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AMLO es feliz con la confrontación y la descalificación
from EDICIÓN 3795
by impactomx
Ya decidió no ser el mandatario que tiende la mano, que olvida los agravios y edifica consensos para un mejor futuro del país • Ni lealtad ni gratitud hay en el Ejecutivo; todos son desechables; ahí están Cuauhtémoc Cárdenas y Martha Bárcena •
Las Mañaneras, trinchera de adoctrinamiento y ataque a rivales; ¿autoritarismo? ¡No, gracias a las instituciones! • Cobijada por el “mesías”, Yasmín Esquivel se ampara contra la UNAM; muy mala copia del tabasqueño es Claudia Sheinbaum
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Luego de dos semanas de no teclear sobre política, encuentro que el escenario, los protagonistas y los temas siguen siendo los mismos. Esto continuará así al menos has- ta el final del sexenio. Mientras el país se bate entre la inflación y falta de crecimiento, la clase política y nuestros gobernantes no abandonan sus trincheras y desde ahí se lanzan toda clase de improperios, amenazas y descalificaciones.
¡Todos sin excepción!
Y al decir todos, incluimos al Presidente de la República, que no ha sabido o no ha querido tender los puentes de diálogo, construir consensos e intentar trabajar por un solo objetivo: México.
Andrés Manuel López Obrador ya decidió no ser el mandatario que tiende la mano, que olvida los agravios y mira hacia el presente y futuro. No lo ha hecho ni lo hará en los casi 18 meses que le quedan de gobierno.
Los exabruptos del residente de Palacio Nacional, por el contrario, arrecian. No acaba de cerrar frentes de batalla, cuando ya abrió otros. ¿No se cansa? Para nada. Es feliz en ese ambiente caldeado y beligerante. Lo suyo, lo verdaderamente suyo, es esto: la confrontación, el pleito callejero, la agresión verbal y la descalificación. Él solo contra el mundo. ¡Qué caray!
Lealtad y gratitud no hay en el corazón del tabasqueño. Que se lo pregunten a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Lo colocó entre sus adversarios políticos cuando mucho le debe al hijo de don Lázaro. La carrera de AMLO sería diferente sin el ingeniero que lo apoyó desde sus inicios. De la noche a la mañana, con información falsa o equivocada, lo desconoció y no le importó ventanearlo a nivel nacional. Si eso hizo contra su mentor ¿qué pueden esperar los demás? Para el Presidente todos son desechables. Los usa para sus objetivos y ambiciones, y después no sólo los quita del camino, sino que los aplasta ante la vista de todos.
Si alguien lo duda, que le pregunten a la embajadora Martha Bárcena. De que la perra es brava, hasta los de casa muerde.
¿Y qué de las Mañaneras? Para fijar la agenda del día estaría muy bien, siempre y cuando se delinearan los planes de trabajo y metas comunes.
Pero no es así ni lo será ya. Todo lo contrario, son dos los objetivos del tabasqueño:
Uno, el adoctrinamiento. Sí, aunque lo dude, en esas exposiciones diarias de alrededor de dos horas, el Presidente repite hasta el cansancio lo que autocalificó como “humanismo mexicano” y sus cualidades, así como el trasfondo de la Cuarta Transformación. Vamos, con su falta de humildad López Obrador ya ordenó cómo quiere pasar a los libros de historia. Sí, juez y parte (y terco, también). ¿Humanista? Esa es otra de las mentiras del Presidente. Es insensible al dolor y a las justas demandas de millones de mexicanos. Su excusa: son defensores de los regímenes anteriores. A la clase media le tiene tirria por albergar en su mente ideas de progreso y crecimiento cultural y económico.
De los ricos y millonarios se llena la boca cada vez que puede. No hay un acomodado que haya logrado su fortuna por medios lícitos. A todos los corta con la misma tijera: son corruptos.
Y de los pobres, el mismo Presidente se puso en evidencia al afirmar que ayudar a ellos -a los pobres- es una estrategia política.
“Se va a la segura, no como los sectores de la clase media, la intelectualidad o los de arriba”, sentenció. ¿Es ese el “humanismo mexicano” para el mundo? No, gracias, refutarán con razón. Acá somos muchos los que igual somos repelentes a la 4T que añora compararse con los movimientos de Independencia y la Revolución. ¡Sencillito, el hombre!
Y dos, el ataque. La Mañanera es la trinchera principal del Presidente. Desde ahí lanza, un día sí y el otro también, todo tipo de agresiones, las más de las veces sin sentido práctico o benéfico. Descalificación tras descalificación; insulto tras insulto. Cobijado por un manto de impunidad y con reporteros a modo. Es el mismo Presidente quien no respeta la investidura que porta y representa. No le importa rebajarse al grosero insulto o abierta mentira. Es él y los suyos (incondicionales y a veces ciegos) contra el resto de los mexicanos.
Fácil: “si no estás conmigo, estás en mi contra”. No hay puntos medios; no hay espacio para la exposición de ideas y argumentos porque el poseedor de la verdad única es López Obrador y el resto que opina lo contrario está equivocado y, más aún, es un traidor al pueblo, un traidor a la Nación. Con esos argumentos, lastimosa y desgraciadamente para México, es imposible lidiar y comulgar. ¿Totalitarismo? No, porque las instituciones resisten al fuego, aunque en el alma del Presidente y de millones de sus simpatizantes no estaría nada mal.
MINISTRA SE AFERRA AL “HUESO”
“Lo que hace la mano, hace la tras”, reza famoso refrán y es en ese sentido que los discípulos de López Obrador proceden de igual manera, faltando a la verdad descaradamente y burlándose de la inteligencia de los mexicanos. Ese sí es el estilo de la 4T, de quienes se dicen diferentes, pero que en realidad son iguales a sus antecesores o hasta peores. Mire con qué descaro y sin vergüenza alguna la todavía hoy ministra de la SCJN, Yasmín Esquivel Mossa, ha recurrido a las instancias legales para echar abajo el proceso que inició la UNAM en su contra por el plagio de su tesis de licenciatura. Como gato boca arriba y sin importarle el ridículo, la licenciada en derecho acude a las sesiones de la Corte, presenta sus argumentos y emite su voto cuando es precisamente ella la que está siendo juzgada por la Máxima Casa de Estudios y por la sociedad entera.
Sin embargo, la terquedad es mayor. Sin duda es alentada desde Palacio Nacional a no renunciar al cargo. La impresentable magistrada ya ha sido juzgada por la sociedad no sólo por haber copiado su trabajo profesional, sino por la ola de mentiras que ha esgrimido para, según ella, defenderse y demostrar su inocencia.
Lejos quedó el anhelo de López Obrador de verla encabezar a la SCJN. Entonces sí, Esquivel Mossa en su calidad de presidenta del Poder Judicial no sólo se hubiera puesto de pie para aplaudir la llegada de “su compadre” a la ceremonia del 5 de febrero en Querétaro, sino hasta le hubiera hecho caravanas y besado la mano. La realidad fue otra: la ministra Norma Piña Hernández sí hizo respetar su investidura sin importar que para ello recibiera ataques desde la misma Presidencia de la República por incumplir los protocolos, es decir, por no someterse al Ejecutivo.
Pero quien ya debería estar en casa, presentó una demanda para impugnar la integración del comité de la UNAM que indaga el plagio de la tesis. Una juez, faltaba más, concedió una suspensión a Esquivel lo que, por el momento, ata de manos a la Universidad para continuar con la investigación hasta que la misma instancia judicial decida si concede la suspensión definitiva. En pocas palabras, la ministra se amparó. Atrincherada y protegida por AMLO, desafía y reta a las instituciones, sin importarle que, además, arrastre al desprestigio a la misma Corte. ¿Y los otros 10 ministros? Bien calladitos…
De igual manera, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, dio cátedra y una muestra de cómo sería si llega a ser presidenta de México. Breve, molesta por la pregunta y con el claro mensaje de “me vale”, respondió sobre el viaje que el secretario de la Contraloría General de la CDMX, Juan José Serrano, realizó a Arizona para presenciar el Super Bowl LVII.
“Entiendo que él (Juan José Serrano) ya dio una explicación”, argumentó doña Claudia como si eso fuera suficiente. Ella tendría que pedirle explicaciones. ¿Por qué? Por la Austeridad Republicana con que tanto se llena la boca la 4T. “Me regalaron los bole - tos”, aclaró el contralor. “Él pagó todo con sus propios recursos”, mintió Sheinbaum aunque después reculó. Para “justificarlo”, la jefa de Gobierno sentenció: “además viajó en domingo”. Exacto, en domingo todo se puede. Ella misma lo hace al acudir los fines de semana a hacer proselitismo electoral rumbo al 2024 al interior del país. Así le agarró el choque en la Línea 3 del Metro. Pero como si las palabras no fueran suficientes, el lenguaje corporal de Sheinbaum es elocuente. Una pose autoritaria que no le queda. No es la primera ocasión que intenta imitar a su “mesías”, pero no le sale. Se queda corta y únicamente deja entrever cómo se comportaría si estuviera en la silla presidencial. Tosca, déspota, sin ideas ni argumentos claros; atropellada en su manera de hablar e intentando ocultar su nerviosismo con poses de solidez y fuerza. Está lejos, muy lejos, de su maestro y destapador.
Amlo Quedar A A Deber
Nada en la 4T se mueve sin la aprobación y bendición de López Obrador. Por eso resulta increíble que el Ejecutivo federal no estuviera al tanto de la iniciativa que presentó la diputada morenista Bennelly Hernández para castigar con mayor rigor a quien o quienes injurien al Presidente de la República y otros funcionarios.
Se trata de una ley mordaza, disfrazada e impulsada por la 4T. Ellos, los morenistas, la aprobaron en Comisiones de la Cámara de Diputados con el voto en contra de la oposición. Imponer una multa de 4 mil pesos por injuriar al actual Mandatario sería una ganga que muchos estarían dispuestos a pagar. Pero en todo caso, si esa ley fuera justa y recíproca, a López Obrador no le alcanzaría su sueldo para pagar las multas por cada ocasión en que injuria, ofende e insulta a mexicanos en particular y en general. La incontinencia verbal del tabasqueño lo lleva a violentar y a agredir. Tiene calificativos para todos y cada uno de los que discrepan de sus ideas. Conservadores y traidores a la patria son sus señalamientos preferidos. Tonto es aquel que piensa que el pueblo es tonto, menciona con frecuencia el Presidente. Pues bien, muy pocos o quizá nadie le creerá que no estaba al tanto de tan regresiva iniciativa. Se trata de un embuste más maquinado en Palacio Nacional: primero creo un problema y después lo resuelvo.
“Vetaré esa iniciativa”, reaccionó enojado López Obrador al “enterarse” de la misma. Así las cosas, debemos dar gracias al Ejecutivo por tan férrea defensa de la libertad de expresión.