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DOMINGO 19 DE ABRIL DE 2015
diarioUNO.pe AÑO: 2 Nº 62
EDITOR: PACO MORENO
Egjaj~f kgdg ka \]bYf \] d]]jdgk dos gigantes que se fueron un lunes dejando grandes vacíos en el mundo de las letras, la política y la vida.
MANUEL LOYZA
MANUEL LOYZA
GALEANO Y GRASS,
Tania Libertad recuerda a su gran amigo Gabo
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EL “TUIT”
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“Murió Eduardo Galeano, el autor de ‘Las venas abiertas de América Latina’ que fue un libro emblemático en los 70 y 80”. (Frío Alan García. ¿Qué queda del García de aquellos años?).
“Me entero con muchísima pena del fallecimiento de Eduardo Galeano. Siempre fue y será una inspiración y guía para quienes queremos cambios”. (Pesar con convicciones).
GENIO Y FIGURA
“Galeano nos deja y con él se va una de las voces críticas más importantes de América Latina. Se sentirá su ausencia, mantendremos su memoria.” (Marisa Glave, con compromiso).
No, no soy Hulk antes de ponerse verde....
“Nada bueno se construye para el futuro del Perú y de la humanidad desde la violencia, el sectarismo y la intolerancia.” (La exalcaldesa, sin comentarios).
Citas citables Diálogo abierto
“Todo país que se precia de querer tener una economía moderna debe tener una política de sostenibilidad ecológica; nosotros estamos por tener inversiones que ayuden a diversificar la economía del país. Estamos a favor de la inversión, incluido en la minería. Sobre la unidad de la izquierda, las conversaciones no están cerradas. Hay un conjunto de conversaciones que se llevan a cabo entre ambos bloques.” (Marco Arana, abierto a la unidad).
Sin discriminación
CONTRA LA PARED
“Nosotros no discriminamos a nadie, mientras la justicia no lo señale (a Gregorio Santos) como autor de un caso, él no tiene culpabilidad de nada (…) Aquellos (Movadef) que no han hecho una autocrítica de usar las armas para llegar al poder, no serán incluidos.” (Salomón Lerner Githis, sobre límites de Coordinadora de Centroizquierda).
Reivindicación
“Al Congreso le corresponde acatar el fallo judicial que declaró fundado el reclamo del desaparecido legislador Javier Diez Canseco contra la suspensión impuesta por el Parlamento. La decisión del Congreso fue totalmente injusta, fui de los que votó en contra de eso, y aplaudo que la Comisión de Constitución se pronunciara a favor de que el Parlamento acate la sentencia.” (Daniel Mora, de Perú Posible).
Y ahora cómo salimos del problema de este chico Gerald…
diarioUNO.pe Hecho el Depósito legal Nº 2005-2098
Dpto. de Distribución: Telf. 460-7928
Pleito entre socios
Editor: Paco Moreno, Arte y Diseño: Julio Arroyo S. Edición Gráfica: Carla Patiño. DIRECCIÓN: MAX GONZÁLES OLAECHEA 118, UNR. PARQUE LAS LEYENDAS - SAN MIGUEL TELÉFONOS: 5943600 / 447-3092 FAX: 444-0883 LOS AUTORES DE NOTAS DE INVESTIGACIÓN Y/ U OPINIÓN SON LOS ÚNICOS RESPONSABLES DE SU ELABORACIÓN Y CONTENIDO. LA CASA EDITORA NO SE SOLIDARIZA NECESARIAMENTE CON ELLOS.
“Después de presentar mi obra en Denver, Berkeley, San Francisco, hoy, finalmente Stanford University. Luego, voy al este norteamericano.” (Toledo, alucinándose).
“El líder aprista ha quedado totalmente eufórico tras el diálogo que sostuvo con Pedro Cateriano Bellido. Él cree que ya hizo las paces con Cateriano. Seguramente, piensa que ya no va a tener quién le relacione con los ‘narcoindultos’ o con personas como Gerald Oropeza. Lo que quiere Alan García es llevar agua para su molino. Está desubicado al pedir que Fuerza Popular vote a favor de Cateriano.” (Héctor Becerril sobre el socio de Keiko).
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Tania Libertad
recuerda a su querido Gabo
Dice que le interpretaba todos los boleros que le pedía, pero que no le pudo cantar “Nube viajera” que la incluirá en su nuevo disco.
PACO MORENO
“De alguna manera, éramos vecinos. La ciudad de México es tan grande que el hecho de que dos personas vivan en el sur ya se consideran vecinos”, dice la gran cantante Tania Libertad evocando a su amigo colombiano que escribía como los dioses y que bailaba sonriente maratones de vallenatos. “Era amante de los boleros”, dice.
—¿Cómo y cuándo conoció a Gabriel García Márquez? —Él comentó a una amiga en común que le gustaría conocerme. Ella organizó una cenita en su casa y nos invitó a mi esposo y a mí. Aproveché para llevar los libros que tenía de él para que me los firmara y para mi sorpresa, él llevaba mis discos para que se los firmara yo. Eso sucedió en 1987 y desde allí surgió una gran amistad con él y su familia, a quienes sigo frecuentando. —¿Qué canción que usted interpreta le gustaba más a Gabo? —En general, le gustaban mucho los boleros. Era un gran amante de ese género, entonces, imagínate, yo canto boleros desde los cinco años de edad, así que me los sé todos y le cantaba lo que él me pedía, pero hay uno que nunca le pude cantar en vida ya que por diversas razones, no me dio tiempo de aprenderlo; se llama “Nube viajera”, es relativamente nuevo, entonces, en su memoria, lo estoy incluyendo en mi nuevo disco “Por ti y por mí”, que saldrá en mayo. —¿Le gustaba bailar a García Márquez? —Sí, le encantaba bailar vallenatos. Hace dos años, él y Mercedes, su esposa, fueron algunos meses a Cartagena (Colombia), y los amigos nos turnábamos para visitarlos. Tuvimos la suerte de coincidir con una corrida vallenata que le hicieron como homenaje y llegaron muchísimos músicos de este género y tocaron por 12
horas seguidas. Fue maravilloso verlo bailar y divertirse por tantas horas. —¿Cuál es el libro de Gabo que le gusta más? —En general disfruto de toda su obra. Mencionaré algunos: Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, Crónica de una muerte anunciada, La hojarasca, El coronel no tiene quién le escriba. —¿Puede describir la casa del escritor en México? —Es una casa muy cálida, arreglada con muy buen gusto, estilo colonial mexicano, con un lindo jardín y terraza ubicada en la colonia pedregal de San Ángel. —¿Eran vecinos? —De alguna manera, sí. La ciudad de México es tan grande que el hecho de que dos personas vivan en el sur ya se consideran vecinos. De mi casa a la suya, se hacen 10 minutos en auto. —Cuando conversaban, ¿qué temas le gustaba abordar? —De todos los temas. De las celebridades que he conocido, sin lugar a dudas, el más sencillo, hablaba poco y escuchaba mucho. Era muy ocurrente, nos divertíamos con conversaciones muy cotidianas, no —¿Conoció usted a se hablaba de literatura, se Eduardo Galeano? contaban muchas anécdotas. —No tuve la suerte No podíamos salir mucho a de conocerlo, pero lugares públicos porque todo lamento mucho su el mundo quería un autógrafo o una foto, cosa que nunca muerte. le negó a nadie.
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El escritor uruguayo se hizo querer tanto porque por sus venas corría la solidaridad y el buen gusto por la gran literatura.
ARTURO CORCUERA
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eer a Eduardo Galeano es asistir a una fiesta del idioma y la inteligencia. Su prosa invita a escribir, contagia. Uno termina con la sensación de que escribir es fácil, tal es la naturalidad y la claridad con que dice las cosas, virtudes a las que hay que añadir la brevedad, esa capacidad de síntesis de su escritura, y el halo de poesía que la imanta y la embellece. Es un derroche de economía de palabras, y es abundante con tan poco que el lector agradece y aclama. Hemos coincidido con Eduardo Galeano en varios eventos. Yo lo he visto de lejos, agitado, asediado y reclamado, antes y después de cada intervención. Cuando presen-
HEMOS COINCIDIDO CON EDUARDO GALEANO en varios eventos. Yo lo he visto de lejos, agitado, asediado y reclamado, antes y después de cada intervención. Cuando presentó en España su libro Fútbol, sol y sombra, el público de Madrid se sentía en el amplio espacio apretado de la librería como en el estadio Bernabéu en un lleno de bandera, gozoso por ver a su jugador favorito.
tó en España su libro Fútbol, sol y sombra, el público de Madrid se sentía en el amplio espacio apretado de la librería como en el estadio Bernabéu en un lleno de bandera, gozoso por ver a su jugador favorito. En estos tiempos de euforia futbolística, a Pablo Neruda no lo conmovió el rumor popular de los estadios ni la pujanza juvenil de los juegos olímpicos. Un aficionado podría reprocharle no haber dedicado un poema al fútbol o una oda a la pelota, a él que abarcó en su poesía todos los temas, desde los más elementales y sencillos hasta los más ambiciosos y trascendentes. Toda alusión al balompié en su vasta obra poética se redujo a crear el verbo “fútbole” en su libro Estravagario. O quizás
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fue bastante, dio en el blanco de las redes. La otra cara de la pelota es la de Eduardo que no solo escribe sobre el fútbol sino que también juega en la cancha y en el estrado cuando habla de fútbol, charlas que equivalen, para el lector o el aficionado, acudir a ver a un buen partido. Lo hemos visto salir al cuadrilátero de una librería madrileña, esquivando estantes, libros y aplausos, empezar dribleando, adornarse con una frase de palomita, dar un pase en forma de metáfora, avanzar dejando atrás al adversario, sacarse del pecho un adjetivo repentino, convertirlo en balón y dibujar con él una flor en el aire para anotar el gooooooooooooooool! ansiado y ovacionado. Se explica entonces
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Galeano,
a sol y sombra NI EN LOS DÍAS DIFÍCILES DE SU SALUD QUEBRANTADA, EDUARDO perdió el humor, la serenidad y la alegría con la que escribe. En una carta en la que declinaba venir a Lima ante una invitación de Rosario Torres, en ese momento gerente del Fondo de Cultura Económica y directiva de la Cámara de Libro, me escribió dándome sus razones con gran ironía. por qué le metió un golazo a Mario Benedetti que jugaba de portero en un partido amistoso entre escritores de América Latina que habían asistido a una reunión en La Habana. Como sus libros anteriores, Fútbol, sol y sombra también es un compendio de géneros. Tiene de crónica deportiva, de historia, de poema en prosa, de ensayo corto, de memoria personal, de reseña periodística, nimbado cada texto de un hálito lírico que lo convierte en pieza literaria. Se lamenta de no haber podido incluir en su libro del fútbol, por limitaciones de edición, algunos episodios memorables. Uno de ellos –lo contó con pesar en la presentación– fue el de Debianni, delantero argentino que tiró fuera un penal porque consideraba que no había sido. Al final del partido los hinchas casi lo linchan. Contó también la noche de gloria y tragedia cuando se inmolaron los jugadores del Dínamo de Kiev, fusilados por ganar un partido a los nazis. Antes de iniciar el juego les habían advertido: perder o morir. Y ganaron. Eduardo comentó: “La fascinación de la pelota se impuso al sentido de supervivencia”. Ni en los días difíciles de su salud quebrantada, Eduardo perdió el humor, la serenidad y la alegría con que escribe. En una carta en la que declinaba venir a Lima ante una invitación de Rosario Torres, en ese momento gerente del Fondo de Cultura Económica y directiva de la Cámara
de Libro, me escribió dándome sus razones:
“Querido Arturo: Gracias mil por el convite. Te pido que transmitas también mi agradecimiento a Rosario Torres Pesantes. Lamentablemente no
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puedo aceptar. Se me ha cruzado un gato negro en el camino. Los médicos lo llamaron Cáncer de Pulmón y yo preferí nombrarlo impuesto al Placer, que tarde o temprano pagamos los fumadores de toda la vida. Por pagar lo que debía, dejé medio pulmón en el quirófano, y pensé que había cumplido. Pero no, después empezó la quimioterapia, que así se llama la Medicina a los bombardeos de Hiroshima que te matan las células malas, las dudosas y las buenas también, por mí bien y por las dudas, según me explicaron. En eso ando todavía. Después tendré un tiempo de recuperación, que me tendrá fuera de circulación quién sabe hasta cuándo. Ustedes sabrán comprender. No puedo arriesgar ninguna aparición pública, porque mis células están a medio cambiar y no sé qué opinan de la vida y del mundo, las células nuevas que están empezando a ser yo”. No hacía mucho Eduardo Galeano había andado por el “desierto de los desiertos” del Sahara, sin sentir los signos inamistosos de su salud. En esos enormes espacios deshabitados, azotados incesantemente por fuertes vientos, le sobraba el aire para solidarizarse con los saharauis. Meses después empezó a sentir malestares inquietantes en la respiración y se produjo el diagnóstico, la operación y el tratamiento de los que ya se ha restablecido. Las células nuevas se han hecho sus lectoras y se disputan sus libros, han remozado la vitalidad y el humor que Eduardo no abandonó ni en los momentos más cruciales. Decía que meses antes se
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hallaba en el desierto del Sahara asistiendo al Festival Internacional de Cine que se realiza todos los años en medio de esas arideces, donde acampa el pueblo saharaui, desde que Marruecos le arrebató su país a vista y silencio del mundo entero. Gracias a Argelia que le dio refugio, sobrevive la mayoría de sus pobladores en esos parajes inhóspitos, soportando las brasas del sol y las tormentas de arena. Ahí –señala Eduardo–, “los saharauis han sido capaces de crear la sociedad más abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmán”. Ahí moran sin sus tierras, mares y ríos, sin sus árboles y sin sus lluvias. Marruecos solo les dejó la sed y las tinieblas de la noche. Ya son más de ochentaidós países los que han reconocido a la República Saharaui, entre los que no figura el Perú. No tenemos embajador de ese pueblo indómito y sacrificado, que sueña y lucha porque le devuelvan su país apelando a la solidaridad del mundo. Galeano cuenta que los Saharauis se llaman hijos de las nubes porque desde siempre persiguen las lluvias, la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto. Por mi parte lamento que el Perú permanezca esquivo en reconocer a la República Saharaui. Pablo Neruda que cantó al Perú, a sus héroes y a ese asombro de piedra que es Machu Picchu, escribió: “Perú, corona de las águilas, ¿existes? Eduardo Galeano ha muerto y me duele tanto.
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D9KLJ=K D=LJ9K MARCO FERNÁNDEZ
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l periplo por los baches de la literatura juvenil comenzó con una solicitud de mi sobrina, quien me había pedido conseguirle “Cuentos clásicos juveniles”, de la editorial Alfaguara, porque la “miss” iba a pasar lista el lunes siguiente para saber qué alumnos habían comprado el libro que utilizarían para el curso de Comunicación. Era un texto que no se encontraba en cualquier librería, por lo visto, y era urgente adquirirlo aquel domingo a más tardar. Tenía que llevar de regreso a su casa a mi hijo, así que tuve que comprarlo en la librería Crisol del “mall” de Santa Anita, y leerlo en el viaje de regreso, en una “coaster” atolondrada. Pushkin, Dostoievski, Tolstói, Twain, Eca de Queirós, De Maupassant y Wilde conformaban la selecta lista de escritores fúnebres de ese libro de alrededor de 100 gramos de peso cuyo costo fue de 32 nuevos soles; un solo ejemplar de los dos mil que anuncia la séptima reedición. Me preparaba para deleitarme con ese lujo caro que es leer, siguiendo el orden establecido, comenzando por “El empresario de pompas fúnebres” de Pushkin, cuando la falta de un guion de salto de renglón en la palabra “Des(-)pués” me descolocó de la lectura. Continué, sin embargo, soportando un tropezón del autor (adrede), cuando interfiere en el relato para hablarle al lector sobre un tema para conocedores pomposos, hasta culminar el relato y proseguir con el otro: “Un árbol de Nöel y una boda” de Dostoievski… ¿Nöel? Esa diéresis era recurrente en el índice, pero no en la contratapa, donde decía “Noel”, y donde le habían quitado a De Maupassant aquella “de” que forma parte de lo que debería ser su apellido. En
Descuidado libro juvenil de Alfaguara ¿CÓMO ES POSIBLE QUE tuviera tantas erratas un libro de
32 nuevos soles de una editorial transnacional?
Humor
DANTE MEZA CÁRDENAS
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e aquí algunos requisitos impuestos que los partidos tendrán que cumplir si quieren participar del asalto, perdón, de las elecciones del 2106, que cual tornado de Florida, se avecina incontenible, tal como la urea de viejitos urgidos por una vejiga inmisericorde. Las rifas están prohibidas para todos, excepto para los fujimoristas, que ya demostraron honradez, tecnología y traba-
la contratapa vislumbré también en blanco sobre rojo algo referido al enorme poder “e” atracción que ejercía esta literatura de antología. Pensé que en la tapa (portada), las cosas debían estar mejores; sin embargo, al revisarla detenidamente, me percaté de que al célebre León Tolstói le habían quitado la tilde en el nombre (Leon) y habían optado por “Tolstoi”, sin tilde, dejando de lado las sugerencias de la Real Academia de la Lengua Española sobre la traducción de nombres extranjeros. Fedor Dostoievski figuraba como Fiódor, pero sin tilde. Óscar Wilde aparecía sin tilde en su nombre, pero en las páginas interiores se tildaban otras mayúsculas iniciales. Y todo eso pasando a la duda existencial que te plantea siempre la Academia con nombres de acentuación grave como Alexander (Pushkin). Eran más los baches literarios que los de la pista los que interrumpían la lectura. Ya en el cuerpo del libro, en el título del cuento de Pushkin faltaba la tilde en la palabra “fúnebres”. En la primera página del cuento de Dostoievski se hablaba de una fiesta de “Naviciad” y el narrador se
refería a “asistir a aqueha boda”… Sin embargo, la peor parte se la llevó Tolstói. La primera página de “El poder de la infancia” parecía una demostración del poder de la infamia, ejercida contra el bolsillo de mi hermana, quien me dio el dinero para ese libro: tenía alrededor de 10 errores. Destacaban “cana1la” en vez de “canalla”, “COfl” en vez de “con”, “friamente” en vez de “fríamente”, “grites” en vez de “gritos”, “invaclida” en vez de “invadida”, un error de sangría en una línea en el medio de un párrafo, la confusión de “aún” con “aun” y un texto indescifrable que reconstruí mentalmente al cambiar “cad” por “cadáveres” (tal vez sea esa la palabra completa). Una coma, un conector y un signo de admiración de cierre eran algunas ausencias. ¿Cómo es posible que tuviera tantas erratas un libro de 32 nuevos soles de una editorial transnacional y que ha sido pedido obligatoriamente, además, por una institución educativa para formar lectores?, me pregunté. Al momento, recordé la tarea de aquella tarde dominical que hice con mi hijo Marcelo para complacer los requerimientos de su profesora del primer grado de primaria en materia de lenguaje. Ya en casa, totalmente disgustado, le dije a mi sobrina: “Este es el peor libro que he leído en mucho tiempo”. La literatura no era la mejor de las de pocas páginas y los errores (muchos cometidos seguramente por un programa informático que traduce al Microsoft Word el escaneo de un texto) me malograron la lectura de estos clásicos. Ya en el barrio, compartí la anécdota y el libro con un amigo que me enrostró su reluciente cartón de la maestría en Didáctica de la Comunicación que había llevado, quien, ni bien abrió la antología en una página cualquiera, se molestó: “Estos ni siquiera se han dado el trabajo de traducir los textos al castellano actual”. Y era cierto. “Arrastróse”, “dióse”, “dispúsose”, “he de contaros”… pertenecen a una traducción antigua y una ortografía de otros tiempos. ¡Si hasta el verbo del Quijote ha sido actualizado al castellano actual! Ese libro no vale lo que cuesta.
Keiko debe volver a rifar la camioneta jo, al solventar las elecciones pasadas con rifas de “luca”, consiguiendo 10 millones de dólares. Aunque la camioneta, el premio mayor, aún no ha sido entregada porque el ganador es un poquito tímido y no quiere recogerla por temor a la prensa y al qué dirán. Es necesario, entonces, que el Estado asuma su responsabilidad histórica y obli-
gue a este ciudadano a llevársela o caso contrario, que Keiko vuelva a sortear la misma camioneta, y así solvente su campaña la pobre. Los resultados de la rifa serán publicados en el diario de la rifa, que para eso sirve. La china, otra damnificada por el huayco de Chosica, fue vista compungida haciendo su “cola” para recibir donaciones, cuando se le apa-
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reció alguien y le entregó un lote de tres millones de pañales descartables tipo calzón, más una mudita de ropa para renegociarla por Barrios Altos y La Cantuta, y en sus giras por el Perú profundo y el Estado Islámico, y haga sorteos: “¿dónde va el cuy?”, cubrirá así con creces -dijo- sus gastos de la campaña 2016, que a paso redoblado y con olor a golpe ya se acercan.
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La persistencia de la memoria
MÁS ALLÁ DE LA POLÉMICA, en la práctica, Grass
fue un permanente defensor de la memoria en su país. Desde la pluma, supo combatir para que no se repita la barbarie del nazismo.
Grass también cultivó la faceta de dibujante. No fue pintor como el gran Salvador Dalí. Sin embargo, su vida y obra podría denominarse como el famoso cuadro del artista español, que data de 1931: La persistencia de la memoria.
VÍCTOR LIZA Colaborador
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l lunes de la semana pasada, los amantes de las letras amanecimos con pérdida por partida doble. Al sur del continente, en el Río de la Plata, nos dejaba el uruguayo Eduardo Galeano, quien supo explicar, con mayor simplicidad que muchos sociólogos y politólogos, la realidad de toda América Latina. Pero si Galeano pudo hacerlo desde el ensayo, hubo otro escritor que, desde la novela, el cuento y la autobiografía, supo retratar otro horror que padeció no solo Europa, sino la humanidad entera: la segunda guerra mundial y el nazismo. Este autor es Günter Grass, quien no tuvo que huir de su país como Galeano por causa de una
dictadura. Pero fue víctima, como tantos adolescentes de su época, de las triquiñuelas del nazismo para enrolar jóvenes. A los 17 años, en 1944, el futuro gran escritor se presentó como voluntario para trabajar en submarinos. Sin embargo, fue enviado a Dresde, donde fue enrolado en las tenebrosas SS (Schutzstaffel, Cuerpo de Protección en español). Esa experiencia finalizó el 8 de mayo de 1945 cuando, herido en Marienbad, fue capturado y hos-
pitalizado en condición de prisionero de guerra. Esa experiencia lo marcó para toda su vida. Grass se animó a contar esta experiencia con más detalles en su libro autobiográfico Pelando la cebolla (2007). De inmediato, el matutino alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung publicó el hecho, con la evidente intención de desprestigiar al escritor. Sin embargo, fue defendido por Klaus Wagenbach, compatriota de Grass y famoso editor en su país, quien recordó
Este autor es Günter Grass,
quien no tuvo que huir de su país como Galeano por causa de una dictadura. Pero fue víctima, como tantos adolescentes de su época, de las triquiñuelas del nazismo para enrolar jóvenes.
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que éste último ya había relatado este triste suceso allá por 1963. Para que no quedaran dudas, también lo defendió el novelista británico Salman Rushdie, célebre por sus Versos Satánicos (1988); su traductor en español Miguel Sáenz e incluso Mario Vargas Llosa. Más allá de la polémica, en la práctica, Grass fue un permanente defensor de la memoria en su país. Desde la pluma, supo combatir para que no se repita esa barbarie. Su novela El tambor de hojalata (1959), da cuenta de las vivencias de un joven bajo el régimen nazi. Esa novela fue premiada un año antes por el Grupo 47, colectivo que integró junto a jóvenes escritores alemanes de posguerra, fundado en 1947 (por eso el nombre del grupo), e inspirado en la española Generación del 98, que nació para criticar la situación de España luego de perder sus últimas colonias en el final del siglo XIX. En el caso de los alemanes, había una crítica luego del desastre de la segunda guerra mundial y una apuesta por darle valor a la democracia antes que a regímenes totalitarios. Esa pertenencia al Grupo 47 cimentó en Grass no solo su vocación de escritor, sino su conciencia sobre la importancia de la democracia. Por ello, fue cercano al partido socialdemócrata alemán y a Willy Brandt. Su insistencia por la memoria también se ve reflejada en una trilogía de obras que datan de finales del siglo XX y principios del XXI: Es cuento largo (1996), Mi siglo (1999) y A paso de cangrejo (2002), en las que recordaba otra vez la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, junto a otras que no suelen estudiarse en los libros de historia de su país. En ese contexto lo sorprendió su reconocimiento como Nobel de Literatura, en 1999. La Academia Sueca sustentó su premiación en aquellas “juguetonas fábulas negras que retratan el rostro olvidado de la Historia”. Ese mismo año ganó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, con la que cerró el siglo XX de manera brillante. El lugar de su nacimiento, la ciudad libre de Dánzig (hoy Gdansk, en Polonia), así como el origen de sus padres dedicados al comercio (Wilhelm Grass, protestante; y Helene Knoff, católica de origen polaco), marcaron su infancia entre los fuegos alemán y ruso, puesto que Polonia ha visto repartido su territorio varias veces entre ambos países. Grass también cultivó la faceta de dibujante. No fue pintor como el gran Salvador Dalí. Sin embargo, su vida y obra podría denominarse como el famoso cuadro del artista español, que data de 1931: La persistencia de la memoria.
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Las transparentes lecciones del
AQUEL MAMÍFERO GOZA HOY DEL ANONIMATO, cual si fuese el poeta joven de un solo libro que nunca se imprimió, pues quien pudo ser el único lector del manuscrito extraviado solo conocía otro idioma.
delfín
OTRAS DISQUISICIONES Víctor Hurtado Oviedo En la noche de los tiempos –que ya estaba cuando nos despertamos–, se ha perdido el nombre del mamífero que se lanzó al mar: tal vez por un desengaño amoroso, buscando la muerte con total fracaso, y se quedó a vivir en ese mar o en tal océano –en ese tiempo todo era más grande, más cerca del Big Bang, el Ben Hur de la astronomía, la superproducción con la que se estrenó el universo–. Aquel mamífero goza hoy del anonimato, cual si fuese el poeta joven de un solo libro que nunca se imprimió pues quien pudo ser el únicolectordelmanuscritoextraviado solo conocía otro idioma. Así no se puede triunfar en la literatura ni en la paleontología. Ello quizá haya ocurrido
cuando aún existía la Pangea: el supercontinente que unió a todos en la democracia de la geografía. La Pangea aún es el sueño de las Naciones Unidas. Ciertos peces salieron del mar y tornaron mamíferos, como esos primos que huyeron de niños y retornan hechos inversores en Wall Street para envidia de quienes nos quedamos en el barrio al ventoso calor de las esquinas. A esos retornados al mar hoy los titulamos delfines, ballenas y marsopas. Otros volvieron más tarde (¿se les habrá parado el reloj biológico?) y son mamíferos anfibios, como los lobos marinos,
las morsas y las focas. Cuando se meten en política, los anfibios son los centristas de la biología. Todos se quedaron a nadar en la pecera gigante, redonda y azul que gira una vez cada año alrededor del Sol. Les habían hablado mal de Neptuno, el dios del mar, pero al fin descubrieron que, en el fondo, Neptuno es buena gente. El tiempo se aburre con el paso de sí mismo, de modo que abre su juguetería de plantas y animales, y les da otras formas: les alarga los cuellos, les pinta las plumas, o les pule y les curva las siluetas, como a los delfines, que vienen a ser los cantos rodados del mar.
Como las tareas escolares, la evolución nunca termina. La inteligencia de quienes aún creen en el “diseño inteligente” confirma que este es falso.
Los delfines serían un misterio de la evolución si no existieran los hipopótamos, sus parientes cercanos. Los hipopótamos son “casi” delfines y “casi” ballenas: se aparean bajo el agua, y sus crías nadan antes de caminar. El juego del tiempo que se aburre se llama evolución, y los delfines son uno de sus inventos más galanos. Ellos crean familias, se ayudan y salvan a muchos náufragos. Se les duerme un hemisferio cerebral mientras el otro sigue atento a los peligros. Su inteligencia es proverbial, pero los delfines no la mencionan por ese afán de llamar la atención que se llama modestia. Los delfines habrían podido ser aun más inteligentes, pero les faltan las manos, decisivas en el Homo sapiens, y nunca dominarán el fuego, como anota el biólogo Edward O. Wilson (La conquista social de la tierra, cap. XXI).
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Los delfines serían un misterio de la evolución si no existieran los hipopótamos, sus parientes cercanos. Los hipopótamos son “casi” delfines y “casi” ballenas: se aparean bajo el agua, y sus crías nadan antes de caminar. “Los hipopótamos podrían evolucionar hasta ser totalmente acuáticos, como las ballenas, si encontrasen suficiente alimento bajo el agua”, avisa el biólogo Jerry Coyne (¿Por qué la teoría de la evolución es verdadera?, cap. II). Como las tareas escolares, la evolución nunca termina. La inteligencia de quienes aún creen en el “diseño inteligente” confirma que este es falso.