Érase una vez, una pequeña serpiente que vivía en el bosque.
Ella, como todas las serpientes, era muy solitaria, porque los demás animales le tenían miedo por su larga cola, sus dientes afilados y su larga lengua.
Un día, cuando la serpiente dormía sobre una roca, llegó saltando una pequeña rana.
A la rana le encantó ver a ese animal tan largo y bonito, y no dudó en ir a tocar su piel.
En ese instante, la serpiente se despertó, y al ver que la rana no huía le preguntó: ¿Es que no te doy miedo?.
La rana le dijo que le parecía un hermoso animal por fuera, y que quería conocerla mejor.
La serpiente le enseñó a la rana el arte de silbar y arrastrarse por el suelo, y la rana le enseñó a la serpiente el arte de croar, cazar moscas con la lengua y saltar.
. Era muy divertido ver a las dos intentando moverse por la tierra.
Desde entonces son muy buenas amigas, al igual que nosotros lo vamos a ser en cuanto empecemos a conocernos mejor. ÂżA que sĂ?.