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HISTORIA DE VIDA
A lo largo de tres años elaboró un plan para vengarse de los asesinos de su padre. En la víspera del día elegido algo sucedió y los perdonó para siempre. Dios obró en su corazón y su vida dio un giro radical.
LA FRUSTRADA VENGANZA DE SORAIDA
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STEVEN LÓPEZ FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR
Por muchos años, Soraida Roojer-Americaan planificó minuciosamente acabar con la vida de los hombres que torturaron y asesinaron a su padre para robarle un puñado de dinero en un restaurante de Curazao, isla de las Antillas Holandesas ubicada en el Caribe.
Con el odio en su corazón, dedicó su tiempo a seguir los rastros de aquellos sujetos, logró identificarlos, encontró sus domicilios y todos los detalles del entorno en que vivían.
Anotaba cada movimiento de los criminales, a qué hora salían de su casa y a qué hora regresaban. De ese modo, logró diseñar una estrategia para cobrarse la revancha a los dos tipos que habían quitado la vida a su padre.
En las noches, mientras repasaba hoja por hoja el plan para consumar su venganza, lloraba intensamente y revivía aquel macabro 26 de mayo de 1989, día en que lo vio vivo por última vez cuando partía a su centro de labores.
Alejandro Antonio Grinuva trabajaba en un centro de comidas del barrio de Penstraat, un lugar que, en las mañanas, era estacionamiento para autos y en las tardes y noches era un restaurante y sala de juegos de azahar.
Pese a que era un hombre de un carácter muy duro, siempre se esforzó por ser bueno con su hija. La cuidó durante meses cuando, su esposa Patricia Maria Americaan, tuvo que quedarse hospitalizada luego del parto.
Todos los días, muy temprano, la esperaba de pie en la parte frontal de la casa, hasta que ella saliera y luego la acompañaba hasta el paradero de los autobuses que llegaba a la escuela.
Vivían en un barrio de la zona roja de la ciudad de Willemstad, donde se veían agresiones en forma cotidiana. Por
eso, le enseñó a defenderse de los varones y ella aprendió a pelear como una fiera con otros niños, incluso mayores, y siempre salía vencedora.
FATAL DÍA La mañana del 26 de mayo de 1989, Soraida salió con su padre como todos los días. Caminaron en silencio, ninguno de los dos pronunció palabras y, luego de una breve despedida en el paradero, ambos tomaron los vehículos que les correspondía. Ella nunca imaginó que esa sería la última vez que vería a su padre vivo.
Luego de unas horas, el hermano mayor llegó apresurado a la escuela. lloraba incesantemente. Ella lo vio sin entender nada y pidió explicaciones. El muchacho solo atinó a decirle que subiera al carro para explicarle. Luego de otros largos segundos de silencio, soltó la amarga verdad.
- Nuestro padre fue asesinado por dos sujetos en el trabajo- dijo.
La noticia cayó como un balde agua Soraida, mientras su hermano seguía llorando, ella, sin embargo, no se inmutó, mantenía una frialdad espeluznante. Al llegar al lugar y observar el cadáver de su padre, sintió que su corazón empezaba a endurecerse por el odio.
Los efectivos policiales narraron lo sucedido en el restaurante, mientras ella al costado escuchaba el macabro modo en que había sido asesinado su padre. Él había resistido el robo, no quiso entregar las llaves del lugar donde se guardaba el dinero del establecimiento, fue torturado hasta que su cuerpo no resistió y murió.
Desde ese momento y frente al cuerpo de su padre, prometió una sola cosa: venganza contra los asesinos.
SED DE VENGANZA Con tan solo 16 años, Soraida se convirtió en una investigadora para dar con los asesinos de su padre, empezó a indagar por diferentes lugares; caminó noche tras noche en bares y cantinas para encontrar algún dato importante que le permitiera llegar a los asesinos.
Su intención de venganza era ocultada a sus familiares; nadie sabía la razón de tantas salidas nocturna y ella tampoco intentaba explicarlo. En tres años logró identificar a los asesinos y, a partir de allí, comenzó a armar su plan. Lo primero que decidió fue salir de su casa e irse a un albergue para estudiantes.
La madre no sospechaba la verdadera razón que tenía para abandonar el hogar familiar; se negó a aprobar la decisión en un primer momento, pero luego la dejó ir porque había comprendido que era parte de su carrera de administración de empresas.
Soraida tenía previsto el día que acabaría con la vida de los dos asesinos, el modo y la forma. Un día antes de ejecu-
tar su plan, subió a su cuarto para descansar y sintió que una presencia demoníaca invadía su habitación.
Quería levantarse de su cama, pero no podía, dos brazos parecían sujetarla con una fuera invencible. Ella se retorcía tratando de liberarse hasta que una voz retumbó su mente.
- Vas a morir, te llevaremos con nosotros-
Luego de dramáticos minutos de lucha espiritual, logró levantarse y salió corriendo hacia el primer piso de la casa de estudiantes y buscó a un amigo para contarle esa experiencia sobrenatural.
DIOS ES AMOR Soraida narró el suceso a su amigo George Mensché que, al principio, no entendía nada. Cuando el joven terminó de escuchar, levantó su mirada y pronunció unas palabras que calaron el corazón de ella.
- El diablo te quiere robar tu vida, pero hay esperanza en Cristo- dijo.
Esas palabras la sorprendieron. Frente a él estaba un joven cristiano que pertenecía al Movimiento Misionero Mundial. Luego de unas breves palabras de evangelización y llamado al
arrepentimiento, ella sintió el deseo de entregar su vida a Jesucristo.
George, actual pastor de la isla de Bonaire, le invitó a cerrar sus ojos y repetir algunas palabras; mientras eso sucedía, el corazón de Soraida se quebraba en mil pedazos.
Luego de muchos años, ella comenzó a llorar y pidió perdón por todos sus pecados, por el odio que carcomía su corazón y la sed de venganza contra los asesines de su padre.
Bastaron unos minutos para que una presencia celestial invadiera el lugar y limpiara su mente. Dios había cambiado su vida.
Al día siguiente, se despertó feliz, buscó a varios de sus amigos y los invitó a estudiar la Palabra de Dios; los jóvenes de esa casa de estudio se sorprendieron del cambio, ya que la consideraban antisocial y amargada. Poco a poco fue instruyéndose más en las Sagradas Escrituras.
Luego de meses, encontró el cuaderno donde se encontraba los planes de su venganza y se sorprendió de las cosas que escribía. Había olvidado su venganza. Tomó el libro y lo botó. Dios había obrado en ella.
Todo odio y venganza desapareció de su mente. Asistió a la iglesia del Movimiento Misionero Mundial de Curazao y empezó a congregarse fielmente.
Al cabo de un año de adoctrinamiento bajó a las aguas del bautismo e inició una larga vida al servicio de Dios.