Director: Carlos Ramírez
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26 de Mayo de 2014
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Número 6 $5.00
Buendía 1984-2014 Suplemento especial Beltrones, más allá del 2015 Por Roberto Vizcaíno / 6
Denuncia, clave contra el hampa: García Ochoa Por Monserrat Méndez / 8
Apoyo a los jóvenes, tesis de Eviel Pérez Por Luis Carlos Silva / 8
Elecciones 2015 “calificarán” las reformas electorales Por Fernando Dworak / 7
El dilema del PAN: derecha o centro Por Carlos Ramírez / 4
México y el Mundo
Juan María Alponte / 9
Corrupción, ¿Una palabra sin sentido?, véase en italiano
Por Francisco Zarco
Manuel Buendía y el huevo de la serpiente
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Efecto Mariposa y semáforo político
Este 30 de mayo se recuerda el treinta aniversario del artero asesinato del columnista Manuel Buendía, autor de “Red Privada” en Excelsior. El crimen abrió el ciclo no sólo de inestabilidad nacional sino el inicio de la fase del crimen organizado como un grupo autónomo de poder. Si sigue siendo importante reabrir el expediente de ese crimen por qué Salinas de Gortari cerró el proceso con el encarcelamiento de José Antonio Zorrilla Pérez, director de la poderosa Federal de Seguridad, de hecho la indagatoria oficial dejó sin atender las derivaciones políticas del caso. A Buendía lo asesinaron cuando investigada la protección de delincuentes por parte de funcionarios, políticos y jefes policiacos. Un año después del asesinato de Buendía, los narcos asesinaron a un agente de la DEA en México, Enrique Camarena Salazar, y ahí salieron las primeras pistas de la relación orgánica del crimen organizado con el poder político. A lo largo de treinta años, la guerra la van ganando los criminales porque es la hora en que siguen apareciendo informaciones de políticos, funcionarios y policías al servicio del crimen organizado. Michoacán, Tamaulipas y Guerrero son algunos de los casos recientes que no son sino derivaciones de lo descubierto por Buendía en 1984. La batalla contra el crimen organizado no debe ser, como se ha visto en los años recientes, sólo el uso de los instrumentos policiacos para contenerla; de hecho, puede afirmarse que el proceso de aceleramiento de la violencia criminal es correlativo al proceso de democratización del país; pero en lugar de cuestionar a la democracia, los gobernantes y sus instituciones no ha creado un sistema de seguridad nacional, de seguridad interior y de seguridad público acorde a las nuevas reglas de la democracia. El recuerdo de los treinta años que han pasado desde el asesinato de un periodista es también el recordatorio de que el Estado y los gobernantes le han fallado a los ciudadanos.
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El 2012 panista Por Carlos Ramírez
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¿Habrá vida después del PAN? Por Carlos Ramírez
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¿Cuál será el destino de Beltrones a fines de 2014? Por Roberto Vizcaíno
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¿Qué esperar de la reforma electoral? Por Fernando Dworak
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Corrupción, ¿Una palabra sin sentido?, véase en italiano Por Juan María Alponte
Clima de ¡Pas! Por Luy
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Reforma política electoral: avances y retrocesos Por Emiliano López
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¿Por qué toleramos la corrupción? Por Armando Reyes Vigueras
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Meade, Portugal y el fútbol portugués Por Marcos Marín Amezcua
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La necesaria cultura del pacto [político] Joan del Alcázar
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La mentira del mexicano Por Samuel Schmidt
Directorio Mtro. Carlos Ramírez Presidente y Director General carlosramirezh@hotmail.com Lic. José Luis Rojas Coordinador General Editorial joselrojasr@hotmail.com Mtro. Carlos Loaeza Manzanero Coordinador de Análisis Económico Emiliano López Analista emiliano_082002@yahoo.com Raúl Urbina Asistente de la dirección general Luis Carlos Silva Redacción
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Indicador Político es una publicación semanal editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A., y el Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Registros en trámite. Circulación: 30,000 ejemplares noticiastransicion.com.mx
Índice
Editorial
No acepto la máxima de ojo por ojo, diente por diente, porque la sociedad la ha condenado como bárbara. Hoy se piensa de otra manera. La humanidad odia el crimen y compadece al delincuente. Lo repito: esa máxima es bárbara e indigna de pronunciarse en el Congreso mexicano.
Efecto Mariposa
Diógenes Por Iracheta
26 de Mayo de 2014
Semáforo Político Rojo
La inseguridad en Morelos, Michoacán y Tamaulipas ha revivido las críticas contra la estrategia de seguridad del gobierno federal; y de nueva cuenta falla la política de comunicación social.
Amarillo Famosas últimas palabras: “A que no se atrevería” (el secretario de Gobernación) a pedirle la renuncia a ningún gobernador, “porque no es su facultad”: gobernador oaxaqueño Gabino Cué Monteagudo. Es pregunta: ¿Cuántos políticos le están vendiendo a Gustavo Madero la versión de que él ganó la presidencia del PAN gracias a ellos?
Conspiracy Theory: Como la derrota es huérfana nadie se quiere hacer cargo del fracaso del premio de pensión vitalicia que exigieron los magistrados electorales por “servicios prestados a la Patria”. La crisis que viene: La jerarquía católica está jugando con fuego: por un lado promete lealtad al Presidente de la República, pero por otro va al Vaticano a envenenar al papa Francisco con la violencia mexicana. Y ahora se suma el aborto en Guerrero y Morelos.
LOS PROTAGONISTAS:
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, redujo las expectativas del PIB del país en este año de entre 2.3 y 3.3 por ciento. Todavía falta los recortes que prevé el INEGI, lo cual revela que en los primeros 18 meses del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto el crecimiento ha sido mínimo.
—El centro de la atención política es Gustavo Madero por la victoria contundente de 14 puntos de ventaja sobre Ernesto Cordero. Y aunque algunos quieren compartir el triunfo, en realidad Madero se perfiló como precandidato presidencial para el 2018. —Los jefes parlamentarios priístas, el senador Emilio Gamboa y el diputado Manlio Fabio Beltrones, serán las rock star de los próximos días por la negociación de las leyes secundarias en telecomunicaciones y petróleo. Ahí van a bloquear al PRD y a AMLO. —Como un fantasma, Marcelo Ebrard Casaubón está buscando desesperadamente la puerta de emergencia de los trenes de la Línea 12 para poder regresar a la política sin objeciones; su meta hoy es una diputación federal el año próximo.
3 Aunque la CNTE de maestros disidentes quedó inmovilizada con las amenazas del gobierno de usar el poder para impedir marchas, de todos modos seguirán movilizados pero sin estrangular la ciudad.
Verde
Buena reacción de las redes sociales contra la decisión de senadores de darles pensión vitalicia a los magistrados electorales enfrentando a los legisladores y obligando a los magistrados a rechazarla.
Escenarios de Riesgo ANÁLISIS DE RIESGO: El factor desestabilizador será el grupo político de Calderón-Cordero, quienes perdieron la elección pero manejan legisladores panistas en ambas cámaras y podrían entrampar las iniciativas. Al interior del PAN Calderón-Cordero pidieron una lista muy grande de peticiones.
ESCENARIOS: 1.- Óptimo. Cordero se pone de acuerdo con Madero y definen una agenda común para sacarle más concesiones al gobierno priísta en materia política. 2.- Medio. Cordero resiste una negociación pero sin romper con el PAN ni con el gobierno, y acredita sus demandas a la negociación de cargos en el CEN y candidaturas al 2015. 3.- De Riesgo: Cordero se niega a pactar y obstaculiza el funcionamiento del PAN, obligando a Madero a endurecer la disciplina, a ver la salida de panistas y a disminuir la fuerza del PAN en las negociaciones.
26 de Mayo de 2014
Columna Indicador Político
El 2012 panista Por Carlos Ramírez
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n las elecciones de julio del 2012 no ganó el PRI. En realidad perdió el PAN. Como partido en el poder el PAN tenía el porcentaje de ventaja de ejercer el poder presidencial. Pero no pudo. En el 2006 fue el primer aviso: el candidato presidencial del PRI apenas pudo superar al candidato presidencial del PRD por medio punto porcentual. El segundo aviso ocurrió en las elecciones legislativas del 2009: el PAN perdió posiciones: 143 sobre las 207 del 2000. La tercera fue la vencida en el 2012: un partido sin rumbo ni fuerza, una candidata alejada del apoyo presidencial y un candidato del PRI intensamente mediático y carismático. Como el PRI en el 2006, el PAN en el 2012 cayó hasta el sótano del tercer lugar en las elecciones presidenciales. En el 2006 al PAN le pasaron un ajuste de cuentas por doce años mucho más radical y brusco que al PRI en el 2000 por setenta y un años de dominio presidencial. Por eso la parte más complicada del asunto radica en indagar por qué perdió el PAN, no por qué ganó el PRI. No fue culpa de Felipe Calderón Hinojosa; no sólo de él, sino de la falta de visión sistémica del PAN. Si acaso, de Vicente Fox Quesada que quemó el bono democrático del cambio político por el disfrute hedonista del poder y decidió abandonar el camino de la alternativa de modelo de desarrollo por el entendimiento con el PRI. Fue, pues, del PAN como partido, como élite en el poder, como clase política gobernante, como responsable de asumir la presidencia de la república después del PRI. Y hay diez hipótesis de trabajo para tratar de explicar el fracaso: 1. El PAN logró la transición electoral para impulsar la alternancia pero dejó vivo el sistema político priísta y, por tanto, al PRI como estructura de poder. 2. La alternancia partidista no llevó al paso obligado de toda transición a la democracia, luego de derrotar al partido autoritario en el poder: la instauración democrática. 3. El PAN no supo operar la relación institución presidencial-partido en el poder para crear una base social sólida en función de un programa de gobierno. 4. El PAN decidió gobernar en solitario, sin un acuerdo por la democratización y sobre todo sin crear una nueva hegemonía política de centro. 5. El PAN asumió la continuidad del proyecto de gobierno del PRI en su fase neoliberal en función de que se trataba del mismo modelo económico y productivo. 6. El PAN, a lo largo de doce años, prefirió pactar con el PRI la gobernabilidad mientras el PRI y el PRD construyeron sus alianzas con otras formaciones partidistas. 7. El PAN careció de una reflexión teórica sobre la crisis del sistema político y no evolucionó su percepción sobre el agotamiento —sus razones y sinrazones— del PRI. 8. También el PAN careció de una reflexión intelectual histórica como se vio en la celebración sin rumbo ni sentido del Bi-Centenario de la Independencia y la Revolución, las dos como partes esenciales del pensamiento político del PRI en el poder. 9. El PAN careció de una reflexión política de los dos resultados electorales, del 2000 y del 2012, en las que
el partido ganó la presidencia pero no la mayoría legislativa ni la mayoría de los gobiernos estatales. 10. A pesar del desafío de construir un nuevo proyecto nacional, el PAN se conformó con administrar la crisis, gestionar la eficacia desigual del modelo de desarrollo y su política estabilizadora, y darle continuidad a la política social asistencialista del PRI.
En suma, el PAN no entendió que la victoria electoral en el 2000 ocurrió por el voto del cambio que planteó la derrota del PRI de Francisco Labastida Ochoa y que la apretada victoria en el 2012 dejó como cuña la movilización social del PRD de Andrés Manuel López Obrador. II La debacle electoral del PRI se veía venir: la mayoría absoluta en la elección presidencial se perdió en 1988 cuando el candidato Carlos Salinas de Gortari acumuló apenas 50.39% de los votos. Tocó piso con la candidatura presidencial de Roberto Madrazo Pintado en 2006 cuando su votación presidencial fue de 22.23%. Y recuperó la presidencia en el 2012 por la redistribución del voto entre tres candidatos: Enrique Peña Nieto ganó con el 38.21% de los votos. A nivel de votación de senadores, la crisis se supo cuando en el 2000 el PRI alcanzó sólo 59 senadores, contrastando con los tiempos pasados cuando hasta 1976 tenía el 100% de las curules. Igualmente tocó piso en la elección del 2006, con Madrazo Pintado como candidato, cuando sólo alcanzó 39 curules. En el 2000, a pesar de la victoria de Peña Nieto, el PRI sólo llegó a 52 senadores, contra los 95 de 1994. En votación de diputados, el PRI pasó de 300 en total en 1994 a 208 en el 2000, 121 en el 2006, 237 en el 2009 y 212 en el 2012. Los asientos legislativos ser redistribuyeron entre el PAN y el PRD: de los 207 en el 2000 por el efecto Fox —la votación legislativa más alta—, el PAN bajó a 206 en el 2006, 143 en el 2009 y 114 en el 2012. El PRD sólo llegó alto en las federales del 2006 por el efecto López Obrador y acumuló 160 diputados, pero cayó a 71 en el 2009 y sólo 104 en el 2012. III El PAN resultó el beneficiario de la acumulación de crisis del PRI en el gobierno federal y en la punta de la pirámide del sistema presidencialista. Si se revisa la historia política del sistema se podrá percibir que el PRI nunca tuvo una época de oro, ni siquiera en los tiempos en que la oposición carecía de registro legal: el PRI nació en 1929 luego de una guerra de élites bastante sangrienta; sus primeros años estuvieron marcados por las tensiones internas, los magnicidios, las renuncias, el exilio forzado el hombre más fuerte de la Revolución, el sexenio del radicalismo ideológico, luego la estabilización, las protestas obreras, las movilizaciones estudiantiles, las guerrillas, el neopopulismo que condujo a la quiebra del sistema económico, el neoliberalismo excluyente y la nueva fase de lucha en las élites. A lo largo de setenta y un años con partido, y de noventa como grupo dominante, el PRI fue un enigma para los analistas políticos; en 1972 Daniel Cosío Villegas señaló que en el extranjero veían a México como un fenómeno político por la estabilidad política en medio de la inestabilidad social y los altibajos económicos1. Sin embargo, nunca hubo un secreto como tal. En todo caso, los métodos de análisis de la ciencia política estadunidense no pudieron aprehender en 1 Cosío Villegas, localiza cita sistema político.
sus parámetros cuantitativos el funcionamiento del sistema político como un organismo social. Pero los tres mecanismos de cohesión interna de México en el largo periodo 1929-2000 fueron muy claros: • El consenso histórico de la Revolución Mexicana como el elemento unificador. El PRI se apropió del objetivo de justicia social. En 1967 los politólogos Gabriel Almond y Simon Verba realizaron una encuesta sobre cultura cívica en cinco países, entre ellos México. Y de México llegaron a la conclusión de que existían dos factores que amalgamaban la unidad interna: la Revolución Mexicana y el Presidente de la República2. • La disciplina política se construyó sobre el poder del Presidente de la República como la autoridad máxima. El presidencialismo fue creado por Juárez, consolidado por Díaz y fortalecido por Cárdenas. Pero el presidencialismo fue un instrumento de lo que fue el realidad el centro del poder político: el PRI como partido-sistema; el espacio de interrelación de los seis poderes que se amalgamaban vía el partido, como centro del modelo del tablero de damas chinas: presidente, presupuesto, Estado, Constitución, cultura política y sectores invisibles fuera del sistema pero funcionales al sistema3. Vía el PRI, el sector central y el poder judicial, el presidente distribuía cargos. • El poder, visto desde el punto de vista weberiano: el poder coercitivo, de dominación4. La centralización del poder en la figura del Presidente de la República estableció los mecanismos de acceso, regulación y administración del poder político. De ahí que esa centralización del poder haya sido una de las claves que permiten explicar la funcionalidad del sistema político. La crisis más determinante de la hegemonía del PRI no ocurrió con los crímenes políticos —Álvaro Obregón y Luis Donaldo Colosio— ni con las insurrecciones civiles —protestas y guerrillas—, ni con las crisis económicas —1976-1995—, sino que se dio justo cuando el sistema político priísta perdió el dominio del consenso hegemónico que representaba la Revolución Mexicana: en 1991 el presidente Carlos Salinas de Gortari inició la fase de modernización ideológica de México a partir de la exclusión —en realidad traslado de sus restos a la rotonda de los héroes ilustres— de la Revolución Mexicana del discurso central del PRI y luego las reformas constitucionales de los artículos que sustentaban el dominio ideológico de la Revolución: el ejido, la iglesia y el Estado. El modelo de república de México fue un mecanismo instrumental-procedimental-orgánico interrelacionado, con dominio de tres pilares fundamentales: • El sistema político, basado en el PRI y el presidente de la República. • El modelo de desarrollo dominado por el Estado como el gestor y redistribuidor de la riqueza. • El pacto constitucional como el elemento legitimador. 2 Almond y Verba, localizar cita. 3 Ramírez, Carlos, ensayo inédito. 4 Weber, poder, localizar cita.
Columna Indicador Político
26 de Mayo de 2014
¿Habrá vida después del PAN? Los desafíos de Gustavo Madero y el trauma electoral del 2012 Por Carlos Ramírez I a elección de dirigencia panista el domingo 18 de mayo pasado fue producto de una larga crisis del PAN que pudiera plantearse en una hipótesis de trabajo: El PAN pasó de oposición leal como contrapeso político-moral al PRI a un partido por la alternancia, pero sin estar preparado para el desgaste del ejercicio del poder. Asimismo, el PAN logró estar sólo dos sexenios en el poder y hubo de regresarle el poder presidencial al PRI. En el 2012, el PAN no logró entender las razones de la derrota: por qué el electorado le había perdonado al PRI setenta y un años en el poder sin una derrota presidencial como castigo y al PAN sólo le permitió doce años. Vicente Fox ganó la presidencia con una cómoda ventaja de 6 puntos porcentuales y más de dos millones de votos frente al PRI, pero Felipe Calderón logró apenas una ventaja de medio punto porcentual y 244 mil votos. En este escenario, las presidenciales del 2012 fueron un reto para el PAN. Las razones de la derrota del 2000 fueron varias. Pero hay dos versiones oficiales del PAN: 1.- En el documento “Contenido y alcance de la reforma estatutaria de Acción Nacional”, de noviembre de 2012, se incluye una encuesta que trata de explicar la derrota presidencial. El 49.63% de los panistas acreditó la derrota presidencial a “la violencia que resultó del combate a la delincuencia” y el 27.12% culpó a la candidata presidencial Josefina Vázquez Mota. Y hubo otros dos factores adicionales: la mala campaña presidencial y las divisiones panistas, sobre todo el desapego del presidente Calderón hacia la campaña panista. 2.- En el documento de trabajo 4 de la Fundación Rafael Preciado titulado “Elecciones 2012”, el politólogo Juan Molinar Horcasitas publicó un análisis cuantitativo de la derrota y concluyó tres razones: la pérdida temporal y espacial de votos del PAN en el 2006 y el 2012, los votos a favor del PAN en el 2000 y el 2006 regresaron al PRI y hubo un voto de castigo por la crisis económica del 2008.
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II La dirección nación al del PAN se ha convertido en un problema partidista. En 1976 el PAN no presentó candidato presidencial por la disputa por la presidencia del partido. En esa coyuntura el PAN dio un salto cualitativo hacia la búsqueda de la alternancia, abandonando el modelo calificado por la politóloga Soledad Loaeza como “oposición leal”. El principal dato de esa etapa fue la incorporación al PAN del grupo llamado de Los Bárbaros del Norte: empresarios activistas de Chihuahua, Nuevo León y Sinaloa. En las elecciones municipales de 1983-1984 este grupo propició una santa alianza del PAN-embajada de los EU-empresarios-obispos conservadores del norte que ganó alcaldías y obligó al presidente Miguel de la Madrid a respetar los votos. La crisis económica 1982-1988 llevó al electorado a cobrarle la factura al PRI con votos en contra: del 75% de los votos a favor de De la Madrid, el candidato presidencial priísta Carlos Salinas de Gortari apenas alcanzó 50.36%. El liderazgo panista de Los Bárbaros del Norte hizo repuntar los votos a favor del PAN rebasando el techo de 10% de 1964. Y aunque Manuel J. Clouthier registró el 16.8% de los votos, su activismo colocó al PAN en la posición de partido con afán de alternan-
cia. Con Clouthier, un empresario activista, el PAN endureció su lenguaje de crítica al sistema priísta y consolidó el objetivo de la alternancia. En las presidenciales de 1994, con el colapso político, el candidato Diego Fernández de Cevallos dio el salto al 26% de los votos y 9.1 millones de sufragios, un trampolín que aprovechó Fox para ganar la presidencia con el 42.53% y 16 millones de votos. La gestión de Fox se alejó del PAN y pactó con el PRI y el gobierno de Calderón se centró en la guerra contra el crimen organizado pero con una pésima política de comunicación social. El PAN no cambio el régimen ni creó nuevas alianzas políticas, abandonó la estrategia de la alternancia y no supo administrar la relación PIB-gasto social. Calderón no logró imponer candidato presidencial y la ganadora Vázquez Mota se ahogó en la campaña. La crisis de gestión de gobierno del PAN llevó al partido al tercer lugar de las votaciones en julio del 2012. III La crisis de dirección en el PAN estalló en el 2009 con el fracaso partidista en las elecciones legislativas intermedias y llevó a la renuncia apresurada de Germán Martínez Cázares. El relevo de César Nava, salido de la secretaría particular de la presidencia, sólo atizó la crisis con una presidencia panista de apenas quince meses, para dar paso a Gustavo Madero. Madero también tuvo su crisis: la selección de candidato presidencial se salió del voluntarismo presidencial y entró en la dinámica de los estatutos donde Calderón no pudo imponer a su preferido Ernesto Cordero. Así, Madero tuvo que lidiar en su competencia con el PAN, con el saldo negativo del gobierno calderonista en violencia y crisis económica y con la pésima campaña de Vázquez Mota. Perdida la presidencia, Madero se dedicó a encapsular a Calderón. La derrota de la dupla Calderón-Cordero en la elección panista le presenta a Madero una serie de desafíos: 1.- Reconstruir la unidad del partido estableciendo formas de participación interna y evitando el síndrome de las tribus. 2.- Resolver el dilema ideología-doctrina. La primera tiene que ver con el valor del poder; la segunda con el valor de las ideas. 3.- Redefinir el papel de la militancia, reconstruyendo las formas de incorporación al partido que se destruyeron por el oportunismo del cargo público.
El PAN tendrá que decidir entre tres opciones: partido político, grupo de presión o contrapeso moral. (...) si no quiere perderse en los senderos del rechazo electoral. 4.- Decidir el dilema de Estado-partido. El PAN fue crítico severo al modelo PRI-gobierno y PRIEstado, pero la estructura social y política del país encuentra solidez sólo en ese esquema de dependencia mutua. 5.- Por tanto, el otro dilema es de la filosofía política: ética y poder, ambas de suyo excluyentes, salvo cuando se encuentran formas nuevas de ejercer el poder sin prostituirlo. 6.- El problema no resuelto en el PAN es el de las masas militantes: ¿gobernar desde las élites sin organizar a las masas o reconocer el corporativismo como estructura de gobierno? 7.- La ideología será clave para el PAN. El PAN nació desde la derecha convencional y cayó en las redes de la derecha religiosa que tanto daño ha hecho a la historia. Pero los modelos ideológicos son hoy diferentes. El espacio político ciudadano por excelencia es el centro. De ahí que el PAN tenga que correrse de la derecha al centro, si realmente quiere tener mayores posibilidades de regresar al poder como partido competitivo. 8.- La elección de Madero logró superar uno de los lastres del PAN: el peso político de las figuras de Fox y Calderón dentro del partido. Pero para ello necesitará el PAN construir nuevos liderazgos, crear figuras jóvenes y salirse del dominio político de los viejos panistas. 9.- Las aduanas electorales del 2015 y 2018 no serán un atractivo para el PAN. En las cifras electorales históricas, el PAN pierde votos en las intermedias y las federales sólo aumentan con candidato atractivo. Y como se ven las cosas ahora, el PAN carecerá de un candidato rentable. 10.- La dirigencia de Madero debe ser transitoria y de hecho tendrá que impulsar desde ahora a nuevas figuras políticas. En todo caso, Madero logró contener la intención de Calderón de quedarse con el partido. Pero le faltará construir una nueva generación dirigente. 11.- Al final de cuentas, el PAN ya no puede regresar al pasado histórico pero carece de horizonte político. El costo político de su participación en el Pacto por México se verá en reducción electoral. 12.- El PAN tendrá que decidir entre tres opciones: partido político, grupo de presión o contrapeso moral. Su fase de colaboracionismo tendrá que ser coyuntural si no quiere perderse en los senderos del rechazo electoral. El PAN tiene que dar resultados en el corto plazo porque las legislativas intermedias de julio del 2015 serán decisivas para las presidenciales del 2018 y para el relevo de más de la mitad de las gubernaturas. La prioridad de Madero no sería la recuperación de la presidencia sino frenar la debacle electoral del PAN. http://noticiastransicion.mx carlosramirezh@hotmail.com @carlosramirezh
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26 de Mayo de 2014
Columna Tras la puerta del poder
¿Cuál será el destino de Beltrones a fines de 2014? Por Roberto Vizcaíno
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sus 61 años, Manlio Fabio Beltrones Rivera, con una carrera política y de poder sin paralelo entre todos los miembros del actual Congreso de la Unión, camina rápidamente a uno de los momentos más determinantes de su vida. Y este es el de su destino inmediato, ese que deberá responder a una sola interrogante: ¿Qué será de él, qué cargo ocupará después de fines de este año? ¿Cuál el futuro de su amplio y poderoso grupo político? Beltrones llega a este momento con una edad que no lo anula para continuar en la política y el poder, pero sí lo limita dentro de un universo de jóvenes prospectos que buscan ascender a niveles y etapas superiores. Todo ello ocurre en una administración donde el Jefe del Ejecutivo irradia juventud y se somete a un vertiginoso ritmo de trabajo que lo hace estar un día en Sudáfrica y al siguiente en un desayuno con industriales en Monterrey. Pero sobre todo en un país con una población predominantemente joven, donde los viejos usos y costumbres políticas, y los políticos, son vistos con desprecio. En este contexto lo esencial para el sonorense y su grupo, es que para nadie dentro de la política es ajeno que a fines de este año termina en los hechos el trabajo de la actual legislatura en la Cámara de Diputados, de la cual es el personaje más sobresaliente, dominante. Con las reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto, aprobadas y en plena aplicación, a las puertas del 2015 en que se renovarán las 500 diputaciones federales en San Lázaro -300 de mayoría y 200 plurinominales-, y en que se elegirá a 9 gobernadores, 16 nuevos delegados del DF y renovarán 66 asientos en la Asamblea capitalina, además de unas 980 alcaldías y quizá 500 diputaciones locales en 17 estados, la actual legislatura pasará a ser puramente testimonial. Para entonces la coordinación de los diputados del PRI que hoy ocupa Beltrones perderá la relevancia que adquirió a fines de 2013 e inicios de 2014 con el paso de las reformas transformadoras. Con la aprobación a mediados de noviembre próximo del Presupuesto de Ingresos y Egresos para 2015, morirá en los hechos la actual Cámara de Diputados. A partir de ese momento todo el interés y las miradas de los políticos se concentrarán en el proceso electoral de 2015. No pocos diputados de todos los partidos abandonarán sus curules para ir a buscar uno de los cargos en juego. La 62 legislatura pasará a ser predominantemente de suplentes. Ese será quizá el momento más determinante para el futuro de Manlio Fabio Beltrones Rivera y su ahora poderoso entorno. Economista por la UNAM, Beltrones ha sido gobernador de Sonora, subsecretario de Gobernación durante la titularidad del emblemático Fernando Gutiérrez Barrios, 4 veces diputado federal, 2 veces senador y líder de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares además de otros cargos dentro del PRI del cual es militante desde 1968, desde que tenía 16 años. Al importante listado de cargos políticos y de poder Beltrones suma una capacidad altamente reconocida de negociación y concertación de acuerdos. Es, dicen todos, “un político de palabra”. A lo que se compromete, lo cumple, aseguran.
Es también un fuerte contendiente. Aunque no se sabe de qué haya arremetido o dañado a nadie, hay quienes le temen. Pero por sobre todo lo anterior, es un celoso líder de su grupo. Con todos estos elementos, hace 3 años fue el contendiente natural del entonces precandidato Enrique Peña Nieto a la nominación del PRI a la Presidencia de la República. Y la jugó. Hoy, por eso y por lo que representa dentro de la política nacional, hay quienes en el entorno del actual mandatario federal lo ven como un obstáculo y un riesgo para otros grupos y personajes. Hoy, para nadie es un secreto, ya está en marcha la sucesión de 2018. De ahí que el futuro de Beltrones no sea claro. Dentro de este ambiente, es común escuchar que luego de noviembre o diciembre próximos, el presidente Peña Nieto le pedirá ser embajador en algún país de Europa. Sería una delicia para sus malquerientes que aceptara algo así. Otros más cercanos lo hacen en la principal cartera de Bucareli, y algunos más lo ubican como el próximo dirigente nacional del PRI para conducir el complicado proceso electoral de 2015. Esto quizá sería lo más lógico para una personalidad y currículum como el de Manlio Fabio. Evidentemente todas son especulaciones. Nadie está en la cabeza del presidente Peña Nieto y sólo él podría tener una respuesta al ofrecimiento que le pudiera hacer próximamente a Beltrones, luego de haber sido un eje esencial para la aprobación y promulgación de las reformas estructurales más trascendentes en la historia legislativa de México. Donde quiera que vaya, el sonorense será un poderoso elemento de atracción y de alta negociación política. Por ello Peña Nieto no podría colocarlo en Bucareli. Si lo hiciera sería como revelar un destape sucesorio muy prematuro, aunque no fuese esa la intención. Si lo hiciera, creo, sería quizá una jugada de engaño por lo que el Beltrones pudiera llegar a representar. En todo caso no hay que olvidar nunca que Enrique Peña Nieto es ya Presidente de México, y que es el único que puede designar o retirar a alguien en un cargo dentro de su esfera y Gabinete. Como sea, la experiencia, habilidad y fuerza de Manlio Fabio Beltrones se deja ver en la estructura creada por él para ejercer el control y a la vez alentar a sus coordinados dentro de la Cámara de Diputados. Surgido de una estirpe de políticos priístas en la que las posiciones distinguen al personaje, Beltrones creó una primera estructura formada con coordinadores de los grupos de diputados priístas por cada estado. Así hay coordinadores que comandan bancadas de 38 legisladores, como lo era hasta mediados de la semana pasada José Manzur con los del Estado de México, hasta quienes como Pilar Moreno, de Aguascalientes, Manuel Añoirve de Guerrero o Guadalupe Sánchez de Tlaxcala, se coordinan a sí mismos porque en esos estados sólo hay un diputado priísta y esos son ellos mismos. Cabe destacar que estos coordinadores parlamentarios por estado, son correas de transmisión una especie de representantes de Beltrones ante el Gobernador del estado, en los casos en que son de extracción priísta.
Adicionalmente el sonorense creó 18 vicecoordinaciones temáticos a fin de darles cargos políticos a la mayoría de los 212 diputados bajo su mando, de forma tal que nadie quedara relegado. De igual forma hay una vicecoordinación de Política Interior encabezada por Carlos Aceves del Olmo. Una de Política de Contenidos donde está el gran amigo, hermano político de Beltrones, el tamaulipeco Marco Bernal. En la de Política Social se encuentra María de las Nieves García y en la de Política Económica se ubica el neolonés Eloy Cantú. La Parlamentaria y de Debate Legislativo la dirige Manuel Añorve, quien actúa como la sombra de Beltrones a quien imita hasta en el color de los zapatos. La vicecoordinación de Seguimiento del Pleno la ocupan el mexiquense José Rangel, el quintanarroense Raymundo King de la Rosa, el sinaloense Jesús Valdéz y el jalisciense Marco Barba. La de Apoyo a Presidentes y Secretarios de Comisiones la ocupaba José Manzur, quien dejó la curul a mediados de la semana pasada para ir a ocupar el cargo de secretario general de Gobierno al lado del gobernador Eruviel Ávila. La Jurídica-Parlamentaria la lleva el reconocido abogado neolonés Héctor Gutiérrez de la Garza y la de Enlace con el Senado, la ocupa el también neolonés Jorge Mendoza. La de Enlace con el CEN del PRI, y de Elecciones, la ocupan el campechano Alejandro Moreno y el sinaloense Heriberto Quiñonez, el más claro precandidato al gobierno de Sinaloa. Las vicecoordinadoras de Acuerdos de la Plenaria, son la veracruzana Regina Vázquez y la queretana Delvim Fabiola Bárcenas. Los de Acuerdos del Consejo Consultivo son el chiapaneco William Oswaldo Ochoa –otro personaje por demás cercano y de las confianzas de Beltrones-, y la morelense Marisela Velázquez. En la vicecoordinación de Oficialía Mayor se encuentra la diputada duranguense Lourdes Quiñones mientras que en la de Gestión Social interactúan los diputados Marina Garay, de Veracruz; María del Carmen García , de Puebla. e Irazema González, del Estado de México. La vicecoordinación de Relaciones Inter-Institucionales con otros partidos las ocupa Arnoldo Ochoa, de Colima. La de Enlace con Congresos Estatales la lleva el hidalguense José Antonio Rojo. La de Vinculación con Organismos Empresariales la tienen Juan Manuel Diez, de Veracruz; Faustino Félix, de Sonora, y Adriana Fuentes, de Chihuahua. En la de Vinculación con Organismos de la Sociedad Civil están María del Rocío García, de Puebla; Leticia Calderón Ramírez, del Estado de México; María Esther Garza, de Guanajuato. Todo esto sin contar con que priístas ocupan las presidencias y secretarías en la mayoría de las 70 comisiones regulares y especiales de las cuales forman parte todos los diputados de la bancada tricolor. rvizcainoa@gmail.com
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26 de Mayo de 2014
¿Qué esperar de la reforma electoral? Por Fernando Dworak
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ace unas semanas el Congreso de la Unión aprobó en sesiones extraordinarias la reglamentación secundaria en materia político-electoral. Aunque hay avances, el reeditado marco normativo sigue siendo a modo de los partidos y sus intereses. Antes de desanimarse o sentirse indignados, es necesario conocer las condiciones en que se dio y adelantar las coyunturas bajo las que se puede modificar en el futuro. A partir de 1996 las reformas en materia electoral no sólo han fortalecido a los partidos, sino han creado condiciones donde se premia la incompetencia política en lugar de que se puedan distinguir las mejores opciones de gobierno. Parte del problema está en la imposibilidad de votar retrospectivamente, con base en desempeño, al no haber reelección inmediata. Su restauración a partir de 2018 abrirá una curva de aprendizaje para el electorado tras la cual habrá una mejor capacidad para evaluar. Pero para que esto pueda operar de una manera más eficaz se necesita un libre flujo de información para que cada quien tenga herramientas para evaluar. La reelección también ha llevado a partidos fuertes en cuanto a atribuciones legales y recursos, pero expuestos constantemente a los embates del faccionalismo, especialmente cuando se encuentran en la oposición. La razón: son quienes deciden las candidaturas en un entorno donde nadie puede competir para el mismo puesto. De esa forma basta y sobra adueñarse de la estructura política para tener un cargo de elección al nivel que se controle.
Por lo anterior los partidos no pactaron una Ley General de Partidos Políticos que dañe sus intereses: ¿por qué habrían de hacerlo? En lugar de hacernos ilusiones de que los institutos políticos se van a abrir voluntariamente, debemos tener presente que esto se da cuando no tienen otra opción: las victorias que hoy gozamos en materia de libertades públicas son producto de más de trescientos años de lucha contra el poder. ¿Qué podemos esperar? La reelección inmediata puede ayudar a que los legisladores y autoridades municipales tengan la suficiente fuerza en su localidad para retar a los partidos. La competencia repetida por el mismo puesto puede llevar a campañas más económicas, lo cual hará que sean menos necesarios los recursos del partido. Una militancia más asertiva y con arraigo se enfrentará tarde o temprano con las estructuras partidistas. En algunas ocasiones ganarán unos u otros, pero a partir de esas tensiones podremos hablar de mejores reglas en materia de gastos de campaña o elecciones primarias abiertas al menos a la militancia del respectivo partido. Otro problema es la creencia de que la democracia implica equidad en la contienda para todos los partidos. De acuerdo con un texto publicado por académico José Antonio Aguilar Rivera en el número de abril de Nexos, creemos que se debe establecer una cancha de juego completamente rasa para las élites políticas, en lugar de normas que premien
Si el Consejo General del INE sobrevive sin sobresaltos a las elecciones de 2018, las instituciones electorales entrarán en una etapa de estabilidad.
a las opciones más competitivas, de tal forma que las menos competitivas desaparezcan. Este sistema, prosigue Aguilar Rivera, es compatible con un sistema de partidos cerrado y leyes electorales que limitan las opciones de los ciudadanos: un sistema de información abierta perjudica a partidos tan débiles. De esa forma el fracaso por alcanzar la equidad ha producido sobrerregulación y al no satisfacer por completo a algunos grupos, se produce/fomenta mayor sobrerregulación. Un sistema así diseñado no sólo premia la incompetencia disfrazada de reclamos por inequidad y conspiracionismos diversos, sino que hace ineficaz una verdadera supervisión de la norma y facilita la infracción a normas tan detalladas. ¿Estamos atorados en este problema? Mientras los partidos sigan teniendo el control férreo que tienen, sí. Finalmente la inestabilidad de las normas electorales tiene su explicación en la falta de continuidad en las carreras de quienes los pactan: los diputados. Un legislador entrante no tiene por qué respetar los acuerdos de quienes les precedieron y, si las normas electorales generaron problemas en los comicios anteriores, el incentivo es a reformarlas junto con sus operadores. Este problema lo enfrentó el Consejo General del IFE que presidió Luis Carlos Ugalde: el PRD se salió de las negociaciones para su conformación, lo cual generó un problema de legitimidad de las autoridades electorales que fue explotado en 2006 por López Obrador. En 2007 ninguno de quienes negociaron el consejo tenían interés estaba en funciones, por lo que se decidió su renovación. Aunque en ese año se aprobó el cambio escalonado, la reforma de 2013 motivó a un nuevo cambio. Si el Consejo General del INE sobrevive sin sobresaltos a las elecciones de 2018, las instituciones electorales entrarán en una etapa de estabilidad gracias a que habrá diputados que puedan dar seguimiento a sus acuerdos a lo largo del tiempo. ¿Qué esperar del futuro? Las elecciones intermedias de 2015 serán la oportunidad para calibrar aquellos vacíos que pueda tener el nuevo marco normativo. El reto de la ciudadanía será tener una plataforma asertiva de reformas a partir de 2018, donde el siguiente reto de la reforma política será liberalizar y desregular un marco electoral que premia la incompetencia y el control vertical de los partidos.
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26 de Mayo de 2014
Fudamental la denuncia ciudadana para vencer al hampa: General García Ochoa Por Monserrat Méndez
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l Comandante de la II Región Miliar, Augusto Moisés García Ochoa, destacó el decomiso de 40 toneladas de marihuana realizado hace unos días en la Ciudad de Tijuana. García Ochoa dijo que se trató de un trabajo coordinado entre la Policía Municipal, el Ejército, y en especial destacando el apoyo de la ciudadanía mediante la denuncia, lo cual calificó como algo ejemplar; además calificó que esta acción representa “el más importante decomiso en la región”, en lo que va de la administración, ya que decomisar 40 toneladas no es un hecho común. Además, el Comandante lanzó una invitación a la población para que confíen en las autoridades policiacas y militares y continúen denunciando. El General Augusto Moisés García Ochoa ha sido un militar de alto rango en el Ejército Mexicano que se ha caracterizado por el apoyo al combate a la delincuencia organizada, narcotráfico y delitos contra la salud, con férrea disciplina y que se ha mostrado del estricto apego a las leyes militares, bajo las más estrictas normas de calidad y seguridad. Durante sus más de 30 años de carrera en las fuerzas armadas, el general García Ochoa, buscó el impulso de los valores cívico militares en sus subordinados, bajo el esquema del trabajo, lealtad y apoyo a las instituciones como es la Fuerza Aérea Mexicana y la Defensa Nacional.
El General Augusto Moisés García Ochoa, comandante de la II Región Militar del país.
Pérez Magaña apuesta por apoyar a los jóvenes
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Se parte de la élite bien informada
Por Luis Carlos Silva El legislador por Oaxaca, Eviel Pérez Magaña, impulsará desde el Senado de la República una serie de acciones para apoyar a las jóvenes de escasos recursos, dentro de los programas sociales que tiene diseñados la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Ante sus compañeros de bancada, el senador Pérez Magaña ha señalado que este grupo merece nuevas oportunidades, algo en lo que ha buscado concretar acuerdos a través de la Comisión de Asuntos Indígenas y de Grupos Vulnerables. Desde esa cámara, Eviel Pérez Magaña reconoció que su tarea es buscar que las leyes "sean parejas", y no excluyentes. De ahí la necesidad de fomentar el apoyo a la juventud de todo el país.
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Senador Eviel Pérez Magaña, en una de sus múltiples acciones por la juventud.
Columna México y el Mundo
26 de Mayo de 2014
Corrupción, ¿Una palabra sin sentido?, véase en italiano Por Juan María Alponte
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a revista estadounidense Forbes, al inaugurar su aparición en México –seguida, después, por Newsweek, lo cual quiere decir que el mercado periodístico mexicano es de alto interés para Washington- inició su presencia en nuestro país con un Foro Económico sobre México. En otras palabras, admitía que era preciso advertir y asumir que la revista aspiraba a estar presente, inequívocamente, en el país. Era, a la vez, aviso y presencia activa, no pasiva. La revista destacó, sin más, los puntos débiles del país y donde se iniciaban los hechos causales. Es relevante que nuestra prensa, tan interesada en los casinos y no en el gran casino que es México, no entendió, en modo alguno, las causas del interés de la revista por México, pero admitió con el silencio –lo contrario hubiese sido una decisión incitante- la dureza y claridad de sus primeras afirmaciones, esto es, la diana de sus tiros. Véase: “El Estado de Derecho como base del desarrollo”. Dada la fragilidad de esa institución en México –no su burocracia que es de las más notables del mundo en simulación de su tarea, en su rendimiento económico personal y en el uso, lamentable, de su poder- no había duda que su primera interpretación del país no tenía pierde. Véase este otro titular digno, por su claridad, de los mensajes sin equívocos: “Urge un cambio en el paradigma de la Administración Pública. Es necesario eliminar a los funcionarios corruptos incrustados en el Gobierno”.
Como se ve y de inicio aparecía una denuncia grave: “Los funcionarios corruptos incrustados en el Gobierno”. Como la palabra corrupción aparece normalmente en la prensa mexicana y ha perdido toda significación ética, me parece más divertido incursionar en el idioma italiano que nos es más cercano. En italiano corrupción se escribe corruzione que se acerca al español, pero corrupto, en italiano, es más ofensivo y, a la vez, más aparatoso. En efecto, corrupto, en italiano, se escribe así: “corrotto”. Se imaginan la indignación de un corrupto, palabra ya sin sentido entre nosotros, si alguien, sin más, le grita, al pasar, “corroto, corrotto, corroto”. Si se lo dicen en inglés –bribery- ni vuelven la cabeza, pero eso de corrotto, corroto, suena a insulto y por tanto, es una ofensa que requiere la respuesta tradicional: “Usted es el corrotto”. Así se arreglan las cosas. Los italianos han colmado su diccionario de palabrotas. Véase esta frase que no necesita traducción: “classe política corrotta”. Se imaginan el disgusto al escuchar, así, tan planchaditos, eso de classe política corrotta, corrotta, corrotta. De verdad suena mal. Lo entiendo. Los italianos, sin duda, tienen un elevado sentido del humor. Para que tengamos la oportunidad de leer a nuestros próceres sobre ese tema de la classe política corrotta, esto es, partiendo de la base de que existen excepciones valiosas, sin duda, y voy a demostrarlo proporcionando elementos notables de una larga carta que el ex presidente Emilio Portes Gil escribiera al ex presidente Lázaro Cárdenas –es muy larga- en enero 9 de 1963. Entre otras cosas le dice –quien desee leer el texto completo puede hacerlo en el libro de Emilio Portes Gil, titulado “Polémicas” que publicó, en 1975, Costa-Amic Editor- y entre el largo texto elijo aquellos párrafos que, acaso, sirvan para nuestros días. “Las estadísticas de México siempre han mentido. Pero fue a partir de 1935 cuando las estadísticas se inflaron. Recuerdo que al Departamento Autónomo de Publicidad y Propaganda, el público le puso festivamente ‘Datos Apócrifos para Penitentes’…”.
La palabra griega Apocriphe no quiere decir falso, sino oculto y así se denominaron una serie de Evangelios no aceptados por la Iglesia y que se bautizaron como Apocryphes o apócrifos. Dicho eso regreso al texto de Emilio Portes Gil a Lázaro Cárdenas. “¿Qué hemos cometido errores? ¿Qué hay inmoralidad en la Reforma Agraria? ¿Qué la Nacional Campesina durante los últimos periodos de gobierno, se coludió con los latifundistas y con los funcionarios pícaros del Agrario para vender terrenos ejidales y para repartir miles y miles de hectáreas enclavadas en las obras de irrigación en el Norte de Tamaulipas y en otros estados de la república? ¿Qué es la misma Nacional Campesina la que coludió con los explotadores de las 350,000 familias ixtlecas? ¿Qué en Petróleos Mexicanos existen algunos negociantes que se adjudican cuantiosos contratos de obras en el extranjero? ¿Qué el Partido Revolucionario Institucional impuso a gobernadores a dedo en algunos Estados y que todavía subsisten algunos de esos sátrapas? Es cierto. Pero también lo es que tales errores pueden y deben de remediarse a la brevedad posible… Claro es que entonces las inmoralidades eran pequeñas, coyotes que se conformaban con cualquier cosa. Pero del 40 para acá, repito, las inmoralidades han llegado a un grado extenso y han salido hornadas sexenales de millonarios…”. (Página 183 del libro citado). No sé la suerte editorial que tuvo ese libro de Emilio Portes Gil, pero cualquier lector, exento del botín de la demagogia y la desmesura, quizá no lo consideró, en su tiempo, algo rechazable, sino un motivo de reflexión, para entonces y que, en muchos aspectos, nos sirve en el presente sin que ello quiera decir que todo funcionario merece el apelativo de corrotto porque eso convierte la proyección de la verdad en el apocalipsis. Es imprescindible, eso sí, agradecer una carta como la de Portes Gil a Lázaro Cárdenas asumiendo, él mismo, que eso lo había vivido y, como se ve, denunciado. He proporcionado, por ello, la fuente que es lo correcto. La carta a Lázaro Cárdenas comienza en la página 177 del libro citado y terminada en la página 187. Esos comentarios no son apócrifos. Son, al contrario, textos publicados en el cuadro específico de una editorial y cuyo autor, en su época, como ex presidente, recibiría distintas respuestas. De todas formas el idioma italiano, que ha tenido que vivir bajo el fascismo, se reservó una frase lúdica: “Fase degenerativa del sistema partito crítico”. No supo leerla Benito Mussolini. Por cierto en el notable libro de Paolo Monelli, “Mussolini, piccolo borghese”, “Mussolini, pequeño burgués”, se dice lo siguiente en la página 9: Que el padre de Mussolini, que era un herrero come curas, bautizó a su hijo con el nombre de Benito ‘per ricordare Benito Juarez il rivoluzionario messicano’…”. Vean lo que ocurre con los bautizos. Lo imprevisto. Ahora tienen un buen ejemplo para andar con cuidado a la hora de elegir el nombre al recién nacido. alponte@prodigy.net.mx
http://juanmariaalponte.blogspot.mx/
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26 de Mayo de 2014
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Reforma política electoral: avances y retrocesos Por Emiliano López
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a Reforma Política-Electoral aprobada el 13 de diciembre de 2013 y sus respectivas leyes reglamentarias fortalecen la partidocracia e indirectamente a la narcocracia (democracia a billetazos y amenazas imponen a gobernantes cómplices del narco, caso Michoacán).
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En México la democracia representativa es sólo enunciativa o de membrete, la democracia participativa casi ni existe para la sociedad, en el país se sigue teniendo y perpetuando una democracia fallida, establecida por gobernantes, legisladores y políticos fallidos. El nuevo modelo político electoral que se establece es congruente con el modelo económico, se concentra el poder político en unas cuantas manos o partidos, este nuevo modelo tiende a concentrar el poder político y económico en las manos del PAN y PRI, al PRD se le dificulta el acceso al poder político y ser contrapeso del bipartidismo, se excluye a la ciudadanía y se le ponen más trabas para tener acceso al poder, se evita que los ciudadanos sean un contrapeso más en el poder político. La partidocracia es una nueva modalidad de tiranía grupal que defiende intereses particulares sobre los de la Nación. La partidocracia genera más desigualdad económica y social cuando sólo defiende sus intereses partidarios y el de los grupos con poder. Se ha tenido y tiene una partidocracia de arriba hacia abajo y no una democracia de abajo hacia arriba, la ley legaliza el poder público pero no lo legitima. La partidocracia contribuye a generar desigualdad económica y polarizar los niveles de desarrollo y pobreza. Sergio Aguayo en su libro Vuelta en U, editorial Taurus, México, 2011, investigó y documentó que en un periodo de 10 años (2000 a 2010), se le entregó a los partidos políticos, institutos electorales y tribunales electorales 157, 649, 500, 000, con este dinero se podría mantener a 5 UNAMs. Cantidad que no contempla los altos salarios y prestaciones de legisladores y gobernantes. Este dinero ya hubiera sacado de la pobreza a los 100 municipios más pobres de México. Como se ve, la partidocracia se ha convertido en un cáncer económico para los mexicanos y para la democracia misma. Los grandes y medianos medios de comunicación y sus voceros han manipulado a la opinión pública de que tenemos democracia, la cual no existe, existe una partidocracia. La reforma política electoral percibida y evaluada por la ciudadanía A medio año de haberse aprobado la reforma constitucional político electoral, la mayoría de los ciudadanos percibe a la “democracia” mexicana cara, corrupta, inservible y de gran impunidad. La democracia no genera bienestar social, ni económico para las mayorías, por el contrario la empobrece. La “democracia” en México está severamente cuestionada. Existe una amplia y creciente insatisfacción ciudadana con la partidocracia, con los gobernantes, los políticos, así como, falta de confianza en las instituciones políticas y en los partidos políticos. Un sondeo del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados del 2013, refleja que el 60 % de la población no confía en la reforma en
materia electoral, apenas el 4% cree que hay transparencia en los partidos políticos, 83% señala que gastan en exceso. Un70% piensa que el crimen organizado financia las campañas electorales. 41% confía más en el IFE (hoy INE) que en los institutos locales. 64% está en contra de la reelección de los presidentes municipales. 68% en contra de la reelección de diputados y senadores. Respecto a la segunda vuelta en la elección presidencial, 63% dijo estar de acuerdo con ella. El Informe Latinobarómetro 2013 muestra que sólo 37% de la ciudadanía apoya la democracia; 50% de la población declara que estaría dispuesta a ceder libertades a cambio de mayores niveles de bienestar; un 34% sostiene que en los últimos 12 meses, ellos o sus familias no tuvieron recursos para adquirir alimentos, en tanto que 54% declara que en el último año se quedaron al menos una vez sin dinero para comprar comida. Estas encuestas recientes muestran el descontento generalizado y acumulado de años de ineficiencia de la clase política gobernante. Desde el 2008, se percibía, el descontento y falta de confianza en la partidocracia. La Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2008 (ENCUP) de la Secretaría de Gobernación, expuso que 6 de cada 10 mexicanos están hartos de los partidos y de los políticos. ¡Sólo 4 por ciento de la población confía en los partidos políticos! Existe una fuerte percepción negativa contra el sistema político, se tienen que buscar nuevas medidas que impulsen y fortalezcan una real democracia, desaparecer la partidocracia con nuevos contrapesos políticos donde la participación ciudadana sea uno de esos contrapesos. Los partidos políticos son empresas nefastas para el ciudadano, han conducido a México a un caciquismo y corrupción que la han puesto al bor-
La partidocracia es una nueva modalidad de tiranía grupal que defiende intereses particulares sobre los de la Nación. La partidocracia genera más desigualdad económica y social cuando sólo defiende sus intereses partidarios y el de los grupos con poder.
de de la desintegración y de la ruina. No seremos una democracia real mientras no se ponga en el banquillo de los juzgados y sentenciados a partidos y gobernantes que causan la ruina o estancamiento de México. Un nuevo modelo político electoral para la democracia fallida Se analiza y destaca lo más relevante de la Reforma Constitucional en materia político–electoral aprobada en 2013: El Instituto Federal Electoral (IFE) se transforma en Instituto Nacional Electoral (INE). Los organismos públicos locales electorales contarán con un órgano de dirección superior integrado por un consejero presidente y 6 consejeros electorales. En este caso se reduce y quita poder a los gobernadores, que hacían y deshacían en los órganos electorales locales. Se da una recentralización en materia electoral. El INE se mantiene secuestrado por los partidos políticos, por la sobrerrepresentación partidista y por la asignación de los consejeros electorales de manera indirecta. El INE no es autónomo ni ciudadanizado sino proclive a los intereses partidistas. El consejero presidente está acotado, no puede nombrar o asignar su equipo de trabajo, o bien, que la sociedad o la ciudadanía tengan la facultad de proponer y asignar uno o dos consejeros electorales. Los Senadores podrán ser electos hasta por dos periodos consecutivos y los Diputados al Congreso de la Unión hasta por cuatro periodos consecutivos. Se establece la dictadura legislativa disfrazada de profesionalización legislativa y de democracia. Se desprecia y se hecha a la basura lo que a los mexicanos les costó sangre, dolor y sacrificio por lograr “sufragio efectivo, no relección”. La reelección de hecho y de derecho era una práctica común de legisladores que pasaban de un cargo de elección popular a otro, consentido y aprobado por su partido, o bien, se pasaban a otro, para reelegirse. Situación que les permitía vivir del erario público en forma permanente, es decir, se profesionalizaban en el rubro legislativo, al mismo tiempo se concentraba riqueza en unas cuantas manos y se impedía la ciudadanización del congreso. La reelección es un instrumento propio de la dictadura, no de la democracia. Se incrementa del 2 al 3 el porcentaje mínimo para conservar el registro como partido político nacional; asimismo, todo partido político que alcance por lo menos el 3% del total de la votación válida emitida tendrá derecho a que le sean
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atribuidos diputados plurinominales. Este es un arma de dos filos porque fortalece la partidocracia centrándola en tres partidos; aunque se evita que los minipartidos vivan del erario público, pues no aportan ni sirven a la democracia, sirven a otras corporaciones políticas, las plurinominales deben de eliminarse, o bien, asignarse directamente a ciudadanos notables y sin partido. Lo acertado y novedoso es un gobierno de coalición que haga gobernable al país y se compartan compromisos y responsabilidades políticas. En relación al Gobierno de Coalición se faculta al Presidente de la República para que, en cualquier momento, pueda optar por un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión. Se evitan los vacíos de poder en la transición de gobierno y se articula el ejercicio de poder. Se adelanta del 1º de diciembre al 1º de octubre la toma de protesta del Presidente de la República. Se adelanta del 1º de septiembre al 1º de agosto la fecha de inicio del primer periodo ordinario de sesiones cuando el Presidente de la República inicie su cargo. Otros aciertos son la autonomía de instituciones, que también deberían ser ciudadanizadas. Se crea una Fiscalía General de la República (en sustitución de la Procuraduría General de la República) como órgano público autónomo, dotado de personalidad jurídica y de patrimonios propios. Se otorga autonomía constitucional al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Faltó la autonomía y ciudadanización de la Secretaría del Trabajo, así como, el órgano de la función pública, la extinta Secretaría de la Función Pública, ambas instituciones son juez y parte en sus funciones y responsabilidades, han perdido credibilidad, confianza, imparcialidad y objetividad elementos que no ayudan a fortalecer la institucionalidad y la legalidad se pone en duda. Las nuevas reglas del juego electoral Las leyes reglamentarias electorales de la reforma constitucional son: la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y la Ley General de Partidos Políticos. Con la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos. En ella se establecen las disposiciones para las instituciones encargadas de organizar los procesos electorales, los propios procedimientos electorales, distribuir competencias entre la Federación
y las entidades federativas en estas materias, así como la relación entre el Instituto Nacional Electoral y los Organismos Públicos Locales. La ley aplicará para elecciones locales y federales, por lo que las constituciones y leyes locales deberán ajustarse a lo previsto en ella. Esta Ley reglamenta cuatro principales puntos: los derechos y obligaciones político-electorales de los ciudadanos, la función estatal de organizar las elecciones de los integrantes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo, las reglas comunes a los procesos electorales federales y locales, la integración de los organismos electorales, la Ley General de Partidos Políticos que es con la que se regulan las disposiciones constitucionales aplicables a los partidos políticos nacionales y locales. Además se distribuyen competencias entre la federación y las entidades federativas. La ley contiene las reglas para la constitución de los partidos políticos, así como los plazos y requisitos para su registro legal. En ella se explican también los derechos y obligaciones de sus militantes. Contiene los lineamientos básicos para la integración de órganos directivos de los partidos, la postulación de sus candidatos, la conducción de sus actividades de forma democrática, sus prerrogativas y la transparencia en el uso de recursos. Se especifican los contenidos mínimos de los documentos básicos de los partidos y las formas de participación electoral a través de la figura de coaliciones. En esta ley se define el sistema de fiscalización de los ingresos y egresos de los recursos. También se especifican características para la organización y funcionamiento de los órganos internos de los partidos, así como los mecanismos de justicia dentro de estos. La legislación da cuenta de los procedimientos y sanciones aplicables al incumplimiento de las obligaciones de los partidos; el régimen normativo aplicable en caso de pérdida de registro y liquidación de los partidos políticos; y el régimen jurídico aplicable a las agrupaciones políticas nacionales. Candidaturas ciudadanas Un acierto de las reformas es la apertura a las candidaturas e iniciativas de ley ciudadanas, con trabas y candados. La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales regulará las candidaturas independientes para presidente, diputados y senadores del Congreso de la Unión. Candidatos comunes: un ciudadano podrá ser candidato, de más de un partido, si hay coalición. El candidato independiente deberá crear una Asociación Civil, que tendrá el mismo tratamiento de un partido político. Para obtener el registro los candidatos a pre-
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sidente deberán reunir firmas de al menos el 1% de la lista nominal de electores; para senador 2% de firmas de la lista nominal de electores de la entidad federativa; para diputado 2% de la lista nominal correspondiente al distrito electoral. Los candidatos independientes podrán utilizar financiamiento privado que no rebase el tope de gastos señalado o perderán el derecho a ser registrados o, si ya está hecho el registro, se cancelará el mismo. Deberán nombrar un representante para asistir a las sesiones de los consejos general, locales y distritales, sin derecho a voz ni voto. Respecto a la Iniciativa Ciudadana, se establece que el derecho de iniciar leyes o decretos compete a los ciudadanos en un número equivalente a cuando menos al 0.13 por ciento de la lista nominal de electores. Los proyectos de iniciativa ciudadana seguirán el procedimiento legislativo dispuesto en la ley y deberán presentarse por escrito ante el presidente de la Cámara de Diputados o de Senadores, contener los nombres completos de los ciudadanos y su clave de elector. Cuando la iniciativa no cumpla con los requisitos señalados, la cámara prevendrá a los proponentes para que subsane los errores u omisiones en un plazo de 15 días hábiles a partir de la notificación, pero de no subsanarse en ese tiempo, se tendrá por no presentada. Si la iniciativa es aceptada, la cámara de origen dará cuenta de ella y solicitará al Instituto Nacional Electoral la verificación de que haya sido suscrita conforme a lo establecido, en un plazo no mayor a 30 días naturales a partir de la recepción del expediente. Lo que falta del proceso de las reformas y lo que faltó en el nuevo modelo político electoral Lo que falta del proceso de elección de nuevos magistrados electorales: renovación de Consejos estatales y leyes locales en materia electoral, éstas a más tardar, el 30 de junio del 2014 de cara a los comicios del 2015. Establecer y puntualizar las funciones del INE. Entre otros temas. Lo que faltó entre otros rubros: quitar la sobrerrepresentación partidista en el INE, partido político gobernante que no cumpla con el 80 % de sus propuestas y compromisos, que pierda su registro nacional o local, o bien, que sea sancionado con una fuerte multa. Revocación de mandato a cargos de elección popular: legislador que no cumpla con el 55% de sus compromisos a mitad de su mandato debe ser defenestrado y sustituido por un ciudadano propuesto por la sociedad civil o por lo menos sancionado económicamente. Reducir o eliminar el financiamiento a los partidos políticos: eliminar a los minipartidos y partidos familiares. Ciudadanizar las plurinominales: quitarlas a los partidos y dar las senadurías y diputaciones plurinominales a ciudadanos que aportan y han aportado a la sociedad como René Druker, Juan Ramón de la Fuente, Julieta Fierro, entre otros distinguidos personajes, que no han necesitado de la política para su modus vivendis, ni se sienten salvadores de la patria, su mejor lenguaje son sus hechos e integridad, el mejor elogio para ellos son sus hechos concretos y duraderos. En este nuevo modelo político los que se quedaron con la mayor parte del pastel es la centroderecha del PRI, y la derecha del PAN, el PRD es sólo un invitado, y la sociedad es la invitada de piedra. Hay un divorcio entre la clase política gobernante y la sociedad. Los partidos y legisladores hacen y deshacen a la medida de sus intereses particulares. En México sigue la democracia fallida. *Investigador del Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S.C. emiliano_082002@yahoo.com
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Artículo
¿Por qué toleramos la corrupción? Por Armando Reyes Vigueras
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l parecer, nos gusta la corrupción o, cuando menos, no nos incomoda mucho. Vivimos con ella a diario, decimos que la padecemos, pero en muchas ocasiones la justificamos –particularmente si nos ahorra tiempo o trámites. Es como el aire, intangible, a veces contaminado, pero nos permite seguir con nuestras vidas. Así, al parecer, somos los mexicanos y nadie puede aventar la primera piedra.
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En todas partes Una breve revisión de notas aparecidas en medios informativos, nos dará una idea de la magnitud del fenómeno. No hay día en que no se dé a conocer un desvío de fondos, la investigación contra algún funcionario o exfuncionario, los lujos de algún líder sindical o gobernante –sin que su salario lo justifique–, el uso indebido de recursos públicos, pagos no autorizados para otorgar una obra, el nombramiento de alguien en un cargo por "amiguismo", no por capacidad y, un etcétera que nos debería preocupar y no acostumbrar. El ámbito gubernamental parece ser el más afectado por estas prácticas, pero también en la iniciativa privada se han dado casos. El más reciente tiene que ver con la empresa Oceanografía y uno de los bancos más grandes del país. Incluso en instituciones religiosas se han hecho denuncias y no hablemos de pederastía. Lo sorprendente es la falta de pruebas, pues sería lógico asumir que con cada denuncia éstas se presentarán, pero no es así, como ha sucedido con Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre o Luis Alberto Villareal, ambos denunciados, pero sin los elementos que confirmen la acusación. Cuando las pruebas se presentan, ocurre poco, basta recordar a René Bejarano y las imágenes en las que se embolsó fajos de billetes, un breve paso por la cárcel y a seguir con su proyecto político, como sus recientes apariciones en columnas políticas lo atestiguan. Por cierto, ¿qué ha sido de Gustavo Ponce, tesorero de López Obrador, que fue visto jugando en Las Vegas?
En la partidocracia En el caso de nuestros partidos políticos, el tema no ofrece muchas esperanzas. La escena se ha repetido en muchas ocasiones, particularmente cuando los de un bando acusan a los del otro. En principio, la denuncia se hace pública; tiempo aire, bits y tinta corren a raudales para comentar, condenar y exponer; pero llega a la dirigencia del partido en cuestión y la primera declaración no es para sorprender: "no se han presentado pruebas" se dice, en un intento por acallar las críticas y recordarnos que estamos en el país del "no pasa nada". Pero lo interesante del asunto es que nadie pregunta la razón por la cual un partido político no puede, o no quiere, iniciar por su cuenta una investigación que ofrezca resultados. En los pocos casos que se ha tomado tal decisión –como es el caso del escándalo relacionado con los casinos y el involucramiento de militantes del PAN–, se creó una comisión que no llegó a nada, pues algunos de los señalados se negaron a rendir información, legalmente no estaban obligados y háganle como quieran. En otras ocasiones, tras la denuncia, se cierran filas en torno del acusado. Líderes y compañeros de travesía política acuden presurosos y, con singular alegría, testifican sobre la honestidad del inculpado. La palabra "complicidad" revolotea nuestras mentes. Así estamos, hasta que el próximo escándalo sustituya al que se estaba debatiendo y todo cambia para seguir igual.
El ámbito gubernamental parece ser el más afectado por estas prácticas, pero también en la iniciativa privada se han dado casos. El más reciente tiene que ver con la empresa Oceanografía y uno de los bancos más grandes del país.
Barco de Oceanografía
Las mujeres son de Venus, los hombres de Marte, ¿y los corruptos? Lo anterior nos debe llevar a preguntarnos, ¿de dónde vienen los corruptos? Una respuesta apuntaría a las condiciones que rodean y a los incentivos que se tienen para meter la mano en las arcas en una sociedad tan desigual como la nuestra. A muchos les gustan los privilegios, en su mayor parte indebidos, asociados al cargo. Si se tiene la posibilidad de ser quien define a quién hay que contratar o se cuenta con un presupuesto para gastos de representación, ¿por qué no beneficiar a la familia, institución tan importante para los mexicanos? Si para desempeñar mejor mi trabajo, la empresa o el gobierno me pagan el servicio de telefonía celular, ¿por qué sufrir con un aparato con menores prestaciones a los smartphones más modernos, sean de una marca coreana o con una manzanita de logotipo, y así servir mejor a la patria? Si quienes revisan las cuentas son cuates, ¿por qué no apoyar a algunos desempleados, particularmente si son nuestros amigos, compadres o familiares? Total, así somos los mexicanos. De esta forma, entre justificaciones y pretextos, la corrupción sigue ocultando el hecho de que todo tiene un principio y, en este caso, esta práctica surge de cada uno de nosotros, pues el político, el funcionario o líder acusados de corrupción, hace no mucho eran alguien como usted y yo, es más, se sentaban junto a nuestro lector al momento en que leía una revista como la que ahora tiene en sus manos. Si voltea la cabeza a su alrededor, puede preguntar quién de su entorno estará siendo señalado por corrupción en pocos años si no hacemos algo antes, si no nos parecieran tan simpáticos, que hasta nuestro voto le hemos dado. @AReyesVigueras
Columna Entresijos de la alforja
26 de Mayo de 2014
Meade, Portugal y el fútbol portugués Por Marcos Marín Amezcua
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l pasado 12 de mayo de 2014 se publicó en un diario impreso de circulación nacional, un texto intitulado “México y Portugal: hacia una relación más estrecha” firmado por el secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade Kuribreña y que dedicaba a disertar sobre los 150 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Los aniversarios redondos son una magnífica ocasión para reflexionar y un siglo y medio transcurrido invitaba a ello. El texto firmado por Meade más parece una crónica deportiva que un recuento diplomático, situación asaz penosa. Tan extraño tema sacado de golpe y tildado con menudo cultismo como lo es la palabra “sesquicentenario” incluida, podía ser llamativo, a juzgar por el desconocimiento imperante en la mayoría de nosotros en torno a las relaciones luso-mexicanas. Parecía una espléndida oportunidad para enterarnos un poquito de un asunto tan árido en apariencia, que era evidente que requeriría de verdaderos fuegos de artificio para entusiasmar a los lectores, porque si hubiera aportado datos útiles, relevantes y significativos, seguro que habría sido muy bien recibido. Máxime proviniendo del mismísimo encargado del ramo, uno, el de Relaciones Exteriores, que firmaba el texto en primera persona y haría suponer que entregaba un material documentado y aquilatado en cada una de sus palabras, por investigación profunda y exhaustiva efectuada en el Archivo Diplomático que está a su digno cargo y resguardo. Después de todo se trata de uno de los archivos históricos más importantes de este país. Téngalo presente. Concedamos que se trataba de proporcionar un espacio para referirse a la política exterior, que tantas veces pasa desapercibida, lo que es un craso error que así suceda y por eso hay que regresar a ella, así sea en las presentes condiciones. Ahora va apuntalada sí, con una grandilocuente frase proferida por el jefe del Estado a inicios de 2013 en su salutación de año nuevo dirigida a los mexicanos. México, afirmó Enrique Peña Nieto, tendría bajo su gobierno una responsabilidad global, con lo cual instruía a su gobierno, al completo, a potenciar a México en el exterior y en su relación con el exterior. Siguiendo al pie de la letra esa frase, el esfuerzo del secretario competente se antojaba enorme. Concedamos entonces que le escribieron el texto. Pero esperábamos algo mucho mejor. Y concedamos que había poco tema de dónde tomar, o poca hebra de dónde tirar hacia delante. Así pues ¿150 años de la relación luso-mexicana merecían reflexionarse? Sin lugar a dudas. Claro que tal relación diplomática, escogida por el gobierno de Peña Nieto para destacarla, nació, haciendo cuentas, al fragor de la invasión francesa, entablándose tal contacto entre Maximiliano y el rey portugués, y no con el gobierno legítimo de la República con Juárez al frente. No es que eso sea malo, pero un episodio tan doloroso y combatido por Juárez -al que este gobierno tanto exalta- como fue la invasión que soportó a Maximiliano, quizás no sea el mejor punto de partida para ensalzar las relaciones luso-mexicanas. Mas tampoco lo es que el secretario de Exteriores invoque en su texto al jugador de futbol Figo, a falta de mejores credenciales que testimonien porqué México y Portugal están “estrechamente unidos” desde 1864, para usar una frase tan del gusto de los diplomáticos de turno.
Tras una lectura del artículo en comento y dejando de lado el desafortunado inicio del que partieron las relaciones diplomáticas con Portugal, y en vez de reflejarse en este texto publicado el 12 de mayo de 2014, una investigación seria a la altura de un ministerio de Relaciones Exteriores de una nación cuyo gobierno clama que sepa el mundo que hará valer su responsabilidad global, y que fue firmado por su titular; en vez de eso nos encontramos con expresiones muy vagas -casi chabacanas- y con la utilización simplona de lugares comunes que cualquiera puede repetir con un pelín de astucia, sin siquiera haber leído documentos importantísimos que han de existir derivados de ese siglo y medio de historia diplomática común, resguardados en el archivo líneas arriba referido o de plano ¿fueron datos sacados de Wikipedia? El texto apenas expresa lo más elemental del país europeo que supuestamente despertó el interés de nuestro secretario de Exteriores y cuenta esa publicación con una pobreza informativa y discursiva tal, que fue de pena ajena revisarlo. ¿Eso pasa cuando no encabeza esa estratégica secretaría de Estado, un diplomático de carrera al equivocarse el nombramiento del puesto? Es posible, a juzgar por el infeliz resultado. En este documento pueden leerse expresiones tales como: “desde niños, los mexicanos aprenden acerca de las hazañas de portugueses excepcionales, como Magallanes y da Gama, en (sic) los siglos XV y XVI.” O apunta el secretario: “México también está presente en Portugal. Cuauhtémoc y Hernán Cortés fueron protagonistas en la era de descubrimientos y expansión liderada por Portugal y España, y sus hazañas forman parte de la historia universal (doble sic)” y añade “en pocas semanas, en junio, los aficionados al fútbol podrán disfrutar del encuentro que sostendrán México y Portugal en la fase final de su respectiva preparación para la Copa Mundial de Fútbol (sic) en Brasil (doble sic)”. Ya antes, el secretario había apuntado “Innumerables (sic) los que admiran y celebran las hazañas de otros portugueses excepcionales, como Eusebio, Figo y Ronaldo”. El texto en comento permite plantear algunos cuestionamientos a la forma de trabajar de esa secretaría. Una que un día parece ganar en apariencia el triunfo rotundo con una cumbre como la de Mérida, aun sin reportar aquella logros concretos en beneficio del pueblo de México -más allá de las fotos oficiales de rigor y los bonitos discursos engolados- y otro día nos receta esta clase de actos traducidos en un texto infumable, firmados por el secretario Meade, que aunque son bien intencionados y se agradece -suponemos que al menos en Lisboa lo harán, que si no - su emisión es de una calidad tan cuestionable, tan ínfima y de tan bajo perfil,
José Antonio Meade Kuribreña
que nos mueve a preguntarnos con qué clase de asesores cuenta el ministro para escribirle un texto -paper dicen afectados quienes no pueden decir “documento” en perfecto español, por dolerse la boca- en el que no se expresan datos contundentes, explicativos del estado de la relación, mostrando así su letal desconocimiento en varias disciplinas a saber: historia portuguesa moderna y contemporánea, historia diplomática de México y en específico, historia de las relaciones luso-mexicanas, escasas entre ambos países, después de todo. Esto último no es culpa de nadie, ni bueno ni malo, simplemente ha sido y sólo quedaba reconocerlo. Pero en Exteriores han preferido caminar por un trecho más complicado y lleno de abrojos: tirar de las barbas de lo primero que se les ocurrió para forjar, improvisados, un texto decepcionante que avergonzaría a diplomáticos de carrera y funcionarios que de toda la vida entregaron y entregan su servicio a México en el exterior, en casi dos siglos de existencia de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Que no hacía falta, pues. Se comprende sí, que se tenga que echar mano de ciertos estereotipos y acaso de los siempre detestables lugares comunes, pero es inaudito leer tales párrafos. Nos dejan anonadados. El texto atribuido al señor Meade carece de la más elemental investigación para mostrarnos las características reales y actuales de la relación luso-mexicana, precisando los beneficios concretos que ambos pueblos han obtenido por siglo y medio, que no han de ser pocos para nosotros, suponemos. Aunque para Lisboa representara un muy corto tiempo ese siglo y medio, considerando las extensísimas relaciones de luengo establecidas por Lisboa con otras naciones europeas, que suman al menos el triple o quíntuple de tiempo, como mínimo. No puede pasar desapercibido el tono y el contenido de este documento que lleva la firma del secretario de Relaciones Exteriores de México. A veces Exteriores da muestras de un desconocimiento de lo más elemental sobre los temas que debe atender en pro de los intereses de México. Pareciera que se carece de asesores o sencillamente no se coordinan, o es que la cabeza no está bien y el resto cae como naipes. A saber. Pero se percibe un trabajo desarticulado que así no puede defender nuestros intereses de manera eficaz. Y si lo expresamos es porque nos preocupa que eso pudiera estar sucediendo y apremiamos a que se corrija. Nuevamente ha sucedido. Se corren riesgos innecesarios como este de dejar la imagen de este gobierno muy mal apuntalada con textos tan escasos de valor documental. Así, se pone en riesgo la defensa adecuada de nuestros intereses en el mundo. El prestigio cuenta mucho en las relaciones internacionales y el camino seguido en Exteriores está visto que no nos conducirá a él. Portugal es un país excepcional y merecía ser tratado con mejor suerte.
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26 de Mayo de 2014
La necesaria cultura del pacto [político] Por Joan del Alcázar
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hora que estamos en época electoral, los partidos se afanan en pulir y hacer atractivos sus programas. No sólo es lógico y razonable, sino que es deseable que así sea. Habremos de elegir el próximo mes a los representantes en el Parlamento europeo, lo que no es poca cosa. Cierto es que no hay un verdadero debate en torno a cómo debiera articularse la Unión Europea o cuáles debieran ser las líneas maestras de su política económica y social, o las directrices de su papel en el concierto internacional.
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Nos falta mucha cultura política todavía para eso y la convocatoria electoral europea girará fundamentalmente en torno a cuestiones de orden interno del Estado o de las regiones españolas. Hoy por hoy, el objetivo central es que la abstención no desvirtúe el resultado que den las urnas. Hemos sembrado un europeísmo débil y la propia Unión no ha sido capaz de ir más allá de constituir una superestructura alejada de la vida diaria de los europeos. Y ya sabemos que el que no siembra no recoge. Veremos qué pasa. Aparecen igualmente en el horizonte las elecciones autonómicas y municipales, allá para la primavera de 2015. Las encuestas pronostican dos novedades significativas: la desaparición del bipartidismo PPPSOE y una caída importante del apoyo a las candidaturas del Partido Popular, incluso en territorios como Madrid y el País Valenciano en los que gobiernan desde hace muchas legislaturas. En el caso valenciano, además, las encuestas amplían la pluralidad partidaria de las Corts Valencianes y van confirmando reiteradamente que un gobierno de progreso puede surgir de la nueva configuración parlamentaria. Una parte sustancial de la población del territorio es favorable, siempre según las encues-
tas, a que se aparte al Partido Popular del poder. Y que eso se consiga en todas aquellas instancias locales, provinciales o regionales en las que sea posible poner en marcha una alternativa multipartidaria que comience a revertir la penosa situación ética, política, social, cultural y económica a la que ha conducido su desastrosa gestión política durante los últimos veinte años. ¿Será posible constituir un gobierno de progreso con distintas sensibilidades que sea eficaz y que se mantenga unido durante la legislatura? Posible es, pero no será fácil. Y es que no tenemos una cultura del pacto merecedora de tal nombre. Pero hay que forjarla. Cuando el lehendakari José Antonio Ardanza, que gobernó el País Vasco entre 1985 y 1999, llegó al poder se encontró —según declaraba hace un tiempo— con un país hundido por culpa del terrorismo de ETA. Sin embargo, catorce años después dejó —y son sus palabras— una comunidad completamente distinta. "Aquello fue posible —sostiene el ex lehendakari— porque recurrimos mucho a la cultura del entendimiento, del consenso, del pacto entre diferentes. Aprendimos que no nos quedaba más remedio que pactar".
José Antonio Ardanza
Parlamento Europeo
¿Será mucho pedir cuatro años de colaboración entre las fuerzas políticas que formen el gobierno? Se trata de ser solidarios y cooperativos. De que ningún partido quiera desarrollar la acción de gobierno por su cuenta, sino en sintonía con sus socios. La situación valenciana, como la madrileña, es de emergencia absoluta, como lo era la vasca de hace tres décadas, aunque por razones bien distintas. No hemos padecido, afortunadamente, el terrorismo de origen mesiánico, tan anacrónico como cruel y absurdo. Pero estamos, como dijera Ardanza, completamente hundidos. Por la corrupción, por la crisis, por la desconfianza institucional, por el partidismo de vía estrecha, por la dejadez ciudadana, por la mentira, por los recortes; por demasiadas razones. Eso hace imprescindible que asumamos una cultura del pacto entre diferentes. Es necesario que las fuerzas de progreso se unan en un gran programa de gobierno y se concedan cuatro años para desarrollarlo. Con lealtad, con compromiso, sin mezquindades y con generosidad, conscientes de que —efectivamente— estamos hundidos y todos podemos colaborar para reflotar el navío. ¿Será mucho pedir cuatro años de colaboración entre las fuerzas políticas que formen el gobierno? Se trata de ser solidarios y cooperativos. De que ningún partido quiera desarrollar la acción de gobierno por su cuenta, sino en sintonía con sus socios. Como sabemos de las urgencias partidarias y de las tentaciones que acecharán a quienes las representen; como sabemos que el mundo no empezará el día que se constituya el gobierno de progreso, sino que existe una larga nómina de desencuentros y enfrentamientos entre los socios; como nos conocemos todos los antecedentes personales y colectivos de los firmantes del pacto, es por lo que se nos antoja que debieran comprometerse solemnemente ante la ciudadanía a respetar y a respetarse. Esa cultura del pacto tiene algunos antecedentes en gobiernos municipales que han funcionado bien, así que no es imposible. Además, que no se les olvide, el Partido Popular dejará el País hundido en la miseria moral y destrozado económicamente. La cultura del pacto es una obligación no sólo ética, es el gran deber político de la próxima legislatura.
26 de Mayo de 2014
La mentira del mexicano Por Samuel Schmidt
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on cuánta frecuencia alguien poderoso le dice a alguien que se acerca buscando ayuda o apoyo: Cuentas conmigo, no te preocupes. La persona se va esperanzada y confiada en que se le ha abierto la puerta de la fortuna, o por lo menos de alguna aspiración o sueño, para darse cuenta, cuando requiere que se cumpla el que “cuentas conmigo”, que debe empezar a preocuparse, porque la oferta era hueca. Lo mas seguro es que no lo vuelvan a recibir. Con cuánta frecuencia un político le dice a una persona, no te preocupes, yo lo veo. Y cuándo llega el momento de ver concretizado el apoyo, debe empezar a preocuparse porque el “yo lo veo” era una frase lanzada para salir del paso. Aquel que se hizo ilusiones para contar con cierto apoyo se da cuenta que se quedó con un palmo de narices, lo más seguro es que el político no lo vuelva a recibir. Se cuenta la anécdota de una persona que va a ver a su amigo el Presidente de la República para que lo ayude a ser diputado, el presidente le da instrucciones para promover la candidatura, el las sigue al pie de la letra y resulta que no es diputado, sabedor de que el que palomeaba la lista de diputados era su amigo el presidente, decide usar la prerrogativa de ir a reclamarle la derrota, y el presidente le responde: nos chingaron. Otra versión es que le responde: perdimos. El personaje y todos los que escuchamos la anécdota quedamos convencido que el presidente mintió, porque le convenía mentir. Una de las moralejas es que la lealtad es undireccional, los poderosos exigen apoyo y lealtad incondicional, pero se quedan con la prerrogativa de cumplir solamente si les conviene.
Tal vez uno sabe que al acercarse a los poderosos entra al terreno de los mensajes cifrados que quieren decir cualquier cosa, menos la intención que tienen las palabras, lo que no es otra más que engaño. Frases como cuentas conmigo, yo lo veo, estamos contigo, eres nuestro gallo, son tan falsas como la intención de quién las dice. El problema que tiene el personaje que se acerca a pedir apoyo, es que carece de la capacidad de entender el mensaje que le han dado y se convierte irremediablemente en una de las piezas de un juego de ajedrez que no entiende, y por supuesto, no controla. Un personaje buscó el apoyo del secretario de Hacienda para ser comisionado del IFAI, tenía las credenciales para aportar algo de lo que se carece en ese nivel, era experto en tecnologías de la información, el secretario lo envió a solicitar un apoyo que era irrelevante, el que por supuesto no se dio, en parte porque era simplemente un recurso para distraer y desgastar al solicitante; por supuesto que el interfecto no fue comisionado, y dudo que haya vuelto a ver al secretario para preguntarle qué pasó. El que busca el apoyo entra al mundo de las reglas no escritas, que cambian sin previo aviso y que hunden a la gente en el terreno de la incertidumbre, en ese terreno lleva la mano quién tiene la capacidad de modificar las reglas, y esta no es la sociedad. Por eso la simulación, el fingimiento y la mentira son profundamente anti democráticos.
El mexicano miente, con o sin necesidad, es simplemente una conducta usual. Hay quien dirá que es mitómano, otros dirán que esa neurosis lo lleva a creer sus propias mentiras (...) Si el mexicano es mentiroso no es posible pensar que sus representantes, los políticos, no lo sean. Una de las grandes contribuciones que han hecho los analistas de la naturaleza del mexicano, es que es mentiroso. Octavio Paz lo lleva un paso más adelante al sostener que se esconde tras máscaras; el ocultamiento de la verdadera cara no es otra cosa más que la continuación del engaño. El mexicano miente, con o sin necesidad, es simplemente una conducta usual. Hay quien dirá que es mitómano, otros dirán que esa neurosis lo lleva a creer sus propias mentiras. Son legendarias las historias de políticos que pagan inserciones en los medios ensalzándolos y luego, al ver la inserción impresa, creen que son grandiosos. En parte por eso el país está anclado, hoy es difícil discernir que es verdad y que es mentira, y muchas veces las grandes decisiones se basan en grandes mentiras. En una ocasión le pregunté a un subsecretario de la Reforma Agraria, cuánto era la frontera agraria del país, me respondió que nueve millones de hectáreas, le pregunté que en base a qué me daba esa cifra, la respuesta era esperada: acuerdo del subsecretario. Y esa invención se publicó en el informe presidencial y en base a ella se hicieron sesudos estudios, análisis profundos y se tomaron decisiones que impactaron al país. Al subsecretario lo premiaron con una gubernatura. Si el mexicano es mentiroso no es posible pensar que sus representantes, los políticos, no lo sean. El político es solamente un reflejo de la realidad nacional y no se puede desprender de los patrones culturales dominantes.
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En operación, el Consejo Estatal de Protección Civil ante temporada de lluvias y huracanes
El gobernador Javier Duarte de Ochoa instaló el Consejo Estatal de Protección Civil, con lo que iniciaron los trabajos preventivos para hacer frente a la Temporada de Lluvias y Ciclones Tropicales 2014. En Sala de Banderas de Palacio de Gobierno, el mandatario estatal también anunció la incorporación de especialistas de la Secretaría de MarinaArmada de México (Semar) al Comité de Meteorología del estado. “La reducción de riesgos es un tema de la más alta prioridad de las políticas públicas en Veracruz y nuestro deber es proteger a la población, especialmente a la más vulnerable y expuesta al impacto de los desastres naturales”, expresó. Tras destacar la red institucional y fondos presupuestales para responder con oportunidad a eventualidades, Javier Duarte confirmó que Veracruz adoptó el Marco de Acción de Hyogo, un documento que firmaron 168 países y que contiene acciones definidas para reducir el riesgo de desastres. Asimismo, anunció la instalación formal del nuevo Comité de Meteorología de Veracruz, un cuerpo científico asesor del Consejo Estatal de Protección Civil, único en su género e integrado por especialistas en meteorología de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Semar, Comisión Nacional del Agua (Conagua), Universidad Veracruzana (UV) y Secretaría de Protección Civil (PC). De esta manera aseguró que Veracruz cuenta hoy con la mayor precisión en la información meteorológica y mejores sistemas de alerta temprana para avisar con oportunidad a la población, y con fuerzas de tarea capacitadas para socorrerla, sobre todo en los momentos más difíciles de las emergencias.
Director: Carlos Ramírez
m e l up
noticiastransicion.mx
26 de Mayo de 2014
contacto@noticiastransicion.mx
Suplemento I
to n e
S
Manuel Buendía 1984-2014
Crimen del narcotráfico Por Carlos Ramírez / II y Russell H. Bartley / XIV
Suplemento
26 de Mayo de 2014
El periodismo antes, durante y después de Manuel Buendía (1984-2014) Por Carlos Ramírez
M
I el colapso en Excelsior con maniobras desde el gobierno, el nacimiento de periódicos por iniciativas de periodistas y ya no como parte de grupos de poder de la clase dominante, la reforma política de López Portillo y el salto cualitativo en las élites gobernantes de los políticos a los administradores y de ahí a los economistas tecnócratas. Como periodista en ese agitado y estimulante tiempo de redefiniciones políticas y periodistas Buendía transitó varios sexenios:
anuel Buendía Tellezgirón nació en 1926 y fue asesinado en 1984. Su ciclo profesional —de sus inicios como reportero de la revista La Nación del PAN en 1948 a su muerte— transcurrió en dos tiempos políticos del sistema político priísta:
II
• Del fortalecimiento del caudillismo con el tránsito de Obregón a Calles en 1924 y la reforma constitucional al artículo 83 el 22 de enero de 1927 para liquidar el principio de no reelección y permitirla sólo por un periodo más de cuatro años, pero dejando pasar uno evitando la continuidad, decisión que abrió la reelección de Obregón; fue hasta 1933, bajo la presidencia del interino Abelardo Rodríguez, que se reformó el 83 para establecer que “en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto”. • Al México de 1984: él inició, a nivel municipal, una reforma política de facto vía el reconocimiento a las victorias de la oposición y encaró una de las ofensivas políticas más severas por parte del gobierno de los Estados Unidos, y sobre todo el inicio del criminal del narcotráfico como crimen organizado y como debate nacional por la publicación de un desplegado periodístico firmado por los obispos del sur de la república, cuyo seguimiento como investigador periodístico lo llevo al asesinato. Nacido profesionalmente en los tiempos del viejo régimen —el colapso político 1920-1929— y de las estructuras de control y subordinación de medios de comunicación impresos como parte del sistema político, a Buendía le tocó la fase de transición política, generacional y de modernización periodística. Como funcionario de prensa de oficinas del gobierno y al mismo tiempo autor de una columna de análisis político desde la perspectiva progresista y nacionalista del Estado— y en ese escenario vivió el salto cualitativo a partir de las experiencias de 1968: • El periodismo de Estado. Como funcionario de prensa en la Comisión Federal de Electricidad, Nacional Financiera, el Departamento del Distrito Federal y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología pudo sostener también dos columnas políticas —la diaria Para control de Usted en El Día y la dominical Concierto político, ambas en El Día, un periódico progresista de la línea de izquierda dentro del PRI, dirigido por el ex comunista Enrique Ramírez y Ramírez.
Manuel Buendía
• La columna política. Buendía desarrollo una columna política de investigación, redactada con pulcritud de estilo, abandonando el viejo modelo de la columna política como forma de enviarse mensajes entre políticos y funcionarios públicos. • Y la independencia de la crítica. Formado como periodista en La Prensa y el semanario Crucero de El Día, Buendía mantuvo sus tareas de comunicador oficial en dependencias públicas y simultáneamente como columnista político de 1965 a 1976; al finalizar el gobierno de Luis Echeverría abandonó sus tareas públicas y se dedicó sólo a escribir su columna a través del formato de la sindicación o venta simultánea a una treintena de periódicos del interior del país, logrando la autosuficiencia en ingresos. El tiempo político del periodismo de Buendía atravesó por las agitaciones, sobresaltos y reacomodos en el sistema político en el periodo 1964-1984, del cual la prensa escrita formaba parte con una función de aparato de propaganda del sistema o bocina de los gobiernos en turno y desde 1968 como espacio de crítica al poder. Como profesional de prensa y difusión en empresas del Estado, contribuyó a la profesionalización de las oficinas de prensa como espacios de circulación de información y no control de periodistas y medios; en sus clases de periodismo en la UNAM, inclusive, en sus clases de periodismo introdujo el modelo de profesionalización universitaria de las oficinas de prensa y de reporteros más allá de las redacciones de periódicos. La prensa escrita comenzó a ganar algunos espacios de autonomía a partir de la crisis estudiantil de 1968, a la que le siguió la apertura de Echeverría,
• Miguel Alemán Valdés (1946-1952). En 1948 Buendía ingresó como reportero de la revista La Nación, propiedad del Partido Acción Nacional y estuvo bajo la dirección del legendario reportero Carlos Septién García, forjador de reporteros. Con Alemán comenzó la urbanización del país, nació la clase media y México entró en la fase de industrialización, pero también proliferó la corrupción sin acotamientos. • Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958). En 1952 Buendía comenzó su larga carrera como maestro de periodismo en la Escuela Carlos Septién García y siguió laborando en La Nación. El gobierno ruizcortinista creó la política al estilo PRI, con todo y la picardía del poder, pero también fue el periodo en que se incubó la más grandes oleada de protestas obreras impulsadas por el Partido Comunista y con su sucesor Adolfo López Mateos como secretario del Trabajo. La prensa escrita poco a poco tuvo que abrir espacios a la disidencia y la crítica, pero también a la represión. • Adolfo López Mateos (1958-1964). Fue un sexenio de contradicciones entre las dos alas políticas del régimen de la Revolución Mexicana: la institucional basada en la disciplina sistémica y la de izquierda, con las rebeliones obreras, el activismo estudiantil del PCM, el cardenismo y la Revolución Cubana como telón de fondo y factor disruptor. La prensa
El tiempo político del periodismo de Buendía atravesó por las agitaciones, sobresaltos y reacomodos en el sistema político en el periodo 1964-1984, del cual la prensa escrita formaba parte con una función de aparato de propaganda del sistema o bocina de los gobiernos en turno y desde 1968 como espacio de crítica al poder.
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de México con el FMI y abrió indagatorias periodísticas sobre el narcotráfico. Inclusive, tuvo enfrentamientos con el gobierno de De la Madrid. En 1984, cuando había comenzado a reproducir en su columna las denuncias de los obispos del sur por la llegada de narcos a las comunidades campesinas ante la pasividad del Estado y del PRI y a dar indicios de que los narcos tenían la protección del aparato de poder del gobierno, Buendía fue asesinado la tarde del 30 de mayo de 1984 en el estacionamiento público junto a su oficina, en la zona rosa, mientras esperaba su auto.
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escrita declinó su presencia por esconder la realidad. En 1958 inició Buendía la columna Red Privada en el periódico policiaco La Prensa, ascendió a director en 1960 y fue depuesto por conflictos como organización cooperativa. En 1964 dirigió el semanario Crucero de El Día y en El Día comenzó su columna Para control de usted. • Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). El sexenio diazordacista destacó por el endurecimiento del poder y el fortalecimiento autoritario de la Presidencia de la República y por la multiplicación de protestas sociales, sobre todo estudiantiles. La crisis de 1968 comenzó por un enfrentamiento entre dos escuelas secundarias, la presencia violenta de granaderos como detonador y la movilización de cientos de miles de estudiantes exigiendo el fin de los dos instrumentos de control social: el delito de disolución social y el uso de la fuerza pública —granaderos y soldados— para contener protestas. La violencia en Tlatelolco, dialécticamente, estalló la lucha por la democracia. Buendía inició en 1965 su doble tarea de funcionario de oficina de prensa y columnista político crítico de la derecha, con aportaciones nuevas en ambas tareas: transitó la oficina de prensa a oficinas de comunicación social y estableció el modelo de la columna analítica y de opinión reflexiva. Buendía se convirtió en una especie de vocero del sector progresista del sistema político priísta. • Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Secretario de Gobernación en los años de endurecimiento diazordacista, Echeverría rompió con su antecesor desde la campaña presidencial y como presidente desarrollo un gobierno de discursos críticos, de regreso a la Revolución Mexicana y de propuestas populistas. El Estado aumentó el gasto y la política exterior se acercó a los países No Alineados, a los gobiernos socialistas de Salvador Allende en Chile y Fidel Castro en Cuba y colocó a México en el espacio político del Tercer Mundo vinculado al discurso antimperialista. Buendía encontró un espacio extraordinario para su periodismo de Estado y progresista; fueron sus mejores columnas: contra la derecha fascista, la Casa Blanca y la CIA. • José López Portillo (1976-1982). Echeverría rompió la continuidad sucesoria al designar
a López Portillo como candidato, porque no reunía el conocimiento del sistema, las alianzas entre los grupos y las complicidades del poder y el país pagó con crisis política los errores sistémicos. López Portillo legalizó el Partido Comunista y abrió un poco la información del Estado. El país dio otro salto cualitativo en la configuración del sistema político priísta. Buendía renunció a su cargo público en áreas de comunicación y se dedicó de tiempo completo a su trabajo como columnista político. Aunque con apertura —ya existían Uno más Uno, Proceso y El Financiero—, los medios en general no se abrieron tan rápidamente a la crítica. Buendía padeció la censura en El Sol de México y en El Universal, y llegó a Excelsior. Antes que las páginas informativas, la prensa escrita permitió la crítica en las columnas como espacios aislados. • Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988). El sistema político pasó de los administradores a los economistas neoliberales, la economía quedó presa en las cartas de intención con el Fondo Monetario Internacional y el sistema político se reorganizó para el nuevo modelo económico sin dominio del Estado, con efectos políticos en las relaciones políticas y sociales. El PRI comenzó a perder municipios y el PAN se perfiló hacia la alternancia. Buendía le dio un vuelco a su columna, la convirtió en espacio para la crítica al neoliberalismo, publicó en exclusiva la carta
Buendía fue un innovador como profesional de las oficinas de prensa y como columnista, contribuyendo en ambas especialidades a modernizar funcionamientos. A partir de sus clases de periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM desde 1973 desarrolló nuevos enfoques en materia de distribución de la información; profesionalizó el oficio de redactor de boletines, convirtió las oficinas en puertas abiertas a las dependencias y dio el paso adelante al configurar una teoría mexicana de comunicación social. En su libro Ejercicio periodístico, recopilación de textos, conferencias y ensayos, documentó las tareas de comunicación más allá de la distribución de boletines. En ese sentido fue un pionero en la fundación de revistas de circulación interna en oficinas de prensa; en el Conacyt creó las revistas Ciencia y Desarrollo, Comunidad Conacyt y Conexión, dando también importancia a la comunicación interna entre funcionarios y trabajadores y empleados. En sus clases y en algunas conferencias Buendía introdujo la comunicación social como parte de la acción política y como categoría de la información. Sus textos sobre la comunicación y la seguridad nacional, el ejército y los partidos abrieron nuevos frentes de indagación sobre los efectos de los mensajes en la sociedad, aunque en el fondo no hubo seguimiento político porque las dependencias públicas siguieron moviéndose en los parámetros tradicionales. De todos modos, a nivel de profesionales de la información, Buendía consiguió imponer una agenda de debate. A base de un trabajo en el género de la columna desde 1958 en que inició con la columna Red Privada, Buendía marcó un quiebre en estilos. A finales de los cincuenta y toda la década de los sesenta, la columna política era un complemento menor en los medios. La columna más importante en esos años
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era la del periodista Carlos Denegri en Excelsior, un reportero con capacidad de movilidad internacional. Su columna Desayuno Político en Excelsior operaba un instrumento de gobernación del PRI y era redactada en la Secretaría de Prensa del CEN del PRI, entonces a cargo del publirrelacionista Francisco Galindo Ochoa. Las columnas en esa época servían para sondear la opinión dentro del sistema político priísta y para enviarse mensajes entre políticos. Denegri fue asesinado por su esposa en diciembre de 1970 y con él se fue un estilo de periodismo. Buendía ya escribía su columna en La Prensa a finales de los cincuenta pero ese diario no tenía penetración periodística en la clase política. El estilo de Buendía ya presentaba novedades: información privilegiada, análisis de hechos políticos, decodificación de los mensajes del poder, algo de prospectiva política y un enfoque progresista a partir de los intereses del Estado y no del gobierno en turno. La circulación de La Prensa estaba atada a su prioridad como periódico policiaco y popular; inclusive, Buendía se inició como reportero en La Prensa encargándose de una parte de la información policiaca, en donde aprendió a indagar las noticias, investigar los trasfondos y depurar su estilo de redacción. De 1953 a 1958 fue ascendiendo en el escalafón del diario. El salto cualitativo en el estilo de la columna política no fue sucesivo —pasar de Denegri a Buendía— sino que venía de atrás, traslapándose aunque sin efectos similares, sólo que con poca capacidad de penetración por el estilo popular de La Prensa y mayor circulación política de Excelsior. Luego de Red Privada en La Prensa, Buendía se incorporó a los cuadros profesionales de El Día y ahí comenzó su columna Para Control de Usted en 1964, finales del gobierno de López Mateos y elección de Díaz Ordaz. La estructura de la columna representaba una especie de reporte de análisis de la noticia pero con aportación de elementos informativos no públicos pero reales: algo así como un memorándum interno sólo para la lectura del jefe. Era una reproducción del trabajo temporal que realizó Buendía en el periodo 19631964, de su salida de La Prensa y su incorporación a El Día: en esos meses intermedios, Buendía realizaba un reporte de análisis noticioso diario para lectura exclusiva del presidente López Mateos; ya instalado en El Día le dio a su columna el formato de reporte: el concepto de la columna Para control de usted era de información exclusiva para una persona, sólo que dirigido al lector. El estilo de redacción tomaba una información y la iba desglosando a lo largo de los párrafos. En ese tiempo Buendía había detectado la existencia de un mundo de intereses al interior del sistema político priísta, sobre todo en la consolidación de grupos conservadores. La capacidad de difusión de las columnas Red Privada en La Prensa y Para Control de Usted en El Día, de 1958 a 1972, era menor a la de Denegri en Excelsior, entonces el diario más importante del país. Sin embargo, las columnas de Buendía tenían lectores dentro de las estructuras de poder. Asimismo, la temática referida a la defensa del Estado progresista y la denuncia de las presiones al Estado por el empresariado, la jerarquía católica conservadora, el PAN, la ultraderecha, el gobierno de los Estados Unidos y la CIA, le redujeron de modo natural su espectro de lectores colocándolo más en el sector de la opinión pública interesada pero minoritaria. En 1973, ya con el país polarizado por el discurso del presidente Echeverría y el activismo creciente de la derecha —bombazos en el periódico El Día y Excelsior revelaron la dimensión del conflicto—,
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Buendía dio otro paso adelante con la columna dominical Concierto Político de una plana en periódico estándar: comentarios bajo espacios subtitulados con el lenguaje de las partituras musicales, siempre con el mismo estilo de analizar, descubrir, aportar pistas de interpretación y contextualizar. La política progresista-populista de Echeverría había de alguna manera polarizado la vida política nacional, sobre todo por su acercamiento a Cuba, al gobierno socialista chileno de Salvador Allende y al grupo de los Países No Alineados. Al finalizar 1976 Buendía tomó una decisión fundamental: abandonar su empleo en oficinas de prensa y dedicarse de tiempo completo a su columna política; la Agencia Mexicana de Información, del periodista José Luis Becerra, había introducido el modelo de la sindicación de columnas, es decir, su venta masiva a periódicos y revistas del interior de la república. Así, los columnistas no trabajarían para un diario sino que reproducirían sus trabajos en multitud de diarios logrando ingresos diversificados importantes para su independencia. Pero si bien los columnistas lograban independencia de criterio al sindicalizar sus columnas y no depender de un solo empleador, de todos modos los mecanismos de censura del aparato político seguían operando. Así, Buendía comenzó su fase independiente en enero de 1977 escribiendo Red Privada — el título y estilo de columna que había comenzado en La Prensa— para El Sol de México, en agosto de 1978 salió de este diario por una censura y pasó unos cuantos meses a El Universal de donde salió también por censura; a finales de 1978 arribó a Excelsior y ahí escribió, a veces en momentos de tensión editorial por políticas del diario, hasta su asesinato en 1984. III La línea editorial de las columnas de Buendía tuvieron tres características: nacionalista, de Estado y críticas. La formación profesional e intelectual del autor le permitió ganar un espacio de autonomía relativa en los diarios en los que la publicaba, ajena y a veces contraria a la línea editorial del diario, llegando a la situación de convertir la columna en “un periódico dentro de otro periódico”. Esta autonomía, dialécticamente, contribuyó a jalar a los periódicos a posiciones críticas que no asumían; el periodo 1968-1976 fue de apertura crítica de los medios, junto con la fundación de la revista Proceso y del periódico unomásuno, a los que siguieron en los ochenta La Jornada y El Financiero. La crisis autoritaria de 1968 con la represión al movimiento estudiantil, la ruptura de la imagen internacio-
nal de estabilidad nacional, las contradicciones en las élites del poder y el dilema de dictadura-democracia condujeron a un proceso de apertura política que comenzó con Echeverría y se consolidó con la reforma política de López Portillo al legalizar al Partido Comunista y darle espacios en el congreso federal. El periodismo rompió amarras. La crítica administrada en Excelsior en el periodo de dirección de Julio Scherer García —1968-1976— y el manotazo autoritario originado en la Presidencia de la República en julio de 1976 ya no pudieron cerrar de nueva cuenta las puertas de la crítica. De todos modos, el sistema político priísta ajustó sus espacios a los nuevos escenarios y los mecanismos de control se aflojaron pero siguieron existiendo, como lo probaron los casos de censura que enfrentó Buendía en El Sol de México, El Universal y el propio Excelsior. El asesinato de Buendía llevó la censura a escenarios inéditos. La crítica periodística no sólo se centró en los abusos de poder del sistema institucional, sino que se trasladó también a sectores fuera del sistema pero con suficiente poder como para afectar la estabilidad nacional. A Buendía le tocó abrir la línea crítica al surgimiento del crimen organizado en el rubro del narcotráfico: el 14 de mayo de 1984, dos semanas antes de su asesinato, Buendía alertó a sus lectores y al poder político institucional del avance de los narcos. En su columna de ese día, Buendía escribió: “El procurador general de la República y el secretario de la Defensa no deberían ignorar por más tiempo la advertencia que hicieron desde marzo los nueve obispos del Pacífico Sur, respecto al significado político que puede tener el incremento del narcotráfico en nuestro país, específicamente en los estados de Oaxaca y Chiapas. “Tal como lo plantean ‑-y como se desprende también de otras informaciones-‑, este asunto involucra la seguridad nacional. “Los nueve dirigentes eclesiásticos coinciden con lo que saben otros observadores. Dicen que en este sucio negocio “existe la complicidad, directa o indirecta, de altos funcionarios públicos a nivel estatal y federal”. “Pero principalmente afirman que con el narcotráfico puede quedar comprometida la imagen exterior de México, “si como país, damos cabida a mafias internacionales, que van a terminar por inmiscuirse en nuestros asuntos patrios”. “Esto, el peligro de una “interferencia extranjera”, es subrayado por los obispos, que no hacen más que recoger las preocupaciones de sectores sociales: “Tenemos el temor, no in-
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fundado, de que en México llegue a suceder lo que en otros países hermanos, donde estas redes de narcotraficantes han llegado a tener influencia política decisiva”. “La lista de estos países en donde los narcotraficantes han tenido “decisiva influencia política”, incluye no sólo a Italia, sino a otros cercanos a nosotros geográficamente, y ligados por una complicada urdimbre de relaciones. “Bolivia y Colombia son dos de estos países. Colombia se halla actualmente bajo estado de sitio después del asesinato del ministerio de justicia, liquidado por la omnipotente asociación de traficantes de drogas. Nadie ignora como en esos dos países los estupefacientes y la política han ido muchas veces de la mano. “Pero es en Estados Unidos donde se da el fenómeno más peligroso no sólo para su propia sociedad sino para los países del continente, especialmente México. El contubernio de políticos y miembros del crimen organizado —que incluye el comercio clandestino de enervantes— es cosa vieja en el esquema norteamericano, y un pilar para la ampliación constante del mercado, que estimula en otros territorios, como el nuestro, la producción. “La denuncia de los nueve obispos no parece exagerada al decir que existe para México el peligro de la interferencia extranjera en nuestros “asuntos patrios” por la vía de las mafias internacionales. Más bien se quedaron cortos. Ellos debieron haber señalado que en México ya se dio el caso de que ciertos hechos políticos, en el pasado inmediato, fueran marcados por la influencia de un notorio traficante de narcóticos. “La corrupción, que es un fenómeno esencialmente político, fue incrementada durante el sexenio pasado, en una medida de realidad incontrastable, por los intereses de ese traficante que ejerció su actividad casi a la luz pública. “Pero se puede hablar de hechos más concretos. Por la cercanía que tuvo con el Presidente de la República, Arturo Durazo Moreno influyó en decisiones del gobierno como la represión contra supuestos enemigos, y también en algunos aspectos importantes de la información; o en la conducta de no pocos dirigentes sociales y de funcionarios que literalmente dependían de él para su provisión de enervantes o para el mantenimiento de sus equipos de “seguridad”. Influyó también en la
imagen exterior del país; por ejemplo, cuando fue necesaria la directa protección del Presidente para impedir un juicio de extradición (…). “Dejó tan permeados los círculos oficiales Durazo Moreno, que el nuevo gobierno parece haber desistido ya de traerlo para que responda por una variedad de acusaciones penales. El miedo a su sola presencia en el país, prácticamente ha paralizado los esfuerzos para localizarlo y aprehenderlo. (…) “Pero con Durazo o no, la mafia internacional del narcotráfico ha incrementado evidentemente sus actividades en México, de 1982 a la fecha. Y esto, como señalan los nueve obispos, no se puede lograr sin complicidades internas”. Así, la columna política cumplió con su función de atraer la atención hacia temas que las políticas editoriales e informativas de los medios habían descuidado. Buendía se basó en un desplegado periodístico pagado que publicaron los obispos católicos del sur de la república —vinculados a la corriente de la teología de la liberación— sobre la presencia de narcos productores de marihuana en zonas territoriales del sur. La columna alertó al procurador general y al secretario de la Defensa Nacional, prendió el foco de la seguridad nacional, fijó por primera vez la atención en la corrupción política y de gobierno como aliada a los narcos y de pasó recordó que a nivel de gobierno el narco se había infiltrado en 1977 cuando designó como jefe de la policía del DF a Arturo Durazo Moreno, ex comandante de la Dirección Federal de Seguridad, asentado en el aeropuerto de la ciudad de México y por tanto responsable del tráfico de droga en ese punto delicado. Al mismo tiempo, Buendía le dio a la columna política un valor profesional adicional: reveló en su columna dominical Sol y Sombra en El Sol de México, el 18 de septiembre de 1977, la carta secreta que había firmado el gobierno de Echeverría con el Fondo Monetario Internacional cediendo soberanía económica. Y en sus columnas diarias también reveló la identidad de dos jefes de estación de la CIA y exhibió la relación de grupos fascistas mexicanos con similares latinoamericanos, sobre todo argentinos. En todos estos tópicos periodísticos hubo un sentimiento nacionalista, de Estado, de simpatías con el proyecto nacional. El 14 de marzo de 1975, el presidente Echeverría acudió al auditorio de Medicina de la Ciudad Universitaria de la UNAM a la inauguración de
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cursos pero fue agredido por grupos radicales violentos; una pedrada impactó la frente presidencial y el presidente tuvo que ser sacado en un auto improvisado. Ciertamente que la presencia presidencial en CU era una provocación política y peor si no estuvo preparada con grupos de protección estudiantil. La pedrada cimbró al sistema político priísta y despertó los temores de una represión en respuesta. Los medios cerraron filas en torno al presidente y Buendía explicó en su momento que no se trataba de una defensa personal de Echeverría sino de las instituciones y del Estado. En consecuencia, el periodismo político, en Buendía, cumplía una función de estabilidad nacional de cohesión social y de denuncia de desestabilizaciones/inestabilidades. La aportación de Buendía a la comunicación social, el periodismo político, la columna política y los valores nacionales, representaron una recuperación del trabajo periodístico como función social y política a favor de los intereses nacionales. La denuncia de Buendía al retomar el desplegado de los obispos del sur se hizo con la intención de revelar que los narcos habían llegado al campo mexicano por la corrupción del poder; los datos posteriores conocidos por investigadores periodísticos enfatizaron en el dato de que Buendía había comenzado a seguir la pista de funcionarios y políticos involucrados en la protección de narcos y que la amenaza de publicación de nombres habría conducido a su asesinato. A treinta años del asesinato, la investigación se agotó en el entonces director de la Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez, pero lo hicieron aparecer como un autor intelectual solitario, sin indagar en la estructura de poder y de élite política a la que pertenecía Zorrilla: la Secretaría de Gobernación, entonces a cargo de Manuel Bartlett Díaz. La investigación del asesinato de Buendía se estancó en el sexenio de Miguel de la Madrid, a pesar de que tuvo referentes en el secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA estacionado en México, Enrique Camarena Salazar, en febrero de 1985; sólo la presión de los Estados Unidos a través de su embajador John Gavin, en el sentido de que policías del área de seguridad nacional eran cómplices de los narcos —lo que Buendía había comenzado a indagar— y estaban involucrados con el cártel occidental de Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca y Rafael Caro Quintero, logró la defenestración de Zorrilla —en marzo de 1985 era candidato del PRI a diputado local por el estado de Hidalgo— y su arresto en solitario en junio de 1989. A pesar del poco reconocimiento a su trabajo, la revaloración del trabajo de Buendía como comunicador social, columnista político y profesor de periodismo ha tardado y se ha ido desdibujando con el tiempo. Sin embargo, quedan los datos de que sus primeras revelaciones mostraron el inicio del ciclo del narcotráfico en México, representaron la primera alerta: la corrupción del poder por los narcos y su aportación a la configuración de la columna política moderna en estilo, profundidad y análisis, aunque lamentablemente en las escuelas de periodismo del país hay un olvido o una decisión de no tomar en cuenta el valor del ejemplo de Manuel Buendía como profesional del oficio de denunciar y criticar al poder desde los medios de comunicación escritos. Buendía fue un periodista de su tiempo, contribuyó a modernizar la profesión periodística que hasta entonces se veía como oficio y dejó un legado que debiera de ser retomado por las escuelas de periodismo como una aportación invaluable al trabajo en los medios escritos.
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¿Quién Mató a Manuel Buendía? Por Carlos Ramírez
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a mañana del miércoles 30 de mayo de 1984, Alejandro Gómez Arias le confió a Luis Suárez: “Algo terrible va a pasar hoy”. Durante el día, el tema de moda fue el eclipse anular de sol. Por la tarde, casi al caer la noche, el periodista Manuel Buendía, de 58 años de edad y autor de la influyente columna Red Privada, fue asesinado al salir de su despacho en el centro de la Zona Rosa de la ciudad de México, cuando estaba a punto de abordar su automóvil. Cuatro tiros a quemarropa y por la espalda abrieron una herida periodística y política que la sociedad mexicana aún no ve cerrada y menos todavía cauterizada.
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Desde entonces, una pregunta inquieta no sólo a los periodistas sino a importantes sectores del país y del extranjero: ¿Quién mató a Manuel Buendía? A lo largo de un año las investigaciones policiacas han sido conducidas bajo el sello de un importante compromiso presidencial para aclarar el suceso, pero la tardanza y las equivocaciones habidas a lo largo de las pesquisas, aunadas a cierto interés del fiscal por despolitizar el crimen, han provocado inquietudes entre los periodistas y amplios sectores de la sociedad, así como una ola de rumores que en nada benefician al país en un año político clave. Desde esa noche del 30 de mayo de 1984, el país contrajo una deuda consigo mismo: aclarar el asesinato de Manuel Buendía. La consigna también es clara: en el caso de Buendía, ni mártir ni silencio.
El periodista Nacido en Zitácuaro, Michoacán, el 24 de mayo de 1926, Manuel Buendía tuvo un paso fugaz por una escuela que en la provincia posrevolucionaria era obligada: el seminario. Sin vocación para la sotana, aunque precoz en el entendimiento del papel de la Iglesia en la sociedad mexicana, Buendía dejó el seminario y se fue a la ciudad de México. Ahí aprendió periodismo en la revista La Nación, órgano del Partido Acción Nacional y al lado del maestro formador de plumas destacadas: Carlos Septién García. Su paso por el conservadurismo político fue efímero. Ahí conoció las contradicciones y la corrupción de una corriente que en años posteriores denunciaría sistemáticamente. Y aunque su acercamiento a las causas populares fue a partir de entonces acelerado, nunca más se afiliaría a una organización política. La biografía del oficio periodístico de Buendía para necesariamente por el itinerario profesional del viejo periodismo de los cincuentas: noticias policiacas para afinar el olfato del reportero, redacción de
esos temas para depurar el estilo. De ahí, ya forjado el periodista, se pasaba a las diferentes fuentes para aterrizar en políticas o en Presidencia de la República, además de incursionar en el columnismo. En La Prensa, Buendía terminó de templarse e inclusive llegó a ser, durante tres años, director de aquel importante periódico de penetración popular. Por conflictos políticos salió de la dirección de ese rotativo y comenzó su segundo aprendizaje, en el cual dejó sentadas tesis, teoría y sobre todo reflexión: la comunicación social y las oficinas de prensa. Hombre de práctica, Buendía nunca dejó de aprender y de prepararse en la teoría. Su inclinación reflexiva lo hizo sentar teoría sobre temas que por los sesentas no parecían tener importancia en la estructura política del gobierno y menos aún en los medios de difusión: convertir el periodismo en una responsabilidad de comunicación social y transformar los tradicionales basureros de la política y cajones financieros de la corrupción periodística en verdaderas oficinas de prensa o –como le gustaba llamarlos en conversaciones convincentes– en verdaderos laboratorios de comunicación social. Esta tarea estuvo relacionada, de manera simultánea, a la apertura de caminos de rescate de un género periodístico que era considerado, por entonces, como sinónimo de la corrupción: la columna. Sus temas fueron variados, siempre intentado crear opinión pública, aportando elementos de juicio para que los lectores pudieran explicarse los hechos en su contexto y rescatando los valores nacionales derivados de un paulatinamente olvidado movimiento revolucionario de comienzos de siglo. Después de pasar por las oficinas de prensa de la Comisión Federal de Electricidad, la Nacional Financiera, el Departamento del Distrito Federal y el Consejo Nacional Financiera, el Departamento del Distrito Federal y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y de mantener con dificultad la doble tarea de ejercer el periodismo crítico e independiente y
el puesto público, Buendía decidió optar por la independencia total. No por ello abandonaría la reflexión institucional sobre la comunicación social e inclusive antes de su muerte redactó importantes documentos acerca de la urgencia de una política de comunicación social del Estado. En 1977 volvió por sus fueros. Dejó de publicar las columnas “Para control de usted...” y “Concierto Político” en El Día y se cambió a El Sol de México en donde revivió “Red Privada”, una columna que publicara durante su estancia en La Prensa a fines de los cincuentas y principios de los sesentas. Con ella iniciaría un recorrido trashumante por diferentes medios para poner a salvo su independencia. Pasó por El Universal en donde la “Red Privada” del 12 de octubre de 1978 alcanzó las ocho columnas: desenmascaró al jefe de la estación de la CIA en México. Problemas de intereses creados le hicieron buscar nuevos mecanismos para salvaguardar su independencia, y a través de la Agencia Mexicana de Información (AMI), desembarcó en la página cuatro de Excélsior. Por méritos propios iría a dar pronto a la primera plana de ese diario hasta el día de su muerte. El hecho de ser, en algún momento, el periodista más leído e influyente del país le resultó una responsabilidad acreditada y asumida. Abandonar la función pública en el gobierno y optar por la independencia crítica y observadora del periodista, le significó privilegios profesionales pero también precios a pagar. Nunca dijo todo lo que quería decir, porque sabía los límites del sistema, pero siempre conquistó nuevos espacios de expresión. Ejerció un doble periodismo: el de las columnas publicables y el de sus cartas a sus amigos, género un poco olvidado. Hacia el final de sus días, el autor de “Red Privada” – según testimonio de sus amigos—se debatía entre el entusiasmo y la exasperación, entre la institucionalidad y el deseo de contribuir a mejoras las cosas, además de seguir denunciando las irregularidades del gobierno y del sistema político.
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La tarea periodística convirtió a Buendía, aún sin quererlo ni buscarlo prioritariamente, en conciencia crítica y moral de la sociedad. Como todo periodista, aceptó el liderazgo social que implicó su función de analista de los acontecimientos nacionales. Hizo política pero sin perder de vista sus obligaciones profesionales. Siempre se atuvo a los compromisos que forjaron a México como nación. El periodismo mexicano supo con él, lo mismo que con otras plumas de su generación, que la objetividad era un mito y que el periodismo cumplía también tareas sociales. Su pluma fue memoria histórica en un país amnésico. Pudo identificar enemigos y plantear alianzas estratégicas en beneficio de los compromisos populares. Su columna fue también el registro de una evolución personal. Conocedor de los límites del ejercicio del oficio periodístico, hizo esfuerzos para orientar sus comentarios hacia funciones trascendentes. Defendió casos y cosas que otros silenciaban. Exaltó la labor progresista del Ejército, alertó sobre la derechización, se tomó del brazo del Congreso del Trabajo y promovió las propuestas obreras contra la crisis y los “Chicago Boys”. Defendió hasta el último instante al SUTIN e hizo gestiones privadas para reunir a sindicalistas con funcionarios; les dio espacio político a los telefonistas y caracterizó con certeza los puntos flacos del proyecto económico conservador. Fue garantía para la defensa de asilados de las dictaduras conosureñas y descubrió la presencia de agentes extranjeros latinoamericanos en México. Tocó temas que el gobierno quería soslayar y provocó reacciones a favor y en contra: era escuchado y también desatendido. Fue claro en sus criterios: “También existimos quienes vemos la crisis actual en términos de Revolución vencida o contrarrevolución triunfante como usted prefiera”. Para él, a lo largo de la última etapa de su vida periodística, el oficio de escribir fue una forma de hacer patria, de forjar una nación. A la usanza de los viejos maestros del liberalismo juarista, Buendía creyó en las enseñanzas de Zarco y como él convirtió las páginas de los periódicos en ágora y parlamento, en partido político y manifiesto a la nación. Sabía de los peligros que encerraba el escribir sobre temas delicados, pero nunca la fatalidad guió su máquina
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Hombre de práctica, Buendía nunca dejó de aprender y de prepararse en la teoría. Su inclinación reflexiva lo hizo sentar teoría sobre temas que por los sesentas no parecían tener importancia en la estructura política del gobierno y menos aún en los medios de difusión: convertir el periodismo en una responsabilidad de comunicación social y transformar los tradicionales basureros de la política y cajones financieros de la corrupción periodística en verdaderas oficinas de prensa de escribir. A través del ejercicio diario de la escritura, Buendía estimuló la práctica de un periodismo social, político, comprometido con la historia del país, republicano. No fue –lo recuerdan y señalan sus amigos para destacar la destreza y originalidad de su periodismo—un periodista de oposición. Surgido del sistema, aspiró siempre a que el sistema fuera fiel consigo mismo, comprometido con la historia que le dio autoridad. Buendía tendió un puente entre las diferentes corrientes progresistas del país, haciéndolas convivir para mejor servicio a la República. No fue marxista, aunque dialogó con ellos; tampoco era priista y tenía en las filas del tricolor amigos de verdad; nunca volvió al gobierno, aunque se sabía interlocutor de importantes sectores oficiales. Esta diversidad de relaciones le permitió, como en las buenas etapas del periodismo mexicano, convertir a la columna en un interlocutor válido del poder sin entrar en componendas con el poder. Sabía de sus limitaciones y de las propias de la prensa, pero aun así nunca quiso dejar de ser congruente consigo mismo. Así fue: Periodista de tiempo completo. Y como periodista murió.
II El Crimen El día que lo iban a matar, Manuel Buendía se despertó muy temprano, pero no para mirar el eclipse. Casi no le importó ese suceso más que para anotarlo como posible juego de palabras o de ingenio en alguna columna. Esa mañana, otros periodistas tenían premoniciones. (Gómez Arias concedía una entrevista a Luis Suárez y, como preludio, le advirtió que algo iría a pasar ese día). El columnista sabía que sería un
día difícil, pues la esposa de su principal asistente, Luis Soto, estaba a punto de dar a luz, y requería la presencia de su marido. Tenía además varios días sin secretaria. “Tendré que contestar teléfonos y abrir puertas”, se dijo a sí mismo por la mañana y posteriormente lo repetiría en el curso del día. Como siempre, desayunó con amigos y posteriormente arribó a su oficina en Insurgentes Sur No. 58, sexto piso. Se quitó el saco y repasó algunos temas para sus columnas. Antes de empezar a redactar a mano en hojas de papel blancas, hizo –como siempre—algunas anotaciones de asuntos pendientes y de asuntos ya reporteados. Entre sus notas llevaba cuando menos cinco asuntos que le comenzaban a atraer, sobre todo la punta de la hebra del narcotráfico y el involucramiento de algunos altos funcionarios en ese sucio negocio. También llevaba especial anotación del tema de la ultraderecha, debido fundamentalmente a que algunos personajes políticos vinculados a las fuerzas de la derecha podrían llegar a ejercer importantes puestos de poder regional en el occidente del país. Influían en el ánimo del periodista algunas amenazas por las indagaciones de ciertos personajes que ya había criticado en algunas de sus columnas anteriores. En los últimos días, el autor de “Red Privada” había aumentado sus reuniones con importantes jefes sindicales del sector progresista, en cuyos hombros pesaba la difícil negociación de la alianza del gobierno con los trabajadores. Unos días antes le había entrado al puntilloso tema del primero de mayo – el desfile y los bombazos en Palacio Nacional—y le había dicho al gobierno que no dejara de percibir el problema económico-social del país a causa de la cortina de humo de las bombas “molotov”. Buendía escribió que ese primero de mayo era un “parteaguas” y significaba un rotundo “no” de los trabajadores a la política económica. Bien recibida en círculos sindicales un poco cohibidos por los bombazos, la columna de Buendía raspó el buen humor de algunos funcionarios que esperaban agradecimientos en ese desfile del día del Trabajo. En su oficina, Buendía hizo algunas llamadas a Relaciones Exteriores, la Contraloría de la Federación y al director de Pemex. Varios temas le preocupaban y amarró citas para confirmar algunos datos. Comió con el subsecretario de Relaciones, Víctor Flores Olea, y otros funcionarios de la chancillería, además del diputado José Carreño Carlón. Después de comer hizo algunas llamadas y poco antes de las 18:30 horas se puso la gabardina y salió de su oficina acompañado de su asistente Juan Manuel Bautista, quien iba a sacar algunas fotocopias. Como el elevador estaba descompuesto, Buendía bajó por las escaleras. Salió a la calle y se enfiló al estacionamiento de al lado para recoger su automóvil. Antes de que pudiera llegar a él y en menos de un minuto, la tragedia ocurrió. Un hombre joven, de entre 27 y 30 años, de 1.70 metros de estatura, delgado, moreno, cabello castaño corto, cejas pobladas, nariz rectilínea, boca mediana, labios delgados, bigote abundante, mentón prominente, con cachucha blanca de beisbolista, pantalón de mezclilla, chamarra negra y tenis, se le acercó al periodista por detrás, le abrió la gabardina y disparó dos veces. Buendía cayó y ahí el asesino le disparó nuevamente. El periodista no pudo desenfundar su arma. El asesino caminó hacia atrás para escapar. Bautista lo siguió gritándole que se detuviera y el asesino quiso dispararle, pero tropezó con una mujer. Volteó y corrió hacia la calle de Havre y se perdió ante la mirada atónita de mucha gente que pasaba esa tarde por la avenida más transitada del país.
VII
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El asesino parecía ser un profesional.
VIII
Se movía como una persona con entrenamiento. De acuerdo a versiones de testigos, el criminal estuvo algún tiempo frente a la oficina de Buendía. Indagaciones posteriores hablan de personajes que se movieron con regularidad en los últimos días de mayo por las cercanías de las oficinas del columnista. Luego del asesinato, una persona no identificada, con un arma en la mano, se acercó al cadáver de Buendía y luego se fue por las calles. Algunas versiones hablan de la hipótesis de un cómplice que se acercó a mirar si Buendía realmente estába muerto y otros indican que era un policía que pasaba por la oficina. No se descarta la posibilidad de que ese personaje hubiera pertenecido a fuerzas policiacas de seguridad que mantenían vigilando a Buendía en busca de sus fuentes de información y contactos para determinados temas. Elementos de la Dirección Federal de Seguridad fueron los primeros en presentarse en la escena del crimen, al mando del director de la corporación, José Antonio Zorrilla. Enseguida llegaron agentes de la Judicial Federal, así como reporteros de todos los medios de información y corresponsales extranjeros: bastaron unos cuantos minutos para que la noticia corriera como pólvora encendida por el país y levantara una ola de indignación en diferentes estratos sociales. Los archivos del periodista y sus notas personales fueron los primeros elementos de investigación procurados por los agentes. Durante las semanas siguientes, un grupo de especialistas trabajó en el despacho de Buendía espulgando los expedientes en busca de alguna posible pista. Los periodistas presentes en el lugar del crimen tomaron nota del impresionante despliegue policiaco en la oficina y los bajos de Insurgentes Sur 58. Prácticamente se instaló un estado de sitio. Hubo fricciones entre las diferentes corporaciones policiacas por hacerse cargo del cadáver del columnista. Mientras eso ocurría, el cuerpo permaneció bastante tiempo en el pavimento. Los resultados de la autopsia exhibieron la mortalidad de los disparos. Los análisis de peritos de balística dieron importantes pistas. Por ejemplo, destacó el hecho de que las balas de la pistola del asesino fueron de las que se conocen como recargables mediante aparatos especiales. Asimismo, fue importante la conclusión de los peritos de la Procuraduría del Distrito respecto a que el tipo de proyectiles usados contra Buendía correspondían a los generalmente utilizados por pistoleros profesionales. Una semana después, al celebrarse el Día de la Libertad de Prensa, el asesinato de Manuel Buendía ha-
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bía terminado de conmocionar a la sociedad. En un oscuro despacho de Insurgentes Sur No. 58, rigurosamente vigilado por la policía, una fina capa de polvo mostraba ya una oficina en abandono. Los cuadros y las pertenencias personales del periodista comenzarían, pronto, a ser archivadas y guardadas en cajas de cartón.
III Las reacciones El jueves 31 de mayo amaneció después de una larga noche. El alerta policiaco y militar reportó sin novedad. Sin embargo, habían sido horas de irritación, indignación y temor. Las redacciones de los periódicos trabajaron fuerte para informar de la muerte de Buendía. Los noticieros de televisión transmitieron algunas escenas del suceso. 24 Horas abrió con la figura demudada y conmovida de Jacobo Zabludowski, —quien casi 30 años atrás compartiera experiencias periodísticas con Buendía—anunciando la muerte del columnista. Siete Días, en cambio, mostró desconcierto y quiso esconder la noticia relegándola a la parte policiaca del noticiero. Los espacios periodísticos de la radio fueron más allá y en programas nocturnos se comenzó a gestar la irritación del gremio y de ciertos sectores de la sociedad. Por la funeraria desfilaron periodistas, funcionarios, políticos, secretarios de Estado, gobernadores, dirigentes de todos los partidos políticos, líderes empresariales y decenas de jóvenes. Esta muestra de consternación culminó ese jueves con la visita y guardia del Presidente de la República. Las primeras planas de los periódicos fueron insuficientes para incluir noticias, reacciones, comen-
tarios, crónicas y sobre todo promesas gubernamentales. Varios periódicos comisionaron a sus mejores reporteros para seguir el proceso de la investigación. Una serie de hechos comenzó a manifestarse. El crimen se había cometido en momentos bastante difíciles para el país. El mes de mayo terminaba sus días con puntos malos contra la nación: desde el bombazo en Palacio Nacional hasta la ejecución de Buendía, pasando por el desfile del Día del Trabajo más lleno de críticas, protestas y cuestionamientos para la política económica, y el viaje del presidente De la Madrid a Washington con la fría recepción de Reagan, sus presiones para desinflar la política mexicana en Centroamérica y la columna de Jack Anderson en el The Washington Post haciendo denuncias de corrupción presidencial en México sin pruebas y sí con intenciones desestabilizadoras. El país estaba conmocionado y sometido a presiones extraordinarias (no por menos el propio Presidente de la República había denunciado “injerencia extranjera” en los sucesos del primero de mayo). Tampoco eran menores las tentativas norteamericanas para influir desde fuera en la orientación de la política exterior mexicana. En este contexto, las reacciones sociales y políticas al asesinato de Buendía cobraron una dimensión especial, pero la respuesta gubernamental a estas reacciones fue tibia y ni siquiera en la investigación del asesinato del autor de “Red Privada” se logró convocar la confianza nacional. Escrito una semana antes del asesinato de Buendía y publicado justamente una semana después de ese acontecimiento, Francisco Martínez de la Vega firmó un artículo en la revista Siempre! en el que señalaba las fricciones existentes entre la prensa y el Gobierno, desde aquella iniciativa para proteger la moral y el prestigio de los funcionarios que se conoció popularmente como Ley Mordaza. Como premonición, Martínez de la Vega tocaba puntos clave: “evidentemente, la historia de la lucha por la libertad de imprenta es un relato de la cadena de sacrificios heroicos de los mejores hombres del periodismo”. Luego advirtió una falta de voluntad gubernamental para llevar las relaciones con la prensa a niveles de madurez y no de confrontación. El asesinato de Manuel Buendía vino a consolidar las preocupaciones de los sectores interesados en el rumbo político de la nación. Como era de esperarse, el crimen introdujo mayores desconfianzas en la relación prensa-gobierno. Si bien había pocos elementos para acreditar o no la ejecución a una conspiración gubernamental, el asesinato creó mayor distanciamiento entre el poder político y los informadores. La reacción de la prensa al crimen fue importante en su dimensión y, sobre todo, en su respuesta.
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Los editoriales de los periódicos insistieron en calificar al crimen de provocación contra las libertades y como parte de acciones desestabilizadoras internas y externas. De ahí se lanzaron a exigir al gobierno las garantías indispensables para el ejercicio de la libre información. Excélsior insistió en que las balas dirigidas contra Buendía eran, en realidad, contra la libertad de expresión. El Universal escribió que si atentados como esos no se castigan ni se persiguen, la libertad de expresión se pondría en peligro. El Nacional tomó la promesa presidencial de una investigación a fondo y anotó que “un crimen así, de suyo tan nefasto, debe ser aclarado”. El Heraldo de México publicó un editorial en primera plana para enfatizar el clima de provocación y enlistar el crimen de Buendía con otros similares en El Salvador, Niacaragua y Filipinas, al tiempo que pidió “justicia, simple justicia”. El Sol de México se hizo eco entusiasta de la investigación ordenada por el presidente De la Madrid y estimó que “nada impedirá la investigación sin tregua del asesinato”. Uno Más Uno dijo que el crimen golpeaba al conjunto del cuerpo social. El Financiero pidió deslindar responsabilidades. Otras reacciones fueron más críticas que las opiniones editoriales de los principales periódicos de la ciudad de México. Los artículos reflejaron la importancia del trabajo periodístico de Buendía y su papel social en una etapa particularmente conflictiva de la nación. El periodismo mexicano se declaró en luto y entre las columnas se comenzó a hacer el intento por aclarar la verdad. No fueron pocas las plumas que siguieron la pista de la desestabilización, y tampoco fueron pocas las que insistieron en aportar datos para facilitar la investigación. Pero en el fondo, nadie pudo detener lo obvio: el enfrentamiento en las relaciones de la prensa con el gobierno. Los artículos y análisis destilaron un tomo de reproche y ubicaron el asesinato en el contexto de una situación nacional bastante crítica, si bien no se puso en duda la libertad de expresión. De ahí la insistencia de los periodistas –en privado, en sus columnas o en artículos y en sus gremios—para que la investigación realmente llegara al fondo de las cosas y desbrozara la relación con el Estado de cualquier mal entendido. El verdadero termómetro de esa relación fue la celebración del Día de la Libertad de Prensa, el 7 de junio. En una atmósfera que los cronistas se preocuparon de resaltar como poco festiva, el Presidente de la República convivió con los editores y entregó los premios nacionales de periodismo. Un editorial de un diario insistiría en el punto de fricción al titularlo: “Libertad sin Justicia”, debido al atraso en los resultados de la investigación. En la comida, la periodista María Luisa “La China” Mendoza pronunció un discurso que conmovió por su petición, bastante desusada en este tipo de convivencias, de que los resultados de la investigación deberían llegar a puerto seguro. El Presidente tomó el hilo y en una breve intervención lamentó y condenó nuevamente el asesinato y la violencia, y destacó el esfuerzo gubernamental para esclarecer y penalizar el homicidio que victimó a Buendía. El tiempo pasó sin que se tuvieran datos sobre los resultados de la investigación, lo que atizó la irritación del gremio periodístico. Algunos sectores del gobierno, por su parte, tomaron con evidente incomodidad las peticiones de aclaración del proditorio asesinato de Buendía y no ocultaron su malestar por las celebraciones mensuales y los artículos consuetudinarios de petición de informes sobre las indagaciones oficiales. Tampoco escapó a la protesta el uso de
tribunas públicas y políticas para insistir en el castigo al o a los homicidas de Buendía. El 30 de noviembre, al recibir la medalla “Eduardo Neri”, el periodista Francisco Martínez de la Vega trajo a colación el asesinato de Buendía y dijo –en presencia del Primer Mandatario, su Gabinete y el Poder Legislativo-, que los periodistas mexicanos “no estaremos tranquilos” mientras no se esclarezca el crimen. En las dos ocasiones en las que se refirió al asesinato de Buendía, el presidente Miguel De la Madrid condenó el uso de la violencia para dirimir diferencias, comprometió la acción de su gobierno para garantizar la libertad de expresión y sobre todo ordenó hacer las investigaciones oficiales para aclarar el asesinato. Respecto al último punto, el Presidente dijo, después de montar guardia ante el féretro de Buendía: “He girado instrucciones precisas a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal para que haga sus investigaciones con todas las fuerzas y recursos de que dispone, para esclarecer los hechos y hacer justicia”. Días más tarde, en la comida del Día de la Libertad de Prensa, el presidente De la Madrid afirmó en su discurso leído: “El respeto a la vida es principio básico de nuestra convivencia. Por ello nuevamente lamento y condeno enérgicamente el asesinato y la violencia. Mi gobierno hace todo su esfuerzo para esclarecer y penalizar el homicidio que victimó a Manuel Buendía. Expreso nuevamente mi sincero pésame por tan lamentable suceso”.
La derecha no celebró abiertamente el asesinato y tampoco fue convincente en su aparente condena, sobre todo la derecha vinculada a los sectores que Buendía desenmascaró. Un columnista de las fuerzas de la derecha anticomunista, sobre todo patrocinada por la Universidad Autónoma de Guadalajara, escribió sobre la historia de Buendía y dijo: “A los hombres podremos traicionarlos y engañarlos. Pero a Dios nadie lo engaña”.
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De entonces a la fecha, ningún otro alto funcionario gubernamental se referiría en público a los compromisos oficiales ni al asesinato de Manuel Buendía. Sobre la embajada de Estados Unidos en México, y sobre el locuaz y agresivo exactor que ahora la encabeza, cayeron de inmediato sospechas. En dos oportunidades Buendía había puesto al descubierto las identidades de otros tantos “jefes de estación” de la CIA, —que operan al amparo de la cobertura diplomática de la Embajada y dirigen al mayor grupo norteamericano de espionaje fuera de Washington—. Estas revelaciones, junto con una sistemática labor de denuncia de las actividades de la CIA en México y América Latina, y constantes críticas a la política imperialista norteamericana, hicieron de Buendía uno de los hombres más destacados para los ocupantes del blando edificio de Paseo de la Reforma. Entrevistado en enero pasado por el reportero Mattew Rothschild de la revista The Progressive, el señor Gavin se negó a comentar el crimen. “Pero la embajada, y en particular Gavin –escribió Rothschild en el número de abril de su revista—, veían a Buendía como a un enemigo y lo detestaban”. Ante el periodista el embajador calificó a Buendía como “enemigo de Estados Unidos”, condición que según su lógica lo hacía objeto de muchas enemistades, y expresó que el periodista asesinado “traficaba en mentiras y distorsiones”. En su reportaje, Rothschild estimó que aparece de la animadversión personal de la embajada norteamericana y las demandas institucionales de la CIA “existe otra posible base para la complicidad norteamericana: es concebible que el gobierno estadounidense haya estado involucrado en el asesinato de Buendía como parte de un esfuerzo por alinear a México con la política norteamericana en América Central (...) Buendía apoyaba abiertamente a los sandinistas y fuentes norteamericanas afirman que servía de enlace de prensa a los rebeldes salvadoreños. Mantenía una estrecha vigilancia sobre la política exterior mexicana, criticándola cada vez que parecía ceder a las presiones norteamericanas”. La iglesia progresista lamentó la muerte y celebró algunas misas por Buendía. Los portavoces del sector conservador, que fueron muchas veces tocados por el estilete de Buendía, no fueron proclives a la piedad o a la calidad cristiana. Genaro Alamilla, obispo auxiliar de México, ex secretario general del Episcopado y brazo derecho del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, dijo que en el caso de Buendía “se está haciendo un mito y eso no está bien. Nadie es absolutamente bueno porque no es Dios ni absolutamente malo porque no es el Diablo”.
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Desde el extranjero, las muestras de condolencias fueron impresionantes. Mensajes de organizaciones políticas, gremiales, periodísticas y gubernamentales llegaron a México no sólo para expresar condolencias, sino para exigir la aclaración del crimen. La repercusión mundial llegó a preocupar a algunas instancias gubernamentales y no pocos esfuerzos se hicieron para diluir el tono de algunos mensajes. La derecha no celebró abiertamente el asesinato y tampoco fue convincente en su aparente condena, sobre todo la derecha vinculada a los sectores que Buendía desenmascaró. Un columnista de las fuerzas de la derecha anticomunista, sobre todo patrocinada por la Universidad Autónoma de Guadalajara, escribió sobre la historia de Buendía y dijo: “A los hombres podremos traicionarlos y engañarlos. Pero a Dios nadie lo engaña”. Uno más dijo: “Buendía asesinó muchas honras y ahora a él le tocó la muerte física”. Otros sectores guardarían un cuidadoso silencio. Partidos políticos y sindicatos participan en el sepelio de manera masiva. Al calor de la indignación por el asesinato de Buendía, importantes sindicatos, políticos, escritores e intelectuales llamaron a formar un amplio frente nacional contra la violencia y por la soberanía, que al final de cuentas no cuajó bien. Los firmantes del desplegado del 7 de junio de 1984 condenaron el asesinato y ubicaron la ejecución del periodista en un amplio contexto de provocación y desestabilización. Desde el extranjero, las muestras de condolencias fueron impresionantes. Mensajes de organizaciones políticas, gremiales, periodísticas y gubernamentales llegaron a México no sólo para expresar condolencias, sino para exigir la aclaración del crimen. La repercusión mundial llegó a preocupar a algunas instancias gubernamentales y no pocos esfuerzos se hicieron para diluir el tono de algunos mensajes. Al final de cuentas, el crimen había provocado una reacción y una respuesta inesperada.
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IV La Investigación La noche del 30 de mayo de 1984 se formaron varios grupos policiacos especiales para realizar las investigaciones del asesinato del autor de “Red Privada”. Por las características del suceso, cada grupo se encargó de temas específicos: uno lo ubicó en el contexto de la seguridad del Estado, otro comenzó a indagar hechos puramente policiacos, uno más se dedicó a las implicaciones políticas y no faltó un equipo de analistas que hizo una impresionante lista de sospechosos. Aunque el punto de partida no desechó posibilidades ni probables involucrados, las investigaciones dieron poca credibilidad a las vertientes de conspiración o de desestabilización. Sin embargo, no fueron pocos los analistas que ubicaron el asesinato de Manuel Buendía en el contexto de hechos políticos internos y externos que agitaron al país en ese mes de mayo de 1984. Escribiendo en Nexos de julio de ese año, Héctor Aguilar Camín apuntó: “Las semanas del mes de mayo de 1984 fueron para la opinión pública un tobogán de sorpresas e incertidumbres; para los funcionarios públicos, el terreno de la precipitación, la inseguridad y el desconcierto político; para el conjunto de la sociedad, el espacio del temor y la ocasión de nuevas sospechas sobre la integridad de su gobierno. La ejecución de Buendía añadió un tinte sombrío a la terrible lógica política de esas semanas, porque fue ese clima de tensión, esa atmósfera de crisis ahondada, lo que la hizo posible. Quienes hayan sido los asesinos, lo cierto es que la percepción del río revuelto aceleró o definió fechas y le
otorga a la muerte de Buendía su calidad de hecho político límite, como parte de la lógica de la conspiración y las desestabilización que rondan por igual a la sociedad inerme y al gobierno inmóvil de México”. El mismo Aguilar Camín anotó en su artículo un juicio que no ha perdido vigencia: “La Lógica de la investigación policiaca del asesinato de Buendía no corresponde necesariamente a la lógica de sus implicaciones políticas. Del resultado de la primera se sabe poco en el momento de escribir estas líneas (junio de 1984); del sentido de la segunda era posible hablar incluso antes del asesinato que hoy lamentamos”. En las primeras semanas, la presión periodística obligó a las autoridades a definir los rumbos de la investigación. Sin embargo, en el corto plazo el camino de las pesquisas empezó a torcerse y la apertura informativa sobre los avances, retrocesos o estancamientos en las indagaciones fue disminuyendo. Algunos hechos mostraron debilidades en la voluntad para esclarecer el asesinato de Buendía. Prácticamente al mes del crimen, la Dirección Federal de Seguridad fue excluida de la investigación y el caso quedó en las manos de la Policía Judicial del Distrito. Más allá de pugnas interburocráticas, este hecho permitió que pocas semanas después la procuradora de Justicia del D.F., Victoria Adato de Ibarra, intentara despojar al crimen de cualquier competente político o de desestabilización. El retiro de la DFS de la investigación no podía obedecer sino a tres razones: 1.- El crimen fue aclarado pero por razones políticas los resultados no podían ser conocidos.
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2.- La seguridad del Estado no estaba involucrada en el asesinato del periodista. 3.- La seguridad del Estado sí estaba relacionada con el asesinato del 30 de mayo y había que lavar pruebas y desviar la atención de los observadores hacia hechos puramente policiacos. En este sentido, la investigación mostró también otros tres rasgos importantes: 1.- La comisión investigadora presidencial, encabezada por uno de los principales asesores de Los Pinos, el economista, sociólogo y ex director de una revista, Samuel del Villar, realizó indagaciones por su cuenta y tuvo línea abierta con los aparatos policiales mexicanos. De acuerdo a informes extraoficiales, esta comisión llegó a conclusiones; e inclusive circuló la versión de que el asesino de Buendía habías sido muerto de 40 puñaladas antes de denunciar a sus cómplices. 2.- Hubo presiones a partir del primer mes del asesinato del autor de “Red Privada”, para que cesara la insistencia en la aclaración del asesinato. Asimismo, periodistas que escribieron sobre el crimen del 30 de mayo y dieron algunas sugerencias para la investigación fueron invitados por fuerzas policiacas a fin de que dijeran lo mismo en declaraciones de juzgado. Algunos de los periodistas que se vieron en esta situación hablaron de clara intimidación. Por lo demás, portavoces del gobierno, en su área política, hicieron peticiones a algunos editores para que disminuyeran el tono y el enfoque del tratamiento del crimen de Buendía. 3.- También hubo, paralelamente a lo anterior, una clara intención por tener espesas cortinas de humo en torno a la investigación.
El evidente cariz político del crimen fue sustituido, vía rumores, por interpretaciones puramente policiacas y hasta sexuales. También se circularon informes respecto a supuestas investigaciones de riqueza, fortuna, propiedades y vida privada del periodista asesinado. Todos estos hechos quisieron desviar la atención sobre el verdadero carácter y significado de la muerte de Buendía. Al final de cuentas, por el rumbo de la investigación oficial; los datos filtrados a ciertos periodistas y las presiones para acallar la exigencia de solución al asunto, dieron la impresión de que el expediente Buendía se convirtió en un asunto de razón de Estado. Asimismo se han generado otras especulaciones: Que la investigación sigue abierta y que muchos cabos faltan de atar. También, que el análisis del cuaderno de anotaciones del periodista asesinado tiene pistas que no han sido aún andadas por lo delicado de los asuntos que tocan. Por lo demás, hasta la penúltima semana de mayo el expediente continuaba en manos de la policía judicial del Distrito Federal y salvo cifras imposibles de comprobar –“avance del 80 por ciento en las investigaciones”— y aseveraciones de que el criminal ya había sido “cercado” –igualmente imposible de constatar—dadas a conocer por el subprocurador René Paz Horta a una comisión de periodistas después de gestiones varias, la Procuraduría del Distrito no había presentado a la opinión pública conclusiones, ni siquiera adelantos, del estado real que guardan las pesquisas. Cuando mucho, las cifras porcentuales y otros elementos manejados desde Niños Héroes han contribuido a propalar rumores. A lo largo de un año, el itinerario de la investigación oficial se perdió en la identificación de posibles enemigos del periodista asesinado. Un equipo especial de seguridad del Estado se dedicó a crear estadísticas, cuadros y curvas sobre los personajes atacados por Buendía en sus columnas. Luego elaboró otro cuadro con los casos que investigaba y uno más sobre los asuntos delicados de los que ya había elaborado algunas columnas de adelanto pero sin cerrar aún el tratamiento de esos temas. Sin conclusiones efectivas en estos rubros, hacia septiembre comenzó a tenderse una cortina de humo y a desestimarse el cariz político del asesinato. Se habló entonces de un hecho puramente policiaco, pasional, de venganza de homosexuales –se dijo que algún admirador de Juan Gabriel habría vengado a su ídolo—y algunas otras interpretaciones por el estilo. Lo cierto, al final de cuentas, era que la policía no tenía nada concreto. Cuando el expediente estaba en manos de la Federal de Seguridad, algunos informes fueron filtrados a la prensa con la obvia intención de mostrar la
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Al final de cuentas, por el rumbo de la investigación oficial; los datos filtrados a ciertos periodistas y las presiones para acallar la exigencia de solución al asunto, dieron la impresión de que el expediente Buendía se convirtió en un asunto de razón de Estado. buena voluntad del gobierno para aclarar el crimen. Sin embargo, hacia finales de la tercera semana de junio y sobre todo a partir de julio, esas filtraciones cesaron y se supo que los aparatos de seguridad del Estado no tenían nada que ver con la investigación. El expediente se turnó, entonces, a la Procuraduría de Justicia, aunque esta dependencia no recibió los expedientes de la CIA, los Tecos, ni el cuaderno de anotaciones sobre los cinco asuntos delicados que presumiblemente estaba investigando el periodista en los días cercanos a su muerte.
V Una cronología A lo largo de un año fueron más las contradicciones y errores de la policía, que realidades y avances concretos. El itinerario de la investigación ha estado lleno de promesas incumplidas e informes de que el asunto casi está a punto de resolverse. A continuación, una cronología tomada de los diarios del D.F. 4 de junio de 1984. Empresarios, industriales, líderes sindicales, ex políticos y exfuncionarios estaban siendo investigados. En sólo cuatro días se investigaron a más de 5,000 personas, pero sin resultados concretos. Los peritajes de balística exhibieron algunos adelantos en la identificación del ahora homicida, pero sin lograr encontrar pistas de investigación. 5 de junio. El comandante del quinto grupo de la Policía Judicial del D.F., José Luis F. Martínez –quien estaba de guardia el día del crimen y, quien encabezaba las investigaciones—, fue cesado. Al informar este hecho, la policía dijo que se seguía trabajando en el caso y que se contaba con “importantes pistas”, aunque el comité especial de periodistas formado para seguir el camino de la investigación no había recibido ningún informe oficial. 6 de junio.- Surgen algunas pugnas entre las policías. El jefe de la Judicial del D.F., José Trinidad Gutiérrez Sánchez, se quejó de que la Dirección Federal de Seguridad seguía apropiándose de los testigos y de los archivos de Buendía y dijo que “se ha negado a colaborar y a intercambiar información con nosotros”. A ello atribuyó el jefe policiaco el que no se hubiera avanzado en la investigación. En otra declaración, dijo también: “Estamos como al principio; prácticamente no tenemos nada”. Otros jefes policiacos reconocieron que se “ha avanzado muy poco en la investigación”. Del lado de la Federal de Seguridad se tenían más pistas, o al menos funcionarios de esa dirección filtraron informes en ese sentido. Al tiempo que se investigaba una denuncia importante que preparaba el periodis-
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ta asesinado, la cual supuestamente estaba plagada de nombres de políticos y funcionarios, la DFS siguió la línea de identificar posibles enemigos en seis pistas: CIA, pistoleros al servicio de Jorge Díaz Serrano, gatilleros contratados por Arturo Durazo Moreno, ultraderechistas vinculados a dictaduras centroamericanas, narcotraficantes y comandos anticomunistas. 7 de junio.- Además de las pistas investigadas, la Federal de Seguridad comenzó a ligar al crimen de Buendía con otros similares no aclarados. Se habló concretamente del asesinato de un empresario, un funcionario de Pemex y dos dirigentes estudiantiles de Jalisco. Otras agrupaciones hicieron la investigación policiaca en el lugar del crimen, recogiendo datos, evidencias, informes de testigos ocasionales y revisando palmo a palmo la oficina del periodista. 8 de junio.- Una importante pista hace parecer optimistas a los investigadores. Un hombre fue identificado y señalado como asiduo a las inmediaciones de la oficina de Buendía. Luego fue detectado en un avión rumbo a Minatitlán, Veracruz. Esta pista orientó las investigaciones hacia el sindicato petrolero y la muerte de otros periodistas veracruzanos a manos de caciques. La policía comenzó a amarrar datos y evidencias y llegó a tener, inclusive, los números de boletos del hombre y de una mujer que lo acompañaba. 9 de junio.- El caso volvió a sus comienzos. Las pistas anteriores se desvanecieron y no llevaron a ningún lado. Las fuentes de filtraciones de información sobre la investigación se fueron cerrando. La policía buscaba datos y pistas prácticamente en todo el país y el rigor metodológico no llevaba a ningún lado. Las líneas de investigación derivadas del contenido de las columnas del periodista asesinado no fueron sino formas de depurar sospechosos, pero al final de cuentas no sirvieron para nada. Las pistas llegaron a ser centenares y ninguna funcionó. Tampoco operó el uso de soplones. La Procuradora Victoria Adato de Ibarra mostró su confianza en llegar a identificar a los criminales y lamentó no poder proporcionar informes por no entorpecer las pesquisas. Se nombró a los abogados Antonio Rocha Cordero y Raúl F. Cárdenas como enlaces de la prensa con los investigadores. Paralelamente, el exdirector de Pemex, Jorge Díaz Serrano, declaró desde el Reclusorio Sur su inocencia en el asesinato de Buendía. 10 de junio.- Las policías enfocaron su atención en la lista de sospechosos elaborada con base en las
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columnas. La atención volvió hacia aquellas personas denunciadas por el columnista, mientras en el interior del país declaró “sirvieron interrogatorios y… (No se ve lo que dice el párrafo) no se eliminan sospechosos. Sin embargo, las pistas se diluyeron y en 10 días no se tuvo prácticamente nada. El optimismo y la confianza se transformaron, según reportes periodísticos, en desaliento y frustración. El hermetismo de los investigadores iba creciendo día a día y las reclamaciones en las columnas de los diarios también crecían. 12 de junio.- El abogado Raúl F. Cárdenas, enlace del Comité de Pares, se entrevistó con la procuradora Victoria Adato de Ibarra y al salir de su despacho declaró que existe “voluntad política” del gobierno para esclarecer el asesinato de Buendía. 20 de junio.- Seguía sin nombrarse sustituto del comandante Falcón Martínez, aunque las riendas de la investigación estaban ya en manos del subdirector de la Judicial, Mario Hernández Bernal. Nada aún. Los jefes policiacos se mostraban herméticos y decepcionados por la lentitud en la investigación. 21 de junio.- La investigación derivó hacia grupos anticomunistas que habían amenazado la muerte a Buendía. Esta línea de la investigación era seguida por la Federal de Seguridad, de acuerdo a los informes de sus archivos. Inclusive, un equipo de agentes viajó
La policía estaba investigando a algunos políticos que se sintieron lastimados por las columnas de Buendía. Por su parte, la Judicial Federal filtró la información de que el asesino de Buendía estaba plenamente identificado, pero que no se daba ningún dato porque podría entorpecerse su detención. a Miami, Florida, para indagar acerca de las actividades del grupo anticastrista Alpha 66. Otras pistas se analizaron, aunque sin llegar a conclusiones viables. El atentado contra Edén Pastora fue evaluado para establecer alguna conexión entre sus autores y los asesinos de Buendía. Investigaciones de la ropa del periodista asesinado y de la trayectoria de las balas asesinas revelaron a juicio de los investigadores, el modus operandi del criminal y lo identificaron con dos grupos: el de los narcotraficantes y el de ex policías. La hipótesis se centraba más en el segundo grupo –se habló inclusive de algún ex policía de la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD). 28 de junio.- Otra vertiente de la investigación fue a dar hacia funcionarios y ex políticos. Según informaciones, la policía estaba investigando a algunos políticos que se sintieron lastimados por las columnas de Buendía. Por su parte, la Judicial Federal filtró la información de que el asesino de Buendía estaba plenamente identificado, pero que no se daba ningún dato porque podría entorpecerse su detención. El perfil del asesino, sin embargo, fue publicado: ex policía de la Judicial Militar que trabajó para la judicial del Estado de México y luego para Seguridad Pública de Veracruz; fue miembro también de la desaparecida Brigada Blanca. La pista del asesino terminaba en Veracruz, por lo que agentes de diferentes corporaciones policiacas fueron destacados en ese estado para aprender al sospechoso. Luego silencio. 30 de junio.- A un mes del asesinato de Buendía, la policía no tenía informes firmes y claros. “Se trabaja con entusiasmo”, informaron portavoces del equipo investigador. El abogado Raúl F. Cárdenas, con acceso directo a expedientes, policías, testigos y casilleros de
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la investigación, declaró que el asunto iba “por buen camino”. El propósito, según informantes policiacos, era “encontrar la punta del hilo que lleve a la madeja”. 10 de junio.- Un hijo del exdirector de Pemex, Jorge Díaz Serrano, es detenido e incomunicado aparentemente por agentes adscritos a la investigación del caso Buendía. Sin confirmación oficial, se publica la noticia de que dos testigos habrían señalado al señor Díaz Moreno como el autor del crimen. El detenido recupera la libertad y su padre, desde el reclusorio sur, denuncia torturas. Días después, un columnista publicaría que ante sus dos hijos el ingeniero Díaz Serrano habría expresado, semanas atrás, su intención de buscar la forma de callar de un modo u otro a Buendía. 24 de julio.- El abogado Raúl F. Cárdenas anunció que en el curso de ese día se darían algunas informaciones nuevas sobre el avance de las investigaciones del asesinato del autor de “Red Privada”. El penalista insistió en que se mantendría vigente la solicitud de periodistas a las autoridades judiciales para investigar a fondo el caso Buendía. Los informes no se proporcionaron al finalizar el día y el asunto siguió incierto. 29 de julio.- Un día antes del segundo mes del asesinato de Buendía, dirigentes de la Unión de Periodistas Democráticos buscaron informaciones en la Procuraduría de Justicia del D.F. No fueron recibidos pero se les entregó un oficio de respuesta. Para los periodistas, la investigación aparecía detenida y sin posibilidades de cumplirse la promesa presidencial de llegar a resultados concretos. La carta oficial era firmada por Rubén Hangis Verduzco, secretario particular de la Procuradora Victoria Adato de Ibarra: “en relación al homicidio del señor Manuel Buendía, la Procuraduría realiza las investigaciones tendientes a la identificación y posteriormente captura al autor o de los autores de tan lamentable suceso. 30 de julio.- A dos meses del asesinato, nada aún. Ya ni siquiera pistas o filtraciones de la investigación. 4 de agosto.- Por segunda ocasión, la policía tiene en sus manos confesiones o evidencias que hablan de culpables. Los ex “jaguares” de la policía involucrados en el caso de los cadáveres del río Tula fueron señalados, junto con el grupo de “Los Camacho”, narcotraficantes de Jalisco, como los responsables de la muerte de Buendía. Las confesiones fueron obtenidas en los separos de la INTERPOL y se enviaron a la Procuraduría de Justicia del D.F. Los ex “jaguares” y “Los Camacho” fueron señalados también como los asesinos del abogado Francisco López Portillo y de un joyero.
28 de agosto.- En una conferencia de prensa convocada por su oficina, la procuradora Victoria Adato de Ibarra dijo que el asesinato de Buendía no tuvo motivos políticos, aunque no pudo dejar de informar sobre “la gran variedad de posibles victimarios, de todo tipo, de toda naturaleza”. La intención, en todo caso, fue despolitizar el crimen: “no puedo decir que sea un asesinato político. No lo es y lo digo categóricamente, y por lo que hasta ahora hemos visto, no es de esta naturaleza”. La reacción de periodistas y observadores fue inmediata, debido a la evidente connotación política del asesinato del periodista Buendía. Se denunció la intención de la Procuraduría de tender una cortina de humo sobre el asesinato y desviar el curso de las investigaciones. Adato de Piedra negó enfáticamente que la Procuraduría estuviera dando “palos de ciego”. Ante preguntas irritadas a perentorias de los reporteros, la Procuradora no pudo adelantar nada de la investigación e informó que no había ningún detenido. No obstante, se comprometió a aclarar las cosas: “no es un caso común... me comprometo a que el caso será aclarado”. Agregó: “es imposible decir en qué momento caerá el responsable. Pese a nuestro empeño, nos enfrentaremos a un abanico de posibilidades, pero aseguro que no descansaré hasta no dar con el culpable”. 22 de septiembre.- Al rendir un informe sobre las actividades de su dependencia, la Procuradora no tocó el caso Buendía. Al final de su declaración en la Cámara de Diputados, los periodistas la interrogaron. Dijo poco: “se está investigando y no puedo adelantar nada que pueda echar por tierra las pesquisas”. 31 de octubre.- A cinco meses del crimen, las informaciones oficiales y extraoficiales prácticamente habían cesado. Sin embargo los rumores sobre la investigación creaban para estas fechas un ambiente difícil. La infinidad de pistas abiertas al comienzo de las indagaciones –temas y nombres de columnas, per-
Algunos casos que el periodista estaba trabajando a fondo, fueron pistas que posteriormente no se siguieron. Aparentemente algunas de ellas fueron cerradas por presiones políticas
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sonajes que habían amenazado con anterioridad al periodista—se cerraron sin informar sobre los resultados. Ningún policía ha hablado ya de la CIA, de Alpha 66, de los petroleros, de los narcotraficantes. Las investigaciones se orientaban a supuestas vertientes pasionales o sexuales del crimen, pese a las protestas de los periodistas que no querían que el curso de las pesquisas se desviara. 31 de enero de 1985.- A ocho meses del asesinato, el equipo investigador estaba menguado. A petición de los nuevos dirigentes de la Unión de Periodistas Democráticos, el subprocurador René Paz Horta aceptó hablar de las investigaciones e informó que la policía judicial tenía ya el 95 por ciento del perfil del asesino y que, por si fuera poco el criminal estaba cercado por fuerzas del orden. La pesquisa estaba avanzada en un 80 por ciento. “El restante 20 por ciento corresponde precisamente a la etapa de persecución del homicidio”, agregó. Luego Se comprometió: “encontraremos al criminal. Vamos por buen camino”. En este contexto y bajo el supuesto de que el criminal caería en breve tiempo, se insistió en desestimular la publicación de notas sobre el crimen de Buendía e incluso hubo sugerencias de que dejaron de hacerse las guardias mensuales en el monumento a Francisco Zarco. 22 de mayo.- A casi un año del crimen, la investigación no arroja resultados concretos y la voluntad política de las autoridades para aclarar el asesinato se diluye en responsabilidades no asumidas. En tanto, a la par de una investigación bajo sospecha, rumores e interpretaciones comenzaron a enrarecer el ambiente. Otros problemas surgieron y nuevas posibilidades de avances se manifestaron, pero aún el asesinato de Manuel Buendía continúa pesando en el ánimo de la nación. Las hipótesis sobre el crimen encuentran una opinión pública desinformada y ávida de saber el camino de las investigaciones. Los rumores han sustituido a los razonamientos, y publicaciones extranjeras comienzan a manejar decires callejeros como si fueran acusaciones concretas.
VI Hay versiones en el sentido de que algunos casos que el periodista estaba trabajando a fondo, fueron pistas que posteriormente no se siguieron. Aparentemente algunas de ellas fueron cerradas por presiones políticas y otras no encontraron información suficiente para continuarlas. Las primeras pistas, las políticas, derivadas de columnas publicadas y algunas por publicar, se abandonaron en la… (Faltó la página 36) Pag.37 A pistas seguras y concretas. Sin embargo, lo que pareció escapar a los investigadores policiacos fue la vinculación, estrecha o tenue, pero finalmente evidente, entre los principales asuntos y protagonistas de las investigaciones periodísticas de Buendía. Por muchos caminos, las rutas de los personajes e instituciones que criticó duramente el periodista estaban articulados entre sí. Lo cierto es que a un año de distancia de la ejecución del autor de “Red Privada” hay un compromiso adoptado al más alto nivel e incumplido aún: esclarecer ante la nación el asesinato y dar respuesta a la pregunta que gravita ominosamente en el ambiente: ¿quién mató a Manuel Buendía? Material embargado hasta el sábado 25 de mayo de 1985
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No por el motivo aducido murió Manuel Buendía Por Russell H. Bartley
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uando la fiscalía especial para el caso Buendía rindió su informe final el 30 de junio de 1989, pretendieron las autoridades mexicanas cerrar de una vez la averiguación de uno de los más sonados homicidios acaecidos en México durante el siglo pasado. Como señalamos en aquel momento, sin embargo, lo cerraron sin resolver. Al cabo de cinco años de investigaciones poco transparentes, le dieron carpetazo, pasando por alto una maraña de cabos sueltos.
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De entrada, mucho llama la atención la baja calidad profesional del informe final presentado por el fiscal especial Dr. Miguel Ángel García Domínguez. De las 20 hojas mecanografiadas que formulan cargos y presentan pruebas, sólo cuatro tienen que ver directamente con el asesinato de Manuel Buendía. Otras cuatro se refieren al asesinato posterior de José Luis Esqueda Gutiérrez, investigador de Gobernación, que al parecer informaba sobre las actividades del entonces director de la DFS, José Antonio Zorrilla Pérez. Las 12 hojas restantes tratan de delitos colaterales atribuidos a Zorrilla que no tenían relación alguna con el homicidio de Buendía, aunque sí le aseguraban largos años de reclusión al supuesto autor intelectual del crimen. Como bien observó Carlos Ramírez a los pocos días de haber entregado el fiscal especial su informe, “García Domínguez no cumple con el objetivo de aclarar el crimen. Al contrario, enreda más las cosas, padece de lagunas jurídicas, policiales y políticas, concluye a base de suposiciones y ofrece acusaciones contundentes que cualquier abogado penalista con
preparación media puede destruir.” Por cierto, un estudiante de derecho de segundo año pudiera haber redactado un resumen de investigación superior al que presentó en esa ocasión el docto jurista. Lo cual nos dejó perplejos. ¿Por qué habría procedido García Domínguez de forma tan descuidada y tan poco profesional? Mi coinvestigadora y yo pudimos entrevistarle en dos ocasiones: la primera a mediados de marzo de 1988; la segunda, a principios de marzo de 1990. En ambas oportunidades nos expresó que su mayor preocupación como fiscal especial para el caso Buendía era conservar su eminencia profesional. “Lo que más temo – insistió – es hacer el ridículo”. Con su informe final, sin embargo, no dejó de hacerlo, aunque debemos reconocer que se encontraba García Domínguez entre la espada y la pared, pues por las condiciones temporales y políticas que se le imponían, le resultaba imposible realizar una investigación de veras cabal. El propio fiscal nos expresó a principios de su cometido oficial que no le parecía factible resolver el caso Buendía. Desde el primer momento el elefante que se hacía presente en el salón, como lo expresamos metafóricamente en inglés, ha sido la CIA, junto con otros elementos encubiertos estadounidenses y también los órganos de seguridad nacional de México. Nos llamaba poderosamente la atención, al respecto, la renuencia por parte de las autoridades mexicanas a siquiera plantear la hipótesis de alguna injerencia foránea en el complot de asesinar a Manuel Buendía, hipótesis de por sí más verosímil que la del crimen pasional propugnada por la entonces procuradora del D.F., Victoria Adato Green. Como se acordarán algunos lectores, durante varios años nosotros insistíamos en la hipótesis de coludidos extranjeros desde las páginas de unomásuno y la Revista mexicana de comunicación, empeño nuestro que disgustó sensiblemente a las autoridades encargadas de manejar el caso Buendía.
Esa férrea renuencia oficial a admitir la posibilidad de haber tomado cartas en el asesinato, la Agencia Central de Inteligencia ya en sí sustentaba la hipótesis de que era cierto, sobre todo a la luz de la bien documentada historia de relaciones coludidas entre la CIA y las más altas autoridades mexicanas. En el plano operativo es de conocimiento público que la antigua Dirección Federal de Seguridad venía siendo casi una dependencia de la CIA, hasta el insospechado extremo de poner personal de la DFS a las órdenes de los americanos, como reveló recientemente el veterano de la seguridad mexicana Jorge Carrillo Olea (Proceso, No. 1930). “Había una casa en la colonia Anzures donde vivían agentes de la DFS al servicio de la CIA”, recuenta Carrillo Olea. “Los estadunidenses les pagaban, los vestían, les ordenaban. En total eran 10 elementos asignados al servicio, las 24 horas, para seguir órdenes directas de la CIA. Recibían una compensación en dólares”.
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A los nueve meses de cerrarse la fiscalía especial, pudimos plantearle de nuevo a García Domínguez la hipótesis de haberse inmiscuido la CIA en el complot para ultimar a Buendía. Nos respondió que, efectivamente, él mismo había sondeado esa posibilidad con sus contactos en la embajada de Estados Unidos, pero que, “como era de esperar”, no recibió “ninguna cooperación de ese lado”. De la parte americana, por acuerdo mutuo de los dos gobiernos, la CIA había colocado al menos uno de los suyos, Lorenzo (Lawrence Victor) Harrison, en la DFS, a la vez que en la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS), ambas dependencias de la Secretaría de Gobernación. A la fecha del asesinato de Manuel Buendía, Harrison se había insinuado en el cártel de Guadalajara, donde realizaba tareas de espionaje que le daban conocimiento directo de los vínculos de la CIA con los principales capos del narco mexicano y de éstos con la contra nicaragüense. Surge Harrison a la luz pública por primera vez en 1990 como testigo de la parte acusadora en un juicio federal contra Rubén Zuno Arce, cuñado del ex presidente de México Luis Echerevrría Álvarez. A Zuno se le acusaba de ser cómplice en el asesinato del agente antinarcótico estadounidense Enrique (“Kiki”) Camarena Salazar. Lamentablemente, algunos reportajes sobre el proceso de Zuno aparecidos en la prensa mexicana incurrieron en un chauvinismo burdo, tachando al gringo Harrison de “mentiroso patológico” y “disperso mental”, sin reconocer lo que patentizaba su propio testimonio, es decir, que era un agente americano, cuyas actividades de espionaje se coordinaban con la DFS e
IPS y por tanto habían sido autorizadas por el propio gobierno mexicano. Durante casi dos décadas Harrison se asociaba y colaboraba con algunos de los personajes más renombrados de la seguridad mexicana; citamos entre otros a Miguel Nazar Haro, Javier García Paniagua, Florentino Ventura, Mario Arturo Acosta Chaparro, Jorge Carranza Peniche y José Antonio Zorrilla Pérez, asociaciones éstas que de por sí hacen constar su peso operativo como agente encubierto del otro lado. Al contrario de lo que han afirmado varios reporteros mexicanos, al regresar a Estados Unidos no se acogió Harrison al programa de testigos protegidos, sino que conservó el nombre ficticio que le había dado la CIA un cuarto de siglo antes (su nombre de nacimiento es George Marshall Davis), se licenció en derecho, luego abrió su propio bufete de abogados. Nosotros lo conocimos en el 2004 y desde entonces hemos sostenido un diálogo continuo sobre el caso Buendía y otras facetas de sus labores clandestinas en México. Bien nos consta que Lorenzo Harrison no es ni payaso ni farsante, como en determinados momentos se ha querido hacer creer. Demasiado enciclopédico resulta su conocimiento de la realidad mexicana de las últimas décadas del siglo pasado y de los múltiples actores que en esos años sembraron la violencia a lo largo y lo ancho del país; demasiado conocedor de la historia clandestina de México para no haber sido participante directo en ella. Por nuestras propias investigaciones hemos podido confirmar que él sí era agente de la CIA, que conocía a fondo el caso Buendía, y que es, por tanto, fuente clave para esclarecer el asesinato de Don Manuel. En los círculos policiacos y de inteligencia mexicanos, nos asegura Harrison, se sabía con cinco semanas de antelación que iban a asesinar a Manuel Buendía. Lo sabía el propio Harrison. No sólo lo sabía, sino que posteriormente pudo adquirir una de las motos que se trajeron al D.F. especialmente para el operativo contra Buendía, una potente Kawasaki roja de 1200 cc. En
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estos años que hemos tratado a Harrison, nos ha llamado bastante la atención la inquietud que le parece ocasionar el caso Buendía. Es una especie de obsesión que sugiere la posibilidad de haber tenido él algo que ver con el asesinato. En todo caso, afirma Harrison que el verdadero móvil del homicidio fue el conocimiento que tuvo Buendía de la colusión de la CIA y altos oficiales mexicanos con los narcotraficantes en apoyo a los contras nicaragüenses. El verdadero autor intelectual del asesinato, nos aseveró, fue el coronel Oliver North – el mismo que pronto protagonizaría el llamado escándalo Irán/Contra. Y por el mismo motivo, enfatiza Harrison, murió el agente antinarcótico Kiki Camarena, como hasta ahora ha revelado el ex coordinador de la Operación Leyenda, Héctor Berréllez, y recién ha sensacionalizado el semanario Proceso. (Berréllez nos confirmó el explosivo detalle hace ya una década pero aún no se animaba a denunciarlo públicamente). Es, a fin de cuentas, Lorenzo Harrison quien establece el vínculo entre los casos Buendía y Camarena. Es él en su propia persona, o sea, por su extraordinaria actuación como agente de la CIA durante largos años en México, la insoslayable prueba empírica de que la CIA sí se entendía con el narco mexicano para sus propios fines geopolíticos. Como nos comentó en una ocasión Jesús Blancornelas, “si los narcotraficantes tuvieron algo que ver con el asesinato de Manuel Buendía, no habrá sido por el narcotráfico”. Nada que ver con “las charolas”, nos enfatizó Harrison, refiriéndose a las para entonces muy comentadas charolas de la DFS otorgadas a los traficantes por el mismo director de la DFS, Pepetoño Zorrilla. A los nueve meses de cerrarse la fiscalía especial, pudimos plantearle de nuevo a García Domínguez la hipótesis de haberse inmiscuido la CIA en el complot para ultimar a Buendía. Nos respondió que, efectivamente, él mismo había sondeado esa posibilidad con sus contactos en la embajada de Estados Unidos, pero que, “como era de esperar”, no recibió “ninguna cooperación de ese lado”. De todos modos, agregó, el hecho de que a Zorrilla se le imputara el motivo de querer encubrir su contubernio con el cártel de Guadalajara “no excluía en absoluto la posible presencia de otros individuos ajenos al narcotráfico o bien inmiscuidos en él para otros fines”. En cuanto a su propia actuación como fiscal especial, nos explicó, tuvo que acatarse a las reglas de la praxis jurídico-política del país. Más allá no le cabía aventurarse, de modo que había demostrado lo poco que le cupo demostrar: un autor intelectual, otro material y tres cómplices. De ahí en adelante, nos expresó con mirada fija, les quedaba a otros investigadores esclarecer “hipótesis aún pendientes”. De nuestra parte, van casi treinta años que indagamos el caso Buendía. A estas alturas nos complace saber que ya podemos aportar algunos datos adicionales que iluminarán con mayor intensidad las circunstancias en que fue vilmente abatido Don Manuel. Los resultados de nuestra prolongada investigación se ofrecerán al público lector en un libro que recién terminamos, el cual será editado por la Universidad de Wisconsin con el título Eclipse of the Assassins. The slaying of Manuel Buendía. Deberá salir en el primer semestre del 2015.
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