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LA TEORIA DE LA TÉCNICA PSICODRAMÁTICA

Los componentes de la técnica psicodramática, surgen de la psicoterapia grupal, aunque son adaptados para la psicoterapia individual, familia y de pareja. Estos componentes son el Público, el Escenario, La Escena, el Director, el Protagonista y los Yo Auxiliares.

El público, es el único componente referido exclusivamente a psicoterapia grupal, está constituido por los integrantes del grupo, cuyo proceso de observación activa de la dramatización, sitúa por un lado un espacio de contención y facilitación para el protagonista, y por otro, también es portador de diversos aspectos de lo que ocurre en la dramatización. En este caso, puede identificarse, empatizar, verlo como algo lejano, etc. Sin embargo, independientemente de cómo vivencie la dramatización, también tiene que ver con aspectos de sí mismo y el co-inconsciente grupal.

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El escenario, es el espacio físico en donde ocurre la escena, representa el locus, y se representa como un momento, un tiempo, objetos, personajes y una red de vínculos, tal cual el paciente los significa.

El protagonista es el paciente, el sujeto que dramatiza una escena. En el caso de psicoterapia de grupo, es el miembro elegido, quien representa su propia escena, pero que a la vez está actualizando el conflicto y la acción dramática esencial del grupo, en ese momento.

La escena, se refiere al conjunto de elementos, conformados por personajes, protagonistas, objetos animados y/o inanimados, sensaciones (olor, temperatura, etc.). Trasciende al relato verbal, y el sentido de ello, es el desbloqueo de situaciones y la representación del mundo interno en un espacio, en que además el protagonista pueda objetivar los procesos observados y en donde con palabras de Mario Buchbinder la poética y la estética desempeñan un papel importante en la cura.

El director o terapeuta, debe conducir la escena de manera que esta se reproduzca de acuerdo a la actualización espontánea de la fantasía del protagonista o de la creación colectiva; esto porque a veces el protagonista es el grupo o una parte de él. También debe cautelar la integración de los tres aspectos de la experiencia y por otra parte le corresponde estar alerta a lo que le ocurre al grupo.

Finalmente, los yo auxiliares, son co-terapeutas, o miembros del grupo, que participan en la recreación de la fantasía y/o del recuerdo significado por él o los protagonistas, colaborando con el director en el desempeño de sus funciones y diversas técnicas. Por ejemplo, un grupo de terapia ayuda a un paciente a representar una escena del primer día de colegio, implica que lo ayuda a representar lo que significa, como vive cada personaje, etc. Se ponen a disposición de exteriorizar y recrear la fantasía del paciente o protagonista en el espacio escénico.

2 Psicóloga y magister U. De Chile, doctorada en U. Salamanca-España. Supervisora Clínica Acreditada y directora del Centro de Estudios de Psicodrama de Chile (CEP).

Las etapas de la técnica, son los procesos diversos que se dan en el transcurso generalmente de una sesión o en un período de tiempo.

La primera etapa es el caldeamiento inespecífico, y que es el proceso inicial, mediante el cual se genera una sensibilización del cuerpo, de los afectos y de la cohesión de los participantes, de manera de facilitar la emergencia del diagnóstico y del conflicto grupal. El caldeamiento, se puede realizar en función de trabajo con el cuerpo, música, danza, o también mediante emergencia de contenidos verbales espontáneos. Esto implica, que es un proceso que también puede darse en el plano de las ideas y la conversación discursiva, en la que se genera un encuentro. En el plano de la terapia individual, el caldeamiento es lo que prepara el vínculo terapeuta-paciente.

La segunda etapa es el caldeamiento específico, es la dinámica mediante la cual surgen las vivencias y el conflicto. Se prepara el o los personajes para la abreacción y el despliegue de la escena. La escenificación, también es parte de este caldeamiento. Aquí, se construye y delimita el espacio escénico, con los espacios tridimensionales, los objetos y las relaciones. Es recomendable, traer a la memoria lo más vívido posible, recuerdos de diferentes sensaciones, olores, iluminación, hora del día, ruidos alrededor, etc.

Una tercera etapa es la de la dramatización: Es la realización de la acción que involucra al protagonista y a los roles complementarios, y que tiene como propósito vivenciar y tomar conciencia del conflicto, intentando integrar en la experiencia elementos ideativos, afectivos y corporales. Constituye un dispositivo terapéutico más relevante y que permite el despliegue de la fantasía interna.

La cuarta etapa es la catarsis de integración y el insight dramático. Toda dramatización debiera contemplar la carga afectiva asociada, que es la que generalmente se desbloquea durante la acción.

Es relevante que la catarsis sea en el momento oportuno, una catarsis antes de la posibilidad de que él yo del paciente esté en condiciones de procesar la experiencia, es nociva, ya que puede acelerar y magnificar las resistencias a la dramatización y al desbloqueo de experiencias encadenadas, que están asociadas a la matriz y a la relación disfuncional. Posterior a la catarsis de integración, se produce complementariamente el proceso de darse cuenta de manera integral y en forma espontánea. Es denominado insight dramático, y es lo que permite diferenciar a la catarsis de integración de cualquier catarsis que pudiera ser solo una descarga tensional, sin mucho sentido terapéutico. En este aspecto el insight dramático, conlleva una resignificación de la experiencia. Esto implica tomar conciencia del locus, de la matriz y de la relación dinámica que existe entre ambos. Conlleva un proceso de resignificación, que trasciende lo cognitivo y también lo abarca.

La quinta etapa es la rematrización. A partir del proceso anterior, la resignificación vivencial y cognitiva, es llevada a la acción –la integración de las tres áreas psicodramáticas– posibilita la apertura de nuevas posibilidades de relación, de espontaneidad y de creatividad con la realidad. Sobre la base de la espontaneidad y la plena libertad de la persona de expresar su mundo interno, se sustenta la verdadera capacidad de adaptación de la persona, sin que ello involucre la negación de aspectos de sí mismo.

También es importante, la representación concreta de sus experiencias, de manera de facilitar el proceso mediante el cual el sujeto comienza desde la resignificación, a descubrir nuevas maneras de relación con el entorno, más conectada con la realidad que con sus fantasías.

La sexta y última etapa de la psicoterapia psicodramática es el sharing: Consiste en el cierre de la terapia, aquí aparece el rol de la palabra en el psicodrama, en dónde se refuerzan las resignificaciones del paciente y se elaboran las vivencias. Después de la dramatización el sharing es una etapa crucial.

En la modalidad grupal, es donde se constata, que la elección de la escena se relaciona, con la emergencia de un conflicto que ya no es del protagonista que realizó la dramatización, sino que éste fue sólo un agente catalizador del conflicto grupal. En este caso, el sharing cumple en cierto sentido con dos propósitos, el primero dice relación con la verbalización, que posibilita una resignificación cognitiva del reaprendizaje y por otro, la diferenciación y convergencias entre los espacios individuales subjetivos y los espacios grupales intersubjetivos, lo que se expresa en los contenidos divergentes y heterogéneos, como en los transversales y homogéneos respectivamente de los contenidos del protagonista, en el resto del grupo.

El psicodrama y la relación terapeuta-paciente:

La relación terapeuta paciente, está centrada en el concepto de encuentro, en donde se plantea la falacia del yo - ello, a la verdadera posibilidad del yo-tú. En esta relación existe una participación de la persona del terapeuta, en su integralidad cognición, afecto y cuerpo. Se plantea una bilateralidad en la relación.

Desde la concepción vincular del psicodrama, la posibilidad de sanación es desde el encuentro télico. No obstante, esta bilateralidad menciona Bustos, no descarta la necesaria e innegable asimetría condicionada por el rol del terapeuta. Esta asimetría está relacionada a diversas variables relacionadas con el rol del terapeuta, tales como sus responsabilidades técnicas y profesionales, el pago de los honorarios y la responsabilidad ética.

Esta última es una de las más relevantes y se reflexiona a partir de ella el hecho del “secreto profesional”, que obviamente es un deber del terapeuta hacia el paciente, pero no del paciente hacía el terapeuta. De ahí el cuidado de proteger el vínculo, en relación a las cosas que el terapeuta, puede relatar o no, de sí mismo al paciente.

Por otra parte, lo que enfatiza la asimetría, es la función inherente del terapeuta, en lo que respecta a la función de contención y otorgamiento de seguridad y confianza, que están más asociados a los clusters maternos y paternos, que son por definición asimétricos.

Otro aspecto relevante de la relación terapeuta paciente, está en la cautela de equilibrar una serie de polaridades inherentes de la sesión terapéutica, tales como el predominio de la acción y la palabra, del pasado y del presente, del mundo intra psíquico y de la contingencia.

También se releva la concepción de la sesión como una unidad que en sí debe quedar cerrada, pero también él plantearla en una historicidad, algo que queda suspendido hasta otra sesión, que posibilita la secuencia, la profundización y el trabajo inter-sesión. Posteriores desarrollos de la teoría psicodramática, han derivado a un psicodrama más psicoanalítico que han desarrollado los análisis del vínculo, centrado en la persona del terapeuta, sus fantasías, sus temores y sus historias. También por otro lado ha existido el desarrollo de un psicodrama sistémico, que han profundizado las aplicaciones en la psicoterapia de pareja y de familia.

El psicodrama y el concepto de diagnóstico:

La visión que el psicodrama posee del diagnóstico, dice relación con una co-exploración del terapeuta y del paciente, cuyo objetivo, no es obtener categorías nosográficas o nominaciones de síntomas, sino descubrir en conjunto el sentido particular que el síntoma tiene para la persona, cual es la metáfora del síntoma, cual es la matriz y el locus.

Lo anterior no es un decreto unidireccional, sino una conclusión que se explora en conjunto, que conduce el terapeuta, pero que el paciente corrobora. Todo planteamiento y exploración, sea verbal o a través de una dramatización, se va planteando como hipótesis, y así deben ser expresadas por el terapeuta.

“El psicodrama no reniega, de la posibilidad de tener un diagnóstico nosográfico, estructural y psicodinámico, pero sólo a manera de contexto, ya que lo relevante es tener una visión dinámica del proceso, una compresión biográfica profunda, tanto de la demanda manifiesta –el síntoma, o lo que molesta– como de la demanda real, que es lo que está detrás del síntoma”, Jaime Winkler (en un artículo de la Sociedad Española de Psicodrama, 2000).

De esta forma, también es importante en las primeras sesiones, ver qué es lo relevante para el paciente, que es lo que él quiere y no lo que el terapeuta quiere, de acuerdo a su propia escala de valores, y a su propia noción de salud mental.

Dalmiro Bustos, por otra parte, plantea que los criterios médicos no alcanzan para entender al hombre en conflicto. Los conceptos culturales relativizan los conceptos de salud y enfermedad, de normalidad y anormalidad.

Aplicaciones Clínicas de la Técnica Psicodramática:

El psicodrama se aplica en distintos ámbitos del rol profesional del psicólogo. Surge y se desarrolla como técnica en un comienzo, fundamentalmente en el ámbito de psicoterapia grupal. Aplicándose, para el desarrollo personal y el trabajo psicoterapéutico en grupos con diversas características. El valor que posee esta técnica de grupo es la profundización y agilidad de posibilidades diagnósticas y de intervención, al constituirse el grupo de manera espontánea en un reproductor de las matrices vinculares y de las posturas sociodramáticas de sus miembros. Aquí el papel del Director es facilitar el proceso de toma de conciencia y la posibilidad de rematrizar aquellos modelos disfuncionales en las relaciones, de manera de crear vínculos espontáneos y más adaptativos. Posterior a Moreno surgen otras orientaciones, influidas por el psicoanálisis grupal de Pichón Riviere.

En el área de aplicación de psicoterapia individual, los desarrollos más connotados han sido en Inglaterra y Argentina con Marcia Karp y Dalmiro Bustos, respectivamente. Aquí, la fuente de tensión está centrada en él vinculo bipersonal. El rol del terapeuta es hacer converger en la experiencia terapéutica aspectos ideativos, corporales y afectivos, así como también la resolución de la relación transferencial en una relación télica, que implica la posibilidad de un encuentro, de una percepción recíproca realista, empática que se da en forma simultánea. Esto, implica una relación bilateral asimétrica y un papel del terapeuta que deja de lado la neutralidad técnica. Generalmente se emplean las técnicas psicodramáticas clásicas, como soliloquio, doble, espejo, inversión de roles con objetos intermediarios: sillas o cojines, además pueden surgir escenas y dramatizaciones.

Desarrollos postmorenianos del psicodrama lo han relacionado con la teoría de sistemas, y han profundizado la aplicación del psicodrama en la psicoterapia de pareja y de familia. Al margen de lo anterior, al analizar la parte relacional del psicodrama, aparecen muchos aspectos que convergen con la teoría de sistemas.

En el caso de la psicoterapia de pareja, los protagonistas están conformados por un vínculo dinámico binario, que asume características específicas. Las características de este vínculo, están condicionadas por los roles sociales y por los modelos vinculares específicos de cada pareja. Igualmente, que, en los casos anteriores, esto demanda del terapeuta un ponerse en el lugar de la pareja y, por otro lado, revisar su propia experiencia al respecto. Las técnicas más ampliamente usadas, son la escultura, el biodrama de pareja, espejo, soliloquio, inversión de roles.

Con respecto a la psicoterapia de familia, la unidad de intervención aquí es el núcleo familiar. Este puede estar de manera presencial o ser representado por yo auxiliares que acompañan al terapeuta. Se realizan técnicas como foto familiar y escena familiar. Aquí es de particular utilidad la inversión de roles, ya que permite ponerse y mirarse a la vez a sí mismo en, y desde el lugar del otro respectivamente, siendo éste un recurso terapéutico muy poderoso. Respecto a la técnica del psicodrama, cabe destacar que lo que la distingue de otras técnicas, es que la perspectiva que las orienta le da tanto un espacio a los problemas y dificultades, como a las posibilidades de desarrollo y recursos activos para la resolución de esos conflictos. También un elemento que la caracteriza está en que el acento en términos de los objetivos, está centrado más en el proceso que en los contenidos.

Esto implica, que se puede mirar y entender los conflictos, sin adherirse exclusivamente a la parte narrativa de ellos.

Finalmente, en este modelo terapéutico, convergen lo artístico con la curación, aquí el papel de lo estético se liga a la posibilidad de ver el conflicto más allá de la palabra, más allá de lo manifiesto, más allá de lo obvio.

Bibliografía:

Bustos Dalmiro, (1997) “El yo en el Psicodrama, Espontaneidad y Adecuación”. Revista JLMORENO Bs. Aires.

Bustos Dalmiro (1975) “Psicoterapia Psicodramática”, Ed. Paidós.

Moreno, J.L (1987) “Psicoterapia de Grupo y Psicodrama”, Ediciones Fondo de Cultura Económica.

UNA DEMOCRACIA CONSCIENTE: al ampliar la conciencia de las personas, se puede construir una comunidad fraterna. (Parte 3)

Eduardo Yentzen Peric3

Decíamos que en democracia tenemos la influencia de los cuatro grados de conciencia; pero primariamente nos movemos en los dos estadios intermedios; que son la ley de convivencia o colaborativa y ley de sobrevivencia del más fuerte o competitiva. Accedemos mucho menos a la ley del amor; y más, aunque sin que predomine, a la ley de la violencia. De hecho, cuando predomina la ley de la violencia se pierde la democracia.

La democracia es un sistema que, por primera vez, desde lo filosófico y lo político, define una forma de gobierno y de conducción de la sociedad que propende a la convivencia y la colaboración, a diferencia de los otros modelos-feudal, monárquica, dictatorial- donde se asume la ley de dominación del más fuerte, amparada en distintos grados de violencia.

La democracia otorga un derecho igualitario de acceso al poder que proviene del principio de convivencia tolerante, y crea los marcos para conservarla. Por cierto, que este derecho igualitario en democracia no es tan igualitario, porque está influenciado por otras bases de poder que tienen las personas y grupos, desde la disposición al dominio del más fuerte que sigue viviendo en su interior.

En definitiva, en democracia conviven las cuatro fuerzas, y en particular las dos fuerzas intermedias, y frente a ello cabe tomar una posición por una de ellas.

Si optamos por la ley de convivencia tolerante, y nos proponemos desde allí ampliar nuestra conciencia en la dirección de la colaboración y una superación de la lucha de sobrevivencia del más fuerte, nos posicionamos en el propósito de construcción de una verdadera comunidad nacional.

Hoy convivimos en un territorio nacional, pero no nos sentimos una comunidad nacional. Ha existido una manera de construir comunidad nacional a través de la elaboración de un sentido de identidad. Pero este intento es más bien simbólico, con bajo sustento real. El territorio común, la historia común y los símbolos patrios parecen no tener una fuerza suficiente como para hacernos sentir como una comunidad nacional. No por nada emerge el concepto de anti-chileno respecto del que tiene otras convicciones. Los factores que nos tensan y dividen parecen ser superiores, y demuestran la predominancia de la lucha y competencia.

Para tener un real sentido de comunidad, necesitamos sentirnos parte de algo común, que nos supera y nos involucra a todos. Si no, toleraremos la convivencia recíproca, pero estaremos en todo momento a la espera de tener la fuerza para lograr que el otro deje de formar parte de esa comunidad: eliminarlo, extirparlo, expropiarlo; o bien convertirlo, evangelizarlo, adoctrinarlo, etc.

Para sentirnos parte de algo común, esto común requiere ser superior a las partes. Por ejemplo, el Colo y la Chile se viven antagónicamente. Pero tienen algo en común superior a ambos: el fútbol. Ellos no existirían como identidad particular, si no existiera esa realidad superior a ellos que les es común. Entonces para existir cada uno, requieren juntos preservar el fútbol. Y si entre ellos se destruyen, destruyen el fútbol.

Se requiere entonces descubrir y otorgar a la comunidad nacional un valor superior al de las identidades particulares. Lo que postulo como sentido y valor común es instalarse en un propósito de convivencia para el bien del total de la comunidad, es decir, la cooperación o colaboración como guía de propósito y conducta. Es decir, no construiremos comunidad nacional desde símbolos, o relatos, o la historia; sino desde el anhelo consciente de fraternidad.

Recordemos que la revolución francesa propiciaba libertad, igualdad y fraternidad. Esta última nunca ha predominado. Y entretanto se han opuesto históricamente, y han estado dispuestos a destruirse recíprocamente, los representantes de la igualdad y los de la libertad. Ahora bien, no planteo una homologación entre igualdad y cooperación, o libertad y competencia, pero hay cercanías entre estas polaridades.

Lo principal es que la propuesta de fraternidad invita a actuar desde el principio de colaboración como una disposición que permitiría que convivan libertad e igualdad, como dos principios válidos y relativos, sujetos a contextos y especificaciones, aportando distintas potencialidades y limitaciones. En este sentido se reconcilian estas dos aspiraciones –libertad e igualdad– integrando ambas a un sentido superior a ambas. Y este sentido es la fraternidad o la convivencia colaborativa.

¿Y cómo fraternizar igualdad y libertad? Es cierto que la libertad de los neoliberales es un eufemismo. Entonces la dirección de fraternización desde los partidarios de la igualdad requeriría ir en la dirección de que la libertad sea más real y sustantiva; y no en la dirección de eliminar a los partidarios de la libertad para que todos seamos iguales –y de paso, sin libertad–. Y desde los partidarios de la libertad, aceptar cuánto daño, dolor y abuso causa la dominación –y en un sentido más práctico, cuánta amenaza permanente representa para los dominantes el fantasma de la revolución–, y tolerar entonces que la igualdad o equidad sea más real. Instalados en la fraternidad podemos reconocer que libertad e igualdad son dos anhelos válidos, y que requerimos saber hacerlos reales, sustanciales, y a ponderar cuánto de cada uno genera la mejor sociedad.

La disposición a la fraternidad o cooperación requiere una disposición de validar al otro, no como portador de la verdad, sino como portador de una convicción subjetiva válida. Ello requiere aceptar que el otro posee convicciones subjetivas que no comparto pero que no son invalidables per se. Requiero poder tolerar las convicciones subjetivas del otro. Si uno cree que la libertad es el bien, y el otro que la igualdad lo es, en principio, cada uno requiere tolerar la convicción del otro, y disponerse a examinar cuánto de una u otra para tal o cual propósito, con una disposición a reconocer lo real.

En la aspiración a una colaboración fraterna, la aspiración a la dignidad puede ser un buen concepto. Porque para algunos la dignidad está en la libertad, y para otros en la igualdad. Entonces intentemos crear una dignidad para todos.

Sin un sentimiento de comunidad nacional no tendremos nunca un real sentido de respeto a los DDHH. Predominarán los intereses particulares, y se estará una y otra vez disponible para no respetar, y en el límite para destruir al otro.

Tolerancia y moderación

Si podemos tolerar las ideas subjetivas del otro podemos comenzar realmente a escuchar al otro. Lo habitual es que no lo hacemos. Cuando el otro comienza a decir cosas con las que no concordamos, nuestra mente empieza a elaborar las ideas propias y dejamos de escuchar. Esto se hace más fuerte cuando las ideas del otro nos resultan intolerables. Escuchar requiere tolerar.

Para tolerar al otro requiero una disposición hacia la moderación. Ésta me predispone a aceptar las ideas intermedias, no por encontrarlas buenas sino por aceptar que el construir comunidad con el otro está por encima que la defensa e imposición de mis ideas. Lo contrario a la moderación es la exaltación y la confrontación. Desde ella pongo la imposición de mis ideas por encima de la construcción de comunidad.

En la disyuntiva entre moderación y exaltación, la disposición a la confrontación para imponer las ideas propias se ha validado desde la ilusión de que tras ella se logrará la paz definitiva y el bien definitivo. Pero ya tenemos mucha historia recorrida para reconocer que esto es una ilusión.

Nunca se llega a la paz permanente tras el triunfo de un sector, pues el otro siempre busca volver a fortalecerse, y confrontará nuevamente al sector que lo derrotó. De esta recurrencia está plagada la historia. Y a esto lo llamamos el motor de la historia, en circunstancias de que es la perpetuación de la tragedia.

Sabemos que la democracia se rompe cuando las identidades al interior de la democracia, desde su oposición una a la otra, desde su posicionamiento en la lucha por la sobrevivencia del más fuerte, se entregan a la violencia. En ese momento la democracia se pierde y hay revolución, dictadura, guerra civil, etc.

La democracia propuesta como espacio de cooperación y fraternidad es el primer sistema político que pone a la comunidad por encima de los sectores y de los intereses particulares. Pero esta democracia es aún un anhelo, y en general excede nuestra capacidad psicológica actual. No estamos en la madurez o grado de elevación de conciencia necesario para poner la convivencia por encima del interés particular, y por eso la democracia como fraternidad es aún un sistema por lograr. O también podemos decir que la democracia posee diversos grados de profundidad, y aún tenemos muchos escalones por encima.

Para profundizar el sentido de cooperación requerimos luchar contra nuestras propias pasiones confrontacionales. Contra el valor absoluto que damos a nuestras ideas y convicciones particulares, y contra la necesidad de que todo el mundo asuma como correctas y verdaderas nuestras ideas y convicciones particulares.

No se trata de renunciar a mi convicción; sólo aceptar que ella puede convivir con otras, ninguna siendo la única correcta o verdadera. Este es el principio para crear una comunidad nacional desde la fraternidad, la cooperación y la convivencia de la diversidad. Necesitamos comprender que las diferencias o se procesan o desde la destrucción recíproca o desde la convivencia de la diversidad.

En definitiva, para hacer sustantivo un sentido de comunidad nacional, lo que supone y requiere una ampliación de conciencia, requerimos avanzar desde la predominancia dentro de la democracia de la ley por la lucha del más fuerte a que predomine la ley de la colaboración, de la aceptación recíproca, de la validación de la diversidad y la fraternidad.

Cabe destacar que la ley de la fraternidad o ley del amor no es la ley del ‘buenismo’. La ley del amor requiere fuerza. Pero otro tipo de fuerza. No es la fuerza de destrucción sino la de conciliación y de creación. Esta es una fuerza más difícil de alcanzar, y requiere de un mayor grado de conciencia.

Bibliografía:

“El reencantamiento del mundo”. Morris Berman. Edit. Cuatro Vientos. 1987.

“Cuerpo y espíritu. La historia oculta de Occidente”. Morris Berman. Edit. Cuatro Vientos. 1992.

“La mente patriarcal” . Claudio Naranjo. Edit. Del Nuevo Extremo. 2010.

“El eneagrama de la sociedad”. Claudio Naranjo. Ediciones La llave. 2007.

“Fragmentos de una enseñanza desconocida”. Pedro Ouspensky. Editorial Hachette. 1961.

“Hacia una democracia creativa”. Eduardo Yentzen. Edit. Universidad Bolivariana. 2007.

“Encuentros con hombres notables”. G.I. Gurdjieff. Editorial Hachette. 1980.

“Nuestros conflictos interiores”. Karen Horney. Editorial Psique. 1971.

“La sanación de nuestros personajes interiores”. Eduardo Yentzen. Autoedición. 2015.

PSICODRAMA JUNGUIANO AL SUR DEL MUNDO: EXPERIENCIA DE LA GRUPALIDAD POST PANDEMIA

Ps. Carola Paz Moraga Sepúlveda4

“Recreación es vibración”

J.L. Moreno.

Desde lo teórico, tras la experiencia de las Jornadas de Onirodrama en 2022 realizadas en la ciudad de Osorno, la propuesta se fundamentó en el Paradigma Psicodramático, donde etimológicamente Psico es Mente o alma, y Drama, es acción, por lo que Psicodrama se refiere entonces al poner en acción la psique o alma, los elementos propios del mundo interno, espacio que al flexibilizar con nuevas acciones, moviliza el sistema y permite su dinamismo. Lo anterior promueve, entre otros aspectos, la flexibilidad, creatividad, espontaneidad, mayor comprensión o acrecentamiento de la conciencia de las escenas de vida que nos proponemos trabajar. A su creador Jacob Levy Moreno, de perspectiva humanista y precursor de la Sociometría, se le conoce como Creador de la Psicoterapia Grupal. Aporta a la dimensión espiritual dando un significado singular a la vida, otorgándole sentido y trascendencia, así como también expresividad creativa proveniente del reflejo divino presente en cada persona. Simultáneamente, rompe esquemas, impulsando el Teatro de la Improvisación o Teatro Playback, y dando paso al Teatro Espontáneo, entre otros.

La perspectiva Junguiana que integra los encuentros psicodramáticos en Osorno, se refiere al análisis profundo de los elementos inconscientes, simbólicos o arquetípicos que nos conectan con el sí mismo, dando un espacio más allá del ego o máscara personal, que permite adentrarnos y profundizar en cada sentido transpersonal que abraza la vida con sus ciclos naturales de una manera activa y creativa, impulsando así el avance en el proceso de Individuación o Autorrealización.

Incluimos el Onirodrama, técnica psicodramática para el trabajo de sueños, donde la invitación es a crear un espacio de expresión de los contenidos oníricos del presente o pasado, para acceder luego a diferentes ejercicios de caldeamiento inespecífico y específico, propios del método moreniano, relajando tensiones y abriéndonos en conjunto a escenas que nos han visitado en sueños. Se realiza así, una escenificación o dramatización de cada sueño elegido por el grupo como protagonista del emergente grupal, que

4 Psicóloga-Psicodramatista, Centro holístico Menonko Lawen, Región de Los Lagos. psicodramaybosqueterapias@gmail.com nos entrega el mensaje central que permite comprender el sueño desde diversas perspectivas, amplificándolo y abriendo una variedad de sentidos, significados y profundidades.

La directora de psicodrama escoge las técnicas orientadas hacia el ahondar además en lo simbólico, estético, emocional o espiritual, según lo que se vaya presentando y sellando la experiencia con un círculo de expresión del aprendizaje de cada uno, lo que va acrecentando la conciencia de sí, tanto para el protagonista del sueño, como para todo el auditorio.

Es en el Taller “El Viaje Del Héroe y Heroína”, donde la integración del Padre y Madre, la Misión de Vida y los Arcanos Personales, conecta con el instante de la concepción y germen de la propia vida, se establece un lazo con la memoria de nuestro nacimiento, acercándonos a los arcanos personales para la comprensión del proceso de individuación. Luego del caldeamiento o preparación, vamos viendo la asociación a contenidos de los arcanos mayores del Tarot, que dan cuenta de la Misión Exterior y Pública, así como de la Misión Interior y Personal.

Cada participante realiza una elección espontánea, personificando el arquetipo según el aspecto que se quiera explorar, seleccionado a través del movimiento, la interrelación y la escena creada conjuntamente, recibiendo los mensajes significativos para la vivencia presente. Se cierra cada vez la experiencia psicodramática, con un círculo de palabras, para la expresión de los aprendizajes o resonancias de cada integrante en el espacio grupal.

En el marco del empoderamiento del rio creativo, en el Taller de las Cuatro Lunas, abrimos el espacio a descubrir nuestros ciclos lunares o femeninos tal como lo plantea Miranda Gray en su libro Luna Roja y Vicky Noble en Tarot Madre Paz, así como toda la compresión de lo femenino propio del matriarcado y los pueblos originarios, donde la Mujer en su ciclicidad era honrada y celebrada, formando parte esto también, del despertar femenino actual o de lo femenino.

Comprendiendo nuestros ciclos o ritmos personales asociados a los ciclos de la luna en sus cuatro estaciones: Luna Nueva o Arquetipo de la Niña, Luna Creciente Arquetipo de la Doncella o Joven, Luna Llena Arquetipo de la Madre, Mujer Realizada y Luna Menguante Arquetipo de La Sabia. Las 4 edades de la Vida, las 4 estaciones, los 4 momentos del día, por mencionar algunos.

Al conectar con escenas de vida que despiertan dichos arquetipos, podremos trabajar aquellos aspectos limitantes, desarrollando el instinto de mujer salvaje que nos empodera y entrega de vuelta el sentido de plenitud, dignidad y empoderamiento, en equilibrio y sabiduría. Posterior a dicha profundización nos acercamos al oráculo de los deseos, para alzar los sueños que nos llevan a concretar una vida de felicidad.

El taller PIEL DEL ALMA, por otro lado, inspirado en el cuento “Piel de foca, piel del alma”, una de las puertas de acceso a establecer esa comunicación o conexión con el alma salvaje, es a través de escenas de nuestra propia biografía. Al compartir dichos momentos con sus mensajes en grupo, se van activando las memorias conjuntamente a la activación espiritual, mediante la ancestralidad de los pueblos originarios (Chakana- Pueblo Quechua principalmente en esta charla también cosmovisión andina en general). La Conexión con la estrella- la constelación- recuerdos que elevan y regresan el brillo en los ojos, en ese lugar donde se puede ser, danzar y sentirse parte del TODO. Dichos mensajes del alma son escenificados en conjunto, conectando con los mensajes que necesitamos despertar en el presente de nuestras vidas para poder recuperar la Piel del Alma personal y transpersonal, hacia el Camino de Autorrealización o Individuación, tal como se entiende desde la teoría Junguiana.

Descripción del proceso y Resultados:

En el primer encuentro participaron 6 personas, en onirodrama se trabajaron dos sueños de superpoderes femeninos y rescatando al niño sin familia en plena guerra por parte de campesinos. Luego en el viaje del héroe se realiza psicodrama bipersonal profundizando en arcano personal interno correspondiente a Los amantes y tomando el mensaje de desarrollar la vivencia del amor, confianza y cuidado. Se desarrolla seguidamente Cuatro Lunas, trabajándose en escena: vergüenza asociada al tiempo de luna o menstruación y escena maternidad asociada a temáticas cotidianas de la crianza. En Piel del Alma se realiza psicodrama clásico, con diálogo de polaridades -opuestos de hermanos- asociado a conflictos familiares alojados en dolores somáticos. El segundo Encuentro es el de las Cuatro Lunas, con menor asistencia, y el tercero comienza con el viaje del Héroe y el arcano de la justicia y la templanza. Luego en psicodrama bipersonal se trabaja la relación con la madre y finalmente en Piel del Alma se conectan con la escena del atreverse. Adaptándonos a cuatro horarios, se aborda el mensaje de los ancestros (árboles, en el onirodrama), luego el hierofante (en viaje del héroe) y en Cuatro Lunas, las diferentes edades de nuestros ciclos vitales. En Piel del Alma se trabaja la escena de la Libertad, el Nacimiento y una escena del Sol. Finalizamos las jornadas del año con el viaje del Héroe, explorando arquetipos de Siete diosas, cerrando el año con escena de pareja en Luna Nueva o término de la relación, y proceso de duelo. En luna llena, la escena de ofrenda, Relación de Pareja Sagrada en un nuevo tiempo en Lafquenmapu.

Agradecida de cada proceso iniciado y deseando continuar avanzando en el Espiral del Autoconocimiento que permiten los cuatro talleres propuestos.

Bibliografía:

Campbell, Joseph (1949) “El héroe de las mil caras” Atalanta.

Matoso, Elina (2000) “El cuerpo territorio escénico”. Paidós. Bs. Aires, Argentina.

Moraga, Carola (publicación 2020- publicación 2022) Revista Salud Lmental, Ed. Primeros Pasos.

Moreno, J.L. (1949) “El psicodrama: terapia de acción principios de su práctica”. Editorial Lumen.

Pearson, Carol. (1986) “The herowithin: Archetypes we live”. Harper Elixer, San Francisco.

Pinkola Estés, Clarissa (1979) “Las mujeres que corren con los lobos”. Punto de Lectura, Barcelona, España.

Reyes, Gloria (2007) “La práctica del psicodrama”. Ril Editores, Santiago, Chile.

APORTES DEL CONTEXTO SALVADOREÑO AL METODO PSICODRAMATICO: TESIS SOBRE EL PSICODRAMA FEMINISTA DE LAS MÉLIDAS

Andrey Morales Méndez5

El trabajo de tesis titulado “El Método del Psicodrama y sus aportes a los movimientos revolucionarios de Latinoamérica”, se enmarca en el contexto de una tesis de posgrado del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Costa Rica.

Con la llegada de Jacob Levy Moreno al continente americano en 1925, una multiplicidad de profesionales se ha apropiado del método generando adaptaciones teóricas, metodológicas y epistemológicas, según las particularidades de cada contexto o institución o profesionales que le utilizan en sus prácticas grupales.

Desde la multiplicidad de posibilidades que nos permite cada contexto, disciplinas o instituciones que lo utilizan, partimos a la singularidad de procesos con una impronta particular. En esta investigación se producen diversos encuentros que nos invitan a revisar el trabajo de la doctora de origen suizo Ursula Hauser, educadora, etnopsicoanalista, psicodramatista desde la década de 1980 en nuestra América Latina, en países como Costa Rica, Nicaragua, Cuba, Uruguay, Guatemala y El Salvador.

La atención se centró en el trabajo con Las Mélidas, una organización feminista que nace en 1992 en El Salvador, en una asamblea de cerca de 3500 mujeres exguerrilleras provenientes de distintas fracciones del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí. (FMLN) Estas mujeres se organizan en contra de la violencia machista de sus compañeros y por la defensa de los derechos de las mujeres de todo el país, ofreciendo servicios de asesoría legal, salud, psicología, entre otros. En el año 1996, ante la necesidad de sanar episodios de la guerra en estas mujeres, la doctora Hauser inicia un proceso terapéutico-formativo en coordinación con la ONG Médico Internacional Suiza, que fue nombrado "Brilla el sol 1 Apelación al lenguaje neutro. “Después de la tormenta", que da origen a los procesos posteriores "Desafiando el dolor, Abrazando la vida" 1999 y "sonrisas de la tierra" en 2003.

De las experiencias mencionadas surge el "Equipo de Covisión en Psicodrama" de la Organización Mélidas Anaya Montes. Desde entonces las Mélidas cuentan más de 25 años de utilizar el Psicodrama con grupos de mujeres y mixtos en todo El Salvador.

Por consiguiente, la investigación recopila historias de los 25 años de Psicodrama feminista con principios revolucionarios, que distinguen particularmente en esta organización. Además, esta obra busca generar alternativas en la forma en la que sistematizamos los procesos académicos, inspirados por las epistemologías y metodologías feministas, en un proceso de co-construcción continua con las protagonistas.

En el psicodrama, la escenificación se nutre de las historias de las personas protagonistas, ofreciendo un marco ideal para la articulación metodologías feministas como Las Producciones Narrativas. (PN) (Balach y Montenegro 2003) Las técnicas de recolección de la información utilizadas fueron diálogos semiestructurados (mediante la plataforma zoom), trabajo de observación no participante en la comunidad de Las Vueltas de Chalatenango, un taller grupal en San Salvador (2019), fotografía y el diario de campo, para dar origen a una PN ampliada, corregida y modificada por cada una de las participantes hasta llegar al producto final. Más que una sistematización por parte de la persona investigadora es un producto colectivo.

La Producción Narrativa se divide en cuatro apartados, que cuentan con:

1. Las experiencias subjetivas de Juan Andrey Morales Méndez, como investigador (hombre, extranjero) en una Organización feminista latinoamericana.

2. Quienes son el equipo de Covisión en Psicodrama de las Mélidas en 2020 y un repaso a la historia de la fundación del equipo.

3. La "magia del Psicodrama" y su rol en los procesos de sanación de las personas protagonistas y las mujeres beneficiarias en las comunidades.

4. Los principales retos y desafíos para el equipo después de 25 años, de aprendizaje y ejercicio del Psicodrama.

Dentro de las principales conclusiones destaca la influencia del Psicodrama etnopsicoanalítico y la articulación con el feminismo revolucionario de la organización, que se reflejan en la revisión constante de la subjetividad de las facilitadoras de los procesos comunitarios, las supervisiones grupales, adaptaciones metodológicas como el modelo de coordinación y co-coordinación. Esto da origen a una forma particular de Psicodrama feminista revolucionario contextualizado, que se puede aplicar en otras latitudes con mujeres sobrevivientes a procesos armados y de violencia machista.

Para estas mujeres el "Psicodrama es mágico" ya que han presenciado transformación de traumatismos psicológicos y psicosomáticos en muchas mujeres y en sus propios cuerpos, lo que resalta la importancia de poder habitar el rol de protagonismo dentro de los distintos procesos, la supervisión profesional de las personas facilitadoras, así como analizar la contra-transferencia en el equipo de co-coordinación. Otro factor importante de este análisis es la articulación de metodologías de investigación, como las PN, para crear alternativas en los procesos de la sistematización tradicional dentro y fuera de la academia, para recuperar el aporte de cada subjetividad participante en los procesos de investigación. Además, esto ofrece la posibilidad de realizar una mirada crítica desde la persona que investiga y sus juicios y estereotipos previos respecto a las poblaciones con las que se relaciona.

Bibliografía

Biglia, Barbara. & Bonet-Martí, Jordi (2009) “La construcción de narrativas como método de investigación psico-social. Prácticas de escritura compartida”. Revista: Research Gate.net.

Carosio, A. (2017) “Perspectivas feministas para ampliar horizontes del pensamiento crítico latinoamericano”. En: Sagot, M. (coord.). Feminismos, Pensamiento Crítico y Propuestas alternativas en América

Latina. CLACSO.

Hauser, U. (2013) “¿Existe un Psicodrama feminista?”. Recuperado de: https://xdocs.pl/doc/existe-unpsicodrama-feminista-ursula-hauser-6nw562d2xdn1

Hauser, U. (2016) “El psicodrama en la construcción de la memoria histórica. Las huellas de la dictadura uruguaya en la tercera generación”.

Hauser, U et al. (2017) “Psicodrama en el Ministerio del interior de Uruguay. Construyendo caminos y cambios”. Ministerio del Interior, República Oriental del Uruguay y Fundación Úrsula Hauser.

Hauser, U. [Las Mélidas] (2017) Las Mélidas 25 años.

Irantzú Mendia Azkue, et al (2014) “Otras formas de (re)conocer. Reflexiones, herramientas y aplicaciones desde la investigación feminista”

Horton, Lynn (2017) “Movimientos de mujeres en América Latina” En Paul Almeida y Allen Cordero, Movimientos sociales en América Latina. Buenos Aires: CLACSO. Pp. 143-157.

Morales, Andrey (2021) “El Método del Psicodrama y sus aportes a los movimientos revolucionarios de Latinoamérica. Experiencias del equipo de covisión del Centro de Psicodrama de la Asociación Movimiento de Mujeres de Mélida Anaya Montes, El Salvador, 1996-2021.Una Propuesta desde las producciones narrativas y los conocimientos situados”, tesis de posgrado del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Costa Rica.

La Alteridad En Tiempos De Pandemia Y Guerra

Ps. Diego Cifuentes Rubio6

Cuando una nueva pandemia y una nueva guerra asolan en nuestras vidas, es inevitable el intento de elaboración para intentar comprender cual es nuestro lugar entre estos acontecimientos, y si lo que se desea es no quedar al margen de estos, es una actitud ética preguntarnos ¿Cuál es mi actitud ante estas catástrofes? ¿Qué se activa en mi ante estas emergencias y a qué me resisto o cuáles son mis expectativas, esperanzas y temores?

Sin duda que intentar comprender estos fenómenos solo desde el ámbito de la psicología resulta parcial, así como intentar hacerlo solo desde la vida individual. La invitación es que todos los fenómenos sociales, políticos, geográficos y ecológicos, deben hacerse desde la mayor cantidad de disciplinas posibles. Solo así nos podemos acercar a ver un poco más completo el panorama. Esto es una ética de la complejidad, que involucra que los procesos intenten ser comprendidos tal como son: complejos y nunca acabados.

Junto con esto, debemos aceptar que todo proceso de comprensión sumado a ser un ejercicio de la complejidad, es parte y habla de quien reflexiona. Es por esto que hoy quiero compartirles parte de contenidos que este último tiempo he tenido que elaborar acerca de mi propia vida, junto a mis propios conflictos respecto a la pandemia y su semejanza con lo que el analista junguiano James Hillman en su texto “Un terrible amor por la guerra” elaboró respecto a la muerte y la guerra, lo que según mi percepción podemos extrapolar a lo que nos ha sucedido ética, actitudinal y valóricamente en torno a estos últimos 5 años.

Hillman (2010) dice que la guerra haría uso de la imaginación. Utilizando el concepto de arquetipo postulado por Jung, alude a que la guerra tendría una tendencia innata a expresarse como función propia de lo arquetípico e instintivo. Esto explicaría su predisposición a perpetuarse, incluso sin que hubiera un deseo consciente por los individuos y sociedades a buscar “la guerra”. Como todo instinto, requeriría de otro (interno o externo) para expresarse, dado que en la guerra el otro no necesariamente debe ser un otro real, ya que en ocasiones a este se le imagina o inventa a través del delirio y la paranoia desde donde termina por caer y germinar.

De esta manera, plantea el autor, sería la hermana sombría de la alteridad, dado que separa y distancia, pero a la vez requiere del otro, y si este no aparece, se extingue, ya que no puede reproducirse ni perpetuarse. Este funcionamiento nos recuerda la característica propia de las pandemias, un ente vivo, que intenta garantizar su sobrevivencia Así, podríamos plantear que la pandemia que asola nuestros tiempos es un tercero invisible que ha llegado a separar y a la vez unificar los países desatando conflictos internos de las comunidades, para unirlos en contra de un enemigo común: la muerte. La esperanza está en una vacuna que trae esperanza, pero crea la falsa ilusión de "volver todo como antes" (lo que escuchábamos en entrevistas a transeúntes y en la esperanza de los cercanos).

La pandemia crea y fuerza la unión de las contradicciones hacia un enemigo en común, desplazando la profundidad de los procesos en tensión hacia una salida fácil, ese es el riesgo. También la guerra es el camino fácil, se aniquila al otro en un pestañeo, por lo que la guerra es la imposibilidad de sostener la tensión que, acumulada, carece de imaginación, y sin imaginación, no hay otras posibilidades. Se cae en el actuar, en lo evidente y literal, se pierde la restitución de lo simbólico, del rito. El intento de dar solución a un conflicto que requiere sostenerse aun cuando no sepamos donde esto llevará.

Así nos encontramos con que, en los hospitales, en las familias y en las comunidades se realizan espacios de ritos, minutos para hablar sobre los duelos, y del cansancio del equipo, con cantos en las ventanas de casas y edificios. Solo el rito devuelve al tiempo la cordura salvadora y nos saca de la inmediatez que cercena la profundidad. Porque el ritmo acelerado es amigo de la guerra y el caos, mientras que la calma trae comprensión, sentido y orden.

La sensación de estar en guerra contra el virus, une a las personas, las identifica en una guerra en común y normaliza el estado de catástrofe, las muertes se vuelven cantidad y al normalizar solo la cantidad y sólo ver el número en los medios, se desensibiliza la individualidad de los muertos. Las familias pasan a formar parte de un colectivo unido e identificado con la muerte y la sensación de comunidad se conforma en torno a la vivencia de la pérdida. Como el rito está ausente o restringido se perpetúa en forma de vacío, desconexión, anestesia afectiva y/o agresividad. En un tiempo donde abunda el duelo a falta del rito y contención colectiva, se reemplaza este por la esperanza de un apoyo económico por parte del gobierno. Se mueren negocios, familias, y estatus quo, nacen promesas, emprendimientos y en ocasiones la hipocresía de ayudar al emprendedor disfraza el real interés de satisfacer necesidades individuales.

La olla común surge como lugar de reunión y es símbolo heroico del deseo de alimentar al que no tiene.

Necesitamos ollas comunes afectivas y la gran olla común en Chile, en plena pandemia, fue la creación de una convención constitucional donde se cocinarían nuevas leyes más justas con la esperanza de mejores sabores. La diversidad parece monstruosa, dando miedo por su multiplicidad y variedad, por lo que el desafío es reconocerla como tal y darle forma articulada. Su salida está en la intimidad individual pero acompañada de la intimidad colectiva. La muerte teme la profundidad de la intimidad, puesto que en la pausa que genera la intimidad, la muerte se comparte y se conversa y al ser hablada se divide y se vuelve pequeña. Por eso en el mundo de los muertos hay silencio dice Hillman (2010), no hay música, porque en el mundo de los muertos no hay sonidos ni melodías, y necesitamos de la música de las palabras, de los gestos y de la expresividad corporal pues lo muerto está inerte y lo vivo es dinámico. Necesitamos ser Orfeo que lleva la música al Hades.

El riesgo de volver a la normalidad o estar en paz luego de este periodo de pandemia es el olvido. La falsa sensación de volver a la "normalidad" trae la funesta experiencia de la amnesia colectiva, la supresión de lo acaecido y el falso retorno con la consecuente idealización de la "nueva realidad" mientras esto sucede. Quienes tuvieron seres queridos fallecidos o quienes mantienen el recuerdo de lo vivido a través del trastorno por estrés postraumático (TEPT) viven en silencio los vestigios del trauma en el presente, mientras que la sociedad vive en el retorno, el olvido y la inocencia de volver a lo conocido, pero sin reconocer el valor de lo sufrido.

Zoja (2015) refiere que “El hombre que está solo se deprime, y, en un círculo vicioso, un hombre deprimido es un hombre al que le faltan las fuerzas y el empuje para salir al encuentro del prójimo" (p. 23-24).

La alteridad puede ser a través de un encuentro o en un encontra. Esto ya lo decía J.L. Moreno al hablar acerca de las relaciones a distancia, pero de mutualidad.

Para que emerja una guerra se requiere que los líderes políticos sean incapaces de entrar en la alteridad porque no soportan el sostener el "encontra": el estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo. Se imposibilita la aceptación de que podemos entrar en diálogo a pesar de no estar en acuerdo. Como no se puede sostener aquello, se entra en un lenguaje destructivo y negativista del otro, se anula al otro y ello configura sin mencionarlo, un lenguaje y contexto bélico de lucha, de destruir al otro, en una guerra sin fin. Así como el dios griego de la guerra Ares, necesitaba de Harmonía (diosa de la armonía y la concordia) y de Horcos (personificación de la justicia), para poder encausar sus energías de manera constructiva a cambio de años de tranquilidad (Alvarenga, 2009), al ser una personificación masculina, la guerra adopta un símil con las problemáticas de un patriarcal negativo y destructivo cuando no va acompañado de estas 2 virtudes.

Ante ello, es decir, ante un padre negligente (En tanto una ciudad-estado en este caso) al menos hay tres salidas defensivas posibles: la huida como en el caso de las migraciones de los países, la confrontación a través de revueltas sociales agresivas y el congelamiento en la aceptación y pasividad, donde la voluntad está subyugada y la conciencia individual se abolió a favor de la masa, o sea, atentando contra la individuación. La salida de esto es a través de la reparación de un padre que reconozca a su hijo/a y lo eleve, como Héctor a su hijo Astianacte (Zoja, 2018). Si esto sucede, pasamos de un complejo de Edipo a un complejo de Telémaco. Heinz Kohut (2002) describe que en la dinámica edípica donde el hijo se encuentra atrapado estando en contra del padre por el amor de la madre, Telémaco, al contrario, busca y ayuda a que el padre Odiseo vuelva a casa para reencontrarse con la esposa-madre Penélope.

Esta lectura nos puede invitar a ver que el patriarcado no es algo de lo cual debemos alejarnos, al contrario, es necesario dialogar en búsqueda de que su aspecto destructivo se torne hacia lo creativo como fuerza de empuje de cambios sociales y re- evolucionarios, de colaboración ante una pandemia y/o una guerra, de real sacrificio por el dolor personal o colectivo, para trascender hacia un espacio de encuentro en las diferencias. La pandemia surgió como un tercero que tiene esta doble naturaleza, separa y reúne, destruye y crea. Así como Telémaco representa lo nuevo que irrumpe con la estabilidad del estado de cada persona, también esto irrumpe en el Estado como organización política social. La pandemia es un ente vivo, un hijo de la naturaleza, con lo instintivo que tiene esa potencialidad destructiva, de muerte y de renovación. No es el padre ni la madre, es un hijo que trae lo nuevo y destruye lo caduco, es el tercero, que, aunque invisible pero no tanto, trajo consigo todas estas polaridades y nos contactó con la conciencia de la vida. De esta manera, concuerdo con Hillman (2010) cuando describe la paradoja de la guerra, la cual “reclama sentido, y sorprendentemente también otorga sentido, un sentido hallado en medio de su caos” (p. 21).

Bibliografía De Alvarenga, M. Z. y colaboradores (2009) “Mitología simbólica. Estructura de la Psique y regencias míticas” Sao Pablo: Caso do Psicólogo.

Hillman, J. (2010) “Un terrible amor por la guerra”. Edit. Sexto Piso. Madrid, España

Kohut, H. (2002). “Los dos análisis del Sr. Z” . Ed. Herder: Barcelona, España.

Zojam L. (2015). “La muerte del Prójimo”. Edit. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, Argentina.

Zoja, L. (2018). “El gesto de Héctor”. Edit. Taurus. Santiago de Chile.

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