Ineldy Gonzรกlez Hernรกndez
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todos nos pasa que cuando somos pequeños en muchas ocasiones nuestros nombres son muy largos o extraños y es cuando de repente aparecen mil nombres o mejor conocidos como “apodos” que nuestros familiares o amigos nos ponen para acordarse o demostrar cariño por nosotros, dicho eso este es mi caso: cuando era pequeña mi mamá me puso un nombre muy inusual, era la primera vez que los otros lo escuchaban pero sobre todo lo pronunciaban y les resultaba muy difícil el solo hecho de tratar de escribirlo. Fue entonces que llego un pequeño individuo a nuestras vidas que de las primeras veces que trato de decirlo nunca lo dijo correctamente lo dijo una y otra vez, siempre se confundía y le salieron mil nombres pero nunca el mío, gracias a él fue que la mayor parte de mi infancia estuvo marcada por ese nombre: “La nene” cosa que no me molesta, ni en aquel entonces me molesto porque siempre lo vi más que un apodo, más que la forma incorrecta de pronunciar mi verdadero nombre… lo vi como mi personalidad.
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Capítulo 1
SOY La nene pero mi nombre correcto es Ineldy, sí I-N-E-L-DY y ¿por qué mi nombre es así de raro? Realmente no creo que tenga un significado en específico o que al traducirlo represente algo, por lo menos aún no lo conozco pero lo que sí sé es porque lo eligieron para mí:
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¿Por qué? ese NOMBRE Básicamente nació del hecho de tener una amistad con nombre raro.
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encillo de la misma persona de la que nací, ¡mi mamá!: Era aproximadamente en la década de los 90’s cuando ella vivía en lo más alto de una gigantesca villa, un lugar realmente hermoso pero con tal frio que parece que se vive en Alaska, allí ella tenía muchas amistades y entre ellas estaba una persona que era su mejor amiga de nombre Ineldy, mi mamá nunca lo había escuchado pero se había enamorado de ese nombre y prometió que cuando tuviera una hija la nombraría como ella. Así fue que se casó y en el mes de octubre dio a luz a una bebé, gracias a ella (o sea YO) fue que pudo cumplir su promesa y me dio el mismo nombre que tenía su mejor amiga, diciendo: -Soy feliz porque ahora ya conozco a otra IneldyAsí fue que al poco tiempo nos mudamos del frío en búsqueda de un lugar más cálido, ya con un hogar establecido una mamá, un papá y una hija faltaba alguien más… ¡una mascota!... !…(si claro como que si a esa edad me hubieran dejado tenerla) no bueno fue un hermano de carne y huesos, viendole el lado bueno es que siempre he creído que ser un hijo único sería algo muy solitario y aburrido, en las veinticuatro horas del día no se tendría con quien reír, jugar, llorar, pelear, ser cómplices y con un hermano puedes hacer todo eso y además aprender a pelear, a defenderte a entenderse por medio de miradas a saber y guardar secretos, en fin ¿qué no puedes aprender a hacer con uno? Y para mi fortuna tuve uno que por mucho tiempo en nuestra niñez nos llevamos tan mal que era como vivir en un mundo lleno de patadas, aruñones, mordiscos, quejas y pretextos que para mi suerte casi siempre salía bien librada de los problemas en cambio él no, porque era muy travieso e inventivo por su culpa y solo por él fue que nació mi querido apodo.
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Por su culpa y solo por él fue que nació mi apodo y paso así: cuando era pequeño siempre molestaba y no podía decir mi nombre, le costaba demasiado y fue en uno de sus fallidos intentos que dijo: -Nene, nene, la nene, Nene-pe en lugar de decir Ineldy, la L la convirtió en N y fusiono mi primer con el segundo nombre y me quedo “Nene”, yo era su nene pero para todos los otros era “La nene”, era la pequeña nene casi para todos los sentidos: se vea de estatura, de sentimientos, expresiones y comportamientos (Para que mentir me consentían, no mucho porque si no, iba a ser una niña berrinchuda y caprichosa que se volcaba al piso y hacia pataleta, pero eso no se podía, estaba estrictamente prohibido por mamá, sino tocaba cincho)
POR SU CULPA Y SOLO POR ÉL FUE QUE NACIÓ MI APODO Cuando fui pequeña era “La nene” y la nena de papá, siempre me cuidaron, consintieron y trataron que diera lo mejor de mí, pero esto no significaba que no tendría una gran responsabilidad la que era “ser la hermana mayor” “la del ejemplo y la que cuidaba al chiquito” aquel que ponía toda la casa patas arriba y que al menor descuido daba problemas. ¿Cómo poder comportarme como tal? si la hermana mayor no era tan grande, apenas tenía dos años más que él y lo que mejor hacía era unirme a sus travesuras. Una vez cuando estábamos solos, vi a lo lejos un poco humo con unas llamas y escuche una vos cerca de la cocina que me dijo: -¡Nene, nene veni ya! Mira fuegoooooo, ya puedo encender los fósforos. Y yo le dije con un gran asombro: - ¡pero niño qué hiciste! ¿Cómo lo hiciste? Si YO aún no puedo usarlos, ¡enséñame! No seas egoísta.
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Él se tiro una carcajada y me dijo: - es algo muy fácil, veni te voy a enseñar; salimos al patio e hicimos un volcán de diarios viejos y yo como “La nene” responsable le dije:
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NO HAGAMOS ESTO, la seguridad primero y necesitamos agua.
-Cierto, dijo él. Los dos corrimos a la pila con agua y llenamos varios recipientes uno tras otro los fuimos poniendo en el piso cerca del volcán de papel y buscamos tres cajetillas de fósforos, llegaba la gran hora (estaba muy emocionada por fin iba aprender a usar los fósforos) y solo le dije: encendámoslo YA, enséñame YA, que quiero aprender YA; él agarro dos fósforos, los encendió y de golpe los lanzo al papel, yo quede maravillada, al instante puso una cajetilla en mis manos y me dijo: -Así se hace: solo agarras un palito, lo arrastras rápido de la caja y lo soltas. ¡NO seas miedosa! Le hice caso y al instante ya podía encender un fósforo de repente empezamos a hacer una guerra de “palitos” a ver quién se acababa primero su cajetilla de fósforos, con tanta emoción no nos habíamos dado cuenta que nuestro volcán de diarios cada vez se hacía más y más grande, el fuego casi abarcaba nuestra altura, la casa se empezaba a llenar de humo y lo más grave es que mamá estaba a punto de llegar a casa. Nos asustamos pensamos nos van a regañar, nos van a pegar, ¡nos van a quitar la televisión! Y empezamos a echar agua, tierra, arena, todo lo que podíamos y esa gran llamarada se fue consumiendo quedando a solo cenizas, barrimos y lavamos el patio, con hojas de papel iniciamos a ventilar toda la casa sacando el humo por las ventanas, llenamos de perfumes todos los rincones nos pusimos bonitos y como los angelitos nos sentamos en un silloncito. Llego mamá y nos preguntó: -¿Cómo les fue? Y nosotros con una sonrisa de oreja a oreja respondimos: ¡muy bien!
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Capítulo 2
Sí, así es con él tuve unas cuantas aventuras unas que dejaron más huellas que las otras y no solo en la vida sino en la piel (las dos me dolieron mucho, como agradezco que una desapareciera y la otra pues menos mal que ya no se ve) las que más recuerdo fueron en dos ocasiones: cuando le hice de salvavidas gatuna y la primer salida al circo.
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esde siempre me han gustado los gatos, bueno hablando en plural nos han gustado, parecía una obsesión la que ambos teníamos pero no, no estábamos locos todo era controlado los límites ante todo y nada. De pequeños teníamos un gato que empezaba a explorar el mundo exterior y le gustaba ver hacia arriba y divagar en cómo poder salir y jugar por los techos una vez hizo lo impensable trepo por las paredes fue tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en el techo el muy astuto se pasó horas y horas jugando, nosotros creíamos que si podía subirse también se podía bajar pero la sorpresa fue que él no tenía ni la más remota idea de cómo volver a tierra firme (por lo menos eso era lo que yo pensaba) después de un tiempo se oyó llanto tras llanto lo hizo con tanta tristeza y desesperación que me afligí nos sacudió el mundo haciéndome pequeño el corazón y ni modo salimos al rescate, los dos fuimos al patio, lo pudimos ver y con sillas en mano pusimos una en sima de la otra, le dije a mi hermano: -Yo me subo pero vos quédate en el asiento (triste realidad tener que confiar en tu compinche) Subí al asiento pero no lo alcanzaba, subí al respaldo aun no lo podía alcanzar, subí a lo más alto del respaldo y solo así lo pude alcanzar lo tome entre mis manos y se lo di a mi hermano. -Ahí te va agárralo. -Él dijo: Nene, nene ¡Ya lo tengo! pobrecito tenía miedo, veni gatillo te daré comida. En el momento que le dije: -Ni se te ocurra quitarte de la silla (fue lo primero que hizo). Quede enganchada a las láminas del techo, no tarde mucho en pasármelas llevando con todo y sillas fui a dar al piso. Ahí estaba yo tirada en el piso como el gato panza arriba con los antebrazos rayados y ensangrentados; para variar el gato como burlándose de mi desgracia llego, volvió a subir al techo, se me quedo viendo y de un brinco fue a dar encima, lamio mi frente como diciendo: -No sé vos pero yo ya sabía cómo bajarme del techo…Gatos mi delirio y mi dolor.
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aso que en una tarde estaba La nene acostada en el sillón y su hermano en el piso de la sala se respiraba la calma, la paz estaba en el aire cuando llego mamá quebrando de tajo a la pereza diciendo: -¡Adivinen quién tiene boletos gratis para ir al circo! -De inmediato ambos nos volteamos a ver y no sé qué cara pusimos pero al instante mamá nos dijo: -En la noche vamos a ir pero quiero que se porten bien todo el día, ni se les ocurra celebrar, si hacen media cosita mala les prometo escuchen bien LES PROMETO que ya no vamos y regalo los pases. Con tal sentencia advertida ni dos veces lo pensamos todo el día estuvimos de lo más quietos y callados posibles, pasamos la tarde viendo televisión, comiendo, jugando pero siempre cuidando en no hacer ni el más mínimo ruido, sino sálvese quien pueda a llorar bajo la cama y a olvidarse del dichoso circo. Llego el momento tan esperado, nos sentíamos tan emocionados y ansiosos por al fin escuchar: -¡Cámbiense de ropa que ya nos vamos! Por fin, al escucharlas fue tan dichoso, explotamos de alegría salimos corriendo al cuarto, nos pusimos a brincar entre las camas y a cantar: -Vamos al circo, vamos al circo, vamos al circo, nos vamos a ir. Parecíamos canguros, resortes brinco y brinco ni quien nos parara a mis papás no les importaba nos querían dejar celebrar y nos dejaron solos, salieron del cuarto
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(Aún me sigo preguntando por qué no se quedaron con nosotros, ¿por qué?) nos pusimos como cabritos sin dueño saltábamos de cama en cama como celebrando una victoria, en ese tiempo no calculábamos bien nuestra zona espacial y creíamos que éramos inmunes que las paredes estaban hechas de algodón. Mi hermano repetía: -Nene, nene no lo puedo creer vamos a ir al circo y nos vamos a divertir. Fue tanta la emoción de ese niño que me termino empujando a las paredes (ay si no duele, La nene es de chicle sigamos) en una de esas no nos dimos cuenta que en una pared había un botiquín, él me volvió a empujar y termine dándome en la cabeza con la esquina de la puerta del botiquín sonó a pisto dijeron pero no, era La nene que había quedado estrellada y ensangrentada en la cama. ¿Quién dijo circo? ¿Quién dijo para haya vamos? Si el único camino que conocí y al que fui esa noche fue el del hospital, después del golpe lo único que recuerdo fue que abrí los ojos y por la ventana de un carro veía pasar muchas luces de colores en su mayoría amarillas. (Como resultado de esa “alegría circense” no es que sufra o tenga un desequilibrio mental, como los que dicen que si los bebes se caen de cabeza de grandes no serán “normales” no al contrario tengo mis momentos de inestabilidad pero los tengo como cualquier otra persona diferencia de ellas solo tengo una pequeña cicatriz que me recuerda mis días de juventud)
SALIDITA AL CIRCO Qué niño no se emociona cuando le dicen vamos a ir al circo más aun si es la primera vez que vas a ir, lo que sentís es una emoción fantástica porque vas a salir a conocer, vas a comer, te vas a costar tarde, te vas a reír hasta explotar con todas esas sensaciones juntas se te hace un nudo en el estómago y simplemente no aguantas, te desesperas porque ya sea la hora de irse.
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Capítulo 3
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iempre me han dicho que me parezco mucho a mi mamá, que nuestras voces se parecen, que tenemos el mismo carácter que de la nada nos molestamos y entre miles de cosas más, yo digo claro, es lógico, es normal soy su hija, pero a ella como que a veces se le olvidara que compartimos los mismos genes y de pequeña e incluso hoy de grande cuando estoy molesta, le hago un berrinche o algo, me dice: -Pobre el ser que te aguante, nadie te va a soportar, no vas a tener amigos ni nada porque… y si los tienes no sé cómo te soportan ese tu humor. Yo solo me rio y le digo: -¡Mamá pero si soy idéntica a ti, asique tengo esperanzas! Es ahí cuando ella se me queda viendo se ríe y me dice: -Mejor cállate.
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Lo admito mi carácter o humor de vez en cuando no suele ser el mejor, no soy muy tierna, agradable, especial o incluso cariñosa, en ocasiones siento que me parezco más a un dulce de limón: a veces dulce, a veces agrio y en otras simplemente me ven como un ogro (hasta me han dicho ¡nuegadito! Por “aturradito”) el caso es que esta en mis genes, tengo de donde salir y a quien parecerme lo mejor de todo es que me gusta, porque no es que en la mayoría de tiempo me acepte pero me comprende y para hacerme sentir mejor me hace bromas (no siempre funcionan pero lo intenta, en unas le sale bien y otras me deja peor ya no solo enojada sino llorando) Una vez fuimos de paseo al centro comercial ella, mi hermano y yo, en esa vez se me habían caído unos dientes de leche que costaron mucho en desprenderse me los habían quitado casi que a la fuerza y como recompensa del trauma me habían prometido un enorme sorbete, yo quería uno de vainilla y en la sorbeteria no había de ese sabor me moleste tanto que no quise otro sorbete que fuera de otro sabor, mi enojo no paso a más que a unas caras de enojo y brazos cruzados el berrinche: tirarme al piso, llorar y exigir uno de vainilla no estaban en mis planes porque sabía que me iría peor. Mi amada madre se estaba cansando de esas caras y lo que hizo fue “dejarme abandonada” (desde pequeña he tenido una mala costumbre que cuando estoy molesta camino adelante dejando a todos atrás, ignorandolos) pero esta vez me salió todo mal, después de ver una vitrina caminamos yo seguí hacia adelante pero no me fije que ella no camino con migo, lo que hizo fue tomar a mi hermano y en un segundo me vi que estaba completamente sola, en medio del centro comercial y de un millón de gente que iba y venía a mi alrededor, nadie conocido (me entro un miedo que no supe que hacer a esa edad ni siquiera me sabia el número de mi casa) Me quede por un largo tiempo inmóvil simplemente viendo a las personas, buscando, tal vez en un rincón podía ver a mi mamá tenía la esperanza de que ella regresara o que alguien conocido me ayudara. Cuando de repente casi en frente de mí, escucho unas carcajadas y veo una cabeza que se asomaba de una esquina ¡era mi hermano! -¿Ya estabas llorando? Mi mamá no paraba de reírse y me dijo: -Oí bien Nene esto te queda de lección para que aprendas a que no caminas sola.
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e doy cuenta que me hace tanta falta los días de La nene, lo sabroso y lo bonito era cuando vivíamos en la edad de oro, cuando los papás hacían la tarea por uno (enserio como las extraño) recuerdo cuando yo apenas aprendía a dibujar mis primeros números esos eran indistinguibles como una especie de pictogramas de las antiguas civilizaciones, eran todo un lio intentaba hacer un 2 pero me salía: “un patito deforme” una “Z” nerviosa y otras formas extrañas todos pretendían ser un número dos pero ninguno lo era, me salían totalmente deformes pero aun así yo los quería y aunque me regañaban los seguía haciendo igual, lo importante era que a la hora de sumar yo supiera que era un dos era MI NÚMERO DOS era un dos mal hecho pero repito era mío. Amaba mis números ponía todo mi empeño y aunque parecía que los hacía con los pies me servían en mis grandes fórmulas matemáticas como la suma y la resta, esos amores que para entonces me mortificaban tanto la vida (creí que hasta ahí llegaría mi dolor de cabeza pero NO, la vida es ingrata, cruel y está llena de números) pero que gracias a ellos empecé a notar mi odio a las matemáticas y mi pena al usar los dedos. Fue un tiempo tráumate porque tenía un enorme pánico a contar los números en público, como que si no era una Nene que apenas aprendía a reconocer los números, no podía usar los dedos de mis manos y mucho menos de los pies porque me daba pena creía que era anormal por lo que era un fraude, un caso perdido y solo usaba los palitos dibujados en papel.
Tenía una especie de fobia, trauma al contar los números, creí que yo podía seguir existiendo de la misma forma: a puro palito (gran equivocación) el día menos esperado me descubrieron y no fue nada bonito.
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Una noche mi mamá me hizo la pregunta del millón: -¿Hija tienes tarea? Vengase mi Nene que te voy a ayudar en matemáticas. - Yo solo pensé: no sé si empezar a sobarme pero esta noche va a ser muy larga. Mi noche no comenzó nada mal pude resolver los primeros problemas (me sentía realizada y confianzuda) pero cada vez se iba poniendo complicado los ejercicios se ponían más y más feos, sentía una enorme presión cuando por fin no pude y me estanque en un ejercicio, no lo pude resolver me le quedaba viendo a mamá en busca de respuestas pero solo recibía una mirada fría y calculadora con unos ojos matadores que anunciaban mi muerte. Ella me decía: -Vaya qué esperas hacelo. -¡No puedo hacerlo, no puedo contar! Le respondía. Mi respuesta siempre era:
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E PONÍA NERVIOSA y mis ojos se llenaron de lágrimas eso para nada la conmovió, al contrario hizo que se pusiera enojada y ella me seguía insistiendo diciéndome: -Conta con los dedos para qué crees que los tenes, ¡úsalos! Que no te de pena. Qué esperas, es para hoy no para mañana. -¡Usa la cabeza! Esas palabras me asustaban, me destrozaban su reacción me ponía cada vez más nerviosa y hacia que me viniera un bloqueo mental, como que si ya no pudiera ni reconocer la forma de los números para decir que ya ni los palitos me servían. Las dos estábamos llegando a un punto en que resolver una simple tarea de matemáticas se había convertido en una batalla campal en donde yo era la más débil e iba perdiendo. De repente como quien pide refuerzos las armas empezaron a llegar y llego el más grande amigo del “estate quieto o te pongo quieto”. Cuando me dijo: -Necesitas usar los dedos para contar y más te vale que los empieces a usar porque si no… en ese momento puso al enemigo sobre la mesa y me hice chiquita mi corazón latía todo lo rápido que podía. -Move los dedos uno, dos tres, uno, dos, tres, cuatro y ¿después que sigue? No puedo creer que le tengas miedo contar en público, los demás no te van a decir nada, no se van a burlar ¡entiéndelo! Y yo: -Si mamá uno, dos, tres, cuatro, cinco… Pude llegar a diez pero se me habían acabado los dedos de las manos y no sabía cómo seguir porque YA NO TENIA MÁS DEDOS (solo pensaba: es mi fin) Ahí fue cuando hice que perdiera la poca paciencia que había tenido e inicio a lloverme sobre mojado, me sentí como piñata en feria casi se me salían los dulces.
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Casi pero NO. Mi ser quedo adolorido nada bonito. Entre dolor y dolor al ratito comprendí y dije: -MOMENTO yo tengo veinte dedos no solo diez. Qué son esas cosas y con todo el orgullo de mi vida puse mi pie sobre la mesa y moviendo los deditos pude seguir contando. En un instante ya ni sentía que tenía veinte dedos sino que alcanzaba a tener como cincuenta; ese pavor, esa ridícula fobia fue desapareciendo se me hizo un mar de emociones por un lado me sentía rebalsar de la felicidad de sentirme libre de poder mover los dedos en frente de la cara de los demás, por fin La nene tenia todos los dedos a su disposición porque si se me acababan y me enredaba tomaba las manos de otras personas y seguía contando con sus dedos, solo les decía: -Préstame tus dedos que quiero seguir contando, los mis ya no me sirven, ¡no me alcanzan!. Al final de todo ella me sonrió y me dijo: ¡Ves que si se pudo, solamente es de intentar y lograr!. Pueda que esta historia se sienta como un reclamo hacia ella, pero la verdad es que NO, a mí me causa mucha risa ya que AMO a mi mamá ella me ha enseñado tanto que le agradesco cada enseñanza y detalle que ha tenido conmigo.
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A esta altura de mi joven vida ya pasaron los días, los años crecí y a los 11años ya iba a quito grado. Recuerdo que ese grado fue el inicio de todo
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Capítulo 4
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enía un joven profesor que era el hijo de la directora del colegio, era un tipo muy simpático, alegre y juguetón, mi mamá lo había apodado “pijuy” que al decirlo sonaba como “pijuyo” ella decía que se parecía a esa ave pero yo nunca le encontré algún parecido (si lo pienso detenidamente tal vez era porque él siempre tenía su cabello corto y al peinárselo echándose gelatina le quedaba hacia arriba y en puntas quedando igual que las plumas del ave), me causaba gracia y a la vez confusión cuando ella le decía así, obviamente lo decía sin que él lo supiera. Me imagino que si se hubiera enterado no se habría molestado al contrario ¡tendría un ataque de risa! Y lo hubiera disfrutado. El nombre de este simpático profesor era: Eliazar “el profe” en ese entonces fue el primer maestro hombre que tuve por lo tanto al principio era algo extraño, no estaba acostumbrada y me sentía algo reprimida pero después me fui acostumbrando y como él se comportaba como uno más de nosotros fue algo muy fácil verlo más confiable. Nunca lo vi como un verdadero profesor ya que siempre chisteaba, vacilaba en lo que decía y hacia relajo por eso sus clases eran tan divertidas; en aquellos años el clima era muy frio habían verdaderos vientos de octubre, inviernos fríos y muy mojados. En nuestra clase había un compañero que su mamá como pasatiempo hacia budín le quedaba muy rico como para chuparse los dedos y en los días de invierno el Profe decía: -Como estos días está haciendo mucho frío que les parece si el viernes comemos budín y tomamos chocolate- inmediatamente todos decíamos: ¡SI!
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Y era cosa para comenzarnos a organizar unos se encargaban de conseguir los vasos, los platos, tenedores todo lo que fuera necesario para el gran banquete y el compañero era el encargado de decirle a su mamá: ¡¡QUEREMOS BUDÍN!!
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o solo comíamos budín. No, claro que no, se buscaba cualquier pretexto para comer y de las clases ya ni hablamos, quedaban algo así como “suspendidas” todo esto se hacía en secreto porque si no la directora se enteraba y regañaba a su hijo, pero con tal de comer y disfrutar todos nos quedábamos mudos. Como ya se sabe: En boca cerrada no entran moscas.
Esos días eran muy divertidos pero lo inusual era que en el grado solamente éramos tres niñas por eso aprenderse los nombres era muy fácil, tanto que parecía que les gustaba y se divertían especialmente con el mío, el profe fue el responsable que iniciaba la cadena de saludo, al asomarme por la puerta del salón no me cantaban: -Llega tarde la tortuga otra vez… otra vez. Mi canción era realmente diferente, era un ahí viene, ahí viene, todos en coro y ritmo repetían: - Ineeeeldyyy… Iiiineeeldyyy… I-neel-dy … I-N-E-L-D-Y. Eso siempre me apenaba y me ponía roja como un tomate porque ellos no solo lo cantaban ¡lo gritaban! Era como si sintieran en cada uno de sus huesos cada letra que salía y flotaba en el aire. Y eso era cosa de todos los días, ya sabía a qué atenerme y yo solamente les respondía con una risa. Después de eso entraba corriendo a mi asiento (por alguna razón creía que era la zona segura). Como ya lo dije: en el salón habíamos solo tres niñas… yo me llevaba especialmente con una que para entonces éramos inseparables, pero había otra esa niña era nueva realmente cayada, nadie notaba su presencia y cuando lo hacían era para juzgarla y decir: -¡Pero que niña tan rara!, tan sola y muda.
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Yo nunca cruce palabras con ella, solamente la veía de lejos y me preguntaba: -¿Esa quién es? ¿De dónde salió? ¿Será que la conozco?
¿Por qué no habla, ni intenta hablar con nosotros? En los recreos o se quedaba en el salón de clases o salía al cafetín pero siempre SOLA, nunca acompañada, era como una pobre alma que divagaba sin rumbo, su actitud era muy desconcertante, en ese año nunca la entendí y siendo sincera tampoco trate de comprenderla, no me le acercaba y dejaba que estuviera recluida sola en su mundo. Yo en mis pensamientos decía: -Si no habla es porque no quiere, no se siente cómoda, no la puedo tomar por los hombros, agitar y obligar a decir “HOLA” Desde ahí comprendí que su mundo y el mío eran totalmente diferentes, que nuestra forma de actuar no eran similares, que ella era diferente. Ir a la cancha a “educación física” para todos significaba diversión, tiempo libre para hacer cualquier cosa, para ella era irse a una esquina hablar sola, contemplar el cielo, contar los ladrillos de la pared en la que estaba recostada, estas acciones era lo que hacía que todos los compañeros la vieran como un bicho raro, hasta cierto punto hasta le tenían miedo, la evitaban no se les acercaba y se creaban mil prejuicios de ella. Yo solo me limitaba a observarla y a pensar: -¿Por qué es así?... Desde entonces comencé a cometer errores uno de ellos fue: no hablarle cuando me sentí motivada a hacerlo. Tenerle miedo a la circunstancia. Ignorarla, seguir con mi mundo y no involucrarla; pero a la vez sentí que fue darle un espacio, un respiro, dejar que se acostumbrara, ver y conocer desde afuera a cada una de las personas para después cuando ya estuviera preparada poder hablar y ser “normal”… (normal eso queda muy lejos de ella) Terminamos el año escolar y esa niña jamás me hablo ni yo le hable y me dije: -Si la vuelvo a ver sin duda seremos amigas.
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Teníamos relación de amor y odio un tanto complicada, en donde no sólo éramos unos sino varios.
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scuchar un prolongado ringgggggggggggg es la pesadilla de todos, es esa alarma que nos avisa que es hora de salir del calorcito de las sabanas para ir a la escuela es horrible pero ni modo lo peor viene cuando inicias un nuevo grado y las típicas preguntas invaden la mente: ¿Quién será el nuevo profesor, será enojado, chistoso, callado, hablador, hombre, mujer, izquierda, derecha, arriba, abajo, Este u Oeste?… ¿Cómo será? Ni modo vamos a conocerlo. Pero seguramente tendré a los mismos compañeros o ¿habrá nuevos? Al final de tanta preocupación así fue, tenía CASI a los mismos compañeros había como un cincuenta y cincuenta (la mitad nuevos y la otra viejos) entre tanta cara ya veía a más niñas, ya no éramos las únicas tres de antes, lo que rápido note fue a la misma niña rara que hace un año parecía un alma en pena paseándose de arriba abajo, de un lado a otro sin decir ni media palabra, esta vez parecía que algo había cambiado, ya no se miraba tan desubicada, en su cara se miraba un: -¡Hey, seamos amigos! Me hizo pensar: ¿Te conozco? Eres la misma persona que vi hace un año, no, no lo era porque su forma de mostrase a los demás ya era otra, tenía una forma más abierta y segura para relacionarse con todos. Realmente me resulto algo tan gracioso verle el cambio, que me dije: bueno no me va a comer, no me va a pegar, no me va a matar… (Sí claro como no lo vi antes, tenía pensamientos premonitorios y no los tome en cuenta)… y bueno le hable, fue algo tan simple como un: -Hola mi nombre es… Digamos que fueron las primeras palabras que marcaron la historia, la historia de una larga amistad. Quién podría pensar que con un simple “hola” habría un: “clik, te conozco de toda la vida” (eso fue algo extraño, ver y sentir como rápidamente congenie con una persona que no tenía nada que ver con mi personalidad) Esta nueva amiga era alguien bien rara que no se llevaba bien con todos, (ni con las demás maestras, para decir que ni con la principal orientadora porque la miraban como un bicho raro a punto de extinción) Sí, esta vez tuve una maestra era alta de piel trigueña, con un simpático cabello rebelde era largo, color oscuro y colocho a medio domar o sea un poco afro, además que tenía un fuerte carácter que en general la hacía tener una fuerte presencia.
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De mi parte a medida pasaron los días ya no pasaba mucho tiempo con la amiga que pase todo el quinto grado si nos hablábamos, ayudábamos y chisteábamos, pero ya éramos más distantes, ella había encontrado un grupito nuevo de compañeras y yo había encontrado a mi nueva amiga. Desde el principio nos dimos cuenta que éramos muy diferentes ella en definitiva era un caso perdido la locura le salía a flote en cambio yo… en resumidas cuentas ¡YO ERA LA NENE! En ese tiempo yo me metía en mi papel de La nene me gustaba (¿A quién no?) ser consentida por la mayoría de personas pero tenía algo muy en claro no siempre iba a ser tratada como tal, por lo tanto había que disfrutarlo. Al mismo tiempo que me gustaba ser consentida me gustaba la competencia y en el salón tenia a un grupito de compañeros que eran los típicos “cerebritos” y siempre buscaban sobresalir, a mí me encantaba entrar a su juego y cada vez que tenía la posibilidad de retarlos y ganarles era una satisfacción tan grande como si me llevara el premio nobel, nuestras competencias casi siempre empezaban de la nada bastaba con decir:
TE VOY A GANAR
y responder con un:
JA, YA VEREMOS
Una vez así comenzó nuestro juego: era de llenar un cuestionario de 60 preguntas lo más rápido que pudiéramos, la maestra afro no había terminado de decir comiencen cuando nosotros rápidamente nos volteamos a ver y casi que cruzamos los ojos diciendo: -¡Cálmate que Ya vas a ver lo que te espera! Comenzamos: lleno esta, esto, eso, esa, aquella, esto es verdadero, falso, me salto la ¿De qué color era el caballo rojo de Santiago? Miles de preguntas, millones de respuestas, pocos minutos rápido, rápido, rápido… el tiempo se acaba lero, lero matatero yo no me quede en el matadero pues salí primero y chaaaaaaaaan al ratito Me pavoneaba como toda una ganadora.
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De esta forma hice mis amigos “cerebritos” en muchas pero muchas ocasiones me ayudaron, a veces les tenía celos, otra rabia y en otras los quería, era como tener una relación de amor y odio un tanto complicada, en donde no sólo éramos unos sino varios. -Y como cantadito les dije ¡Termine de primero cómo les quedo el ojo! ellos se me quedaron viendo con una cara de pocos amigos (pero a mí me daba igual porque me encantaba esa expresión, hacia que muriera de la risa) al tiempo eso se fue haciendo tan típico y normal que lo terminábamos hacíamos en broma era una especie de competencia divertida que la extrañábamos sino lo hacíamos y por supuesto si el ganador no se burlaba del perdedor no tenía ningún chiste.
Nuestra relación de amor y odio era de un extremo a otro sentíamos que en unas cosas éramos iguales, en unas nos complementábamos y en otras enserio que éramos como el agua y el aceite, incluso todos los que nos rodeaban así nos miraban no entendía como podíamos llevarnos y ser amigas si aparentemente actuábamos como si viniéramos de planetas totalmente diferentes. Teníamos algunas cosa en común por ejemplo una de las más fuertes: las dos amamos a los gatos
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-Ey Nene te voy a confesar un secreto que pocos mortales saben. Me dijo ella. -En ese instante yo solo respondí con una carcajada y le pregunte: ¿Qué? -Yo amo, adoro, no espérate IDOLATRO a los gatos, es más en mi cuarto les tengo un santuario exclusivamente para ellos. Y cada día a la media noche me subo en el techo de mi casa, me pongo una cola y le maulló a la luna. Me quede en silencio pensando por un rato y le dije: -No molestes yo también ¡los amo pero no los idolatro a ese extremo! -Hija, Nene cómo vas a creer que voy a ser tan loca como para tenerles un santuario en mi cuarto, si apuras penas quepo yo y mis cosas y ya ni se diga que hago ese rito cada media noche capaz me bajan los vecinos a puros chancletazos. Con una desconfianza tan grande como una sandía y entre carcajadas le respondí: -No lo sé, de tu parte se puede esperar cualquier cosa. Así como podíamos reírnos y disfrutar del momento también nos enojábamos y podían ser por cosas tan insignificantes como un CD, por una canción a tal punto de cantarle o gritarle:
A pesar de todo, con locuras compartidas fuimos y continuamos siendo más que unas amigas somos como una especie de hermanas.
La Nene_ASÍ SOY
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La Nene_Libro autobiográfico
Es un apodo que surgió como un juego de palabras, como resolviendo un trabalenguas entre pequeños que marcaría diferentes travesuras, comportamientos, que más que un apodo, más que la forma incorrecta de pronunciar el verdadero nombre… fue como parte de la personalidad.
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ÍNDICE PRÓLOGO
3
LA NENE
"UPS AUCH"
5-8
9-11
AUN ASÍ TE ADORO 12-17
¿TE CONOZCO? TE QUIERO PERO NO TE AMO
22-27
19-21
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La Nene_Libro autobiogrรกfico
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a nene… ¿Quién es la nene? Al escuchar “Nene” quizás todos piensan que se está llamando con cariño a un niño pequeño pero en realidad, en mi caso NO es que sea un niño, sino que eso es un simple apodo que surgió como un juego de palabras, como resolviendo un trabalenguas entre pequeños. Pero a todo esto ¿De dónde o quién fue el culpable del apodo La Nene?
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a nene… ¿Quién es la nene? Al escuchar “Nene” quizás todos piensan que se está llamando con cariño a un niño pequeño pero en realidad, en mi caso NO es que sea un niño, sino que eso es un simple apodo que surgió como un juego de palabras, como resolviendo un trabalenguas entre pequeños. Pero a todo esto ¿De dónde o quién fue el culpable del apodo La Nene?