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diarioUNO.pe AÑO: 2 Nº 72 EDITOR: PACO MORENO
DOMINGO 28 DE JUNIO DE 2015
¿Qué deben hacer los ciudadanos para quejarse por una mala práctica médica?
El libre mercado de la salud EL SUEÑO DEL CELTA
Sir Roger Casement en la Amazonía
MICHEL DE MONTAIGNE
La generosa dinastía de Epicuro www.diariouno.pe
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Sir Roger Casement
en la Amazonía MIGUEL RUIZ EFFIO
M
ario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010, noveló en El sueño del celta la permanencia de Sir Roger Casement en la Amazonía peruana. El escritor peruano realiza una reconstrucción detallada de los días de permanencia de Casement en las estaciones de trabajo de la Peruvian Amazon Company y de los hechos de barbarie que presenció y reveló. Lo cierto es que el cónsul de la Corona británica llegó a Iquitos en septiembre de 1910 y realizó un minucioso trabajo de investigación y acopio de testimonios que terminó el 16 de noviembre, fecha en la que partió de Iquitos. La publicación del Libro Azul Británico representó un terremoto político en el Perú y perjudicó su imagen de cara a los conflictos territoriales que por esos años sostenía con Colombia. Debido a que la Peruvian Amazon Company contaba con capitales ingleses, el gobierno británico abrió un proceso en la Cámara de los Comunes, cuya finalidad era investigar y sancionar lo que se había empezado a nombrar como “crímenes del Putumayo». Resulta llamativo que la atención se trasladara a las repercusiones políticas, dejando en segundo plano la masacre de los indígenas, que nunca fue castigada como se hubiera esperado. Si bien la acusación en Londres partía de las imputaciones de genocidio, la defensa de Arana denunció un complot económico contra su empresa, además de alegar desconocimiento de las torturas. En su argumentación, las acusaciones contra su compañía eran estrategias económicas y políticas de sus competidores colombianos, quienes aliados con los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos buscaban eliminar al principal productor de caucho de la región. Lo cierto es que el gobierno británico había tratado de intervenir en la zona y era seña-
lado como responsable del robo de semillas del árbol de caucho para sembrarlas en sus colonias del Asia. Por otro lado, si bien Julio César Arana era el principal cauchero de la zona, no era el único; existían empresarios colombianos que ambicionaban los territorios que Arana usufructuaba y ejercían el mismo sistema de explotación. Hay que añadir, además, que estas disputas tenían como escenario una región que aún no había sido delimitada. Colombia y Perú tenían intereses territoriales en conflicto y, en algún momento de las disputas diplomáticas que precedieron a la firma del Tratado Salomón-Lozano, la presencia de la Peruvian Amazon Company en la Selva representaba una prueba de que los territorios de donde extraía el caucho eran peruanos, pues esta era la nacionalidad de los empresarios que lo explotaba. Esto último permitió a Arana moverse en una zona de neutralidad con respecto al gobierno peruano, pues, por una parte, su empresa era vista como símbolo de la defensa de la Amazonía peruana y, por otra, las investigaciones dirigidas por jueces peruanos no tenían la fuerza ni el apoyo político que recibió la desarrollada en Londres. La presión de la opinión pública mundial orientó el juicio en contra de los intereses de Arana. Las estrategias que desplegó el cauchero peruano para cambiar la imagen que el Libro Azul Británico reveló sobre su empresa no pudieron evitar la debacle: la empresa fue liquidada luego de hundirse en la ruina económica, ocasionada tanto por el proceso judicial como por el ingreso al mercado del caucho producido por Gran Bretaña en sus colonias asiáticas. Este hecho, controversial, daría pie a que Arana insistiera en el complot económico contra su empresa, a pesar de otros detalles menos conocidos que terminan de configurar al cauchero peruano como un empresario sin escrúpulos y responsable —directamente o por omisión— de uno de los mayores genocidios que el mundo recuerde.
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diarioUNO.pe FABIOLA TORRES LÓPEZ OJO PÚBLICO En el 2012, la médico y administradora Flor de María Philipps Cuba pasó de trabajar en el sector privado a conducir la reformada Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), el organismo público encargado de fiscalizar y sancionar los abusos contra los pacientes en todo el país. Entonces asumió la vigilancia de un sector crispado por denuncias de malas prácticas médicas y corporativas frente a un débil control del Estado. En esta entrevista, Philipps señala por qué se llegó a esa situación y asegura que todo ha empezado a cambiar con las facultades y presupuesto que se le otorgaron hace dos años. Se le viene más trabajo: en los próximos meses, el Indecopi y la SBS transferirán a esta superintendencia todos los reclamos ciudadanos que reciben en materias de salud. Esta es la hoja clínica de los servicios privados de salud en el Perú de los últimos años: entre julio y octubre del 2013, siete recién nacidos fallecieron por graves infecciones contraídas en la Unidad de Cuidados Intensivos del complejo hospitalario San Pablo, uno de los más grandes del país. Ese año, la prensa también evidenció que las clínicas locales vendían con sobreprecio los medicamentos de sus farmacias, para compensar otros gastos operativos. Y en este mismo periodo se han hecho cada vez más frecuentes las quejas de pacientes contra los contratos engañosos de las aseguradoras, como Oncosalud, varias veces denunciada y sancionada por no cubrir todas las medicinas para el tratamiento del cáncer, como ofrecía en sus pólizas. Una corriente de indignación pública apuntó hacia la entonces llamada Superintendencia Nacional de Aseguramiento en Salud (Sunasa). El organismo público responsable de fiscalizar y sancionar los abusos en contra de los usuarios debía ponerse en acción, pero algunas organizaciones civiles no guardaban demasiadas esperanzas por un detalle clave: la funcionaria a cargo de la Sunasa era Flor de María Philipps Cuba, una médico y administradora de salud que en los quince años anteriores había trabajado en tres de las más grandes corporaciones privadas de ese sector del país. Antes de asumir el cargo, en el 2012, Philipps Cuba ocupó la gerencia de Pacífico Seguros y Pacífico Salud EPS; también la dirección médica de la clínica Ricardo Palma; y en su currículo figura que fue gerente administrativa del complejo hospitalario San Pablo, justamente el grupo al que luego le tocaría supervisar por la muerte de los recién nacidos debida a malas prácticas. Pero en este último caso, la Sunasa no intervino. El caso se derivó a la Dirección de Salud de Lima Sur, que solo impuso el cierre temporal del servicio por dos meses. Philipps, quien incluso participó
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Clínicas y pacientes se rigen por el libre mercado Superintendencia Nacional de Salud explica el duro encargo de fiscalizar y sancionar los abusos contra los pacientes en todo el país.
como representante del sector privado en los grupos de trabajo del Estado que discutieron las primeras reformas del sector salud, ha dicho que por entonces no tenía atribuciones para sancionar las violaciones a los derechos de los pacientes. En esta entrevista con OjoPúblico, la jefa de Susalud revela por qué, y asegura que la situación ha cambiado. “Se acabó la fiesta”, señala. Una fiesta en la que, según lo que cuenta, ella misma participó. —El 2013 empieza la reforma del sector salud y se dan nuevas normas para empoderar el organismo que dirige ¿Qué cambió? —La Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) es el tercer pilar de la reforma de salud, pero era necesario un nuevo marco normativo para hacerla sólida, potente, oportuna, justa y temida para proteger los derechos de salud de cada peruano. El nuevo marco legal está expresado en el Decreto Legislativo 1158 que se publicó en diciembre del 2013. Ahí les decimos [a los agentes del sistema de salud:
señores, se acabó la fiesta. Es bueno que sepan que si se salen de la línea, se van a exponer a una consecuencia. Va a existir una organización que los va a mirar y los va a sancionar. Pero ya te preguntarás: ¿Qué pasó entre el 2009 y el 2013? ¿Por qué antes la superintendencia nunca sancionó si tenía esa potestad? —¿Qué pasó? —Una cosa es dar la facultad sancionadora y otra es aterrizarla y hacerla operativa. Antes de diciembre de 2013, si te ibas a hacer una resonancia magnética en algún lugar de
la avenida Petit Thouars, por tomar un ejemplo, nadie supervisaba si ese centro lo hacía bien, regular o mal. Antes, [la Sunasa] no podía tocarte un pelo por más que hubieras cometido una barbaridad. Me llevaban a la Corte Suprema y terminaba presa por abuso de autoridad. —¿Cómo se aclararon sus facultades? —Cuando estudiamos la potestad sancionadora de la actual Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), descubrimos que habían otros dos organismos que eran algo así como
La Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) es el tercer pilar de la reforma de salud, pero era necesario un nuevo marco normativo para hacerla sólida, potente, oportuna, justa y temida para proteger los derechos de salud de cada peruano.
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sus primos hermanos: la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi). Entonces nos sentamos a transar este tema y marcar las fronteras. La SBS se hace responsable de supervisar los contratos que dan los financiadores de los servicios de salud para que no tengan cláusulas abusivas. Mientras, el cumplimiento del contrato que se verá en la relación del ciudadano y el establecimiento de salud, lo ve Susalud. Durante muchos años yo fui gerente de una institución administradora de fondos de salud muy importante en el Perú. Firmé cientos de contratos y nunca nadie me preguntó nada. Yo pude haber puesto cualquier cosa en esos contratos, porque nadie los miraba, nadie tenía autoridad para mirarlos. Pero yo soy una persona muy correcta y en esa empresa hay gente muy correcta. (Continúa en la siguiente página)
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El libre mercado de la salud (Viene de la página 3)
—¿Se refiere a Pacífico Salud? —Me refiero a Pacífico Salud y a Pacífico Seguros. Bueno, la Superintendencia Nacional de Salud se puso también de acuerdo con su otro primo hermano, el Indecopi. Nos sentamos con ellos para examinar el principio de especialidad y vamos a sacar un decreto supremo que traslada definitivamente las funciones del Indecopi [en materias de reclamaciones de salud] a Susalud. El decreto está en el ministerio y será enviado a la Presidencia del Consejo de Ministros. Quiero creer que se aprobará en julio. Durante años fui gerente de una administradora de fondos de salud. Firmé cientos de contratos y nunca nadie me preguntó nada. Yo pude haber puesto cualquier cosa en esos contratos, porque nadie los miraba. —¿Cuál es el presupuesto de la Superintendencia para hacer su labor? —Cuando asumí el cargo, en diciembre de 2012, el presupuesto asignado para el 2013 fue de 17 millones de soles. Para el 2014, lo subimos a 27 millones y este año es de 52 millones. El proyectado para el 2016 es 100 millones. Pero para que Susalud funcione con plena capacidad, necesita 200 millones de soles anuales. —¿Cuándo va a estar con plena capacidad? —Debe estarlo en 5 años, en el 2018. Le llamo plena capacidad a una mayor presencia física a nivel nacional. En este momento trabajamos para tener nuestra primera oficina descentralizada en Chiclayo. Tenemos previstas cinco oficinas macrorregionales de Susalud en Chiclayo, Arequipa, Huancayo, Iquitos y Lima. Luego, por ley, tenemos la autorización para abrir 26 oficinas zonales, una en cada capital de departamento. Pero las leyes se aprueban en un tiempo y los presupuestos en otro. —¿La necesidad de ampliar su presencia tiene que ver con los resultados de un estudio del 2014 que revela que el 90% de usuarios encuestados en los servicios de salud desconocían la existencia de la Sunasa? —La Superintendencia Nacional de Salud tenía solo tres meses de creada. Así que, si la conocía el 10%, era un éxito. Nosotros no hacemos campaña publicitaria. Estamos esperando los resultados del 2015 porque hemos trabajado intensamente. Hemos supervisado 500 establecimientos de salud, hemos abierto dos juntas de
Siete bebes murieron por infecciones contraídas en la clínica San Pablo en el 2013. usuarios: la de Lima y la del Callao. En diciembre del 2012, semanas antes de que Flor de María Philipps asumiera la reformada Superintendencia Nacional de Salud, un estudio de este mismo organismo reveló que 38 de cada 100 medicamentos que se venden en las farmacias de las clínicas del país tenían un costo 60% mayor a los precios de las boticas de la calle. Así, los pagos de las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) por atenciones de sus asegurados en servicios privados se iban principalmente en gastos de farmacia, muy por encima de los honorarios de los médicos y de los exámenes de laboratorio. Las clínicas subsidiaban sus costos operativos con sobrecostos a las medicinas. Lo que para muchos fue un escándalo, para Philipps no lo fue. Según ella, el modelo era antiguo y todos los interesados sabían cómo funcionaba. Hoy existe una nueva propuesta de gestión de los centros de atención de salud privados para que sinceren
sus costos, aunque no es obligatorio adoptarla. “Si un grupo de empresas se ponen de acuerdo en fijar un precio determinado a los medicamentos, el Estado nada puede hacer. Aquí hay libre mercado”, añade la funcionaria encargada de defender los intereses de los pacientes. Esto no es exacto. Cuando ocurre un caso de concertación de precios en perjuicio de los usuarios, el Indecopi puede intervenir y sancionar las prácticas corporativas colusorias en perjuicio de los usuarios.
—Si bien se ha dado todo un proceso de reforma en el organismo que usted dirige ¿En qué quedaron problemas de alta importancia que se le enrostraron apenas ingresó al cargo? Uno fue el sobrecosto de las medicinas en las farmacias de las clínicas... —He sido gerente de dos de las instituciones de salud privadas más grandes de este país y el modelo de negocio de las clínicas operó desde hace más de tres décadas así, con subsidios cruza-
El Gobierno promulgó la Ley 26790 que creó la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud (SEPS) para supervisar a las empresas privadas que surgieron para ofrecer servicios complementarios a los del seguro social y administrar los fondos de sus afiliados. El primer superintendente fue el médico psiquiatra Luis Manrique Morales.
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dos. Pero, como dices, hace dos años, apenas me senté en el cargo, explotó todo esto. Entonces, invité a todos [los representantes de las clínicas] y les dije: “Bueno, eñores, acá nadie se va a rasgar las vestiduras. Acá todos conocemos el tema ¿Cómo lo vamos a resolver?”. Trabajamos un piloto de un nuevo modelo de negocio y en noviembre del 2013 lo iniciamos con dos clínicas de Pacífico EPS: El Golf y San Borja. Fue un éxito. En abril del 2014, se presentaron los resultados a todos los gerentes del sistema privado, incluidos los de la Asociación de Clínicas Particulares del Perú, a los que por supuesto no les gustó nada. —A los 86 agremiados de la Asociación de Clínicas Particulares del Perú... —Sí, pero el diálogo fue con su presidente. Desde noviembre del 2013 hasta el 2014 empezamos a convencer a las clínicas de un profundo cambio de modelo de negocio. Había que cam-
biar e financ produ una c una p habían año pa otras c ahora a toda tenem merca culo 5 consti Existe no hay clínica medic puedo la Rep Supre Si do en soles, presid dente libre m —¿ negoc —Y nicas q reunid ciació
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el sistema, correr las simulaciones cieras, correr los márgenes de costo, ucción y servicio de lo que cuesta cama, un examen de laboratorio, placa de rayos X, cosas que nunca le n preocupado a nadie. En octubre del asado empezaron a comprometerse clínicas para estudiar el modelo y a son nueve, pero yo no puedo obligar as. Este es un país libre. Nosotros mos una economía social de libre ado que está consagrada en el artí59 de la Constitución. El mandato itucional es que todos seamos ricos. e lo que se llama libre mercado. Aquí ay regulación de precios. Y si [varias cas] se ponen de acuerdo en que un camento cuesta 10 soles, yo nada o hacer. Ni yo ni el presidente de pública ni el presidente de la Corte ema. Aquí hay libre mercado. i [varias clínicas] se ponen de acuern que un medicamento cuesta 10 , yo nada puedo hacer. Ni yo ni el dente de la República ni el presie de la Corte Suprema. Aquí hay mercado. ¿El piloto del nuevo modelo de cio sigue activo? Ya no es piloto. Ahora entran las clíque quieren entrar. Justo he estado da con el nuevo presidente de la Asoón de Clínicas Particulares del Perú,
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Podemos actuar de oficio también Vas y te quejas en el establecimiento de salud. Si no estás conforme, vienes en queja con nosotros. —Al comenzar esta entrevista usted dijo: “Se acabó la fiesta”. ¿Ahora sí está en capacidad de fiscalizar y sancionar a los que violan los derechos de los pacientes? —Sí. Cuando algo sucede hoy, el procedimiento es así: Vas y te quejas en el establecimiento de salud. Si no estás conforme, vienes en queja con nosotros. Podemos actuar de oficio también. Primero te cito, levanto pruebas y recojo la información del hospital o la clínica. Ojo que no porque eres un paciente tienes toda la razón. ¿El cliente tiene la razón siempre? No. Ese es un paradigma del siglo pasado. Luego, hago una auditoría de tu historia clínica, si es un caso clínico. También puede que la queja sea de carácter administrativo. Si al terminar esto hay lugar para iniciar un proceso administrativo sancionador, se procede. No es gracioso estar abriéndole procesos sancionadores a todo el mundo y que después te demuestren que no era así. El usuario tiene que aprender a usar sus derechos, porque también hay abusos del usuario. Hay usuarios gananciosos. Si vieras lo que vemos aquí. —Pero, en términos generales, los usuarios estamos en una situación de mayor vulnerabilidad... —Ah, pero claro. Por eso es que existe esta Superintendencia. —El 2016 es un año electoral y coincide con una etapa clave para ver el desempeño de la fortalecida Superintendencia Nacional de Salud. Si la voluntad política se mantiene y no se paraliza la reforma de salud, se verán los resultados.
el doctor Sebastián Céspedes, un amigo mío desde hace muchos años. Tengo su compromiso formal de que va a empujar el nuevo modelo de estructura de costos en las clínicas. Tampoco lo puedo obligar, pero la Ricardo Palma, la San Pablo, la Anglo Americana y la San Felipe están entrando. Una reforma se construye con participación de todo el mundo, porque si la haces imponiendo, te sacan la vuelta. Todo un desastre.
—Otro grave hecho ocurrido durante su gestión fue lo que pasó en la clínica San Pablo, donde fallecieron siete bebes por una bacteria en su unidad de Cuidados Intensivos ¿En qué quedó este caso? —Este es un caso muy lamentable. Es parecido al caso del hospital de Iquitos. En el momento en que sucedió todo, nosotros teníamos la facultad sancionadora, pero no teníamos desarrolladas las herramientas y
por tanto nada podíamos hacer. Así que todo lo trabajamos a través de la Dirección de Salud (DISA) de Lima Sur. El caso caminó como debía caminar. La clínica fue tan responsable que se le aplicó una medida de seguridad de dos meses. —Un cierre temporal de su Unidad de Cuidados Intensivos... —Suspensión temporal. Cuando hicimos la investigación, auditamos los procesos de la clínica y quedó clarísimo que había una serie de inconformidades que debían ser tratadas. En tanto eso sucediera, la clínica no podía recibir pacientes de ninguna manera. El caso se hizo de conocimiento de la Fiscalía y de la Contraloría. —¿La suspensión fue toda la sanción? —Sancionamos a la clínica a través de la DISA. Cuando iniciamos este procedimiento, la clínica –debo reconocer– se portó muy bien en términos de darnos acceso a toda la información. Nosotros le alcanzamos los resultados de nuestro informe de supervisión que tuvo como 500 observaciones. Era una barbaridad de observaciones y ellos trabajaron intensamente y las levantaron una por una. Las que quedaron, no justificaron un cierre. —El caso San Pablo fue algoemblemático que reflejó graves falencias y la necesidad de mayor supervisión de los servicios priva-
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dos de salud... —Algunos lo consideran emblemático, pero no es la primera vez que pasa en el sector privado. —¿A qué otros casos se refiere? —Recuerdo por lo menos tres, pero en esa época no había Superintendencia Nacional de Salud. Entonces, yo los conozco como médico y estoy obligada a guardar la reserva de la información. Lo que esperamos como Susalud es que, si bien no será el último caso [de negligencias en un establecimiento de salud], si vuelve a pasar, tiene que ser dentro de mucho tiempo. Susalud ha incrementado su presencia en los hospitales y las clínicas también han empezado a poner las barbas en remojo. —Falta también que las personas conozcan más sobre sus derechos como pacientes... —Vamos a sacar un decreto supremo firmado por el presidente de la República para que los 30 millones de peruanos se informen sobre sus derechos como pacientes. Como la Superintendencia no es omnipotente, no puede estar en los 80 millones de actos médicos que se hacen en este país, el ciudadano tiene que empoderarse en el ejercicio de sus derechos como paciente. Cuando uno es un usuario empoderado, los prestadores de servicios se cuidan mucho. Mira a los de Telefónica, cómo se cuidan de decirte cualquier cosa.
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HUMOR INGLÉS…
El de las 5 …en punto
Eguren lubrica teoría irrebatible Dante Meza Cárdenas
E
CÉSAR AUGUSTO DÁVILA
A
llá en los misterios de mi viejo Mapiri, que quién sabe por qué ha sido rebautizado como Aljovín, cada calle, cada casa, cada requiebro del destino tiene su historia propia. Por lo menos, así lo ha dispuesto mi inapelable memoria de escribidor sin descanso y fantasma tutelar de ese bastión de recuerdos que suelo visitar de cuando en vez, para cantar y beber con el Cholo Teves, postrer sobreviviente del naufragio de mis pasadas vidas. Una de ellas, pareció en efecto terminar hace ya mucho, cuando al final de un choque faite, terminé en el quirófano del hospital entonces de las monjas, herido de guapeza y puñalada, cuando La Muerte me hizo un guiño que no pudo terminar en arrumaco. Ahicito nomás, al costado del Palacio de Justicia que le dicen, está “la bajadita”, que por su cómplice naturaleza ondulada, sombría y solitaria, cobijó más de un romance adolescente y a mi en particular, me hizo conocer los primeros
La luna sobre Mapiri besos de la chica más guapa de esos alrededores. En fin. Cuando leí en mi juventud, esos versos lorquianos que dicen: “Me sé todos los caminos…pero nunca llegaré a Córdoba…Porque me espera La Muerte, entre los muros de Córdoba”- no sé por qué, nació en mi el presagio gitano de que cuando llegue la hora, terminaré el viaje, justo en aquel nosocomio que una vez me resucitó tras un relámpago de acero que me rasgó el bajo vientre, como una suerte de atroz premio, por haber ganado un pleito desigual. De mi viejo amor de aque-
llos días felices y aventureros, queda por siempre vivo un recuerdo pertinaz y agridulce. Una imagen que aún me parece intuir, surgiendo al cabo de “la bajadita”, para darme el dichoso encuentro prometedor de un fin de semana entre guarachitas matanceras y boleros romanticosos de los inmortales “Panchos” que a veces canto bajo la ducha. Nunca he querido volver a “La Maison”, ni de visita siquiera. Será que aún no ha llegado el momento. Pero para cuando llegue, no encontraré razón para hacer esperar a La Gran Dama.
Ahicito nomás, al costado del Palacio de Justicia que le dicen, está “la bajadita”, que por su cómplice naturaleza ondulada, sombría y solitaria, cobijó más de un romance adolescente y a mi en particular, me hizo conocer los primeros besos de la chica más guapa de esos alrededores.
Por el contrario, me la chaparé bien rico, como si nos encontráramos en “la bajadita”. Como si El Diablo no se hubiera cansado de caminar y saber tanto. Como si sus sueños no se hubieran hecho tan viejos. Doy por seguro que antes de mi último suspiro, podré parafrasear a ese boticario cubano que compuso el más hermoso de los boleros y podré decirme a mí mismo, como quien escucha un sueño:”bajo el cielo del mundo, / brillarán muchas lunas / pero nunca ninguna /me gustó como tú”. Porque como despidiéndome, estoy seguro que la noche de mi adiós brillará sobre mi inolvidable barrio, el más hermoso de los plenilunios. Ese que evocará mi primer amor y las noches bailadoras de cuando yo era feliz y desde luego, indocumentado.
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staba en el Perú y nadie lo había descubierto. Estaba ante nuestros ojos trémulos, incrédulos e impacientes, pero, como siempre fuimos tardos para comprender que un nuevo genio del sexo, una luminaria del viejo in-out, habíase dignado nacer aquí, en nuestras narices. Pensaba pasar inadvertido en un triste papel de congresista, desarrollando actividades superfluas, sin brillo, ni connotación alguna, pero su verdadero talento, su genuino estro no será abortado para beneficio de todos los ‘eléctricos’. Ni Aghata Lys podría intuir lo que nos deparaba el cielo al enviarnos a su hijo más preciado en temas sensuales, para sacarnos del hoyo de la supina ignorancia sexual e ilustrarnos con su docta e incomparable sabiduría. Desde hoy JC Eguren es un nombre al cual deberíamos rendirle pleitesía por sacarnos del fango de las medias verdades e hipocresías insoportables con relación al noble contacto de las pieles. (Violines, y otros.) El gurú de nuestro despertar sensual, ha tirado por la borda la teoría de Masters y Jhonson, por muchas generaciones vigente en el mundo académico, que sostenía que la respuesta sexual se daba en 4 fases: Excitación, meseta, orgasmo y resolución, ahora nuestro Eguren, ha añadido la de lubricación, que según su irrebatible teoría a caballo entre las fases de meseta y orgasmo. Mas, si el encuentro se desarrolla con violencia, se aborta la secuencia. ¡Fantástico!. Masters y Jhonson ya fueron. Lo único que les queda es que se retiren dignamente y enseñen sus teorías obsoletas en algún colegio nacional. A ver si consiguen una plaza. Eguren, que por cierto es pariente directo del poeta, considera que la mujer violada debe tener al mostrito, porque lo importante no es la madre, sino el futuro delincuente que asolará las urbes. Solo a un genio conservador se le podría ocurrir una teoría que va más allá de nuestro entendimiento. La ACA, ( Asociación de Combis Asesinas) enterada del desflore de este elfo del sexo, solicitó en su despacho una conferencia magistral sobre lubricantes monogrado y multigrado y su incidencia en mediciones de aceite. Al parecer los chicos estaban en volandas, pues su talento no se refiere precisamente a esa clase de lubricación, que es hablar palabras mayores.
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MARCO FERNÁNDEZ A Marcelo, mi grande niño
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na noche, mi hijo me cogió desprevenido con una petición momentos antes de dormir: “Papá, ¿me cuentas un cuento?”. Aunque siempre he visto programas televisivos y películas donde un padre les lee cuentos a sus hijos, nunca pensé que Marcelo me lo pediría. Como siempre, mi hijo estaba un paso adelante. “No tengo un cuento a la mano. Y no me gustan ni La Caperucita Roja ni Los Tres Chanchitos”, dije con sinceridad. “Pero puedo contarte uno que leí hace mucho tiempo, pero lo recuerdo mal”, le mentí, haciendo tiempo para enlazar algunas ideas e inventarme un relato para la ocasión. “A ver”, me dijo, retándome con sus ojos grandes. Para entonces, a Marcelo le preocupaba ser pequeño y quería crecer lo más rápido posible. Parte de ese crecimiento era dejar de abrazarme, porque eso lo veía tal vez como una cosa de niños de 3 años y él tenía ya 4, supongo que pensaba. Así pude crear al vuelo la “Historia del niño que quería ser grande”. —Marce era un niño que quería ser grande —comencé mi relato, y, al instante, mi hijo me achinó sus ojos porque sabía que me estaba refiriendo a él, así que traté de ser menos obvio y le sumé un año a su edad para disimular. —Deseaba ser grande y sus padres estaban preocupados porque tenía 5 años y quería entrar al colegio, cosa que recién podría hacer a los 6 —me salvé. —Como muchos niños, una noche se acostó para rezar y, antes de decir Amén, se acercó a la ventana de su cuarto y, mirando al cielo, pidió: “Quiero ser grande. No para pegarle a los niños que me molestan ni para hacer lo que quiera como los adultos, sino para ser fuerte y útil para cuidar a mi mamá cuando papá no está”. Cuando dije esto, Marcelo se puso dos almohadas bajo la cabeza para sentarse a escuchar mejor. Sin querer, yo había volcado mis frustraciones y había puesto nuestra vida como materia narrativa. —”Amén”, terminó su oración y se echó a dormir. Su madre reparó en que su hijo dio un estirón cuando le quiso poner los zapatos y los vio reventados. Llamó por teléfono al padre y le informó: “Al Machile dio el estirón. Tenemos que comprarle otros zapatos para el nido”. Su papá seguramente le contestó lo de siempre, que comprara el calzado y que el fin de semana, cuando llegara a visitarlo, como siempre, le pagaría lo
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El niño que quería ser grande
correspondiente. Y así fue; pero para el fin de semana, ya no le entraban los zapatos nuevos, y tuvo que ir al “mall” en las sandalias del abuelo. “Papá, ¡estaba creciendo muy rápido!”, me interrumpió Marcelo, y agregó: “Crecía tan rápido y tan grande que nada le quedaba. Es así como yo voy a crecer”.Con esa expectativa de mi oyente, le conté y exageré todo lo que pude la historia. —Cuando regresó a su casa, tenía
puesta la ropa extralarga de una tienda de saldos estadounidense, como un saco mal cerrado por el que se sale el producto. Marceliñus andaba desparramándose por todos lados. Decidieron entonces envolverlo con las sábanas y llamar a un médico para determinar a qué se debía que creciera tanto. —”Esto es un fracaso de la ciencia”, dijo este: “Es algo antinatural, fuera de la realidad, lo que le está pasando”. —Decidieron internarlo en el hos-
Para entonces, a Marcelo le preocupaba ser pequeño y quería crecer lo más rápido posible. Parte de ese crecimiento era dejar de abrazarme, porque eso lo veía tal vez como una cosa de niños de 3 años y él tenía ya 4, supongo que pensaba.
pital, pero sus padres dijeron que lo llevarían a casa a tener un último momento familiar. Y llegaron en un “stationwagon” metiéndolo por la maletera como se hace con un chancho en el horno. No podía salir de la casa por la puerta y cuando lo sacaron por el portón al jardín supieron que esa sería su mejor morada. El hospital ya habría cerrado y lo mejor era esperar al lunes para tomar una decisión. “Debió sentir mucho frío”, dijo Marcelo, sensible al clima. —No sintió frío porque lo envolvieron como un tamal con las sábanas, y las ramas del jardín le dieron buen cobijo. Papá le dio las buenas noches a aquello que alguna vez fue su hijo y se acercó a la madre, y entre lágrimas desesperadas y abrazos de desconsuelo le dijo: “Saldremos de
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esta. Te lo prometo”. —”Uy, no pensé que fuera tan malo crecer”, pensó Marchy se durmió. En sus sueños se vio despertándose con el uniforme del colegio y caminando rumbo a sus clases, esquivando casas con pequeños saltos. “¡Era muuuuuuuuuuy grande!”, dijo Marce. —Pero estaba soñando. En la realidad era grande, pero no tanto. “¡Ah!”, exclamó. —Cuando llegó a la escuela, pudo entrar dando un paso sobre el muro hacia la canchita de fulbito haciendo que los alumnos de la formación corrieran despavoridos. Solo escuchó algunos ¡ahhhhhhhhh!, chiquititos, mientras veía como hormigas a sus compañeros perdiéndose a lo lejos. Se sintió solo: no tenía con quién conversar ni escuchaba bien esos soniditos que unos hombres emitían desde sus carritos de color verde con los que le aventaban chispitas picantes al cuerpo. Recordó la escena en una película donde un gorila gigante es perseguido por soldados hasta un edificio de donde no puede escapar. Y fue en ese momento en que sintió miedo. “Es muy triste, papá”, dijo el gran Marcelo. —Sí, fue tan triste que cuando se dio cuenta, ya no podía ver a las personas allá abajo. Había crecido tanto que su cabeza sobrepasó el techo de nubes. No entendía cómo se había quedado solo en esa inmensidad. Dirigió su mirada hacia la estrella más brillosa y le pidió, por favor, volver a la normalidad. Agachó la cabeza por debajo de las nubes y vio su cuerpo desnudo mojado por una suave lluvia que provenía de sus propias lágrimas. —Marche comenzó a reducirse de tamaño pausadamente. Los soldados vieron con asombro cómo el monstruo desnudo desaparecía empequeñeciéndose ante su vista. Antes de volver a su tamaño normal, corrió a su casa, esquivó balines de hierro y esperó afuera hasta alcanzar el tamaño adecuado para meterse en el jardín y acurrucarse bajo el árbol. En esa mañana, el mundo era una especie de maqueta irreal, por lo que por fin se dio cuenta de que esa era una pesadilla. Sonrió feliz y esperó dormido hasta que despertara al sueño tranquilo en que fue recostado en el jardín, y luego volviera a despertar a la realidad. Cuando lo hizo, mamá no podía con su alegría de verlo, dando gracias al cielo despejado por volver a ver con los mismos ojos y en un nuevo día a su hijo de cuatro preciosos años. “Papá, deberías comprar ese cuento”, me dijo Marce como reprendiéndome, cuando terminé el relato. Se dio media vuelta en la cama, y durmió complacido, como un bebé, mientras yo estiraba las piernas a un lado de la cama, con los brazos bajo la cabeza, sintiéndome el padre más mentiroso y afortunado de este mundo.
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8 DOMINGO 28 DE JUNIO DE 2015 OTRAS
DISQUISICIONES Víctor Hurtado Oviedo
L
ucio Torio Balbo no aparece entre los escritores que elogiaron al gran Epicuro. Torio vive ausente de los censos de la filosofía; nadie lo extraña, y ya nunca llegará, como les pasa a quienes se apersonan tan retrasados a las bodas, que, cuando aparecen, los novios ya se han divorciado. Hay gente que llega a la hora exacta, pero de otro día. La puntualidad es un arte cuyo dominio exige demasiado tiempo. El único que se ocupó de Lucio Torio fue Cicerón, y lo hizo para humillarlo en público, aunque en defensa de Cicerón cabe añadir que aún nadie ha inventado otra forma de humillar a la gente. Allá, en el siglo I previo a Cristo, cuando los calendarios viajaban en reversa, Cicerón escribió un libro tan actual que solamente le faltan los dos puntos en el título. De haber puesto dos puntos en el título, Cicerón habría escrito el primer libro de ciencias sociales de la cultura occidental. En su libro Del sumo bien y del sumo mal (liber II), Cicerón menciona las cualidades de Lucio Torio: hombre culto, agradable, pero amante de los placeres, si bien nunca hasta el exceso. Cicerón añade que Torio no creía en los dioses y se burlaba del culto que la gente les profesaba. En suma, Torio era un fiel discípulo de Epicuro, el filósofo griego que había invitado a cultivar la amistad y los placeres sencillos, y que había sugerido una forma elegante del ateísmo: no importa cuánto roguemos a los dioses, nunca nos escucharán. Diríase que este es un “ateísmo inverso”: los dioses sí existen, pero nosotros no existimos para los dioses. En el párrafo siguiente, Cicerón contrasta la vida de Torio con la de Marco Régulo, uno de los héroes romanos de
La generosa dinastía de
EPICURO
las guerras contra los cartagineses, quien murió torturado por estos. (Faltan pruebas documentales de esta muerte, mas, para no pelear, desde hace dos mil años lo creemos.) La jugada de Cicerón es tan evidente que resulta indigna de él. El orador apela a un héroe para denigrar la filosofía epicúrea; la rechaza pues, además de irreligiosa, ella niega las bases del nacionalismo ya que postula la hermandad de todos los seres humanos. “Cicerón enfoca con desdén la filosofía de Epicuro”, confirma Carlos García Gual en su ya clásico libro Epicuro (cap. XV). Dejemos quietas a las dramatis personæ durante 1.600 años y reanimémoslas en el siglo XVI en Francia. Cierta tarde, el caballero Michel de Montaigne comienza a escribir el ensayo De los inconvenientes de la grandeza, donde los roles se invierten: Régulo está bien, pero el ameno y humano Torio es un ejemplo más a la medida de quienes no procuran el poder ni la fama, tan sudorosos. “Montaigne detesta a Cicerón. Ya no es estoico: ahora es Epicúreo”, anota el costarricense León Pacheco (El hilo de Ariadna, V). Algo ha cambiado en el aire de Europa: el Renacimiento. La ruidosa grandeza que enseñó Roma cede lugar al ser humano atento a los derechos del prójimo: Montaigne, De las Casas, Vitoria, Grocio, el derecho de gentes, la objeción de conciencia... En el principio fue Epicuro; algo después, el imperceptible Torio Balbo.
Algo ha cambiado en el aire de Europa:
El Renacimiento. La ruidosa grandeza que enseñó Roma cede lugar al ser humano atento a los derechos del prójimo: Montaigne, De las Casas, Vitoria, Grocio, el derecho de gentes, la objeción de conciencia... En el principio fue Epicuro; algo después, el imperceptible Torio Balbo.
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