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diarioUNO.pe AÑO: 3 DOMINGO 6 DE MARZO DE 2016
AL
DÍA INTERNACIORN DE LA MUJE
Nº 109
EDITOR: PACO MORENO
Mujeres luchan sin tregua, por ejemplo, en el caso de las esterilizaciones forzadas.
ELLAS y las elecciones GABO EN EL CORAZÓN
Hoy hubiera cumplido 89 años
VÍCTOR HURTADO OVIEDO
Los imbéciles votan por los ladrones
PABLO NAJARRO CARNERO
¿Qué es el síndrome colonial y quiénes lo padecen en el Perú?
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JAVIER ARÉVALO
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l periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y notas editoriales.” Dice García Márquez en un discurso: “La sección más delicada y de gran prestigio era el editorial. El cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años –siendo el peor estudiante de derecho– empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso.” No era el jovencito futuro Nobel, alguien a quien la vocación de reportero le hubiese llamado desde temprano; de hecho, estudiaba con pocas ganas y menos deseos de asistir a escuchar sobre jurisprudencias y demandas, y casi de casualidad,
La jirafa de García Márquez
tras publicar tres cuentos en un periódico que le habían dado alguna notoriedad en el medio, un amigo que lo encontró vagando por Cartagena, lo consideró postulante ideal al cargo de redactor de columnas de opinión en un diario recientemente fundado: El Universal. Así que comenzó opinando, pero puesto un pie en la redacción, lo que descubrió la resultó fascinante y entonces se dio con empeñó a descender en esa escalera invertida que conduce al lugar donde la gloria conoce a los periodistas. La huella de García Márquez es
una que viene de antaño, cuando los periodistas eran animales formados por las voces de los libros, y sus textos buscaban hacer honor a los maestros que habían cincelado una prosa a la que debía sobrarle todo menos lo sustantivo. Durante su primer año de periodista de opinión, Gabo apenas publicó treinta y ocho notas firmadas con su nombre: ¿era tan flojo el aprendiz de periodista en la redacción como en las clases de derecho? No, lo que pone en evidencia esa producción escasa es que se dedicó
a otra cosa: producir febrilmente en las secciones donde reinaba el reportaje, la crónica lo seguía y la nota humilde nota informativa brillaba según quien la escribiera. No había entonces periodismo en las universidades, felizmente, y los redactores se formaban en la misma caldera donde todos comentaban sus lecturas y sus posiciones frente al mundo. El estilo se forjaba en la mesa del editor que con su lápiz borroneaba, corregía, mandaba a reescribir o escribía él mismo cuando el límite del cierre aceleraba el pulso y presionaba los
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nervios. Una nota hace mención a una de las tareas que debió acometer desde sus inicios: las noticias para internacionales. Antes de que estuviésemos observados por satélites que pueden diagnosticarte una rosácea desde la estratósfera y el iphone nos permitiera mirar al mundo cada vez que lo sacamos del bolsillo, nos enterábamos del mundo gracias a que un periodista se metía a una oficina donde una o varias máquinas de escribir, tecleada por un fantasma, imprimía a casi sesenta palabras
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EL GENIAL AUTOR DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD hubiera cumplido 89 años de edad un día como hoy; pero a los 87 años de edad, en 2014, la muerte tuvo que hacer el peor de sus trabajos: dejarnos sin él.
por minuto aquello que reportaba un periodista desde algún remoto país o continente u otro. Esas noticias, que por lo general venían redactadas en pirámide invertida, es decir, con la pepa, la noticia, el hecho importante en el primer párrafo, luego pasaban por un redactor que seguramente era competente para diferenciar al Sahara del canal de Suez y distinguir a un mamífero de un político. En el diario, Gabo tenía esta tarea y parece que le divertía, y a sus lectores, mucho escribirla y ellos leerla. Según las pesquisas realizadas por Jaques Gilard, que se dio a la tarea de rebuscar en los archivos colombianos para rescatar la obra periodística de Gabo, él y varios redactores escribían una columna sin firma a la llamaron “La Jirafa”, era el nombre consecuencia de que se trataba de una tira larga como el cuello de una jirafa, que iba de arriba abajo del diario, en un extremo exterior de la página. Reconstruyo lo que pudo haber sido una noticia expulsada por el telex y a continuación pondré la versión del novelista. Debe haber dicho el telex: Un joven griego raptó a una griega de diecinueve años el último 20 de agosto y la escondió en algún lugar del Monte Ida. El primer ministro griego envió un emisario para que el raptor responda si ama o no a la mujer raptada.
Hasta aquí podría haber sido la entrada de la nota. Veamos cómo Gabo convierte la noticia en una pieza de literatura, graciosa y ligera, para demostrar, como él dijo, que “la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”. “Los griegos siguen siendo griegos, a pesar de todo. Por si se duda, aquí está el capítulo homérico a que dio principio el apuesto Costas Kefaloghianos, quien el último 20 de agostó raptó a Tassuola Petrakogiogi, de diecinueve años, y la escondió en el Monte Ida. Con algunas modificaciones nominales, Paris había hecho lo mismo con Helena de Troya y provocado un guerra” Y continúa Gabo: “Y como los griegos siguen siendo griegos, el primer ministro Sófocles Venizelos, envió un emisario personal a la isla de Creta a que averigüe si Tassuola ama a su raptor, que parece ser la última condición que pone el padre de la raptada, George Petrakogiogi, para permitirles el matrimonio.” ¿Un joven periodista como el Gabo de las jirafas, podría caber hoy en una redacción peruana? Yo creo que acabaría dejando su carta de renuncia en el baño de la dirección, por higiene. Por supuesto, leería horrorizado cómo mucha columna de opinión nunca pasa por una sencilla opera-
ción de inseminación de hechos, y la proliferación de comillas le haría notar que el cerebro de los reporteros ha sido reemplazado por un sistema de registro digital que atrapa el decir de los entrevistados, pero no los motivos ni las razones por las cuales las dicen. Cuando yo era estudiante de periodismo, tuve a Ricardo Uceda de profesor, tremendo reportero, héroe del periodismo. Uceda, a quien mis compañeros no entendían por qué algunas de sus clases consistían en que viniera un reportero trajinado, un fotógrafo de historia, a que nos diera una charla, nos metió en una tarea maravillosa: recontar un reportaje que García Márquez que había publicado por entregas. No recuerdo haber terminado la tarea, abrumado por las revelaciones que en cada línea, en cada párrafo me topaban. Yo, entonces, seguía la carrera porque a algo debía dedicarme mientras me hacía escritor. Nunca me había propuesto ser periodista. Pero entonces, luego de leer a Gabo periodista, nació la ilusión de vivir de escribir historias para los diarios, que fueran reales, que supusieran fatigarme en la búsqueda del hecho, en no creerle a nadie, sino demostraba lo que decía. Aluciné entonces en que una de mis vocaciones sería esa, la de torturar a las teclas, al filo del cierre, para arrancarle una forma no solo de informar sino de decir, que no solo transmitiera un dato, sino su forma y contenido persuadiera, conmoviera, y no dejara duda alguna de que allí no solo había una buena historia sino también un escritor. Hoy, esa ilusión está muerta y no creo que en los próximos años podamos ver renacer un periodismo mínimamente exigente en el Perú. Hay islas, por supuesto, queridos amigos que viven el periodismo atados a sus principios básicos. El periodismo puede ser un género literario, como dice Gabo, pero no es ficción. Cuando haces periodismo, recomendaba García Márquez, debes saber incluso el color de las medias que se puso esa mañana el personaje de tu reportaje. Puede ser que no sea utilizado el dato en el texto final, pero eso no exime al reportero de desear saberlo todo. Hoy que he releído Textos costeños y Textos Cachacos, la obra periodística de Gabo, he vuelto a sentir ese deseo de arribar a la redacción, con la hora del cierre a cuestas y acuchillado por los ojos de un editor que no tiene ya paciencia y que cree que esto no se trata de ganarse el Nobel, se trata simplemente de contar una historia, y de contarla bien.
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Leer a
Gabo ARTURO CORCUERA
¿Por qué leer a García Márquez? Porque somos felices mientras leemos Cien años de soledad; porque nos llena el corazón de mariposas amarillas; porque Gabo enriquece nuestras vidas; porque pobló de poesía el universo; porque en la ciudad de Boloña el día que presentaron su novela, las vacas empezaron a dar leche de color azul, así se comprobó, como sostenía Óscar Wilde, que la naturaleza imita al arte y no el arte a la Naturaleza; desde entonces el prodigio se hizo un acontecer cotidiano; hay que leer a Gabo porque él nos enseñó a conversar con los ángeles, recordemos la tarde que encalló, con la lluvia en el patio de la casa, aquel ángel viejo de grandes alas; porque su fantasía no tiene límites, sino pregúntenle a Remedios la Bella cuando subió al cielo con delantal y todo; porque Gabo no es un bailarín de sociedad que cosecha aplausos de la farándula; porque defiende la condición humana y los derechos sagrados del niño, él sabe muy bien que la vida le pertenece al niño como la luz al amanecer; porque no se ha dejado seducir por los discursos de la estatua de la libertad y el fulgor de sus reflectores; porque ha tachonado de estrellas nuevas el firmamento; porque fue un hom-
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bre de principios, sin medias tintas ni claudicaciones ni retrocesos; porque es solidario con los pueblos que se enfrentan a la opresión, dispuestos a modelar su propio destino; porque la sencillez y el sentido del humor en él caminan juntos; porque hizo de la crónica periodística una flor, un diamante, una cascada luminosa; porque es un maestro mágico, liróforo celeste en toda la extensión de la palabra; porque Macondo existe, sin necesidad de la Torre de Eifield, tanto como París o como Londres, sin el Támesis y su puente Tower Bridge, y sin los rascacielos de New York; es Macondo tan parecido al magín de Gabo y a Taracataca, que Gabo es cada día más Márquez y no tiene nada de Marqués; porque Crónica de una muerte anunciada sólo puede haber sido escrita por un vidente; porque la magia del cine reverdeció gracias a su generosidad y a los aires verde olivo del mar caribe; partió Gabo al infinito y nos sumimos todos en cien años de soledad y a partir de aquella noche se desprende del cielo un reguero de mariposas amarillas que musita con su rumor unos versos de Rubén Darío: Del abismo se levanta/la queja amarga y sonora,/ la onda cuando el viento canta/ llora.
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En estas elecciones postulan para presidenta dos mujeres: Verónica Mendoza es del Sur Andino con un poco más de 4% de intención de voto y Keiko Fujimori por segunda vez candidata presidencial, cuenta con más de 30% de intención de voto a nivel nacional. Aunque tiene un porcentaje seguro, Enrique Pasquel señala que un 40% no votaría por ella.
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egún Rolando Arellano, Mendoza representa el voto de izquierda, pero por ahora es más fuerte en los sectores urbanos A y B que en los sectores populosos. La encuesta del domingo 21 de febrero (publicado en el Comercio), señala también que su voto está en el Sur y Centro y en el área urbana. La proporción de su voto por sexo es de dos hombres por una mujer. El voto de Keiko está concentrado en el Norte y el Oriente, es más rural que urbano y más mujeres que hombres. Para el especialista, Keiko representa la voluntad de un sector más conservador, mayoritariamente mujeres amas de casa. LA NUEVA IZQUIERDA Mendoza representa la nueva izquierda. Es antropóloga con estudios de posgrado en Europa en Ciencias Sociales y Educación. Llega a la contienda electoral con jóvenes y un minoritario grupo de la vieja clase política. Keiko Fujimori, con una carrera en negocios en los Estados Unidos, desde los 19 años se desempeñó como primera dama en el gobierno de su padre. En total suma veinte años en carrera política, pasando por congresista en el 2006. Recicla en esencia al fujimorismo de su progenitor, implantando un modelo autoritario con rasgos de clan familiar donde la sangre cuenta mucho. Fujimori implantó un nuevo estilo de hacer política aprovechando las promesas incumplidas de los partidos, para enterrarlos. La idea de familia cala fuerte, en presencia de partidos volátiles y de un Estado débil. Y por qué no decirlo, la familia en el Perú, es de fuerte arraigo ancestral. Los apellidos han servido para organizar estructuras de poder y clase socioeconómica en el país, una experiencia que no resulta ajena. SE DESINFLA DE A POQUITOS La candidata Fujimori no ganó las elecciones pasadas y aunque lidera las encuestas, su porcentaje empieza a desinflarse de a poquitos. Ella aprendió la política en la práctica, ocupando desde el año 1994 el lugar de la madre. Hoy su estrategia electoral pareciera un forzado distanciamiento de su padre, para deslindar con los abusos cometidos en su gobierno de este que empañan su campaña electoral. Pero ¿alguien podría acaso imaginarse que Keiko Fujimori alcance el 30% de intención de voto, sin ser la hija de Alberto Fujimori? Para un público que no entiende mucho de Harvard ni de estrategias políticas, el recuerdo, que emparenta a padre e hija, es lo único coherente en la memoria. Está claro, que ir a Harvard o como dice Levitsky, si acaso sea bueno que
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Las mujeres eligen Este martes se celebra el Día Internacional de la Mujer, en plena campaña electoral, en la que dos mujeres son protagonistas.
vaya al Ojo que llora, sirva para sumar los votos que le faltan. SIN ANTICUCHOS Mendoza tiene a su favor que es una candidata más fresca en la política, no arrastra un pasado oscuro y está demostrando saber responder en contexto de mucha hostilidad. Su todavía reducida hoja de vida política no tiene anticuerpos potentes sobre su candidatura.
Keiko se proclama la reserva moral del fujimorismo, deslindando con la corrupción de Vladimiro Montesinos. Sin embargo, no aclara temas como el origen del dinero que les permitió estudiar a ella y sus tres hermanos en el extranjero. Pero, sí, en el imaginario de la gente está sembrada la idea de que el fin justifica los medios, si estudiar es bueno, entonces está bien que robe.
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LOURDES CON GARCÍA Otra mujer en campaña es la pepecista Lourdes Flores Nano, con Alan García de candidato presidencial. Si no fuera su segunda, hoy quizá sería otro contrincante femenino en esta lucha electoral. Obediente al partido, este ha liquidado su liderazgo como candidata presidencial. En el 2006 con un porcentaje cercano a Alan en la primera vuelta, tuvo que desistir de su candidatura a favor de García en segunda vuelta y después
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Mujeres sigue en la lucha ALEJANDRA DINEGRO MARTÍNEZ
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de esa horrible experiencia no quiso volver a ser candidata. Hoy con amnesia, vuelve acompañando en segundo lugar a quien en el 2006 le robó las posibilidades de ser presidenta. Eso se parece al dicho “más me pegas más te quiero”. Ese conservadurismo de los partidos políticos machistas tradicionales, donde solo algunos deciden, es parte de los motivos por el que la vieja clase política, ya no va más. SIN REFERENTES Lamentablemente, en tiempos de decadencia de la política, los jóvenes carecen de referentes idealistas. No admiran a nadie por lo que una sobredosis de narcicismo puede terminar siendo una trampa mortal, que nos remita a similar eso peores resultados del pasado. Algo de ello señala el politólogo Alberto Vergara, quien en relación a Keiko Fujimori menciona “jubila viejos impresentables del fujimorismo, para promover jóvenes impresentables”. El cambio parece ser solo generacional, pero en esencia es lo mismo. En los tiempos actuales, las ideas y discursos ideológicos, han demostrado ser menos efectivos. Como dice Julio Cotler la gente quiere soluciones y no proyectos utópicos. Se acabaron los tiempos de utopías, la gente espera cambios que los beneficie, ya no importa si vienen de la derecha, izquierda o de dónde sea. Se respira un pragmatismo del cual será muy difícil salir por un buen tiempo. El nuevo presidente o presidenta tendrá temas pendientes que resolver como la inseguridad ciudadana. El especialista Arellano señala que los nuevos sectores medios emergentes hoy tienen bienes que cuidar, hay 33% de peruanos que ha dejado de ser pobre, por lo que su voto depende de
las soluciones que se propongan. Pero si la ausencia de protección por parte del Estado persiste, no será descabellado que algunos definan sus propias soluciones. Como ejemplo, chapa tu choro. La sociedad puede responder con violencia frente al miedo. Las marchas de protesta hoy son igualmente multitudinarias. Antes la participación en las calles obedecía a una decisión de partido. En el presente los jóvenes se convocan por las redes sociales. La Internet ha facilitado esa condición impersonal de escucharse y buscar eco en otros afectados por lo mismo. El local partidario es el internet. Estamos próximos a votar, sin partidos fuertes, sin instituciones fuertes, como enormes desigualdades sociales que el crecimiento económico no ha cerrado. Nuestro voto no debe profundizar viejas heridas. Como dice Cotler, el gran problema de la política en el Perú es que no estamos pensando en cómo le reconozco mérito al otro para llegar a un acuerdo, sino en cómo destruyo al otro. La política cada cinco años nos destruye. El proyecto de nación y de ciudadanía ha sido una meta esquiva en una década de positivo crecimiento económico. El país ha pasado por un periodo difícil de violencia política, a pesar de ello, hay quienes se empeñan en recuperar solo una parte de nuestra trágica memoria, pero el sentimiento de nación no puede crecer cuando alguien se queda fuera. La falta de nación nos hace crecer sin perspectiva y sin desarrollo. Apostemos y exijamos un presidente o presidenta que gobierne para todos y todas.
ntre los años 1995 a 2000, durante el segundo gobierno de Alberto Fujimori, se aplicó el “Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar”, que tuvo como resultado, no específicamente el interés de la educación sexual de los peruanos y peruanas, sino más bien, el resultado de la esterilización de 331.600 mujeres y la vasectomía de 25.590 varones. El plan del dictador tenía como objetivo disminuir el número de nacimientos en los sectores pobres de nuestra sociedad, apuntando esencialmente a la población indígena de las zonas más alejadas y pobres, en donde se llevaban a cabo “ferias y festivales de salud”. Alberto Fujimori, seguía paso a paso cada detalle del programa. Las víctimas más afectadas de un programa sin consulta ciudadana fueron mujeres. Ya en 1996, la Defensoría del Pueblo recibió 900 denuncias basadas en hechos como: falta de información, inexistencia de consentimiento, ausencia de plazo de reflexión, falta de autorización de los usuarios, esterilizaciones forzadas, complicaciones no atendidas y muerte durante la operación. Pero nadie hizo eco de ello. En 1998 sale a la luz, el caso de Mamérita Mestanza, quien había sido víctima de hostigamiento constante, por parte del personal del centro de salud de La Encañada en Cajamarca. Luego de ocho días de la operación a causa de mala intervención quirúrgica. Su caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. A raíz de esta denuncia, el Ministerio de Salud, prohibió las ferias de salud y las esterilizaciones en carpas
totalmente insanas, sin anestesia y sin el consentimiento de las miles de personas, víctimas eternas de este Programa. LO SABÍA TODO Fujimori estaba informado minuto a minuto. Según señalan los más de 150 tomos de investigación y expedientes fiscales: hay notas escritas del puño y letra de Fujimori, haciendo observaciones al Programa, el pedido de incrementar los pagos al personal médico, así como las declaraciones del personal de salud afirmando que recibían llamadas telefónicas desde Palacio de Gobierno, pidiendo el record de ligaduras y vasectomías realizadas. La Agencia de Cooperación internacional Estadounidense financió con 36 millones de dólares estas acciones inhumanas. Del mismo modo, y en menor cantidad, lo hizo también el Fondo de Población de las Naciones Unidas. Todo esto ocurrió en un marco de flexibilización laboral, donde gran parte de los trabajadores no formaban parte de una planilla, lo que hacía frágil, su capacidad de resistencia. De igual forma, la vida de las personas se agudizaba por la pobreza y la falta de empleo. LOS RESPONBLES Entre los años de 1994 y el 2000 fueron Ministros de Salud: Eduardo Yong Motta, Marino Costa Bauer y Alejandro Aguinaga (actual Congresista de Fuerza Popular). Se les interpuso en el año 2002, a estos tres ministros junto a Fujimori, una denuncia constitucional por el delito de lesa humanidad en la modalidad de tortura, lesiones graves, genocidio y acción ilícita para delinquir. En sesión el Pleno del Congreso del año 2003, se decidió archivar
Estamos próximos a votar, sin partidos fuertes, sin instituciones fuertes, como enormes desigualdades sociales que el crecimiento económico no ha cerrado. Nuestro voto no debe profundizar viejas heridas. Como dice Cotler, el gran problema de la política en el Perú, es que no estamos pensando en cómo le reconozco mérito al otro para llegar a un acuerdo, sino en cómo destruyo al otro. La política cada cinco años nos destruye.
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dicha denuncia, exculpando así al autor intelectual y a sus operadores. Sin embargo, en el 2011 el fiscal de la Nación (Antonio Peláez Bardales), reabrió el proceso tomando como base que dichos delitos trataban sobre la violación de Derechos Humanos. En abril del 2015 se declaró fundada parte de la queja y los implicados volvieron a ser sujetos de investigación penal. Lo que ha generado indignación es que en la segunda semana de febrero de este año, la fiscal asignada al caso, Marcelita Gutiérrez, decidió extender por 150 días más la investigación, dejando sin condena a los responsables. Las víctimas llevan esperando 12 años por justicia, sanciones y reparaciones, que sienten lejanos de encontrar. ALGUNAS YA MURIERON De las más de 330 mil mujeres sometidas a las esterilizaciones forzadas, solo 2074 se han atrevido a denunciar este hecho, sin contar que 18 de ellas ya fallecieron en la sombra de un Estado ausente incapaz de garantizarles a las mujeres y a los ciudadanos en general, el derecho a la vida, a decidir sobre ellos mismos, a la salud, a la no discriminación, de acuerdo a varios tratados legales ratificados por el Perú. El esfuerzo cotidiano que viene haciendo este grupo de mujeres valientes y corajudas, debe contribuir a fortalecer los lazos de solidaridad, el pedido de justicia ejemplar y la memoria de quienes tratamos de construir un Perú nuevo, sin deudas que saldar. Son esas 2074 mujeres las que gracias a su inventiva sin límites, le siguen poniendo rostro de mujer a la lucha contra la impunidad. Por ello y más, Fujimori nunca más.
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PABLO NAJARRO CARNERO
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urante mucho tiempo, en mis disquisiciones sobre el por qué de las asimetrías en el pensamiento político social en nuestra sociedad, y me refiero a los ciudadanos de a pie, incluyendo también en mis cavilaciones a los que se pueden considerar cultos de alguna manera, he llegado a la conclusión que en general, los peruanos, me excluyo, por lo que expondré ut infra, después, que padecemos de un síndrome al que he venido a llamar “síndrome colonial”. Y si la cosa es hablar de los peruanos, aquí, por sentimiento me incluyo, haré un recuento sucinto de los hechos históricos que me llevan a proponer esta hipótesis de estudio. Allá, por noviembre del 1532, cuando las huestes españolas se toparon con formaciones incas, podemos decir que se da el encuentro de dos culturas; una organizada y socialista, la otra ávida de riqueza e inhumana. No éramos un ejemplo de vida social, de derechos humanos, pero era la época y el contexto. Con la captura de Atahualpa aparece por vez primera en la historia proto peruana, el sentimiento de venganza en la que no importa unirse al enemigo o invasor con tal de recuperar derechos. Pasada la lucha fratricida entre Huáscar y Atahualpa, vencedor el último, abandona la capital imperial pero previamente aniquila todo rastro sanguíneo del cuzqueño. Asestada la ignominia, los rezagos parentales de Huáscar buscan recuperar su poder perdido. Recurren al conquistador ofreciéndole ayuda, para en su ingenuidad, reponer en el poder a uno de sangre real cuzqueña. El español matrero se da cuenta de las ventajas que supone este pedido. Con una soldadesca mínima no podría sostener una lucha, una conquista. Acepta el ofrecimiento. Debemos saber, que a esta propuesta se unen al grueso del ejército español pueblos que habían sido súbditos a la buena y a la mala del imperio inca, que con la llegada de los peninsulares, pensaron, también ingenuamente, que aliándosele tendrían una salida al yugo tawantinsuyano. Aquí tenemos un primer momento de subyugación voluntaria a un nuevo poder. Aliarse quizá por necesidad o por interés, tan humano como la historia misma. ¿Cómo entender esto? MOTIVO ECONÓMICO. La independencia, como pocos saben, no fue el ideal libertario como reacción ante la conquista que destruyó la identidad incásica. No fue un cansarse o reconocer el abuso del que fuimos objeto. La independencia tuvo un motivo económico. El modelo monárquico virreinal era extractivista, explotador, dejaba poco margen de ganancia dineraria a los criollos y
¿Qué es el síndrome colonial y quiénes lo padecen en el Perú?
españoles. Más sufrían los criollos que los mismos españoles, que en el limbo de su identidad, no podían acceder a los beneficios que significaba haber nacido en la península. El ibérico tenía beneficios en los cargos políticos y económicos, incluso religiosos. Al criollo, al hijo de espa-
ñol, solo le quedaba lo que el poder dinástico y de linaje le dejaba. En lo económico podía ganar, pero debía pagar los quintos reales, los impuestos que para él tenían otro precio. El español no pagaba, el criollo sí. Incluso, no pocos incásicos quisieron, vía económica o legal, hacerse de los
beneficios españoles. Las luchas de Túpac Amaru II y de muchos otros buscaron ese reconocimiento que les significaba poder acceder, por ejemplo, a una educación en los colegios para descendientes de incas. Una manera de recoger las hilachas del poder. Ser parte del poder. Algunos lograron ser
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parte de la milicia española por esa vía. Es el caso de Mateo García Pumacahua que llegó a obtener el grado militar de Brigadier; en su momento fue persecutor de Túpac Amaru II. El motivo genuino de la independencia fue entonces, económico, no querer pagar impuestos a la corona española.
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El síndrome se extiende a nuestra vida diaria. El peruano de hoy se siente peruano, se sabe peruano, pero actúa como un paria, como un bastardo en su propia tierra. Ni se da cuenta de su realidad. Cada día come y bebe lo que su explotador le da a tragos largos. Come TV basura. Cada día se intoxica con las noticias que le muestran muerte y violencia, se vuelve violento y los que gobiernan y los expertos “no se explican” el por qué de tanta violencia. La saben, ellos la producen, ellos la quieren. La constitución de Cádiz (1812), allá en España, con sentido liberal, abrió la puerta a los criollos americanos a sentirse con derechos a un mejor status económico. Abolida la susodicha constitución con el retorno a la monarquía de Fernando VII, las cosas volvieron a fojas cero. Necesario el preámbulo para explicar un segundo momento de subyugación. Si bien el deseo emancipador era más político y económico que de identidad, aunque se usó el concepto, hubo muchos que no quisieron dejar de sentirse vasallos, no quisieron sentirse autárquicos, libres. Quisieron seguir siendo parte de una establishment que daba el prestigio de tener como líder no a un hombre, sino a un rey, con lo divino que esto supone. Otros quisieron un nuevo modelo social autónomo. Fueron pocos y su lucha costó mucho. Otros ya habían avanzado en el modelo autónomo y libre como Argentina, Chile, Colombia y Venezuela. Justamente desde esas tierras viene el apoyo a la causa independentista. Pero muchos no quisieron esa independencia. Intelectuales, blasonados, religiosos y criollos incluso, se resistieron a este nuevo modo de vivir que suponía mejor distribución de la riqueza, que las ganancias quedaran en estas tierras, una mejor justicia social. Pero muchos, ya más americanos que españoles, incluso con sangre andina en sus venas, quisieron seguir siendo parte de una monarquía absolutista. Se logró la independencia, pero el arreglo final en la capitulación de Ayacucho, post batalla, dejo a los blasonados y españoles que quisieran quedarse en el Perú, como dueños de sus tierras. Así. Vean como quedó la susodicha acta firmada por Canterac a nombre del Virrey La Serna y de España. Decía que: La capitulación (es) únicamente del ejército bajo su mando, la permanencia (de tropa) realista en el Callao y el nacimiento de Perú a la vida independiente, con una deuda económica a los países que contribuyeron militarmente a su independencia (Argentina, Chile, Colombia y Venezuela). Que, (se haría) la entrega de las plazas realistas a las autoridades peruanas. Que, (aceptamos) el reconocimiento peruano de la deuda que las guerras independentistas generaron
en España. (o sea debíamos pagarles por los gastos que ellos hicieron para mantener la monarquía). Que, El (nuevo) estado peruano cubriría los gastos del retorno (A España) de los españoles (que quisieran irse). Bien decía el cojo Larriva (1) que “Cuando de España, las trabas en Ayacucho rompimos, otra cosa más no hicimos que cambiar mocos por babas. Nuestras provincias esclavas quedaron de otra Nación. Mudamos de condición, pero sólo fue pasando del poder de Don Fernando al poder de Don Simón”. La asimetría continuó. Nada cambio. ¿Cómo entender esto? Una anotación más, y puedo citar más. En la infausta guerra contra los capitales ingleses, léase con Chile, allí también hubo hombres que optaron por apoyar al usurpador. Les dieron sus dadivas, respetaron sus posesiones de casa y terrenos, pero a cambio ofrecieron la cabeza de quienes luchaban en resistencia heroica frente al invasor chileno. Es el caso del presidente durante la guerra Miguel Iglesias Pino de Arce.
Este innombrable organizaba aparentes conversaciones con el mariscal Andrés A. Cáceres para ganar a los chilenos, pero la realidad, y hoy hay testimonios escritos de su felonía, lo que buscaba era que Cáceres se acercará a Lima para que fuese capturado y eliminar así la resistencia que hacía con la campaña de La Breña. Este indigno al terminar su vida política se fue del país y huyó a España, si a España. Regresó al Perú siendo elegido Senador ¡estando en España!. ¡Cómo entender esto? PERO LAS COSAS NO HAN CAMBIADO Hoy en pleno siglo XXI, nuestro Perú se siente “independiente”, se siente adulto, autónomo. Pero las cosas no han cambiado, seguimos con el mismo síndrome colonial, respeto la palabra acuñada en un huayno por Manuelcha Prado. Es verdad que de lo que sufrimos es un síndrome (2) colonial. Aquí se da una lucha, de pocos como siempre, por salir de un sistema colonial, o llamémosle neo-
liberal. Un sistema que ahoga, mata y asfixia al más pobre. Pero igual que siempre, el pobre, el afectado, el que se chupa toda la miseria del explotador, él sufrió en carne propia el robo, la violación, la violencia, elegirá al candidato o pensamiento político que lo mata. “Síndrome de Estocolmo” (3), es el colmo. Preguntaba líneas arriba ¿Cómo entender esto?, retruco, síndrome colonial. El síndrome se extiende a nuestra vida diaria. El peruano de hoy se siente peruano, se sabe peruano, pero actúa como un paria, como un bastardo en su propia tierra. Ni se da cuenta de su realidad. Cada día come y bebe lo que su explotador le da a tragos largos. Come TV basura. Cada día se intoxica con las noticias que le muestran muerte y violencia, se vuelve violento y los que gobiernan y los expertos “no se explican” el porqué de tanta violencia. La saben, ellos la producen, ellos la quieren. Los que la ven también la quieren. El sistema funciona a la perfección. Ha logrado – el sistema – procrear
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una generación neutra en su pensar y sentir. Una generación que no se siente parte de una sociedad, una generación que no sabe, peor aún, no le interesa la misma sociedad. Vegeta al ritmo de las olas mefíticas y es feliz. Le pueden preguntar sobre un terrorista o peor aún, sobre un corrupto, le pueden mostrar su foto y este clon social del sistema dirá que es un héroe. Así estamos en nuestro Perú. Y esto seguirá. El sistema tiene varios candidatos que seguirán el modelo, el sistema. Siendo las cosas así, este síndrome colonial, es fácil entender que haya gente que ame al aprismo. Es fácil entender que haya gente que diga sin vergüenza que es fujimorista. Es fácil entender que haya gente que prefiera al gringo. El síndrome colonial. Pero es verdad que también hay gente que no hemos caído en el sistema, que no sufrimos del síndrome. Que queremos de verdad un cambio. Queremos ver cómo hacemos para despertar de ese letargo hipnótico, de ese marasmo en que vive mucha gente. Casi el 70% de nuestra población sufre del síndrome. Lo vemos cuando las encuestas dice que ese número está detrás de los neo colonialistas. Se sienten vasallos de sus explotadores. Es una pena. Son muchos los que no quieren cambiar o abrir los ojos. Tiene razón Hildebrandt al decir que hay una “estupidización colectiva”. ¿Qué nos queda? Seguir rezando algunos o como los profetas bíblicos, denunciando la injusticia, el abuso. Ya no vendrán en nuestro rescate y ayuda, como otrora, los argentinos ni los chilenos, ellos ya son parte del sistema. Solo quedan todavía, contaminados a medias por el síndrome, los bolivianos, los brasileños y los ecuatorianos. Pero ellos no podrán rescatarnos. En este mundo cíclico o dialectico para algunos, estaríamos en el tiempo de próceres y precursores. ¿Cuándo será de verdad la independencia?, ¿Cuándo será verdad al cantar en el himno que “somos libres”?. No perderé la fe. No es una fe religiosa, es una fe en el Perú, una fe en los peruanos, pocos quizá que sueñen en un cambio, la esperanza continua. ¿Cuántos somos? A sumar.
1 José Joaquín de Larriva y Ruíz (Lima, 1780 – 1832) 2 Cfr. Encarta. Conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. || 2. Conjunto de fenómenos que caracterizan una situación determinada. 3 Trastorno psicológico temporal que aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas, ya sea durante el secuestro o tras ser liberada.
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8 DOMINGO 6 DE MARZO DE 2016
Los imbéciles votan por los LADRONES OTRAS
DISQUISICIONES Víctor Hurtado Oviedo
L
os imbéciles votan por los ladrones (o “a los ladrones”, como dicen en España). Me refiero a los ladrones probados, como los apristas y los fujimoristas, no a los ladrones “nuevos”, futuros cacos del presupuesto. Se disculpa haber votado por un desconocido que parecía honrado, pero no por quien, ya chupando las mieles del poder, se dedicó a la diabetes del latrocinio. Hablando de ladrones, cada cinco años, el Perú cambia de banda presidencial. Ese fue el caso de Alberto Fujimori en 1990, cuando muchos votaron –votamos– por él para impedir que ganase Mario Vargas Llosa. Yo habría votado por un marciano contra Vargas, y lo haría nuevamente, de modo que no me arrepiento de haber votado por un nipón desconocido. Entonces, al votar, no fui imbécil: fui sabio. La cuestión es otra: votar o no votar por ladrones probados, como Alan García y Keikoimera Fujimori. Quien vote por ellos será un imbécil. Claro está, en otros aspectos de la vida, un imbécil-elector puede ser un sabio, un genio, un artista asombroso; no interesa: lo que importa es que, cuando vota por un ratero conocido, el sabio actúa como un imbécil. Hay que ser imbécil para votar por ladrones porque el ladrón, ya elegido, robará al imbécil que votó por él y a toda la familia del imbécil. Esto es cometer un autorrobo sin beneficio alguno. Si tú votas por un ladrón probado, serás un imbécil porque el
ladrón te robará otra vez como pirata. Así, el Estado dispondrá de menos dinero, y tú encontrarás menos medicinas en los hospitales, habrá menos vidrios
en las escuelas de tus hijos (si van a escuelas públicas), se repararán menos pistas, habrá menos dinero para pagar a los policías honrados, etcétera, etcétera...
SI TÚ VOTAS POR UN LADRÓN PROBADO, serás un imbécil porque el ladrón te robará otra vez como pirata. Así, el Estado dispondrá de menos dinero, y tú encontrarás menos medicinas en los hospitales, habrá menos vidrios en las escuelas de tus hijos (si van a escuelas públicas), se repararán menos pistas, habrá menos dinero para pagar a los policías honrados, etcétera, etcétera...
De tal manera, imbécil, te habrás hecho harakiris en salud, educación, vialidad, seguridad, etcétera. Tus hijos y tus nietos recibirán menos y peores servicios públicos; aprenderán que la coima es el estado natural de la política, y que la mordida es la forma de engordar la billetera. En otras palabras, porque fuiste un imbécil en el momento de votar, tus hijos y tus nietos se reirán de las virtudes ciudadanas, serán cínicos y posiblemente delincuentes. No faltará una alma buena que me replique: “¡Compañero!: ¡no insulte al pueblo ya que el pueblo puede equivocarse!”. Estoy de acuerdo: el pueblo puede
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equivocarse al votar por un nuevo ladrón, pero –insisto–, cuando vota por un ladrón conocido, el pueblo es un imbécil –la parte del pueblo que lo hace, obviamente–. Dejemos temores y miramientos: digamos a la gente que es imbécil cuando vota por ladrones probados porque es bueno sacudir a quienes ayudarán, con sus votos, a que el Perú continúe asaltado en las esquinas del Palacio de Gobierno. Si hubiera menos imbéciles, habría menos ladrones: piensa en esto. Cuando votes, sé inteligente como pareces. Los imbéciles suelen ser los mismos, pero los ladrones se renuevan.