuestros problemas inmediatos es nuestra prioridad, en cuanto que son problemas presentes, sin contemplar que esta misma resoluciĂłn implica hacerlo en virtud de Su regreso. Es decir, el creyente vive para el regreso de YeshĂşa, y esto significa volverse un discĂ­pulo, antes de que sea demasiado tarde.

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Icapítulo ivJ shorashim raíces


Shorashim. RaĂ­ces

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I. ¿...pero, tienes parte en la salvación? Comúnmente se piensa que por hacer una oración confesional una persona está salvada por completo. Es verdad que si el Nombre de Di-s es invocado (el Nombre de Yeshúa) por alguien que está convencido y ha probado en carne propia el poder de Di-s que hace cosas imposibles, éste será salvo. Pero es la confesión o proclamación la consecuencia de lo que ya es trabajado en el corazón. Lo que nos lleva a decir que si es verdad que por la fe el justo vivirá, por la fe ese mismo creyente se encamina a obrar, a obedecer, a someterse a Quien lo salvó. Cuando una persona vive el poder de la salvación de Di-s comúnmente casi no se le enseña que adquirió un compromiso con Di-s, es decir, que ha pactado. “Nuevo Pacto” se le llama a la realidad espiritual del que ha sido acercado a Di-s, el Padre, por medio de Su Salvación, Yeshúa. Es nuevo, pero es un pacto. Y quiere decir que si bien ha sido validado por los méritos del Mesías Yeshúa y nadie puede hacer lo que Él hizo, (es decir, ser quien Él es) todos los que forman parte de ese pacto están, asimismo, condicionados por él. De tal manera que para pertenecer al pacto no sólo debes abrazar de corazón la seguridad de que Él es el Salvador (en ese caso es un signo del pacto como lo es la circuncisión 107


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con Israel), sino que debes saber que formas parte de una nueva realidad con la que estás comprometido. ¿Cuál es este compromiso? Si no hubiera, ¿por qué se molestan tanto los escritores de las cartas del Nuevo Pacto en exhortar hacia una vida santa y reprender las obras del mundo? Este compromiso es vivir conforme a Su voluntad. Esto implica conocerla y acatarla, pues se te da la cualidad de hijo en la medida de la excelsitud de la obediencia que un nacido de Di-s tiene (léase Jn 1:12-13 y La voluntad de Di-s, ¿es tu voluntad?) Yeshúa, en una de las afirmaciones más grandes sobre su poder y que se usan para hablar de la salvación, está en Mt 11:28: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”. Esto es una invitación. Ir a Él es una firme proclamación que un gran Maestro hace para que lo sigan. Y nótese que Él es el motivo del encaminarse; no sólo la enseñanza, no sólo Sus milagros; sobre todo Él. Seguirlo implica convertirse en Su discípulo, sin embargo, con estas palabras el Mesías está enfatizando en el reposo del alma, la primera parte del asunto. Pero vemos un vuelco en las palabras que le siguen: “Llevad Mi yugo sobre vosotros”. Este es el comienzo de la 2a parte que parece contradecir la primera si no fuera porque Su yugo “es fácil y ligera [Su] carga” (v. 30). Pero hay un yugo. Éste es la figura hebrea del precio que se cobra por convertirse en Su discípulo 108


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(pues también dice: “aprended de Mí”, eso sólo lo podía lograr quien viviera con Él todo el tiempo). Además de ser una figura, igualmente hebrea, de la Toráh y, agrícolamente, de la unión entre dos bueyes que aran la tierra unidos por el mismo yugo, este yugo, pues, es la Torá así como las enseñanzas del Maestro acerca de la Torá -que debían, de hecho, acatarse. El papel del discípulo que en los tiempos de Yeshúa seguía a un maestro así era de total sometimiento, eso es lo que significa tomar Su yugo. Lo fácil de llevar el mismo así como la ligereza de la carga sólo pueden ser garantizadas por la clase de maestro al que se seguía, en este caso, la Vida misma. Por lo tanto, ¿eres parte de la salvación? ¿Has aceptado el llamado de llevar el yugo del Maestro? Sólo así tu alma hallará reposo, pues está bien que lo hayas confesado, pero…, necesitas ser Su discípulo.

¿Tenemos la salvación? Somos salvos. Puede parecer una simple cuestión semántica, pero es la semántica lo que le da sentido a lo que decimos, y si lo que confesamos es lo que creemos, entonces ese sentido se vuelve una verdad; entonces sí importa cómo lo decimos y cómo lo entendemos. ¿Cómo, pues, confesamos y entendemos la verdad bíblica sobre la salvación 109


Shorashim. Raíces

Comúnmente se dice que se es salvo en lugar de que se ha obtenido la salvación. De hecho, la palabra “salvación”, tal como es usada en el Nuevo Pacto es “rescate”, del gr. σῴζω (sozo). En otras palabras, se refiere a ser salvado de la destrucción. Con mayor especificidad, cuando se traduce al hebreo, la palabra es , que es eso mismo, “rescate”, en el sentido de pagar un rescate por un prisionero. Es así como lo entiende Kefa en su primera carta diciendo: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir … con la sangre preciosa del Mashiaj” (1Pe 1:1819), usando el texto la misma palabra griega. El que ha creído que por esa sangre se le rescata, se le libera del pecado y del poder del mundo sobre él, es salvo. Somos, pues, rescatados de la esclavitud del pecado y del mundo, mas debemos mantener esta libertad como Él nos la dio. De ahí que recomiende Kefa desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda distracción; desead, como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. Entonces, si se es salvo, ¿para qué crecer para salvación? Por otro lado, se sabe que la salvación es por fe, que no hay mérito humano alguno para obtenerla. En otras palabras, es una obra divina. Si es así nadie me la puede quitar, pues nadie me la ha dado sino Di-s. Di-s, 110


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por Su gracia no la quita, pero nosotros sí la podemos perder por nuestra negligencia. …ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Di-s es quien en vosotros produce así el quere como el hacer, por su buena voluntad. (Fil 2:12-13)

La palabra griega para “ocupaos” es κατεργάζομαι, que significa “trabajar para llevar a un término” algo. El temor y el temblor no son un mero apunte al asunto de la salvación, sino una advertencia. Si la salvación no ha sido ganada por nadie sino que es algo que Di-s mismo sólo pudo hacer, entonces, ¿cómo la recuperaré si la desprecio? ¿Puedo perderla por despreciarla? Si no fuera así, ¿por qué Rav. Shaúl advertirá que se haga temblando de temor? La salvación, o el rescate, debe ser preservado, de hecho, trabajado, elaborado por nosotros. El trabajo tiene que ver con la justicia, la rectitud, la la santidad; el compromiso con Di-s. Por eso mismo se habla del crecimiento para salvación. La libertad obtenida debe ser, pues madurada, trabajada. Hay, pues, varias formas de entender la salvación. La primera de todas es considerarla como liberación.

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II. Vuélvete Talmid Puedes convertirte en un discípulo de Yeshúa si cumples con los siguientes requisitos: 1. Crees en Él. 2. Sigues los mandamientos. 3. Reconoces que no puedes ser tu propio maestro. Puedes considerar seriamente que necesitas convertirte en Su discípulo cuando te pasa lo siguiente: 1. Crees en Él pero no sigues los mandamientos (por ejemplo, todos los 10 mandamientos -incluido el shabat-) 2. Sigues los mandamientos pero no los comprendes. 3. Sigues los mandamientos pero no te convencen. 4. Sigues los mandamientos por seguir los mandamientos. 5. Sigues los mandamientos por costumbre. 6. Reconoces que no debes ser tu propio maestro aunque lo sigues siendo. 7. Reconoces…, pero no quieres ser enseñado. 8. Reconoces…, pero no te convence la idea. Como ves, todo estas son carencias y no logros. Aunque cumplamos los mandamientos a nuestra manera, el hecho de comprenderlos, amarlos, desearlos implica un 112


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esfuerzo. Aunque creamos en Di-s no debemos olvidar que no podemos erigirnos por encima de Sus mandamientos. Aunque reconozcamos que debemos ser guiados, debemos disponernos a seguirLo. • Negarse a uno mismo. • Tomar uno mismo su palo de ejecución (la cruz). • SeguirLo. En otras palabras, si consideramos que nuestra vida ha sido destruida al ser liberados por Él, tomemos en serio la invitación que nos hace, de ser Sus talmidim, talmidim de HaShem.

¿Cómo ser maduros? Pensemos lo siguiente: no se trata de una madurez intelectual o cognitiva, sino espiritual. Ésta no excluye las demás, pero no depende de ellas, de hecho otros tipos de madurez como la intelectual, por ejemplo, pueden ser modificadas por la espiritual. En otras palabras, queremos decir que por mucha experiencia personal que se tenga en las cosas del mundo, no se garantiza un crecimiento espiritual. Crecer espiritualmente es parecido a los frutos que se esperan de los árboles, como lo que dice el 113


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Señor: “cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas” (Lc 6:44). Se exige un tipo de fruto para el creyente, esto implica crecer, madurar. La madurez tiene, a su vez, un principio. Éste es el nacimiento del creyente en la Verdad, por medio de la fe en la obra del Mesías crucificado como expiación de los pecados. Una persona que se arrepiente de sus pecados creyendo en los méritos de Yeshúa HaNetzer es, como dice Rav Shaúl (Ro 11) injertado en el buen olivo (en el caso de ser un gentil) o reinjertado (en el caso de un judío). La cuestión es la siguiente: el injerto debe nutrirse de la savia del árbol al que ahora pertenece para no ser más una rama arrancada de un olivo silvestre, sino una rama igual a las demás en ese olivo. Esto es nutrirse de la savia del olivo: identificarse con la obra de Yeshúa en la cruz, en la cual Rab Shaúl mismo quería gloriarse: En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Yeshúa HaMashiaj, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo. (Gál 6:14); y en Romanos 6:5-7, En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado. 114


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El nacimiento en el Señor implica nuestra muerte como pecadores; dejando en la cruz nuestros pecados; muriendo al mundo y sus costumbres, sus estilos de vida, sus perspectivas sobre el mundo, sus valores. Ésta identificación con la crucifixión es la base sobre la cual descansa el crecimiento y la madurez en Di-s hacia el compromiso con Él. Crecer en Él, conforme a Su dicho: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lc 9:23). Por eso, advierte Rab Shaúl: No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. (Ro 11:20b-22)

Permanecer, en el griego de este versículo, significa “perseverar continuamente”, es decir, sin límite… Perseverar en la bondad de Di-s significa hacerlo en la humildad para que sea Su bondad y no mis poderes los que me encaminan a dar un fruto, a cumplir el propósito por el cual fui injertado en el buen olivo. ¿No podríamos considerar constantemente la advertencia que el Mashiaj nos da (Lc 14:27): “el que no lleva su cruz y viene en pos de Mí, no puede ser mi discípulo.” 115


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¿Estás listo para seguir al Mesías? Si has atendido al llamado de Yeshúa (Mt 11:28) entonces comienza para ti el camino de la salvación. Debe haber compromiso así como profundización en la voluntad y la verdad de Di-s. Cuando Yeshúa dice que Su yugo es fácil y ligera Su carga, se refiere al estilo de vida itinerante y sin tener dónde reposar la cabeza, pero que se ve recompensado por Su enseñanza sobre la Torá. Igualmente, a todo padecimiento que, en Su Nombre, habrá de cumplirse en la vida del discípulo, y que a Su lado, será algo fácil y ligero de llevar. Este es el modo de aprender de Él mansedumbre y humildad de corazón (v. 29.) Yeshúa, como Maestro, no quería que los que desearan seguirLo se llevaran una impresión equivocada de lo que implicaba ser Sus discípulos. Yeshúa advierte que no todos son capaces de seguirLe pues una de las partes esenciales del asunto es dejarlo todo. Es decir, no permitir que lo que consideramos importante, inclusive imprescindible, ocupe la importancia total de nuestras vidas, sino Su enseñanza que presenta al Di-s Vivo y llevarla a la práctica a pesar de las dificultades que ello genere. Por eso Yeshúa afirma el sentido del aprendizaje a Su lado a partir del yugo: “Llevad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí” (Mt 11:29). Nadie en su tiempo -ni ahora-, entre los rabinos más rectos, se atrevería a 116


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afirmar algo así, que se lleve el yugo que el rabino mismo otorga. ¿Qué es este yugo? Es una figura hebrea de la Ley y Yeshúa lo designa como Suyo, esto es que Él es el autor mismo del yugo… La primera persona del singular lo confirma. El yugo, además, es una alusión al arado jalado por dos bueyes que están unidos. La unión la efectúa el yugo. Cuando a un buey joven que no sabe andar con el yugo a cuestas se le introduce al trabajo del arado, se le coloca al mismo yugo que un buey viejo y experimentado. Éste funciona como maestro del joven. Por otro lado, la carga es ese arado que habríamos de pensar como el instrumento que trabaja la tierra para que se pueda sembrar y germinar de ello alimento. Esta es una grande figura, pues Yeshúa nos dice que si nos unimos a Él en obediencia y sometimiento a la Ley y Su interpretación de la misma, habremos de aprender de Él a andar el Camino de la vida eterna para dar fruto de esa misma vida hoy. Si bien el arado son las adversidades y contrariedades (persecuciones, padecimientos, enfermedades, conflictos) que se vayan a vivir por causa de Su Nombre, eso lleva mucho fruto. (Hay que decir que el arado o zapapico usado por los pueblos semitas, en hebreo antiguo es la letra zayin que significa tanto “zapapico” como “espada”. Es interesante saber que esta doble significación -que refiere al doble uso del objeto como arma y como arado- sea el mismo de la Palabra de Di-s como alimento y arma en 117


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su acepción antigua -véase Hebreos 4:12.)

Destruir y ganar la vida Lc 17:33 dice: “Todo el que procure salvar su vida la perderá; y todo el que la pierda, la salvará”. “Perder” y “salvar” son dos contrarios que se acomodan al seguimiento interior/individual de la Verdad, el Camino y la Vida. “Perder” la vida es destruirla; estar condenado es, pues, ser como un prisionero cuyo fin es morir irremediablemente. “Salvar” la vida significa ser rescatado; como si a dicho prisionero se le libre de la muerte porque alguien ha pagado por su condena. En este caso, Di-s nos ha comprado a precio de la sangre del Cordero en la cruz, y los que creen el él son rescatados de su forma de vida prisionera del pecado. Pero el ex-prisionero no es dejado libre para que 1. regrese a la vida que solía llevar, o 2. haga de su vida lo que quiera. Así, el que quiere salvar su vida sin considerarLe, en verdad se destruye a sí mismo. Yeshúa nos dice que para ser sus talmidim debemos dejar que nuestra vida sea destruida por Su causa y Su mensaje (Mt 8:34), pues siendo libres de esta manera, verdaderamente podremos hacer lo que nos pida y 118


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enseñe. ¿Cómo podremos amar a nuestros enemigos si no tenemos la libertad del pecado, si no somos perdonados por Él ni nos arrepentimos y si no heredamos Su amor?

La voluntad de Di-s, ¿es tu voluntad? La voluntad de Di-s no es la motivación emocional inmediata o arbitraria de un corazón que piensa cualquier cosa. En hebreo “voluntad” es ratzón que significa “deleite”, “satisfacción”, “placer”; algo que es aprobado gustosamente por Di-s. Esto podríamos entenderlo a la luz de los profetas que actualizan la Ley. Así, la voluntad de Di-s está expresada en esa Ley (la Toráh; los mandamientos, estatutos y decretos), de la cual, según el Midrash Tehilim (sobre el salmo 17), David reduce a 11 preceptivas (sal 15); Isaías a 6 (Is 33:15), Miqueas a 3 (Miq 6:8) y Habakuk a 1 (Hab 2:4). El nivel de credibilidad de la predicación de Yeshúa debe ser probado por la Ley misma expresada como voluntad de Di-s y dispuesta para el conocimiento, de tal manera que aquél que conoce la Ley (la voluntad de Di-s) y la práctica, sabe si lo que dice Yeshúa es correcto o no; divino o no (Jn 7:17). Así, la vida del creyente se dirige conforme al deleite de Di-s. Pero, ¿en qué nos deleitamos? ¿Qué necesitamos para deleitarnos en Su voluntad? El Sal 119, repetidas veces dice: 119


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“me deleito en Tu Ley”, ¿qué es esto? ¿Qué experiencia transformadora hizo que el salmista llegara a decir -creer de corazón y por tanto, llevar a cabo- estas palabras? ¿Cuál es su forma de ver la ley -como consuelo, aliento y fuerza en medio de la adversidad. La nueva vida en Yeshúa nos impele a conocer Su voluntad para agradarLe. Hebreos 13:20-21 es una oración en la que se pide que “El Di-s de paz… por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda buena obra para que hagáis Su voluntad, haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él por Yeshúa HaMashiaj”. En 1Pe 4:2 se exhorta a vivir el resto de la vida “conforme a la voluntad de Di-s”. Efesios 6:6 recomienda servir a Di-s “de corazón haciendo la voluntad de Di-s” y en la misma carta, 5:17 se dice que en estos tiempos que son malos, seamos “entendidos de cuál sea la voluntad de Di-s”. La Ley, “a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro 7:12), “sabemos que la Ley es espiritual” (v. 14) y en este sentido la Ley encierra la esencia (la verdad) de la voluntad de Di-s. Asimismo lo son las palabras de Yeshúa que nos enseñan a ver el verdadero carácter de la Ley (Mt 5:21-48). Vemos que Rav Shaúl recoge esta enseñanza cuando dice: “el cumplimiento de la Ley es el amor” (Ro 13:10) y en todo ello no existe contradicción. La contradicción existe cuando se ha pensado que la Ley es mala. En el B’rit Jadashá (Nuevo Pacto) constante120


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mente se recuerda que la andanza del nuevo hombre en Yeshúa no debe ser conforme a la carne y sus obras. Éstas, de hecho, son contrarias a la Ley misma; la Toráh jamás ordena algo carnal, sin embargo, puede ser efectuada carnalmente y eso por causa del pecado, no, por supuesto, por la misma Ley. Al fin la forma de agradar a Di-s está reflejada en Su Ley y mientras la conozcamos mejor con los ojos de Yeshúa hallaremos paz para nuestras almas. De acuerdo a la Torá, el shabat debe ser recordado (Éx 20:8), “traido a la mente”. No es tan sólo una cuestión de olvidarlo simplemente, durante la semana, por el deber de las cosas. Se trata de “mantener vivo”, como la memoria de algo o alguien preciado. De hecho, la memoria forma parte de la identidad de una persona (y un pueblo); por ejemplo, recordar los lugares de la infancia e, inclusive, desear tener la sensación de algún momento pasado, ése es el sentido de la remembranza. Aunque para el shabat esto sería recordar algo a lo que no asistimos; que es secreto a nuestro entendimiento y hasta a nuestro sentido del tiempo, y que son los orígenes del universo. ¿No es eso lo que se menciona en el kidush? Ahí donde estamos ausentes, la Torá nos pide recordar. Pero, obviamente, no es recordar el hecho del que no tenemos consciencia sino el acto creador y el acto de reposo: principio y fin codificados en una potencia sin motivo aparente, de pura gratuidad. Recordar los motivos de la creación, también, su 121


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gratuidad. Aunque estos motivos no están revelados excplícitamente sino implícitamente. Son secretos y, por lo tanto, cercanos a Di-s. Recordar el shabat para santificarlo implica situarse en los orígenes de la gratuidad del acto creativo de Di-s, donde toda criatura –como seres vivos del mundo, toda vida– tiene su sentido en lo secreto de esta gratuidad. La memoria de este acto nos sitúa más allá de nosotros mismos y de nuestro pasado y futuro inmediatos, es decir, de nuestra memoria como seres finitos y nuestras expectativas en el orden de la vida. Y sin embargo, dice el versículo, que recordar tiene la intención de santificar el día, es decir, de traerlo al presente de nuestra finitud, de nuestra tentación, de nuestra corrupción biológica y del alma…, para santificarnos con él. ¿Quién santifica sino el sacerdote? Pero si el pueblo no tiene esa condición –por lo menos, con Moisés–. Esto es una cosa aparte, tal vez por eso la importancia de la santificación ligada a la memoria como sentido de la identidad. Una identidad espiritual. Recordar el shabat implica ir hacia el origen de la santificación en la cotidianidad: el acto creador, gratuito, lleno de jésed (compasión), sin propósito naturalmente aparente, pero sobrenaturalmente codificado en secreto. Un secreto revelado en la Torá, y que se hace vivo con toda la sobrenaturaleza del amor de Di-s y el acto divino creador. Un secreto encarnado en Yeshúa. 122


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Epílogo La creación y el Mesías De aquello que Di-s concibió antes de la creación, se encuentra el Nombre del Mashiaj, lo que representa el objetivo de la humanidad: llegar a los días del Mesías. El objetivo de la creación es Él. Esta determinación fue concebida con una estructura, que R. Oshayá en su exposición midráshica compara a la de un arquitecto, que no construye “de ideas, sino que usa planos y diagramas para saber cómo cimentar las cámaras y los postigos. Así Di-s consultó la Torá y creó el mundo” (Bereshit Rabbá 1:1). Si desde el principio Di-s armó el camino del mundo sin arbitrariedades, entonces el Mesías es una necesidad. Lo que parece casual en el mundo y que suele interpretarse como tal, habla acerca de la incapacidad humana de comprender la forma ulterior del mundo mismo y sus circunstancias; y sin embargo, el midrash contempla este propósito como anterior a la creación. Debía ser así, y no sobre el camino. Por lo tanto, el valor de la enseñanza del Mesías: Sus palabras, Sus obras; nuestras propias tribulaciones; la corrección de la vida en el Camino; el cultivo de la prudencia y la sabiduría, la humildad y el amor, todo ello se encuentra en esta construcción del propósito final 123


Epílogo. La creación y el Mesías

del mundo. Desde el principio se contempló su meta. La meta, a grandes rasgos, es la resurrección. De ahí que vivir conforme a las enseñanzas del Maestro Yeshúa es vivir como si hubiéramos resucitado. ¿No es, pues, el propósito de nuestra cotidianidad atender el regreso del Mesías con una conducta intachable por el poder de Su Espíritu? Numerosas veces pensamos respecto de ese propósito, y podemos caer en el error de que se trata del éxito personal, como una carrera, un negocio, etcétera. Pero la verdad es que, si somos sinceros frente a la Torá, nada hay en ello sino que sea dirigido al servicio de Di-s, en lugar de servirnos a nosotros mismos. Éste es un error frecuente y que, muy posiblemente, se encuentra arraigado a nuestros corazones. De esto hay que arrepentirse. El propósito final es el Mesías; una vida conforme al Mesías; donde seamos disminuidos y crezca Él. ¿Quién es el que renuncia al mundo para ganar la perla del Reino de Di-s? Sólo el que ha sido transformado por Su poder; la nueva criatura. Mientras no haya un nuevo nacimiento, habrá en todo lo que se haga, aún lo bueno, aun lo que se pretenda para Di-s, muerte.

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Si tiene usted algún comentario o duda sobre algunos de los textos aquí expuestos; si le resultó edificante o interesante en algún aspecto, escríba a: pasosdelmesias@gmail.com Sería un placer saber de usted.

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‫ימי המשיח‬ Yemei HaMashiaj Días del Mesías El título del libro es Yemei HaMashíaj o “Los días del Mesías” en alusión a la llamada “era mesiánica” que se comenzaría a vivir cuando el Mesías apareciera en el mundo, de acuerdo a rabanim. Esto quiere decir que para la perspectiva tradicional del rabinismo esto sólo comenzaría con el reinado mesiánico en este mundo. Sin embargo, nosotros sabemos y somos testigos que el Mesías ya ha venido y que estos días ya han comenzado para nosotros como una esperanza en la resurrección mientras se puede vivir, una vida de resucitado en este mundo en medio de la lucha calamitosa con nuestra naturaleza terrenal.

Manuel Monroy Correa Autor de Ikvetá D’Meshijá / Los Pasos del Mesías, blog mesiánico.

‫יקוטה דמשיחה‬

Ikvetá D’Meshijá Los pasos del Mesías


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