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INFORME
from No.10
by Ibis Maulas
Iván Monzón
Tiene una maestría en Psicología Social de la Escuela de Psicología Social de Buenos Aires y estudios de posgrado de la Escuela de altos estudios europeos en Milán. Educador e Investigador con experiencia en violencia, transformación de conflictos, prevención social y trabajo comunitario, cultura de paz, sensibilidad a la diversidad cultural y protección infantil. Director del Programa de Cultura Juvenil y Reducción de Riesgos y del Centro de Orientación Juvenil. Profesor del Instituto Online e625.
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UN TEMA INELUDIBLE
Las personas con orientaciones e identidades o prácticas no heterosexuales son y han sido parte de nuestra sociedad a lo largo de la historia; la diferencia es que nunca se habían organizado a nivel mundial para convencer a los gobiernos, a las familias y a los educadores y niños de que sus derechos deben ser respetados, y de sus estilos de vida no solamente deben ser tolerados sino celebrados. Este movimiento aboga por la igualdad de derechos (incluida la unión legal) hacia las personas lesbianas, homosexuales (gays), transexuales (se identifican con un género distinto a su sexo biológico), bisexuales, intersexuales (personas cuya identidad no encaja con un género masculino o femenino) y queer (amanerados y otras personas que no encajan en las otras): eso es lo que significan las siglas LGTBIQ. Desde los años 70 en Estados Unidos y Europa, estos movimientos denunciaron atroces prácticas de violencia y discriminación que han sufrido millones de personas, y han levantado su voz usando un discurso de inclusión y tolerancia. Esto suena justo, pero resulta que, al mismo tiempo, han difundido la idea de que estas condiciones sexuales o de género no pueden y no deberían intentar ser cambiadas por nadie, incluyendo a las mismas personas que deseen una vida distinta, condenándolas ellos mismos a un estigma. En el sitio oficial de la organización Lambda Legal, dice en un artículo: No trates de cambiar la orientación sexual o identidad de género de tu hijo… es importante entender que estos rasgos… no pueden ser alterados... No te fíes de organizaciones que promuevan «librar a alguien de la homosexualidad» …en lugar de intentar cambiar a tu hijo LGBTI, ofrécele tu apoyo (www.lambdalegal.org).
fotografía: Alex Iby / unsplash.com Todos hemos oído algo de esto. Pero ¿sobre qué se basan estas aseveraciones? En realidad, podríamos decir que tienen un mayor sustento político que investigativo. Hasta el momento no hay ningún trabajo contundente que demuestre de una vez que la orientación sexual este definida «de nacimiento». Aunque hay algunos elementos genéticos y hormonales que se asocian al desarrollo de ciertos rasgos de personalidad e incluso de la conducta sexual, no se ha encontrado tal cosa como un «gen» de la orientación sexual. Es más, existen casos documentados donde esta orientación ha cambiado, aunque no es común. Y si la mayoría de los científicos seculares serios no pueden estar seguros de este hecho, ¿por qué debería la iglesia adoptar ese discurso? Aun para los científicos no creyentes, la idea de un origen genético de la homosexualidad «desde una perspectiva evolutiva es una paradoja», como lo indica a la BBC Paul Vasey, de la Universidad de Lethbridge: «¿Cómo puede una característica como la homosexualidad masculina, que tiene un componente genético, persistir en el tiempo evolutivo si los individuos que llevan los genes asociados no se reproducen?» (BBC, 2014). Incluso entre gemelos, la probabilidad de que ambos sean homosexuales a la vez es solo de un 20% (BBC, 2014). En el 2015, la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos aprobó la enmienda 14F, dejando a discreción de sus ministros el oficiar bodas de una forma más «amplia», es decir, entre personas del mismo sexo, y esta práctica ha comenzado a aplicarse en otras iglesias en Buenos Aires, Brasil, Chile y Uruguay. Ante esta realidad, los pastores y líderes de las iglesias no podemos simplemente desde el púlpito seguir apuntando con el dedo y decir «Eso es pecado», sin ofrecer ninguna alternativa de restauración espiritual, psicológica y social a millones de niños que están siendo bombardeados con la idea de «aceptarse como son», o que incluso se sienten en conflicto con respecto a su orientación sexual. COMPRENDIENDO LAS RAÍCES
En 16 años de práctica profesional como psicólogo, no he encontrado un material de mejor calidad que el pequeño libro de Tim LaHaye que se titula «La homosexualidad: una perspectiva cristiana», publicada por la editorial Mundo Hispano. El libro, aunque ya suena un poco retro, hace una revisión de distintos pasajes bíblicos que hablan sobre la homosexualidad, y destaca que muchas veces la iglesia ha sacado los pasajes del contexto. Es cierto que la homosexualidad es claramente una práctica que, como el adulterio, la fornicación y otras, no es en ningún momento aprobada por Dios, pero tampoco están por encima de otros pecados como la avaricia o el chisme. El punto es que la homosexualidad y otras formas de vida sexual son
fotografía: Jason Leung / unsplash.com
prácticas que simplemente terminan por despreciar el diseño del placer sexual tal como Dios lo pensó, y no hay ningún otro misterio detrás de por qué Dios lo considera pecado. Hace poco mis hijos vieron una persona transexual y preguntaron «¿Por qué esa persona es así?». Mi esposa sabiamente les dijo: «Bueno, hay personas a las que no les gusta su pelo, a otros no les gusta su nariz, y a las personas que son así, no les gusta su sexo». «Entiendo –dijo mi hija– o sea que es por falta de gratitud». Teológicamente yo no habría podido describirlo mejor. Y esa falta de contentamiento es lo que el viejo Freud llamaba «neurosis». Tristemente, todos tenemos un poco de eso, pero en diferentes áreas. De hecho, varios autores hacen la advertencia de que muchos de los pasajes donde se condena la homosexualidad, también se refieren a estas prácticas en el contexto de otros ritos paganos y formas de culto (que hacen ver injustamente a la Biblia como una justificación para tratar con odio y destructivamente a quienes practican una vida homosexual). Sin embargo, LaHaye da suficiente sustento a la necesidad y a la posibilidad de que una persona «en Cristo» reciba un trato restaurador, pero solo como parte integral de su discipulado y no como una conducta aislada, y reconoce que estos patrones sexuales son muy profundos e inconscientes, y no son una simple «elección» de la persona. La homosexualidad, de hecho, es un proceso en la construcción de la personalidad que incluye: a. Una cierta vulnerabilidad en la personalidad. Ciertos niños, por ejemplo, parecen más «femeninos» físicamente y son estigmatizados, pero esto no significa que sean homosexuales, afeminados, etc. b. Un conflicto o tensión afectiva con uno de sus progenitores (comúnmente, tensión abierta u oculta con el afecto del progenitor del mismo sexo). c. Experiencias tempranas o inquietudes tempranas que pueden variar desde la curiosidad y juego sexual hasta el abuso sexual. d. Fantasías sexuales.
Ante esta realidad, los pastores y líderes de las iglesias no podemos simplemente desde el púlpito seguir apuntando con el dedo y decir «Eso es pecado», sin ofrecer ninguna alternativa de restauración espiritual, psicológica y social a millones de niños que están siendo bombardeados con la idea de «aceptarse como son», o que incluso se sienten en conflicto con respecto a su orientación sexual.
fotografía: Vladimir Proskurovskiy / unsplash.com
e. Una experiencia sexual con una persona del mismo sexo. f. Una relación de pareja que consolide la práctica como un patrón interpersonal. Antes de estas etapas, es irresponsable y arriesgado tipificar a un adolescente como «gay». ¿Cómo es posible que en algunos países se prohíba dar un diagnóstico de personalidad antes de esa edad, pero se permita que el chico se autodefina como LGTBIQ?
LAS RESPUESTAS DE LA IGLESIA
Estamos equivocados si creemos que la primera respuesta a una persona LGTBIQ es señalarle que está en pecado. Ni Jesús ni los discípulos enseñaron tal cosa. La primera respuesta de la iglesia debe ser mostrarle el amor incondicional de Dios como persona, independientemente de su condición y su necesidad de Cristo. Muchos líderes se preocupan tanto por la conducta y la apariencia de los «pecadores» que se olvidan de que su misión es «hacer discípulos», no condenar pecadores (Jn 3:17). El cambio viene de dentro hacia fuera. Luego, si la persona rechaza a Cristo, motivarle a cambiar su estilo de vida es un doloroso e infructuoso proceso, excepto si se trata de dar una ayuda integral profesional a un adolescente. En muchas ocasiones aun la persona homosexual adulta que conoce al Señor debe aprender que una vez que la puerta de la homosexualidad se abrió, difícilmente se cerrará por completo; siempre sentirá cierta atracción sexual y debe aprender a vivir sabiendo que hay una puerta abierta. Es exactamente como alguien que fue adicto a una sustancia y sabe que su corazón lo llevará a ella en un momento de tensión.
UN ADOLESCENTE O JOVEN QUE «SALE DEL CLÓSET» CON SU LÍDER NECESITA COMPRENDER QUE SU SEXUALIDAD AÚN NO SE HA FORMADO, Y QUE TENGA INQUIETUDES NO LO DEFINEN COMO «GAY» O «LESBIANA». DETRÁS DE LA NECESIDAD SEXUAL SIEMPRE ESTÁ EL AFECTO Y LA NECESIDAD DE FORTALECER UN ESTILO DE VIDA GUIADO POR UN AFECTO FRATERNAL HACIA AMBOS SEXOS, QUE LE AFIRME EN SU IDENTIDAD Y VALOR PERSONAL.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA ESTAR MEJOR EQUIPADOS COMO LÍDERES?
Debemos leer literatura cristiana y resultados de investigaciones científicas serias sobre el tema para comprender mejor la dinámica de estas condiciones. Debemos evitar en la iglesia un discurso sexista, peyorativo y denigrante hacia las personas LGTBIQ. Llamar a cada persona por su nombre y apellido, darle la bienvenida, mirarle a los ojos, abrazarle y ver que cada uno fue hecho a imagen y semejanza de Dios, aunque ahora se vea distinto. Normalmente, una persona LGTBIQ que está sufriendo emocionalmente no tratará de llegar a la iglesia para «presumir» sino para encontrar «el agua viva». Debemos estar abiertos a abrazar, recibir y amar a toda persona LGTBIQ que se acerca a la iglesia con hambre y sed del Señor. Entendamos que puede llevar en su vida una cicatriz muy profunda que humanamente no puede ser borrada; esto no significa que alguien con un estilo de vida LGTBI deba ser aplaudido, adulado o bien ser tratado con hipocresía. Un adolescente o joven que «sale del clóset» con su líder necesita comprender que su sexualidad aún no se ha formado, y que tenga inquietudes no lo definen como «gay» o «lesbiana». Detrás de la necesidad sexual siempre está el afecto y la necesidad de fortalecer un estilo de vida guiado por un afecto fraternal hacia ambos sexos, que le afirme en su identidad y valor personal. Si una persona LGTBIQ se entrega a Cristo o ya se entregó a Cristo, necesita aprender que su identidad no depende de su orientación o identidad sexual sino de su misión en la vida, y al igual que todos los jóvenes es llamado a vivir una vida sexualmente pura y casta. Posiblemente necesite de un acompañamiento espiritual de muchos años y un mentoreo en su nuevo caminar en su relación con Dios. Personalmente, veo que Pablo admite que algunos de los creyentes eran LGTBIQ en1 Corintios 6:11, deonde dice: «Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios». Así que, si hay una persona en la iglesia que luchó con este tema (o aun que todavía lucha) pero está creciendo en la fe y está llevando una vida casta y ordenada, yo personalmente no veo ningún impedimento para que sirva y se integre en el ministerio del cuerpo de Cristo con libertad.
80%
DE LAS TRANSEXUALES DE AMÉRICA LATINA MUEREN ANTES DE LOS35 años Fuente: https://www.lainformacion.com
La esperanza de vida de los transexuales se ha convertido en una de las principales alarmas de las organizaciones internacionales. El ‘Registro de Violencia’ elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha destacado que el 80% de las mujeres trans latinoamericanas mueren a los 35 años o menos. Esta cifra evidencia, según la OEA, el alto número de estas mujeres que mueren asesinadas. En el caso de los hombres trans, las estadísticas destacan que la mayor parte de la violencia contra este colectivo se produce en el entorno familiar. Generalmente, tienen una tendencia mayor a ser expulsados de los colegios, hogares y comunidades. Como resultado, deben enfrentarse a la pobreza, la exclusión social y a los problemas de acceso a la vivienda y a la educación. Esto provoca que algunas mujeres trans se vean forzadas al trabajo sexual y a ser perfiladas por la policía como «peligrosas», cuestión que les somete también al abuso policial y a la criminalización.
Eran hijo y madre, ahora son hija y padre: la historia de la primera familia transgénero. Corey y Eric (antes Erica) se ayudaron mutuamente a cambiar de género. Fueron los protagonistas de la edición espcial de la revista National Geographic.
fuente: www.tn.com.ar
TRANSEXUALIDAD DEJA DE SER ENFERMEDAD MENTAL
La Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyó a la transexualidad de su lista de enfermedades mentales. Esta es la primera actualización de su clasificación internacional de enfermedades en casi tres décadas.
Tras once años de investigaciones, la OMS decidió que la transexualidad –tenida como desorden de identidad de género– salga del apartado de enfermedades mentales e ingrese en la de comportamientos sexuales.
DISNEY CAMBIA SUS PARAMETROS
ELOGIOS POR HABILIDADES
0%56%
ELOGIOS POR APARIENCIA 83%18%
En las películas animadas clásicas de Disney, un personaje femenino recibe siete veces más cumplidos por su apariencia que por sus habilidades y acciones. Lingüistas de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, analizaron los diálogos de 12 películas y encontraron que el 60% de los elogios femeninos se relacionan con la apariencia y solo 9% con las habilidades en las primeras cintas. En películas más recientes, Disney volteó el argumento. En Valiente, las niñas obtienen más reconocimiento por el valor y las habilidades que por la belleza.
Itiel Arroyo @itiel
Predicador español, nacido en Bilbao, y está casado con Dámaris Gallo con quien impulsa el Ministerio Pasión, que existe para encender los corazones de esta generación de pasión por Jesús. Itiel se tituló en Ingeniería Informática en la UPV, pero su pasión siempre fue la teología y la predicación del Evangelio. www.ItielArroyo.com
Ojos velados
ITIEL ARROYO
Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. –Lucas, 24:15-16 La vida cristiana es un camino y nosotros podemos distraernos y perdernos lo importante del viaje. Tú y yo caminamos acompañados por Jesús en nuestra vida cotidiana como los discípulos caminaron con Él rumbo a Emaús después de su resurrección. Sin embargo, el Evangelio nos relata que al principio esos discípulos no fueron capaces de reconocer a Jesús en el camino. Tenían los ojos de su corazón velados por sus razonamientos teológicos equivocados y por los sentimientos de tristeza por la crucifixión que no entendían. Tenían a Jesús resucitado frente a ellos y no fueron capaces de reconocerlo. Estaban distraídos, a punto de perderse un encuentro con Dios, un Dios que se presenta de forma sutil en el camino para aquellos que tienen el corazón preparado para reconocerlo. ¡Qué fácil es perderte a Jesús en el camino por tener el corazón velado con razonamientos y sentimientos distorsionados! Mentira, ofensa, desilusión, religión, culpa, humanismo, política, ansiedad, tristeza, filosofía, vergüenza... Son velos que cubren nuestro corazón. La lista es enorme y tú tienes la tuya. Sin duda todos nosotros, justo ahora, tenemos nuestro corazón lleno de ese tipo de razonamientos y sentimientos. Es normal, vivimos en un mundo caído donde somos constantemente influenciados y heridos por el pecado. Pero podemos hacer algo antes de emprender nuestro viaje cada día: podemos entregarle este débil corazón a Jesús. Podemos orar: «Jesús, quiero verte en el camino. Abre las Escrituras ante mí para que los ojos de mi corazón puedan verte y los oídos de mi corazón puedan escucharte. Que mi corazón arda de pasión por ti y ese fuego queme todos los velos de mi corazón». La buena noticia es leer en el Evangelio que, a pesar de nuestra lentitud como discípulos para reconocer a Jesús, Él es paciente para acompañarnos hasta el momento en el que nuestro corazón esté listo para la revelación. ¡Oh, Jesús! Parte el pan en nuestra mesa otra vez, queremos ver las cicatrices en tus manos y comer de tu amor.